Prestige
Prestige
Prestige
Versión 2
A Marina, mi hija, que tanto me ayudó, aún sin saberlo, en los
momentos más aciagos.
2
ÍNDICE GENERAL
ÍNDICE GENERAL...........................................................................................................................3
ÍNDICE ILUSTRACIONES.............................................................................................................5
3
6.4 LAS MANIOBRAS DEL RÍA DE VIGO........................................................................................74
6.5 UNA NOCHE OSCURA................................................................................................................80
6.6 PREJUICIOS, ERRORES Y MENTIRAS......................................................................................80
6.7 UN ERRÁTICO PEREGRINAJE...................................................................................................85
6.8 DETENCIÓN DEL CAPITÁN MANGOURAS............................................................................89
6.9 LAS AUTORIDADES SE VAN DE CACERÍA............................................................................91
6.10 UN OPORTUNO HUNDIMIENTO...............................................................................................92
6.11 LA ESTRATEGIA DEL ENREDO................................................................................................93
4
ÍNDICE ILUSTRACIONES
Ilustración 1. Producción de petróleo en millones de toneladas, por zonas en el año 2002. Fuente:
British Petroleum, elaboración propia..................................................................................................9
Ilustración 2. Movimientos de petróleo superiores a 50 millones de toneladas año 2002. Fuente:
British Petroleum, elaboración propia................................................................................................10
Ilustración 3. Evolución del consumo anual del petróleo y sus derivados (en millones de barriles).
Fuente: British Petroleum, elaboración propia...................................................................................11
Ilustración 4. Vías de acceso del petróleo a Europa...........................................................................11
Ilustración 5. Tipos básicos de buques petroleros, según sus dimensiones y capacidades................13
Ilustración 6. Adiciones y sustracciones a la flota petrolera por años y millones de TPM. Fuente:
Institute of Shipping Economic and Logistics (ISL), elaboración propia..........................................14
Ilustración 7. Edad media en años de la flota petrolera mundial en el año 2002, por tamaños (en
GT). Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS, elaboración propia..........................15
Ilustración 8. Variación de la edad media en los últimos años de la flota petrolera mundial............16
Ilustración 9. Tanto por ciento de buques naufragados (1989-1998) con relación a la flota mundial,
por grupos de edad en años. Fuente: Institute of London Underwriters, elaboración propia............17
Ilustración 10. Número de buques por pabellones y % con respecto al volumen de carga de la flota
mundial, a julio de 2002. Fuente: Institute of Shipping Economic and Logistics (ISL), elaboración
propia..................................................................................................................................................19
Ilustración 11. Flota europea (UE-15) por número de buques mayores de 1.000 GT y pabellón, en el
año 2001. Fuente: Institute of Shipping Economic and Logistics (ISL), elaboración propia............20
Ilustración 12. Variación anual de la flota petrolera mundial por tipo de registro, y millones de
TPM. Las Banderas de Conveniencia (BC) típicas incluyen a: Panamá, Liberia, Chipre, Bermuda y
Bahamas. Fuente: Institute of Shipping Economic and Logistics (ISL), elaboración propia............21
Ilustración 13. Reparto en tanto por ciento de Peso Muerto de la flota petrolera mundial por TPM
(buques mayores de 300 GT), en el año 2002 Fuente Institute of Shipping Economic and Logistics
(ISL), elaboración propia...................................................................................................................21
Ilustración 14. Número de buques, según su sociedad de clasificación y bandera. Fuente:
Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia..............................................23
Ilustración 15. Número de petroleros según su sociedad de clasificación, año 2002. Fuente:
Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia..............................................25
Ilustración 16. Total petroleros (en millones GT) según su sociedad de clasificación, año 2002.
Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia.................................26
Ilustración 17. Edad media de buques petroleros según su sociedad de clasificación, año 2002.
Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia.................................27
Ilustración 18. Número de petroleros según grupos de GT y su sociedad de clasificación, año 2002.
Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia.................................28
Ilustración 19. Petroleros agrupados por GT, según GT total (en millones) y sociedad de
clasificación, año 2002. Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración
propia..................................................................................................................................................29
5
Ilustración 20. Media de la flota petrolera (en miles de GT) según su sociedad de clasificación, año
2002. Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia.......................30
Ilustración 21. Evolución del número de petroleros clasificados por ABS. Fuente: American Bureau
of Shipping (ABS), elaboración propia..............................................................................................31
Ilustración 22. Símbolo de la sociedad de clasificación ABS............................................................31
Ilustración 23. Evolución del GT total de petroleros (en millones) clasificados por ABS. Fuente:
American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.................................................................32
Ilustración 24. Evolución de la media de edad de petroleros clasificados por ABS. Fuente:
American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.................................................................32
Ilustración 25. Media de edad en años de buques petroleros clasificados por ABS en 2001, por
grupos de GT. Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia............................33
Ilustración 26. Principales pabellones de petroleros clasificados por ABS según tramos de GT (en
miles). Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia........................................33
Ilustración 27. Media de edad de la flota petrolera clasificada por ABS, por pabellones, año 2001.
Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia....................................................34
Ilustración 28. Principales pabellones clasificados por ABS, por GT totales (en millones). Fuente:
American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.................................................................34
Ilustración 29. Variación del GT total (en millones) de petroleros clasificados por ABS por grupos
de GT. Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.......................................35
Ilustración 30. Variación anual de derrames totales por accidentes en miles de toneladas. Fuente:
ITOPF y elaboración propia...............................................................................................................37
Ilustración 31. Orígenes de los derrames de petróleo en el mar. Fuente: National Academy of
Sciences y elaboración propia............................................................................................................38
Ilustración 32. Relación de las normas vigentes con el número de derrames de hidrocarburos
superiores a 700 toneladas. Fuente: ITOPF y elaboración propia......................................................39
Ilustración 33. Secciones transversales de diferentes diseños de doble casco...................................43
Ilustración 34. Origen de los derrames según cantidad vertida. Fuente: ITOPF y elaboración propia.
............................................................................................................................................................44
Ilustración 35. Número de buques de la flota petrolera mundial, en 2001, en función del tipo de
casco y por tramos de TPM. Fuente: Fairplay/Lloyd’s Register, elaboración propia........................45
Ilustración 36. Tonelaje total de la flota petrolera, en millones TPM, en función del tipo de casco,
por tramos de TPM. Fuente: Fairplay/Lloyd’s Register, elaboración propia.....................................45
Ilustración 37. Sección transversal del buque Prestige......................................................................56
Ilustración 38. Sección longitudinal del buque Prestige....................................................................57
Ilustración 39. Situación de Bahamas................................................................................................60
Ilustración 40. Situación y denominación de los tanques del Prestige...............................................66
Ilustración 41. Situación inicial de los tanques afectados del buque Prestige...................................67
Ilustración 42. Situación de los tanques después del accidente.........................................................68
Ilustración 43. Situación de los tanques después de la maniobra de adrizamiento............................68
Ilustración 44. Evolución de la avería del buque Prestige.................................................................69
Ilustración 45. Hipótesis inicial del accidente del buque...................................................................71
6
Ilustración 46. Detalle del punto de contacto y avería en la toma de combustible............................72
Ilustración 47. Boletín informativo “El Gobierno Informa”..............................................................75
Ilustración 48. Boletín informativo “El Gobierno Informa”..............................................................76
Ilustración 49. Boletín informativo “El Gobierno Informa”..............................................................77
Ilustración 50. Boletín informativo “El Gobierno Informa”..............................................................78
Ilustración 51. Distancias, tiempos y horas de llegada del Prestige a los posibles lugares de refugio,
contando con una velocidad de 3 nudos del petrolero remolcado......................................................84
Ilustración 52. Boletín informativo “El Gobierno Informa”..............................................................85
Ilustración 53. Derrota cronológica del buque Prestige, desde el accidente hasta su hundimiento.. .86
Ilustración 54. Número de impactos en función de la derrota realizada y teórica a Corcubión. Clave.
f: frecuencia de los trenes de olas; h: altura de las olas......................................................................89
Ilustración 55. Situación mundial de los principales accidentes de petroleros..................................95
Ilustración 56. Relación entre el coste (en millones de dólares) y las cantidades vertidas (en miles de
toneladas) en accidentes de petroleros. Fuente ITOPF....................................................................100
7
PARTE I
8
1.-EL COMERCIO DE PETRÓLEO
Ilustración 1.
Producción de petróleo en millones de toneladas, por zonas en el año 2002.
Fuente: British Petroleum, elaboración propia.
Europa, con exclusión de los países que formaban la antigua URSS, participa con 696,9 millones de
toneladas, el 32,4 por ciento del volumen total de petróleo comercializado, de las cuales 587,4
millones corresponden a importaciones -lo que convierte a Europa en el mayor importador mundial
de petróleo- y 109,5 millones de toneladas a exportaciones. Del comercio europeo de hidrocarburos,
el 77 por ciento corresponde a petróleo crudo, y el resto a productos refinados; y dentro de ese
concepto genérico de productos refinados, aproximadamente un 18% (unos 30 millones de
toneladas) corresponde a fuel-oils.
1
Datos publicados por British Petroleum (BP Statistical Reviw of Worls Energy), www.bp.com. Siempre que nos
referimos a toneladas ha de entenderse toneladas métricas.
9
Ilustración 2.
Movimientos de petróleo superiores a 50 millones de toneladas año 2002.
Fuente: British Petroleum, elaboración propia.
De las dos vías marítimas de acceso a Europa, la vía atlántica contempla el 70 por ciento del tráfico
(unos 490 millones de toneladas) y la vía mediterránea el otro 30 por ciento. Los principales puertos
europeos receptores de hidrocarburos son:
Rotterdam, por donde pasan más de 100 millones de toneladas/año
Marsella, con más de 48 millones de toneladas/año
Le Havre, con 35 millones de toneladas/año.
Trieste, con 35,7 millones de toneladas/año.
Wilhemshaven, con 32,6 millones de toneladas/año.
10
Ilustración 3.
Evolución del consumo anual del petróleo y sus derivados (en millones de barriles).
Fuente: British Petroleum, elaboración propia
Pero esas imponentes cifras de transporte marítimo no incluyen el paso de petroleros frente a las
costas europeas, tanto atlánticas como mediterráneas, con destino a países no europeos, ni tampoco
el comercio intraeuropeo. Una estimación modesta de esos tráfico añadidos, el primero
mayoritariamente mediterráneo vía Canal de Suez, aumentaría el riesgo de contaminación de
nuestras costas en unos 200 millones de toneladas, a sumar a los casi 700 millones que mueve el
comercio import/export europeo.
Ilustración 4.
Vías de acceso del petróleo a Europa
El petróleo crudo (crude oil) que llega hasta Europa procede mayoritariamente del Golfo Pérsico,
del Golfo de Guinea, y de Rusia. Además, de este último origen proceden, en los últimos años,
buena parte de los productos semi-refinados y de los aceites pesados, conocidos en el sector
petrolífero como productos negros.
11
2.-LA FLOTA PETROLERA
2
El Convenio MARPOL define «buque», a efectos de la aplicación del Convenio, como “todo tipo de embarcaciones
que operen en el medio marino, incluidos los aliscafos, así como los aerodeslizadores, los sumergibles, los artefactos
flotantes y las plataformas fijas o flotantes”. En esta obra, cuando hablemos de flotas nos referimos exclusivamente a
los buques mercantes.
3
SOLAS, Capítulo I, Parte A, Regla 2.
4
El Convenio SOLAS define el Peso Muerto de un buque como la “diferencia, expresada en toneladas, entre el
desplazamiento [peso] del buque en agua de un peso específico de 1,025, correspondiente a la flotación de francobordo
asignado de verano [la flotación que corresponde al calado del buque en máxima carga] y el desplazamiento del buque
en rosca”. A su vez, el “desplazamiento en rosca” se define como “valor, expresado en toneladas, que representa el peso
de un buque sin carga, combustible, aceite lubricante, agua de lastre, agua dulce, agua de alimentación de calderas en
los tanques, ni provisiones de consumo, y sin pasajeros, tripulantes ni efectos de unos y otros” (Capítulo II-1, Parte A,
Regla 3).
5
El Gross Tonnage se determina mediante las reglas contenidas en el anexo del Convenio Internacional sobre Arqueo
de Buques, aprobado por la IMO en 1969.
12
Ilustración 5.
Tipos básicos de buques petroleros, según sus dimensiones y capacidades.
6
Los datos sobre la flota petrolera, salvo que se indique otra fuente, han sido obtenidos de Fairplay/Lloyd Register
(www.fairplay.co.uk), de Intertanko (www.intertanko.com), del Institute of Shipping Analysis (ISA), de Goteborg, y del
Institut of Shipping Economics and Logistics, ISL, de Bremen (www.isl.org).
13
Ilustración 6.
Adiciones y sustracciones a la flota petrolera por años y millones de TPM.
Fuente: Institute of Shipping Economic and Logistics (ISL), elaboración propia.
Para lo que aquí nos interesa, que es la seguridad de los buques y del tráfico marítimo en el que se
enmarca el accidente del Prestige, analizaremos de la flota petrolera tres parámetros que se revelan
esenciales en términos de seguridad cuando se trata de comprender las causas de los siniestros
marítimos, más allá de la retórica ignorante y engañosa con que los gobernantes, salvo excepciones,
intentan desviar la atención pública para ocultar sus responsabilidades: la edad de los buques, su
bandera o “nacionalidad”, y la sociedad de clasificación que los certifica.
14
Ilustración 7.
Edad media en años de la flota petrolera mundial en el año 2002, por tamaños (en GT).
Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS, elaboración propia.
La edad media de la flota mundial de petroleros se calcula en estos momentos en 18,3 años, cuando
en 1995 era de 16,7 años, y de 17,1 años a principios de 1998. Es decir, nos encontramos ante una
flota envejecida, amortizada con creces, a la se sigue explotando para exprimir los últimos
beneficios de las cuantiosas inversiones que se hicieron en su construcción.
No resulta fácil responder a la pregunta de cuándo podemos afirmar que un buque es viejo. No cabe
duda de que superados los 10-12 años de explotación normal, lo que para un petrolero que no se
dedique al cabotaje quiere decir haber navegado entre 300.000 y 400.000 millas náuticas, tanto el
casco como la maquinaria y equipos muestran signos inequívocos de vejez: averías frecuentes,
mayor probabilidad de fallos imprevistos, y reparaciones crecientes cada vez que han de entrar en
astillero. Pasados 15 años desde la botadura, un buque actual ha de considerarse como un buque
viejo, y obsoleto si tenemos en cuenta la aceleración de los cambios tecnológicos en las últimas
décadas, aunque su estado permita todavía un cierto aprovechamiento sin disparar los riesgos.
15
Ilustración 8.
Variación de la edad media en los últimos años de la flota petrolera mundial.
Aunque se niegue desde algunos medios la evidente relación entre la edad de los buques y su
seguridad, con argumentos que pasan por poner el acento en el correcto mantenimiento del buque
con independencia de los años de servicio, la realidad incontestable, bien conocida por todos los
profesionales del mar, es que existe una correlación clara entre la edad del buque y el riesgo de un
fallo estructural o mecánico que pueda acabar en un naufragio. El informe anual del Memorándum
de París correspondiente al año 2001 afirmaba que “las deficiencias operacionales detectadas
relativas a los elementos de seguridad a bordo continua creciendo a un ritmo alarmante. Desde 1999
ha habido un incremento del 29 por ciento. Los buques de más de 15 años presentan deficiencias 11
veces superiores a las de los buques de menos de 5 años” 7.
Si bien cada accidente marítimo es único y ha de ser analizado caso a caso, y desde luego no resulta
lo mismo una colisión o una varada que una avería en el casco debida a una debilidad indetectada
de la estructura, podemos concluir que el desgaste de los años de mar multiplica las posibilidades de
fallos y averías. Si hablamos de petroleros, al riesgo de pérdida de vidas humanas y de los bienes
comprometidos en el viaje (valor del buque y de la carga), hemos de añadir el riesgo de una
catástrofe medioambiental y de unos daños millonarios para todas las actividades que se asientan
junto al mar.
Las estadísticas son concluyentes: los buques naufragados con más de 20 años suponen cinco veces
los buques perdidos menores de diez años.
7
El Memorándum de París (Paris MOU, Memorando of Understanding) es un acuerdo entre Estados, basado en las
facultades que otorga el Convenio SOLAS para el “control por el Estado del Puerto” (conocido como PSC, Port State
Control), por el que se comprometen a inspeccionar un número mínimo (el 25 por ciento) de los buques extranjeros que
entren en sus puertos en aplicación de lo dispuesto en cinco convenios internacionales: SOLAS, MARPOL, STCW,
Líneas de Carga y el Convenio 147 de la Organización Internacional del Trabajo sobre condiciones mínimas para la
gente de mar. El Paris MOU se firmó en 1982 por parte de 14 paises europeos. En la actualidad componen el Paris
MOU 13 paises de la Unión Europea, más Canada, Croacia, Islandia, Polonia, Noruega y Rusia. La base de datos
central (SIRENAC) se halla en Saint.Malo (Francia) y las funciones de secretaría las suministra el Ministerio de
Transportes, Obras Públicas y Gestión del Agua de Holanda. El ejemplo del Paris MOU se ha extendido a otras
regiones del mundo: en Asia Pacífico existe en Tokyo MOU; en Latinoamérica, el Acuerdo de Viña del Mar; en el
Mediterráneo, el Mediterranean MOU; en el Caribe, el Caribbean MOU; y en el ïndico, el Indian Ocean MOU. Canada
y Rusia forman parte del Paris MOU y del Tokio MOU.
16
Ilustración 9.
Tanto por ciento de buques naufragados (1989-1998) con relación a la flota mundial, por grupos de edad en años.
Fuente: Institute of London Underwriters, elaboración propia.
El “Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar”, conocido por las
siglas inglesas SOLAS (Safety of Life at Sea), nacido en 1914 como respuesta al naufragio del
Titanic en abril de 1912 y reformado y ampliado a lo largo de todos estos años. La versión
vigente consta del texto articulado del Convenio propiamente dicho, más un anexo dividido en
13 capítulos, cada uno de ellos dedicado a regular un aspecto de la seguridad del buque, de los
tripulantes y pasajeros, y de la navegación:
Capítulo I: Disposiciones generales
Capítulo II-1: Construcción, compartimentado y estabilidad, instalaciones de máquinas e
instalaciones eléctricas.
Capítulo II-2: Construcción, prevención, detección y extinción de incendios.
Capítulo III: Dispositivos y medios de salvamento.
Capítulo IV: Radiocomunicaciones.
Capítulo V: Seguridad de la navegación.
Capítulo VI: Transporte de carga.
Capítulo VII: Transporte de mercancías peligrosas.
Capítulo VIII: Buques nucleares.
Capítulo IX: Gestión de la seguridad operacional de los buques.
17
Capítulo X: Medidas de seguridad aplicables a las naves de gran velocidad.
Capítulo XI: Medidas especiales para incrementar la seguridad marítima.
Capítulo XII: Medidas de seguridad adicionales aplicables a los graneleros.
El Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación del mar por los Buques, conocido
como MARPOL, aprobado en 1973, con un Protocolo de 1978, y enmendado una y otra vez a
lo largo de todos estos años. El MARPOL actual consta de seis Anexos, el primero de los
cuales, sin duda el de mayor importancia, contiene las reglas para prevenir la contaminación por
hidrocarburos:
Anexo I: Reglas para prevenir la contaminación por hidrocarburos.
Anexo II: Reglas para prevenir la contaminación por sustancias nocivas líquidas.
Anexo III: Reglas para prevenir la contaminación por sustancias perjudiciales transportadas
por mar en bultos.
Anexo IV: Reglas para prevenir la contaminación por las aguas sucias de los buques.
Anexo V: Reglas para prevenir la contaminación por las basuras de los buques
Anexo VI: Reglas para prevenir la contaminación de la atmósfera desde los buques.
18
generalizada, acelerada en los últimos veinte años con el traslado masivo de buques con pabellón
tradicional (países europeos, USA y Japón) a pabellones de conveniencia, de forma que los países
que disponen de las mayores flotas son todos ellos países subdesarrollados, o pequeños países
satélite que ejercen de paraísos fiscales, habiendo desaparecido del ranking los Estados
desarrollados que verdaderamente controlan el comercio marítimo8. La lista de las banderas de
conveniencia (Flags of Convenience), o de los “registros abiertos” (Open Registers), como gustan
llamarlas sus beneficiarios, tal vez con piadoso cinismo, constituye en la actualidad una larga y bien
nutrida relación a la que se incorporan con relativa frecuencia nuevos Estados: Panamá, Liberia,
Sierra Leona, Chipre, Honduras, Malta, Vaniatu, Saint Vincent, Bahamas, Islas Marshall, Islas
Cayman, Antigua y Barbuda, etcétera.
Ilustración 10.
Número de buques por pabellones y % con respecto al volumen de carga de la flota mundial, a julio de 2002.
Fuente: Institute of Shipping Economic and Logistics (ISL), elaboración propia.
8
Esta práctica de exportación de buques hacia otras banderas sin perder, no obstante, el control económico de la
actividad del barco es conocido en el sector marítimo como flagging out.
19
Ilustración 11.
Flota europea (UE-15)9 por número de buques mayores de 1.000 GT y pabellón, en el año 2001.
Fuente: Institute of Shipping Economic and Logistics (ISL), elaboración propia.
Sin mucho éxito, como puede apreciarse en el gráfico sobre las flotas europeas. Puestos a competir
sin ninguna limitación resulta muy complicado ofrecer las condiciones de carencia de normas,
descontrol y anonimato que conceden países como Liberia, Malta, Saint Vincent o Bahamas. El
único segundo registro que ha sido un éxito pertenece a un país europeo no comunitario (Noruega),
que posee la mayor flota del mundo de buques quimiqueros y gaseros de sofisticada tecnología. Con
todo, la edad media de los buques que integran la flota petrolera de los países de la Unión Europea,
en el año 2002, resulta aún mayor que la de la flota mundial: 19,9 años. Más del 45 por ciento de la
flota comunitaria tiene más de 20 años.
El 53,4 por ciento del tonelaje de Peso Muerto de la flota petrolera mundial, o sea 176,4 millones de
TPM, navegaba a principios de 2003 bajo pabellón de conveniencia. Cinco de estas banderas
(Panamá, Liberia, Chipre, Bermuda y Bahamas) amparan nada menos que 140,9 millones de TPM
(el 42,7 por ciento de la flota petrolera mundial). Y su crecimiento en los últimos años ha sido casi
tres veces mayor que el crecimiento de las banderas tradicionales, de manera que en 1999 los países
de la OCDE tenían bajo su control el 30,6 por ciento de la flota petrolera y a uno de enero de 2003
controlan tan sólo el 28,5 por ciento.
9
G: Grecia, AL: Alemania, DK: Dinamarca, H: Holanda, RU: Reino Unido, I: Italia, S: Suecia, E: España, F: Francia,
FIN: Finlandia, B: Bélgica, P: Portugal, y A: Austria.
20
Ilustración 12.
Variación anual de la flota petrolera mundial por tipo de registro, y millones de TPM. Las Banderas de
Conveniencia (BC) típicas incluyen a: Panamá, Liberia, Chipre, Bermuda y Bahamas.
Fuente: Institute of Shipping Economic and Logistics (ISL), elaboración propia.
La primera flota mundial de petroleros corresponde a Panamá, con 61,1 millones de TPM a
principios de 2003, que desbancó hace unos pocos años a Liberia de ese primer puesto a causa de
las guerras civiles que asolan el país africano (aunque debemos recordar que el Registro Marítimo
de Liberia se gestiona desde Londres). Con todo, a pesar del descenso continuado en los últimos
cuatro años, Liberia continúa en segundo lugar con 41,3 millones de toneladas de Peso Muerto. De
entre los países de la OCDE con presencia significativa en el transporte de petróleo destacan los
casos de Grecia (que muchos analistas sostienen, a mi juicio de forma exagerada, que constituye un
caso particular de bandera de conveniencia), Japón (con diferencia, el primer constructor mundial
de petroleros) , y Noruega (segundo registro, conocido como NIS). Los Estados Unidos de América
mantienen, paradójicamente, una importante flota de petroleros de escaso porte dedicados en su
mayoría al transporte de hidrocarburos entre puertos del país. Significativa resulta también la flota
petrolera bajo bandera de ciertos países productores de petróleo: Arabia Saudí (10,6 millones de
TPM), Irán (4,1 millones de TPM), y Kuwait (3,2 millones de TPM).
Ilustración 13.
Reparto en tanto por ciento de Peso Muerto de la flota petrolera mundial por TPM (buques mayores de 300 GT),
en el año 2002
Fuente Institute of Shipping Economic and Logistics (ISL), elaboración propia.
