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Praesentia Nº 10
ÍNDICE
La reivindicación de la oratoria epidíctica: Pernot y la retórica del elogio Presenting Praesentia
(The reappraisal of epideictic oratory: Pernot and the rhetoric of encomium)
Editorial
El propósito de este artículo es presentar los aportes realizados por Laurent Pernot en el campo Furtum Mortale: Ensaio sobre...
de la oratoria epidíctica, género que, a partir de la división aristotélica, ha suscitado Representaciones sociales...
controversias relativas a su desvinculación de los intereses políticos. En tanto que actualmente
Análisis retórico-argumentativo...
los estudiosos han reivindicado la función institucional del epitafio y el panegírico, Pernot se
II. Tradición Clásica
concentra en el elogio, al cual atribuye una importante contribución en la vida social y cultural
de la época imperial. Antiguidade européia...
La historiografía y la etnografía...
PALABRAS CLAVE: retórica, género epidíctico, elogio, teoría, práctica, valor sociocultural.
III. Los Modernos y sus Antiguos
La reivindicación de la retórica...
Starting from the Aristotelian division of the three kinds of rhetoric and the relegation of
epideictic oratory from political issues, several critics had vindicated the institutional functions IV. Reseñas
of the epitaphios and panegyric discourses. The purpose of this paper is to comment the Lía Galán, Catulo. Poesía
completa...
contribution of Laurent Pernot about the development and sociocultural functions of the
encomium during the Imperial epoch. Juan Tobías Nápoli, (traducción,
introducción y notas)...
KEY WORDS: rhetoric, epideictic oratory, encomium, theory, practice, sociocultural values. Filón de Alejandría, Obras
completas...
puramente “literarias” en el mundo antiguo proviene, como se ha señalado a menudo, de la Mariano Navas Contreras Del
concepto...
división aristotélica en tres tipos de oratoria: deliberativa, judicial y epidíctica, y especialmente
Paglialunga Flamini, Esther,
de la partición inicial del papel de la audiencia en juez (kritês) y espectador (theôros). Varios Introducción...
estudios de retórica en los últimos años muestran una común intención de reivindicar el carácter
político de las formas literarias incluidas en el género epidíctico, es decir, el epitafio, el encomio Comité
y el panegírico, como es el caso de Schiappa en The beginnings of Rhetorical Theory y de Normas Editoriales
audiencia a quien va dirigido el tercer tipo de discurso como miembros pasivos de una
performancia estética, que emitirá un juicio, pero no relativo a un curso de acción futura o
pasada, sino a la habilidad del hablante Piensa que Aristóteles ignora las acciones políticas
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La reivindicación de la oratoria epidíctica: Pernot y la retórica del elogio. Praesentia Nº 10
propuestas recomendadas al tiempo que deja de lado el importante papel político del epitafio, o
las funciones didácticas tanto de este como de los encomios [2]. Walker hace una sugestiva,
aunque discutible, propuesta: entender por theôros la condición de alguien que hace
escenario público, la audiencia es llamada a formarse opiniones (sea que refuercen sus creencias
Resulta sorprendente que ninguno de estos autores se refiera al libro de Pernot[4], quien lejos de
este tipo de especulaciones, enfoca las dificultades derivadas no sólo de la acepción del los
términos sino de las categorías establecidas por Aristóteles, como uno de los primeros aspectos
de su exhaustivo y admirable estudio acerca del desarrollo del encomio en la literatura imperial
de los siglos II y III d.C., La Rhétorique de l’ éloge dans le Monde Gréco-Roman [5]. No hay
duda que esta obra, junto a La rhétorique dans l’ Antiquité y otras publicaciones que muestran
sus novedosas líneas de indagación [6], ubican al crítico francés entre los más reconocidos
estudiosos actuales de la retórica y especialmente, del período conocido como Segunda Sofística.
