Enfermedad Tromboembolica Venosa - Baltazares
Enfermedad Tromboembolica Venosa - Baltazares
Enfermedad Tromboembolica Venosa - Baltazares
TROMBOEMBÓLICA VENOSA
Enfermedad
tromboembólica venosa
Mario Enrique Baltazares Lipp
Médico neumólogo, cardiólogo y cardiólogo intervencionista.
Certificado por el Consejo Mexicano de Neumología y de Cardiología.
Editorial
Alfil
Enfermedad tromboembólica venosa
ISBN 978––––
Dirección editorial:
José Paiz Tejada
Editor:
Dr. Jorge Aldrete Velasco
Revisión editorial:
Irene Paiz, Berenice Flores
Revisión técnica:
Dr. Erik García Muñoz
Ilustración:
Alejandro Rentería
Diseño de portada:
Arturo Delgado–Carlos Castell
Impreso por:
Solar, Servicios Editoriales, S. A. de C. V.
Calle 2 No. 21, Col. San Pedro de los Pinos
03800 México, D. F.
Febrero de 2010
Esta obra no puede ser reproducida total o parcialmente sin autorización por escrito de los editores.
Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas
terapéuticos sean correctos y compatibles con los estándares de aceptación general de la fecha de
la publicación. Sin embargo, es difícil estar por completo seguros de que toda la información pro-
porcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias. Se aconseja al lector consultar cui-
dadosamente el material de instrucciones e información incluido en el inserto del empaque de cada
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medicamentos nuevos o de uso poco frecuente. La Editorial no se responsabiliza por cualquier alte-
ración, pérdida o daño que pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta, por el uso y apli-
cación de cualquier parte del contenido de la presente obra.
Colaboradores
V
VI Enfermedad tromboembólica venosa (Colaboradores)
SECCIÓN I. DEFINICIONES
1. Definiciones. Epidemiología. Historia natural. Factores de
riesgo. Etiología. Fisiopatología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
Lucelli Yáñez Gutiérrez
XIII
XIV Enfermedad tromboembólica venosa (Contenido)
ANEXOS
1. Cuadro de medicamentos en tromboembolia pulmonar . . . . 483
Ivette Buendía Roldán
XVI Enfermedad tromboembólica venosa (Contenido)
Sección I. Definiciones
1
Definiciones. Epidemiología. Historia
natural. Factores de riesgo. Etiología.
Fisiopatología
Lucelli Yáñez Gutiérrez
DEFINICIONES
sistema venoso profundo se desprende del vaso, viaja hasta llegar a los pulmones
y se impacta en las arterias pulmonares.5 De los émbolos pulmonares, 70% pro-
vienen del sistema venoso profundo de las extremidades inferiores y de las venas
pélvicas. Es menos frecuente que la vena cava superior, las venas de extremida-
des superiores y las cavidades cardiacas derechas sean fuente de émbolos.6
El término TEP define la obstrucción en alguna parte del árbol arterial pulmo-
nar; esta obstrucción usualmente viaja desde un sitio distante a través del sistema
venoso. La mayoría de los émbolos son de naturaleza trombótica, pero otras cau-
sas de embolismo son grasa, líquido amniótico, aire, y son consecuencia de frac-
turas o cirugías ortopédicas, embarazo o cirugía obstétrica, canulación de venas
del cuello o trauma bronquial, respectivamente.4
3
4 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 1)
a través del rango total de actividad física, y se refiere tanto a datos de bajo gasto
cardiaco (disnea y síncope) como a congestión venosa sistémica (edema, hepato-
megalia, ascitis, plétora yugular).
El término infarto pulmonar lo describió en forma inicial Virchow y desde en-
tonces se define como la necrosis de tejido pulmonar distal al sitio de obstrucción
embólica;9 sin embargo, con el tiempo diversos autores han descrito que para que
exista infarto pulmonar debe existir cardiopatía previa que ocasione congestión
pulmonar y edema. Ellos demostraron mediante estudios experimentales que en
el tejido pulmonar sano no se produce infarto después de la oclusión, y en tejido
pulmonar sometido a lesión previa por diversas sustancias ocurre inicialmente
hemorragia, y 48 h después de la oclusión arterial se desarrolla el infarto pulmo-
nar; todo esto se correlacionó con los hallazgos radiográficos que hasta la fecha
permanecen como epónimos por los apellidos de los autores.10–12
Finalmente, cuando se habla de TEP se usa a menudo el término cor pulmonale
agudo, el cual lo utilizaron por primera vez en 1935 McGinn y White en una serie
de nueve casos de TEP masiva confirmada por estudio post mortem o por embo-
lectomía. El cuadro clínico descrito incluyó choque y colapso con gran dilatación
de cavidades cardiacas derechas y de las arterias pulmonares. Como parte de la
exploración física previa al fallecimiento se describió dilatación de venas del
cuello. Desde entonces se utiliza para diferenciar la dilatación progresiva de cavi-
dades cardiacas derechas secundaria a otras enfermedades pulmonares.13
EPIDEMIOLOGÍA
En México existen pocos estudios que permitan conocer la incidencia real; sin
embargo, en el Centro Médico Nacional se hizo un estudio de 1981 a 1990 donde
se realizaron 1 685 necropsias, 252 de las cuales fueron casos confirmados de
TEP (15%), con incidencia similar entre ambos sexos, y la mayoría de los casos
fueron en el grupo de pacientes entre los 60 y los 80 años de edad. La TEP fue
causa directa de la muerte en 28% y contribuyó indirectamente en 62% de los
casos, y sólo en 10% fue considerada como un hallazgo incidental.18 El Instituto
Nacional de Cardiología publicó un segundo estudio cuatro años más tarde en el
cual se reportaron 1 032 autopsias; en 231 de ellas se hizo el diagnóstico de TEP
(22.3%) y en 9.6% (sólo 100 casos) se determinó que fue masiva. Clínicamente
hubo la sospecha en 18% de los pacientes, y llama la atención que el grupo más
afectado fueron niños menores de 10 años de edad que habían sido sometidos a
cirugía cardiaca correctiva de alguna cardiopatía congénita.19
Se estima que por cada 1 000 pacientes que egresan de los hospitales después
de algún evento quirúrgico, 13.14 están en riesgo de desarrollar TEP y 8.96 pa-
cientes sufrirán TEP.17,20
El riesgo se incrementa con la edad, ya que es de 1.17 pacientes en el grupo
de 0 a 17 años de edad, de 5.6 en el grupo de 18 a 44 años, de 7.5 en el grupo de
45 a 64 años, de 9.09 en el grupo de 65 a 69 años, de 9.13 en el grupo de 70 a 74
años, de 10.44 en el de 75 a 79 años, de 11.11 en el de 80 a 84 años y de 11.3 en
mayores de 85 años de edad.21
La mayoría de las estadísticas se hacen en grupos de pacientes sometidos a
eventos quirúrgicos, pero algunos estudios incluyeron a pacientes hospitalizados
con diagnóstico clínico, demostrando que la incidencia es mayor en el grupo que
recibió placebo vs. los grupos que recibieron enoxaparina en diversas dosis, lo
que demuestra que también en este grupo se benefician con la profilaxis a pesar
de tener riesgo moderado para desarrollar ETV, pues la incidencia puede ser de
26% en pacientes internados en unidades de cuidados intensivos.17,20,21
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
HISTORIA NATURAL
Se sabe y se acepta que la TVP precede a la TEP y que al haber TEP se debe des-
cartar TVP, considerando que en la mayoría de los casos es asintomática. Es co-
nocido que 82% de casos de TEP aguda corroborada con angiografía pulmonar
sufren al mismo tiempo TVP demostrada por flebografía, pero sólo 40% de los
pacientes con manifestaciones clínicas de TVP tendrán gammagrafía con alta
probabilidad de TEP, y de ellos 60% tienen afección venosa proximal.26,27
De los casos de TVP, 90% empiezan en la pantorrilla y rara vez ocasionan sín-
tomas. En 80% de los casos con síntomas se afectan venas proximales, pero rara
vez ocasionan TEP. Cerca de 35% los casos de TVP que se inician en la pantorri-
lla se pueden extender a venas proximales y lo hacen aproximadamente en la pri-
mera semana.26,27
De los casos de TEP sintomática, 20% son en arterias subsegmentarias y 50%
involucran arterias pulmonares principales o lobares. Sin tratamiento, 50% de los
pacientes sintomáticos con TVP o TEP tendrán TEP recurrente en los próximos
tres meses y en la mayoría de los casos serán cuadros con doble riesgo de ser fata-
les.28,29
En el caso de la TEP sintomática, si los pacientes no reciben tratamiento, 10%
de los casos son fatales en la primera hora de inicio de los síntomas, de 5 a 10%
tienen choque cardiogénico y 50% de los pacientes con TEP tienen evidencia de
disfunción ventricular en ecocardiograma, lo cual es un dato de mortalidad a cor-
to plazo.27
Cuando reciben tratamiento, 50% de los casos de TEP se resuelven en dos a
cuatro semanas, aunque sólo 66% de los pacientes tendrán resolución total del
defecto de perfusión. A un año de seguimiento, 50% de los pacientes tendrán
trombosis residual a pesar de haber recibido tratamiento para TVP.26,27
En resumen, del total de pacientes con TEP, en promedio 11% fallecen en la
primera hora sin diagnóstico y 89% sobreviven, pero de éstos no se establece
Definiciones. Epidemiología. Historia natural. Factores de riesgo 9
diagnóstico en 71%, lo que ocasiona que 30% de este grupo mueran y 70% sobre-
vivan, sin diagnóstico. Del grupo de pacientes en los que sí se estableció el diag-
nóstico y se inició tratamiento, 92% sobreviven y sólo 8% fallecen.27
Factores de riesgo
80%.
S Mutación G20210a de la protrombina (16% de pacientes mexicanos, con
incremento del riesgo de hasta 20 veces).
S Algunos factores con probable mecanismo hereditario son:
S Hiperhomocisteinemia (incrementa el riesgo tres veces).
S Aumento de factores VIII, IX, X y XI (incremento de riesgo de tres a seis
veces, dependiendo del factor asociado).
S Aumento del inhibidor de fibrinólisis activada por trombina y deficien-
cia del factor XII.
2. Adquirida: producida por la presencia de anticuerpos antifosfolípidos (20
a 30% de los pacientes tienen ETV y 14 a 29% presentan recurrencia, con
riesgo relativo de 10.5), ya sea anticoagulante lúpico o anticardiolipina, an-
ticuerpos dirigidos contra B2 glucoproteína–1, protrombina y anexina V.
10 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 1)
FISIOPATOLOGÍA
1. Lesión endotelial.
2. Estasis venosa o cambios en el flujo sanguíneo.
3. Hipercoagulabilidad o cambios en los constituyentes de la sangre.35
distintas.36
ETIOLOGÍA
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Sección II
Grupos especiales
INTRODUCCIÓN
Aunque de manera independiente, desde que fue reconocida como entidad noso-
lógica a mediados del siglo XIX, la tromboembolia pulmonar (TEP) ha sido des-
crita como un proceso único y aislado, en un principio, para su manejo en el área
del angiólogo, el neumólogo y en ocasiones menores, del cardiólogo. Debido a
los signos y síntomas que se presentan y a su similitud con los síndromes corona-
rios agudos y la insuficiencia cardiaca (IC), el cardiólogo está más familiarizado
con el diagnóstico y el tratamiento de la TEP. Sin embargo, a la luz de los diferen-
tes hallazgos, la TEP se considera actualmente como una complicación y punto
final de toda una cascada y serie de eventos manifestados o no clínicamente, y
que culminan en la expresión de trombosis.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
17
18 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 2)
INSUFICIENCIA CARDIACA
Y TROMBOEMBOLIA PULMONAR
nes de personas tenían insuficiencia cardiaca, con 550 000 nuevos casos por año.
En ausencia de estadísticas confiables en México, Skromne8 y col. estimaron que
la prevalencia en menores de 65 años de edad era de 0.8%, y para los mayores
de 65 años la estimaron en 1.7%, y calcularon unos 750 000 casos con una apari-
ción de 75 000 casos nuevos por año; sin embargo, sólo se basaron en estimacio-
nes de acuerdo con la prevalencia en EUA y Europa. La sobrevivencia promedio
de los pacientes con IC es de 3.2 años en el hombre y 5.4 años en la mujer, y las
tasas de sobrevivencia a 5 y 10 años son de 35 y 15% para el hombre y de 53 y
29% para la mujer, respectivamente.6,7 Estas estadísticas no toman en cuenta los
fallecimientos en los primeros 90 días de diagnosticada la enfermedad, o sea que
las cifras de sobrevivencia son aún menores. En el estudio Framingham, la sobre-
vivencia media fue de 1.7 años en el hombre y 3.2 años en la mujer desde el diag-
nóstico. Analizando a aquellos pacientes que habían sobrevivido más allá de 90
días desde el inicio del síndrome, la mortalidad en un año fue de 21% en el hom-
bre y de 12% en la mujer. A cinco años la mortalidad en el hombre fue de 65%
y en la mujer de 47%.
La AHA propuso en el año 2001 una clasificación en estadios A, B, C y D en
los cuales A y B corresponden a pacientes asintomáticos (A con factores predis-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Anormalidad
del flujo IV
plasmático Cavidades dilatadas
Flujo turbulento
Estasis cavitaria
Inotropismo disminuido
Alteraciones de la motilidad
IC
Anormalidad Anormalidad
de la pared de los
vascular componentes
plasmáticos
de ésta. La IC se asocia con un estado de bajo flujo y puede producir estasis y por
consiguiente tromboembolismo venoso.14,15 Los estudios de laboratorio como el
dímero D, troponina y BNP (péptido natriurético tipo B) dan el diagnóstico de
TEP en pacientes sin enfermedad cardiaca previa; sin embargo, en los pacientes
con IC están alterados y por ello pueden resultar irrelevantes en el diagnóstico
de TEP, así que en su presencia raramente ayudan. Lo anterior es confirmado en
el registro ADHERE (Acute Descompensated Heart Failure National Registry),
donde la elevación de BNP hallada en la admisión se asocia con mayor mortali-
dad intrahospitalaria. La troponina cardiaca es detectable en más de la tercera
parte de IC severa y es un factor de riesgo independiente de muerte.5,12,16–19 La
excepción es la presencia de trombo en tránsito evaluada mediante ecocardiogra-
fía transtorácica o transesofágica, adicionada a los signos de disfunción ventricu-
lar derecha. También en la TAC helicoidal, para realizar el diagnóstico de certeza,
son necesarias la RMN y la visión directa de oclusión de vasos pulmonares me-
diante angiografía.1,2,20,23
plejo trombina–antitrombina III; esto indicaría que hay una actividad incre-
mentada de la trombina, así como de la generación de trombina manifestada
por elevación de los niveles de dímero D (DD). Todos estos factores pueden
estar causados o exacerbados por la activación neuroendocrina característi-
ca de la IC, que consiste en liberación de angiotensina II, catecolaminas
plasmáticas y hormona antidiurética, las cuales afectan la agregabilidad
plaquetaria. Las catecolaminas y la hormona antidiurética incrementan los
niveles circulantes de factor de von Willebrand y disparan la liberación del
activador del plasminógeno tisular.2 Estos factores se han identificado
como marcadores pronósticos independientes.23–25 El riesgo de tromboem-
bolismo tiene una correlación directa con el grado de dilatación ventricular,
el cual se asocia con niveles elevadamente anormales de marcadores he-
mostáticos (fibrinopéptido A y complejo trombina–antitrombina III), de al-
teración en la activación plaquetaria y de la actividad neuroendocrina ante-
riormente descrita.26–28
ALTERACIONES VENTILATORIAS
EN PACIENTES CARDIÓPATAS
TRATAMIENTO
A la luz de los pocos artículos que hay en relación al tema anteriormente descrito
se requiere una investigación mayor para poder identificar la relación, frecuencia
y severidad de la TEP en pacientes con insuficiencia cardiaca. Por tal motivo, se
deberán iniciar estudios para responder a las anteriores cuestiones.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
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28 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 2)
3
Enfermedad tromboembólica en el
paciente con enfermedad pulmonar
Alma Bizarrón Muro
29
30 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 3)
podrían enumerar como aquellos que activan la hemostasis, inducen estasis, pre-
disponen a tromboembolismo y a trombosis primaria, o bien son aquellos que su-
gieren alteraciones del sistema fibrinolítico.10
Los factores clínicos más aceptados para desarrollar ETV han sido el cáncer,11
las enfermedades cardiovasculares, la insuficiencia respiratoria aguda, que inclu-
ye las exacerbaciones de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC),
el síndrome de insuficiencia respiratoria aguda (SIRA), la neumonía adquirida
en la comunidad (NAC), las neumopatías intersticiales difusas (NID) y la hiper-
tensión arterial primaria (HAP).11–13 Se han identificado además otros factores,
como edad mayor de 40 años, las restricciones del movimiento (desde la limita-
ción hasta el reposo absoluto), las infecciones sistémicas serias y algunas altera-
ciones congénitas de la coagulación (deficiencia de proteínas C y S, factor V de
Leiden, mutaciones del gen de la trombina, hiperhomocisteinuria, etc.). La ETV
es además una complicación frecuente en el paciente sometido a cirugía; el riesgo
de los pacientes está determinado por la combinación de factores predisponentes
y las características de la cirugía.14 Otros factores que incrementan el riesgo son:
la gestación (especialmente el periodo posparto), la obesidad, el haber sufrido
episodios anteriores de trombosis, la toma de preparados estrogénicos y la deshi-
dratación. Previsiblemente, la coincidencia de estos factores de riesgo tiene un
efecto acumulativo.
La asociación de edad avanzada y comorbilidades es indicador de riesgo alto
de mortalidad. Las enfermedades más importantes son cáncer (RR 3.8), disfun-
ción ventricular izquierda (RR 2.7), historia de enfermedad pulmonar crónica
(RR 2.2) y edad > 60 años (RR 2.2).15
La enfermedad cardiaca es el factor que más contribuye a la mortalidad en pa-
cientes con ETV. Aunque se ha confirmado esta asociación en múltiples estudios,
también el cáncer es un factor importante. Las enfermedades pulmonares cróni-
cas son otro factor que contribuye a la mortalidad. Estos hallazgos se sustentan por-
que la ETV acompaña a las enfermedades crónicas que predisponen a los pacientes
al tromboembolismo: estasis venosa, estado hipercoagulable o daño vascular.15
Resaltando una de las enfermedades crónicas que más se han asociado como
factor de riesgo para la ETV y para el incremento en la mortalidad, se hablará
acerca de las enfermedades pulmonares crónicas y la relación que existe con la
entidad estudiada.
Estos datos han sido comparados con otros estudios, con resultados semejantes.20
En un estudio en el cual se evaluó la causa de exacerbación de origen descono-
cido en pacientes con EPOC se reportó el EP en 25% (IC 95% 19 a 32); los facto-
res asociados para el EP fueron: enfermedad tromboembólica previa RR 2.43 (IC
95% 1.49 a 3.44); cáncer RR 1.82 (IC 95% 1.13 a 2.92); disminución de la pCO2
más de 5 mmHg RR 2.10 (IC 95% 1.23 a 3.58). En un total de 9.2% (IC 95% 4.7
a 15.9) de los pacientes con baja probabilidad por el score de Ginebra se confirmó
EP.
En este estudio también se concluyó que en 25% de los pacientes con exacer-
bación de causa desconocida en los pacientes con EPOC secundaria a EP, el ries-
go está incrementado en asociación con los tres factores comentados previamente
y que el score de Ginebra podría modificarse para evaluar a los pacientes con
EPOC en estudios futuros.21
32 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 3)
Siendo la EPOC una enfermedad con alta prevalencia a nivel mundial y un fac-
tor de riesgo para presentar ETV con consecuencias graves, es conveniente hacer
una evaluación clínica minuciosa en todo aquel paciente conocido con enferme-
dad pulmonar que presente deterioro clínico–funcional.
ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA
EN EL PACIENTE CON ASMA
sicas. El promedio de años en los que se realizó el diagnóstico fue 18 años. Los
factores predisponentes encontrados fueron: insuficiencia venosa (40%), hiper-
tensión (40%), deficiencia de proteína S y C (20%). Todos los pacientes con diag-
nóstico de EP recibieron terapia de anticoagulación: en 80% de ellos fue perma-
nente; 40% tuvieron control de los síntomas, otros 40% control parcial e
independientemente de los síntomas; ninguno de estos pacientes requirió hospi-
talización por exacerbación posteriormente.26
Se ha propuesto un cross–talk entre coagulación e inflamación, lo cual sugiere
que hay una asociación entre asma y tromboembolismo, potencializado por la
presencia de una mutación en el gen regulador de la conductancia transmembrana
de la fibrosis quística (CFTR) F508del y un estímulo proinflamatorio adicional.
Aunque es posible que el asma y el tromboembolismo no estén asociados, en el
embolismo pulmonar recurrente se ha encontrado un factor adicional (diferente
34 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 3)
porque en este tipo de pacientes están presentes varios de los factores de riesgo
para presentar trombosis venosa profunda, la mayoría de ellos desencadenados
por el sobrepeso.35
Aunque la apnea obstructiva del sueño no es propiamente una enfermedad pul-
monar sino un problema obstructivo de la vía aérea, la consideración de este tipo
de pacientes es la de un paciente con una enfermedad respiratoria crónica, ya que
las implicaciones que ésta tiene en el enfermo se manifiestan particularmente por
disnea, sobre todo cuando ésta se ha complicado con grados variables de hiper-
tensión pulmonar y cor pulmonale. Es cada vez más frecuente la atención médica
de estos pacientes, ya que la obesidad (considerada hoy en día una enfermedad)
ha incrementado su prevalencia de manera global y es importante seguir concien-
tizando a la población general acerca de las desventajas del sobrepeso y la obesi-
dad en la morbimortalidad.
36 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 3)
ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA EN
EL PACIENTE CON FIBROSIS PULMONAR
Y NEUMOPATÍAS INTERSTICIALES DIFUSAS
coagulante inhiba este efecto adverso logrando un balance intravascular del sis-
tema de coagulación–fibrinólisis.39 Durante las exacerbaciones de la enfermedad
el pronóstico es mucho peor que para la enfermedad estable, por lo que se han
usado varias estrategias de tratamiento, incluyendo terapia con altas dosis de es-
teroides, agentes antiinflamatorios e inmunosupresores y anticoagulación, todos
ellos con efectos benéficos en la sobrevida.40
Dada la amplia variedad de neumopatías intersticiales difusas, algunas forman
parte de enfermedades sistémicas, otras afectan exclusivamente al pulmón, a
cada una de las diferentes estructuras que lo conforman o bien a varias de éstas,
y la mayoría con diferentes y complejos mecanismos patogénicos. Es necesario
abordar de forma individualizada cada una de ellas; sin embargo, aquellas que
se asocian más con ETV son un grupo de enfermedades sistémicas autoinmunita-
rias que cursan con inflamación aguda o crónica de varios órganos o tejidos. El
daño o afección vascular es una expresión más de la enfermedad que condiciona
también la enfermedad pulmonar.
Las enfermedades autoinmunitarias que se asocian más frecuentemente con di-
versos tipos de daño pulmonar son: artritis reumatoide, síndrome de Sjögren, es-
clerosis sistémica progresiva, polimiositis–dermatomiositis y lupus eritematoso
sistémico. Algunas de estas enfermedades se caracterizan por tener afección pre-
dominantemente en cierto tipo de vasos sanguíneos, dependiendo del calibre o la
localización, o bien por no tener expresión a este nivel de manera importante. El
embolismo es, pues, secundario a la predisposición dada por la enfermedad autoin-
munitaria en cuestión. Las manifestaciones pleuropulmonares del lupus eritemato-
so sistémico ocurren en 50 a 70% de los pacientes y con frecuencia presentan pleu-
ritis, neumonitis, neumonía intersticial con o sin fibrosis, hemorragia alveolar,
bronquiolitis obliterante, enfermedad vascular con hipertensión y embolismo pul-
monar.41 Particularmente cuando el LES está asociado con el síndrome antifosfolí-
pidos, la expresión a nivel vascular es mucho más severa e incluye embolismo e
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA EN
EL PACIENTE CON CÁNCER PULMONAR
co, incluyendo el cáncer broncogénico, que sigue siendo la causa número uno de
mortalidad por cáncer en el mundo en ambos sexos; la incidencia mundial es de
38 casos/100 000 habitantes en hombres y 11 casos/100 000 en mujeres. En EUA
mueren aproximadamente 170 000 personas por año; en México representa de
10 a 20% de todas las muertes por cáncer y en el Instituto Nacional de Enfermeda-
des Respiratorias es la primera causa de mortalidad.44
El tromboembolismo venoso ocurre comúnmente en los pacientes con cáncer.
Los mecanismos patogénicos de trombosis comprenden una compleja interac-
ción entre células tumorales y el sistema homeostático y las características parti-
culares de cada paciente.
Entre los factores de riesgo para tromboembolismo están la inmovilización
por tiempo prolongado, especialmente en hospitales; cirugía y quimioterapia,
con y sin terapia hormonal adyuvante, y la colocación de catéter venoso central
para la administración de los medicamentos. Aunque la profilaxis y el tratamien-
to del tromboembolismo en pacientes con cáncer se basan en los agentes que se
usan por lo regular en aquellos sin cáncer, hay algunas características especiales
de los pacientes con cáncer que hacen que el uso de estos fármacos esté cambian-
do. En particular, las heparinas fraccionadas son actualmente la piedra angular de
la profilaxis y el tratamiento del tromboembolismo venoso en pacientes con cán-
cer.
Estos fármacos tienen el potencial de incrementar sobrevida al menos en los
pacientes con mejor pronóstico. Alrededor de 10% de los pacientes con trom-
boembolismo venoso idiopático tienen una enfermedad maligna no diagnosti-
cada que puede ser detectada al realizar un abordaje diagnóstico extenso.45
La literatura internacional reporta que hoy en día el adenocarcinoma es la
estirpe histológica de mayor incidencia en el cáncer pulmonar. En un estudio de
prevalencia realizado en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias de
la ciudad de México se encontró la misma tendencia en ambos géneros, aunque
en porcentaje fue más frecuente en las mujeres.
Las neoplasias malignas, en especial el adenocarcinoma, pueden cursar parti-
cularmente con carcinomatosis microangiopática, resultando en numerosas oclu-
siones de vasos de pequeño calibre y al final ocasionando cor pulmonale. De esta
forma, en los pacientes con diagnóstico de cáncer pulmonar y específicamente
adenocarcinoma en presencia de incremento de la disnea, así como de la presión
arterial pulmonar, deberá descartarse la posibilidad de embolismo tumoral pul-
monar microangiopático.46
La sobrevida de los pacientes con cáncer pulmonar dependerá de la etapa clíni-
ca de la enfermedad y de las características clínicas de cada paciente; sin em-
bargo, el diagnóstico de la enfermedad por lo regular se realiza en etapas clínicas
avanzadas y la causa de muerte con frecuencia será asociada a la historia natural
de la enfermedad.
Enfermedad tromboembólica en el paciente con enfermedad pulmonar 39
Diagnóstico
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44 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 3)
4
Tromboembolia pulmonar en niños
Carlos Manuel Aboitiz Rivera
INTRODUCCIÓN
INCIDENCIA
Se calcula una incidencia de 0.07/10 000 niños o 5.3 por 10 000 ingresos según
los datos del Registro Canadiense de Trombosis Venosa Profunda y Embolismo
45
46 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 4)
FISIOPATOLOGÍA
FACTORES DE RIESGO
Catéter venoso
Cáncer
Síndrome nefrótico
Trombofilia
El papel de las trombofilias en el niño con TEP aún no está bien definido. Las
deficiencias congénitas de inhibidores de la coagulación, como antitrombina III
(AT III), proteína C (PC) y proteína S (PS), suelen asociarse a un riesgo aumen-
tado de trombosis, sobre todo después de la primera década de vida. La mutación
de la protrombina 20210a, la disfibrinogenemia y el factor V Leiden (G1691A)
también se han asociado con riesgo mayor de trombosis.
Niveles aumentados de lipoproteína(a) y homocisteína también son un factor
de riesgo para trombosis.
En un estudio se observó que el riesgo de trombosis en niños por lo demás sa-
nos con un solo defecto trombofílico es bajo,12 mientras que en aquellos niños con
un episodio previo de tromboembolismo venoso el riesgo aumenta cuando existe
trombofilia y más aún cuando existen dos o más defectos combinados.
Formas adquiridas de trombofilia como el lupus eritematoso sistémico, el sín-
drome antifosfolípidos y el síndrome nefrótico también se asocian con un riesgo
aumentado de trombosis.
Los casos de síndrome antifosfolípidos son reconocidos con mayor frecuencia
en niños y pueden ser causa de trombosis venosa profunda y accidente isquémico
cerebral;13 puede ocurrir tromboembolismo pulmonar, aunque es mucho menos
frecuente respecto al paciente adulto. El síndrome antifosfolípidos catastrófico
se ha asociado con mayor riesgo de TEP.14
Según un estudio en pacientes con embolismo pulmonar, hasta en 70% de los
enviados para evaluación hematológica se encontraron anticuerpos antifosfolípi-
dos y alteraciones de las proteínas regulatorias de la coagulación.15
Cardiopatía
Las cardiopatías se han asociado con riesgo aumentado de TEP, sobre todo car-
diomiopatías dilatadas y aquellas tratadas con procedimiento de Fontan.
Según un estudio realizado en autopsias a pacientes cardiópatas de todas las
edades, sorprende una incidencia mayor de tromboembolia pulmonar en niños
menores de 10 años de edad, que representan 22% del total de pacientes con
TEP.16 En este mismo estudio se observa que las cardiopatías congénitas repre-
sentan 32% de los pacientes con tromboembolia pulmonar. Cabe comentar que
hubo sospecha clínica del problema en sólo 18% de los casos.
El riesgo de endarteritis en el paciente con PCA es bien conocido y el desarro-
llo subsecuentemente de trombosis pulmonar séptica ha sido observado por algu-
nos autores;17,18 en experiencia del autor está un caso no publicado de endarteritis
secundaria a PCA y desarrollo de trombosis pulmonar subsecuente.
Cirugía
Trauma
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Malformaciones vasculares
Desórdenes hematológicos
Otros factores
La obesidad y los anticonceptivos orales son factores que aumentan el riesgo, so-
bre todo en adolescentes.
DIAGNÓSTICO
Datos clínicos
Los datos clínicos más frecuentes del paciente suelen ser disnea y dolor torácico
pleurítico. Debe tomarse en cuenta, sin embargo, que el dolor torácico es un sínto-
ma frecuente en niños. La tos es otro dato clínico frecuente y suele presentarse
en 47% de los pacientes. La disnea y la hemoptisis también pueden presentarse
en estos pacientes y también se ha descrito la hipoxemia. La taquipnea por sí sola
Tromboembolia pulmonar en niños 51
puede ser un dato sugestivo de TEP a cualquier edad cuando se excluyen otras
causas del problema.25 El paciente pediátrico con tromboembolia pulmonar tam-
bién puede presentarse con colapso hemodinámico en los casos de TEP masiva.
En pacientes bajo ventilación mecánica el aumento de los requerimientos de oxí-
geno puede ser un dato sugestivo de TEP.7
El problema se ha descrito también en atletas adolescentes sanos sin ningún
otro factor predisponente, por ejemplo un jugador de soccer de 16 años de edad,
y existe otro caso reportado, el de un adolescente que practicaba lucha.26
Dímero D
El uso de dímero D en niños no ha sido bien estudiado; se consideran normales
valores de menos de 500 ng/mL; en un estudio se encontró normal hasta en 40%
de los pacientes con TEP.2 El dímero D es inespecífico y su alto valor predictivo
negativo no ha podido ser demostrado ni en niños ni en adultos; sin embargo,
debe realizarse en todos los pacientes con sospecha de TEP.
Gasometría
La gasometría en niños no suele presentar anormalidades significativas ni hipo-
xemia en la mayoría de los casos; sin embargo, es un estudio que debe realizarse
a pacientes con sospecha del problema. Los hallazgos pueden incluir hipoxemia,
hipocarbia o hipercarbia y alcalosis o acidosis respiratoria. La acidosis metabóli-
ca suele asociarse con bajo gasto cardiaco. La hipercarbia con hipoxemia suele
ser de mal pronóstico y asociarse con TEP masiva. El gradiente alveoloarterial
aumentado suele ser otro parámetro útil para la valoración y seguimiento de los
pacientes con TEP.
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Rayos X
La radiografía de tórax no suele ser diagnóstica; sin embargo, es frecuente encon-
trar anormalidades inespecíficas en estos pacientes; los hallazgos a menudo re-
portados son infiltrados, atelectasias y derrame pleural.27. Su principal utilidad
es para descartar otros problemas asociados y debe ser parte de la rutina diagnós-
tica de un paciente con sospecha de TEP. En el caso de tromboembolia séptica, la
visualización de una imagen de neumonía de focos múltiples puede ser sugestiva.
