Jacobi, Idealismo Trascendental

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Lecturas ejemplares

SOBRE EL IDEALISMO TRASCENDENTAL*


FRIEDRICH HEINRICH JACOBI

EI siguiente tratado se refiere de inicio a fin a la -hasta hace un


tiempo (mica existente- primera edici6n de la Critica de la razon
pura. Algunos meses despues de la aparici6n de este tratado fue
publicada la segunda edici6n de la obra de Kant, aumentada con
aquella "Refutaci6n del idealismo" acerca de la cual he hablado
detalladamente en la "Introduccion" al segundo volumen de mis
escritos. En el prologo a esta segunda edici6n (BXXXVllss.)Kant
inform a allector acerca de las mejoras de exposici6n que alli ha
ensayado, sin ocultar que tales mejoras trajeron consigo una
cierta perdida: en efecto, con el fin de lograr una exposici6n mas
comprensible, algunas cosas tuvieron que ser suprimidas 0 abre-
viadas. Creo que esta perdida es altamente considerable, y qui-
siera que mi juicioso lector -que se toma con seriedad la filosofia
y su historia- emprenda la comparaci6n de la primera edici6n de
la Criiica de la razon pura con la segunda edici6n mejorada (las
ediciones posteriores no son sino reimpresiones de la segunda).
Recomiendo particularmente la consideraci6n de la secci6n de la
primera edici6n llamada: "Sobre la sintesis de reconocimiento en
el concepto" (A 103ss). Ya que la primera edici6n se ha converti-
do en una rareza, se debe procurar que los pocos ejemplares que
aun se conservan, al menos en bibliotecas publicas e incluso en
grandes colecciones privadas, no desaparezcan del todo. En ge-
neral, no son suficientemente conocidas la ventajas de estudiar
los sistemas de los grandes pens adores a traves de sus exposicio-
nes mas tempranas. Asi, Hamann me hablaba acerca del agudisi-
mo Christian Jacob Kraus, quien no podia dejar de agradecerle el
haberlo familiarizado con la primera obra filos6fica de Hume, el
Tratado sabre la naturaleza humana (1739),obra que habia ilumina-
do su lectura de los Ensayos posteriores.

E 1 idealisma trascendental 0 critico, sabre el eual esta erigida la


Criiica de la razon pura de Kant, no ha sido, en mi opinion, tratado
con sufieiente euidada par parte de algunos promotores de la filosofia

• [Uber den transzendentolen Idealismus, en: Friedrich Heinrich Jacobi, Werke (G.
Fleischer d. Jung: Lepzig 1815), T. Il, 291-310 (reimpresi6n reprografica editada
pOTF. Roth & F. Koppen, Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1980).
La traducci6n del original aleman ha sido realizada por Hernan D. Caro A. El
traductor quiere agradecer aJ profesor Luis Eduardo Hoyos por sus comentarios
sobre la versi6n final de este trabajo.]

© IDEAS Y V ALORES N° 116 AGOSTO DE 2001 BOCOTA, COLOMBIA 163


LECfURAS EJEMPLARES

kantiana. 0 para decir con entera franqueza 10 que pienso: ell os pare-
cen tener tanto temor al reproche de idealismo en general, que prefie-
ren dar lugar a un malentendido, a hacer frente a un reproche que
podna ser desalentador.
Esto pareceria no tener en sf nada de reprensible, puesto que los
prejuicios de los hombres deben ser primero debilitados, para luego
poder ser sometidos, y es en general tan difkillograr atraer la aten-
cion, que cuando nos encontramos en el camino con una opini6n pre-
concebida, casi que debemos abandonar por ella toda esperanza de
ganar dicha atenci6n. No obstante, en el caso presente la cuesti6n esta
dispuesta de tal forma que el mas pequefio malentendido puede estro-
pear to do aprendizaje, y asi, impedir toda comprensi6n. Es ciertamen-
te errado hablar de esta manera acerca de la Critica de la razon pura; la
Critica se explica suficientemente por sf misma, y s6lo es necesario leer
las pocas paginas de la "Estetica trascendental" y de la "Critica al
cuarto paralogismo de la psicologfa trascendental" (A 370-80), para
poder comprender el prop6sito general del idealismo trascendental.

