El Castigo en Las Relaciones de Dominación - Sumisión

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CUADERNOS DE BDSM - nº 23

EL CASTIGO EN LAS RELACIONES DE


DOMINACIÓN/SUMISIÓN
Por Hermes Solenzol

Elisa suspira, ajusta su postura y empieza a escribir el reglón siguiente con su


mejor letra: “37 - No volveré a hacer esperar a mi Amo”. Lleva un buen rato
escribiendo y aún no ha llegado a la mitad: 100 renglones, le ha ordenado Él.
El culo le arde donde la piel desnuda entra en contacto con la silla. La
primera parte del castigo consistió en severos azotes con su cepillo del pelo.
Luego, sentada sobre las rodillas de su Amo con los pantalones y las bragas
aún en los tobillos, tuvo que escuchar sin rechistar su regañina: la falta de
respeto que supone hacerlo esperar, lo preocupado que se sintió cuando su
retraso se alargó mucho más de lo previsible. Y ahora, las copias. Lanza una
mirada furtiva al otro lado de la mesa, donde su Amo lee un libro; Él la ve y
le sonríe. Ella baja la mirada al papel y vuelve a escribir. Sí, el castigo es
duro, pero en el fondo se siente feliz. Disfruta al comprobar del poder que su
Amo tiene sobre ella, la manera tranquila con que lo ejerce, sin enfado pero
con firmeza. Sabe que cuando el castigo termine Él la tomará en sus brazos y
le dirá que todo queda perdonado, que es una buena chica, que la quiere. Y
ella sentirá que se le quita un peso de encima, que ya no tiene que sentirse
culpable porque Él la ha perdonado y eso, en definitiva, es lo que cuenta.

El castigo no debe ser nunca maltrato

La viñeta anterior viene a ilustrar una situación típica en una relación de


dominación/sumisión (D/s), en la que el castigo que sufre la sumisa es una forma de
manifestar el poder que el Dominante tiene sobre ella. Es una situación imaginaria en la
que he introducido varios de los elementos que voy a discutir a continuación. Para no
complicar la gramática, usaré el género masculino para el rol de Dominante y el
femenino para el de sumisa, pues esa es mi preferencia personal y la de muchos de mis
lectores. Por supuesto, los roles en una relación D/s pueden corresponder a cualquier
género e invito al lector/a de este artículo a hacer la asignación de géneros de su
preferencia al leerlo.

También debo hacer varias aclaraciones para establecer la distinción fundamental entre
una relación ética y sana de D/s y el maltrato.

En primer lugar, los castigos de los que voy a hablar aquí se refieren exclusivamente a
las relaciones de D/s. Nunca deben aplicarse a niños y adolescentes, o a adultos que no
hayan dado su consentimiento. En esos casos estaríamos claramente en situaciones de
maltrato.

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Por supuesto, todo lo que voy a decir a continuación debe entenderse que ocurre dentro
de los parámetros de “seguro, sensato y consensual” (SSC) que la comunidad BDSM ha
adoptado para separar la práctica ética de la D/s del maltrato. De acuerdo con esto, los
castigos no pueden nunca dañar la salud o la integridad física de la sumisa (“seguro”);
no deben causar daños emocionales (“sensato”), y deben de aplicarse siempre con el
consentimiento de la sumisa (“consensual”). Aunque hay varias formas de entender
estos parámetros, yo recomiendo establecer que el consentimiento de la sumisa pueda
ser retirado en cualquier momento con el uso de una palabra de seguridad. Sí, esto
significará darle el poder de cancelar o interrumpir el castigo con sólo decir esa palabra.
Habrá quien piense que entonces la sumisa utilizará este recurso para librarse de los
castigos, pero en la realidad son muy pocas las sumisas que abusan de la palabra de
seguridad. El problema suele ser justo el contrario: no recurrir a la palabra de seguridad
cuando es necesario. Si ocurre tal abuso de la palabra de seguridad puede ser señal de
que algo funciona mal en la relación de D/s.

