Bi Centenario 01
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Bi Centenario 01
Volumen 1
Entrega especial Bicentenario, volumen 1
Vicerrectoría de Investigación y Proyección
Universidad Rafael Landívar
Guatemala
Directora
Belinda Ramos Muñoz
Equipo Coordinador
Belinda Ramos Muñoz
Magda Leticia González Sandoval Diagramación
Luis Pedro Taracena Arriola Wiliam González Mendoza
Diseño de exteriores
Wiliam González Mendoza
001.05
R454 Revista Eutopía. Revista de investigación y proyección. / Universidad Rafael Landívar,
Vicerrectoría de Investigación y Proyección; directora y coordinadora Belinda Ramos
Muñoz ; coordinadores : Magda Leticia González Sandoval y Luis Pedro Taracena Arriola.
-- Guatemala : Universidad Rafael Landívar, Editorial Cara Parens, 2021.
Se permite la reproducción total o parcial de esta obra, siempre que se cite la fuente.
D. R. ©
Editorial Cara Parens de la Universidad Rafael Landívar
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Las opiniones expresadas en cada ensayo, artículo o documento son de exclusiva responsabilidad
de los autores y no necesariamente compartidas por la Universidad Rafael Landívar.
Tabla de contenido
Presentación VII
Belinda Ramos Muñoz, Leticia González Sandoval y Luis Pedro Taracena Arriola
Con este objetivo, empezamos a identificar una serie de ejes que considerábamos
relevantes para la comprehensión de este suceso, los cuales serían vistos desde
una perspectiva diacrónica y sincrónica, y al mismo tiempo crítica, frente a
un presente poco esperanzador. Estos ejes fueron definidos como: Pasado. La
historia vieja; El proceso. La historia vista en movimiento y construcción; y La
1 Belinda Ramos Muñoz, licenciatura en Ciencia Política y Sociología, con especialización en Estudios
Iberoamericanos; estudios de doctorado en Sociedad, Política y Economía de América Latina, directora
de la revista de investigación y proyección Eutopía y de la unidad homónima. Leticia González Sandoval,
historiadora, doctorado en Historia por la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, investigadora del
Instituto de investigación y proyección sobre el Estado (ISE). Luis Pedro Taracena, historiador por
la Universidad Nacional de Costa Rica, investigador de Instituto de investigación y proyección sobre
dinámicas globales y territoriales (IDGT).
2 Para abordar el Bicentenario se identificaron 10 ejes sobre los que articular los estudios o contribuciones:
1) el hecho/procesos de independencia; 2) los conceptos e ideas centrales; 3) la independencia vista desde
los distintos actores y territorios; 4) conformación y transformación del Estado y sus elementos básicos
(importancia del sistema educativo en la conformación de identidades nacionales y la ciudadanía); 5)
aspectos rituales, simbólicos, narrativos, arquitectónicos y festividades; 6) religiosidad e independencia;
7) dinámicas territoriales y de poder habidas; 8) el bicentenario de independencia visto desde cada
país y de Centroamérica, como región; 10) escritos o comentarios sobre fuentes documentales sobre la
independencia y el Centenario.
3 Una valoración que –no sobra decir–, en los debates o posicionamientos políticos de actores, incluyendo
académicos e historiadores, no deja de estar ideologizada y polarizada, como la sociedad misma;
mientras que se constata la reminiscencia y puesta en escena –año con año– de la historia construida
oficialmente, desde los dominios del poder –las instituciones y actores en el poder– la escuela y la
cultura.
En este sentido, los trabajos están formulados por preguntas como: ¿Cuáles
fueron las ideas –dominantes y de los actores subalternos– principales que
giraron en torno a la independencia y cómo se entienden hoy estas ideas?
¿Qué fue, cómo fue evolucionando y qué significan hoy la independencia,
la soberanía, el territorio, la seguridad, la ciudadanía, la patria, la nación y,
la libertad en un mundo globalizado y transnacionalizado, en el cual han
surgido «identidades diversas» y nuevos sujetos; en un contexto que empieza a
redefinirse por el cambio climático?
