De La Preocupacioon A La Alabanza
De La Preocupacioon A La Alabanza
De La Preocupacioon A La Alabanza
Servimos a un Dios que sabe exactamente lo que estamos enfrentando hoy y no se encuentra
desprevenido por nuestras circunstancias. La alabanza no se trata solo de cantar ... se trata
de recordar. En medio de todo esto, queremos ofrecerte algunas formas prácticas de recordar
quién es Dios y ayudarte a mantenerte conectada con la Verdad que se encuentra solo en Su
Palabra.
1
Encontrando la paz cuando estamos tentadas a entrar en pánico
Lysa TerKeurst
Y cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, abrió las ventanas
de su alcoba que daban hacia Jerusalén, y tres veces al día se arrodillaba y oraba a su Dios,
dándole gracias como acostumbraba hacerlo. Daniel 6:10 (RVC)
Nada puede lanzarme a un hoyo tanto como las circunstancias que no puedo controlar. Es
ese lugar donde la ansiedad amenaza con tragarme por completo mientras mi mente corre a
través de todo lo desconocido y lo que podría o no suceder, lo cual provoca miedo.
Es por eso que estoy tan agradecida por el gran ejemplo de Daniel en las Escrituras. Daniel
6:1-15 nos muestra una imagen tan clara de lo que podemos hacer cuando todo lo que se
siente seguro en nuestras vidas comienza a ser atacado.
En Daniel 6:10, Daniel acaba de enterarse de que cualquiera que sea sorprendido orando a
alguien aparte del rey Darío será arrojado al foso de los leones. ¿Puedes imaginar el nivel de
temor que este edicto podría haber despertado en Daniel? Podría haberse encontrado
fácilmente en un pozo de desesperación antes de llegar a ese pozo lleno de leones. Pero la
reacción de Daniel es asombrosa.
Daniel se va a casa, abre las ventanas y ora de todas formas. Me pregunto si yo podría haber
sido tan valiente.
«¡Dios, sálvame!»
«¡Dios, no es justo!»
Daniel 6:10b nos dice que Daniel pronunció oraciones de gratitud. “Y tres veces al día se
arrodillaba y oraba a su Dios, dándole gracias como acostumbraba hacerlo”.
Como la respuesta de Daniel es tan opuesta a la que la mayoría de nosotras tendría, esto me
motiva a detenerme y reflexionar. Y lo que descubro son tres poderosas verdades que quiero
recordar y vivir.
Nuestras respuestas iniciales suelen ser un producto secundario de los hábitos que hemos
establecido en nuestra vida. El hecho que la reacción de Daniel fue pronunciar oraciones
llenas de gratitud, me dice que la gratitud y la confianza en Dios estaban al frente y en el
centro del corazón de Daniel. Daniel fue capaz de dar gracias, incluso en medio de
circunstancias incontrolables, porque ya era un hábito que había formado en su vida.
Parece que el ser una persona agradecida ayudó a Daniel a combatir el miedo. Ni una sola
vez se menciona a Daniel tratando de esconderse. No se puso a tratar de controlar o
manipular su situación. Simplemente abrió las ventanas y oró donde todo el mundo pudiera
verlo.
Daniel no vivía negando sus circunstancias. Daniel acudía a Dios en medio de sus
circunstancias.
La postura de Daniel durante la oración es reveladora. Primero, vemos que Daniel estaba
orando hacia Jerusalén - una postura basada en las palabras del Rey Salomón en 1 Reyes
8:35-51 durante la dedicación del templo. Daniel sabía de dónde venía su ayuda y esperanza
- venía de Dios, y sólo de Dios.
Pidamos al Señor que nos ayude a fijar nuestros ojos en Él con humildad y gratitud en vez de
enfocarnos en nuestros problemas de hoy. Y permitamos que la vida de Daniel sea una
prueba para nuestros corazones de que las palabras de Isaías 26:3 son verdaderas: Dios es
capaz de mantener en perfecta paz a aquellos cuyas mentes están fijas en Él, porque confían
en Él.
Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los
ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. Mateo
6:20-21 (NVI)
Suspirando, miré el reloj. Incluso antes de que mi alarma anunciara el día, una sensación de
fatalidad inminente demasiado familiar envolvió mi espíritu. Sin estar lista para comenzar mi
mañana, pero incapaz de volver a dormirme, me levanté de la cama con poca energía.
Mi batalla contra la ansiedad comenzó cuando era una niña pequeña. Cada vez que temo al
fracaso, o mi vida comienza a girar fuera de control, el estrés me roba la paz y mata mi
alegría. A la preocupación le gusta tomar como rehén a mi corazón.
Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los
ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón ( Mateo
6:20-21).
En este pasaje, Jesús usa la palabra "tesoro" en sentido figurado. Traducido como un
depósito de riquezas, incluye los pensamientos atesorados que almacenamos en nuestros
corazones y mentes. Jesús promete que nuestros corazones seguirán a donde sea que
pongamos nuestro tesoro.
Esto significa que puedo determinar la condición de mi corazón simplemente eligiendo dónde
guardo mi tesoro. Realmente se reduce a mi enfoque.
El apóstol Pablo reflejó este mensaje cuando nos recordó que [fijáramos] nuestros ojos en
Jesús ( Hebreos 12:2). Para fijar nuestros ojos en Jesús, debemos apartarlos de todo lo
Fijar mis ojos en Jesús no sanará a mi madre, ni protegerá a mi hijo de las consecuencias de
una mala decisión, ni restablecerá la armonía en mi lugar de trabajo. Pero cuando me sumerjo
en el tesoro que tengo en Jesús, encuentro estas gemas preciosas:
Y que la paz de Cristo gobierne en sus corazones, pues a ella fueron llamados en un solo
cuerpo y sean agradecidos. La palabra de Cristo habite abundantemente en ustedes,
olosenses 3:15-16a
enseñándose y amonestándose los unos a los otros en toda sabiduría. C
(RVA, 2015)
Me recordaba a mí misma: el miedo es un mentiroso. Pero su respuesta era tan fuerte: las
cosas siempre serán así; siempre te sentirás así. Día tras día, era víctima de una batalla que
no podía ver y me sentía incapaz de ganarla.
Y que la paz de Cristo gobierne en sus corazones, pues a ella fueron llamados en un solo
cuerpo y sean agradecidos. La palabra de Cristo habite abundantemente en ustedes,
enseñándose y amonestándose los unos a los otros en toda sabiduría ( Colosenses 3:15-16a).
2. Y sean agradecidos...
Recientemente, los científicos han publicado investigaciones que muestran el impacto que
tiene la gratitud en la disminución del estrés y la preocupación. Cuando estamos en un estado
Amiga, el Señor nos ha equipado para luchar contra el miedo a través de Su palabra, a través
del cuerpo de los creyentes y por medio del poder de Cristo en nosotras. Aunque la ansiedad
puede declarar una guerra por el control de nuestras mentes, podemos clamar al Príncipe de
Paz quien silencia todo temor.
Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía. I saías 26:3 (NVI)
Solía ser valiente. Ahora tenía tanto miedo que apenas podía respirar. Me limpié las lágrimas
con la manga de mi blusa y luché para calmar mi respiración agitada. Después de la llamada
con el consultorio del médico, mi corazón continuaba a palpitar aceleradamente.
Me sentía desesperanzada.
Me sentía ansiosa.
El futuro ya no era algo que anticipaba con entusiasmo, sino algo que temía.
