Cordero, Eduardo - Los Sujetos y La Relación Jurídico-Administrativo
Cordero, Eduardo - Los Sujetos y La Relación Jurídico-Administrativo
Cordero, Eduardo - Los Sujetos y La Relación Jurídico-Administrativo
ADMINISTRATIVAS
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INDICE
I. INTRODUCCIÓN. ................................................................................................................. 4
II. LAS FIGURAS SUBJETIVAS EN EL DERECHO ADMINISTRATIVO ................. 5
A) Las personas jurídicas públicas......................................................................................... 5
1. La aplicación de la técnica de la personificación a las organizaciones públicas ...... 5
2. Las clasificaciones dogmáticas de las personas jurídicas públicas ............................ 6
a) Entes públicos y privados............................................................................................. 7
b) Entes territoriales y funcionales .................................................................................. 9
3. Los entes públicos en Chile. ....................................................................................... 11
B) Los órganos administrativos ............................................................................................ 23
1. El concepto y sus dificultades........................................................................................ 23
a) La formación del concepto ......................................................................................... 23
b) Consecuencias jurídicas.............................................................................................. 24
c) Bases de la teoría del órgano en el ordenamiento chileno. .................................... 24
2. La dinámica del órgano: la imputación........................................................................ 26
a) El objeto de la imputación .......................................................................................... 27
b) Los límites de la imputación ...................................................................................... 28
3. Tipología de los órganos ................................................................................................ 30
a) Las clasificaciones de orden estructural ................................................................... 30
b) Las clasificaciones de orden funcional ..................................................................... 30
C) Los administrados (o ciudadanos).................................................................................. 31
1. Un concepto ambiguo y discutido ................................................................................ 31
2. Las categorías dogmáticas de administrados.............................................................. 33
a) La intensidad de las limitaciones: administrado simple y cualificado ................ 33
b) La generalidad de la vinculación: la pertenencia territorial.................................. 36
III. LAS SITUACIONES JURÍDICAS SUBJETIVAS ....................................................... 38
A) Las situaciones de poder o activas.................................................................................. 38
1. La libertad......................................................................................................................... 38
2. La potestad ....................................................................................................................... 39
2
a) Concepto y caracteres ................................................................................................. 39
b) Los diferentes tipos de potestades ............................................................................ 41
3. El derecho subjetivo ........................................................................................................... 45
a) Concepto y caracteres ................................................................................................. 45
b) Los diferentes tipos de derechos subjetivos ............................................................ 46
c) Los intereses legítimos o derechos subjetivos reaccionales ................................... 47
B) Las situaciones de deber o pasivas.................................................................................. 49
1. La sujeción ........................................................................................................................ 49
2. La obligación .................................................................................................................... 50
3. La carga............................................................................................................................. 50
4. El deber público............................................................................................................... 51
C) Las situaciones mixtas y complejas................................................................................. 51
1. Los poderes funcionales ................................................................................................. 51
2) El status. ........................................................................................................................... 52
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I. INTRODUCCIÓN.
Así pues, las tres figuras subjetivas básicas del Derecho administrativo son las
ya citadas del administrado o persona (física o jurídica) privada; de la persona
jurídica pública; y del órgano. Las analizaremos sucesivamente (I), para referirnos
después a los tipos estáticos de relaciones entre dichas figuras, esto es, las
denominadas situaciones jurídicas subjetivas (II).
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II. LAS FIGURAS SUBJETIVAS EN EL DERECHO ADMINISTRATIVO
- y, por último, el concepto de corona, que cumplió -entre otras funciones muy
semejantes al de fisco, bien que con la intención de restringir las facultades de
disposición del monarca sobre el reino y los elementos fundamentales del
mismo.
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- de otra, supone ventajas prácticas evidentes para los ciudadanos: no sólo simplifica
sus relaciones con las grandes Administraciones (que constituyen frente a ellos
un único centro de imputación y de actuación), sino que su garantía patrimonial
del ciudadano se amplía sensiblemente, al ser todo el patrimonio de la persona
jurídica el que responde del pago de las deudas contraídas frente a él, y no sólo
el patrimonio de un sector de la organización o de un concreto funcionario;
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a) Entes públicos y privados
1) Durante largo tiempo, la doctrina operó con la hipótesis de que todas las
personas jurídicas podían ser consideradas como públicas o como privadas, o de
Derecho público y de Derecho privado. Al servicio de esta hipótesis se
formularon criterios de distinción, muy diversos, que permitieran, ante un ente
de calificación dudosa, encajarlo inequívocamente en una de estas dos
categorías.
