Boletín Del Centro de Historia Del Estado Falcón. Año XX, #20-21, Abril 1972

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 63

I

REPUBLICA DE VENEZUELA
* I

BOLETIN DEL CENTRO DE HISTORIA


DEL ESTADO FALCON
1

■ i
; /
¡ <

i!
§

t
£
« • i
a
■Si ••'.■■:■■:<' ■ •

' V' .. ■' — ■■ ■ .■<>

l
’.'f
I
i
*

'
. ...?■ ....

*
.•■
;
.
■ ■ ?
s z,r w'-
:il T-</’
t

k-f/^
80 ■ / .^i i
'l 7
W ! . j
(L Efe i

■Jr J'Ar l

W 7||g
I

•l‘
L /)
i

k/XZ'.j ••«.vi 'x- I


/
/
íLfrcuó o be la Cautaó ¿e Coto

Año XX Números 20-21


I '

Abril 1972
CORO — VENEZUELA
!;

l
I

CENTRO DE HISTORIA DEL ESTADO FALCON


Miembros de Número i

I Monseñor Francisco José Iturriza Guillén


II Monseñor Víctor José Pineda
‘ III Pbro. Jesús Hernández Chapellín
IV Vitelio Reyes
i
V Angel G. L. Maduro A.
VI Regina Pía Castillo de Andara
VII Pedro J. Perdomo J
VIII Lorenzo Febres Paredes •
IX Euclides J. Fuguet
X Mario Briceño Perozo
XI Pedro Dacosta Gómez
XII Jesús Rojas Velásquez
XIII Francico Belda Benete
XIV Nicolás Curiel Ramírez
XV Rafael González Sirit
XVI Pedro Varela Añez
XVII Pbro. Octavio R. Petit
XVIII Raúl López Lilo
. XIX Pbro. Mario Rota
XX Angel Rosendo Ruíz
XXI Adolfo Zárraga Tellería
XXII Virgilio Arteaga
i
XXIII Luis Alfonso Bueno
XXIV Misael Salazar Léidenz i
XXV Mario Jacobo Pensó Ocando (electo)
XXVI José Ribas Balboa (electo)
XXVII Rafael Gallardo (electo)

JUNTA DIRECTIVA

Presidente ... Raúl López Lilo


Vicepresidente Angel G. L. Maduro A.
Tesorero .... Pedro Varela Añez
Secretario ... Luis Alfonso Bueno -
Bibliotecario . Pbro. Octavio R. Petit
REPUBLICA DE VENEZUELA

BOLETIN DEL CENTRO DE HISTORIA


DEL ESTADO FALCON
biV »
7//sl

j ->'•
* -1

V
V G.r* la do

cono

ra '> ': í V':?


j.-:- • •••'■. '

3
• ! ■■■■.,<

A- ■ •'
■< 1-1

'•i

Yr
í.;- •'

U Ii Ciutó) ¿e (Joto
Año XX Números 20 - 21
Abril 1972
CORO — VENEZUELA

í
>

I
BOLETIN DEL CENTRO DE
HISTORIA DEL ESTADO FALDON 4

AÑO XX ABRIL 1972 NUEMEROS - 20 - 21.

20 Años Después
Veinte años ha completado este mes de abril el Centro
de Historia del Estado Falcón. Ni capilla de iniciados, torre
de marfil ni conventículo intelectual para achacosos de la
historia, nuestro Centro ha erigido como único pedestal de
su obra la permanencia de lo más noble y firme del patrimo­
nio espiritual de la tierra coriana.

En el entendido de que Coro es en si misma un vasto


yacimiento histórico que aún espera la justa interpretación
y el enaltecimiento de sus coordenadas esenciales que apun­
tan a la fundación misma de la nacionalidad, el Centro ha
velado porque sus tareas se concreten en el cultivo de una
continuidad y de una coherencia a cuya luz se analicen y se
palpen nuestros fenómenos históricos. Al lado de lo que po­
dríamos llamar los clásicos de la historia regional, con el Dr.
Arcaya a la cabeza, hemos puesto de manifiesto la formula­
ción de tesis, esquemas interpretativos, hallazgos novedosos
y estilos y confrontaciones intelectuales diversas que han
provocado debate fructífero y abierto nuevas compuertas a
los estudios necesarios y saludables del pretérito falconiano.

La obra del Centro de Historia está signada por un pro­


fundo desvelo y una dedicación infatigable por el quehacer
histórico, lo que no ha excluido que, sin mengua de su justo
nivel institucional, nuestro Centro haya cerrado filas con lo
mejor de la comunidad coriana en la búsqueda de mejores
destinos para esta generosa porción de la patria. Hemos queri-
do señalar el 20 aniversario del Centro y de su Boletín no con
la fruición de quien cree terminada su obra ni con la sufi­
ciencia que da el ocaso del séptimo día. Quede para la cultura
de Falcón indicado con piedra blanca este hecho que por
simple no está exento de significación especial, habida cuenta
de lo fugaz que han resultado entre nosotros muchos esfuer­
zos dirigidos a dotar de expresión idónea las inquietudes de
la cultura y de la intelectualidad.

Y quede la fe del Centro de Historia en las interminables


reservas del pueblo coriano para los ejercicios de la cultura,
que estamos dispuestos a servir no desde una posición con­
templativa sino con la ardorosa vehemencia que suscitan las
cosas que están llenas del aliento de Coro.

L. A. B.

Coro, Abril de 1972.

I
Alrededor
de un
Libro
He leído con atención y agrado el reciente libro publicado por el
Licenciado Misael Salazar Léidenz, titulado “ENFRENTAMIENTO
ENTRE EL OBISPO Y LOS ALCALDES DE CORO", sinceramente ten­
go que decir que se trata de un contenido altamente interesante
para los historiógrafos y para los aficionados que hacemos de la Histo­
ria una materia de transcendencia y de alto significado para la vida
de los pueblos. Puse mi atención y mi agrado porque estaba seguro de
que me encontraba frente a un estudio de importancia por la proceden­
cia y el autor de la obra, quien una vez más da prueba de su fecundo
talento y de su espíritu escrudiñador para llegar al fondo de la realidad
y poner a la luz de los estudiosos y de la colectividad en general algo
que se necesitaba saber con lujo de detalles, algo que tenía sabor puro,
algo que despertaba el vértigo a la lectura, porque precisamente quien
empieza a leer la obra, necesariamente quiere agotarla de una sola vez.
Un aporte más a nuestra cultura es el trabajo de Misael Salazar
Léidenz. Ya los expertos en la investigación histórica encontrarán nue­
vos elementos de juicio en la Bibliografía Nacional. Con una agudeza
natural en el autor y con una pegajosidad muy propia del coriano,
atrae a sus lectores y le hace gratísimo el recorrido a través de todas
sus páginas, al mismo tiempo que los pone en conocimiento de las
“intriguillas" y las “disputas" que existieron entonces entre respetables
representantes del Poder Municipal y el Eclesiástico.
Bien concebido el trabajo, bien presentado, bien aceptado. Buen
papel ha de jugar en el futuro de nuestra Historia. Justo es que le
rindamos nuestro reconocimiento. Aquí está el mío sincero y abierto,
como sincero y abierto es el aprecio que le profeso. Además quiero
decirle que ha abierto un camino y espero de su espíritu creador y
voluntad de servicio encuentre nuevas fuentes de sabiduría, cuya reve­
lación posterior sirva a todos para fortalecer nuestros conocimien­
tos en todo aquello que tenga que . ver con nuestra Patria y con su
proyección hacia el mundo del futuro.
R. L. L.
Coro, 13 de Abril de 1972.
i

í
I •

; •

r

I *

í*

»
EL ESCUDO
DE ARMAS
DE LA
CIUDAD DE
CORO
La ciudad de Coro tuvo su escudo desde los primeros
años de haber sido fundada por Juan de Ampies. En reali­
dad, era una vieja costumbre de las ciudades españolas, la cual
fue trasladada por los conquistadores. En ese escudo figura­
ban en campo azul, Santa Ana de pie con la Virgen María
en los brazos, como símbolo del nombre de la ciudad y una
silla que simbolizaba la capital de la provincia.

Aun cuando la capital fue trasladada a Caracas, la ciu-

—9—
dad siguió usando su escudo de armas, de esa manera recor­
daba en primer lugar su antigua preponderancia y los vecinos
soñaban con recobrarla algún día.
Pero, los hechos históricos de finales del siglo XVIII
y de principios del XIX hicieron modificar el escudo de la
ciudad. Vino en primer término la revolución de los esclavos
en 1795 y los corianos la dominaron en pocos días, después
de claras muestras de arrojo y derroche de valor. Luego llegó
Miranda y su expedición fracasó ante la hostilidad decidida
de los corianos. Vino finalmente, en 1810, el Marqués del
Toro con 3 mil soldados y los 1.200 corianos al mando de las
autoridades españolas los rechazaron, después de serios
combates.
Estos hechos granjearon en España la admiración y
el aplauso decidido para los leales corianos que con tanto
ardor habían defendido la causa de la monarquía. La Regencia
de Cádiz por decreto fechado el 12 de mayo de 1812 le conce­
dió a nombre de Fernando Séptimo el título de Muy Noble
y Muy Leal. Dio ascensos, títulos y gratificaciones a los que
se distinguieron por sus servicios y el tratamiento de Señoría
al Cabildo. Que a sus armas de familia pudieran agregar los
capitulares, un cuartel de distinción con el mote “constancia
de Coro” y que el Cabildo formara para la ciudad un nuevo
escudo de armas en que se registraran los sucesos acaecidos
en Coro en los años 1795, 1806 y 1810. '
El Cabildo nombró para formar dicho escudo a uno de
sus miembros, Don Ignacio Javier de Emazábel, noble viz­
caíno, residente y casado en Coro, desde hacía mucho tiempo.
El escudo diseñado por el vizcaíno estaba dividido en cuatro
cuarteles, en el primero en los cuales figuraban las primitivas
armas de la ciudad; en el segundo, en campo de oro tres
cabezas de negros para representar las de los caudillos del
alzamiento de 1795, los esclavos José Leonardo, José Ignacio
y Cristóbal, los cuales por orden del Teniente Gobernador
fueron decapitados en mayo de 1795; en el tercero, anclada
, « en el puerto de La Vela, la escuadra mirandina haciendo fue­
go hacia la fortaleza, que le contestaba. Finalmente, en campo
de plata, el león dorado de las armas españolas devorando al

— 10-
león pardo de las de Caracas, “éste con la corona caída y
rota la venera de Santiago y a las plantas de aquel arrollada
y abatida la bandera tricolor para representar la victoria que
el Gobierno de Coro en defensa de España obtuviera contra
los revolucionarios de Caracas en noviembre de 1810”.
Timbrado el escudo con corona de príncipe y encima
una banderola con la inscripción Heróica Constancia de Coro,
fue enviado a España para su aprobación, después de haberla
obtenido en el Cabildo, con los hermanos doctores Don José
Ignacio y Don José Antonio de Zavala que con ese objeto y
otros de interés público fueron enviados a la corte como
diputados del Cabildo.
Para examinar ese escudo fueron nombrados por Real
Orden, los reyes de armas Don Joaquín y Don Julián de
Medina, “quienes manifestaron que el escudo compuesto por
Emazábel no estaba de acuerdo por las leyes de la heráldica”.
“Los de Medina procedieron entonces —dice Pedro
Manuel Arcaya a diseñar otro escudo, de la manera siguiente:
en campo azul Santa Ana de pie con la Virgen en los brazos,
con diadema de oro la primera y corona del mismo material
la segunda; al lado derecho una silla de frente con brazos
de oro asiento rojo, primeras armas de la ciudad y en el
centro del campo, entre Santa Ana y la silla, un escudo de
oro y en él tres cabezas negras de perfil. Orlando el escudo
con tres órdenes o hileras de cuadros de ajedrez, blancos y
negros, y en cada cuadro blanco, excepto en los del orden o
hilera del medio, tres fajas azules ondeantes, timbrado con
corona ducal igual a la de las otras ciudades españolas”. El
escudo así confeccionado fue aprobado por Real Cédula del
20 de marzo de 1815 y entregado a los diputados del Cabildo
para su remisión a Coro. Es el que ahora aparece en nuestra
portada.

— 11 —
DOCUMENTOS
El documento que publicamos de seguida
contiene el informe que el Gobernador de
la Provincia, Don Rafael Hermoso, presen­
ta al señor Secretario de Estado del Des-
pacho del Interior, en relación con los
sucesos de Coro, el 25 de Septiembre de
1831, en que un sector de la población
irrumpió contra los comerciantes hebreos
radicados en la ciudad.

El original reposa en el Archivo General


í

de la Nación. Secretaría de Interior y Justi­


cia. Tomo XXXVIII. Folios 43 a 46.

REPUBLICA DE VENEZUELA
GOB. DE LA PROVINCIA
I
Coro Diciembre 13 de 1831.- 2? y 21 t

Número 143.

Al Sr. Secretario de E. del D. del Interior.


