Libro N°136 (Buscando A Dios)
Libro N°136 (Buscando A Dios)
Libro N°136 (Buscando A Dios)
Guy de Larigaudie
Prólogo
Guy de Larigaudie, routier legendario, el primero que unió en
automóvil Francia con Indochina, cayó en el campo de honor el 11 de
mayo de 1940, en la frontera de Luxemburgo.
“Hermana:
Había soñado llegar a ser santo y ser un modelo para los lobatos,
scouts y routiers. Demasiada ambición quizá para mi talla. Pero era así.
Llega a los confines de la tierra no por curiosidad, sino por una especie
de fuego interior irresistible, por hambre, por necesidad, por nostalgia.
Pero este Dios tan amado es un fuego que devora. Nuestra vida es
demasiado pequeña para contenerlo:
Es una gracia.
Morir “a caballo” fue su último deseo, como nos lo revela la carta que
llevaba encima en el instante del último combate. Será difícil encontrar
místicos que hayan sabido unir tan hondamente el deseo loco de Dios
con el gozo de vivir, que se hayan alegrado hasta el extremo de ir al
encuentro de Dios y de ir “a caballo”, que hayan dado un testimonio
tan colmado de que Dios es gozo y vida.
M. D. FORESTIER, O. P.
Pensamientos
1
Admira y haz tuya la belleza del universo esparcida a tu alrededor.
Esfuérzate en traducirla, aunque sea en páginas imperfectas, para que
suba en humilde homenaje hacia el Señor.
2
Sigue el camino -tortuoso o recto- que Dios te ha señalado. Pase lo que
pase no lo abandones, porque es el tuyo. Lánzate audaz y
alegremente, y cuando tropieces con la única aventura, el don total a
Dios, acéptala. Sólo Dios cuenta. Sólo su luz y su amor pueden colmar
nuestro pobre corazón, demasiado grande para el mundo que lo
rodea.
3
Una religión negativa: no harás esto, no harás lo otro. ¡Nunca! Sino un
amor a Dios tan profundo, tan intenso, que brote a flor de labios
siempre, constantemente. Esto es lo positivo, lo único capaz de
mantenerte en pie contra viento y marea.
4
Sentir dentro de ti todo el barro, el fango y el horror de los instintos, y
permanecer sin hundirte, como se camina sobre un terreno
pantanoso, dejándose elevar por una especie de ingravidez de todo el
ser, para que el pie no se hunda. Permanecer en el amor de Dios, como
la pureza de un amanecer sobre la extensión brillante de un pantano,
sin que el cuerpo se hunda en el lodo.
5
Estremecerte de pies a cabeza al oír una orquesta de ritmo violento,
darte cuenta que tus deseos de pureza y de paz no son más que
castillos de naipes, saberte abocado a la violencia, al goce brutal, a lo
que venga. Y permanecer firme por una fe tenaz, por un acto de amor
casi maquinal pero fiel en lo más hondo del alma.
6
La castidad es una aventura imposible y ridícula si no se cuenta más
que con preceptos negativos. Pero es posible, bella y enriquecedora si
se apoya sobre algo positivo: el amor a Dios, un amor vivo, total, el
único capaz de saciar la inmensa ansia de amor que llena nuestro
corazón de hombre.
7
Tan hermoso es pelar patatas por amor de Dios, como edificar
catedrales.
8
La vida ideal es aquella donde Dios quiere a cada uno: monje,
aventurero, poeta, zapatero o corredor de una compañía de seguros.
9
Hacer de la vida una conversación con Dios.
10
El baile es la inmensa alegría de todas las fibras del ser, arrastradas por
el ritmo de la orquesta, con todo lo que una presencia femenina le
añade de gracia y encanto. Con una pareja sana y pura es algo sublime.
Pero si sólo se piensa en dar vueltas para abrazarse, lo sublime
degenera en ocasión de pecado.
11
Nuestras faltas han de servirnos de trampolín para el amor.
12
No somos más que almas imperfectas en pobres cuerpos humanos
cargados de deseos. Pero os amamos, Dios mío, os amamos con toda
la fuerza de estas pobres almas, con toda la fuerza de estos pobres
cuerpos.
13
No comprendemos nada de nada. Se esconde un misterio tan
profundo en la germinación de un grano de trigo como en el
movimiento de las estrellas. Pero sabemos perfectamente que sólo
nosotros somos capaces de amar. Por esto el más pequeño de los
hombres es mayor que todos los mundos reunidos.
14
Muchos viven casi sin pecado. Su vida discurre sin tropiezos en el
marco ordinario de su oficio, de su familia. Cumplen la voluntad de
Dios a través de las principales obligaciones de su vida cotidiana. Pero
su existencia parece vulgar, fría, sin luz; les falta amor de Dios. Son
como hogares bien construidos, pero sin fuego. Son buenos, pero no
santos.
