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La investigación—acción
participativa. Inicios y desarrollos
Riardo Avila

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Desarrollo y compart amient o organizacional


Enrique Noguera Marrufo
La investigación-acción y los problemas de las minorías
Kurt Lewin*(1946)
La Investigación-acción participativa
Capítulo 1 (pp. 15-26)
España: Editorial Popular

Como es ampliamente conocido, el término de «investigación-acción» proviene


de Kurt Lewin y fue utilizado por primera vez en 1944. Describía una forma de
investigación que podía ligar el enfoque experimental de la ciencia social con
programas de acción social que respondieran a los problemas sociales principales de
entonces. Mediante la investigación-acción, Lewin argumentaba que se podían
lograr en forma simultánea avances teóricos y cambios sociales. La investigación-
acción para Lewin consistía en análisis, recolección de información,
conceptualización, planeación, ejecución y evaluación, pasos que luego se repetían.
El artículo que incluimos de Lewin, publicado en 1946, discute el uso de la
investigación-acción como instrumento para mejorar la práctica social en el área de
las relaciones inter-grupales. Su enfoque sobre la necesidad de incluir la acción
como parte integrante de la tarea investigativa del profesional de las ciencias
sociales contradecía claramente las nociones tradicionales vigentes (entonces y
ahora) acerca de la separación entre producción de conocimiento y su aplicación, o
entre científicos sociales y planificadores, administradores y profesionales de las
ciencias sociales. Sin duda su formulación contradecía las ideas vigentes sobre la
verdad científica; los «sujetos» de la investigación debían ejercer un papel central
en su formulación y ejecución. Esto equivalía a que la comunidad de investigadores
viera peligrar su hasta entonces no retada hegemonía en el proceso social de la
generación de conocimientos sobre la sociedad.1

La investigación en las relaciones intergrupales


La investigación requerida para la práctica social puede ser caracterizada como
una serie de procesos investigativos que esclarezcan el quehacer del profesional en
el manejo de problemas sociales específicos (la administración social), o como una
ingeniería social. Se trata de una forma de investigación-acción, una investigación
comparativa sobre las condiciones y efectos de varias clases de acción social, y es
investigación que conduce a la acción social. A nuestro juicio, la investigación que
no produce sino libros no es suficiente.
Esto de ninguna manera significa que la investigación requerida para el manejo
de las relaciones intergrupales sea de categoría científica inferior a la propia de la
ciencia pura relacionada con asuntos sociales. Me inclino a sostener lo contrario. Las
instituciones interesadas en la ingenie ría, corno el Instituto de Tecnología de
Massachusetts (MIT), cada vez se enfocan más hacia la denominada investigación
básica. En relación a la ingeniería social, su progreso también dependerá en gran
parte de cómo la investigación básica en las ciencias sociales pueda proporcionar
mayor percepción de las leyes que rigen la vida social. Esta «investigación social
básica» tendrá que incluir problemas matemáticos y conceptuales propios del
análisis teórico. Tendrá que incluir procesos de recopilación de información
descriptiva respecto a conjuntos sociales tanto pequeños como grandes. Sobre todo,
tendrá que incluir experimentos de laboratorio y de campo que se refieran al cambio
social.

La investigación—acción participativa. Inicios y desarrollos 1


La integración de las ciencias sociales
Cualquier intento por mejorar las relaciones intergrupales se enfrenta con una
amplia variedad de tareas. Tendrá que ver con actitudes y estereotipos respecto al
propio grupo y frente a otros grupos, con el desarrollo de actitudes y conductas
durante la niñez y la adolescencia, con problemas de vivienda, y con el cambio de
estructuras legales de la comunidad. Tratará de problemas relacionados con
posición social y castas, con la discriminación económica, el liderazgo tanto político
como de otras clases dentro de la vida comunitaria, Tratará con pequeños grupos:
una familia, un club, o un conjunto de amigos, y con conjuntos sociales mayores:
escuelas, el sistema escolar, vecindarios, comunidades, estados, naciones, y con
problemas de orden internacional.
Hemos comenzado a vislumbrar que ninguno de estos aspectos de las
relaciones intergrupales puede ser comprendido independientemente de los demás,
tanto en sus aspectos prácticos como científicos. La psicología, la sociología, y la
antropología cultural han empezado a darse cuenta que sin la ayuda de cada una de
estas disciplinas no se podrá avanzar mucho. En forma tímida, durante los últimos
cinco años, y ahora con mayor claridad, se ha articulado el deseo de un enfoque
integrado. Lo que puede llegar a significar esa integración aún no es claro; pero
podría pensarse en una reunión de las ciencias sociales en una sola ciencia social, o
simplemente en la cooperación entre varias ciencias sociales con el objetivo práctico
de mejorar el manejo de los asuntos sociales (la administración social). Sin
embargo, creo que en la próxima década veremos más intentos serios hacia un
enfoque integrado en la investigación social. Opino que también la economía tendrá
que ser incluida para comprender y manejar las relaciones intergrupales con mayor
eficacia.