Electrocardiograma
El electrocardiograma no suele presentar alteraciones características ni ser útil
de forma general; sin embargo, hasta en 65% de pacientes con TEP pueden apare-
52 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 4)
Ecocardiograma
Gammagrama ventilatorio–perfusorio
Angiografía pulmonar
PRONÓSTICO
cuenta los tres registros principales (Registro Canadiense, DPSU y BPSU), la re-
currencia de trombosis venosa encontrada fue de 5.5 a 18.5%.32 En estos casos
fue más frecuente encontrar desórdenes protrombóticos asociados que en los ca-
sos donde no hubo recurrencia.
Se ha descrito la presencia de tromboembolismo pulmonar crónico en niños;9
sin embargo, no se conoce con precisión su incidencia. La presencia de hiperten-
sión arterial pulmonar persistente debe hacer sospechar de esta posibilidad.
TRATAMIENTO
Tratamiento médico
Como en los adultos, el tratamiento inicial del paciente con tromboembolia pul-
monar es el uso de heparina seguido de terapia anticoagulante oral. El uso de he-
parina en niños presenta la particularidad de que existen niveles disminuidos de
antitrombina durante toda la infancia, lo que puede afectar la eficacia del medica-
mento. Se sugiere dosis en bolo de 75 a 100 U/kg que dan valores terapéuticos
en 90% de los niños. Las dosis de mantenimiento en niños de hasta dos meses de
edad son de 28 U/kg/h; en niños mayores de un año de edad se sugieren dosis de
20 U/kg/h.
El uso de heparinas de bajo peso molecular ha probado ser una terapia segura
en niños y puede usarse, por las ventajas de reducir el riesgo de sangrado, osteo-
penia y trombocitopenia inducida por heparina, mayor eficacia, vida media más
larga, menor necesidad de monitoreo y requerimientos de dosificación más pre-
decibles.11,33 Las dosis han sido establecidas para enoxaparina, reviparina, dalte-
parina y tinzaparina.34 El tratamiento médico de las trombosis venosas, incluida
la tromboembolia pulmonar en niños, ha sido descrito según las recomendacio-
nes del American College of Chest Physicians (ACCP).19
Neonatos
Iniciar con heparina para ajustar niveles de anti–FXa de 0.35 a 0.7 U/mL o niveles
de HBPM para anti–FXa 0.5 a 1.0 U/mL 4 h después de la inyección. Iniciar por
5 a 10 días, o más tiempo en casos de tromboembolismo masivo.
Iniciar anticoagulantes orales desde el primer día y suspenderlos al sexto día
si el INR está en niveles terapéuticos por dos días consecutivos. Mantener terapia
Tromboembolia pulmonar en niños 55
anticoagulante por seis meses con INR de 2.5 (rango de INR: 2.0 a 3.0) o alterna-
tivamente, HBPM para mantener anti–FXa 0.5 a 1.0 U/mL.
En los casos de tromboembolismo secundario se sugiere por lo menos tres me-
ses de terapia con anticoagulantes orales con INR de 2.5 (rango de INR: 2.0 a 3.0)
o alternativamente HBPM para mantener anti–FXa 0.5 a 1.0 U/mL.
En caso de existir factores de riesgo presentes se sugiere continuar la terapia
hasta que el factor se haya resuelto.
Después de tres meses de terapia inicial se recomienda continuar con otros tres
meses o hasta que los factores precipitantes hayan sido resueltos.
Trombólisis
La terapia trombolítica puede ser llevada a cabo con RTPA. Debe tomarse en
cuenta que la actividad de plasminógeno en niños suele estar disminuida, razón
por la cual esta terapia puede ser menos efectiva; se sugiere la administración de
plasma fresco congelado antes o durante el uso de rTPA.11 Las dosis utilizadas
en niños han sido variadas debido a la escasa experiencia con la trombólisis en
niños. Es importante remarcar que la terapia trombolítica sólo está indicada en
pacientes con cor pulmonale agudo o riesgo importante secundario a la trombo-
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TRATAMIENTO INTERVENCIONISTA
Los niños pueden requerir filtros de vena cava en el caso de trombosis venosa
profunda; las indicaciones son iguales que en los adultos, sobre todo en niños en
56 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 4)
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
FORMULARIO
Oclusión de catéter
Urocinasa
5 000 U/mL en lumen x una dosis. Aspirar la solución y 4 a 5 mL de sangre
del lumen entre 1 y 4 h después.
Alteplasa
< 30 kg: 110% del lumen interno del catéter x una dosis. Se puede repetir
la dosis en 2 h si el catéter continúa ocluido.
> 30 kg: 2 mg intracatéter x una dosis. Máx: 2 mg/dosis. Se puede repetir
la dosis en 2 h si el catéter continúa ocluido.
Heparina
Menores de un año de edad:
Bolo: 75 a 100 unidades/kg, continuar 28 U/kg/h.
Mayores de un año de edad:
Bolo: 75 a 100 unidades/kg, continuar 20 U/kg/h.
Niveles anti–FXa de 0.35 a 0.7 U/mL.
Enoxaparina
Profilaxis:
< 2 meses de edad: 0.75 mg/kg SC c/12 h.
> 2 meses de edad: 0.5 mg/kg SC c/12 h.
Tratamiento:
< 2 meses de edad: 1.5 mg/kg SC c/12 h.
> 2 meses de edad: 1 mg/kg SC c/12 h (aunque en México no se ha esta-
blecido su seguridad y eficacia en niños, en Europa éstas son las dosis
recomendadas).44
Tinzaparina
< 2 m de edad: 275 U/kg SC c/24 h.
2 a 12 m de edad: 250 U/kg SC c/24 h.
1 a 5 años de edad: 240 U/kg SC c/24 h.
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5
Estados de hipercoagulabilidad
Alejandro Fernández
Con frecuencia son silentes, pero pueden producir síntomas agudos si causan in-
flamación de la pared venosa, obstrucción al flujo o si embolizan en la circulación
pulmonar.
Tardíamente se producen lesiones en las válvulas venosas, ocasionando un
síndrome posflebítico.
La trombosis arterial normalmente se asocia a patología vascular previa, sobre
todo la aterosclerosis. Produce manifestaciones clínicas causadas por la isquemia
tisular, por obstrucción o embolización en la circulación distal.
Los trombos cardiacos se forman sobre válvulas lesionadas o inflamadas, en
el endocardio adyacente a una zona de necrosis, en una cavidad cardiaca disciné-
tica o en dispositivos intravasculares. Suelen ser asintomáticos si permanecen
61
62 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 5)
EPIDEMIOLOGÍA DE LA TROMBOSIS
PATOGENIA DE LA TROMBOSIS
S Inhibición de la fibrinólisis.
S Estasis.
ACTIVACIÓN PLAQUETARIA
ACTIVACIÓN DE LA COAGULACIÓN
Inhibición de la fibrinólisis
La fibrinólisis se lleva a cabo también sobre la superficie del endotelio. Las célu-
las endoteliales pueden unir t–PA (activador de plasminógeno tisular) y plasmi-
nógeno. El t–PA unido a las células endoteliales está protegido de la inhibición
por el PAI–1. Existe evidencia de que las alteraciones de la fibrinólisis predispo-
nen a la trombosis posoperatoria y a la trombosis coronaria.9
Estasis sanguínea
Causas de hipercoagulabilidad
Edad
La edad es uno de los principales factores de riesgo para trombosis, ya que la gen-
te longeva tiene 1 000 veces más probabilidades de sufrir este padecimiento que
los niños. La causa radica muy probablemente en una combinación de otros fac-
tores: disminución de la movilidad, disminución del tono muscular, asociación
con otras comorbilidades, adquisición de otros factores de riesgo y el estado ge-
neral de los vasos sanguíneos.11,12
En la figura 5–1 se representa la incidencia de trombosis en las diferentes eda-
des a lo largo de la vida.
Cáncer
El cáncer en cualquiera de sus variedades es altamente trombogénico. De cada
siete pacientes con cáncer hospitalizados, uno muere a causa de EP. Los pacientes
Estados de hipercoagulabilidad 67
1 200
Incidencia anual/1000 000 hab.
1 000
800
600
400
200
0
0 a 14 20 a 24 30 a 34 40 a 44 50 a 54 60 a 64 70 a 74 80 a 84
15 a 19 25 a 29 35 a 39 45 a 49 55 a 59 65 a 69 75 a 79 w 85
Grupo de edad (años)
Figura 5–1. Incidencia de trombosis en diferentes grupos de edad.
con cáncer representan de 15 a 20% de todos los pacientes con TVP. De estos pa-
cientes, 60% presentan un cáncer localizado o enfermedad metastásica limitada,
por lo cual el fenómeno trombótico acorta la sobrevida. La mayoría de los even-
tos ocurren espontáneamente sin un factor precipitante.
Como ya se mencionó, cualquier variedad de cáncer es capaz de desencadenar
el fenómeno trombótico; sin embargo, existen entidades clínicas fuertemente re-
lacionadas con este efecto. Los cánceres que con más frecuencia se relacionan
con trombosis son, de los adenocarcinomas mucinosos: el cáncer de páncreas, de
ovario y de tubo digestivo; de los adenocarcinomas no mucinosos: el cáncer de
pulmón, los síndromes mieloproliferativos (trombocitosis esencial primaria y
policitemia rubra vera), el melanoma y el glioblastoma multiforme. También los
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Cirugía y trauma
Sin tromboprofilaxis, la cirugía podría ser la causa de trombosis en 50% de los
casos de pacientes operados, dependiendo del tipo de cirugía. En la cirugía orto-
68 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 5)
Quimioterapia Catéteres
Factor FEC–G
tisular EPOC
Embarazo y puerperio
Aproximadamente 1 de cada 2 000 mujeres desarrollará trombosis durante el em-
barazo. Este riesgo es unas 10 veces mayor en mujeres no embarazadas de la mis-
ma edad y se incrementa en el puerperio. Las causas de trombosis durante el em-
barazo y el puerperio son numerosas y se intenta resumirlas a continuación: el
incremento de la estasis venosa durante el embarazo es el factor predisponente
más importante. Los cambios fisiológicos durante la gestación generan un incre-
mento en la distensibilidad y capacitancia venosa, siendo esto más evidente du-
rante el primer trimestre. El sistema venoso de las extremidades inferiores es par-
ticularmente vulnerable a la trombosis como resultado de la compresión por el
útero grávido, sobre todo en el segundo y el tercer trimestres del embarazo. Varios
factores obstétricos contribuyen de manera independiente al riesgo de trombosis,
como reposo prolongado durante embarazo y puerperio, cesárea, edad materna
Estados de hipercoagulabilidad 69
Trombosis
Puede afectar cualquier porción del círculo arterial o venoso y vasos de distinto
calibre y dimensiones. Las trombosis venosas más frecuentes son de las extremi-
dades inferiores tanto superficiales como profundas. Por lo general son recurren-
tes y pueden acompañarse de embolia pulmonar.
El SAF es la segunda causa más frecuente de síndrome de Budd–Chiari; éste
es causado por trombos que ocluyen la cava inferior y se extienden a las venas
hepáticas.
70 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 5)
Pérdida gestacional
La presencia de SAF se relaciona con diferentes morbilidades durante el emba-
razo que incluyen muerte fetal después de la semana 10 de gestación, parto pre-
maturo, preeclampsia/eclampsia graves, insuficiencia placentaria o múltiples
pérdidas fetales antes de la semana 10 de gestación.19
Trombocitopenia
La trombocitopenia es una de las manifestaciones clínicas más frecuentes del
SAF. La cuenta de plaquetas por lo general oscila entre 50 000 y 140 000/mL. Es
importante aclarar que la trombocitopenia no excluye la presencia de complica-
ciones trombóticas en el SAF.18
Con mucho, éstas son las tres principales manifestaciones del SAF; sin embar-
go, al ser una enfermedad de afectación sistémica, el SAF puede mostrar una
constelación de síntomas, entre los cuales pueden mencionarse púrpura trombo-
citopénica trombótica, livedo reticularis, valvulopatía cardiaca, enfermedad is-
quémica del miocardio, amaurosis fugax, mielitis transversa e insuficiencia su-
prarrenal, entre muchas más.
Diagnóstico
Criterios de clasificación
Los criterios de clasificación han sido desarrollados más bien para propósitos de
investigación. Pueden ser útiles para los clínicos, pero no es necesario reunir to-
dos los criterios de clasificación para realizar el diagnóstico clínico de SAF.
Los consensos internacionales han propuesto y revisado los criterios de clasi-
ficación para definir el SAF, que a menudo se refieren a los criterios originales
de Sapporo. Se considera el SAF definitivo cuando existe al menos uno de los
Estados de hipercoagulabilidad 71
Criterios clínicos
S Trombosis: uno o más episodios de trombosis demostrados inequívoca-
mente a través de estudios de imagen o demostrados histológicamente en
cualquier tejido u órgano.
S Uno o más abortos luego de la semana 10 de gestación con fetos morfológi-
camente normales.
S Uno o más partos prematuros antes de la semana 34 de gestación debido a
preeclampsia/eclampsia o insuficiencia placentaria.
S Tres o más pérdidas gestacionales antes de la semana 10 de gestación no
explicadas por alteraciones cromosómicas, anormalidades uterinas o cau-
sas hormonales.
Criterios de laboratorio
S Presencia de anticardiolipinas IgG o IgM en títulos moderados o altos (más
de 40 U GPL o MPL o por arriba del percentil 99 para el laboratorio corres-
pondiente) con una diferencia mínima de 12 semanas.
S Presencia de anticoagulante lúpico en dos determinaciones con una diferen-
cia mínima de 12 semanas.
S Presencia de anticuerpos anti g2–glucoproteína 1 en títulos mayores al per-
centil 99 en dos determinaciones con una diferencia mínima de 12 sema-
nas.20
Anticonceptivos orales
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Inmovilización
Factor V
PCa
Factor VI Factor VI
Factor V
de Leiden PCa
Activación lenta
Factor VI Factor VI
canza rangos entre 1 y 8.5%. La prevalencia es más alta en Grecia, Suecia y Líba-
no con cerca de 15% en la población general. Por el contrario, la mutación es
prácticamente inexistente en negros africanos, chinos y japoneses.
El factor V de Leiden es el más común de los estados de hipercoagulabilidad
heredable. Su manifestación más frecuente es la trombosis venosa profunda con
o sin EP. La mutación también es un factor de riesgo para el desarrollo de infarto
cerebral, mesentérico y trombosis portal. También existe evidencia de que el fac-
tor V de Leiden es capaz de producir trombosis de los vasos placentarios y puede
tener un papel importante en algunos casos de pérdida gestacional recurrente. El
riesgo de presentar una TV debido a la mutación del factor V de Leiden es cuatro
veces mayor que en la población general; sin embargo, a pesar del aumento en
el riesgo de TV, no se ha demostrado que la RPCa por el factor V de Leiden au-
mente la mortalidad general.24
74 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 5)
Hiperhomocisteinemia
La elevación plasmática de los niveles de homocisteína puede deberse a errores
genéticos en las enzimas involucradas en el metabolismo de la homocisteína, de-
bido a deficiencias nutricionales de algunas cofactores (vitaminas) o a otras con-
diciones médicas crónicas, como la insuficiencia renal crónica y el uso crónico
de algunos fármacos, como los fibratos y el ácido nicotínico. El tabaquismo tam-
bién puede ser una causa de hiperhomocisteinemia (figura 5–5).
Aunque los datos incipientes que relacionan los niveles elevados de homocis-
teína y la enfermedad isquémica cardiaca y cerebral han sido inconsistentes, los
altos niveles de homocisteína parecen estar asociados con un incremento en el
riesgo de enfermedad isquémica cardiaca y cerebral. Sin embargo, la hiperhomo-
cisteinemia no parece ser tan importante como otros factores de riesgo como la
S Tabaquismo.
S Enfermedad pulmonar preexistente.
S Falla cardiaca.
Estados de hipercoagulabilidad 79
S Trombosis repetitivas.
S Trombosis en localizaciones poco habituales.
S Trombosis graves que hayan puesto en peligro la vida del paciente.
S Síndrome antifosfolípidos.
S Paciente portador de dos o más estados de hipercoagulabilidad combina-
dos.
S Trombosis relacionada con cáncer.
S Presencia de injertos arteriales.
S Presencia de válvulas cardiacas mecánicas e injertos cardiacos.
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80 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 5)
INTRODUCCIÓN
Hace más de 200 años que la asociación entre cáncer y eventos tromboembólicos
(TE) llamó la atención de Armand Trousseau; este síndrome llevaría después su
nombre.1 Desde entonces múltiples estudios han encontrado una alta frecuencia
de trombosis en pacientes con cáncer y entre 3 y 25% de pacientes que debutan
con trombosis son posteriormente diagnosticados con cáncer.2–6
Cerca de 20% de las trombosis venosas profundas (TVP) sintomáticas están
relacionadas con cáncer.7 Debido a la falta de estudios prospectivos en pacientes
oncológicos, los datos hallados por algunas series de autopsias en pacientes con
cáncer muestran que la prevalencia de trombosis varía entre 10 y 20%.8,9 Un estu-
dio comunitario encontró que el riesgo de padecer TE en pacientes con cáncer se
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
81
82 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 6)
pero en ninguno de los que habían tenido cáncer de cabeza y cuello.9 En un análi-
sis de diagnósticos de alta en 1 211 944 pacientes con cáncer se encontró que la
presencia de TE era 10 veces mayor en pacientes con cáncer de ovario, cerebro
y páncreas comparado con cáncer de cabeza y cuello.14 Otro estudio holandés ba-
sado en registros clínicos de anticoagulación encontró que la incidencia acumula-
tiva de TE era mayor en pacientes con cáncer de ovario, cerebro y hueso.15
Actualmente se sabe que la relación entre diversas moléculas implicadas en
el complejo sistema de coagulación y el cáncer no sólo se limita al propio meca-
nismo de coagulación, sino que moléculas como la trombomodulina, el inhibidor
de la vía del factor tisular, la proteína C y su inhibidor, etc., tienen un papel signi-
ficativo en los mecanismos de metástasis y resistencia tumoral. Incluso medica-
mentos tradicionalmente usados para la anticoagulación, como la heparina y los
cumarínicos, pueden tener cierto papel en el control metastásico tumoral.16–19
Con la evidencia antes descrita sobre la relación entre cáncer y trombosis se
ha despertado el interés por encontrar los mecanismos moleculares y la identifi-
cación de marcadores hemostáticos predictores de TE que permitan intervencio-
nes oportunas.
En primer lugar se abordarán los mecanismos implicados en los mecanismos
trombogénicos asociados al cáncer y luego se revisarán algunas otras causas de
trombosis asociadas al tratamiento (médico o quirúrgico), el uso de vías centrales
intravenosas, la trombofilia heredada, así como la prevención y tratamiento de
TE en cada uno de los contextos mencionados.
FISIOPATOGENIA
Factor tisular
estómago y pulmón.32 Por otro lado, se conoce que las células tumorales desenca-
denan en el huésped una respuesta inflamatoria caracterizada por la liberación de
citocinas inflamatorias como TNF e interleucina–1, las cuales inducen expresión
de FT en la superficie de monocitos favoreciendo así el estado procoagulante.
Además, el FT se encuentra en estrecha relación con el factor de crecimiento vas-
cular endotelial (FCVE), formando un ciclo de activación de coagulación y creci-
miento tumoral.33 El FT además ha sido implicado en diversos eventos oncogéni-
cos: p. ej., la pérdida del oncogén supresor PTEN en las células de glioma
condiciona la expresión de FT y actividad procoagulante.34
A pesar de lo anterior, la relación entre sobreexpresión de FT en las células
neoplásicas y trombosis aún no está clara. Algunos estudios han demostrado co-
rrelación entre la sobreexpresión de FT y los niveles antigénicos séricos de éste.
Sin embargo, en algunos tumores como el carcinoma de células claras renal, en
donde no hay sobreexpresión de FT, existe un alto grado protrombótico.35 De for-
ma paradójica, en los tumores de cabeza y cuello y cérvix, donde la tinción inmu-
nohistoquímica demuestra altas concentraciones de FT, la relación con TE es
muy baja.36 En un estudio se demostró que los niveles solubles de FT en pacientes
con cáncer y TVP no fueron más altos al compararse con pacientes con cáncer
sin TVP y pacientes sin cáncer con TVP.27
yendo páncreas y ovario. De manera notable, todos los ratones que fueron
inyectados con el oncogén MET desarrollaron trombos visibles dentro de la piel
de la cola antes de desarrollar tumores consistentes con hepatocarcinoma. De ma-
nera uniforme se desarrolló posteriormente un cuadro de coagulopatía fatal con-
sistente con coagulación intravascular diseminada. En estos ratones se encontró
que existía una expresión muy incrementada del inhibidor del activador de plas-
minógeno 1 (PAI–1) y de la ciclooxigenasa–2 (COX–2). La administración de
inhibidores específicos de PAI–1 y COX–2 resultó en una reducción de los nive-
les de dímero D plasmático.45
En modelos transgénicos de ratones se ha demostrado que los niveles elevados
de PAI–1 contribuyen a la trombosis venosa. Se han encontrado niveles elevados
de PAI–1 en pacientes con cáncer pancreático que sufren TE;46 sin embargo, no
ha sido posible encontrar esta relación en otros casos similares.
86 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 6)
Trombofilia heredada
tado 12 veces para TE que aquellos portadores de factor V de Leiden sin cáncer.53
Sin embargo, el riesgo para TE atribuido sólo al cáncer fue de 5.1. Existen diver-
sos estudios pequeños de casos y controles en pacientes con cáncer en los que se
ha tratado de asociar el riesgo de TE con la presencia de factor V de Leiden o gen
mutante de protrombina, aunque no se ha encontrado una asociación fuerte.2
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
Prevención primaria
Hay diversas razones a favor de continuar la profilaxis una vez que el paciente
ha sido dado de alta:
Una de las preguntas aún sin contestar respecto a la profilaxis en pacientes con
cáncer sometidos a cirugía es si a mayor dosis de anticoagulación, menor será el
riesgo de TE, idealmente sin incrementar el riesgo de sangrado. Sólo un estudio
ha explorado dos diferentes dosis de HBPM en profilaxis perioperatoria. En este
estudio con 2 000 pacientes, 66% fueron sometidos a laparotomía exploradora.
La incidencia de TVP en pacientes que recibieron 2 500 U XaI de dalteparina al
día fue de 14.9% comparada con 8.5% de los que recibieron 5 000 U XaI al día
(p < 0.001). No se observó en estos pacientes una diferencia en la presencia de
sangrado (4.6 vs. 3.6%, respectivamente).65
Las pacientes que padecen cáncer ginecológico por lo general se presentan con
actividad avanzada, con gran compromiso vascular y tisular, además de estasis
venosa y linfática debida a linfadenopatía o grandes masas pélvicas, por lo que
el riesgo de trombosis es alto. Entre los cánceres ginecológicos el ovárico es uno
Trombosis y cáncer 91
de los más protrombóticos y entre los factores adversos para TE en mujeres con
cáncer se han descrito obesidad, etapa clínica avanzada del cáncer y radioterapia
en las seis semanas previas a la cirugía.54
Un metaanálisis de la base de datos Cochrane reportó que las HBPM son igual
de efectivas que el uso de HE en la prevención de TVP en mujeres sometidas a
cirugías ginecológicas, incluyendo cáncer.66
Profilaxis en neurocirugía
Pacientes ambulatorios
Han sido pocos los estudios aleatorizados que se han ocupado de este grupo de
pacientes. En un estudio se evaluó la utilidad profiláctica de dosis bajas de warfa-
rina en pacientes con cáncer de mama en etapa avanzada bajo tratamiento de qui-
mioterapia intravenosa ambulatoria. El tratamiento consistió en dosis fija de 1
mg de warfarina las primeras seis semanas con ajuste posterior para alcanzar un
INR entre 1.3 y 1.9; el estudió mostró efectividad en la reducción de TVP sinto-
mática. Se encontró una reducción de riesgo relativo de 85% (p = 0.03). No hubo
diferencia en mortalidad o riesgo de sangrado.70
92 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 6)
Otros dos estudios aleatorizados, doble ciego, placebo controlados, han eva-
luado la eficacia de HBPM en pacientes ambulatorios con cáncer de mama metas-
tásico (TOPIC I) o cáncer de células no pequeñas avanzado pulmonar (TOPIC
II). Ambos grupos de pacientes fueron aleatorizados a recibir certoparina o place-
bo por seis meses con la finalidad de reducir la TE asociada con quimioterapia.
A todos los pacientes se les realizó ultrasonido para detectar TVP asintomática
cada cuatro semanas. En ninguno de los estudios se encontró diferencia significa-
tiva en la incidencia de TE o sangrado. La incidencia general de TE en ambos
estudios fue de 4%.71
Es importante mencionar el subgrupo de pacientes que reciben inhibidores de
angiogénesis o de FCVE como parte de su tratamiento, ya que estos pacientes
presentan altos índices de TE.12,72 Se han reportado incidencias de TE asintomáti-
ca de hasta 30% en pacientes con mieloma múltiple que reciben talidomida como
parte del tratamiento. Por lo anterior se ha utilizado una variedad de medidas pro-
filácticas como AspirinaR, warfarina o dosis bajas de HBPM en estudios peque-
ños no controlados, con resultados contradictorios.
Pacientes hospitalizados
dencia de TE. Sin embargo, algunos puntos como el riesgo de sangrado relacio-
nado con la anticoagulación en este grupo de pacientes no están claros, lo cual
es muy importante, ya que estos pacientes por lo general cursan con trombocito-
penia.
Los pacientes con cáncer que sufren de un evento de TE tienen un riesgo elevado
de presentar episodios trombóticos recurrentes. En un estudio comparativo se
analizó a 661 pacientes sin cáncer con TE y a 181 pacientes con cáncer y TE a
lo largo de 12 meses con terapia anticoagulante. La incidencia de TE recurrente
en pacientes sin cáncer fue de 6.8%, mientras que para el grupo de cáncer fue de
20.7%. De forma interesante, en el mismo periodo de tiempo la incidencia de
eventos hemorrágicos significativos fue también mayor en el grupo de cáncer,
con 12.4% comparado con 4.9% en el grupo sin cáncer.57 En otro estudio en el
94 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 6)
que se analizó a 1 303 pacientes con TE, de los cuales 264 tenían cáncer, el riesgo
para TE recurrente para el grupo de cáncer fue de 27.2% por año comparado con
9% por año en los pacientes sin cáncer; igualmente, el riesgo de sangrado fue ma-
yor, con 13% comparado con 2.1%, respectivamente.77
Tratamiento de tromboembolia
S Los pacientes que serán sometidos a cirugía requieren profilaxis anti TE;
esta profilaxis puede ser extendida en forma segura después del alta hospi-
talaria.
S Los pacientes con cáncer bajo tratamiento médico hospitalizados pueden
recibir profilaxis anti TE a menos que exista una contraindicación absoluta
para ella.
S La tromboprofilaxis para TE asociada con catéter venoso central no está re-
comendada.
S La profilaxis en pacientes ambulatorios no se recomienda a menos que es-
tén bajo tratamiento en combinación con medicamentos antiangiogénicos
(p. ej. talidomida, lenalidomida).
S El tratamiento de TE se recomienda con HBPM por un mínimo de tres a seis
meses y se puede continuar mientras el cáncer esté activo.
S El uso de filtros en vena cava inferior disminuye el índice de TEP a corto
plazo; sin embargo, aumenta el riesgo de TE a largo plazo y por lo tanto debe
evitarse.
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102 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 6)
7
Trombosis venosa profunda y
tromboembolismo pulmonar durante
el embarazo y el puerperio
José Antonio Hernández Pacheco, Salvador Espino y Sosa
ADAPTACIÓN CARDIOPULMONAR
AL EMBARAZO Y AL PUERPERIO
103
104 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 7)
VÍAS RESPIRATORIAS
Tórax
El embarazo cambia la conformación espacial del tórax: la elevación del diafrag-
ma es secundaria al aumento en el tamaño del útero (en reposo éste se eleva de
4 a 5 cm), que incrementa la presión abdominal (de 8 a 12 cmH2O), el ensancha-
miento del ángulo costal, que aumenta 50%, el incremento del peso materno, con
un aumento en la circunferencia abdominal y torácica inferior, la cual aumenta
2 cm en sus diámetros anteroposterior y transverso. El ensanchamiento costal se
inicia en etapas tempranas del embarazo, antes de que el útero pueda ejercer pre-
sión sobre el diafragma; este ensanchamiento puede ser explicado por relajación
de los medios de fijación costal.3 Los cambios en la configuración torácica regre-
san al estado pregestacional de cinco a seis meses después del nacimiento, aun-
que se ha documentado que el ángulo costal permanece por arriba de los valores
reportados antes del embarazo en cerca de 20% de los casos.4
Poscarga cardiaca
Cambios cardiacos
Adaptación pulmonar
Gases arteriales
(PAI–1) y en gran medida al inhibidor del activador del plasminógeno tipo 2 deri-
vado de placenta (PAI–2), que está presente en cantidades importantes durante
el embarazo, lo que disminuye la actividad del activador del plasminógeno.21 El
PAI–1 se incrementa a medida que el embarazo progresa hasta el término, para
normalizarse rápidamente durante el puerperio.
Los dímeros D, un marcador específico de fibrinólisis que resulta de la divi-
sión de los polímeros de fibrina por plasmina, se incrementan a medida que el
embarazo progresa. El inhibidor de la fibrinólisis activable por trombina (TAFI)
no muestra cambios durante el embarazo.
Un elemento que durante el embarazo interviene de forma activa en la hemos-
tasia del embarazo son las micropartículas (MP), mismas que son generadas por
apoptosis o por activación celular; se asocian con trombosis y complicaciones in-
flamatorias. Durante el embarazo, la liberación de MP se incrementa ante altera-
110 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 7)
dad neonatal en caso de una resolución del embarazo por alguna indicación
de urgencia (semana 28 a semana 32). En estas circunstancias podrá eva-
luarse la conveniencia de procedimientos invasivos y con exposición a ra-
diación permisibles en el embarazo, siempre y cuando los beneficios de la
prueba superen los riesgos del embarazo.
3. Pacientes con embarazo a término (mayor de 36 semanas) en donde esté
próxima la resolución del embarazo. En estas circunstancias pueden utili-
zarse procedimientos diagnósticos invasivos y evaluarse la resolución del
embarazo si las condiciones clínicas y obstétricas de la paciente lo permi-
ten, y por la vía obstétrica más adecuada; la decisión debe realizarse en un
consenso de especialistas que incluyan al obstetra, al neonatólogo, al inten-
sivista, al neumólogo y al hematólogo. Este equipo multidisciplinario deci-
dirá la vía de resolución, la mejor prueba diagnóstica y el manejo de anti-
coagulación antes y después de la resolución del embarazo, así como las
medidas de soporte vital en caso de ser necesarias.
4. Pacientes en el puerperio inmediato con cirugía reciente o parto vaginal con
TVP o TEP. En estas circunstancias puede utilizarse cualquier prueba diag-
nóstica. Cuando se utilizan radioisótopos es conveniente interrumpir la lac-
tancia hasta asegurarse de la eliminación total del radioisótopo de la circula-
ción materna.
Los signos típicos descritos para TVP que se describen para la población general
no son diferentes a los presentes en el embarazo y el puerperio, es decir, incluyen
dolor en la extremidad afectada, claudicación intermitente, edema de la extremi-
dad, eritema y signo de Homans positivo. Sin embargo, al igual que en la pobla-
ción general en presencia de estos signos, el diagnóstico solo se confirma en una
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
cuarta parte de los casos. Los diagnósticos diferenciales incluyen las siguientes
enfermedades:
1. Tromboflebitis superficial.
2. Celulitis.
3. Vasculitis cutánea.
4. Linfedema.
5. Lesión muscular, articular o de tendones.
Venografía
La venografía como estrategia de diagnóstico para trombosis venosa profunda
(TVP) se considera el estándar de oro para el diagnóstico; sin embargo, tiene se-
rias limitaciones en el embarazo debido a lo invasivo del procedimiento. Los ries-
gos asociados a su realización incluyen dolor en las extremidades y extravasación
del medio de contraste.
Un problema adicional se refiere a que un porcentaje de casos de TVP observa-
dos durante el embarazo ocurren en la región iliofemoral, y esta región se observa
Trombosis venosa profunda y tromboembolismo pulmonar durante... 113
Factores de riesgo
identificables para TVP
Positivo
Ultrasonido Pletismografía
compresivo por impedancia
Prueba negativa
Repetir estudio de 24 h, en
adelante evaluar tratamiento
Positivo
Nueva prueba
Positiva
Trombosis venosa
profunda diagnosticada
mal con esta técnica por diferentes factores, como la dilución del medio de con-
traste.