Habida cuenta de que las banderas de conveniencia (a las que no hace tantos años todavía era
posible calificar de banderas piratas sin provocar críticas airadas o sonrisas conmiserativas)
21
resultan una mera pantalla que nada tiene que ver con los verdaderos amos del negocio, debemos
preguntarnos quién controla de verdad el transporte de petróleo, a quién pertenecen esas gigantescas
obras de ingeniería que surcan los mares en todas direcciones. No hay respuesta exacta, porque esas
banderas complacientes suelen hacer de la discreción un principio absoluto. Pero no hace falta
ninguna imaginación para afirmar que los armadores propietarios de esos buques, y los navieros que
los operan y explotan, se asientan en los países desarrollados, particularmente en los Estados
Unidos (USA) y en los Estados de la Unión Europea (UE). De hecho, es posible rastrear el domicile
real de la propiedad de los buques/tanque abanderados bajo pabellón de conveniencia. La base de
datos de la UE, Eurostat, reconoce, por ejemplo, que a enero de 2001 la flota de petroleros mayores
de 300 GT con bandera europea, incluyendo los segundos registros, sumaba algo más de 47
millones de toneladas de Peso Muerto, pero que la UE “controla” otros 102,2 millones de TPM.
Sin embargo, las universidades y centros de investigación dedicados al mundo del transporte
coinciden en afirmar que en los últimos años está aumentando de forma espectacular el número de
petroleros de los que se ignora el verdadero domicile de sus propietarios. Según el prestigioso
Instituto ISL de Hamburgo, en el año 2002 había 17,1 millones de toneladas de Peso Muerto
completamente descontroladas (el equivalente a 210 prestiges), con domicile desconocido, mientras
que en 1998 eran 15,9 millones de TPM las que se encontraban en esa, llamémosle curiosa,
situación.
22
Ilustración 14.
Número de buques, según su sociedad de clasificación y bandera.
Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia.
Cada sociedad de clasificación lleva un libro registro (Classification Records) sobre la clase de cada
buque clasificado por ellos, información a la que tiene acceso completo el armador del buque, y de
la que sólo se hace pública la nota final de clasificación.
Estas peculiares organizaciones del mundo marítimo nacieron por la necesidad que tenían los
operadores de buques y cargas de contar con un dictamen experto que les informara sobre la
condición y estado del buque en cuestión: solidez de la estructura, materiales empleados,
resistencia, estanqueidad, estabilidad, aparejo, maquinaria, equipamiento náutico, etc. La primera
sociedad de clasificación se formó en el Lloyd’s Coffee House, de Londres, en un lento proceso
inspirado por el olfato emprendedor de Edward Lloyd, un galés de origen humilde que, con ánimo
de aumentar su clientela entre quienes se movían alrededor del Shipping Business, empezó en 1668
10
José Luis Gabaldón Garcia y José María Ruiz Soroa, “Manual de Derecho de la Navegación Marítima”, Ediciones
Marcial Pons, Madrid, 1999, página 195.
11
International Association of Classification Societies, asociación creada en 1968 que agrupa a las 10 sociedades de
clasificación más importantes, entre ellas la ABS
23
a facilitar valiosa información sobre los buques que entraban y salían de Londres12. En 1696,
Edward Lloyd imprimía tres veces por semana el “Lloyd’s News”, publicación que a causa de un
cierre gubernativo fue sustuido en 1726 por el periódico “Lloyd’s List”, que ha sobrevivido hasta
hoy y está considerado como el diario marítimo más importante del mundo.
La formación del Lloyd’s Registry of British and Foreign Shipping, precedente del actual Lloyd’s
Register, corrió en paralelo durante el siglo XVIII con la creación de una corporación de
aseguradores marítimos que tomaron también el nombre de Lloyd’s. Las “listas” con los
pormenores de los buques –construcción, equipos y mantenimiento- se empezaron a imprimir en
1726, sustituyendo a las hojas que en años anteriores se confeccionaban a mano. La primera copia
que se conserva de esas listas corresponde al año 1764. Consta de trece columnas: nombres de los
armadores antiguos y actuales del barco; nombre de los navieros y nombre del capitán; puertos
entre los que el buque comercia; tonelaje; número de tripulantes; número de cañones a bordo; lugar,
y fecha de construcción; y lugar y fecha de la inspección. En esta última columna se incluye la
“clasificación”, una sencilla nota formada por dos letras que daba la medida del estado del barco. La
primera era una vocal que indicaba la “clase” del casco, en tanto que la segunda valoraba como G
(good), M (middling), o B (bad) el aparejo y el equipamiento náutico. La mejor clasificación era
AG, la peor UB. En 1768 se cambió este sistema y aparecieron los números, pero no se sabe porqué
se mantuvieron las letras constituyendo una notación que pervive en la actualidad y que sirve de
modelo a todas las sociedades de clasificación.
A finales del siglo XVIII, el invento de Edward Lloyd tenía tal influencia en el Londres marítimo
que se vio asaltado por los intereses cruzados de armadores, cargadores y aseguradores. Los
armadores, alegando que las clasificaciones del Lloyd’s privilegiaban a los barcos construidos en el
Támesis, crearon un Registro propio en 1799. El antiguo era conocido como Green Book y el nuevo
como Red Book. Esta situación duró hasta 1834, en que ambos Registros se fusionaron. Como único
clasificador, el Lloyd’s incrementó su influencia en el mundo marítimo durante los cambios que la
revolución industrial introdujo en los buques, en la navegación y en el comercio marítimo, en un
proceso que se extendió hasta principios del siglo XX: buques de hierro y después en acero
sustituyendo a los barcos de madera; máquinas de vapor en vez de velas para propulsar los buques;
titulaciones académicas regladas para pilotos y capitanes, y proceso de salarización de éstos; inicio
del capitalismo naviero, y del modelo de empresa naviera que llega hasta los años ochenta del siglo
pasado; crecimiento exponencial del comercio marítimo, a la vez causa y consecuencia del
desarrollo económico; etc. La influencia decisiva que llegó a tener el Lloyd’s Register propició que
durante la segunda mitad del siglo XIX otras potencias emergentes que rivalizaban con el Reino
Unido crearan sus propios Registros de Clasificación de Buques. Así nacieron ABS, Bureau Veritas
y Germanischer Lloyd.
Durante muchos años la classification constituyó una mera evaluación de la construcción y estado
actual de los buques, pero ya bien entrado el siglo XIX la experiencia y el conocimiento que
atesoraban los inspectores del Lloyd’s les llevó a la creación de unas reglas mínimas de
construcción y mantenimiento que los buques debían observar para ser clasificados. Esas normas de
clasificación han contemplado un desarrollo espectacular a lo largo del siglo XX, de forma que hoy
constituyen el acerbo técnico fundamental de la ingeniería naval.
Recalquemos que se trata de reglas privadas, que cumplen un papel sin duda necesario, pero que
nada tienen que ver con la normativa pública emanada de la OMI, o propia de cada Estado, que
regula la seguridad de la vida humana en el mar y la prevención de la contaminación marina. Existe
una cierta confusión, extendida no sólo en los medios ajenos al sector marítimo, que atribuye a las
sociedades de clasificación un papel regulador de la seguridad de los buques que, en verdad, no
tienen13. Esta confusión viene propiciada por la intervención creciente de las sociedades de
12
W. Kirkaldy, “British Shipping”, David&Charles Publishers, Devon, 1970, página 213 y siguientes. Esta obra fue
originalmente publicada en Londres en 1914.
24
clasificación en el reconocimiento e inspección de los buques, en nombre y por cuenta de las
autoridades públicas del país dónde el buque está matriculado.
Ilustración 15.
Número de petroleros según su sociedad de clasificación, año 2002.
Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia.
De acuerdo con el Derecho marítimo vigente, la potestad de control sobre los buques, en todos los
órdenes, recae en el Estado de bandera del buque. El Convenio de las Naciones Unidas para el
Derecho del Mar (UNCLOS, United Nations Convention on the Law of the Sea), aprobado en
Montego Bay, Jamaica, en 1982, y ratificado por España el 20 de diciembre de 1996, dispone en su
artículo 94 que “Todo Estado ejercerá de manera efectiva su jurisdicción y control en cuestiones
administrativas, técnicas y sociales sobre los buques que enarbolen su pabellón”, y tomará en
relación con dichos buques las medidas necesarias para garantizar la seguridad en el mar en lo que
respecta, entre otras cuestiones, a: la construcción, el equipo y las condiciones de navegabilidad de
los buques; la dotación de los buques, las condiciones de trabajo y la capacitación de las
tripulaciones, teniendo en cuenta los instrumentos internacionales aplicables, expresión esta última
que sólo cabe interpretar referida a los convenios de la OMI (SOLAS, MARPOL, STCW, y Líneas
de Carga), y a los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT/ILO), aplicables a
la gente de mar.
El control por el Estado del Puerto (PSC, Port State Control), nació como una facultad
extraordinaria para defender los intereses de los países desarrollados frente a la invasión de sus
puertos por buques abanderados en Estados de conveniencia. Se trataba en definitiva de soportar el
coste de las inspecciones y controles que no realizaban esos Estados, pese a estar obligados a ello,
transfiriendo el gasto a los presupuestos de los países ricos. A pesar del desarrollo en los últimos
años de este derecho ajeno de inspección, el PSC no deja de constituir una posibilidad legal de
alcance muy limitado, ya que los buques han de ser visitados y reconocidos mientras realizan las
operaciones de carga y descarga: imposible controlar las condiciones del casco y de los tanques de
lastre, por ejemplo.
Todos los Convenios internacionales que reglamentan la seguridad de los buques y de la navegación
atribuyen a los Gobiernos del Estado cuyo pabellón tenga derecho a enarbolar el buque la
responsabilidad íntegra de su cumplimiento. Así, el artículo 1 del Convenio SOLAS establece que
“los Gobiernos contratantes se obligan a hacer efectivas las disposiciones del presente Convenio y
de su anexo, el cual será una parte integrante de aquel”. Cierto es que el propio Convenio SOLAS –
piedra ancilar de la seguridad marítima- admite la posibilidad de que los Gobiernos puedan confiar
las inspecciones y reconocimientos, que con carácter obligatorio han de pasar periódicamente los
25
buques, a organizaciones reconocidas por ella (clara referencia a las sociedades de clasificación,
aunque no todas las organizaciones reconocidas son sociedades de clasificación); empero, esos
Gobiernos, en cualquier caso, habrán de garantizar incondicionalmente “la integridad y eficacia de
26
la inspección o del reconocimiento” y se comprometen “a hacer que se tomen las disposiciones
27
necesarias para dar cumplimiento a esta obligación”14.
Ilustración 16.
Total petroleros (en millones GT) según su sociedad de clasificación, año 2002.
Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia.
Y nada de ello ha cambiado aunque en 1998, fruto de las presiones de IACS en el seno de la OMI,
organización en la que IACS tiene el status de observador permanente, se incluyera en el convenio
SOLAS una enmienda que por primera vez se refiere de forma explícita a las sociedades de
clasificación y que establece: “Además de todos los requerimientos contenidos en las presentes
reglas, todos los buques habrán de diseñarse, construirse y mantenerse cumpliendo los requisitos
estructurales, mecánicos y eléctricos de una sociedad de clasificación reconocida por el Gobierno de
28
acuerdo con lo previsto en la regla XI/1, o aplicando normas nacionales que garanticen un nivel
29
equivalente de seguridad”15.
En definitiva, sobre los Estados de la bandera recae la autoridad para regular las condiciones
técnicas que ha de satisfacer cada buque, dentro de los mínimos fijados por los convenios
internacionales de la OMI, sin que las sociedades de clasificación jueguen papel obligatorio alguno
al respecto. El SOLAS se refiere a las sociedades de clasificación como una opción posible en
determinados dominios técnicos, dejando a los Estados firmantes la puerta abierta a que puedan
utilizar sus propias normas, si esa es su voluntad. Pero la realidad es que ningún Estado ha usado
esa prerrogativa; todos utilizan los reglamentos elaborados por las sociedades de clasificación que
hayan reconocido.
La expansión de las banderas de conveniencia y el paralelo aumento de los convenios de la IMO,
que exigían que los buques contaran con una colección de certificados, garantes del cumplimiento
estricto de lo dispuesto en ellos, propició la contratación de las sociedades de clasificación, por esos
Estados, para que en su nombre (ya que son los Estados los que se obligan a cumplir los tratados
multilaterales, una vez firmados y ratificados por sus respectivos Gobiernos y, en su caso,
Parlamentos) realizaran las inspecciones necesarias y emitieran los correspondientes certificados,
conocidos como “certificados estatutarios” (statutory certificates), obligatorios y públicos, para
diferenciarlos de los certificados de clase (Class Certificate), aceptados en la práctica por la
industria y las autoridades públicas, pero de carácter meramente privado.
Ilustración 17.
Edad media de buques petroleros según su sociedad de clasificación, año 2002.
Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia.
Quede claro pues que las sociedades de clasificación carecen de poder regulador. El valor jurídico
de la inspección de clase y del certificado de clasificación –como afirman Gabaldón García y Ruiz
Soroa- no va más allá de un peritaje privado sobre el estado del buque y de sus equipos, y un
documento también privado donde se refleja el resultado de esa pericia. Y el valor jurídico de sus
servicios como “organización reconocida” para la emisión de los certificados estatutarios depende
por completo de la legítima autoridad del Estado de bandera del buque.
30
Existen hoy en el mundo más de 50 sociedades de clasificación, aunque el 90 por ciento del tonelaje
31
mercante mundial16, en términos de GT, está clasificado por las diez sociedades que integran la
32
IACS, a saber17:
American Bureau of Shipping (ABS), de Estados Unidos.
Bureau Veritas (BV), de Francia.
Det Norske Veritas (DNV), de Noruega.
China Classification Society (CCS), de la República Popular China.
Germanischer Lloyd (GL), de Alemania.
Korean Register of Shipping (KRS), de Corea del sur.
Lloyd’s Register of Shipping (LR), del Reino Unido de Gran Bretaña.
Nippon Kaiji Kyokai (NKK), de Japón.
Registro Italiano Navale (RINA), de Italia.
Russian Maritime Register Of Shipping (RR), de Rusia.
Estas mismas sociedades, cambiando la CCS por el Hellenic Register of Shipping (HR), de Grecia,
son las que la Comisión europea ha reconocido para actuar en los países miembros de la Unión
Europea, de acuerdo con la Directiva 94/57, del Consejo, sobre reglas y estándares comunes para
las organizaciones de inspección y peritaje de buques, Directiva que fue reformada recientemente
por la Directiva 2001/105/EC, de acuerdo con lo previsto en el primer paquete de medidas que
aprobó la UE tras la catástrofe del Erika.
Ilustración 18.
Número de petroleros según grupos de GT y su sociedad de clasificación, año 2002.
Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia.
33
ubique el astillero, a fin de otorgar validez a su actuación: aprobación del proyecto, seguimiento y
control de su ejecución.
Una vez finalizada la construcción, entregado el buque y emitidos los certificados correspondientes,
por los que la sociedad de clasificación recibirá los honorarios convenidos en función del tamaño y
complejidad del buque, será el armador quien contratará los servicios de la sociedad, la misma u
otra, para realizar los reconocimientos periódicos que permitan mantenerlo en clase.
Ilustración 19.
Petroleros agrupados por GT, según GT total (en millones) y sociedad de clasificación, año 2002.
Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia.
El armador puede además contratar los servicios de inspección pertinentes para la emisión, en
nombre del Estado del pabellón, de los certificados estatutarios que haya de poseer el buque. Esto es
así en todos los países de bandera de conveniencia que, incapaces de cumplir con las obligaciones
que le atribuyen las normas internacionales que regulan la seguridad marítima, delegan esa
34
responsabilidad en las empresas privadas reconocidas como sociedades de clasificación 18. Pero en
ningún caso puede admitirse que esa delegación suponga una transferencia a dichas empresas de la
responsabilidad asumida por los Estados firmantes de los convenios de la IMO y establecida en el
artículo 94 de UNCLOS.
Que esa responsabilidad pública esté confiada a unas empresas privadas produce una situación
anómala en la que son patentes varios conflictos de intereses. Por un lado el armador es quien paga
a la sociedad de clasificación y quien por tanto escoge de entre ellas, en un marco de competencia
liberal, la más afín o proclive a sus necesidades. Por otro lado, un buen número de armadores y
navieros figuran, directa o indirectamente, en los comités de gobierno que dirigen las sociedades de
clasificación, influyendo con mayor o menor intensidad en sus políticas empresariales. Es decir, el
armador que ha de ser inspeccionado elige qué inspección quiere y además puede ser el jefe del
inspector. Aunque admitamos que los surveyors de las sociedades de clasificación poseen, todos
ellos, un alto grado de integridad personal y conocimientos técnicos suficientes, muy difícil resulta
negar la posibilidad de arreglos y componendas de cualquier tipo entre el inspector que representa a
la sociedad de clasificación y el cliente que le paga. En cualquier caso, es innegable la presión a que
dichas sociedades se ven sometidas en sus actuaciones.
Ilustración 20.
Media de la flota petrolera (en miles de GT) según su sociedad de clasificación, año 2002.
Fuente: Sociedades de clasificación integradas en IACS y elaboración propia.
La sociedad de clasificación se convierte, en el caso cada día más frecuente de tener encomendada
la emisión de todos los certificados del buque, los de clase y los estatutarios, en arte y parte, ya que
depende de la contratación del cliente y está sujeta a sus exigencias. Aunque IACS ha previsto
algunas medidas para paliar esa situación, sigue siendo normal que un armador abandone una
sociedad de clasificación y contrate a otra distinta (práctica bautizada como class-hopping).
La dejación de responsabilidades por las banderas de conveniencia, que se limitan a reconocer la
actuación de la sociedad de clasificación contratada por el armador, da lugar a la anomalía de
atribuir a éstas una apariencia de autoridad pública que en ningún caso poseen. Carecen de
cualquier potestad sancionadora que vaya más allá de la no emisión de los certificados, y de
cualquier capacidad inspectora que se aparte del calendario establecido. No olvidemos que el
SOLAS obliga a los Estados a realizar inspecciones fuera de programa para garantizar “que el
buque y su equipo continúan siendo en todos los sentidos satisfactorios para el servicio a que esté
35
destinado el buque”19. Las sociedades de clasificación no son responsables del mantenimiento diario
de los buques que clasifican, labor que corresponde a los armadores o navieros. Los certificados que
expiden indican que en el momento de la inspección el buque cumplía con los requisitos mínimos
exigibles.
Ilustración 21.
Evolución del número de petroleros clasificados por ABS.
Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.
ABS está reconocida por más de 110 países para llevar a cabo las inspecciones y certificaciones
exigidas para el cumplimiento de los Convenios de la IMO, en especial las previstos en el SOLAS,
Líneas de Carga y MARPOL. Entre esos 110 países, 12 forman parte de la Unión Europea.
36
Aunque empresa privada (ellos mismo se definen como “organización no-gubernamental, sin ánimo
37
de lucro, y agencia autorreguladora de la industria marítima internacional”) 20, ABS asume el rol de
representante de la ingeniería naval estadounidense en el mundo. No puede sorprender, pues, que su
logotipo sea un águila imperial cuyas garras sostienen un ancla, el símbolo más universal del mundo
marítimo.
Ilustración 22.
Símbolo de la sociedad de clasificación ABS.
La misión de ABS, en sus propias palabras, es “servir al interés general y a las necesidades de
nuestros clientes, promoviendo la seguridad de las personas, de las propiedades y del medio
ambiente natural por medio del desarrollo y control de normas técnicas de diseño, construcción y
mantenimiento operativo de buques y otros artefactos marítimos”. Como Class Society, “el
propósito de ABS es determinar las condiciones óptimas, estructurales y mecánicas, de los buques y
otras estructuras navales, a través del procedimiento conocido como clasificación”.
Ilustración 23.
Evolución del GT total de petroleros (en millones) clasificados por ABS.
Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.
Más allá de estas hermosas intenciones, lo cierto es que ABS ha jugado y juega dentro del concierto
de las sociedades de clasificación un papel de primer orden que bien pudiéramos calificar de
vanguardista. Dos simples muestras: ABS fue la primera sociedad que hizo público su apoyo a las
medidas de la Unión Europea tras el desastre del Erika, una de las cuales pretendía reforzar los
controles públicos sobre las sociedades de clasificación, en contra de las reticencias de sus
congéneres; y ABS está asociada al Lloyd’s Register, tal vez la más prestigiosa de las sociedades de
clasificación, y a Det Norske Veritas, a la que muchos consideran la más avanzada, en el grupo
conocido como LAN Group 2, al margen de IACS, con el objetivo de unificar y mejorar las reglas
de construcción de buques.
38
Ilustración 24.
Evolución de la media de edad de petroleros clasificados por ABS.
Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.
Ilustración 25.
Media de edad en años de buques petroleros clasificados por ABS en 2001, por grupos de GT.
Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.
39
Ilustración 26.
Principales pabellones de petroleros clasificados por ABS según tramos de GT (en miles).
Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.
Por otra parte, si observamos la bandera de los buques clasificados por ABS lo que nos aparece es
un cuadro acomodado a la situación real de la marina mercante mundial, sin que de esos datos
pueda desprenderse ninguna característica especial. Que ABS, la Class Society nacional de los
Estados Unidos, monopolice en la práctica la flota civil abanderada en USA no deja de ser un
parámetro lógico.
Ilustración 27.
Media de edad de la flota petrolera clasificada por ABS, por pabellones, año 2001.
Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.
40
Ilustración 28.
Principales pabellones clasificados por ABS, por GT totales (en millones).
Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.
Ilustración 29.
Variación del GT total (en millones) de petroleros clasificados por ABS por grupos de GT.
Fuente: American Bureau of Shipping (ABS), elaboración propia.
En estos momentos (julio de 2003), ABS está enfrentada a cara de perro con el Reino de España y
con diversas instituciones de Euzkadi, que han presentado sendas demandas en un Tribunal federal
de Nueva York y en un Tribunal del Estado de Texas responsabilizando a la sociedad de
clasificación del desastre del Prestige (demandas presentadas, por cierto, por diferentes gabinetes
jurídicos privados). ABS, contra lo que suponían muchos abogados maritimistas convencidos de
que la empresa norteamericana se avendría a un acuerdo con los demandantes para no verse ante los
Tribunales, ha respondido con inusitada dureza a los litigios planteados. No sólo rechaza su
hipotética responsabilidad, si no que acusa al Gobierno español de haber provocado la catástrofe del
Prestige por su incompetencia y su comportamiento negligente.
41
Desde el plano político, en respuesta a los pleitos entablados, el presidente ejecutivo de ABS,
Robert Somerville, pronunció una conferencia en San Petersburgo el día 24 de junio de 2003 de la
que vale la pena entresacar algunas afirmaciones, especialmente ácidas y fundadas:
Las sociedades de clasificación se han convertido de facto en una fuente de recursos técnicos
para la industria. Tanto los astilleros como las sociedades de clasificación cuentan con
sofisticados programas informáticos capaces de analizar y optimizar el diseño de los buques.
El resultado es que un moderno VLCC necesita menos acero que uno construido hace 30
años. Aunque esta reducción se debe en parte al uso de aceros más resistentes, el avance
fundamental hay que atribuirlo a esa optimización de los diseños, que permite a su vez
cometer menos errores tanto en la construcción como en el régimen de mantenimiento de los
buques.
En la actualidad, los VLCC se construyen atendiendo fundamentalmente al precio y a los
plazos de entrega, lo que obliga a los proyectistas y a los astilleros a diseños simples y que
utilicen el menor material posible. Todos estaremos de acuerdo en que esta situación no es
de recibo en términos de calidad.
Las sociedades de clasificación poseen instrumentos capaces de analizar y optimizar esos
diseños modernos. Podemos decir que cuando el buque sale del astillero cumple con los
requisitos de clase, en función del servicio a que haya de dedicarse, en el bien entendido que
sea adecuadamente mantenido.
Pero el armador está sometido a una intensa presión comercial. El buque llevará, tal vez, 15
tripulantes en vez de 30, lo que disminuirá sensiblemente la posibilidad de un buen
mantenimiento, de reparar las pinturas y de instalar los ánodos necesarios como se hacía en
el pasado. Y así continuará hasta que un día la sociedad de clasificación decida que el buque
no cumple la normativa exigible. Ese armador hará todo lo posible para retrasar al máximo
la llegada de ese día.
Así, intentará que los inspectores no visiten los espacios más visiblemente corroídos por el
óxido. Presionará e intimidará a los inspectores para evitar la inspección de esos espacios
sospechosos. Agotará todas las posibilidades de diferir cualquier reparación hasta que el
buque haya de entrar en dique, y cuando ello tenga lugar intentará limitar todo lo posible el
alcance de las reparaciones necesarias.
La antigua situación, en la que la sociedad de clasificación y el armador eran “socios”, ha
muerto. El concepto de “clase” como mecanismo de autorregulación está en peligro. La
industria marítima sólo responde a normas claras y obligatorias. (…)
Si la “clase” ha de continuar siendo un elemento relevante, necesita adaptarse a esa nueva
situación. La autorregulación continuará siendo un método efectivo para establecer
estándares técnicos sólo si todos cuantos intervienen en la industria marítima asumen la
necesidad de esa adaptación, es decir si todos juntos analizamos los aspectos positivos y
negativos de la situación actual para desarrollar juntos las soluciones necesarias. Y esas
soluciones deben ser aceptables para todos los operadores, particularmente para las
Administraciones y los organismos internacionales encargados de regular la seguridad
marítima, incluyendo a los ecologistas, los marinos y el público general.
(…)
Con demasiada frecuencia, las sociedades de clasificación nos vemos acusadas de no haber
actuado cuando carecemos de autoridad para ello. El poder de la clasificación está
severamente limitado, al tiempo que aumentan nuestras responsabilidades.