He visto la nota oficial de VS. fecha 19 del pasado no­
viembre número 190 para la Sección primera en que de
orden del Gobierno me instruye VS. del disentimiento que
encuentra entre mis partes y los del Sr. Comadante de Armas
de esta Provincia respecto del acontecimiento de 25 de Se­
i tiembre último contra los extranjeros hebreos de esta Capital,
y en que exige VS. una noticia del verdadero estado del

— 12 —

i
asunto; y en contestación digo a VS. que cuando di el primer
parte del suceso, en 28 del mismo Setiembre, acompañé copia
de comunicaciones que había pasado a los Jueces de 1? ins­
tancia y de paz de esta Ciudad para la averiguación del he­
cho, y en que también consta la revisión de los únicos ins­
trumentos del delito que se habían adquirido: di igualmen­
te parte al Sr. Juez de Letras de este cantón, y solo me
quedaba después de este paso la atribución de inspeccionar,
sobre la pronta secuela de dichos sumarios porque no tenien­
do jurisdicción contenciosa no me era posible conocer de
aquellas funciones declaradas a los Jueces encargados del
orden judicial. Así es que no solo un sumario se formó,
como VS. desea, sino tres, y aún habrían sido cuatro si el
Juez de Letras no omite el de su parte. Ya habían precedido
por supuesto las medidas de seguridad, y medidas que sur­
tieron el buen efecto de tranquiladad en que se encontraba
la Provincia el día 20 de Octubre en que dije a VS., que nin­
gún escándalo público se había repetido; porque cierta­
mente es así, no obstante lo que el Sr. Comandante de Armas
haya informado, pues el Acto de 14 del mismo mes de que
él hace mérito no fue escandaloso en mi concepto, ni pudo
serlo, porque el se redujo solamente a la presentación de
un número de hombres desarmados y desconocidos en el
silencio de la noche frente a mi casa habitación, y de los
cuales uno se acercó a la ventana y me llamó, a quien ha­
biendo abierto aquella, le interrogué el objeto del llama­
miento y me contestó lo siguiente; “una gran parte de veci­
nos respetables se han reunido con el fin de traer a VS. esta
representación” tomé dicha pieza que es la adjunta bajo el
número 1? y cuando esto sucedía no había visto aun a los
que le acoriaban, pero habiendo tirado la vista indiferente­
mente hacia la calle observé el grupo reunido con el mayor
silencio. Ninguna medida era capaz ni adaptable en aquel
momento porque estaba solo en mi casa con un criado, y
porque cualquier movimiento habría causado un grande
alboroto y acaso algunos males a la Población. En fin el
acto era de una resolución mas detenida. Tomé el partido
de hacerles reconvenciones análogas, indicándoles la ilega-

— 13 —
lidad de la reunión haciéndose desconocidos, con otras
cosas del momento, y nadie absolutamente contestaba; tan
solo lo hizo el que me había entregado la representación
quien con una voz ficticia me aseguró que no había ningún
escándalo y que se retirarían con el mismo orden con que
habían aparecido, y así sucedió. Se retiraron y yo salí inme­
diatamente a la calle, ocurrí casa del Sr. Comandante de
Armas, le participé el suceso, y personalmente salí a patru­
llar con un piquete de la guarnición, y a nadie absolutamen­
te se encontró: la patrulla que había salido en el primer
período de la noche a nadie habían encontrado ni nada sa­
bían, el Sr. Comandante de Armas fue serciorado por mi,
ningún vecino al día siguiente dió parte de haber sentido
algo, nadie manifestaba tener conocimiento del asunto, los
mismos hebreos no sintieron nada ni advirtieron contra
ellos ataque alguno, lo único que observaron fue algunos
pasquines que amanecieron en sus ventanas conforme al que
acompaño bajo el N? 2. De aquí se deduce que el pueblo no
recibió alteración alguna en su estado pacífico, que los he­
breos han seguido libremente sus tráficos, concurren a las
diversiones públicas y nocturnas sin ser incomodados, si­
guen sin óbice sus especulaciones, algunos de los que se ha­
bían ido a virtud del primer suceso, han regresado, y todos
tienen protección de las autoridades de la Provincia. ¿Y
cuales son entonces los escándalos de que se ha informado al
Gobierno? ¿Podrá ser escándalo público un acontecimiento
de que el pueblo fué ignorante y de que solo yo tuve conoci­
miento y el Sr. Comandante de Armas por que yo se lo dije?
VS. se sirve reconvenirme porque no di parte de ello y por­
que dije que ningún escándalo público se había repetido, y
verá VS. de lo dicho que tuve razón para informarlo así, y
que si omití el parte fué por que aguardaba que de la averigua­
ción recomendada a los Jueces resultase el descubrimiento
de algún culpable por el cual se pudiese conocer del asunto,
desde su origen, hasta el estado en que dejó de seguir.
í Este descubrimiento no se logró como verá VS. del
informe del Sr. Juez de Letras que acompaño bajo el número
3? y por esto se convencerá de que no era posible como VS.

— 14 —
aconseja la posición de ningún perturbador, por que se ignora
quienes sean.
También manifiesta VS. que el Gobierno ha extrañado
que a los muchos días fuese el comandante de Armas quien
me aconsejare algunas medidas &, y en esta parte diré a VS.
que el Sr. Comandante de Armas por su propio deber, me
hizo algunas indicaciones que estimándolas acertadas coincidí
con ellas, pero no se diga por esto que aguardaba yo aquellas
indicaciones para arreglar las medidas, ni que estaba yo tam­
poco en inacción. No Señor, no ha sucedido así; es verdad
que el Sr. Comandante de Armas ha tenido a mi disposición
cuantos auxilios haya necesitado, pero también lo es que yo,
y solo yo, acompañado unas veces de paisano, otras de solda­
dos he rondado las calles sin interrucción y he planteado los
medios útiles de conservar el orden; y el adherimiento de
mi parte a las medidas apuntadas por dicho Señor es una
prueba de armonía, mas no de que por mi no se habían
establecido las convenientes.
También se sirve VS. decirme que el Gobierno ha encon­
trado incompatibles el aviso de estar tranquilo el país con la
aserción de que malvados incógnitos han amedrentado a los
hebreos y debo contestar en este punto, que hablé a VS.
en un concepto relativo de lo pasado y que acaso a la incom­
patibilidad aducida ha dado lugar alguna falta de explicación
o claridad de oración en el oficio.
Nunca esperé que el Gobierno me hiciese el cargo de
que los hebreos no han tenido garantidas sus vidas, y de que
el orden no ha estado conservado, aludiendo por causa de
la crencia la multitud de pasquines amenazantes. Un pasquín
resulta por donde quiera y por mucho que sea el celo no
puede evitarse su postura, un pasquín tampoco puede causar
temor a ningún hombre de juicio, cuando ve que la autoridad
pone medios para evitarlos y que trabaja por el orden, y un
pasquín por último es un obra del enemigo débil, o de la
parte del pueblo que no tiene concepto, ni influjo, ni poderío.
Los hebreos no han tenido razón para temer porque ninguno
mas que ellos son testigos de los esfuerzos hechos para
conservarles sus derechos, y aumento a VS. una prueba, la de

— 15 —
haberle puesto en sus casas una custodia por la noche hasta
el tiempo que ellos mismos creyeron innecesario.
Las medidas tomadas por mi han sido eficaces, han sido
en armonía con las circunstancias locales, han sido conforme
al carácter de los habitantes y de que tengo conocimiento,
han sido con arreglo a las leyes y han sido por fin las que
presentan la prueba incuestionable de hallarse la Provincia en
pacífica posesión de sus derechos fundamentales. En la Pro­
vincia Señor, hay Tribunales de Justicia que llenan sus debe­
res, ella conoce que depende de un Gobierno que debe pro­
tección y seguridad a sus habitantes, y no se la niega a nadie,
hay leyes que se observan, hay funcionarios que cumplen con
su deber, y en este supuesto ni los extranjeros viven en un
país salvaje, ni a merced de sus enemigos; al contrario,
ellos viven bien, y sino ven castigados a sus contrarios ocultos,
es por que no se han descubierto: así lo asegura el Sr. Juez
de Letras encargado de dar curso a las averiguaciones, y a
I quien no puedo hacer otra cosa que encargarle la actividad
bajo de responsabilidad, y presentarle los datos que adquiera,
porque en el conocimiento exclusivo de dicho sumario nada
puedo hacer por ser un conocimiento contencioso. Yo no
dudo de la actividad con que él haya procedido, y sí convengo
en que sea difícil el descubrimiento sin embargo de las ave­
riguaciones, fundado en que unos a otros reservarán sus
hechos, por que sin temor de equivocarme, aseguro a VS.
que en la Provincia detestan generalmente a los hebreos y
esto se comprueba con la continua y pública censura que se
hace de su religión y de las quejas recíprocas entre la parte
infeliz por la abrogación exclusiva de los hebreos de la in­
dustria económica del país, en que han cesado los vecinos
naturales, ya por que aquellos sean mas activos, ya por que
tengan mas proporciones.
Es lo que digo a VS. en contestación para conocimiento
del Gobierno esperando me dé aviso de su recepción.
Soy de VS. obediente Servidor.

Rafael Hermoso.

— 16 —
GENEALOGIA DEL LIBERTADOR
ORIGENES CORIANOS
(Discurso pronunciado por el Dr. Raid López Lilo,
en la fecha de reecibirse como Miembro Corres­
pondiente de la Academia Nacional de la Historia
el día 6 de febrero de 1971). I

Honroso es recordar la genealogía de quien fue Padre


y Libertador de cinco naciones, hijo de nuestra Patria y fe­
nómeno de la gloria americana.
Los estudios hasta hoy indican que los Bolívar tienen
su origen no solamente en España sino que su abolengo va mu­
cho más allá en distintas naciones de Europa donde están li­
gados a grandes y nobles personalidades, entre los que se
destacan “Reyes, Emperadores, Sabios, Santos y Legisladores”.
No solamente descienden de Conquistadores españoles.
En la excelente obra del escritor Ciro Nava, intitulada “La
Palabra del Salvador y el linaje del Libertador”, que a su
vez recoge la información de los historiadores Eloy González,
Andrés Eloy de la Rosa y Andrés Ponte, aparece que “desde
el décimo cuarto al cuadragésimo grado de ascendencia, el
Libertador cuenta entre sus abuelos veintiséis generaciones
de Reyes”.
Así, según lo dicho está vinculado a los Reyes de Escan-
dinavia donde tiene su trigésimo abuelo. De los reyes de
Suecia y Francia le viene su vigésimo sexto abuelo. De la
Casa de Rusia por parte de Bladomir I, El Grande, llamado
el Santo por su conversión al cristianismo en el año 988 le
viene su vigésimo sexto abuelo.
De los reyes de Hungría los “dobles décimo nonos”
abuelos.
“De la Casa Imperial de Alemania” le viene el vigésimo
primer abuelo.
Por la dinastía francesa de los Capetos le viene “el doble
trigésimo abuelo” que a su vez da origen a su vigésimo octa-

— 17 —
vo y vigésimo tercer abuelos.
Por la rama de los Reyes de Portugal le vienen los
décimoseptimos abuelos.
De los Reyes de España es su mayor prosapia. Existen
mas de catorce abuelos relacionados con la nobleza española,
especialmente con la Casa de Navarra, Galicia y Andalucía,
de raza ibera.
Trasladamos la historia propiamente a la Madre Patria
y ubiquemos los hechos en la propia región de la Puebla de
Bolívar en Bilbao, Provincia vascongada de Guipúzcoa viejo
señorío de Vizcaya, de donde salió hacia la América el primer
representante de la familia Bolívar.
Pero es conveniente señalar que los Bolívar tienen ade­
más cierta raigambre en la provincia de Galicia: En Peñare-
donda de la Coruña por parte de los Ponte y Andrade y Jaspe
Montenegro, de donde vendrá mas tarde Don Juan Vicente
Bolívar y Ponte padre del Liberador.
Igualmente raigambre con la Provincia de Valladolid por
los conquistadores y pobladores Capitanes Francisco Infante,
(quien también une en parentezco al Libertador con el Ma­
riscal Antonio José de Sucre) quien vino a Coro con Jorge
Spira en 1534 y Melchor de Castro, naturales de Valladolid.
Este último es padre de Doña Ana Hernández de Castro y
Bobadilla, natural de Santo Domingo y esposa de Don Simón
Bolívar el viejo y madre de Simón Bolívar el mozo.
Veamos entonces su abolengo desde allí mismo de Visca-
ya en la línea paterna: Don Miguel Ochoa de la Rementería
y Bolívar — Jaúregui, séptimo abuelo, casó con Doña María
de Andixpe de cuyo matrimonio nació el sexto abuelo Don
Martín de Ochoa de Bolívar Jaúregui y la Remantería,
quien a su vez casó con Doña Magdalena de Ibargüen, dando
origen a Don Simón Bolívar, conocido con el nombre de
Simón “el viejo’’ nacido en Vizcaya en el año de 1520, quinto
abuelo del Libertador primero en venir a la América y el
primero en cambiar la “b” original de los Bolíbar por la
> ! ‘v” con que se sigue escribiendo el apellido. Este a su vez
casó con Doña Ana Hernández de Castro y tuvo como pro­
genitor a Don Simón Bolívar, “el mozo” nacido en Santo

— 18 —
Domingo y cuarto abuelo del Libertador, quien a su vez
casó con Doña Beatriz Díaz Moreno de Rojas y nació del
matrimonio Don Antonio de Bolívar, tercer abuelo del Liber­
tador, y éste casó con Doña Leonor Rebolledo Almendari,
dando origen a Don Luis Bolívar de Rebolledo, bisabuelo
del Libertador, quien nació en Caracas el 22 de Febrero de
1627. Este casó con Doña Ana María de Martínez Villegas y
Ladrón de Guevara de donde provino Don Juan de Bolívar y
Martínez Villegas, quien casó con Doña Petronila de Ponte
y Marín, abuelos del Libertador. De este matrimonio nació
Don Juan Vicente Bolívar y Ponte en 1726, quien casó el 30
de Noviembre de 1773, con Doña María de la Concepción
Palacios y Blanco, padres del Libertador.
*

