Sanidad Interior 51

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Sanidad Interior – La Iniquidad y el Cautiverio del Alma 1

En el mundo invisible la iniquidad dentro del ser humano va afectar todo su medio
ambiente. Esta fluye como una fuente del interior del ser como aguas cenagosas que van
ensuciando todo a su alrededor, y crean densos pantanos espirituales. Estos van a ser
atolladeros donde el alma se va quedando atrapada y donde otros, aún justos se hunden
como en un pozo sin salida. Veamos esto en la palabra: «Pero los impíos (todo en el cual
hay iniquidad) son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas
arrojan cieno y lodo» (Isaías 57:20)

Note en este próximo versículo como el justo es atrapado por la iniquidad colectiva: «…
Porque con nosotros están nuestras iniquidades y conocemos nuestros pecados: el
prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia
y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira. Y el derecho se retiró, y la
justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza y la equidad no pudo venir, y la
verdad fue detenida y EL QUE SE APARTÓ DEL MAL FUE PUESTO EN PRISIÓN; y lo vio
Jehová y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho» (Isaías 59:12-15).

Espiritualmente estos lodos de iniquidad son arrojados sobre otros a través de


palabras violentas, amenazas, calumnias, palabras perversas, acusaciones injustas
y presiones de todo tipo. Hoy en día muchas situaciones estresantes provienen de
iniquidad que se ha ido acumulando, hasta que la persona literalmente siente que se ahoga.
Personas con espíritus de control, oprimen y manipulan contaminando totalmente un lugar.

Problemas psicológicos de temor, como la claustrofobia provienen de esta condición en el


ambiente espiritual. Muchas veces aunque este haya cambiado, el alma puede haber
quedado cautiva en el pasado y es necesario llevar a cabo una liberación. El estar rodeado
de estas aguas genera muchas veces terror, pesadillas, aflicción de espíritu y gran
desesperación.

El rey David en contadas ocasiones se encontró rodeado de estas aguas cenagosas que
literalmente lo estaban ahogando. «Está atento y respóndeme, clamo en mi oración y me
conmuevo acerca de la voz de mi enemigo, por la opresión del impío; porque sobre mí
echaron iniquidad y con furor me persiguen. Mi corazón esta dolorido dentro de mí y
terrores de muerte sobre mí han caído. Temor y temblor vinieron sobre mí y terror me ha
cubierto» (Salmo 55:3-5)

«Sálvame oh Dios porque las aguas han entrado hasta el alma, estoy hundido en cieno
profundo donde no puedo hacer pie; he venido a abismos de aguas, y la corriente me ha
anegado. Estoy cansado de llamar, mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis
ojos esperando a mi Dios. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me
aborrecen sin causa» (Salmo 69:1-4).
Este lodo cenagoso es real en el mundo espiritual y va creando fosos, de los cuales solo con
el poder de Dios se puede salir. Situaciones en las que nos sentimos ya desesperados
porque parece no haber salida, no hay donde hacer pie. Y pareciera que entre más nos
esforzamos por salir, más nos hundiéramos. Esta misma condición la vemos cuando el
alma del salmista ha sido acosada de males, iniquidad ha sido echada sobre él, y
su alma ha entrado en un cautiverio: «Porque mi alma está hastiada de males, y mi vida
cercana al Seol. Me has puesto en el hoyo profundo, en tinieblas, en lugares profundos.»
«Encerrado estoy y no puedo salir» (Salmo 88: 3, 6, 8b).

Cuando se ha tenido la bendición de ver el mundo espiritual, estos pozos y prisiones son
lugares literales donde el diablo aprisiona una parte del alma para traer todo tipo de
opresión y calamidad a nuestras vidas. El alma es llevada cautiva por causa de la iniquidad
en nuestras vidas, pero también por situaciones traumáticas, o por fuertes acosos de gente
impía, que la fragmentan y la atrapan.

El rey David clama a Dios en una situación semejante en que es oprimido por la iniquidad de
sus enemigos: «Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad (iniquidad) me
atemorizaron. Ligaduras del Seol me rodearon, me tendieron lazos de muerte» (Salmo
18:4-5). Y también dice: «Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo; sin
causa cavaron hoyo para mi alma» (Salmo 35:7).

Job también habla de estos hoyos cavados para el alma: «También os arrojáis sobre el
huérfano y caváis hoyo para el amigo» (Job 6:27).

Estas prisiones de oscuridad no sólo son producidas por personas que nos arrojan iniquidad,
odio y todo tipo de maldiciones, sino que por nuestra propia causa podemos ser
atrapados en lugares de gran aflicción.

«Algunos moraban en tinieblas y en sombra de muerte, aprisionados en aflicción y hierros,


por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová y aborrecieron el consejo del Altísimo».
«Fueron afligidos los insensatos a causa de sus maldades, su alma abominó todo alimento, y
llegaron hasta las puertas de la muerte» (Salmo 107:10-11 y 17-18).

En este lugar también son atrapados los que no dan la gloria a Dios: «Escuchad y
oíd; No os envanezcáis pues Jehová ha hablado. Dad gloria a Jehová Dios vuestro, antes
que haga venir tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y
esperéis luz y os la vuelva sombra de muerte y tinieblas. Mas si no oyeres esto, en secreto
llorará mi alma a causa de vuestra soberbia; y llorando amargamente se deshagan mis ojos
en lágrimas, porque el rebaño de Jehová fue hecho cautivo» (Jeremías 13:16-17).

La forma de sacar un alma de estos pozos es recordando primeramente que todo tiene que
ser dirigido por el Espíritu Santo. Hay que pedirle a Dios que nos conceda sacar el alma de
estos lugares. Que nos muestre por Su Espíritu, qué fue lo que ocasionó este
cautiverio.

EL Señor mostrará por medio de los dones del Espíritu como es que se dio esta situación.
Entonces habrá que pedir perdón en el caso de pecado, de iniquidad o de rebelión. Perdonar
a los que nos hayan hecho daño y por ultimo ordenar al ama cautiva que «SALGA A
LIBERTAD» y a los que estén en regiones de tinieblas que «SE MUESTREN» que «SALGAN
DE LAS TINIEBLAS A LA LUZ».

«Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré
y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas
heredades; Para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos. En
los caminos serán apacentados y todas las alturas tendrán sus pastos» (Isaías 49:8-9).

Hay veces en que los tomamos de las manos y hacemos un movimiento como si literalmente
los estuviéramos sacando de un hoyo. Espiritualmente, tanto el liberador como el
libertado experimentan una sensación de victoria y de libertad. Entonces le pedimos
a Dios que tome esa alma que estaba atrapada en tinieblas y que la siente en lugares celes-
tiales, para ahora ser apacentada por su Santo Espíritu. Los resultados que se obtienen tras
una liberación de este tipo son maravillosos.

Extracto del libro “La Iniquidad”

Por Ana Méndez Ferrel

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