Aunque el objetivo de este artículo no es escribir una reseña de la obra[7], sino destacar la
importancia de Pernot como una de las autoridades contemporáneas insoslayables en el estudio
de la retórica en el mundo antiguo[8], creo que una descripción del contenido de La Rhétorique
de L’ Éloge proporcionará una primera y necesaria aproximación para comprender por qué,
como dice Reardon [9]: “Pernot established himself incontestably as a major authority on Ancient
Greek rhetoric”. Por consiguiente mi exposición, se organizará en dos partes: en la primera,
presentaré un esquema contentivo de los temas tratados con algunos comentarios sucintos para
dar cuenta del propósito del autor y posteriormente, en una segunda parte, escogeré algunos
aspectos significativos [10], que pueden ofrecer tanto una mayor comprensión del valor
inestimable del estudio de Pernot sobre el elogio, como asimismo de su visión total de la retórica
El tratamiento del elogio está organizado en tres partes igualmente extensas y provistas de
abundante documentación: I) Historique, cuyo primer capítulo se titula: “L’ éloge rhétorique de
Périclès a Cicéron”, incluye la práctica del elogio en la época clásica; la discusión acerca de la
trata respectivamente, 1) la enseñanza del elogio incluida en los progymnasmata , así como en
otras instituciones como los concursos de escolares y en su práctica en el medio universitario; 2)
la teoría retórica, donde menciona los tratados que excluyen esta forma oratoria y a continuación,
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respecto de su permanencia, pero se cuestiona su estima por parte de los sofistas, quienes según
sentido de “discurso de elogio” conocerá un desarrollo sin precedentes, que Pernot expone
del discurso. La tercera parte, Les valeurs abarca cuatro capítulos:1) “L’ éloge en question”
donde desarrolla las críticas de los filósofos desde Platón hasta Luciano y Dión; el “amoralismo”
entre encomio y filosofía. El capítulo 2) “Les missions de l’ orateur épidictique” comprende tres
aspectos: misión política y social; misión religiosa y sucesión de los poetas. En el tercero: “Les
functions de l’ éloge “procura rescatar una función del elogio que supere la concepción del
placer de la palabra o de la celebración ritual y en 4) “ Les leçons de l’ éloquence épidictique”
destaca los valores trasmitidos por esta forma oratoria, especialmente los concernientes a la
cultura literaria; la grandeza del pasado griego; la eternidad de Roma; el prestigio de los mitos
utilidad del elogio consiste en su función parenética e ideológica. En definitiva, son innegables
las afirmaciones de Reardon de que se trata de un estudio exhaustivo, analítico y crítico, donde
“scarcely any room is left for further disection of the topic”[11]. Me parece fundamental añadir
que en general en el planteamiento de cada tópico, Pernot se remonta no sólo a los principios del
sistema retórico aristotélico, sino a Platón, Isócrates y los sofistas, para continuarlo luego en la
época imperial, logrando demostrar una de las intenciones de su obra: la inserción del elogio en
una tradición ininterrumpida a la cual no son ajenas las disputas entre retórica y filosofía y los
Loraux en L’ invention d’ Athènes acerca del rol institucional de esta forma oratoria. El autor
advierte que una práctica totalmente diferente del elogio fue introducida por los sofistas, en
Aun cuando no todos fueron paignia, pues “elles pouvaint se charger d’ idées profondes et de
la cité” [12]. A continuación, señala la aparición de una tendencia a conferir importancia política
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discurso panegírico, afirma que no pertenece sino marginalmente a la historia del elogio en la
época clásica, pues su contenido parece haber sido principalmente deliberativo [13].
designación aristotélica de “epidíctica” para el tercer tipo de retórica, constituye una reflexión
ineludible por cuanto, L. Pernot se dedica a documentar el empleo y valor semántico del vocablo
epideixis, del adjetivo epideiktikos, y del verbo en sus formas activa y media, antes de que la
eran epideixeis médicas. Sin embargo, como lo evidencian las numerosas alusiones de Platón,
quien forja ridiculizándola, la expresión epideiktikê [technê] (Plat. Soph. 224b), ellas eran
epideixis y los alegatos judiciales, así como entre exhibición oratoria y deliberación política.
Pernot concluye que la epideixis era una forma oratoria tanto practicada como criticada, pero se
trataba de una forma, no de un contenido, y por tanto, el elogio era sólo uno de sus contenidos
posibles.