El idealista trascendental -dice Kant en la secci6n senalada (A


370)- puede, en cambia, ser un realista empirico y, consi-guien-
temente, un dualista, como suele decirse. Es decir, puede admitir
la existencia de la materia sin salir de la mera autoconciencia y
asumir alga mas que la certeza de las representaciones en mi,
esto es, el cogito ergo sum. En efecto, al no admitir esta materia, e
incluso su posibilidad interna, sino en cuanto fen6meno que
nada es separado de nuestros sentidos, tal materia no es para el
mas que una clase de representaciones (intuici6n) que se Haman
externas, no como si se refirieran a objetos exteriores a sf mismos,
~ino porque relacionan percepciones con un espacio en el que
todas las casas se hallan unas fuera de otras, mientras que el
mismo esta en nosotros. Desde el comienzo nos hemos pronun-
ciado en favor de este idealismo trascendental [.1.1

En efecto, si consideramos los fen6menos como representacio-


nes producidas en nosotros par sus objetos en cuento casas en sf
y exteriores a nosotros. no se concibe c6mo podemos conocer su
existencia de otro modo que deduciendo la causa a partir del
efecto, can 10 cual quedara siempre oscuro si esa causa se halla en
nosotros a fuera de nosotros. Se puede conceder que la causa de
nuestras intuiciones externas sea alga que esta fuera de noso-
tros, en sentido trascendental, pero ese alga no es el objeto que
entendemos par las representaciones de la materia y de las casas
corp6reas, ya que estas no son mas que fen6menos, es decir,

1
.
[Todas las citas de la Critica de la razon pura siguen la versi6n castellana de
Pedro Ribas (Madrid: Alfaguara, 1998 [1978]). Se han realizado algunas modifi-
caciones a esta traducci6n alJi donde se 10 ha considerado necesario.)

164 IDEAS Y V ALORES


F.H. JACOBI·:· SaBRE EL IDEALISMO TRASCENDENTAL

simples modos de representaci6n que nunca se encuentran mas


que en nosotros y cuya realidad se basa en la conciencia inmedia-
ta, exactamente igual que la conciencia de mis propios pens a-
mientos. El objeto trascendental, tanto en relaci6n con la intui-
ci6n interna como en relaci6n con la externa, nos es desconocido.
Pero no nos referimos a el, sino al objeto empirico, el cual se
llama exterior cuando es representado en el espacio e interior cuan-
do s6lo es representado en su relacion temporal. Ahora bien, espa-
cio y tiempo s6lo se hallan en nosotros. Sin embargo, la expre-
si6n «fuera de nosotros- conlleva una ambiguedad inevitable,
ya que unas veces significa 10que existe como cosa en sf, distinta
de nosotros, y otras, 10 que pertenece al jenomeno externo. Por
ello, con el fin de evitar la ambiguedad de este concepto -en ten-
dido en el ultimo sentido, tal como es realmente tomada por la
cuesti6n psico16gica acerca de la realidad de nuestra intuici6n
externa-, distinguiremos los objetos empfricamente exteriores de
los que pueden llamarse exteriores en sentido trascendental, lla-
mandolos directamente cosas que se encuentran en el espacio [...].
(A 372-7)

[N]o hay en el espacio mas que 10representado en el. En efecto,


el mismo espacio es s610 representaci6n y, consiguientemente,
10que hay en el debe estar incluido en la representaci6n. En el
espacio no hay mas que 10que en el sea efectivamente represen-
tado. La proposici6n, al afirmar que una cosa s6lo puede existir
en su representaci6n, tiene, desde luego, que producir extrarie-
za. Pero 10chocante desaparece, en este caso, por no ser las cosas
de que nos ocupamos cosas en sf, sino simples fenomenos, es
decir, representaciones. (A 375n)

