Eduardo Cordero - Material Docente - El Control de La Administración v1 (2021)
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EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIÓN
Eduardo Cordero Q.
Profesor de Derecho Administrativo
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
2021
Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
INDICE
I. INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 4
II. EL CONTROL EN LA CONSTITUCIÓN .................................................................. 5
III. EL CONTROL COMO CATEGORIA JURÍDICO-PÚBLICA.......................... 10
IV. CLASIFICACIÓN DEL CONTROL ....................................................................... 13
V. EL DEFENSOR DEL CIUDADANO O EL OMBUDSMAN ................................. 14
VI. EL CONTROL POLÍTICO: LA CÁMARA DE DIPUTADOS ......................... 16
§ 1. Introducción ........................................................................................................................ 16
§ 2. ¿Qué es fiscalizar? .............................................................................................................. 18
§ 3. 5. Los “actos del Gobierno” ............................................................................................. 20
§ 4. Los medios de fiscalización .............................................................................................. 22
a) Las observaciones o acuerdos........................................................................................................ 23
b) La solicitud de antecedentes .......................................................................................................... 23
c) Las Comisiones especiales investigadoras.................................................................................. 24
d) La citación de los Ministros de Estado ....................................................................................... 26
VII. EL CONTROL ADMINISTRATIVO .................................................................... 27
§ 5. Control administrativo interno ....................................................................................... 27
§ 6. Control administrativo externo: La Contraloría General de la República ............. 30
a) Antecedentes ..................................................................................................................................... 30
b) Marco regulatorio ............................................................................................................................ 30
c) Naturaleza .......................................................................................................................................... 30
d) Organización ..................................................................................................................................... 31
e) Funciones ........................................................................................................................................... 32
§ 7. Control administrativo externo: El examen y juzgamiento de cuentas .................. 35
a) Antecedentes generales .................................................................................................................. 35
b) El Examen de cuentas ..................................................................................................................... 35
c) El Juicio de Cuentas......................................................................................................................... 37
§ 8. Control administrativo externo: La facultad dictaminadora de la Contraloría
General de la República.................................................................................................................. 38
a) Antecedentes generales .................................................................................................................. 38
b) Naturaleza de los dictámenes ........................................................................................................ 41
c) Legitimados para solicitar un dictamen ...................................................................................... 42
d) Causales de abstención .................................................................................................................... 43
e) Efectos de los dictámenes ............................................................................................................... 44
f) Impugnación judicial de los dictámenes de Contraloría ......................................................... 48
g) Comentario final ............................................................................................................................... 49
§ 9. Control administrativo externo: El Consejo para la Transparencia ........................ 49
a) Antecedentes generales .................................................................................................................. 50
b) Alcances de la Ley Nº 20.285 ........................................................................................................ 52
c) El Consejo para la Transparencia ................................................................................................ 52
d) La transparencia activa ................................................................................................................... 53
e) El amparo del derecho de acceso a la información (transparencia pasiva) ......................... 53
VIII. EL Control jurisdiccional ......................................................................................... 56
§ 10. El principio de tutela judicial .......................................................................................... 56
§ 11. La sumisión de la Administración al control jurisdiccional ...................................... 56
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I. INTRODUCCIÓN
El control no constituye un principio, sino que se trata de un medio que se justifica en razón del
fin que se pretende lograr, ya sea para garantizar el respeto del principio de legalidad, el
respeto y promoción de los derechos fundamentales o de asegurar una gestion eficaz o
eficiente. Sin perjuicio de esto, se trata de un instrumento de la mayor importancia, que ha
estado presente en cada momento o época, como podemos ver en la vieja tradición castellano
indiana de rendir cuentas de la gestión, o lo que se afirma actualmente desde la tradición
anglosajana como es el accountability.
Si bien el concepto de control evoca una realidad que nos parece conocida, lo cierto es que
éste carece de contornos nítidos y aparece dotado de más de un significado. Lo mismo sucede
con otros conceptos que tienen un significado similar, vgr. vigilancia, supervisión, inspección
o fiscalización. Esta constatación es especialmente cierta desde el punto de vista jurídico, en
donde el control presenta un contenido y un significado que no es del todo preciso.
Ahora bien, el planteamiento del control del poder público supone asumir una perspectiva
que:
a) Requiere de una justificación respecto de su pertinencia y de la legitimidad en la cual
se sustenta. Para esto, debemos establecer qué es el control.
b) Luego, no se cuenta con una teoría general aceptada respecto del control, por lo que
tampoco disponemos para su análisis de instrumentos claros y fiables.
Por esta razón, es necesario iniciar el estudio del control teniendo como punto de partida el
propio texto de la Constitución.
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Los preceptos constitucionales que utilizan el término control pueden agruparse en la forma
siguiente:
a) La Contraloría General de la República, en el control de la legalidad de los actos
de la Administración (artículo 98 y 99).
b) El Tribunal Constitucional, en el control de constitucionalidad de las leyes
(artículo 93).
c) El Servicio Electoral, en el control del gasto electoral (artículo 18, 60 inciso 7º,
94 bis y 125).
d) El Estado, en el control de las acciones de salud, en el marco del derecho a la
protección de la salud (artículo 19 Nº 9).
e) Órganos a cargo de la supervigilancia y control de las armas (artículo 103).
ii) De estas disposiciones constitucionales se deduce que el control se refiere a una función
o actividad que tiene por objeto primario a) la acción, actividad, gestión o cometido o,
en su caso, las decisiones, los actos o las actuaciones de un tercero (una entidad o un
órgano públicos) o b) las entidades o los órganos públicos de control en cuanto ejercen
dicha actividad.
El control siempre se refiere obviamente a una actividad. Ocurre que, desde el punto de vista
jurídico, el control de la actividad puede tener por objeto principal bien ésta en si misma
considerada, es decir, pretende sólo extraer consecuencias respecto de ésta objetivamente,
pero también puede tener por finalidad primordial concluir desde la actividad sobre el sujeto
(entidad u órgano) que la realiza.
Por tanto, el control supone dos sujetos diferenciados (el controlado y el controlante) y dos
actividades distintas (la controlada y la controlante), siendo éstas últimas necesariamente
sucesivas en su desarrollo (aunque sea en el plano lógico), puesto que la de control presupone
lógicamente la existencia de la controlada. El control consiste, pues, en un examen y una
valoración, conforme a cierto criterio, de su objeto propio, la actividad controlada. Implica,
por ello, una relación jurídico-pública específica trabada por razón de y basada justamente
en la competencia de “control” atribuida a un sujeto público -entidad u órgano- sobre otro
sujeto -entidad u órgano- (su actividad).
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- Y a una función peculiar que, por sus características, es capaz de desplegarse respecto
de cualesquiera otras funciones-poderes constitucionales, que corresponde al
Tribunal Constitucional.
Es el caso, obviamente, de la función del Tribunal Constitucional. Este, precisamente por
tener una posición propia en la estructura del Estado (no formando parte del poder judicial)
y estar vinculado sólo a la Constitución (norma que preside, articula y sostiene el entero
ordenamiento en el que se insertan los distintos ordenamientos territoriales derivados de la
específica organización autonómica del Estado que constituye), cumple una función peculiar
capaz de traducirse en el ejercicio de controles sobre los diferentes poderes públicos y sus
actividades. Que la intervención del Tribunal Constitucional se traduce también en un
verdadero control, resulta de lo dispuesto en el artículo 93 de la Constitución, a través del
control preventivo de constitucionalidad de las leyes (obligatorio y facultativo), como el
control represivo previo requerimiento de decretos supremos, decretos con fuerza de ley y
decretos promulgatorios emanados del Gobierno, y actos de representación de la Contraloría
(artículo 93).
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ejercicio del poder y de las funciones que se controlan, en el marco del orden
constitucional.
Así, la Constitución considera en sus disposiciones varios aspectos que debemos tener
presente.
1º. Se hace una clara diferenciación entre el control en sentido genérico y regulaciones
específicas, aunque no se indica que forman parte del concepto genérico de control, como
sucede con la aprobación (artículos 32 Nº 15; 53 Nos. 8 y 9; 54; 78; 83; 85, entre otras);
autorización (artículo 32 Nº 19; 61; 63 Nº 7; 80; y 83, entre otros); supervisión (artículo
19 Nº 18 inciso final; 41; 42; 94 bis; 103; 111); investigación (artículos 51 Nº 1 letra c);
o el examen (artículo 98).
2º. Se contempla la posibilidad que un mismo ente u órgano pueda ser titular de distintas
potestades de control, para lo cual cuenta con diversas técnicas. Así, por ejemplo,
Contraloría puede controlar la legalidad de los actos administrativos y también la
correcta inversión de los recursos públicos a través del examen y juzgamiento de
cuentas. Esto se denomina compatibilidad subjetiva.
Además, también se contempla una compatibilidad objetiva, es decir, que dos o más
técnicas de control puedan recaer sobre un mismo objeto. Así, la Cámara de Diputados
puede fiscalizar los actos del Gobierno desde un punto de vista político, y la Contraloría
desde una perspectiva jurídica y financiera.
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3º. Es posible articular los diversos tipos y técnicas de control para crear un sistema
eficaz y que permita mayor eficiencia. En primer término, los niveles o alcances del
control no serán necesariamente uniformes, ya que las técnicas podrán ser de diversa
intensidad, partiendo desde la simple obtención de información, la comprobación, la
realización de una valoración de las actuaciones (legalidad, eficacia y eficiencia), llegando
a la formulación de un juicio (validez del acto o responsabilidad), hasta la adopción de
medidas de diversa textura y eficacia.
En suma, con independencia de la heterogeneidad orgánica y funcional, así como del distinto
alcance de las técnicas de control, parece claro que en la Constitución se regula y, por tanto,
define una función o actividad de control que tiene una funcionalidad específica en el Estado,
tanto desde el punto de vista orgánico como funcional. En el orden constitucional es
discernible, en efecto, un verdadero esquema o sistema de control, que guarda relación con
y está al servicio del orden constituido para los poderes públicos. Por ello mismo, el
contenido de aquella función es, claramente, de regulación y dirección de ese orden en su
dimensión dinámica. En el esquema de control, es decir, en éste como categoría, existen
desde luego elementos comunes, que le otorgan autonomía y perfil propios:
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En conclusión: el control es una función que se puede definir como una actividad de confrontación
o comprobación (con emisión de un juicio), que un ente u órgano realiza respecto de la actividad de
otro y que conlleva (sobre la base del juicio emitido) la adopción de una medida (de contenido y alcance
diverso), con producción de efectos positivos o negativos también diversos, conforme a la medida
adoptada, y que recae sobre dicha otra actividad, ya sea una decisión o acto o un conjunto de decisiones
o actos del ente u órgano controlado o el ente u órgano mismo.
El vocablo implica, pues, un juicio comparativo, con subsecuente reacción en el caso de que
aquél arroje una discordancia con el criterio, la medida o el patrón de referencia
determinante.
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El análisis de las normas constitucionales nos entrega datos esenciales para perfilar el
concepto de control, que son, sintéticamente, los siguientes:
a) El control se centra en la función ejecutiva, esto es, en la actividad del complejo
integrado por el Gobierno y la Administración pública;
b) Existe un predominio del tipo de control interfuncional e interordinamental;
c) Existen diversidad de técnicas de control y heterogeneidad del contenido y alcance
de la actividad desarrollada a través de éstas;
d) Nos encontramos con diversos órganos que realizan esta función, y
e) La articulación de los mecanismos de control permite contar con un sistema con
contenido y sentido propio.
Quizás una de las contribuciones poco conocidas del Derecho administrativo, ha sido la obra
de Miguel de Cervantes, “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, escrito estando en
prisión por un juicio de cuentas. En efecto, Cervantes fue comisario del Rey para sacar trigo
y fabricar con él, bizcocho destinado al abastecimiento de la Armada. En 1589, presentó una
cuenta “de gastos menudos que hice en la molienda que tuve en la ciudad de Écija”, y en la
que se equivocó, dando con sus huesos en la cárcel. Sería absuelto por el Consejo de guerra
y consiguió que le nombrasen, en 1594, comisionado para el cobro de varios atrasos de
impuestos en el reino de Granada y de cuyos embrollos sobrevino la célebre prisión de
Cervantes en Cárcel de Sevilla, donde se engendró el Quijote. Véase HERNÁNDEZ ESTEVES,
Esteban (2015): “Cervantes como comisionado y recaudador al servicio de al Real Hacienda”,
en: Revistas Activos, 24, pp. 21-99.
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Con fecha 22 de diciembre de 1891 se dictó una nueva ley de Municipalidades que se
denominó de la Comuna Autónoma. Fue considerada una conquista de la revolución del
mismo año y otorgaba una independencia al poder municipal de la cual no gozaba desde el
periodo colonial. Sin embargo, el país no estaba preparado ni cívica ni culturalmente para un
sistema de descentralización administrativa de tal envergadura. Esta creación, en cierto
modo artificiosa, término con un cercenamiento de las amplias e importantes atribuciones de
las municipalidades, las que en caso de subsistir, quedaron sujetas al control estatal variando
de mecanismos de jerarquía a el control de tutela.
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Conforme a la expuesto, es posible dar respuesta a los problemas que se han planteado sobre
la materia:
a) En primer término, la separación entre el carácter único o plural del control. Esta
cuestión es, en rigor, falsa, pues cabe sin duda una construcción común de los
controles, sin por ello privar de su economía y lógica a cada uno de los mecanismos
y técnicas en que se plasman, es decir, sin imponer a éstos un tratamiento único que
los desnaturalice. La unidad no es en este caso contradictoria con la pluralidad.
b) En segundo lugar, la consideración del control como función o sólo como actividad
de una función. El control es desde luego una función, y no por ello, una mera
actividad y, concretamente, una actividad materialmente jurídico-administrativa,
como también se ha pretendido desde la tradicional clasificación de la actividad
administrativa en activa, consultiva y de control. El control actual no es fruto de un
proceso de expansión de una actividad originariamente administrativa, en el curso
del cual ha desbordado el ámbito propio del poder ejecutivo para establecerse
también en el propio de otros poderes (naturalmente en calidad de actividad
accesoria). Antes bien, el control es el resultado del desarrollo, la acumulación y la
articulación de múltiples y distintas actividades-funciones que han acabado
adquiriendo un contenido común por exigencias del sistema estatal en su misma
evolución y constituyendo así, en éste, una específica función.
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que esta cuestión carece de verdadero sentido en el plano propio de cada uno de los
mecanismos o de las técnicas: éstos tienen, en cada caso, la finalidad concreta que
proceda en función de su objeto particular, en el contexto de la relación jurídico-
pública específica que determinen entre los sujetos controlantes y controlados.
Adquiere propiamente sentido sólo en el plano del papel que desempeña el control
como conjunto de mecanismos y técnicas puesto al servicio de la preservación
constante de la estructura y el funcionamiento del Estado definidos por la norma
fundamental.
Este último enfoque, al propio tiempo que permite huir de los esquemas conceptuales
establecidos (hoy en crisis) y, por tanto, evitar toda sustantivación por hipostásis, posibilita
un planteamiento mucho más matizado -desde la conciencia de la crisis del edificio jurídico-
público establecido- y una clara contribución a la necesaria reconstrucción de ese edificio,
en el sentido de pasar de la visión estática y fragmentada que actualmente facilita e impone
(fundamentalmente por razón de su fijación teórica objetiva en los actos) a una nueva visión
dinámica y más real, basada en las relaciones jurídicas, gracias al abandono de los
tradicionales prejuicios existentes en el Derecho público a su plena y frontal admisión entre
el poder público y los ciudadanos y al reconocimiento de que tales relaciones están
articuladas -como las jurídico-privadas- sobre derechos-deberes subjetivos (de los sujetos
públicos y de los sujetos privados).
Esa nueva visión permite, en efecto, reconocer y absorber la diversidad de las posiciones en
que pueden encontrarse los sujetos públicos (entes u órganos) en las diferentes relaciones
trabadas entre ellos por razón del control, abandonando así el esfuerzo distorsionante de su
caracterización por referencia a una posición genérica y supuestamente única.
En definitiva, el control del poder público vendría a ser el orden del orden social, una suerte
de código genético, que asegura la permanente reproducción del Estado como sistema
complejo, es decir, como organización y estructura (Estado-poder) y conjunto de reglas
(Estado-ordenamiento) conforme a sus propias características, tal como éstas han sido
impresas en el orden constitucional, dándole estabilidad-permanencia y permitiendo su
apertura-evolución.
Se pueden hacer diversas clasificaciones del control. Por ahora, sólo nos vamos a ocupar de
las tres más relevantes.
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El Defensor del Pueblo o del Ciudadano ha sido reconocido por la doctrina como una
garantía institucional de los derechos de las personas frente a la Administración, en todo
orden, incluyendo las prestaciones que debe realizar con el objeto de satisfacer sus
necesidades públicas. Su origen se encuentra en la figura del Ombudsman, consagrado por
primera vez la Constitución de Suecia de 1809. Su función era ser un “mandatario o
representante del Parlamento”, para controlar la actividad de la Administración y de los
propios órganos jurisdiccionales, con el objeto de asegurar el respeto a la ley y la protección
de las libertades públicas. La principal característica es que su eficacia no descansa en el
poder público –de hecho no tiene potestad sancionadora-, sino en la autoridad moral que
tiene la persona que ejerce la función.
La institución tuvo un importante éxito, por lo que también fue recepcionada en otras
Constituciones. El proceso se inició en los países escandinavos: Finlandia (1919), Noruega
(1952) y Dinamarca (1954). Luego siguieron los países europeos, como Alemania en la Ley
Fundamental de Bonn de 1949, desarrollada posteriormente en la Ley de 26 de junio de
1957; en el Reino Unido, en 1967, con la Ley del Comisario Parlamentario; en Francia, en
1973, con la institución del “Médiateur” (actual Défenseur des droits); y España, en la
Constitución de 1978, siendo nombrado por los Cortes en 1982, luego de la aprobación de
su ley orgánica en 1981. Por último, su reconocimiento se ha extendido a prácticamente
toda Latinoamérica (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador,
Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana,
Uruguay y Venezuela).
Ahora bien, el Ombudsman tiene como misión fundamental la tutela de los derechos
fundamentales de los particulares, a través de la fiscalización de la actividad de las
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Como bien indica Pedro Pierry, “el aspecto más novedoso del Ombudsman lo constituye el de ser
un canal expedito por el cual los habitantes del país pueden ejercer el derecho de reclamar contra los
actos u omisiones de la Administración, que en la práctica no se ejerce. Es importante destacar que
incluso en aquellos países como Francia, famoso por su excelente jurisdicción contencioso
administrativa, el porcentaje de individuos víctimas de abusos o ilegalidades por parte de la
Administración, que reclama ante los tribunales Administrativos, es mínimo, y está constituido en
gran parte por funcionarios públicos y en relación con materias concernientes a la carrera
administrativa. Esto, que se debe en parte a lo complejo y lento de los procedimientos y a la actividad
que el propio reclamante debe desplegar durante su tramitación, no ocurre con respecto al
Ombudsman”1.