¿Desea el sector que nos convirtamos en policías? En ese caso, que nos den el poder y las
competencias necesarias. (…)
42
No tiene sentido que una organización entera pueda ser arrastrada a la ruina por el criterio
discutible de un inspector en una actuación concreta por la que ha recibido como honorarios
unos pocos cientos de dólares.
43
3.-LOS VERTIDOS Y DERRAMES DE HIDROCARBUROS
Hablando con precisión, debe distinguirse entre un “vertido” contaminante, fruto de una acción
deliberada e intencional, aunque pueda estar justificada por causas de fuerza mayor o estado de
necesidad, y un “derrame” o “descarga” derivado de un accidente o de las operaciones habituales en
la explotación de un buque. Aunque la diferencia entre ambos conceptos tenga primordialmente un
sentido jurídico (como dice el profesor Ruiz Soroa “la diferencia es de pura lógica, pues no puede
equipararse en su tratamiento jurídico punitivo al vertido deliberado con el que es consecuencia
indirecta de un accidente del buque durante la navegación -sea un abordaje, una varada o un
naufragio- o de la operativa normal del buque”), ya que desde el punto de vista medioambiental no
importan tanto las causas como la realidad de la contaminación, sea vertido, sea derrame, interesa
dejar constancia aquí de esta fundamental distinción para evitar las condenas mediáticas de cuantos
demagogos se dedican a canalizar contra los capitanes y tripulantes la comprensible indignación de
la sociedad ante un problema de contaminación causado por un buque petrolero.
Porque ha de quedar claro, con independencia de la reacción social que provocan los derrames
causados por accidentes marítimos, en los que la opinión pública recibe el mensaje de que son los
buques/tanque los grandes contaminadores del medio marino, que por la vía de los accidentes sólo
llega al mar un escaso 8 por ciento (media de los años 1990-1999) del total de la contaminación
marina por hidrocarburos.
44
Ilustración 30.
Variación anual de derrames totales por accidentes en miles de toneladas.
Fuente: ITOPF y elaboración propia.
45
En efecto, los datos que suministra el Consejo Nacional de Investigación de los Estados Unidos
46
(NRC, National Research Council)21, nos muestran que:
El 47% procede de fuentes naturales. Se trata del crudo que se introduce en el mar desde los
estratos geológicos del lecho marino. Esta fuente de contaminación, no obstante su origen
natural, altera los ecosistemas marinos del entorno donde se producen.
El 38% se origina como consecuencia del propio consumo de hidrocarburos, que a nivel
mundial ha crecido un 25 por ciento desde 1985 hasta 2000, y comprende todas las
descargas desde tierra (industriales, urbanas, etc.), que acaban en el mar, y de los pequeños
derrames de los buques no petroleros.
El 12% llega al mar como consecuencia del transporte de petróleo. De ese 12 por ciento,
sólo el 8 por ciento es imputable a accidentes de petroleros y el 3 por ciento a descargas
operacionales.
El 3% se origina en las actividades marinas de exploración y producción de petróleo y gas.
En 1985 existían unos pocos miles de plataformas offshore. En el año 2000 su número
alcanza la cifra de 8.300.
Ilustración 31.
Orígenes de los derrames de petróleo en el mar.
Fuente: National Academy of Sciences y elaboración propia.
Estos datos suponen una profunda revisión de lo que, con muchas cautelas, aceptaba la comunidad
científica internacional, que atribuía nada menos que alrededor del 30 por ciento de la
contaminación del mar por hidrocarburos a los derrames operacionales (pequeños derrames de
menos de 7 toneladas producidos en las operaciones de carga, descarga y toma de combustible por
los buques), y a los de limpieza de tanques y sentinas de los petroleros. Se sabía que estas descargas
habían disminuido en los últimos años merced a las continuas mejoras introducidas en el Anexo I
del Convenio MARPOL, y la OMI había calculado en 1999 que la contaminación del mar desde los
buques se había reducido, desde 1993, en un 60 por ciento por lo menos. Y que los grandes
47
incidentes de contaminación (derrames de más de 700 toneladas) habían pasado de 24,1 de media
anual en el período 1970-1979, a tan sólo 8,8 durante el período 1980-1999.
De la eficacia de las medidas cada vez más exigentes aplicables a la flota petrolera por los
convenios internacionales y por las resoluciones y recomendaciones de la OMI, da buena cuenta el
gráfico que relaciona la adopción de esas medidas con el perfil de la cantidad de hidrocarburos
vertidos al mar desde los buques-tanque.
Ilustración 32.
Relación de las normas vigentes con el número de derrames de hidrocarburos superiores a 700 toneladas.
Fuente: ITOPF y elaboración propia.
La cantidad de hidrocarburos vertidos al mar desde los buques presenta picos extraordinarios
debidos a los accidentes puntuales de grandes petroleros. En el período 1989-1998 se registraron
366 derrames de más de 7 toneladas, con un total de 1.251.000 toneladas de petróleo perdidas en el
mar, de las cuales el 71 por ciento (893.000 toneladas) fueron causadas por no más de 10 vertidos,
menos del 1 por ciento del total. Un único accidente de un petrolero puede disparar las estadísticas:
1976: Naufragio de petrolero español Urquiola a la entrada del puerto de La Coruña. Unas
100.000 toneladas de crudo perdidas.
1978: Varada del Amoco Cadiz, de bandera liberiana, en las costas de la Bretaña francesa.
220.000 toneladas de crudo derramadas al mar.
1979: Naufragio del petrolero Atlantic Empress, de bandera griega, frente a las costas de
Tobago. 287.000 toneladas de petróleo derramadas al mar.
1983: Naufragio del petrolero español Castillo de Bellver en las costas de Sudáfrica.
252.000 toneladas de crudo fueron a parar al mar.
1988: Naufragio del Odyssey, perdido a 700 millas náuticas de la costa canadiense del
Atlántico, 132.000 toneladas.
1989: Avería del casco del petrolero iraní Khark 5 (80.000 toneladas perdidas a 120 milles
al oeste de la costa de Marruecos), y varada del Exxon Valdez, con bandera USA, en Prince
William Sound (Alaska), con un derrame de 37.000 toneladas.
1991: Naufragio del ABT Summer a 700 millas de la costa de Angola (260.000 toneladas), y
explosión del petrolero chipriota Haven frente al puerto de Génova con 144.000 toneladas
de petróleo.
48
1992: Embarrancada del petrolero griego Aegean Sea en la entrada del puerto de La Coruña.
74.000 toneladas de crudo derramadas.
1993: Embarrancada del Braer, de bandera liberiana, en las islas Shetland. 85.000 toneladas
de crudo al mar.
1996: Naufragio del Sea Empress, de bandera liberiana, en Milford Haven (Sudoeste de
Gales, Reino Unido). Derramadas 72.000 toneladas de petróleo.
1997: Quiebra del Nakhodka, de bandera rusa, a 60 millas al nordeste de las islas OKI, en
Japón. 6.200 toneladas de fuel semi-pesado se derramaron en el mar.
1999: Naufragio del Erika, bandera de Malta, frente a las costas de la Bretaña francesa.
20.000 toneladas de fuel-oil pesado derramadas.
2001: colisión del Baltic Carrier abanderado en las Islas Marshall, con el Torn, granelero
chipriota, a 30 millas de Rostock (Alemania). Se derramaron 2.500 toneladas de fuel pesado.
2002: naufragio del Prestige, bandera de Bahamas, frente a las costas de Galicia. 77.000
toneladas de fuel pesado llegaron al mar.
A pesar de la significativa reducción de la contaminación marina desde los buques que hemos
podido apreciar, la sociedad europea y mundial considera inadmisible los accidentes, como el
reciente del Prestige (13-19 de noviembre de 2002), que derraman al mar miles de toneladas de
hidrocarburos devastando amplias zonas costeras con costes económicos de miles de millones de
Euros y daños ecológicos incalculables.
49
la contaminación provocada por el petrolero Torrey Canyon en el Canal de la Mancha, en 196722. El
Convenio MARPOL venia a sustituir al Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación de
las Aguas del Mar por Hidrocarburos (OILPOL), el primer instrumento normativo sobre esta
materia, firmado en el año 1954.
Las sucesivas enmiendas que han mejorado ambos convenios (el SOLAS y el MARPOL), desde su
aprobación por sendas conferencias de la OMI (el SOLAS vigente data de 1974), han sido siempre
la respuesta a posteriori a los grandes accidentes marítimos, y son conocidas en el sector como las
enmiendas del Amoco Cadiz (1978), o las del Exxon Valdez (1989), por poner dos ejemplos bien
conocidos por todo el mundo. Por no hablar de los célebres paquetes Erika 1 y Erika 2, que no son
otra cosa que un conjunto de normas de la Unión Europea que pretenden ir más allá de los mínimos
establecidos por la IMO.
Así, el conocimiento preciso de las causas de los accidentes marítimos se convierte en el eje de las
medidas normativas, organizativas y de gestión a adoptar, bien sea a nivel nacional, comunitario y/o
internacional. Si no disponemos de una metodología rigurosa que nos explique las causas reales de
los accidentes, o si éstas quedan escondidas por intereses políticos, económicos, comerciales,
corporativos o de otro tipo, las medidas que se adopten pueden, tal vez, conseguir una cierta
anestesia de la opinión pública, pero no solucionarán el problema. La historia marítima de España
en los últimos años, como veremos de nuevo en el caso del Prestige, constituye un claro ejemplo de
lo que podríamos denominar la política del avestruz: se detiene al capitán del buque accidentado
para calmar la indignación por la marea negra y a renglón seguido se toman algunas medidas
precipitadas (inversiones innecesarias, prohibiciones inútiles...), que dejan intacto el problema real
que ha provocado la catástrofe.
La investigación y análisis técnico y profesional de los accidentes marítimos resulta imprescindible
para evitar su repetición. Podemos afirmar que en este punto el panorama es desolador. Las
estadísticas sobre accidentes marítimos, confeccionadas con las informaciones que suministran las
autoridades nacionales competentes, adolecen de tantos defectos que son, en la práctica, inservibles
50
para el conocimiento real de las causas que los provocaron. El ITOPF 23 tipifica los accidentes, en
sus estadísticas del año 2002, con las siguientes categorías: colisión, varada, fallo estructural,
explosión e incendio, y otros. Estos “otros”, que suman más del 40 por ciento, quiere decir que no
51
se conocen las causas, o que éstas (el caso más frecuente) han quedado sepultadas en el mar de
52
intereses que intervienen en cada accidente24.
Pese a esta grave deficiencia, la tipificación de los accidentes que realiza ITOPF resulta más
esclarecedora que las estadísticas que presenta la Comisión Europea, la IMO y muchas
Administraciones nacionales (la española, sin ir más lejos), que atribuyen la mayoría de los
accidentes a “errores humanos” sin especificar, categoría de nula utilidad para la comprensión de
las causas ya que en todos los accidentes, o casi en todos, es posible encontrar “errores humanos”.
53
accidentes marítimos que afectan a la flota petrolera reside en el doble casco25. Y eso no es cierto, el
doble casco no deja de ser un espejismo en el que entretenerse para no encarar los problemas de
fondo del transporte marítimo y, en concreto, el cáncer de las banderas de conveniencia y el
repliegue de las Administraciones públicas para que el mercado se ocupe de la seguridad.
La idea de un diseño de petrolero con doble casco nace a finales de los años 70 del pasado siglo por
la analogía existente con los buques gaseros y quimiqueros, cuyos cargamentos, a fin de protegerlos
de cualquier contingencia accidental, viajan en tanques especiales contenidos dentro del casco del
buque. Huelga puntualizar que la visión de un buque petrolero proyectado de forma similar a un
doble casco figura en la literatura técnica especializada mucho antes de 1970. Pero se trataba de
inventos, no de innovaciones. El historiador Schumpeter distinguió entre unos y otras cuando al
estudiar la revolución industrial cayó en la cuenta de que sólo es posible hablar de la máquina de
vapor cuando ésta deja de ser un invento visionario de los siglos XVII y XVIII y se convierte en la
innovación industrial del siglo XIX. Los “dobles cascos” para petroleros anteriores a los años
finales de la década de 1970 no pasaban de ser ejercicios teóricos sin ninguna proyección real en la
industria naval.
Durante años la idea de un diseño de VLCC con doble casco rondó por los despachos de las grandes
sociedades de clasificación, las aulas universitarias y los círculos técnicos de la IMO. Los costes
económicos de la transformación (un diseño de doble casco cuesta entre un 15 y un 25 por ciento
más que uno de casco sencillo) paralizaban, sin embargo, cualquier decisión al respecto.
Pero en marzo de 1989 tuvo lugar el accidente del Exxon Valdez y la conmoción que sufrió la
sociedad norteamericana provocó decisiones drásticas de su Gobierno. A partir del uso mediático
que se hizo del accidente del Exxon Valdez se disparó la sensibilidad social sobre los accidentes de
petroleros. Por primera vez aparecieron esas imágenes impactantes de aves petroleadas que
empujaron a la opinión pública a una indignación masiva contra los buques que causaban tanto
daño a esas indefensas criaturas. Sólo faltó que se extendiera en los medios de comunicación la
falsedad de que el capitán del Exxon Valdez se encontraba embriagado en su camarote cuando el
buque embarrancó para que la opinión pública global, no sólo la estadounidense, acabara centrando
en los marinos su irritación y su furia.
Poco más de un año tardaron en aprobar la famosa OPA/90 (Oil Pollution Act of 1990, publicada el
18 de agosto), que imponía el doble casco para todos los buques que entraran en las aguas
jurisdiccionales de los Estados Unidos a partir de un calendario preciso: un buque de casco sencillo
no podrá operar después del 1 de enero del año 2010; a los buques con doble fondo y costados
sencillos se les permitirá operar hasta el 1 de enero del 2015. Esa decisión unilateral americana, un
desafío en toda regla a la comunidad internacional al desdeñar el papel regulador de la IMO, tuvo,
54
entre otras, dos consecuencias de gran calado 26: despertó a la IMO de su letargo en la cuestión del
doble casco; y zanjó a niveles prácticos el debate sobre las opciones de diseño de petroleros,
dejando en vía muerta el proyecto japonés de petrolero con cubierta intermedia y doble forro en los
costados (IOTDw/DS, Intermediate Oil-Tight Deck with Double Side, una innovadora aplicación
tecnológica de las presiones hidrostáticas basada en la diferente densidad del petróleo y del agua de
mar, en teoría tan efectivo como el doble casco en “U”), y el proyecto europeo bautizado como
Coulombi Egg. La apuesta de la industria norteamericana por el doble casco estuvo amparada por
un informe de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (National Academy of
Sciences), previsto en la sección 4115, apartado (e) Secretarial studies, de la OPA/90, que, de forma
harto optimista, afirmaba que de haber tenido doble casco se pudo haber evitado el derrame de entre
55
3.000 y 5.000 toneladas de petróleo al año, sólo en las costas de Estados Unidos, lo que venía a
56
representar casi el 50 por ciento del volumen anual de derrames en USA27.
Ilustración 33.
Secciones transversales de diferentes diseños de doble casco.
El doble casco constituye una protección suplementaria y en consecuencia beneficiosa para prevenir
derrames de hidrocarburos en determinados tipos de accidente, pero su influencia resulta casi
irrelevante en casos de embarrancada y varada violenta (recordemos que el Aegean Sea estaba
dotado de doble fondo, que de nada sirvió para evitar el derrame e incendio de la carga, tras
embarrancar frente a la Torre de Hércules), en supuestos de colisión entre buques a partir de una
cierta intensidad, y desde luego en accidentes por explosión y/o incendio. Y es a esos tipos de
siniestros a los que se debe la mayor parte de los derrames de hidrocarburos al mar desde buques
petroleros.
57
Ilustración 34.
Origen de los derrames según cantidad vertida.
Fuente: ITOPF y elaboración propia.
Es previsible, además, que los buque de doble casco den enormes problemas a medida que vayan
acumulando años, ya que es bien conocido que los tanques de lastre, esos inmensos espacios vacíos
difíciles de mantener, resultan proclives a la corrosión, acumulación de gases explosivos, vías de
agua incontrolables, etc. a menos que se les preste una atención mayor que la que reciben los
tanques y equipos de carga, las máquinas y las ayudas a la navegación instaladas a bordo. El Erika y
el Nakhodka constituyen dos ejemplos recientes; y la avería inicial del Prestige tuvo mucho que ver,
según todas las investigaciones realizadas, con los problemas de corrosión que se producen en los
tanques de lastre.
58
Ilustración 35.
Número de buques de la flota petrolera mundial, en 2001, en función del tipo de casco y por tramos de TPM.
Fuente: Fairplay/Lloyd’s Register, elaboración propia
Los lastres de agua salada, previstos entre el forro interior que contiene la carga y el forro exterior
en contacto con el mar, tendrán que ser objeto en los próximos años de extensas investigaciones
sobre la mejor forma de protegerlos para paliar, o al menos minimizar, esos problemas u otros
imprevisibles que puedan surgir. Y aún así, será inevitable que dentro de pocos años estemos
hablando de algún grave accidente que el doble casco apenas ha contribuido a evitar. Pensando en
esa posibilidad, el Parlamento europeo aprobó en mayo de 2003 un informe donde pide a la
Comisión que encargue a la Agencia Europea de Seguridad Marítima (ESMA, European Safety
Maritime Agency, cuya creación formaba parte del paquete Erika 2), que examine con urgencia los
riesgos específicos que presentan los buques de doble casco: corrosión, fatiga del metal, peligro de
explosión, solidez de los forros y mamparos, y riesgos de colisión.
Ilustración 36.
Tonelaje total de la flota petrolera, en millones TPM, en función del tipo de casco, por tramos de TPM.
Fuente: Fairplay/Lloyd’s Register, elaboración propia.
59
en las regla 13G y 13F del Anexo 1 del Convenio MARPOL. Está previsto que hasta el 2025 sigan
existiendo petroleros de casco simple, aunque su número será irrelevante y operarán tan sólo en
tráficos marginales, habida cuenta de lo dispuesto en la Directiva 407/2002 en virtud de la cual la
Unión Europea se suma a los Estados Unidos en el calendario OPA/90. En cualquier caso, los
astilleros coreanos y japoneses tienen el trabajo asegurado en los próximos lustros.
60
1. El accidente del Urquiola a la entrada del puerto de La Coruña, en agosto del año 1976 28. De
acuerdo con la Sentencia definitiva del Tribunal Supremo español, que condenó al Estado a pagar
las consecuencias del naufragio, el buque tocó, cuando entraba enfilado por el canal del norte o de
Seixo Blanco, contra unas piedras del fondo no señalizadas en la carta de navegación de uso
61
obligatorio, que le produjeron el desgarro de algunas planchas de la popa del casco 29. La avería no
debería haber tenido más consecuencias que el derrame de unos miles de litros de combustible para
el consumo de las máquinas del propio buque de no ser por la orden fulminante que recibió el
capitán de salir de las aguas portuarias (nadie supo nunca aclarar hacia dónde) por el mismo canal
utilizado para la entrada. A resultas de esta maniobra de salida, el buque quedó embarrancado al
fondo con el casco mortalmente herido por las mismas piedras que lo habían raspado a la entrada.
Después se incendió, murió el capitán del buque y se desencadenó la marea negra más importante
que nunca, hasta ese momento, habían visto las costas españolas.
La investigación del accidente realizada por personal de la Armada, entonces encargada de las
competencias administrativas de la marina mercante, tuvo como único objetivo esconder las
62
responsabilidades de las autoridades marítimas por el accidente 30. En concreto, el informe oficial –
completamente desmentido por la Sentencia del Tribunal Supremo- culpabilizaba al capitán y a la
tripulación del naufragio del Urquiola. Esta falsa versión es, a pesar de todo, la que ha prosperado
63
para las estadísticas, de forma que en los documentos oficiales de la Comisión Europea se atribuye
64
el accidente al error humano, o sea a un error de la tripulación31.
De acuerdo con esta versión, si el accidente se atribuye a la impericia de la tripulación (cuyo
comportamiento, como reconoce el Tribunal Supremo, fue en todo momento intachable) no era
necesario mejorar nada de la gestión portuaria, ni de los servicios cartográficos, ni del
funcionamiento de la Administración marítima. Así fue, con la desagradable, pero lógica,
consecuencia de que las mismas aguas se volvieron a ver contaminadas 16 años más tarde por otro
grave accidente (Aegean Sea, 1992), en el que, de acuerdo con la Sentencia del Juzgado número 2
de lo penal, de La Coruña, con fecha 30 de abril de 1996, también estaban involucradas la
65
Administración marítima y el deficiente funcionamiento de determinados servicios portuarios
66
claves para la seguridad32.
2. El accidente del Erika, en diciembre de 1999, frente a las costas de la Bretaña francesa. El
buque se quebró en medio de un temporal en el golfo de Vizcaya que, en condiciones normales,
habría soportado sin mayor problema. El resultado fue un derrame de 20.000 toneladas de fuel oil
pesado que castigaron el equilibrio ecológico de más de 400 kilómetros de costa. Según datos del
ITOPF se recogieron 120.000 toneladas de residuos contaminados. En el pecio, a unos 120 metros
de profundidad, quedaban unas 11.000 toneladas de fuel, que hubo que “salvar” en una costosa
operación financiada por la petrolera Total-Fina, propietaria de la carga. Las investigaciones
oficiales que se pusieron en marcha de inmediato constataron las enormes dificultades de conocer
datos tan elementales como quién era el armador real del buque (el propietario), quién el naviero
que lo explotaba, y quien el fletador que lo había alquilado por un período de tiempo determinado.
Los hilos se perdían en una madeja de sociedades y contratos que costó varias semanas desenredar.
El propietario resultó ser una empresa fantasma (Tevere Shipping), cuya único activo era el Erika;
el naviero que operaba el buque era otra empresa incógnita (Panship Management and Services,
Srl), cuya única ocupación conocida era precisamente esa, explotar el Erika; y el firmante del time
charter, contrato de alquiler por tiempo, y por tanto la empresa que en teoría decidía el destino del
buque, era otra sociedad-pantalla de nombre Selmont International Inc. El asegurador de la
responsabilidad civil resultó ser una sociedad domiciliada en Bermuda, Steamship Mutual
Underwriting Association Ltd. (Steamship Mutual). Por fortuna, en este caso, el propietario de la
carga y fletador del Erika en el viaje del accidente era la compañía petrolera francesa Total-Fina,
una de las grandes en el concierto mundial, a la que el Gobierno galo obligó a asumir los primeros
gastos de la lucha contra la contaminación.
La investigación sobre el buque arrojó resultados no menos anómalos: un cambio reciente de
sociedad clasificadora (del Bureau Veritas, BV, al Registro Italiano Navale, RINA), que se
encargaba también de emitir los certificados estatutarios por cuenta de la bandera del buque
(Malta); una tripulación hindú que se había hecho cargo del petrolero sin apenas tiempo para
conocer sus entresijos; reparaciones de última hora en un económico astillero de Croacia, una
estructura debilitada por la corrosión y la fatiga de los materiales (el Erika tenía 26 años). Etcétera..
Se realizaron tres informes, digamos oficiales, sobre la desgracia del Erika. El primero en ver la luz,
realizado por la sociedad de clasificación RINA, a quien muchos señalaron como negligente por la
clasificación otorgada al buque, responsabiliza a la tripulación y a los cargadores por haber operado
el buque de forma “indebida”. Este informe de RINA fue cuestionado con inusitada severidad por la
67
Asociación Internacional de Armadores de Buques Tanque (INTERTANKO) 33, que llegó a solicitar
a la Asociación Internacional de Sociedades de Clasificación (IACS), a la que pertenece RINA, que
hiciera un estudio riguroso y no un informe para sacarse el muerto de encima; literalmente,
INTERTANKO calificó el documento de RINA como una cortina de humo (smoke screen).
El segundo, fechado en septiembre de 2000, casi diez meses después del accidente, estaba firmado
por la Autoridad Marítima de Malta (Malta Maritime Authority), obligada por lo dispuesto en el
68
SOLAS a investigar “todo siniestro sufrido por cualquier buque suyo” 34 y como es habitual en los
informes de este tipo de autoridades su objetivo fue echar balones fuera: tras constatar que el buque
tenía todos sus certificados en regla y que se vió sometido a un temporal durante toda la travesía
desde Dunquerque, afirma que “no es posible determinar con certeza la causa del fallo estructural
inicial y subsiguiente”, aunque “resulta probable que el fallo fuese causado por una combinación de
corrosión, fisuras y roturas locales, calidad de las reparaciones llevadas a cabo durante el
reconocimiento especial en 1998, calidad de los reconocimientos llevados a cabo por RINA,
vulnerabilidades en el proyecto del buque y condiciones del mar”.
Por último, el documentado informe de la Administración francesa, publicado en diciembre de 2000
y firmado por la Comisión Permanente d’Enquête sur les Evenements de la Mer (CPEM), que
afirma categórico que “el Erika era un buque viejo que era utilizado para transportar productos
negros a tarifas de flete que eran insuficientes para cubrir costes, a menos que estos costes,
especialmente los de mantenimiento, fuesen drásticamente reducidos”. Y apuntando al armador, al
naviero y a la sociedad de clasificación, concluye que “el debilitamiento de la estructura en la
región de los tanques de lastre número 2 se debió al mantenimiento insuficiente y al
correspondiente rápido desarrollo de la corrosión, desembocando en una serie de rupturas que
causaron el derrumbe de toda la estructura. Este factor fue hasta tal punto decisivo que los demás
factores pueden considerarse como secundarios. El estado del buque y su rápido deterioro en las
últimas horas de su vida eran tales que nada podía haber impedido el desastre”. Es decir, como ya
había apuntado el informe preliminar, fechado un mes más tarde del accidente, el buque se rompió
por la excesiva corrosión en un tanque de lastre.
