Presidio Político en Cuba

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Comprobación de Lectura

Anabel Lesscaille Rabell

¿En qué radica la contradicción republicana España – Cuba, según expresa José Martí en
este escrito?

En este, como en tantos otros escritos, no deja de sorprender la lucidez del joven Martí.
Contaba con apenas veinte años al escribirlo, pero supo enunciar y comprender como pocos
los conflictos de su tiempo. La reflexión que encontramos en el texto es clara y apela a la
lógica común y a los principios por los que debe regirse el ser humano. Se plantea una
contradicción fundamental: España, que se autodenomina republicana niega el derecho a
Cuba de convertirse en república independiente. Una nación que defiende el derecho a la
soberanía, pero que además condena la opresión y no reconoce el derecho de conquista. Sin
embargo, su accionar con Cuba resulta contradictorio, pues no solo la obtuvo mediante un
proceso de colonización, sino que con el paso del tiempo –y a pesar de conocer las
numerosas diferencias en cuanto a modos de vida, de pensamiento, regionales- persiste en
negarle su soberanía. El Apóstol convida a España a actúe de acuerdo a los verdaderos
principios republicanos, con justicia y honra, que deje a un lado la vana ambición. Solo
mediante un proceder digno la República haría honor a su nombre y podría compartir con
nuestra Isla lazos fraternos. Esto exigía indefectiblemente el reconocimiento del derecho a
la libertad de Cuba.
El Infierno de Dante como intertexto en El Presidio Político en Cuba.
Anabel Lescaille Rabell.

El Presidio Político en Cuba, como han apuntado muchos exégetas, es una de las obras
menos profundamente analizadas por la crítica literaria que se ha encargado de investigar y
ahondar en la bibliografía martiana. Más que nada, se han trazado líneas de estudio, como
buscando impeler a las generaciones futuras para que esta obra tenga finalmente la atención
que merece y demanda. Es fundamental partir de una cuestión que apunta la profesora Ana
Cairo en su prólogo al Presidio político…, que publicara Ediciones La Memoria, del Centro
Pablo de la Torriente Brau, en el año 2000. Se trata del hecho de que José Martí ingresa en
la historia de la literatura cubana precisamente con este texto. Esta consideración nos
parece esencial porque indica, en primer lugar, la importancia que tiene para nuestras letras
su publicación. En segundo lugar, porque nos da a entender que dentro de la producción
literaria martiana tiene gran significación, ya que es un libro que preludia muchas de las
características, no solo de su estilo, sino también de su ideario y sus principales
convicciones.