Los criterios aventurados han sido múltiples. GARRIDO FALLA enumera cinco
principales:
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2) Todos y cada uno de estos criterios -y cualesquiera otros que pudieran
formularse- son susceptibles de críticas imposibles de rebatir. Y es que el
problema se encuentra mal planteado, porque, con independencia de que la
clasificación pueda emplearse aproximativamente, la evolución jurídica ha
borrado los linderos entre ambas categorías: la práctica totalidad de las personas
jurídicas poseen hoy elementos de derecho público y de derecho privado en su
régimen, por lo que la distinción es, hoy, casi irrelevante en la práctica.
ii) Por su parte, las consideradas habitualmente como personas jurídicas públicas
se constituyen bajo una forma pública de personificación (p. ej., los municipios) y
se rigen por el Derecho administrativo, pero también, y en proporciones cada vez
mayores, por el Derecho privado (p. ej., celebran contratos privados, civiles,
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mercantiles o laborales). Existen, no obstante, personas públicas constituidas en
forma privada (p. ej., las sociedades o corporaciones de propiedad del Estado o
de una Municipalidad), y que se rigen normalmente por el Derecho privado; así
como personas públicas, constituidas en forma pública, que se rigen, no
obstante, por el Derecho privado (p. ej., Televisión Nacional de Chile,
CODELCO, ENAMI, etc.).
Esta compleja situación pone de relieve no sólo que el único aspecto realmente
importante es el régimen jurídico aplicable a la actividad de cada persona, sino
que dicho régimen nunca es monolítico (de Derecho administrativo o de
Derecho privado): en la práctica totalidad de los casos, parte de la actividad de
un ente se rige por el Derecho público, y parte por el Derecho privado. De lo
cual resulta que la discusión acerca de si un ente es público o privado constituye
un falso problema: lo único relevante es la determinación, en cada relación
jurídica concreta de un ente, del tipo de norma, pública o privada, por la que se
rige. Como distinción dogmática sustantiva, pues, carece de rigor: sólo si se la
toma como una distinción aproximada, descriptiva y heurística puede tener una
cierta utilidad.
2) Esta segunda distinción surge, dentro de la doctrina alemana del siglo XIX, en
un intento de adaptar y matizar el concepto tradicional de entidad corporativa a
las personas jurídicas públicas. Dicho concepto venía siendo diseñado por la
doctrina en base a los caracteres de las personas corporativas de Derecho
privado: sin embargo, notas tales como el origen basado en la asociación
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voluntaria y contractual entre personas, el carácter disponible y no vinculado de
los bienes de la corporación, o el derecho de los socios a una cuota del
patrimonio en caso de disolución, eran inaplicables a los entes públicos.
Reconociendo, pues, la base corporativa o asociativa del Estado y de los
municipios, parecía indispensable acuñar una subcategoría dentro del género de
la corporación, la cual se intentó identificar mediante el elemento del territorio:
frente a lo que ocurre con otras personas jurídicas, se decía, el territorio es, para
el Estado y el municipio, un elemento fundamental, una parte constitutiva de su
misma esencia o estructura, por lo cual se entendió que debían ser considerados
como entes o corporaciones territoriales.
2) El concepto de ente territorial fue, sin embargo, objeto de una crítica decisiva
por los miembros de la escuela de Viena (RADNITZKY, H. KELSEN y W.
HENRICH), que pusieron de relieve que el territorio no podía ser considerado
jurídicamente como un elemento estructural del Estado; es, meramente, el
ámbito espacial de validez de un orden jurídico, o el límite físico para el
ejercicio de las competencias propias de cada ente. Las competencias de todo
ente público, cualquiera que sea su naturaleza, se ejercen sobre un territorio
determinado y, en concreto, sobre las personas que se hallan en dicho territorio.
No cabe, pues, en términos lógicos, que un ente no tenga delimitado un ámbito
físico para el ejercicio de sus competencias; el territorio juega, por ello, una
función idéntica respecto de todos los entes públicos, por lo que la distinción
carece de validez.