También quiero aclarar desde el principio que los castigos no son la manera ideal de
cambiar el comportamiento de las personas. El refuerzo positivo, la colaboración y la
definición de objetivos comunes funcionan mucho mejor. Entonces, ¿por qué utilizar el
castigo? Para muchas personas el hecho de que el Dominante tenga la prerrogativa de
castigar a la sumisa constituye un poderoso refuerzo del poder que tiene sobre ella y por
lo tanto aumenta la intensidad de la relación. El castigo también puede servir como
forma de procesar emociones negativas como la culpa y la vergüenza. Por último, a
muchas personas la simple idea de castigar o ser castigada les produce un morbo
especial: el llamado “fetiche de castigo”.

El fetiche de castigo

El fetichismo erótico consiste en derivar placer y excitación sexual de un determinado


objeto o situación. Uno de los ejemplos más clásicos es la atracción por los pies o por el
calzado. Es más difícil reconocer el fetichismo cuando no está dirigido a un objeto en
particular, como unos zapatos de tacón, sino a situaciones o actos, por ejemplo, las
azotainas en el culo (“spanking”). Pero en definitiva se trata de lo mismo: la asignación
de una fuerte carga erótica a algo que en principio no está relacionado con la función
sexual básica. Desde ese punto de vista, se podrían considerar las relaciones D/s como
una forma de fetichismo en la que se genera carga erótica con el intercambio de poder
entre el Dominante y la sumisa. Un tipo de fetichismo relacionado con éste es el
“fetiche de castigo”, en el que la situación de castigar / ser castigado tiene de por sí una
carga erótica. No me refiero al fetichismo asociado con los castigos corporales como el
bondage o los azotes, sino una atracción indiscriminada por el castigo, sea del tipo que
sea. El fetiche de castigo existe en muchas personas, como lo prueban los varios grupos
en FetLife dedicados a ello (que listo al final). El fetiche de castigo y el deseo de tener
una relación de D/s son cosas independientes, por lo que muchas parejas que practican
la D/s prescinden por completo de los castigos. Para otras, sin embargo, la presencia de
castigos es una parte fundamental de la relación.

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Se produce entonces una paradoja: el castigo, para ser tal, debe ser desagradable para la
sumisa; no obstante, si la sumisa tiene fetiche de castigo disfrutará de ser castigada,
llegando incluso a excitarse sexualmente con él. Esta paradoja no constituye ningún
problema. En realidad, ocurre lo mismo en el sadomasoquismo, donde el dolor es
percibido al mismo tiempo como desagradable y placentero, o incluso con la D/s, donde
la sumisión no está exenta de resistencia y dificultades. El castigar también puede
generar sentimientos encontrados en el Dominante. Cada cual debe descubrir lo que el
castigo significa para sí mismo. En definitiva, si no fuera por esa satisfacción profunda
que encontramos en el castigo no habría razón alguna para practicarlo. Como decía
antes, en realidad los castigos no son la mejor manera de educar o cambiar el
comportamiento de nadie.

Castigo, disciplina y juego

El castigo no debe confundirse con la disciplina o con el juego, son tres cosas distintas.
La disciplina son cosas que el Dominante ordena hacer a la sumisa para hacerla
profundizar en la obediencia que entraña la relación D/s y para llevarla a superarse
como persona. Por ejemplo, se puede imponer límites a la dieta de la sumisa, al número
de cigarrillos que fuma al día, un horario de estudio, normas de higiene personal,
ejercicios de entrenamiento sexual, etc. No siempre serán cosas que la sumisa encuentre
desagradables, aunque en general le supondrán un cierto esfuerzo. Los castigos, por el
contrario, son desagradables y se imponen cuando la sumisa infringe las normas
impuestas por el Dominante. En cuanto al juego, muchas relaciones D/s tienen un
componente sadomasoquista que se manifiesta en sesiones en las que el Dominante
azota, ata o practica otras formas de aplicarle dolor o negarle el placer a la sumisa. Esto
se hace para satisfacer las tendencias sádicas del Dominante y masoquistas de la sumisa,
y en el fondo resultan satisfactorias para los dos. El problema surge cuando la misma
actividad, por ejemplo, el azotar, se usa indistintamente como juego y como castigo.

¿Está bien castigar?