1 PIERRY ARRAU, Pedro (2017): Derecho Administrativo. Obra Reunida (Valparaíso, Ediciones Universitarias de
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Esto ha dado lugar a algunas iniciativas privadas, como ha sido el Anuario de Derechos
Humanos, que es elaborado por el Centro de Derechos Humanos de Universidad de Chile,
y también el del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales.
Un paso relevante se ha dado con la creación por la Ley Nº 20.405, de 2009, del Instituto
Nacional de Derecho Humanos (INDH), que es una corporación autónoma de derecho
público destinada a promover y proteger los derechos humanos de todos las personas que
habitan en Chile, establecidos en las normas constitucionales y legales; en los tratados
internacionales suscritos y ratificados por Chile y que se encuentran vigentes, así como los
emanados de los principios generales del derecho, reconocidos por la comunidad
internacional. Este organismo es autónomo e independiente de todos los poderes públicos.
Le corresponde, entre otras funciones, elaborar un informe anual sobre sus actividades, la
situación nacional de derechos humanos y hacer recomendaciones para su debido resguardo
y respeto. Dicho informe debe ser presentado al Presidente de la República, al Congreso
Nacional y al Presidente de la Corte Suprema. Adicionalmente lo puede enviar a la ONU, la
OEA y organismos de defensa de derechos humanos. Además, debe comunicar al Gobierno
y a distintos órganos del Estado su opinión sobre situaciones relativas a derechos humanos
que ocurran en nuestro país. Para ello puede solicitar informes al organismo pertinente.
También puede iniciar (en el ámbito de su competencia) acciones legales ante los Tribunales
de Justicia, que pueden ser querellas por crímenes tales como de lesa humanidad, tortura,
desaparición de personas, etc. y presentar recursos de protección o amparo.
§ 1. Introducción
Como bien lo destaca Alan Brofman, detrás de esta norma existió la idea de que se estaban
manteniendo algunas de las bases del sistema parlamentario, ya que un acuerdo u
observación negativa por parte de la Cámara hacia alguno de los Ministros, debía significar
2 Esta disposición encuentra, a su vez, su antecedente en las facultades que le entregaba la Constitución de
1833 a la Comisión Conservadora para “ejercer la supervigilancia […] sobre todos los ramos de la
administración pública” y en especial velar por la observancia de la Constitución y las leyes y representar al
Presidente de la República los abusos o atentados cometidos por las autoridades que de él dependen (artículo
58, en los términos introducidos por la reforma de 1874). Constituyen también precedentes las prácticas
parlamentarias del período 1891-1925, que contemplaban como mecanismos de fiscalización a las preguntas e
interpelaciones a los Ministros, así como el nombramiento de comisiones investigadoras. Vid. NAVARRO
BLETRÁN, Enrique. La Facultad fiscalizadora de la Cámara de Diputados, en: RDP, Nº49, enero-junio, 1991, pp.
71-74.
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necesariamente la renuncia del mismo, por razones de dignidad o decoro3. No obstante, este
no fue el sentido que tuvo la citada norma en la práctica constitucional, pues como bien
sostuvo la doctrina más autorizada, la Carta de 1925 significó el paso decisivo desde un
peculiar sistema parlamentario a un férreo sistema presidencial, en donde la mentada
disposición alejaba cualquier posibilidad de control efectivo de la Cámara sobre el Gobierno,
ya que el Presidente de la República no tenía obligación alguna de prescindir del Ministro
cuestionado o de cambiar la política adoptada y que fuese objeto de dicha observación o
juicio.4
3 BROFMAN, Alan. Funciones y atribuciones del Congreso Nacional, en: BROFMAN, Alan; DE LA FUENTE, Felipe y
318; SILVA BASCUÑAN, Alejandro. Tratado de Derecho Constitucional. Santiago: Jurídica de Chile, 1963, p. 115.
Esta misma opinión la mantiene en la edición del año 2000, v. 6, p. 100.
5 Vid. Actas CENC, pp. 2034-2041.
6 Idem, pp. 2050-2070.
7 Idem, pp. 2224 a 2232.
8 Tal disposición estaba redactada en los siguiente términos: “Art. 39.- Son atribuciones exclusivas de
la Cámara de Diputados: 2.º Fiscalizar los actos del Gobierno. Para ejercer esta atribución, la Cámara puede,
con el voto de la mayoría de los Diputados presentes, adoptar acuerdos o sugerir observaciones que se
trasmitirán por escrito al Presidente de la República. Los acuerdos u observaciones no afectarán la
responsabilidad política de los Ministros y serán contestados por escrito por el Presidente de la República o
verbalmente por el Ministro que corresponda”.
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§ 2. ¿Qué es fiscalizar?
Uno de los temas más complejos respecto de esta facultad exclusiva de la Cámara de
Diputados ha sido el alcance de la expresión fiscalizar, pues no habiendo sido definida por la
ley ni siendo claro el sentido natural de la misma, se ha tenido que recurrir al contexto de
la disposición para delimitar su alcance.9 De esta forma, esta expresión tiene un alcance
distinto del entendido tradicionalmente, lo cual hace que su sentido, como facultad privativa
de la Cámara de Diputados, sea bastante peculiar.
Es por tal razón que los autores han distinguido entre el concepto de controlar y de fiscalizar.
Así, controla quien vela porque los actos respecten el conjunto de normas que integra
nuestro ordenamiento, que en buenas cuentas se traduce en la vigencia efectiva del principio
de legalidad o juridicidad en los términos consagrados en los artículos 6 y 7 de la
Constitución. En cambio, el concepto de fiscalización sería más amplio o tendría, a lo menos,
una significación distinta, puesto que su objeto sería el de emitir un juicio u opinión respecto
de la conveniencia o la oportunidad de las decisiones adoptadas por el Gobierno en el
ejercicio de sus funciones.10
9 En este sentido, no se puede seguir el sentido amplio que entrega el Diccionario de la Lengua
Española, que es del criticar y traer a juicio las acciones u obras de otro, ya que esta facultad es reconocida a
toda persona en virtud del artículo 19 Nº 12 de la Constitución. Vid. CEA EGAÑA, José Luis. Fiscalización
parlamentaria del Gobierno, en: RChD, vol. 20, p. 7-10. Por su parte, el concepto tradicional de fiscalización está
estrechamente unido a la posibilidad de sancionar o compeler al fiscalizado a fin de que cumpla su función,
cuestión que no ocurren en esta caso, debido al carácter incompleto que tiene el citado numeral 1 del artículo
48, al excluir la responsabilidad política. En este mismo sentido, vid. CEA EGAÑA, José Luis. Fiscalización
parlamentaria de los actos de gobierno. X Jornadas Chilenas de Derecho Público. Valparaíso: EDEVAL, 1980, pp.
162-164.
10 Por todos, vid. BROFMAN, pp. 158-159.
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Además, se debe tener presente que este concepto está especialmente asociado a los medios
que establece la Constitución, punto en que la propia Comisión del Senado insistió al señalar
que la facultad fiscalizadora consistía justamente en adoptar acuerdos o sugerir
observaciones al Presidente de la República.13
Ahora bien, en virtud de las recientes reformas, creemos que el sentido de la disposición no
ha cambiado, sino que se ha visto reforzado en los siguientes términos:
a) En primer lugar, se han ido creando una serie de mecanismos destinados no sólo
a enjuiciar políticamente la acción del Gobierno, sino para obtener la información
necesaria a fin de que este juicio se sustente en antecedentes serios y confiables.
En esta línea se debe entender la norma introducida por la CENC, al permitir
que un parlamentario pueda solicitar antecedentes siempre que cuente con el
voto favorable de un tercio de los miembros presentes. Por su parte, la reforma
refuerza esta idea al permitir la constitución de comisiones especiales
investigadoras y la citación de los Ministros;
11 ACUÑA, Rolando. La Constitución de 1925 ante la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del
Senado. Santiago: Jurídica de Chile, 1971, p. 347. En esta obra se encuentra reproducido este Informe que es
de 26 de mayo de 1966. También es interesante el concepto que formula Gutenberg Martínez, quien entiende
fiscalizar “como la emisión de un juicio de valor, formulado a la luz del examen de un determinado acto de
Gobierno, hecho en correspondencia con el ordenamiento jurídico y con los principios consensualmente
aceptados por la sociedad que dicen relación con el bien común, entendido este como la esencia ética y jurídica
orientada a evitar actos de corrupción, abusos de poder y otros que puedan exceder las rectas facultades del
gobernante”. Vid. MARTÍNEZ, Gutenberg. Fiscalización parlamentaria y comisiones investigadoras: análisis y
propuestas. Santiago: Jurídica de Chile, 1998, p. 30
12 Los integrantes de la CENC también entendieron esta finalidad en un sentido similar, en la medida que la
fiscalización busca “producir en la opinión pública un factor regulador o de control de la gestión del gobierno”.
Vid. Actas, Sesión Nº341, p. 2041.
13 ACUÑA, pp. 313 y 319. En el mismo sentido, vid. CEA EGAÑA Fiscalización parlamentaria del Gobierno, p. 10.
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c) Constituye una facultad institucional, en la medida que debe ser ejercida por la
Cámara o por sus órganos dentro de las vías institucionales que la propia Carta
fundamental establece, como serían en este caso las comisiones permanentes y
especiales fiscalizadoras. Con esto se quiere expresar que la facultad fiscalizadora
corresponde a la Cámara de Diputados y no a sus miembros individualmente.
considerados.14
En este nuevo marco, debemos entender que la facultad fiscalizadora, como atribución
exclusiva de la Cámara de Diputados sería aquella que tiene por objeto pronunciarse sobre
la oportunidad o conveniencia de una determinada decisión adoptada por el Gobierno, así
como la de enjuiciar políticamente su gestión, a través la adopción de acuerdos u
observaciones, la solicitud de antecedentes,15 la constitución de comisiones especiales
investigadoras y la citación de los Ministros a fin de recabar información respecto del
ejercicio de su cargo, con la finalidad de influir políticamente en la gestión del Gobierno
dentro de los causes institucionales, sin que implique la responsabilidad política de los
Ministros, quienes se mantienen en sus cargos mientras cuenten con la confianza del
Presidente de la República.
La fiscalización tiene por objeto lo que se ha denominado “actos del Gobierno”, expresión
que también ha dado lugar a cierta discusión en torno a su sentido y alcance. La cuestión se
ha centrado en establecer si la expresión Gobierno tiene un alcance funcional u objetivo,
como actividad, o es de naturaleza orgánica o subjetiva. En este último caso, queda también
por establecer qué cuerpo orgánico reconoce la denominación de Gobierno.
14 Vid. Primer Informe del Senado (nota 11), p.432. En el mismo sentido, la Corte Suprema ha señalado que:
“conviene recordar que la Constitución Política de la República asigna, en su artículo 48 número 1, como
atribución exclusiva de la Cámara de Diputados y no de cada uno de ellos en particular, la de fiscalizar los
actos de gobierno, lo que debe hacerse en la forma que allí mismo se indica. Únicamente en el caso del inciso
2º de dicho numeral se permite la fiscalización individual, pero siempre requiere el apoyo de parte de los
miembros de la Cámara, de tal manera que tampoco resulta efectivo el argumento de que se priva u obstaculiza
al recurrente el ejercicio de una facultad que, en estricto rigor, no posee de modo individual” (Palma
Irarrázabal, Joaquín con I. Municipalidad de La Serena, Rol Nº3.106-2000, de 22 de marzo de 2001).
15 Debemos hacer una prevención en este sentido, en la medida que la solicitud de antecedentes aparece como
uno de los mecanismos para hacer efectiva la fiscalización, en los términos consagrados en el texto original de
la Carta de 1980, y conforme lo acordó la propia CENC, pero no es menos cierto que en muchos casos los
diputados prefieren utilizar la facultad contenida en los artículos 9 y 10 de la ley orgánica constitucional del
Congreso Nacional, que obliga a los organismos de la Administración del Estado a proporcionar los informes
y antecedentes específicos que le sean solicitados por las Cámaras o por los organismos internos autorizados
por sus respectivos reglamentos, con excepción de aquellos que por expresa disposición de la ley tengan el
carácter de secretos o reservados. Por su parte, en el Primer Informe en el Senado, el senador Viera-Gallo
advirtió que en la práctica se esquiva el quórum previsto establecido en el inciso 2º del número 1 del artículo
48, solicitando estos antecedentes a través de la Oficina de Informaciones de la Cámara de Diputados, que es
el órgano interno facultado para este efecto (p. 420). Además, hay que tener presente que esta disposición
también está establecida a favor del Senado, de manera que resulta dudoso que esté enmarcada dentro de las
facultades fiscalizadoras, más aún si el propio inciso final del artículo 9 de esta ley señala que esta facultad es
sin perjuicio de la establecida en el número 1) del artículo 48 de la Constitución. Vid. de la misma opinión,
BROFMAN, pp. 160-161.
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Material Docente: El control de la Administración
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bajo esta denominación. Sin embargo, esta primera conclusión resulta de descartar aquella
posición funcional, la cual distingue entre actos sujetos a control jurisdiccional (actos de
administración) y aquellos actos que están exentos de dicho control (actos de gobierno).16
No nos corresponde en este momento dar cuenta del sentido y valor que tiene esta distinción
en la actualidad, pero si debemos señalar que cada vez es más creciente la tendencia a
considerar buena parte de los denominados actos de gobierno como actos administrativos
discrecionales, reduciendo su ámbito material de aplicación. Además, una interpretación a
favor de la concepción funcional, no sólo reduciría la extensión de la facultad fiscalizadora
de la Cámara de Diputados a un puñado de actos de número muy limitado, sino que iría en
contra del propio tenor de la disposición, que alude a los actos del Gobierno, como entidad
orgánica, y no a los actos de gobierno.
Para José Luis Cea Egaña el Gobierno comprendería al Presidente de la República, los
Ministros de Estado y los servicios y organismos de la Administración del Estado que, a
través de los Ministerios, se vinculan con el Primer Mandatario.18 En cambio, Alan Brofman
formula una serie de posibles de argumentos, que en un caso excluye a las Municipalidades
y los Gobiernos Regionales, dando posteriormente argumentos históricos y positivos que
abonan un sentido amplio, comprensivo de toda la Administración pública, para señalar que,
al parecer, conforme a la ley orgánica constitucional de Bases Generales de la
Administración del Estado Nº 18.575, los Ministerios y, excepcionalmente, los servicios
públicos son los que participan en la tarea de gobierno, excluyendo a la Contraloría General
de la República, el Banco Central, las Fuerzas Armadas y de Orden, el Consejo Nacional de
Televisión y las empresas públicas creadas por ley.19
16 Esta fue la primera opinión a la cual arribó la CENC, en su sesión 309: “El señor Bertelsen expresa que,
evidentemente, debe hacerse la distinción, difícil pero posible, que la doctrina indica entre actos de gobierno y
actos administrativos. Los primeros, como es indudable, no pueden ser objeto de un control de nulidad; pero
los segundos, sí. Estos últimos son de ordinaria ocurrencia: disposiciones de jefes de servicio, de autoridades
regionales, que son, en definitiva, los actos que en forma más directa e inmediata afectan a los particulares
[…] El señor Ortúzar (Presidente) agrega que es evidente que, como lo manifestaba el señor Bertelsen, en
ningún caso esta atribución podría llegar al extremo de dejar sin efecto los actos de gobierno. Pero respecto
de los actos administrativos, en ciertos caso […] cree que tiene que haber algún órgano jurisdiccional que
pueda, en un momento dado, dejarlos sin efecto […].”
17 El Capítulo IV de la Constitución tiene como epígrafe “Gobierno”, claramente en un sentido orgánico, pero
luego se refiere al Presidente de la República, a los Ministros de Estado y a la Administración del Estado,
todos dentro del mismo capítulo. Por su parte, más clara aparece la distinción entre función de gobierno y de
administración, la cual asigna en los diversos niveles territoriales: Dentro del territorio nacional, le
corresponde al Presidente de la República tanto la función de gobierno como de administración (artículo 24);
a nivel regional, la función de gobierno le corresponde al Intendente y la función de administración al Gobierno
Regional (artículo 100); en el ámbito provincial, las funciones de gobierno y administración quedan en manos
del Gobernador (artículo 105), mientras que a nivel comunal la función de administración le corresponde a las
Municipalidades (artículo 107).
18 CEA EGAÑA Fiscalización parlamentaria del Gobierno, p. 12.
19 BROFMAN, pp. 159-161.
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Material Docente: El control de la Administración
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De esta forma, bien se puede sostener que están sometidos a la fiscalización de la Cámara de
Diputados, no sólo los órganos de Gobierno, sino también aquellas entidades de la
Administración central y descentralizada y de la denominada Administración invisible, en
particular las empresas constituidas bajo formas jurídico privadas, exceptuando a los
Gobiernos Regionales y las Municipalidades. Además, también somos de la opinión que
están excluidos los órganos que gozan de autonomía reconocida a nivel constitucional.25
20 En este sentido, el Senador Viera-Gallo manifestó que otra tentación permanente en las comisiones
fiscalizadoras es perder de vista que lo se fiscaliza son los actos de Gobierno y no los de los particulares. Podría
producirse el más grande escándalo en la sociedad civil, agregó, pero no puede la Cámara de Diputados
inmiscuirse. Sin embargo, esta regla se burla de muchas maneras, por ejemplo, resolviendo fiscalizar a las
autoridades del Gobierno para ver si han cumplido, a su vez, la función de control respecto de una determinada
materia, con lo cual, en el fondo, se termina investigando la vida o la empresa privada. A este respecto, indicó,
debe aplicarse el máximo de rigor para que no se fiscalicen sino los actos del Gobierno. Vid. Primer Informe
del Senado, p.423.
21 Vid. Primer Informe del Senado, p.433.
22 Esta indicación, presentada por el senador Alberto Espina, proponía reemplazar el encabezamiento del
número 1) del artículo 48 en el siguiente sentido:”1) Fiscalizar los actos del Gobierno y de la Administración
del Estado. Para ejercer esta atribución la Cámara puede […]”
23 Se debe hacer presente que el caso planteado en la Comisión se refería a la solicitud de información conforme
a los artículos 8, 9 y 10 de la ley orgánica constitucional del Congreso Nacional, y no respecto de la facultad
fiscalizadora del número 1) del artículo 48 de la Constitución. Vid. Segundo Informe del Senado, pp. 180-181.
24 Segundo Informe del Senado, pp. 179-180.
25 En este caso estamos pensando en la Contraloría General de la República y el Banco Central. Esta opinión
también es compartida por FERRADA, Juan Carlos. La Reforma constitucional a la fiscalización parlamentaria en
la Constitución de 1980: un análisis preliminar, en: Ius et Praxis, año 8, Nº1, 2002, p. 480.