Objetivos de la investigación
Es importante señalar que la investigación social implica dos clases de
problemas bastante diferentes, a saber, el estudio de las leyes generales de la vida
grupal y el diagnóstico de situaciones específicas. Los problemas de las leyes
generales tienen que ver con la relación entre posibles condiciones y posibles
resultados. Se expresan en las proposiciones que comienzan con las palabras «si
esto es así, entonces...». El conocimiento de las leyes puede servir como una guía
para el logro de determinados objetivos bajo condiciones específicas. Pero para
actuar correctamente no basta que el ingeniero o el cirujano conozcan las leyes
generales de la físi ca o de la fisiología. Deben además conocer el carácter
específico de la situación concreta. Es decir, obtener la información mediante un
adecua do diagnóstico de la misma. Para la acción se necesitan ambas clases de
investigación científica.
Hasta hace poco tiempo, la obtención de información en el área de las
relaciones intergrupales estuvo dominada por la encuesta. Pero nos hemos vuelto
críticos de esas encuestas pues, por lo general, han utilizado técnicas bastante
superficiales para obtener información, en lugar de pro curar una búsqueda más
profunda como la usada en las entrevistas que nos dan alguna luz sobre las
motivaciones que existen detrás de los sentimientos expresados por las personas
entrevistadas (Likert),
Además, nos hemos dado cuenta de que los simples diagnósticos —y las
encuestas son una forma de diagnóstico— no bastan.

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En las relaciones intergrupales, así como en otros campos de la práctica social,
el diagnóstico tiene que ser complementado por estudios experimentales
comparativos sobre la efectividad de diferentes mecanismos de cambio.

La investigación, la planeación y la acción social


En dónde se ubique la investigación sobre relaciones intergrupales es un asunto
de igual importancia al contenido de la misma. ¿En dónde, cuándo y quiénes deben
llevar a cabo la investigación?
Como aquí estamos interesados en la administración social, es decir, en el
manejo de las relaciones intergrupales, examinemos más de cerca el proceso de la
planeación.
La planeación usualmente comienza con la fijación de un determina do objetivo.
Con frecuencia no tenemos claridad en cuanto a cómo delimitar el objetivo ni a
cómo alcanzarlo.
El primer paso es entonces examinarlo cuidadosamente a la luz de los medios
accesibles. Casi siempre se requiere ampliar la información sobre la situación.
Si este primer paso de la planeación tiene éxito, surgen dos asuntos: a saber,
un plan global de cómo alcanzar el objetivo, y segundo, una decisión respecto al
primer paso de la acción. Usualmente este proceso ya ha modificado el objetivo
original.
El siguiente paso se dedica a la ejecución de la primera etapa del plan global.
Por lo general, esta etapa requiere nuevas indagaciones para obtener información
adicional.
El proceso de obtener información tiene cuatro funciones. Primero, debe
evaluar la acción. Muestra si lo alcanzado ha correspondido a las expectativas.
Segundo, da a los planificadores la oportunidad de aprender, es decir, de obtener
nuevas percepciones, por ejemplo, respecto a la debilidad o fuerza de los
mecanismos de acción. Tercero, este proceso debe servir de base para la planeación
correcta del siguiente paso. Final mente, sirve como una base para modificar el
«plan global».
La siguiente etapa igualmente se compone de acciones de planificación,
ejecución, y reconocimiento o adquisición de mayor información con el fin de
evaluar los resultados del segundo paso, para preparar la base racional de la
planeación de la tercera etapa y quizá para modificar de nuevo el plan general.
El manejo racional de los problemas sociales (la administración social), por
tanto, procede en forma de una espiral constituida por etapas, cada una de las
cuales se compone de un proceso de planeación, acción, y obtención de información
sobre el resultado de la acción.
Teniendo en cuenta lo anterior, examinemos la forma en que se manejan las
relaciones intergrupales. Pensemos en que la persona que asiste a una reunión
exitosa de buena voluntad es como el capitán de un barco que ha sentido que su
barco se va demasiado a la derecha y por lo mismo hace girar el timón hacia la
izquierda. Unas señales precisas le aseguran que el timón ha respondido al
movimiento hecho por él. Contento, se va a comer. Mientras tanto, el barco se
mueve en círculos. En el campo de las relaciones intergrupales con demasiada
frecuencia la acción se basa en observaciones hechas «dentro del barco», sin tener
en cuenta criterios objetivos respecto a las relaciones del movimiento del barco
frente al objetivo que se busca.