La cantidad de radiación que se espera que absorba el feto cuando se ha utili-
zado esta técnica es de 0.05 cGy, de acuerdo con una publicación de Ginsberg
(1989).25
dad, de tal manera que no distingue otro tipo de obstrucciones no generadas por
un trombo, incluyendo cuando estos trombos son proximales y no obstructivos.
En estudios en la población no obstétrica, la sensibilidad reportada varía de 63
a 95% y la especificidad de 83 a 96%, de acuerdo con diversos reportes para iden-
tificar trombos proximales. Ginsberg26 identificó en 1988 un número alto de fal-
sos positivos en pacientes embarazadas por la estasis venosa que ocasiona la
compresión del útero grávido a la vena cava inferior; esta situación se evita si la
prueba se realiza colocando a la paciente en decúbito lateral izquierdo.
Ultrasonido compresivo
determinados por la técnica de medición. Las pruebas realizadas por ELISA tie-
nen una tasa alta de falsos positivos. Además, el embarazo agrega factores que
pueden elevar los valores del dímero D en sangre; se ha determinado que estos
valores se incrementan en la sangre materna en relación con el incremento de la
edad gestacional y son significativamente más altos en pacientes con embarazos
asociados a amenaza de parto pretérmino, desprendimiento de placenta y al com-
plejo de la preeclampsia y síndrome de HELLP.27
a su identificación.
Sin embargo, estos signos son poco específicos y su presencia debe inducir la
investigación de otros síndromes que coexisten con el embarazo y de otros que
son inducidos exclusivamente por el embarazo y que deben considerarse en el
diagnóstico diferencial. Diagnóstico diferencial para tromboembolismo pulmo-
nar durante el embarazo (enfermedades que pueden coexistir):
Algoritmos de diagnóstico
+ –
+
Angiografía –
Tratamiento pulmonar
Figura 7–2. Algoritmo para pacientes con riesgo clínico alto de TEP.
118 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 7)
Resultado Resultado
positivo negativo
Figura 7–3. Algoritmo para pacientes con bajo riesgo para TEP.
Arteriografía pulmonar
La arteriografía pulmonar es considerada el estándar de oro para la identificación
de embolismo pulmonar, pero su uso ha ido disminuyendo a través de los años
– + +
Angiografía +
pulmonar Tratamiento
Figura 7–4. Algoritmo para pacientes con riesgo bajo para TEP.
Trombosis venosa profunda y tromboembolismo pulmonar durante... 119
Positivo Negativo
+ –
Angiografía
pulmonar
Figura 7–5. Algoritmo para pacientes con riesgo intermedio para TEP.
ron a las pacientes embarazadas, de tal manera que no hay publicaciones con una
validación formal durante el embarazo. En pacientes con sospecha de TEP en el
puerperio es una técnica útil para el diagnóstico y su interpretación no difiere de
la utilizada en la población general.
Tomografía helicoidal
Tromboprofilaxis y anticoagulación
en el embarazo y el puerperio
Warfarinas
Heparina no fraccionada
Las heparinas no fraccionadas son fármacos útiles para lograr la anticoagulación
durante el embarazo; su administración puede realizarse tanto por vía intravenosa
como por vía subcutánea, como se utiliza en la población general. La dosis se
ajusta de acuerdo con el tiempo parcial de tromboplastina (TTP) llevándolo de
1.5 a 2.5 veces el valor basal. La principal ventaja de la heparina no fraccionada
es que no atraviesa la placenta; sin embargo. su principal desventaja es la necesi-
dad de su administración intravenosa.
Ajustar las dosis de heparina no fraccionada de acuerdo con el TTP puede ser
difícil, sobre todo en el embarazo tardío, en donde ocurre resistencia a la heparina
debido al incremento fisiológico en las concentraciones del fibrinógeno y del fac-
tor VIII, que modifican los valores del TTP, de tal manera que pueden utilizarse
dosis supranormales que podrían incrementar el riesgo de sangrado. Para evitar
esta situación puede utilizarse la medición del antifactor Xa como una medida
más específica para ajustar la posología; sin embargo, esto se reserva cuando se
identifica esta resistencia.
Las heparinas no fraccionadas no se excretan por la leche materna, por lo que
puede continuarse con ésta durante la lactancia si las condiciones de cada pacien-
te lo permiten.
El uso prolongado de la terapia con heparina no fraccionada se asocia con os-
teoporosis, que se presenta cuando existe una administración continua por más
de un mes; esta alteración puede ocurrir de manera subclínica y sólo identificarse
por medición de la densidad ósea. La ocurrencia de fracturas vertebrales sintomá-
ticas en pacientes que reciben heparina no fraccionada es de 2 a 3%. Dahlman30
estudió a 184 pacientes embarazadas que recibieron dosis profilácticas de hepa-
rina convencional y observó una incidencia de 2.2% de fracturas vertebrales.
Antiagregantes plaquetarios
En mujeres que requieran anticoagulación antes del embarazo y que estén toman-
do acenocumarina o warfarina debe hacerse el cambio a heparinas de bajo peso
molecular hasta siete días antes de la fecha esperada para la fecundación.
En los casos en que la paciente ya esté embarazada, idealmente se realiza el
cambio antes de la semana 8 de la gestación y deberá mantenerse durante todo
el embarazo hasta cerca de la resolución de éste, es decir, entre la semana 36 y
la 37 se puede realizar el cambio a heparina no fraccionada e interrumpirse su ad-
ministración de 6 a 24 h antes de la resolución del embarazo. Diversos estudios
han mostrado un rango de seguridad de 5 h posterior a la interrupción de la admi-
nistración de heparina no fraccionada para realizar un bloqueo epidural seguro
como medida analgésica para la atención del parto u operación cesárea. La Amer-
ican Society of Anesthesiology recomienda los procedimientos de analgesia re-
gional luego de 12 h de una dosis profiláctica, y después de 24 h de una dosis tera-
péutica cuando se utilice heparina de bajo peso molecular.
En caso de necesidad de una interrupción no planificada del embarazo (como
cuando ocurre sufrimiento fetal, amenaza de parto pretérmino, la presencia de
preeclampsia–eclampsia, entre otras indicaciones obstétricas), se puede revertir
su efecto con sulfato de protamina o la infusión de plasma fresco congelado hasta
obtener mediciones de tiempo de protrombina (TP) o tiempo parcial de trombo-
plastina (TTP), según el caso, suficientes para la analgesia y la cirugía.
electiva, doble prótesis valvular cardiaca en los primeros tres meses del im-
plante o con factores de riesgo asociados, miocardiopatía dilatada, cardio-
patía con endocarditis bacteriana.
4. Embolismo cerebral de origen cardiaco.
5. Enfermedad arterial periférica.
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130 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 7)
INTRODUCCIÓN
131
132 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 8)
Incidencia
Diagnóstico y morbimortalidad
Ecocardiografía
[VI] = 0.9), hipocinesia de la pared libre del ventrículo derecho (VD), con preser-
vación de la contractilidad apical, dilatación de la arteria pulmonar y presión sis-
tólica del VD elevada (sustituto de la presión sistólica de la arteria pulmonar).
Cuando la disfunción del VD estaba presente, la mortalidad a corto plazo se
aumentó en todos los casos, y las muertes relacionadas con el embolismo pulmo-
nar (EP) en el grupo con disfunción del ventrículo derecho (VD) comparadas con
el grupo sin disfunción del VD fueron de 11 vs. 0.5%, respectivamente.14
Biomarcadores de laboratorio
dio de manejo que indique si actuando con estas medidas cambia la mortalidad,
pero pueden ayudar a identificar a los pacientes que podrían beneficiarse del mo-
nitoreo intensivo y más allá de una intervención.15
CONCLUSIÓN
La EP sigue siendo una complicación conocida del trauma. En los estudios los
resultados son similares a la incidencia previamente informada de embolia pul-
monar en trauma, aproximadamente 0.3%.4,10 Sin embargo, por los datos obser-
136 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 8)
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138 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 8)
9
Tromboembolia pulmonar
y evento vascular cerebral
Ana Lilia Osnaya Rubio
TROMBOEMBOLIA PULMONAR
Y EVENTO VASCULAR CEREBRAL
139
140 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 9)
ANORMALIDADES DE LA COAGULACIÓN EN
PACIENTES CON EVENTO VASCULAR CEREBRAL
La trombosis venosa profunda en las piernas paréticas de los pacientes con EVC
fue descrita en 1810 por Feriar y en 1833 por Lobstein.6
La trombosis venosa profunda es detectada hasta en 15 a 85% de los pacientes
con infartos cerebrales sin profilaxis.7
Los estudios con fibrinógeno 125I en pacientes con EVC con manifestaciones
de hemiplejía han mostrado una incidencia de trombosis venosa profunda en cer-
ca de 50% de los casos a las dos semanas de haber ocurrido el evento sin adminis-
trar heparina profiláctica; la mayoría de las veces se afecta la pierna parética por
inmovilidad y suele ser asintomático.8 También interviene un incremento de fac-
tores hemostáticos circulantes a consecuencia de la enfermedad aterosclerótica
y la actividad inflamatoria que genera el daño cerebral agudo.9
El significado principal de una trombosis venosa profunda asintomática es su
potencial embolismo pulmonar, el cual puede ser fatal.8Actualmente se considera
que 90% de los embolismos pulmonares proceden de trombosis venosas profun-
das de las extremidades inferiores.10
Fallecen por tromboembolia pulmonar (TEP) 3% de pacientes con EVC a los
tres meses de haber ocurrido el evento inicial, mortalidad confinada a la mitad
Tromboembolia pulmonar y evento vascular cerebral 141
de los pacientes que presentan trombosis venosa profunda. Debido a que la ter-
cera parte de los pacientes que presentan TVP proximal son asintomáticos, los
datos obtenidos sugieren que la mortalidad asociada con una TVP subclínica pro-
ximal subtratada posterior a un EVC es de 15%.8
hemisféricos.
De los otros 30 pacientes con embolismo pulmonar, 15 tuvieron un infarto ce-
rebral que implicó a las principales arterias cerebrales, 15 tuvieron hemorragia
en ganglios de la base o hemorragia lobar, 5 presentaron hemorragia putaminal,
10 hemorragia lobar, 13 infarto cerebral en el territorio de la arteria cerebral me-
dia y 2 oclusión de la arteria basilar. En ningún paciente se utilizó heparina profi-
láctica, probablemente por temor a que los infartos cerebrales presentaran con-
versión hemorrágica, presencia de hematomas intracraneales o la realización de
craneotomía reciente. El embolismo pulmonar ocurrió desde el día 3 hasta el día
120, con una media de 20 días después de la instalación del infarto cerebral.
El embolismo pulmonar resultó en muerte súbita en 15 pacientes. En la autop-
sia se encontró un embolismo pulmonar masivo en los 15 pacientes que tuvieron
muerte súbita.2
142 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 9)
Diversos estudios han encontrado una prevalencia de 14 a 33% de TVP dos sema-
nas posteriores al evento de EVC inicial y que están en etapa de rehabilitación.
La incidencia de un nuevo diagnóstico de TVP en los pacientes en etapa de reha-
bilitación es de 5 a 11%,8 con una incidencia de 2% de TEP fatal.18
El mayor riesgo es por inmovilidad. En un estudio realizado en pacientes
admitidos en una unidad de rehabilitación del EVC, la venografía bilateral reveló
trombosis venosa profunda en 33% de los pacientes, lo que demuestra que el ries-
go del TEP también se extiende a la fase de rehabilitación.
La importancia radica en que el deterioro en la reserva cardiorrespiratoria
afecta adversamente la rehabilitación e influye potencialmente en el pronóstico
funcional.8
El American College of Chest Physicians recomienda el uso de bajas dosis de
heparina no fraccionada o heparina de bajo peso molecular hasta los 10 a 14 días
posteriores al evento inicial de EVC, y en consenso concluyen: “continuar el uso
de tratamiento profiláctico depende de la presencia de factores de riesgo tales
como paresia de miembros pélvicos, reposo en cama, fibrilación auricular y falla
cardiaca congestiva”.
Dado que la rehabilitación temprana mejora la movilidad, aun así son impor-
tantes las intervenciones para mejorar los estados protrombóticos y trombóticos
de los pacientes que han sufrido EVC.
Se realizó un estudio comparando el uso de heparina, warfarina y antiagregan-
tes plaquetarios; sin embargo, no se concluyó la superioridad del uso de las hepa-
rinas con la warfarina. Los datos de este estudio no apoyan el uso de antiagregan-
tes plaquetarios para la prevención de TEV.9
Tromboembolia pulmonar y evento vascular cerebral 143
FACTORES DE RIESGO
Las guías del American College of Chest Physicians concluyen que el riesgo de
tromboembolismo venoso posterior a EVC es más del doble que el visto en los
pacientes de medicina general, y es similar a aquellos que cursan con procedi-
mientos quirúrgicos de alto riesgo.12
La inmovilidad es el factor de riesgo más importante para el tromboembo-
lismo venoso, por lo que no es de sorprender que la trombosis venosa sea una de
las complicaciones más importantes de todos los tipos de eventos vasculares ce-
rebrales.7
La predilección de la trombosis venosa profunda por los miembros afectados
se explica probablemente por la pérdida del tono muscular y el trauma menor re-
petido.8 Se ha observado que el miembro pélvico parético presenta trombosis ve-
nosa hasta en 53% de los pacientes, mientras que en el miembro pélvico normal
la trombosis venosa se ha documentado sólo en 7% de ellos.5,6
Los factores específicos de riesgo de TVP en pacientes con EVC son incre-
mento del tiempo en que se instala el EVC e introducción o no de medidas preven-
tivas, EVC hemorrágico, EVC isquémico criptogénico, paresia de miembros pél-
vicos, hemiplejía densa y TEV previa. También se consideran de alto riesgo los
pacientes que sufren EVC con hemiparesia, tumores cerebrales, especialmente
meningioma o glioma maligno o daño medular con paraplejía o cuadriplejía.
DIAGNÓSTICO
A pesar de que las muertes en los primeros días de un EVC ocurren usualmente
por el daño directo cerebral, las muertes que ocurren en las semanas siguientes
se deben a causas potencialmente prevenibles, incluyendo el tromboembolismo
pulmonar.
La TEP es causa de muerte en 13 a 16% de los pacientes con EVC9 que no son
tratados con heparina profiláctica. De los pacientes con EVC que presentan TEP,
50% fallecen, con una presentación habitual de muerte súbita.7,8
Antes del uso general de la profilaxis antitrombótica las muertes eran de cerca
de 26% de los sobrevivientes inmediatos de EVC y los fallecimientos se atribuían
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
a TEP. Más recientemente, en pacientes con EVC que fallecieron y se les realizó
autopsia se encontró TEP en 6 a 16% de ellos como causa de muerte.19 Aunque
la embolia fatal puede presentarse en una etapa tan temprana como al tercer día,
es inusual en la primera semana posterior al EVC, siendo más frecuente entre la
segunda y la cuarta semanas,4,5 y es una causa importante de muerte. Aquellos
pacientes con mayor discapacidad son los más afectados; sin embargo, la TEP
puede ocurrir en pacientes ambulatorios.
PROFILAXIS
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150 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 9)
INTRODUCCIÓN
EPIDEMIOLOGÍA
151
152 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 10)
FACTORES DE RIESGO
Los factores de riesgo para enfermedad tromboembólica venosa son los mismos
que para la población general; sin embargo, existen algunos factores de riesgo
que son particularmente importantes en los pacientes en estado crítico. Los facto-
res que se han asociado con enfermedad tromboembólica son: edad, accesos ve-
nosos centrales, circulación extracorpórea (hemodiálisis, plasmaféresis, ECMO,
etc.), insuficiencia renal terminal, transfusión de plaquetas, uso de vasopresores,
ventilación mecánica, inmovilidad, sedación y parálisis neuromuscular.19,20 Al-
gunas de estas asociaciones son no causales y sólo son marcadores de gravedad.
En este estudio se identificaron cuatro factores de riesgo independiente para TVP
en la UCI: historia previa o familiar de tromboembolismo venoso [RR (95% IC):
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
4.0 (1.5 a 10.3); p = 0.005; 4.0, IC 95% 1.5 a 10.3], insuficiencia renal terminal
[RR (95% IC): 3.7 (1.2 a 11.1); p = 0.005); 3.7, IC 95% 1.2 a 11.1], la transfusión
de plaquetas [RR (95% IC): 3.2 (1.2 a 8.4); p = 0.005; 3.2, IC 95% 1.2 a 8.4] y
el uso de vasopresores [RR 95% IC): 2.8 (1.1 a 7.2); p = 0.005; 2.8, IC 95% 1.1
a 7.2].19 Los factores de riesgo para TVP/TEP adquirida en la UCI son ventilación
mecánica (OR 1.56), inmovilidad (OR 2.14), catéter venoso femoral (OR 2.24),
sedantes (OR 1.52) y bloqueadores neuromusculares (OR 4.81), mientras que la
profilaxis con heparina tiene un riesgo de 0.08, la AspirinaR OR 0.42 y las me-
dias elásticas OR 0.63. Sólo la anticoagulación con warfarina y heparina IV se
asoció con una reducción significativa en el riesgo de TVP/TEP (OR 0.04, p <
0.01).
El riesgo atribuible estimado en pacientes con cáncer es de 18%, con trauma
de 12%, con insuficiencia cardiaca congestiva de 10%, con catéter venoso central
154 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 10)
FISIOPATOLOGÍA
DIAGNÓSTICO
S Síntomas generales:
S Fiebre.
S Malestar general.
S Datos clínicos de trombosis venosa profunda:
S Dolor de miembros inferiores.
S Hipersensibilidad.
S Edema.
S Cianosis.
S Distensión de venas superficiales.
S Insuficiencia respiratoria:
S Disnea.
S Incremento del trabajo respiratorio.
S Hipoxemia.
S Insuficiencia circulatoria:
S Taquicardia (y/o taquiarritmias).
S Insuficiencia cardiaca derecha.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
S Hipotensión y choque.
S Paro cardiaco (actividad eléctrica sin pulso).
S Infarto pulmonar:
S Dolor pleurítico.
S Derrame pleural.
S Hemoptisis.
de hospitalización; sin embargo, no son útiles para estratificar a los pacientes gra-
ves en la UCI (ver sistema de estratificación de Wells y Wicki).30–31
De acuerdo a estos sistemas de estratificación, se espera que el diagnóstico de
embolia pulmonar se confirme en < 10% de los pacientes con baja probabilidad
clínica, alrededor de 25% en aquellos con probabilidad intermedia y > 60% en
los que tienen probabilidad clínica alta.32
La determinación cuantitativa de dímero D (por método de ELISA o aglutina-
ción en látex) es útil sólo en caso de ser negativa para descartar la enfermedad
tromboembólica, por su alto valor predictivo negativo, pero se desconoce la utili-
dad real en la unidad de cuidados intensivos.33
Los estudios de gabinete más útiles para el diagnóstico de enfermedad trombo-
embólica son:
Gammagrama ventilatorio/perfusorio
Ecocardiografía48–50
Ventajas:
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
S Es no invasiva y accesible.
S Es útil para excluir otras causas de choque cardiogénico.
S Permite estimar la presión de la arteria pulmonar.
S Puede repetirse para evaluar la respuesta al tratamiento.
Al menos 40% de la vasculatura pulmonar debe estar obstruida para producir ma-
nifestaciones ecocardiográficas.
FACTORES PRONÓSTICO
Clínicos:
S Hipotensión.
S Cáncer.
S TVP previa.
S Insuficiencia cardiaca.
S Hipoxemia.
S Evidencia ecocardiográfica de falla ventricular derecha.
S Incremento de BNP.
INCREMENTO DE TROPONINA I O T
El paciente con TEP que requiere ingreso a la UCI es aquel que tiene alto riesgo
de muerte, TEP recurrente o alto riesgo de sangrado. La mayoría de los pacientes
que sobreviven el evento agudo de embolia pulmonar no mueren a causa del ém-
bolo original, sino por recurrencia. Por lo tanto, uno de los objetivos primordiales
del tratamiento es prevenir un nuevo evento embólico. Los pacientes que tienen
inestabilidad hemodinámica o insuficiencia respiratoria aguda requieren de trata-
miento agresivo (trombólisis o embolectomía) para restablecer la circulación
pulmonar.
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
ción de TVP y TEP, sin embargo, su uso aún no es generalizado y existen todavía
muchos pacientes que no se benefician de la profilaxis. El promedio de adheren-
cia es de 69% en la literatura, pero varía entre 33 y 100%, dependiendo del estu-
dio.53
Los objetivos de prevención y tratamiento de la enfermedad tromboembólica
en la UCI son:
2. Salvo contadas excepciones, todos los pacientes en la UCI deben contar con
alguna forma de tromboprofilaxis, la que debe iniciarse tan pronto como sea
posible.
3. La decisión de iniciar tromboprofilaxis y la selección del método específico
debe ser individualizada y basada en los factores de riesgo para trombosis
y sangrado de cada paciente. En general, se recomienda la profilaxis con
anticoagulante (dosis baja de heparina no fraccionada o heparina de bajo
peso molecular) porque existe mayor evidencia clínica que la favorece en
comparación con los métodos mecánicos. Dosis bajas de heparina no frac-
cionada son apropiadas para los pacientes con riesgo moderado de trombo-
sis, mientras que la heparina de bajo peso molecular se recomienda para los
pacientes de alto riesgo, ya que ha demostrado ser más eficaz en grupos de
alto riesgo (trauma y ortopedia). Sin embargo, para los pacientes con alto
160 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 10)
TRATAMIENTO54,55
Los pacientes con alta sospecha de trombosis venosa profunda deben ser anticoa-
gulados mientras se define el diagnóstico, y los pacientes con trombosis venosa
profunda confirmada deben recibir anticoagulación como tratamiento inicial.
Existen varias alternativas de anticoagulación: heparina de bajo peso molecular
subcutánea, infusión intravenosa de heparina no fraccionada, heparina no frac-
cionada subcutánea monitoreada y dosis fija de heparina no fraccionada subcutá-
nea.
S Dosis inicial de 17 500 U o una dosis ajustada para el peso de 250 U/kg dos
veces al día.
S Ajustar la dosis para mantener un tiempo parcial de tromboplastina activa-
da que corresponda a los niveles plasmáticos de heparina de 0.3 a 0.7 IU/mL
de actividad anti–Xa.
S En aquellos pacientes en los que no se monitorean los niveles plasmáticos
de heparina se prefiere usar 333 U/kg como dosis inicial y continuar con 250
U/kg dos veces al día.
S Para pacientes con trombosis venosa profunda que no pueden ser anticoa-
gulados.
S Los pacientes que tienen un filtro deben recibir anticoagulación una vez que
el riesgo de sangrado disminuya.
Embolia pulmonar
S Dosis inicial de 17 500 U o una dosis ajustada para el peso de 250 U/kg dos
veces al día.
S Ajustar la dosis para mantener un tiempo parcial de tromboplastina activa-
da que corresponda a los niveles plasmáticos de heparina de 0.3 a 0.7 IU/mL
de actividad anti–Xa.
S En aquellos pacientes en los que no se monitorean los niveles plasmáticos
de heparina se prefiere usar 333 U/kg como dosis inicial y continuar con 250
U/kg dos veces al día.
La enoxaparina sódica puede administrarse por vía subcutánea en una dosis única
de 1.5 mg/kg o en dos inyecciones diarias de 1 mg/kg. En pacientes con alteracio-
nes tromboembólicas complicadas se recomienda una dosis de 1 mg/kg dos veces
al día. El tratamiento con enoxaparina sódica generalmente se prescribe durante
un periodo promedio de 10 días. La terapia anticoagulante oral debe iniciarse
cuando sea adecuado y el tratamiento con enoxaparina debe continuarse hasta
haber logrado un efecto anticoagulante terapéutico (relación internacional de
normalización 2 a 3).56
El uso de inhibidores directos de trombina (argatroban o lepirudina) debe con-
siderarse sólo en pacientes con trombosis asociada a trombocitopenia inducida
por heparina. En estos casos la anticoagulación oral no debe iniciarse hasta que
la cuenta de plaquetas haya vuelto a la normalidad, por el riesgo de complicacio-
nes trombóticas graves.
Trombólisis
mortalidad 8.1%.
3. Hipotensión (TAS < 90 mmHg o disminución de 40 mmHg): mortalidad 15%.
4. Choque cardiogénico: mortalidad 25%.
5. Paro cardiaco con reanimación cardiopulmonar: mortalidad 65%.
La anticoagulación se iniciar una vez que el aPTT es menor a dos veces el control.
Las indicaciones primarias para la inserción de un filtro de vena cava inferior in-
cluyen contraindicación para anticoagulación, complicaciones graves durante
anticoagulación y embolia pulmonar recurrente a pesar de anticoagulación ade-
cuada. Ocasionalmente se puede colocar un filtro en aquellos pacientes con em-
bolia pulmonar masiva sin posibilidad de trombólisis, con la intención de preve-
nir un nuevo evento embólico. Los filtros reducen la incidencia de embolia
pulmonar; sin embargo, aumentan la incidencia de trombosis venosa profunda
y no han demostrado un beneficio en la sobrevida.
La embolectomía mecánica dirigida con catéter pulmonar con o sin trombóli-
sis local es otra alternativa en los pacientes con embolia pulmonar masiva con
contraindicación para trombólisis. Finalmente, la embolectomía quirúrgica se
puede considerar en los pacientes con embolia pulmonar masiva corroborada e
inestabilidad hemodinámica que no respondieron a la trombólisis o que tienen
contraindicación para ella. Estos pacientes frecuentemente se encuentran in ex-
tremis, por lo que el riesgo de muerte es muy alto con o sin cirugía. No existe evi-
dencia en la literatura que apoye este abordaje y la decisión debe ser individuali-
zada.
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Sección III
Trombosis venosa
profunda
DEFINICIÓN
La trombosis venosa profunda (TVP) se define como una masa sólida que se for-
ma en el interior del corazón o los vasos sanguíneos, constituida por elementos
de la sangre; si se desprende puede dar lugar a un émbolo.1 En este capítulo se
tratará de la afección de las extremidades inferiores.
EPIDEMIOLOGÍA
169
170 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 11)
dades inferiores.3 Los tipos de cáncer más asociados con TVP son el de páncreas,
linfoma, sistema nervioso central, hígado y tubo digestivo, pero especialmente
aquellos en que los pacientes reciben quimioterapia citotóxica.4
La recurrencia de una TVP a 10 años es de 30% después de haberse suspendido
el tratamiento anticoagulante, y mayor en el primer año; los factores indepen-
dientes predictores de recurrencia son género masculino, edad, índice de masa
corporal, paresia de extremidades inferiores, cáncer y trombofilias primarias.5
La TVP disminuye de manera significativa la esperanza de vida ajustada para
la edad y el género,6 y en EUA se atribuyen 300 000 muertes al año al binomio
trombosis venosa profunda–tromboembolia pulmonar.2
No hay un estudio que evalúe de manera apropiada la asociación entre neumo-
patías crónicas y TVP; se sabe que en pacientes con enfermedad pulmonar grave
la incidencia de TVP por gammagrafía se estimó entre 13 y 26%.7
En México no hay estadísticas precisas para evaluar de manera objetiva el
daño de la TVP sobre la población; se estima que entre 150 000 y 200 000 indivi-
duos se ven afectados anualmente.8
FISIOPATOLOGÍA
CUADRO CLÍNICO
El inicio de los síntomas puede ser súbito o insidioso y progresar en días y sema-
nas; en la región distal al trombo se pueden observar diferentes grados de aumen-
to de volumen, dolor, calor, ingurgitación venosa y cianosis, que suelen ser más
evidentes en la posición de sentado (figura 11–1); característicamente estos ha-
llazgos son difusos y por lo general unilaterales; si estas manifestaciones se pre-
sentan muy localizadas habrá que tener en mente el diagnóstico de tromboflebitis
localizada.11 Cuando el edema es tan importante que compromete el retorno lin-
fático se presenta el cuadro de flegmasia cerulea dolens, que se caracteriza por
edema muy importante de la extremidad, cianosis y flictenas.
La presentación del cuadro clínico y el desarrollo de posibles complicaciones
dependerán del sitio donde se aloje el coágulo y de la severidad de la inflamación
y la obstrucción; cuando el trombo permanece confinado a la pantorrilla, por lo
general cursa asintomático y su asociación a tromboembolia pulmonar clínica-
mente significativa es rara, mientras que si migra a las venas proximales del mus-
lo y la ingle las posibilidades de que cause síntomas y complicaciones son mayo-
res.12
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 11–1. Paciente con diagnóstico de TVP proximal en miembro pélvico derecho;
se observa aumento de volumen de ambas extremidades, pero de claro predominio de-
recho (+ de 3 cm con respecto a la pierna izquierda) e hiperemia de ambas extremida-
des.
172 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 11)
Los hallazgos típicos de TVP sólo se presentan en 25% de los casos con sospe-
cha, lo que hace que la historia clínica sea insuficiente para su diagnóstico; así,
el signo de Homan (dolor en la región posterior de la pierna ante una dorsiflexión
forzada del pie) tiene una sensibilidad de 13 a 48% y una especificidad de 39 a
84%, mientras que el signo de Bancroft (dolor a la compresión de la pierna en
sentido anteroposterior) tiene una sensibilidad de 66 a 91% y especificidad de 3
a 87%.13
En algunos casos (30 a 50% de los eventos), uno o dos años después de tratado
el evento agudo se puede presentar un síndrome postrombótico; clínicamente se
caracteriza por aumento de volumen crónico, dolor y sensación de pesantez y de-
bilidad, y esto se explica por daño a las válvulas venosas y por la asociación entre
mediadores de inflamación y una obstrucción con un trombo residual.11,14 Su im-
portancia radica en distinguirlo de un evento agudo.
Por desgracia, no existe una prueba infalible para el diagnóstico de trombosis ve-
nosa profunda, y ante esta situación sólo queda realizar el diagnóstico de manera
ordenada en un solo proceso que deberá incluir un alto índice de sospecha, un jui-
cio clínico razonado sobre los procedimientos complementarios accesibles y la
confirmación del diagnóstico mediante los medios apropiados. El proceso diag-
nóstico y su celeridad están influidos tanto por la disponibilidad de recursos
como por la condición clínica del enfermo.
Se han establecido varias escalas de predicción basadas en síntomas y hallaz-
gos clínicos para determinar qué tan probable es la presencia de TVP. La escala
de Wells es la más útil y clasifica a los pacientes en categorías de probabilidad
baja, intermedia o alta de padecer una TVP (cuadro 11–1); la prevalencia de TVP
en pacientes con baja probabilidad diagnóstica es de 2.6 a 13%; para probabilidad
intermedia es de 17 a 58%, y para probabilidad alta es de 32 a 76%.15,16 Estos ha-
llazgos se corroboraron en una población abierta17 y en pacientes con enfermedad
ortopédica,18 pero no en pacientes ingresados en una unidad de cuidados intensi-
vos;19 el área bajo la curva ROC es de 0.72 a 0.90.20,21 Estos rangos tan amplios
sugieren que hay una variación en la aplicación del modelo o en las poblaciones
estudiadas, y por lo tanto su aportación es dividir a los pacientes en categorías
clínicas útiles y guiar las pruebas diagnósticas por realizarse.
El dímero D (DD) es un producto de la degradación de la fibrina; fácilmente
detectable y medible en plasma, su rendimiento diagnóstico depende mucho de
la técnica utilizada. El método más sensible es por ELISA; su elevación en sangre
traduce la existencia de lisis como resultado de un proceso trombótico activo y
Definición, epidemiología y cuadro clínico 173
PROFILAXIS
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176 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 11)
Sección IV
Tromboembolia
pulmonar
INTRODUCCIÓN
CONSIDERACIONES GENERALES
179
180 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 12)
CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
Sospecha clínica
Considerar
Dímero D (ELISA) inicio de
tratamiento
Anormal
No tratar Normal
exploración física y factores de riesgo; con base en estos elementos los investiga-
dores desarrollaron dos sistemas de predicción ampliamente validados: los cues-
tionarios de Wells8 y de Geneva,9,10 basados sólo en variables clínicas; sin embar-
go, el primero tiene la limitante de no ser independiente del juicio del clínico en
comparación con el cuestionario de Geneva, que sí lo es. No obstante, dichas ta-
blas de predicción han sido comparadas entre sí y demostrado ser similares en
cuanto a exactitud.11
El uso de estas tablas predictoras permite clasificar a los pacientes en tres sub-
grupos:
Signos y síntomas
ELECTROCARDIOGRAMA
I aVR V1 V4
II aVL V2 V5
III aVF V3 V6
los datos más frecuentes hasta en 40% de los pacientes.1,15 Sólo 15% de los pa-
cientes presentan el signo de McGinn y White (S1Q3T3), el cual se asocia con
TEP grave y HAP aguda.1 Sólo 5% de los pacientes del estudio PIOPED tuvieron
la presencia de onda P pulmonar, desviación del eje QRS a la derecha, hipertrofia
ventricular derecha y bloqueo de la rama derecha del haz de His.17
Por otro lado, el ECG puede servir para valorar de forma indirecta los resulta-
dos de la terapia fibrinolítica, ya que la resolución de la taquicardia y los trastor-
nos de repolarización podrían ser considerados como criterios de reperfusión;1,18
por lo tanto, se puede resumir que es un método diagnóstico fácil de realizar, bara-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
to, que permite estratificar a la TEP de alto riesgo y establecer criterios de reper-
fusión de manera indirecta (figura 12–2).
