Bernardita Su Historia
Bernardita Su Historia
Bernardita Su Historia
SU FIGURA ESPIRITUAL
CRONOLOG1A.
INICIANDO.
ni una miniatura de santa como Teresa del Niño Jesús (6). Con todo, es
ur. magnífico ejempllar de santidad.
Ya el hecho fundamental y sustancial de su vida trae consigo la
presunción de una preparación nada común de gracia o; lo que es lo
mismo, de santidad, y nos estimula a bus dar el secreto. La clave está,
evidentemente, en la condición de Dios, en todo digna de Él, de com-
binar previamente «en los estratos inferiores de la naturaleza aquella
admirable disposición de cosas que sea más aptla a recibir la sobreedi-
ficación de la gracia». La misión de Bernardita, para la cual Dios tenía
todo previsto y dispuesto, consistió en haber sido la elegida de M\3.ría
para ser su confidente, heraldo o embajadora e instrumento. María la
encontró digna de sus designios por habérsela preparado la gracia
de Dios.
Estla presunción de santidad, en fuerza de su misión particular, se
ccnv~erte en certeza positiva y experimental cuando se considera que
a la preparación y elección de Dios y de su Madre, Bernardita respondió
tan bien y tan generosamente. Es santa por haber sido perfectamente
fiel a su misión. Estla fidelidad a la propia misión, quintaesencia de
toda santidad, se acompaña singularmente en la Soubirous de dos vir-
tudes: humildad y fortaleza; fué humilde en la gloria y fuerte en la
prueba (7).
Ai abrigo de tan augustas sugerencilas se va a desarrollar nuestro
comentario.
(23) AAS 26 (1934) 7. Todo el discurso del mismo Pontífice del 31 de mayo de 1933,
cuando tuvo lugar la lectura del Decreto de aprobación de los milagros para la canoni-
zación de Bernardita, es un comentario a esta idea. . (<<L'Osservatore Romano., 1 de
junio de 1933; TESTaRE, o. C., 144-149.
(24) TROCHU, Bernadette, 37-62; BORDENAVE, 13-18.
(25) Es muy interesante la declaración de Bernarda CASTÉROT, tía y madrina de Ber·
nardita; puede leerse en CROS, Témoins, 160·; RAM, 160.
(26) POSITIO: declaración de BORDENAVE, 126; de J. FORESTIER, 284.
(27) POSITIO, 256; ibid" 350-351.
SANTA BERNARDITA SOUBIROUS:SU' FIGURA ESPffilTUAL 185
APOCALIPSIS.
(40) Voz patois con que Bernardita designaba en un primer tiempo la realidad que
le aparecfa. Significa, según LAURENTIN, Documents 1, 47, 319, etc., aquello; según TROCHU,
Bernadette, 87, nota 15; Apparitions, 15, nota 1, aquélla.
(41) TROCHU, Bernadette, 85-88; Apparitions, 14-18; LAURENTIN, Documents 1, HJa
163, 196-198; CROS 1, '75-80; ESTRADE, 40-45; BORDENAVE, 26-29.
(42) TROCHU, Bernadette, 95-103; Apparitions, 25-32; LAURENTIN, Documents 1, 163,
167, etc.; eROS 1, 136-164; ESTRADE, 45-52; BORDENAVE, 29-31; AUCLAIR hace una des-
cripción muy sugestiva, 57-67. La simpática relación de A. NICOLAU, que cuenta su in-
tervención en el asunto, puede verse completa en CROS, Témoins, 110-112.
(43) TROCHU, Bernadette, 105-112; Apparitions, 33-39; LAURENTIN, Documents 1,
154, 164, 167-169, etc.; CROS 1, 165-178; ESTRADE, 53-59; BORDENAVE, 32-34. Acerca de
las palabras precisas de la Señora, cfr. LAURENTIN, Sens, 123-125.
(44) TROCHU, Bernadette, 113-117; Apparitions, 41-45; LAURENTIN, Docltments 1,
154, 164, 176, 188, 299; CROS 1, 178-185; ESTRADE, 59-64; BORDENAVE, 34-35.
(45) Hemos recogido más arriba lo esencial en el texto correspondiente a las notas
15-22. TROCHU, Bernadette, 117-123, 145-209; Apparitions, 45-52, 63-95; LAURENTIN, Do-
cuments 1, passim; CROS 1, 185-192, 225-270, 289-391; ESTRADE, 64-139; BORDENAVE, 35-53.
(46) TROCHU, Bernadette, 217-227; Appariti.ons, 97-101; LAURENTIN, Documents 1,
282-285; CROS 1, 442-463; ESTRADE, 142-149; BORDENAVE, 54-56; AUCLAIR, 176-181. Acer-
ca de las palabras textuales pronunciadas por la Inmaculada, cfr. LAURENTIN, Sens,
131-132.
188 JOSÉ VICENTE DE LA EUCARISTÍA OCD 10
ciada¡=: esfus palabras, «que dan sentido y peso a todas las aparicio-
nes» (47), la Señora se queda muda. Desaparece.
Las dos últimas apariciones, 7 de abril y 16 de julio, son de despe-
dida. N o le basta un adiós a quien ama. Son silencioslas. La última ma-
nifestación, al atardecer de la fiesta de Nuestra Señora del Monte Car-
melo, en que la vidente la contempla más hermosa que nuncta (48), sella
el Apocalipsis de la Inmaculada a su sierva Bernardita Soubirous.
