1333 Torneo Anastasio Rojo Nobleza Castellana y Caballos en El Siglo XVI
1333 Torneo Anastasio Rojo Nobleza Castellana y Caballos en El Siglo XVI
1333 Torneo Anastasio Rojo Nobleza Castellana y Caballos en El Siglo XVI
1
Bartolomé BENNASSAR, Valladolid en el Siglo de Oro. Una ciudad de Castilla y su entorno agrario
en el siglo XVI, Valladolid: ayuntamiento, 1983; y Adeline RUCQUOI, Valladolid en la Edad Media, 2
vols, Valladolid: Junta de Castilla y León, 1997.
2
2
Citan este privilegio tanto Juan ANTOLÍNEZ de BURGOS, Historia de Valladolid, Valladolid: Grupo
Pinciano, 1987. pags. 73-4; como Manuel CANESI ACEVEDO, Historia de Valladolid, 2 vol.,
Valladolid: Grupo Pinciano, 1997, p. 150.
3
CANESI, o.c., vol. II, p. 209.
4
En 1611, al publicarse el Tesoro de la Lengua Castellana de Sebastián de Covarrubias Orozco, la
costumbre era tan recuerdo del pasado que apenas se la dedican unas líneas, “vale la muestra o reseña que
se hace de la gente de guerra, y el nombre es arábigo”, tomado de la 2ª ed. de Felipe C.R. Maldonado,
Madrid: Castalia, 1995; p. 39.
5
Ibidem, pags. 150-1.
6
A. RUCQUOI, o.c., vol. I, pags. 308-17.
7
Luis Antonio RIBOT et alii en Valladolid, corazón del mundo hispánico-Siglo XVI. Historia de
Valladolid-III; Valladolid: Ateneo, 1981.
3
10
El propio rey de la corona de Castilla criaba sus caballos en lugares con condiciones más idóneas, así
en 1600 “Vinieron los caballos que se estaban esperando de Córdoba para el rey, porque tiene allí la
ganadería de ellos, de casta excelente”. Tomé PINHEIRO da VEIGA, Fastiginia, Valladolid: Ámbito,
1989; p. 113.
5
11
ANTOLÍNEZ, o.c., p. 162.
12
La decadencia en el número de caballeros con vaballo es recogida por PINHEIRO, p. 136, del sentir
popular: “se ve que esta caballería es cosa antigua en España y que se vino a reducir a tan poco número
como es hoy...”.
13
Archivo Histórico Provincial de Valladolid (A.H.P:V.), protocolos, leg. 45, s.f.
6
14
Pinheiro, o.c., p. 137.
15
A.H.P:V., protocolos, leg. 84, fo. 1.040v.
16
Pedro M. CÁTEDRA y Anastasio ROJO, Bibliotecas de mujeres (Siglo XVI), Salamanca: Instituto de
Historia del Libro y de la Lectura, 2003; pags. 171-9.
17
CANESI, o.c., II; p. 316.
18
Ibidem, p. 316.
19
Ibidem, p. 317; aprecio por los caballos ingleses de don Juan de Tasis que contrasta con el desprecio
que por ellos muestra el portugués Pinheiro da Veiga al escribir, con motivo de la entrada del embajador
de Inglaterra en Valladolid: “Entraban también 20 caballos y yeguas suyas con criados en mulas, que los
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bien apreciados por los castellanos de 1600, tanto como debían serlo los
españoles por los propios ingleses, puesto que de la estancia del
embajador de Inglaterra en Valladolid por estas fechas se narra “Llevaron
[a Inglaterra] además los ingleses muchos caballos escogidos y vendieron
los rocines suyos que traían, muy preciados [en Valladolid]”20. Una
especie de intercambio de yeguas y sementales entre ambas partes.
Eran caballos muy caros, tanto que su precio llama la atención del
portugués y viajero Pinheiro, ya citado. Esto es lo que llegó a pensar para
sí de la aparente locura de la nobleza castellana: “El condestable le
mandó, a más de otras joyas, dos hermosísimos caballos, a D Juan de
Tassis seis, enjaezados, que valían 6.000 cruzados; y porque no se
extrañe [nadie de la locura], en este día compró el duque de Alba un
caballo rucio por 1.500 cruzados en oro, por el que yo no diera nada, mas
estos diablos [castellanos] donde entra el gusto no preguntan precio”21
De manera que, a la vista de los expuesto, podríamos asegurar que
si en otros puntos de Europa los caballos pudieron ser llamados ‘nobles
brutos’, en la Corte española ostentaron dicho título con fundamento.
Fueron años en los que el noble se identificó con su montura tanto como
en tiempos anteriores lo había hecho con su halcón, con su azor, con su
inseparable ave de cetrería. Alcanzó la consideración de compañero y
amigo y gozó casi de las mismas ventajas reservadas a los humanos de
sangre azul, de hecho las cuadras fueron dotadas de unas condiciones de
vida inmejorables, mejores que las disfrutadas por los comunes mortales.
En las llamadas casas principales por la nobleza castellana y
palacios por la gente ordinaria, las cuadras no desentonaban de la
magnificencia del conjunto. Llegan a resultar admirables y
sorprendentes, repletas de luz gracias a multitud de lámparas, con las
paredes cubiertas de tapices y cuadros de las mejores firmas; estatuas de
bronce y piedra de héroes famosos de la Antigüedad, emperadores a
caballo, medallas y otros objetos de coleccionismo. Quizás fueron el
lugar de la casa más orgullosamente mostrado por sus propietarios a las
visitas. Un caso notable es el de don Juan Manuel, del Consejo de Su
Majestad, de la familia de los Manueles emparentada con la realeza,
hombre famoso por su ingenio y, aunque obispo, amigo de máscaras,
comedias y juegos de Corte. Murió en 1589 y cuando contemplamos el
inventario de sus caballerizas nos preguntámos ¿para qué necesitaba
preparar más estancias donde vivir, teniendo aquella?22.