[S]ino querem06 enredarnos en nuestras mas ordinarias afirma-


ciones, debemos considerar todas las percepciones, sean estas
internas 0 externas, simplemente como una conciencia que de-
pende de nuestra sensibilidad; igualmente, debemos considerar
a los objetos externos de tales percepciones no como cosas en sf,
sino tan s6lo como representaciones, de las que podemos ser,
como en el caso de cualquier otra representaci6n, inmediata-
mente conscientes. Estas representaciones se llaman externas
por depender del sentido que llamamos externo y cuya intuici6n
es el espacio, el cual no es, a su vez, mas que un modo de repre-
sentaci6n interno, en el cual ciertas representaciones se enlazan
entre sf. (A 378)

El objeto trascendental que sirve de base a los fen6menos exter-


nos, al igual que el que sirve de base a toda intuici6n interna, no
es en sf mismo ni materia ni ser pensante, sino una base, desco-
nocida para nosotros, de los fen6menos que suministran el con-
cepto ernpirico tanto de la primera como del segundo. (A 380)

De la "Estetica trascendental" -a la cual me referi anteriormente-

N° 116 ACOSTO DE 2001 165


LECfURAS E)EMPLARES

solamente quiero citar el siguiente pasaje, que trata acerca de la ideaZi-


dad trascendentaZ del tiempo:

Contra esta teoria que concede al tiempo realidad empirica, pero


Ie niega realidad absoluta y trascendental, he recibido de parte
de hombres razonables una objecion cuya unanimidad me hace
pensar que aparecera espontaneamente en todo lector no habi-
tuado a estas consideraciones. Es la siguiente: las modificaciones
son reales (esto 10 demuestra el cambio de nuestras propias re-
presentaciones, aun cuando se quisieran negar todos los feno-
menos externos juntamente con sus modificaciones). Ahora, las
modificaciones solo son posibles en el tiempo; en consecuencia,
el tiempo es algo real. La respuesta no ofrece dificultad alguna.
Adrnito la totalidad del argumento. EI tiempo es, efectivamente,
algo real, a saber, la forma real de la intuicion interna. Asi, tiene
realidad subjetiva con respecto a la experiencia interna; esto es,
yo realmente tengo la representacion del tiernpo, y rnis deterrni-
naciones en el. El tiempo ha de ser, pues, considerado como real,
no en cuanto objeto, sino en cuanto rnodo de representarme a
mi rnismo como objeto. Pero si yo mismo u otro pudiera intuir-
me sin esta condicion de la sensibilidad, las mismas deterrnina-
ciones que ahora nos representamos como modificaciones nos
surninistrarian un conocimiento en el que no habria representa-
cion del tiempo ni, por tanto, de la modificacion [...J. (A 36-7 / B
53-4)

Ciertamente puedo decir: rnis representaciones son sucesivas;


pero eso solo significa que tenemos conciencia de elias como
situadas en una secuencia temporal, esto es, somos conscientes
de ellas de acuerdo con la forma de nuestro sentido interne. etc.
(A 37 / B 54n)

Asi, aqueUoque nosotros los realistas Uamamos objetos reales, inde-


pendientes de nuestras representaciones, son para el idealista tras-
cendental meras entidades internas, que no representan cosas exterio-
res a nosotros -cosas a las que los fenomenos se puedan referir-, sino
meras determinaciones subjetivas de la mente, vacias de todo conteni-
do realmente objetivo. Estos objetos son representaciones -no mas que
representaciones-? "que, tal como son representados, como seres ex-
tensos 0 como series de carnbios, no poseen existencia propia, inde-
pendientemente de nuestros pensamientos" (A 491/ B 519). "Ellos"
-estos objetos que no son sino fenomenos que no representan nada,
absolutamente nada objetivo, sino solo a sf mismos- son" el mero
juego de nuestras representaciones, las cuales se reducen, en ultimo

2 Par eso Kant, a los realistas que no se limitan a ser realistas ernpiricos, los
llama idealistas sofiadares, pues taman los objetos, que son meras representacio-
nes, par casas en sf. [ef Prolegomenos §13, "Observaci6n Ill", en: AA IV, 293.]