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Necesitamos saber si nos estamos moviendo en la dirección correcta y a qué
velocidad actuamos. En el área de lo social no basta que las universidades
produzcan nuevas percepciones científicas. Es necesario que también establezcan
procedimientos de obtención de información dentro de las mismas agencias de
acción social.
La idea de mejorar las relaciones intergrupales mediante el establecimiento de
departamentos de investigación en las agencias no es nueva. Sin embargo, algunas
agencias reducen esta función a la de coleccionar recortes de los periódicos, aunque
se han dado cambios significativos en los últimos años. El Congreso Judío
Americano estableció la Comisión sobre Interrelaciones Comunitarias. Es una
organización de investigación- acción diseñada para prestar servicios a agencias
judías y no judías en el área de relaciones intergrupales. Se interesa principalmente
por enfoques de grupo y de comunicación masiva mediante el uso de la radio y de la
prensa. Su atención se dirige a estas líneas de acción.
Varios programas procuran hacer uso del sistema educativo para mejorar las
relaciones intergrupales... Muestran una sensibilidad creciente frente a la necesidad
de procedimientos más realistas, es decir, más científicos, de evaluación y
autoevaluación. Varias entidades que actúan en contra de la discriminación entre
negros y blancos se hallan en situación semejante. El establecimiento de centros de
investigación en varias universidades también ha ayudado a ampliar las
perspectivas de muchas organizaciones de acción y a ampliar su confianza en las
posibilidades de las técnicas científicas para lograr sus objetivos.
No me corresponde hablar aquí sobre los proyectos y resultados que están
surgiendo de estas actividades de investigación. Incluyen evaluaciones de los
métodos utilizados hasta ahora; estudios del desarrollo de actitudes en los niños; de
la relación existente entre actitudes intergrupales y distintos factores, tales como
las creencias políticas, y la posición que se ocupa dentro del propio grupo;
experimentos sobre cómo reaccionar en casos de ataques verbales basados en
prejuicios; experimentos de cambio llevados a cabo con bandas delincuentes y
comunidades; el desarrollo de teorías más precisas de cambio social. Muchos de los
resultados de estos proyectos no han sido publicados pero es de esperar que en los
próximos años se conozcan mejor estos estudios.

Un experimento de cambio sobre problemas de las minorías


Un ejemplo puede ilustrar las posibilidades de cooperación entre los
trabajadores de comunidad y los científicos sociales. Al comienzo de este año
(1946) el Comité Asesor de Relaciones Raciales del Estado de Connecticut nos
solicitó un taller para cincuenta trabajadores de comunidad en el área de las
relaciones intergrupales.
Surgió un proyecto con tres agencias (Comité Asesor de Relaciones
Intergrupales de Connecticut, la Comisión de Interrelaciones Comunitarias del
Congreso Judío Americano, y el Centro de Investigaciones de Dinámica Grupal de
MIT)... y con ellas se diseñó el siguiente experimento de cambio.
Los resultados recientes de la investigación indican que las ideologías y
estereotipos que rigen las relaciones intergrupales no deben ser vistas como
características individuales sino como parte de la cultura, y que su estabilidad y
cambio dependen mucho de los eventos en que los grupos participen. La
experiencia en el entrenamiento de líderes nos ha convencido de que el contexto del
taller tiene efectos positivos para aumentar la habilidad en el manejo de las
relaciones intergrupales.