Caballerizas extraordinariamente decoradas y siempre limpias,
dispuestas a ser visitadas en cualquier momento por el señor y atendidas
por una Corte de criados que en venían a ser la imagen especular de los
que atendía al dueño del palacio en las salas superiores. Si el caballero
noble contaba con secretario, maestresala, ayuda de cámara, pajes, etc., el
caballo disponía de caballerizo mayor, caballerizos menores o
llevaban de la rienda, pero muy derrotados y de ningún precio en comparación con los nuestros, más que
por la andadura”, Fastiginia, Valladolid, Ámbito, 1989..
20
PINHEIRO, o.c., p. 160.
21
PINHEIRO, o.o., p. 160.
22
A.H.P.V., protocolos. El inventario ‘post mortem’ de bienes está en leg. 415, fo. 862 y 877.
8
23
La baraja de naipes española conserva el recuerdo de estos usos en sus figuras. La principal es el rey,
seguido de caballerizo y sotacaballerizo, los cuales se conocen popularmente como ‘sota, caballo y rey’.
24
En un trabajo anterior, Anastasio ROJO VEGA, Fiestas y comedias en Valladolid. Siglos XVI y XVII,
Valladolid, Ayuntamiento: 1999, pags. 46-52; doy cuenta del ‘arnés’ de don Sancho de Rojas, fallecido
en 1546. No hay nada semejante en fechas más recientes, por eso me permití calificar a don Sancho como
el último caballero medieval de Valladolid.
25
Aunque Covarrubias, o.c., p. 676, declare como tal al “adorno y guarnición del caballo de jineta”. Su
definición está acreditando el dominio absoluto que en su tiempo alcanzó el modo de montura a la gineta
sobre el de brida.
26
Hemos utilizado el ejemplar existente en la biblioteca de la Academia de Caballería de Valladolid, algo
deteriorado y falto de algunas páginas. Damos gracias a los distintos mandos militares que nos ermitieron
el acceso al mismo.
27
Con el ‘hacer mal a caballo’ se refiere a cargar a caballo con lanza o espada, supuestamente contra un
enemigo real al que se trata de hacer daño.
9
Chacón, Tractado de la cavallería de la gineta, Sevilla: Álvarez, 1551; Pedro Fernández de Andrade,
Libro de la gineta de España, Sevilla: Barrera, 1599; Eugenio Manzanas, Libro de enfrenamientos de la
gineta, Toledo: Guzmán, 1570 y Rodríguez, 1583; Juan Suárez de Peralta, Tractado de la cavallería de la
gineta, Sevilla: Díaz, 1580; y Bernardo Vargas Machuca, Libro de exercicios de la gineta, Madrid:
Madrigal, 1600.
33
AGUILAR, o.c., capítulo XV, pags. 39-43v.
34
Preámbulo de José PEREIRA de SAMPAIO a la Fastiginia, o.c., pags. 15-28.
35
Dice Pinheiro, “La hermorsura de los caballos y la riqueza de los jaeces no se puede encarecer... porque
los más de los jaeces son bordados y de aljófar [perlas menudas] de altura de dos dedos y más [altura
alcanzada de grueso por el bordado], que quedan las figuras como de bulto [en altorelieve]. Iban los
caballos con sus gualdrapas... y detrás infinito número de caballos enjaezados con la misma riqueza y
hermosura”, Fastiginia, p. 61; en otro lugar describe así la puesta en escena de don Juan de Tasis: “salió a
caballo con capa, cuera, calzas, zapatos, gualdrapa, riendas y hasta anteojeras del caballo todo igual, que
era un bordado redondo de canutillo de plata labrada, menudo pero muy tupido y con los adornos de
altura de un dedo y tan abundante uno sobre otro que parecía chapa de plata con adornos... que debía
llevar 60 libras de plata fina...”, Pinheiro, p. 91.
36
Movimientos solemnes a caballo por el interior de la ciudad en casos de presentaciones de credenciales,
bautizos de príncipes, etc., “Iban delante algunos arqueros del rey, luego, a caballo como quince de los
títulos y señores... con sus gualdrapas de colores diversos de seda, con muchos pasamanos de oro y
plata...”, Pinhiero, p. 85.
37
Llegadas de personalidades a la ciudad, como por ejemplo el cardenal arzobispo: “La comitiva con que
entró fue muy grande y fastuosa... la librea de los pajes y lacayos fue muy vistosa... una carroza con
cuatro caballos engualdrapados... los mejores de la Corte, cuatro coches más y 18 caballos regalones muy
hermosos”, Pinheiro, p. 79; sobre ellas, por ejemplo, Augustin REDONDO, “Fiestas, realeza y ciudad:
Las Relaciones de las fiestas toledanas de 1559-1569 vinculadas al casamiento de Felipe II con Isabel de
Valois”, en La Fiesta, Actas del II seminario de Relaciones de Sucesos, LA Coruña. Sociedad de Cultura
Valle Inclán, 1999; pags. 303-13.
11
Lazos y caracoles38.
Juegos.
Cañas39.
Carreras40.
Paso a cuatro41.
Toros42.