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La necesidad de colocar esta expresión viene a dar cuenta de uno de los principales
problemas que ha tenido el ejercicio de las facultades fiscalizadoras por parte de la Cámara,
en la medida que las respuestas emitidas por el ejecutivo han sido en muchas ocasiones
breves, sin mayores antecedentes, lo cual desvirtuaba el sentido que tienen estos acuerdos u
observaciones. Por tal razón, el número 1 a) considera que tanto la respuesta a las
observaciones o acuerdos de la Cámara, así como la solicitud de antecedentes por parte de
un diputado que cuente con el apoyo de un tercio de los miembros presente, debe ser
fundada, esto es, que debe ir apoyada con motivos o razones eficaces que satisfaga la solicitud
formulada, tratando de no dejar algunos aspectos a la duda o discusión.
Este era uno de los puntos más controvertidos de esta facultad, tanto en su precedente
inmediato, como fue el número 2) del artículo 39 de la Constitución de 1925 y en el actual
número 1) del artículo 48. El principal problema lo planteaba la posibilidad de abrir las
puertas a prácticas propias del parlamentarismo, que se busca erradicar. Así, por lo demás,
lo entendía Jaime Guzmán E., quien en la CENC manifestó sus aprensiones ante la
posibilidad que se cuestionara el mérito o suficiencia de la respuesta del Gobierno.26
En este caso, será la propia ley orgánica constitucional del Congreso, así como la normativa
reglamentaria de la Cámara, las que deberán articular los mecanismos que permitan hacer
efectiva la obligación que pesa sobre los Ministros en orden a dar respuestas fundadas ante
estas observaciones, acuerdos y solicitudes de información.
b) La solicitud de antecedentes
El inciso 2º del Nº 2 del artículo 51 de la Constitución dispone que cualquier diputado, con
el voto favorable de un tercio de los miembros presentes de la Cámara, podrá solicitar
determinados antecedentes al Gobierno. Por su parte, el Presidente de la República debe
contestar esta solicitud fundadamente por intermedio del Ministro de Estado que
corresponda, dentro del plazo de 30 días.
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Material Docente: El control de la Administración
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Ley Nº 18.918, Orgánica Constitucional del Congreso Nacional (LOCCN) establece un sistema
adicional para requerir información a la Administración, que no requiere contar con el acuerdo que
establece el artículo 51 Nº 1 a) de la Constitución. Para tal efecto, se hacen algunas distinciones:
a) Por regla general, los organismos de la Administración del Estado y las entidades en que el
Estado participe o tenga representación en virtud de una ley que lo autoriza, que no formen
parte de su Administración y no desarrollen actividades empresariales, deberán proporcionar
los informes y antecedentes específicos que les sean solicitados por las comisiones o por los
parlamentarios debidamente individualizados en sesión de Sala, o de comisión.
Sólo están exeptuados los organismos de la Administración del Estado que ejerzan
potestades fiscalizadoras, respecto de los documentos y antecedentes que contengan
información cuya revelación, aun de manera reservada o secreta, afecte o pueda afectar el
desarrollo de una investigación en curso (artículo 9º LOCN).
b) En el caso de las empresas del Estado (empresas públicas creadas por ley, las empresas del
Estado y las sociedades en que éste tenga aporte, participación accionaria superior al
cincuenta por ciento o mayoría en el directorio), deberán proporcionar los informes y
antecedentes específicos que les sean solicitados por las comisiones de las cámaras o por los
parlamentarios debidamente individualizados en sesión de Sala, o de comisión, aunque hay
información que es de carácter reservada, debido a la naturaleza de la actividad que
desarrollan, y que sólo se puede entregar previo requerimiento a la Contraloria y con informe
previo favaroble de la Comisión para el Mercado Financiero (artículo 9º A LOCCN).
Por último, el jefe superior del respectivo organismo de la Administración del Estado, requerido será
responsable del cumplimiento de lo ordenado, cuya infracción será sancionada, previo el
procedimiento administrativo que corresponda, por la Contraloría General de la República, cuando
procediere, con la medida disciplinaria de multa equivalente a una remuneración mensual. En caso de
reincidencia, se sancionará con una multa equivalente al doble de la indicada (artículo 10 LOCCN).
Una de las prácticas más cuestionadas desde el punto de vista jurídico-constitucional ha sido
la existencia de comisiones especiales investigadoras, esto es, aquellas comisiones constituidas
con el objeto de indagar sobre determinadas actuaciones o hechos de relevancia pública,
vinculados habitualmente con la gestión de los órganos de Gobierno, aunque en no pocos
casos también se han extendido a las actividades del sector privado.27
27 Los miembros de la CENC fueron muy claros en manifestar su opinión contraria a la creación de estas
comisiones, al punto de sostener que durante la vigencia de la Constitución de 1925 no sólo dieron pésimos
resultados, sino que desacreditaron enormemente toda la gestión parlamentaria. Vid. Actas, Sesión 341º, pp.
2053-2062. Por su parte, la doctrina ha dado tres argumentos positivos para dar cuenta de la
inconstitucionalidad de estas comisiones: a) No existe disposición constitucional ni legal que consagre la
existencia de estas comisiones especiales, violentando lo dispuesto en los artículo 6 y 7 CPR; b) En la mayoría
de los casos se avocan el conocimiento de materias que son objeto de causas pendientes ante los Tribunales de
Justicia, vulnerando lo dispuesto en el artículo 73 CPR; y c) Se constituyen en una verdadera comisión especial,
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Material Docente: El control de la Administración
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Tanto en los proyectos que dieron origen a esta reforma, como en la discusión habida al
interior de las comisiones, especialmente en el Senado, se llegó al acuerdo de
constitucionalizar esta práctica, que sólo tenía reconocimiento normativo en el reglamento
de la Cámara de Diputados.29
En este sentido, resulta interesante la intervención del senador Sergio Diez al interior de la
comisión, quien manifestó que existía una conciencia nacional en torno a la idea de que
nuestro sistema jurídico necesitaba con urgencia reglamentar la función fiscalizadora de la
Cámara de Diputados para que cumpla la finalidad señalada en la Constitución y sea
eficiente, seria y creíble por la opinión pública y, al mismo tiempo, no pueda ser usada para
producir efectos políticos que dañan a la sociedad en general y a la reputación de muchos
agentes públicos, en particular. Agregó que si bien la Constitución de 1980 ha dado un paso
adelante en relación a la de 1925, éste no fue suficiente y la fiscalización ha resultado ineficaz.
La transparencia de las actuaciones públicas que la vida moderna exige y la técnica permite,
dijo, hace aconsejable que nuestra Constitución responda a las necesidades y requerimientos
de estos tiempos, con el fin de asegurar la absoluta probidad en la administración de los
recursos públicos, eliminar los casos de corrupción y mantener el clima de sanidad y
decencia pública que han caracterizado a nuestro país. De acuerdo con nuestra Carta
Fundamental, expresó, es necesaria la mayoría de la Cámara de Diputados para poder
fiscalizar, lo que no es conveniente porque a menudo las mayorías políticas que eligen al
Presidente de la República coinciden con las mayorías políticas de la Cámara Fiscalizadora
y, en consecuencia, el poder de la oposición por sí sola para fiscalizar resulta muy disminuido
por cuanto para ejercerlo en su verdadero sentido, necesita acuerdo de la Cámara y, en
consecuencia, el consentimiento de la mayoría política gobernante.30
infringiendo el artículo 19 Nº3 inciso cuarto, que dispone que nadie puede ser juzgado por este tipo de
comisiones.
28 Entre otros autores, vid. CEA EGAÑA Fiscalización parlamentaria del Gobierno, p. 13-15; ANDRADE GEYWITZ,
Carlos. Elementos de Derecho Constitucional. Santiago: Jurídica de Chile, 1971, pp. 383 y ss.; SILVA BASCUÑAN,
p. 117; BERNASHINA, Mario. Manual de Derecho constitucional. T. II, Santiago: Jurídica de Chile, 1958, pp. 296
y ss.; ESTÉVEZ, p. 317.
29 Vid. Capítulo III del Reglamento de la Cámara de Diputados, artículos 297 a 303.
30 Vid. Primer Informe del Senado, pp.418-419.
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Material Docente: El control de la Administración
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En segundo lugar, también se debatió la citación de los Ministros a estas comisiones. Si bien
se llegó a un acuerdo en establecer una disposición general que contemplara la citación de
los Ministros de Estado con carácter obligatorio y limitado sólo a estas comisiones, se
mantuvo la norma en el sentido de establecer que no podrán ser citados más de tres veces a
una misma comisión investigadora, sin previo acuerdo de la mayoría absoluta de sus
miembros, tal como quedo en el texto definitivo.
En tercer lugar, la Cámara eliminó el inciso final que contemplaba la posibilidad de adoptar
acuerdos para que las conclusiones de la comisión, así como el debate y los acuerdos de la
Sala pudieran ser puestos en conocimiento del Gobierno, de los órganos o servicios
afectados, de los Tribunales de Justicia, de la Contraloría General de la República y del
Consejo de Defensa del Estado. Tampoco existen antecedentes en los informes y las
discusiones habidos en la Cámara, pero bien se puede entender que esta norma resultaba
innecesaria, pues aunque no se encuentre consagrada constitucionalmente, nada impide a la
Cámara adoptar estos acuerdos.
Un último punto a tratar dice relación con las citaciones. Teniendo que fiscalizar la comisión
especial investigadora los actos del Gobierno, quedan fuera de su competencia aquellas
materias que, siendo relevantes, atañen sólo a los particulares. En la misma línea, se
establece que sólo tiene obligación de concurrir a las comisiones investigadoras y entregar
los antecedentes e informaciones que se les soliciten los Ministros de Estados, los
funcionarios de la Administración del Estado y el personal de las empresas del Estado o de
aquellas en que éste tenga participación mayoritaria. Corresponderá en este caso a la ley
orgánica determinar la forma en que se realizarán estas citaciones, así como las medidas que
se adoptaran en el caso que no se cumpla con esta obligación.
31Esta propuesta proviene fundamentalmente de las opiniones manifestadas por el senador Sergio Diez, para
quien la Constitución debía considerar entre sus directrices el secreto o reserva en la investigación, aunque
reconoció la dificultad para conciliar la información y la transparencia con la hora de las personas; en
consecuencia, en las comisiones fiscalizadoras se debe tomar el cuidado de proteger, también, los derechos de
los individuos. Vid. Primer Informe del Senado, pp.424 y 427.
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En el curso del debate habido en el Senado, se introdujo la posibilidad de citar a los Ministros
de Estado a fin de que fueran interpelados mediante la formulación de preguntas en relación
con materias vinculadas al ejercicio de su cargo.
Con esto se altera la regla contenida en el artículo 37 de Constitución, para la cual era
potestativo para los Ministros asistir a las sesiones de sala o comisión, así como intervenir
en las mismas.
Por último, debemos recordar que la asistencia de los Ministros a estas sesiones es
obligatoria y que debe responder a las preguntas y consultas que motiven su citación. Sin
embargo, con el objeto de no entorpecer la gestión ministerial, se coloca un límite máximo
de tres citaciones dentro de un año calendario, salvo que concurra el acuerdo de la mayoría
absoluta de los diputados en ejercicio, evento en el cual se pueden realizar más citaciones.
El control administrativo se caracteriza por ser realizado por un órgano que forma parte de
la Administración del Estado, ya sea el mismo órgano que aplicó la sanción, un superior
jerárquico u otra entidad diversa. Por tal razón, debemos distinguir diversos ámbitos de este
control.
En primer lugar, corresponde este control al propio órgano administrativo que ha dictado
el acto. En una primera instancia, corresponde a las jefaturas ejercer un control jerárquico
permanente, tal como lo dispone el artículo 11 de la Ley Nº 18.575 y es confirmado por el
artículo 64 del Estatuto Administrativo:
Además, también disponen de órganos internos de control, como son las fiscalías,
contralorías internas o unidades de control.
Sin embargo, también es posible que esta revisión pueda tener lugar a través de un control
de legalidad a posteriori, con los instrumentos que entrega la Ley Nº 19.880:
27
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28
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34 JARA SCHNETTLER, Jaime (2004): La nulidad de Derecho público ante la doctrina y la jurisprudencia (Santiago,
Autor que sostiene que “Históricamente se ha dicho que esta facultad –propia de la autotutela de la
Administración– constituye un poder-deber de los organismos administrativos”.
36 Sentencia Corte Suprema Rol Nº 97731-2016, caratulada “Ana Huenchun Pilchulman con Corporación Nacional
actos administrativos pueden ser dejados sin efecto por la Administración por razones de legalidad o por
mérito, oportunidad o conveniencia. En el primer caso se denomina invalidación y en el segundo, revocación”.
Sentencia Rol Nº 11.991-2013, considerando 4º. En el mismo sentido, la Contraloría ha sostenido que: “[…]
en cuanto a la revocación de los actos administrativos, regulada en el artículo 61 de la ley N° 19.880, y a la
improcedencia de aplicarla a la situación de la especie, cabe señalar que siendo ello efectivo, tal conclusión
resulta de la naturaleza de esta institución, que extingue tales actos por razones de mérito, oportunidad o
conveniencia y no por vicios de legalidad en su otorgamiento, como es el caso de las resoluciones exentas N°s.
1.413 y 1.444, de 2005”. Dictamen Nº 560-2008.
39 Así el artículo 61 letra c) de la Ley Nº 19.880 señala que no procede la revocación: “c) Cuando, por su
naturaleza, la regulación legal del acto impida que sean dejados sin efecto”.
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a) Antecedentes
En todo caso, la justicia de cuentas destinadas a velar por el correcto uso de los recursos
públicos. En un comienzo aquello fue encargado a un veedor, pero luego se entregarían a la
Real Audiencia (1567), pasando posteriormente a la Contaduría Mayor de Cuentas del Reino
de Chile (s. XVIII), que cumplía funciones de fiscalización, consultivas y normativas. Con la
independencia, las funciones se separarían entre una Contaduría Mayor de Cuentas, que
debía tomar razón de aquellos actos de la Administración del Estado que pudieran
comprometer la Hacienda Pública y, por tanto, representar su ilegalidad, siendo reemplazada
en 1888 por el Tribunal de Cuentas. En paralelo, también surge la Dirección General de
Contabilidad. Como se puede apreciar, se trata de órganos destinados a cautelar por el bueno
uso y destino de los recursos públicos, lo que sólo dará cuenta de una parte de las funciones
que realiza actualmente el órgano contralor.
b) Marco regulatorio
c) Naturaleza
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Material Docente: El control de la Administración
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Como curiosidad, el edificio tradicional de Contraloría es un bien fiscal. Sin embargo, la Ley
Nº 10.336 estableció una destinación directa del inmueble a dicha entidad, a fin de evitar que
con un simple acto administrativo pudiera ser privado de él: “Artículo 162°. El edificio
construido en la propiedad fiscal inscrita a fs. 33.826, N° 9.955, del Registro de Propiedad del año
1943, de la calle Teatinos de la capital para instalar en él las oficinas de la Contraloría, estará
exclusivamente destinado a este objeto”.
d) Organización
a) Todos los funcionarios son de la exclusiva confianza del Contralor, quien podrá
nombrarlos, promoverlos y removerlos con entera independencia de toda otra
autoridad (artículo 3º de la Ley Nº 10.336).
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Material Docente: El control de la Administración
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e) Funciones
i. Funciones Jurídicas
Además, también la ley puede eximir del trámite de toma de razón, como lo hace el
artículo 53 de la Ley Orgánica de Municipalidades, que dispone: “Las resoluciones que
dicten las municipalidades estarán exentas del trámite de toma de razón, pero deberán registrarse
en la Contraloría General de la República cuando afecten a funcionarios municipales”.
Esto ha hecho que sólo una cantidad ínfima de actos formales de la Administración se
encuentren sometidos a este trámite.40
40 Véase CORDERO, Luis (2007): “La Contraloría General de la República y la Toma de Razón: Fundamentos
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Material Docente: El control de la Administración
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b) Si bien es excepcional que la Contraloría pueda aplicar medidas disciplinarias (por regla
general corresponde a los jefes de servicio), si es posible que pueda instruir dichos
procedimientos y luego entregar los antecedentes al jefe de servicio para que se
pronuncie a este respecto. En tal sentido, el artículo 133 de la Ley Nº 10.336 dispone
que: “El Contralor o cualquier otro funcionario de la Contraloría, especialmente facultado por
aquél, podrá ordenar, cuando lo estime necesario, la instrucción de sumarios administrativos,
suspender a los Jefes de Oficina o de Servicios y a los demás funcionarios, y poner a los
responsables en casos de desfalcos o irregularidades graves, a disposición de la justicia ordinaria”.
Todo lo anterior, es sin perjuicio que pueda constituir delegados en los Servicios
públicos y demás entidades sujetas a su fiscalización, con el fin de practicar las
inspecciones e investigaciones que estime necesarias (artículo 131) o practicar
inspecciones extraordinarias (artículo 132).
De los casos en que la Contraloría puede aplicar medidas disciplinarias, se encuentran las
investigaciones sumarias por mal uso de vehículo fiscal (DL Nº 799, de 1974); los casos de
no entrega de información al Congreso Nacional (artículo 10 de la Ley Nº 18.918); por no
cumplir con las obligaciones de la Ley Nº 20.730, sobre el Lobby y gestión de intereses
particulares (artículo 17 de la Ley Nº 20.730); respecto de las autoridades o funcionarios que
no realicen su declaración de intereses o patrimonio (artículo 11 de la Ley Nº 20.880) y por
no rendir cuentas (artículo 93 de la Ley Nº 10.336), entre otros casos.
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Material Docente: El control de la Administración
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plazo, con o sin el informe, la Contraloría procederá a resolver el reclamo, para lo cual
dispondrá de veinte días hábiles.
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Material Docente: El control de la Administración
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a) Antecedentes generales
En estos procesos, la autoridad o funcionario no podía abandonar el lugar donde había ejercido el
cargo, ni asumir otro hasta que llegase a término este procedimiento. Por su parte, era habitual que
el encargado de realizar este procedimiento (juez de residencia), era la persona que ya había sido
nombrada para suceder en el cargo. Las sanciones eran variables, normalmente multas, aunque
también se consideraba penas privativas de libertad, como sucedió con Miguel de Cervantes y
Saavedra.
En el Derecho indiano estos juicios fueron muy importantes, y comprendían a toda clase de
funcionarios, incluidas las más altas magistraturas, como los virreyes y presidentes de Audiencia,
gobernadores, hasta alcaldes y alguaciles.
b) El Examen de cuentas
El examen de cuenta es una etapa administrativa y tiene por finalidad verificar la fidelidad
de las cuentas respecto de aquellos funcionarios que tienen a su cargo recursos públicos.
Además, se trata de un procedimiento eventual, ya que el examen comprende sólo algunas
cuentas que se han rendido, bajo determinados criterios selectivos o matrices de riesgos.