Fueron hermanas mayores del Libertador Doña María


Antonia, nacida el 1? de Noviembre de 1777. Doña Juana
María Nepomucena, nacida el 16 de Mayo de 1779 y Don Juan
Vicente nacido el 30 de Mayo de 1781. Todos con excepción
del Libertador tuvieron descendencias. Hubo una hermana
llamada Carmen María, muerta el mismo día de su nacimien­
to en 1785.
Llegó el primero de los Bolívar a la Provincia de Vene­
zuela como Escribano de Residencia del Gobernador Don
Diego de Osorio, después de haber permanecido en la ciudad
de Santo Domingo durante treinta años, como Escribano y
Receptor de Penas de la Audiencia.
Luego de su primer cargo en Venezuela ejerció el de
Regidor Vitalicio del Ayuntamiento de Caracas y luego el de
Contador General de la Provincia. Murió en Caracas el 9 de
Marzo de 1612.
En este trabajo quiero destacar sobre todo la descen­
dencia coriana del Libertador, basada en los estudios del
historiador Teniente Francisco Alejandro Vargas, por consi­
derar que la mencionada prosapia es bastante desconocida
en nuestra tierra falconiana.
Estos abuelos del Libertador fueron:
Doña Luisa de Villegas y Pacheco de Escorcha.
Doña Luisa García y Cuaresma de Meló y Don Juan de

— 19 —
Guevara y García.
Esta genealogía, empieza con la presencia de Don Juan
de Villegas y Don Bartolomé García, valientes castellanos
que acompañaron a Don Ambrosio Alfínger en su primera
expedición a Coro en el año de 1529.
Juan de Villegas: Era natural de Segovia y contribuyó en
su Patria en la Victoria de Navas de Tolosa. A su regreso a
Coro, el entonces Gobernador Don Jorge Espira, lo nombra
Alcalde Mayor de la Ciudad de Coro.
Contrajo allí matrimonio, con Doña Ana Pacheco de Es­
corcha y Aguilar de cuya unión nace Doña Luisa Villegas
Pacheco de Escorcha, quinta abuela del Libertador. Esta con­
trajo matrimonio en el Tocuyo con el Capitán Francisco
Maldonado de Almendari, de cuyo matrimonio nace en Cara­
cas en 1579 Doña Luisa Maldonado de Villegas, quien a su
vez contrajo matrimonio con Don Juan Martínez de Vilela,
de donde nace el 1? de Febrero de 1599 Don Lorenzo Martí­
nez de Villegas, casado éste el 25 de Junio de 1625 con Doña
Magdalena Ladrón de Guevara, nace Doña María Martínez
de Villegas y Ladrón de Guevara el 2 de Marzo de 1628, quien
a su vez casa con el Capitán Don Luis de Bolívar y Rebolledo.
De este matrimonio viene Don Juan de Bolívar y Martínez
de Villegas, que casado en segundas nupcias con Doña Petro­
nila de Ponte y Marín de Narváez, tienen como hijo a Don
Juan Vicente de Bolívar y Ponte, padre del Libertador.
Bartolomé García: Contrae matrimonio en Coro con
Doña Luisa Cuaresma de Meló y Samaniego, de cuyo enlace
nace en la misma ciudad Doña Luisa García y Guaresma de
Meló, la cual contrajo matrimonio con el Conquistador Capi­
tán Juan de Guevara. Tuvo como hijo a Don Juan de Guevara
y García, cuarto abuelo del Libertador nacido también en Co­
b ro. Casó en Caracas con Doña Juana Díaz Moreno y Rojas. Pa­
dre de Doña Magdalena de Guevara y Díaz Moreno, quien fue
la esposa del Capitán Lorenzo Martínez de Villegas, que ex­
pliqué antes, dando origen a Don Juan Vicente de Bolívar y
• <
Ponte.
Juan de Guevara y García: Era hijo del Conquistador Ca­
pitán Juan de Guevara natural de Lorca. Llegó a Coro acom-

— 20 —
pañando al Obispo Gobernador de la Provincia Don Rodrigo
de Bastidas en su último viaje en el mes de Diciembre de 1540.
Conforme señalaba anteriormente su madre era Doña Luisa
García y Cuaresma de Meló. Casó en Caracas con Doña Juana
Díaz Moreno y Rojas, llega la descendencia hasta Don Juan Vb
cente de Bolívar y Ponte, según lo descrito antes.
Honor a todas luces es para los corianos saber que el
árbol genealógico del Libertador haya tenido ramas en nuestra
vieja Provincia.
La mano del Gran Hacedor, prepara el gran día para reci­
bir el predestinado de la Gloria, como bien lo dijera refirién­
dose a Simón Bolívar don José Martí: “Es como una tempes­
tad de Gloria”.
La augusta residencia de Don Juan Vicente Bolívar, coro­
nel de las milicias de Aragua y Doña María de la Concepción
Palacios y Blanco, lucía regia plena de paz y alegría. La aurora
veraniega semejaba una sonrisa de luz,y los coloridos de la Plaza
de San Jacinto parecían restaurados con el aliento de la ima­
ginación. La frescura de la mañana dejaba su huella de incien­
so en las menudas lágrimas de rocío sobre los pétalos abier­
tos del rosal florido. Todos los corazones disfrutaban la taqui­
cardia adrenalínica de la emoción y la alegría. Todo era un
conjuro de espectativa. A las ocho de la mañana del 24 de
Julio de 1783 se anuncia el nacimiento de la criatura. Y que
criatura... Era el cuarto hijo de los esposos Bolívar y Ponte
y Palacios y Blanco. Era un rayo de luz para iluminar a la
América entera, era el genio de una generación que habría de
encarnarse en la pluma de la sabiduría y en la espada de la
Libertad. En alguna parte del cielo de España ha debido apa­
recer una estrella feliz para indicar que muy pocos serían
sus años de supremacía en la dolida tierra americana.
De abrazos, alborozos y augurios se cubre el ambiente y
el alma de los visitantes. Presente en la mansión estaban altas
personalidades para dar la bienvenida al recién nacido. Entre
ellos el pariente cercano canónigo Don Juan Félix Jerez y
Aristiguieta, quien mas tarde le dejaría por testamento su
mayor fortuna. Don Pedro Palacios y Sojo, fundador de una
escuela de música en Chacao y otros familiares. El cuerpo de

— 21 —
criados y servidores se llenaron de afanes y disciplinas para
atender a los visitantes. Allí también los peninsulares Don
Francisco de Iturbe, Femando Miyares futuro Gobernador de
Maracaibo, etc. Desde ese momento pasan a la Historia los
nombres de Hipólita y Matea bajo cuyas manos de seda y aza­
bache correrían los cuidados del niño en sus primeros años.
Se escoge el nombre de Pedro José Antonio de la Santísima
Trinidad para bautizar al niño, pero es el canónigo Don Félix
Jerez Aristiguieta quien propone llamarle, y así se hizo SI­
MON, por dos razones principales: la primera para recordar el
nombre de sus abuelos, y la segunda por el presentimiento
que tenía con el nombre bíblico de Simón Macabeo, que él
habría de ser el Simón Macabeo de la América Hispana. El
bautizo fue llevado a cabo el 30 de Julio de 1783, apadrinado
por Don Feliciano Palacios y Sojo. Recibió el sacramento de
la confirmación el 11 de Abril de 1790, apadrinado por su tío
Don Esteban Palacios efectuando la ceremonia su Excelencia
I
Obispo Don Marino Martí. Ya en la familia habían cuatro
Simones, Don Simón Bolívar Jauregui (el viejo), Don Simón
Bolívar Castro (el joven,) Don Simón Bolívar Rebolledo y
Don Simón Bolívar Valenzuela.
Por extraordinaria coincidencia en ese mismo mes y año
de 1783, el Conde de Aranda, Ministro del Rey Carlos III confor­
I
maba con Francia e Inglaterra el Tratado relacionado con el
reconocimiento de las colonias británicas en Norteamérica.
Hecho curioso, son las palabras, (especie de apotegma, del
Primer Ministro Don José Moñino), quien le dijo entonces al
Rey: “Vuestra Majestad con la firma de ese tratado ha perdido
las Américas” Con la sentencia del Ministro Moñino y con el
nacimiento de Simón Bolívar se cumpliría pocos años después
la feliz profecía.
En la joven madre, Doña María de la Concepción, que
apenas cumplía 23 años de vida se reflejaba un dolor incóg­
nito. En sus mejillas límpidas se dormía una magnolia con
I
sus pétalos lánguidos. Sus otros tres hijos mayores, María
i t Antonia, Juana María y Juan Vicente completaban el cuadro
de dulzura familiar.
Cuando Simón Bolívar cumplía dos años y medio muere
— 22 —
su padre Don Juan Vicente Bolívar el 19 de Enero de 1786, toda­
vía no tenía uso de razón.
La Audiencia de Santo Domingo le nombra Tutor al Licen­
ciado Miguel José Sanz, abogado de 34 años, quien fuera des­
pués su maestro, su consultor y amigo. Su madre para ase­
gurar mucho más la educación del hijo, acordó con el Licen­
ciado que viviera con él en su propia casa para observar su
rendimiento y así lo hizo durante dos largos años. Maestros
del Libertador fueron además Andujar, Pelgron, Carrazco,
Vides, Negrete, Bello, Avila y sobre todo Don Simón Rodrí­
guez que supo moldearle el alma rebelde, el corazón pujante
y el valor indómito del futuro Padre de la Patria.
Su madre muere el 6 de Julio de 1792 cuando contaba
8 años. Queda al cuidado del abuelo materno Don Feliciano
Palacios y luego de los tíos Esteban y Carlos, hasta su incor­
poración en 1796 al Batallón de Voluntarios blancos de los
Valles de Aragua con el grado de Cadete. En el año de 1797
era ya Sub-teniente del mismo Batallón. En 1799 emprende
viaje hacia Europa donde por su rango llegó a pertenecer al
Cuerpo de Caballeros de su Majestad. Embarcó en la Guaira
el 19 de Enero en el navio San Ildefonso siguiendo la ruta
de México y la Habana, llegó a España, en el Puerto de
Santoña, provincia de Santander el 31 de Mayo de 1899.
Cuando apenas tema 18 años, diez meses y dos días, el
26 de Mayo de 1802 contrae matrimonio con la elegante da­
ma madrileña, pariente suya, María Teresa del Toro y Alaiza,
quien le aventajaba en un año, ocho meses y nueve días en
la edad. Fue el primero en quitar al apellido la partícula “de”
y escribirlo simplemente Bolívar, por considerar un vicio de
los godos.
Se abrieron las puertas de su corazón inquieto para dar
cabida a un amor nunca vivido. No pensaba en nada más
que en su felicidad y en los amoríos de su bella esposa. La
Iglesia de San José en Madrid, en la hoy calle de Alcalá,
bajo las religiosas notas del Ave María, presenció aquella
extraordinaria ceremonia.
Había transcurrido muy poco tiempo de permanencia
en Madrid en la casa solariega del Marqués de Ustáriz, quien

— 23 —
le ayudó a despertar las inquietudes por el estudio de los
Clásicos latinos y españoles, de los filósofos, políticos y soció­
logos de la Francia revolucionaria. Visitó la Academia de San
Femando. Estudió Idiomas, a Locke, Condilac, Buffon, D’Alem-
bert, Helvetius, Montesquie, Rousseau, Voltaire, Rollin, Bithel,
etc. etc.
Regresa a Venezuela acompañado de su esposa, se embarca en
el Puerto de la Coruña. Disfrutan de la mansión que le regalara
su pariente Canónigo Jerez Aristiguieta, frente a la Plaza Mayor,
(en la hoy Esquina de las Gradillas en Caracas). Luego resuelve
trasladarse a su Hacienda de San Mateo, donde hace planes
para su residencia definitiva. En pleno contacto con la natura­
leza bajo el influjo tierno de su tierna esposa. Más no así el
destino le reserva la ocasión.
El 22 de Enero de 1803 víctima de grave mal, fiebre amari­
lla muere María Teresa. Proyectase entonces Simón Bolívar
I
hacia su verdadero destino. El mismo lo reconocía, y lo diría
I
mas tarde: “Si no hubiera enviudado quizá mi vida hubiera sido
otra; no sería el General Bolívar, ni el Libertador. La muerte de
mi mujer me puso muy temprano en la vida de la política; me
hizo seguir después el carro de Marte en lugar de habérmelas
en el harado de Ceres”
Regresa a Europa en 1805. En su pecho aún la herida
abierta por la muerte de su esposa. Lleva una conciencia clara
de su porvenir. Fue la época de su reencuentro con su Maestro
Don Simón Rodríguez, Humboldt, Bonpland. Observa de cerca
los triunfos de Napoleón Bonaparte y asquea de su coronación.
En la América Hispana sigue levantando la levadura de
la independencia. El Generalísimo Francisco de Miranda,
mantiene sus contactos con él, y aquel se prepara para la
4
invasión de Venezuela.
En su reencuentro con el sabio Humboldt, quien regresa­
*
•í
ba de América, en París Bolívar le decía: ‘Señor, Ud. acaba
de recorrer el Continente Americano y que ha podido estu­
diar su espíritu y necesidades, no cree que ha llegado el mo­
I mento de darle una existencia propia, desprendiéndola de los
brazos de la Metrópoli, Radiante el destino del nuevo mun­
do, si sus pueblos se vieran libres del yugo, y que empresa