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de entes territoriales) y los restantes (entes no territoriales, que mejor debían
calificarse de entes instrumentales): lo que ocurre es que el criterio distintivo, en
base a la esencialidad o accidentalidad del territorio, está evidentemente mal
seleccionado. Por ello, como ha señalado la doctrina, no hay inconveniente en
seguir utilizando esta clasificación, que tiene la gran ventaja de estar consagrada
en los usos lingüísticos, siempre que se tenga conciencia de la imperfección del
criterio diferenciador original y de que las notas distintivas entre los conjuntos
de entes a que alude son, hoy, otras diversas.
Art. 3º CPR
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Pública, los Gobiernos Regionales, las Municipalidades y las empresas públicas
creadas por ley.
2) Administración centralizada.
a) Presidente de la República
Art. 24 CPR
Art. 1º LOCBGAE
b) Ministerios
Artículos 33 a 37 CPR
Artículos 22 a 23 LOCBGAE
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El Presidente de la República podrá encomendar a uno o más Ministros la
coordinación de la labor que corresponde a los Secretarios de Estado y las
relaciones del Gobierno con el Congreso Nacional.
Artículo 34.- Para ser nombrado Ministro se requiere ser chileno, tener
cumplidos veintiún años de edad y reunir los requisitos generales para el
ingreso a la Administración Pública.
Artículo 22.- Los Ministerios son los órganos superiores de colaboración del
Presidente de la República en las funciones de gobierno y administración de sus
respectivos sectores, los cuales corresponden a los campos específicos de
actividades en que deben ejercer dichas funciones.
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El Presidente de la República podrá encomendar a uno o más Ministros la
coordinación de la labor que corresponde a los Secretarios de Estado y las
relaciones del Gobierno con el Congreso Nacional.
c) Subsecretarías
Artículo 24 y 24 LOCBGAE
Artículo 24.- En cada Ministerio habrá una o más Subsecretarías, cuyos jefes
superiores serán los Subsecretarios, quienes tendrán el carácter de
colaboradores inmediatos de los Ministros. Les corresponderá coordinar la
acción de los órganos y servicios públicos del sector, actuar como ministros de
fe, ejercer la administración interna del Ministerio y cumplir las demás
funciones que les señale la ley.
Artículo 26 LOCBGA
Artículo 26.- Los Ministerios, con las excepciones que contemple la ley, se
desconcentrarán territorialmente mediante Secretarías Regionales Ministeriales,
las que de Interior estarán a cargo de un Secretario Regional Ministerial.
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a) Función de gobierno (órganos desconcentrados)
I NTENDENTE (R EGIÓN )
Art. 1º LOCGAR
G OBERNADOR (P ROVINCIA )
Art. 3º LOCGAR
Artículo 105.- En cada provincia existirá una gobernación que será un órgano
territorialmente desconcentrado del intendente. Estará a cargo de un
gobernador, quien será nombrado y removido libremente por el Presidente de la
República.
Artículo 3°.- En cada provincia existirá una Gobernación, que será un órgano
territorialmente desconcentrado del intendente. Estará a cargo de un
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gobernador, quien será nombrado y removido libremente por el Presidente de la
República.
Art. 13 LOCGAR
Artículo 13.- La administración superior de cada región del país estará radicada
en un gobierno regional, que tendrá por objeto el desarrollo social, cultural y
económico de ella.
M UNICIPALIDADES . (C OMUNA )
Art. 1º LOCM
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Artículo 107.- La administración local de cada comuna o agrupación de comunas
que determine la ley reside en una municipalidad, la que estará constituida por
el alcalde, que es su máxima autoridad, y por el concejo.
Los alcaldes, en los casos y formas que determine la ley orgánica constitucional
respectiva, podrán designar delegados para el ejercicio de sus facultades en una
o más localidades.
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jerárquicos de División, Departamento, Sección y Oficina, considerando la
importancia relativa y el volumen de trabajo que signifique la respectiva
función.
5) S ERVICIOS PÚBLICOS .
a) Concepto.
Artículo 28 LOCBGA
Artículo 29 LOCBGAE
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Los servicios descentralizados actuarán con la personalidad jurídica y el
patrimonio propios que la ley lesasigne y estarán sometidos a la supervigilancia
del Presidente de la República a través del Ministerio respectivo. La
descentralización podrá ser funcional o territorial.
políticas nacionales y a las normas técnicas del Ministerio a cargo del sector
respectivo.
