Desarrollo Infantil y Juvenil. T2

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DESARROLLO INFANTIL Y JUVENIL

2. PRIMERA INFANCIA

2.1 DESARROLLO CORPORAL

2.1.1 Introducción

Cuando nacen, los recién nacidos pasarán a una nueva etapa donde se enfrentarán a
muchos estados corporales y emocionales de desequilibrio. De estar protegidos en su
“burbuja” del vientre materno pasan a estar en el mundo “real”. Muchos estímulos
como el hambre, el frío, el calor o el dolor comenzarán a afectarle y empezará a realizar
cosas para eliminar estas sensaciones que no le provocan bienestar.

El bebé comenzará a desarrollar sus vínculos con otros seres humanos (adultos) en el
momento en que ellos satisfagan sus necesidades, a través de la interacción entre
ambos. Desde los ojos de los padres el niño será una criatura perfecta, pero desde el ojo
de los expertos o psicólogos el niño es un ser imperfecto, lleno de potencialidades pero
aún con bastantes deficiencias.

Toda esta descripción nos referimos a los neonatos, los niños que acaban de nacer, ya
que poco a poco los niños adquirirán una mejor apariencia e irán desarrollándose a nivel
psicológico, físico y social. Abarcaremos la primera infancia, que va de los 0 a los 6 años
de vida.

Un niño que acaba de nacer de media mide unos cincuenta centímetros y pesa unos tres
quilos y medio. Durante su primer año de vida triplicará su peso y aumentará el doble
de su estatura.

Esta media solamente es una cifra estadística, ya que hay muchas variaciones que
dependerá de cada niño y factores ambientales, sobre todo la nutrición del pequeño.
No será lo mismo un niño que nace en un entorno en el cual tiene de todo y otro niño
en un ambiente pobre. El peso de ambos, por ejemplo, variará bastante.

El crecimiento de los individuos seguirá dos principios principales: el cefalocaudal


(afirma que el desarrollo tiene lugar en la cabeza y va hacia las extremidades inferiores);

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y el proximodistal (el desarrollo físico va de la parte central del cuerpo a las


extremidades). Durante los tres primeros años de vida el crecimiento físico es el más
rápido de toda la vida humana.

Hay algunas desemejanzas en las pautas de crecimiento entre niños y niñas. Las niñas,
por ejemplo, se desarrollan más rápido que los niños, y tiene más grasa corporal y menos
agua en su organismo, comparadas con los niños. Por otra parte, los niños tienen más
tejido muscular que las niñas y suelen ser más altos y con más peso corporal.

2.1.2 Recién nacido

Hasta más o menos el día siete después del parto se habla del niño como recién nacido.
En estos días el niño se va recuperando de su “trauma” de nacer y empieza a establecer
equilibrios en su entorno.

El niño recién nacido tiene una gran cantidad de reflejos, aunque nos pensemos que no.
Estos reflejos son comúnmente llamados “primitivos”, algunos de ellos son básicos para
la supervivencia humana. Por ejemplo, el niño cuando mame el dedo o el pezón de su
madre es un reflejo primitivo, o también llorar o toser serán reflejos primitivos. El niño
cuando mame será para satisfacer el hambre; cuando llore será porque se sentirá mal o
estará reclamando atención o alguna necesidad; cuando tosa será porque le moleste
alguna cosa dentro de su interior o para expulsar algún elemento, como la leche, por
ejemplo. Todo lo que hacen tiene una explicación fisiológica.

Los tres reflejos que dan mucha información sobre el desarrollo del Sistema nervioso
son los siguientes:

 Reflejo de BabinskI: Cuando se le toca al niño la parte externa de la planta de su


pie, el niño extenderá los dedos.
 Reflejo de Darwin: Si se acaricia la palma de su mano, el niño empujará la mano
y se agarrará fuerte.
 El reflejo de Moro: Es uno de los más relevantes. Si se pone al niño de espaldas
sobre una superficie y luego se golpea de repente, el niño abrirá los brazos,
extendiendo los dedos y piernas, para luego acercar de nuevo sus bracitos y

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manos hacia su línea media, como abrazando a alguien. Este reflejo tiene
importancia para el desarrollo porque en los niños ha de empezar a desaparecer
sobre los tres o cuatro meses de vida y no debe encontrarse a partir de los seis
meses. La desaparición de este reflejo parece estar en el proceso de maduración
de su sistema nervioso.

2.1.2.1 Necesidades primordiales del recién nacido

Los bebés para poder sobrevivir tienen que ser satisfechas sus necesidades fisiológicas
por un adulto (sus padres). Muchas de estas necesidades son satisfechas de forma
automática a través de la autorregulación (el niño no participa activamente), como por
ejemplo la necesidad de oxígeno, el control de temperatura, el sueño… Hay otras
necesidades como por ejemplo el hambre, que será una persona adulta quien la atienda.

Veamos las necesidades más importantes o primordiales del recién nacido:

SUEÑO

A medida que el niño va creciendo se va disminuyendo el tiempo que le dedica al sueño.


El recién nacido destina un 80% en dormir, y a partir del año aproximadamente ya le
dedica un 50%.

En el sueño se irán modificando el tiempo que le dedica al niño a dormir y también al


ritmo o profundidad. En las primeras tres o cuatro semanas el bebé dormirá de siete a
ocho periodos breves; a las seis semanas unas cuatro veces por día y de forma más
prolongada; a partir de los siete meses el niño ya normalmente dormirá por la noche y
uno o dos sueños durante día.

ELIMINACIÓN

Los procesos de satisfacción de esta necesidad son totalmente involuntarios. Cuando el


intestino del niño está repleto, sus esfínteres anales se abren automáticamente y todo
el contenido intestinal se expulsa, al igual que con la orina.

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HAMBRE Y SED

El hambre y la sed son las necesidades más importantes a nivel fisiológico y no depende
de conductas reflejas como las anteriores, hace falta la ayuda de una persona adulta
para satisfacerla. Si al niño no se le cubre esta necesidad como es debida su tensión
arterial aumentará.

2.1.3 Lactancia

La leche materna aún hoy día es el mejor alimento para el recién nacido, a pesar de
todos los adelantos en leche no-materna. Los recién nacidos que se alimentan de la
leche materna tienen menos enfermedades y más posibilidad de sobrevivir que los niños
que no la toman.

Si se vigila adecuadamente, la alimentación con leche no-materna tiene también éxito,


pero es más fácil que la alimentación sea adecuada si se vigila correctamente. La leche
materna no tiene bacterias patógenas, pero igualmente sí que hay que tomar
precauciones igualmente, sobre todo en la alimentación de la madre.