-24-

más sublime?”. “Creo que la fruta está madura, respondió el


Barón, pero no veo el hombre capaz de realizar tamaña
empresa”. “Puede ser que lo encontremos. Voy a buscar a 1
ese hombre en mi Patria”. Respondió, “Los pueblos en los •j

momentos en que sienten la necesidad de ser libres son po­


derosos como Dios, porque Dios los inspira”. Y desde ese
mismo momento el brazo y la acción del futuro Libertador
no descansó hasta haberlo logrado.
En un atardecer policromo, con la cabeza llena de gran­
des pensamientos y grandes ideas, se traslada con su Maes­
tro Don Simón Rodríguez hasta el Monte Sacro en Roma.
Eran días de calor jadeante pero inspirado, enardecido por
las palabras que les pronunciaba el Maestro, después de
tirar la mirada escrutadora hacia la tumba de Cecilio Metelo,
sobre la Vía Apia, dijo entre otras cosas1 'Con qué éste es
el pueblo de Rómulo y Numa, de los Grecos y los Horacios,
de Augusto y de Nerón, de César y de Bruto, de Tiberio y
de Trajano. Aquí todas las grandezas han tenido su tipo y
todas las miserias su cuna. Octavio se disfraza con el man­
to de la piedad pública para ocultar la suspicacia de su
carácter y de sus arrebatos sanguinarios; Bruto clava el pu­
ñal en el corazón de su protector para reemplazar la tiranía
de César por la suya propia; Antonio renuncia a los dere­
chos de su gloria para embarcarse en las galeras de una me­
retriz sin proyectos de reforma; Sila degüella a sus compa­
triotas y Tiberio sombrío como la noche y depravado como
el crimen, divide su tiempo entre la concupiscencia y la ma- •
tanza. Por un Cincinato hubo cien Caracallas, por un Trajano
cien Calígulas y por un Vespasiano cien Claudias. Este pueblo
dió para todos: severidad para los viejos tiempos, austeri­
dad para la República, depravación para los Emperadores,
catacumbas para los cristianos, valor para conquistar el mun­
do entero, oradores para conmover como Cicerón; poetas
para seducir con su canto, como Virgilio; satíricos como
Juvenal; filósofos como Séneca y ciudadanos íntegros
como Colón; este pueblo dió para todo menos para la causa
de la humanidad: Mesalinas corrompidas; insignes guerreros,
procónsules rapaces, sibaritas desenfrenados, aquilatada vir-

— 25 —
tudes y crímenes groseros, pero para la emancipación del
espíritu, para la extirpación de las preocupaciones, para el
enaltecimiento del hombre y para la perfectabilidad defini­
tiva de la razón, bien poco por no decir nada “Luego termina,
con los ojos húmedos, el pecho como otra montaña y el
rostro carmesí” “Juro delante de Ud.. (mirando a su maes­
tro) juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por
mi honor y juro por la Patria que no daré descanso a mis
brazos, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas
que nos oprimen por voluntad del poder español”.
■ Regresa a la Patria. Se suceden los acontecimientos de
la Sociedad Patriótica, desde donde Simón Bolívar hace
tribuna. Se clava en el corazón de los venezolanos la fecha
*
del 19 de Abril de 1810 y es él la cabeza de todos los movi­
mientos revolucionarios.
En misión diplomática vuelve a Europa ante la Corte
de Inglaterra acompañándolo Don Andrés Bello y Don Luis
1
López Méndez, para recabar ayuda de aquel país en la obra
emancipadora que apenas empezaba. Regresa en Diciembre
de 1810 después de cumplida su misión para ponerse de
nuevo al frente de la Sociedad Patriótica y de todos los
demás movimientos donde se consagró como genio y luego
padre y Libertador de un Continente.
Aunque no integró la representación Nacional entre los
miembros del Primer Congreso Constituyente de 1811, su
voz fue volcán pletórico que hizo precipitar los aconteci­
mientos en la misma actitud del Congreso. Cuando un dipu­
tado argumentaba que los grandes proyectos deben preparar­
se con calma, increspó Bolívar desde la barra “Trescientos
años de calma no bastan? Pongamos la piedra fundamen­
tal de la Libertad suramericana; Vacilar es perdernos”. Des­
de entonces fue una sola epopeya su vida ardiente y valerosa.
i Veinte años largos de lucha lo convirtieron en un paradigma
I
humano, más que Carlos Magno y Napoleón por la excelen­
cia de sus condiciones personales ajenas a toda ambición a
I
no ser la del triunfo por la libertad y la gloria.
Escribe el poeta ecuatoriano; Luis Cordero al referirse a
Bolívar:

- 26 —
“‘Generoso campeón de un Continente
fue solo redimir tu Magisterio
y agonizar después../7

Llena está la Historia de hazañas y grandezas en la vida


del Libertador. Ora como estadista, otrora como guerrero
y estratega. Otras veces como filósofo y político. Siempre
como visionario y patriota. En ocasiones como poeta y críti­
co, como letrado y estudioso, sobre todo como Jefe y Gober­
nante, como revolucionario y demócrata, como hombre y
ciudadano, como conductor y moralizados Todo con perma­
nente vigencia en el presente y proyección hacia el futuro.
Oigámosle algunos de sus pensamientos:
“La Gloria está en ser grande y en ser útil. El que lo
abandona todo por ser útil a su país, no pierde nada y gana
cuanto le consagra. El Título de Buen Ciudadano es preferible
para mí al de Libertador que me dió Venezuela, el de Pacifi­
cador que me dió Cundinamarca y los que el mundo entero
puede dar. No ha sido el orgullo, ni la ambición de poder el
que me ha inspirado la empresa de libertar naciones. La
libertad sembró en mi sueño este fuego sagrado. El destino
de América se ha sellado irrevocablemente, se han roto las
cadenas. Es más difícil sacar a un pueblo de la servidumbre
que subyugar a uno libre. Moral y luces son los polos de una
República. Dos elementos enemigos de todo régimen justo y
liberal: oro y esclavo. Sin estabilidad todo principio político
se corrompe y termina siempre por destruirse. No siéndonos
posible lograr entre las Repúblicas y Monarquías lo más per­
fecto y acabado evitemos caer en anarquías demagógicas o en
tiranías monócratas. Una sola debe ser la Patria de todos los
americanos. El nuevo Mundo se constituirá en Naciones inde­
pendientes, ligadas todas por una Ley que fijases sus relacio­
nes externas mediante un Congreso General permanente.
El orden interno se conservaría intacto entre los diferentes
Estados, y dentro de cada une de ellos. La diferencia de
origen y de colores perdería su influencia y poder. La refor­
ma social se habrá alcanzado bajo los santos auspicios de la
libertad y de la paz. Unión, unión, o la anarquíaa os devorará.

— 27 —
En la marcha de los siglos podrá encontrarse una sola Na­
ción pubriendo el Universo, la Federal. Nada es tan peligroso
como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano
el poder, el pueblo se acostumbra a obedecer y él a mandarlo,
de donde se origina la usurpación y la tiranía. Solo la demo­
cracia es susceptible de una absoluta libertad, pero cual es
el Gobierno democrático que ha reunido a tiempo poder, pros­
peridad y permanencia?. El Gobierno mas perfecto es aquel
que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma
de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política. Los
Códigos, los Sistemas, los Estatutos por sabios que sean son
obras muertas que poco influyen sobre las sociedades: Hom­
bres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados cons­
tituyen las Repúblicas. La educación forma al hombre moral
y para formar un legislador se necesita ciertamente educarlo
en una Escuela de moral, de justicia y de Leyes. Sin moral
republicana no puede haber Gobierno libre. La Justicia es la
reina de las virtudes republicanas y con ellas se sostiene la
igualdad si hay alguna violencia justa es aquella que se empe­
ña en hacer a los hombres buenos y por consiguiente felices,
y no hay libertad legítima sino cuando ésta se dirige a hon­
rar la humanidad y perfeccionarle su suerte. La libertad del
mundo está dependiente de la salud de América. El modo de
Gobernar bien es el de emplear hombres honrados, aunque
sean enemigos. Los hombres de luces y honrados son los que
debieran fijar la opinión pública. El talento sin probidad es
un azote. Los intrigantes corrompen los pueblos, despresti­
I giando la autoridad. La destrucción de la moral pública cau­
sa bien pronto la disolución del Estado. Si un hombre fuere
necesario para sostener el Estado no debería subsistir y al fin
no existiría0.
Cartagena y Jamaica, Angostura y Guayana, Casacoima,
los Cayos y Trujillo, Boyacá y Bomboná, Carabobo y Junín,
Ayacucho y Pichincha, Bolivia y Panamá, Cúcuta y Chuquisa-
ca, Pativilca y El Chimborazo, todas se estremecieron con su
I
ardor de guerrero y recio pensador. Y las cinco Naciones
creadas por su coraje parpedearon sus ojos frente al inven­
cible relámpago que producía su sable ceñido por su mano
»


— 28 —
l’l
l

en plenitud heróica.

Así habló, enjuició y actuó nuestro Libertador. En la i '

hora presente se hacen más elocuentes sus juicios y su peren­


nidad se proyecta en la vida de nuestras naciones Al

?■ .

Declina su majestad física y en un 17 de Diciembre, a la r


una de la tarde, de 1830, en la paz solariega de la vieja casona
¡ ■
de San Pedro Alejandrino del hospitalario Don Joaquín de
Mier en Santa Marta, de su amada Colombia, exhala su pos­ i,
trer suspiro y sus ansias de atormentado ciudadano. El alma K'
i'

destrozada por tantos desengaños, el corazón traicionado por 4

la maldad y la ingratitud, desterrado por la ambición y la


mediocridad y en la mayor pobreza de bienes materiales,
*’
supo entender a fondo su grandeza humana y dejar antes de
!
morir el tesoro de su última proclama; prodigio sólo posible
en los sentimientos de los dioses, pero es que ya nuestro Li­
bertador era el Semi Dios de América como hubo de nombrar­
lo el poeta de la verdad.

A su lado sus fieles amigos presenciaron el momento


final que separa la vida de la muerte: Mariano Montilla, José
Ma. Carreño, José Laurencio Silva, Manuel Pérez de Recuero,
Andrés Ibarra, José de la Cruz Paredes, Belford Wilson, José
Palacios, Soledad Juan Glen, Manuel Uzueta, Fernando Bolí­
var, Julio Portocarrero, Luis Perú de la Croix, Luis Meléndez,
José Ma. Molina, Don Joaquín de Mier, el Dr. Alejandro Prós­
pero Reverend y el Reverendo Monseñor Dr. José Mario Es-
tévez.

Así en esa forma se apagó el sol de América, para res­


plandecer más intensamente en la Historia de la Patria, en t

el camino de la juventud y en el corazón de todos los i


venezolanos.

Para decirlo en versos oigamos al poeta José Domingo


Tejera, que recoge la obra del académico Mario Birceño Pe-
rozo, en su “Historia Bolivariana”.

— 29 —
Mucho tiempo después
Roto el encanto
de aquella juventud, toda belleza;
limpia la faz; humilde la cabeza
la mirada en los límites del llanto;

el labio contraído en el espanto;


secas las manos de simpar nobleza,
r,
y el alma mutilada en la tristeza
con la infinita decepción de un santo;

muerto en sus venas el vital impulso,


1 el corazón de América convulso
h
> ve entreabrirse los porticos del cielo
yace aquella su alma grande y sola,
y el sol se hunde en cerrazón de duelo
para toda la América Española.


I. Dr. Raúl López Lilo.
*
1
u
Coro, 6 de Febrero de 1971.

-30-
i
l

FELIPE VON HUTTEM


MISAEL SALAZAR LETDENZ,


Cronista de Coro.
i

Felipe De Hutten nació en 1511 en Birkenfeld Franken.


Era segundo hijo de Bernardo De Hutten quien ocupaba el ■

$
oficio de “Amtmann” (representante del Rey) en la ciudad de
Künigshofen. De niño fue llevado a la Corte Imperial por el
Conde Enrique De Nassau y participó en los juegos del Princi­
pe Don Fernando. Era primo hermano del famoso poeta Alemán
Ulrich Von Hutten y de Mauricio el Obispo de Eichstadt. (*) -

Su venida a América, al contrario de todos los viajeros de i

entonces, era en busca de gloria y no de riquezas. Como pa­ i


I

riente cercano de los Belzares fué nombrado Teniente General


del Gobernador de la Provincia de Venezuela que lo era el Obis­
po Don Rodrigo De Las Bastidas de cuyo destino se encargó en
la ciudad de Coro el 17 de diciembre de 1540. De él dijo Telasco
A. Mac—Pherson: “Era Hutten cuando vino a Venezuela muy
joven pero de mucha prudencia, valeroso y caballero. Ambicio­
so de gloria más que de riquezas, apenas llegó a Coro promo­
vió una expedición y hallándose a la sazón entusiasmados los
Conquistadores con las noticias dadas por Pedro De Limpias de
las opulentas provincias que existían al sur le fué fácil a Hutten
mover los ánimos y a llegar gente; de suerte que muy en breve
se vió con 130 hombres equipados en todo y dispuesto a seguir­
le”

Este grupo de Conquistadores fué puesto a las órdenes de


los Capitanes Bartolomé Welser, Sebastián De Amesena y Mar­
tín De Arteaga con los cuales salió Hutten en junio de 1541 lle­
vando como maestre de campo a Pedro De Limpias, en busca

(•) Juan de Friede, Loa Welseres en América. Telasco M. Pherson:


Diccionario del Edo. Lara
Oviedo; Historia de la Conquista.