Paralela a esta cuestión, el autor enfoca los intentos de clasificación o distinción de los géneros
retóricos en Tucídides, Platón, Alcidamas e Isócrates, en quien se anuncia la tripartición previa a
tercera parte de la clasificación, en una simetría más aparente que real, pues el oyente no juzga
si el objeto elogiado posee o no determinada virtud o cualidad, sino que es un espectador o
examinador del talento del hablante: es una especie de juez que juzga sobre la calidad del
discurso y no interviene para escoger entre posiciones antagónicas. En definitiva, para Pernot la
tripartición de la Retórica “est una tripartition truquée” [14], en la cual el elogio está en una
posición de inferioridad respecto de las otras dos formas oratorias. La denominación de
epideiktikos, además, presupondría identificar el elogio con la epideixis, aunque las practicadas
por los sofistas comprendían todo tipo de discursos. Insertado en el género epidíctico, el
enkômion corre un doble riesgo: ser menospreciado porque su utilidad no está claramente
establecida o ser mal entendido, al identificarse con un conjunto que no le es coextensivo (la
epideixis). Por tanto, Pernot considera que el nacimiento del género epidíctico es el nacimiento
de una ambigüedad que pesará sobre toda la historia del elogio retórico. En tal sentido, expone la
continuidad y aceptación del sistema aristotélico así como las reflexiones posteriores que
reemplazar la designación del tercer género por otras como enkômiastikos (laudativus) o
panêgyrikos. En otro plano, Pernot incluye las observaciones sobre la definición del género
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dominio literario se emplea epideixis para toda obra leída o pronunciada ante un público más o
menos amplio: conferencias médicas, opúsculos de Luciano, ataques de Arístides Contra los
designar toda la literatura, como lo hace Hermógenes en Sobre las formas del estilo. Esta
extensión se observa en la teoría retórica, cuyas principales reflexiones se resumen, a juicio de
Una revisión de los escasos testimonios sobre la práctica del elogio en la época helenística y en
la Roma republicana, con la excepción de las laudationes funebres, le permite a Pernot afirmar
que el discurso de elogio es ignorado, y que asimismo los tratados retóricos romanos le asignan
un rol secundario y subordinado a los otros géneros. Sin embargo, Cicerón representaría al final
de su vida, un inicio -tanto teórico como práctico- de una aclimatación del elogio retórico en
Roma.
El triunfo del elogio corresponderá a la época imperial y se produce en el marco del fenómeno
del sofista ideal en Las vidas de los sofistas de Filóstrato, en la cual se reúnen estrechamente
tres elementos: enseñanza de la retórica, elocuencia pública e influencia política. La Segunda
elogio de la ciudad, el cual ingresó en la teoría retórica con Quintiliano, seguido por Hermógenes
y Menandro el Rétor y fue ampliamente practicado por la Segunda Sofística. Con precisa
irresistible ascensión del elogio retórico se sitúa en un contexto histórico, cuyos rasgos
principales fueron el advenimiento del Imperio y la evolución de las ciudades griegas hacia una
estructura más aristocrática. La Segunda Sofística fue el motor de este desarrollo, pues como
medio social, estaba ligada al gobierno romano y a la aristocracia de las ciudades griegas y como
movimiento cultural buscaba exaltar la identidad, el pasado y la lengua de Grecia, así como
extender el dominio de la prosa en relación con la poesía. Por consiguiente, el discurso de elogio
requiere una técnica, cuyas reglas son transmitidas por la enseñanza, codificadas por los teóricos
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Esta sección está introducida por otra valiosa contribución del autor, correspondiente a las
que éste es el término técnico del elogio retórico. Muy interesante resulta la aplicación de la
enunciación) y géneros literario, para afirmar que el elogio es un modo y que el discurso
encomiástico es un género retórico, aunque no un género literario. Por ello, advierte que en el
estudio de la técnica del enkômion seguirá la división tradicional de las cinco partes retóricas:
invención, disposición, estilo, memoria y pronunciación, tratando de llenar los vacíos de los
tratados teóricos en relación con la especificidad del estilo y de la pronunciación epidícticas [15].
La invención remite, obviamente a los topoi, que se organizan en listas, las cuales constituyen
una tópica, una red de análisis que permite explorar todos los aspectos de un tema. Dado que
hay múltiples categorías de objetos, hay muchos tópicos encomiásticos, desde los más corrientes
aplicados al elogio de personas, hasta los tópicos válidos para las ciudades, los dioses o las cosas.
Pero la particularidad de los tópicos encomiásticos reside, según Pernot, en que ellos no sólo
determinan el orden de la búsqueda, sino de la exposición de las ideas, es decir que la tópica se
convierte en plan del discurso o, en otros términos la heuresis se desborda sobre la taxis.