15
Hay horas duras, en las que la tentación es tan fuerte, tan irresistible,
en todo el cuerpo, que uno sólo sabe repetir maquinalmente con los
labios y casi sin creerlo: “Dios mío, a pesar de todo os amo; pero
apiadaos de mí”.
16
Hay ciertas tardes en las que -sentado en el rincón de una iglesia o en
el campo, bajo las estrellas- para sentir cerca de sí algo grande, no se
puede hacer otra cosa que repetir esta pobre frase, a la que uno se
agarra como a un salvavidas para no ir a pique: “Dios mío, a pesar de
todo os amo”.
17
Aprender a charlar con Dios.
18
Descabezando zanahorias, masticando una brizna de hierba,
afeitándose por la mañana, se le puede decir a Dios, sin cansarse,
sencillamente, que se le ama. Y esto vale tanto como los torrentes de
lágrimas que no pudieron arrancarnos los libros de piedad.
20
Hay que tener el corazón totalmente lleno de Dios, como un novio
tiene el corazón lleno de la mujer que ama.
21
Dios mío, os ofrezco este día. Todas mis acciones, todos mis
padecimientos, todas mis palabras, todos mis gestos.
Todo el bien que pueda hacer en este día, Dios mío, lo deposito a
vuestros pies para gloria vuestra y salvación de las almas.
22
Los malos pensamientos escogen el atardecer para invadirnos, porque
las horas de la noche son propicias a la fiebre de la imaginación y del
cuerpo.
23
Durante una tentación violenta, cuando la voluntad se debilita y el
cuerpo entero languidece y va a ceder, es bueno, para mostrar que a
pesar de todo aún amamos a Dios, imponerse una mortificación
pequeña: no poner sal en la sopa demasiado sosa, no apartar un
objeto que nos molesta. Este acto ínfimo de amor, siempre posible,
aun en el mayor desastre aparente del alma, es como una llamada a la
gracia y la voluntad se siente fortalecida.
24
Debía ser mestiza: hombros espléndidos, labios macizos, ojos
inmensos. Era bella, salvajemente bella. No tenía que hacer más que
una cosa. No la hice. Monté a caballo y partí a toda velocidad, llorando
de desesperación y de rabia. Creo que en el día del Juicio, si no tengo
otra cosa positiva, podré ofrecer a Dios, como una gavilla, todos esos
abrazos que, por su amor, no he querido dar.
25
Nuestro mundo no está hecho a nuestra medida y tenemos el corazón
triste a veces de tanta nostalgia del cielo.
26
La naturaleza es violencia, robos, muertes. Aves de rapiña que se
acechan, huyen, se persiguen encarnizadamente y se devoran. Su
objetivo, matar y no ser muerto. Sólo el hombre ha inventado la
dulzura. La Hermana de la Caridad rehace el mundo.
27
Hay mujeres que conservan alma de muchacha durante toda la vida.
28
Es necesario identificarse con la vida como se identifica uno con su
caballo. Hay que seguir flexiblemente sus más pequeños movimientos,
sin enfrentarse con ella.
29
Cuando, frente al mar, el desierto o una noche tachonada de estrellas,
se siente el corazón a punto de estallar de felicidad, es bueno pensar
que más allá encontraremos algo mucho más hermoso, más grande,
algo a la medida de nuestra alma, algo que colmará el inmenso deseo
de felicidad que es, a la vez, nuestro sufrimiento y nuestra grandeza de
hombres.
30
Asistiendo a un concierto aburrido o a una película pesada, se puede
rezar repitiendo interiormente, al compás de las imágenes o de la
música, oraciones maquinales. Unas, para los actores, para el director
o la comparsa; otras, para el público que se divierte o se aburre; para
el vecino de la derecha o de la izquierda. Es una buena manera de
aprovechar el tiempo.
31
En la última torreta del palo mayor de un velero, cuando no hay tierra
a la vista, uno posee para él solo el círculo del horizonte. Pero
inmediatamente aflora el deseo de empujar más esa línea, de hacer
estallar ese límite que, a pesar de todo, nos aprisiona, porque estamos
hechos para lejanías más dilatadas que las pobres perspectivas de los
horizontes de este mundo.
32
Nuestro deseo de felicidad es demasiado grande para que pueda
colmarse con algo distinto del Más allá. Aun corporalmente aquí
somos unos insatisfechos.
No hay caballo que pueda galopar teniendo el mundo por pista, no hay
esquí acuático ni ola capaz de arrastrarnos por océanos más vastos que
los conocidos, ni trampolín que nos lance a los espacios
interplanetarios, no hay inmensidad que calme la sed infinita de
nuestra mirada. Limitados por todas partes, cuando estamos hechos
para lo infinito.