Artículo 31 y 32 LOCBGA
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Artículo 32.- En la organización interna de los servicios públicos sólo podrán
establecerse los niveles de Dirección Nacional, Direcciones Regionales,
Departamento, Subdepartamento, Sección y Oficina.
6) La desconcentración administrativa.
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La desconcentración funcional se realizará mediante la radicación por ley de
atribuciones en determinados órganos del respectivo servicio.
Artículo 34.- En los casos en que la ley confiera competencia exclusiva a los
servicios centralizados para la resolución de determinadas materias, el jefe del
servicio no quedará subordinado al control jerárquico en cuanto a dicha
competencia.
Del mismo modo, la ley podrá dotar a dichos servicios de recursos especiales o
asignarles determinados bienes para el cumplimiento de sus fines propios, sin
que ello signifique la constitución de un patrimonio diferente del fiscal.
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Art. 2°.- El Consejo de Defensa del Estado tiene por objeto, principalmente la
defensa judicial de los intereses del Estado.
9) Contiendas de Competencia.
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El delegante no podrá ejercer la competencia delegada sin que previamente
revoque la delegación. Podrá igualmente, delegarse la facultad de firmar, por
orden de la autoridad delegante, en determinados actos sobre materias
específicas. Esta delegación no modifica la responsabilidad de la autoridad
correspondiente, sin perjuicio de la que pudiera afectar al delegado por
negligencia en el ejercicio de la facultad delegada.
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que la persona física sería mero titular; para otros, en cambio, el complejo de
funciones debería designarse "oficio", siendo el órgano la unidad formada por
las funciones y su titular; otros, finalmente, entienden que el concepto de órgano
debería reservarse para aquellas unidades administrativas cuyos titulares están
capacitados para emitir declaraciones ad extra, que se imputan como propias a la
Administración.
b) Consecuencias jurídicas.
Diversas consecuencias se pueden derivar del concepto y definición de órgano,
y en especial de órgano administrativo, que hemos dado precedentemente:
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normas constitucionales o de importantes leyes administrativas, los mismos que,
en gran medida, sustentan los principios de competencia y de juridicidad de la
Administración. Veamos someramente los más fundamentales.
La Constitución Política de 1980, en sus arts. 62, inc. 4°, N° 2°, y 60, N° 14 ° ,
establece que es materia que tiene que ser de iniciativa del Presidente de la
República la de crear nuevos servicios públicos o empleos rentados y, en
general, la de fijar los beneficios pecuniarios del personal de los servicios de la
Administración del Estado, tanto central como descentralizada. Es ésta, sin
duda, una concepción orgánica del servicio público; la Constitución comprende
en este concepto a una estructuración de empleos, con sus respectivos cometidos
legales, y al personal o conjunto de personas que los ponen en movimiento o en
acción.
Debe citarse aun el art. 6° de la actual Constitución: "Los órganos del Estado
deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a
ella. Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o
integrantes de dichas órganos como a toda persona, institución o grupo. La
infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que
determine la ley".
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La noción de órgano está aquí, pues, clara; se habla expresamente de órganos
del Estado, de sus integrantes (los agentes públicos) y de su investidura, y de su
competencia. Y se alude también expresamente a las responsabilidades que
pueden derivar cuando "no actúen válidamente" en la expresión de la voluntad
del Estado, esto es, de la persona jurídica de que formen parte.
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a) El objeto de la imputación
En el campo de las relaciones privadas, la imputación puede operar de dos
maneras: cuando una persona física realiza en su propio nombre un acto, este
acto y sus efectos se imputan a su esfera jurídica; en otros casos, en cambio, el
acto realizado por una persona es imputado a esta misma, pero los efectos del
mismo son imputados o atribuidos a otra, como ocurre en el fenómeno de la
representación. El mundo de las relaciones de Derecho público exigía, en
cambio, una noción que permitiese una imputación total: el Estado (y los demás
entes públicos) debía poder ser considerado no sólo como el destinatario de /os
efectos de los actos realizados por sus servidores, sino como auténtico autor de
dichos actos. A ello sirvió espléndidamente la teoría del órgano: al ser
considerado el órgano como parte integrante del Estado, éste resultaba ser autor
y destinatario de los efectos de los actos realizados por el personal a su servicio.