Tampoco necesita modificarse, ya que posee todos los componentes nutritivos


primordiales y en las cantidades adecuadas, aunque mínimas. Desde el punto de vista
médico la leche materna ha de ser superior a la leche artificial en los primeros meses,
aunque existen bastantes discusiones al respecto, ya que hay expertos que aseguran
que es mejor que la proporción de leche artificial sea mayor, y al contrario. El debate
aún sigue hoy en día.

El amamantamiento con leche materna fomenta la relación entre la madre y su hijo.


Para el recién nacido es más fácil y normal alimentarse a través del pecho, ya que aparte
de satisfacer su necesidad de alimentación también le satisface su necesidad de calor e
intimidad con su madre.

Para la mayoría de las madres dar el pecho a sus hijos es un acto de amor y piensan que
el vínculo que se crea no se consigue con leche artificial. No todas las madres, eso sí, no

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están preparadas a nivel físico y emocional para dar el pecho a sus hijos, lo cual vamos
a explicar a continuación.

Hay una serie de contraindicaciones para no dar pecho al recién nacido, las cuales son
las siguientes:

TUBERCULOSIS

Si la madre padece de esta enfermedad, el niño ha de aislarse por completo para no ser
contagiado. Pero si la madre tiene esta enfermedad de manera activa pero no
transmisible en general no conviene amamantamiento por el esfuerzo físico que implica
para la madre. Si la tuberculosis es latente o está curada, no hay contraindicación para
dar el pecho.

ENFERMEDADES CRÓNICAS

La madre que tiene una enfermedad crónica grave no puede someterse a dar el pecho,
ya que supone un esfuerzo físico. Algunas enfermedades crónicas como la psicosis o las
convulsiones frecuentes pueden ser un inconveniente en el amamantamiento o incluso
un peligro para el pequeño y para ambos.

TRASTORNOS AGUDOS

Las enfermedades agudas graves y las intervenciones quirúrgicas mayores son motivos
para no dar de amamantar. Durante esta fase se tiene que hacer todo lo posible para
mantener la secreción láctea, vaciar las mamas periódicamente. Cuando aparece la
menstruación durante la lactancia, no indica el destete, aunque durante el primero o
dos primeros días el bebé puede perturbarse algo. La gestación no exige el destete
brusco, aunque conviene por el esfuerzo que conlleva para la madre, se ha de hacer de
manera gradual.

MASTITIS

Cuando la madre sufre de una mastitis ha de dejar de amamantar al niño con el pecho
enfermo. En la mastitis bilateral es conveniente el destete por completo.

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AVERSIÓN PSICOLÓGICA

Los ensayos para persuadir a las madres que tiene aversión de dar el pecho solamente
tienen efecto durante un periodo pequeño de tiempo. A veces la madre amamanta
porque acepta los beneficios que ello comporta para su pequeño, pero si esto no va
junto con una tranquilidad emotiva, la podría perturbar y dejar de darle el pecho.

DEFORMIDAD LOCAL DEL NIÑO

Un ejemplo de esta contraindicación sería en los niños con el paladar hendido o el labio
leporino, ya que son incapaces de mamar el pezón de la madre.

También niños con obstrucciones nasales o hipoplasias del maxilar inferior no pueden
mamar de forma adecuada.

PREMADUREZ

Que el niño prematuro pueda amamantarse depende sobre todo de su peso al nacer.
Los niños que nacen antes de tiempo a veces no se les suele dar el pecho hasta después
de un tiempo, para evitar dificultades en la secreción láctea de la madre.

ENFERMEDADES

Toda enfermedad que debilite al recién nacido puede ser un impedimento para que
pueda amamantar correctamente. En algunos casos cuando las enfermedades se
resuelven en días o semanas la madre puede almacenar su leche a través de mamaderas,
pero si la enfermedad del lactante es muy prolongada se pasaría a la leche artificial.

2.1.4 Maduración

El surgimiento de muchas funciones psicológicas dependerá sobre todo del proceso de


maduración del infante. La maduración designa a una serie de modificaciones o cambios
o que han de pasar que para surjan unas determinadas funciones psicológicas, siempre
que se den en las condiciones ambientales adecuadas.

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La maduración se puede apreciar sobre todo en el proceso de la aparición del lenguaje


del bebé. El cerebro de un niño, de por ejemplo unos dos meses de edad, aún no estará
del todo desarrollado como para que pueda hablar. Un niño a partir del año de vida ya
tendrá un sistema nervioso más estructurado y maduro y comenzarán a surgir las
primeras palabras del niño.

Maduración y aprendizaje serán dos procesos que se complementen. La maduración no


será la causante de una función psicológica, pero determinará el momento en que esta
función puede surgir.

Comportamientos como el gatear o sentarse son ejemplos muy explícitos del papel que
ejerce la maduración en el proceso de evolución del infante. La aparición de estos
comportamientos presupone modificaciones en la maduración de su sistema nervioso,
caracterizados por una creciente complejidad, así como el crecimiento de huesos y
músculos. Para que el niño adquiera estos comportamientos ha de tener la oportunidad
de usar su cuerpo en su plenitud. Estas conductas motrices no se aprenden
exactamente, aparecen, pero la práctica hace que se vuelvan más coordinadas y exactas.

2.2 EVOLUCIÓN DE LA PERCEPCIÓN

2.2.1 Introducción

La información que nuestro cuerpo recibe de los sentidos a través de las sensaciones ha
de ser tratada por nuestro sistema nervioso para que la persona pueda responder
correctamente a las exigencias de su entorno. A continuación explicaremos el desarrollo
de los procesos perceptivos en el niño, principalmente de la vista, profundidad, oído,
olfato, gusto, tacto y dolor. Pero antes explicaremos algunos conceptos básicos
relacionados con el tema para situarnos:

ESTÍMULO

Es una fuente de energía física que produce una respuesta en un órgano sensorial. Los
estímulos son de diferentes tipos e intensidades. Los diversos tipos de estímulos activan
diferentes órganos sensoriales. Por ejemplo, los estímulos luminosos activan los órganos

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de la vista, mientras que los estímulos sonoros activan el sentido auditivo. Cada estímulo
a su vez activará o no un órgano sensorial dependiendo de su fuerza o intensidad.

SENSACIÓN

Es el proceso a través del cual los órganos sensoriales del cuerpo responden al estímulo.
Percepción en cambio es el proceso de descubrimiento, organización e interpretación,
análisis e integración de la información recibida, mecanismo que implica a nuestros
órganos sensoriales y a todo el conjunto del sistema nervioso, en especial el cerebro.

No todos los estímulos pueden activar un órgano sensorial. El concepto de umbral


absoluto dice relación con intensidad mínima que debe tener un estímulo para que
pueda ser detectado por un órgano sensorial.

