Protagoras de Abdera
Protagoras de Abdera
Protagoras de Abdera
Adrián Heras
1
Índice.
- Introducción Pág. 3
- Conclusión Pág. 13
- Bibliografía Pág. 14
2
Introducción.
3
Vida, obra y consideraciones sobre Protágoras de Abdera.
1
A. MELERO, Sofistas. Testimonios y fragmentos, Gredos, Madrid, 1996, pág. 80.
2
Como nos explica A. Melero en el mismo libro de la cita anterior, nota 13, los autores que recogen los
datos de los cobros de los sofistas, son en multitud de ocasiones contradictorios.
3
Sexto Empírico, Esbozos pirrónicos I 216 ss. Expuesta de una u otra forma encontramos la frase en el
Crátilo platónico y en la Metafísica aristotélica. Y Hermias la formula de esta otra manera: “el hombre el
4
Finalmente, y posiblemente lo que motivó su acusación fue la controvertida afirmación
que dudaba de la existencia de los dioses. Afirmación que probablemente se encontraría
en su tratado Sobre los dioses y que muchos autores la exponen de la forma “Sobre los
dioses no sé… forma externa”.
La mayor parte del testimonio protagórico nos ha llegado por parte de Platón,
motivo por el cual su mensaje probablemente haya sido algo tergiversado. Sin embargo,
los Discursos Dobles nos ayudan a establecer una nueva e interesante mirada hacia el
filósofo de Abdera.
Filosofía protagórica.
límite y juicio de los objetos, de modo que aquellos objetos que caen bajo su percepción existen, los que
no caen, en cambio, no existen bajo las formas del ser. En Irrisión de los filósofos paganos.
5
Si queremos hablar de una filosofía relacionada con Protágoras, hemos primero
de desmentir los más que rumores que desde las entrañas de la historia apartan al sofista
de la filosofía.
En primer lugar debemos averiguar e indagar sobre la figura del sofista, ¿Quiénes eran
los sofistas?
Estos individuos peculiares en ningún momento formaron una escuela filosófica,
ni un movimiento. Lo cierto es que los criterios que se han utilizado para incluir o no a
pensadores, educadores o filósofos dentro del grupo de los sofistas no ha sido en
concreto muy determinado. Por ejemplo, el único motivo por el cual Critias se ha
incluido es porque así lo interpreta Filóstrato en la Vida de los sofistas. Sin embargo,
Calicles, Eutidemo o Dionisodoro han sido excluidos aun cuando Platón los define tal y
como define al resto de los sofistas4.
En muchas ocasiones a este grupo heterogéneo se les ha denominado como
ilustrados. La razón empieza a utilizarse como guía de todos los estudios. Es común
escuchar que con este proceso racionalista la mirada se vuelve hacia el hombre, y que la
diferencia entre este periodo y el anterior es el propio estudio del hombre. Sin embargo
encontramos casos donde los sofistas, quienes en su mayoría ponían toda su atención en
la política, las leyes o la antropología, tratan temas relacionados con la naturaleza. Es el
caso de Gorgias y sus estudios sobre el color5.
Una de las principales características que los hacían contrarios a las ideas
socráticas, era la importancia que los sofistas han atribuido al estudio de la poesía, como
a su facultad pedagógica. Ellos mismos se consideraban herederos de los rapsodos.
Platón, a lo largo de toda su obra nos ha dejado una definición del sofista que
mucho tiene que ver con el desprestigio con el que se los trata. Según el filósofo de las
ideas, los sofistas eran cazadores de los jóvenes pudientes, mercaderes de la educación,
vendedores de falsos bienes, y en definitiva, una mala replica del filósofo6.
Cabría peguntarse también qué es un filósofo, pero me parece una cuestión muy
amplia, inconclusa o en continuo crecimiento. Por lo tanto, y como conocemos lo que
Platón piensa que no es un filósofo, nos conformaremos con poner de relieve los
motivos por los que pensamos que el proyecto protagórico es un auténtico proyecto
filosófico.
4
A. MELERO, Sofistas. Testimonios y fragmentos, Gredos, Madrid, 1996, pág. 7.
5
Ibíd. pág. 8.
6
Ibíd. pág. 10.