— 31 —
del reyno de los Omeguas fantástica tribu que debía encontrar­
se en los llanos del sur y de la cual se hablaba entre los caque-
tíos.
La ciudad de los Omeguas era conocida en Quito por los
soldados de Benalcazar con el nombre del Dorado. Se decía que
allí abundaba tanto el oro que su rey se hacía bañar todas las
I
mañanas con el polvo de éste metal, fábula que después fue
extendida al Sacerdote de los Omeguas.
. La columna armada salió de Coro hasta Borburata y de
allí se internó en la seranía descubriendo el sitio donde des­

pués Alonso Díaz Moreno fundaría la ciudad de Valencia. De
1 allí entró en los llanos por la región de Sarare y se detuvo en
el pueblo de la Fragua donde supo que Hernán Pérez De Que-
sada había pasado por allí con 250 hombres y considerable nú­
*
•I mero de caballos también en busca del Dorado. Hutten resol­
i
vió seguir la ruta trazada por Hernán Pérez De Quesada pero
en uno de los pueblos de la Gobernación de Neiva un indio
I4

‘i
“que por su conversación, mesura y gravedad se comprendía
s
r
era de significación” le aconsejó no seguir esa ruta porque
Hernán Pérez De Quesada caminaba hacia su ruina introdu­
ciéndose en un país deshabitado, montañoso de clima muy mal
sano y se ofreció a guiarlo hacia una tierra muy poblada,
abundante en oro y plata. Hutten sin embargo persistió en su
idea de seguir las huellas de Hernán Pérez. E indio lo siguió
durante 8 días hasta que huyó una noche dejándolo entregado
a su suerte.
A principios de 1542 el grupo siguió la ruta del sureste
abandonando el rumbo que llevaba Hernán Pérez. Entrado ya
el invierno y temeroso de que lo sorprendiera en la llanura
z resolvieron esperar en las tierras altas, la primavera. “Inmen­
sos fueron los trabajos y miserias que sufrió esta gente en
aquellas agrestes soledades, sin recursos de ninguna especie y
rodeados de aguas y bosques, así fué que apenas bajaren aque­
llas descendieron de los montes y se volvieron al pueblo de la
i
Fragua donde llegaron en su mayor parte enfermos, cubiertos
de úlceras y en el más lastimoso estado”.
Una vez repuesto Felipe Von Hutten marchó nuevamente
|
hacia el sur en busca del mismo cerro donde había trazado el
j vierno y dispuesto a seguir la ruta que le había señalado el
<

i — 32 —
<

indio. Tomó algunos prisioneros los cuales le hablaron de un


reyno más rico que el Dorado llamado de los Omeguas que £
debía estar en las márgenes del río Guayuare cuya profundidad
requería pasarlo en canoas. En esa dificultad estaba cuando
hizo amistad con unos indios cuyo cacique envió al día siguien­ í’
te las embarcaciones necesarias para pasar la gente; “hospe­
dó a Hutten en su propia casa y procuró ayudarle en todo lo
que le fue posible. Este cacique aconsejó a Hutten no invadir
el territorio de los Omaguas señalando que aquellos indios eran
muy valerosos y tenían a su disposición grandes recursos pero
como al mismo tiempo le hablaba de las grandes riquezas que
había en el teritorio Hutten resolvió iniciar la conquista”. II.

Cuando se acercaba al reyno de los Omeguas Hutten fue


herido por uno de los indios “el lanzaso le hirió en el pecho
i
}'
«
i
por las costillas del lado derecho atravezando el sayo de ar­
mas. Pedro De Limpias se hizo cargo del mando y derrotó a
los indios y pudo retirarse con el herido al pueblo de la Fra­
gua”.
En la persona de Felipe Von Hutten se realizó la primera
paratomía que recuerda la historia de la medicina venezola­ I
na. Un soldado a quien se conocía con el remoquete del Vene­
rable buscó la lanza con la cual había sido herido el capitán
y calculando con ella la profundidad de la herida, buscó a un
indio de contextura aproximada a la de Hutten le puso el sayo
de armas y le hizo una herida similar. Después lo abrió y para
ver si la lanza había perforado las “telas de las entrañas”; co­
mo no era así, dedujo que Hutten se salvaría pero que había
necesidad de hacer una operación exploratoria para limpiar
mejor la zona afectada. ■

Una vez curado Hutten envió a Coro a Pedro De Limpias


en busca de gentes y recursos para emprender la conquista.
Poco después resolvió viajar personalmente pues se dió cuenta
de que Pedro De Limpias no era amigo suyo. Cuando llegó a
Barquisimeto ya Limpias tenía dos días en el Tocuyo donde
había hecho amistad con el feroz Carvajal a quien dió infor­
mes exagerados de las riquezas de los Omeguas y de las facili-

— 33 —
dades para la Conquista. Carvajal procuró deshacerse de Hut­
ten pero como el joven capitán era tan querido y apreciado por
sus compañeros quiso ganarse primero la voluntad de los sol­
dados. “Era el joven Hutten de un natural tan noble que no
obstante los consejos de sus amigos se dejó llevar de las pro­
testas astutas de Carvajal de tal modo que cuando acordó es­
taba a merced de éste, llegando a las explicaciones después de
una violenta escena pudo Hutten haber puesto fin a la con­
tienda con la muerte de Carvajal; pero siempre generoso se
contentó con desarmarlo y retirarse a Quibor con todas las ar­
mas y caballos que Carvajal tenía”.

“Este quedó vencido y avergonzado en el Tocuyo —agrega


i Mac—Pherson para luego señalar— pero supo ocultar su ra­
í bia, y comisionó pocos días después a Juan De Villegas su te­
niente, a Melchor Gulber y a un clérigo llamado Toribio Ruíz,
que le servía de capellán, para que fuera a Quibor y consiguie­
ran de Hutten un avenimiento y un perdón que estaba muy le­
jos de merecer. Hutten, siempre generoso y cándido, convino
en perdonar a Carvajal y devolviéndole las armas y caballos
que le había quitado, firmó con él un pacto de amistad, por el
cual debía pasar a Coro y seguir de allí a Santo Domingo a dar
cuenta a la audiencia del estado de la provincia, solicitar gen­
te, armas y demás elementos para la conquista de los Ome-
guas y regresar para que unidos él y Carvajal, emprendieran
la expedición. Apenas salió Hutten, dejando su gente en el To­
cuyo y en manos de su encubierto enemigo de armas, cuando
éste, acompañado de algunos de los suyos, partió a su alcance.
/ Hutten se había acampado a los tres días de marcha en una
de las quebradas del camino de Coro; y no se alarmó cuando
i vió llegar a Carvajal a su campamento con gente armada, por­
que este llegó aparentando amistad, pero cuando se hallaba
Hutten y sus compañeros Bartolomé Belzar, el capitán Falen­
cia y Romero, más descuidados, dieron sobre ellos los secua­
!
ces de Carvajal, y éste ordenó a un negro que llevaba les ama­
i
! rrase las manos y con un machete les cortase la cabeza; el ins­
trumento no tenía filo y el martirio fué horrible y prolongado,
5
i
celebrando Carvajal y Pedro De Limpias las naturales fatigas
| que las víctimas sufrían. Este fué el fin desastroso del general
4

I — 34 —

i
f

-

Felipe Von Hutten, digno de mejor suerte por la nobleza de su


índole, por su valor caballerezco y por su juventud, pues ape­
nas contaba 34 años”.
(' 1
i
f i
Ningún capitán de cuantos militaron en América ensan­
grentó menos su espada pues habiendo recorrido más territo­ ll
rio que otro alguno en su campaña de 4 años, solo hizo la gue­ ' I
rra cuando no podía arreglar sus asuntos por la paz. Solo la
crueldad de Carvajal y el espíritu de venganza que se había ■

apoderado del ánimo de Pedro De Limpias, pudieron cortar la


vida de aquel valeroso joven, con él bajó a la tumba, dice K
Oviedo, el secreto de la situación de aquella provincia que fué h
el sueño dorado de los conquistadores, y que aún no se sabe
con seguridad donde estaba situada.
Fuentes: "i

s
I.
I.
i

i1
1

i
!
i I

— 35 —
NUESTROS LIBERTADORES
i Parece que algunos historiadores, venezolanos y extranje­
4 ros, no le han dado mucha importancia a la primera batalla
de Carabobo, llevada a cabo el día 28 de Mayo de 1814, en cuan­
4
to a la gran significación sicológica entre los hombres que lu­
charon por darnos Libertad.
8
Sin desconocer el valor estratégico de todos los rincones
venezolanos donde se libraron grandes batallas por la justa
causa libertaria, parece que la meta trazada por los republica­
*
nos para destrozar definitivamente las cadenas opresoras para
que no se unieran más, fue ¡Carabobo.
i

i Allí, creo yó, que se pensó ganar la guerra; pero desgra-


damente solo se ganó la batalla. Cuando ya todo estaba prepa­
I
,4 rado para embestir, ocurrió un caso extraordinario e inespera­
do, capaz él solo de dar al traste con la República, de que toda
5 la infantería de Oriente se disponía a desertar. Una columna
de 200 hombres fue la primera en huir; afortunadamente fue
descubierto a tiempo y los redujeron al orden no sin antes te­
ner que fusilar algunos de los principales indisciplinados (1)
memorias de Urdaneta N? 57 O’ Leary VI, 314. Este hecho inau­
dito al frente del enemigo, prueba el estado lamentable de la
opinión, y fue necesario luchar diez años más para crear el
sentimiento de la nacionalidad. Antes de empezar esa batalla,
Bolívar y la oficialidad pasaron la noche y en medio de la llu­
via, montados a caballos para evitar la deserción de los solda­
dos. Bolívar antes de empezar les dijo: “Soldados, Vosotros
teneis delante los mismos Jefes y los mismos españoles de
quienes habéis triunfado en más de cien combates; éste debe
ser el último”. El General Mariño no contento con esa arenga
les dijo: “Soldados de Oriente, mostrad vuestro antigüo valor
y concluyamos hoy con lo que se nos escapó en Barcelona;
con Cajigal que al oir vuestro nombre ha huido despavorido
de las Provincias Orientales. Seguidme y avanzad con firme­
za”. Y el General Rivas, encargado del mando de reserva los
arengó diciéndoles: “Soldados, vosotros en quienes jamás ha

— 3o —
podido influir la suerte varia de la guerra, pues que siempre
habéis sido vencedores, vais hoy más que nunca a mostrar
vuestro valor y disciplina, y si se nos presenta algún obstáculo
para conseguii la victoria debeis vencerlo. Boletín Ns 53 del
Ejército Libertador. En el 19 de la Academia de la Historia
Pág. 749.

Esas proclamas son una prueba evidente que Car abobo


era la meta definitiva para emancipar al País del yugo español
al ganar allí la guerra.

El supremo esfuerzo hecho por Bolívar para serenar los


ánimos para hacer renacer entre sus soldados el espíritu na­
cionalista, el deseo de independizarse, la sutileza usada para
darles confianza en el triunfo, son cosas que solo de Bolívar
se podían esperar.

LOS HOMBRES
En todos los pueblos venezolanos hubo hebreos conocidos
y desconocidos que lucharon para independizarnos del yugo
español. No hay un solo rincón venezolano por donde no pasa­
ran calzados ni descalzos, con el pecho desnudo y llevando en
sus manos una lanza, un palo o una piedra buscando al enemi­
go para presentarle batalla o perseguirlos si huían.
Hay algo trascendental en los hechos de los hombres que
lucharon por independizarnos, que demuestran claramente
que no solo con la espada y el fusil dejaron atónitos a nuestros
adversarios, sino también con su elocuencia verbal tan oportu­
na, sus réplicas fulminantes y convincentes que muchas veces
convirtieron a los más encarnizados enemigos en fieles y con­
secuentes amigos o aliados.
Cuando a Bolívar se le pidió esperar, respondió: Trescien­
tos años de espera no es suficiente? Cuando en el Congreso,
Manuel Palacio, empujando a los tímidos, dijo: para que un
pueblo sea libre basta que quiera serlo. Cuando Bolívar, invi­
taba a un grupo de personas que estaban reunidos en un sitio,
para que lo acompañaran a luchar por la independencia y se

— 37 —
i
t/

mostraron indiferentes, les dijo: no importa, aún encontra de


vuestra voluntad, los libertaré. Pero por encima de todas esas
peculiaridades, por encima de todo el extraordinario conteni­
3 do de nuestra historia, lo que más debe enorgullecemos es, no
solo la lucha y los inmensos sacrificios que soportaron nues­
i tros Libertadores en escala general para darnos libertad, sino
el gran desprendimiento material. Tanto es así, que empezan­
do por Bolívar quien gastó su gran fortuna por darnos inde­
pendencia y libertad, no aceptó el millón de soles ofrecido por
h
el Perú, sin preocuparse mucho porque al morir no tuviera
una camisa que cubriera sus despojos. En el desprendimiento
material estribó la mayor fuerza de aquellos nobles lidiadores.
Sus miras se reflejan más alto. Se ambicionaba la gloria, no
t
I
J
la riqueza. Allí está reflejada la grandeza del pueblo venezola­
í no. Para abundar en más detalles nuestro pueblo, guiado por
los nobles sentimientos inculcados por sus superiores, tras­
pasó fronteras con su mazo y su cincel para romper cadenas
opresoras donde estuviera prisionera la libertad, y después de
libertar a los cautivos regresó a Venezuela solo trayendo en
I sus bolsillos, como dijo Andrés Eloy Blanco, el polvo de los
caminos transitados. Mayor desprendimiento no se ha visto ja­
más en otra Nación. Para ellos ser el más bravo, el más abne­
gado, el más heroico, era preferible a ser el más acaudalado.
Esa clase de hombres fueron los que en Carabobo, después
de haber hallado todos los caminos de nuestra Patria luchando
contra un enemigo superior numéricamente, sellaron la inde­
pendencia de Venezuela. Hombres que volaron en sus corceles
para que no se dijera que no habían tomado parte en la bata­
lla, y ofrendaron sus vidas en aras de la Libertad, no obstante
estar ya consumada la libertad de nuestra Patria en la Batalla
de Carabobo.
Cuando los españoles aceptaron la constitución liberal que
reconocía los derechos humanos, Morillo quizo conseguir por
la conciliación lo que no pudo conseguir por la fuerza. Vanos
fueron sus esfuerzos, sus ofrecimientos de puestos notables en
la Administración y conducción pública, porque, como dije
antes, no era riqueza material la que se buscaba, sino la rique­
za moral o sea la independencia y libertad que es la mayor ri-