166 IDEAS Y V ALORES


F.H. JACOBI·:· SaBRE EL JDEALlSMO TRASCENDENTAL

termino. a determinaciones del sentido interno" (A 101).


Por consiguiente,

[sjomos, pues, nosotros mismos los que introducimos el orden y


la regularidad de los fen6menos que llamamos naturaleza. No
podnamos descubrir ninguna de las dos cosas si no hubieran
sido depositadas alli desde el principio, bien sea por nosotros
mismos, bien sea por la naturaleza de nuestra mente [...]. (A 125)

Aunque aprendemos muchas leyes por la experiencia, tales leyes


constituyen s610 determinaciones particulares de otras leyes to-
davia mas elevadas, las supremas de las cuales (a las que estan
sometidas todas las demas) proceden a priori del mismo entendi-
miento, no de la experiencia. Al contrario, confieren su regulari-
dad a los fen6menos, debiendo hacer asi posible la experiencia.
Asi pues, el entendimiento no es una mera facultad destinada a
hacer leyes a partir de la comparaci6n de fen6menos, sino que el
mismo es la legislaci6n de la naturaleza. Es decir, sin el no habria
naturaleza alguna, esto es, unidad sintetica y regulada de 10mul-
tiple. En efecto, los fen6menos no pueden, en cuanto son feno-
menos, existir fuera de nosotros; existen s610en nuestra sensibi-
lidad. (A 126-7)3

Creo que 10anterior basta para demostrar que el fi16sofo kantiano se


alejaria totalmente del espiritu de su sistema si afirmara que los obje-
tos afectan los sentidos -causando sensaciones-, produciendo de
esta manera representaciones. En efecto, segun la doctrina kantiana,
el objeto empirico es siempre mero [enomeno, y por 10 tanto, no puede
existir por fuera de nosotros, ni ser otra cosa que representaci6n. Se-
gun esta doctrina, no sabemos 10 mas minimo acerca del objeto tras-
cendental, y cuando hacemos consideraciones acerca de objetos, nun-
ca nos referimos a el (su concepto es, a 10sumo, un concepto problemdii-
co, que se basa en la -totalmente subjetiva- forma de nuestro pensa-
miento, la cual pertenece exclusivamente a nuestra peculiar sensibili-
dad). La experiencia no da conocimiento de el, y no 10 podria dar de
ninguna forma, puesto que aquello que no es fen6meno jamas podra

3 Hay que ser cuidadosos en no confundir esta a£irmaci6n kantiana con la que
Leibniz ha explicado detenidarnente, y que es tan bella y comprensiblemente pre-
sentada en el Fedor! de Mendelssohn; a saber, la de que el orden, la armonia, y cada
concordancia de la multiplicidad, no se encuentran en las cosas sino s610 en el ser
pensante, el cual toma 10 multiple conjuntarnente y 10 unifica en una representa-
cion. Pues de acuerdo a la ultima afirrnacion, el orden -la concordancia- que yo
percibo, no es meramente subjetivo; las condiciones del mismo (del orden) se
encuentran por fuera de ml, en el objeto, y estoy obligado por la naturaleza de este
a enlazar sus partes de esta y no de aquella manera. Asi, el objeto es aqui el que
impone leyes at entendimiento respecto a la forma en que este debe componer su
concepto; tal concepto, en todas sus partes y relaciones, es dado por el objeto, y en
llli se encuentra solamente la capacidad de concebir.