Entre los aspectos más llamativos de este texto se encuentran, por un lado, su complejidad a
la hora de enmarcarlo dentro de un género específico, pues confluyen en él rasgos del
alegato, la crónica, el relato, la lírica e incluso algunos atisbos del teatro; por otro, la
intertextualidad que se establece con obras como La Biblia o La Divina Comedia de Dante
Alighieri. Precisamente en el “diálogo” que se establece con esta última queremos
detenernos en las siguientes páginas, teniendo en cuenta la brevedad de este trabajo y que la
intertextualidad con los textos bíblicos ha sido exhaustivamente abordada en análisis
recientes, como el trabajo de diploma «Entre el dolor infinito y el amor infinito: una lectura
espiritual de El presidio político en Cuba (1871), de José Martí», presentado por Sergio
García Zamora en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas. Por tanto,
centraremos nuestro breve acercamiento a El presidio Político en Cuba en abordar las
referencias a esa obra universal que es La Divina Comedia y su significación dentro del
texto del joven Martí, que nos resulta especialmente eficaz.
Como sabemos, el principal objetivo de esta obra publicada en 1871 es denunciar los
abusos sin nombre que se cometían en las Canteras de San Lázaro, en las que los presos
eran condenados a trabajar bajo inhumanas condiciones, como consecuencia de las
despóticas e inmorales prácticas coloniales que se llevaban a cabo en la Isla por parte de
España. Para este propósito –y es algo que Martí con su excepcional sensibilidad tenía muy
claro- era crucial conmover a sus lectores y apelar a la conciencia de aquellos a quienes iba
dirigida específicamente la denuncia, los diputados españoles. Es muy inteligente en este
sentido la elección de una referencia tan conocida por su capacidad de llamar a la
compasión como es el poema de Dante. Hay que comenzar precisando que el contacto con
este clásico de la literatura universal no se limita, o no debe ser limitado a unas pocas
menciones dentro de El presidio… De ser así, subestimaríamos la capacidad intelectual de
Martí, pero además, pasaríamos por alto una parte del contenido del libro y -por
consiguiente- una reflexión a la que este nos quiere guiar.
El primer acercamiento con La Divina Comedia, y específicamente con El Infierno,
podríamos hallarlo en la misma estructura formal de El presidio... En ambas obras, se nos
presenta una serie de personajes que han sido condenados a terribles padecimientos. Sin
embargo, como analizaremos más adelante, la motivación de los autores es diferente. El
objetivo, marcado por el contexto de cada uno, es casi radicalmente opuesto. El Infierno de
Dante es creado por su imaginación, estructurado de acuerdo a su propia visión y en él
ocurre lo que su pluma dictamina. El infierno que nos devela Martí es desgraciadamente
mucho más concreto, él solo puede limitarse a reproducir lo que vio y también padeció.
Aunque este sea también el argumento del poeta italiano, conocemos que se trata de formas
muy diversas de creación, de ahí que el texto martiano pueda ser considerado como un
testimonio o una crónica.
Por otra parte, si bien se trata de un texto en prosa, y con la confluencia genérica que se ha
apuntado, el estilo utilizado por Martí es sumamente cuidado y en numerosas ocasiones
encontramos pasajes con características propias de la expresión poética. En este aspecto
también se produce una conexión esencial con el poema dantesco, pues la utilización de la
fuerza expresiva que aportan las impresionantes imágenes evocadas por Dante es algo que
Martí asimila y aprovecha en El presidio… con gran pericia. Esto le permite ilustrar el
estado deplorable en que se encontraban los presos con un realismo desgarrador y provoca
en el lector un repudio inmediato. Pero notemos que en El Infierno las imágenes no solo
buscan conmover, sino también mostrar el horror que deben sufrir los que han pecado, a
modo de advertencia. En el caso de El presidio… esta advertencia va dirigida a los que
castigan, estos son los verdaderos culpables dentro de ese “infierno cubano”.
La primera referencia que encontramos en la obra martiana a la figura del poeta italiano es
rotunda: “Dante no estuvo en presidio”. Esta afirmación, en principio obvia, introduce y
confirma el carácter de ese diálogo intertextual que tendrá con El Infierno. A continuación
Martí desarrolla su idea para concluir que -de haber presenciado el presidio- el retrato
infernal sería diferente al que conocemos, sería peor, o “mejor” como afirma el Apóstol, en
cuanto al horror y la barbarie. Es decir, se establece una comparación, lo cual denota que la
intertextualidad va a tender a marcar diferencias, a apuntar contrastes muy objetivos entre
el infierno dantesco y el “infierno” de las canteras.
Puntualicemos entonces cuáles y cómo se manifiestan dichas divergencias, que nos parecen
el punto crucial de la intertextualidad dentro de este texto. Como enunciábamos arriba, lo
primero que se define es que el espacio de las canteras es –en grado de abominación- muy
superior al infiero dantesco. Las razones son expuestas a lo largo de toda la obra. En el
presidio no hay justicia divina ni humana que pueda aprobar los castigos y la iniquidad que
se vive en este lugar. Los condenados, muchas veces lo son por motivos injustificados, no
se discrimina entre niños o ancianos, la violencia es cometida por seres humanos sin
escrúpulos. En definitiva, todo en este lugar infernal es reprobable e innecesario, a
diferencia de lo que vemos en El Infierno no se trata de almas que penan por un pecado que
debe ser redimido, sino de personas infelices que sufren a causa de la gestión deshonrosa de
un gobierno colonial. En palabras de Martí “el presidio es un infierno real en la vida”.
Otra diferencia sustancial se halla en la voluntad de los que narran ambos relatos. Para
Dante su recorrido por el infierno era necesario, iba guiado por Virgilio y en ningún
momento participaba de los castigos que iba presenciando. Martí corre una suerte mucho
más adversa y triste. Para él no había elección, no había razón justificable para una condena
tan agresiva hacia un joven adolescente, se encontraba solo y como los demás, sería víctima
de las atrocidades que cometían los brigadas del presidio. Su identificación con los
condenados iba más allá de una comprensión de su desdicha, como ocurre en el poema de
Dante. Martí siente el dolor que provoca enfrentarse a la bajeza humana en su estado más
lamentable, sufre porque las penas de sus compañeros de presidio son injustas, por crueles
y por indignas. El infierno que han creado los españoles escapa a la honra y al respeto por
la vida.
La intertextualidad que se establece con El Infierno de Dante Alighieri es precisa y tiene un
sentido dentro del texto martiano muy bien esbozado. Como hemos podido advertir, se
enfoca más en la alusión a sus diferencias que a sus semejanzas, porque en aquellas es
donde se halla el elemento que hace visible lo inmoral e inhumano del presidio político, que
es, en definitiva, lo que busca hacer Martí con este texto. Para llevar a cabo su denuncia,
toma del poema recursos expresivos que sabe que le pueden ser de gran utilidad a la hora
de describir el horror que ha presenciado. Pero no se limita a esto, aprovecha la fama y el
reconocimiento de este clásico de la literatura universal para crear en los receptores de su
testimonio una predisposición hacia lo desgarrador de su relato. Mediante una comparación
no directa o simplista, sino suspicaz y efectiva, José Martí logra desde su punto de vista
narrar los hechos bárbaros que ha presenciado y vivido en carne propia y nos introduce en
un espacio que resulta más infernal, cuanto más verídico.

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