2.2.2 Visión

Los procesos nerviosos que están relacionados con la capacidad visual comienzan a
desarrollarse en la tercera semana de gestación, sin embargo en el momento del
nacimiento todavía no está del todo perfeccionado el sistema neuromuscular de los
ojos, por lo que los niños no tienen mucha visión. El niño que acaba de venir al mundo
es capaz de apreciar luces, colores, oscuridad y formas, pero no ven nítidamente.
Aunque tienen igualmente una agudeza visual muy potente. Estudios han demostrado
que son capaces de reconocer a sus madres por la forma de su cara, aunque no la vean
claramente.

Cuando nacen los niños parpadean al estar expuestos a luces brillantes, y siguen con su
vista las luces móviles. Esto quiere decir que sus músculos oculares tienen una buena
coordinación. Pero aún sus dos ojos no son capaces de converger hacia el mismo
estimulo. Los recién nacidos no pueden efectuar un ajuste ocular, esto es una
acomodación que les permite ver objetos situados a distancias no muy cercanas. A los
dos meses de edad comienzan a hacer la acomodación a la distancia de los objetos y
aproximadamente a los cuatro meses la capacidad de acomodación ya es parecida a la
de un adulto, con lo que el infante puede enfocar objetos lejos y cercanos de su
alrededor.

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Los bebés son capaces de percibir los colores muy tempranamente. Sobre los dos meses
de vida ya son capaces de ver el color rojo y el verde; a los tres meses distinguen el color
azul y sobre los cuatro meses pueden ver también el amarillo.

El bebé reacciona también a contrastes creados por su contorno, que es el borde una
línea negra sobre el fondo blanco. Si se le enseña a un bebé un triángulo negro sobre un
fondo blanco, sus ojos quedarán más tiempo cerca de los bordes del triángulo, sobre
todo en sus vértices. Si se le dan dos estímulos con diferentes tamaños de contorno, el
bebé generalmente mirara durante más tiempo al estímulo que tiene más contorno.

Los niños muestran una reactividad especial a las formas curvas y concéntricas. Si por
ejemplo la forma y contorno de dos figuras es la misma, pero una de ellas está formada
con líneas curvas y la otra por líneas rectas, el recién nacido estará más tiempo mirando
la forma con curvas.

Los niños recién nacidos tienen la capacidad de distinguir expresiones faciales de otros
individuos, incluso de hacer un intento de imitarlas. SI vean a una persona con una cara
feliz, por ejemplo, o de sorpresa, al niño le puede dar por imitar la cara del adulto, y
bastante bien de hecho, llegando a sorprender a las personas que tiene alrededor. Esto
quiere decir que incluso los bebés más pequeños ya tienen la capacidad de responder a
algunas emociones de quienes les rodean.

La tendencia presentada por los niños a prestar atención a algunos aspectos de su


entorno, como por ejemplo el movimiento, colores o curvas, es de tipo no aprendido,
simplemente ellos lo perciben y reaccionan.

Se han ido inventando bastantes maneras ingeniosas para poder ver las capacidades
perceptivas de los bebés, que se basan en las respuestas biológicas y en los reflejos de
los recién nacidos.

Si se muestra un estímulo novedoso a un recién nacido, se ha comprobado que su ritmo


cardiaco sube, debido a la atención que el niño presta al estímulo. Pero si se les muestra
de repente el mismo estímulo, el ritmo cardiaco se hace más lento, ya que la atención

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del niño disminuirá. A esto se le conoce como “habituación”, que es la disminución de


la respuesta a un estímulo, tras las presentaciones repetidas de un mismo estímulo.

Cuando el niño se ha habituado a un estímulo, se le muestra uno nuevo. A veces, el


nuevo estímulo se presenta solo y otras veces acompañado del estímulo antiguo. Si el
niño muestra un interés renovado frente al nuevo estímulo, o si le concede más tiempo
de atención que al viejo, los psicólogos dicen que el bebé se dio cuenta de la diferencia
entre el nuevo patrón de estimulación y el antiguo, y que “prefirió” el nuevo. A esto se
le llama deshabituación.

¿QUÉ ES LA HABITUACIÓN?

Es considerado como la forma de aprendizaje más primitiva de aprendizaje y se define


como el decremento de la respuesta de un organismo a un estímulo, en otras palabras,
es el proceso por el cual dejamos de responder a aquello que no es relevante.

Es un fenómeno tremendamente cotidiano y frecuente en nuestro día a día. Aquellas


personas que viven cerca de un aeropuerto, una carretera de grandes dimensiones o
una discoteca lo reconocerá fácilmente, ya que si para ti es la primera vez que te
encuentras en la cercanía de lugares tan ruidosos te resultará imposible vivir en esas
condiciones, mientras que los que ya llevan viviendo en esas condiciones unas semanas,
ya no escuchan la contaminación acústica. La habituación ha actuado sobre ellos, y ha
hecho que los estímulos que para nosotros resultan aversivos en un primer momento,
ellos sean incapaces de escucharlos si no es prestando una atención muy detenida.

¿Y LA DESHABITUACIÓN?

Al añadir un estímulo extraño, el estímulo que ya casi no producía respuesta (por la


habituación previa) vuelve a producirla. Cuanto más novedoso e intenso sea el estímulo
extraño, mayor deshabituación.

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2.2.3 Oído

En comparación con el sentido de la vista, del sistema auditivo en neonatos o bebés se


han hecho menos investigaciones, y por ende se sabe mucho menos. Algunos de estos
estudios han usado los procesos de habituación y deshabituación para estudiar la
discriminación de sonidos en el niño.

Gracias a algunos estudios se ha podido ver que el recién nacido puede oír desde el
momento que nace y que es sensible a la localización del sonido como a su frecuencia
(Bridger, 1961). Hay expertos que también han podido confirmar que los bebés pueden
reconocer la voz de su madre a partir de los tres días de vida (DeCasper y Fifer, 1980).

2.2.4 Gusto

Los bebés pueden distinguir entre el salado y el dulce. Cuando se les ponen substancias
con diferentes sabores en la boca, “chupetean” a diferente ritmo; cuando se les da un
líquido dulce, el niño aumenta la velocidad de los movimientos de la lengua. Papalia
planteó que “la preferencia de la mayoría de las personas por la limonada en lugar del
limón demuestra un gusto congénito de la especie por lo dulce” (1991).

2.2.5 Olfato

Ya desde los primeros días de vida los niños son sensibles a algunas sustancias olorosas.
Steiner en 1979 planteó que a los recién nacidos les gusta el olor de vainilla y a frutilla y
que les desagrada el olor de los huevos podridos o el pescado, por ejemplo.

Un bebé de dos días no muestra reacción ante el dolor de su madre, pero a los seis días
el niño ya distinguirá el olor del sujetador de su madre (o de la persona que lo
amamante) y el de otra mujer (Macfarlane, 1975; Lipsit, 1977).