Había, pues, materia de sobras para replantearse la revisión profunda de las normas del Derecho
marítimo, tanto mercantiles como técnicas y registrales, que hacen posible estos casos. Y se habló
mucho de todo ello, tanto que la IMO, en su Hoja Informativa número 30, de 26 de enero de 2001
(Information Resources on the “Erika” accident and the revisión of chapter 13G of MARPOL)
calculó que el siniestro del Erika produjo más bibliografía que todos los accidentes anteriores
69
sumados35. Pero a la única persona que detuvieron, encarcelaron y procesaron por un supuesto
delito contra el medio ambiente fue al capitán hindú del buque, Karun Mathur, la primera víctima
inocente de esta espantosa historia. Todos los demás (armador, naviero, fletador, cargador, sociedad
70
de clasificación, aseguradores, el Fondo36, etc.) continúan enredados en el cruce de pleitos
71
entablados entre ellos y con las numerosas víctimas del fuel que asoló la Bretaña37.
Siguiendo la costumbre se redactaron algunas normas precipitadas (los famosos paquetes Erika),
que dejaban incólume el derecho societario a obtener los mayores beneficios a costa de lo que fuera
y con la responsabilidad limitada y difuminada. Como observó el capitán Karun Mathur, cuando
72
finalmente le excarcelaron, navegar se ha convertido en una peligrosa actividad por los tiburones
73
que controlan los barcos desde tierra38.
74
4.-EL PAPEL DE LOS PROFESIONALES DEL MAR Y EN
PARTICULAR DE LOS CAPITANES
75
La criminalización general de los tripulantes y la detención de los capitanes de los buques se ha
76
convertido en un pésimo hábito europeo39. Culpabilizaron al capitán Rodríguez Castelo, del
Urquiola, al que hubieran prendido si no hubiera muerto a consecuencia de la embarrancada y
posterior incendio del buque en mayo de 1976. El capitán del Aegean Sea, al que el Juzgado de La
Coruña condenó a pagar tan solo una multa de 300.000 pesetas por haber ejecutado “una maniobra
ajustada”, fue detenido y encarcelado el dia 3 de diciembre de 1992, cuando desembarcó del
helicóptero que le había rescatado tras el naufragio, con una acusación absurda e insostenible de “no
colaborar con la Administración”, para dar la impresión de que ya habían cogido al responsable de
la desgracia. También detuvieron sin causa, esta vez las autoridades galas, al capitán Mathur, de
nacionalidad hindú, tras el siniestro del Erika el dia 10 de diciembre de 1999, frente a las costas de
la Bretaña francesa.
Esta ominosa práctica, culminada por el momento con el encarcelamiento durante 84 días de
Apóstolos Mangouras, capitán del Prestige, obedece sin duda a esa espúrea necesidad de las
autoridades de presentar un chivo expiatorio a las iras de la sociedad.
Desde el punto de vista jurídico, la detención de los capitanes, que no olvidemos que son las
primeras víctimas de un accidente, constituye una palmaria ilegalidad. El art. 220.6 UNCLOS
establece el derecho de los Estados a investigar, iniciar procedimientos y sancionar las conductas
infractoras “cuando exista una prueba objetiva y clara de que un buque que navega en la Zona
Económica Exclusiva o en el mar territorial” ha cometido una infracción a las reglas y estándares
internacionales aplicables para prevenir la contaminación (Convenio MARPOL) que haya tenido
como resultado una descarga que cause graves daños a las costas o los intereses del Estado ribereño;
y añade que esa facultad de los Estados habrá de sujetarse a la Sección 7ª UNCLOS. Esta Sección
7ª resulta de trascendental importancia puesto que en ella se establecen las garantías mínimas
respecto a los procedimientos que se inicien por infracciones de contaminación y respecto a las
personas de los imputados. Y entre esas garantía de obligado cumplimiento, que prevalecen sobre
cualquier norma interna de los Estados, el artículo 230 establece:
Desde el punto de vista social, criminalizar de ese modo tan grosero a la profesión náutica resulta
un pésimo negocio. Ya hace años que la Unión Europea viene reflexionando, con preocupación
creciente, sobre la falta de marinos que se detecta desde hace años a nivel comunitario, hasta el
punto de que en diciembre de 1996 la Comisión europea organizó en Dublín una conferencia bajo el
significativo título de “¿Son los marinos europeos una especie en peligro de extinción?” (Is the
European Union Seafarer an Endangered Species?). Para los jóvenes no resulta atractiva una
carrera larga, difícil y compleja que padece una desconsideración social de ese calibre.
Formar un capitán mercante cuesta un mínimo de diez años, contando los cursos académicos y los
años de prácticas y experiencia imprescindible como navegante para acceder al título profesional. A
un marino se le exige un abanico de conocimientos de mayor amplitud que a cualquier otra
profesión. Veamos una muestra:
Conocimientos científicos: astronomía, matemáticas, meteorología, física...
77
Conocimientos técnicos: navegación, uso de equipos e instrumentos con funciones diversas,
materiales, estabilidad, operaciones de carga, maniobra, cartografía...
Conocimientos jurídicos: Derecho internacional público y privado, y en general Derecho
marítimo.
Conocimientos tecnológicos diversos: metales, cabos, pinturas y un largo etcétera.
Y se le exige también algo mucho más importante y difícil de alcanzar: toda esa suma de
conocimientos, aptitudes y habilidades las ha de aplicar de forma habitual en un instante y con
determinación. No podrá consultar con otros profesionales diferentes, ni podrá aplazar su decisión.
Una de las razones más repetidas para comprender el error de las autoridades españolas que
decidieron alejar el Prestige hacia el temporal ha sido la de que tal determinación tuvo que tomarse
sobre la marcha, en unas cuantas horas, y no era fácil acertar sin el concurso de la opinión de
algunos expertos a los que no se pudo o no se quiso acceder. Pues bien, el capitán del Prestige tuvo
que valorar en unos pocos minutos qué le había sucedido al buque y decidir en unos segundos, en
completa soledad, qué tenía que hacer para evitar o al menos paliar la catástrofe. Y lo hizo muy
bien. El capitán Stavridis apenas tuvo unos instantes para decidir la maniobra más adecuada del
Aegean Sea (261 metros de eslora, cargado con 79.000 toneladas de crudo escocés consignado a
Repsol), cuando en el momento crítico de la maniobra de entrada en la Coruña se vió azotado por
un mar atravesado y una racha de viento de 102 kms/hora que atenazó al petrolero y lo hizo
ingobernable. Y el capitán del Erika, cuando vió que se le resquebrajaba el buque, navegando con
mal tiempo en la tarde del día 10 de diciembre de 1999, hubo de tomar, sin apoyo exterior alguno,
sucesivas decisiones inmediatas sobre rumbo, velocidad, lastres y carácter de la emergencia.
Es evidente que a posteriori, con los datos precisos de todas las variables y factores en juego, puede
discutirse sobre si la opción decidida por el capitán era la mejor. Y es posible concluir que, tal vez,
hubiera sido más acertada una decisión diferente. En cualquier caso, analizando el comportamiento
profesional de estos tres ejemplos, escogidos entre otros muchos, las decisiones que tomaron los
profesionales in situ, en aquellos momentos de pánico y extrema tensión, fueron lógicas, razonables
y justificadas desde el punto de vista técnico.
Añadamos que la figura del capitán que todavía recogen los textos normativos vigentes procede de
la Edad Media, cuando el capitán era el Senyor de la Nau, de que habla el Libro del Consulado del
Mar, o el Master under God de la literatura anglosajona. Hoy ese personaje no existe. La evolución
del comercio marítimo y el progreso de las comunicaciones han convertido esa figura mítica en un
mero director técnico de la navegación del buque, de forma que todas las decisiones sobre la
tripulación (número, selección, condiciones de trabajo y vida a bordo), sobre los fletes y el destino
del buque, sobre el mantenimiento y reparaciones, y en general las decisiones sobre la vida de la
nave las toman desde los despachos de tierra los propietarios y/o navieros, sin que los capitanes,
meros asalariados, sean por lo general siquiera consultados. Como trabajador asalariado, además,
los capitanes están sujetos a un régimen particular de libre despido porque, de manera harto
discutible, se entiende que son cargos de confianza del armador. Un capitán que pusiera objeciones
a las decisiones del armador o naviero sería despedido (los ejemplos son miles), sin derecho a
indemnización alguna: prevalece el derecho del armador al libre despido del capitán.
¿Porqué se les detiene entonces? ¿Porqué esa canallada ignominiosa? No se encarcela ni se procesa
a los técnicos de la NASA por el accidente del “Columbia”, con ocho muertos. Ni se le imputa
cargo alguno al piloto de un avión averiado en vuelo que intenta un aterrizaje de emergencia a
resultas del cual fallecen varios pasajeros. Ni por supuesto se le reprocha penalmente nada a los
responsables de un tendido ferroviario por un fallo técnico.
La necesidad de tapar los errores propios, adjudicándolos al que aparece hoy como eslabón débil –
un capitán griego, un capitán hindú-, no lo explica todo. La profesión de marino y en concreto las
funciones de un capitán de buque son ignoradas por el mundo político y en general por la sociedad.
78
Ignoradas en un doble sentido: desconocen el trabajo a bordo y desdeñan su valor. El mundo de la
navegación, tan lleno de mitos y leyendas, que durante muchos siglos fue contemplado con respeto
y reverencia, no encaja bien en la sociedad actual, donde predomina lo trivial y anecdótico sobre lo
sustancial y complejo; donde la gracia reside en el espectáculo exhibicionista y en el desparpajo de
los mediocres; donde cualquier indocumentado cree que sabe porque recibe un alud de mensajes
diarios que le conceden la ilusión del conocimiento. El mito de la caverna (Platón) se queda corto
para explicar el delirio colectivo que imponen los medios audiovisuales.
En esta situación, de forma tal vez inconsciente, los políticos, y con ellos una parte de la sociedad,
temen a los marinos, esos hombres desconocidos que navegan en unas imponentes estructuras
metálicas capaces de desplazarse de un continente a otro, por lo general hoscos y de pocas palabras
porque están habituados a actuar en un medio hostil y porque su profesión les permite (y les exige)
un contacto profundo con la naturaleza: el mar, el viento, la luz.
Nuestras sociedades desarrolladas, incapaces de entender ese milenario oficio de navegante, han
arrinconado a los marinos como marginados necesarios. Lo que ahora cuenta son los puertos (que
no existirían sin buques y sin marinos), fuente de riqueza para cuántos venden, compran,
intercambian, y arreglan tratos y documentos. Lo que prima es esa superstición de moda que
llamamos “logística”, cuando quieren referirse simplemente a transporte y almacenes, porque suena
campanudo y exótico.
Cuando un buque no cumple lo que esos individuos esperan de él, porque sufre una avería o tiene
un accidente, derivan su iracundia hacia el marino. Resulta un blanco fácil. Los marinos carecen de
corporaciones dignas y potentes, son lobos solitarios; no se exhiben en las ferias mediáticas porque
ese minuto de gloria no hace falta cuando día tras día el horizonte que se otea es un círculo azul
marino; se encuentran, en fin, aislados en país ajeno, indefensos ante los sabedores de veinte duros
de televisión que se creen importantes porque firman papeles en un despacho, o simplemente
porque ellos están en tierra (“por donde pisan los bueyes”, dicen en Galicia).
Tirar contra el marino. Los políticos alicortos que padecemos en España y en Europa se han vuelto
a llenar la boca tras la catástrofe del Prestige hablando de “barcos basura”, “chatarra flotante”,
“golfos del mar”, y a la comisaria de transportes de la Comisión europea, cuya ignorancia oceánica
sólo es comparable a su fe en las sectas salvadoras, no le tembló la voz cuando acuñó la expresión
“puertos de conveniencia”, sin saber lo que decía. Tal vez ignora que ella formó parte de un
Gobierno y ahora es miembro destacado de una institución supranacional que se niega, por respeto,
dicen, a la libertad de explotación que otorga el dinero, a discutir la existencia no ya de un “puerto
de conveniencia” (se refería en concreto a Gibraltar, pero sin mencionarlo), sino de numerosos
“países de conveniencia”.
Ya había sucedido lo mismo tras el accidente del Erika. Esos desbocados y falsos mensajes, que
calan en una sociedad acostumbrada a la vaciedad de los eslóganes publicitarios, se refieren a la
situación que hemos descrito en las páginas precedentes: pabellones de conveniencia,
certificaciones complacientes, buques viejos, tripulaciones subcontratadas en países de bajo nivel
económico, armadores y navieros de un sólo barco que no son otra cosa que peloteros de las
finanzas, sociedades de clasificación que han de atender las imposiciones de los anteriores, etcétera.
Pero esa situación degradada surge como consecuencia de la política que aplican los Gobiernos y
las instituciones que representan, dirigen y/o controlan esos mismos personajes. ¿De qué se quejan
entonces y contra quién? ¿A quién pretenden engañar? ¿Acaso creen que lo que ellos desprecian
como “barcos basura” existen por voluntad divina, o que los hemos inventado los marinos? ¿De qué
demonios hablan? Por el amor de Dios, dejadles callar.
79
13
En el documento publicado por IACS, Ship Safety and Pollution Prevention: The Regulatory Regime, su autor
atribuye a la clasificación de buques un estatus de regulador público cuando afirma que “El régimen regulador de la
seguridad de los buques y de la prevención de la contaminación marina está comprendido en las reglas de clasificación
emanadas de las sociedades de clasificación y en las reglas contenidas en los convenios internacionales aprobados por
los Estados miembros que componen la IMO”.
25
Reglamento 417/2002 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de febrero de 2002 relativo a la introducción
acelerada de normas en materia de doble casco o de diseño equivalente para petroleros de casco único, por el que se
deroga el Reglamento EC 2978/94; y Real Decreto Ley 9/2002, de 13 de diciembre, por el que se adoptan medidas para
26
La OPA/90 abre una amplia puerta a la responsabilidad sin límites del transportista y del propietario de la carga por los
daños causados por la contaminación, rompiendo así el principio del Derecho marítimo internacional que limita, de una u
otra forma, la responsabilidad económica del naviero por los daños que pudieran ocasionar la actividad de sus buques.
27
El mandato concreto pedía a la NAS determinar “si otros diseños estructurales u operacionales de petroleros ofrecen igual
80
o superior protección al medio ambiente que la que ofrecen los petroleros de doble casco”.
28
Para un análisis completo del accidente del Urquiola, véase “Urquiola, la verdad de una catástrofe”, Sindicato Libre
de la Marina Mercante. Editorial Avance, Barcelona, 1977. Como esta obra es prácticamente imposible de encontrar,
puede leerse en la página en red del Centro de Logística y Servicios Marítimos de la Universidad Politécnica de
Cataluña (CELSEM-UPC), www.upc.es/celsem
29
Sentencia de la Sala 4ª del Tribunal Supremo, de lo contencioso-administrativo, de 18 de julio de 1983. Repertorio de
Jurisprudencia Aranzadi, número 4065.
30
La “Causa 106/76 instruida con motivo de la varada del petrolero Urquiola en la Bahía de La Coruña” fué
encomendada al Capitán de Navío de la Armada Isidro Fontenla Roji, que se tomó más de dos años en completarlo. El
informe final, nunca publicado, consta de 1052 folios, escritos por las dos caras, más 83 folios de “Resumen de los
hechos” y una verdadera montaña de documentos anexos.
31
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo sobre la seguridad marítima del transporte de
petróleo [COM(2000) 142 final], Bruselas, 21 de marzo de 2000. El Urquiola está registrado como un accidente
producido por “error de la navegación”.
32
La historia de la embarrancada del Aegean Sea ante la Torre de Hércules, a la entrada del puerto de la Coruña, está
recogida en: “Aegean Sea, la verdad de una catástrofe repetida”, Colectivo de marinos del SLMM-CCOO. Editorial
Toxosoutos, Muros (Pontevedra), 1994.
33
International Association of Independent Tanker Owners, INTERTANKO (www.intertanko.com) es una asociación
con sede en Oslo que agrupa al 74% del tonelaje (Peso Muerto) de armadores independientes de buques petroleros, es
decir armadores exclusivamente dedicados a la industria del transporte, no a la producción o refinado del petróleo.
34
SOLAS, Capítulo I, Parte C, Regla 21.a
35
Entre esa vastísima documentación se encuentra, por ejemplo, un comunicado oficial de la Federación Internacional
de Trabajadores del Transporte (ITF, International Transport Workers Federation www.itf.org.uk), fechado el 28 de
enero de 2000, que señalaba directamente a la responsabilidad de las banderas de conveniencia: “Los armadores
continuarán evadiéndose de sus responsabilidades mientras continúe el sistema de banderas de conveniencia. ITF
propugna acabar con ese sisterma. No debe haber lugares donde puedan esconderse los armadores inescrupulosos que
utilizan las banderas de conveniencia”.
36
The International Oil Pollution Compensation Funds 1971 y 1992, IOPC Funds, también conocido por las siglas
IOPCF o IOPF, y en español FIDAC o simplemente “el Fondo”, son dos agencias inter-gubernamentales cuya misión es
compensar a las víctimas por los daños causados por derrames o vertidos de hidrocarburos desde buques/tanque que
excedan los límites de responsabilidad de los armadores previstos en el “Convenio internacional sobre responsabilidad
civil por daños debidos a la contaminación por hidrocarburos”, 1969 (CLC/69, Civil Liabiilty Convention). El Fund
1971, que empezó sus operaciones en 1978, fue creado por el “Convenio internacional para la constitución de un fondo
internacional de indemnización de daños causados por la contaminación de hidrocarburos” (artículo 2), de la entonces
IMCO, hoy IMO, dotado de personalidad jurídica y administración y patrimonio propios. Las profundas enmiendas de
1992 al convenio del Fondo de 1971, y al CLC, que entraron en vigor en 1996, modificaron el marco jurídico en que se
mueve y rige el Fondo, creándose el Fund 1992. Aunque el Convenio del Fondo de 1971 acabó su vigencia en el año
2002, todavía sigue “vivo” el Fund 1971 porque colean algunos pleitos pendientes de la anterior normativa. El Fondo
1992 tiene limitada su responsabilidad a 135 millones de una unidad de cuenta teórica llamada “Derechos Especiales de
Giro” (SDR, Special Drawing Rights), cuyo cambio en julio de 2003 se sitúa en torno a 1,27 Euros por SDR. Dicho
límite incluye las sumas que le corresponda pagar al asegurador de la responsabilidad civil de los armadores.
37
Una completa recopilación del estado procesal de los litigios derivados del accidente del Erika puede verse en el
informe del año 2002 del IOPC Funds (Annual Report 2002. International Oil Pollution Compensation Funds).
81
5.-EL BUQUE/TANQUE PRESTIGE
82
Clasificación concedida por ABS: ✣A1 (e) Oil Carrier ✣AMS ✣ACCU41
Ilustración 37.
Sección transversal del buque Prestige.
La capacidad de carga del Prestige comprendía 14 tanques de carga con un volumen total de
100.813,36 metros cúbicos distribuidos en:
4 tanques centrales,
8 tanques laterales, de los cuales 6 estaban destinados a la carga
2 “slop tanks” (tanques de residuos) laterales utilizados para la carga
39
Recordemos que el capitán Hazelwood, que mandaba el Exxon Valdez en marzo de 1989, cuando embarrancó en la
Bahía del Principe Guillermo (Alaska), no fue siquiera detenido a pesar de que sobre él pendía la acusación, que resultó
ser falsa, de que había bebido más alcohol de la cuenta mientras el buque realizaba la maniobra de salida.
40
AFRAMAX: categoría superior del criterio A.F.R.A. (Average Freight Rate Assessment), correspondiente a buques
de unas 80.000 TPM.
41
El significado de estos símbolos es el siguiente: la cruz de Malta indica que el buque fue diseñado y construido
siguiendo las reglas de ABS. El grupo A1 quiere decir que el buque cumple los requerimientos de la sociedad de
clasificación en cuanto a estructura del casco y francobordo, y es apto para navegar por todos los mares sin
restricciones. La (e) significa que los equipos del buque, incluyendo el sistema de fondeo, cumplen las especificaciones
técnicas exigidas por ABS. El grupo AMS indica que la maquinaria cumple con las reglas pertinentes, y el grupo ACCU
significa que los motores del buque son susceptibles de funcionar como máquina desatendida
83
Ilustración 38.
Sección longitudinal del buque Prestige.
El 7 de marzo de 2001, el buque había adoptado las disposiciones complementarias para cumplir los
requerimientos de la regla 13 G del Convenio MARPOL sobre Carga Hidrostáticamente
Equilibrada (HBL, Hydrostatically Balanced Loading).
El Prestige estaba equipado con:
Un sistema de lavado con crudo (COW - Crude Oil Washing)
Un sistema de gas inerte
Un circuito de calefacción de los tanques de carga
Un programa informático de carga, de un tipo aprobado por ABS (que el Prestige no estaba
obligado a llevar).
84
5.3 LOS ARMADORES
El Prestige era propiedad de un grupo marítimo griego relacionado con la familia Coulouthros, que
había matriculado el buque en Bahamas como perteneciente a una sociedad registrada en Liberia,
Mare Shipping Inc. La gestión náutica del buque, encargada de la explotación comercial, la
tripulación y en general el dominio real y útil de la nave, estaba contratada a otra empresa ad hoc
del mismo grupo: Universe Maritime Ltd. Esta complejidad societaria, urdida a fin de operar con la
máxima opacidad y el mínimo riesgo ante posibles demandas de responsabilidad civil, resulta
moneda corriente en el mundo del transporte marítimo de productos petrolíferos y puede afirmarse
que la mayoría de los buques petroleros en activo, cualquiera que sea su edad y la nacionalidad real
de sus propietarios, responden a este mismo esquema empresarial: bandera de conveniencia,
sociedad ficticia domiciliada en un paraíso fiscal que consta como propietaria del buque, y una
sociedad creada ex profeso para gestionar su explotación comercial, ubicada en cualquiera de los
centros económicos del mundo marítimo: Londres, Rotterdam, Lugano, Houston, Atenas, etc. Es
esta compañía la que alquila el buque, en fletamento por tiempo o por viaje, con alguno de los
traders que, al amparo de los grandes grupos petroleros, mueven el comercio del petróleo.
El casco del Prestige estaba asegurado en Londres por una cantidad que no ha sido revelada. Las
cifras que ha manejado la prensa internacional (22 millones de dólares) no se corresponden con el
valor residual de un buque de 26 años, cuyo precio en el mercado apenas alcanzaría los 4-5
millones42. Por su parte, la carga podría alcanzar, en el mercado europeo, un valor de alrededor de
10 millones de dólares. El petrolero tenía asegurada su posible responsabilidad civil por daños
debidos a la contaminación en uno de los mejores clubs de protección e indemnización (P&I
Clubs), de Londres: The London Steam-Ship Owners’ Mutual Insurance Association Limited
(conocido como London Club).
42
Así se deduce de los precios de buques de segunda mano publicados en los últimos números de la revista “Ingeniería
Naval”, de la Asociación de Ingenieros Navales de España.
85
CATEGORIA 3: petroleros de PM igual o superior a 5.000 T, pero inferior a los
determinados en las categorías anteriores.
La misma regla exige que los petroleros existentes satisfagan lo previsto en la regla 13F aplicable a
los petrolero nuevos, incluidas las prescripciones sobre doble casco, o condiciones equivalentes,
como máximo 25 años después de su botadura. Para cumplir con dicha prescripción, el Prestige
había ampliado sus tanques de lastre, de modo que éstos ofrecieran una protección similar a la de un
doble casco en el 30% de su eslora. Lo que se hizo fue dividir los tanques laterales de carga número
2, babor y estribor, de forma que la sección de popa, que iba a destinarse a lastre, sumada a la
longitud de los tanques laterales de lastre número 3, alcanzara a ese 30 por ciento de la eslora
exigido por el Convenio MARPOL.
Está prohibido cargar cualquier producto petrolífero en esos tanques, conocidos como tanques de
lastre limpio (CBT, Clean Ballast Tanks). En la práctica, para evitar la contaminación accidental o
deliberada de esos tanques, se incomunican mediante unas bridas ciegas atornilladas de forma que
no es posible, salvo un trabajo de horas para retirar las bridas, trasvasar carga a esos tanques de
lastre limpio. Consignemos también que en aplicación del calendario de eliminación progresiva de
los petroleros de casco único (phassing out), regulado en la regla 13 G enmendada el 27 de abril de
2001, el Prestige, teniendo en cuenta su fecha de construcción, había de ser retirado del servicio
activo en marzo de 2005 a más tardar.