5 Francisco Rodolfo González Galeotti, «¡Y procuremos que no se interrumpa la antigua y buena
correspondencia! Comercio entre Nueva España y Guatemala (1810-1823)», en El hecho/proceso de
independencia, 40.
6 Horacio Cabezas Carcache, «La Sublevación de Granada (Nicaragua) y su incidencia en la Conjura de
Belém», en op. cit. 61.
El escrito de Víctor Hugo Acuña Ortega, titulado «José Cecilio del Valle y
el futuro centro del mundo», analiza la visión de Valle sobre Centroamérica
como un potencial centro de las Américas y del mundo, por su condición
geoestratégica: istmo y puente continental; además de península subtropical de
América del Norte. Valle creía que esta «feliz» posición y su potencial natural y
físico brindaba posibilidades para alcanzar prosperidad económica, gracias a la
construcción de un canal interoceánico, para lo cual era necesario que se dotara
de una legislación e instituciones políticas cuya función fuese «buscar la mayor
felicidad del mayor número»8. Sin embargo, tras un quinquenio de agitada
vida independiente desestimó la idea, dado los riesgos de que Nicaragua fuera
controlada por una potencia o empresa extranjera. Así, previo a construir un
canal en Centroamérica debía consolidarse un Estado fuerte y respetable con
instituciones republicanas. Una visión de debilidad institucional y del Estado
que subsiste en la actualidad, ideal de un fracaso permanente de la república.
7 Sajid Alfredo Herrera Mena, «Las otras declaraciones de independencia: la proclamación de Teotepeque
en la Intendencia de San Salvador, 1822», op. cit. 75.
8 Víctor Hugo Acuña Ortega, «José Cecilio del Valle y el futuro centro del mundo», en op. cit. 105.
9 Brian Connaughton, «Guatemala: del proyecto centroamericano a las realidades locales. ¿Una lógica del
poder político?», op. cit. 141.
Resumen
Desde el segundo tercio del siglo XIX la historia tradicional asentó una
interpretación de las independencias que se convirtió en la historia de la
patria, en los fundamentos de la nación. Esta interpretación se volvió no
solo unívoca sino también teleológica y sacramental. Tras la Segunda Guerra
Mundial diferentes interpretaciones enfrentaron a esta historia nacional, ya sea
extendiendo interpretaciones de las revoluciones norteamericanas y francesa
(caso de las «Revoluciones Atlánticas»), o bien desmontando la historia patria
desde la influencia de la historia social, la comparada o la cultural.
Introducción
Miles de páginas se han escrito desde que triunfaron, en la década de los treinta
del siglo XIX, las independencias iberoamericanas continentales. Cientos
de páginas se han vuelto a escribir1, re-escribir y reeditar2 a propósito de las
conmemoraciones de los diferentes bicentenarios de la mayor parte de las
repúblicas americanas, conmemorados desde 2009. Qué duda cabe que han
servido de estímulo, de plataforma, de acicate para ello. Toda una renovación
historiográfica3 se ha producido al socaire de estas citas conmemorativas.
No fue una casualidad. Los mimbres de una potente historiografía sobre las
independencias venían gestándose desde hacía, al menos, dos décadas4.
1 Para un resumen de lo publicado en los bicentenarios véase Manuel Chust, «Tras los bicentenarios
de las independencias iberoamericanas: un debate sin fin», en Cuando todo era posible. Liberalismo y
antiliberalismo en España e Hispanoamérica (1740-1842), editado por Encarna García Monerris, Ivana
Frasquet Miguel y Carmen García Monerris (Madrid: Sílex, 2016), 355-394. El presente trabajo está
basado en una parte de este capítulo.
2 John Lynch, Las revoluciones hispanoamericanas (1808-1826) (Barcelona: Ariel, 2008). Brian H.
Hamnett, La política española en una época revolucionaria, 1790-1820 (México: Fondo de Cultura
Económica, 2011). Previamente este autor había publicado Revolución y contrarrevolución en el Perú
y México (México: Fondo de Cultura Económica, 1978). José Andrés Gallego, prólogo a Modernidad
e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, por François Xavier Guerra (Madrid:
Encuentro, 2009). Jaime E. Rodríguez, La independencia de la América española (México: Fondo de
Cultura Económica, El Colegio de México, 2008).
