02 - Dionysos (Acephale 3-4)

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A CE PHAL

DIONYSOS

DIONY SOSs

Le dieu Dionysos
Nielzsche Dionysos
Jules MoNNERoT DIOVYSOS PHILOSOrHE

CHRONIQUE NIETZsCHEENNE. 15
Georges BATA11L
L'apogte de la civilisalion est une crise qui décom
pose l'ezistence sociale
La récupération du inonde perdu
La solulion 1asciste .. . .
Du ciel césarien d la terre dionysiaque la solution
religieuse.
Nietzsche Dionysos * * * *

La représentation de a Numance».
Numancel Liberle! » . . 20
Les mystères dionysiaques

Roger CuLois:LES VERTUS DIONYSIAQUES

DECLARATION RELA TIVE A LA FOND4TION DtY


COLLEGE
DE SOCIOLOGIE
Pierie kuseowsai ON JUAN SELON KIERKEG 4RD

DESSINS NDRE MASSONN


QATht
Dionyso

NUME RO
UILLETI93
DOUBIL F
DION YSO S
Toda la Antigüedad vio a Dionysos como el dispensador del vino. Pero
lo conoció también como el Frenético que convierte a los hombres en unos
posesos, que los devuelve al salvajismo, que les hace incluso derramar san-
gre. Dionysos era el familiar y el compañero de fatigas de las almas de los
muertos y misteri0sas consagraciones lo llamaban su maestro. A su culto
pertenecia la representación dramática... Hacía que nacieran las flores de la
primavera; la hiedra, el pino, la higuera estaban vinculados a él; pero el don
mil veces bendito de la viña debe situarse muy alto por encima de estos fa-
de la naturaleza. Dionysos era el dios
vores
de la embriaguez bienaventu-
rada y del amor extático. Pero era también el Perseguido,el. Sufriente y el
Moribundo, y todosaquellos a los que amaba y que lo acompañaban debían
participar de su suerte trágica (Walter Otto, Dionysos, Frankfurt, 1933, p. 49).
iQuién es Dionysos?
El dios del éxtasis y del espanto, del salvajismo y de la liberación
aventurada; el dios loco, cuya aparición pone a los seres humanos en deli-
bien
rio, manifiesta ya en su concepción y nacimiento el carácter misterioso y
contradictorio de su ser.
Era hijo de Zeus y de una mortal. Pero antes de haberlo traído al mundo, ella
fue abrasada en el fuego de tormenta de su amante celeste (Dionysos, p. 62).
Al igual que los mitos del nacimiento, los mitos de la aparición de
Dionysos manifiestan también ya mucho de su esencia.
En su concepción el elemento terrestre había sido tocado por el relámpago
del cielo divino. Pero en la asociación de lo celeste y de lo terrestre expre-
sado en el mito del doble nacimiento, el carácter pesado de las lágrimas de
la vida humana ya no era ensalzado sino mantenido en contradicción bru-
tal con el esplendor sobrehumano. Aquel que ha nacido de este modo no
es solamente aquel que grita de alegría, aquel que aporta la alegría; es el
dios doloroso y moribundo, el dios de la contradicción trágica. Y la vio
lencia interior de esta doble naturaleza es tan grande que entra como una
tempestad en medio de los hombres, a quienes aterroriza y cuya resisten-
cia abate con el láigo de la locura. Todo lo que es habitual y ordenado debe
saltar en pedazos. La existencia se convierte subitamente en embriaguez
embriaguez de la felicidad que estalla, pero también embriaguez de lo que
espanta (Dionysos, p.
74).
Cuando Dioniso llegó a Argos, como no se quería celebrar su cul to,
convirtió a las mujeres en dementes hasta el punto de que huyeron a la
montaña y desgarraron las carnes de sus ainos recién nacidos.. Aura,
amada por Dionysos, mató y devoró a uno de sus hijos de corta edad..
(Dionysos, pp. 98-99).
iUndiosSreneicoiUn dios aACuya sssncia le pertenece estar loco!
2Quehan vivido o Visto los hombres a los que se imponía lo que hay de im-
e n esta representación?
posible
El rostro de este verdadero dios es el rostro de un mundo. Sólo puede haber
un dios loco si existe un mundo loco que se manifiesta a través de él.
Dónde está ese mundo? cPuede todavia ser encontrado y recone
nosotros? Solamente el propio dios nos puede ayudar en este
onocido por
Aquel que engendra lo viviente debe: sumergirse en las camin
ginales, moradas de las potencias de la vida. Y cuando profundidades
regresa a la s o