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Sin embargo, aun un taller exitoso rara vez tiene la posibilidad de conducir a
mejoramientos de largo plazo en el área de las relaciones intergrupales. El individuo
que regresa a su comunidad después del taller, lleno de entusiasmo y con nuevas
ideas, tiene que enfrentarse con ésta, lo que significa a veces enfrentarse él solo
con miles de personas. Los éxitos de su gestión le parecerán inferiores a sus
expectativas, generando desilusiones. Se trata aquí de un punto importante que es
el referente a la continuidad del cambio social.
Con el fin de probar algunas hipótesis respecto al efecto de la acción del individuo
frente a distintos grupos, se introdujeron en el taller experimental las siguientes
variaciones. Parte de los delegados asistieron, como es lo usual, en representación
cada uno de su pueblo. Pero para algunas comunidades se decidió asegurar un
grupo de asistentes que trabajaran en equipo con el fin de mantener el trabajo en
forma de grupo después del taller. Esto permitiría una mayor continuidad en la
productividad del grupo y debería aumentar el poder de los participantes para lograr
los cambios deseados. Un tercer grupo de asistentes recibirían ayuda adicional de
los expertos durante el taller y al regresar a la comunidad.
− El primer paso para llevar a cabo este diseño consistió en obtener información
sobre los distintos problemas intergrupales que las comunidades confrontaban.
Había que seleccionar a las comunidades y a los trabajadores de modo que las
tres clases de delegados pudieran compararse.
− La Comisión Interracial rápidamente informó sobre los pueblos que debían ser
estudiados con mayor precisión. Para poder evaluar el efecto del taller había
que hacer un diagnóstico inicial para conocer el pensamiento de los
trabajadores de comunidad, su línea de acción y los principales problemas que
tenían en su trabajo. Un diagnóstico similar tendría que ser llevado a cabo
algunos meses después de terminado el taller.
Para comprobar el efecto del taller sobre el cambio, era necesario registrar
cuidadosamente los eventos principales del mismo. No bastaba con registrar el
contenido de una ponencia o de un programa. Había que incluir la descripción de las
formas de liderazgo teniendo en cuenta la iniciativa de los individuos y de los
subgrupos, las crisis y sus resultados, y el proceso administrativo del taller día a
día. Los aspectos relacionados con conjuntos sociales más amplios y con períodos
de tiempo mayores, más que otros factores, determinan lo que el taller puede
realizar. La tarea que tienen los científicos sociales para registrar estos datos no es
muy distinta de la tarea del historiador.
Tenemos que aprender a manejar períodos largos y grupos sociales grandes sin
disminuir los estándares de validez y confiabilidad propios del registro de datos
psicológicos que se refieren a unidades de acción más pequeñas y a períodos de
tiempo que a veces se relacionan con acciones que toman minutos o segundos.
Para registrar eventos esenciales del taller se incluyeron sesiones de evaluación al
final de cada día. Los observadores que habían asistido a las sesiones de los
subgrupos grabaron sus observaciones sobre el liderazgo, su progreso en el
desarrollo de los grupos en cuanto al logro de una identidad de «nosotros», y
asuntos similares. Los líderes de cada grupo y una parte de los participantes
igualmente dieron sus puntos de vista sobre los mismos temas.
Me impresiona el efecto pedagógico de estas sesiones evaluadoras, diseñadas
para el registro científico de los procesos. La atmósfera de objetividad, la disposición
de los profesores para la discusión de sus errores, lejos de poner en peligro su
autoridad, condujeron a que los asistentes los apreciaran aún más y a crear un
ambiente de objetividad que es muy difícil de obtener en el campo de las relaciones
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intergrupales por la emoción y la rigidez de las actitudes, aun de personas liberales
cuyo oficio es promover las relaciones intergrupales.
Esta experiencia y otras similares me llevan a considerar la acción, la
investigación y el entrenamiento como un triángulo que debe mantenerse unido en
beneficio de cualquiera de sus componentes. Es muy difícil mejorar las acciones sin
entrenar al personal y en efecto tenemos dificulta des por la carencia de personal
competentemente entrenado. El entrena miento de muchos científicos sociales que
puedan manejar problemas científicos pero que a la vez estén equipados para la
delicada tarea de pro mover equipos con los trabajadores de campo es un
prerrequisito para el progreso en la ciencia social y para mejorar las relaciones entre
distintos grupos.
A medida que transcurría el taller vimos cómo los delegados de distintos
pueblos de Connecticut dejaban de ser individuos no relacionados entre sí, (aún
opuestos por sus intereses y visiones), para convertirse en equipos cooperativos
decididos a enfrentar las dificultades, a adquirir nueva información, y a trabajar
juntos para superar los problemas. Vimos que comenzaba a realizarse el objetivo
del plan de trabajo en el sentido de que los asistentes asumieron las
responsabilidades otorgadas a los profesores. Cuando escuché a los asistentes
presentar sus propios planes de acción para sus comunidades, y para reunir los
diferentes esfuerzos en torno a las relaciones entre grupos diferentes de sus
comunidades, comprendí que la integración de la acción, el entrenamiento y la
investigación posee enormes posibilidades para mejorar las relaciones intergrupales.
Me gustaría que ustedes compartieran estos sentimientos.
Las relaciones entre grupos diferentes constituyen un aspecto crucial tanto a
nivel nacional como internacional. Hoy en día sabemos mejor que nunca que esas
relaciones pueden convertirse en dinamita. La estrategia de la investigación social
tiene que tomar en cuenta los peligros que implican los problemas intergrupales.
Podemos hacer una diferencia entre las adversidades y los límites de la ciencia
social, y los peligros inherentes a los procedimientos de investigación. Entre los
primeros encontramos que hay personas que parecen aceptar la idea de que la
ciencia social no es necesaria. Entre los admiradores del sentido común,
encontramos trabajadores de todo tipo, políticos y presidentes universitarios.
Desafortunadamente hay un buen número de científicos físicos quienes se oponen a
la promoción vigorosa de las ciencias sociales. Parecen sentir que las ciencias
sociales no han producido nada de valor real para la práctica social y que por lo
mismo, nunca lograrán nada. Para convencerlos creo que lo único que podemos
hacer es producir una ciencia social mejor.
Una segunda amenaza para la ciencia social proviene de los grupos en el poder.
Son personas que se encuentran en la administración en todos los niveles; entre
ellos están algunos líderes laborales y algunos políticos: se hallan en distintas ramas
del gobierno, y en el Congreso. De alguna manera todos parecen temer que ni ellos
ni otros podrían hacer lo que quieren hacer, si de verdad conocieran los hechos.
Creo que los científicos sociales deben tener cuidado de distinguir entre los
elementos legítimos e ilegítimos que yacen detrás de este temor. Por ejemplo, no
sería saludable silos resultados del Gallup Poll automáticamente determinaran las
políticas acerca de qué debe convertirse en ley en los Estados Unidos. Tenemos que
reconocer la diferencia entre la obtención de información y la elaboración de
políticas, y tenemos que estudiar cuidadosamente cuáles son los mejores
procedimientos de obtener información para introducirlos en los procesos de
elaboración de la legislación con el fin de lograr un efecto democrático.