2.2.6 Tacto y dolor

La perceptibilidad ante el dolor tiene una singularidad en comparación con los otros
sentidos: parecer ser que no hay ninguna zona en particular del cerebro que reciba los
estímulos que provocan dolor. La observación en los neonatos sugiere que la

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sensibilidad al dolor está desde el primer día de vida. Hay estudios que demuestran que
la sensibilidad al tacto se encuentra presente ya a partir de la octava semana de
gestación.

2.2.7 Memoria

Sobre los ocho o doce meses de vida aparece un nuevo proceso en la criatura, que se
caracteriza por la capacidad de recuperar recuerdos del pasado, poder tener presente
en un momento tanto la percepción presente como la información que se recupera del
pasado, para así poder comparar todas las informaciones y percepciones para poder
comprender la relación entre ambas. A este proceso se le llama memoria.

A partir de los sietes meses de vida aparece un acontecimiento especial, el miedo, que
se caracteriza por una expresión de la cara de recelo y lloro en el niño. Cuando el bebé
está presente en un acontecimiento que le provoque miedo, desconfianza o
discrepancia tendrá miedo y la mayoría de las veces llorará. Antes de los siete meses de
edad pocas veces los niños presentan miedo ante adultos que no conocen, por ejemplo,
u objetos que le aparecen de repente.

Parece ser entonces que este miedo es una consecuencia de la incapacidad del niño para
resolver la incoherencia ante el acontecimiento que tiene delante. La posibilidad de
recuperar este esquema del acontecimiento y la discrepancia que hay en él está dada
por la aparición de la memoria en el niño.

2.3 COMPORTAMIENTO MORAL

Los niños evolucionan en un entorno formado sobre todo por otros adultos y niños, que
son quienes se encargarán de satisfacer al niño sus necesidades. Por una parte los
adultos se preocuparan de entregarle los cuidados al niño y ofrecer relaciones
emocionales. Por otra parte esta interacción social contribuirá al desarrollo cognitivo y
social del infante, influyendo también en la velocidad del desarrollo.

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La relación emocional que se crea entre el niño y el adulto que lo cuida se conoce como
apego, que ya lo hemos estudiado en temas anteriores. La figura con la que el niño se
sentirá seguro, se tranquilizará, jugará, acudirá cuando esté cansado o aburrido, etc.

El fenómeno del apego no es lo mismo que el amor que siente el infante hacia sus
padres. El amor simbólico, por ejemplo, se desarrollará en un niño que nunca ha visto a
su madre o su padre gracias a la formación de lazos emotivos que no implican
necesariamente una relación de apego.

2.3.1 Construcción del vínculo afectivo

Ainsworth, creadora del estudio de “la situación extraña”, suponía que le niño iba
construyendo un “modelo para trabajar”, un modelo que permanece si su madre actúa
de manera consistente, o sea, actuando primordialmente siempre de la misma manera.
Pero en cambio, si la madre cambia su forma más o menos permanente, la forma de
actuar a la que se ha acostumbrado el niño, éste podría revisar el modelo y por lo tanto
podrá modificarse la naturaleza del vínculo afectivo entre ambos.

Los vínculos afectivos dependen sobre todo del comportamiento que muestran las
madres delante sus niños. Generalmente, la cantidad de interacción positiva entre
madre e hijo es más significativa que la cantidad del tiempo que la madre dedique al
niño.

Las madres que atienden de forma más intensa a sus niños, respondiendo a las señales
que estos emiten, para comer o dejar de comer, por ejemplo, tienen niños que
desarrollan vínculos afectivos de seguridad. Son también madres que tienden a coger
más en brazos a los niños y acercarlos a su cuerpo. Hay estudios que han corroborado
que las madres que pasean a sus hijos en “cargadores” o “canguros” sujetados a su
cuerpo tienden a crear vínculos de seguridad más fuertes que las madres que pasean a
sus hijos en cochecitos.

Otras investigaciones han demostrado que las madres que habían desarrollado el
vínculo afectivo de seguridad eran más sensibles y sabían cuidar bien de sus hijos, con
sentimientos positivos respecto a ellas mismas. En cambio las madres con vínculos de

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evitación o “mal carácter”, tenían más dificultad de crear vínculos afectivos de seguridad
y tenían dificultad para expresar sus sentimientos, a la vez que no se sentían muy a gusto
con el contacto físico con el bebé. Solían ser madres con falta de confianza en ellas
mismas y no muy interesadas en el cuidado del bebé, priorizando otras necesidades.

El amor entre una madre y su hijo no es algo “automático” ni corresponde a algún


“instinto”. Hay diversos factores que influyen en la manera que una mujer trata a su
hijo, entre ellos los motivos para haberlo tenido, si era un hijo deseado o no, la
experiencia en cuidar bebés, relación con el padre de la criatura, etc.

2.3.2 Estilos de crianza y desarrollo social

El desarrollo social del infante es también influenciado por los patrones de crianza de
sus padres. Diana Baumrind, psicóloga, ha estudiado los tipos de crianza predominantes
y los ha definido en tres grupos principales:

 Padres dictatoriales: Rígidos y castigadores, exigen a sus hijos una obediencia


absoluta. Las normas de crianza que ejercen son muy estrictas y nunca aceptan
que sus hijos estén en desacuerdo con ellos. Estos niños suelen tener problemas
para relacionarse, son poco amistosos y algo retraídos.
 Padres permisivos: Crían a sus hijos de manera relajada e inconsciente y les
exigen muy poco. Los niños presentan comportamientos casi siempre
inmaduros, suelen tener rabietas, poco control sobre ellos mismo y son bastante
dependiente de sus padres.
 Padres autoritarios: Son padres firmes, con ideas claras y ponen límites para sus
hijos. Tratan siempre de razonar con ellos de manera objetiva y concisa.
Fomentan la independencia de sus hijos. Suelen ser niños con grandes
habilidades sociales, agradables, con confianza sobre ellos mismos e
independientes.

2.3.3 Diferencias culturales en la crianza de los niños

Los niños son criados de diferentes maneras, cada padre o madre lo hará a su manera y
lo mejor que sepa. Dependerá también de la cultura en la cual pertenezcan. Por ejemplo,

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en Israel, los kibutz, un tipo de granjas colectivas donde todo es de todos y trabajan
todos por igual, los niños viven entre ellos en una sola habitación y son criados por una
enfermera. En las aldeas rurales de Guatemala, la mayoría de los niños pasan su tiempo
estando solos en una cuna de madera dentro de una choza sin luz y sin casi posibilidad
de jugar durante sus diez primeros meses de vida. En Pekín, otro ejemplo, los niños
vienen en una sola habitación y su jornada diaria está bastante estructurada.