N° 116 ACOSTO DE 2001 167


LECfURAS EJEMPLARES

ser objeto de experiencia. EIhecho de que esta 0 aquella afeccion de la


sensibilidad se halle en mi no significa, en absoluto, que semejante
representacion se refiera a un objeto (cf A 253 / B 309). Es el entendi-
miento el que agrega el objeto a los Ienomenos cuando enlaza 10 multi-
ple en una conciencia unitaria; asi pues, decimos: conocemos el objeto
cuando configuramos una unidad sintetica a partir de 10 multiple de
la intuicion, EIconcepto de esta unidad es la representacion del objeto
= X. Este = X no es, sin embargo, el objeto trascendental, pues de los
objetos trascendentales no sabemos nada; este [el objeto trascenden-
tal] llega a ser considerado causa inteligible de los fenomenos en gene-
ral solamente con el fin de que tengamos algo que corresponda a la
sensibilidad en cuanto receptividad (cf A 253/ B 309). _
Por consiguiente, ya que es contrario al espiritu de la filosofia kan-
tiana decir que los objetos afectan los sentidos y que a partir de am
surgen representaciones, no se puede entender como, sin esta suposi-
cion [Voraussetzung4] [la de la existencia de objetos que afectan los
sentidos y producen representaciones], sea po sible que la filosofia
kantiana halle el acceso a si rnisma y pueda lograr una exposicion de
su concepcion doctrinal. Pues la palabra "sensibilidad" carece de sig-
nificado si no se la entiende como un alga real intermedio entre otras
dos cosas reales, un medio real entre un alga y otro alga, y si en su
concepto no estan contenidos, como determinaciones reales y objetivas,
los conceptos de ser externos un al otro y estar relacionados entre si, de
accion y pasion, de causalidad y dependencia; contenidos de tal forma que
universalidad y necesidad absolutas de esos conceptos esten dadas al
mismo tiempo como previa suposicion. Debo confesar que este escru-
pulo me ha retenido -no poco- al interior del estudio de la filosofia
kantiana; asi, he debido empezar, una y otra vez a 10 largo de los anos,
la lectura de la Critica de la razon pura, pues incesantemente me des-
concertaba observar que sin aquella suposicion [la de la existencia de
objetos externos, etc.], no podia ingresar al sistema kantiano, y can ella,
no podia mantenerme dentro de el.
Es sencillamente imposible permanecer al interior de la filosofia de
Kant conservando tal supuesto, simplemente porque a la base de el
subyace la conviccion de que nuestras percepciones tienen validez
objetiva, y que estan referidas a objetos exteriores a nosotros -como
cosas en si-, que no son solamente fenomenos subjetivos; asi como

4 [Voraussetzung, que aqui se traduce por "suposicion". se debe entender en el


sentido de "condicion", "requisite indispensable", 0 simplemente "presuposi-
cion", necesaria para el desarrollo de una investigaci6n cualquiera. Asi, no se debe
confundir tal palabra con Yermutung (en el aleman del siglo de Jacobi: Vermuthung)
-que aparecera mas adelante-, y que si bien se traduce tarnbien por "suposicion",
se debe entender como "sospecha" 0 "conjetura". Para un recuento interesante del
uso de los dos terrninos, cf Grimm, Jacob & Wilhelm, Deutsches Wdrterbuch (33
vols.). Munchen: Deutscher Taschenbuch, 1991 [1956], v . 25 Y 26.)