En la clasificación de los objetos de elogio, el autor subraya el papel teórico de Quintiliano quien
incorpora y examina una lista de elogios diversos: de hombres, dioses, animales, objetos
inanimados, ciudades, monumentos, lugares, palabras, acciones. Asimismo lo hacen Aftonio y
más sistemáticamente, Menandro el Rétor, quien distingue entre dioses, mortales (ciudades,
hombres y animales) y los apsykha. Ante la dificultad creada por la multiplicidad de objetos, la
solución del orador reside en el principio de la analogía: para elogiar una cosa, se utilizan los
topoi del elogio del hombre, el cual, por haber sido el objeto primitivo, servirá, apoyado en la
objetos.
Por tanto, los topoi del elogio de personas ocupan el primer lugar, con una lista casi inamovible:
nacimiento, educación, virtudes y acciones. Pernot se remonta a los primeros elogios, los
el orador seguía al personaje desde el nacimiento a la muerte, en el S.V. se conocían retratos que
mezclaban, desde época arcaica en algunos textos, como el epinicio pindárico. En Platón
aparecen los comienzos de una lista que combina biografía y clasificación de cualidades, y
ambas posibilidades serán explotadas por el elogio retórico, como lo hace Isócrates en De bigis,
imagen que se quiere dar de un hombre plantea así una doble tensión: según la ética, los bienes
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(agatha) se clasifican en bienes externos, del cuerpo y del alma, y un retrato reagruparía:
nacimiento, educación, riqueza, poder, éxito; luego belleza, salud y otras cualidades físicas, y
finalmente virtudes y acciones virtuosas. El orden cronológico mezcla estos diferentes aspectos,
porque los tres tipos de bienes se presentan simultáneamente en cada etapa de la vida, y además
existe una tensión entre la exigencia ética de clasificación de las virtudes y las acciones que las
revelan en el transcurso de la vida humana, En definitiva, la enseñanza, la teoría retórica y la
práctica oratoria fueron codificando una concepción epidíctica de la persona humana, una
privilegia la perspectiva ética, como lo evidencian las distintas definiciones [17], que sitúan la
noción de “bienes” como centro del elogio. Este es un punto particularmente fructífero, pues
conduce a la distinción hecha por los filósofos acerca de los verdaderos bienes, y a la división en
tres categorías jerarquizadas desde Aristóteles y la Retórica a Alejandro, con la admisión de los
bienes externos en la medida en que se empleen para sostener acciones nobles. Se llega así en la
teoría epidíctica a una combinación de aretai y praxeis, en provecho de las primeras. Las
virtudes son el hilo conductor, en tanto que las acciones constituyen los indicios o pruebas. La
Para desarrollar el contenido de los topoi, Pernot se basa en la lista del Rétor Menandro, la cual
incluye 1) eugeneia o genos subdividido en cuatro elementos: nación, ciudad, antepasados,
natural, por lo cual debe entenderse como una rúbrica que abarca diversos topoi: sôma, paideia,
epitêdeumata. De las cinco cualidades corporales (salud, talla, velocidad, fuerza y belleza) en el
elogio tienen preeminencia la fuerza y sobre todo, la belleza. Con la paideia se ingresa en el
campo de las cualidades intelectuales y morales, que se completa con el topos de los
epitêdeumata, en su doble acepción: modo de vida, carrera escogida y conducta, manera de ser
del joven, reveladora de un êthos que se desplegará en la edad adulta. El topos más importante
está constituido por las acciones (praxeis) virtuosas, que se organizan en torno a la clasificación
de las aretai. Las dos principales clasificaciones, coexistentes en la historia de la filosofía con
múltiples variantes, están representadas por Platón, quien distingue cuatro partes de la virtud:
phronesis o sophia sôphrosyne dikaiosynê andreia y por la división de Aristóteles en virtudes
intelectuales (prudencia) y morales (las tres restantes). Ambos principios coexisten, pero en la
época imperial, la división platónica predomina en la teoría y en la práctica del encomio. Sin
embargo, Pernot subraya que la teoría retórica no intentó resolver el problema filosófico de fijar
un orden o una jerarquía de las cuatro virtudes, las cuales a menudo son subdivididas y adaptadas
a las cualidades del sujeto elogiado. En especial, el autor destaca el papel de la filantropía y la
piedad, nociones morales que ingresan en el encomio e implican una variación del esquema.