Lo primordial acerca de la crianza de los niños es la creencia que los padres tengan sobre
la naturaleza principal del niño, así como sus convicciones de cómo se ha de educar a
los niños para que sean en un futuro un adulto ideal.

Hay algunos que creen que el niño por naturaleza es malvado y entonces lo que se ha
de hacer es “domarlo”; otros creen que las personas son poco activas y en consecuencia
tenemos que ser estimuladas para actuar.

En un estudio, citado por Konig e Hill en 1966 se comparó las actitudes acerca la crianza
de los niños de madres japonesas y estadounidenses. Se estudiaron a 30 madres de cada
país con hijos entre los tres y cuatro meses de vida. Los resultados mostraron
comportamientos y maneras de criar muy diferentes entre ellas, que claramente eran
dadas por factores del entorno y cultura.

Los niños de madres estadounidenses solían tener su propia habitación y cuando


lloraban porque tenían hambre, por ejemplo, las madres antes de darles comida
esperaban unos minutos. Los niños japoneses dormían en la misma habitación de su
madre y su padre, por lo cual siempre estaba cerca de ella. De esta manera cuando el
niño lloraba la madre lo atendía al momento y lo alimentaba en cuanto tuviera hambre
sin esperar.

Se pudo ver también que las madres japonesas tendían a tratar de tranquilizar a sus hijos
con más frecuencia y les hablaban menos, en comparación con las madres
norteamericanas. Estas jugaban muy agitadamente con sus hijos y les hablaban y
estimulaban continuamente.

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Como resultado de este tipo de crianza los bebés de madres japonesas eran menos
activos que los estadounidenses y además vocalizaban menos que ellos.

Estas diferencias de cultura en el comportamiento de las madres son derivadas de las


diferentes filosofías de su propia cultura, sobre la naturaleza de cada persona. La madre
japonesa suele considerar al niño como alguien activo e independiente por naturaleza,
considerando que su tarea como madre es hacerle más dependiente de ella y la familia.
La madre norteamericana en cambio considera a sus hijos como personas pasivas a
quien hay que transformar en alguien activo e independiente de la familia.

Estas diferencias no solamente se dan en culturas diferentes, sino también dentro de


una misma sociedad. Mussen en el 1996 informó sobre las diferencias de crianza que se
dieron los últimos cincuenta años en EEUU.

En 1914. por ejemplo, un folleto editado por el gobierno estadounidense, daba los
siguientes consejos a madres de cómo tenían que criar a sus hijos:

 Como el sistema nervioso del niño es muy sensible, evitar la estimulación


excesiva.
 No “malcriar” a los niños, poniendo como ejemplo que no se debe alimentar o
atender al bebé cada vez que lloraba.
 Enseñar al niño a controlar sus evacuaciones antes del año de vida.
 No dejar que el niño juegue con sus genitales o se chupe el dedo.

En 1960 otro folleto del gobierno de Norte América hacía las siguientes
“recomendaciones”:

 Permitir a los niños recibir tanta estimulación como sea necesario, para que se
“enteren” del mundo.
 Atender al niño cuando llora, sin tener miedo a “malcriarlo”.
 Esperar a que el niño comprenda el objeto del control de las evacuaciones (sobre
el segundo año de vida).
 No preocuparse si el niño juega con sus genitales o se chupa el dedo.

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Estas modificaciones en los consejos de crianza refleja el cambio que ha vivido la


sociedad. La manera en cómo se cría a los niños está muy relacionada con el sistema de
valores de la sociedad.

2.3.4 Diferencias entre los cuidadores

Hay diferencias entre las personas, y la manera de cuidar a los niños es una de ellas.
Sander en el 1969 estudió las pautas de llanto y de sueño de infantes cuidados por dos
enfermeras diferentes que actuaban como madres adoptivas. Los niños pasaron
primero diez días en una casa-cuna para bebes, desde ahí fueron llevados a habitaciones
individuales, dónde eran atendidos por una de las dos enfermeras.

 Los niños cuidados por la enfermera B mostraron una brusca bajada del llanto,
ya que la enfermera era más sensible a las necesidades del niño. También pudo
lograr una mejoría en los patrones de sueño de los niños.
 Los niños cuidados por la enfermera A mostraron más llantos, al verse que esta
enfermera era menos sensible con las necesidades individuales de cada bebé.

Con este estudio se pudo observar que la persona que mantiene una interacción íntima
y continua con el niño será más sensible al niño y a sus necesidades individuales.

2.3.5 Miedos

Según muchos expertos los miedos que tienen los niños en la infancia tienen una fuerte
relación con el apego que el niño siente hacia su madre o cuidador principal.

Hay estudios que muestras cómo la maduración de nuevos comportamientos


cognoscitivos, como el descubrimiento de la memoria y la disposición a generar
predicciones, se halla en la base los miedos de los niños.

Los miedos principales que se encuentran en los niños tienen especial relación al miedo
que tienen de los adultos extraños, de otros niños o de la separación de la persona que
lo cuida, generalmente su madre.

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Se recomienda hacer memoria en este punto del capítulo del Apego Infantil y el
experimento de la persona extraña.

MIEDO A OTROS NIÑOS

Cómo se vio en el experimento muchos niños de ocho meses de vida pueden presentar
señales de miedo o alerta cuando se les presenta un adulto que no conocen, pero en
cambio si entra otro niño en la habitación no muestran signos de miedo. Pero en cambio
a partir de los veinte meses de edad los niños ya comienzan a presentar signos de alerta
o miedo frente a otros niños.

En una serie de estudios se pusieron a niños en una habitación cerca de sus madres y
con varios juguetes para que pudieran jugar. Cuando el niño estaba tranquilo, al cabo
de unos 20 minutos, entraba un niño que no conocía, de su misma edad y sexo, y
acompañado de su madre. Los niños de menos de doce meses de edad no dieron
ninguna señal de miedo, siguieron jugando tranquilamente, incluso mostraban interés
en el nuevo niño o buscando la interacción. Pero a partir de los doce meses de edad
aproximadamente el comportamiento de los infantes cambiaba. Cuando entraba el niño
extraño en la habitación dejaban de jugar y se iban hacia sus madres, aferrándose a ellas
por miedo o temor, mientras miraban al niño que no conocían. Esto pasaba con niños
entre los doce y los veinte meses de edad, y desaparecía sobre los treinta meses.
Conviene destacar que en el experimento con el adulto extraño muchos de los niños
lloraban, pero con los niños raramente lloraban, simplemente se mostraban confusos o
aturdidos.