DÍMERO D
crutinio es altamente sensible (sensibilidad > 99% con valores > 500 mg/L por el
método de ELISA),16 ya que se encuentra elevado en prácticamente todos los pa-
cientes con TEP, pero no es especifico porque también está incrementado en otras
condiciones, como cáncer, estados posquirúrgicos, politraumatizados, embara-
zo, estados inflamatorios y edad avanzada, con una especificidad que no supera
9%.22,23 Por lo tanto, puede resumirse que el rol del dímero D está confinado a
excluir TEP con un VPN que vaya de 90 a 95% cuando sus determinaciones sean
menores de 500 mg/L. Otros métodos de determinación como el látex y la agluti-
nación suelen ser de baja sensibilidad, como de 80 a 85%.24 Una desventaja del
método de ELISA es que no puede realizarse rápidamente, a diferencia de las
pruebas de látex y de aglutinación, con la desventaja de que determinaciones nor-
males de estas últimas no suelen ser suficientes para descartar TEP. Los linea-
mientos de la Sociedad Británica del Tórax sugieren que en el paciente con una
probabilidad clínica alta no deberá realizarse una determinación de dímero D (ni-
vel de evidencia B); un dímero D normal en pacientes con probabilidad clínica
baja e intermedia descarta con seguridad el diagnóstico de TEP y evita el uso de
estudios de imagen ulteriores (nivel de evidencia B).25
dad de 95%, especificidad de 60%, VPN de 97% y VPP de 48%.27 Sin embargo,
hay que tomar en cuenta que este marcador tiene varios inconvenientes:
ECOCARDIOGRAMA TRANSTORÁCICO
El uso rutinario de este método para confirmar diagnóstico en pacientes con pro-
babilidad clínica baja e intermedia de TEP y dímero D negativo no está amplia-
mente recomendado; dicho sea de paso, muchos de los pacientes con TEP tienen
además ecocardiogramas normales, de tal forma que el valor de este estudio se
sustenta básicamente en estratificar al paciente con alta sospecha de TEP con sín-
cope o signos de DVD e inestabilidad hemodinámica inexplicables, y es útil en
identificar el grado de obstrucción a través de determinar indirectamente el grado
de HAP y DVD.28 En pacientes clínicamente estables, el documentar signos
DVD advierte al clínico la gravedad inminente y ayuda a seguir conductas estra-
tégicas y a decidir sobre la modalidad de tratamiento. Entre las ventajas de este
método están que es un método accesible a la cabecera del paciente, no invasivo
y de bajo costo, además también ayuda a diferenciar diagnósticos que mimetizan
a la TEP, como los síndromes coronarios agudos, taponamiento cardiaco, disec-
ción aórtica, endocarditis infecciosa,16 etc. Por lo tanto, el ecocardiograma sugie-
re o reafirma el diagnóstico si el análisis arroja datos de DVD y HAP. Los hallaz-
gos característicos son la presencia de dilatación del ventrículo derecho, signo de
McConnell (hipocinesia o acinesia de la porción media y basal de la pared lateral
del VD con movilidad apical normal o hipercinética), incremento de la relación
VD/VI > 0.5, dilatación proximal del tronco de la arteria pulmonar e incremento
de la velocidad máxima del flujo de regurgitación tricuspídea (RT), usualmente de
3 a 3.5 m/seg, asociado a la existencia de un patrón de movimiento septal paradó-
jico. El signo de McConnell parecer ser el signo ecocardiográfico más útil para
el diagnóstico de DVD debido a TEP vs. HAP primaria con una sensibilidad de
77%, especificidad de 99%, VPP de 71% y VPN de 96%.28,29 En un estudio con
132 pacientes con sospecha de TEP aguda, el índice VD/VI y la velocidad máxi-
ma de RT tuvieron sensibilidad de 98% y especificidad de 81%.30 Es importante
hacer resaltar que en la tromboembolia pulmonar aguda masiva o submasiva, el
estudio ecocardiográfico puede no mostrar el incremento de la presión sistólica
Diagnóstico de tromboembolia pulmonar 187
Flujo tricuspídeo
ICT ET IRT
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Flujo pulmonar
Figura 12–5. Intervalos de tiempos cardiacos medidos por Doppler. A. Intervalo entre
el cese y el inicio del flujo tricuspídeo, suma del tiempo de contracción isovolumétrica
del VD (ICT), tiempo expulsivo (ET) y tiempo de relajación isovolumétrica (IRT). B.
Tiempo expulsivo pulmonar. C. Intervalo entre la onda R y el inicio del flujo tricuspídeo.
D. Intervalo entre la onda R del ECG y el cese del flujo de expulsión pulmonar.
190 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 12)
70
60
50
EF (%)
40
30
20 y =5.693 + 2.959 x
r = 0.545
P < 0.001
10
4 6 8 10 12 14 16
Sa (cm.s–1)
Figura 12–6. Correlación entre la fracción de expulsión del ventrículo derecho (FE%)
y la velocidad sistólica pico del anillo tricuspídeo por imagen de Doppler tisular pulsado
(Sa).
ECOCARDIOGRAMA TRANSESOFÁGICO
puesta por el estudio del PISA–PED es mucho más práctica y por lo tanto más
aceptada, pues la define como normal (sin defectos de perfusión y por lo tanto
excluyente de TEP), diagnóstica (alta probabilidad, al menos un segmento o un
gran segmento mal perfundido) y no diagnóstica (sin poder ser excluida o proba-
da). En el estudio PIOPED, 75% de los V/Q realizados fueron no diagnósticos
(probabilidad intermedia y baja); un gammagrama V/Q de alta probabilidad se
relaciona con TEP en 86% de los casos. Además, el VPP llega a ser de 96%5 cuan-
do se relaciona con una probabilidad clínica alta; una probabilidad clínica baja
con un gammagrama normal o de baja probabilidad tiene un VPN de 97%.12 La
sensibilidad del estudio es de 92% y la especificidad de 87% y tiene una variabili-
dad interobservador e intraobservador de 10 a 20%.16 El estudio deberá ser reali-
zado no más de 24 h después de haberse tenido la sospecha clínica de TEP, puesto
que un retraso en éste puede verse afectado por infiltrados pulmonares, ya sea por
infarto o hemorragia alveolar, dificultando el diagnóstico correcto.
Limitaciones:
ANGIORRESONANCIA PULMONAR
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199
200 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 13)
Síntomas y signos. En estos enfermos los síntomas y signos tienen relación di-
recta con el grado de obstrucción, de HAP y DVD. Síntomas como disnea súbita
sostenida, síncope, dolor en el tórax anterior y colapso cardiovascular o paro car-
diorrespiratorio se correlacionan con obstrucción angiográfica > 50%, HAP grave
y DVD. Durante las primeras 24 h son frecuentes los signos clínicos como tercer
ruido derecho, segundo ruido pulmonar acentuado, taquicardia, pulso filiforme
y plétora yugular. Después, y a pesar de continuar con inestabilidad hemodinámi-
ca, estos signos son difíciles de identificar. La hipotensión arterial sistólica es un
Clasificación, estratificación y pronóstico en la tromboembolia... 201
predecir una evolución desfavorable: casi todos los enfermos que presentan com-
plicaciones tienen alteraciones ecocardiográficas, pero muchos de los que tienen
dichas alteraciones tendrán un curso evolutivo favorable. De hecho, como sugiere
Estratificación de la sospecha
Aunque no se ha demostrado que graduar la probabilidad clínica mediante esca-
las de puntuación sea más seguro que la graduación empírica de médicos con ex-
periencia,13 sí existe consenso acerca de su validez para áreas de atención multi-
disciplinarias como los servicios de urgencias y para médicos en formación. El
grado de probabilidad clínica pretest ha sido desarrollado por varios grupos. Los
modelos más validados prospectivamente han sido la escala simplificada de
Wells y col.14 y la de Ginebra.15
La escala simplificada de Wells y col.14 consiste en siete variables ponderadas
y es reproducible. Se ha validado en pacientes ambulatorios y hospitalizados.
Gradúa la probabilidad clínica en baja, moderada y alta, o bien en improbable y
probable. Ha recibido críticas porque contiene una variable subjetiva fuertemen-
te puntuada, la valoración clínica de que la TEP es la primera posibilidad diag-
nóstica. La aplicación de esta escala en la práctica clínica diaria puede hacer que
la proporción de pacientes con probabilidad clínica baja sea pequeña. No obstan-
te, es la escala más fácil y la más extendida. La escala de Ginebra,15 por su parte,
contiene siete variables objetivas y es reproducible. Se ha validado en el área de
urgencias. Aunque es aplicable en la práctica diaria, tiene el inconveniente de
conferir un peso importante a la gasometría arterial, que muchas veces está “arte-
factada” por razones diversas en los servicios de urgencias de los hospitales de
México. Al comparar ambas escalas no se han observado diferencias.
Existen otros modelos, entre los que cabe citar el de Kline y col.,16 que no gra-
dúa la probabilidad clínica y discrimina entre riesgo alto o no de TEP; está pen-
diente de validación prospectiva. El modelo de Miniati y col.17 contiene 15 varia-
bles, ponderadas a través de un complejo sistema de cálculo, que gradúan la
probabilidad clínica en baja, moderada, moderadamente alta y muy alta; también
está pendiente de validación prospectiva.
En definitiva, en las áreas de urgencias y en unidades sin médicos específica-
mente formados, es aconsejable graduar la sospecha clínica de TEP mediante es-
calas validadas.
Los pacientes con TEP y choque cardiogénico o los que presentaron paro cardio-
rrespiratorio (o ambos) tienen una mortalidad muy elevada que se ha estimado
entre 58 y 65%.19,20 Además, existen otras características clínicas que conllevan
a un mal pronóstico. En el registro RIETE (Registro Informatizado de Pacientes
con Enfermedad Tromboembólica) se ha descrito que los pacientes sin enferme-
dad cardiopulmonar previa en los que la TEP se presenta como un síndrome de
infarto pulmonar tienen a los tres meses una mortalidad menor que los pacientes
que se presentan con disnea aislada o colapso circulatorio.21 En el registro ICO-
PER (International Cooperative Pulmonary Embolismo Register, una edad supe-
rior a los 70 años y la presencia de cáncer, insuficiencia cardiaca, enfermedad pul-
monar obstructiva crónica, taquipnea o hipotensión arterial sistólica (o ambas)
se asociaron con un aumento de la mortalidad a los tres meses.20
Wicki y col.22 describieron un modelo para predecir el riesgo a los tres meses
de eventos adversos (muerte, recurrencia o hemorragia grave, o ambas) en pa-
cientes con TEP. En este modelo se asigna una puntuación a una serie de datos:
S Cáncer (2 puntos).
S Presión arterial sistólica inferior a 100 mmHg (2 puntos).
S Insuficiencia cardiaca (1 punto).
S Presión arterial de oxígeno basal inferior a 60 mmHg (1 punto).
S Trombosis venosa profunda (TVP) en la ecografía Doppler venosa de
miembros inferiores (1 punto).
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
La frecuencia de eventos adversos en los pacientes con una puntuación total igual
o inferior a 2 fue de 2% y en aquellos con una puntuación total superior a 2, de
26%. Este modelo ha sido posteriormente validado con un valor predictivo nega-
tivo para eventos adversos de 95%,23 y de 92.6% en un pequeño estudio en el me-
dio mexicano.24
Se han descrito otros modelos más complicados, que incluyen fundamental-
mente variables clínicas, capaces de predecir la mortalidad y otros eventos adver-
sos en la TEP.25
En un pequeño estudio de pacientes con TEP sin enfermedad pulmonar cróni-
ca, un gradiente alveoloarterial de oxígeno superior a 53 mmHg tuvo un valor
predictivo negativo de 92% para mortalidad a los 30 días.26
206 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 13)
Marcadores cardiacos
Cerca de 50% de los pacientes con TEP y presión arterial sistólica normal pueden
tener evidencia ecocardiográfica de disfunción ventricular derecha.42 Los crite-
rios ecocardiográficos habitualmente utilizados para definir la disfunción ventri-
cular derecha son la hipocinesia y dilatación ventricular derecha y la hipertensión
arterial pulmonar.42 Al reunir los resultados de cuatro estudios prospectivos, la
mortalidad a corto plazo relacionada con la TEP en pacientes normotensos fue
de 9.3% en quienes presentaron disfunción ventricular derecha ecocardiográfica
vs. 0.4% en los que no la presentaron.42 En el registro ICOPER, aproximadamen-
te 40% de 1 035 pacientes con TEP y presión arterial sistólica superior a 90
mmHg con valoración ecocardiográfica presentaron hipocinesia ventricular de-
recha.43 La mortalidad a los tres meses fue significativamente superior en los que
presentaron hipocinesia ventricular derecha que en los que no la presentaron:
16.3 vs. 9.4%.43 Los pacientes con TEP de un pequeño estudio con troponina I
Clasificación, estratificación y pronóstico en la tromboembolia... 207
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212 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 13)
INTRODUCCIÓN
“Ignacio Chávez”, entre 1985 y 1994, de 1 032 necropsias realizadas hubo 231
casos de TEP en donde todos los casos fueron de TEP masiva. La incidencia fue
sobre todo en menores de 10 años de edad con antecedentes de cirugía cardiaca
por cardiopatía congénita.2
La dificultad en el diagnóstico de la TEP se deriva de que las manifestaciones
clínicas ni son lo suficientemente sensibles ni específicas, y debe hacerse diag-
nóstico diferencial con otras entidades. Por otra parte, existen otras pruebas ya
sea de laboratorio o gabinete que pueden aproximar al diagnóstico; sin embargo,
el diagnóstico final resultará de la conjunción entre la sospecha clínica, los facto-
res de riesgo, las distintas pruebas de laboratorio y gabinete (como se verá más
adelante), y en algunos casos resultará práctico utilizar algoritmos de decisión
213
214 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 14)
SIGNOS Y SÍNTOMAS
PRUEBAS DE LABORATORIO
ción de TEP, pues existen muchas otras causas que lo pueden elevar. En un estu-
dio de casos y controles realizado con 2 213 pacientes hemodinámicamente esta-
bles que se sospechaba que tenían TEP, el BNP sólo mostró una sensibilidad de
60% y una especificidad de 62%.8 La troponina I y la T se encuentran elevadas
en 30 a 50% de los pacientes con TEP submasiva o masiva; se piensa que el meca-
nismo es por sobredistensión del corazón derecho,9 sólo que en los casos de TEP
las troponinas tienden a normalizarse después de las primeras 40 h, a diferencia
del infarto agudo del miocardio, en el que permanecen elevadas por más tiem-
po.10 La oximetría de pulso no es útil para el diagnóstico, pero, al igual que la tro-
ponina I y la T, se correlaciona con mal pronóstico, hipotensión prolongada y
mortalidad en los primeros 30 días.11
El dímero D es un producto de la degradación de fibrina, tiene una buena sensi-
bilidad y un buen valor predictivo negativo, aunque baja especificidad para
216 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 14)
ELECTROCARDIOGRAMA
Hoy en día se sabe que el dato clásico de S1Q3T3, que representa una sobrecarga
del ventrículo derecho y un nuevo bloqueo incompleto de rama derecha, es poco
frecuente y más comúnmente se presenta en pacientes con TEP masiva o cor pul-
monale.16 Los cambios inespecíficos en el segmento S–T y la onda T son más co-
munes. Igualmente, la inversión de la onda T en las derivaciones precordiales
puede asociarse con una mayor disfunción ventricular derecha.17 Se ha tratado
de realizar un sistema de correlación del electrocardiograma con la oclusión vas-
cular, pero hasta el momento no tiene utilidad clínica.18 Aunque no de mucho va-
lor diagnóstico pero sí como pronóstico, se ha estudiado que los pacientes con
TEP y que tienen arritmias auriculares, bloqueos de rama derecha, ondas Q infe-
riores o la inversión de la onda T y cambios del S–T en precordiales, tienen una
correlación con evolución desfavorable.19
ANGIOGRAFÍA PULMONAR
nóstico de TEP es el realizado por Stein y col.25 en 824 pacientes, donde se mostró
que la sensibilidad para este método es de 83%, con una especificidad de 96%.
El valor predictivo positivo para TEP en pacientes con una TAC helicoidal positi-
va y sospecha clínica alta, media y baja es de 96, 92 y 58%, respectivamente. Por
otro lado, el valor predictivo negativo con una baja, media y alta sospecha clínica
fue de 96, 89 y 60%, respectivamente. Este estudio sugiere que, al igual que con
el gammagrama ventilatorio/perfusorio, se combine la sospecha clínica con el re-
sultado de la TAC. En los casos de discordancia entre ambos se sugiere ver como
no concluyente el resultado de la TAC. En un estudio prospectivo ciego que com-
paraba la TAC helicoidal con el estándar de oro realizado en México por Matheus
y col. en 40 pacientes y 10 controles que reunieron los criterios diagnósticos para
TEP, se reportó una sensibilidad de 100% con una especificidad de 91% y valor
predictivo positivo de 96.6%.26
ANGIORRESONANCIA
ECOCARDIOGRAMA
Por lo general, los signos clínicos de edema local, dolor y enrojecimiento que se
consideran para la trombosis venosa de miembros inferiores son no específicos.
Abordaje diagnóstico práctico del paciente con tromboembolia... 219
CRITERIOS DIAGNÓSTICO
ALGORITMOS
CONCLUSIONES
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15
Ecocardiografía en
tromboembolia pulmonar
Carlos Manuel Aboitiz Rivera, Benito Sarabia Ortega
ANTECEDENTES
La tromboembolia tiene una incidencia anual de 60 a 70 casos por cada 100 000
habitantes y la tromboembolia pulmonar masiva con inestabilidad hemodinámi-
ca tiene una mortalidad sin tratamiento hasta de 31%;1 se le atribuye 15% del total
de las muertes en paciente hospitalizados y ha permanecido sin cambio en los úl-
timos 40 años.2 El diagnóstico ante mortem se realiza sólo en 30% de los casos.3,4
Se asocia con una mortalidad a tres meses de 17%.5 Así pues, la tromboembolia
pulmonar (TEP) sigue siendo una entidad con alta mortalidad y subdiagnosti-
cada.
La determinación de dímero D en pacientes no hospitalizados que acuden a
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
223
224 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 15)
especificidad de 96%, que mejora cuando se realiza fase venosa: 90 y 95%, res-
pectivamente.11
Cerca de 10% de los pacientes se presentan en estado de choque;12 en estos pa-
cientes el manejo de elección es la fibrinólisis sistémica.13 El resto de los pacien-
tes se presentan con estabilidad hemodinámica y en ellos el manejo inicial es con
heparina no fraccionada o heparina de bajo peso molecular; sin embargo, en algu-
nos de estos pacientes se ha demostrado mediante ecocardiografía disfunción
ventricular derecha y se ha sugerido el manejo con fibrinólisis sistémica, aunque
esto último es controversial.14 Es importante diferenciar pacientes poco sintomá-
ticos sin disfunción ventricular derecha, ya que pueden ser manejados en forma
ambulatoria o egresar de manera temprana.15
Por su disponibilidad y utilidad demostrada para diferenciar a pacientes con
disfunción ventricular derecha, el ecocardiograma permite estratificar a los pa-
cientes y guiar el manejo inicial; también permite establecer pronóstico y se ha
demostrado una mayor mortalidad en pacientes estables hemodinámicamente y
disfunción ventricular derecha.16 Por otra parte, los pacientes con hipertensión ar-
terial pulmonar w 50 mmHg al momento del diagnóstico, a un año pueden persis-
tir con hipertensión pulmonar y requerir tromboendarterectomía17 (figura 15–1).
tes con TEP aguda tienen una pared delgada que traduce un evento agudo. Las
medidas de la cavidad ventricular derecha deben ser evaluadas; suele encontrarse
dilatación de éstas durante un evento agudo de TEP con repercusión hemodiná-
mica. Las dimensiones del VD han sido descritas y estandarizadas.19 Los trombos
que ocupan más de 30% de la vasculatura pulmonar suelen correlacionarse con
una mayor incidencia de disfunción ventricular derecha.20 Los eventos donde se
afecta más de 50% de la vasculatura pulmonar o por lo menos dos arterias loba-
res21 pueden ser considerados TEP masiva.
En un estudio de pacientes con TEP demostrada, Kasper describió la presencia
de dilatación de cavidades derechas en 75% de ellos, cavidades izquierdas redu-
cidas en 42%, dilatación de arteria pulmonar en 77%, movimiento anormal del
septum en 44%; 18% tuvieron hallazgos normales.22 El mismo Kasper describe
en 1989 estos hallazgos y correlaciona la dilatación de VD y arteria pulmonar con
226 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 15)
propone el uso de un índice “V” (IDM VD/IDM VI), que se demuestra mayor de
1.2 en pacientes con TEP27 con sensibilidad de 82% y especificidad de 83% y que
permite diferenciar entre pacientes con TEP y pacientes con hipertensión arterial
pulmonar (HAP) por otras causas.
La fracción de eyección de VD se correlaciona bien con Sm por Doppler tisu-
lar y se ha visto que está disminuida en pacientes con TEP;28 también se ha utiliza-
do un índice del Sm apical y de la base, observándose buena correlación con la
extensión de TEP.24
La función diastólica del ventrículo izquierdo (VI) suele encontrarse alterada
por la interdependencia de ambos ventrículos; el desplazamiento septal y la redu-
cida distensibilidad del VI producen elevación de la onda A en patrón Doppler
de llenado de la válvula mitral, lo que sugiere una mayor contribución de la con-
tracción auricular al llenado ventricular (cuadro 15–4).18
228 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 15)
UTILIDAD DIAGNÓSTICA
menos uno de los siguientes criterios para TEP: trombo en cavidades derechas,
ventrículo derecho dilatado > 30 mm o relación VD/VI en diástole > 1 en proyec-
ción apical de cuatro cámaras, movimiento anómalo del septum interventricular
o una velocidad de insuficiencia tricuspídea > 2.7 m/seg (equivalente a PSAP
> 30 mm), sensibilidad de 51% y especificidad de 87%. Miniati y col.37 utilizaron
dos de los siguientes tres criterios: diámetro diastólico del ventrículo derecho
> 27 mm en proyección paraesternal del eje largo, velocidad de la insuficiencia
tricuspídea > 2.7 m/seg e hipocinesia del ventrículo derecho, y encontraron sensi-
bilidad de 56% y especificidad de 90%.36,37
Kjaergaard correlaciona diversos parámetros ecocardiográficos con trombo-
embolismo pulmonar submasivo diagnosticado con gammagrama V/Q, encon-
trando que los parámetros con mayor valor diagnóstico fueron una relación
VD/VI mayor de 0.78, un tiempo de aceleración pulmonar menor de 89 m/seg
230 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 15)
TEP. Hsiao y col., compararon a pacientes con TEP demostrado, pacientes con
HAP sin evidencia de TEP y otro grupo de controles sanos; el Sm de VD y la FE
son menores en pacientes con TEP al igual que en pacientes con HAP, mientras
que el IDM (índice de desempeño miocárdico) y el TRIVI están más prolongados
en pacientes con TEP que en pacientes con HAP. En nuestra experiencia la pre-
sencia de derrame pericardico de grado libero se observa en todos los pacientes
con disfunción de ventrículo derecho secundario a TEP y estabilidad hemodiná-
mica (figura 15–5). Ambos parámetros se normalizaron con el tratamiento.28
Así, en pacientes con sospecha clínica alta el ecocardiograma es una herra-
mienta útil y accesible.9,20
El estudio completo, ordenado y sistemático en pacientes con tromboembolia
pulmonar permite obtener parámetros de utilidad clínica en el paciente con TEP
(cuadro 15–6; figuras 15–6 y 15–7).
232 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 15)
EVOLUCIÓN
Figura 15–6. Eje largo paraesternal que muestra dilatación del VD.
riodo de seis semanas, mientras que otros parámetros, como el movimiento anu-
lar tricuspídeo, se resolvieron en un periodo de seis meses.24 La presión sistólica
de arteria pulmonar suele regresar a valores normales en un periodo de unas tres
semanas.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 15–7. Dilatación de la vena cava inferior con pérdida de la colapsabilidad inspira-
toria.
234 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 15)
Ribeiro y col. encontraron que una presión sistólica arterial pulmonar (PSAP)
> 50 mmHg y una edad > 70 años se correlacionaban con riesgo de persistencia
de disfunción de VD/HAP;17 una PSAP > 50 mmHg en el momento del diagnós-
tico se correlacionó con un riesgo tres veces mayor de persistencia de la HAP/dis-
función de VD.
La persistencia de la elevación de la PSAP debe aumentar la sospecha de TEP
crónica.
ESTRATIFICACIÓN DE RIESGO
Marcadores biológicos
La presencia de troponina I se detecta en pacientes con TEP y se correlaciona con
un mayor número de defectos y la presencia de disfunción ventricular derecha.46
Hsu encontró que los pacientes con dilatación de VD y la presencia de troponina
I tenían una mortalidad de 31%, mientras que los pacientes con elevación de tro-
Ecocardiografía en tromboembolia pulmonar 235
Las complicaciones fueron de 4.6, 13.5 y 36.7%. Los índices de mortalidad fue-
ron de 0, 0 y 16.7%. Se encontró que el riesgo de evolución adversa se eleva 12
veces en pacientes con ecocardiograma positivo.48
La adición de niveles de troponina no cambió significativamente los grupos
de riesgo.
El valor predictivo negativo de los marcadores biológicos es el principal y,
combinado con la ecocardiografía, permite definir grupos de riesgo. También
debe comentarse que las troponinas presentan actualmente un mayor valor, ya
que existen datos más firmes que demuestran su uso frente al péptido natriurético
auricular.49
PRONÓSTICO
aumento del riesgo de complicaciones y muerte en los pacientes con TEP y que
deben ser evaluados rutinariamente.
Figura 15–8.
Por análisis de regresión logística se demostró que los únicos factores indepen-
dientes predictores de mortalidad fueron FOP (razón de momios 11.4, P < 0.001)
e hipotensión arterial en el momento de la presentación (razón de momios 26.3,
P < 0.001). Los pacientes con FOP tenían mayor incidencia de accidente vascular
cerebral isquémico (13 vs. 2.2%, P < 0.02) y mayor riesgo de embolismo arterial
periférico (15 vs. 0%, P < 0.001). El riesgo de complicaciones hospitalarias fue
5.2 veces mayor en el grupo con FOP (P < 0.001). El autor concluye que en pa-
cientes con TEP significativa la detección de FOP representa un riesgo mayor de
muerte y complicaciones.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
grave (PO2 < 65 mmHg) y el paro cardiaco fueron relacionados con mortalidad
hospitalaria. El paro cardiaco predijo mortalidad 94.4% (p < 0.001). La hipoxe-
mia predijo mortalidad de 71.4% (p < 0.001).
Torbicki y col. revisaron los resultados del ICOPER de 2 454 pacientes ingre-
sados en 52 hospitales. De los 2 454 pacientes, a 1 135 se les realizó ecocardiogra-
ma; 42 pacientes (4%) tenían trombo en cavidades derechas. Los pacientes con
trombo derecho se encontraban hemodinámicamente más comprometidos con
presión sistólica baja, taquicardia e hipocinesia en el ecocardiograma. Los trom-
bos en cavidades derechas tenían el doble de riesgo de insuficiencia cardiaca de-
recha y mayor incidencia de bloqueo de rama derecha, y menos tiempo de inicio
de síntomas al diagnóstico.
La mortalidad a 14 días y 3 meses fue del doble en el grupo con trombo: 21
vs. 11% (p = 0.032) y 29 vs. 16%. La mortalidad fue similar en pacientes con
trombo tratados con heparina o trombólisis; sin embargo, los pacientes tromboli-
zados solían tener un mayor compromiso hemodinámico.
Los trombos en cavidades derechas en el ICOPER fueron poco frecuentes. Los
pacientes con trombo derecho están hemodinámicamente más comprometidos y
tienen con mayor frecuencia insuficiencia cardiaca; la estasis en el corazón dila-
tado debida a TEP o insuficiencia cardiaca congestiva preexistente aumenta el
riesgo de trombos.
La mortalidad fue mayor en los pacientes con trombo a pesar de un menor
tiempo de inicio de los síntomas y de inicio del tratamiento en ellos. El efecto cau-
sal de los trombos en la mortalidad no pudo ser confirmado, por lo que no está
claro si los trombos son causa directa o un marcador de evolución adversa. No
hubo diferencia significativa entre los pacientes tratados con heparina, cirugía o
trombolíticos.
Los trombos son poco frecuentes y por lo general se encuentran en pacientes
más comprometidos hemodinámicamente con menor duración de síntomas. Los
trombos intracavitarios indican mayor riesgo en pacientes que por lo demás po-
drían ser tratados con heparina.
TROMBOENDARTERECTOMÍA
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EPIDEMIOLOGÍA
245
246 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 16)
pués de los 60 años de edad tanto en hombres como en mujeres,4 y es más preva-
lente en hombres.3 El embolismo pulmonar es una condición médica grave que
conduce a una mayor cantidad de hospitalizaciones y muertes en más de 250 000
pacientes por año en EUA. En ese país es la tercera causa de muertes cardiovascu-
lares y representa de 5 a 10% de todas las muertes en hospitales.14
El diagnóstico clínico de TEV es muy elusivo. El médico debe pensar en la
enfermedad para encaminar los esfuerzos diagnósticos a su oportuna detección,
ya que en la mayoría de los pacientes que mueren por esta causa el diagnóstico
sólo se realiza post mortem. En el mundo occidental la incidencia anual es de
1/1 000 individuos para la TVP y de 0.5/1 000 para EP,8 cifras muy similares a
las encontradas en México. Durante las décadas de 1980 y 1990 se realizaron en
México dos estudios importantes. El primero fue llevado a cabo en un hospital
de concentración (CMN “Siglo XXI”, IMSS, México), donde se analizaron los
resultados de 1 685 autopsias realizadas de 1981 a 1990, en las que se encontra-
ron 252 casos con EP (15%), la cual fue la causa directa de la muerte en 28% de
dichos casos; contribuyó a ésta en 62% y fue un hallazgo incidental en 10%. En
el segundo estudio, realizado en el Instituto Nacional de Cardiología de México
de 1985 a 1994, el diagnóstico de EP post mortem se hizo en 22.4% de 1 032 au-
topsias.
De los 231 casos diagnosticados post mortem, hubo sospecha clínica en tan
sólo 18%. En 41% de estos casos la presentación del EP fue masiva.10 En un meta-
análisis de 12 estudios retrospectivos que incluyeron las autopsias realizadas de
1971 a 1995 se encontró que en más de 70% de los casos con EP grave el diagnós-
tico no había sido realizado clínicamente.8,10 En forma general, la prevalencia del
EP en autopsias (de 12 a 15% en pacientes hospitalizados) no ha cambiado en más
de tres décadas.8
Mundialmente, la mortalidad acumulada por EP aguda es de 17.5% según el
estudio International Cooperative Pulmonary Embolism Registry (ICOPER),9
donde se incluyó a 2 454 pacientes. De éstos, 186 provenían de México y fueron
incluidos en este estudio, donde la mortalidad alcanzada fue de 23%.4,8,10 En casi
25% de los pacientes con EP la manifestación clínica inicial es la muerte súbita.
Esto significa que el embolismo pulmonar es una enfermedad tan mortal como
el infarto agudo del miocardio.1,4,5
Aunque su incidencia no es exacta, se estima que ocurren unos 600 000 casos
de EP cada año en EUA, lo cual resulta en 100 000 a 200 000 muertes anuales.