3 Ver Chust, «Tras los bicentenarios».
4 Uno de los puntos de partida de esta renovación historiográfica se puede situar en el Congreso
Internacional «Los Procesos de la Independencia en la América española», celebrado en julio de 1999 en
Morelia y organizado por José Antonio Serrano y Marta Terán.
5 Albert Soboul, Comprender la Revolución francesa (Barcelona: Crítica, 1983). «No basta pensar en
la Revolución. Es menester comprenderla», decía el historiador francés con relación a su antagónica
interpretación de la Revolución frente a François Furet, Pensar la Revolución francesa, quien comenzaba
su libro con el siguiente avertissement: «Elle comported ábord une polémique avec les historiens
communistes de la Révolution française, destinée à mettre en relief les incohérences de ce qui constitue
aujourd’hui l’interprétation dominante du phenomène».
6 Inés Quintero, coord., El relato invariable. Independencia, mito y nación (Caracas: Editorial Alfa, 2011).
Libro altamente recomendable por varios motivos. Sin duda Venezuela es uno de los países en el que
debatir sobre las independencias conlleva una discusión no solo académica sino intensamente política.
Inés Quintero coordina una generación de jóvenes historiadores capaces de enfrentarse a los retos que
plantean una concepción crítica de la historia, que expuso hace más de medio siglo Marc Bloch en
Combates por la historia. También Rogelio Altez, ed., Las independencias hispanoamericanas: un debate
para siempre (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2012).
7 Manuel Chust y José Antonio Serrano, eds., Debates sobre las independencias iberoamericanas (Madrid:
Vervuert-Iberoamericana, 2007).
8 ibid.
independentólogos, así como por las nuevas tecnologías, que han permitido la
intensa digitalización de fuentes que han supuesto un auténtico derrumbe de
un antiguo régimen de la custodia del monopolio del «documento», a la par
del rescate y catalogación de otros. Lo relevante no es que se han vuelto a poner
en jaque las interpretaciones tradicionales –estas ya no eran rivales de una
historiografía seria–, sino a buena parte de interpretaciones hegemónicas de
las últimas décadas: revoluciones atlánticas, neoimperialismo de las reformas
borbónicas, el declive de los imperios, las modernidades culturales, entre
otras. Y por supuesto, entra en escena una generación «madura», en gran parte
formada en la década de los ochenta a caballo entre los coletazos de la Teoría
de la Dependencia y la crítica «obligada» al imperialismo/colonialismo, pero
presente y activa en las diversas propuestas de la nueva historia política, de la
historia cultural, de la historia social, no solo la británica; y sobre todo, que
han vivido, asumido y relacionado esta coyuntura histórica independentista en
ambos hemisferios.
Este metarrelato sobre el «hecho nacional» fue tan potente que ideológicamente
barnizó a la mayor parte de las historias de las independencias de un
nacionalismo que abarcó políticamente un amplio espectro ideológico, desde
la extrema derecha hasta la extrema izquierda, especialmente desde la Segunda
Guerra Mundial. Relato que se sigue instrumentalizando en una amplia gama
discursiva de la política en la actualidad, como es notable, y no solo de los
calificados de «populismos» en Europa.
Ambos considerandos son sabidos. Lo que es importante resaltar es que los dos
calaron no solo en una consciencia cultural general, sino en una intelectualidad
latinoamericana que, con todo, estaba alejada y era beligerante de esta historia
política que calificaban de rancia y obsoleta, hasta la actualidad.
10 Juan Sisinio Pérez Garzón, «La revolución burguesa en España: los inicios de un debate científico, 1966-
1979», en Historiografía española contemporánea, ed. por Manuel Tuñón de Lara (Madrid: Siglo XXI,
1980), 91-138. José Antonio Piqueras, «La revolución burguesa española. De la burguesía sin revolución
a la revolución sin burguesía», Historia Social, núm. 24 (Valencia: UNED, 1996), 95-132. Pedro Ruiz
Torres, «Algunos aspectos de la Revolución Burguesa en España», en El jacobinisme: reacció i revolució
a Catalunya i a Espanya, 1789-1837 (Barcelona: Centre d’estudis de la revolució francesa i les guerres
napoleòniques, Universitat Autònoma de Barcelona, Departament d’història moderna, 1990), 9-39.