Por tal razón y para dar seguridad jurídica, toda cuenta debe ser examinada, finiquitada o
reparada en un plazo que no exceda de un año, contado desde la fecha de su recepción por
la Contraloría. Vencido este plazo, cesará la responsabilidad del cuentadante y la que pueda
afectar a terceros, sin perjuicio de las medidas disciplinarias que corresponda aplicar a los
funcionarios culpables del retardo, y de las responsabilidades civil y criminal, que
continuarán sometidas a las normas legales comunes (artículo 96). Por tal razón, desde que
es recepcionada la cuenta, estamos frente a un plazo de caducidad para que ella sea
finiquitada o reparada.
Tienen obligación de rendir cuentas los “cuentadantes”, que es “todo funcionario, como
asimismo toda persona o entidad que reciba, custodie, administre o pague fondos de las
entidades que integran la Administración del Estado”, quienes rendirán a la Contraloría las
cuentas comprobadas de su manejo en la forma y plazos que determina esta ley (artículo 85).
A su vez, en el caso que no tengan establecido un modo especial de rendirlas, lo harán por
meses vencidos (artículo 86).
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Material Docente: El control de la Administración
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- Si las cuentas no fueren presentadas dentro del plazo legal o del plazo que otorgue
el Contralor, podrá éste suspender al empleado o funcionario responsable, sin goce
de sueldo, medida que durará hasta que dé cumplimiento a la referida obligación
(artículo 89 inc. 1°).
- Todo funcionario, sea que esté en ejercicio de un cargo o fuera del Servicio, que deba
rendir cuenta a la Contraloría, y no lo hiciere dentro de los dos meses siguientes al
último día del período en que deba hacerlo, será castigado con una multa aplicable
administrativamente por el Contralor, o será arrestado por un término no mayor de
un año. El arresto será decretado por los tribunales ordinarios a requerimiento del
Contralor. (artículo 93).
i. Fiscalizar la percepción de las rentas del Fisco o de las demás entidades sometidas
a la fiscalización de la Contraloría General de la República y la inversión de los
fondos de esas corporaciones, comprobando, en ambos casos, si se ha dado
cumplimiento a las disposiciones legales y reglamentarias que rigen su ingreso y
su aplicación o gasto, y
a) Finiquito
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Material Docente: El control de la Administración
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Terminado el examen de la cuenta sin que hubiere reparos que formular, o salvadas las
observaciones que se hubieren hecho, el examinador remitirá el expediente, con expresión
escrita de su conformidad, al Jefe del Departamento, quien, si estimare cumplidos los
requisitos de los artículos precedentes, otorgará el finiquito que corresponda. (art. 106 inc.
final).
b) Observaciones
Son las enmiendas que se estima necesario introducir para la correcta presentación de las
cuentas y otras deficiencias que, por su naturaleza, no sean clasificables como reparos.
Podrán, asimismo, hacerse presentes con el carácter de “observaciones” las omisiones de
documentos y los errores de imputación, pero si dentro del plazo que se señale para este
efecto no fuere atendida la observación respectiva, se formulará derechamente el reparo.
(art. 101 inc. 2° y 3°). Salvadas las observaciones, se otorgará el finiquito.
c) Reparo
Serán materia de reparos en las cuentas la circunstancia de carecer éstas de alguno de los
requisitos señalados en los artículos 95 a 100, y, en general, la de omitirse el cumplimiento
de cualquiera disposición legal o reglamentaria que consulte contribución, aportes o
impuestos a favor del Fisco u otras instituciones, o que ordene alguna modalidad en la forma
de recaudar las rentas, efectuar los egresos o rendir las cuentas (artículo 101 inc. 1°).
c) El Juicio de Cuentas
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Material Docente: El control de la Administración
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- También existe el denominado “reparo ficto”, que permite iniciar el juicio a partir de
las conclusiones de un sumario administrativo (artículo 129),
- Por último, también se ha utilizado en la práctica los informes de auditoria, ya que se
trata de iniciar a su interior un examen de cuentas, que en la práctica omite muchas
de las formalidades legales y que han planteado una serie de críticas.
En a las siguientes etapas, existe un período de dicusión, que se inicia con la notificacón del
reparo (artículo 108). El cuentadante tienen un plazo de contestación de 15 días más la
respectiva tabla de emplazamiento (artículo 109). Luego, se solicita un informe al Jefe de
Departamento (30 días) y al Fiscal de la Contraloría (15 días). Se puede abrir un término de
prueba de 15 días (artículo 111). Luego, viene el período sentencia, que debe emitirse en el
plazo de 30 días contados desde que el expediente se encuentra en estado para resolver.
Respecto de la sentencia de segunda instancia sólo procede el recurso de revisión, siempre que
este recurso se funde en falta de emplazamiento, error de hecho o nuevos antecedentes o
circunstancias que puedan probarse con documentos no considerados en la resolución cuya
revisión se solicita. El plazo para su interposición es de de tres meses para los residentes en
el territorio de la República y de seis para los ausentes del país, contados ambos desde la
notificación del fallo recurrido.
También la Corte Suprema ha admitido la interposición del recurso de queja entra de los
pronunciamientos de este Tribunal, conforme a los artículos 82 de la Constitución y 545 del
Código Orgánico de Tribunales, aunque puede resultar discutible, considerando al
autonomía que tiene la Contraloría sobre la materia y la atribución de una competencia
exclusiva que hace la Constitución a dicha entidad.
a) Antecedentes generales
41 Artículo 99 de la Constitución y artículos 10, 10A, 10B, 10C y 10D de la Ley Nº 10.336, sobre Organización
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Material Docente: El control de la Administración
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En tal sentido, los dictámenes han sido definidos como aquella opinión jurídica o juicio que
se emite o forma acerca de la correcta aplicación de un cuerpo normativo, facultad que la
Carta Fundamental y, en general, el ordenamiento normativo nacional, han encomendado
ejercer a la Contraloría para el control de juridicidad de los actos de la Administración, lo
que incluye la emisión de pronunciamientos en derecho con fuerza obligatoria y vinculante,
tanto para la autoridad del respectivo servicio como para los funcionarios afectados y
atribuida por la Constitución, se ha entendido que tendría su base en lo dispuesto en el artículo 98 de la Carta
Fundamental. Véase NAVARRO (2012), p. 439. Así también se ha pronunciado la Corte Suprema en sentencia
Rol Nº 4533-2008, de 13 de octubre de 2009: “Que estas normas, con base constitucional en el artículo 98 de la Carta
Fundamental, confieren a la Contraloría General de la República facultades para interpretar las normas y de este modo
ejercer el control de legalidad que prevé dicho precepto”. Por su parte, dentro de las disposiciones legales, la más
relevante es el artículo 6º, la cual dispone:
Artículo 6°. Corresponderá exclusivamente al Contralor informar sobre derecho a sueldos, gratificaciones,
asignaciones, desahucios, pensiones de retiro, jubilaciones, montepíos y, en general, sobre los asuntos que se
relacionen con el Estatuto Administrativo, y con el funcionamiento de los Servicios Públicos sometidos a su
fiscalización, para los efectos de la correcta aplicación de las leyes y reglamentos que los rigen.
Del mismo modo, le corresponderá informar sobre cualquier otro asunto que se relacione o pueda
relacionarse con la inversión o compromiso de los fondos públicos, siempre que se susciten dudas para la
correcta aplicación de las leyes respectivas.
La Contraloría no intervendrá ni informará los asuntos que por su naturaleza sean propiamente de carácter
litigioso, o que estén sometidos al conocimiento de los Tribunales de Justicia, que son de la competencia del
Consejo de Defensa del Estado, sin perjuicio de las atribuciones que, con respecto a materias judiciales,
reconoce esta ley al Contralor.
De acuerdo con lo anterior, sólo las decisiones y dictámenes de la Contraloría General de la República serán
los medios que podrán hacerse valer como constitutivos de la jurisprudencia administrativa en las materias a
que se refiere al artículo 1°.
Esta norma se debe relacionar con lo dispuesto en el artículo 19 del mismo cuerpo normativo, el cual
establece la fuerza vinculante u obligatoria que tienen estos actos:
Artículo 19°. Los abogados, fiscales o asesores jurídicos de las distintas oficinas de la Administración Pública
o instituciones sometidas al control de la Contraloría que no tienen o no tengan a su cargo defensa judicial,
quedarán sujetos a la dependencia técnica de la Contraloría, cuya jurisprudencia y resoluciones deberán ser
observadas por esos funcionarios. El Contralor dictará las normas del servicio necesarias para hacer expedita
esta disposición.
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aquellos encargados de su cumplimiento44. Por lo demás, los dictámenes son los medios que
podrán hacerse valer como constitutivos de la jurisprudencia administrativa.45
Por su parte, los dictámenes pueden versar sobre diversas materias, a saber: derecho a
sueldos, gratificaciones, asignaciones, desahucios, pensiones de retiro, jubilaciones,
montepíos y, en general, sobre los asuntos que se relacionen con el Estatuto Administrativo,
y con el funcionamiento de los Servicios Públicos sometidos a su fiscalización, para los
efectos de la correcta aplicación de las leyes y reglamentos que los rigen46. Asimismo,
pueden referirse a cualquier otro asunto que se relacione o pueda relacionarse con la
inversión o compromiso de los fondos públicos, siempre que se susciten dudas para la
correcta aplicación de las leyes respectivas (artículo 6º).
En efecto, y tal como lo sostiene la Contraloría, varios de los criterios contenidos en sus
pronunciamientos han sido recogidos por diversas disposiciones administrativas. Así:
44 En este sentido, cabe tener presente que la renuencia a aplicar un dictamen implica tanto el incumplimiento
de la norma interpretada en ese pronunciamiento como la inobservancia de los referidos preceptos de la ley
N° 10.336, y puede, por ende, irrogar responsabilidad para los funcionarios que deben adoptar las medidas
conducentes para ejecutar la ley cuyo alcance fija el respectivo pronunciamiento, véase dictámenes N°s. 30.276,
de 1986, y 24.375, de 1993 y 82.297, 2014, entre otros.
45 Solo las decisiones y dictámenes de la Contraloría constituirán la denominada jurisprudencia administrativa
(artículo 60 inciso final de la Ley Nº 10.336), fijando el sentido y alcance de las disposiciones legales y
reglamentarias que regulan la organización y funcionamiento de los servicios públicos o entidades de la
Administración del Estado, sometidas a su fiscalización. Veáse SOTO KLOSS, Eduardo (2009), Derecho
Administrativo. Temas Fundamentales, Editorial Legal Publishing Abelebo Perrot, Santiago, p. 681, así como
los dictámenes Nºs. 39.570, de 2000; 571, de 2001; 61.817, de 2006; 64.951, de 2014, entre otros.
46 La frase “correcta aplicación de las leyes y reglamentos” implica necesariamente que Contraloría interprete
la ley y los reglamentos, y señale cuál es, a su juicio, el sentido que debe darse en su aplicación a dichos cuerpos
normativos.
47 Dictamen Nº 40.452, de 2006.
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En cuanto a su naturaleza, hay una opinión común en el sentido que los dictámenes que
emanan de la Contraloría constituyen actos administrativos, en los términos previstos en el
artículo 3º de la Ley Nº19.880, que establece las bases de los procedimientos que rigen los
actos de la Administración del Estado48. Por tal razón, estos dictámenes se rigen por las
normas especiales contenidas en la Ley Nº10.336 y por las normas generales de la citada
Ley Nº19.880.49
Dentro de esta clasificación tripartita, la doctrina tiende a considerar que los dictámenes
son actos que contienen juicios, el parecer u opinión en derecho que expresa la Contraloría.
Así también lo ha señalado el propio Ente contralor al expresar que “exterioriza una
competencia potestativa de juicio que el orden jurídico del más alto rango jerárquico confiere al
organismo contralor, podría estimarse que en tal predicamento el dictamen es un acto administrativo”
(Dictamen Nº2.936 de 26 de enero de 2001).51
48 El inciso 2º del artículo 3º de la Ley Nº19.880 establece que “para efectos de esta ley se entenderá por acto
administrativo las decisiones formales que emitan los órganos de la Administración del Estado en las cuales
se contienen declaraciones de voluntad, realizadas en el ejercicio de una potestad pública”.
49 Artículo 1º de la Ley Nº19.880.
50 Inciso 2º y 6º del artículo 3º Ley Nº19.880.
51 En este mismo dictamen señala que la doctrina contempla varias posibilidades de concepto del acto
administrativo. En resumen, existen dos posturas que son las más socorridas al respecto y que se refieren: una
considera el acto administrativo con un carácter de negocio jurídico (supone declaración de voluntad con
consecuencias jurídicas) y otra como un mero acto administrativo (actuaciones administrativas). En la primera
postura se da la definición que tradicionalmente se ha sustentado por juristas y en la cátedra y de la cual uno
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El artículo 5º de la Ley Nº 10.336 dispone que “En los casos en que el Contralor informe a
petición de parte o de jefaturas de Servicio o de otras autoridades, lo hará por medio de dictámenes”.
Aquello no obsta a que también pueda ejercer esta facultad de oficio, conforme a lo dispuesto
por el artículo 8 de la Ley Nº 18.57552, reiterado por el artículo 7 de la Ley Nº 19.88053, que
consagran los principios de oficialidad o de celeridad54.
Para regular esta materia, la Contraloría emitió un dictamen que impartía instrucciones
relativas a la formulación de consultas sobre interpretación de leyes y reglamentos que rigen
a servicios públicos, y que tuvo una vigencia de más de cuatro décadas55, pero que fue
superado por la práctica administrativa y la nueva legislación administrativa,
particularmente la Ley Nº 19.880. Es así como en el año 2015 se dictó el Dictamen Nº
24.143, de 27 de marzo de 2015, que regula esta materia.
de los genuinos representantes es Enrique Sayagués Lazo (Tratado de Derecho Administrativo, Montevideo
1953 Tomo I págs. 388 y ss.) quien define el acto administrativo como "toda declaración unilateral de voluntad
de la administración que produce efecto subjetivo". A esta definición habría que agregarle el carácter potestativo
que la Administración concreta a través de tal actividad. Otra postura, muy bien explicada por Fernando
Garrido Falla (Tratado de Derecho Administrativo, Editorial Tecnos, Madrid 1987, Tomo I págs. 371 y ss.)
y Guido Zanobini (Corso di Diritto Admminnistrativo, Vol. I pág. 187), conceptualiza esta figura como
"cualquier declaración de voluntad, de deseo, de conocimiento o de juicio realizada por un sujeto de la Administración
Pública en el ejercicio de una potestad administrativa". Demás está decir que numerosos profesores chilenos siguen
esta línea, como los Manuel Daniel Argandoña y Hugo Caldera.
52 El inciso 1º de esta disposición establece que: “Los órganos de la Administración del Estado actuarán por
propia iniciativa en el cumplimiento de sus funciones, o a petición de parte Cuando la ley lo exija expresamente
o se haga uso del derecho de petición o reclamo, procurando la simplificación y rapidez de los trámites”.
53 El inciso 1º de este artículo dispone: “El procedimiento, sometido al criterio de celeridad, se impulsará de
administrativa relativa al alcance que se ha dado a la expresión "áreas colocadas bajo protección oficial"
contenida en el artículo 10, letra p), de la ley N° 19.300, sobre Bases Generales del Medio Ambiente.
55 Dictamen Nº 24.841, de 10 de mayo de 1974.
56 En el Dictamen Nº 24.841, de 1974, ya se indicaba que “[…] existe un elevado número de consultas que se
dirigen a la Contraloría General solicitando informes que ya han sido objeto de reiterados pronunciamientos
y que se promueven en muchos casos sin ninguna intervención o conocimiento de las Fiscalías, Departamentos
Legales o Asesorías Jurídicas de los Servicios que las formulan. Asimismo, esta Contraloría General recibe
con frecuencia peticiones de dictámenes de Jefes subalternos o simples funcionarios que carecen de potestades
decisorias para resolver sobre el asunto que motiva la consulta y que en algunas ocasiones se envían sin
conocimiento de la Jefatura Superior del respectivo Servicio”.
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específicos y concretos que estos órganos deban resolver, para evitar pronunciamientos en
abstractos o sobre casos hipotéticos.
Por su parte, en el caso de los particulares, se exige que estos tengan derechos o intereses
específicos, individuales o colectivos, siguiendo lo dispuesto en el artículo 21 de la Ley Nº
19.880, insistiendo que las peticiones se formulen de forma concreta, de manera clara y
precisa, regla que también se aplica a los funcionarios.
d) Causales de abstención
b) Debe ser presentada por un sujeto legitimado, en los términos ya vistos, ya sea un órgano
de la Administración del Estado, particular, funcionario o asociación de funcionarios.
c) La solicitud debe cumplir con los requisitos legales y aquellos previstos en el instructivo de la
propia Contraloría. Por lo tanto, no se emitirá un pronunciamiento si no se trata de
materias de las competencias de la entidad solicitante, que no se traten de asuntos
específicos o concretos, que no se indique los hechos o de manera clara y precisa las
peticiones, etc.
d) La solicitud no puede versar sobre asuntos que por su naturaleza sean propiamente de
carácter litigioso, o que estén sometidos al conocimiento de los Tribunales de Justicia
(artículo 6º inciso 3º de la Ley Nº 10.336). Quizás este es uno de los puntos que
plantea mayor discusión, pues en principio toda materia que es de competencia de
Contraloría puede ser judicializada, especialmente cuando se tratan de asuntos que
dice relación con la validez y legalidad de actos administrativos. Sin embargo, hay
materias que de forma evidente son de naturaleza litigiosa, como ocurre con las
acciones de contenidos patrimonial o que están orientadas a obtener una reparación,
o medidas de carácter cautelar, como es la suspensión de un acto administrativo.
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Material Docente: El control de la Administración
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Los efectos de los dictámenes dicen relación con los sujetos que resultan obligados (a) y el
momento o época en que los producen (b).
Los dictámenes de Contraloría poseen una característica que los separan de los demás actos
que contienen juicios u opiniones, en la medida que tienen efecto vinculante u obligatorio y,
además, tienen la capacidad de afectar la situación jurídica de terceros. En efecto, por regla
general los actos que contienen juicio, opiniones o dictámenes no son vinculantes, como
ocurre con los informes57. Por excepción la ley puede establecer que estos tendrán un
carácter obligatorio o vinculante, como ocurre con el citado artículo 19 de la Ley Nº10.336.
Ahora bien, siendo este efecto una característica general de los dictámenes de la Contraloría,
esto les permite gozar de la capacidad de resolver sobre situaciones jurídicas, ya sea que
reconozca su existencia, modificación o extinción. Esta es la razón fundamental por lo que
Contraloría se ha transformado en una verdadera instancia que resuelve conflictos en donde
son partes o están implicados órganos de la Administración del Estado y los particulares.