Mi mente se enfocaba en todas las cosas que podrían salir mal. ¿Qué pasaría si sufre daño
cerebral? ¿Qué pasaría si la cirugía falla? ¿Qué pasaría si la pierdo? Cada "qué pasaría si"
me llevaba más al fondo de un agujero de ansiedad y miedo. Cuanto más me concentraba en
el problema, más preocupación se penetraba en mi corazón. Era un miedo que se sentía
tangible. La noche antes de su cirugía, supliqué por la paz y protección de Dios. Quería que
me prometiera que todo iba a estar bien. Miré hacia donde mi hija dormía profundamente en
su cuna. Ella sonrió y suspiró en su sueño. No estaba preocupada por el mañana. Dios me
trajo a la mente las palabras que había leído ese mismo día en Isaías 26:3: Al de carácter
firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía. En ese momento, sentí a Dios
susurrando: «¿Confías en mí?».
Dios no me prometió que la cirugía tendría éxito. No prometió que todos mis problemas se
resolverían en un instante, pero me recordó que Él es digno de confianza. Incluso, si mis
mayores temores se hicieran realidad, Él estaría conmigo en cada paso del camino.
La paz no llega cuando nuestros problemas desaparecen, sino cuando elegimos enfocar
nuestros corazones y mentes en quién es Dios. Él es el guardián de nuestra paz. Cuando me
concentro en mis problemas, me preocupo. Cuando me concentro en mi Dios, experimento Su
paz y Su presencia. Es una elección diaria, minuto a minuto, centrar mi mente en Él.
La paz llega cuando aprendemos a enfocar nuestro corazón, ojos y mentes no en nuestra
situación, sino en nuestro Salvador. A medida que aprendemos a confiar, aprendemos que Él
es digno de confianza. La mente que se mantiene en perfecta paz será capaz de soportar las
tormentas de la vida, porque confía en el que está en control de las olas.
Julie Sunne
Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación. Salmo 13:5 (NVI)
El nudo en mi estómago se tensó. Pronto, le tendría que decir. Miré el reloj por lo que parecía
ser la centésima vez. En cualquier momento mi jefe daría por finalizado el día, y la
oportunidad para decirle que renunciaba tendría que esperar. Sin embargo, entró la duda. Tal
vez me estoy precipitando. O estoy siendo perezosa. O peor, insensata. Quizás, todavía hay
una manera de hacer que esto funcione.
Dejar mi trabajo de medio tiempo en la funeraria requirió días de oración y conversación con
mi esposo. Analizamos las implicaciones, sopesando los pros y contras. Y nos sentimos en
paz sobre mi decisión de renunciar. Como cuidadora de mi hija de 21 años con discapacidad
intelectual, necesitaba estar más disponible para ella. Entonces, ¿por qué dudaba en llevarlo
a cabo? ¿Acaso no confiaba en que Dios se encargaría de las consecuencias que traería el
cambio?
Finalmente, giré mi silla para ver a mi jefe de frente y dije: «¡necesito renunciar!». Mientras
explicaba mis razones a un hombre algo sorprendido, pero comprensivo, mi teléfono sonó.
Era mi hijo menor, quién nunca suele llamar. Deslicé mi dedo en la pantalla de mi celular para
contestar la llamada. «Hola cariño, ¿qué sucede?».
Cualquier duda previa sobre renunciar se desvaneció rápidamente cuando Joey me explicó
que, una vez más, nadie se había presentado para cuidar a Rachel. Le agradezco a Dios que
estuviera en casa por las vacaciones de Navidad y que cuidara a su hermana hasta que mi
esposo o yo llegáramos a casa. Las lágrimas se deslizaron por mis mejillas. Dios gentilmente
me había dado la confirmación que tanto deseaba.
Podemos tener la fe del rey David. Podemos confiar en Dios cuando todo parece incierto o sin
esperanza. Implica reflexionar y recordar; mirar hacia atrás en nuestras vidas y ver el obrar de
Dios. Mirar atrás y recordar Su fiel amor. Y mientras lo hacemos, podemos caminar con
seguridad hacia un futuro incierto, confiando en nuestro Señor inmutable y constante.
Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. Juan 16:33a (NVI)
«¿Por qué?»
El año más difícil de mi vida comenzó en el verano del 2008, cuando mi padre falleció
inesperadamente a los 65 años de edad. Estábamos celebrando su jubilación y anhelando ver
todas las aventuras que él y mi mamá tenían por delante. Tenían tantos planes. Y de repente,
todo se terminó. ¿Por qué?