— 38 —
i

queza de todo ser humano. En vista de ese fracaso, Morillo


propuso a los republicanos una suspensión de hostilidades y
nombró una comisión para explorar la voluntad de Bolivar y
los designios del Congreso (1 V. H. Pg. 350). No obstante la
destemplada contesta que recibiera el pacificador, no fue mo­
tivo a detenerlo en el camino de un arreglo por medio del cual
esperaba salir airoso de su difícil y ya falseada posición. El
Congreso se había limitado a manifestarle por medio de su
Presidente Peñalver: Que deseoso de establecer la Paz, veía con I
gusto todas las proposiciones que se hicieran por parte del
gobierno español, siempre que tuvieran como base el reconoci­
miento de la soberanía e independencia de Colombia. (LL. V.
H. Pg. 351). La proposición de Morillo significaba ya un claro
reconocimiento, no de la independencia de Colombia, porque !
no estaba facultado para eso, pero sí de un conjunto de per­ i
sonas representativas de la colectividad Colombiana y esto i-
V
fortaleció grandemente a la causa republicana al punto que I,
h
los mismos que antes los tildaban de impíos, empezaron a mi­
rarlos con menos ojeriza desde que España proclamó los prin­
cipios liberales de la constitución. Estos principios desconoci­
dos antes por España, por ignorancia o adrede, le dieron la ra­
zón a los llamados insurgentes por defender esos mismos prin­
cipios y los obligó moral y politicamente, a reconocer los dere­
chos humanos que aquí se pedían y que fue necesario derra­
mar tanta sangre y hacer tantos sacrificios para conseguirlo.
No creo descabellado entonces, creer que España copió de no­
sotros la nueva forma de vida para la convivencia humana y la
paz del Continente Americano.

BATALLA DE CARABOBO
i
Elocuentes historiadores han descrito nuestra historia,
cada cual con una talentosa erudición que es casi imposible
que alguien más pueda añadirle algo que no represente un pe­
ligro para el que lo intente. No obstante eso, como es tan am­
plio el campo que cubre nuestra historia, a veces encontramos
alguna vereda como la pica de la Mona por donde penetró
Páez para sorprender al enemigo y por ella podemos introdu-

— 39 —
I
cimos los que careciendo de títulos académicos y de verbosi­
dad elocuente, queremos decir algo también.
I
E1 General La Torre, confiado en su aguerrido Valencey,
uno de los mejores regimientos del ejército expedicionario,
cubriendo el camino de Valencia a San Carlos; con su Hostal-
rich y Barbastro a su derecha; con el Infante a la izquierda
3 cubriendo la ruta del Pao; con sus escuadrones de húsares y
otros tantos carabineros cubriendo las extremidades de esta
linea y tras la cual se encontraba la reserva del Burgos, y a la
espalda de éste el resto de la caballería mandada por Morales;

más las cuantiosas provisiones y su bien provisto parque, da­

I
ban por descontado el triunfo de los monárquicos sobre los
republicanos y tal vez sintiéndose dueño y señor de la situa­
ción, porque tenía materialmente bloqueda el abra por donde
forzosamente tenían que acometer los Republicanos, jamás se
4
¡4
molestó en pensar en la sagacidad del indio ni en la inteligen­
cia de Bolívar para resolver los más intrincados problemas
I
HÍ con la velocidad del rayo.
N

Una de las grandezas de Bolívar, era no sentirse mengua­


do cuando en algunas ocasiones necesitaba los consejos del
más humilde subalterno y una vez dado, lo ponía en práctica si
los consideraba correcto o al menos conveniente. Tanto es así,
que conociendo la gran desventaja que representaba para el
ejército Republicano atacar por donde lo esperaba La Torre,
i preguntó a un guía que había traído de Tinaquillo para que le
informara si no había otro camino fuera de ese para evadir
esa fortaleza española a fin de sorprenderlos desprevenidos,
y este le indicó la vereda denominada La Pica de la Mona; pe­
:•! ro con el agravante que era muy intrincado el camino y había
que dar un gran rodeo para llegar al objetivo. Los obstáculos
previstos por el guía y a quién enviaría en esa peligrosa mi­
sión, lo resolvió Bolívar con su acostumbrada rapidez; ordenó
a Páez cumplir esa gran tarea y éste la cumplió a cabalidad tal,
que desmoralizó, aunque momentáneamente al enemigo, con
la excepción del Valencey, y allí quedó sellada la Independen­
cia de Venezuela.
Parece que en Carabobo se dieron cita todos los compo-

— 40 —
nentes de ambos bandos con la intención de jugarlo todo a una
sola carta. Lo creo así por el atuendo festivo que presentaban
los Republicanos ataviados con sus mejores galas como dicien­
do al enemigo: Nuestro Uniforme de Gala nos acompañará
hasta la tumba o hasta la cima de la gloria si triunfamos.
Tanto los españoles adictos a la corona como los ameri­
canos adictos a la Libertad, se mostraban dispuestos a que so­
lo quedara uno de ellos: Los españoles aplastar a los insurgen­
tes, según ellos, para no dejar semilla germinadora y los ame­
ricanos dispuestos a ofrendar sus vidas en aras de la Libertad
y quedar enterrados en los campos de Carabobo aunqeu no
quedara el más mínimo rastro de sus cuerpos, o a romper de­
finitivamente las cadenas opresoras del Imperio español, y
triunfó quien tenía no solo la razón, sino el orgullo y la dispo­
sición de morir antes que seguir siendo esclavo. A

Quiera Dios que el ejemplo de esos grandes Gladiadores í


fortalezca nuestra vitalidad y que nos guie para seguir sin tro­
piezos por el camino de la vida procurando que Venezuela y
los Venezolanos nos hagamos cada día más dignos de vivir y
luchar en una Patria Libre y Soberana como ellos la soñaron.
Gloria a Valencia, cuna de la Libertad y a todas las Ciuda­
des y rincones de Venezuela que pusieron su cuota de martirio
y de partiotismo y que sufrieron los rigores de los tiranos, en­
tre las cuales está San Cristóbal.— Salud y Prosperidad, San
Cristóbal.

RAFAEL GONZALEZ E.
Cronista de Punto Fijo

— 41 —
j
4

i CORO
•i

Coro.
¿Es esta una palabra importada de la Madre España,
írt donde por cierto existe la Virgen de Coro, o del Coro?
1
¿O será más bien una voz indígena, caquetía claro está,
que significaría, según Pedro Manuel Arcaya, “un lugar de
mucho viento”, o donde bate la brisa constante?
Sea hispana o indígena la voz “Coro”, es un hecho histó­
rico que se combinaron los dos elementos, peninsular y
caquetío, en su fundación.

Por lo que a la fecha respecta, algunos historiadores la


fijan en 1527; otros prefieren situarla en 1528. Sobran razo­
nes y pesos a favor de quien ubica la primera fundación en
Los Taques, y la llegada a Coro del hijo de Ampies, un año
antes que su padre.
También puede optarse libremente por la grafía del nom­
bre del fundador, escogiendo como auténtica la de “Ampies’*,
más bien que “Ampúes”.
Todas estas circunstancias no impiden que en Coro sople
una brisa sana y saludable durante casi todos los días del
año, y casi a toda hora del día. De tarde, más, y de noche, no
se diga.
De allí que al hablar de calor, muchos se acuerdan de
Maracaibo y del Llano, y pocos mienten la canícula coriana.
El templete de la Cruz en la Plaza de San Clemente,
En cambio, la prerrogativa que acompaña al nombre de
Coro, hasta identificarla como la sombra de ese nombre, es
la aridez.
En cuanto se hable de desierto, no a todos asoma la
Sahara. Y sido recuerdan, casi siempre es referido al que
vieron, o leyeron, o le dijeron de Coro.

— 42 —
« i

I
■* i

fi
i

Y no solo de Coro; sino que, como esta capital extendió I

su nombre a toda la comarca, ésta tampoco se salva de esa


apreciación, que refleja su sombra, sobre todo la Provincia V
I
É I
de Coro, del Estado Falcón, o como pretende algún inconfor­
me, del Estado Coro.
Así es que, en la mente de no pocos, todo el Estado
Falcón, desde el cabo San Román hasta Lara, y desde la
desembocadura del Yaracuy hasta el Matícora, todo entero, »
sin exceptuar las serranías de Capadare y de Curimagua, la
zona prodigiosa de Yaracal y la misma laguna de Chichiri-
viche, todo Falcón significa un erial de enervante desolación. I

Si supieran el marcado contraste que sorprende a media y


I
hora de Coro; ya en los variados alrededores de Cumarebo,
ya en la Sierra de San Luis, meca y atracción y de los espeó­ t

logos, capítulos único sobre la formación cástrica, paraíso


para los turistas y el turismo. Si supieran de la fertilidad y
opulencia de Churuguara, Santa Cruz y Riecito.
r
Y esos valles tan amenos del Cristo y del Bucaral. <
9
------- o-------
Claro que en Coro hay Médanos.
Médanos y Leyendas; con mayúscula.
Leyendas que enriquecen la historia.
Una historia leyendaria.
Ahí están los Médanos. La resultante, única en nuestra
geografía, de lo que saben hacer y deshacer el viento y la
arena.
Ese efecto movedizo y ondulante de la energía eólica,
figura entre los primeros atractivos de Coro. Pero no el único.
El acervo histórico de Coro aúna en sus templos y i
casonas, toda la protohistoria de Venezuela.

El templete de la Cruz e nía Plaza de San Clemente,


frente al sitio donde se levantara la casa del fundador Am­
pies, o Ampúes para algunos, pregona que en fecha lejana
allí se dijo la Primera Misa al Cobijo de frondosos cujíes.
Atónitos asistieron a la ceremonia los Indios con su

— 43 —
i
!

I
) Jefe Manaure, señor de Jurijurebo; extrañados de que exis­
tiese un Dios que es Padre de todos; también de ellos, quienes
solo concebían el mundo como partido en dos: ‘Ana carine
rote
Amucón paparoro itoto”.
‘El caribe, el caribe es un hombre
Los demás solo son sus esclavos”.
;•
El cují se venera todavía, con sus leños a manera de
cruz, bajo la cúpula de un posterior templete.
Y todos aguardan la erección de una cruz monumental,
con sus brazos abiertos, cabe la bóveda del firmamento.
-------o-------
También es coriana la gloria de José Leonardo Chirino.
En un diez de Mayo de 1795, a un tiro de Coro, se dió el
grito a favor de una justicia más justa, y de la libertad. Y
¡ aquel grito seguido del alzamiento de los negros y zambos de
Macanilla, marcó con sangre fecunda el primer encuentro con
el amo y opresor.
I

¡
i Pasaron pocos años, y sobre el Aventino repercutió, más
remozado y clásico, el eco de aquel primer grito que rebasó
<
límites y confines hasta volverse continental.
A la salida de Coro, como quien se dirige hacia el sur,
hacia Caujarao y la Sierra, las nuevas avenidas se ensanchan
para dar cabida, no a otra cruz, sino al monumento a José
Leonardo Chirino, héroe temprano de la justicia social en el
hemisferio.
--------- O----------
Y en La Vela de Coro palpita aún el recuerdo del Precur­
sor Francisco de Miranda.
Traía en el “Leánder” el Tricolor que llegó a ser “madre
de banderas” y todos los anhelos y las esperanzas de aquel
3 de Agosto de 1806, en eso se quedaron: en anhelos y espe­
ranzas.
Cuando, en 1956, se celebró la Conmemoración Sesqui-
centenaria del desembarco de Miranda en La Vela y su mar­
cha hacia Coro, aparecieron geniales proyectos de un gran­
dioso monumento coronado con el Tricolor Nacional. Mas

— 44 —
< i

' í

el turista que visita ahora la playa admira las piedras, re


liquias que fueron del Castillo de San Pablo, pregunta por el
monumento y enumera los méritos y las hazañas que lo
motivan.
El Pabellón Nacional ondeó sobre el mástil provisional I

hasta el día en que lo desprendió el alisio y lo llevó cielo


abajo, hasta perderse entre la bahía y el istmo.
Adiós esperanzas; adiós anhelos.
Cuando vuelve a el turista a esta soleada playa que
ilusionó y tanto desencantó a Miranda, tal vez otee el Iris
Patrio devuelto por las brisas a la punta del proyecto hecho
piedra y realidad.
Entonces tronarán de nuevo las salvas; surcarán el cielo
en raudo y atronador vuelo los pájaros de acero, desfilarán i
los infantes de mar y tierra, la escolaridad entonará el Him­
no y la banda interpretará las marciales notas acompañando
al Jefe del Estado que orgulloso izará la bandera en el mis­
í
mo sitio donde flameó por primera vez, la que luego fulguró
en todos los combates y terminó imponiendo la libertad y
la Independencia en la sabana de Car abobo.
------- o-------
Coro tiene por doquiera sembrados los vestigios de la
Colonia.
Las reliquias gloriosas, testigos de aquella su prístina
grandeza que la aureolaron con el título de “Primera Capital
de la Provincia de Venezuela”, pulidas y devotamente cui­
dadas, llenan el Museo Diocesano.
También éste quiere ser el primero en su género.
La diligente y esmerada constancia de su fundador,
quien consagró treinta años de acuciosa dedicación, ha lo­
grado con igual dosis de patriotismo y de sacrificio, crear
un museo que no dice por fuera, la ingente riqueza de piezas
I
y motivos artísticos, que guarda y cuida en su interior.
La Provinica de Coro perdura allí intacta y viviente.
Mil obras y otros tantos adminículos rescatados del
abandono o del saqueo organizado de algún anticuario,
exhortan los salones, los corredores, los patios y la capilla