6
Para realizar esta tarea es imprescindible la lectura y análisis de los Dissoi
Logoi. Estos discursos se establecen como la única fuente de la filosofía sofista que no
está contaminada por el pensamiento platónico. Es interesante resaltar la estructura
misma de los discursos, pues en ella se descubre la intención del autor, enfrentar las dos
corrientes más representativas de su tiempo: la socrática y la sofista, que
particularmente se asocia con el pensamiento protagórico.
De la enseñanza de la virtud.
Protágoras basa el origen de la cultura en el mito de Prometeo, del cual hace una
nueva interpretación, mucho más racionalista de la que los poetas habían hecho. Dicho
mito, “defiende esencialmente la diferencia entre la sabiduría para la vida, y la virtud
política”8. La sabiduría para la vida, o las virtudes, han sido repartidas de forma desigual
entre la población, mientras que el arte de la política se ha dado a todos por igual. Este
es el fundamente primero de la democracia ateniense. La igualdad es necesaria 9. Ambas
virtudes pueden enseñarse, la diferencia es que no han sido distribuidas de igual manera.
El aprendizaje de la virtud política se da además de manera necesaria. Pues si los
hombres viven políticamente, es decir, en relación los unos con los otros, el arte de la
7
J. SOLANA, Protágoras de Abdera. Dissoi Logoi. Textos relativistas. Akal, Madrid, 1996, pág. 152.
8
J. SOLANA, “Protágoras y los poetas”, Universidad de Zaragoza, 2011, pág. 7
9
J. SOLANA, Protágoras de Abdera. Dissoi Logoi. Textos relativistas. Akal, Madrid, 1996, pág. 62.
7
política se aprende en ese continuo existir enfrentados al mundo de la polis 10. Se da
mediante el aprendizaje de las leyes y normas de la ciudad, además de los hábitos de
convivencia y normas sociales no establecidos.
La crítica platónica se hace entonces más que evidente. Desde su posición
esencialista, a cada hombre le corresponde un lugar en la ciudad en relación con su
alma. Los que se han de dedicar a la política son solo unos pocos, los cuales son
poseedores exclusivos de la virtud correspondiente.
10
Ibíd. pág. 68.
11
J. SOLANA, “Protágoras y los poetas”, Universidad de Zaragoza, 2011, pág. 10.
12
ibíd.
13
J. SOLANA, Protágoras de Abdera. Dissoi Logoi. Textos relativistas. Akal, Madrid, 1996, pág. 163.
8
planteamiento no existen los maestros de la virtud, pues ésta es algo innato y se da de
manera espontanea.
La idea fundamental de la poesía es la de enseñar desde lo particular lo general.
Extraer de las historias tradicionales concretas, normal morales para el conjunto de la
ciudadanía. Lo mismo pretende hacer Tucídides con la historia. La relata de una manera
que explicando hechos concretos, la reflexiones alcancen un carácter universal. Él
redacta la historia para que otros más tarde la puedan comprender y así evitar los errores
que se hayan cometido14. Todo ello hace referencia a la idea del tiempo circular que
dominaba la Grecia clásica.
Teoría relativista.
Aun cuando los dos puntos anteriormente explicados son consecuencia directa
del pensamiento relativista protagórico, considero adecuado separarlos de las
cuestiones puramente relativistas. De esta manera, dos conceptos tan relevantes
como son los que atañen a las virtudes y a la educación no quedan subsumidos bajo
lo que pretende ser una teoría general relativista. Base teórica y conceptual de la
filosofía protagórica.
14
W. JAEGER, “Tucídides como pensador político”, en Paideia, Libro II.
15
J. SOLANA, Protágoras de Abdera. Dissoi Logoi. Textos relativistas. Akal, Madrid, 1996, pág. 42.
9
se pretendía dar. El problema surge ahora cuando intentamos identificar el lugar que
ocupa lo que mide la verdad. En el caso de Platón y Aristóteles se hablará del
filósofo, o del experto. Protágoras dota a la totalidad de los hombres para alcanzar la
verdad. De esta manera se justifica que los primeros pensadores concedan el poder
político a una minoría especializada, mientras que nuestro sofista se lo atribuye a un
conjunto capaz por necesidad.