ficie, hay destello de locura en sus ojos, porque alli,


un
cohabita con la vida. El propio misterio original está loco,debajo,
la muer
el seno del
garro v de la unidad desgarrada. A este respecto, no tenemos
des.
necesidad de
1lamar a los filósofos... La experiencia de la vida y los ritos detodos
pueblos y de todos los tiempos son testigos de ello.
La experiencia de los pueblos habla: alli donde nace lo viviente, está
pró-
xima la muerte. Y en la medida en que hay vida eso está vivo, y la proximi.
dad de la muerte crece hasta el instante más alto, hasta el embrujo del
nuevo
devenir, cuando muerte y vida se entrechocan en una loca alegría. El torbe-
lino y el estremecimiento de la vida es profundo porque está ebrio a muerte
Con tanta frecuencia como la vida se engendra nuevamente, el muro que la
separa de la muerte se abre por un instante (Dionysos, pp. 126-128).
No era solamentelaahundancia de vida y fecundidad lo que hacía del
Torouna de las formas de Dionysos, sino también su locura furiosa, su ca-
rácterpeligroso.. (Dionysos, p. 154).
Sulascivia mencionada con frecuencia, debe de haber hecho del chivo
uno de los
animales dionisíacos... (Dionysos, p. 155).
NIETZSCHE DIONYSOS
Un dios ebrio, un dios demente... Las hipótesis rápidamente cons-
truidas que conducen toda significación al nivel de la media no han hecho
sino desviar la mirada de esta representación. Pero la historia atestigua su
fuerza y su verdad. Ha dado a los griegos un sentimiento de
embriaguez
tan grande y tan abierto que, miles de años después de la ruina de su civi-
lización, un Hölderlin, un Nietzsche podían expresar su último y más pro-
fundo pensamiento en nombre de Dionysos. Y Hegel representaba el
conocimiento de la verdad con ayuda de una imagen
dionisiaca, afirmando
que ésta era «el vértigo de la bacanal en la cual no hay un
no esté ebrio» ( Dionysos, p. 50).
participante que
He aquí mi universo dionisíaco que se crea se
a sí mismo, ese mundo misterioso de
y destruye eternamente
voluptuosidades dobles, he aquí mi
«más allá del bien y del mal», sin meta, a menos
que la felicidad de habeer
cumplido el ciclo sea una meta, sin querer, a menos que un anillo
buena voluntad de girar eternamente sobre sí mismo tenga la
y nada más que sobre
sí, en su propia órbita. Ese universo que es el mio,
ficientemente lúcido como para verlo sin desear quién laentonces es lo su-