11 Pablo Ortemberg, El origen de las Fiestas Patrias: Hispanoamérica en la era de las independencias
(Buenos Aires: Prohistoria, 2013). Una magnífica muestra iconográfica de ello se puede encontrar en
Ramón Gutiérrez y Rodrigo Gutiérrez, América y España, imágenes para una historia. Independencias e
identidad, 1805-1925 (Madrid: Fundación MAPFRE, 2006).
12 Raúl O. Fradkin, ¿Y el pueblo dónde está? Contribuciones para una historia popular de la revolución de
independencia en el Río de la Plata, editado por Raúl O. Fradkin (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2008).
13 Gabriel Di Meglio, ¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la política entre la Revolución
de Mayo y el Rosismo (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2007).
14 Es de destacar que en el encuentro de las academias hispanoamericanas que se celebró en Madrid para la
conmemoración del bicentenario de 1808, el título del mismo también fue «La América Hispana en los
albores de la emancipación» en el IX Congreso de Academias Iberoamericanas de la Historia en Madrid,
del 4 al 6 de noviembre de 2004.
metáfora del hijo que abandona la casa de los padres cuando alcanza una
mayoría de edad y una emancipación económica se repitió sin cesar. España
empezaba a dejar de ser el enemigo para resaltar su papel de «Madre Patria». El
giro historiográfico fue de ciento ochenta grados. España pasó de encarnizada
enemiga, según la historia tradicional, a progenitora.
Desde las fuentes del Derecho Indiano, Levene cuestionó que el sistema imperial
hispano fuera colonial dado que mantenía que los territorios americanos
estaban estructurados en reinos en igualdad legislativa con los peninsulares,
por lo que el concepto de colonia, que remitía a una subordinación de América
a España, no pudo ser tal. Indicaba, dado sus estudios de las Leyes de Indias,
que en estas no se mencionaba «nunca» la palabra colonia. Es de notar que la
tesis de la emancipación se ha mantenido hasta el presente16.
15 De hecho, Ricardo Levene en 1948 ya forzó una declaración en toda regla de este tema en la Academia
de Historia Argentina para que a esta etapa en las historias argentinas se le calificara de dominación
española, pero no colonial. En la sesión de fecha 2 de octubre de 1948, Levene propuso que: «La
investigación histórica moderna ha puesto en evidencia los altos valores de la civilización española y su
transvasamiento en el Nuevo Mundo. (…) Como un homenaje a la verdad histórica, (…), durante la cual
estos dominios no fueron coloniales o factorías, propiamente dichas.
Este aspecto legal debe distinguirse del de la realidad del proceso revolucionario de América que tuvo
por fin la emancipación y la organización republicana, determinado por causas fundamentales que
explican la formación orgánica y consciente de las nacionalidades libres del Nuevo Mundo».
16 Actas del IX Congreso de Academias Iberoamericanas de Historia en Madrid del 4 al 6 de noviembre de
2004, «La América Hispana en los albores de la emancipación», coord. por Rafael del Pino y Moreno y
Gonzalo Anes (Madrid: Editorial Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, 2005).
17 María Teresa Calderón y Clémet Thibaud, coords. Las Revoluciones en el Mundo Atlántico (Bogotá:
Taurus, 2006).
18 Chust y Serrano, eds., Debates. Manuel Chust, Las independencias iberoamericanas en su laberinto.
Controversias, cuestiones, interpretaciones (Valencia: Publicacions de la Universitat de València, 2010); y
Manuel Chust, «Sobre revoluciones en América Latina… si las hubo», en Las revoluciones en el largo siglo
XIX latinoamericano, editado por Rogelio Altez y Manuel Chust (Madrid: Iberoamericana-Vervuert,
2015), 21-42
19 Robert R. Palmer, The Age of the Democratic Revolution: a Political History of Europe and America, 1760-
1800 (Princeton: Princeton University Press, 1959).