En su libro “Ties That Bind”, el psicoterapeuta, activista y educador sobre BDSM Guy
Baldwin advierte sobre los peligros que puede entrañar el castigo. Se refiere a la
confusión que se crea en la mente del sumiso (Guy Baldwin es gay) cuando se le castiga
con algo que él desea, como una azotaina. Al mismo tiempo, el Dominante también está
deseando dar esos azotes, por lo que buscará cualquier excusa para aplicar el castigo. El
resultado es que a menudo el castigo es injusto o exagerado. Aunque al final los dos
consiguen lo que quieren, esto se hace a costa de dañar la autoestima del sumiso, quien
se ve a sí mismo como merecedor del castigo. Y si encima esta práctica se repite
durante un cierto tiempo, el sumiso aprenderá a fallar una y otra vez para atraer el
castigo, con lo que su entrenamiento será para el fracaso en vez de para la
autosuperación. También puede ocurrir que el sumiso se dedique a romper las normas
cuando siente deseo, para así manipular al Dominante para que lo azote. Al mismo
tiempo, una parte de sí mismo seguirá convencida de que ha hecho algo malo. Estos
sentimientos negativos hacia sí mismo se ven reforzados con placer y orgasmo, lo que a
la larga puede llevar al sumiso a la depresión.

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Este es un problema real, con el que Guy Baldwin se ha encontrado en sesiones de


psicoterapia con sadomasoquistas homosexuales. La solución que él propone consiste
en aceptar los deseos sádicos y masoquistas por sí mismos, y practicar sesiones SM sin
necesitar la disculpa de un supuesto castigo. Sin embargo, Baldwin ve este problema
desde la perspectiva del sadomasoquismo y no parece muy consciente de la distinta
dinámica de la relación D/s. Yo no creo que sus objeciones impliquen que haya que
abandonar el castigo en estas relaciones. Si los participantes han aceptado la necesidad
de los castigos, quizás sea conveniente separar cuidosamente los juegos
sadomasoquistas de los castigos. Muchos son capaces de establecer una distinción muy
clara entre una tanda de azotes (u otra forma de administrar dolor) aplicada como
castigo o como juego. La presencia de la desaprobación del Dominante establece una
diferencia fundamental entre las dos, y muchas sumisas afirman que los azotes duelen
más cuando son dados como castigo, aunque se den con la misma fuerza. Sin embargo,
quizás lo mejor sea reservar azotes y demás practicas SM para sesiones de juego y usar
otras cosas como castigo. A continuación pongo una lista de posibles castigos que no
consisten en pegar y son distintos de lo que se suele hacer en sesiones SM.

Castigos sin pegar

• Desaprobación del Dominante. Hay quien sostiene que éste es el único castigo que
es realmente necesario, y en realidad muchas sumisas dicen que es lo que más
temen. “Me has decepcionado” es una frase que puede tener efectos devastadores en
la sumisa. Precisamente por eso, yo creo que es mejor no dejarlo ahí e imponer un
castigo más tangible con el que la sumisa pueda librarse de todo sentimiento
negativo hacia sí misma.

• Regañinas. El reñir es como el pegar: hay que saber hacerlo bien, sin ira, sin herir
los puntos débiles de la sumisa donde se puede hacer un daño irreparable. El
Dominante debe estar en control en todo momento y no perder su autoridad. La
regañina no debe ser una pelea de pareja. La sumisa debe escuchar con respeto, sin
replicar y sin enfadarse tampoco ella, con el mismo sometimiento con el que
aceptaría una azotaina. Una regañina bien dada puede ser una experiencia
impresionante de intercambio de poder: el Dominante va pelando las capas de
resistencia de la sumisa hasta llegar hasta su parte más íntima, al tiempo que la
sumisa acepta ese proceso haciéndose vulnerable al Dominante, abandonándose en
sus manos. Como en una sesión de SM, puede haber dolor y lágrimas, pero al final
el Dominante debe de saber cuidar de ella con cariño y restablecer su equilibrio
emocional.