Esta tasa de mortalidad es más baja en los pacientes en quienes se diagnóstica de
manera correcta la enfermedad y se inicia con oportunidad su tratamiento (2 a
8%), y es más alta en los pacientes con compromiso hemodinámico, en quienes
se alcanzan cifras mayores de 30%. La mayoría de las muertes que podrían evitar-
se (27 a 68%) se deben más al insuficiente diagnóstico de la enfermedad que a
una falla en la terapia.6,8
Diagnóstico de embolia pulmonar por gammagrafía pulmonar... 247
En 1975 la incidencia anualizada en EUA fue de 630 000 casos. Fue la causa
principal de 100 000 muertes y contribuyó a otras 100 000 en pacientes con cán-
cer y graves enfermedades cardiovasculares.7 En ese año, cerca de 67 000 pacien-
tes (11%) murieron en la primera hora y fueron quienes no recibieron terapia al-
guna. De los 563 000 pacientes que sobrevivieron por lo menos a la primera hora,
en 163 000 (29%) se estableció el diagnóstico correcto y se inició la terapia; su
mortalidad fue de 8%. De los 400 000 pacientes que no fueron diagnosticados
(71%), sobrevivieron 280 000 (70%) y hubo una mortalidad de 120 000 (30%).
De las 200 000 muertes totales por EP sólo 13 000 se debieron a falla en la tera-
pia. Una aplastante mayoría de las muertes (187 000) se debió a la falta de diag-
nóstico.7
En años posteriores, la mortalidad de los pacientes sometidos a tratamiento ha
disminuido de 8 a menos de 5%. Los casos de embolismo pulmonar diagnostica-
dos y tratados pasaron de 163 000 a 197 000 entre 1975 y 1985 en EUA. Sin em-
bargo, la mayor cantidad de muertes debidas a EP (> 90%) sigue ocurriendo en
los pacientes en quienes no se establece el diagnóstico y por supuesto no se inicia
terapia alguna. Por estas razones, las estrategias encaminadas a mejorar el trata-
miento tienen un mínimo impacto en la reducción de la mortalidad por EP. El di-
seño de una mejor estrategia diagnóstica de EP y preventiva contra la TVP segu-
ramente reduciría su alta mortalidad.7
Debido a la alta mortalidad de la EP sin tratamiento, es esencial un diagnóstico
certero y oportuno que permita el inicio de la terapia antitrombótica en los pacien-
tes en quienes exista evidencia de la enfermedad, evitando los riesgos del trata-
miento en los pacientes donde el diagnóstico de la enfermedad haya sido exclui-
do.14
La TEV representa también un grave problema internacional. La incidencia
anual estimada es de 100 000 casos en Francia, de 65 000 casos en los pacientes
hospitalizados de Inglaterra y Gales, y al menos de 60 000 nuevos casos por año
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
grupo fue de 30%. Una de las razones de la inexactitud del diagnóstico clínico
de EP es que esta enfermedad puede presentarse de diferentes formas sindromáti-
cas.7
Al respecto del origen del émbolo y su relación con la EP y la TVP, los estudios
clínicos y en autopsias detectan su origen en cerca de 50 a 70% de los casos. En
el resto el origen no puede determinarse con mucha seguridad porque se ha com-
pletado la migración del émbolo. Entre quienes se ha identificado el origen, 70
a 90% tienen uno o dos trombos en la vena cava inferior, siendo más frecuente
su localización en las venas iliacas y femorales. En los estudios post mortem exis-
te una creciente cantidad de casos en los que los émbolos provienen de las venas
pélvicas, es decir, los plexos periprostático y periuterino. En 10 a 20% de los ca-
sos el émbolo proviene de un trombo localizado en la vena cava superior, y su
incidencia está aumentando como resultado de los procedimientos diagnósticos
(catéteres) o terapéuticos (agentes quimioterapéuticos). La trombosis de la extre-
midad superior se asocia con EP en más de 40% de los casos.8
Existe una fuerte correlación entre la localización de la trombosis y la inciden-
cia y severidad del EP. La incidencia de EP es de 46% si la TVP está localizada
en las piernas, se incrementa a 67% si están involucrados los muslos y rebasa 77%
si la trombosis involucra las venas pélvicas. La severidad de la TEV es mayor
cuanto más proximal sea la trombosis. Sin embargo, la mayoría de estos émbolos
tuvieron su origen en las piernas, para luego progresar y migrar al sistema más
proximal antes de embolizar. 8
FACTORES DE RIESGO
Genéticos
Las alteraciones genéticas pueden explicar una minoría de los casos y, aunque su
verdadera prevalencia es desconocida, representan cerca de una quinta parte de
250 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 16)
todos los casos de EP.3 Este tipo de etiología debe sospecharse en pacientes meno-
res de 40 años de edad, con un episodio de TEV sin un indicador de riesgo aparen-
te, y en los casos de EP o TVP familiar o recurrente.10 Ejemplos de este tipo de
factores son la resistencia a la proteína C activada (con o sin factor V de Leiden),
las deficiencias de antitrombina, de proteína C y proteína S, la mutación del gen
de protrombina, la deficiencia de plasminógeno y la disfibrinogenemia.2
Adquiridos
Los factores adquiridos son por mucho los más prevalentes.4 Entre los factores
adquiridos está cualquier padecimiento que condicione inmovilización aun tan
corta como de siete días,10 los viajes prolongados por tierra o aire, un estilo de
vida sedentario y ocupaciones que ameriten permanecer largo tiempo sentado.
La edad avanzada es otro factor de riesgo, con un incremento a partir de los 40
años de edad,2 aunque su tendencia puede deberse a la relación entre la edad y
otros padecimientos concomitantes, como el cáncer y el infarto agudo del mio-
cardio.8
La frecuencia de TEV en pacientes sometidos a cirugía es de 3 a 9% después
de la cirugía de revascularización miocárdica, de 5% a quienes se les realiza her-
nioplastia, de 15 a 30% en casos de cirugía abdominal mayor, de 50 a 75% en ca-
sos de cirugía de cadera y de 50 a 100% en casos de lesiones de la médula espinal.8
Todo procedimiento quirúrgico es un factor predisponente y su susceptibilidad
persiste por 30 días.10 Se han reportado complicaciones tromboembólicas en 30
a 60% de pacientes con enfermedad vascular cerebral; de igual manera, en 5 a
35% de pacientes con infarto agudo del miocardio y en más de 12% de pacientes
con insuficiencia cardiaca congestiva.8 Cerca de una cuarta parte de las TEP en
el posoperatorio ocurren después del alta hospitalaria, siendo incluso mayor en
los pacientes sometidos a cirugía de bajo riesgo.8
El riesgo de TEV es cinco veces mayor en la mujer embarazada comparada
con la mujer no embarazada de la misma edad: 75% de las TVP ocurren antes del
parto y 66% de las TEP aparecen en el posparto mediato. Los anticonceptivos
orales y la terapia hormonal de sustitución posmenopáusica predisponen a TVP
tres veces más que en las mujeres que no los usan. El tabaquismo es un factor in-
dependiente de EP.8 El trauma y la obesidad también elevan el riesgo de padecer
TEV.2 Altos títulos de anticuerpos antifosfolípidos están asociados con trombosis
y con la pérdida fetal recurrente e inexplicable.2
La asociación entre la TEV y el cáncer está bien documentada y recientes estu-
dios sugieren que los pacientes con la llamada TEP idiopática desarrollan tiempo
después tumores malignos en 10% de los casos.8 La incidencia de cáncer de re-
ciente aparición es significativamente mayor después del primer episodio de
Diagnóstico de embolia pulmonar por gammagrafía pulmonar... 251
FISIOPATOLOGÍA
Clasificación
e. Hipoxemia grave.
f. Disfunción ventricular derecha con hipocinesia global y regional.
2. EP submasiva:
a. Sin datos de bajo gasto, aunque con
b. Hipocinesia ventricular derecha por ecocardiografía.
c. Estabilidad clínica.
d. Obstrucción vascular de más de 30% y menos de 49%.
e. Defectos perfusorios en más de seis y menos de nueve segmentos por
gammagrafía pulmonar V/Q.
f. Hipoxemia moderada.
3. EP no masiva:
a. Sin datos de bajo gasto y con
b. Función ventricular derecha normal.
c. Sin hipoxemia.
d. Obstrucción vascular de menos de 20%.
e. Defectos perfusorios en menos de cinco segmentos.
Asociación clínica
De los pacientes que fallecen por EP en la primera hora a partir del inicio de sus
síntomas, la mitad de ellos presentan obstrucción vascular masiva. La otra por-
ción puede ser atribuida a obstrucción submasiva o a obstrucción recurrente.12 La
obstrucción submasiva es peligrosa también, ya que el hallazgo de hipocinesia
ventricular derecha por ecocardiografía, aun en presencia de una presión arterial
normal, predice un resultado adverso, con una tasa de mortalidad del doble a 14
días y de 1.5 veces más a tres meses que en aquellos pacientes con EP y sin hipoci-
nesia ventricular derecha.3 Una embolización masiva en un paciente con ade-
cuada reserva cardiopulmonar y una embolización submasiva en un paciente con
enfermedad cardiopulmonar previa y pobre reserva pueden manifestarse clínica
y hemodinámicamente igual.12 La tasa de mortalidad total a los tres meses es ma-
yor de 15%;4 sin embargo, cuando la EP se acompaña de disfunción ventricular
derecha es tres veces más alta, y se incrementa aún más conforme la función ven-
tricular derecha se deteriora. 3
El espectro clínico de la TEP varía desde ser un descubrimiento incidental,
tromboembolismo clínicamente sin relevancia, hasta el embolismo masivo que
causa muerte súbita o inmediata. Las entidades que comprenden a la TEV (la
trombosis venosa profunda y la embolia pulmonar) representan las manifestacio-
nes clínicas de una sola enfermedad. En cerca de 79% de los pacientes que pre-
sentan embolismo pulmonar hay clara evidencia de trombosis venosa profunda
en las piernas, y más de 50% de los pacientes con trombosis venosa profunda pro-
Diagnóstico de embolia pulmonar por gammagrafía pulmonar... 253
Repercusión cardiopulmonar
Repercusión en la ventilación
En pacientes con EP aguda aumenta el espacio muerto total, ya que las unidades
alveolares con perfusión ausente continúan siendo ventiladas. La obstrucción
completa de una arteria pulmonar por un émbolo causa un incremento del espacio
muerto anatómico. La obstrucción incompleta ocasiona un espacio muerto fisio-
lógico. Estos incrementos alteran la eficiente transferencia de oxígeno y la elimi-
nación del dióxido de carbono y en consecuencia, al estimular a los quimiorre-
ceptores, provocan aumento en la frecuencia respiratoria que a la postre
normaliza o incluso disminuye la PCO2, provocando alcalosis respiratoria. En
consecuencia, disminuye la PO2 arterial (hipoxemia) y se incrementa la tensión
del gradiente de oxígeno alveoloarterial. El espacio muerto se incrementa. La
ventilación y la perfusión se hacen incorrespondientes (mismatch), lo que se tra-
duce como áreas de ventilación conservada y perfusión ausente o reducida, el
dato con la mayor significancia patognomónica en el diagnóstico por gammagra-
fía V/Q. Esto se debe a que el flujo pulmonar de las áreas obstruidas se redirige
o redistribuye a las áreas con adecuado intercambio gaseoso y sin obstrucción.
Incluso esta sangre venosa puede pasar directamente a la circulación sistémica
mediante un cortocircuito de derecha a izquierda. Este cortocircuito puede pre-
sentarse en los pulmones mediante el paso de sangre a través de áreas pulmonares
con baja ventilación, o en el corazón mediante la presencia de un foramen oval
permeable o por la existencia de ambas alteraciones.1
Existen varios mecanismos que explican la presencia de hipoxemia arterial en
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
1. Empíricos o no estandarizados.
2. Estandarizados o reglas de predicción.16
Empíricos
Estandarizados
pacientes eficazmente. Se espera que la prevalencia de EP sea < 10% para pacien-
tes con baja probabilidad, cerca de 25% para los de probabilidad intermedia y de
más de 60% para los de probabilidad alta.16
Gracias a su relativa sencillez, el método de Wells19 se ha convertido en una
herramienta clínica que puede ser utilizada en cualquier centro hospitalario mun-
dial, como ya sucede.
EVALUACIÓN CLÍNICA
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Manifestaciones clínicas
Exámenes preliminares
EP, con o sin infarto. El derrame pleural aparece en todos los casos de infarto pul-
monar y por lo general es unilateral, aunque puede ser bilateral pero asimétrico.
Estos datos radiológicos, cuando se presentan, desaparecen de la periferia al cen-
tro, pero siempre se mantiene su homogeneidad y forma, lo cual se ha dado en
llamar melting sign o signo de “hielo fundido”. La hemorragia se aclara en cuatro
a siete días sin secuelas, pero los datos de infarto pueden durar de tres a cinco se-
manas.
En los casos donde se ha presentado necrosis persiste la cicatriz fibrosa, evi-
denciada como opacidades lineales en el parénquima.20
Los pacientes con embolismo pulmonar suelen presentar hipoxemia, aunque
puede coexistir con una tensión de oxígeno arterial normal. Un cambio repentino
o inexplicable en la saturación de oxígeno arterial debe aumentar la sospecha de
EP.2
El dímero D se forma cuando las interacciones proteína–proteína de la fibrina
son lisadas por la plasmita. Se eleva comúnmente en la EP. Su detección mediante
técnicas muy sensibles (ELISA) se ha validado por múltiples estudios de investi-
gación en la EP.
Su sensibilidad y especificidad varían de técnica a técnica. La técnica cuantita-
tiva tiene una sensibilidad de 98% o más para el TEV, de manera que su valor pre-
dictivo negativo es muy alto y en consecuencia puede descartarse con un elevado
grado de confiabilidad la posibilidad de trombosis.16 Sin embargo, la prueba no
es específica debido a que puede ser positiva en pacientes con infección, cáncer,
trauma, cirugía y otros estados inflamatorios, de forma que no puede servir de
guía para el inicio de la terapia anticoagulante.2 Esto complica mucho su utilidad,
ya que los pacientes hospitalizados después de cirugía tienen niveles elevados de
dímero D, lo que disminuye aún más su especificidad (a 7% en pacientes hospita-
lizados y a 47% en externos).
Se disminuyen sus valores una vez que se ha iniciado la terapia anticoagulante
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
(25% a las 24 h después del inicio de la terapia con heparina), lo que se traduce
en una menor sensibilidad (de 98 a 89%) cuando el paciente se somete a anticoa-
gulación por otra causa. Su especificidad disminuye aún más con la edad (67%
con pacientes v 50 años y baja a 10% a 80 w años), así como la proporción de
gammagramas pulmonares V/Q no diagnósticos aumenta en proporción a la mis-
ma (32% en v 40 años vs. 58% en w 80 años).
En relación a la clasificación clínica, tiene pobre utilidad cuando la probabili-
dad clínica o gammagráfica es alta para EP, debido a que su especificidad es baja
en esta población (28 vs. 54% con baja probabilidad clínica). Además, la combi-
nación de baja especificidad con alta prevalencia de embolismo resulta en una
baja frecuencia de resultados negativos del dímero D (17 vs. 51% con baja proba-
bilidad), lo cual disminuye su valor predictivo negativo (77 comparado con
100% con baja probabilidad).16
260 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 16)
Definición
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ÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃ
Figura 16–1. Gammagrama ventilatorio (V) y perfusorio (P) normal. (Cortesía de la Dra.
Alicia Graef, Hospital Médica Sur.)
Criterios de interpretación
(de enero de 1985 al otoño de 1986)43 y hasta la actualidad, donde sigue sirviendo
de referencia a un gran número de publicaciones clínicas. En este estudio se anali-
zó a 1 493 pacientes, de los cuales una muestra elegida al azar de 933 pacientes
fue estudiada prospectivamente durante un año. De los 931 a quienes se les reali-
zó la gammagrafía V/Q, 755 demostraron un patrón anormal de ventilación/per-
fusión y a todos ellos se les realizó la angiografía pulmonar. En 251 casos se de-
mostró embolismo pulmonar (33%). El criterio de interpretación utilizado por
gammagrafía V/Q se muestra en el cuadro 16–2.
En este estudio, casi todos los pacientes con EP tuvieron un gammagrama
anormal (probabilidades alta, intermedia y alta), aunque también fue frecuente
encontrar dichos patrones en pacientes sin la patología (sensibilidad de 98% y es-
pecificidad de 10%). En los 116 pacientes con diagnóstico de alta probabilidad,
la angiografía documentó el EP en 102 (frecuencia de 88%). Sin embargo, de
264 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 16)
todos los pacientes con EP detectado por angiografía, una minoría fueron diag-
nosticados como de alta probabilidad. De esta manera, la sensibilidad y especifi-
cidad para el criterio de alta probabilidad para EP fueron de 41 y 97%, respectiva-
mente, una cifra muy baja de detección para la clasificación de mayor eficacia
diagnóstica de EP por gammagrafía. Esto, sin duda, obedece a que en el criterio
de alta probabilidad se consideró que sólo más de dos defectos grandes perfuso-
rios con ventilación normal serían garantes de un mejor resultado. Antes del ad-
Diagnóstico de embolia pulmonar por gammagrafía pulmonar... 265
Figura 16–2. Patrón de alta probabilidad en paciente con embolismo múltiple. La angio-
grafía CT mostró émbolos en las ramas de la arteria lobar media y en ambas arterias
lobares inferiores. (Tomado de referencia 40.)
mientras que el mismo defecto tuvo un VPP de 68% para EP en pacientes con
historia previa de enfermedad cardiopulmonar. Para alcanzar un VPP de 80%
para EP en estos últimos pacientes se necesitaron por lo menos dos defectos per-
fusorios equivalentes segmentarios con ventilación normal. Al clasificar un úni-
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Figura 16–3. Patrón de probabilidad intermedia con un defecto perfusorio cercano a la
cisura, aunque con ventilación normal. (Cortesía de la Dra. Alicia Graef, Hospital Médica
Sur.)
Diagnóstico de embolia pulmonar por gammagrafía pulmonar... 269
V–SPECT Q–SPECT
V–planar Q–planar
Figura 16–4. Probabilidad intermedia con un defecto perfusorio lobar y retención del
radioaerosol dentro del defecto. Una gran bula enfisematosa en el lóbulo superior dere-
cho fue la causa del defecto perfusorio; la distribución heterogénea en la ventilación y
su retención son típicas de pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva. Tomado
de la referencia 40.
Entre las ventajas de la MCTPA están la rapidez del estudio, la adecuada corre-
lación anatómica, la posibilidad de determinar la presencia de un trombo que re-
quiera ser retirado mediante cateterismo y, en ausencia de TEP, puede detectar
otras lesiones que explicarían los síntomas de la aparente EP, como síntomas de
origen cardiaco, pericárdico, de grandes vasos (aneurismas), coartaciones, de
origen pleural e incluso traumas. La detección de neumonías y procesos metastá-
sicos es otra de sus ventajas. Una extensión en fase venosa a los miembros pélvi-
cos en equipos multicorte permite la localización de trombos venosos en estas
áreas e incluso en el abdomen. Otra ventaja del TAC multicorte sobre la gamma-
grafía V–Q es la capacidad de diagnosticar algunas neoplasias y lesiones no em-
bólicas.39
Las contraindicaciones absolutas son la alergia a los agentes yodados y la insu-
ficiencia renal. Entre las relativas están hipertensión pulmonar crónica, pacientes
272 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 16)
Cada reto diagnóstico comienza con una impresión clínica inicial que se utiliza
para construir una probabilidad previa a cualquier prueba de laboratorio o gabi-
nete, es decir, una probabilidad pretest. El objetivo de toda metodología diagnós-
tica es refinar esta probabilidad pretest al punto donde el médico pueda confiada-
mente tomar una decisión respecto a comenzar el tratamiento o descontinuarlo
si ya ha sido instituido. El resultado de cada prueba diagnóstica cambia la proba-
bilidad clínica construyendo una nueva estimación de la probabilidad, la probabi-
lidad postest. El grado mediante el cual la prueba diagnóstica eleva o disminuye
la probabilidad de la enfermedad desde el pretest hasta el postest representa la
utilidad clínica de la prueba mediante sus características de operación. Los signos
Diagnóstico de embolia pulmonar por gammagrafía pulmonar... 273
Sospecha clínica de EP
Radiografía
del tórax
+
Dímero D
Normal Anormal
Gammagrama
V/Q MCTPA
–
Negativo o No Probabilidad + –
normal diagnóstico alta
USG venoso
seriado o
angiografía
pulmonar
En pacientes con sospecha de EP, entre 25 y 65% de ellos son clasificados como
de baja probabilidad clínica. En este grupo de pacientes la prevalencia de EP está
en el rango de 5 a 10%.6 La EP puede ser descartada por completo basándose en
el resultado negativo de varios estudios, aunque de manera importante mediante
el uso del dímero D cuantitativo de muy alta sensibilidad (figura 16–6 A). El dí-
mero D cuantitativo por ELISA es un método altamente sensible (> 98%16), pero
moderadamente específico (figura 16–6 B) y sirve sólo para el grupo de pacientes
con una probabilidad pretest baja, ya que excluye a la EP con absoluta confianza
(VPN de 99%16).
Diagnóstico de embolia pulmonar por gammagrafía pulmonar... 275
A
Sospecha Probabilidad Dímero D
de EP clínica baja ELISA cuantitativo
B
S 98%16,26 C
VPN 96 a 98%
Falla 0.2%34 Rx del tórax
(LS 95%, IC 0.8%)
D
EP excluida Normal Anormal
E MCTPA
Gammagrama
V/Q
+ –
Negativo
Falla 0.0%
No
diagnóstico
Probabilidad
alta ÃÃÃÃÃ
VPP <50%
ÃÃÃÃÃ
Falla 0.0%
(LS 95%, IC 1.3%
VP N > 95%35
(LS 95%, IC 1.1%) VPP 88%
VPN >95%35 (IC 95%, 84 a 91%
Angiografía Sens. 92%
pulmonar Esp. 87%
EP EP
– + confirmada excluida
Falla 0.8%
(LS 95% IC 4.5%)
Figura 16–6. Diagrama de flujo para las pruebas con utilidad en relación a una baja pro-
babilidad clínica. A. El dímero D cuantitativo por ELISA tiene una baja especificidad
(54% para el grupo de baja probabilidad clínica y 28% en el grupo de alta probabilidad)
y una alta frecuencia de resultados falsos positivos (53%) en los otros grupos de proba-
bilidad clínica.2,6,7,16. B. Un resultado negativo sólo excluye la enfermedad en pacientes
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
con baja probabilidad clínica, ya que su valor predictivo negativo disminuye conforme
la probabilidad clínica se incrementa.6 C. Las anormalidades radiológicas en este grupo
son raras y no específicas.7 D. El gammagrama V/Q es comúnmente más eficaz en
ausencia de enfermedad cardiopulmonar previa o concomitante.6,8,10,42 E. El criterio por
gammagrafía V/Q es la presencia de un defecto perfusorio grande o segmentario o dos
de tamaño moderado, ambos con ventilación normal para considerarlos como de alta
probabilidad; sin defectos perfusorios como negativo, y todas las otras combinaciones
como no diagnósticas.16,37
En los pacientes con sospecha clínica de EP que son clasificados como de proba-
bilidad moderada, la prevalencia de EP es de 25 a 45%, aunque sólo de 10 a 30%
de estos pacientes que se clasifican como de alta probabilidad por gammagrafía
V/Q aumentan su prevalencia hasta 70 a 90%. En los pacientes clasificados de
alta probabilidad clínica la prevalencia de EP es de 70 a 90%. Tanto en el grupo
de pacientes con probabilidad clínica moderada como en el de alta probabilidad de
EP el algoritmo debe comenzar con una radiografía simple de tórax (figura 16–7
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Sospecha de EP
Probabilidad Probabilidad
clínica moderada clínica alta
A
B
Tele de tórax
C
Normal Anormal MCTPA
E
Gammagrama D
V/Q Positivo Negativo
EP excluida – + EP confirmada
Figura 16–7. Diagrama de flujo para las pruebas con utilidad en relación a una alta pro-
babilidad clínica. A. La MCTPA no debe usarse en el grupo de probabilidad clínica mo-
derada por su gran propensión a la interpretación de resultados falsos positivos. La va-
riabilidad interobservador e intraobservador son altas y pueden ser la causa de la ten-
dencia a la sobreestimación de la enfermedad.7,34,36. B. El algoritmo debe comenzar
con una radiografía simple de tórax para descartar la posibilidad de otras afecciones que
pueden originar los síntomas y signos, y para investigar la posibilidad de patologías con-
comitantes, ya que es bien sabido que la gammagrafía V/Q es más eficaz en el diagnós-
tico del EP en ausencia de enfermedad cardiovascular concomitante.2 C. La MCTPA es
el estudio de primera línea en el grupo de pacientes con alta probabilidad clínica con
signos radiológicos de enfermedad, ya que tiene la ventaja sobre la gammagrafía V/Q
de poder identificar otras condiciones que pueden producir signos y síntomas muy
sugestivos de EP.7 D. Existe la tendencia a las interpretaciones falsas positivas por este
método y la posible explicación es la propensión a confundir la apariencia tomográfica
de los trombos con ganglios linfáticos hiliares, con la opacificación de las venas pulmo-
nares y con el edema perivascular en pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva.7
E. El índice de fallos de la MCTPA para descartar la enfermedad es mayor cuando se
utiliza en forma aislada y se reduce cuando se combina con el USG venoso por compre-
sión o la CT venosa.35 F. Cuando el resultado de la interpretación por gammagrafía es
no diagnóstico (probabilidad intermedia o baja), el estudio que mejor puede descartar
la enfermedad es la angiografía pulmonar convencional casi garantizando que se pueda
excluir la enfermedad con toda seguridad.34
Diagnóstico de embolia pulmonar por gammagrafía pulmonar... 279
ducir signos y síntomas muy sugestivos de EP (figura 16–7 C). Patologías tales
como neumonía, enfermedad cardiaca, fibrosis pulmonar y otras pueden ser
detectadas por este método.7 De preferencia no debe usarse en el grupo de proba-
bilidad clínica moderada, por su gran propensión a la interpretación de resultados
falsos positivos. La variabilidad interobservador e intraobservador son altas y
pueden ser la causa de la tendencia a la sobreestimación de la enfermedad (figura
16–7 A).
Desde el año 2001 la MCTPA se ha convertido en una herramienta diagnóstica
de primera línea para la EP. La mayoría de sus resultados se interpretan como po-
sitivos o negativos, aportando al clínico una mayor sensación de certeza diagnós-
tica comparada con el uso de la interpretación por probabilidad de la gammagra-
fía V/Q. Los estudios iniciales han apoyado esta aparente certeza diagnóstica
reportando sensibilidades y especificidades > 90%. Sin embargo, no se han podi-
do reproducir estos resultados en los estudios actuales donde se utilizan con más
frecuencia equipos de última generación (multicorte). En un trabajo internacio-
nal en conjunto con la Universidad de California en San Francisco, la Universi-
dad de Ottawa y el Centro Médico de Portland,36 se estudió a 345 pacientes con
sospecha de EP a quienes se les había realizado la MCTPA, y donde se calculó
la probabilidad postest según el resultado de la angiografía por tomografía, para
compararla con las decisiones clínicas terapéuticas y determinar si estas decisio-
nes habían sido acertadas. Se asumió para el análisis una sensibilidad de 90% y
una especificidad de 95%. Al comparar los resultados de la terapia con el segui-
miento de los pacientes se encontró que en 12 de 21 pacientes con probabilidad
clínica baja y en 2 de 21 pacientes con probabilidad clínica moderada la terapia
fue innecesariamente administrada, lo que significó que en los pacientes someti-
dos a tratamiento cerca de 25.4% tuvieron un diagnóstico falso positivo, cifra de
falsos positivos que se incrementó conforme la probabilidad clínica disminuía.34
Esta importante cantidad de estudios falsamente positivos puede someter a tera-
pia con anticoagulación a una serie de pacientes (cifra tan importante como 30%)
que no la requieren, lo que aumenta el riesgo de sangrado innecesario, ya que en
este mismo estudio la frecuencia de sangrado mayor fue de 3.2 a 6% en el segui-
miento a tres meses. La instauración de la anticoagulación en los pacientes some-
tidos a la MCTPA inmediatamente después de un resultado positivo podría dar
como resultado una mayor morbilidad producida por un diagnóstico incierto, en
opinión de los autores.36 Una posible explicación de la importante cantidad de
falsos positivos es la propensión a confundir la apariencia tomográfica de los
trombos con ganglios linfáticos hiliares, con la opacificación de las venas pulmo-
nares y con el edema perivascular en pacientes con insuficiencia cardiaca conges-
tiva (figura 16–7 D).7
El principal factor responsable de los falsos negativos es la dificultad del mé-
todo para diferenciar correctamente la presencia de émbolos en los vasos subseg-
Diagnóstico de embolia pulmonar por gammagrafía pulmonar... 281
toma como cierta esta especificidad (65%) aunada a una sensibilidad de 90% y
se relaciona con el grupo de pacientes de alta probabilidad clínica (prevalencia
de 60%),16 el valor predictivo positivo aumentaría a 79%, con un valor predictivo
negativo de 81%, valores suficientes para utilizar la MCTPA como una prueba
de primera línea en el diagnóstico sólo en los pacientes cuya probabilidad clínica de
EP sea alta.
Estos valores predictivos calculados son similares a los obtenidos en el estudio
PIOPED II.33 En este análisis, el valor predictivo positivo para EP segmentaria
y subsegmentaria por MCTPA fue de 68 y 25%, respectivamente, donde el total
de las interpretaciones falsas positivas fueron particularmente identificadas en
los vasos arteriales pulmonares subsegmentarios, alcanzando una cifra tan alta
como 42%.
Existen otros estudios en donde se confirma la elevada cantidad de diagnósti-
cos falsos positivos. Uno de ellos se realizó en forma conjunta entre cinco centros
académicos de salud de Ottawa, Londres y San Diego,37 donde se incluyó a 1 417
pacientes con sospecha de EP, los cuales fueron aleatoriamente seleccionados
para estudiarlos mediante MCTPA (701 pacientes) y gammagrafía V/Q (716 pa-
cientes). En estos últimos, la presencia de un defecto perfusorio grande o seg-
mentario con ventilación normal o dos defectos perfusorios moderados con ven-
tilación normal se clasificó como de alta probabilidad, como normal si no había
defectos perfusorios, y como no diagnósticas todas las otras clasificaciones. La
tecnología empleada en la MCTPA utilizaba un solo detector en las primeras to-
mografías hechas (28%) y tomógrafos multicorte en la mayoría restante (72%)
conforme se colectaban los pacientes. Los pacientes con diagnóstico de EP fue-
ron sometidos a la terapia convencional de anticoagulantes. En los otros pacien-
tes la terapia fue descontinuada. A todos ellos se les realizó un seguimiento por
tres meses para averiguar datos de TEV. En ambos grupos se encontraron tasas
similares de complicaciones tromboembólicas cuando había sido excluido el
diagnóstico (similar valor predictivo negativo). Además, se encontró también un
mayor número de diagnósticos de tromboembolismo venoso en el grupo de
MCTPA comparada con la gammagrafía V/Q (19.2 vs. 14.2%), lo que al parecer
indica que la MCTPA encuentra más casos de émbolos pulmonares. Dado que la
cantidad de complicaciones en ambos grupos fue similar en los pacientes donde
la patología fue excluida, esta aparente cantidad de mayores resultados positivos
usando la MCTPA no tuvo implicación pronóstica alguna, lo que indica que estos
resultados realmente fueron falsamente positivos, lo que podría tener consecuen-
cias indeseables en los pacientes sometidos al tratamiento (en esta serie, cerca de
2% de los pacientes sometidos a la terapia experimentaron sangrados mayores).
Además, los costos por la terapia, la estancia hospitalaria, el número de complica-
ciones, el mayor precio y la mayor dosimetría de la MCTPA harían que el costo
del manejo de los pacientes sometidos a esta herramienta diagnóstica se elevara
Diagnóstico de embolia pulmonar por gammagrafía pulmonar... 283
por encima de sus beneficios. Los autores concluyen que la gammagrafía V/Q
con el criterio de interpretación señalado debe utilizarse como primera línea en
la investigación del EP.36
Entonces, dada su considerable cantidad de resultados falsamente positivos,
la angiografía tomográfica multicorte no debe ser utilizada en la primera línea de
diagnóstico en pacientes con una probabilidad clínica moderada. Debe reservarse
para los pacientes con una alta probabilidad clínica (y probablemente combinada
con un estudio confirmatorio de alta especificidad, como el USG venoso seriado
por compresión) en quienes se encuentren alteraciones radiológicas que sugieran
enfermedad cardiopulmonar concomitante, o bien debe reservarse a la segunda
línea de diagnóstico de pacientes con baja probabilidad clínica con dímero D ele-
vado.
CONCLUSIONES
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Las razones por las cuales ha adquirido este importante papel es que se trata de
una técnica diagnóstica simple, con un costo relativamente bajo, no invasiva, al-
tamente segura en su aplicación y, lo más importante, su eficacia ha sido evaluada
en múltiples y extensos estudios clínicos.8
Cuando se aplican criterios de interpretación simples, diseñados para dismi-
nuir la frecuencia de interpretaciones no diagnósticas, la gammagrafía V/Q tiene
un alto poder de predicción para confirmar o descartar el embolismo pulmonar.