temente fuerte como para exponer su alma a ese


perder vista? <Suficien-
espejo? <Para oponer su
propio espejo al espejo de Dionysos? ePara proponer su propia solución
enigma de Dionysos? Y el que fuera capaz, eno debería entonces al
aún? hacer más
Comprometerse con el «ciclo de los ciclos»?
Jurar su propio retorno?
Aceptar el ciclo en que se bendecirá eternamente a sí
afirmará a sí mismo? Con la mismo, en que se
voluntad de querer todas las cosas de
De ver
regresar todas las cosas que han sido? De nuevo?
que debe nunca ser? Sabéis querer ir hacia todo lo
qué es ahora el mundo para mí? Y lo
quiero, cuando quiero este mundo? que yo
(Nietzsche, La voluntad de poder).
ud
Durante la lFiesta del Asno, en Zaratustra, se dice
cxpresame
asesino de Dios no es unicamente culpable de la muerte de que el
bien de su resurreceión bajo una forma nueva: porque Dios, sinottam
en los diose
muerte no es más que un prejuici0; no hacen sino despojarse, Dera a
ren. y nunca se podria prever «cuántos dioses nuevos serán todanue
hles. En efecto: «ihan discurrido cerca de dos mil anos, y ni un solo
dioslb, El Papa, privado de Dios por la muerte de este ultimo, viene
nite
a ado
rar al nuevo dios bajo la forma travestida de un asno. Ese asno, desde
fondo de su sabiduría oculta, dionisiaca, no dice nunca: Nein (No), sinel
siempre l-A Ja: Si). EI Hombre-más-feo ofrece vino al asno, porqueDinn
sos es un dios de viñedos, y todos los personajes de Zaratustra se reúnenony-
so
lemnemente alrededor del asno divino. Del mismo modo, el Viajero v su
Sombra, el Profeta del Nihilismo, todos esos hombres superiores de la de.
sesperación adoran al asno que bendice; porque su superior voluntad de
nada se ve liberada en el asno afirmador y llegada a la forma suprema del ser
que se quiere a sí mismo. Zaratustra, «el más piadoso de los ateos», se con-
vierte él mismo en Zaratustra-Dionysos en nombre del cual Nietzsche con-
suma la última transformación que lo hace pasar del principio heroico del
YO QUIERO al principio «idéntico a los dioses» del YO SOY. Idéntico a los
dioses, ese principio lo es porque convierte en fácil a través de él lo que antes
parecía penoso. «Los dioses viviendo con ligereza: he aquí el embelleci
miento supremo devuelto al mundo; dentro de ese sentimiento, cuán difí-
cil es vivir la vida» (Löwith, Nietzsches Pbilosophie der etvigen
Widerkunfides Gleichen, Berlin, 1935, p. 55).
Ariadna, el laberinto, el Minotauro, Teseo y Dionysos, a todo ese do-
minio mítico Nietzsche no deja de volver sin cesar una y otra vez bajo una
forma enigmáticamente ambigua, cada vez que quiere indicar el último se-
creto de la verdad: que la verdad es la muerte..
El laberinto cuyos dédalos no ofrecen salida y que reserva la destrucción
mediante el Minotauro, es la meta y el destino del que busca. Aquel que in-
tenta la absoluta independencia del conocimiento, sin estar constreñido a
ello, experimenta a partir de este hecho una audacia desencadenada. Va a un
laberinto, multiplica por mil los peligros que la vida conlleva por sí misma,
y no es algo menor que nadie vea con sus propios ojos cómo y dónde se
pierde y se aisla, para acabar siendo despedazado por algún Minotauro de
las cavernas de la conciencia. En el caso en que tal buscador sucumba, esto
se produce tan lejos de toda comprensión humana que los hombres no lo
sienten ni pueden apiadarse, y él no puede regresa..
La verdad...conduce al interior del laberinto y nos entrega al poder del Mi-
notauro. El sujeto del conocimiento tiene incluso por esta razón una meta
completamente distinta: un hombre laberíntico no busca nunca la verdad
sino siempre su Ariadna - diga lo que diga. La búsqueda de la verdad le

empuja hacia lo que le es ajeno, lo que es en sí mismo algo así como la ver-
dad, pero ninguna de las verdades que son captadas en tanto que verdad. Lo
que es Ariadna, Nietzsche no lo ha dicho o no ha «podido» decirlo.
Y sin embargo ella misma se convierte para él en la muerte..
Nietzsche, en tanto que es Dionysos, se convierte en la verdad que abarca
a la vez vida y muerte, verdad desde el fondo de la cual dice desde enton-
ces a Ariadna: «Soy tu laberinto». Es Dionysos la verdad allí en donde lo
a ' ann
la verdad, entrega la u.