• Encierro. Preferiblemente en un armario o en un cuarto oscuro, como el que se


usaba para aterrar a los niños. Pueden añadirse ataduras para inmovilizar más aún a
la sumisa, o forzarla a estar de pie o en alguna otra postura incómoda. El encierro
puede ser muy saludable, pues suele llevar a la sumisa a un estado mental parecido a
la meditación. No debe prolongarse demasiado o usarse en personas que sufran de
claustrofobia.

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• Copias. ¿Habéis visto a Bart Simpson escribiendo en el encerado? El hacer que el


alumno escriba repetidamente la misma frase era un castigo frecuente en los
colegios. Tiene las ventajas de ser algo muy fácil de comprobar para el Dominante y
muy difícil de evadir para la sumisa, quien tendrá que resignarse a pasar un cierto
tiempo dedicada a un trabajo aburrido y monótono.

• Sin masturbarse. La privación de satisfacción sexual es algo que las dominatrices


usan a menudo en los hombres, pero puede ser igualmente efectivo en las mujeres.
La mayor parte de las sumisas no osarán masturbarse sin el permiso del Dominante.
Si la desobediencia es una posibilidad, se las puede atar por la noche a la cama con
las piernas separadas y de forma que las manos no puedan llegar más abajo de las
caderas. Existen también cinturones de castidad que hacen imposible la
masturbación. Para los sumisos hay jaulas para penes que no sólo no les permiten
masturbarse sino que imposibilitan la erección.

• Sin orgasmo. Otra forma de privación sexual es ordenar a la sumisa a no tener


orgasmos mientras es usada por el Dominante para su propia satisfacción. La
frustración que esto conlleva puede ser un castigo de lo más efectivo.

• Ejercicio físico. Los beneficios del ejercicio para la salud son incuestionables. Habrá
que encontrar una forma de ejercicio lo suficientemente desagradable para que sirva
de castigo, por lo que es preferible que sea monótona y extenuante. El Dominante
recurrirá a lo que tenga a su disposición. Por ejemplo, se pude usar una bicicleta
estacionaria, hacer que la sumisa suba y baje escaleras o de vueltas a la manzana
corriendo.

• Sin fumar. Si la sumisa es fumadora, su adicción proporcionará al Dominante uno


de los castigos más eficaces y con efectos de lo más saludable. Sin embargo, los no
fumadores no podemos darnos cuenta del sufrimiento que la privación de fumar
puede causar a un fumador. Recomiendo que un castigo así no se extienda más de
un día o dos.

• Ayuno o dietas de castigo. ¿Necesita la sumisa perder peso? Si es así, saltarse una o
dos comidas le puede venir fenomenal. Sin embargo, también hay que tener
cuidado: muchas mujeres son muy sensibles a la hipoglucemia, mucho más que los
hombres. Para quien no está acostumbrado, el ayuno puede interferir seriamente con
el trabajo, la capacidad para conducir y otras tareas esenciales. Si el ayuno no es
conveniente, una alternativa es permitir a la sumisa comer cosas que no le
proporcionen placer. Un castigo moderado puede ser un día sin chocolate o dulces.
Si se necesita ser más severo, se le pude imponer ese día una dieta a base de arroz
blanco y lechuga sin aliñar.

• Ducha de agua fría. El agua fría es sumamente saludable: espabila, libera


endorfinas, incrementa la resistencia a las enfermedades y ayuda a perder peso al
aumentar el metabolismo. Contrariamente al mito popular, el frío no ocasiona
resfriados; éstos son enfermedades virales que se adquieren por contagio. El mayor
riesgo es el de la hipotermia, pero llegar a eso requeriría una ducha muy prolongada

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o con agua muy fría (por debajo de los 10 C). En todo caso, hay que ser prudentes
con las personas que no están acostumbradas a los cambios bruscos de temperatura.

• Modificaciones del vestuario. Muchos Dominantes le quitan las bragas a su sumisa


como forma de castigo, aunque para muchas mujeres esto es una fuente de
excitación más que una penitencia. Una variante de este castigo es la de “bragas a
media asta”: se bajan las bragas hasta la parte alta de los muslos para dejar
expuestos el culo y el coño bajo la falda. Además de la sensación de desnudez hay
incomodidad y algo de dificultad al andar, lo que trae un recuerdo continuo de estar
siendo castigada. También se pude hacer que la sumisa vista prendas excesivamente
reveladoras, humillantes, incómodas o de mal gusto.