Ahora bien, de hecho, la práctica conoce supuestos tanto de imputación total
como parcial.
2) La imputación parcial, o sólo de los efectos del acto (pero no de éste) tiene
lugar respecto de aquellas actividades o conductas de los órganos lato sensu, o
agentes públicos de cualquier nivel que no constituyen emanación de un acto
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formal y tipificado de expresión de voluntad. En tal caso, lo único que se imputa
a la Administración es la obligación de indemnizar las consecuencias dañosas a
que, eventualmente den lugar aquellas actividades o conductas.
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prolongación en el ejercicio de funciones públicas; y, finalmente, la ausencia
total de investidura (caso el más complejo de todos, conocido en la doctrina
italiana como funzionario di fatto: con este nombre se alude a los problemas
suscitados por la asunción espontánea de funciones públicas por ciudadanos
carentes de todo nombramiento oficial, en momentos de vacío de poder
provocados por situaciones bélicas).
El tratamiento que debe recibir cada uno de estos supuestos desde el punto de
vista de la imputación es, ante todo, una cuestión de Derecho positivo. En todos
ellos se manifiesta una tensión entre dos principios opuestos: de un lado, la
exigencia del mantenimiento del sistema de provisión regular y legal de los
órganos administrativos; de otro, el valor de la continuidad en la prestación de
servicios públicos y la necesaria protección de la buena fe y la confianza de los
terceros que se relacionan con la Administración. Una tensión que puede recibir
soluciones diversas según las circunstancias que rodean cada caso, y que vienen
condicionadas por hechos tan dispares (y tan comprensibles, de otro lado) como
la incidencia del componente político y aun la propia duración y amplitud
material de las funciones realizadas por el agente de facto. En ausencia de
normas expresas de Derecho positivo, sin embargo, la opinión general se mueve
en el sentido de dar primacía a los valores de la protección de la apariencia y de
la buena fe, considerando imputables a la Administración los actos respectivos.
Esta es, desde luego, la solución doctrinal unánimemente defendida en los dos
primeros supuestos antes mencionados. En los casos de carencia total de
investidura, sin embargo, las opiniones doctrinales se dividen. A nuestro
entender, la imputación debe negarse en los casos de usurpación y simulación
groseras del ejercicio de funciones públicas, pero no en los restantes: siempre
que el ejercicio de las funciones haya estado revestida de una apariencia
suficiente como para comprometer la credibilidad y buena fe de terceros, la
imputación no puede excluirse.
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3. Tipología de los órganos
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son aquellos cuya competencia viene determinada fundamentalmente por la
función o materia que se le asigna, como ocurre con los Ministerios o las
Secretarias Regionales Ministeriales, mientras que los segundos tienen una
competencia determinada por el territorio, como ocurre con la figura del
Intendente y el Gobernador
31
esfera jurídica del particular: es el ente que "administra", de donde resulta que
el sujeto privado es un ente que ostenta una posición pasiva, que es
"administrado". Esta noción debe ser, no obstante, puntualizada desde diversos
puntos de vista.
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expediente sancionador, el inculpado tiene derecho a ser oído y a exigir la
práctica de las pruebas necesarias para la acreditación de los hechos).
Así las cosas, cabe dudar más que razonablemente de la consistencia técnica de
esta noción, sobre la cual, además, se ha vertido una suerte de condena
implícita, como término propio de un lenguaje político autoritario. Por esta
razón, autores como SOTO KLOSS manifiestan la impropiedad del término
administrados y lo sustituye por el de gobernado. Por su parte, en le legislación
española ha pretendido sustituir el término "administrado" por el de
"ciudadano" quizá más "políticamente correcto", pero en todo caso equívoco.
Pero, sea cual fuere la fórmula empleada, es necesario fijar su significado. Desde
este punto de vista, y para el Derecho administrativo, administrado o ciudadano
es cualquier sujeto de Derecho que resulta destinatario del ejercicio de una
potestad o derecho subjetivo de los que es titular una Administración pública (o,
lo que es lo mismo, que se sitúa en una relación jurídico-administrativa como la
contraparte de la Administración), ostentando ésta normalmente -pero no sólo
ni exclusivamente- una posición dominante. En un sentido más estricto, dicho
concepto se ciñe a los supuestos en que dichos destinatarios son personas,
físicas o jurídicas, privadas.