20 Jacques Godechot y Robert R. Palmer, «Le problème de l’Atlantique du XVIIIième au XXième siècle»,
Comitato internazionale di scienze storiche, X Congresso Internazionale di Scienze Storiche, Roma
4–11 Settembre 1955, Relazioni, núm. 5 (Storia contemporanea) (Florence, 1955): 175–239.
21 Manuel Lucena Giraldo, «La Historia Atlántica y el Nuevo Mundo», en Anuario de Estudios Atlánticos,
núm. 56 (2010): 39-60. Rafael Valladares, «No somos tan grandes como imaginábamos. Historia global
y monarquía hispánica», en Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, Historia Moderna, t. 26 (2012): 57-115.
23 Brian H. Hamnett, La política española en una época revolucionaria, 1790-1820 (México: Fondo de
Cultura Económica, 1985).
24 Timothy E. Anna, España y la Independencia de América (México: Fondo de Cultura Económica, 1986).
25 Jaime E. Rodríguez O., «La independencia de la América española: una reinterpretación», Historia
Mexicana 42, núm. 3 (1993): 571-620. En especial: La independencia de la América española (México:
Fondo de Cultura Económica, El Colegio de México, 1996).
26 Tulio Halperín Donghi, Reforma y disolución de los imperios ibéricos, 1750-1850 (Madrid: Alianza
América, 1985).
27 Nettie Lee Benson, La diputación provincial y el federalismo mexicano (México: El Colegio de México,
1955). Es importante el estudio de Benson porque desde los años cincuenta demostró que los orígenes
del federalismo mexicano se establecieron desde el constitucionalismo gaditano en Nueva España y no
como una copia del modelo estadounidense, como era la tesis hegemónica establecida desde la Segunda
Guerra Mundial.
28 Jaime E. Rodríguez O., Nosotros somos ahora los verdaderos españoles. La transición de la Nueva España
de un Reino de la Monarquía española a la República Federal Mexicana, 1808-1824 (Zamora, Michoacán:
Colegio de Michoacán-Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2009).
29 Halperín Donghi, Reforma y disolución.
Halperín fueron las grietas suscitadas por las reformas borbónicas y la crisis
de 1808 las causantes del derrumbe de las estructuras coloniales, más que el
empuje y planteamientos predeterminados del criollismo. La serie de guerras
que se desataron en la segunda mitad del siglo XVIII contra los británicos
–especialmente la Guerra de los Siete Años–, las que siguieron desde la
Revolución francesa continuando con la acometida napoleónica, desnudó la
incapacidad económica y social de los imperios hispano y luso para resistir.
La conclusión: el imperio, sencillamente, se desmoronó. Y, quizá a su pesar, la
mayor parte del criollismo tuvo que hacer la independencia.
30 Ver Lluis Roura y Manuel Chust, eds., La ilusión heroica: colonialismo, revolución e independencias en la
obra de Manfred Kossok (Castellón: Universitat Jaume I, 2010).
31 «Sólo así se logra limitar la excesiva relativización de los fenómenos históricos que tiende a justificar la
negación de la teoría y la concepción, según la cual la historia “general” es historia falseada». Manfred
Kossok, «Formación de naciones en Hispanoamérica», Trienio, núm. 9 (1987).
32 Mandred Kossok, Revolución en la historia de América Latina (La Habana: Editorial Ciencias Sociales,
1989). Cuando afirmaba que las revoluciones de independencia quedaban «inconclusas» no solo se
refería a su vertiente social o económica sino también política, en una concepción de la revolución desde
el plano estructural.
33 Manfred Kossok, «Sobre la problemática del ciclo de la revolución burguesa temprana», en Las
revoluciones burguesas, editado por Gerhard Brendler, Manfred Kossok, Jürgen Kübler, Wolfgang
Küttler, Añbert Soboul y Max Zeuske (Barcelona: Crítica, 1983), 99-123.
34 Roura y Chust, eds., La ilusión heroica, ibid.
35 François Xavier Guerra, Le Mexique: de l’ancien régime à la révolution (Paris: L’Harmattan, 1985); edición
en español: México: Del Antiguo Régimen a la Revolución (México: Fondo de Cultura Económica, 1988).