— 45 —
del museo que está dedicado a la memoria del primer Obis­
po de Coro: Monseñor Lucas Guillermo Castillo.
Pinturas de neta factura hispana y de ingenuo trazo
indígena, tablas y retablos, sagrarios y bargueños, loza
cristalería, imaginería y platería, tallas y relieves, arcones
y baúles, altares y honnacinas, crismeras y tachuelas, plata
martillada y soberbio trono... ¿qué menos se puede decir,
si por más que se diga, no logran las palabras valorar lo
que los extraños más que los propios, han “descubierto” en
el Museo Diocesano de Coro?
------- o-------
Pero es que toda una zona de la ciudad es un museo.
La integran varias calles a cuya vera se alinean las casonas
y las iglesias, los portales y los zaguanes, los pisos y los
artesonados más vetustos y venerables de Venezuela.
Tan célebres que han inspirado a los artistas de varia­
f das latitudes.
Las columnas panzudas o palmeras, fueron imitadas
por el bloque número uno del Silencio.
Otros motivos ornamentales constituyen el tema de
pintura y estudio en nuestras academias y universidades.
De tiempo en tiempo sus alumnos visitan Coro y su
museo, y lápiz y papel en la mano, o con la nariz aplastada
por la camarita, toman notas y vistas para su tesis de grado.
Todos admiten y reconocen que la densidad y riqueza
de historia y de testigos de la historia es tal en Coro, que
por más fotos que se lleven los turistas y estudiosos, no
lo podrán mermar.
Lo que sí se llevaron, y por dos veces le fue devuelto,
es su sede episcopal. Pues Coro fue también la Primera
Diócesis de Venezuela.
Y al trasladarse la sede a Caracas, o Barquisimeto, no
sintió Coro más desgarro que la alegría que experimenta
una madre, cuando llega a ser madre.
Claro que es mucha gloria, demasiada, si no fuera
verdadera, que Coro es el muelle espiritual de América.

PBRO. MARIO ROTA

— 46 —
; i
i i

rV <i

li
• ;

ALCANDORAS Ii
i !

i
1 I
I I

GLORIA i i
L
i

Cuando agoniza el Corso en Santa Elena


y Fernando se empeña en rehacer la cadena
que a América esclava sume en sufrimientos,
la guerra inclemente asola nuestros campos,
doquier lanzan las armas sus más siniestros lampos
y arada está la Patria de mil surcos sangrientos.
i
Y mientras los sicarios del aleve Borbón J

reconstruyen tenaces el infame eslabón,


el Biareo de América los acomete al paso,
los reta en todo campo y los subyuga,
sin compasión los bate y pone en fuga...
y el Sol de Iberia desliza hacia su ocaso.

De Bolívar la frente ya la Fama corona


y mil triunfos le ha dado la divina Belona.
I
Los templos del Apolo, de Rémeter y Astrea
vacíos a su voz quedan por llenar el de Marte,
su paso los pueblos levanta en toda parte
y doquiera es Bolívar la libertaria tea. ■

Se rompe el armisticio y truenan los cañones,


desmídanse los sables sobre los batallones,
hay enristradas lanzas, fulge la bayoneta.
Bermúdez desde Oriente, del Guárico Zaraza
con Carrillo en Tocuyo estrechan la tenaza
cuando del Lago a Coro acomete Urdaneta.

— 47 —
- I

’.l
r

La Torre en San Carlos asienta ya sus reales,


y amenaza al Gran Páez el terrible Morales.
Súbito desde el Uñare un trueno retumba
y, cual veloz centella que rasga noche oscura,
'I
I
de Bermúdez destello en la espada fulgura,
I
a iluminar viniendo de Ricaurte la tumba.

Tacarigua y El Guapo ven huir a Correa,
Caracas es del Héroe la más aurea presea.
Lagunetas... Consejo... son hitos del Teseo
Oriental cuando, lleno de inmarcesible gloria,
combate tras combate se llega a La Victoria,
y su vanguardia lleva, invicta, a San Mateo.
Constérnanse realistas... Don Miguel va al Cabriales,
del llano al Aragua avanza el cruel Morales;
cual furiosa pantera acosada por hienas
se repliega Bermúdez. Hay revés en Cocuiza.
Palmo a palmo cede el cumanés la liza
para arribar con honra hasta Guarenas.
Desde Guanare el Cóndor divisa ya su presa,
tras las huellas hispanas los llanos atraviesa
y al Bravo de los bravos encomienda la hazaña:
a San Carlos de Austria tomar sobre la ruta.
No más veloz un bólido tal empresa ejecuta
y una ciudad de menos tiene la vieja España.
De Achaguas hasta los pies de la serranía
jinetes y novillos en rauda travesía,
esguazan el Apure y el caño Guanapauro;
vuelan sobre llanuras y sobre los esteros
cuernos, belfos, pezuñas, crines y lanceros
en torno del catire, Olímpico Centauro.
Es el dios de las pampas, el héroe del Yagual,
el terror de los íberos en el Mantecal,
el genial huracán de las Queseras del Medio
ciclópeo torrente de gestas inauditas,
sublime incendiario de las Mucuritas
y Hércules anfibio en el porteño asedio.

— 48 —
I ’

Del hierro del Centauro la refulgente punta


a la mirada y garra del Cóndor luce junta
Simobiosis de esperanza! Presagio de victoria!
Llega Rangel... mas Ay! enfermo está El Brillante,
y así del zuliano la espada rutilante
no fulgirá mañana en jornada de gloria.
Ya marchan nuestras tropas, la avanzada destaca
y entre nubes de polvo un Ajax fiero ataca.
Las huestes que La Torre en vanguardia avanzara
José Laurencio Silva acomete y hostiga
y Tinaquillo mira la legión enemiga
que, sin concierto ni orden, cautiva se declara.
Pero no todos rinden de los criollos al fuego, í

I
el comandante peninsular de furor ciego,
impertérrito enfrenta la descarga patriota,
resiste, se hace fuerte, y al fin desesperado,
por la gloria de España se bate acribillado
y muere con la mano sobre su espada rota.
Ocho años han pasado de la tarde aquella
cuando feliz sabana vió brillar una estrella:
el genio de Bolívar que, invocando sus manes,
utilizó dos hombres sobre cada bridón,
y la hueste española sintió de un ciclón
el vórtice en la llanura de Taguanes.
Ejército glorioso que vuelves a Pegones,
detén aquí tus filas, refrena tus bridones,
reverencia un instante a tus muertos proceros, 1
presenta tus fusiles y tus lanzas alista
pues el Libertador de América revista
tus ínclitas columnas, tus escuadrones fieros! 1

Sobre la verde alfombra se vuelcan mil colores


I
como si, de repente, se colmase de flores:
los dormanes de grana, las charreteras de oro,
las sillas y las capas, tricornios, cinchas, crines...
brillan sables y lanzas, espuelas y clarines,
todo en un torbellino de lo multicoloro.
— 49 —
í

Comienza la revista... luce al sol una pica...


Al lado de Bolívar se ve al de Bocachica
vencedor esforzado, Don Santiago Mariño,,
al eficiente y bravo Bartolomé Salom.
Corceles y uniformes de gallarda visión...
ni un solo rasgo en éllos de fugaz desaliño.

El Gran Llanero al frente... Primera División...


Desfilan los soldados de ánglica legión:
con el bravo Juan Torres los bravos del Apure,
los regimientos de la Muerte y del Honor...
Silva, Iribarren y Borrás, rivales en valor,
vienen emulándose desde el Matiyure.
í

Comanda la segunda el General Cedeño


quien hallará la muerte en el heroico empeño,
y Piñango y Rangel y Flores y Las Heras...
De títulos insignes curtidos batallones
dirigen cual auténticos, invictos campeones...
y Francisco Aramendi. Un héroe de Queseras!

Ambrosio Plaza, coronel de la ira y el denuedo,


Manuel Manrique, Cala, Rondón y Figueredo...
Mellado y Sandes... Cuál más bizarro y arrogante?
Cuál más terrible y valeroso? Cuál más temido?
Es Celis, Uslar, Valdez o Ignacio Pulido
Arguíndigue o León, de mañana el gigante?

Mañana? Es hoy! Ya guarda con ágil premura


sus calígines dedos Plutón en la llanura,
cuando al hacia el Oriente, sobre las negras cumbres,
parécese vislumbrar ya una alcandora...
mil rosas de oro estallan... Es la Aurora!
la cabellera blonda derramando sus lumbres
I

Con alborozo insólito y con sin par arrobo


sobre la sabana ya inmortal de Carabobo.
Llanura de suaves auras y espiga enhiesta,

— 50 —

/
I

>

palestra por la mano de Dios Bendecida


y desde el Caos por la mano de Dios elegida
I
para gloriosa liza de esta inefable gesta!

Llanura de Maratón, hoy aquí resucitas


para ser el palenque de modernos hoplitas! i
de Milcíades la metensípcosis se opera i
i
y Simón Bolívar se llama el adalid
que raptar la victoria podrá en esta lid i

de gloria inmarcesible e imperecedera. I


t

I
* I
Sabana de Cannas, si en la guerra púnica <

te dió Aníbal Barca una fama única, I


1
otro Aníbal está allí tras Buenavista, I

y eternos laureles ceñirán sus sienes I

en esta rival sabana que ahora tienes


donde ha de librarse contienda jamás vista!

Las alturas de Buenavista ya corona f


I
la hueste libertaria, ya Bolívar inspecciona Ii
y estudia la inaccesible posición hispana... I
Valencey y Holstarich, Barbastro, el Infante
y el Burgos formando la muralla desafiante.
En retaguardia cierra Morales la sabana.

Ya se lanza impetuoso, de Páez tras la tizona,


Bravos del Apure en pica de La Mona,
lo advierten los realistas y truena la metralla,
bajo el intenso fuego marcha el terrible criollo, I

y así salvan el bosque, la loma y el arroyo,


y de nuestros fusiles la respuesta ya estalla. I •

En el campo patriota explota la alegría,


el bramido oyendo de la fusilería.
Plaza y Manuel Cedeño ya vuelan al atajo,
tomado de flanco La Torre al Burgo impulsa

hacia la boca ígnea de la trocha convulsa
y chocan nuestros fieros con los hijos del Tajo.

— 51 — I

if
■:
i
I
I
1
I

I
I
Un choque más violento que confluir de huracanes...
caen picas en los pechos y sangre en los dormanes,
es duelo de panteras el de estos batallones,
hay disparos y tajos, hay metralla y lanzazo,
i
dos soldados se trabajan en un mortal abrazo,
Ir revuélvense con furia, se dan de mojicones.
I
i Apure en la sabana... Basbastro le acomete,
desordena sus filas con ímpetu de ariete,
i
Páez lo reorganiza y al Holstarich furioso
detiene y ataca, mas Burgos se le ensaña,
Apure se diezma, repliega, la sangre lo baña
y es su heroica lucha agonía de un coloso.
Y cuando ya flaquea tras de tantos reveses
a sus espaldas surgen salvadores ingleses
El británico Asdhow avanza imperturbable
y clava la bandera con viril decisión.
Holstarich y Barbastro acosan la Legión
y el choque con los anglos resuena formidable.
Intrépido oficial desmonta del caballo,
su espada fulge al sol cual flamígero rayo...
en cuadro formada, en tierra la rodilla,
su orden los ingleses impávidos acatan;
la más furiosa carga sobre ellos ya desatan,
terribles, valerosos, los hijos de Castilla.
Y la Legión Inglesia impertérrita bota
un torrente de fuego, mas ya diezmada y rota,
cuando electrizada, de Firmes! al grito,
Tomás Farriar la trueca en vivido bastión,
rechaza nuevas cargas y al Hispánico León
enardece su flema y su arrojo inaudito.

Firmes! repite Firmes! mas Farriar se estremece


de una bala al impacto y al impacto y al instante parece,
su cargo toma Davy y a la Legión sostiene,
al Barbastro rechaza con su fusilería
pero Ay! ya se debate Davy en la agonía... ■
un oficial tras otro a los anglos mantiene.
— 52 —
i

E1 Bravos se rehace y a la Legión socorre;


con Burgos y el Holstarich insiste ya La Torre,
irrumpen Tiradores cual rauda saeta
guiada por el bravo coronel de Las Heras
y repliegan heridas las columnas iberas
cuando le dan los nuestros carga a la bayoneta.

Atletas de las armas que así rendís las vidas,


si tan sólo un instante os mirara Leónidas,
creyérase a no dudar en la Tesalia,
Napoleón en el puente creyérase de Areola,
Gonzalo de Córdoba hallarse en Ceriñola
y ante Pompeyo el Grande César en Farsalía!

De Fernando húsares y aguerridos dragones


de los carabineros los bravos batallones,
lanza a nuestros flanco el jefe español.
Angel Bravo, Muñoz y Vázquez el desafío
vuelan a enfrentar y, al impacto bravio,
la gran nube de polvo desaparece al sol.
I

Y la nube preñada se muestra de mil rayos,


revuélvanse en élla hombres, lanzas, caballos,
el cuerpo anestesiado por infernal ardor.
Juan Angel Bravo luego mostrará su tesoro:
Catorce cuchilladas! en su “uniforme de oro”
que dijóle merecer nuestro Libertador.