• Tareas domésticas. Éste es un excelente castigo para los sumisos. Para las sumisas,
hay que ser consciente de las connotaciones sexistas que puede tener. Se puede
enfatizar con toques adicionales como estar desnuda, llevar ropa fetichista o ser
penetrada por un consolador o un “butt plug”.

Éstos son sólo algunos ejemplos, puede haber muchos más castigos… Todo depende de
la imaginación del Dominante y la forma de ser de la sumisa. Otros castigos pueden
incluir estar de pie o de rodillas cara a la pared; dormir en el suelo; restricciones en el
uso del ordenador, la televisión y el móvil; humillaciones públicas, etc.

Características de un buen castigo

Por regla general, un castigo debe tener lugar lo más pronto posible después de la
infracción. La espera puede generar sentimientos de ansiedad en la sumisa. No es buena
idea hacer que esto sea parte del castigo, pues el estrés prolongado no es nada saludable.
Por la misma razón, es recomendable que la duración del castigo no sea demasiado
prolongada. Claro que esto dependerá de qué castigo se trate: encierros y ejercicios
físicos no deberán durar más de una hora, mientras que cambios en la dieta y
prohibiciones de fumar o masturbarse podrán durar de un día o dos. También es
importante que el castigo tenga un principio y un final bien definidos.

Al final del castigo debe haber un pequeño ritual de cuidado posterior (el llamado
“aftercare”), en el que el Dominante señala que el castigo ha sido cumplido a su
satisfacción, que la sumisa ha sido perdonada y que su infracción ha quedado borrada.
Si la sumisa se ha esmerado en cumplir el castigo, el Dominante deberá reconocerlo,
felicitarla por eso y mostrarle su admiración. No estarán de más caricias, besos y otras
demostraciones de afecto por parte del Dominante.

¿Qué pasa cuando no se cumple el castigo?

Si el castigo no ha sido cumplido a la satisfacción del Dominante, éste debe considerar


sus distintas opciones. Una de ellas sería prolongar el castigo. Sin embargo, esto tiene el
peligro de aumentar la resistencia en la sumisa que la llevó a no cumplir bien el castigo
en primer lugar. ¿Quizás el castigo era más severo o difícil de realizar que lo que el

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Dominante estimó en un principio? En ese caso, quizás lo mejor sea dar el castigo por
cumplido. Otra opción es sustituir el castigo por otro distinto. Por supuesto, las trampas,
la mala fe y la rebeldía de la sumisa pueden requerir un endurecimiento del castigo u
otro castigo adicional.

Pero, en cualquier caso, el incumplimiento del castigo debe señalar la necesidad de


hablar con la sumisa, de aumentar la comunicación en la pareja. Yo aconsejaría incluso
que si la situación empieza a volverse conflictiva el Dominante le recuerde a la sumisa
que puede terminar el castigo usando la palabra de seguridad. En los casos más graves,
podría ser el momento de renegociar la relación de D/s, cambiar alguno de sus
parámetros o incluso iniciar un “periodo de descanso” - una interrupción temporal de la
relación D/s para que se pueda reflexionar sobre ella. Cuando esto ocurre, se debe tener
sumo cuidado de no caer en la tentación del chantaje emocional: tomar represalias por el
fallo de la relación D/s, presionar para una vuelta a la misma, o cualquier tipo de rabieta
y reacción inmadura. La interrupción de la relación D/s no tiene por qué significar la
ruptura de la amistad o de la relación de pareja. Una posibilidad es cambiar la relación
D/s a tiempo completo (“24/7”) por una relación por sesiones y relacionarse como
iguales el resto del tiempo.

Lo que no se debe hacer al castigar

Hay ciertos tipos de castigos que nunca deben usarse… En general, cualquier cosa que
pueda causar demasiado daño emocional a la sumisa no debe usarse como penitencia, en
caso contrario podemos caer en el maltrato psicológico.