mism0 pertenece a
de la búsqueda de la vo
cllo
en tanto que
oscuro,
paradojicas d se
las peripecias solama.
la supera, porque en un ser que entonces ente
vivjente
el círculo de lo
encierran
en
para toda experiencia pro
nre

Dioniso es lo verdadero? loda comprension se detiene aquí (Jaspers


Nictzsche no dice
en

dicha de lo que
piamente
Berlin. 1936, pp.201-202).
Nietzsche. trazos que es posible percibir en
hayan sido los
Por innumerables que se trata de la
de comprenderlo, sólo
Nictzsche no se trata
este mito. para
util su propia filoso- para
clección consciente de un símbolo que le parece
esencialmente diferente del mito
Dionysos es algo
fia.Por eso es por lo que forma.
sin nunca tomar
algo que en el
fondo llega
la embriaguez, «en la cual
antiguo,
símbolo de
la exis-
Dionysos ces en primer lugar el
«Cuando florecen el cuerpo y el
tencia festeja própia transfiguración»,
su
es dada la
símbolo cargado de misterios... Aquí
alma griegos... nació ese
medida común, con respecto a la
cual todo lo que creció después fue esti-
demasiado estrecho: que se
mado demasiado corto, demasiado pobre,
los mejores nombres y
solamenteel nombre de Dionysos
ante
pronuncie
las mejores cosas modernas, ante Goethe, por ejemplo, o ante Beethoven,
o ante Shakespeare o Rafael: de repente sentimos que nuestras mejores
cosas y nuestros mejores instantes se ven juzgados, iDioniso es un juez!»
16. 388).
Dionysos es además lo contrario de Cristo, es la vida trágica opuesta a la
ida a los pies de la cruz: ««Dionysos contra el crucificado». Este contrario
no es: una diferencia en cuanto al martirio,- sino que su sentido es dife-
rente...el problema que se plantea es el del sentido del sufrimiento: o el
sentido cristiano o el sentido trágico. En el primer caso será el camino de
un ser santificado; en el segundo caso el ser conlleva la suficiente santidad
como para justificar una vida temible de sufrimientos. El hombre
aprueba incluso el sutrimiento más áspero: es lo bastante
trágico
vinizador como para ello; el cristiano fuerte, pleno, di-
niega el
El Dios en la cruz es la maldición sobre la
lote más feliz sobre la tierra...
vida, el consejo es liberarse de él;
- Dionysos despedazado es una conjuración de la
vida: renace eternamente
y volverá eternamente de la destrucción
(16, 391).
Frente a la figura evanescente de ese
Dios la concepción
Nietzsche se
consuma-como anteriormente indeterminada de
su
diante una Teodicea, es decir, mediante una pensamiento- «me-
mundo pero por la misma razón por la aprobación absoluta del
poco tiempo antes» (16, 372).
cual se lo
habia
embargo, Dionysos podria nunca un
Sin no
desaprobado
plegarias, al cual se consagre un culto. Es, ser
a fin de
Dios al cual se
le dirian
iasofa 14, 391). Tiene 1odas las cuentas, «el Dios que
Nictzsche venir, que Sienie particularidades del nuevo filósofo
ve o
fi-
grun cquivoco que cs nisno, ser el el
aue
Nict/sc he tuene conciencia de la «dios tentador» el v
imbolo tal el sinple hecho de que honysOS Sea extraña novedad.
un
LLETle Jos dioses tambien Iilosotain, me tilosoto, y que por con-
parece una con-
Laauloidentificacion NietSC he de con novedad.
lDonysos, ncluso
fraseyu cl ultino
soy
discipulo e
inicado del dios oculta la
en
ella misma factivaiienie en lS nichos de su
locura
TDionysos», se
realiz6
PP 350-332 (Jaspers, Nietzsche
seh

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