COMPORTA.MIENTO DE BERNARDITA.
CUMPLIENDO SU MISIóN.
A) EL TESTIMONIO.
miliar, conserva esa honraza que trae consigo la verdadera pobreza (75).
Ciertamente, no hay demonio que por su honra sufra tanto.
Monseñor Laurence, Obispo de Tarbes, al. fallar sobre el origen de
las apariciones de Lourdes, podrá declarar: «La sinceridad de Bernar-
dita es incontestable e incontestada ... ; no es tampoco una alucinada; ha,
pues, visto y oído a un ser que se ha llamado a sí mismo la Inmaculada
Concepción» (76).
No cabe duda que «es más preciosa delante de Dios una obra o acto
de voluntad hecho en caridad que cuantas visiones y revelaciones y co-
municaciones pueden tener del cielo, pues éstas no son mérito ni de-
mérito» (77).
Por otra parte, !aunque podemos calificar de gracias gratis datas las
vidones y revelaciones de Bernardita, no por eso hemos de caer en el
error o en la tentación de considerarlas como algo excesivamente exter-
no o desligado de su santidad personal. El hecho maravilloso potenció
asombrosamente fu psicología y capacidad espiritual de la vidente. Sus
éxtasis, que no tienen nada que ver con las alucinaciones o actitudes
beatíficas o estados crepusculares de los anormales, fecundaron su alma
con nuevas luces y energías (78). Lla especie de transfiguración, trans-
parencia y luminosidad que envolvía su cuerpo en el trance extático es
preguntada por qué calaba el velo de aquel modo sobre su rostro, respon-
dió: ({Es mi pequeña c'apilla; estoy mejor encerrada en mí» (104).
Siendo su oración y devoción mariana eficaces, se traducían en obras.
Claudio Raffin depone: «Gozaba alabando, haciendo conocer, amando y
sirviendo a María, y se aplicaba a imitarla en SIUS virtudes, sobre todo
en su humildad y retiro» (105).
Nos bastará considerar rápidamente la humildad tan maria1Ja de
Bernardita.
La Madre Bordenave declara: «La virtud de l~ humildad era el
rasgo característico de Bernardita; la practicó siempre y bajo todos los
aspectos. Parece cOmO si la Santísima Virgen hubiese impreso en ella
este sello» (106).
Claudia Raffin: «La humildad era, por así decir, la virtud favorita de
Bt>rnardita, el rasgo característico de su fisononiía moral» (107).
Augusto Perreau: «Sé, por haberlo leído y por experiencia personal,
que Berr.ardita sentía un atractivo muy pronunciado por la humildad ...
Fué, sobre todo, durante ]las apariciones cuando recibió las grandes lec··
ciones de humildad, que tan bien aprovechó» (108). En términos pare-
cidos hablan los demás testigos (109).
Abundan las anécdotas que ponen de manifiesto la humildad heroica
de la vidente y su buen humor inextinguible (110). Su vida religiosa fué
un continuo ejercicio de humildad. Su comportamiento ante la famosa
MadrE' María Teresa Vauzou, su Maestra de novicias, vale por muchos
tomos sobre la humildad (111).
El sentirse decir el mismo día de su Profesión que «no vale para
nada» y paS'ar la vida bajo ese signo en perfecta resignación y alegría
es humildad de veras (112). Su conducta confirma, una vez más, la
doctrina de los grandes místicos y tratadistas de vida espiritual, que
indican la humildad como señal y efecto de llas verdaderas visiones y
rtvelaciones (113).
Cerramos estas alusiones con las palabras de Pío XI: «Bernardita
fué humilde en la gloria; y cuando todo el mundo se fijaba en ella, se
retiró y desapareció» (114).
CONCLUSI6N.
(126) Todos estos detalles y otl'OS mil acerca de la última enfermedad y muerte
de Bernardita se recogen en la POSITIO, en el apartado De pretioso obitu et de concursu
ad funus, 625-664. Véase también TROCHU, Bernadette, 499,512; BORDENAVE, 245-265;
AUCLAIR, 238-252.
(127) TROCHU, Bernadette, 427-493, transcribe oportunamente fragmentos de cartas,
de apuntes espirituales, de propósitos de ejercicios, etc. Al final de la POSITIO, entre
las Animadversio?tes del Promotor General de la Fe y la Respuesta del abogado, apare-
ce. el juicio del teólogo censor con la aprobación de la Congregación de Ritos y la lista
de los escritos de Bernardita examinados. En el juicio, muy elogioso por cierto, se dice
cómo en todo lo escrito por Bernardita «se revela su deseo' de ganar las almas a Cristo
y de arrastrarlas aJa imitación de las virtudes de la Madre de Dios, del mismo modo
que ella se propuso como modelo a la Sefiora».
(128) S. JUAN DE LA CRUZ, Subida, 3, 39, 2.
(129) POSITIO: declaración de A. PERREAU, 254-255; de J. FORESTIER, 256, etc.
(130) POSITIO: declaración de Maria Ida RIBETTES, 170; de Maria BARZUN, 79, etc.
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