Además se añade la distinción entre praxeis en tiempos de guerra y en tiempos de paz y algunos
teóricos aunque ocasionalmente, mencionan los dicta (logoi). Finalmente, Pernot discute las
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acepciones de la tychê que es vista en ocasiones como un bien en sí misma y la inclusión del
tópico del tipo de muerte, como revelador del ethos de un gran hombre.
En el elogio de las ciudades, Pernot revisa las distintas disciplinas y géneros literarios que se
ocuparon del mismo, como paso previo para aislar los elementos constitutivos de la polis en el
pensamiento griego, los cuales explican las categorías mantenidas por los retóricos. Como
resultado de esta herencia de dominios diversos, en tanto que la imagen de la persona tenía casi
exclusivamente un origen filosófico, la de la ciudad apela a rasgos poéticos, geográficos,
históricos. El origen de la tópica es rastreado en el género deliberativo como bienes útiles para el
delito. En la época de la Segunda Sofística con el renacimiento de las ciudades griegas, empieza
a documentarse una práctica asidua del elogio de la ciudad. En Quintiliano aparece por primera
vez un esquema de una tópica tripartita: fundador, virtudes manifestadas en acciones, lugar
geográfico, el cual puede reconocerse en la práctica oratoria de Dión y Arístides. Este esquema
distingue dos categorías de topoi: los tomados por analogía del elogio de las personas y los
identifica con sus habitantes: elogiar la ciudad es elogiar a sus ciudadanos, como personaje
colectivo, y admitir una identidad permanente, algo difícil ante las vicisitudes y altibajos
experimenta sentimientos, y puede ser pasible de un juicio moral. Un punto interesante surge a
propósito de la legitimidad de elogiar, como en el caso de las personas, los bienes materiales de
la ciudad, planteada en los discursos de la Segunda Sofística, con el resurgimiento del símil
clásico de “los hombres como fortaleza militar de la ciudad”, al cual le otorgan mayor amplitud
pues oponen la virtud de los habitantes como alma de la ciudad al cuerpo, es decir, el territorio y
sus edificaciones. Pero el desprecio de la Segunda Sofística por los bienes externos implicaba
una contradicción con la tópica retórica del elogio de la ciudad, así como con el despliegue de
construcciones propio de la época. De las vías de solución, la más interesante resultaría como
en el caso de las personas, mostrar la presencia de las virtudes en los bienes externos, que
desemboca en una lectura del paisaje y una teoría del monumento, asociadas a un “regard
touristique” sobre la polis, cuya conclusión es la invención del “elogio-visita”, tipo de discurso
en el cual el placer del espectáculo de los edificios sirve de evocación del pasado glorioso de la
ciudad.
Pasando a la enumeración de los topoi, Pernot se ocupa, en primer lugar, de los geográficos, que
abarcan las distinciones entre la situación de la polis y la chôra y los conceptos de thesis
(posición) y physis (sitio), dicotomías que generan un esquema de cuatro partes: situación del
territorio; naturaleza del territorio en relación con la tierra, el mar, el cielo: relieve, hidrografía,
vegetación; situación de la ciudad, en relación con la tierra, el mar, el cielo, su territorio y las
ciudades vecinas; naturaleza de la ciudad. Los problemas derivados de la aplicación de los topoi
de personas a la ciudad, conducen al autor a explicar cómo son enfocados y empleados en mayor
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político (politeia) pierde su utilidad cuando todas las ciudades están gobernadas por Roma, pero
en el sentido de “vida política” sirve para señalar diferencias entre ciudades agitadas y aquellas
donde reina la concordia, el respeto a las leyes. El empleo del topos de las praxeis y aretai se
rige por las mismas concepciones del elogio de las personas, donde las acciones son
manifestaciones de las virtudes, organizadas en la tétrada: justicia, temperancia, prudencia y
coraje; en cuanto a la piedad se le asigna en la práctica un papel importante, bajo las formas de
militares.