168 IDEAS Y V A LORES


F .H. JACOBI':' SaBRE EL IDEALISMO TRASCENDENTAL

tambien la conviccion de que nuestras representaciones de las relacio-


nes de unos objetos con los otros, y de sus necesarias relaciones inter-
nas, tienen validez objetiva. Estas son afirmaciones que de ningun
modo pueden hacerse compatibles con la filosofia kantiana; esta elu-
de demostrar aquello de que tanto los objetos como sus relaciones son
meros entes subjetivos, meras determinaciones de nuestro propio ser,
y de ninguna manera cosas externas a nosotros. Aun si se concede que
estas entidades subjetivas -que no son sino determinaciones de nues-
tro ser- estan necesitadas de un alga trascendental que haga las veces
de causa [de tales determinaciones], en 10 que respecta a la ubicacion
de tal causa, as! como a su relacion con el efecto, quedamos sumidos
en la mas profunda oscuridad. Adernas, ya hemos visto que no pede-
mos llegar a tener ningun tipo de experiencia de este alga trascenden-
tal, y de ninguna manera podemos estar seguros de su existencia;
todos los objetos de la experiencia son simples fenomenos, cuya mate-
ria y contenido no son otra cosa que nuestra propia sensacion. Con
respecto a las determinaciones particulares de la sensaci6n, opino que
en 10 referente a su [uente, 0, para hablar segun la jerga kantiana, a la
manera en que somos afectados por objetos, nos encontramos en la
mas completa ignorancia. Y de 10 concerniente a la elaboracion inter-
na 0 digesti6n a traves de la cualla materia adquiere su forma, y nues-
tras sensaciones se convierten en objetos para nosotros, sabemos que
ella se basa en una espontaneidad de nuestro ser, cuyo principio -de
nuevo- desconocemos por completo. De la manifestacion de tal es-
pontaneidad solo sabemos que se trata de la manifestacion de una
facultad enlazante ciega que llamamos imaginaci6n. Sin embargo, los
conceptos que surgen de este modo, y los juicios y proposiciones que
as! nacen, solo tienen validez con relacion a nuestras sensaciones.
Asi, todo nuestro conocimiento no es mas que una conciencia del en-
lace de las determinaciones de nuestro propio ser, a partir de 10 cual
no es posible inferir nada distinto. Nuestras representaciones univer-
sales, conceptos y principios, solo expresan la forma esencial en que
cada representacion particular y cad a juicio particular deben some-
terse al caracter de nuestra naturaleza, para poder llegar a ser admiti-
dos y enlazados en una conciencia universal 0 trascendental, y de
esta manera obtener verdad relativa 0 validez objetiva relativa. Estas
leyes de nuestra intuicion y nuestro pensamiento carecen de todo sig-
nificado y de toda validez si se abstraen de la forma humana, y no Ie
dan ni la mas lejana instruccion a las leyes de la naturaleza en si. Ni el
principio de razon suficiente, ni aun el que establece que a partir de /I

nada, nada se origina", valen para las cosas en S1. En resumidas cuen-
tas, la totalidad de nuestro conocimiento no contiene nada, absoluta-
mente nada, que tenga un significado objetivo verdadero.
Pregunto: (como es posible hacer compatible el supuesto de la exis-
tencia de objetos -que afectan nuestros sentidos y causan representa-

N° 116 ACOSTO DE 2001 169


LECfURAS EJEMPLARES

ciones- con una doctrina que quiere eliminar todas las bases que so-
portan aquel supuesto? Se considera 10 que ya al principio de este
escrito se indic6: que, segun el sistema kantiano, el espacio y todas las
cosas que en el existen estan s6lo en nosotros y en ninguna otra parte;
que todos los cambios, incluso los de nuestro propio estado intemo -
de los cuales creemos estar inmediatamente seguros a traves de la
secuencia de nuestros pensamientos-, son s6lo representaciones, que
no prueban [la existencia de] cambios reales objetivos, de secuencias
de unos tras otros, ni en nosotros ni fuera de nosotros; se considera
que todos los principios del entendimiento expresan solamente con-
diciones subjetivas, que estos principios son leyes de nuestro pensa-
miento, nunca de la naturaleza en S1, y que carecen de todo contenido
y uso realmente objetivos. Se consideran debidamente estos puntos y
se piensa si es po sible hacer valer, junto con ellos, el supuesto de la
existencia de objetos que afectan nuestros sentidos y originan repre-
sentaciones. Esto es imposible de lograr, a menos que a cada palabra
se le atribuya un significado ajeno, y a esta uni6n continua se Ie de un
sentido totalmente mistico. Pues segun el uso comun del lenguaje,
"objeto" deberia estar referido a una cosa que, en sentido irascendental,
existiria por fuera de nosotros; y Lc6mollegar en la filosofia kantiana
a una cosa tal? LAcaso diciendo que somos pasivos respecto a las re-
presentaciones que llamamos fen6menos? Sin embargo, ser pasivos es
s6lo la mitad de un estado que no es concebible unicamente a traves de
ese modo; es, de hecho, expresamente necesario que no sea concebible
de esa sola manera. Entonces: tendriamos la sensaci6n de causa y
efecto en sentido trascendental, y podriamos, gracias a estas sensacio-
nes, inferir la existencia de cosas exteriores a nosotros, asi como de sus
relaciones necesarias, [todo ello] en sentido trascendental. Pero, pues-
to que todo el idealismo trascendental se vendria al suelo debido a
esto, y perderia toda aplicaci6n y proposito, su partidario debe aban-
donar completamente aquella suposicion, y ni siquiera debe preten-
Jer hallar como probable que las cosas que en sentido trascendental
estarian fuera de nosotros existan y tengan relaciones con nosotros
que podriamos estar en condiciones de percibir de algun modo. Tan pronto
como el quiera encontrar eso como probable, 0 quiera creerlo de lejos,
tiene que salir del idealismo trascendental e incurrir en contradiccio-
nes indecibles consigo mismo. El idealista trascendental ha de tener,
entonces, el coraje de afirmar el mas fuerte idealismo -aquel idealismo
que siempre ha sido ensefiado-, y el mismo no tiene par que temer al
reproche de un ser egoista especulativo, porque no podria mantenerse
en su sistema si tan solo quisiera tambien expulsar este ultimo repro-
che de si mismo.
Si la filosofia kantiana quisiera apartarse aunque fuera por un poco
-par suposici6n [Vermuthung] 0 creencia- de la ignorancia trascen-
dental, perderia al instante no s6lo toda su postura, sino que tambien