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17
Tomografía computarizada en
tromboembolia pulmonar
José Luis Criales Cortés
INTRODUCCIÓN
dilatación del ventrículo derecho puede indicar un cor pulmonale agudo. En los
procesos crónicos es frecuente encontrar dilatación de las arterias pulmonares
centrales debido a hipertensión pulmonar, la cual se produce en la tromboembolia
pulmonar (TEP) cuando existe obliteración mayor a 50% del lecho vascular.
Cuando la circulación bronquial fracasa en su intento por mantener la vitalidad
del tejido pulmonar distal a la arteria pulmonar ocluida se produce un infarto pul-
monar, el cual es el resultado de hipoxia local, daño capilar, exudación, hemorra-
gia y necrosis de coagulación. Los segmentos basales posteriores de los pulmo-
nes son los sitios más afectados por TEP, debido a la relativamente alta
proporción del flujo vascular que estos segmentos reciben. Al examen macroscó-
pico el tejido pulmonar infartado se observa como un segmento pulmonar duro,
287
288 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 17)
sin aire y de color rojo oscuro; los infartos pulmonares se revascularizan gradual-
mente desde la periferia; después, en infartos pequeños puede haber restitución
completa o quedar como secuela un proceso cicatricial. En algunos casos el tejido
infartado puede infectarse y el resultado ser la formación de un absceso.
Los métodos de imagen que se utilizan para la evaluación de la tromboembolia
pulmonar son las radiografías simples, la gammagrafía ventilatoria y perfusoria,
la angiografía pulmonar por catéter, la tomografía computarizada (TC), especial-
mente la helicoidal (TCH) y la multidetector (TCMD), y la resonancia magnética
(RM).
En este capítulo se hará énfasis en el uso de la TC, tanto la helicoidal de detec-
tor único como la multidetector para el diagnóstico de la tromboembolia pulmonar.
TOMOGRAFÍA COMPUTARIZADA
HELICOIDAL DE DETECTOR ÚNICO
Técnica
Una adecuada interpretación de las imágenes requiere que el observador esté fa-
miliarizado con la anatomía de las arterias principales y sus ramas segmentarias
y subsegmentarias; en general, las arterias están acompañadas de las ramificacio-
nes del árbol bronquial,5,6 Es muy importante también diferenciar las arterias de
las ramas de las venas pulmonares y de ganglios subsegmentarios (figura 17–2);
éstos pueden a veces simular la presencia de trombos.7,8
Un detalle fundamental en la evaluación de las arterias pulmonares es la deter-
minación de su calibre en el plano axial. En una evaluación inicial debe tenerse
en cuenta que la arteria pulmonar principal tiene calibre menor o similar al de la
aorta ascendente en el plano axial; si esa relación se invierte, es decir, cuando la
290 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 17)
A B
Figura 17–1. TCH. La sincronía entre la inyección y la obtención de estas imágenes per-
mite estudiar las arterias pulmonares en su mayor opacificación con el contraste, lo que
permite ver los trombos.
arteria pulmonar principal tiene mayor calibre que la aorta ascendente, existe alta
probabilidad de que el paciente tenga hipertensión arterial pulmonar; sin embar-
go, lo más adecuado es medir el calibre de las arterias. Se ha demostrado que el
calibre normal de la arteria pulmonar en el plano transversal en el paciente adulto
promedio es de 27 " 2 cm. Es muy útil también determinar el calibre en el plano
axial de la rama derecha de la arteria pulmonar. Se recomienda obtener la medida
entre la pared anterior del bronquio intermedio y la vena cava superior; esta medi-
da no debe ser mayor de 18 mm.
Figura 17–2. TCH. Los ganglios intersegmentarios son estructuras con densidad de
tejido blando y no deben confundirse con trombos.
Tomografía computarizada en tromboembolia pulmonar 291
A B
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
C D
Figura 17–3. A. TCH. Trombo que se manifiesta como defecto de llenado parcial (fle-
cha). B. TCH. Trombo completo en la rama derecha de la arteria pulmonar (flechas). C.
TCH. Trombo con aspecto en “vía de tren”. D. TCH. Trombo mural. Defecto en contacto
con la pared arterial.
292 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 17)
Existen otros signos indirectos de TEP que se derivan de los signos angiográficos
e incluyen:
Figura 17–4. TCH. Opacidades periféricas en la base del pulmón izquierdo que repre-
sentan cicatrices por infartos antiguos.
Tomografía computarizada en tromboembolia pulmonar 293
cuadamente la apnea que se requiere para hacer estos estudios. Otra causa de error
es la insuficiente opacificación de las arterias, que por lo general se debe a una
inadecuada técnica en la inyección de contraste, sobre todo en la selección del
tiempo que transcurre entre la inyección y el inicio de los cortes. Influyen tam-
bién algunos factores inherentes al estado hemodinámico del paciente, como la
presencia de taquipnea severa o cortocircuitos izquierda–derecha.
Otra causa de confusión puede deberse a la existencia de defectos intralumina-
les producidos no por trombos sino por tejido de origen neoplásico, aunque esto
ocurre con poca frecuencia. Por lo general los procesos metastásicos son los que
producen más a menudo defectos intraarteriales de origen neoplásico (figura
17–5); son mucho menos frecuentes los defectos producidos por neoplasias pri-
marias originadas en la pared arterial, como en el caso de los sarcomas del endote-
lio de las arterias pulmonares.
ANGIOTOMOGRAFÍA
MULTIDETECTOR/MULTICORTE (TCMD)
Figura 17–5. TCH. Defecto secundario a proceso metastásico en la luz de la arteria pul-
monar izquierda.
294 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 17)
En los equipos de TCMD se realizan varias secciones por cada rotación del
tubo del tomógrafo; la ventaja de estos nuevos sistemas está en que los estudios
se realizan en menor tiempo, ya que el área de cobertura para cada corte es mayor
en relación con los equipos de TCH de corte simple. Lo anterior ha reducido de
manera significativa los artificios de movimiento y respiración y ha permitido un
uso más racional del material de contraste.
Técnica
La evaluación completa de los pacientes con TEP requiere el estudio de las venas
de los miembros inferiores; el ultrasonido (US) de las venas de los miembros in-
feriores es un método muy útil y no invasivo para evaluarlas (este método se trata
ampliamente en otro capítulo). Trabajos recientes proponen el uso de TCH en la
evaluación de las venas de los miembros inferiores.14 Una vez terminado el estu-
dio de la TCH en el tórax, aproximadamente 2.5 min después de la inyección, sin
administrar contraste adicional, se recomienda realizar cortes desde los diafrag-
mas hasta los tobillos a intervalos de 3 cm y con una colimación de 5 mm; según
Loud y otros autores,14 la correlación entre el US y la TCH evaluando trombosis
venosa profunda es excelente, por lo cual la venografía con TCH representa un
método muy prometedor que permite en un solo tiempo evaluar los trombos en
las arterias pulmonares y en el sistema venoso profundo de los miembros inferio-
res (figura 17–7).
Otro de los resultados del estudio PIOPED II incluye aquellos casos en que
hubo consenso para angio–TCMD positiva o veno–TC positiva; en este grupo se
incluyó a 747 pacientes y según los autores se trata del grupo de mayor interés,
ya que combinando estas dos técnicas por separado hay un incremento en la sen-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
A B
C D
E F
Figura 17–6. A y B. TCMD con equipo de cuatro grupos de detectores: se observan de-
fectos de llenado en ramas segmentarias y subsegmentarias de las arterias pulmonares.
C y D. TCMD. Reconstrucción con MIP en la que se demuestran múltiples defectos de
llenado intraarteriales, así como la imagen de mayor atenuación en el parénquima pulmo-
nar en contacto con la pleura compatible con una zona de infarto pulmonar. E y F. TCMD
con un equipo de 16 grupos de detectores muestra defectos de llenado en pequeñas
ramas segmentarias y subsegmentarias de las arterias pulmonares.
Tomografía computarizada en tromboembolia pulmonar 297
Figura 17–7. Trombo en la vena femoral derecha. La imagen fue obtenida inmediata-
mente después de la TCH de tórax.
nar, y la mayoría de los autores coinciden en que esta correspondencia puede uti-
lizarse como técnica de escrutinio en pacientes con sospecha de TEP aguda.12
En los pacientes con tromboembolia pulmonar que no tienen asociación con otros
procesos, la historia natural es la autólisis de los trombos en las arterias pulmona-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 17–9. TCH. Signo de TEP crónica. Colaterales de las arterias bronquiales.
res. Existe, sin embargo, un pequeño grupo de pacientes en los que esto no ocurre,
y a menudo son individuos con problemas de hipercoagulabilidad, sobre todo
aquellos con síndrome antifosfolípidos primario en quienes los trombos perma-
necen en las arterias, con el tiempo se organizan y producen hipertensión arterial
pulmonar.
Desde el punto de vista de la TC, se habla de tromboembolia crónica no resuel-
ta cuando es posible demostrar la presencia de calcificaciones en las paredes de
las arterias pulmonares (figura 17–9), así como dilatación del ventrículo derecho,
asociada con trombos y calcificaciones en las paredes ventriculares.
El método de imagen más útil para evaluar el ventrículo derecho es la resonan-
cia magnética; sin embargo, con el empleo de los sistemas de TCMD y con el uso
de imágenes con sincronía con el latido cardiaco es posible obtener información
muy útil de la morfología y la función del ventrículo derecho. Algunos autores
han descrito que el aumento del diámetro anteroposterior del ventrículo derecho
en el plano axial a más de 40 mm es un dato fiable de dilatación ventricular. Otros
signos de afección del ventrículo derecho incluyen el desplazamiento y el movi-
miento paradójico del septum interventricular.
Otro dato tomográfico que se ve en cronicidad es la presencia de circulación
colateral a través de las arterias bronquiales; esto se produce debido a que el au-
mento de la presión en el sistema arterial pulmonar busca la apertura de otras vías,
entre las cuales están las arterias bronquiales.4 Finalmente, otro dato útil para de-
mostrar cronicidad es la presencia en el parénquima pulmonar en cortes de TCAR
de un patrón alterno de imágenes de menor atenuación con otras de mayor atenua-
ción, el llamado “patrón en mosaico”; en dicho patrón las áreas hipodensas son
las zonas de oligohemia, que a menudo tienen arterias de menor calibre, y las zo-
nas de mayor atenuación son las zonas de pulmón normal, en las cuales los vasos
tienen calibre normal4 (figura 17–10). Para poder hacer una adecuada determina-
ción de las causas de “patrón en mosaico”, especialmente para descartar la exis-
tencia de atrapamiento aéreo, puede ser útil realizar imágenes en espiración.
Tomografía computarizada en tromboembolia pulmonar 299
A B
Figura 17–10. TCH. Signo de TEP crónica. “Patrón en mosaico”, áreas de menor ate-
nuación, de oligohemia, con arterias delgadas; alternan con áreas densas, zonas per-
fundidas, arterias gruesas.
ALGORITMOS DE ESTUDIO
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18
Resonancia magnética en el
diagnóstico y pronóstico de
tromboembolia pulmonar
Aloha Meave, Erick Alexanderson, Gabriela Meléndez
303
304 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 18)
para lo cual se han desarrollado diferentes escalas; las más conocidas son las de
Wells7 y Geneva.8 De acuerdo a estas escalas, los pacientes pueden tener baja,
moderada o alta probabilidad preprueba. De acuerdo a esta probabilidad calcu-
lada, y en base a los resultados del estudio PIOPED II,4 se han formulado reco-
mendaciones en cuanto a las pruebas diagnósticas.
En los pacientes con probabilidad baja se deberá realizar una prueba de ELISA
rápida para dímero D; si es negativa no se solicitarán más estudios; si el resultado
es positivo se solicitará angiografía pulmonar y venografía por TC (en este grupo
de riesgo 1.5% de los pacientes con TC negativa desarrollarán TEP o TVP en los
siguientes tres meses; si la TC es positiva 58% de los pacientes tendrán TEP).4
En los pacientes con probabilidad moderada se deberá realizar una prueba de
ELISA rápida para dímero D; si es negativa no son necesarios más estudios (el
ultrasonido venoso o la venografía de miembros inferiores por RM son opciona-
les); si el resultado es positivo se solicitará angiografía pulmonar y venografía
por TC. En este grupo de riesgo, si la TC es negativa el riesgo de TEP es de 1.5%
a los tres meses; si el resultado es positivo la probabilidad de TEP es de 92%.4
En los pacientes con probabilidad alta la prueba de ELISA rápida para dímero
D no es necesaria, ya que en más de 15% de los pacientes una prueba negativa
no excluye TEP. Por tanto, se recomienda realizar angiografía pulmonar y veno-
grafía por TC. Si es positiva la probabilidad de TEP es de 96%; si es negativa la
probabilidad de TEP es tan alta como 40%.4 De lo anterior se concluye que la TC
debe realizarse en pacientes con puntaje de Geneva o de Wells altos y en los que
tengan dímero D alto, independientemente de la probabilidad clínica.4
En general la angiografía pulmonar por tomografía computarizada es el méto-
do de imagen de referencia para la evaluación de pacientes con sospecha de
embolismo pulmonar, debido a que es una técnica no invasiva y rápida que ade-
más permite evaluar el parénquima pulmonar, con lo que es posible determinar
la presencia de diagnósticos alternativos (masa pulmonar, neumonía, enfisema,
derrame pleural o adenopatía mediastinal).9–11
Los criterios diagnósticos tomográficos de embolismo pulmonar agudo son:
1. Oclusión arterial con defecto de llenado total, acompañado de dilatación del
vaso.
2. Defecto de llenado parcial rodeado por material de contraste.
3. Defecto de llenado intraluminal periférico que forma ángulos agudos con
la pared arterial.12
Aproximadamente 25% de los pacientes con sospecha de TEP pueden tener algu-
na contraindicación para la realización de TCMD, como insuficiencia renal, aler-
Resonancia magnética en el diagnóstico y pronóstico... 305
gia al medio de contraste yodado, o bien pacientes en los que se quiere evitar la
radiación ionizante.13 El estudio PIOPED II incluyó 7 889 pacientes con sospe-
cha de TEP, de los cuales 3% eran mujeres embarazadas, 4% alérgicos al medio
de contraste yodado y 19% tenían niveles elevados de creatinina.14 Es precisa-
mente en esta población en la que la resonancia magnética puede ser de utilidad
en el diagnóstico de TEP.
La resonancia magnética permite adquirir imágenes con alto contraste tisular
sin utilizar radiación ionizante; además, se han desarrollado técnicas de resonan-
cia que no requieren medio de contraste para caracterizar la vasculatura pulmo-
nar. La resonancia magnética es menos popular que la TC en la evaluación de
TEP, debido a sus limitaciones técnicas, mayor costo y disponibilidad limitada.10
Básicamente existen tres técnicas utilizadas en la caracterización de la vascu-
latura pulmonar: angiorresonancia pulmonar con gadolinio, IRM en tiempo real
y la perfusión por RM.12
La angiorresonancia pulmonar es la técnica de RM más utilizada para evaluar
a pacientes con sospecha de TEP. Las imágenes se adquieren durante un periodo
de apnea utilizando secuencias eco de gradiente, mientras se administra medio
de contraste paramagnético no yodado. Se obtienen imágenes tridimensionales
con las que se pueden realizar reconstrucciones ortogonales. Al igual que la an-
gioTC pulmonar, los émbolos se visualizan directamente como defectos de llena-
do (figuras 18–1 y 18–2). El medio de contraste utilizado (gadolinio) tiene mucha
menos probabilidad de nefrotoxicidad.
Diversos autores han investigado la exactitud diagnóstica de la angiorresonan-
cia para diagnosticar TEP, comparando sus resultados con la angiografía pulmo-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
A B
B C
Figura 18–2. A, B y C. Cines eco de gradiente a nivel del tronco de la arteria pulmonar
y ambas ramas en las que se demuestran trombos intraluminales.
La técnica conocida como resonancia magnética en tiempo real (RM en TR) con-
siste en imágenes ultrarrápidas con precesión en estado estable (TrueFISP o
SSFP); con ella se obtienen imágenes ponderadas en T2. Cada imagen se obtiene
en 0.4 seg, de tal modo que la vasculatura pulmonar puede visualizarse en las tres
orientaciones en menos de tres minutos sin la necesidad de medio de contraste
ni periodos de apnea (dado que la adquisición de las imágenes se sincroniza con
el movimiento respiratorio del paciente). Esta técnica permite la discriminación
del material embólico y los vasos pulmonares permeables (figuras 18–5, 18–6 y
18–7).
En el estudio de Kluge y col.20 se estudió el valor diagnóstico de la RM en TR
en el diagnóstico de TEP, comparándola con la angiorresonancia pulmonar. Se
incluyó a 39 pacientes con sospecha de TEP. Todos los estudios de RM en TR y
30 de los 39 (77%) de angiorresonancia pulmonar fueron de calidad diagnóstica
308 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 18)
A C
B D
PERFUSIÓN POR RM
A B
Figura 18–4. A. Cine eco de gradiente en plano cuatro cámaras que muestra dilatación
de cavidades derechas con aplanamiento del septum en relación con tromboembolia.
B. Misma proyección postrombólisis en la que se observa aspecto normal de cavidades
derechas.
Figura 18–5. TrueFISP en plano coronal que demuestra obliteración total de la rama
pulmonar derecha en relación con tromboembolia crónica.
310 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 18)
A B
Gadolinio
La incidencia de eventos adversos asociados al gadolinio es de 1.47%; la mayoría
de ellas son leves, y las reacciones severas como la anafilaxis se presentan en
0.0003% de los pacientes.21 Aunque se había pensado que el gadolinio era una
sustancia segura en los pacientes con falla renal, desde 1997 han aparecido repor-
tes de una entidad rara, conocida como fibrosis nefrogénica sistémica, que ocurre
exclusivamente en pacientes con falla renal terminal.10
Según la FDA, el gadolinio se considera un fármaco clase C; cruza rápidamen-
te la barrera placentaria, es removido del torrente sanguíneo fetal por los riñones,
Figura 18–7. TrueFISP rama pulmonar izquierda en la que se observa trombosis aguda.
Resonancia magnética en el diagnóstico y pronóstico... 311
Aproximadamente 90% de los émbolos que causan TEP se originan de las extre-
midades inferiores.24 Alrededor de 79% de los pacientes con TEP tienen eviden-
cia de trombosis venosa profunda (TVP) en las piernas; si la TVP no se detecta,
es probable que el trombo completo se haya desprendido y embolizado.25 El
ultrasonido de miembros inferiores tiene una alta sensibilidad y especificidad en
el diagnóstico de trombosis venosa profunda: 95 y 96%, respectivamente. Esto
es verdad sólo para las venas poplítea, femoral y safena; la evaluación de las ve-
nas iliacas y la vena cava inferior es poco probable con el ultrasonido.26,27 La
venografía indirecta por TC se puede obtener sin la necesidad de administrar
medio de contraste adicional; sin embargo, la radiación a la pelvis es alta, y algu-
nos autores sugieren que sólo se deben adquirir imágenes desde el acetábulo, ya
que la TVP de las venas iliacas es rara.28 La venografía por RM (VRM) tiene ven-
tajas con la ultrasonografía: mejor definición de la vena cava inferior y venas pél-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
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314 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 18)
19
Cateterismo derecho
Mario Enrique Baltazares Lipp, Jorge Ortega Martínez
315
316 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 19)
métrica. Se puede obtener como conclusión que en pacientes con hipertensión ar-
terial pulmonar (HAP) claramente sugieren una dependencia de pos/precarga de
valores pico de dP/dT máx en el VD.
Relación interventricular
La intima relación anatómica del VD y VI, que incluye sus bandas musculares
interrelacionadas, septum interatrial e interventricular común, flujo sanguíneo
coronario y el pericardio, establece una interacción continua entre ambos. La in-
terrelación ocurre tanto durante la sístole como en la diástole, siendo las mayores
características:
pulmón. La HAP determina aumento de la poscarga del VD; por lo tanto, los me-
canismos hemodinámicos incluyen no sólo depresión de la función sistólica del
VD, sino también efectos importantes en la interacción ventricular que directa-
mente afectan la precarga y la contractilidad del VI.
La enfermedad obstructiva crónica representa la situación de sobrecarga de
presión crónica del VD con resultante de cor pulmonale, secundario a hipoxia al-
veolar y factores neurohumorales, con liberación de sustancias vasoactivas y se-
cundariamente la remodelación vascular pulmonar. Sin embargo, los registros
aislados de presión no siempre son predictivos de los efectos adversos sobre la
función sistólica del VD.
Circulación pulmonar
Los vasos sanguíneos pulmonares presentan un rol pasivo en el control del flujo
sanguíneo pulmonar, ya que su función primaria es de transporte de oxígeno y
eliminación de CO2. La circulación pulmonar puede aceptar aumento del gasto
cardiaco si es requerido para mantener la demanda metabólica de tejidos corpora-
les, manteniendo presiones pulmonares bajas. El grosor de las paredes del VD es
de 4 a 5 mm, alrededor de un tercio del grosor del VI; las paredes de la AP contie-
nen ocho capas elásticas con una capa media delgada del músculo liso, sólo una
quinta parte del grosor de la pared de la aorta ascendente. Las fibras musculares
lisas constituyen sólo 2% del grosor total de la pared de la AP, pero constituyen
un porcentaje de la pared después de varias generaciones de subdivisiones de las
ramas de la AP; las arterias pequeñas con grosores de 1 mm a 100 m son relativa-
mente más musculares, en relación a la cantidad relativa máxima de músculo liso
que ocurre en las arterias de 100 a 200 m de diámetro, las cuales están localizadas
cerca de los bronquiolos respiratorios.
La división máxima de la arteria pulmonar son los capilares con diámetro
aproximado de 17 m, los cuales irrigan a 300 millones de alveolos, y estos vasos
se calculan en 100 billones de capilares pulmonares, alrededor de 12 nanómetros
de longitud y 7 a 8 m de diámetro. En contraste, las venas pulmonares de 100 m
a 1 mm de diámetro contienen fibras musculares pobremente organizadas que
contienen gran cantidad de colágena. Las generaciones de las subdivisiones de la
AP son aproximadamente 17 y son 3.6 brazos por cada sistema.
El diámetro de los vasos y su longitud disminuyen aproximadamente 40% por
cada subdivisión sucesiva; esto lleva a un incremento en el área seccional total
de generaciones vasculares sucesivas. Aunque la velocidad y el área seccional
son inversamente relacionadas, la velocidad sanguínea es alta en vasos de con-
ducción grandes, pero se lentifica abruptamente cuando los eritrocitos entran al
capilar pulmonar; la velocidad sanguínea y el capilar son suficientes para permi-
tir un tiempo para el intercambio de gases. El tiempo requerido para que los eri-
trocitos pasen a través del capilar es de 0.75 seg, pero el mayor tiempo de tránsito
ocurre dentro de la regiones del pulmón, donde el flujo está reducido, y en los
capilares grandes de la superficie pleural.
Presión vascular
del pulmón ocupa 10% del volumen corporal total y su altura craneocaudal al-
canza 27 cm (17% de la altura); en posición de pie en reposo, la PAM de la AP
a nivel del hilio es alrededor de 12 cmH2O y en el ápex del pulmón es de 20
cmH2O; aunque la densidad de la sangre es de aproximadamente 1 g/cm3, el ápex
del pulmón sólo será perfundido durante el pico sistólico, cuando la PAP excede
de 20 cmH2O, a menos que la presión de gas alveolar alrededor del capilar pulmo-
nar sea menos que la presión atmosférica, entonces en los sistemas de baja pre-
sión la influencia de la gravedad y la postura juegan un papel importante determi-
nado en el flujo por gramo de tejido pulmonar en cualquier altura pulmonar.
La circulación bronquial derivada de la circulación sistémica puede influir en
parte sobre el pulmón, que es 1 a 2% del flujo pulmonar total donde no existe flujo
sanguíneo pulmonar; las resistencias vasculares en los capilares pulmonares, de-
nominados vasos alveolares, están influenciadas por las relaciones entre la pre-
sión alveolar y la venosa, zonas I–II–III, y es grandemente responsable del gra-
diente de flujo de arriba–abajo del pulmón; el concepto de resistencia vascular
extraalveolar se origina de vasos mayores de los capilares, los cuales, en virtud
del aumento perivascular o tono muscular liso, pueden jugar un papel crítico en
la redistribución del pulmón. Cuatro zonas de flujo sanguíneo están definidas
dentro del pulmón, basadas en las relaciones entre AP media, presión venosa y
presión de gas alveolar.
En la zona I en el ápex del pulmón la presión alveolar (AP) excede la presión
arterial media (PAM) y la perfusión ocurre durante la sístole, cuando la presión
de pulso en el gas capilar excede la presión de gas alveolar. La fuerza de disten-
sión mecánica sobre los capilares localizados en la unión de la pared alveolar
tiende a mantener la abertura de estos vasos cuando la presión de gas alveolar ex-
cede a la presión intravascular; en el límite de estos mismos capilares pulmona-
res, el flujo sanguíneo ocurre en el ápex del pulmón que se predice a partir del
promedio de presión vascular y alveolar. La siguiente región hacia abajo del pul-
món está definida como zona II; en esta zona la PA excede a la presión de flujo
de salida venosa y el flujo sanguíneo está determinado por el gradiente arterioal-
veolar. La compresión de los vasos alveolares ocurre en un punto donde la pre-
sión intravascular es igual a la presión de gas alveolar; aunque la PAP aumenta
1 cmH2O de distancia vertical, en el pulmón el manejo de presión también incre-
menta en igual magnitud en sentido caudal. En la zona III la presión arterial es
mayor que la venosa y mayor que la alveolar y la venosa; aunque la presión vascu-
lar venosa y la arterial son igualmente afectadas por la gravedad, el aumento del
flujo sanguíneo debajo de estas zonas ocurre porque la presión intravascular in-
crementada tanto arterial como venosa reduce las resistencias vasculares pulmo-
nares por distensión o reclutamiento de los vasos. En la zona IV la presión arterial
pulmonar es mayor que la venosa y que la alveolar, y el flujo sanguíneo disminu-
ye en las porciones bajas del pulmón, incluso si el manejo de las presiones para
Cateterismo derecho 323
Antecedentes históricos
Existen reportes de intervenciones cardiológicas con pequeños tubos de metal
desde el año 3000 a.C. en el antiguo Egipto. Es hasta el siglo XIII, con ibn An–
Nafis (Ali ibn Abi al–Harma al–Qurayshi ibn An–Nafis), médico egipcio, que se
describe por primera vez la circulación pulmonar (figura 19–2).
Las vías de acceso para el cateterismo cardiaco derecho (CCD) son a través de
venas femorales, yugulares o cefálicas. Se aplica anestesia local con xilocaína en
un área de 4 cm2, posteriormente con aguja de Seldinger se punciona la vena co-
rrespondiente y se introduce una guía metálica, terumo o teflón y se visualiza con
fluoroscopia para corroborar su colocación intravascular en la vena cava inferior
o superior; inmediatamente se realiza una incisión de 2 mm y se introduce a través
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
RA 21/ 10 /15
registros obtenidos del polígrafo, el cual graba las presiones a través de transduc-
tor de presión conectado al catéter NIH (figuras 19–6 a 19–10).
También se toman gasometrías a nivel de AP y AF para utilizarlas cuando se
realice el perfil hemodinámico con el catéter de Swan–Ganz. Se realizan gasome-
trías seriadas de AP, VD, AD, AI, VCS, VCI y AF cuando existe sospecha de cor-
tocircuito intracardiaco.
Una vez finalizada la angiografía se retira el catéter NIH, se introduce el caté-
ter de Swan–Ganz hasta una rama de la arteria pulmonar de las regiones basales,
se procede a insuflar el globo distal del catéter y se registra la presión de enclava-
miento, que es la presión capilar pulmonar (PCP); se desinfla el globo del catéter
y se retira hasta interlobares para proceder a realizar la medición del gasto cardia-
co con la administración de solución fisiológica en cantidad de 10 mL, por tres
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
I III
14 P–
PA 57/ 25/ 42
P1
I ( 10) F. Re
II
III
RV 53/ 8/ 29 RA ( 40) 14
II III
0) ART (200)
P1
P1
Figura 19–10. Presiones de la arteria femoral con calibración a 200 mmHg. 195/88 con
media de 116 mmHg.
IC + GC + Lńm 2ń min
superficie corporal (m 2)
Normalmente el índice cardiaco debe ser mayor de 2.8 L/m2/min
Fracción de expulsión Porcentaje de sangre que sale del corazón en relación con el volumen
diastólico (Vd)
FE + GS
Vd
332 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 19)
Comentario
Medios de contraste
Hauser en Argentina, inyectando yoduro de potasio para realizar las primeras pie-
lografías en el año 1919. Todos los compuestos actuales derivados del ácido ben-
zoico unido a distintos números de moléculas de yodo son compuestos yodados
hidrosolubles que se originan a partir de los trabajos de Osborne en 1923.
Los medios de contraste son sustancias químicas que, introducidas al organis-
mo, producen cambios en la imagen radiográfica por la atenuación que estas sus-
tancias provocan al bloquear o absorber la radiación ionizante, lo cual permite
diferenciar las distintas estructuras orgánicas.
En base a la osmolaridad del plasma, que es de 300 mOsm, los contrastes no
iónicos tienen una osmolaridad de 290 a 860 mOsm/kg H2O; los iónicos, de 1 200
a 2 400 mOsm/H2O.
Las reacciones sistémicas a medios de contraste iónicos pueden ser expresadas
con una frecuencia de 5 a 12%. En 1/1 000 a 2 000 estudios puede ocurrir una
reacción severa que atente contra la vida del paciente y requiera tratamiento de
inmediato.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Las reacciones al medio de contraste pueden ser de leves a graves o fatales, con
síntomas iniciales como urticaria por liberación de histamina asociada con ansie-
dad. La náusea y el vómito ocurren a los dos minutos de inyectado el medio de
contraste y la duración de la incomodidad depende de la dosis utilizada. La mani-
festación de mayor gravedad al medio de contraste es disminución de la resisten-
cia vascular sistémica con hipotensión, disminución en la presión pulmonar y
arritmias que dan como resultado eventos fatales, acompañadas de choque anafi-
láctico con edema laríngeo, oral, lingual y faríngeo que progresa rápidamente a
obstrucción de la vía aérea y broncoespasmo con repercusión severa sobre la ven-
tilación y la oxigenación, y puede ocurrir en el primer minuto después de la inyec-
ción de 0.1 cm3 de medio de contraste.
También se deben considerar otros factores de riesgo, tales como la edad, en-
fermedades asociadas como la hipertensión, diabetes, colagenopatías, policite-
mia, mieloma múltiple, deshidratación, los alimentos derivados del pescado, in-
suficiencia hepática grave, enfermedad pulmonar con insuficiencia respiratoria,
insuficiencia renal con creatinina mayor a 1.5 mg/mL y otros más.
La única contraindicación absoluta al empleo de los medios de contraste es la
alergia al yodo.
Dosificación
a. Corticosteroides.
b. Antihistamínicos.
c. Agonistas b–adrenérgicos.
REFERENCIAS
1. Lupi E: Ventrículo derecho de la isquemia a la repercusión. 1ª ed. Intersistemas, 2007.
336 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 19)
Desde hace algunas décadas se sabe que la clave en el tratamiento médico adjunto
de la trombosis venosa profunda y la tromboembolia pulmonar es el inicio tem-
prano de terapia anticoagulante;5 esta maniobra (tratamiento) sigue fines preven-
tivos tanto primarios como secundarios, ya que disminuye la presentación y rein-
cidencia de trombosis venosa local y fenómenos tromboembólicos.
En el momento del diagnóstico de TVP o TEP el tratamiento inicial es la anti-
coagulación, administrada vía parenteral con heparina no fraccionada o bien he-
339
340 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 20)
parinas de bajo peso molecular, seguido de tratamiento vía oral6,7 siempre y cuan-
do no existan contraindicaciones (cuadro 20–1); posteriormente el tratamiento
crónico es la anticoagulación, preferentemente vía oral.
HEPARINA NO FRACCIONADA
Cuadro 20–2. Evidencia científica del uso de las heparinas de bajo peso
molecular en trombosis venosa profunda y tromboembolia pulmonar
Fármaco Peso Estudios en prevención primaria y tratamiento de trom-
molecular (Da) boembolia pulmonar y trombosis venosa profunda
Reviparina 4 000 Galilei Investigators;78 Lassen y col.79
Enoxaparina 4 200 Leclerc y col.;80 Spiro y col.;81 Fauno y col.53
Tinzaparina 4 500 Hull y col.;82 Hoppensteadt y col.83
Nadroparina 4 500 Simmoneau y col.;84 Tosetto A.85
Ardeparina 6 000 RD Heparin Group;54 Levine y col.86
Dalteparina 6 000 Schutgens y col.;87 Kucher y col.88
Da = Dalton.