En este punto debemos tener presente una cuestión que es capital: estos dictámenes sólo
son obligatorios para los funcionarios correspondientes, en el caso o casos concretos a que
se refiera, como para la propia Administración. Así, por lo demás, lo ha reconocido la
doctrina58 y jurisprudencia59, que ha señalado que “los informes y dictámenes del Órgano
Contralor son obligatorios y vinculantes para los servicios sometidos a su fiscalización, entre los que
se encuentran las municipalidades, obligación que encuentra su fundamento en los artículos 6º, 7º y
98 de la Constitución Política de la República, artículo 2º de la ley Nº 18.575, Orgánica
Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado, y también por lo estatuido en los
artículos 1º, 5º, 6º, 9º, 16 y 19 de la ley Nº 10.336, de Organización y Atribuciones de la Contraloría
de Apelaciones de Santiago, en sentencia de 17 de agosto de 2007, en los autos Rol Nº2.030, de 2007. A este
respecto la Corte Suprema ha sostenido que: “En este ámbito del control de legalidad, debe indefectiblemente acotarse
que los dictámenes que emite la Contraloría General de la República tienen un carácter de vinculantes para los órganos
de la administración, en relación a diversas materias que la ley comprende dentro de su competencia, como cumplimiento
de Leyes y reglamentos de los servicios públicos, presupuesto y responsabilidad, entre otras que indican los artículos 6, 7 y
8 de la Ley Orgánica respectiva, a la que se remite en forma expresa el inciso 3º del artículo 88 de la Constitución Política
de la República y, en consecuencia, el Alcalde recurrido debía dar cumplimiento a lo señalado en el pronunciamiento que
lo exhortaba a castigar a sus dependientes, actuando bajo dicho contexto disciplinario; en ese sentido, nuestro Máximo
Tribunal ha asentado en forma reiterada tal tendencia de supremacía, así, a vía de ejemplo se plasma en los Recursos de
Protección Rol nº 5.039-2004 (Cdo. 12º); Rol nº 5.031-2005 (Cdo. 4º); Rol nº 782-2010 (Cdo. 6º) y Rol 9.849-2013,
(Cdo. 5º), directriz de la que se desprende que el acto edilicio en reproche en cuanto a su expedición, no puede ser tildado
de ilegal o arbitrario”. (Sentencia Rol Nº 6.714-2015, de 3 de junio de 2015). También se puede consultar en el
mismo sentido la Sentencia de la Corte Suprema Rol Nº 7890-2010, de 10 de diciembre de 2010.
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General de la República”60. La propia Contraloría ha sostenido que los dictámenes tienen por
objeto “interpretar una norma legal o reglamentaria; fijando su verdadero sentido y alcance, siendo
su cumplimiento obligatorio para le respectiva autoridad y para las personas que se acojan a ellos,
constituyendo a su vez la jurisprudencia administrativa que deben observar los órganos; sometidos a
su fiscalización”.61
noviembre de 2014, confirmada por la Corte Suprema en Sentencia Rol 32.144-2014, de 4 de febrero de 2015.
61 Véase dictámenes Nos. 24.258, de 1973; 72.479, de 1976 y 14.448, de 1988. En esta misma línea, la
Contraloría ha señalado que siendo el “ente al cual la Carta Fundamental y la legislación encomiendan ejercer
el control de la juridicidad de los actos de la Administración y en tal virtud, entre otras atribuciones, se le
faculta para emitir pronunciamientos en derecho, la obligatoriedad de estos emana, en último término de la
norma interpretada y de los preceptos constitucionales y legales que sustentan esas opiniones jurídicas, desde
el momento que este Organismo de Control nada agrega a esa disposición, limitándose a efectuar un juicio
declarativo al respecto”. Véase dictámenes Nos. ha señalado que La jurisprudencia administrativa, ha agregado
también, mediante los dictámenes Nos. 30.276, de 1986; 24.375, del 1993 y 14.199, de 1996.
45
Material Docente: El control de la Administración
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Sin embargo, uno de los argumentos que se entregan habitualmente para insistir en el efecto
parcial que producen los dictámenes respecto de los particulares, es el hecho que los
particulares perfectamente pueden no estar a lo que se dispone en ellos, recurriendo en
contra de ellos por la vía judicial, pues ante los tribunales carecen de fuerza obligatoria o
vinculante. A su vez, este argumento parte del supuesto que estaría vedado para un órgano
de la Administración discrepar del criterio sostenido por la Contraloría en sus dictámenes
y, por tanto, impugnarlos por la vía judicial. Al parecer el artículo 19 de la Ley Nº10.336
daría margen a esta interpretación. Sin embargo, aquello no es así.
62 Dictámenes N°s. 18.662, de 2010 y 64.951, de 2014. Así también ha sostenido que dicha facultad es ““[…]
ejercida a través de la emisión de pronunciamientos jurídicos integrales -fondo y forma- sobre la correcta
interpretación y aplicación de las normas de Derecho Administrativo por los Servicios sometidos a su control”.
Véase dictamen Nº 40.452, de 2006.
63 Véase dictamen Nº18.662, de 9 de abril de 2010.
64 CORDERO, Luis (2015): Lecciones de Derecho Administrativo (Santiago, LegalPublishing), p. 171, en particular
la nota 390 en donde hace referencia a los dictámenes N°s. 34.053, de 1999 y 5.698, de 2005.
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Material Docente: El control de la Administración
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revisando, no pudiendo el Ente contralor disponer u ordenar la invalidación65. Por tal razón,
actualmente Contraloría emite una instrucción general en orden a “arbitrar las medidas que
resulten pertinentes al efecto”.
Este criterio también ha sido sostenido por la Contraloría a través de sus dictámenes. En
efecto, en cuanto a sus efectos en el tiempo, por regla general, los dictámenes lo producen
desde la fecha de vigencia de la disposición que se interpreta, a menos que se trate de un
cambio de jurisprudencia, pues en este último caso el principio de seguridad jurídica hace
que deban producir efectos solo a futuro.68
65 Así, se ha resuelto que: “Los alcances de la determinación de un ente fiscalizador a una autoridad que debe
cumplir precisamente sus determinaciones, importa un desconocimiento de las garantías fundamentales del
administrado titular del proyecto, prevista en el artículo 19, N° 3, inciso quinto de la Carta Fundamental, que
reconoce y resguarda el debido proceso administrativo, por una autoridad imparcial, sin un resultado
predeterminado, que haría innecesario transitar por un procedimiento previo, incluso legalmente tramitado,
puesto que la determinación final estaría precisada con anterioridad […] Que en consecuencia, al haber obrado
de aquel modo, la Contraloría Regional de Valparaíso se apartó del principio de imparcialidad previsto en el
artículo 11 de la Ley 19.880 al disponer la invalidación del decreto alcaldicio, con lo cual afectó la garantía
constitucional expresada […]”. Corte Suprema, Sentencia Rol Nº 47.610-2016, de 4 de octubre de 2016.
66 Como bien señalaba Kelsen “[…] si por "interpretación" se entiende la determinación en cuanto
conocimiento del sentido del objeto interpretado, el resultado de una interpretación jurídica sólo puede ser
determinar el marco que expone el derecho por interpretar, y, por lo tanto, el conocimiento de varias
posibilidades dadas dentro de ese marco. Por lo tanto, la interpretación de una ley no conduce necesariamente
a una decisión única, como si se tratara de la única correcta, sino posiblemente a varias, todas las cuales -en
tanto son cotejadas solamente con la ley que haya de aplicarse- tienen el mismo valor, aunque solo una de ellas
se convertirá en derecho positivo en el acto del órgano de aplicación de derecho […]”. Por tal razón concluye
que “[…] la interpretación que efectúa el órgano de aplicación del derecho es siempre auténtica. Crea derecho”.
Véase Kelsen, Hans (1982): Teoría Pura del Derecho (Mexico, UNAM), pp. 351-354.
67 CORDERO, Eduardo, Las normas administrativas y el sistema de fuentes, en Revista de Derecho Universidad
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Se ha hecho habitual que los particulares impugnen los dictámenes de la Contraloría por la
vía de la acción constitucional de protección, alegando la vulneración actual o eventual de
algunos de los derechos constitucionales amparados por esta acción (art. 20 de la
Constitución), lo cual no obsta a que pudieran ejercer otras acciones jurisdiccionales. Así,
por lo demás, lo ha reconocido en diversos pronunciamientos la Corte Suprema69, aunque
también ha precisado que no todo dictamen puede ser impugnado, ya que sólo lo serán
aquellos que contengan auténticas decisiones, y no sean sólo un acto trámite que sirve de
fundamento a otro pronunciamiento o una instrucción de carácter general70.
a) Acciones de mera certeza, que han sido ejercidas por empresas públicas71, salvo un
caso72. En todo caso, la Contraloría ha promovido dos contiendas de competencia
ante el Tribunal Constitucional y el Senado, con el objeto de cuestionar la
competencia de los tribunales ordinarios para conocer sobre estas demandas, bajo el
69 En este sentido ha señalado: “Que la cuestión jurídica ventilada en estos autos se refiere en primer lugar a
si es procedente por la vía de un recurso de protección revisar las actuaciones de la Contraloría General de la
República. Al respecto necesario es señalar que en principio no puede quedar excluida del recurso de amparo
de garantías constitucionales la actuación del órgano fiscalizador, sin perjuicio de formular algunas
distinciones y precisiones en cuanto al control que en esta vía puede ejercerse. En efecto, a través del tiempo
se han interpuesto recursos de protección en contra de las siguientes actuaciones de la Contraloría General de
la República: dictámenes, resoluciones recaídas en sumarios administrativos sustanciados por órganos de la
Administración o por la propia Contraloría, para obtener que se tome razón de un acto o cuestionando la toma
de razón realizada, y por último del trámite de registro, existiendo muy pocos casos que se refieran a otras
materias”, considerando 5º, Sentencia Rol Nº 10.499-2011, de 2 de enero de 2012. En el mismo sentido,
considerando 6º, Sentencia Rol 2.791-2012, de 3 de julio de 2012.
70 Así, se ha sostenido que “[…] con respecto a los dictámenes de la Contraloría, y no obstante que la Ley de
Bases de los Procedimientos Administrativos, en su artículo tercero, los califica como actos administrativos y
por lo tanto claramente recurribles por la vía jurisdiccional, puede distinguirse entre: dictámenes constitutivos
de “decisiones”, que son verdaderos actos terminales; aquellos que pueden dar lugar a actos administrativos
posteriores, que constituyen actos de trámite; y por último, dictámenes que no son creadores de derecho y que
tienen por objeto instruir a la Administración respecto al alcance o interpretación que debe darse a algún
precepto legal, tipo de dictámenes que no cabe dentro de la definición de acto administrativo de la Ley de
Procedimiento Administrativo, ya que la alusión de su artículo tercero inciso sexto está referida, cuando habla
de “dictámenes o declaraciones de juicio”, a actos o dictámenes de naturaleza particular, y aquellos son
equivalentes a verdaderas circulares. Tratándose de estos últimos lo que puede afectar las garantías
constitucionales es la aplicación que cada servicio de la Administración haga del dictamen, pero éste en sí
mismo no produce tal efecto, salvo en cuanto pueda constituir una amenaza” (considerando 6º, Sentencia Rol
Nº 10.499-2011, de 2 de enero de 2012. En el mismo sentido, considerando 6º, Sentencia Rol 2.791-2012, de 3
de julio de 2012).
71 “Televisión Nacional de Chile contra Fisco/Contraloría”, Rol 10-1994, del 26º Juzgado Civil de Santiago;
“Corporación Nacional del Cobre contra Fisco/Contraloría”, Rol Rol N°6446-99, del 17° Juzgado Civil de
Santiago; “Banco del Estado en contra de Fisco/Contraloría”, Rol Nº4514-2007, del 17° Juzgado Civil de
Santiago. Sólo en el primero de estos casos fue acogida la demanda, con la finalidad de limitar las atribuciones
fiscalizadoras de Contraloría. En todos los demás, la Corte Suprema rechazó las demandas interpuesta.
72 Fue el caso “Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras/Fisco de Chile”, Rol 6.100-2012, del
2º Juzgado Civil de Santiago, acogida en primera instancia, pero que finalmente fue rechazada por la Corte
Suprema.
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b) Acción de nulidad de derecho público, que ha sido planteada por empresas del Estado
y por municipalidades74.
Ahora bien, por una cuestión netamente procesal, es condición necesaria que las
entidades que ejerzan estas acciones sean personas jurídicas, como ocurre con las empresas
públicas, las municipalidades y demás entidades descentralizadas. En contrario, las
entidades de la Administración central, como los Ministerios, Subsecretarias, Intendencias
o Gobernaciones, no podrán ejercer estos recursos, ya que no es posible trabar un juicio
entre la misma persona jurídica, pues no debemos olvidar que Contraloría actúa bajo la
personalidad jurídica del Fisco y con la representación judicial del Consejo de Defensa del
Estado. En definitiva, no resultaría admisible un juicio de “Fisco con Fisco”, así que dichas
entidades encontrarán en los dictámenes de Contraloría la última palabra acerca del alcance
de las normas que la resulten aplicables.
g) Comentario final
Aquello no obsta a que se debe reconocer que esta potestad es la más prolífica en la
producción de jurisprudencia administrativa y se ha trasformado en una instancia de
solución de controversias particularmente eficaz.
73 Este planteamiento fue acogido favorablemente por el Tribunal Constitucional en Sentencia de 4 de enero
de 2017, Rol N° 3283-16. La causa en el Senado a la fecha de este documento, todavía no ha sido resuelta.
74 Vgr. “Municipalidad de Recoleta con Fisco/Contraloría”, Rol Nº29792-2009, del 14º Juzgado Civil de
Santiago. Esta demanda fue rechaza en definitiva por la Corte Suprema en Sentencia Rol Nº 1.598, de 2014,
de 20 de noviembre de 2014.
75 El fallo más conocido es el de “Municipalidad de Zapallar con Contraloría Regional de Valparaíso”, Sentencia
Rol 2.791-2012, de 3 de julio de 2012. En caso la Corte Suprema sostuvo que “[…] en cuanto a la alegación de
la recurrida de falta de legitimación activa de las Municipalidades para interponer un recurso de protección en contra de
la Contraloría General de la República por no poder aceptarse como un mecanismo de impugnación de dictámenes
rompiéndose la unidad estructural y armónica de la Administración del Estado, que siendo las Municipalidades personas
jurídicas de derecho público autónomas nada obsta a que si sus derechos son vulnerados por actos administrativos de otros
órganos de la Administración, tanto activa como de control, puedan recurrir de protección ante los tribunales superiores
de justicia. De este modo, dicho argumento carece de sustento y no puede ser considerado”.
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a) Antecedentes generales
El tema de acceso a la información pública es una materia que ha generado una antigua
preocupación por la doctrina76, especialmente por la imposibilidad de poder conocer cuáles
son los antecedentes y documentos sobre los cuales la autoridad ha adoptado una
determinación, muchos de los cuales tampoco se expresaban en sus resoluciones finales,
afectando el derecho a la defensa y de acceso a sus fundamentos.
Sobre la materia, se aplicó durante largo tiempo el Decreto Supremo Nº 291, del Ministerio
del Interior, de 1974, que fija normas para la elaboración de documentos, clasificando los
documentos u oficios en tres categorías, indicando: Los de carácter “Secreto” serán conocidos
sólo por las autoridades o personas a las cuales vayan dirigidos y por quienes deban
intervenir en su estudio o resolución; os de carácter “Reservado” serán los que traten de
materias que, atendida su naturaleza, deban ser conocidas únicamente en el ámbito del
departamento, sección u oficina a que sean remitidos, y los de carácter “Ordinario” serán
aquellos que pueden ser de dominio público y abarcarán la correspondencia no comprendida
en los dos primeros números. De esta forma, el acceso a la información quedaba entregado
a la discrecionalidad de la autoridad, quien podría declarar que un documento era secreto o
reservado, sin dar mayor fundamentación.
El tema fue objeto de un debate intenso en la CENC, pero al final no se consagró norma
alguna a este respecto en la Constitución77. A su vez, la Contraloría sostuvo que “los servicios
publicos no estan obligados a proporcionar informacion a particulares o suministrarles los
documentos o copias que les soliciten, si no les afectan directamente o no se vinculan con situaciones
facticas concretas en que deben intervenir” (Dictámenes Nos. 20.087, de 1989; 13.272, de 1990;
41.334, de 1996 y 28.740 de 1997).
En 1994 se creó una Comisión de Nacional de Ética Pública, en el cual se sostuvo -en su
informe final- que: “la cultura política debe jugar un papel fundamental en la difusión del principio
de transparencia. Es un hecho que existe un arraigo social al secreto, el silencio y la elusión. De este
hecho derivan, además, las tendencias generalizadas a darle un valor relativo a la veracidad y a
desechar la denuncia de las conductas corruptas. En este sentido, la Comisión estima que aun cuando
se apliquen reformas al sistema jurídico y se perfeccionen disposiciones legales para ampliar y
promover la transparencia, son los cambios culturales y la renovación moral los verdaderos artífises
de su arraigo y vigencia en el cuerpo social y político”.
Esto motivó las modificaciones introducidas por la Ley Nº 19.653 a la Ley Nº 18.575, de
Bases Generales de la Administración, incorporando los principos de publicidad,
transparencia y probidad, y estableciendo un mecanismo de acceso a la información
mediante un recurso de amparo por el que se se requería su revisión por parte de la autoridad
judicial (juez de letras o Corte Suprema). Sin embargo, se permitió que la reserva de la
información pública no sólo tuviese lugar mediante un mandato legal, sino también a través
de una simple norma reglamentaria. Esto dio lugar a la dictación del Decreto Supremo Nº
26, del Ministerio Secretaría General de la Presidencia, de 2001, por el cual se reglamentó
76 MENDOZA, Ramiro (1996): Notas sobre el acceso a la documentación administrativa (acerca de la publicidad,
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Todo lo anterior, llevo a un cambio en el régimen legal, dictándose en el año 2008 la Ley
Nº 20.285, de Acceso a la Información, que crea un nuevo organismo para velar por su
aplicación: el Consejo para la Transparencia.
Este cuerpo legal regula el derecho de acceso a la información respecto de todos los órganos
del Estado. Sin embargo, hace algunas distinciones en su régimen juríco:
ii. Luego, los otros poderes públicos tienen una regulación particular, como el
Congreso Nacional (artículo sexto) y el Poder Judicial (artículo octavo), y
iii. Por último, se establecen normas especiales para otros órganos constitucionales,
como son el Ministerio Público, el Tribunal Constitucional y la Justicia Electoral
(artículo noveno).
En este caso, sólo haremos una breve revisión del régimen general aplicable a la
Administracion del Estado.
Uno de los ejes centrales de esta nueva institucionalidad ha sido la creción del Consejo para
la Transparencia, que es una corporación autónoma de derecho público, con personalidad
jurídica y patrimonio propio. Su objeto es promover la transparencia de la función pública,
fiscalizar el cumplimiento de las normas sobre transparencia y publicidad de la información
de los órganos de la Administración del Estado, y garantizar el derecho de acceso a la
información. En tal sentido, se le reconocen como principales atribuciones:
- Fiscalizar el cumplimiento de las disposiciones de esta ley y aplicar las sanciones en
caso de infracción a ellas.