Aunque la legislación americana, Oil Pollution Act de 1990, prohíbe la entrada en sus aguas y
puertos de los petroleros que no dispongan de doble forro lateral o de doble fondo, de 30.000 Tm de
PM, o más, a partir del 1 de enero de 2000, el Prestige estaba autorizado a operar en los Estados
Unidos hasta el 1 de enero de 2015 a condición de descargar en uno de los puertos autorizados por
la LOOP (Louisiana Oil Offshore Port), o en una de las cuatro zonas de descarga situadas a 60
millas de la costa: Southex, Gulfnex n° 2, Offshore Pascagoula n° 2, y South Sabine Point.
Asimismo, el Prestige estaba sometido al régimen especial de inspecciones, durante los
reconocimientos periódicos anuales, quinquenales e intermedios -Resolución A744 (18) de la OMI-
según el programa ESP (Enhanced Survey Program) de la IACS, desde el reconocimiento anual de
1996.
En el momento de su último viaje, el buque había sido cargado de acuerdo con lo dispuesto en el
apartado 4 de la regla 13 G del Convenio MARPOL, relativa a los tanques de lastre limpio, dejando
vacíos los tanques laterales 2 popa y 3 de ambos costados.
86
Certificado internacional de seguridad de material de armamento, y su inventario (Cargo
Ship Safety Equipment Certificate);
Certificado de exención de radiogoniómetro (Exemption Certificate);
Certificado internacional de seguridad radioeléctrica, con la ficha correspondiente (Cargo
Ship Safety Radio Certificate);
Certificado internacional de prevención de la contaminación por hidrocarburos (Certificado
IOPP, Internacional Oil Pollution Prevention Certificate) y su suplemento (modelo B para
petroleros);
Manual SOPEP (Shipboard Oil Pollution Emergency Plan) visado por ABS.
Por su parte, la sociedad de clasificación Bureau Veritas (BV, otra de las grandes clasificadoras,
perteneciente al grupo de las diez selectas sociedades integrantes de la IACS) había sido contratada
por el naviero para la certificación de acuerdo con el Código de Gestión de la Seguridad (conocido
en el ámbito internacional por las siglas ISM, International Safety Management). Con ese encargo,
el BV había emitido el correspondiente certificado, en nombre del Estado de Bahamas, que
garantizaba que el Prestige seguía todos los procedimientos de seguridad para prevenir la
posibilidad de un accidente, en fecha 19 de julio de 2001, con vigencia hasta el 20 de junio de 2006.
A dicho certificado le acompañaba, de acuerdo con lo dispuesto en el Código ISM, el documento de
seguridad que figuraba en la documentación a bordo del Prestige conforme al cual el buque
observaba todas las prescripciones del Código que le eran aplicables, documento emitido por BV el
25 de marzo de 1998, con vigencia hasta el 26 de febrero de 2003.
Ilustración 39.
Situación de Bahamas.
87
5.6 VERIFICACIÓN DE LA GESTIÓN DE LA SEGURIDAD Y
CERTIFICADO ISM
La verificación del sistema de gestión de la seguridad y prevención de la contaminación fue
realizada en el año 2001 por el BV, actuando por cuenta del Gobierno de la Commonwealth de
Bahamas, cuando la compañía naviera (la Compañía de acuerdo con la terminología del Código
ISM) se transformó en Universe Maritime Ltd. Se realizó una auditoría preliminar el 25 de febrero
de 2001 (de conformidad con el código ISM) a fin de verificar la documentación exigida, sin que
los inspectores del Bureau Veritas detectaran ninguna deficiencia. Así, emitieron un certificado
provisional el 31 de enero de 2001, válido hasta el 25 de julio de 2001. Antes de que caducara el
certificado provisional, el BV llevó a cabo el 20 de junio de 2001 una auditoría completa en la que
se constataron cinco no-conformidades relativas al seguimiento documental en la ejecución de
ciertos procedimientos. Advertido el capitán del buque sobre los procedimientos a seguir, el auditor
levantó las no-conformidades el 25 de noviembre de 2001.
La eficacia del Código ISM ha quedado en entredicho tras la experiencia del Prestige. No es la
primera vez que sucede. El Código ISM fue aprobado en noviembre de 1993 mediante la resolución
de la Asamblea de la IMO A.741(18); seis meses más tarde, por decisión adoptada por la
conferencia de países contratantes del convenio SOLAS, esa resolución se incorporó como Capítulo
IX del Convenio, con fecha escalonada de entrada en vigor, en función del tipo y tonelaje de los
buques, entre el 1 de julio de 1998 y el 1 de julio de 2002. Si bien el Código ISM predica que sus
objetivos consisten en promover procedimientos seguros en la operación y explotación de los
buques y un marco seguro de trabajo a bordo frente a todos los riesgos identificados o
identificables, incluyendo la preparación del personal para afrontar cualquier emergencia, en la
práctica su aplicación ha quedado reducida a una engorrosa documentación que sobre el papel
demuestra que la Compañía y el buque disponen de la organización y los mecanismos precisos para
prevenir y evitar los accidentes, tanto laborales como marítimos o medioambientales.
La escasa utilidad del Código ISM como garante de la prevención constituye una muestra del
fracaso conceptual en que se mueve la seguridad marítima en el concierto internacional. Ante cada
siniestro grave se reacciona con nuevas normas que imponen más controles o/y exigen dotar a los
buques con sofisticados equipos. El resultado es que crece la burocracia documental, fuente de
beneficios para las sociedades de clasificación y otras “organizaciones reconocidas”, y aumenta la
juguetería electrónica a bordo, sin que ello se traduzca en una auténtica mejora de la seguridad. La
razón constituye casi una obviedad: el factor humano que ha de gestionar y manejar esa
documentación y esos instrumentos trabaja en condiciones cada día más degradadas. Los navieros
se han amoldado a actuar como meros contables, con la vista encallada en el volumen anual de
beneficios y el pensamiento colgado de la cultura del dinero: hay que monetizar hasta el último
aliento de cuantos conforman la Compañía. Los capitanes y tripulantes, a su vez, se contratan de la
forma más económica posible, de preferencia cogidos a lazo en un país subdesarrollado en el que
opere alguna agencia de embarque vinculada a los avispados directivos de la naviera, porque así son
más dóciles y desconocen lo que significa reivindicar; hombres voluntariosos a quienes no se exige
otra cosa que unos horarios sin horas para que el barco esté siempre dispuesto a cambio de unas
infames condiciones de vida y trabajo a bordo.
Para cumplimentar los papeles necesarios se contrata a una “organización reconocida”, los talleres
de tierra instalan los juguetes electrónicos prescritos, y ya tenemos al buque certificado y bien
certificado. Sobre esa realidad, sintetizada en los buques de bandera de conveniencia y bien
conocida por todos los profesionales del mar, no se puede intervenir porque, según dicen, atentaría
contra la libre competencia, ese falso tótem erigido para estimular la codicia. La seguridad se confía
a los controles documentales y a algunos cachivaches electrónicos. Grave error en el que siguen
varadas la mayoría de las organizaciones internacionales, cuya ceguera ante los trapicheos que
facilitan las banderas de conveniencia se parece a la de esos animales de tiro que con los ojos
vendados dan vueltas interminables para mover una noria miserable.
88
5.7 LA CLASIFICACIÓN DEL BUQUE
El Prestige, como se dijo antes, estuvo durante toda su vida activa bajo la clasificación de la
American Bureau of Shipping. Esta sociedad ha hecho públicos todos los trabajos de reparación que
exigió al buque con motivo de los diferentes reconocimientos quinquenales a los que lo sometió.
Nos interesa destacar que desde 1991, en Curaçao (Antillas Holandesas), el petrolero había sufrido
reiteradas reparaciones en su parte central, entre las cuadernas 61 y 81. Así, en 1996, en los
astilleros de Constanza (Rumania), se le practicaron numerosas intervenciones en el conjunto de la
estructura, en particular en los tanques de lastre limpio laterales nº 3 de babor y estribor y los
tanques de lastre nº 2 popa, babor y estribor (que comprende las cuadernas 61 a 76). Y cinco años
más tarde, en Cantón se le renovaron 362 toneladas de acero en la estructura de esos mismos
tanques laterales de lastre limpio.
El reconocimiento especial que se realizó en Canton del 2 de abril al 19 de mayo de 2001 era el
quinto que se practicaba en el Prestige, de acuerdo con el reglamento de la IACS y de acuerdo con
lo previsto en la Resolución de la IMO A.774 (18), que obliga a los petroleros a observar un
programa mejorado de inspecciones (Enhanced Survey Programme, ESP). De acuerdo con las
informaciones suministradas por la propia ABS, dicho reconocimiento especial empezó en la boya
de amarre de Taiping, donde se desarrolló una primera inspección del casco y estructuras y se
realizaron las pruebas hidrostáticas de los tanques de carga y de lastre. Posteriormente, el día 11 de
abril, el buque entra en el astillero de COSCO (China Ocean Shipping Corporation) en Cantón,
donde se le renovaron 362 toneladas de acero de la estrctura de los tanques CBT 2 popa y 3, estribor
y babor. Aunque pueda parecer una cantidad considerable de acero renovado, se trata de menos del
2% del peso de la estructura del buque, “una cantidad muy modesta considerando la edad. Por tanto,
el restante 98 por ciento del acero tenía a sus espaldas 26 años de corrosión y fatiga, pero fue
considerado aceptable por los inspectores y el armador”43.
Según la auditoría ad hoc44 a la que se sometió ABS a petición propia, llevada a cabo tras el
accidente por técnicos de la IACS acompañados por observadores del Gobierno de Bahamas, la
OMI y la Comisión Europea (a la que fue invitada a participar España, que declinó el ofrecimiento
sin más explicación), la sociedad clasificadora del Prestige observó en todo momento los
procedimientos prescritos para este tipo de inspecciones: comprobó la idoneidad de todas las
empresas subcontratadas; vigiló y comprobó las mediciones de los escantillones de las planchas;
controló los procedimientos de reparación del astillero, los materiales utilizados y los trabajos de
soldadura. Ello no es obstáculo para que dichos trabajos puedan ser considerados como una de las
posibles causas de la avería del petrolero en la tarde del día 13 de noviembre de 2002, pero es cierto
que podría dejar fuera de cualquier responsabilidad a la sociedad de clasificación.
Con posterioridad a este reconocimiento especial, entre el 15 y el 26 de mayo de 2002, en Dubai,
ABS llevo a cabo la inspección anual del petrolero, revisando en concreto el estado general del
forro exterior del buque y las condiciones del motor principal y de los auxiliares. Según el informe
de la auditoría de la IACS, los tanques de lastre nº 2 de babor y estribor no fueron inspeccionados,
aunque deberían haberlo sido en aplicación de una enmienda introducida en el propio reglamento de
inspección de la ABS tras la experiencia del Erika, ya que ambos tanques son adyacentes a tanques
de carga dotados de dispositivos de calefacción y están sometidos por tanto a un mayor riesgo de
corrosión. Esta deficiencia detectada por la auditoría de la IACS no debe, sin embargo,
sobrevalorarse. Lo más probable es que, de haberse llevado a cabo dicho control, nada anormal se
hubiera detectado si tenemos en cuenta que la práctica totalidad de la estructura de esos tanques
había sido renovada hacía tan solo un año antes y que además el primer oficial del Prestige realizó
sendos reconocimientos internos de los tanques de lastre numero 2, babor y estribor, el 15 de
43
Rafael Gutiérrez Fraile, ingeniero naval y presidente del Grupo de Trabajo “Buques seguros para mares limpios” de la
Asociación Europea de Constructores y Reparadores Navales –AWES, Association of West European Shipbuilders- en
la revista “Ingeniería Naval”, de diciembre de 2002, páginas 21 a 23.
44
Ad Hoc audit Nº AH03, de 30 de enero de 2003
89
septiembre de 2002, y de los tanques de lastre número 3, babor y estribor, el día 30 de octubre,
encontrándolos todos ellos “in good condition”45.
45
Ireneo Maloto, primer oficial (Chief Officer) del Prestige desde el 23 de mayo de 2002 hasta que fue rescatado el día
15 de noviembre de 2002, en su declaración firmada el 22 de noviembre de 2002, “Statement on Salvage”.
46
The Oil Companies International Marine Forum (OCIMF), www.ocimf.com, es una asociación voluntaria de
compañías petroleras con intereses en el transporte maritimo y en las terminales de crudo y productos petrolíferos, cuya
misión, según sus propias palabras, es “ser la máxima autoridad sobre seguridad y medio ambiente en relación a los
buques petroleros y a las terminales portuarias, promoviendo mejoras continuas en los estándares de diseño y
operativos”.
47
El servicio de Guardacostas de Estados Unidos está considerado como el modelo más eficiente y eficaz para gestionar
todos los aspectos de la seguridad y el salvamento marítimo, de forma que su organización ha sido imitada, con matices
importantes, por países como Japón, Gran Bretaña, Australia o Nueva Zelanda.
90
5.10 EL COMERCIO MARÍTIMO DE FUEL PESADO
En los últimos tiempos, el Prestige estaba destinado al transporte de productos residuales de la
destilación del petróleo (fueles pesados), con origen en países de la extinta Unión Soviética. Dichos
productos son utilizados como combustible de las máquinas principales de los buques, o como
combustible de las centrales térmicas y algunas otras industrias. Con toda probabilidad, la carga del
Prestige en su último viaje había sido vendida en condiciones FOB (Free On Board) por el
conglomerado empresarial ruso Alfa-Group, perteneciente a Mijail Friedman, a una de sus filiales,
Crown Ressources, instalada en el cantón suizo de Zug, bien conocido por la permisividad de sus
autoridades ante los trapicheos y negocios societarios, y por su extremada discreción. Esta sociedad
filial, desaparecida a principios de 2003 mediante el recurso a un oportuno cambio de nombre, era
la encargada de vender el fuel en el mercado internacional, en condiciones CIF (Cost, Insurance
and Freight, Coste, Seguro y Flete), con el margen de beneficio pertinente, fletando el buque
necesario hasta su lugar de destino, Singapur con toda probabilidad, donde el fuel pesado se
cotizaba en el momento del accidente a 185 dólares americanos por tonelada, mientras que en
Rotterdam ese mismo producto no sobrepasaba los 125 dólares/tonelada.
Interesa, siquiera sea brevemente, destacar algunos aspectos sobre el transporte de fuel pesado:
Resulta un comercio creciente en los últimos años, con un aumento de las distancias a
recorrer entre los puertos de origen y destino, lo que ha provocado un aumento del tonelaje
de los buques destinados a su transporte.
Por el bajo precio del producto y por su gran viscosidad, los buques que se destinan a este
tipo de cargamentos son los buques más viejos del mercado, abanderados en paraísos
fiscales, con tripulaciones procedentes del tercer mundo, buques ya amortizados que pueden
ofrecer un bajo nivel de precios por el flete.
No puede sorprender, en esa situación, que en los últimos años hayan habido diversos
accidentes similares al del Prestige, de buques cargados con fuel pesado: Nakhodka (1997),
Erika (1999), Baltic Carrier (2001), Pindar, y Princess Pia (2002), habiendo cargado los
cuatro últimos en puertos del Mar Báltico, en condiciones parecidas a las del Prestige.
La cantidad de productos petrolíferos cargados en la zona del Báltico, particularmente fueles
pesados, ha aumentado de forma significativa en los últimos años. En el año 2000 los países
de la antigua URSS en esa zona exportaron por vía marítima más de 29 millones de
toneladas de fuel, por delante de la zona de Oriente Próximo (27 millones de toneladas), y
de América Latina (10 millones de toneladas). El propietario real de la carga del Prestige,
Alfa-Group, habría exportado durante el año 2001 alrededor de 25 millones de toneladas,
todas ellas a través de sociedades intermediarias, como Crown Ressources, más o menos
vinculadas al grupo.
91
6.-EL ÚLTIMO VIAJE
A finales de mayo de 2002, el Prestige abandonó el puerto de Fujairah (Emiratos Árabes Unidos),
donde había permanecido durante 35 días a espera de órdenes, para dirigirse a San Petersburgo, vía
Suez y Gibraltar. Llegó a San Petersburgo el día 22 de junio y allí permaneció fondeado durante
128 días durante los cuales se dedicó a labores de almacén flotante: las gabarras cargadas se le
abarloaban por estribor y los buques a cargar lo hacían por el costado de babor. En los últimos días
las gabarras le transbordaron sucesivas partidas de fuel-oil pesado, tipo M-100, de densidad 0,993,
que el propio buque había de transportar48. Para ello se le colocaron cuatro grandes defensas en cada
costado, del tipo conocido como “Yokohama”, que el Prestige conservará hasta el día 7 de
noviembre, cuando se detuvo durante unas 12 horas en el puerto danés de Kjeterminde, antes de
atravesar el paso de Skagenrat. Las defensas conocidas como “Yokohama” son unos cilindros de
goma con los extremos redondeados cuyos tamaños oscilan entre 1 x 0,5 metros y 30 kilos de peso,
hasta 12 x 4,5 metros con un peso total (cadenas y defensa) de 12.400 kilos49.
El B/T Prestige abandonó San Petersburgo el día 30 de octubre de 2002, al mando del capitán
Apóstolos Mangouras, enrolado el día 13 de septiembre, para dirigirse al puerto letón de Ventspils
donde había de completar su cargamento. Mangouras conocía bien el buque porque lo había
mandado en distintos períodos desde enero del año 2000 y, sobre todo, porque había vivido a bordo
la reparación que el petrolero realizó en Cantón entre abril y junio de 2002.
El día 1 de noviembre fondeó en la rada de Ventspils. Allí se le abarloó el petrolero maltés
Gudermes para transbordarle unas 30.000 T de fuel, operación que finalizó durante la madrugada
del día 5 de noviembre. Ese mismo día, sobre las 15.00 horas, el Prestige partió de Ventspils hacia
Gibraltar, a espera de las órdenes concretas sobre su puerto de destino (to Gibraltar for orders). Esa
indeterminación del puerto de destino, habitual en el transporte marítimo de hidrocarburos, explica
que el Prestige tuviera anotado en su Cuaderno de Bitácora que se dirigía a Gibraltar o Port Said;
que informara el día 11 de noviembre a la torre de control de tráfico de Ouessant, CROS Corsen
(Francia), que su destino era Gibraltar; y que a las autoridades españolas, en el momento de la
primera avería, el día 13 de noviembre, les informara que el puerto de destino era Singapur.
48
Las características del fuel cargado por el Prestige fueron analizadas y hechas públicas por el CEDRE (Centre de
Documentation de Recherche et d’experimentations sur les pollutions accidentelles des eaux), www.le-cedre.fr. Este
organismo francés, un prestigioso instituto sobre investigación de la contaminación, ha sido convertido por el Gobierno
español en “experto mundial en seguridad marítima” por el mero hecho de que el director del CEDRE ha manifestado
su comprensión con la decisión de alejar el Prestige.
49
“Manual for Yokohama Pneumatic Rubber Fenders”, publicado en Japón por The Yokohama Rubber co. Ltd. La
edición que he manejado se publicó en 1988.
92
La carga del Prestige, de acuerdo con la documentación a bordo firmada por el primer oficial,
encargado en los buques mercantes del control y estiba de la carga, estaba formada por 76.973
toneladas de fuel pesado, distribuido de la siguiente manera:
Ilustración 40.
Situación y denominación de los tanques del Prestige.
93
Vizcaya, el Prestige encontró vientos de componente oeste de fuerza 8 a 10 de la escala Beaufort,
con mar gruesa por el costado de estribor. Y en esas condiciones, que no le permitían una velocidad
más allá de los 9-9,5 nudos, entró en el DST de Finisterre, donde tuvo que reducir su velocidad e
incluso, sobre el mediodía del día 13 de noviembre, hubo de capear durante al menos media hora a
causa de las olas rompientes que le azotaban, algunas de más de 8 metros 50. La razón de esta
maniobra la explica así el primer oficial en su declaración sobre el salvamento del buque:
En la mañana del 13 de noviembre me dirigí hacia proa para trincar la escala real del costado
de estribor, que se había aflojado. Para poderlo hacer, hube de poner la proa del Prestige
encarada al mar, ya que el buque sufría grandes balances y las olas que rompían sobre
cubierta hubieran impedido realizar cualquier trabajo51.
Ilustración 41.
Situación inicial de los tanques afectados del buque Prestige.
No cabe sospechar en los siete días de navegación que realizó el Prestige entre los estrechos
daneses y Finisterre ninguna anomalía en el buque que pudiera ser detectada por su dotación. El
viaje estaba siendo duro, con balances transversales que podían alcanzar los 30 grados, pero todo se
desarrollaba a bordo con total normalidad. La afirmación que se hace en el informe realizado por el
Colegio de Ingenieros Navales de España, de que el Prestige sufrió una avería en las horas previas a
que lanzara su primer mensaje de socorro, pretendiendo así sembrar la sospecha de que su capitán
ocultó información a las autoridades españolas, carece de todo fundamento y sólo cabe atribuirlo al
desconocimiento de sus autores sobre la práctica de la navegación 52. Ese mismo informe recoge la
sospecha de que el buque salió sobrecalado de Ventspils, presunción que no se sostiene a la luz de
los datos reales de carga del Prestige y de la densidad del agua en el puerto de Ventspìls, que los
autores del informe ignoraban. El buque salió de Ventspils, según anotó el primer oficial del buque,
con un calado de 13,88 metros en ambas cabezas.
En la tarde del día 13 de noviembre, sobre las 15.10 horas, el buque Prestige informa a la torre de
control de tráfico marítimo de Finisterre que debido a un fuerte impacto se ha abierto una vía de
agua en el costado de estribor, entre los tanques laterales 2 y 3, destinados a lastre limpio y vacíos
en esos momentos.
50
A las 11.00 horas del día 13 de noviembre, el Prestige se encuentra, según el Cuaderno de Bitácora en posición
43°16,5’N y 009°55,9’W, navegando hacia el sur a un a velocidad de 9 nudos; a mediodía (12.00 horas) el buque se
encuentra en 43°25,6’N y 009°52,6W lo que quiere decir que desde la posición anterior ha navegado con rumbo casi
norte (013) a una velocidad de 9,3 nudos. El Cuaderno de Bitácora del buque no recoge este cambio de rumbo para
capear el temporal, extremo por otra parte no infrecuente en la práctica de la navegación mercante.
51
Punto 10 de la declaración firmada por Ireneo Maloto el 22 de noviembre de 2002. La traducción es mía, JZT.
52
“Colegio Oficial de Ingenieros Navales y Oceánicos, Comisión para el estudio del desastre del Prestige. Informe
preliminar. Madrid, 20 de febrero de 2003”, páginas 7 y siguientes.
94
Ilustración 42.
Situación de los tanques después del accidente.
Todos los tripulantes coinciden en sus declaraciones. Todos oyeron un estrépito, que algunos
comparan a algo parecido a una explosión, un gran estruendo que a todos llenó de temor. Tras el
impacto, el buque escora con gran rapidez hacia el costado de estribor. El capitán reacciona con
diligencia y deduce que la vía de agua está provocando una grave inundación, que él calcula en mil
toneladas de agua por minuto, cuya consecuencia es una escora permanente de unos 25 grados que
coloca al buque en riesgo inminente de zozobrar. De acuerdo con esa opinión profesional y experta
hemos de concluir que la vía de agua, probablemente fruto del desprendimiento de una o varias
planchas del forro exterior, afectaba a los tanques laterales 2 popa y 3 de estribor.
Ilustración 43.
Situación de los tanques después de la maniobra de adrizamiento.
Por efecto del impacto han saltado los tapines (unos cierres circulares de entre 15 y 20 cms. de
diámetro) de las tapas de los tanques de carga y se ha derramado una cierta cantidad de fuel al mar.
Es posible que saltaran también las propias tapas de algunos tanques de carga, y que incluso, como
sostiene el capitán, pudieran abrirse por compresión lateral algunos registros conocidos como
butterworth, unas aberturas situadas en la cubierta, de unos 35-40 cms. de diámetro, utilizadas para
la limpieza de los tanques con agua caliente, mediante unas máquinas llamadas butter. A estas
95
fuentes del derrame inicial hemos de añadir, como hipótesis probable, buena parte del fuel que
permanecía en las líneas de carga que se rompieron por el impacto y que podemos estimar entre 200
y 300 toneladas.
La forma intermitente con que salía el fuel, avalada por el patrón del remolcador Ría de Vigo,
testigo presencial, que declara ante el Juzgado, el día 28 de noviembre de 2002, que “había
momentos que parecía que echaba más que otros”; la cantidad poco relevante de carga derramada
en las horas siguientes a la avería del buque, que la fuente más solvente en la materia, el IOPC
Fund53, estimó en un máximo de 1.000 toneladas; el hecho incontestable de que no se observaban
pérdidas de fuel en la mañana del día 14 de noviembre, cuando el Prestige llegó a estar a unas
cuatro millas de la costa; y que posteriormente, navegando hacía el noroeste, “perdía muy poco
fuel”, tal como declaró el funcionario Serafín Díaz Regueiro ante el Juzgado el día 28 de noviembre
de 2002, permiten descartar la posibilidad de que la avería sufrida a las 15.10 horas del día 13 de
noviembre afectara a los tanques de carga. Estos permanecían intactos. Según todas las evidencias,
los tanques centrales de carga no llegaron a resquebrajarse hasta la tarde del día 15 de noviembre.
Ilustración 44.
Evolución de la avería del buque Prestige.