Tratamiento de la trombosis venosa profunda y tromboembolia... 345
el diagnóstico
12 a 18 U/kg/h catálisis de la
Subcutánea: inactivación
35 000 U/día divididas en dos del factor IIa,
dosis Xa, XIa y XIIa
nto de
Heparinas de bajo peso molecular
En el momen
Dalteparina 100 U/kg dos veces al día ] +++ Unión a anti-
trombina y ca-
m
Enoxaparina 100 U/kg dos veces al día ] tálisis de la
inactivación
E
Nadroparina 90 U/kg dos veces al día ] del factor Xa.
Actividad
Tinzaparina 175 U/kg/día ] iX y anti-
antiXa i
IIa
Pentasacáridos
Fondaparinux Profilaxis: ++ Inhiben direc-
2.5 mg/día SC tamente el
Trombosis venosa profunda: factor Xa
7.5 mg/día SC Unión a anti-
trombina
Inhibidores directos de trombina
Ximelagatran Oral +++ Unión directa No existe
a la trombina evidencia
Melagatran Intravenosa ++ ólid que
sólida
sustente su
uso rutinario
Dabigatran Oral –
en trombosis
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
venosa pro
pro-
Lepirudina Intravenosa + funda o
tromboem-
Bivalirudina Intravenosa + bolia pulmo-
nar
Antagonistas de la vitamina K
Warfarina Oral " Interferencia Al inicio del
Dosis variable con cada pacien- en la g–carbo- tratamiento
te. Iniciar de forma conjunta con xilación de la parenteral
un anticoagulante parenteral activación de
hasta lograr INR 2.0 a 3.0 du- los factores
rante dos o tres días consecuti- de coagula-
vos; monitoreo con INR y ajuste ción depen-
de dosis para alcanzar la dosis dientes de
de mantenimiento vitamina K
] Dosis mostrada en unidades antiXa; SC = subcutánea.
346 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 20)
lace, éste se presenta en 1.4% de los 1 023 pacientes con HBPM comparado con
2.3% de 928 pacientes del grupo de HNF (razón de momios 0.67 IC 0.36 a 1.27,
p = NS); hubo una franca tendencia al sangrado menor en los pacientes con HNF
comparado con la HBPM, pero sin significancia estadística (6.8 vs. 5.5%, respec-
tivamente; razón de momios 1.08 IC 0.73 a 1.59).
Un hallazgo importante en este metaanálisis es que no se encontró asociación
de una evolución mejor o peor con algún preparado de las diferentes heparinas de
bajo peso molecular.44
Llama la atención que las revisiones sistemáticas hechas recientemente mues-
tran un beneficio menor al reportado en las revisiones hechas años atrás; en parte
se explica por la calidad de la metodología en los ensayos clínicos más recientes,
en que prácticamente no se utilizan controles históricos y se recurre al cegamien-
to de la asignación aleatoria como herramienta para disminuir los errores siste-
máticos en este tipo de estudios. Es verdad que hacen falta metaanálisis cuantita-
tivos que tengan validez interna con base en la homogeneidad de estudios
incluidos; sin embargo, la evidencia hasta ahora es contundente, y está claro que
las HBPM son al menos tan efectivas como la HNF en pacientes con TVP y TEP.
Existe evidencia sólida en la prevención primaria; hay diversos estudios con
diferentes fármacos que demuestran la asociación de bajas posibilidades de trom-
bosis venosa en pacientes quirúrgicos de alto riesgo.46 En el momento actual, el
uso de estos fármacos con dicho fin es rutinario, ya que la administración de una
dosis al día SC es tan segura y eficaz como el régimen de HNF SC en dosis bajas
en dos o tres aplicaciones. En las cirugías ortopédicas también se aplica para la
prevención de trombosis venosas y tromboembolia pulmonar; en la cirugía de ca-
dera y rodilla los resultados muestran una reducción del riesgo de hasta 79%, sin
diferencias en los eventos de sangrado mayor cuando se inician entre 12 y 24 h
del posoperatorio.47–49 Han sido estudiados prácticamente todos los fármacos
pertenecientes a este grupo y se han comparado con diversas maniobras del grupo
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Grupos especiales
mostró una tendencia a mayor tasa de eventos de sangrado mayor (1.7 vs. 0%).64
Basándose en estos resultados, es evidente que se realizarán ensayos clínicos
controlados cegados con asignación aleatoria fase III para tener evidencia sufi-
ciente para aceptar o rechazar su uso.
más están aprobados por la Federal Drug Administration (FDA) de EUA bajo
indicaciones precisas.
A diferencia de la HNF, HBPM y los pentasacáridos que actúan catalizando
la vía natural de inhibición de trombina a través de la antitrombina o el cofactor
II de heparina, los IDT se unen directamente a la trombina y por ello bloquean
la interacción con sus sustratos, cuyo efecto final es la falta de formación de fi-
brina, además de la activación mediada por trombina de los factores V, VIII, XI,
XIII y de la agregación plaquetaria inducida por trombina.65
Las hirudinas son péptidos que tienen acción inhibitoria bivalente, pues se
unen a la trombina tanto en su sitio activo como en el sitio de unión de fibrina,
formando un complejo irreversible de hirudina–trombina. Se depuran vía renal
y su vida media es de 90 a 120 min cuando se administran vía intravenosa, o de
120 a 180 min cuando es subcutánea; no tienen un antagonista conocido. Las hi-
rudinas disponibles son la desirudina y la elpirudina. Esta última está aprobada
para el tratamiento de la trombocitopenia por heparina. Existe un compuesto sin-
tético análogo de la hirudina, la bivalirudina, que se separa de la trombina progre-
sivamente dejando su sitio activo libre, con una vida media de 25 min; tiene depu-
ración renal. Ninguna de ellas se une a las proteínas plasmáticas.66
El argatroban es univalente, inhibe de forma competitiva y reversible el sitio
activo de la trombina libre y la unida a fibrina. Se metaboliza en el hígado y su
vida media es de unos 45 min.
Se administran por vía intravenosa y sólo la lepirudina y la desirudina se pue-
den aplicar también vía subcutánea.
Los IDT que se pueden administrar vía oral son el ximelagatran y el dabiga-
tran, y su metabolito, el melagatran, vía parenteral.
Existen múltiples escenarios clínicos cardiovasculares donde está indicado el
uso de este tipo de anticoagulantes (síndrome coronario agudo, intervencionismo
coronario percutáneo, trombosis arterial); sin embargo, para la prevención pri-
maria del tromboembolismo venoso se ha estudiado el ximelagatran vía oral, ya
sea solo o en combinación con melagatran subcutáneo, en los pacientes someti-
dos a cirugía ortopédica; al compararse con enoxaparina, la proporción de even-
tos de tromboembolismo venoso (TVP con o sin TEP) fue mayor en el grupo del
IDT (7.9 vs. 4 a 6%).67 El estudio METHRO III68 probó la eficacia del melagatran
seguido por ximelagatran intravenoso vs. enoxaparina en el preoperatorio de ci-
rugías ortopédicas, y no se demostró diferencia en las proporciones de eventos
tromboembólicos (31 vs. 27.3%, diferencia de 3.7% a favor de la enoxaparina,
p = 0.053), mientras que el estudio EXPRESS69 a pacientes con cirugía ortopédi-
ca sometidos aleatoriamente a un grupo con melagatran/ximelagatran o a enoxa-
parina prequirúrgica y posquirúrgica demostró la eficacia del régimen de los IDT
sobre la enoxaparina para el desarrollo de eventos tromboembólicos mayores o
menores (p < 0.001 para ambos desenlaces); sin embargo, los eventos de sangra-
Tratamiento de la trombosis venosa profunda y tromboembolia... 351
ANTAGONISTAS DE LA VITAMINA K
debe ser frecuente, y ajustar las dosis basándose en ello. El tiempo de protrombina
(TP) es un ensayo de laboratorio muy útil y sensible; sin embargo, se observó que
la variación en los países es grande y esto ocasionó grandes inconsistencias en
el rango óptimo de TP; por ello la Organización Mundial de la Salud instituyó una
prueba estándar, el rango internacional normalizado (INR, por sus siglas en in-
glés), calculado sobre parámetros que cada laboratorio calibra en sus productos.
La warfarina es el fármaco usado mundialmente en la actualidad y tiene indi-
caciones en múltiples patologías, por lo que la evidencia es amplia.
La warfarina puede usarse desde el primer día de manera conjunta con la HNF
o HBPM hasta lograr un INR de 2.0 a 3.0 durante dos días consecutivos; por lo
general este proceso tarda entre cuatro y cinco días. La estrategia recomendada
es iniciar con la dosis de mantenimiento esperada y tomar control de INR a los
tres a cinco días con ajuste de la dosis; al lograr los niveles deseados, continuar
352 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 20)
ticas y que sus dosis sean constantes, además de que el perfil de seguridad es un
elemento indispensable. Quizá ésta sea la razón por la cual se han probado todos
los medicamentos que se han descrito en este capítulo sin tener evidencia de que
alguno cumpla con todos los requisitos. Es evidente que hace falta probar más los
fármacos que estén en fases tempranas de experimentación y desarrollar nuevas
moléculas que tengan las propiedades antes descritas. El clínico debe siempre
ofrecer al paciente la mejor opción que esté disponible, tomar en cuenta las indi-
caciones y contraindicaciones y, sobre todo, asegurarse de que se tenga el efecto
deseado con vigilancia estrecha de los potenciales efectos indeseables y compli-
caciones.
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INTRODUCCIÓN
361
362 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 21)
APOYO HEMODINÁMICO
APOYO RESPIRATORIO
Heparina no fraccionada
La anticoagulación oral se debe iniciar uno o dos días después de iniciada la ad-
ministración de HNF o HBPM. La infusión de HNF se debe mantener durante
cuatro o cinco días y escalar los anticoagulantes orales hasta alcanzar un índice
normalizado internacional (INR) terapéutico, casi siempre entre 2.0 y 3.0, ya que
los antagonistas de la vitamina K inducen un estado de hipercoagulabilidad tran-
sitorio por la vida media corta de las proteínas S y C en comparación con otros
factores de coagulación (II, VII, IX y X). Algunos pacientes son extremadamente
sensibles a pequeñas dosis de warfarina, debido a una mutación genética que cau-
sa una disminución en el metabolismo del enantiómero–S de la warfarina. El in-
cremento del INR puede ser manejado con la suspensión temporal del anticoagu-
Tratamiento de la tromboembolia pulmonar aguda 365
requirieron un solo control sanguíneo cada dos meses. La warfarina redujo dos
tercios la frecuencia de eventos recurrentes. Todos los subgrupos beneficiados
incluyeron pacientes con factor V de Leiden o con mutación del gen de protrom-
bina. De acuerdo con las pruebas actuales se recomienda la anticoagulación du-
rante un plazo de seis meses en pacientes con TEP atribuible a la cirugía o a trau-
ma. La mayoría de los otros pacientes requieren terapia durante un periodo
indefinido.
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368 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 21)
369
370 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 22)
A B
Figura 22–1. A. Angiograma pulmonar de una paciente con TEP masiva. B. Resultado
24 h después de la trombólisis. Cuando la paciente se hospitalizó tenía una semana de
evolución con disnea y 72 h en insuficiencia cardiaca III por fatiga y disnea, así como
TA 90/60 mmHg con FC 110/min.
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23
Nuevos horizontes en la
medicación antitrombótica
Manuel R. Morales Polanco, Rebeca Salinas Tenorio,
Enrique Gómez Morales
INTRODUCCIÓN
377
378 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 23)
go periodo sin renovación, en los últimos años ha ocurrido una verdadera explo-
sión en el desarrollo de nuevos medicamentos para prevenir y tratar trombosis y
embolias con mayor eficacia y seguridad.
Es importante destacar que su desarrollo ha necesitado una elevada inversión
económica y un fuerte compromiso de la industria farmacéutica a lo largo de mu-
chos años de trabajo, y que su avance sigue la misma estrategia en todos los anti-
coagulantes de nueva generación. Comienza con estudios de fase I en voluntarios
sanos una vez obtenidas las pruebas de eficacia y seguridad en estudios preclíni-
cos experimentales. Luego, estudios de fase II permiten definir la dosis óptima
para diferentes indicaciones. Para este fin, los estudios para prevención de la
tromboembolia venosa (TEV) después de cirugía ortopédica mayor son el mode-
lo clínico utilizado con más frecuencia. Sin tromboprofilaxis, la trombosis veno-
sa profunda (TVP) sintomática o no y la tromboembolia pulmonar (TEP) compli-
can de 50 a 75% cirugías ortopédicas como reemplazo de cadera o rodilla, y las
de fracturas de cadera. La venografía sigue siendo el método más importante para
demostrar la eficacia de los anticoagulantes en desarrollo, pero, como es un méto-
do invasivo, en esta fase la eficacia también se puede demostrar, en grupos peque-
ños de pacientes, con imágenes obtenidas por otros métodos. El periodo posope-
ratorio también sirve para detectar sin dilación las complicaciones hemorrágicas
atribuibles al medicamento en estudio, sobre todo cuando su frecuencia es ina-
ceptable. Los estudios fase III corresponden a investigaciones controladas de
grupos grandes de pacientes en los que se valoran la profilaxis (prevención pri-
maria) y el tratamiento (prevención secundaria); se diseñan para demostrar la su-
perioridad o no inferioridad de un nuevo compuesto en comparación con los me-
dicamentos tradicionales, tomando en cuenta su eficacia y seguridad. En esta fase
no se incluyen pacientes con alto riesgo de TVP o TEP en ausencia de profilaxis,
como son los portadores de prótesis cardiacas mecánicas, porque una dosis inade-
cuada o un efecto no conocido del nuevo medicamento podrían ser funestos.3
TROMBOSIS ARTERIALES
Activación
Trombina
PAR1 ADP
TXA 2
TXA2R P2Y112
TXA 2 TXA 2
aIIbb3 Plaqueta
Fibrinógeno
integrina ADP ADP
GPIba–
Fibronectina GPIX–GPV
a2b1
integrinas Adhesión
Factor
von Willebrand
Colágena
Agregación
inhibidores de aIIbb3, integrina
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
abciximab, eptifibatide
FT
VIIa
Inicio
IXa IXa
VIIIa VIIIa
XIa
Amplificación AT
Trombina
Formación del coágulo
Fibrina
Polimerización de fibrina
Fibrinólisis Plasmina aTP
Lisis de fibrina
Figura 23–2. El factor tisular (FT) inicia la coagulación al romperse la integridad vascu-
lar. El complejo FT–FVIIa activa los FIX y X, pero es inactivado por el inhibidor plasmá-
tico del FT al formarse un complejo cuaternario FT–VIIa–Xa–IPFT. Los factores Xa y Va
forman la protrombinasa, que transforma la protrombina en trombina. Ésta es esencial
en la cascada, pues convierte al fibrinógeno en fibrina, que forma el coágulo y regula
a la propia cascada, amplificándola al activar los factores V, VIII y XI.
Factor tisular
Factor VIIa
IPFT
IXa
Xa
VIIIa
Va
PCa
AT
PS TM
Trombina
Fibrina
Polimerización de fibrina
Fibrinólisis Plasmina aTP
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Degradación de fibrina
Indudablemente los anticoagulantes han salvado muchas vidas, pero los episo-
dios hemorrágicos desastrosos son el temor más importante durante su empleo
384 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 23)
tanto para pacientes como para clínicos, y muchos médicos son ambivalentes res-
pecto a su empleo, en especial de los AVK. Con los anticoagulantes disponibles
(AVK y H), la diferencia entre la dosis útil para evitar la trombosis y la que pro-
voca sangrado es muy pequeña y, parafraseando los términos empleados en la
medicina basada en evidencia, los números necesarios para tratar y los números
necesarios para dañar son muy cercanos; de ahí que su empleo irreflexivo o ina-
propiado resulte peligroso en vez de ofrecer bienestar. Con los cumarínicos en
las mejores manos, la incidencia de “sangrados mayores” es de 2 a 4%, cifras que
deben sopesarse en contra del riesgo de trombosis. Por ejemplo, si sólo existe fi-
brilación auricular, la incidencia de embolia es inferior a 2%, pero si en un pacien-
te concurren factores como insuficiencia cardiaca, diabetes, hipertensión, edad
avanzada, historia previa de trombosis cerebral o isquemia cerebral transitoria,
el riesgo aumenta entre 5 y 12%. Cerca de 8% de pacientes de 75 años de edad
o más tienen fibrilación auricular, pero por el riesgo de sangrado y otras desventa-
jas de los AVK se sabe que muy pocos reciben una terapéutica antitrombótica
adecuada.4,10 Los nuevos anticoagulantes deben ser capaces de ampliar la venta-
na terapéutica de manera segura.
ANTAGONISTAS DE LA VITAMINA K
Los AVK empleados con frecuencia son derivados cumarínicos (warfarina, ace-
nocumarina y fenprocumadina) y en algunos países todavía se encuentran deriva-
dos de indanediona. A la fecha son los únicos anticoagulantes utilizables por vía
bucal. Su introducción en la medicina ocurrió durante la Segunda Guerra Mun-
dial, sin seguir las estrictas guías de desarrollo y utilización actualmente en boga.
Se obtuvieron gracias a la observación de que el ganado vacuno moría por sangra-
do después de ingerir cierto tipo de trébol dulce, lo que permitió su descubrimien-
to y después su purificación. Sus propiedades anticoagulantes han sido explota-
das en dos áreas: como rodenticidas (los roedores mueren por sangrado interno)
y como agentes terapéuticos en la medicina humana. Disponer de un agente anti-
coagulante tomado era condición importante para el desarrollo de la cirugía car-
diovascular: p. ej., para el reemplazo de válvulas cardiacas dañadas por válvulas
mecánicas trombogénicas era necesario emplear anticoagulación sistémica sos-
tenida, lo que se logró con los AVK.9
Los cumarínicos interfieren en el hígado con la g–carboxilación dependiente
de la vitamina K de los factores plasmáticos II, VII, IX y X, y también de las pro-
teínas antitrombóticas naturales C y S. Por los cumarínicos, los factores mencio-
nados adquieren características disfuncionales y no forman complejos con Ca++
y fosfolípidos. Los AVK son anticoagulantes potentes; utilizados en una variedad
de condiciones, sus desventajas bien conocidas, hemorrágicas, limitan su em-
pleo. Pero como además tienen una ventana terapéutica muy estrecha, respuesta
biológica impredecible e interacciones con numerosos medicamentos, alimentos
y otros factores que aumentan o disminuyen su eficacia, su empleo debe hacerse
con un riguroso control de su efecto anticoagulante. Para tal fin se utiliza el tiem-
po de protrombina (TP) expresado en la relación internacional normalizada
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
NUEVOS ANTICOAGULANTES
FT/FVIIa
IFT
PANc2
FVIIai
X IX
PCa
TM soluble
Fondaparinux
Va Idraparinux
Xa DX–9065
Razaxaban
Rivaroxaban
LY–51, 7717
II
IIa Hirudina
Bivalirudina
Argatroban
Ximelagatran
Melagatran
Dabigatran
Fibrinógeno Fibrina
Figura 23–4. Vías de la coagulación y sitio blanco de los nuevos anticoagulantes. PCa:
proteína C activada; TM: trombomodulina; IFT: inhibidor del factor tisular; PANc2: pép-
tido anticoagulante de nemátodos; FVIIai: inhibidor del sitio activo del FVII.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
PENTASACÁRIDOS
SPORTIF III).24,25
En tales ensayos las propiedades anticoagulantes fueron muy eficaces y, en
conjunto, los episodios trombóticos y hemorrágicos observados no fueron signi-
ficativamente diferentes respecto a los que ocurrían con la terapéutica antitrom-
bótica estándar.
En sólo 6 a 9% de los pacientes que lo emplearon se observó aumento de ami-
notransferasas, que en la mayoría fue asintomático y reversible aunque continuó
la administración del medicamento. Sin embargo, algunos pacientes desarrolla-
ron insuficiencia hepática aguda, casos clínicos que recibieron mucha difusión
y dieron pie a que su empleo se suspendiera de manera universal, a pesar de que
se trataba de un compuesto que ya había sido registrado y aceptado en numerosos
países para la profilaxis de trombosis posquirúrgica. Fue en ese momento cuando
la industria farmacéutica, las autoridades regulatorias y la comunidad médica
392 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 23)
científica confrontaron los elevados riesgos y costos que se deben asumir para el
desarrollo de nuevos medicamentos y en particular los anticoagulantes.3,22
Otro compuesto, el dabigatran etexilato, es un promedicamento anticoagulan-
te; administrado por vía bucal se convierte en dabigatran, producto que funciona
inhibiendo directamente a la T; su vida media plasmática aproximada de 15 h per-
mite aplicarlo una vez al día. Su valoración se ha efectuado en estudios fase II
en pacientes con reemplazo total de cadera o rodilla (BISTRO II), y también se
está usando en estudios fase III para tratamiento de TEV aguda (RECOVER),
prevención de TEV (REMEDY) y de las embolias de origen cardiaco en pacien-
tes con fibrilación auricular no valvular (RELY).26
Sin importar su forma de acción (figura 23–4), los nuevos anticoagulantes inva-
riablemente causarán sangrado, ya sea dentro de la ventana terapéutica o por so-
bredosificación.27 El riesgo de esta complicación sólo se precisará hasta que tales
medicamentos estén a disposición de los clínicos y es probable, como ya se ha
dejado entrever, que su control sea más complejo que con los anticoagulantes tra-
dicionales, pues tanto H como AVK tienen antídotos efectivos.
Las complicaciones hemorrágicas deben considerarse como muy importantes
por su potencial para provocar cierto grado de morbimortalidad, juzgarse por su
intensidad y localización, comorbilidad, empleo concomitante de medicamentos
(especialmente antiagregantes plaquetarios) y dosis y tipo del anticoagulante de
que se trate. Valorada su intensidad, hay que determinar las repercusiones del me-
dicamento sobre la cascada de la coagulación con marcadores de su actividad,
como las proteínas blanco (nivel de factor Xa) o el contenido plasmático del pro-
ducto involucrado. Al mismo tiempo hay que intensificar el tratamiento de la co-
morbilidad existente, interrumpir fármacos capaces de interferir con la hemosta-
sia y en seguida decidir el empleo de transfusiones de plasma o sus fracciones si
existe una deficiencia concreta. Por último, se puede considerar el uso de agentes
prohemostáticos inespecíficos como desmopresina, inhibidores de la fibrinólisis
(ácidos épsilon–aminocaproico o tranexámico) y concentrados del factor VIIa
recombinante (FVIIar) sólo cuando la integridad o la vida del paciente estén en
peligro.
El efecto anticoagulante de HE y HBPM puede ser cohibido con protamina3,10
y el plasma o concentrados de factores pueden revertir el efecto de los AVK.4,9
En relación con los inhibidores del factor VIIa y la vía del FT como el péptido
C2 anticoagulante de nemátodos, éste se relaciona con prolongación mínima del
Nuevos horizontes en la medicación antitrombótica 393
ción definitiva para emplearlo, en caso de sangrado provocado por los nuevos an-
ticoagulantes deberá esperar la publicación de investigaciones clínicas adecua-
das.
CONCLUSIONES
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Sección VI
Tratamiento no
farmacológico
entre 37 500 y 43 750, con un estimado de 250 000 pacientes hospitalizados por
año de EP. A través de las tres últimas décadas se ha observado una declinación
en todos los grupos étnicos, edad y género. Finalmente, cabe mencionar que la
tasa de mortalidad en el grupo étnico de afroamericanos es mayor en el sexo mas-
culino, seguido de mujeres del mismo grupo etario, posteriormente hombre de
raza blanca, mujer blanca y finalmente de hombres y mujeres de otros grupos ét-
nicos, tales como latinos y asiáticos.1,2
La embolia pulmonar y la trombosis venosa profunda representan el espectro
de una enfermedad. Los coágulos se forman habitualmente en las venas profun-
das de las pantorrillas, incluyendo las venas poplíteas, y migran a las venas proxi-
males con mayor probabilidad de embolizar a la circulación pulmonar. Cabe
399
400 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 24)
mencionar que, a mayor calibre de las venas donde se forma el trombo, la magni-
tud del embolismo pulmonar es de mayor gravedad, es decir, los coágulos que se
forman en las venas femorales, iliacas o incluso la vena cava pueden desencade-
nar eventos mortales de EP masiva. Alrededor de 79 a 90% de los pacientes que
presentan EP tienen evidencia de trombosis venosa profunda; contrariamente,
50% de los pacientes con TVP proximal presentan EP.
Los factores de riesgo para la enfermedad tromboembólica están bien defini-
dos e incluyen cirugía (particularmente pélvica y ortopédica), trauma, pacientes
hospitalizados, malignidad, enfermedades neurológicas y la presencia de estados
de hipercoagulabilidad, entre otros.3,4
La anticoagulación sistémica es la terapia de elección para todas la formas de
tromboembolismo venoso. Generalmente, los estudios sobre terapia anticoagu-
lante en EP se han reportado en fase aguda, con una tasa de recurrencia de 3 a 5%,
situación asociada a alta mortalidad. La anticoagulación previene la extensión
del trombo, así como la recurrencia temprana y tardía, tanto de la TVP como de
la EP. Existen múltiples terapias médicas disponibles para el tratamiento de la EP
en fase aguda. Sin embargo, no todos los pacientes son candidatos para la anticoa-
gulación. Sin anticoagulación los pacientes con TVP están en alto riesgo de desa-
rrollar EP, que llega a ser mortal hasta en 25% de los casos.5
Los filtros de vena cava (FVC) son una alternativa o estrategia terapéutica usa-
da en aproximadamente 15% de los pacientes con TVP. Las indicaciones prima-
rias para la colocación de dispositivos intravasculares en vena cava incluyen:
contraindicación para anticoagulación, complicaciones tales como sangrado ma-
yor durante la anticoagulación y recurrencia mientras el paciente está recibiendo
terapia anticoagulante adecuada. Los filtros algunas veces son colocados en casos
de EP masiva, o cuando se considera que el émbolo puede ser mortal, particular-
mente si la terapia fibrinolítica está contraindicada. Los filtros son efectivos para
reducir la incidencia de EP, aunque puede incrementar la incidencia subsecuente
de TVP; además, estos dispositivos no han demostrado incremento en la sobrevida.
La efectividad de los FVC permanentes en EP fase aguda en pacientes con
TVP fue reportada por Decousus y col.,6 quienes mencionan que la incidencia de
EP registrada desde el inicio al 12 día fue de 1.1% en pacientes con filtro y 4.8%
en aquellos a los que no se les colocó FVC; la mortalidad en el mismo lapso en
pacientes con filtro fue de 0% y sin el dispositivo fue de 2%.7
Figura 24–1. Vena cava Inferior izquierda con trayectoria cefalocaudal en su desembo-
cadura en la aurícula derecha.
vena renal izquierda. Las venas renales se unen a nivel de L1–L2. La vena renal
derecha presenta un curso más corto y habitualmente está situada caudalmente.
La vena renal izquierda es más larga y habitualmente cruza anterior a la aorta. A
nivel de las venas renales, la VCI transcurre posterior a la cabeza del páncreas,
entonces asciende hasta alcanzar el borde posterior del hígado, atraviesa el dia-
fragma y se curva hacia delante y adentro hasta desembocar en la región poste-
roinferior de la aurícula derecha. Su diámetro oscila entre 2 y 3 cm, pero presenta
dos ensanchamientos, uno a nivel de las desembocadura de las venas renales y
el otro se halla situado en la desembocadura de las venas suprahepáticas.
Las variaciones anatómicas que involucran a la VCI se distribuyen equitativa-
mente entre la población general, reflejando las variaciones en la involución o
persistencia de las venas cardinales. Estas condiciones pueden ser importantes,
ya que alteran la inserción del filtro en 3 a 15% de los pacientes.
La duplicación de la vena cava se observa en 0.2 a 3% de los individuos. Cuan-
do esta anormalidad esta presente, usualmente la VCI izquierda es más pequeña
que la derecha; la demostración de esta anormalidad es importante para la deter-
minación de la colocación del filtro. En presencia de VCI duplicada, la coloca-
ción del filtro en la VCI derecha es potencialmente inadecuado para la preven-
ción de embolismo pulmonar.8
La transposición de VCI se observa en 0.2 a 0.5% de los individuos. En expe-
riencia del Instituto Mexicano de Enfermedades Respiratorias se ha observado
vena cava inferior izquierda única.
Filtros de vena cava 403
Revisión histórica
en límite máximo de apertura del filtro; p. ej., el diámetro en la base del filtro
Greenfield es de 2.8 cm y en el Günther tulip es de 3.0 cm, en el Vena tech < 3.5
mm, en el Simon < 2.4 mm, en el Bird’s nest para cavas mayores de 30 mm; en
ocasiones el diámetro oblicuo es menor al diámetro de apertura y es posible colo-
car el filtro en la vena cava, aunque en proyección AP el diámetro se encuentre
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Cuadro 24–5. Tipo de filtros insertados a nivel de VCI en relación con el género
Género Günther tulip Greenfield Bird’s Nest Trapease Vena Tech Totales
Masculino 25 6 3 0 3 37
Femenino 20 10 0 1 1 32
Subtotal 45 16 3 1 4 69
CONCLUSIONES
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
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416 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 24)
25
Tratamiento intervencionista
en la tromboembolia pulmonar
Yoloxóchitl García Jiménez
INTRODUCCIÓN
417
418 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 25)
fue el de Stein y col. (catéter Kensey).7 Hoy en día existen tres tipos de técnicas
inquienestervencionistas disponibles para remover o fragmentar el trombo pul-
monar: trombectomía por aspiración, fragmentación y trombectomía reolítica
(cuadro 25–1).
La trombectomía por aspiración se realiza a través de una jeringa con succión
sostenida que se aplica a la punta del catéter haciendo un vacío y que permite la
remoción del trombo. Los dispositivos de fragmentación suelen ser catéteres
convencionales (p. ej. Pigtail), que con el movimiento manual permiten la dis-
persión del trombo; en algunas ocasiones se utilizan con guías sobre las cuales
son rotados los catéteres. Otros dispositivos de fragmentación son el catéter Am-
platz (Microvena Corp., White Bear Lake, Minnesota), que tiene en la punta una
turbina que permite la homogeneización del trombo (figura 25–1), y el Aspirex
(Straub Medical, Suiza), que en la parte central tiene un coil rotacional de alta
velocidad que aspira, macera y remueve el trombo a través de un puerto de aspira-
ción en la punta. Los catéteres de trombectomía reolítica (Angiojet, Possis Medi-
cal Inc., Minneapolis, Minnesota; Hydrolyser, Cordis Corp., Miami, Florida; y
Tratamiento intervencionista en la tromboembolia pulmonar 419
Flujo
sanguíneo
Fragmentación
del trombo Turbina
Figura 25–1. Diagrama que muestra el mecanismo de fragmentación del catéter Am-
platz. En la punta del catéter hay una turbina que permite la fragmentación del trombo.
Efecto
Venturi
Inyección de
solución salina
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
y heparina
a presión
Drenaje del
trombo
fragmentado
Figura 25–2. Diagrama que muestra el mecanismo de acción de los catéteres de trom-
bectomía reolítica. Por la línea gris oscuro se inyecta solución salina a alta presión para
provocar la salida de solución por la punta del catéter a altas velocidades produciendo
un mecanismo de baja presión (efecto Venturi). Esto produce la fragmentación del trom-
bo y por el doble lumen (flechas superiores) se permite la evacuación de los fragmentos.
420 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 25)
Un metaanálisis reciente8 que estudió estas tres técnicas reportó que el éxito
clínico obtenido con el catéter de Greenfield fue de 81% cuando se utilizó solo
y de 100% en combinación con un agente trombolítico. Los catéteres de fragmen-
tación (sin fibrinolíticos) fueron reportados en muy pocos casos. Los catéteres
angiográficos estándar (Pigtail) tuvieron un éxito clínico de 71% asociados con
fibrinolíticos sistémicos y de 95% con infusión de fibrinolíticos locales.
El éxito con los dispositivos de trombectomía reolítica fue variable. Con el ca-
téter Amplatz fue de 88% cuando se utilizó solo y de 100% asociado a agentes
trombolíticos; con el catéter AngioJet el éxito fue de 75% cuando se utilizó solo
y de 87% asociado con trombolíticos locales, y con el catéter Hydrolyser el éxito
fue de 95% asociado con trombolíticos locales o sistémicos.
Las complicaciones principales se relacionaron con sangrado. El sangrado
menor ocurrió en 8% de los pacientes en todos los grupos; el sangrado mayor en
2%, considerando sólo el sangrado en el sitio de punción. No fue factible determi-
nar la mortalidad en este estudio ni otras complicaciones relacionadas con el pro-
cedimiento, excepto en un paciente en quien se documentó perforación del ven-
trículo derecho con el catéter de Greenfield; sin embargo, esto limita los
resultados del estudio.