Que los niños mostraran ansiedad o miedo a partir de cierta edad, Mussen explicó que
debido a los esquemas correspondientes a adultos se crean más tempranamente en el
niño que los esquemas correspondientes a otros niños. Es entendible, ya que la
interrelación social con adultos que los niños conocen es más grande y se desarrolla
desde mucho antes que la interacción con otros niños. Es decir, que el niño es capaz de
descubrir más temprano la diferencia entre adultos conocidos y desconocidos. Como
antes de los doces meses los niños no tienen todavía mucha relación con otros niños

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pues aún no han generado los esquemas correspondientes, y por lo tanto un niño
extraño no le provocará temor o incertidumbre.

Aun así la ansiedad que pueda sentir un niño por otro niño será menos intensa que con
adulto, ya que guarda relación con la edad que aparece el comportamiento o conducta
en cuestión. A partir de los doce meses de edad, que es cuando aparece el miedo ante
otros niños, el niño ya puede producir respuestas ante temor o incertidumbre, como por
ejemplo ir hacia su madre para sentirse más seguro. Esta respuesta evita que se presente
el lloro frente a este tipo de situaciones.

ANSIEDAD POR SEPARACIÓN

La ansiedad que se produce en el infante cuando es separado de la persona que lo cuida,


suele surgir sobre los ocho o doce meses de vida y empieza a desaparecer sobre los
veinte o treinta meses. Si un niño que tiene menos de ocho meses está jugando
tranquilamente con sus cosas y ve a su madre como sale de la habitación, de manera
general no presentará ninguna respuesta de miedo o ansiedad. Pero el niño a partir del
año de edad si empezará a tener otras respuestas, como lloro, incertidumbre…

Esta ansiedad repentina se presentará más fuerte si el niño se encuentra en un lugar


que no conoce y se queda absolutamente solo en la estancia dónde esté. Si está en una
habitación que él conoce o junto a otra persona que conozca o quiera, como por ejemplo
su padre, su ansiedad será menos intensa que si se encuentra con un amigo de su madre
en casa de él.

Se trata del trastorno de ansiedad más frecuente en menores de 12 años y de aparición


más temprana, padeciéndolo alrededor del 4% de los niños y niñas y el 1,6% de
adolescentes. La presencia de esta patología disminuye con la edad, pero también
cambian las preocupaciones de quienes la padecen.

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2.3.6 Alteraciones durante el sueño

PESADILLAS Y PERTURBACIONES DEL SUEÑO

No siempre las manifestaciones de las ansiedades y los miedos del infante vienen
mientras está dormido. Algunos de ellos pueden estar reprimidos durante su día a día y
a la noche, en forma de pesadillas o terrores nocturnos, manifiestan esta ansiedad.

Una pesadilla es a nivel general “un sueño que asusta a la persona” y que normalmente
se da a la madrugada, cuando se recuerda de manera muy clara y vívida. Las pesadillas
cogen su máxima intensidad entre los cuatro y los seis años de vida pero también
pueden seguir a lo largo de toda la vida.

Casi todas las pesadillas significan que el niño tiene un conflicto interno y ansiedad. Pero
aun así no tienen por qué ser motivo alarmante para los padres, a no ser que se
presenten cada día o muy repetidamente. Cuando la misma pesadilla se repite siempre
o es muy parecida normalmente quiere decir que el niño tiene un conflicto en específico
que no logra resolver, por ejemplo, y aflora en su sueño (inconciencia).

EL terror nocturno aparece cuando el niño también duerme y se despierta de manera


acelerada y de repente, con signos de miedo o pánico. Le puede dar por chillar, respirar
agitadamente, mirar fijamente sin parpadear, etc. Se acaban calmando normalmente
con la ayuda de su madre o padre y a la mañana siguiente normalmente no recuerdan
nada, como si todo hubiera sido un sueño borroso.

Generalmente los terrores nocturnos no suelen persistir mucho tiempo y acaban


desapareciendo solos, sin ser un problema emocional real. Cuando los niños padecen
terrores nocturnos suelen aparecer una vez a la semana. Cuando aparecen más
repetidamente sí que conviene consultar al médico especialista o terapeuta.

Otro trastorno del sueño que suele ser frecuente en la edad infantil, más que en los
adultos, es el sonambulismo. El niño que lo padece se levantará de la cama por las
noches estando dormida, caminará por su habitación o por casa con los ojos abiertos,
pero con signos evidentes de que no está del todo despierto. No es un trastorno

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peligroso pero sí que hay que vigilar al niño que no se haga daño o no se ponga en peligro
mientras está dormido. Es un trastorno que aproximadamente un 15% de los niños lo
padecen en algún momento de su infancia, entre los cinco y doce años de edad. Suelen
caminar estando dormidos alguna que otra vez, pero solamente uno de cada seis niños
lo hace de manera regular.

A modo de curiosidad hay una creencia popular que se dice que no hay que despertar a
los niños sonámbulos, y es conveniente remarcar que esta afirmación es falsa. Despertar
a u niño sonámbulo no le hará ningún daño, simplemente despertará del todo y se verá
en un estado confuso durante un rato. Cuando pase esto lo que hay que hacer es relajar
al niño y llevarlo de nuevo a la cama.

Hablar dormido es también una perturbación del sueño, pero carece de peligro y no
requiere ninguna acción terapéutica al respecto, la mayoría de las veces.

ENURESIS

La enuresis es la persistencia de micciones incontroladas más allá de la edad en la que


se alcanza el control vesical (de cuatro a seis años como edad extrema).

Vulgarmente se le conoce como “mojar la cama” y se puede presentar por la noche pero
también durante el día, aunque por la noche es mucho más típico, por eso la hemos
incluido dentro de las alteraciones del sueño.

La enuresis consiste en descargar involuntariamente orina durante el día o la noche.


Suele aparecer de repente a partir de los cuatro o cinco años de edad y cuando
aparentemente no hay signos de alteraciones neurológicas o urológicas.

Hay niños que se orinan encima su cama de forma deliberada, y suele estar relacionado
casi en la mayoría de las veces en comportamientos de oposición o desafío hacia sus
padres. Las medidas para enfrentarlo es restablecer una pauta de relación entre padres
y sus hijos. En otros casos, la conducta de mojar la cama aparece relacionada a
conductas de miedo de la oscuridad, a posibles fantasmas… Los padres y los
profesionales tendrán que enfocar sus esfuerzos sobre todo en solucionar los miedos

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DESARROLLO INFANTIL Y JUVENIL

del niño, con lo que seguramente la enuresis desaparecerá una vez se han diagnosticado
y tratado los temores del infante.

Para diagnosticar una enuresis nocturna son suficientes con que el niño lo haga dos
veces en un mes, en el caso de niños entre cinco y seis años de edad. En niños c on más
de seis años con que lo sufra una vez al mes ya es suficiente para diagnosticársela.