- Resolver, fundadamente, los reclamos por denegación de acceso a la información que
le sean formulados de conformidad a esta ley, y
- Promover la transparencia de la función pública, la publicidad de la información de
los órganos de la Administración del Estado, y el derecho de acceso a la información,
por cualquier medio de publicación.
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d) La transparencia activa
El cambio capital de esta nueva regulación fue establecer un deber de transparencia activa, es
decir, que determinada información debe estar siempre a disposición del público, la que
deberá incorporarse en los sitios electrónicos en forma completa y actualizada, y de un modo
que permita su fácil identificación y un acceso expedito. Esta información es la siguiente:
a) Su estructura orgánica.
b) Las facultades, funciones y atribuciones de cada una de sus unidades u
órganos internos.
c) El marco normativo que les sea aplicable.
d) La planta del personal y el personal a contrata y a honorarios, con las
correspondientes remuneraciones.
e) Las contrataciones para el suministro de bienes muebles, para la prestación
de servicios, para la ejecución de acciones de apoyo y para la ejecución de
obras, y las contrataciones de estudios, asesorías y consultorías relacionadas
con proyectos de inversión, con indicación de los contratistas e identificación
de los socios y accionistas principales de las sociedades o empresas
prestadoras, en su caso.
f) Las transferencias de fondos públicos que efectúen, incluyendo todo aporte
económico entregado a personas jurídicas o naturales, directamente o
mediante procedimientos concursales, sin que éstas o aquéllas realicen una
contraprestación recíproca en bienes o servicios.
g) Los actos y resoluciones que tengan efectos sobre terceros.
h) Los trámites y requisitos que debe cumplir el interesado para tener acceso a
los servicios que preste el respectivo órgano.
i) El diseño, montos asignados y criterio de acceso a los programas de subsidios
y otros beneficios que entregue el respectivo órgano, además de las nóminas
de beneficiarios de los programas sociales en ejecución.
j) Los mecanismos de participación ciudadana, en su caso.
k) La información sobre el presupuesto asignado, así como los informes sobre
su ejecución, en los términos previstos en la respectiva Ley de Presupuestos
de cada año.
l) Los resultados de las auditorías al ejercicio presupuestario del respectivo
órgano y, en su caso, las aclaraciones que procedan.
m) Todas las entidades en que tengan participación, representación e
intervención, cualquiera sea su naturaleza y el fundamento normativo que la
justifica.
En este caso, corresponde al Consejo fiscalizar el cumplimiento de esta obligación y de
aplicar sanciones en caso de incumplimiento, mediante multas que pueden ir de un 20% a
50% de las remuneraciones del infractor (artículo 47).
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del plazo de dos días hábiles, contado desde la recepción de la solicitud que cumpla
con los requisitos, deberá comunicar mediante carta certificada, a la o las personas a
que se refiere o afecta la información correspondiente, la facultad que les asiste para
oponerse a la entrega de los documentos solicitados, adjuntando copia del
requerimiento respectivo. Los terceros afectados podrán ejercer su derecho de
oposición dentro del plazo de tres días hábiles contado desde la fecha de notificación.
La oposición deberá presentarse por escrito y requerirá expresión de causa.
Deducida la oposición en tiempo y forma, el órgano requerido quedará impedido de
proporcionar la documentación o antecedentes solicitados, salvo resolución en
contrario del Consejo, dictada conforme al procedimiento que establece esta ley. En
caso de no deducirse la oposición, se entenderá que el tercero afectado accede a la
publicidad de dicha información.
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Material Docente: El control de la Administración
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De otra, en cambio, la Administración ostenta frente a los órganos del poder judicial un
amplio abanico de privilegios y excepciones, consecuencia de su condición de poder público,
que los particulares no poseen sino de forma rigurosamente excepcional. Dos son, pues, las
vertientes que ofrece este principio de tutela judicial: de un lado, la positiva de sumisión al
control jurisdiccional (1); de otro, la negativa de los privilegios y exenciones, configuradores
de lo que ha dado en llamarse el régimen de autotutela de la Administración (2).
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Material Docente: El control de la Administración
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apuntar los caracteres generales del sistema que se desprenden del texto constitucional, y
que son de dos tipos: los que afectan al ámbito objetivo de la protección, esto es, a la potestad
jurisdiccional de control, genéricamente considerada (a); y los que afectan al ámbito
subjetivo, esto es, al haz de derechos y facultades concretas que corresponden a cada persona
y entidad para exigir la tutela jurisdiccional de sus derechos e intereses (b).
- En primer lugar, se trata de una potestad jurisdiccional, esto es, atribuida a los
órganos del Poder Judicial en el Capítulo VI, aunque sin prejuzgar en modo alguno
el tipo de Jueces y Tribunales a los que la ley haya de atribuirla en concreto: éstos
podrán ser los ordinarios, como ocurre actualmente, o bien Tribunales
especializados (contencioso administrativo) en el caso que sean creados en el futuro.
- En segundo lugar, se trata de una potestad de ejercicio obligatorio para los Jueces y
Tribunales que la ostentan, no de una facultad de actuación puramente potestativa,
aunque su ejercicio esté condicionado a la previa petición, en el seno de un proceso,
por parte de una persona legitimada (principio de rogación); planteado el proceso, el
control debe ejercerse necesariamente mediante la emisión de un fallo estimatorio o
desestimatorio de las pretensiones del actor, fallo que el Tribunal no puede dejar de
dictar (principio de inexcusabilidad, art. 76 inc. 2º).
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Material Docente: El control de la Administración
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El estudio concreto de estos poderes es, propiamente, el objeto de buena parte del Derecho
Administrativo. Aquí sólo hemos de referirnos a sus manifestaciones más generales, de las
que cabe destacar dos: en primer lugar, lo que ha dado en llamarse el poder de autotutela de
la Administración (a); en segundo lugar, las exenciones y privilegios de que ésta disfruta en
sus relaciones con los órganos del Poder Judicial (b).
d) El poder de autotutela
Acudiremos para ello a una exposición clásica entre nosotros: “Rige en las sociedades actuales
(históricamente no siempre fue así, como es bien sabido; el Estado actual marca el término de una
evolución) un principio al que puede llamarse de "paz jurídica" y que de modo muy simple puede
esquematizarse como sigue. Cualquier sujeto que pretenda alterar frente a otro la situación de hecho
existente (statuo quo) no puede hacerlo por propia autoridad; si el otro sujeto no aceptase de grado
esa alteración, tiene la carga de someter su pretensión a un Tribunal, el cual la valorará desde la
perspectiva del Derecho y la declarará conforme o no con éste, dándole en el primer caso fuerza
ejecutoria, esto es, una virtud especial que la hace indiscutible y de cumplimiento forzoso para la parte
obligada. A su vez, si esta resolución ejecutoria no fuese cumplida de grado, tampoco el sujeto
beneficiado con la misma podrá imponerla a la otra parte por su propia coacción privada, sino que
deberá impetrar el respaldo coactivo mediante una segunda pretensión dirigida al Tribunal, el cual
dispondrá la asistencia de la coacción pública (única legítima) si se acredita que, en efecto, la
resolución que trata de imponerse goza de fuerza ejecutoria. La primera carga de sometimiento a un
Tribunal es la carga de un juicio declarativo; la segunda, la de un juicio ejecutivo” (E. GARCÍA DE
ENTERRÍA - T. R. FERNÁNDEZ, Curso de Derecho Administrativo). Así pues, la tutela de los
derechos e intereses de los particulares bien puede ser calificada de heterotutela, por cuanto
ha de llevarse a cabo normalmente a través de una declaración y ejecución dictadas por un
órgano judicial. Esta regla no es, con todo, absoluta: en determinadas ocasiones, el sistema
normativo autoriza a los sujetos privados a ejercer la autotutela, esto es, a hacerse justicia
por sí mismos. Con todo, se trata de supuestos excepcionales: fuera de ellos, la autotutela
privada es ilícita.
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Material Docente: El control de la Administración
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Comparada con la de los sujetos privados, bien puede decirse que la posición de la
Administración es justamente la opuesta. La Administración no precisa de la colaboración
judicial para hacer declaraciones de derechos que alteren per se las situaciones jurídicas o
estados posesorios (tutela declarativa), ni para ejecutar coactivamente tales declaraciones
(tutela ejecutiva): la autotutela supone que, por regla general, puede realizar por sí misma
uno y otro tipo de actividades. Dos son, pues, las manifestaciones fundamentales de la
autotutela:
a) El régimen privilegiado del cual dispone para la ejecución de las sentencias judiciales
condenatorias en contra de la Administración, tal como lo establece el artículo 752
del CPC, mediante decreto expedido a través del Ministerio de Justicia, sin que se
pueda compeler a la Administración a través de otras medidas de apremio;
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Material Docente: El control de la Administración
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Por más que no quieran cargarse las tintas en la descripción de estos privilegios, habrá de
convenirse en que su eficacia acumulativa puede llegar a ser inmensa, y que puede llevar a
anular de facto la efectividad del control jurisdiccional. Se trata, sin duda, de una de las
facetas más injustificadas e impresentables de nuestro sistema jurídico público, que clama
por una revisión radical.
No cabe duda que uno de los principales problemas que se han planteado estos procesos es
la posible subversión de principios clásicos del constitucionalismo, como es la separación de
poderes del Estado y el equilibrio institucional que se busca resguardar con el respeto de las
competencias que asigna la ley. Por ello no es de extrañar que en su origen se haya tenido
el cuidado de no entregar dichas facultades a los tribunales del fuero común, como ocurrió
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Material Docente: El control de la Administración
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i La acción de nulidad –o acción por exceso de poder–, que tiene por finalidad
determinar la validez de un acto administrativo formal a la luz del bloque de
legalidad, pudiendo el juez anular el acto con efectos erga onmnes, privándolo de toda
vigencia84;
78 Sobre la evolución de la justicia administrativa: ALDUNATE (2005) pp. 1-18, CASSAGNE (2005) pp. 19-55. En
DEFENSE COUNCIL INC. (1984), por el cual la Suprema Corte de los Estados Unidos estableció que, ante el
silencio u oscuridad de un texto legal, los Tribunales deben mostrar deferencia ante la interpretación que de
los mismos hacen las agencias administrativas, siempre y cuando tal interpretación sea razonable. PÉREZ
(2011) pp. 325-348 y VERMEULE (2016). Una visión crítica en LIN (2017).
81 PANTOJA (2001).
82 La distinción es de LAFÉRRIÈRE (1896) p. 15. En Chile: PIERRY (2017) pp. 355-357 y FERRADA (2016) pp.
321-342.
83 Durante buena parte del siglo XX se planteó en Chile el problema respecto de la existencia de una acción
contenciosa administrativa general de nulidad. Ante la falta de una regulación especial y los reparos por la
intromisión del Poder Judicial en los asuntos entregados a otros poderes del Estado, llevaron a sostener que,
por regla general, los tribunales del fuero común eran incompetentes para conocer de esta acción -PARRA CON
MUNICIPALIDAD DE TEMUCO (1989)-. El cambio se produjo con la reforma constitucional introducida por la
Ley Nº 18.825, de 1989, que eliminó toda referencia a los tribunales contenciosos administrativos, con lo cual
no había justificación ni argumento para sostener la incompetencia de los tribunales ordinarios en esta materia.
El siguiente paso fue la propuesta de la doctrina para sostener la existencia de una acción general de nulidad
de los actos estatales a partir del artículo 7º de la Constitución, que rápidamente fue acogida por la
jurisprudencia bajo la denominación de nulidad de derecho público, cuya competencia y procedimiento queda
sujeto a las reglas generales: juez de letras del domicilio del demandado y juicio ordinario de mayor cuantía,
al efecto véase a SOTO KLOSS (1990). Respecto de su recepción por la jurisprudencia PFEFFER (2005) pp. 129-
144.
84 ARÓSTICA MALDONADO (2008) pp. 85-103, y FERRADA BÓRQUEZ (2011) pp. 252-277.
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Material Docente: El control de la Administración
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a) Aspectos generales
Lo anterior nos permite comprender el sentido y función que cumple esta acción en el
sistema de jurisdicción contencioso administrativa. Tal como se ha dicho, el objeto del
proceso judicial y las competencias del juez se limitan única y exclusivamente a determinar
la legalidad de un acto formal de la Administración frente al bloque de legalidad. Según la
conocida expresión de Laferrière, la apelación por exceso de poder es “est un procès fait à un
acte”, esto es, “un proceso en contra del acto” o un “proceso al acto”87. Así, el demandante
solicita la anulación de un acto por ser contrario a derecho, mientras que el juez debe evaluar
dicha pretensión: si el acto impugnado es efectivamente ilegal, lo anulará. Es por tal razón
85 Las cuestiones de mera certeza han sido resueltas en buena parte por la Contraloría General de la República,
en virtud de su potestad dictaminadora regulada en los artículos 6º y 9º de la Ley Nº 10.336. Sin embargo,
frente a los alcances de sus pronunciamientos, se han presentado sendas demandas de mera certeza ante la
jurisdicción ordinaria, especialmente por parte de Empresas públicas y algunos servicios que cuestionan la
función fiscalizadora de dicha entidad. En el año 1993 fue Televisión Nacional de Chile quien interpuso la
primera demanda, que fue acogida favorablemente, luego seguida por la Empresa de Ferrocarriles de Chile en
1999, CODELCO, Banco del Estado de Chile y nuevamente Televisión Nacional de Chile en el año 2000, sin
mayor éxito. El caso más reciente es el de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras que, si
bien tuvo un buen resultado en primera instancia, su demanda fue definitivamente desechada por la Corte
Suprema en el año 2015. Sin embargo, en el año 2017 la disputa se trasladó entre el Poder Judicial y la
Contraloría, que dio lugar a una contienda de competencia que fue resuelta por el Tribunal Constitucional a
favor de este último organismo (Rol Nº 3.283-2016), aunque todavía queda pendiente otra contienda que debe
resolver el Senado de la República.
86 LAFÉRRIÈRE (1896) pp. 17-18.
87 LAFÉRRIÈRE (1896) p. 560.
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Material Docente: El control de la Administración
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que la doctrina califica de objetiva a esta acción, para distinguirla de la plena jurisdicción,
centrada en el restablecimiento de derechos88.
88 No obstante ello, cierta doctrina sostiene el carácter subjetivo de la acción de nulidad, concibiéndola como
una acción de amparo de derechos. Así, por ejemplo, Fiamma señala, respecto de la nulidad de Derecho Público,
que la dictación de un acto administrativo que vulnere los requisitos de validez establecidos en la Constitución
no solo constituye una vulneración a la legalidad objetiva, sino que también al derecho público subjetivo de
vivir bajo el imperio de la ley, en FIAMMA OLIVARES (1990) p. 10. Sin embargo, al respecto cabe tener presente
la distinción entre la acción de nulidad, por una parte, y los efectos del acto declarado nulo, por la otra,
BOCKSANG HOLA (2009) pp. 893 y ss.
89 Esto a partir de los trabajos originales de SOTO KLOSS (1990) y SOTO KLOSS (1991-1992). Respecto de su
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Material Docente: El control de la Administración
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subsidiario que se le ha atribuido90, como por las causales que determinan su procedencia91,
que resultan plenamente aplicables a los eventuales vicios que pueden afectar a un
reglamento.
i. Concepto
“En efecto, la referida acción de nulidad de derecho público ha sido conceptuada como la sanción de
ineficacia jurídica que afecta a aquellos actos de los órganos del Estado en los que faltan algunos de
los requisitos que el ordenamiento establece para su existencia y validez. Este enunciado evidencia
90 En el caso “Vásquez Encina César con Municipalidad de La Reina y Simonetti Inmobiliaria S.A.”, Corte
Suprema, Rol Nº 8.247-09, de 20 de enero de 2012, se sostuvo que “[…] la nulidad de derecho público es una
sanción general y que su procedimiento es el ordinario, el que como es sabido tiene las características de ser general y
supletorio respecto de aquellos casos en que no existe un procedimiento especial de impugnación”, por lo tanto “[…] el
demandante sólo a través del medio regulado pudo ejercer la acción para pedir la ilegalidad del acto y el actor posee las
acciones que contempla el ordenamiento jurídico para hacer efectivos los derechos subjetivos -en el concepto amplio que se
ha dado- frente a la Administración del Estado”. La conclusión a la cual se llega en este caso es categórica: “[…]
la demanda debió ser desestimada porque no era posible entablar una acción de nulidad de derecho público en contra de
una resolución emanada de un funcionario municipal con la finalidad única de dejar sin efecto dicho acto, cuando la ley
especialmente contempla el reclamo de ilegalidad en el artículo 141 (sic) de la Ley Nº 18.695”. En el mismo sentido,
en “Inmobiliaria Las Delicias S.A. con Baez Subiabre” Corte Suprema, Rol Nº 8.742-14, de 3 de julio de 2014,
viene a reafirmar dicho criterio al sostener que “[…] la acción de nulidad de derecho público debe ser entendida e
interpretada armónicamente dentro del ordenamiento jurídico, de modo que su aplicación ha de ser reconocida no sólo en
virtud de la Carta Fundamental, sino también a la luz de los diversos medios que la legislación otorga a quien se vea
agraviado por un acto de la Administración que ha nacido al margen del derecho. Por ello, al existir vías específicas de
reclamación contra el acto impugnado, deben prevalecer dichos procedimientos antes que el ejercicio de la acción genérica
de nulidad de derecho público” (Considerando 7º). De esta manera, “[…] la acción de nulidad por la ilegalidad del
acto debía ejercerse de acuerdo al procedimiento que la ley contempló para este tipo de situaciones y no interponerse una
acción genérica de impugnación como la intentada” (Considerando 8º). En todo caso, este criterio ya se había
establecido en el año 2011 en los casos “Comunidad Martínez Sandoval con Estado de Chile”, Rol Nº 5.376-
09, de 12 de septiembre de 2011, y “Díaz Guajardo con Fisco”, Corte Suprema, Rol Nº 7.750-11, de 7 de
noviembre de 2011.
91 Véase nota ¡Error! Marcador no definido..
92 Corte Suprema, Rol Nº 5.553-07, de 22 de junio de 2009.
93 Corte Suprema, Rol Nº 1428-07, de 16 de octubre de 2008.
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Material Docente: El control de la Administración
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con nitidez el rol que dentro de nuestro ordenamiento corresponde a esta institución jurídica destinada
a garantizar la vigencia del principio de legalidad, de acuerdo al cual los órganos del Estado deben
someterse, en el desarrollo de sus actividades, a lo preceptuado en la Constitución Política de la
República y en las leyes dictadas conforme a ella.” (Sentencia de la Corte Suprema, Rol N° 32831-
2014).
ii. Características
Si bien la doctrina y jurisprudencia inicial sostuvo que la NDP opera ipso iure, este criterio
no ha sido seguido por el legislador, quien ha sostenido que los actos administrativos se
presumen legales y que gozan de inmediata ejecutoriedad, aun cuando sean impugnados por
la vía judicial o administrativa (artículos 3º y 57 de la Ley Nº 19.880).