Se sugiere que el uso de estos dispositivos sea sólo para tratar oclusiones de
arterias pulmonares principales o lobares, a fin de disminuir el riesgo de perfora-
ción o disección de los vasos.
Aunque los resultados de éxito sobrepasan 70% con las tres técnicas, siguen
los estudios a fin de poder normar las indicaciones del uso de cada dispositivo en
los diferentes contextos clínicos de la tromboembolia pulmonar.
DISPOSITIVOS DE FRAGMENTACIÓN
Figura 25–3. Imagen que muestra la punta del catéter Amplatz (ampliación). Se obser-
van las aspas de la turbina y los orificios laterales que permiten la salida del trombo frag-
mentado. Tomado de: Hong Kong Society of Minimal Access Surgery, http://www.
hksmas.org/images/g0602kx.jpg.
422 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 25)
Figura 25–4. Catéter de fragmentación Pigtail, montado sobre una guía 0.035” que per-
mite el giro del catéter en 180_. Tomado de: SCIELO Brasil Scientific Electronic Library,
http://www.scielo.br/img/revistas/abgc/v88n3/a05fig01.gift.
mmHg, p < 0.05), así como una mejoría en el estado hemodinámico. El por-
centaje promedio de recanalización fue de 33.6 " 12.6%. En el grupo de
no interferencia este porcentaje fue de 32.9 " 11.8%, y en el de interferen-
cia (5 pacientes) fue de 36.4 " 15%. Hubo 3 defunciones por falla cardiaca
derecha a pesar de una recanalización exitosa. No hubo eventos adversos
en el resto de los pacientes en las siguientes 48 h, considerándose un éxito
clínico del procedimiento 9 de los 17 casos a las 48 h. En el seguimiento a
14 días un paciente falleció por falla multiorgánica múltiple y sepsis, y hubo
una mortalidad total de 20%. Este estudio demostró que la intervención sin
fibrinólisis ofrece buenos resultados sobre todo en aquellos pacientes en
quienes el uso de estos fármacos está contraindicado y, a pesar de una mor-
talidad de 20%, ésta es menor que en los pacientes en quienes no se realiza
ningún procedimiento (mortalidad hasta de 65% en pacientes con reanima-
ción cardiaca).
c. Aspirex: este dispositivo fue diseñado para pacientes con tromboembolia
pulmonar masiva en arterias con calibre de 6 a 14 mm. Tiene las propieda-
des de fragmentar y aspirar el trombo, con su subsecuente remoción. El me-
canismo es a través de un coil rotacional de alta velocidad (32 500 rpm)
dentro del cuerpo del catéter, que crea una presión negativa a través de un
puerto de aspiración en forma de “L” en la punta del catéter, para lo cual se
requiere un introductor de 11 Fr (figura 25–5). En el año 2005 se estudió
la eficacia y seguridad de este dispositivo en animales,22 además de estudios
Guía
Puerto de
aspiración
Espiral rotatoria
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 25–5. Dispositivo de trombectomía Aspirex 11 Fr. La espiral rotatoria que se en-
cuentra en la punta permite la fragmentación del trombo y la forma de “L” la aspiración
de sus fragmentos. Tomado de: Kucher Nils et al.: Percutaneous catheter thrombectomy
device for acute pulmonary embolism: in vitro and in vivo testing. Radiology 2005;236:
852–858.
424 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 25)
TROMBECTOMÍA REOLÍTICA
Figura 25–6. Imagen que muestra el mecanismo de acción del catéter de trombectomía
reolítica Xpeedior AngioJet con fragmentación del trombo a través del efecto Venturi y
remoción de los fragmentos del trombo por los orificios laterales. Tomado de: Possis,
http://www.possis.com.
Tratamiento intervencionista en la tromboembolia pulmonar 425
13 A
12 Compromiso hemodinámico
a. Grave
b. Moderado
Índice de obstrucción
11 * c. Leve
10
B
9
8 C *
7 * *p < 0.05
6
5
Antes Después
Figura 25–7. Se demuestra mejora en el índice de obstrucción antes y después de la
trombectomía con catéter AngioJet de acuerdo con el compromiso hemodinámico. En
los tres grupos hubo una reducción significativa de la obstrucción.
vo en la remoción del trombo hasta en 96% de los casos, con una sobrevida
de 77% a 19 meses. De igual forma, Chauhan25 ha reportado éxito en el pro-
cedimiento en casi 100% de 14 pacientes estudiados, a 35% de los cuales
se les había administrado fibrinólisis.
Por lo anterior, se considera que el dispositivo AngioJet puede ser utili-
zado en pacientes seleccionados con diagnóstico de tromboembolia pulmo-
nar masiva o submasiva que cursen con deterioro hemodinámico o datos de
disfunción ventricular derecha, específicamente en quienes exista contrain-
dicación para la fibrinólisis. Sin embargo, se necesitan estudios aleatoriza-
dos con mayor número de pacientes que comparen esta estrategia con la fi-
brinólisis, para definir el grupo con mayor beneficio y menor riesgo.
b. Catéter Oasis y catéter Hydrolyser: Fava y col.26 reportaron los resultados
con el uso de catéter Oasis e Hydrolyser en siete pacientes con el contexto
426 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 25)
9 A
Probabilidad de sobrevida (%)
Compromiso hemodinámico
a. Grave
8 b. Moderado
c. Leve
B
7
C
5
Ingreso 20 meses
proximal está mezclado con una guía de 0.035” hidrofílica altamente flexible
(Radiofocus; Terumo, Tokio, Japón). Este dispositivo fue liberado a través de un
introductor de 9.5 Fr de politetrafluoroetileno (PTFE) utilizando un tubo de libe-
ración o empuje de 6.5 Fr de PTFE. La prótesis se utilizó en nueve ovejas sedadas
en quienes se indujo una trombosis en una de las arterias pulmonares principales.
Una vez lograda la recanalización con la prótesis, ésta fue removida con apoyo
del introductor de 9.5 Fr. El estudio reveló una mejora significativa del estado
hemodinámico de los animales con la prótesis (disminución de la frecuencia car-
diaca y la presión pulmonar media e incremento de la presión aórtica media), y
las autopsias no demostraron daño de la pared o hemorragia parenquimatosa.
Aunque ésta es una evaluación experimental, existen dos reportes de casos28,29 en
humanos con choque cardiogénico y terapia farmacológica fallida en los que se
utilizaron prótesis endovasculares definitivas. En estos casos el embolismo distal
disminuyó el éxito de los procedimientos, así como la obstrucción en el tronco
principal de la pulmonar por los bordes de la prótesis. Se necesitan más estudios
para normar una indicación en su uso.
CONCLUSIONES
Aunque por ahora no existe una indicación formal para el uso de estos dispositi-
vos en la tromboembolia pulmonar, diversos autores2,30,31 y los estudios presenta-
dos avalan su uso en el siguiente contexto:
Tromboembolia pulmonar aguda con:
Aunque los resultados son promisorios, el dispositivo ideal deberá reunir las si-
guientes características:
a. Ser fácilmente maniobrable para permitir un avance rápido hacia las arte-
rias pulmonares.
b. Efectivo, para remover el trombo y facilitar una rápida recuperación del es-
tado hemodinámico.
c. Seguro, para evitar daño a estructuras cardiacas o vasos pulmonares.
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ANTECEDENTES
431
432 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 26)
TÉCNICA QUIRÚRGICA
INDICACIONES
mica o respiratoria del paciente que presenta embolia pulmonar y que no respon-
de al manejo médico de manera adecuada y en pacientes con falla ventricular de-
recha.5
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
RESULTADOS
NUEVAS TENDENCIAS
CONCLUSIONES
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27
Tromboendarterectomía
José Pablo Rueda Villalpando, Javier Alfonso Pinedo Onofre,
Sebastián Izunza Saldaña, Francisco Javier Redding Escalante,
José Luis Zacarías Martín
INTRODUCCIÓN
437
438 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 27)
PERSPECTIVA HISTÓRICA
artículo; uno de sus pacientes fue estudiado con la incipiente angiografía por
André Cournand en marzo de 1947 y con esto se abrió la posibilidad de estudiar
y confirmar la hipertensión arterial pulmonar.4 Para 1950 Hollister y Cull infor-
maron de no más de 200 casos reportados hasta ese año.
Hurwitt inició en enero de 19585,6 la primera cirugía planeada para tromboem-
bolia pulmonar (TEP) crónica por esternotomía transversa y apertura directa de
arteria pulmonar principal, con periodos de oclusión circulatoria intermitente de
la misma. En 1958 Allison7 realizó la primera embolectomía pulmonar exitosa
en TEP crónica, la cual llevó a cabo por esternotomía transversa con aplicación
de hipotermia a 29 _C en una tina de baño, y aplicación intraluminal en arteria
pulmonar de poderosa succión que, según se describe, colectó numerosos trom-
bos organizados. En 1961 Synder8 reportó la primera tromboendarterectomía
planeada, con la misma técnica que Allison, pero usando cucharillas para endar-
terectomía.
Se creía que la primera embolectomía exitosa con el uso de circulación extra-
corpórea (CEC) había sido realizada por Gordon A. Donaldson en 19639 canu-
lando vena y arteria femoral para asistencia circulatoria, con esternotomía media
longitudinal, abriendo arteria pulmonar principal. Con la experiencia de haberse
usado CEC, al año siguiente (1964) Benjamín Castleman10 intervino a un médico
de 39 años de edad en quien se sospechaba clínicamente tromboembolismo pul-
monar crónico; Sanders, del mismo hospital, realizó cateterismo selectivo pul-
monar encontrando hipertensión arterial pulmonar (HAP) 100/30 mmHg, media
55 mmHg. Castleman, usando CEC y toracotomía bilateral transesternal, realizó
trombectomía incompleta. Sin embargo, en un reporte de Denton Cooley de 1961
hay evidencia de que él había sido el primer cirujano en realizar esternotomía me-
dia longitudinal; usó CEC con asistencia de 15 min, pinzamiento de aorta tempo-
ral, incisión longitudinal de arteria pulmonar con extracción de múltiples trombos
frescos y después ligó la vena cava inferior. Cooley (figura 27–2) relata mejoría
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 27–2. Dr. Denton A. Cooley. Primera embolectomía con el uso de CEC y esterno-
tomía media longitudinal. Tomado de: http://www.usal.es/~revistamedicinacine/Vol_
3/3.4/esp.3.4.htlm/maestro.htm.
Figura 27–4. Dr. Kenneth M. Moser. Pionero del estudio del embolismo pulmonar y el
tratamiento quirúrgico de la TEP crónica, exponiendo su experiencia en el Instituto Na-
cional de Enfermedades Respiratorias (INER), México.
Cabrol y Jaula,14 del Hospital La Pitié de París, Francia, han sido menciona-
dos. Se ha dicho que Cabrol fue el primer cirujano en usar esternotomía media
y CEC, lo que no fue así, pues ya se dijo que Cooley, de Houston, Texas, había
sido el primero en aplicar ambas técnicas cinco años antes. Cabrol reporta en
198915 su experiencia con 33 pacientes, con el uso sistemático de esternotomía
media, CEC, sin hipotermia profunda y mortalidad de 30%.
Sin embargo, Pat O. Daily, cirujano del Sharp Memorial en San Diego, Cali-
fornia, trabajó por más de 15 años con Kenneth Moser, interesado en este tema,
y es quien se merece el crédito de la evolución de la técnica actual; describió su
primer reporte de resultados en 198016 al emplear esternotomía media, hipoter-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 27–6. Dr. Stuart W. Jamieson. Máxima autoridad a nivel mundial en tromboen-
darterectomía pulmonar, exponiendo en el INER, México.
Tromboendarterectomía 443
vios. Jamieson, a partir de abril de 1992, reporta sus primeros 150 casos21 como
único cirujano, con una mortalidad de 8.7%.
PATOLOGÍA QUIRÚRGICA DE LA
TROMBOEMBOLIA PULMONAR CRÓNICA
SELECCIÓN DE PACIENTES
Contraindicaciones
tiva crónica, con 62.5% de mortalidad vs. 37.5% sin esta enfermedad. Riedel y
col.,36 de Checoslovaquia, en un estudio clásico de factores pronóstico con trata-
miento médico en TEP, concretaron la cifra de PAP por arriba de 33 mmHg como
de mal pronóstico para mortalidad en enfermedad tromboembólica pulmonar,
muriendo 17 de 73 pacientes (23.4%) en un periodo de 2.6 años, y señalan la HAP
por arriba de la cifra citada como el único factor de mal pronóstico. Como resu-
men de este trabajo: pacientes con PAP media arriba de 30 mmHg tienen 30% de
sobrevida a 5 años; por arriba de 50 mmHg la sobrevida será sólo de 10%. En Mé-
xico37 el único estudio de la sobrevida de un grupo de pacientes con TEP crónica
con HAP secundaria, estudiado retrospectivamente en un periodo de 10 años, de-
mostró una sobrevida media de 2.16 años a partir del diagnóstico, en contraste
con la sobrevida de 3.12 años en pacientes con HAP primaria (p < 0.0015),37 con-
cluyendo que, a pesar del tratamiento médico, los pacientes con TEP crónica tie-
nen una expectativa pobre de sobrevida, la cual es peor que la de los pacientes
con hipertensión arterial pulmonar primaria.
Los últimos conceptos de Jamieson de incluir a la vasta mayoría de pacientes
con TEP crónica a cirugía independientemente de edad, nivel de HAP, RVP, re-
gurgitación tricuspídea preoperatoria e incluso enfermedad trombótica distal
(factor de alto riesgo posoperatorio), mejorarán significativamente la sobrevida
y la evolución de esta enfermedad.30,34
PRONÓSTICO Y SOBREVIVENCIA DE LA
TROMBOENDARTERECTOMÍA PULMONAR
Daily y col. reportaron en 199020 una mortalidad de 11.4% en 149 pacientes con-
secutivos. Jamieson reportó en 199321 la disminución de mortalidad a 8.7% en
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CLASIFICACIÓN OPERATORIA
TÉCNICA QUIRÚRGICA1,20,31,34,38,39
Todo paciente mayor de 45 años de edad debe ser estudiado con coronariografía
y ecocardiografía. Si hay evidencia de alguna lesión coronaria, valvular, etc., se
puede perfectamente resolver durante el recalentamiento posterior a la endarte-
rectomía pulmonar.
450 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 27)
Operación
1. Realizada la esternotomía vertical (que permite el abordaje simultáneo del
tronco y de ambas arterias pulmonares principales) se procede a incidir lon-
gitudinalmente el pericardio y a su fijación lateral a la pared esternal. Se ad-
ministra heparinización sistémica intravenosa inicial a razón de 400 UI/kg
de peso, manteniendo el tiempo de coagulación activada (TCA) de 450 seg.
Si el paciente tiene antecedentes de agregación plaquetaria inducida por he-
parina se debe iniciar infusión de epoprostenol sódico a razón de 100 ng/kg/
min. Si el paciente presenta hipoalbuminemia se inicia una solución con 0.8
a 1.5 g/kg de albúmina, 0.5 a 1 g/kg de manitol y 30 mg/kg de succinato de
metilprednisolona. Como medida de protección cerebral se administra feni-
toína sódica 15 mg/kg intravenosa, ya que se llevará a cabo hipotermia se-
vera y paro circulatorio; se debe evitar el uso de aprotinina, proscrita por
el riesgo de retrombosis. Los medicamentos anteriores son administrados al
comenzar la CEC.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Ao
VCS
RLI
RPD
RLS
Figura 27–8. Diagrama que muestra la rama pulmonar derecha (RPD). La flecha indica
la incisión por realizar (central, dirigida hacia la rama del lóbulo inferior [RLI]; mismo pro-
cedimiento se realiza contralateralmente). Para lograr esta exposición es necesaria una
adecuada separación entre vena cava superior (VCS) y aorta (Ao), la cual se consigue
con el separador aortocavo (modificado a partir del separador de Beckman [inserto]).
Mediastinitis 2 16.67%
Complicaciones
neuropsiquiátricas 3 25%
Sangrado
transoperatorio 5 41.66%
grave
Se sugiere ventilación mecánica con volumen minuto y volumen total alto, a ra-
zón de 15 mL/kg, así como mantener FiO2 de 100% las horas iniciales, y después
según la necesidad ventilatoria individual entre 50 y 100%; PEEP de 5 cm H2O,
y presión inspiratoria máxima menor de 30 cmH2O. Se sugieren los parámetros
anteriores porque permiten evitar un radio ventilación–perfusión bajo y compen-
sar la acidosis metabólica secundaria a CEC, hipotermia profunda y sobre todo
por los periodos de paro circulatorio. Si las condiciones individuales de cada pa-
ciente lo permiten se sugiere extubar durante las primeras 24 h del posoperatorio,
ya que esto presenta varias ventajas, como disminuir el edema pulmonar, recupe-
rar la respuesta fisiológica de la tos, recuperar la precarga ventricular derecha e
izquierda alterada por la presión positiva de la vía aérea y disminuir el potencial
de infección respiratoria inducido por las maniobras invasivas en la vía aérea.
La hipertensión pulmonar residual suele ser consecuencia de una cirugía ina-
decuada, es decir, de una desobstrucción incompleta del árbol vascular pulmonar
en los casos de verdadera trombosis crónica con HAP, llevada a cabo sobre todo en
grupos que intentan salvar la curva aprendizaje, o en grupos sin experiencia en
esta patología. Esto requiere, según el caso, una segunda endarterectomía pulmo-
nar. Hay pacientes que presentan una discreta elevación de PAP, secundaria al
edema pulmonar o a falta de dilatación de pequeños vasos, pero se normaliza en
pocos días. Otras causas de HAP residual son la vasculopatía distal o la verdadera
HAP primaria. En pacientes de este tipo, en quienes la endarterectomía o los ha-
llazgos transoperatorios no justifican la HAP, el equipo quirúrgico deberá asumir
toda la responsabilidad, desde la indicación operatoria hasta la evolución posope-
ratoria. En los enfermos que llegaron al quirófano con dudas respecto al diagnós-
tico o la indicación, y en quienes se sospecha fuertemente que habrá HAP residual
Tromboendarterectomía 457
12
Sobrevida a 5 años
70.59% (n=12)
8
I II III IV
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21. Jamieson SW, Auger WR, Fedullo PF et al.: Experience and results with 150 pulmonary
462 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 27)
TROMBOEMBOLIA PULMONAR
En 1856 Virchow1 postuló que existían tres estados que predisponen a la enfer-
medad trombótica venosa: estasis venosa, lesión vascular y alteraciones en los
componentes sanguíneos. Esta tríada fisiopatológica sigue vigente hasta hoy y
explica la mayoría de los mecanismos que predisponen a la trombosis, que es la
consecuencia de un proceso de activación de la hemostasia con desbordamiento
de los mecanismos de control y regulación. La lesión endotelial lleva a la hemos-
tasia mediante diversas interrelaciones complejas entre el flujo sanguíneo, la pa-
red vascular, los sistemas de coagulación y la fibrinólisis. La alteración de estos
mecanismos o su desequilibrio provoca la aparición de un estado denominado
hipercoagulabilidad o trombofilia.2 La trombofilia describe toda situación en la
que esté latente la posibilidad de que se formen trombos arteriales o venosos.3
463
464 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 28)
Limitaciones
Necesidad de oxigenación
Exámenes de laboratorio
Biometría hemática: determinar resultados de hemoglobina, hematócrito, leu-
cocitos y plaquetas.
Gasometría arterial: hay que buscar datos de hipoxemia (PaO2 menor de 60
mmHg), hipocapnia (PaCO2 menor de 30 mmHg) y alcalosis respiratoria (pH
> 7.45, PaCO2 < 30 mmHg), hallazgo frecuente en individuos que cursan con
tromboembolia pulmonar. En pacientes con tromboembolia pulmonar masiva pue-
de haber acidosis respiratoria por aumento del espacio muerto fisiológico asociado
con fatiga de los músculos respiratorios. En caso de existir acidosis metabólica
se sugeriría bajo gasto cardiaco, choque cardiogénico e hipoperfusión tisular.7
Dímero D: producto de degradación de los puentes de fibrina. Valores: arriba
de 500 mg/L.
Exámenes de gabinete: el único estudio de gabinete que la enfermera toma
e interpreta es el electrocardiograma de 12 derivaciones y para los demás estudios
genera los cuidados preestudios, transestudios y posestudios, por lo que se sugie-
re que al regresar el paciente de los estudios, aquélla revise los reportes obtenidos
de dichos estudios.
Electrocardiograma: en general, taquicardia cuando hay hipertensión pul-
monar aguda; se puede encontrar desviación del eje eléctrico del QRS a la dere-
cha (> 90_), ondas P picudas, presencia de S1Q3T3 o S1S2S3 asociada con su-
pradesnivel o infradesnivel del ST y ondas negativas profundas de V1 a V4.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Alimentación e hidratación
Nutrición: peso del paciente, índice de masa corporal (IMC), investigar hábitos
alimentarios, última hora de ingesta de alimentos.
468 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 28)
Exámenes de laboratorio
Eliminación
A nivel bronquial: verificar datos de hemoptisis (presencia de este dato si la
tromboembolia pulmonar es menor).
Eliminación intestinal: valorar cantidad, consistencia, frecuencia, ¿requiere
usar laxantes? Última evacuación, ¿hay esfuerzo al evacuar?
Eliminación urinaria: cantidad (mL/h), frecuencia, características macros-
cópicas y microscópicas, ¿uso de diuréticos?, presencia o no de catéter vesical.
En caso de oliguria (más otros signos revisados en la necesidad de oxigenación),
sospechar que el paciente pudiera estar cursando con compromiso hemodiná-
mico.
Exámenes de laboratorio
Movilidad y postura
Descanso y sueño
Es indispensable que la enfermera valore presencia o no de ansiedad, datos de
ojeras, total de horas de sueño. ¿Hay descanso efectivo con las horas de sueño?,
¿cursa con insomnio?, ¿hay necesidad de uso de sedantes?, ¿hay presencia de es-
tresores externos (luz continua, ruido de alarmas de monitores), que impiden dor-
mir y descansar?
Vestido
Termorregulación
Exámenes de laboratorio
Higiene: valorar frecuencia y tipo de baño que lleva a cabo el paciente o que se
le realiza (regadera, tina, esponja). Hábito de lavado de manos (al comer, ir al
baño...), condiciones de la cavidad bucal, limpieza dental.
Protección de la piel: verificar condiciones de la piel: ¿es tersa, seca, pálida?,
puntaje con base en valoración de Norton para detectar riesgos de úlceras de pre-
sión. Valorar condiciones de la piel, enfatizando extremidades inferiores, en bus-
ca de áreas varicosas, edema, eritema, inflamación o dolor.
Exámenes de laboratorio
Exámenes de gabinete
Comunicación
Ver si el paciente expresa sus emociones, si la comunicación es clara, si establece
lazos de comunicación con las personas de su entorno.
Creencias y valores
Valorar si el paciente cursa alguna etapa de duelo, ¿profesa alguna religión?, ¿qué
tan importante es la religión para él?, ¿cuáles son los valores que predominan en
su vida?
Trabajo
Valorar el tipo de actividad laboral y el rol que desempeña en la vida diaria.
Recreación
Conocer el tipo de recreación que acostumbraba el paciente, ¿realiza algún tipo
de ejercicio?
Aprendizaje
En este rubro es conveniente valorar el grado de conocimientos y la magnitud de
la patología, el manejo de anticoagulantes y la interpretación de la información.
ANÁLISIS
cursa el paciente son de vital importancia para atenderlo en forma rápida y segu-
ra, seguidos de la necesidad de evitar riesgos y peligros.
En el cuadro 28–1 se muestra la prioridad de las necesidades afectadas y esto
ayuda a definir los diagnósticos enfermeros por orden de importancia para brin-
dar el cuidado enfermero.
El diagnóstico de enfermería se define como “un problema de salud real o po-
tencial que las enfermeras, en virtud de su educación y experiencia, son capaces
Cuidados de enfermería al paciente con tromboembolia pulmonar 475
de tratar y están autorizadas para ello”10 cuando son diagnósticos reales y están
constituidos por la etiqueta diagnóstica, el problema y la sintomatología. Si son
diagnósticos potenciales se conforman por la etiqueta diagnóstica y el problema,
476 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 28)
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
1. Jerjes SC et al.: Diagnóstico, estratificación y tratamiento de la tromboembolia pulmonar
aguda. Guías y recomendaciones del Capítulo de Circulación Pulmonar de la Sociedad Me-
xicana de Cardiología. Archivos de Cardiología 2004;74(Supl. 3):s554.
2. Uresandi F et al.: Guía para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de la tromboembolia
pulmonar. Archivos Bronconeumología 2004;40(12):580–594.
3. Op. cit.
4. Alfaro R: Aplicación del proceso de enfermería, guía práctica. Doyma, p. 6.
5. Harrison et al.: Principios de medicina interna. 13ª ed. Interamericana McGraw–Hill,
1994:1398.
6. Zavaleta ME, Morales BJ: Tromboembolia pulmonar en neumología y cirugía de tórax.
2006:Vol. 65(Núm. 1).
7. Bautista BE et al.: Diagnóstico de la tromboembolia pulmonar. Gaceta Médica de México
2007:143(Supl 1):20.
8. Harrison et al.: Principios de medicina interna. 13ª ed. Interamericana McGraw–Hill,
1994:1398.
9. Zavaleta ME, Morales BJ: Tromboembolia pulmonar en neumología y cirugía de tórax.
2006;65(1):26.
10. Academia Mexicana de Diagnósticos de Enfermería: Curso taller: Identificación de diag-
nósticos de enfermería en enfermedades respiratorias, 5 a 7 de julio de 2006:12.
11. NANDA Internacional: Diagnósticos enfermeros: definiciones y clasificación, 2005–2006.
España, Elsevier, 168–169.
12. Op. cit.
13. Johnson M et al.: Diagnósticos enfermeros, resultados e intervenciones. Interrelaciones
NANDA, NOC y NIC, España, Elsevier, 265.
Cuidados de enfermería al paciente con tromboembolia pulmonar 479
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
1. Thompson JWS: Trastornos respiratorios. Serie Mosby de Enfermería Clínica, 1993:132–
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
138.
2. Kerouac S et al.: El pensamiento enfermero. Masson, 1996.
480 Enfermedad tromboembólica venosa (Capítulo 28)
Anexos
Anexos
Anexo 1
Cuadro de medicamentos en
tromboembolia pulmonar
Ivette Buendía Roldán
483
484 Enfermedad tromboembólica venosa (Anexo 1)
tica, hiponatremia,
esterilidad, hepato-
toxicidad, cistitis he-
morrágica, leucope-
nia
Dabigatran 220 mg cada 24 h o
etexilato 5 mg cada 12 h; en
(Pradaxa) pacientes ancianos
administrar 50% de
la dosis 4 h después
de cirugía
Dalteparina Profilaxis 2 500 a 1.8 a 2.3 Hemorragia, hema- Hipersensibilidad,
(Fragmin) 5 000 U/d, TEP 120 h tomas subcutáneos úlcera gastroduode-
U/kg/12 h o 200 en sitios de inyec- nal aguda, hemorra-
U/kg/día ción, trombocitope- gia cerebral, altera-
nia, necrosis cutá- ciones de la coagu-
nea, osteoporosis, lación, endocarditis
elevación de transa- séptica, TCE, ciru-
minasas gía SNC, ojos y oí-
dos, trombocitope-
nia, anestesia regio-
nal
Desidurina 15 mg/12 h por 9 a
(Revasc) 12 días máximo
Desmopresina 0.3 mg/kg de peso 3a4h Fatiga, cefalea, náu- Hipersensibilidad,
corporal SC o dilui- sea y dolor abdomi- polidipsia, angina de
da en 50 a 100 mL nal, hipotensión pecho inestable, in-
de sol. salina IV en suficiencia cardiaca
15 a 30 min, repetir descompensada,
1 o 2 veces con in- enfermedad de von
tervalo de 6 a 12 h Willebrand tipo IIB
Dexameta- 0.5 a 20 mg al día 36 a 54 h Retención de líqui- Micosis sistémicas,
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
tadas según el
paciente
Fondaparinux 2.5 mg cada 24 h, 17 a 21 h Anemia, sangrado, Hipersensibilidad,
dosis inicial a las 6 h trombocitopenia, sangrado, endocar-
posoperatorio púrpura, vértigo, ditis bacteriana
cefalea, náusea, aguda, insuficiencia
dolor abdominal dis- renal aguda severa
pepsia y edema (< 20 mL/min)
Heparina Dosis inicial de Niveles Síndrome de coá- Hemorragia, endo-
estándar 5 000 UI en bolo IV máximos gulo blanco, hemo- carditis bacteriana
continua con 20 000 en 2 a 4 rragia, irritación lo- subaguda, hiperten-
UI a 40 000 UI cada h cal, eritema o hema- sión grave, aneste-
24 h disueltas en toma, hipersensibili- sia espinal, cirugía
1 000 mL de sol. dad mayor, hemostasia
salina a 0.9% de alterada, úlceras o
acuerdo a niveles de drenaje de estóma-
TPT go e intestino del-
gado
Hirudina 0.1 a 0.4 mg en bolo
y continuar con infu-
sión de 0.15 a 0.20
mg/kg/h x 72 a 96 h
Idraparinux 2.5 mg semanal 130 h
Indanediona
Lepirudina 0.4 mg/kg en bolo IV
(argatro- lentamente y segui-
ban) da de hasta 0.15
mg/kg en infusión
continua de 2 a 10
días; se ajusta de
acuerdo a TPT
Levosimendan Dosis de carga 12 a 75 a 80 h Cefalea e hipoten- Hipersensibilidad,
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Medicamentos pediátricos
Medicamento Dosis
REFERENCIAS
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3. Sánchez S, Velázquez M, Tello de Meneses et al.: Riesgo de embolismo pulmonar. Cardio-
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
492 Enfermedad tromboembólica venosa (Anexo 1)
Anexo 2
Cuadro de medicamentos en pediatría
Ivette Buendía Roldán
Medicamento Dosis
Dalteparina Tratamiento:
129 U/kg c/24 h
Enoxaparina Tratamiento:
< 2 meses: 1.5 mg/kg SC c/12 h
> 2 meses: 1.0 mg/kg SC c/12 h
Profilaxis:
< 2 meses: 0.75 mg/kg SC c/12 h
> 2 meses: 0.50 mg/kg SC c/12 h
Estreptocinasa Dosis inicial:
3 500 a 4 000 U/kg IV por 30 min
493
494 Enfermedad tromboembólica venosa (Anexo 2)
Medicamento Dosis
Mantenimiento:
1 000 a 1 500 U/kg/h IV por 24 a 72 h
Fenprocoumon Iniciar: 6 mg/m2
2º día: 3 mg/m2
3er día: 1 a 2 mg/m2
Heparina Menores de un año de edad:
Bolo: 75 a 100 unidades/kg; continuar 28 U/kg/h
Mayores de un año de edad:
Bolo: 75 a 100 unidades/kg continuar 20 U/kg/h
Niveles anti–FXa de 0.35 a 0.7 U/mL
Reviparina Tratamiento:
< 5 kg 150 U/kg c/12 h
> 5 kg 100 U/kg c/12 h
Profilaxis:
< 5 kg 50 U/kg c/12 h
> 5 kg 30 U/kg c/12 h
Tinzaparina < 2 meses:
275 U/kg SC c/24 h
De 2 a 12 meses:
250 U/kg SC c/24 h
De 1 a 5 años de edad:
240 U/kg SC c/24 h
De 5 a 10 años de edad:
200 U/kg SC c/24 h
De 10 a 16 años de edad:
175 U/kg SC c/24 h
Urocinasa Oclusión de catéter:
5 000 U/mL en lumen x 1 dosis, aspirar la solución y 4 a 5 mL de
sangre del lumen 1 a 4 h después
Índice alfabético
495
496 Enfermedad tromboembólica venosa (Índice alfabético)
P 25
con infarto
paciente agudo del miocardio, 250, 389
anciano, 35 pulmonar, 257
cardiópata, 23, 49 con insuficiencia
con asma, 33 cardiaca, 17, 25
con cáncer, 38, 66, 81, 82, 83, congestiva, 250, 280
86, 87, 88, 153, 247, 348, 364 circulatoria, 362
de cerebro, 82 renal, 163, 391
de mama, 87, 91 con leucemia aguda, 84
de ovario, 81, 82 con mieloma múltiple, 81, 83,
de páncreas, 82 87, 92
pancreático, 85 con nefropatía, 391
504 Enfermedad tromboembólica venosa (Índice alfabético)
úlcera, 380 Y
ulceración, 404
urocinasa, 57, 125, 490, 494 yodopovidona, 459
508 Enfermedad tromboembólica venosa (Índice alfabético)