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i) cuando esta posición es la genérica de todos los restantes ciudadanos, no
estando matizada por ninguna nota especial, se habla de administrado simple,
cuya relación con la Administración es la denominada relación general de poder
(también llamada de supremacía general o de sujeción general, según se vea
desde la perspectiva de la Administración o del administrado, por el lado activo
o el pasivo); el contenido de esta posición de supremacía general que la
Administración ostenta está integrado por las potestades que el sistema
normativo le atribuye respecto de la totalidad de los ciudadanos: la potestad
reglamentaria, la expropiatoria, la sancionadora, etc.;
ii) en segundo lugar, y sobre todo, es imposible saber, en la mayor parte de los
casos, si una determinada relación de poder es general o especial: todo depende
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de la perspectiva que se adopte en cada caso; y, si no es posible delimitar con
una mínima precisión ambas categorías, ¿son éstas válidas?;
Pero ello ocurre tanto en la llamada relación general como en las relaciones
especiales de poder, con la única diferencia, puramente fáctica, de que, de modo
tradicional, el diseño de las potestades de la Administración en las denominadas
relaciones especiales se hace de modo inevitablemente más ambiguo, genérico y
flexible; y no puede ser de otra forma, porque en estas relaciones la intensidad y
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extensión del contacto físico entre la Administración y los administrados son
mucho mayores y, por lo mismo, son también mucho más numerosas las
posibles situaciones de limitación de libertad que pueden producirse. Pero ello
no entraña la necesidad de distinguir dos tipos globales y distintos de
administrados y de relaciones de poder, de supremacía o de sujeción que, en
caso de utilizarse, no poseen más que un alcance aproximativo, descriptivo y
coloquial, sin precisión dogmática alguna.
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sus órganos de gobierno, eligiendo a sus componentes o siendo elegidos para
ellos;
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III. LAS SITUACIONES JURÍDICAS SUBJETIVAS
Las relaciones que el Derecho puede establecer entre las diversas figuras
jurídicas subjetivas que hemos analizado pueden contemplarse desde una
perspectiva estática, que comprende el estudio de una serie de conceptos
abstractos que aluden a posiciones de poder y deber de los diversos sujetos jurí-
dicos, tradicionalmente conocidas con el nombre de situaciones jurídicas
subjetivas. Tales situaciones pueden ser clasificadas en tres grupos.
1. La libertad
a) La situación de libertad, en su sentido estrictamente técnico-jurídico, posee
dos vertientes definitorias, positiva y negativa:
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- es igualmente distinto a los conceptos de potestad y de derecho subjetivo, cuyo
contenido es la posibilidad de imponer a otras determinadas conductas -
positivas o negativas-, en tanto que el contenido primario de la situación de
libertad es la posibilidad de actuación lícita en la esfera personal, sin
condicionar la actividad de los otros;
2. La potestad
a) Concepto y caracteres
Por potestad se entiende, en términos generales, aquella situación de poder que
habilita a su titular para imponer conductas a terceros mediante la constitución,
modificación o extinción de relaciones jurídicas o mediante la modificación del
estado material de cosas existente. Sin embargo, una caracterización más clara y
precisa sólo se consigue mediante una confrontación dialéctica de sus notas
distintivas con las del derecho subjetivo, que puede efectuarse en la siguiente
forma:
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también puede ser otorgado directamente por una norma (p. ej., los derechos
fundamentales) e incluso creado por el ejercicio de una potestad.
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b) Los diferentes tipos de potestades
Como cualesquiera otro concepto jurídico complejo, la potestad es susceptible
de tantas clasificaciones cuantos elementos cabe distinguir en la misma. Las más
usuales son las siguientes.
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2) En especial, la distinción entre potestades regladas y discrecionales
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- En segundo lugar, discrecionalidad no es el producto del reconocimiento de un
ámbito de libertad a la Administración, sino la consecuencia de una remisión normativa
consciente. La discrecionalidad no puede entenderse, como era frecuente antaño,
como la consecuencia de una laguna de la ley, cuyo silencio hacía entrar en
juego la libertad de la Administración, sino como el resultado de una decisión
deliberada: la Administración posee potestad discrecional no porque la ley calle,
sino porque la ley quiere.