La Révolution française, la péninsule ibérique et l’Amérique Latine, 1789-1989 (Madrid: Catalogue de
l’exposition, Biblioteca Nacional, junio-julio 1989). Chapelle de la Sorbonne-Paris du 30 Juin au 21
juillet 1989 (París: Colección de publicaciones de la Bibliothèque de Documéntation Internationale
Contemporaine: CNRS- Réseau Amérique Latine, 1989).
36 Juan Sisinio Pérez Garzón, «La revolución burguesa en España». José Antonio Piqueras, «La Revolución
burguesa española». Pedro Ruiz Torres, «Algunos aspectos», ibid.
37 Ivana Frasquet, «Los procesos de independencia iberoamericanos en los manuales universitarios en
España», en Rogelio Altez, Las independencias, ibid: 59-90.
38 François-Xavier Guerra, coord., Revoluciones hispánicas: independencias americanas y liberalismo
español (Madrid, Editorial Complutense, 1995).
39 François-Xavier Guerra, Revoluciones hispánicas.
paso al triunfo de una nueva legitimidad, una nueva política. Esos cambios se
condensarían en la «modernidad», concepto cultural y político que pretendía
sustituir a otros cuya lectura era más económica o demasiado «amplia y difusa»
como sociedad, época, capitalismo, etcétera. Falta saber si modernidad es
menos ambiguo que estos a los que pretende sustituir y, sobre todo, si es o
puede ser una categoría histórica.
Tras veinte años de la aparición del libro más citado sobre las independencias,
en una relectura pausada no encontramos a las susodichas [independencias],
pues esta recopilación de artículos que dio paso a la monografía solo alcanza
en alguno de ellos a tratar hasta 1812. Nada más.
Referencias
Actas de IX Congreso de Academias Iberoamericanas de Historia. «La América Hispana en los
albores de la emancipación». Coordinado por Rafael del Pino y Moreno y Gonzalo Anes.
Madrid: Editorial Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, 2005.
Altez, Rogelio, ed. Las independencias hispanoamericanas: un debate para siempre. Bucaramanga:
Universidad Industrial de Santander, 2012.
Calderón, María Teresa y Clémet Thibaud, coords. Las Revoluciones en el Mundo Atlántico.
Bogotá: Taurus, 2006.
Chust, Manuel. «Tras los bicentenarios de las independencias iberoamericanas: un debate sin
fin». En Cuando todo era posible. Liberalismo y antiliberalismo en España e Hispanoamérica
(1740-1842), editado por Encarna García Monerris, Ivana Frasquet Miguel y Carmen
García Monerris, 355-394. Madrid: Sílex, 2016.
______. «Sobre revoluciones en América Latina… si las hubo». En Las revoluciones en el largo
siglo XIX latinoamericano, editado por Rogelio Altez y Manuel Chust, 21-42. Madrid:
Iberoamericana-Vervuert, 2015.
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Di Meglio, Gabriel ¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la política entre la
Revolución de Mayo y el Rosismo. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2007.
Fradkin, Raúl O., ed. ¿Y el pueblo dónde está? Contribuciones para una historia popular de la
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Gallego, José Andrés. «Prólogo». En Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones
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______. México: Del Antiguo Régimen a la Revolución. México: Fondo de Cultura Económica,
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Halperín Donghi, Tulio. Reforma y disolución de los imperios ibéricos, 1750-1850. Madrid:
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un Reino de la Monarquía española a la República Federal Mexicana, 1808-1824. Zamora,
Michoacán: Colegio de Michoacán-Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora,
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Resumen
Este artículo explora algunas vías de representación del futuro en la época de la
independencia (1821-1840), para visualizar cómo los próceres de ese periodo
concibieron a Centroamérica y sus posibilidades de avanzar hacia el porvenir.
Luego se ponen en evidencia los efectos que la guerra civil produjo sobre esos
deseos esperanzadores sobre el mañana. El texto finaliza con algunas reflexiones
sobre la Centroamérica contemporánea y el futuro, de cara al Bicentenario y en
plena crisis por la pandemia de COVID-19.