El capítulo dedicado a los tópicos del elogio de los dioses, designado habitualmente como
himno, sigue el modelo de la tradición poética, con la tríada physis, genos, dýnamis. Esta última
gran libertad de desarrollo. A ellos se añaden una serie de temas anexos, específicos de la tópica
del himno que los diferencian del modelo antropológico, tales como el culto recibido, la relación
con otros dioses, el elogio del nombre divino y las epiklêseis, de gran valor en la medida que el
conocimiento del nombre del dios es una manera de entrar en contacto con lo divino.
Finalmente, Pernot se ocupa del elogio de animales y objetos inanimados, en el cual, ante la
sustitución se evidencia también en el elogio de los kairoi, especialmente día del nacimiento, y
noche nupcial, y asimismo en el de lugares. En cuanto a los pragmata, el método para elogiar un
arte, una actividad o una virtud consiste en transferir el elogio a las personas que los practican (el
artifex), aunque los teóricos prefieren concentrarse en el ars e insistir en la utilidad. Otra manera
en la práctica consistía en la divinización del objeto, tal como en el elogio del nomos en Dión.
Estas listas de topoi son cuadros de referencia, debidamente elaborados, articulados, redes de
análisis que le permiten al encomiasta obtener una visión clara de los objetos y apreciar sus
méritos. Dependerá del uso de los tópicos, su disposición y aplicación que el resultado sea un
composición”, para exponer las nociones fundamentales para un buen uso de la tópica,
carácter específico. Sin la adaptación al objeto de elogio, todos resultarían idénticos. A este
una operación de discernimiento (krisis), no solo en vistas a la extensión del discurso sino para
destacar las cualidades verdaderamente elogiables y situarlas en el marco de los valores
admitidos por la audiencia. Surge entonces la denominada estrategia del distanciamiento entre el
modelo y el objeto de referencia, expuesta por Pernot a través del análisis de dos discursos de
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Arístides.
condiciones en las que será pronunciado, el autor pasa al tipo que tiene en cuenta la adaptación
al conocido concepto del kairos, de gran importancia en la elocuencia imperial. Este tipo de
primer de sentimiento es la admiración, con una función enfática de intensificación del elogio; a
ella le siguen la gratitud, el afecto (eros), la alegría, propia de discursos de bienvenida o de los
Entendiendo esta tipología como un recurso indispensable para analizar los textos de la Segunda
Pernot no deja de lado la dispositio y, con tal intención, analiza las distintas partes del discurso
juicio adverso a los sofistas del elogio como “beaux parleurs”, conduce a Pernot a afirmar en
los principales sistemas teóricos de la época imperial, alineándose en una tendencia renovada de
la crítica en la discusión de autores como Hermógenes, Dionisio de Halicarnaso [19], a los cuales
Pernot agrega, como a lo largo de todo su libro, las obras de Menadro Rétor I y II. Con esta
revisión, intenta además, superar la crítica de imitación de Isócrates como modelo de elocuencia
epidíctica. Partiendo de la premisa de que la oratoria epidíctica reivindica para sí todas las
perspectiva del análisis de ejemplos concretos en la práctica epidíctica, que ilustran el empleo de
los rasgos principales del estilo de los sistemas teóricos, tales como amplitud, majestad,
simplicidad, dulzura, deinotes. Un nuevo apartado está dedicado al empleo de los tropos y
metáfora.
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La reivindicación de la oratoria epidíctica: Pernot y la retórica del elogio. Praesentia Nº 10
Para concluir, me remitiré a las palabras finales de Pernot que enfatizan la actividad creadora de
la Segunda Sofística y la renovación total del elogio retórico operada por los neosofistas. Según
el autor[20], la actividad encomiástica es una misión de orden político, religioso, poético que
interesa al conjunto de la colectividad. La utilidad social del elogio consiste en su función
espejo en el cual se reflejan las concepciones de las élites griegas de la época imperial, tanto en
el dominio moral como en los de la cultura, la política, las religiones pagana y cristiana. El
elogio es un acto social, inscrito en un hic et nunc, pero asimismo, optimista por naturaleza,
refleja un mundo idealizado, de prosperidad, benevolencia y belleza, que no pretende dar una
exacta imagen de la realidad, sino extraer de ella los aspectos que merecen proponerse como
modelos.
BIBLIOGRAFÍA
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[1] Más recientemente, Eugene Garver, “Aristotle on the kinds of Rhetoric”, Rhetorica, vol. 27,
1 (2009), pp. 1-18, discute la validez de la división aristotélica en la cual ve una propuesta
teórica y no una descripción de todos los discursos realmente existentes.