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Sin embargo, detrás de la enemistad a la ciencia social de quienes detentan
posiciones de poder, yace una gran indiferencia.
Una tercera clase de actitud frente a la ciencia social por parte de los
trabajadores de comunidad puede ilustrarse con el siguiente ejemplo. Miembros de
los consejos comunales a quienes informé sobre los resulta dos de las
investigaciones intergrupales reaccionaron con temor frente a la ciencia social y la
investigación en la universidad o en las instituciones oficiales, ya que los
investigadores pueden llegar a ocupar posiciones de poder e imponer su visión
acerca de lo que debe hacerse.
Se vislumbra de esa manera una tecnocracia de la ciencia social. Este temor
parece basado en una errónea interpretación de lo que significa el término «ley».
Los trabajadores comunitarios no entendían que la legitimidad en las ciencias
sociales y físicas significa una relación condicional, un vínculo entre condiciones y
efectos hipotéticos. Esas leyes no explican las condiciones locales en un
determinado lugar y tiempo, en otras palabras no reemplazan el diagnóstico de una
situación. En la práctica social, como en la medicina, el profesional usualmente
tendrá la oportunidad de escoger entre varios medios de tratamiento y tendrá que
tener la habilidad y el ingenio propios del buen médico en su campo, tanto respecto
al diagnóstico como al tratamiento.
Parece crucial para el progreso de la ciencia social que el practicante
comprenda que sólo por medio de las ciencias sociales puede llegar a tener el poder
necesario para hacer un buen trabajo. Desafortunadamente no hay nada en las
leyes sociales ni en la investigación social que pueda forzar al profesional práctico
hacia el bien. La ciencia puede proporcionar mayor libertad y poder tanto al médico
como al asesino, a la democracia o al fascismo. El científico social debe reconocer su
responsabilidad en este sentido.