33
“Si el grano de trigo no muere…”. Hay pocas parábolas tan
consoladoras como ésta, porque nos incorpora e integra en el ciclo
mismo del mundo y porque legitima nuestros sueños ambiciosos.
El estiércol más inmundo produce las flores más delicadas. Toda planta
nace de una primera descomposición No hay excepción a esa regla
universal, y es magnífico pensar que no estamos sobre la tierra más
que en período de sufrimiento y de podredumbre.
No son demasiados los pocos años pasados en esta tierra dura y gris
para merecer, aunque sea en pequeño grado, el don del Infinito.
34
Una bestia perseguida y acosada desarrolla un esfuerzo físico mayor
que el nuestro al atravesar una elevada montaña. Pero sólo el hombre
puede dar sentido a su esfuerzo.
Cada guijarro, cada granito de arena, cada gota de agua cargada de sal,
desgasta el acantilado en la esfera mínima de su acción.
Cada uno de nuestros esfuerzos desgasta lo que hay de material, de
terrestre en nosotros. Y el movimiento de todos los esfuerzos
humanos es como un movimiento irresistible y eterno de guijarros y de
marejada que abre nuestro camino hacia el Infinito.
35
Sueños demasiado grandes para nuestra talla pesan a veces sobre
nuestras espaldas: sueños de conquistador, de santo, de descubridor;
sueños que fueron realidad en un Gengis-Khan o en un Francisco de
Asís.
Nos basta marchar hacia nuestro Dios para estar a la altura del Infinito.
Esto solo justifica todos nuestros ensueños.
36
Sólo Dios puede, de la materia, hacer brotar el espíritu.
37
Somos testimonios, testigos de Dios.
38
Nuestra vida no es más que una sucesión de gestos ínfimos que
divinizados labran nuestra eternidad.
39
Cualquier acto humano que realicemos es algo irreversible. Sus órbitas
y sus resacas se prolongan en lejanías inaccesibles. Creamos lo
definitivo y esa prolongación de nuestras acciones más insignificantes
en la eternidad es lo que constituye nuestra grandeza de hombre.
40
Me he bañado en el lago de Tiberíades y he enfocado con mis faros la
raposa de las parábolas.
41
Debemos juntar nuestra piedra al edificio del esfuerzo humano.
42
Un oficinista puede no ser más que un horroroso burgués de clase
media, embrutecido de burocracia y obnubilado por su ascenso o la
esperanza de su retiro. Pero si quiere, también puede, cargado su
pobre navío de papeles y de rutina, marchar hacia la Estrella.
43
Acaso parezca imposible pasar toda la vida sin tener cerca la dulzura
de una presencia femenina.
44
La oración del campesino y la del monje debería ser la misma: “Dios
mío, haz que sea fiel a mi vocación”. El uno debe esforzarse en ser un
buen monje y el otro, un buen campesino.
45
De Tahití a Hollywood, sobre las playas de coral o en el puente de los
trasatlánticos, he tenido en mis brazos, al ritmo del baile, a las mujeres
más hermosas del mundo. No he querido recoger ninguna de esas
flores que se me ofrecían o cuya conquista me hubiera apasionado.
46
Hay que amarlo todo: una orquídea bruscamente abierta en la jungla,
un caballo hermoso, un gesto de niño, un chiste, una sonrisa de mujer.
Hace falta admirar toda la belleza, descubrirla, aunque sea en el lodo, y
elevarla hacia Dios. Pero no atarse a ella. Porque sólo es un rayo de luz
y nosotros estamos hechos para el sol, no para el mar oscuro donde
juegan sus reflejos.
47
Mi vida entera no ha sido más que una larga búsqueda de Dios. Por
todas partes, siempre, a todas horas, he buscado su huella o su
presencia. La muerte no será para mí más que un maravilloso
encuentro.
48
Me he acostumbrado tanto a la presencia de Dios en mí que siempre,
desde el fondo del corazón, me sube una oración a flor de labios. Esa
oración, apenas consciente, ni siquiera cesa en la somnolencia que
acompasa la marcha del tren o el ronroneo de una hélice, no me
abandona ni en la exaltación del cuerpo o del alma, ni en la agitación
de la ciudad o en la tensión del espíritu durante una ocupación
absorbente. Es, en mi interior, como un lago infinitamente manso y
transparente que no pueden alcanzar ni las sombras ni los remolinos
de la superficie.
49
Las hermosas extranjeras no podían comprender cómo, aun en medio
de la música de baile más insinuante, mi corazón, dentro de mi,
cadenciara una oración y que esa oración fuese más fuerte que su
encanto y su atractivo.
50
No se recibe mayor recompensa que sirviendo a un señor. Y no hay
señor más grande que mi Dios.
51
Dos cosas son necesarias para viajar a gusto: un smoking y un saco de
dormir.