1. El terminar la relación no debe considerarse como un posible castigo. Sí, hay ciertas
conductas de la sumisa que pueden acarrear el fin de la relación, pero esto concierne
a los parámetros que definen a la misma, no al régimen de disciplina morbosa en el
cual se produce el castigo. Cuando el rango de castigos incluye el fin de la relación,
esto no hace sino traer una angustia que mata la excitación del fetiche de castigo y el
ámbito de pensamiento positivo en el que debe ocurrir la D/s.

2. No castigar por problemas de pareja. Todas las parejas pasan por periodos de crisis
que señalan la necesidad de realizar cambios en la relación. Mi experiencia es que
estos problemas deben resolverse lo más apartados de la relación D/s posible,
porque en caso contrario el Dominante se vería tentado de usar el poder que le ha
otorgado la sumisa para imponer su voluntad sobre la relación. A la larga, esto
genera un rencor en la sumisa que mina las bases de la D/s. Cuando no se abordan
en un plano de igualdad los problemas de pareja parecen resolverse, pero en realidad
esto no es así. Puede parecer contradictorio que en una relación D/s el Dominante no
pueda imponer su voluntad en problemas de pareja. Sin embargo, desde mi punto de
vista la presencia de un problema que afecta a la existencia misma de la pareja debe
tratarse como una vuelta a la negociación, es decir, como algo en lo que hay que
respetar el consentimiento de la sumisa. Lo mejor es resolver los problemas de
pareja en una conversación de igual a igual. Cuando el problema está resuelto, el
Dominante puede preguntarle a la sumisa si considera que debe ser castigada por lo
ocurrido; si ella contesta que sí, entonces puede darse el castigo como catarsis.

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3. El castigo no debe conllevar una ruptura de la comunicación. A menudo se dice que


el peor castigo para una sumisa es que el Dominante la prive de su atención. En mi
experiencia esto suele tener consecuencias muy negativas. Sin el soporte de la
comunicación con el Dominante, la sumisa queda a merced de sus sentimientos de
culpa y de vergüenza. Para abordarlos echará mano de sus propios recursos, lo que
la alejará del Dominante. El resultado a la larga es un debilitamiento de la relación
D/s y una pérdida de confianza de la sumisa en el Dominante. Aconsejo justo lo
contrario: que durante el castigo el Dominante esté lo más cerca posible de la sumisa
y empatice con sus dificultades y sentimientos. De esta forma el Dominante también
sufre el castigo, pues el fallo de la sumisa también es su propio fallo.

4. Hay que ser coherente en los castigos: infracciones similares deben acarrear castigos
de similar severidad. Ser permisivo en unas ocasiones y demasiado duro en otras
transmite el mensaje de que el castigo depende más de cómo se siente el Dominante
que de sólidos criterios de entrenamiento. Además, este tipo de conducta alienta a la
sumisa a intentar manipular al Dominante.

5. Los celos no se deben usar como castigo. Son emociones destructivas para la pareja
que además minan la autoestima de la sumisa. Si el Dominante tiene otras sumisas,
es absurdo sembrar la discordia entre ellas. Y si lo que ocurre es que el Dominante
se siente atraído por otras mujeres, el usar esa atracción como arma contra la sumisa
sólo sirve para poner en entredicho las bases mismas de la relación.

6. No se debe privar a la sumisa de algo realmente valioso para ella. El castigo no debe
atentar contra la identidad de la sumisa, contra lo que ella es en vez de contra lo que
ella hace. El castigo, aunque tenga que ser desagradable, no debe ser una fuente de
infelicidad para la sumisa, pues se da en el contexto de una relación D/s que debe
hacerla feliz.

7. Ningún castigo debe suponer la manipulación emocional o psicológica de la sumisa.


En caso contrario el Dominante estaría infringiendo los parámetros de “seguro,
sensato y consensual” que separan las relaciones BDSM éticas del maltrato y el
abuso. Este tipo de manipulación incluye todo aquello que disminuya la autoestima
de la sumisa, promueva emociones negativas como la culpa o la vergüenza, o vaya
encaminado a crear una dependencia psicológica del Dominante. Como decía más
arriba, el castigo debe dejar cerrado el conflicto que lo originó y liberar a la sumisa
de sus sentimientos negativos, no aumentarlos.