96
Salvage, el capitán y los armadores del Prestige, la Capitanía Marítima de La Coruña, el Centro de
Logística y Servicios Marítimos (CELSEM-UPC), la universidad de La Coruña, la IMO (que
declinó la invitación en protesta por los enfrentamientos con la UE a causa de los intentos de ésta de
iniciar una política propia de seguridad marítima), la IACS, la Asociación Europea de Armadores
(ECSA), la Organización de Puertos Europeos (ESPO), la Federación Europea de Trabajadores del
Transporte (ETF), la Agencia Europea de Seguridad Marítima (EMSA), la World Wildlife Fund
(WWF), el Comité de Aseguradores Europeos (CEA-Insurance companies), y la Asociación
Internacional de Armadores Independientes de Buques/Tanque (INTERTANKO).
¿Por qué se produjo ese fallo estructural? Tal vez nunca lo sabremos con certeza porque las pruebas
que nos permitirían llegar a conclusiones definitivas se hallan a 3.700 metros bajo el mar. Por tanto
nos hemos de mover en el terreno de las hipótesis.
Podemos descartar, sin embargo, algunas conjeturas lanzadas en los primeros días tras el accidente:
El buque no colisionó con algún objeto flotante arrastrado por el oleaje, ni contenedor a la
deriva, ni tronco, ni tubería. En primer lugar porque, salvo la posibilidad del contenedor, ni
un tronco de madera, ni una tubería podían producir el tipo de avería que sufrió el buque.
Tampoco un contenedor hubiera podido causar un boquete bajo la línea de flotación del
Prestige por donde entraran unas mil toneladas de agua por minuto.
El buque no sufrió ninguna explosión interna. Aunque la hipótesis resulta factible si
consideramos que la atmósfera existente en los tanques de lastre vacíos pudiera contener una
proporción explosiva de gases inflamables procedentes de la evaporación superficial de la
carga, y que la chispa necesaria para la ignición pudo producirse por el roce de cualquier
elemento de refuerzo de la estructura que se hubiera zafado de alguno de sus anclajes, tal
explosión debería haber hecho saltar el techo de los tanques, es decir la parte
correspondiente de la cubierta del petrolero, hecho que no se produjo y que lleva de forma
concluyente a descartar esa hipótesis.
Ilustración 45.
Hipótesis inicial del accidente del buque.
El origen de la debilidad estructural del buque, que combinada con el impacto de una gran ola
rompiente o simplemente con los esfuerzos soportados durante la navegación con mar dura, podrían
explicar la avería inicial del Prestige, se articula en torno a diversas hipótesis no excluyentes, de
forma que pudieran haberse combinado entre sí para producir el daño. Veámoslas.
97
La investigación llevada a cabo por BEAmer (Bureau Enquêtes-Accident/mer), por cuenta
de la Administración francesa, sostiene que los procedimientos de construcción que se
utilizaron en el Prestige, en 1976, reglamentarios en aquel momento, se demostró con el
tiempo que provocaban la aparición de una serie de puntos débiles en la estructura 54. Alguno
de estos puntos pudo causar la avería, teniendo en cuenta que las reparaciones efectuadas en
mayo de 2001, en Cantón, renovaron una parte de esa estructura, pero dejaron otras intactas.
Una segunda hipótesis sobre el origen de la debilidad estructural del Prestige hace
referencia a los esfuerzos de dilatación y contracción que soportan los mamparos y los
elementos de refuerzo de los mismos por la diferencia de temperaturas entre la carga,
calentada a más de 50 grados para mantenerla en un estado menos viscoso, y la temperatura
exterior, del agua de mar y de la atmósfera, que rondaba en aquellos días temperaturas
próximas a los 0 grados. De esos esfuerzos “puede resultar un foco predispuesto a originar
inicios de grietas subyacentes que, en un determinado momento, unido al temporal, pueden
desarrollarse y colapsar un área”55.
Una tercera hipótesis alude a los puntos débiles que se producen en una estructura cuando se
combinan aceros nuevos con aceros envejecidos. Así, algunos accidentes no muy lejanos (el
del buque español Luchana, por ejemplo, que se partió frente al puerto de Avilés en 1984) se
atribuyeron a la derivación de esfuerzos estructurales provocada por una gran reparación en
la que se incorporaron a una estructura vieja partes de acero nuevo56.
A todo ello se suman algunos factores conjeturales que se refieren a la calidad de la
reparación efectuada en Cantón, y en concreto a la calidad de las soldaduras; a la fatiga que
pudo producir en algunas partes de los costados el continuo esfuerzo que soportó el Prestige
mientras cargaba en San Petersburgo y Ventspils a través de buques y gabarras que se le
abarloaban; y por último, a la posible corrosión indetectada en algunas planchas de los
tanques laterales de lastre limpio, o a la fatiga de esas mismas planchas tras más de 26 años
en la mar. El informe elaborado por una comisión ad hoc del Colegio de Ingenieros Navales
afirma, apuntando en todas direcciones para no equivocarse, que las causas principales del
desastre fueron que “el buque falló bajo condiciones normales de operación por un punto en
que su estructura estaba gravemente debilitada, fruto de uno o más de los siguientes
factores: la edad del buque, un mantenimiento insuficiente, una reparación defectuosa y/o
unas inspecciones benevolentes”.
54
“Perte totale suite a averie de coque du petrolier bahameen Prestige survenue dans l’ouest de la Galice 13-19
novembre de 2002. Contribution provisoire au rapport d’enquête technique”. Este informe fue realizado de acuerdo con
la legislación francesa (Ley 2002-3, de 3 de enero de 2002), y está fechado en Paris el 17 de febrero de 2003.
55
Esta hipótesis es defendida por Manuel Colomar Masjoan, jefe de máquinas de la marina mercante e inspector
durante años de una importante sociedad de clasificación, en su informe “Posibles causas técnicas de la avería del
petrolero Prestige”. Manuel Colomar estima que el desprendimiento de chapa del forro que se produjo a las 15.10 horas
del día 13 de noviembre afectaba a unos 20 metros cuadrados.
56
Esta causa se menciona expresamente como objeto de investigación para averiguar lo sucedido en el Prestige en la
declaración pública del Gobierno de Bahamas, de fecha 29 de enero de 2003.
98
Ilustración 46.
Detalle del punto de contacto y avería en la toma de combustible.
Resulta probable que la avería desencadenada en la tarde del día 13 de noviembre se debiera a una
combinación de todas o de algunas de las hipótesis apuntadas.
99
quedó destrozado el bote de salvamento de estribor, que pendía de unos pescantes situados a casi 7
metros del nivel del mar.
La determinación del capitán Apóstolos Mangouras de inundar los tanques de babor ha sido
cuestionada en algunos medios durante los meses posteriores al naufragio del Prestige. Sin duda se
trata de una decisión discutible en el plano teórico, pero irrefutable y demostrativa de la calidad
profesional del capitán del Prestige si tenemos en cuenta las circunstancias y las razones que le
condujeron a tomar esa decisión. Era imprescindible corregir la escora permanente para detener el
derrame contaminante que salía por los tapines y, tal vez, por las tapas de los tanques de carga, y
para mantener alguna esperanza de que el buque no diera la vuelta y se hundiera en medio del
temporal. Y la única forma viable en aquellos momentos de espanto era inundar por gravedad los
tanques de lastre de babor. No era posible trasvasar carga a esos tanques de lastre porque están
incomunicados, ni era posible trasegar carga de los tanques de estribor a los de babor porque, con
excepción del tanque 1 central, inservible a efectos de alterar la escora, todos los tanques de carga
estaban al límite de su capacidad; y tampoco era posible descargar al mar de forma intencionada,
aunque justificada sin duda, parte de la carga de los tanques laterales 1 y 4 estribor, porque no había
energía a bordo para accionar las bombas necesarias, y aunque se hubiera contado con energía
resultaba imposible que unos hombres pudieran abrir las válvulas correspondientes, situadas en la
zona donde se había abierto la vía de agua59. La única opción, como Mangouras supo ver con
presteza, consistía en inundar por gravedad los tanques intactos de babor, aunque para ello hubiera
de arriesgar el trabajo de algunos tripulantes. Las fotos tomadas desde helicóptero que muestran a
los hombres abriendo las válvulas de fondo de los tanques 2 popa y 3 de babor resultan más
ilustrativas que cualquier descripción que pudiera hacerse del ímprobo trabajo que tuvieron que
acometer.
Esa decisión tenía además otra consecuencia que el capitán Mangouras valoró como es debido: se
sometía al buque a unos esfuerzos que sobrepasaban los momentos flectores y los esfuerzos
cortantes admitidos. Pero eso constituía un riesgo menor y aceptable. El capitán del Prestige, como
saben todos los profesionales, no ignoraba que los límites teóricos calculados para la estructura de
un buque, como los límites de peso de un ascensor, o de carga de un vehículo de transporte, poseen
un amplio margen antes de llegar al punto crítico, de forma que era razonable prever que aún con
ese exceso de peso –el buque sumergió la marca del máximo calado permitido- el Prestige pudiera
mantenerse a flote y navegar hasta aguas tranquilas donde poder descargar el fuel y recobrar la
normalidad de los parámetros alterados por la emergencia. El estado de necesidad de aquellos
momentos –buque en peligro inminente de hundimiento, derramando al mar un producto
contaminante- amparaba su decisión, que sólo puede calificarse de atinada.
El capitán hizo lo mejor que podía hacerse en aquellas circunstancias, y los posteriores
acontecimientos confirmaron la sensatez de sus decisiones. Por eso los elogios al comportamiento
profesional de Apóstolos Mangouras que manifestaron tanto los técnicos de Smit Salvage, como los
representantes de los aseguradores de Londres y los profesionales que intervinieron en el Hearing
del Parlamento europeo sobre la catástrofe del Prestige, los días 19 y 20 de marzo de 2003; y de ahí
también, por citar un ejemplo, la nota pública de la Asociación Europea de Regiones Marítimas,
AMRIE (The Alliance of Maritime Regional Interest in Europe), fechada en marzo de 2003, que
afirma sin rodeos, refiriéndose al capitán del Prestige, que “es intolerable haberle mantenido en
prisión durante 84 días por las faltas y errores de otros”.
Cuando los helicópteros de salvamento están finalizando la operación de rescate de la tripulación,
Apóstolos Mangouras ya sabe que ha tenido éxito la operación de abrir las válvulas de fondo y que
59
El apartado a) de la Regla 11 del Anexo 1 del Convenio MARPOL vigente establece que las descargas de
hidrocarburos o de mezclas oleosas en el mar, prohibidas en la Regla 9.1ª, están permitidas “cuando sea necesario para
proteger la seguridad del buque o para salvar vidas en el mar”. Esta misma formulación viene reiterada en el apartado
b.i) de la Regla 11, que autoriza “la descarga en el mar de hidrocarburos o de mezclas oleosas resultante de averías
sufridas por un buque o sus equipos, siempre que después de producirse la avería o de descubrirse la descarga se
hubieran tomado toda suerte de precauciones razonables para atajar o reducir a un mínimo tal descarga”
100
los tanques de babor se están inundando con el consiguiente adrizamiento del buque, que
conservará hasta el día 19 una pequeña escora permanente de entre 2 y 5 grados. Decide entonces
permanecer a bordo, actitud en la que le secundan el jefe de máquinas, Nikolaos Argyropoulos, y el
primer oficial del buque, Ireneo Maloto. Nadie le hubiera reprochado al capitán que abandonara en
último lugar el buque herido y sin máquinas, pero Apóstolos Mangouras, que de haberse marchado
en el helicóptero junto a los últimos tripulantes rescatados, sobre las 17.50 horas del día 13 de
noviembre, de nada podría haber sido acusado y se hubiera ahorrado el calvario padecido, cree que
existe una posibilidad de salvar el buque y sobre todo de evitar la tragedia de una marea negra de
grandes proporciones. Y resuelve que ha de quedarse a bordo. Un emocionado Mangouras me
confesaba a mediados de junio de 2003, la primera vez que nos vimos, en el CELSEM-UPC,
“Captain –hablamos en inglés y los griegos, como los portugueses, son muy ceremoniosos- en
aquellos momentos no pensé en el armador, ni en el buque, ni siquiera en mí mismo. Pensé en el
mar contaminado. En eso pensé cuando decidí permanecer en mi puesto”.
60
Very High Frecuency (VHF), banda radioeléctrca de alta frecuencia y de alcance limitado utilizado en los buques para
hablar con las autoridades y consignatarios cuando se aproximan a puerto, o para hablar entre buques cercanos.
101
Ilustración 47.
Boletín informativo “El Gobierno Informa”.
¿Qué está pasando? El Ministerio de Fomento explica en una nota pública fechada el día 15 de
enero (más de dos meses después del accidente) que “a las 18 horas del día 13 de noviembre”, el
director general de la marina mercante, “ante la falta de colaboración del Prestige”, llama por
teléfono al presidente de Remolcanosa, el señor José Silveira Cañizares, para recordarle
“expresamente los compromisos adquiridos por su empresa”. Hay que leer varias veces esa nota
oficial del día 15 de enero, redactada en la tranquilidad de los despachos ministeriales 63 días
después de los hechos que cuenta, para intentar comprender alguna cosa. Veamos: a las 18 horas del
día 13 de noviembre, según demuestran las pantallas de radar de la Torre de Finisterre, el Ría de
Vigo se encontraba a unas 5 millas al Este de la posición del Prestige, y navegaba hacia su
encuentro.
102
Ilustración 48.
Boletín informativo “El Gobierno Informa”.
Hablar en esos momentos de falta de colaboración del Prestige resulta, además de una
contradicción literal (quien no colaboraba, en todo caso, era la dotación del petrolero, o su capitán,
no el conjunto de hierros malheridos que constituían en aquellos momentos el Prestige), una prueba
de la estulticia de nuestras autoridades marítimas, que invita a pensar en todo tipo de
irregularidades. El propio ministro Francisco Álvarez-Cascos anunció en su comparecencia en el
Congreso de los Diputados, el día 10 de diciembre de 2002, que se había abierto un expediente a
Remolcanosa por su incumplimiento contractual en la actuación del auxilio al B/T Prestige. De ese
expediente nada más se ha vuelto a saber. Sin embargo, de forma sorprendente, sólo un día después
de la comparecencia de Álvarez-Cascos en el Congreso de los Diputados, el Boletín Oficial del
Estado publicó una resolución por la que se contratan para el año 2003 con Remolcanosa los
servicios del Ría de Vigo para las tareas de salvamento público por 1.337.000 euros anuales.
103
Ilustración 49.
Boletín informativo “El Gobierno Informa”.
No pudo haber falta de colaboración de los tripulantes del Prestige, que estaban siendo evacuados
por aire, ni de los hombres que decidieron permanecer a bordo en espera de auxilio que evitara la
catástrofe. ¿Por qué se dirige, a esa hora, el director general de la marina mercante al propietario de
la empresa de remolcadores contratada? ¿Qué “compromisos adquiridos” le está recordando? O
mucho más fácil, ¿por qué no habló con el capitán del buque para interesarse por su estado y
transmitirle las instrucciones que considerara oportunas? La respuesta está en lo que aconteció en
las siguientes horas.
104
Ilustración 50.
Boletín informativo “El Gobierno Informa”.
El propietario del remolcador Ría de Vigo, identificado como barco público de salvamento, pero
actuando como caza-recompensas privado61, negocia a través de la firma holandesa Smit Salvage
(perteciente al conocido grupo holandés Smit Tak) un magnífico contrato de salvamento, modelo
LOF 2000 (Lloyd’s Open Form) que si todo sale bien habrá de reportarle varios millones de Euros
de beneficio neto, y que si todo sale mal le permitirá, mediante la cláusula Scopic (Special
Compensation Protection and Indemnity Clause), añadida al contrato, recuperar todos los gastos
invertidos en la operación más un beneficio razonable (pongamos un 15%). El LOF es un modelo
de contrato estandarizado que se basa en dos simples acuerdos: el principio de que si no hay
salvamento, nada hay que pagar (el conocido principio no cure, no pay), y el pacto de que sean los
expertos del Lloyd’s quienes arbitren sobre la recompensa final del salvamento, si éste ha resultado
exitoso, con el único límite del valor total de los bienes salvados (buque, carga y flete). A raíz del
accidente del Amoco Cádiz se añadió la cláusula Scopic, que permite a los salvadores, aunque no
haya resultado útil, cobrar todos los gastos realizados en el intento, más un beneficio razonable, a
fin de evitar o minimizar las consecuencias contaminantes del accidente.
Las autoridades españolas saben lo que está pasando, de hecho presionan al capitán del Prestige
para que consienta el remolque, como si el negocio privado del tándem Smit Salvage/Remolcanosa
fuera un asunto público, y le permiten, sin poner inconveniente o reparo alguno, comunicar con su
armador para tratar sobre ello. Digámoslo claramente: el Ría de Vigo estaba allí para ejecutar un
buen negocio amparado por la apariencia de autoridad que le otorgaba Sasemar.
Conviene destacar aquí que la respuesta atribuida por las autoridades españolas al capitán
Mangouras de que sólo obedecía órdenes de su armador, respuesta, o más bien desafío, que fue
proclamada como la prueba palmaria de la desobediencia presunta del capitán a las órdenes de las
autoridades marítimas españolas, nunca fue pronunciada por éste. Los indicios del delito de
desobediencia del capitán Mangouras en que se basó el juez instructor, y con posterioridad la
Audiencia Provincial de La Coruña al rechazar el recurso sobre la fianza impuesta por el Juez,
61
Dicho sea sin ánimo negativo alguno. Resulta legítimo el interés de la industria privada de salvamento para conseguir
los contratos que permitan continuar y mejorar la actividad de las empresas.
105
tenían como pieza clave esa falsa contestación. La Jurisdicción fue inducida dolosamente por las
autoridades, mediante la falsificación de la verdad, a considerar a Mangouras como presunto autor
de un delito inexistente. De ahí que el Ministerio de Fomento tardara casi dos meses en entregar al
Juzgado las cintas grabadas de las conversaciones entre el capitán del Prestige y la torre de
Finisterre. Como afirma el catedrático de Derecho Penal Carlos Martínez-Buján, “lo que no se
entiende es que ese retraso no hubiese propiciado la apertura de diligencias penales: sobre todo si se
tiene en cuenta que la transcripción inicial no coincidía exactamente con el verdadero contenido de
las cintas y que la situación procesal de Mangouras dependía en buena medida de ello”.
La transcripción de las cintas con las conversaciones mantenidas por el capitán del Prestige con la
torre de control de Finisterre demuestran que lo que dijo Apóstolos Mangouras cuando le preguntan
por el remolque es que el patrón del remolcador “obedece órdenes de su armador, no las mías”. Los
tres marinos que permanecieron en el Prestige, jugándose la vida en un buque inerme en medio de
un temporal, esperan ansiosamente el auxilio que se les pueda prestar desde tierra. De hecho,
cuando se cierra el contrato de salvamento –un contrato ilegal, a la vista del contrato en
exclusividad que liga al Ría de Vigo con Sasemar, permitido sino fomentado por las autoridades-
sobre las 20.30-21.00 horas de ese fatídico 13 de noviembre, y el remolcador se apresta al fin a dar
remolque al Prestige, el capitán, el jefe de máquinas y el primer oficial del buque se trasladarán al
castillo de proa para cooperar en la maniobra.
Tardaron casi media hora en recorrer los 200 metros de cubierta que separan la zona de habilitación,
en popa, de la proa del buque, 200 metros batidos por las olas, cubiertos de fuel, iluminándose con
linternas. No hubieran podido andar ese trecho con el buque escorado 25 grados a estribor, pero
sobre las 22.00 horas el Prestige está ya casi adrizado. Más que cualquier otra argumentación, ese
comportamiento del capitán demuestra su voluntad de colaborar en el salvamento del buque más
allá de sus obligaciones profesionales. Nadie puede exigir que un capitán se ponga a realizar tareas
de mozo de cubierta o marinero. Su misión es otra. Correspondía al Ría de Vigo aportar los
marineros necesarios para embarcar en el buque a socorrer y afirmar el tren de remolque, lo que se
conoce como “tripulación de presa”.
Como prueba del hecho de que el Ría de Vigo no comenzó a actuar hasta recibir la orden procedente
de Smit Salvage basta citar el fax recibido de esta empresa en la sede del naviero del Prestige, a las
20.49 horas del día 13 de noviembre, en el que Smit Salvage les comunica que “pueden instruir a su
capitán para que haga firme el remolque al Ría de Vigo con objeto de comenzar la operación”. O el
fax enviado por Smit Salvage el día 14 de noviembre, en respuesta a la queja de Universe Maritime
por el retraso en que se desarrolló la operación, en que Smit Salvage se justifica alegando que “el
remolcador de la autoridad costera Ría de Vigo fue enviado al lugar cuando su Compañía concedió
el contrato LOF 2000 a Smit Salvage”.
A la vista de esa documentación no cabe duda de que el remolcador Ría de Vigo actuó siempre por
cuenta de la empresa holandesa con la aquiescencia cómplice de las autoridades españolas. Así
pues, el ministro Álvarez-Cascos mintió en el Congreso de los Diputados cuando en su
comparecencia del día 10 de diciembre de 2002 afirmó que: “A las 18.30 horas, el primero de los
remolcadores enviados, el Ría de Vigo, llegó a la proximidad del buque Prestige. Una vez al
costado, requirió al capitán para hacer firme el remolque, no colaborando éste, según su respuesta,
hasta recibir las órdenes oportunas del armador”. El Ria de Vigo nunca requirió al capitán del
Prestige para afirmar el remolque y la respuesta atribuida a Mangouras constituye un embuste.
Por lo acaecido en esas tres horas, desde las 18.00 a las 21.00 del 13 de noviembre, se acusa al
capitán del Prestige de desobedecer, de no haber querido tomar el remolque que le exigían las
autoridades marítimas. Durante muchos días, Apóstolos Mangouras no podía entender la razón de
su encarcelamiento. Ni se le puede responsabilizar a él del fallo estructural del buque para el que
fue contratado (no olvidemos además que el Prestige contaba con toda la documentación en regla),
ni él podía ser consciente de desobediencia (u obstrucción) alguna, porque ninguna desobediencia
pudo producirse. Incluso el Capitán Marítimo de La Coruña, en los días de la tragedia del Prestige,
106
Ángel del Real, el mismo funcionario que denunció a Apóstolos Mangouras como autor de un delito
de desobediencia, declaró ante el Juez de Corcubión, con calculado cinismo, que era posible que el
capitán “no tuviera conciencia de que estaba desobedeciendo órdenes”.
107
reconociendo el Sr. Del Real en sus declaraciones que desconocía el estado y condición del
petrolero.
Aunque han pretendido en algunos momentos hacer creer otra cosa, todos los datos disponibles y
los hechos constatados demuestran que la determinación de alejar el buque hacia-nadie-sabe-donde
la tomaron las autoridades españolas en la misma tarde del accidente. Ello queda demostrado en
diversos documentos que no dejan resquicio a duda alguna. En primer lugar, dos notas oficiales del
Ministerio de Fomento, fechadas ambas el mismo día 13 de noviembre, en que el Gobierno afirma
que las labores de remolque activadas “tienen como objetivo alejar al petrolero de la costa”
(primera nota), y que “la solución que se ha considerado más adecuada es la de dirigir el buque mar
adentro para minimizar posibles daños” (segunda nota). En segundo lugar, el fax que, a las 21.30
horas del día 13 de noviembre, Sasemar envió a Universe Maritime requiriendo que ordenaran al
capitán del Prestige “que haga firme el remolque que le envíe el Ría de Vigo a fin de mantener el
buque lejos de la costa española”. Estos documentos desmienten por completo la aseveración del
Gobierno español ante el Parlamento europeo de que se analizaron diversas posibilidades para
gestionar la crisis. No hubo tal. La decisión estaba ya tomada en la tarde del día 13 de noviembre,
antes de conocer los daños que padecía el petrolero y antes de recabar opinión técnica alguna.
En una nota oficial del Gobierno, con fecha 17 de noviembre de 2002, el Ministerio de Fomento
afirma que “la decisión de la Administración Española de mantener alejado el buque de la costa
tuvo su fundamento en tratar de alejar la fuente de contaminación de la costa española, lo cual era
especialmente importante si se diera el caso de nuevas grietas en los tanques del barco o incluso
llegara a producirse la rotura del buque”. En el mismo sentido se manifiesta ante el Juzgado de
Corcubión el entonces Capitán Marítimo de La Coruña, Angel del Real, quien en su declaración del
28 de noviembre de 2002 afirma que la orden de alejamiento se tomó porque el Prestige constituía
“un peligro inminente y le pareció lo más apropiado”
Carlos Martínez-Buján Pérez, catedrático de Derecho Penal de la universidad de La Coruña,
reflexionando sobre la responsabilidad penal del Gobierno por haber tomado la imprudente decisión
de alejar el petrolero, afirma en un sólido y bien documentado artículo que el argumento esgrimido
por el Gobierno “se vuelve en contra de la decisión de nuestras autoridades, puesto que si pensaron
que existía riesgo de hundimiento en la maniobra de trasladar el barco a un lugar de refugio, a
fortiori tenían que ser conscientes de que concurrían muchísimas posibilidades más de que se
partiese en mar abierto, y además de modo inminente, en atención a lo cual surgen indicios de que
su conducta dejaría de ser meramente imprudente para convertirse en dolosa. Sin duda este ha sido
el motivo por el que en las declaraciones ante el juez de Corcubión las autoridades imputadas no
hayan tenido más remedio que reconocer la suficiente resistencia estructural y reserva de
flotabilidad del buque en los momentos iniciales. Ahora bien, con esta declaración las autoridades
de Fomento se ven privadas del mejor argumento de que disponían para defender su postura de no
conducir el buque a un lugar de refugio (puesto que entonces podían disponer de mucho tiempo
para evaluar los daños con calma y trasvasar el fuel) y deviene inexplicable e irracional la decisión
de marcar al Prestige el rumbo noroeste, dado que esta última decisión fue entonces la que
contribuyó directamente al hundimiento del buque”.