Un futuro feliz
La independencia de Centroamérica vio la aparición de una visión moderna
sobre el futuro, sistematizada por el intelectual José Cecilio del Valle (1777-
1834) en un ensayo que publicó en su periódico El Amigo de la Patria a
* Ph. D. en Historia por Indiana University (Estados Unidos) y profesor de Historia en la Universidad de
Costa Rica (UCR).
El recurso del uso del pasado le servía a Valle en este ensayo para dejar en
evidencia la injusticia del sistema colonial y, por tanto, la necesidad de
echarlo abajo. Para Valle, ese movimiento de derrumbe del orden colonial
venía a América desde la misma Europa en forma de ideas y revoluciones. Y
justamente, con la independencia, era con lo que Valle pensaba que crecería el
ideal del futuro:
Guatemala, colocada en el centro de los movimientos del medio día y del septentrión,
recibió al fin el que era preciso que tuviese. Las dos Américas han proclamado su
independencia; y este suceso grande, mas memorable que el de su descubrimiento,
producirá en la marcha progresiva del tiempo efectos que lo serán también.4
¿Cuál y cómo era el futuro que Valle imaginó a finales de 1821? En primer lugar,
idealizó un futuro americano, es decir, soñaba con un porvenir continental. En
ese sentido, no particularizó sobre Guatemala sino sobre toda América unida.
El gentilicio que utilizó constantemente en su ensayo fue el de «americano»,
sin más. En ese mundo futuro, como podría esperarse del contraste que Valle
1 José Cecilio del Valle, El Amigo de la Patria, 30 de noviembre de 1821, en José Cecilio del Valle, El Amigo
de la Patria: escritos del licenciado José Cecilio del Valle, núms. 1-24 (7 marzo 1821- 1 de marzo de 1822),
tomo II (Guatemala: Editorial «José Pineda Ibarra», 1969), 171-191.
2 David A. Brading, The First America: the Spanish Monarchy, Creole Patriots, and the Liberal State, 1492-
1867 (Cambridge: Cambridge University Press, 1991), 465-674.
3 El Amigo de la Patria, ibid., 177. En todo momento, se respeta la ortografía de los textos originales.
4 ibid., 183.
quería lograr con el pasado, América, una vez independiente, pondría fin a las
injusticias creadas por el imperio español. Pero para que ese futuro fuese real,
se precisaba construir una unidad del gobierno y la ley. Seguramente por eso,
en los siguientes números de El Amigo de la Patria, se refirió a la evolución de la
ley y el gobierno en Europa y América y debatió sobre sus problemas históricos
y sus bondades5. Valle imaginó el futuro del continente comparándolo con el
pasado de América y con el presente de Gran Bretaña y, al mismo tiempo,
empeñado en dar herramientas para que ese futuro soñado fuese posible6.
Si queréis que se prolongue este dichoso estado: si queréis que nuestros hijos pronuncien
con ternura nuestros nombres bajo el frondoso árbol de la libertad, sofoquemos todo
lo que pueda disolver nuestra unión: descansemos con seguridad en las manos de los
gobernantes que dirigen nuestra nave política. No hay distinción entre ladino o indio,
entre negro y blanco, entre europeo y americano: que la fraternidad y la paz, hijas
predilectas de la libertad, estrechen más y más nuestros vínculos, y formen de todos
nosotros un solo corazón, un solo deseo, una sola alma.7
5 José Cecilio del Valle, El Amigo de la Patria, núms. 20 y 21, 25 de enero de 1822 y 1 de marzo de 1822, 234.
6 Otros americanos idealizaban como Valle a Gran Bretaña. Simón Bolívar era uno de ellos.
7 José María Castilla, «Sermón del Dr. y canónigo José María Castillo ‘Al heroico pueblo de Guatemala’,
leído en el púlpito de la Catedral Metropolitana de Guatemala, el 23 de septiembre de 1821», en Textos
fundamentales de la independencia centroamericana, seleccionados, introducidos y anotados por Carlos
Meléndez (San José: EDUCA, 1971), 303-304.