[2] E. Schiappa, The beginnings of Rhetorical Theory in Classical Greece , New Haven &
London, Yale University Press, 1999, pp. 194-195.
[3] J. Walker, Rhetoric and poetics in Antiquity, Oxford, Oxford University Press, 2000, p. 9.
[4] R. Webb en “Praise and persuasion; argumentation and audience response in epideictic
oratory” en: E. Jeffreys Rhetoric in Byzantium, Hampshire, Society for the promotion of
Byzantine Studies, Ashgate Publishing, 2101, reconoce el valor magistral del libro de Pernot
como punto de partida de su propia propuesta de reivindicar el papel de la argumentación en la
oratoria epidíctica, p. 127. Asimismo, D. Russel “The panegyrists and their teachers” en: M.
Whitby The propagande of power: the role of panegyric in late Antiquity, Leidenm Brill
Academic Pub., 1998, pp. 17-50, reconoce el valor de la obra de Pernot para su propio objetivo
de análisis del rol del discurso panegírico (p. 17).
[5] L. Pernot, La Rhétorique de l’ Éloge Dans le Monde Grécoromain, Paris, Institut d Études
Augustiniennes, 1993.
[6] Entre ellas pueden mencionarse sus obras Eloges grecs de Rome Paris, Les Belles Lettres
1997, L'Ombre du tigre. Recherches sur la réception de Démosthène. Napoli, M. d'Auria, 2006;
sus contribuciones: 1) “La coscia d’ Odisseo”, en: Giancarlo Abbamonte, Ferruccio Conti
Bizzarro, Luigi Spina, L'ultima parola. L'analisi dei testi: teorie e pratiche nell'antichità greca e
latina. Napoli, Arte Tipografica Editrice, 2004; 2) en: William V. Harris, Brooke Holmes (ed.),
Aelius Aristides between Greece, Rome, and the Gods. Columbia Studies in the Classical
Tradition, Leiden/Boston, Brill, 2008, donde nos ofrece nuevamente una interpretación sobre dos
de los Himnos Sagrados del autor. 3) En S. Beta (ed) La potenza della parola: destinatari,
funzioni, bersagli, Sienne, Cadmo, 2004 con el artículo “Potenza della parola e potenza
dell’ascolto”(pp. 101-115); 4) “Le sacrifice dans la littérature grecque de l'époque impériale”, en
Stella Georgoudi, Renée Koch Piettre, Francis Schmidt, La cuisine et l'autel: les sacrifices en
questions dans les sociétés de la Méditerranée ancienne,Bibliothèque de l'École des Hautes
Études, Sciences Religieuses 124, Turnhout, Brepols, 2005.
[7] El libro ha sido reseñado por B. P. Reardon en Rhetoric, Vol. 14, No. 3 (1996), pp. 347–
351.
[8] Cabe recordar que este es el propósito orientador de la Sección de Praesentia, titulada Los
Modernos y sus Antiguos.
[10] Ante la imposibilidad de abarcar todo el contenido y densidad de la obra que comprende
más de 800 páginas, obviamente mi elección personal implica un innegable riesgo de parcialidad
y limitación.
[13] L. Pernot “La rhetorique…” p. 24 asume así una posición semejante a la de otros críticos
para quienes tales discursos, aunque no hubiera votación, podían determinar un curso de acción
futura por parte de los ciudadanos.
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La reivindicación de la oratoria epidíctica: Pernot y la retórica del elogio. Praesentia Nº 10
[18] Pese a cierta reserva, es evidente que Aristóteles concede al comienzo del libro III de la
Retórica que es importante saber qué se va a decir, sino también cómo decirlo. Ver Paglialunga,
“Logos poético y logos político”, en A. Tobía (ed.) Etica y estética de Grecia a la Modernidad,
La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 2004, pp. 279ss.
[19] He intentado una difusión de estas perspectivas en dos artículos en prensa “La teoría de los
estilos en la retórica grecorromana”, Revista Literatura: teoría, historia, crítica”, Bogotá,
Universidad Nacional de Colombia, No.11 (2009) y “La crítica literaria en la retórica post-
aristotélica”, Flores Philologiae, volumen conjunto, Buenos Aires, Universidad Nacional de
Buenos Aires.
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