Más que una decisión consciente y meditada, fruto del análisis de las diferentes variables del
accidente y las posibles soluciones alternativas, la orden del Ministerio de Fomento fue la secuela
de un simple prejuicio: alejar el problema, no importaba cómo, ni hacia dónde, ni a qué coste. Ya en
la larga noche del día 13 de noviembre, el capitán Mangouras había solicitado de la Torre de
Finisterre permiso para entrar en un lugar de refugio donde desactivar la bomba flotante que, para el
medio marino, suponía entonces el Prestige, sin recibir respuesta. La decisión ya estaba tomada y a
partir de ese error, todo lo que ha hecho el Gobierno ha sido buscar a la desesperada cualquier
argumento que pudiera arropar la barbaridad que habían cometido. Así, por ejemplo, se cogieron al
clavo ardiendo de quienes suponían que el fuel contenido en los tanques del Prestige se solidificaría
a 3.000 de profundidad. Y lo incluyeron en el manual del Partido Popular (“argumentarios”, los
108
llaman) para justificar la ineptitud de las autoridades que han nombrado: también alejamos el
Prestige porque ya nos iba bien que se hundiera lejos, donde el fuel se solidificaría.
Nadie, excepto la contumacia del director general de la Marina Mercante, José Luis López Sors (se
supone que apoyado por el ministro del ramo, Sr. Alvarez Cascos, partidario de sostenella y no
enmendalla), pone en duda hoy que la decisión de alejar el Prestige, en vez de auxiliarlo en aguas
abrigadas, constituyó un trágico y carísimo error. En ningún momento se consideró siquiera la
posibilidad de barajar otras opciones: había que sacarse el muerto de encima a cualquier precio para
llevarlo a ninguna parte. Falta a la verdad Ángel del Real, autoridad marítima de La Coruña, cuando
declara que “se analizó la alternativa de meterlo [al Prestige] en un puerto y ante la imposibilidad
tomaron la decisión de alejarlo a más de 120 millas”.
¿A qué imposibilidad se refiere? Sin duda a la que podía representar el calado del buque, que la
mencionada autoridad pretende, en falso, que era de 21 metros, lo que hacía no imposible, pero sí
complicado meter al buque en el puerto de La Coruña, el más próximo a la situación del Prestige en
la mañana del dia 14 de noviembre. De esas declaraciones se desprende que no contemplaron en
ningún momento abrigar al Prestige en el lugar de refugio más cercano e idóneo: la Ría de
Corcubión.
En la mañana del día 14 de noviembre, el calado máximo del Prestige -averiado, sobrecalado y con
una escora residual de 5 grados- era de 19 metros. Si esa escora se hubiera eliminado antes de llegar
a las proximidades del pantalán, donde las sondas son menores, el calado del buque hubiera sido de
17,6 metros. Tengamos en cuenta, además, que las sondas de las aguas costeras y portuarias que
figuran en las cartas náuticas, portulanos y derroteros reflejan la menor altura posible de la columna
de agua (lo que se conoce como “mínima bajamar escorada”). A esas sondas se le debe añadir la
altura de la marea que figura en el Anuario de Mareas, un documento oficial editado cada año por el
Instituto Hidrográfico de la Marina con los datos diarios de las horas y alturas de cada pleamar y
cada bajamar. Para el día 14 de noviembre, en el puerto de La Coruña, la altura de la pleamar era de
3,24 metros, evento que había de producirse a las 12.39 horas locales; y la bajamar estaba prevista a
las 18.59 horas con una altura de marea de 1,39 metros. En conclusión, ninguna “imposibilidad”
impedía al Prestige entrar en el puerto de La Coruña. Sólo había que preparar con un mínimo de
profesionalidad la maniobra y ejecutarla en el momento apropiado, procediendo sin demora a alijar
el buque.
Nadie analizó los daños reales del Prestige, ni valoró los riesgos que podía representar su carga,
como recomienda la IMO en un documento de trabajo aprobado por el Subcomité de Seguridad de
la Navegación, perteneciente al Comité de Seguridad Marítima, en julio de 2002, para a la vista de
tales análisis decidir qué hacer con el buque. Ese documento, que forma parte de los trabajos
preparatorios de la IMO para regular a nivel internacional sobre el problema de los lugares de
refugio, deja constancia de una opinión unánime en la comunidad marítima internacional: la mejor
manera de prevenir daños por contaminación es “transferir la carga y el combustible, y reparar la
avería. Tal operación ha de hacerse en un lugar de refugio”. Además, doble error, se obligó al
capitán y al jefe de máquinas del Prestige a poner en marcha los motores propulsores, a pesar de la
advertencia de los técnicos que realmente conocían el estado del buque (el capitán y el jefe de
máquinas) de que tal decisión agravaría las heridas del petrolero por las inevitables vibraciones de
las máquinas en marcha.
Rotundamente, la imprudencia de alejar el buque y poner en funcionamiento sus motores fue una
decisión precipitada, absurda y errónea, y a los resultados catastróficos nos remitimos. La
invocación de que en aquel momento y en aquellas circunstancias no era posible otra alternativa (o
como reitera una y otra vez el Ministerio de Fomento “se hizo lo único viable”, aplicando la
máxima propagandística de que una mentira repetida llega a convertirse en una verdad para la
mayoría), constituye por una parte una falsedad y por otra un sutil reconocimiento de culpa 62. ¿Sin
la presión del momento hubieran podido tomar otra decisión? Cualquier informe técnico de
62
Véase, a título de mero ejemplo, la nota oficial del Ministerio de Fomento fechada el 17 de diciembre de 2002
109
urgencia hubiera advertido de los peligros de arrojar al Prestige hacia el temporal, porque sus
crecientes heridas no podrían resistir mucho tiempo antes de quebrar el buque. La decisión de alejar
el petrolero no era la única viable, pues había diversas opciones alternativas, pero sí era desde luego
la peor solución imaginable.
Había que introducir al petrolero en aguas tranquilas, rodearlo con sucesivas barreras y proceder de
inmediato a trasvasar su cargamento, tal como in fine se contempla en la Directiva europea
2002/59/EC, aprobada el 27 de junio de 2002 (es decir, antes del accidente del Prestige), en cuyas
Consideraciones, a modo de preámbulo que explica los objetivos de la norma, punto 16, plasmado
en el artículo 20 del texto normativo, puede leerse:
“La falta de disponibilidad de lugares de refugio puede tener consecuencias graves en caso
de accidente en el mar. Por tanto, los Estados miembros deben elaborar planes para que, si la
situación así lo requiere, los buques en peligro puedan encontrar refugio en sus puertos o en
cualquier otra zona protegida, en las mejores condiciones posibles. Cuando sea necesario y
factible, estos planes deben suministrar recursos y equipos adecuados para la asistencia, el
salvamento y las operaciones de intervención en caso de contaminación”.
Esta Directiva comunitaria, que como tal entró en vigor el día de su publicación en el Diario Oficial
de las Comunidades Europeas, es decir el 5 de agosto de 2002, aunque los Estados tenían de plazo
para trasponerla a sus ordenamientos internos hasta el día 5 de febrero de 2004, aparece firmada por
Miguel Arias Cañete, ministro español de Agricultura, Pesca y Alimentación, como Presidente del
Consejo de la UE. Para su aplicación, el 31 de enero de 2003 la Comisión europea convocó una
reunión de los Estados miembros para analizar el posible contenido de los planes nacionales para
designar lugares de refugio donde pudiera acogerse a los buques en peligro. De acuerdo con las
conclusiones del Consejo de Transportes de la Unión Europea, el 31 de julio de 2003 finalizaba el
plazo para que los Estados presentaran sus planes completos al respecto.
Precisemos que aguas tranquilas, lugar de refugio, no quiere decir un puerto, puede ser una ría, una
ensenada o una zona de costa abrigada. Mienten quienes contraponen su errónea decisión de alejar
el buque (¿hacia dónde?) al inevitable vertido de las 77.000 toneladas de fuel que transportaba. El
peor escenario posible, en la hipótesis de haber introducido al Prestige en un lugar de refugio, era la
rotura del petrolero por la zona herida, lo que habría supuesto una descarga de unas 12.000 T. de
fuel. Sin duda una gran contaminación, pero en zona controlada y con posibilidades reales de
bombear la carga del pecio para que éste no supusiera una espada de Damocles. Ese era el peor
escenario imaginable. El escenario más probable –repetimos: considerado en aquellos momentos;
hoy ya sabemos que el buque hubiera aguantado sin problemas- era el salvamento del buque y de su
carga, y un derrame contaminante escaso y controlado.
110
Ilustración 51.
Distancias, tiempos y horas de llegada del Prestige a los posibles lugares de refugio, contando con una velocidad
de 3 nudos del petrolero remolcado.
Pero se actuó con precipitación, desoyendo las opiniones de Apóstolos Mangouras cuando pedía
precisamente eso: refugiar al Prestige del viento y de la mar, trasvasar su carga para evitar el
vertido contaminante, y decidir entonces qué hacer con el buque malherido, si repararlo o
desguazarlo.
Algunas voces campanudas pero desinformadas han creído defender al Gobierno español con el
argumento de que los lugares de refugio no están reglamentados y por tanto ninguna obligación
tenían las autoridades de ofrecer esa ayuda. Dejando de lado el grosero reduccionismo explícito en
el comentario (¿acaso lo que no está reglamentado no existe?), conviene recordar, además de la
contundente Directiva europea y la documentación de la IMO antes citada, que los puertos de
refugio han existido siempre (de hecho todos los puertos ofrecen en definitiva un lugar de refugio a
los navegantes), y que la primera Ley de Puertos que se promulgó en España, en 1880, y su
sucesora, la Ley de 1928 que estuvo en vigor hasta finales de 1992, establecía en su artículo 15 que
“son también de interés general los [puertos] denominados de refugio por su situación y condiciones
especiales de capacidad, seguridad y abrigo en los temporales”.
111
Ilustración 52.
Boletín informativo “El Gobierno Informa”.
El Gobierno tenía el deber de asegurar la protección del medio ambiente marino, y tenía la
obligación de analizar las averías del Prestige para acertar en su resolución. Incumplió su deber e
hizo caso omiso de su obligación. Tomó una decisión precipitada, catastrófica para Galicia y para
España y desde entonces se han dedicado a ocultar su responsabilidad. Para ello no han dudado en
pisotear lo derechos fundamentales a la libertad y a la presunción de inocencia del capitán
Apóstolos Mangouras, ni les ha temblado la voz para criminalizar a cuantos discrepaban de su falsa
versión de los hechos.
112
Ilustración 53.
Derrota cronológica del buque Prestige, desde el accidente hasta su hundimiento.
Los expertos de Smit-Tak, al mando de un capitán de salvamento con un brillante historial, Wytse
Huismans, quedaron retenidos en el aeropuerto de La Coruña durante unas 12 horas (entre las 14.00
horas del día 14 y las 02.00 horas del día 15 de noviembre), en espera de recibir unas escuetas
órdenes que se limitaban a exigirles mantener el buque accidentado a 120 millas de la costa. Esta
retención de los expertos, inexplicable y absurda a la luz de los posteriores acontecimientos, pone
de manifiesto, de nuevo, la irresponsabilidad de las autoridades españolas, preocupadas no en
resolver el problema planteado, sino en alejarlo u ocultarlo. Si no tenían confianza en el capitán del
buque, como dicen, ¿porqué impidieron que el equipo técnico de Smit Salvage, cuya competencia
profesional nadie ha puesto en duda, se hiciera cargo del salvamento? Cuentan los periodistas Luis
Gómez y Pablo Ordaz, en su “Crónica negra del Prestige”, página 85, que mientras retenían a los
técnicos de salvamento en el aeropuerto de Alvedro, sobre las 22.30 horas del día 14 de noviembre,
Santiago Lopez Valdivielso, director general de la Guardia Civil recibió una llamada telefónica
requiriéndole tener preparada la Unidad Especial de Intervención para descolgarse en el Prestige y
detener al capitán Mangouras, idea que finalmente fue desechada.
Una vez a bordo, el capitán Huismans tomó una decisión lógica: parar las máquinas del Prestige. Es
posible que tal decisión fuera tomada por el capitán Mangouras momentos antes de embarcar los
técnicos de Smit Salvage. En cualquier caso, éstos la refrendaron sin vacilar. El funcionario Serafín
Díaz ya había sido advertido por los profesionales del buque que poner en marcha la máquina
propulsora agravaría, a causa de las inevitables vibraciones, la debilidad estructural del petrolero.
Por toda respuesta, el funcionario ha confesado que llegó a amenazar al capitán y al jefe de
máquinas con embarcar una fuerza militar si no obedecían sus órdenes –que naturalmente él no
estaba dispuesto a discutir; tal vez por ello ahora ocupa el despacho de Capitán Marítimo de La
Coruña- y que su única misión a bordo era esa: controlar que el buque arrancaba sus máquinas,
hecho que se produjo sobre las 15.30 horas con el funcionario en el puente, junto al capitán del
Prestige.
Cuantos han puesto en duda la existencia de vibraciones, más o menos intensas en función del
régimen de revoluciones, derivadas del funcionamiento de un gigantesco motor diesel de algo más
de veinte mil caballos de potencia, con 26 años de antigüedad, que además quema un fuel de baja
calidad que ha de ser previamente calentado antes de entrar en los pistones, han quedado en
evidencia. El disparate es comparable a afirmar que el motor no produce calor. Ingenieros de
distintas especialidades llevan años intentando investigar cómo mitigar las vibraciones que
113
producen los motores de cualquier vehículo: mejoras en los polines, aislamiento de los anclajes
mediante diversos materiales absorbentes, mejores ajustes de las transmisiones, etc. Pero nadie duda
de que las vibraciones constituyen un efecto indeseado del funcionamiento de cualquier motor de
combustión interna. En el caso concreto de los buques mercantes, además, las prioridades de su
diseño pasan por conseguir una mayor eficiencia energética y un menor consumo, mejorar los
automatismos que permitan reducir el personal de la sala de máquinas y alcanzar unos niveles de
seguridad que reduzcan al mínimo los riesgos de incendio, roturas, etc. Las vibraciones no
constituyen una prioridad de la ingeniería naval, como lo es por ejemplo en la industria
automovilística, aunque no se desconoce su implicación en el fenómeno de la fatiga de los
materiales.
El funcionario Díaz Regueiro, a quien se le ha atribuido un papel estelar que mal se compadece con
su persona, ha sido el más temerario en negar las vibraciones causadas por las máquinas del
petrolero. El Gobierno, agarrado a sus declaraciones ante el Juzgado, sostiene que Serafín Díaz fue
“a poner en marcha” la máquina del Prestige y que a su actuación “se debe en muy buena parte
haber evitado una catástrofe de magnitud imprevisible”63. Nadie puede creer que una máquina de las
dimensiones del Prestige, retocada durante años por centenares de manos diferentes, pueda ser
puesta en funcionamiento por una persona que desconoce sus mecanismos y que ni siquiera está
familiarizado con el laberinto de sus escalas, pañoles, bombas, válvulas, motores auxiliares,
controles, etc. Y en verdad Serafín Díaz no puso en marcha máquina alguna, sino que fueron el jefe
de máquinas y los tripulantes embarcados con él quienes consiguieron arrancar el motor.
El heroico papel que pretende adjudicar el Gobierno a este oscuro funcionario constituye una de las
falsedades más ridículas de la historia del Prestige. El único propósito de esta fantasía consiste en
amparar a la única persona que, contra toda lógica, declara que cuando estuvo a bordo no encontró
“ninguna colaboración del jefe de máquinas, ni del capitán, ni del armador” (¿?), sosteniendo así el
clavo ardiendo del que se ha colgado el Gobierno para derivar sus responsabilidades en la
catástrofe: el capitán, el jefe de máquinas y el armador son los culpables de todo, obstruyeron, no
colaboraron, desobedecieron, incluso sabotearon el buque.
Las declaraciones de este personaje, que ha ido construyendo con el tiempo una fábula inverosímil
del accidente en la que él aparece como paladín de la justicia, requerirían un estudio monográfico
sobre su personalidad. Según Serafín Díaz, por ejemplo, hubo “mala fe” en la actuación de los
tripulantes del Prestige porque “querían dejar que el barco se acercara a la costa tanto que España
se viera obligada a sacarlos precipitadamente ofreciéndoles un remolcador gratis” 64. O sea, que los
hombres que estaban arriesgando su vida a bordo del buque, no eran, al fin, sino unos aviesos
interesados en ahorrarse unos cuantos euros, capaces, además, de controlar la deriva del buque
hacia las costas gallegas. Innecesario resulta, ante tamaño desvarío, recordar el contrato de
salvamento cerrado sobre las 20.30 horas del día 13 de noviembre, del que los marinos a bordo del
buque tenían pleno conocimiento. O, por ejemplo, las manifestaciones del personaje aparecidas en
el diario ABC de 10 de marzo de 2003. Entre otros dislates, Serafín Díaz, ya Capitán Marítimo de
La Coruña cuando se publicó la entrevista, afirma que “la fuerza del mar rompería la cadena” del
Prestige, lo que le lleva a “rechazar tajantemente que pudiera anclarse un barco a la deriva”.
Sin duda, ese comentario responde a la declaración del capitán Mangouras ante el Juzgado, el día 4
de diciembre de 2002, en la que asevera que para evitar la embarrancada del petrolero en la costa
había destrincado las dos anclas, dejándolas listas para fondear, al llegar a un sonda donde fuera
posible hacerlo. Las anclas de un buque están para eso: detener la nave agarrándola al fondo. La
previsión del capitán era correcta. Las condiciones meteorológicas de la mañana del día 14 de
noviembre, cuando el buque se aproximó hasta unas cuatro millas de tierra, podrían calificarse de
buenas (aunque el Gobierno pretenda mentir al respecto para avalar la “imposibilidad” de meter al
63
Nota oficial del Ministerio de Fomento de 22 de diciembre de 2002.
64
Luis Gómez y Pablo Ordaz, “Cónica negra del Prestige”, Santillana Ediciones Generales, SL, Madrid, febrero de
2003, página 79.
114
buque en un lugar de refugio), como se puede apreciar en la multitud de fotografías que se tomaron.
Y desde luego, las anclas de Prestige engrilletadas a una cadena nueva de 325 metros de longitud,
renovada un año y medio antes en Cantón, hubieran aguantado de sobras la deriva del buque. Sólo
un indocumentado puede dudar de esta afirmación.
Suelta también el funcionario Díaz, con el mismo desparpajo, que el buque “mejoró su
navegabilidad cuando se encendieron las máquinas”, y que con la máquina en marcha “no había
vibraciones por ninguna parte”. ¿Sabía el Sr. Díaz cómo navegaba el Prestige? ¿O se ha inventado
una esperpéntica teoría propia sobre el beneficioso efecto de los motores para la navegabilidad de
los buques? Asusta, en verdad, imaginar lo que puede suceder en el futuro si un iluminado de
tamaña ignorancia sobre los buques y la navegación ha de decidir cómo actuar ante un accidente.
Pero no debemos preocuparnos porque si a este Gobierno, el último que preside el Sr. Aznar López,
le queda un mínimo de cordura cesarán a no tardar al recién nombrado Capitán Marítimo de La
Coruña. El funcionario Díaz Regueiro, capaz de declarar ante el Juzgado, sin que viniera a cuento y
sin prueba alguna que pudiera avalar el aserto, que la actitud del Jefe de Máquinas del Prestige fue
“lamentable” –una canallada que, en boca del personaje en cuestión, invita a pensar que Nikolaos
Argyropoulos debe ser un buen profesional- aparece como principal imputado en un proceso en
marcha en el que se investiga la falsificación de los certificados reglamentarios de al menos 30
pesqueros de la provincia marítima de La Coruña. Por si una imputación penal tan grave para un
funcionario no fuera suficiente, en un informe fechado el día 2 de julio de 2003, el ingeniero naval
Jefe del Servicio de Inspección Marítima de La Coruña, Fernando Balbás, acusa con todo lujo de
detalles a Serafín Díaz de impedir la inspección de un petrolero de 18 años, con bandera de Malta,
que atracó en el pantalán de Repsol del puerto de La Coruña el día 28 de junio de 2003. Dicha
inspección venía exigida en virtud de lo dispuesto en el Real Decreto 91/2002, norma que fue
promulgada por el Gobierno precisamente para impedir que pudiera repetirse la historia del
Prestige. “La actitud torticera del Capitán Marítimo, Sr. Díaz –escribe el jefe de la Inspección
Marítima- induciendo a incumplir un Real Decreto sin darlo por escrito, obedece a la muy
particular concepción de esta persona de entender la ética y la profesionalidad. De seguir por este
camino, con continuas injerencias en el trabajo de la Inspección Marítima, es más que probable que
se incrementen las causas penales que tiene abiertas por distintos Juzgados de La Coruña y
Pontevedra” (las negritas pertenecen al original).
Cuantos intentos se han hecho desde el Gobierno para desfigurar la verdad, intentando colar la
versión de que el funcionario Serafín Díaz se trasladó a bordo para evaluar las averías del Prestige,
han chocado con la rotunda declaración de éste afirmando ante el Juez que su única misión era
“poner en marcha las máquinas”, y contra la realidad de su actuación a bordo, la mayor parte del
tiempo en el puente (Serafín Díaz estuvo a bordo del Prestige menos de ocho horas), junto al
capitán, sin que cruzaran informaciones o discutieran respecto a las averías reales del buque. ¿Cómo
hubiera podido Serafín Díaz intentar siquiera una conversación protocolaria, si su nivel de
conocimiento del idioma inglés no alcanza más que para proferir unas amenazas previamente
memorizadas? El Gobierno, sin embargo, ha afirmado que “en la toma de decisiones, la Dirección
General de la Marina Mercante tuvo en consideración el informe del inspector D. Serafín Díaz
Regueiro, que fue trasladado al Prestige a las 10.50 hora local del día 14 de noviembre” 65. Ese
informe no existe, salvo que por tal nuestras autoridades consideren unas simples apreciaciones
subjetivas desde un helicóptero. Además la decisión clave, el alejamiento del petrolero, ya estaba
tomada.
Los técnicos de Smit Salvage sí efectuaron, en cuanto llegaron a bordo, una primera evaluación de
los daños en la estructura del petrolero y constataron que éstos se habían agravado de forma
considerable. Pusieron el buque rumbo al sur, instruyendo en ese sentido al remolcador de
salvamento, sin que ello importara a las autoridades que de forma categórica habían marcado un
rumbo noroeste en la mañana del día 14. El Gobierno ha pretendido justificar esta desidia alegando
65
Nota oficial del Ministerio de Fomento de fecha 22 de diciembre de 2002.
115
las malas previsiones meteorológicas para la zona66. Es sin duda un argumento razonable, pero
inconsistente: esa previsión meteorológica ya se conocía con certeza más que suficiente cuando
dieron la orden de alejar el Prestige con rumbo 320. En efecto, la previsión meteorológica emitida
en las primeras horas del día 14 de noviembre de 2002, válida hasta el día 16, indicaba un claro
empeoramiento los días 15 y 16, con vientos del NW de fuerza 7 y olas de más de 5 metros.
Ilustración 54.
Número de impactos en función de la derrota realizada y teórica a Corcubión.
Clave. f: frecuencia de los trenes de olas; h: altura de las olas.
El Prestige iba dejando a su paso una estela contaminante cada vez mayor. El capitán de
salvamento reiteró de nuevo a las autoridades permiso para utilizar un puerto de abrigo donde
minimizar la catástrofe. Permiso denegado. Finalmente, en la tarde del día 15 de noviembre, el
capitán, el jefe de máquinas y el primer oficial de cubierta del Prestige, y todo el equipo de expertos
destacado por Smit Salvage al mando del capitán Huismans, decidieron abandonar el buque ante la
imposibilidad de hacer algo útil a bordo.
116
irreprochable. En cuanto al delito ecológico, ¿qué podemos decir? ¿Alguien en su sano juicio puede
pensar que el capitán y su tripulación tuvieron alguna responsabilidad en la avería inicial que dio
origen al derrame contaminante de unas 1.000 toneladas de fuel? Ni siquiera es posible en este caso
hablar de negligencia (o de dolo eventual, en términos jurídicos), porque el tipo de accidente –un
fallo estructural- descarta por completo esa posibilidad.