52
El Paraíso de mi esperanza de hombre es exactamente el mismo que el
Paraíso de mis sueños de niño.
53
Inmersión… La idea de la muerte me ha sido tan dulce como la caricia
del agua envolviendo mi cuerpo sumergido.
54
Hay cristianos que un buen día dicen: “Mañana iré a misa”. Cuando lo
excepcional tendría que ser: “Mañana no iré a misa”; como el no
comer o el no dormir.
55
La comunión diaria ha sido para mí, cada mañana, el baño de agua que
vigoriza y tonifica todos los músculos, el alimento sustancial antes de
reemprender el camino, la mirada tierna que da osadía y confianza.
56
Aunque la he sentido alguna vez, nunca he gustado la amargura de
saber frágiles y efímeras todas las hermosuras y alegrías del mundo, ya
que nunca he visto en ellas más que el reflejo imperfecto de las
bellezas y de las alegrías de un más allá del cual nunca he dudado.
Reflexiones
57 UNA ZAMBULLIDA
* * *
58 A CHARTRES
– por ese caminante que marcha como yo, pero seguramente porque
él no puede hacer otra cosa;
– por esos pequeños scouts que, para que les acompañara me han
indicado gentilmente un atajo que me alarga tres kilómetros el
camino;
– por las señoras elegantes que, desde sus coches, sonríen al que va
cargado con la mochila.
Sólo ya, hago retiro, con mi alma por celda y el bosque por monasterio.
“París: 40 Kms.”, indica una flecha apuntando hacia mi. Pero yo he
recorrido 45, por las vueltas de la Exposición y la caminata de los
pequeños scouts.
…Bendito seas, Dios mío, por los chóferes compasivos que recogen a
los peregrinos cansados, chorreantes y doloridos.
Pasamos a través de Beauce, que sin duda ha sido hecho tan llano para
permitimos admirar mejor la belleza de las montañas.
* * *
59 LA SONRISA
Hay situaciones difíciles en las que uno no sabe qué decir, en las que
no salen las palabras de consuelo… Sonríe con todo tu corazón, con
toda tu alma compasiva. Has sufrido y la sonrisa muda de un amigo te
confortó. Imposible no haberlo experimentado ya alguna vez. Haz lo
mismo con los demás.
Cuando volví enseñé su foto a un amigo: “¡Decir que hay una mujer
detrás de eso!”, dijo, señalando con el dedo el maquillaje exagerado.
Había, en efecto, una mujer “detrás de eso”, una mujer con una vida
borrascosa, con un alma ciertamente no tan clara como la aureola de
sus cabellos de platino.
Una flor, un animal hermoso, cantan las alabanzas del Señor por su
solo esplendor de criaturas.
Jean Harlow era, también ella, una alabanza del Creador, ya que toda
hermosura es un reflejo del Dios que la ha creado.
Sin duda sería un acto de caridad cristiana que quienes disfrutan con el
cine piensen alguna vez delante de Dios en esas pobres estrellas que
no conocen la verdadera luz.
61 LAS MUCHACHAS
La pasión por contemplar alta mar nos aleja de las orillas pantanosas.
La presencia de las muchachas aleja groserías y descomposturas. Hay
muchachas capaces de serenar literalmente el alma en un momento
de desazón.
***
Dios mío, haz que nuestras hermanas, las jóvenes, sean armoniosas de
cuerpo, sonrientes y se vistan con gusto.
Haz que sean sanas y de alma transparente. Que sean la pureza y la
gracia de nuestras vidas rudas.
62 «PERDER» EL TIEMPO
Se descubren más tesoros al azar de mil paseos solitarios que los que
contienen y contendrán jamás todos los lagos de las islas de coral.
Sólo suben las resonancias del viento, del agua, de las plantas, de los
animales, de los hombres, que son como la respiración del mundo.
63 NOTAS EN AVIÓN
Abajo, todo es curvo, menos lo hecho por la mano del hombre, que
parece haber inventado la geometría y la línea recta… El mar, cuya
inmensa superficie azul se confunde con el cielo cual Otro
firmamento.. La extraordinaria nitidez de la sombra de las rocas sobre
el agua verde. El agua de tintes morados allí donde las profundidades
se transparentan en filigrana… El deslumbrante círculo del sol que nos
persigue sobre el agua del mar…
…Una especie de halo de arco iris circular nos sigue, con la sombra del
avión por centro… Los oídos taponados en la bajada, el balanceo, la
impresión de estar acodado en el balcón del infinito. Las nubes
detenidas al borde del horizonte, como una playa al borde del agua…
64 BALI
65 VENDRÁ UN DÍA
Me he paseado por el mundo como en un jardín cerrado por un muro.
He llevado la aventura de un borde a otro de los cinco continentes y he
visto colmados, uno tras otro, todos los sueños de mi infancia.
Y poseeré el Infinito.