170 IDEAS Y V ALORES


F.H. JACOBI·:· SaBRE EL JDEALISMO TRASCENDENTAL

deberia abandonar por completo el que ella declara ser su principal


merito, a saber, poner la raz6n en calma. Pues esta pretensi6n no tiene
otro fundamento que la absoluta y completa ignorancia afirmada por
el idealismo trascendental. No obstante, esta absoluta y completa ig-
norancia perderia toda su fuerza si sabre ella se elevara una suposi-
ci6n cualquiera, y si tal supasici6n pudiese lIegar a tener sabre la
ignorancia incluso la mas pequeiia de las ventajas.

------ .:. ------

ANO 2001 WITTGENSTEIN


ACTIVIDADES PROGRAMADAS POR EL
DEPARTAMENTO DE FlLOSOFIA
UNlVERSIDAD NAClONAL DE COLOMBIA
Con el apoyo de la Embajada de Austria
Encuentro lnternacional: "Wittgestein 50 Anos Despues"
Noviembre 1, 2 Y 3 de 2001

Lista de profesores invitados como expositores:


~()Ol az10
1. Rudolf Haller Universidad Graz (Austria)
2. Edmund Runggaldier (Austria)
3. Stuart Shanker (Canada) ~
4. Robert Arrington lYittgenstei~
5. Maria Cerezo
6 Margarita Valdes (UN AM)
7. Alejandro Tomasini (UNAM)
8. Alfonso Florez U. Javeriana
9. Carlos Cardona U. Jorge Tadeo Lozano
10. Raul Melendez U. Nacional
11. Magdalena Holguin - Colombia
12. [aako Hintikka (por confirmar)
13. Luis Pujadas - Espana
14. Alfonso Garcia Suarez - Espana
15. Pablo Quintanilla - Peru
16. Victor Krebs - Venezuela
17. Klaus Puhl- Austria

La inscripcion al Encuentro tiene un costo de $250.000 y las memorias


$25.000. Consignacion: Banco Popular, Cuenta de Ahorros # 012720066 a
nombre del Fondo Especial de la Facultad de Ciencias Humanas- E.!.W. Para
formalizar la inscripci6n se debe presentar el original de la consignaci6n en
la oficina de la Coordinaci6n de Eventos Extracurriculares en el primer piso
del Departamento de Filosofia. Para mayor informaci6n comunicarse con
los telefonos: 316 538403165000 exts. 16862 y 16863
E-mail: maravideshotmail.corn

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