43
Administración puede elegir entre diferentes soluciones, todas ellas igualmente
válidas. Sin embargo, esta indiferencia no es total, sino, como se ha dicho,
relativa: la decisión que se adopte deberá respetar en todo caso los principios
constitucionales básicos que condicionan la actuación administrativa.
- En primer lugar, a través del control Judicial de los elementos reglados que, junto
con los discrecionales, integran la potestad. Un acto de contenido discrecional
puede ser anulado si se dicta sin amparo en potestad alguna (falta de potestad),
o por un órgano que no es el concretamente habilitado para el ejercicio de la
potestad (incompetencia), o para supuestos de hecho no comprendidos en el
ámbito de la potestad, o adoptando medidas no integradas en el contenido
material de la potestad, o infringiendo las reglas de procedimiento establecidas
para el empleo de la potestad, o utilizando la potestad para fines distintos de
aquéllos para los que la norma la atribuyó (vicio éste conocido con el nombre de
desviación de poder , cuyo examen se hará en un capítulo posterior).
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la esfera intocable de la decisión discrecional, cuya juridicidad no puede ser
contrastada con una norma escrita (precisamente porque la norma ha
renunciado a regular el contenido de tal decisión), pero sí, en todo caso, con las
normas no escritas que son los principios generales del Derecho. La atribución
de una potestad discrecional supone, ciertamente, la no sujeción de ésta a la Ley;
pero no puede suponer una exención del sometimiento al Derecho, esto es, al
resto del ordenamiento jurídico, surgiendo principios como el de buena fe, no
discriminación, proporcionalidad, etc.. Con todo, no puede ocultarse que, dada
la falta de fijeza y opinabilidad de los principios generales, esta técnica de
control debe utilizarse con cautela, pudiéndose anular la decisión discrecional
cuando la infracción de un principio sea inequívoca: de otra forma, se corre el
peligro de sustituir la decisión discrecional de la Administración por el criterio
subjetivo de los jueces, contra la voluntad expresa de la ley que atribuyó la
potestad, voluntad que no puede desconocerse a la ligera.
3. El derecho subjetivo
a) Concepto y caracteres
Los caracteres intrínsecos del concepto de derecho subjetivo ya quedaron
expuestos más arriba al perfilar la noción de potestad. Recordando lo que allí se
apuntó, digamos que el derecho subjetivo puede tener su origen en una norma,
en el ejercicio de una potestad o en una relación jurídica concreta (un acto
administrativo, un contrato o un hecho unilateral de un tercero); posee un objeto
específico y concreto, siendo su contenido la realización de una conducta
igualmente concreta y específica exigible a un sujeto pasivo; y es, finalmente,
una posición de poder que se dirige a la satisfacción de un interés de su propio
titular, por lo que resulta renunciable, transmisible y susceptible de
prescripción.
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- primera, que los derechos subjetivos existen, indiscutiblemente, en el campo del
Derecho administrativo; los particulares ostentan frente a la Administración
(igual que la Administración frente a ellos, y las Administraciones entre sí)
auténticos derechos subjetivos;
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3) Por razón de su contenido, los derechos pueden clasificarse en tres tipos. El más
importante y numeroso es el de los derechos obligacionales o de crédito, dentro del
cual se encuadran, junto a los más típicos y usuales (p. ej., los nacidos de un
contrato), los llamados derechos prestacionales o a obtener prestaciones de los
servicios públicos y algunos de los derechos constitucionales cuyo principal
contenido es el derecho a un no hacer de la Administración. Junto a ellos se
encuentran los derechos reales, tanto de la Administración como de los
administrados. Y finalmente, los derechos de participación, que confieren el poder
de intervenir en la organización pública, bien participando en el proceso de
constitución de sus órganos, bien integrándose en ellos, bien poniendo en
marcha su actividad en beneficio propio.
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pedir la protección de derecho alguno -que, por definición, no existía-, sino sólo
la mera anulación del acto. Esta conclusión resultaba, sin embargo, absurda: el
titular de un interés recurre no para lograr una simple anulación, sino para
obtener el pleno restablecimiento de la situación dañada por el acto impugnado;
en ocasiones, la mera anulación es suficiente (p. ej., anulación de una sanción),
pero no lo es en la mayor parte de los casos.