El tema de la verdad supondría el segundo nivel atravesado por la frase
homomesura16. El primer nivel es el que correspondería al relativismo moral y
epistemológico. Aquí se puede ver desde la práctica cómo funciona la verdad como
relación. No se puede decir que robar sea malo. Hay que atender a quién roba, el qué
roba, en qué situación lo hace, etc. El objeto de estudio no puede ser el robo, más
bien las relaciones en su amplitud es lo que cabría analizar17.
Richard Rorty en “La justicia como una lealtad más amplia” en El pragmatismo
una versión nos ofrece una particular versión de esta amplitud. El concepto de
verdad como relación necesita de un criterio relacional. Dicho criterio es para Rorty
la lealtad. Hay que señalar que el filósofo americano está hablando en clave de ética
y justicia más que en tono de una teoría de la verdad. De todas formas, es un
ejemplo de lo que podría ser un método relacional de criterio.
En Rorty encontramos que la ética debería funcionar conforme al concepto de
lealtad más amplia. Es decir, una acción es correcta en tanto en cuanto su
compromiso de lealtad alcanza cotas más altas. Por ejemplo, si tu padre comete un
crimen, lo correcto sería dar parte de ello al estado, que es un grupo de lealtad más
amplio que la familia.
Por lo demás, la frase homomesura es un predicado de un principio más general,
las antilogías18.
Las antilogías típicamente se exponen de la manera: “En toda cuestión hay dos
razonamientos mutuamente opuestos”. Esta tesis no dice que bueno y malo sean lo
mismo, sino que la misma cosa es buena y mala a la vez. La afirmación además
tiene un carácter universal y no puede entenderse únicamente como la relativización
de los valores19. En multitud de ocasiones se ha querido entender las antilogías como
16
Ibíd. págs. 39-46.
17
Ibíd. pág. 144.
18
Ibíd. pág. 39.
19
Ibíd. pág. 36.
10
la negación de la contradicción, lo que daba pie a decir que todas las opiniones son
verdaderas. Sin embargo, esto parece más una conclusión que Platón y Aristóteles
infieren de la incorrecta interpretación de las antilogías. Dicha interpretación se basa
en que mientras Protágoras se refiere a términos relacionales, Platón y su discípulo
lo hacen a términos monádicos20.
Dice Aristóteles que Protágoras destruye la esencia (Met..1007a 20), y
efectivamente esto es así. El ser protagórico está vacío. En sus relaciones esta la
sustancia. Es el primer análisis estructural de la historia de la filosofía, cuyo reflejo
más temprano aparecerá ya en Spinoza en el Tratado político y su concepto de
individuo colectivo.
20
Ibíd. pág. 38.
21
Ibíd. pág. 56.
11
Conclusión.
12
la historia había arrancado a un personaje tan influyente como fue Protágoras de
Abdera.
Prueba eminente de ello son los Dissoi Logoi. Allí encontramos de la manera
más claras contrapuestas las filosofías relativista y esencialista. Éstas tiene un
carácter de generalidad, pues ambas tratan los temas clásicos del pensamiento, a
saber: la ética, o los valores, la epistemología, o la verdad, y la ontología, o el ser22.
No se puede menospreciar el papel que juega el Protágoras a la hora de cotejar
la información y complementar la teoría relativista. Sin embargo no nos podemos
olvidar, que mientras que el pensamiento esencialista que recorre la línea que
atraviesa a Sócrates, Platón y Aristóteles, se ha alargado por completo en el curso de
la historia, el pensamiento protagórico ha desaparecido. Los textos platónicos y
aristotélicos se mantienen casi intactos, o la mayor parte al menos, mientras que no
contamos con ningún escrito original de Protágoras. Por todo ello, se hace necesaria
una revisión del planteamiento sofista poniendo especial interés en los Dissoi Logoi.
Lo cierto es que ninguna de las dos teorías hubiese sido lo que es si no fuera por
el conflicto que entre ellas se dio. Así que la filosofía platónica debe mucho de su
difusión al poder que ganó en el conflicto contra la tesis relativista.
No podemos olvidar, que mientras que la democracia ateniense se vino abajo, y
con ella todos sus representantes y divulgadores, la filosofía platónica encontró,
siglos más tarde en el flujo del cristianismo la corriente que transportaría sus ideas
por toda la historia hasta nuestros días.
Bibliografía
22
Ibíd. pág. 178.
13
- J. SOLANA, Protágoras de Abdera. Dissoi Logoi. Textos relativistas. Akal,
Madrid, 1996.
14