La Historiografia Pesimista Dominicana

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Instituto tecnológico de Santo Domingo (INTEC)

Área de ciencias sociales y humanidades

Historiografía general y dominicana

Daniel A. Rosa. ID: 1096678

LA PRIMERA HISTORIOGRAFÍA DOMINICANA COMO DRAMA


Toda corriente de historiografía tiene su fundamentación y justificación bajo un contexto,
principalmente influenciada por factores políticos, económicos y sociales, y originalmente debe
ceñirse al relato y análisis más objetivo posible de los hechos históricos. Sin embargo, y en más
de una ocasión este parámetro se torna muy difuso y el historiador es mas susceptible al relato
sesgado. Esto ultimo es lo que sucedió con los primeros historiadores dominicanos.
Dentro de los planteamientos que el autor realiza a través de su lectura sobre la primera
historiografía, una de las primeras cosas que nos expresa es que los historiadores nacionales, desde
sus principios, se permitieron el lujo de llevarse de una historicidad, una historicidad que da lugar
a leyendas de situaciones profundas y trágicas, una que es muy cuestionable, una que solo se queda
en algo meramente supuesto, como la aparición mercedaria, con el propósito de complacer a un
público como si se trataran de testimonios vivos desenterrados de nuestro pasado, algo que
definitivamente es muy llamativo, ya que estos autores estaban mas dirigidos por las preferencias
de los juicios de la población contemporánea a estos.
Partiendo de lo anterior, el autor argumenta que existe una dimensión axiológica fundamental en
la historiografía dominicana, y es que, desde sus comienzos, hubo un enfrentamiento entre el
(sujeto) bueno y el villano, pero esto no es seguido por la victoria del primero y el encargo de la
tarea que da paso a la lucha y a la prueba de la acción del héroe queda irrealizado. Esto convierte
a la historia, desde esta narrativa, en una regresión progresiva, un esquema abierto y cíclico.
Un gran representante de estos historiadores fue José Gabriel García cuyo modelo interpretativo
sobresale por aspectos como la carencia de la especificidad del historiador en los hechos,
saltándose muchos de ellos. De hecho, el enfoque de este modelo presentó una visión moral y
pragmática de la historia, que nunca asumió esa actitud de desastre, a la cual solo concedía la
importancia que se pudiese demostrar mediante el estudio de las fuentes históricas a las que tuvo
acceso.
Sin embargo, en palabras del autor, la carga calificativa de sus textos llevó al relato garciano a
nivel de un potencial para crítica social y política, que resulta de esa tendencia a poner de relieve
su disociación del “sin sentido” de la realidad políticas y de las “discordias fratricidas” que se
repitieron constantemente durante la mayor parte de la historia del estado dominicano, y cuya
narración no dejó de ser susceptible al “toque" de los historiadores tan verdes como la propia
república que aún no terminaba de consolidarse para finales del siglo XIX.
No obstante, a pesar de toda la imprecisión que conllevaba esta corriente pesimista del relato de la
historia, que seguía siendo épica, a posteriori de García, poco a poco, la narrativa historiográfica
dominicana de la sociedad, pasó de sus orígenes, de lo español y de España, con su flujo narrativo
normal y de ser una historia de vencedores, a mantener vivos los recuerdos de una historia de
injusticias y de victimados, lo que se convertiría en una corriente altamente dramática y que no
solo se quedaría en el pesimismo, sino que sería incluso negativista (refiriéndonos al concepto más
técnico del término) respecto al desarrollo de los hechos históricos.
Finalmente, se entienden las primeras manifestaciones de relatos historiográficos en el estado
dominicano como un mero ejercicio de narrativas que rozan la tendencia a lo mitológico con tal
de que los textos sean más atractivos para los lectores de la época, más allá de los matices del
enfoque de cada autor. Aquí se trata de evitar el error que muchos de estos autores cometieron, y
se plantea que estos solo respondieron a la influencia que ejercía sobre ellos su propio contexto
histórico.
Algo que también se quiere resaltar, es que incluso para lo verde que estaba la narrativa histórica
nacional, esta corriente pesimista era incluso más razonable y correspondida con los hechos que
la posterior corriente que se empeñaría en rememorar las injusticias, y reivindicaría el tener al
presente como una posición desde la que se puede juzgar el pasado, cosa que es kilométricamente
más lejana a la objetividad en el relato historiográfico, y que, según puedo inferir, llega a ser un
tendencia regresiva en la propia historiografía, que convierte a estas corrientes de la narrativa
histórica en homólogas de los propios hechos que describen como regresiones cíclicas.

Referencias
Marte, R. (2005). José G. García, la primera historiografía dominicana como drama. Boletín del
Archivo General de la Nación (129). http://www.cielonaranja.com/marte-primerahistoria.pdf

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