El castigo como catarsis emocional

Aunque se tenga fetiche de castigo, la experiencia de ser castigada no es nada fácil.


Aparte de lo desagradable y difícil que pueda ser el castigo en sí, el hecho de tener que
reconocer que se ha fallado y que se merece el castigo puede despertar emociones
negativas y amenazar con disminuir la autoestima. La sumisa, sobre todo si es
principiante, deberá estar alerta a estas reacciones adversas al castigo y comunicárselas

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fielmente al Dominante. El posible daño emocional que puede producir el castigo no


debe tomarse a la ligera.

Lo ideal sería conseguir lo contrario: que el castigo sirva para eliminar emociones
negativas en la sumisa y aumentar su paz interior. A esto se le llama “catarsis”, un
término que deriva de la palabra en griego que significa “limpieza”. La catarsis permite
que las emociones salgan al exterior en forma de quejas, llanto, risas y otras formas de
manifestar los sentimientos. Al final del proceso la emoción pierde su intensidad, lo que
acarrea una sensación de paz, de quedar limpio por dentro, de ahí el nombre. Los
castigos pueden ayudar a eliminar dos de las emociones negativas más perniciosas: la
culpa y la vergüenza. Estas emociones son innatas en los seres humanos; han aparecido
durante nuestra evolución para regular las interacciones sociales: la colaboración, la
equidad y la supresión de la explotación y la violencia en las pequeñas tribus en las que
la humanidad ha vivido la mayor parte de su existencia. En las complejas sociedades
modernas, sin embargo, la culpa y la vergüenza se han desconectado de su función
original y son usadas por el estado y las religiones para imponer comportamientos que a
menudo chocan con nuestra naturaleza. La interiorización de complicadas normas de
conducta que hemos aprendido desde niños a menudo nos llevan a sentimientos
exagerados de culpa y de vergüenza: nos portamos “mal” por mucho que nos
empeñemos y eso nos hace sentirnos culpables; no rendimos en el trabajo a la medida
de nuestras expectativas y eso nos hace sentirnos inferiores y avergonzados. Los
castigos en una relación de D/s no son justos, son tan exagerados como las normas
sociales con las que vivimos. Pero precisamente por eso nos sirven para hacernos
conscientes de la rigidez de las normas por las que regimos nuestras vidas. La
humillación del castigo hace salir a la luz la culpa y la vergüenza, darles satisfacción
con lo desagradable del castigo, como los sacrificios que se solían hacer a los dioses
para satisfacer su cólera irracional. El Dominante debe de darse cuenta de la
arbitrariedad básica de las normas y los castigos que le impone a la sumisa y así
liberarse también de su culpa y su vergüenza. Al final, lo más importante es la
compasión del Dominante por su sumisa, su empatía por el sufrimiento del castigo y su
afán por usar la relación D/s como instrumento de liberación interior para los dos.

Otras fuentes de información

• Mi blog en español “Sexo, ciencia y espíritu” –


http://sexocienciaespiritu.blogspot.com

• Grupo “Disciplina y castigo” (en español) en FetLife.com –


http://fetlife.com/groups/410

• Grupo “Punishment, Funishment, Discipline…” en FetLife –


http://fetlife.com/groups/13572

• Grupo “The Corporal Punishment of Females” en FetLife –


http://fetlife.com/groups/916

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• Grupo “Writing lines and corner time as a punishment” en FetLife –


http://fetlife.com/groups/11351

• Interview con Guy Baldwin –


http://67.159.222.79/interviews/guybaldwininterview.htm

• “Ties that bind”, por Guy Baldwin –


http://www.amazon.com/gp/search?index=books&linkCode=qs&keywords=1881943097

Hermes Solenzol

El autor:
Hermes Solenzol es un científico español que investiga la fisiología del
dolor en California. También es el autor de tres novelas eróticas BDSM:
Juegos de amor y dolor, Desencadenada y Amores imposibles.
Para más información pueden visitar su blog:
http://sexocienciaespiritu.blogspot.com/.
Otros artículos del mismo autor:

- Fisiología del Sadomasoquismo, en Cuadernos de BDSM nº21


http://cuadernosbdsm.sadomania.net/cuadernos/CBDSM21.pdf

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