Por lo tanto, la regla general en Chile es que los actos administrativos sean anulables y no
nulos, es decir, a pesar de que adolezcan de algún vicio se presumen legales y se requiere de
un pronunciamiento de la autoridad administrativa (invalidación) o judicial (NDP) que
declaren la ilegalidad del acto. Además, quien alega la ilegalidad de un acto administrativo
tiene la carga de probarla.
Esto tiene especial importancia en el caso analizado, en razón de que el acto administrativo
se presume legal y que mientras no se declare su eventual nulidad, se encuentra plenamente
vigente y válido.
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Material Docente: El control de la Administración
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En tal sentido, la Corte Suprema ha sostenido que “… uno de los principios que informan la
nulidad de derecho público es el de conservación, cuyo fundamento radica en que revistiendo la
nulidad el carácter de remedio excepcional frente a la ilegalidad de un acto administrativo, ella sólo
será procedente si el vicio es grave y esencial. Subyacen a este principio de conservación otros principios
generales del Derecho como la confianza legítima que el acto genera, así como la buena fe de los
terceros, el respeto a los derechos adquiridos y la seguridad jurídica. Efectivamente, no cualquier
irregularidad o defecto justifica la declaración de nulidad, sino cuando dicha anomalía conculque las
garantías de los administrados”. (Sentencias Rol Nº 5815-2011, de 26 de marzo de 2013; Rol
Nº 11.216-2011, de 10 de enero de 2013; Rol Nº 274-2010, de 20 de enero de 2013).
Por lo tanto, la NDP se somete al principio de trascendencia respecto de los vicios que afectan
la validez de un acto administrativo. De esta forma, para que una ilegalidad conlleve nulidad
se requiere que estemos ante un requisito esencial y que aquél genere un perjuicio al
interesado. En caso contrario, el vicio carece de trascendencia y no tiene como sanción la
nulidad, sin perjuicio de la eventual responsabilidad administrativa de los funcionarios a
cargo. En este caso, estamos ante lo que algunos denominan “ilegalidad tolerada”.
En tal sentido, la Corte Suprema ha señalado que “[…] la nulidad del derecho público,
constituye una sanción de ineficacia jurídica que afecta a aquellos actos de los órganos del Estado en
los que faltan algunos de los requisitos que el ordenamiento establece para su existencia y validez.
Dicho instituto se rige por principios como el de la trascendencia y de la conservación, conforme a los
cuales el vicio de procedimiento o de forma sólo afecta la validez del acto administrativo cuando recae
en algún requisito esencial del mismo, sea por naturaleza o por mandato del ordenamiento jurídico y
genera perjuicio al interesado (artículo 9 Ley 19.880). En efecto, dada la trascendencia de la acción
administrativa, la nulidad toma el carácter de un remedio excepcional frente a la ilegalidad,
operando sólo si la falta es de real entidad” (Sentencia Rol Nº 1082-2010, de 24 de septiembre
de 2010).
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Material Docente: El control de la Administración
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e) La declaración de NDP no afecta los derechos adquiridos por terceros que están de buena fe,
sobre la base del principio de confianza legítima
En tal sentido, la Corte Suprema ha señalado que “…. para los efectos de análisis de la
procedencia de la acción de nulidad de derecho público, en el caso de autos, en que se han invocado,
como vicios de nulidad, diversas infracciones de forma o de procedimiento, se debe tener presente que
este tipo de vicio solo puede tener una virtud invalidante limitada, a la luz del principio de
conservación del acto administrativo. En efecto, se entiende que sólo puede anularse y producir los
efectos graves de ello, básicamente la retroactividad, si existe una cierta relación de proporcionalidad
entre el vicio, el derecho o interés afectado por el mismo y la sanción, particularmente el efecto que
produce aquella retroactividad. Subyacen a este principio de conservación otros claros principios
generales del derecho, como la protección de la apariencia jurídica, y la confianza legítima que ello
genera. Así como de la buena fe de terceros, de respeto a los derechos adquiridos y de la seguridad
jurídica.” (Sentencia Rol Nº 1123-2005, de 29 de diciembre de 2005).
f) Carácter subsidiario
Por último, uno de los problemas más complejos que ha planteado la acción de NDP es la
forma de cómo se coordina dicha acción con los diversos contenciosos administrativos
especiales que establece nuestro ordenamiento, que también tienen por finalidad declarar la
nulidad de un acto administrativo, como sucede con el reclamo de ilegalidad municipal94. El
criterio establecido por la Corte Suprema es la improcedencia de la acción de NDP cuando
existe un contencioso especial, aplicando la regla de la especialidad. Este criterio fue sentado
por primera vez en las sentencias “Martínez con Fisco”, Rol 5376-2009 y “Díaz con Fisco”, Rol
7750-2011, posteriormente seguidas en el caso “Vásquez Encina César con Municipalidad de
La Reina y Simonetti Inmobiliaria S.A.” de 201295.
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Material Docente: El control de la Administración
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En tal sentido, la Corte Suprema ha señalado que “[…] La denominada “acción de nulidad
de derecho público” por la doctrina y aceptada por la jurisprudencia, es entonces, toda acción
contencioso-administrativa encaminada a obtener, por parte de un tribunal de la Republica,
la anulación de un acto administrativo. Esta acción contencioso administrativa, o acciones
contencioso administrativas, pueden encontrarse establecidas por el legislador para
situaciones concretas y en materias determinadas, como es el caso de los casi doscientos
procedimientos de reclamo contra la aplicación de sanciones administrativas; así ́ como lo es
también el contemplado en el artículo 151 de la Ley Orgánica Constitucional de
Municipalidades, denominado reclamo de ilegalidad municipal, a que se refiere el presente
capítulo del recurso, que establece un procedimiento de reclamo contra las actuaciones
administrativas emanadas del órgano municipal. Cuando existe una acción contenciosa
administrativa “de nulidad de derecho público” contemplada en la ley, se aplica ésta y con el
procedimiento allí establecido, y no otra. Sin embargo, si la ley no contempla ningún
procedimiento o acción especial para impugnar el acto administrativo solicitando su
anulación, se puede utilizar el procedimiento del juicio ordinario (Como se ha dicho, verbi
gracia, en los autos de esta Corte Roles N° 3.412-2015, N° 23.587-2015, N° 17.405-2016 y
N° 35.585- 2016).” (Sentencia Corte Suprema, Rol N° 34.277-2017, 7 de marzo de 2018,
“Sociedad Constructora e Inmobiliaria Andalien S.A. y Soto Espinoza Jorge Hernando con Ilustre
Municipalidad de Arica y Urrutia Cárdenas Salvador”, considerando 10º)
“… el demandante sólo a través del medio regulado pudo ejercer la acción para pedir la ilegalidad del acto y
el actor posee las acciones que contempla el ordenamiento jurídico para hacer efectivos los derechos subjetivos
-en el concepto amplio que se ha dado- frente a la Administración del Estado”. La conclusión a la cual se llega
en este caso es categórica: “… la demanda debió ser desestimada porque no era posible entablar una acción de
nulidad de derecho público en contra de una resolución emanada de un funcionario municipal con la finalidad
única de dejar sin efecto dicho acto, cuando la ley especialmente contempla el reclamo de ilegalidad en el
artículo 141 (sic) de la Ley Nº 18.695”.
En el caso “Inmobiliaria Las Delicias S.A. con Baez Subiabre” (Rol Nº 8742-2014, de 3 de julio de 2014) la
Corte Suprema viene a reafirmar dicho criterio al sostener que “…la acción de nulidad de derecho público debe ser
entendida e interpretada armónicamente dentro del ordenamiento jurídico, de modo que su aplicación ha de ser reconocida
no sólo en virtud de la Carta Fundamental, sino también a la luz de los diversos medios que la legislación otorga a quien
se vea agraviado por un acto de la Administración que ha nacido al margen del derecho. Por ello, al existir vías específicas
de reclamación contra el acto impugnado, deben prevalecer dichos procedimientos antes que el ejercicio de la acción
genérica de nulidad de derecho público” (Considerando 7º). De esta manera, “… la acción de nulidad por la ilegalidad
del acto debía ejercerse de acuerdo al procedimiento que la ley contempló para este tipo de situaciones y no interponerse
una acción genérica de impugnación como la intentada” (Considerando 8º).
96 Corte Suprema, Sentencia de 9 de agosto de 2011, Rol N° 2.217-2009, considerando 10°. También en
Sentencia Rol Nº 3.744-2010, de 20 de enero de 2011. Con anterioridad había dado cuenta de algunas causales
similares, como ocurrió en la Sentencia de 24 de marzo de 1998 “Bellolio con Distribuidora Chilectra
Metropolitana”, en donde se sostiene en su considerando 5º que “… la doctrina nacional ha elaborado la teoría
de la nulidad de derecho público, que se puede producir por desviación de poder, ausencia de investidura
regular, incompetencia del órgano, violación de ley y vicios de forma del acto administrativo” (Revista de
Derecho y Jurisprudencia, t. XCV, 1998, 2ª parte, Sec. 1ª, p. 23 y ss. Posteriormente en la Sentencia de 28 de
octubre de 2004, “Torres Concha con Fisco de Chile”, Rol Nº 938-2004 sostuvo que los vicios que en nuestro
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Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
cuenta de los vicios del acto administrativo a partir de sus elementos. Así, ha sostenido que
los elementos del acto administrativo son subjetivos (órgano administrativo, investidura y
competencia), objetivos (motivos, objetivo y fin) y formales (procedimiento y forma del
acto)97. En este caso las causales serían la investidura irregular, incompetencia, inexistencia o
ilegalidad en los motivos, desviación de poder, ilegalidad en el objeto y vicio de forma.
La ley no somete a un estatuto particular los efectos de un acto administrativo nulo, por lo
que si compromete sólo la esfera patrimonial particular de un individuo debe regirse por las
normas comunes generales existentes al respecto, y éstas son las contenidas en el Código
Civil y en las leyes especiales que regulan la materia (“Emcoser S.A. con Ojeda Vildoso
Ruperto, Sociedad Agrícola Los Molinos Ltda. y Dirección de Obras Municipales de Arica”,
Rol Nº 10.849-2014).
v. Aspectos procesales
a) Procedimiento
b) Legitimación activa
ordenamiento jurídico provocan la nulidad de derecho público de los actos emanados de los entes
administrativos se producen por alguna de las circunstancias siguientes: "ausencia de investidura regular del
agente; incompetencia de éste, irregularidad en la forma de gestación del acto; desviación de poder en el
ejercicio de la potestad”.
97 Véase, entre otros, Dictamen N° 45.191, de 2004.
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Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
98 ARÓSTICA, Iván (2008): Los contenciosos administrativos especiales en la legislación chilena. Una visión
Público, Universidad de Chile, Nºs. 47-48; (1991-1992) La nulidad de derecho público referida a los actos de la
Administración, en Revista de Derecho, Universidad Católica de Valparaíso, XIV; (2000) La nulidad de derecho
público de los actos estatales y su imprescriptibilidad en el derecho chileno, en Ius Publicum, 4. Respecto de su recepción
por la jurisprudencia se puede consultar el trabajo de PFEFFER URQUIAGA, Emilio (2005). La nulidad de derecho
público; tendencias jurisprudenciales, en Revista de Derecho Público, Universidad de Chile, 67, pp. 129-144.
102 En el caso “Vásquez Encina César con Municipalidad de La Reina y Simonetti Inmobiliaria S.A.”, Corte
Suprema, Rol Nº 8.247-09, de 20 de enero de 2012, se sostuvo que “[…] la nulidad de derecho público es una
sanción general y que su procedimiento es el ordinario, el que como es sabido tiene las características de ser general y
supletorio respecto de aquellos casos en que no existe un procedimiento especial de impugnación”, por lo tanto “[…] el
demandante sólo a través del medio regulado pudo ejercer la acción para pedir la ilegalidad del acto y el actor posee las
acciones que contempla el ordenamiento jurídico para hacer efectivos los derechos subjetivos -en el concepto amplio que se
ha dado- frente a la Administración del Estado”. La conclusión a la cual se llega en este caso es categórica: “[…]
la demanda debió ser desestimada porque no era posible entablar una acción de nulidad de derecho público en contra de
una resolución emanada de un funcionario municipal con la finalidad única de dejar sin efecto dicho acto, cuando la ley
especialmente contempla el reclamo de ilegalidad en el artículo 141 (sic) de la Ley Nº 18.695”. En el mismo sentido,
en “Inmobiliaria Las Delicias S.A. con Baez Subiabre” Corte Suprema, Rol Nº 8.742-14, de 3 de julio de 2014,
viene a reafirmar dicho criterio al sostener que “[…] la acción de nulidad de derecho público debe ser entendida e
interpretada armónicamente dentro del ordenamiento jurídico, de modo que su aplicación ha de ser reconocida no sólo en
virtud de la Carta Fundamental, sino también a la luz de los diversos medios que la legislación otorga a quien se vea
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Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
Por tanto, no existe discusión respecto de que los contenciosos administrativos especiales
constituyen acciones de nulidad respecto de determinados actos de la Administración del
Estado, como con las superintendencias, la autoridad tributaria y aduanera o la Comisión
para el Mercado Financiero. En todo caso su regulación está lejos de ser uniforme, y así nos
encontramos con diversos tribunales y procedimientos, como por ejemplo:
a) Tribunales especializados:
i Tribunal de la Contratación pública, respecto de los actos u omisiones
ilegales o arbitarios dictados dentro de un procedimiento de licitación
pública;
ii Tribunales Ambientales, respecto de determinados actos formales de los
Directores Regionales del Servicio de Evaluación Ambiental, la Comisión de
Evaluación Ambiental y la Superintendencia de Medio Ambiente.
b) Tribunales especiales:
i Juzgados del Trabajo, respecto de las sanciones aplicadas por la Dirección
del Trabajo;
ii Tribunales Tributarios y Aduaneros, respecto de los actos dictados por
el Servicio de Impuestos Internos y por el Servicio Nacional de Aduanas,
y
iii Jueces de Garantía, respecto de las medidas disciplinarias que se aplican
a la población penitenciaria.
c) Tribunales ordinarios:
i Jueces de Letras en lo Civil, respecto de las sanciones aplicadas por las
SEREMIs de Salud y el Instituto de Salud Pública;
agraviado por un acto de la Administración que ha nacido al margen del derecho. Por ello, al existir vías específicas de
reclamación contra el acto impugnado, deben prevalecer dichos procedimientos antes que el ejercicio de la acción genérica
de nulidad de derecho público” (Considerando 7º). De esta manera, “[…] la acción de nulidad por la ilegalidad del
acto debía ejercerse de acuerdo al procedimiento que la ley contempló para este tipo de situaciones y no interponerse una
acción genérica de impugnación como la intentada” (Considerando 8º). En todo caso, este criterio ya se había
establecido en el año 2011 en los casos “Comunidad Martínez Sandoval con Estado de Chile”, Rol Nº 5.376-09,
de 12 de septiembre de 2011, y “Díaz Guajardo con Fisco”, Corte Suprema, Rol Nº 7.750-11, de 7 de noviembre
de 2011.
103 La Corte Suprema ha sostenido que son causales de nulidad de los actos administrativos la ausencia de
investidura regular del órgano respectivo, la incompetencia de éste, la inexistencia de motivo legal o motivo
invocado, la existencia de vicios de forma y procedimiento en la generación del acto, la violación de la ley de
fondo atinente a la materia y la desviación de poder. Véase Sentencia Corte Suprema, Rol N° 2.217-09, de 9
de agosto de 2011, considerando 10°. También en Sentencia Corte Suprema, Rol Nº 3.744-10, de 20 de enero
de 2011. Con anterioridad había dado cuenta de algunas causales similares, como ocurrió en la Sentencia de
24 de marzo de 1998 “Bellolio con Distribuidora Chilectra Metropolitana”, en donde se sostiene en su considerando
5º que “… la doctrina nacional ha elaborado la teoría de la nulidad de derecho público, que se puede producir
por desviación de poder, ausencia de investidura regular, incompetencia del órgano, violación de ley y vicios
de forma del acto administrativo” (Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. XCV, 1998, 2ª parte, Sec. 1ª, p. 23
y ss. Posteriormente en la Sentencia “Torres Concha con Fisco de Chile”, Corte Suprema, Rol Nº 938-04, de 28
de octubre de 2004, sostuvo que los vicios que en nuestro ordenamiento jurídico provocan la nulidad de
derecho público de los actos emanados de los entes administrativos se producen por alguna de las
circunstancias siguientes: “ausencia de investidura regular del agente; incompetencia de éste, irregularidad en
la forma de gestación del acto; desviación de poder en el ejercicio de la potestad”.
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Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
El recurso de protección es considerado una acción de carácter cautelar que tiene por objeto
resguardar determinados derechos constitucionales frente a actos u omisiones ilegales o
arbitrarios, ya sea que constituyan una amenaza, perturbación o privación de los mismos.
Por tal razón, se considera que este arbitrio constitucional constituye una medida de
urgencia que debe ser adoptada en un procedimiento breve y sumario. A su vez, el tribunal
está facultado para adoptar todas las medidas que considere necesarias a fin de restablecer
el imperio del derecho.
a) En primer término, no basta con que nos encontremos ante un acto administrativo
ilegal o arbitrario para que dicha acción sea estimada admisible, pues además se exige
una amenaza, perturbación o privación de un derecho constitucional especialmente
amparado con esta acción, los que están taxativamente enumerados en el artículo 20
de la Constitución (básicamente derechos de primera generación, como son los de
libertad e igualdad). Además, el objeto de esta acción es la protección o amparo de
derechos, y no resguardar la legalidad objetiva. Así, bien puede ocurrir que estemos
frente a un acto manifiestamente ilegal, pero si aquél no produce a lo menos una
amenaza de un derecho, la acción no será acogida. Por tal razón, se sostiene el
carácter subjetivo de esta acción, en la medida que está centrada en el amparo de
determinados derechos constitucionales105;
104 Sobre la relación entre recurso de protección y acción de nulidad, véase PIERRY ARRAU, Pedro (1977): “El
recurso de protección y lo contencioso administrativo”, en Revista de Derecho (Valparaíso), año 1977, N° I, pp.
153-173, también en (2017): Derecho Administrativo. Obra Reunida (Valparaíso, Ediciones Universitarias de
Valparaíso), pp. 295-311, y SOTO KLOSS, Eduardo (1981): El recurso de protección. Orígenes, doctrina y
jurisprudencia (Santiago, Editorial Jurídica de Chile).
105 Sin embargo, durante el último tiempo uno de los principales derechos alegados es la igualdad ante la ley
(artículo 19 Nº 2 de la Constitución), respecto de las cuales se han acogido numerosos recursos. El problema
es que el fundamento en estos casos es la existencia de un acto ilegal, que produce una discriminación arbitraria
o un trato desigual. Así, todo acto ilegal constituiría una amenaza, privación o perturbación de esta garantía,
de manera que tiende a darle en estos casos un carácter más objetivo a la acción.