Durante ese año de pérdida y enfermedad, luché mucho con Dios. Literalmente grité al cielo.
«¿POR QUÉ SEÑOR?»
Te cuento - mi cabeza sabe que vivimos en un mundo caído. El pecado que nació en el jardín
de Edén trajo consigo la muerte y la enfermedad. Además de eso, aunque quisiera que no
fuera cierto, no soy perfecta. Todas nos equivocamos mucho. Y Jesús nos dice en Juan
16:33, que vamos a experimentar sufrimiento. Ahí estaba yo en medio de ello. Y pensé que si
solo supiera el por qué, me sentiría mucho mejor. Si supiera por qué, todo tendría sentido, y
tendría algo de paz.
Pero no hubo respuestas a mis porqués. Nadie podía decirme por qué Dios había llamado a
mi padre al cielo cuando lo hizo. Y ni siquiera la ciencia podía decirme por qué tenía cáncer,
sin tener antecedentes familiares o marcadores genéticos presentes.
Luego, una noche mientras clamaba al Señor, 1 Corintios 13:12 me susurró en respuesta.
Dios me recordó que si Él sabe por qué, es suficiente: Porque ahora vemos por un espejo,
veladamente, pero entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces
conoceré plenamente, como he sido conocido ( LBLA).
Jesús nos dice que experimentaremos aflicciones. Pero primero, nos promete paz en Él. Al
darme cuenta que Dios me estaba pidiendo que entregara mis porqués a Él, confiándolos a
Él, encontré el puente entre mis sufrimientos y la paz que Cristo promete.
Dios es confiable y fiel en todas las cosas. Sé todo lo que necesito saber ahora, porque lo
conozco. Si Él quiere o necesita que sepa más, lo sabré. Pero cuando no hay respuesta al
porqué, necesito detenerme y mejor preguntar «¿quién?». Esa pregunta siempre tiene una
respuesta: Dios. Y Él es bueno.
Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Salmo
19:1 (RVR 1960)
El aire comenzaba a volverse fresco, el follaje dejaba ver notas de naranja, amarillo y rojo.
Conducía mi ruta usual en el carril compartido. Mis hombros estaban tensos de cargar una
ansiedad que se sentía como una manta pesada. Había sido una temporada angustiante,
quizás la más agotadora de mi vida. Parecía que no podía aliviar mi corazón de la ansiedad y
preocupación que sentía por uno de mis hijos. Las visitas al médico, las preguntas sin
respuesta, las búsquedas de respuestas en Google, susurraba oraciones pidiendo dirección y
me preguntaba si encontraríamos la ayuda que necesitábamos. Estos pensamientos
preocupaban mi mente la mayoría de los días. Cada vez que me encontraba conduciendo el
auto sola - aunque fueran unos cuantos minutos, se convertía en una oración desesperada
por la ayuda y la sanación de Dios.
Quizás hoy tú también estás lidiando con el peso de la ansiedad. Tal vez estás orando por
respuestas, pero las respuestas no parecen llegar. Tal vez te sientes desesperanzada por
recibir ayuda, desesperada por ver que la ansiedad y el estrés se resuelvan. Intentaste librarte
de la tensión simplemente bloqueando la ansiedad de tu mente, o intentaste buscar
respuestas en Internet. Tal vez te has quedado sin oraciones para orar, o has perdido la
esperanza de hallar un camino libre.
Cuando el peso de la ansiedad no se va, deja que Aquel que coreografió la creación en su
lugar levante tu cabeza. Mira hacia arriba y alrededor y considera el arte de la creación de
Dios. Observa la obra compleja de tu Creador y permite que la maravilla de Su cuidado en la
creación calme tu ansiedad. Dios está coreografiando un baile milagroso en tu vida, y puedes
confiar en que Él orquestará cada detalle. Puedes dejar de esforzarte por descubrir tu próximo