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- De los primeros no hay apenas nada que decir, por cuanto responden al tipo
clásico de interés: se trata, naturalmente, de aquellos supuestos en los que la
acción administrativa incide de forma directa en la esfera jurídica de una
persona, considerada en su individualidad (p. ej., el que posee el propietario de
una estación de servicio contigua a una carretera que se suprime al construirse
una variante).
1. La sujeción
El concepto y problemática de la situación jurídica denominada sujeción son
extraordinariamente sencillos. La sujeción es, simplemente, el correlato pasivo
de la potestad, consistente en el deber de soportar el ejercicio de una potestad
sobre el propio ámbito jurídico. Se trata, por lo tanto, de una condición estática,
integrante de una situación jurídica de status (a la que después nos referiremos):
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se encuentran en situación de sujeción las personas comprendidas en el ámbito
subjetivo de una potestad.
2. La obligación
De la situación jurídica de obligación bien poco hay que decir que no haya sido
ya dicho: al ser el correlato perfecto del derecho subjetivo en el plano positivo,
lo expuesto a propósito de éste es aplicable plenamente a la obligación, sin más
que alterar la perspectiva. Esta consiste, pues, en la necesidad jurídica de
realizar una determinada conducta de hacer o de no hacer, que el sistema
normativo establece en beneficio o utilidad de una tercera persona, la cual
ostenta el poder de exigirla.
3. La carga
La situación jurídica denominada carga posee un perfil en cierta manera híbrido
entre las situaciones de poder y de deber: consiste, como la obligación, en la
necesidad jurídica de realizar una determinada conducta. Se diferencia de ésta,
sin embargo, en que la carga entraña normalmente una conducta positiva (de
hacer), y sobre todo, en que esta compulsión jurídica a realizar la citada
conducta está establecida en interés propio del sujeto sobre el que pesa, de tal modo
que su incumplimiento no entraña ilicitud alguna, sino la simple pérdida de una
ventaja para cuya obtención esa conducta constituye un requisito.
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comparecencia en un procedimiento administrativo para ser tenido por
interesado; la petición de ampliación de plazos, o la interposición de recursos.
4. El deber público.
La más ambigua y problemática de las situaciones jurídicas pasivas es la que la
doctrina conoce con el apelativo de deberes públicos, cuya caracterización suele
hacerse, en contraste dialéctico con la figura de la obligación, en base a tres
circunstancias:
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b) En segundo lugar, los derechos subjetivos que son, al tiempo, deberes: se trata de
actividades a llevar a cabo por su titular, que éste puede exigir a los entes
públicos, pero que éstos también pueden exigirle o imponerle. Es el caso de
muchos derechos-deberes constitucionales; como el derecho a la educación, la
cual es, a la vez, obligatoria.
c ) Y, en tercer lugar, las situaciones de contenido complejo, en las que, junto con
elementos activos o de poder, existen elementos pasivos o de deber. Es el caso
prototípico del derecho de propiedad inmobiliaria, cuyo contenido, contorne a
la legislación urbanística, está integrado de facultades junto a un elenco de
importantes deberes positivos (obligación de urbanizar, edificar con arreglo al
plan regulador, hacer cesiones, etc.).
2) El status.
Con frecuencia se habla del status, término de larga tradición en el lenguaje
jurídico, como de una situación compleja. Expresándose con mayor propiedad,
sin embargo, habría que decir que el status es un complejo de situaciones jurídicas
diversas (potestades, derechos, obligaciones, etc.) consideradas unitariamente
en función de un determinado rol social o jurídico de las personas. Se trata, en
definitiva, de una técnica de simplificación semántica que cumple un doble
papel: de una parte, el acotamiento, desde una cierta perspectiva, de un
colectivo de personas que ostentan un conjunto de situaciones jurídicas
comunes; de otra, la designación sintética y abstracta de dicho conjunto de
situaciones jurídicas.
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personas a las que se somete a una regulación unitaria (status de nacional o de
extranjero, de funcionario público, de concesionario; y también en el Derecho
privado, como ocurre con el status de cónyuge, de hijo, de tutor, de accionista,
de comerciante, etc.).
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