Hay una mayor incidencia de enuresis nocturna entre los niños varones. Las niñas
adquieren el control de la micción antes que los niños, apreciándose una diferencia
entre ambos de dos o tres años.

Los tipos de enuresis son los siguientes:

 PRIMARIA: Nunca ha habido control voluntario de la micción desde el


nacimiento. Se relaciona normalmente con factores del desarrollo, como
disfunciones fisiológicas o de aprendizaje. Suele estar más presente en niños que
en niñas y más durante la noche que durante el día.
 SECUNDARIA: Cuando el niño por fin ha logrado el control nocturno de la diuresis
vuelve a “mojar la cama”. Esta enuresis está más relacionada con problemas
emocionales o acontecimientos estresantes para el niño. Suele provocar
también infecciones urinarias, sobre todo en el sexo femenino, al estar toda la
noche con la diuresis. La edad más frecuente de este tipo de enuresis es entre
los cinco y los seis años. Se ha de estudiar los factores que estén asociados al
inicio de este problema, para poder clasificarlos y poder ajustar la intervención
necesaria.

A continuación nombraremos los métodos de tratamiento para la enuresis:

 CALENDARIO: Lo que se hace es usar un calendario gráfico de pegatinas, por


ejemplo, y colores, que representaría por una banda las pegatinas de un color
que representarían las noches secas y otras pegatinas que serían las noches que
el niño o niña “ha mojado la cama”. Este calendario sería de un mes en total y se
tendría que poner a disposición del niño. Con este mecanismo el infante sería
recompensado las noches que no ha mojado la cama, con el criterio de sus

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padres. Premios o gratificaciones que motiven al niño y con un acuerdo previo


con él, para que él mismo intente no mojar la cama.
Es primordial que los padres no se estresen y no lo paguen con el niño, riñéndole,
por ejemplo, los días que él moje la cama. El simple hecho de poner una pegatina
que signifique ha mojado la cama ya tiene repercusión y función terapéutica en
el niño. Los días en que el niño moje la cama no solamente bastará con que se le
ponga una cruz, sino que con la ayuda de los padres y el niño deberá hacerse
entre todos el proceso de cambiar las sábanas, lavarse, etc. El niño deberá tomar
responsabilidad a este problema.
 “PIPÍ-STOP”: Puede ser que el método anterior del calendario no tenga éxito.
Este método consiste en un aparato de alarma, que consta de dos láminas de
metal en forma de malla (sensor) forradas de algodón, separadas entre sí por
una pieza de algodón y conectadas con unas pinzas a una batería que activa un
timbre.
Esta alarma en forma de esterilla se colocará sobre el colchón donde duerme el
niño, y cuando la orina ponga en contacto las dos láminas se cerrará el circuito
eléctrico y hará sonar una alarma durante un par de segundos. El fin de este
timbre o alarma es que el niño se despierte. Cómo cuando se despierte la
evacuación de orina no habrá finalizado, el niño se levantará rápidamente,
dejando de orinar, para así acabar de orinar en el baño.
Esta alarma es totalmente segura y es vendida en tiendas especializadas de
psicología o librerías de psicología desde hace más de 50 años. Esta alarma, a
través de varios estudios se ha afirmado que mejora la enuresis nocturna y la
respuesta de despertar cuando el niño tiene ganas de orinar, para orinar en el
baño.
 ENTRENAMIENTO DE RETENCIÓN: Es un método que no es muy utilizado, ya que
los métodos anteriores siempre han sido más eficaces, pero aun así se utiliza y
consiste en lo siguiente:
o Beber mucho líquido durante el día.
o Retener la orina hasta sentir molestias, al menos una vez al día.

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o Anotar la cantidad de orina que se ha expulsado después de esta


retención.
o Ejercitar muscularmente la contracción voluntaria del esfínter,
interrumpiendo la micción varias veces mientras los niños orinan.
o No enfadarse ni castigar al niño si moja la cama, ya que eso empeora su
situación de inseguridad.
 ENTRENAMIENTO EN CAMA SECA: Es una mezcla de los métodos anteriores y se
caracteriza por lo siguiente:
o Aparato de alarma para detectar la micción en el momento en que se
produce.
o Despertar programado: La primera noche se despierta al infante cada
hora para seguir las noches siguientes de forma escalonada. El fin es
facilitar su capacidad para despertar ante la necesidad de miccionar.
o Ingestión de líquido: Se empleará la primera noche de entrenamiento
para ir practicando más intensamente las diferentes etapas del método.
o Entrenamiento en retención: Para incrementar la habilidad del niño en
retener más cantidad de orina y mejorar así su capacidad para posponer
la evacuación por un tiempo en concreto.
 Cuando el niño moje la cama se le puede hacer una reprimenda verbal (sin
arrebatos ni ofuscación); hacer un entrenamiento positivo, que es que colabore
a la tarea de cambiar las sábanas, limpiarse, coger ropa limpia, etc; felicitarle
cuando el niño no moje la cama, como hemos dicho en el primer punto.

Los padres del niño podrán escoger cualquiera de estos tratamientos con ayuda de un
experto, y sobre todo no han de desesperarse, ya que en la gran mayoría de las veces la
enuresis nocturna desaparece rápidamente.

Es relevante discriminar los aspectos fisiológicos y usar la terapia conductual que el


experto considere en cada caso. Siempre se tendrá que responsabilizar al niño de sus
actos para que aprenda a sumir las consecuencias.

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2.3.7 Interacción y sus efectos en el desarrollo cognoscitivo

Los niños al interactuar con los adultos se crea una vinculación afectiva, el apego, el cual
hemos hablado en uno de los temas anteriores. Pero también existe un efecto en
desarrollo cognoscitivo de los infantes. Mediante la interacción, los padres o cuidadores
principales dan al niño la oportunidad de desarrollar sus talentos naturales. La
maduración entrega solamente la oportunidad de que aparezca una función psicológica,
y es preciso que se le dé al niño un entorno adecuado en vivencias, para que la función
psicológica se desarrolle. Cuando los progenitores juegan con sus niños están
incentivando a que el niño preste atención y ofreciéndole estímulos novedosos.

Solamente hay que comparar a niños que han sido criados en sus hogares y a niños que
han sido criados en instituciones, como orfanatos u hospitales. Es mucha la diferencia
en el desarrollo, ya que los niños que no han crecido en lugares óptimos para su
evolución presentan un importante atraso cognoscitivo en comparación con los niños
que han crecido en sus hogares rodeados de una familia estable.

Mussen realizó un estudio, en el cual seleccionó a 16 niños de seis meses de edad que
vivían en una institución.