Súbito desde la nube un jinete regresa


y a Páez, cuando le mira, la ira le hace presa,
el paso le ataja, le increpa y conmina.
Es Pedro Camejo, la herida del pecho mostrandq
que de Páez a despedirse viene agonizando,
y a los pies de Páez el Negro Primero termina.

Tu divino númen préstame, Ciego Inmortal,


pues sólo tu don puede a mi canto dar tal
énfasis vibrante que, a través de mi verso,

-53-
de este insigne guerrero de bravura y lealtad,
de este campeón oscuro de la libertad,
conozca la gloria todo el Universo!

No la ira de Aquiles ante Patroclo muerto


I
estalló más violenta en el troyano puerto.
I
Ciego de furor el caballo encabrita
y luego, al galope, demente, lo dispara,
y en medio del estruendo, la lucha y la algazara,
mandobles dando y tajos allí se precipita.

Al lado de los suyos... al frente... aun avanza...


en su mano es rayo la poderosa lanza.
se mete entre hispanos y en su furia no advierte
que rózanle ansiosas las armas iberas.
Loco está de ardor y en sus revueltas fieras
cruza entre los lívidos dedos de la muerte.

El bote de una lanza lo quita del corcel,


sobre él se desborda el hispano tropel...
ya es Páez arrecife entre la pleamar,
pero el calaboceño realista Martínez
le sube a un bridón, le aferra a las crines,
y en ancas a escape leva a Salazar

Despavoridos huyen húsares y dragones,


sin protección se quedan hispanos batallones,
mientras tiene el Canario inmóviles lanceros,
y viendo de los nuestros triunfal acometida,
el palenque abandona en vil estampida.
Sus jinetes se pierden por todos los senderos.
Plaza y Manuel Cedeño desbordan su fiereza,
la trocha dejan, destrozan la maleza
y a la sabana irrumpen por el flanco ibero.
La Torre, indomable, doquier se multiplica,
mas todo es en vano, su gente claudica,
y Marte les vuelve la espalda, severo.

— 54 —
I
I

i I
1 I
Huye Holstarich... Burgos ante Silva y Muñoz
cual frágil gavilla cae al trazo de la hoz.
Muy pocos escapan a la terrible siega.
!
Rifles y Granaderos a caza van de Infantes,
doquier están los nuestros invictos y triunfantes.
Páez rinde a Barbastro y Valencey repliega j

Cuando Ambrosio Plaza, de un extremo a otro, i I


• I
con denuedo agita la tizona y el potro. !
Pletórico de valor y sediento de gloria,
a Valencey rendir él solo osa demente, i
pero Ay! villana bala destroza inclemente i
su arrojo y apostura, sus sueños de victoria. I

Victoria? Sí! la diosa de esplendorosas alas


en Carabobo luce sus mas doradas galas.
Carabobo! No hay en Walmy superior magestad, i
no hay más campo que tu de mayor abolengo:
Covadonga ni Zama, ni Sailén ni Marengo, i

porque tu campo es madre de la libertad! i•

Ya no más Antequeras, ni Austrias ni Borbones.


Esparcidos ya quedan los negros eslabones
de la infame cadena que, en Aventino monte,
cual Perseo romper juró homérica mañana
Simón Bolívar, y hoy Patria soberana
de tu sabana se alza en el áureo horizonte.

Un hálito inefable tu campo sobrevuela:


es el alma heróica de toda Venezuela
que aquí dice: Presente! con once años de llanto,
con once años de luto, victorias y reveses.
Tantas veces triunfante, aherrojada mil veces!
!
Once años de arrojo, de sangre y de espanto!
i
Ves? Guerreros extraños en extraños corceles,
coronadas las sienes por dorados laureles,
en tu campo destacan marciales aposturas

— 55 —
y súmanse, cual sombras, al júbilo y los vivas:
Miranda, Piar, Anzoátegui y José Félix Ribas
han dejado un instante sus sacras sepulturas!

Tras de éllos la llanura se llena de legiones


de espectrales gigantes: son los muertos de Horcones,
Niquitao, La Victoria, San Mateo y Maturín,
de Cumaná y La Puerta, Valencia y Barcelona.
Sus sombras La Parca da un instante a Belona
y sus labios exangües anhelan el clarín.

Mas hoy no ha de terminar esta campaña


sin que alguien rescate el honor de España.
La España de Rodrigo, Gonzalo y Don Pelayo
en don Tomás García aquí está fiera y viva,
y ante el triunfo nuestro se muestra tan altiva
como ante Bonaparte el día dos de mayo.

En orden y formado Valencey se retira


en blanco convertido de la patriota ira.
Páez le acosa, Apure le persigue y choca
cuando atrás dejan el campo de batalla.
Replegándose lento, vomitando metralla,
el Valencey resiste cual granítica roca.

Se emulan por rendirlo con suicida empeño


Páez, Rondón, Aramendi, Flores y Cedeño.
El batallón rechaza asalto tras asalto,
un instante vacila, se rehace y repliega
y ya Manuel Cedeño su heróica vida entrega
batiendo a esta muralla de basalto.
Por quiebras y malezas, por claros y collados,
ambos a dos sangrantes, ambos a dos diezmados...
herido el jabalí, jadeante la jauría...
Carga y cargan si cesar furiosos llaneros,
con coraje homérico resiten los iberos,
y asombra al mundo titánica porfía

— 56 —
I

í
¡
En su retirada García llega a Barrera,
y aquí el hado adverso termina la carrera
del bravo Mellado, Legendario Lancero,
ven Arráiz y Meleán el fin de sus azares,
la vida en Tocuyito se va de Olivares,
y aún Valencey repliégase altanero.

Del acoso el estruendo y la violencia


los portales bate de la ínclita Valencia. 1
Rifles tras Granaderos con gran demora llega i
i
de rendir Valencey. García del enemigo i

escapa, de las sombras al seguro abrigo, i


y su nombre heroico a la Historia entrega.
!
i
1

Carabobo! Gloriosa jornada! bien quisiera


en sus anales verte la nación más procera.
Farsalia y Salamina, Trasimeno y Arbela,
Pidna y Waterloo, Austerlitz y Lepanto,
no darán a sus patrias honor ni lustre tanto
cual tu Carabobo! le das a Venezuela.

Y rey ninguno tiene tu augusta majestad


Semidiós de América! Genio de Libertad!
Andrómeda es la Patria, tu eres su Perseo!
Bolívar, tu eres rey de los libertadores,
pues no igualan tu gloria, lauros ni loores,
Viriato ni Espartaco ni Judas Macabeo!

Y sin par también eres como capitán,


sobre genial guerrero tu fuiste un titán,
tu númen fue el númen de todas las batallas.
Alejandro ni Aníbal, César ni Bonaparte
podrán jamás, Bolívar, en tu gloria igualarte.
Tu a todos sobrepasas y a todos avasallas.

— 57 —
A través de las edades y en todo confín I

mayor que tu no existe ningún paladín.


Tu eres, Bolívar, adalid por excelencia,
político y guerrero, orador y estadista,
tu fama con los siglos será la jamás vista,
y no tendrás rivales en tu magnificencia.

A Venezuela diste lugar entre naciones,


a tí debe sus glorias, sus límpidos blasones,
élla no puede alzarte más digno pedestal
que, a través de sus hijos, ser siempre portadora
de libertad y paz, siempre libertadora,
y ser la eterna Patria de justicia social.

Rafael Martínez Loaiza.

— 58 —
I
I

Notas

INSTITUTO UNIVERSITARIO I

TECNOLOGICO DE CORO
Registramos con inmensa satisfacción la instalación y el fun­ I
cionamiento del INSTITUTO TECNOLOGICO DE CORO, el
cual empezó su labor desde el 2 de Mayo de este mismo año.
Con esta realización se abren las puertas al desarrollo i

cultural a nivel unversitario de nuestra región y se cumple con I

una realidad que era un anhelo y una aspiración calada en la


conciencia de todos los falconianos.
Felicitamos al Gobierno Nacional y a todos los Miembros
de la Junta Promotora a quienes por su dedicación y empeño
se debe haber logrado tan sentida necesidad. I
De esta manera la gallarda juventud coriana obtiene un I

instrumento de capacitación para la pujante Venezuela en este I


I
momento de su desarrollo integral
I

El Dr. Mario Briceño Perozo, miembro de este Centro,


se incorporó a la Academia Venezolana de la Lengua. El Dr.
Briceño Perozo presentó un importante trabajo el cual me­
reció los mejores elogios, “Reminiscencias griegas y latinas en
la formación inteleceual del Libertador”.
Para el Centro de Historia del Estado Falcón es motivo
de satisfacción el honor que le fuera conferido al Dr. Mario
Briceño Perozo.

A instancias del Centro de Historia del Estado Falcón


fue celebrado con gran relieve el Sesquicentenario de la Li­
beración de la Provincia de Coro —3 de mayo de 1821— í

item 1971—. Los diversos actos escenificados en Pueblo Nue­


vo capital del Distrito Falcón contaron con la presencia del
ciudadano Presidente de la República. El discurso de orden

— 59 —
I

1
estuvo a cargo del Dr. Luis Alfonso Bueno quien en una
brillante pieza oratoria exaltó la personalidad de la heroína
Josefa Camejo.

El Dr. Raúl López Lilo fue designado miembro corres­


pondiente de la Academia de la Historia. Las credenciales le
fueron entregadas por el Dr. Mario Briceño Perozo en sesión
solemne del Centro de Historia. En esa oportunidad el Dr.
López Lilo leyó un importante trabajo titulado ‘Genealogía
del Libertador. Orígenes Corianos. Algunos rasgos de su vi­
da” que incluimos en esta edición. Sustituye al gran historia­
dor falconiano Aníbal Hill Peña, recientemente fallecido.

El Presidente y Vice-presidente del Centro de Historia,


Raúl López Lilo y Misael Salazar Léidenz, asistieron como
delegados del Primer Congreso Bolivariano de la Historia
celebrado en la ciudad de Caracas.

Monseñor Francisco José Iturriza fue galardonado por


la Asociación de Ejecutivos, como un premio a la emprende­
dora tarea que ha realizado en el Estado Falcón. El Obispo
Iturriza es individuo de número de este Centro.

Inspirados por el Centro de Historia del Estado Falcón


los Profesores Dr. León Croizat y señora Catalina de Croizat
dictaron sendos cursillos de Biogeografía y Cuidado de Jardi­
nes.
El Presidente y el Bibliotecario de este Centro, Dr. Raúl
López Lilo y Dr. Luis Alfonso Bueno asistieron como delega­
dos al Primer Congreso Gran Colombiano de Historia cele­
brado en Cúcuta los días del 3 al 6 de octubre retropróximo.
En ese encuentro de gran trascendencia internacional
presentaron una ponencia titulada “La presencia de Juan Ger­
mán Roscio en el Congreso de Cúcuta.

Con la asistencia de los señores Rafael González, Juan


Estévez, Tarsicio Almeida Ch., Alfonso Marín y Misael Sala-
ñar Léidenz se reunió en Coro el Primer Encuentro Regional
— 60 —


!
j
i
I

I
«
de Cronistas de ciudades cuya finalidad fue la de programar 1

la IV Convención Nacional de Cronstas que tendrá lugar en


Coro en Julio del presente año. I

El Profesor Manuel Pérez Vila miembro correspondien- I


I
vd de este Centro y Director de la Fundación John Bouitvii
invitado por el Rotary Club de esta ciudad dictó una Confe­
rencia sobre Los Judíos en Venezuela.
I

Tanto el Cronista Oficial de la Ciudad de Coro como el I

Centro de Historia del Estado Falcón ha solicitado del Co­ J

legio de Ingenieros una investigación sobre el estado general


de la Cruz de San Clemente, monumento histórico situado en
la Plaza de su nombre.
I
i I

Fué celebrado en la ciudad el Centenario del eximio


poeta Elias David Curiel; el Centro de Historia tuvo amplia
* I
I
participación conjuntamente con el Ateneo, la A.V.P. y la I
Colonia Judía. Conferencia del Dr. Ernesto Silva Tellería. !
I

Fue conmemorado también el Centenario de la muerte


de José Heriberto García De Quevedo y Villegas gran poeta
nacido en Coro, cuyo estro trascendió todas los países de
habla hispana, además de Francia.

La ciudad de Coro participó en la celebración del Ses-


quincentenario de la Batalla de Carabobo, con diversos actos
que se escenificaron tanto en Instituciones privadas como
públicas.

Entre las actividades a desarrollar en fecha inmediata,


el Centro de Historia ha incluido conferencias de los escri­ I
tores Coronel Tomás Pérez Tenreiro, Dr. Manuel Alfredo
Rodríguez y Dr. Euclides Fuguet.

— 61—.
La Sociedad Bolivariana, la Dirección de Cultura del
Estado y el Centro de Historia del Estado Falcón patrocina­
ron la presentación de Mascaruba, un excelente conjunto
teatral de Aruba. La obra Macuarima recibió merecidos
aplausos.

El Centro de Historia y la Sociedad Bolivariana emitie­


ron sendos acuerdos de duelo por la muerte de Don Manuel
López, padre de nuestro Presidente, Dr. Raúl López Lilo,
ocurrida recientemente en esta ciudad.

— 62 —
i

i
i


INDICE 4

i
20 Años después
Alrededor de un Libro

Escudo de Armas de la Ciudad de Coro Pag N? 9

Documentos ” 12

Genealogía del Libertador ” 17

Felipe Von Hutten ” 31

Nuestros Libertadores ” 36

Los Hombres ” 37
»>
” 39
I •

Batalla de Carabobo

Coro ” 42

Alcándoras de Gloria ” 47 I

a
Instituto Universitario Tecnológico de Coro ” 59

También podría gustarte