La investigación sobre mayorías y minorías


No ha sido la intención de este artículo discutir en detalle los resulta dos de la
investigación social en el área de las relaciones intergrupales. Siento sin embargo la
necesidad de mencionar dos puntos que ilustran ambos aspectos.
Las relaciones intergrupales son siempre un asunto bilateral. Es decir, para
mejorar las relaciones entre dos grupos, ambos grupos deben ser estudiados.
En años recientes nos hemos dado cuenta que los problemas de las minorías
son en realidad problemas de las mayorías, que el problema de los negros es el
problema de los blancos, que el problema judío atañe a los no judíos, y así
sucesivamente.
Es también cierto que las relaciones entre grupos no pueden ser solucionadas
sin alterar algunos aspectos de la conducta y de los sentimientos de los grupos
minoritarios. Uno de los obstáculos más serios para el mejoramiento de las
relaciones intergrupales reside en la falta notoria de con fianza y autoestima de los
grupos minoritarios. Estos tienden a aceptar el juicio de quienes tienen un estatus
superior, aunque ese juicio esté dirigido contra ellos. Hay factores que tienden a
desarrollar en los niños, adolescentes y adultos de las minorías, un cierto
antagonismo hacia su propio grupo. Lo que ocasiona un grado exagerado de
sumisión, una culpabilidad emocional y otras formas de conducta ineficientes.
Individuos o grupos que estén en contra de sí mismos no pueden vivir normal o
felizmente con otros grupos.

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Debería ser claro para el científico social que es imposible tratar este problema
sin proveer suficiente autoestima a los miembros de los grupos minoritarios como
individuos. La discriminación que ellos experimentan no está dirigida a ellos como
individuos sino como miembros de un grupo y sólo mediante una mayor estima de
sí mismos como miembros del grupo puede producirse una solución.
Muchos blancos en el sur han llegado a darse cuenta de que un requisito para el
progreso es el mejoramiento de la autoestima del negro sureño. Por otro lado, la
idea de desarrollar un programa positivo para aumentar las lealtades de grupo
aparece ante los liberales como algo paradójico. Nos hemos acostumbrado tal vez a
unir el asunto de la lealtad de grupo y de la autoestima del grupo con el chovinismo.
Creo que la solución sólo podrá encontrarse mediante la elevación de la estima
y la lealtad de cada grupo para consigo mismo, como un fenómeno natural y
necesario para todos los grupos de la sociedad. Es decir que deberán hacerse todos
los esfuerzos para luchar contra los sentimientos de superioridad de algunos grupos,
al igual que contra los sentimientos de menosprecio que algunos grupos tienen de sí
mismos. Sólo así se lograrán mejores relaciones intergrupales.
El último punto que quiero mencionar se refiere a la relación entre los niveles
local, nacional e internacional. Ningún trabajador en el área de las relaciones
intergrupales puede obviar el hecho de que vivimos en un solo mundo. Así
pensemos en los católicos, en los negros, griegos o judíos, todos los grupos en
Estados Unidos están hondamente afectados por los acontecimientos de otros
lugares del mundo. El destino de los pueblos colonizados y otros acontecimientos
internacionales tienen mucho que ver con nuestra realidad. El imperialismo colonial
se ha convertido en una política detestada por todos. ¿Cuál será la política de
Estados Unidos que conduzca a la independencia, la igualdad y la cooperación?
Tenemos que lograr una política que contribuya al mejoramiento de las relaciones
entre distintos grupos y que conduzca a la democracia.
El desarrollo de esas relaciones y de las ciencias sociales tendrá que confrontar
muchos obstáculos. Pero tengo la esperanza de que los esfuerzos investigativos en
esta área llegarán a tener influencia permanente en las relaciones intergrupales y
en la historia de este país.
Es también claro que esta tarea exige de los científicos sociales mucho coraje
en el sentido en que Platón lo define, como el dar lo mejor que podamos dar para
ayudar a los demás.
* LEWIN, Kurt, ,,Action Research and Minority Problems,,, Journal of Social lssues,
vol. 2, no. 4, 1946, pp. 34-46. Traducción de María Cristina Salazar, Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá, 1990.
1. Para un breve comentario sobre la evolución de estas contribuciones de Lewin,
véase en este mismo volúmen Rahman y FaIs Borda.

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