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Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
En tal sentido, son muchos los casos en que se han acogido acciones de protección contra
actos administrativos, tanto por temas formales (v. gr. falta de fundamentación), como por
temas de fondo (v. gr. proporcionalidad de la sanción).106
La necesaria coordinación que debe existir entre los mecanismos de impugnación en sede
administrativa y jurisdiccional, muchas veces lleva al legislador a establecer de forma
obligatoria el agotamiento de la vía administrativa, como paso previo para ir por la vía
jurisdiccional, como sucede en materia municipal107. En otros casos, se establece que los
recursos administrativos constituyen una opción para el particular, antes de ir por la vía
jurisdiccional.108
106 Sentencia de la Corte Suprema Roles Nº 5085-2012, de 9 de octubre de 2012; 3758-2013, de 31 de julio de
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Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
Sin embargo, con carácter general el artículo 54 de la Ley Nº 19.880 establece tres reglas
básicas sobre la materia, que se construyen sobre la idea de que el particular tiene la opción
de ir por la vía administrativa o jurisdiccional, pero bajo ningún respecto puede ejercer
ambas opciones de forma paralela. De esta forma si interpone una reclamación ante la
Administración, no podrá deducir igual pretensión ante los Tribunales de Justicia, mientras
aquélla no haya sido resuelta o no haya transcurrido el plazo para que deba entenderse
desestimada. A la inversa, si se deduce primero la acción jurisdiccional, la Administración
deberá inhibirse de conocer cualquier reclamación que el particular interponga sobre la
misma pretensión, es decir, ya no es posible volver a la vía administrativa.
Por último, para garantizar el derecho de acceso a la justicia, se establece que planteada la
reclamación administrativa, se interrumpirá el plazo para ejercer la acción jurisdiccional, el
cual se volverá a contar desde la fecha en que se notifique el acto que la resuelve o, en su
caso, desde que la reclamación se entienda desestimada por el transcurso del plazo.
En tal sentido, señala que debe observarse que el artículo 54 de la Ley N° 19.880, veda de
manera expresa el ejercicio de “igual pretensión” ante los Tribunales de Justicia, si,
previamente, fue interpuesta por el interesado una reclamación ante la Administración. Es
decir, el efecto impeditivo se justifica en la medida que las pretensiones que se hacen valer
en sede administrativa son las mismas que se harán valer en sede jurisdiccional.
Por consiguiente, según nuestro máximo tribunal, el legislador razona sobre la base de la
identidad de pretensiones, lo que supone el efecto condicionante de las mismas, cuestión que
justifica el régimen de los recursos administrativos. En efecto, si se quiere ver lo que subyace
a la existencia de estos medios de impugnación, se concluirá que ellos encuentran sentido y
lógica en la medida que lo debatido ante la Administración guarde identidad con lo que se
debatirá ante el órgano jurisdiccional. En suma, el administrado posee una pretensión que
puede encausar alternativamente por la vía administrativa, jurisdiccional o ambas, siempre
que se respete el orden de prelación legalmente dispuesto. Nótese que siempre es la misma
pretensión la que se puede hacer valer, sin perjuicio que el vehículo que se emplee para ello
sea distinto.
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Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
La conducta referida no puede ser modificada con posterioridad, pues aquello importaría
una contravención al actuar precedente, lo que no es inocuo, ya que se despliega la actividad
de la Administración en un determinado sentido y, a continuación, se pretende que el órgano
jurisdiccional actúe en otro desvinculado del primero, lo que torna la actividad primigenia
en superflua.
Así, sólo mediante la debida congruencia entre las pretensiones intentadas en sede
administrativa y jurisdiccional, es que la actividad de todos los intervinientes se encuentra
justificada y es útil a la finalidad de los procedimientos de revisión.109
En nuestra opinión, se trata de una regla que no tiene reconocimiento legal y que afecta el
derecho de acceso a la justicia, puesto que, por diversas razones, es posible que el particular
decida no plantear todas sus pretensiones y fundamentos ante la Administración, esperando
la imparcialidad que asegura la vía jurisdiccional. Por lo demás, se trata de una figura que
vincula procedimientos de naturaleza diferente, limita la competencia de la autoridad
judicial y se construye como una garantía de la Administración, en menoscabo de la tutela
judicial que tiene el particular.
Por tal razón, el artículo 57 de la Ley Nº 19.880 dispone que “La interposición de los recursos
administrativos no suspenderá la ejecución del acto impugnado. Con todo, la autoridad llamada a
resolver el recurso, a petición fundada del interesado, podrá suspender la ejecución cuando el
cumplimiento del acto recurrido pudiere causar daño irreparable o hacer imposible el cumplimiento
de lo que se resolviere, en caso de acogerse el recurso”.
Ahora bien, la ejecutoriedad de los actos administrativos dice relación con los efectos jurídicos
que produce un acto administrativo, tanto respecto de la Administración autora del mismo,
como de sus destinatarios, creando, modificando o extinguiendo situaciones jurídicas. En tal
sentido, el acto existe y es ejecutorio, en la medida que produce en el plano jurídico los
efectos que le son propios y, si fuese necesario, será el título que justifique su ejecución
material (ejecutividad). Así, por lo demás, lo ha destacado la Corte Suprema en relación con
los actos sancionadores al sostener que “conforme a la idea de ejecutoriedad, aquellos se insertan
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Material Docente: El control de la Administración
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directamente en el ordenamiento jurídico, esto es, sus efectos y las situaciones jurídicas que crea nacen
de inmediato, es decir, sin necesidad de recurrir a otra autoridad -judicial o de otra índole- para que
lo vise y con ello se perfeccionen, con lo que si a través del acto se imponen obligaciones, éstas nacen
precisamente con dicho acto y no en una etapa posterior”. En tal sentido, sostiene que “[…] todos
los actos administrativos -incluidos los sancionatorios, por cierto- producen sus efectos de manera
inmediata, sus consecuencias jurídicas y materiales se radican en el patrimonio del administrado
desde el momento mismo de su notificación, y, una vez notificado, la Administración puede exigir su
cumplimiento, incluso antes de que la persona sancionada reclame de la legalidad del acto, salvo que
la ley o el juez suspendan dicha exigibilidad”110.
En esta materia, la legislación especial sigue el mismo criterio en relación con las sanciones
administrativas. Así, se dispone en materia sanitaria que “Las sentencias que dicte la autoridad
sanitaria podrán cumplirse no obstante encontrarse pendiente la reclamación a que se refiere el
artículo anterior, sin perjuicio de lo que por sentencia definitiva ejecutoriada o que cause ejecutoria
resuelva la justicia ordinaria al pronunciarse sobre aquélla” (artículo 172 del Código Sanitario).
Sin embargo, en otros casos se establece una excepción, al permitir que la impugnación
judicial suspenda la ejecución del acto sancionador, como sucede con la Comisión para el
Mercado Financiero: “Si el reclamo de ilegalidad es deducido oportunamente, se suspenderán los
efectos de la resolución que impuso la sanción y el transcurso del plazo para el pago de la multa, hasta
que aquel sea resuelto por resolución ejecutoriada” (inciso 6º del artículo 71 del DL Nº 3.538).
Una de las cuestiones de mayor trascendencia ha sido determinar el tipo de control judicial
que deben efectuar los tribunales de justicia al momento de revisar los actos administrativos
que imponen una sanción, en concreto, si corresponde a un control de mera legalidad o a un
control pleno, conforme al cual el juez puede llegar inclusive a sustituir la decisión
administrativa.
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Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
En esta materia, es preciso preguntarse cuáles son los límites que la judicatura debe observar
al momento de efectuar la revisión judicial de los actos administrativos, especialmente
cuando debe recaer sobre aspectos de carácter técnico, que muchas veces escapan a las
posibilidades de revisión de un tribunal, considerando su especialidad y conocimiento. Así,
por ejemplo, en materia ambiental, qué elementos de juicio permiten establecer si una
empresa puede haber realizado defectuosamente el control de efectividad de sus
instalaciones, relacionando los registros de referencia en los parámetros de conductividad
eléctrica y concentración de sulfuros, en dos períodos consecutivos112 o, en materia eléctrica,
si una concesionaria excedió los valores máximos permitidos por la normativa vigente
respecto de los índices de continuidad de suministro en sus alimentadores113. Como se puede
apreciar, se trata de una calificación de hechos que requiere de un conocimiento
especializado y que determina, conforme a un estándar técnico, si se ha incurrido o no en
una infracción administrativa.
En términos generales, hay autores que se han manifestado en contra de un control judicial
pleno que abarque incluso las apreciaciones o juicios de carácter técnico que realizan los
órganos administrativos, como Eduardo García de Enterría114, Santiago Muñoz
Machado115, Alejandro Nieto116 y Luciano Parejo Alfonso117, frente a otros que plantean una
posición radicalmente distinta, como Tomás-Ramón Fernández118, Ramón Martín Mateo119
y Eva Desdentado120. En general, el control pleno se sostiene a partir de los principios de
control de la legalidad y tutela judicial efectiva reconocidos constitucionalmente, como
sucede en nuestra Constitución con los artículos 6º, 7º, 19 Nº 3, 38 y 76. Por su parte, la
tesis que rechaza el control judicial de la discrecionalidad técnica reconoce diversos
argumentos, como la imposibilidad práctica que se pueda llevar adelante un control efectivo
por parte de los tribunales; que no resulta posible comprender la técnica dentro del control
judicial; y la forma en que el legislador atribuye la discrecionalidad técnica otorgando un
amplio margen de decisión o las características propias que tiene el proceso contencioso-
administrativo.
En el Derecho comprado habitualmente se cita en estas materias el caso Chevron U.S.A. Inc.
v. Natural Resources Defense Council Inc. de 1984, por el cual la Suprema Corte de los Estados
Unidos estableció que ante el silencio u oscuridad de un texto legal, los Tribunales deben
mostrar deferencia ante la interpretación que de los mismos hacen las agencias
el expediente administrativo, la discrecionalidad haya quedado reducida a cero, existiendo por consiguiente
solo una elección posible.
112 Resolución Exenta N° 1204, de 2019, de la Superintendencia de Medio Ambiente.
113 Resolución Exenta N° 11.755, de 2015, de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles.
114 GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo (1992): Hacia una nueva justicia administrativa (Madrid, Civitas), p. 63.
115 MUÑOZ MACHADO, Santiago (1989): La reserva de jurisdicción (Madrid, La Ley), pp. 108-111.
116 NIETO, Alejandro (1964): “Reducción jurisdiccional de la discrecionalidad en materia disciplinaria”, en
Constitución Española. Homenaje al Profesor Eduardo García de Enterría (T. III, Madrid, Civitas).
119 MARTÍN MATEO, Ramón (1986): Prólogo al libro de J.A. Tardio Pato. Control jurisdiccional de concursos de
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Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
Ahora bien, como hemos visto, este criterio resulta interesante cuando el legislador utiliza
diversos conceptos jurídicos que exigen para su determinación de conocimientos técnicos,
que muchas veces nos lleva a espacios de incertidumbre o de opiniones imposibles de
unificar. Por tal razón, la Administración debe hacer sus valoraciones dentro de marco
conceptual que le ha fijado el legislador, y en el caso de aparecer fundada y razonable, no
debiese ser posible sustituir las valoraciones técnicas que emiten los órganos
administrativos por las de los órganos jurisdiccionales. En tal sentido, Miguel Sánchez
Morón afirma que “salvo crasos errores de apreciación, no sería conforme a derecho sustituir la
opinión de los técnicos de la Administración por la que el juez pueda formarse del proceso oyendo a
otros técnicos distintos. De lo contrario se estaría trasladando la discrecionalidad técnica de la
Administración a los jueces”121. Así, si la decisión de la Administración se muestra fundada,
razonable y suficiente conforme a los antecedentes que la integran, la judicatura debe ofrecer
un trato deferente hacia la autoridad. De lo contrario se corre el riesgo de transformar la
instancia judicial en otra fase de evaluación, en la cual se procedan a revisar nuevamente los
detalles científicos y metodológicos de los documentos, estudios y/o informes incorporados
al procedimiento por diversos especialistas y órganos técnicos, lo que ciertamente y
conforme la construcción actual de nuestra institucionalidad, queda absolutamente fuera de
la competencia de los tribunales.
En Chile, la doctrina tiende a sostener que los tribunales debieran guardar deferencia
respecto del juicio formulado por la Administración, considerando su conocimiento y
experiencia, en aquellos casos en que la decisión adoptada supera el test de razonabilidad y
sólo se puedan discutir aspectos estrictamente técnicos. 123
121 SÁNCHEZ MORÓN, Miguel (1994): Discrecionalidad administrativa y control judicial (Madrid, Tecnos), p. 129.
122 IGARTUA SALAVERRÍA, Juan (1998): Discrecionalidad técnica, motivación y control jurisdiccional (Civitas),
p. 115.
123 CORDERO VEGA, Luis (2012): “Castilla y sus consecuencias sistémicas”, en: El Mercurio Legal, 29 de agosto
de 2012, ha señalado que la respuesta “teórica es que cuando el debate se refiere a los hechos sujetos a la apreciación
de una ciencia o técnica, los jueces debieran ser deferentes con la decisión del organismo respectivo, a menos que dispongan
de otro informe de contenido técnico que la controvierta (eso fue lo que hizo la Corte para acoger el recurso en el caso Río
Cuervo al utilizar el informe del Sernageomin). En el caso Castilla, en mi opinión, el razonamiento principal del fallo
para calificar como un hecho unitario la Central y el Puerto, es de contenido técnico, y esa es quizá su principal objeción,
porque la construye a partir de su propio entender, de acuerdo a los antecedentes disponibles en la evaluación ambiental.”
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Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
En todo caso, debemos partir de la base que los jueces están habilitados para realizar un
control de legalidad de las decisiones de los órganos administrativos, el cual, en términos
generales, busca determinar si la potestad se ejerció en los términos y conforme a su
competencia, de acuerdo al procedimiento previsto en la ley, si en dicho ejercicio no existió
desviación de fin o de poder, si el acto cuenta con una justificación suficiente, razonable o
fundada que permita descartar un ejercicio arbitrario de la potestad, si se ha efectuado una
calificación adecuada de los hechos, etc. No obstante, la facultad de juzgar tiene límites y es
necesario distinguirla respecto de la facultar de administrar entregada a los órganos
públicos124. En este sentido, Eva Desdentado señala que en “[...] el caso de los actos
administrativos discrecionales existe un núcleo último de válida elección que puede ser sin duda
alguna fiscalizada y controlada pero que, en la medida en que sea conforme con el conjunto del
ordenamiento jurídico ha de ser respetada por los tribunales a los que el Derecho sólo habilita para
realizar un control jurídico y que, por tanto, carecen de los criterios precisos para realizar un control
más intenso”. De esta manera “La persistencia de un núcleo último de decisión es producto de la
división de poderes y de la configuración constitucional de las funciones jurisdiccional y
administrativa”.125
Esta discusión también se ha trasladado al ámbito de las sanciones administrativas. Por tal
razón, nos encontramos con numerosos fallos que sostienen la tesis de un control judicial
pleno, de carácter anulatorio/sustitutorio, ello bajo la noción de una supuesta
“discrecionalidad compartida” entre a autoridad administrativa y judicial126. Un aspecto
positivo de este tipo de control es que permite una revisión del acto en base al principio de
proporcionalidad, conforme al cual se busca establecer la correcta aplicación de criterios de
determinación de las sanciones. Sin embargo, este tipo de revisión presenta una escasa
argumentación jurídica y se sustenta en el traslado de la discrecionalidad desde la
Administración hacia los tribunales, lo cual no deja de ser problemático.
Con todo, en la actualidad, prima un control de mera legalidad, conforme al cual el juez
limita su control a la determinación de la existencia de una infracción normativa, sin efectuar
consideraciones de mérito respecto de los extremos de la sanción aplicada por la autoridad
redujo la sanción de 200 UTM a 100 UTM en atención a que el daño ocasionado era limitado, la inexistencia
de antecedentes relativos al logro de beneficios económicos obtenidos por la empresa concesionaria, la falta de
intencionalidad o de reiteración en la conducta. Además, se sostuvo que había antecedentes que daban cuenta
de una conducta proactiva de la reclamante en orden a aminorar los efectos perniciosos de su falta. Por su
parte, en la sentencia Rol Nº 783-2013, caratulados “ENAP Refinerías S.A. con SEC”, se rebajó la multa de
1000 a 500 UTA luego de determinar que no había mediado intencionalidad del infractor y que además la
empresa recurrente no había sido sancionada anteriormente por infracciones de similar naturaleza. En tanto,
en la sentencia Rol N° 8.799-2012, caratulados “Chilectra con SEC”, rebaja la multa de 560 UTA a 300 UTM,
en atención a que no hubo intencionalidad en la comisión de la infracción. Asimismo, en la sentencia Rol Nº
109-2011, caratulados “Chilectra S.A. con SEC”, luego de una somera revisión de las circunstancias para la
determinación de la sanción, la Corte decide acoger la petición de rebaja de la sanción, disminuyendo su
importe de 50 a 5 UTA, sin mayores argumentaciones. También, en la sentencia Rol Nº 10.535-2011,
caratulados “Comercial Torino S.A. con SEC”, sostuvo que la empresa reclamante efectivamente incurrió en
las infracciones que se le imputaban, pese a ello, redujo la multa originalmente impuesta de 400 UTA a 250
UTA, entre otros.
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Material Docente: El control de la Administración
Prof. Eduardo Cordero Q.
En una situación distinta se encuentran los tribunales especializados, como los Tribunales
ambientales, que practican un control mucho más intenso o fuerte de tipo anulatorio-
devolutorio129, confirmando la tesis en orden a que frente a un tribunal ordinario es probable
que exista un mayor incentivo a ser deferente con la Administración, cuestión muy distinta
cuando se trata de un tribunal especializado.130
127 V. gr. sentencia Rol N° 45.054-2017, considerando “Chilquinta con SEC”, c. 11º.
128 Sentencia de la Corte Suprema Rol Nº 21.343-2019, caratulados “Municipalidad de Pedro Aguirre Cerda
con Superintendencia de Educación”, en donde se sostuvo que “Por lo demás, se debe precisar que el sistema
de agravantes y atenuantes no puede ser utilizado para recalificar la conducta, toda vez que para respetar el
principio de proporcionalidad el legislador ha previsto la posibilidad de recorrer la escala fijada por la
legislación, entre el mínimo y el máximo previsto para la infracción, que en el caso concreto es de 51 a 500
UTM, según lo señala expresamente el artículo 73 de la Ley N° 20.529.
Así, al haber aplicado la autoridad administrativa, una sanción correspondiente al mínimo contemplado en la
ley, y al haberse descartado las ilegalidades reclamadas, como se anunció, era improcedente rebajar la multa.”,
c. 6º.
129 Así, por ejemplo, en la sentencia del Tercer Tribunal Ambiental (Valdivia), R-6-2014, caratulado “Empresa
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