La experta atendió a ocho de estos niños (grupo experimental) durante ocho horas
diarias a lo largo de ocho semanas. Les daba de comer, los bañaba, jugaba con ellos, los
estimulaba lo más que podía, les daba afecto… Los otros ocho niños que estaban fuera
del grupo experimental fueron cuidados como era normal en la institución, con el
personal básico (y escaso), varias mujeres que se encargaban de satisfacerles las
necesidades básicas y pocos estímulos cognoscitivos.

Los bebés que fueron cuidados por Mussen recibieron más atenciones, que incluso
venían de una sola persona. Al acabar el experimento se aplicaron varios test a las
criaturas, entre ellos un test de “reactividad social” frente a tres tipos de personas:

 Mussen que había cuidado a los ocho niños experimentales, el examinador que
les había aplicado los diferentes test y una persona extraña realizaron el
experimento.

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 Los ocho niños cuidados por Mussen mostraron ser más receptivos a nivel social,
sonreían y mostraban reacciones faciales cuando se encontraban con la
cuidadora, pero también en la persona extraña, se mostraban más sociales. En
comparación con el resto de los niños, los cuales mostraban menos receptividad
social, desconfianza y desapego con los experimentadores y persona extraña.

Esto demostró que la variedad de la experiencia social que el niño recibe hace posible y
facilita de muchas maneras su crecimiento cognoscitivo, los cuales los responsables son
sus padres o cuidadores principales. Estos han de proporcionar al niño variedad de
experiencias sociales para fomentar su receptividad social frente a las personas y el
entorno que le rodea.

El cuidador no solamente entregará al niño estimulación mediante interacciones lúdicas,


sino que también será responsable de dar al niño “ejemplos” de conducta de los adultos.
Estos son modelos de conducta que luego el niño adoptará y que tiene el nombre de
imitación.

IMITACIÓN

Sobre los doce o quince meses de vida aparece la capacidad del niño en “imitar” o
reproducir lo que observa de otros adultos o niños. A esta conducta se le llama imitación.
Cuando el niño de quince meses ve que su madre llama por teléfono para hablar con
alguien, al cabo del rato muchas veces el niño va hacia el teléfono y hace como si
estuviera hablando con alguien. Esto es un claro ejemplo de imitación.

Es relevante comentar que en este comportamiento el infante todavía no ha


desarrollado ninguna respuesta motora nueva, sino que ha adaptado respuestas que
están en su repertorio (como levantar un objeto y acercarlo a la cara). Lo esencial es que
ha presentado esta conducta “incentivado” por el adulto que la ha hecho
anteriormente. También ha presentado la conducta como una unidad, como actos
separados.

Claros ejemplos de imitación son, por ejemplo, cuando una niña de dos años ve a su
padre cambiando los pañales a su hermano menor y luego lo acuesta en la cuna,

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meciéndolo; después de unos minutos la niña tomará su muñeca y hará lo mismo que
ha hecho su padre, imitándole. Es importante decir que la niña que ya había visto antes
esta conducta en su padre, pero no es hasta cierta edad que lo intentará reproducir.

Parece ser que el niño va desarrollando una serie de esquemas que son guardados como
una “clase” de comportamientos que podrían entenderse como “lo que he visto que
hace mi padre”. Pero aún con esta explicación todavía no se entiende por qué el niño
reproduce algunas acciones y no otras.

En el 1996, según Musse, hay cuatro fundamentos del fenómeno de imitación:

 Cuando el infante observa un acto de su padre o su madre experimenta una


emoción. La imitación se debería al deseo del niño de repetir la emoción que
siente.
 Al ver el infante la acción que hace el adulto, se crea una discrepancia con los
esquemas anteriormente establecidos. Esta discrepancia reviste la mayor parte
de las veces la característica de ser un “hecho interesante”. Esto conlleva al niño
a imitar la acción.
 El niño se cree que “es capaz de hacer lo mismo”. El infante ha cogido
anteriormente un esquema de la acción pero no está del todo seguro si será
capaz de realizarlo. Este estado de inseguridad hace que el niño intente imitar la
acción que ha visto previamente.
 El niño imita la acción para poder dominar lo que hace el adulto. El niño que no
está del todo seguro de cómo realizar un papel o una acción, imitará al adulto
que represente ese papel.

EFECTOS DE LA INTERACCIÓN MÍNIMA

Partiendo de la base de que la interacción con otros individuos, sobre todo con adultos,
es una fuente de experiencias muy importantes para la evolución intelectual, es
conveniente estudiar qué pasa con los niños que no han podido tener esta interacción.

Si se coloca un monito en aislamiento total durante sus primeros seis meses, el


comportamiento que manifestará cuando se le saque del aislamiento será muy anormal.

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Evitará el contacto con otros de su especie, mostrará miedo, se abrazará a sí mismo y se


esconderá. Si el aislamiento es de menos de seis meses este comportamiento anormal
desaparecerá a las pocas semanas y el mono mostrará una recuperación correcta. Si el
aislamiento es de más de un año, muchos monos no podrán recuperar una conducta
normal.

En el caso de los niños este experimento no se puede realizar, obviamente, pero sí se


puede evaluar la conducta de infantes que han vivido en instituciones, como orfanatos
y hospitales, en los cuales el contacto con los adultos es mínimo, ya que una sola persona
es la encargada de cuidar a muchos niños. Es en estos casos donde se ha podido
comprobar que los niños que son criados en este tipo de entornos son más silenciosos
que los niños criados en un ambiente estable con su familia. Desde los ocho meses de
vida los niños criados en instituciones van mostrando una pérdida de interés en el
entorno. El desarrollo del lenguaje también se presenta mucho más atrasado.

Todos los comportamientos que son aprendidos aparecen más tarde, y es debido a no
haber tenido un cuidado personalizado y a las condiciones de estas instituciones, con
muchos menos elementos de estimulación.

Mussen en el 1996 ilustra bastante claramente los efectos de una adecuada


estimulación. Se tomó a infantes que vivían en una institución y se les dividió en cuatro
grupos. Al primer grupo se le estimuló con un móvil durante dos meses; el segundo
recibió estimulación social; el tercero fue estimulado con el móvil y socialmente,
mientras que el cuarto grupo no recibió ninguna estimulación en especial. Los niños de
los tres primeros grupos presentaron índices de desarrollo cognoscitivo superiores al
cuarto grupo, al cumplir los cuatro meses de edad. Puede, por ello, concluirse que un
entorno variado en estimulación aumenta el desarrollo intelectual del niño.

La falta de estimulación adecuada produce un retraso de la evolución que puede llegar


a ser muy grave y crear carencias sociales y cognoscitivas al niño. Pero se ha podido
comprobar también que si se traslada a tiempo a los niños en entornos sociales y ricos
en estimulación, generalmente mostraran una gran capacidad de recuperación.

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