La hipótesis que se desprende de las declaraciones del funcionario Serafin Díaz ante el Juzgado, tras
su estancia a bordo del Prestige durante 8 horas, el día 14 de noviembre, la mayoría de ellas en el
Puente, de que los maquinistas pudieron boicotear las máquinas del buque, resulta tan alucinante
que cuesta creer que alguien haya podido siquiera imaginarla. Todos los datos, todos los
acontecimientos desmienten semejante locura. Además, como saben los profesionales del mar, si un
jefe de máquinas quisiera causar algún tipo de perjuicio al buque en primer lugar no se quedaría a
bordo arriesgando su vida, y en segundo lugar constituiría misión casi imposible descubrirlo. La
falta de respeto a los profesionales de la mar –una vieja historia con larga tradición entre las
autoridades españolas de turno- está sin duda detrás de esa visión. No sólo no se tienen en cuenta
sus opiniones técnicas, que suelen resultar las más autorizadas, sino que además se parte del
estúpido prejuicio de que los marinos son incompetentes y malvados. “La información que procedía
del capitán estuvo en entredicho desde el primer momento a la luz de su resistencia a obedecer las
órdenes de la Autoridad marítima española”, afirma el subsecretario del Ministerio de Fomento en
una nota oficial del día 22 de diciembre de 2002. Si nos atenemos a la verdad de lo sucedido (nunca
hubo ni pudo haber desobediencia del capitán del Prestige), la nota revela con claridad meridiana la
hostilidad de los burócratas hacia la gente del mar.
Pero además, la detención de Mangouras hay que calificarla de ilegal a tenor, como vimos, de lo
dispuesto en el art. 230 del Convenio de Naciones Unidas sobre Derecho del Mar de Montego Bay,
de 10.12.1982 (BOE 14.02.1997), conocido internacionalmente como CNUDMAR o UNCLOS, y
de lo dispuesto en el artículo 96 de la Constitución Española (CE), que reconoce el valor supralegal
y prevalente de los Tratados internacionales, y del artículo 21.1 de la vigente Ley Orgánica del
Poder Judicial, que obliga a los tribunales españoles a sujetarse a lo que determinan los Convenios y
Tratados Internacionales de los que España sea parte.
La limitación del ius puniendi del Estado ribereño establecida en el artículo 230 UNCLOS con
respecto a los buques extranjeros es obviamente aplicable al caso del Prestige, caso en el que la
contaminación inicial comenzó en la Zona Económica Exclusiva (a 27 millas de la costa) y siguió
luego dentro del mar territorial.
Excluida como está la intencionalidad del acto contaminante del Prestige, de lo cual no puede caber
duda alguna, queda proscrita la posibilidad de aplicar cualquier pena que no sea de multa en el
procedimiento judicial en curso. Aún si se admitiese la posibilidad de aplicar el artículo 331 del
Código Penal a un caso de contaminación por hidrocarburos desde un buque como consecuencia de
una avería de éste (lo que los juristas expertos en la materia consideran del todo incorrecto), la
penalidad a aplicar por el delito estaría inexorablemente sujeta al límite del artículo 230 UNCLOS.
Añadamos a este comentario que la Audiencia Provincial de La Coruña, en su Auto de 3 de marzo
de 2003, ha apuntado una errónea vía para intentar escapar a la inexcusable aplicación del precepto
comentado. En efecto, recurre a la idea de que este régimen de “garantías” se refiere sólo a los
procedimientos administrativos sancionadores (equivaldría a la prohibición del artículo 25.3 CE en
su opinión), pero no puede entrañar limitación alguna para la jurisdicción penal en los
procedimientos judiciales. Esta interpretación carece de cualquier fundamento pues una idea tal del
artículo 230 UNCLOS resulta contraria a la interpretación literal, histórica, sistemática y finalista
del propio Convenio, como la doctrina unánime manifiesta. La limitación fijada en él se aplica a
cualquier clase de procedimiento punitivo que el Estado ribereño utilice, sea administrativo,
jurisdiccional o de otra clase, lo cual depende de su Derecho interno. El precepto no se inmiscuye
en la forma en que cada Estado organice el ejercicio de su ius puniendi, simplemente le pone un
límite infranqueable. El destinatario de las limitaciones que establece el citado artículo 230 no es,
117
como parece afirmar la Audiencia Provincial, la Administración entendida en tanto que uno de los
concretos poderes del Estado, distinto del poder judicial, sino el propio Estado español. Es por ello
por lo que la limitación alcanza a todos los poderes que constituyen el Estado. El sujeto de los
pactos internacionales no es la Administración, sino el Estado, por lo que la conclusión obvia es la
de que el Estado español no puede sobrepasar las limitaciones ex artículo 230 UNCLOS organice
como organice su facultad punitiva, a través de la Administración o de la Jurisdicción.
118
éste fuera, y la vía de agua que se le abrió en el costado de estribor? Ninguna, ni siquiera remota.
Pero ahí estaba, en todos los telediarios, el delegado del Gobierno Aznar en Galicia,
machacándonos con el distractor (Mc Guffin se le llama en la jerga del cine) de Gibraltar. Si en el
cine, esos Mc Guffin buscan muchas veces la complicidad del espectador, en la historia del Prestige,
el Mc Guffin que se inventó el Gobierno constituyó una tomadura de pelo que a poco nos cuesta un
grave incidente diplomático con el Reino Unido de la Gran Bretaña.
¿Por qué no se intentó salvar al buque y evitar la marea negra cuando pudo hacerse, en la mañana
del día 14 de noviembre, conduciendo el buque a aguas abrigadas? ¿Por qué permitieron que
Remolcanosa antepusiera sus intereses privados al contrato firmado con Sasemar? ¿Por qué
detuvieron al capitán Mangouras bajo acusaciones insostenibles y falsas? ¿Por qué…?
Lo cierto es que ordenaron al buque alejarse de la costa y adentrarse en el temporal anunciado, y esa
orden errónea fue la causa de la marea negra. En su alejamiento, el Prestige soportó los golpes de
6.000 olas mientras navegó hacia el noroeste; y de otras 28.000 olas mientras lo arrastraban hacia el
sur entre el día 15 de noviembre y la mañana del día 19, cuando definitivamente naufragó68.
68
Cálculos realizados por una consultora de Londres considerando un periodo de ola variable en función del rumbo de
la nave y de los vientos y mares reinantes en cada momento. Algunas de esas olas llegaron a alcanzar hasta los 8 metros
de altura.
119
A partir de aquí, empieza la historia de la marea negra, de las costas ennegrecidas con un
hidrocarburo que desde el accidente del Erika en diciembre de 2000, frente a las costas de la
Bretaña francesa (un accidente con evidentes analogías respecto al Prestige), sabemos que es
mucho más dañino que el petróleo crudo. La historia de los voluntarios, de la movilización popular
representada y aglutinada en torno al grito de nunca mais. La historia también de unas autoridades
arrogantes e incapaces que unas veces no saben no contestan, y otras veces, con el descaro de la
derecha zarzuelera que nos gobierna, mienten y nos tratan a los ciudadanos como si fuéramos
criaturas ignorantes. Una pesadilla inolvidable.
120
7.-LA RESPONSABILIDAD POR TANTAS
CATÁSTROFES
El mapa mundial de las catástrofes más graves de contaminación marina causadas por accidentes de
petroleros presenta una irregular distribución. Con gran diferencia, las costas atlánticas europeas
han contemplado un número desproporcionado de siniestros, si tenemos en cuenta que en otras
áreas geográficas, particularmente Norteamérca y Extremo Oriente, el volumen del tráfico, en
número de buques y en tonelaje, resulta similar al que se mueve en Europa occidental. ¿Cuál es la
causa de esta desproporción? ¿Debemos achacar los accidentes europeos a la pura “mala suerte”?
Quienes nos dedicamos al estudio y a la investigación sabemos que el azar juega en este tipo de
fenómenos un papel que, desde luego, no puede desdeñarse. Pero también sabemos que en un
período dilatado de tiempo y con una muestra suficiente, el factor azar reparte las cartas por igual y
no puede achacársele, hablando con rigor, ninguna causalidad convincente.
Ilustración 55.
Situación mundial de los principales accidentes de petroleros.
121
Buque Buque
1 Exxon Valdez 13 Prestige
2 Hawaiian Patriot 14 Amoco Cadiz
3 Metula 15 Torrey Canyon
4 Atlantic Enterprise 16 Sea Empress
5 Odyssey 17 Texaco Denmark
6 Wafra 18 Braer
7 Castillo de Bellver 19 Haven
8 ABT Summer 20 Independenta
9 Katina P. 21 Irenes Serenade
10 Khark 5 22 Assmi
11 Urquiola 23 Sea Star
12 Aegean Sea
Tabla 3.
Clave de la Ilustración sobre la situación mundial de los principales accidentes de petroleros.
Dentro del alto porcentaje de accidentes de la costa occidental europea, podemos afirmar que
Galicia se lleva la palma. Poco o nada puede atribuírsele a las autoridades locales y regionales
gallegas sobre gestión de la seguridad marítima, que requiere sobre todo prevención, porque esta
materia está sujeta a la órbita competencial exclusiva del Estado, de acuerdo con lo dispuesto en el
artículo 149.1.20 de la Constitución española, que sitúa a la “marina mercante” entre las
atribuciones estatales. El artículo 6.1 de la Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante
(LPEMM), de 24 de noviembre de 1992, determinó lo que comprendía ese concepto. Se considera
que “marina mercante” es:
a) La actividad de transporte marítimo, exceptuado el que se lleva a cabo exclusivamente
entre puertos o puntos de una misma Comunidad Autónoma, que tenga competencias en esta
materia, sin conexión con puertos o puntos de otros ámbitos territoriales.
b) La ordenación y el control de la flota civil española.
c) La seguridad de la navegación y de la vida humana en la mar.
d) La seguridad marítima, incluyendo la habilitación para el ejercicio del servicio de
practicaje y la determinación de los servicios necesarios de remolque portuario, así como la
disponibilidad de ambos en caso de emergencia.
e) El salvamento marítimo, en los términos previstos en el artículo 87.
f) La prevención de la contaminación producida desde buques, plataformas fijas y otras
instalaciones que se encuentren en aguas situadas en zonas en las que España ejerce
soberanía, derechos soberanos o jurisdicción y la protección del medio ambiente marino.
g) La inspección técnica y operativa de buques, tripulaciones y mercancías.
h) La ordenación del tráfico y las comunicaciones marítimas.
i) El control de situación, abanderamiento y registro de buques civiles, así como su
despacho, sin perjuicio de las preceptivas autorizaciones previas que correspondan a otras
Autoridades.
j) La garantía del cumplimiento de las obligaciones en materia de defensa nacional y
protección civil en la mar.
k) Cualquier otro servicio marítimo atribuido por Ley a la Administración regulada en el
capítulo III del título III de esta Ley.
122
Este artículo (y otros de la LPEMM), fue recurrido por los órganos de gobierno de las Comunidades
Autónomas de Baleares, Galicia, Cataluña y Canarias por entender que vulneraba el orden territorial
de competencias tal y como resulta de la Constitución y los Estatutos de Autonomía. El Tribunal
Constitucional, en Sentencia 40/1998, de 19 de febrero (BOE de 17 de marzo) no apreció infracción
constitucional alguna en dicho artículo 6. En concreto, el Fundamento Jurídico 46 de la Sentencia
afirma que “la seguridad de la navegación exige, al igual que sucede en el caso de la seguridad de la
circulación por carretera, una serie de garantías uniformes en todo el territorio nacional, las cuales, a
su vez, derivan de normas internacionales que persiguen la misma finalidad”.
De entre los órganos del Estado, corresponde a la Dirección General de la Marina Mercante
(DGMM), órgano directivo dependiente del Ministerio de Fomento, y a las Capitanías Marítimas
como órganos periféricos de la DGMM, ejercer todas las funciones de control previstas en la
normativa vigente. El articulo 88 de la LPEMM (“Capitanía Marítima. Funciones”) otorga al
Capitán Marítimo las siguientes funciones:
a) La autorización o prohibición de entrada y salida de buques en aguas situadas en zonas en
las que España ejerce soberanía, derechos soberanos o jurisdicción, así como el despacho de
buques, sin perjuicio de las preceptivas autorizaciones previas que correspondan a otras
autoridades.
b) La determinación por razones de seguridad marítima de las zonas de fondeo y de
maniobra en aguas situadas en zonas en las que España ejerce soberanía, derechos soberanos
o jurisdicción, correspondiendo a la Administración portuaria competente la autorización de
fondeo y asignación de puestos en la zona de servicio de los puertos.
c) La intervención en los procedimientos de determinación de las condiciones de los canales
de entrada y salida de los puertos, mediante informe vinculante en lo que afecte a la
seguridad marítima.
d) La fijación por razones de seguridad marítima de los criterios que determinen las
maniobras, incluido el atraque, a realizar por buques que porten mercancías peligrosas o
presenten condiciones excepcionales.
e) La disponibilidad por razones de seguridad marítima de los servicios de practicaje y
remolque en aguas situadas en zonas en las que España ejerza soberanía, derechos soberanos
o jurisdicción.
f) La supervisión de la inspección técnica de los buques civiles españoles, de los que se
hallen en construcción en España, de los extranjeros en casos autorizados por los acuerdos
internacionales y de las mercancías a bordo de los mismos, especialmente de las clasificadas
internacionalmente como peligrosas, así como de los medios de estiba y desestiba en los
aspectos relacionados con la seguridad marítima.
g) Y, en general, todas aquellas funciones relativas a la navegación, seguridad marítima,
salvamento marítimo y lucha contra la contaminación del medio marino en aguas situadas en
zonas en las que España ejerza soberanía, derechos soberanos o jurisdicción.
123
Al Urquiola (mayo de 1976), como confirmó la Sentencia del Tribunal Supremo que cerró el caso,
lo hundió la “precipitada, desacertada, absurda y criticable” maniobra de salir a alta mar que ordenó
la Comandancia de Marina. El siniestro y la desgraciada muerte del capitán del buque, Francisco
Rodríguez Castelo, pudo haberse evitado “con el normal funcionamiento del servicio público de
ordenación, seguridad y salvamento marítimo”. Añade la Sentencia, saliendo al paso del intento de
la Armada de culpabilizar del accidente a la tripulación y al capitán, que éste “cumplió en todo
momento con los deberes de su cargo de manera irreprochable y con tal dedicación y heroísmo que
perdió su vida por su fidelidad a las tradicionales virtudes de los hombres de la mar y de su
profesión de Capitán de la Marina Mercante a la cual honró en conducta ejemplar”. Pero como la
historia oficial del siniestro permaneció anclada en la culpa de los marinos, nada se hizo para
mejorar el funcionamiento de la Administración, culpable en exclusiva de la catástrofe.
En el caso del Aegean Sea (diciembre de 1992), de nuevo el Estado ha tenido que hacer frente a
cuantiosas indemnizaciones porque la Sentencia de la Audiencia Provincial de La Coruña atribuyó
el 50% de la responsabilidad del accidente al mal funcionamiento del servicio portuario de
practicaje, que dejó indefenso al petrolero griego en el momento crítico de la maniobra de entrada a
puerto, cuando el práctico debería haber estado a bordo, de acuerdo con el Reglamento Particular de
Practicaje del Puerto de La Coruña, y al menos un remolcador ayudando en la maniobra. Nunca
hubiera ocurrido el accidente si el Reglamento se hubiera cumplido y el Aegean Sea hubiera
contado con el auxilio externo de un remolcador. Ambos, práctico y remolcador, esperaban al
buque en aguas abrigadas, dentro del puerto, donde nada pudieron hacer para evitar la
embarrancada. Como sabemos, el capitán del buque fue detenido como chivo expiatorio de la
tragedia. Por si ello fuera poco, la Comisión Permanente de Investigación de Siniestros Marítimos,
entonces regulada en una Orden Ministerial de 14 de abril de 1988, el órgano encargado de
averiguar las causas de los accidentes y de recomendar los cambios legales, técnicos y organizativos
que pudieran derivarse de la investigación, concluyó sus trabajos exculpando de cualquier
responsabilidad a los servicios portuarios y a la Administración marítima. Puesto que según esa
versión, tanto unos como otra resultaban ajenos al accidente, nada se hizo para mejorar su
funcionamiento y su organización. Ese informe vergonzoso y falso repetía la historia de la
instrucción del Urquiola: su único propósito consistía en cubrir el expediente y silenciar las
evidentes responsabilidades de quienes habían designado a los miembros de esa inútil comisión.
Y ahora el Prestige. No importa que la comunidad internacional y la opinión unánime de los
expertos haya reprobado la incompetencia de la Administración marítima española por su decisión
de alejar al buque y tolerar que se paseara de norte a sur, magnificando con ello el desastre. Lo que
no debería haber pasado de un leve incidente, si el petrolero hubiese entrado en un lugar de refugio
para trasvasar su cargamento, lo han convertido nuestras autoridades en una desgracia cuyo coste
alcanzará varios miles de millones de Euros. El Gobierno insiste en que se gestionó la emergencia
de la mejor manera posible y el director general de la marina mercante ha declarado ante el Juzgado
que volvería a reincidir si se le presentara la ocasión. ¿Cabe mayor desfachatez? Y sobre todo,
¿cuánto tiempo tardaremos en padecer otra desgracia causada por esa política de avestruz? Política
que se enreda y empeora. Como hay que recompensar al fiel servidor que tira contra el marino,
avalando la irresponsabilidad del Gobierno, se nombra a Serafín Díaz Capitán Marítimo de La
Coruña, sin que importen sus clamorosos deméritos y la alarmante parvedad de sus conocimientos.
Los accidentes no son casuales. Los tres grandes siniestros sufridos por Galicia ni siquiera
constituyen accidentes marítimos stricto sensu, aunque hayan afectado a tres buques petroleros. En
los tres de forma sintomática aparece como responsable, total o parcial, una Administración
desorganizada, que selecciona a sus directivos en función del servilismo que manifiestan, y que se
dedica a corromper la verdad para encubrir sus errores. Y esa es la razón del desproporcionado
número de catástrofes ecológicas causadas por buques petroleros que ha sufrido Galicia.
124
8.-CUANTO NOS COSTARÁ LA TRAGEDIA
Aunque todavía no está cerrado el expediente de los gastos y daños causados por la contaminación
del fuel derramado por el Prestige, labor que llevará probablemente años porque nos queda por
conocer, entre otros, el coste millonario de la recuperación o neutralización de la carga contenida en
el pecio, es posible ofrecer algunas aproximaciones al respecto.
Si en relación al Prestige analizamos los factores que más influyen en el coste final de una
contaminación marina por hidrocarburos, el resultado es que nos enfrentamos a la peor catástrofe de
la Historia causada por el accidente de un petrolero. Veámoslo.
125
8.3 LIMPIEZA Y RECOGIDA EN LA MAR Y EN TIERRA
Los costes resultan muy diferentes si el hidrocarburo se recoge en el mar o hay que limpiar las
playas y acantilados. La recogida en el mar, mucho más barata, necesita de medios idóneos a flote y
de condiciones de mar y viento adecuadas. En el caso del Prestige, a pesar de los esfuerzos del
sector pesquero, las condiciones meteorológicas de la época del año en que se produjo el accidente
y la falta de medios apropiados provocó que la mayor parte del chapapote o galipote llegara a la
costa, ensuciando áreas rocosas de difícil acceso cuya limpieza exige recursos extraordinarios.
Sumemos a todo ello que la gestión de las tareas de limpieza fue deficiente, como denunciaron los
miles de voluntarios que se desplazaron a las zonas contaminadas de Galicia, y tendremos un
escenario con las peores condiciones posibles.
Ilustración 56.
Relación entre el coste (en millones de dólares) y las cantidades vertidas (en miles de toneladas) en accidentes de
petroleros. Fuente ITOPF.
Analicemos ahora cuanto cuesta “arreglar” un problema de contaminación. Tres son los capítulos
básicos en que se divide el coste total de una contaminación masiva por hidrocarburos:
La indemnización de los daños causados a bienes y personas afectadas. Este capítulo integra
tanto los daños directos, como el lucro cesante de los pescadores y de cuántos de una forma
u otra utilizan u obtienen beneficios de la franja costera: hoteles, restaurantes y otros
establecimientos, y el sector turístico en general. En tanto la inactividad o el daño de esos
sectores haya afectado a otros intereses económicos relacionados (talleres de reparación de
barcos pesqueros, lonjas de venta de pescado, suministradores del sector turístico, etc.),
éstos también podrán reclamar la correspondiente compensación por daños, siempre que
puedan probar que los perjuicios tienen su origen o causa en el derrame contaminante.
Todos los gastos de limpieza y recuperación del mar y de la costa contaminada, sean éstos
públicos o privados: costes directos e indirectos de personal, embarcaciones, materiales
utilizados, inversiones realizadas para la recuperación del medioambiente al estado en que
hallaba antes de la contaminación, etcétera.
Los llamados costes ecológicos que se derivan de una pregunta sencilla en apariencia:
¿cuánto vale el daño causado a la vida de animales y plantas que se han visto afectados y
qué valor tiene el daño producido en el paisaje y en el medioambiente natural? Aunque estos
daños no están todavía contemplados en los instrumentos legales que regulan las
compensaciones por daños de contaminación, la comunidad internacional se viene
cuestionando desde hace años la conveniencia de su incorporación. De hecho, en el
accidente del Exxon Valdez se tuvieron en cuenta determinadas partidas indemnizatorias que
126
podrían englobarse en este capítulo de daños ecológicos. Con independencia de su coste
financiero, el problema reside en la dificultad de calcular de forma objetiva y rigurosa la
cuantía de estos daños y perjuicios.
A estas cifras se les debe añadir el impacto negativo de la catástrofe sobre el conjunto de la
economía de las zonas afectadas: niveles de actividad, empleo, influencia en el producto interior
bruto de la región, etc. Es evidente que tales costes resultan difíciles de cuantificar y que su cálculo
ha de hacerse caso por caso. No hay reglas generales que nos indiquen el “coste” de un derrame. En
el accidente del Prestige nos movemos todavía, en buena parte, en estimaciones y conjeturas más o
menos fiables, aunque disponemos ya de algunas cantidades que nos permiten tener una idea de la
magnitud económica de la catástrofe.
En primer lugar, las reclamaciones del Reino de España y de las instituciones vascas ante
sendos Tribunales de Estados Unidos en las que se pide, por un lado 700 millones de dólares
USA y por otro 50 millones, en el bien entendido de que en ambos casos se deja constancia
de que esas cantidades son “iniciales”, para empezar, ya que falta por cuantificar algunas
partidas cuyo importe se prevé en varios centenares de millones de dólares. Estaríamos,
pues, ante un cálculo que estima en más de 1.000 millones de dólares los daños directos
ocasionados por el Prestige.
En segundo lugar, tenemos las inversiones que el Gobierno ha previsto en el “Plan Galicia”
para recuperar su castigada economía: 12.459 millones de euros, cifra que si bien incluye
partidas ya presupuestadas con anterioridad (que el Gobierno introduce para dar la
impresión de acrecentar su esfuerzo), y otras que apenas tienen que ver con las
consecuencias de la contaminación, resulta en cualquier caso una cantidad extraordinaria, en
ningún caso inferior a los 7.000 millones de Euros.
Por último, disponemos de unas primeras conclusiones del estudio sobre el impacto
económico de la catástrofe, referido exclusivamente a Galicia, que están llevando a cabo los
profesores de la Universidad de La Coruña Jesús Angel Dopico Castro, Javier Prado
Domínguez y Fernando González Laxe, bajo la dirección de este último, que calculan los
costes de limpieza y regeneración biológica de la costa y los de mantenimiento de rentas
mediante ayudas directas y otros instrumentos de carácter presupuestario, entre los 2.908
millones de euros y los 3.955 millones de euros en función de la duración del período de
indemnización. En concreto, el coste estimado sería de 2.908 millones con indemnizaciones
durante seis meses, de 3.300 millones si las indemnizaciones se prolongan un año, 3.650
millones si lo hacen durante año y medio, y el escenario de coste estimado más alto, de
3.955 millones de euros si las indemnizaciones se prolongaran durante dos años.
Las elevadas sumas barajadas –repito: sin la cuantificación precisa de otros daños colaterales y de la
recuperación del fuel remanente en el pecio- no parecen exageradas a la luz de los costes conocidos
de otros accidentes marítimos de mucha menor gravedad que el del Prestige. Así, el accidente del
Exxon Valdez (37.000 toneladas de crudo), costó 2.500 millones de dólares USA sólo en trabajos de
limpieza y recuperación de la zona. Y el accidente del Erika (20.000 toneladas de fuel, 400
kilómetros de costa afectada), supera los 700 millones de euros.
¿Quién pagará tantísimo dinero? A falta de conocer el destino de las demandas interpuestas contra
ABS en los tribunales norteamericanos, sabemos que entre el asegurador de la responsabilidad civil
del armador y el Fondo pagarán como máximo 171,5 millones de Euros, que es la cantidad prevista
por los Convenios internacionales vigentes CLC y FUND/92, y que de esa cantidad han de salir
también las indemnizaciones que reclamen los damnificados de Francia y Portugal. El resto, los
miles de millones que faltan para llegar al coste total, saldrán del bolsillo de todos los españoles, vía
“Hacienda somos todos”, actuando el Gobierno como mero gestor, aunque el Sr. Aznar López haya
presentado las ayudas e inversiones previstas como mérito suyo, dinero discrecional poco menos
que salido de su bolsillo.
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