8 «El acta del 15 de septiembre de 1821», en Textos fundamentales, 242.
Pero el miedo a la separación futura era todavía más profundo y en esto el caso
costarricense puede dar varias pistas. El 14 de octubre de 1821 se reunió en
San José un cabildo extraordinario, teniendo como invitado al gobernador de
Cartago, Juan Manuel de Cañas, quien presentó a los concurrentes las noticias
sobre la independencia de Guatemala y la resolución de las autoridades de la
Diputación Provincial de León de esperar a que se aclarasen los nublados del
día. Cañas pidió entonces que se votase nominalmente qué camino político
seguiría la ciudad de San José, al tiempo en que él ratificaba la posición que
había tenido un día antes en Cartago, es decir: «Que se mantenga esta provincia
unida a la de León de Nicaragua en cuya Excelentísima Diputación Provincial
9 ibid., 243-244.
10 Gabino Gaínza, «Bando del 17 de septiembre de 1821», en Textos fundamentales, 253.
11 «Acta de la Diputación Provincial de León», en Textos fundamentales, 274.
existen sus representantes con todos los poderes amplios que previene la
Constitución». Luego, el alcalde primero de San José, Rafael Gallegos, razonó
su voto y dejó ver en su alocución una preocupación por el futuro político del
territorio que decidía sobre su emancipación. Gallegos dijo:
12 Rafael Gallegos, «Actas municipales de San José, 1820-1821», Revista del Archivo Nacional, año XXXIX
(enero-diciembre de 1975): 210-211.
porque si la ciudad de León ha tenido a error el que Guatemala siendo la más vasta,
se haya querido separar de México, qué se diría de Costarrica siendo la más débil, con
quererse separar de todas con unos procedimientos que no tiene jurisdicción.14
esas dos visiones y eso provocó la división política frente a lo que se debía hacer
una vez lograda la independencia.
De esta forma, Valle presentó una imagen que tendería a repetirse en el futuro:
la de Centroamérica como centro de progreso y felicidad. Su quimera era ahora
la Federación Centroamericana. Era el sueño por el futuro que comenzaba
en 1824, pero que, por efecto de las desavenencias entre algunos Estados y el
gobierno federal, además de las intrigas y luchas internas entre los partidos
que se habían construido al calor de los primeros años de la independencia,
terminó siendo un sueño imposible.
Memoria y futuro
El anhelado futuro político federal de Valle, y otros como él, no cuajó y eso hizo
que nuevamente el tiempo por venir fuese imaginado de diferentes maneras;
pero ese cambio también motivó un primer abordaje del pasado reciente
que entrelazó nuevamente, ahora con la memoria, el pasado, el presente y el
futuro. Así, en 1839 el guatemalteco Alejandro Marure, quien veía el ideal
de Federación Centroamericana y con ella de unidad ístmica romperse en
pedazos, valoró con pesimismo el futuro al advertir sobre el periodo posterior
a la independencia:
18 José Cecilio del Valle, «Manifiesto del gobierno supremo de los Estados del Centro de América», en
José Cecilio del Valle. Ensayos y documentos, introducido y textos seleccionados por Carlos Meléndez
Chaverri (San José: Libro Libre, 1988), 133-134.
No tiene pues duda, que el periodo de que tratamos es el mas notable de nuestra
revolución, porque es el periodo de una gran metamorfosis. La faz de los negocios cambia
enteramente. Las doctrinas que habían prevalecido se desacreditan; los hombres que
habían mantenido un influjo exclusivo sobre la opinión, lo pierden: todas las antiguas
ilusiones, todas las quimeras de una perfectibilidad mentida se desvanecen ante la
evidencia y la realidad de las cosas. Empero, este periodo es un periodo de crisis. Lo que
había de extravagante en nuestras pretensiones, de quimérico en nuestras esperanzas, de
inasequible en nuestras empresas, todo se ha rectificado; pero la sociedad ha quedado
en la mayor confusión: las leyes sin vigor, la autoridad desvirtuada, relajados todos
los resortes del poder público y destruido todo elemento de órden [sic]. Cuando se ha
rasgado el velo de nuestras ilusiones, ha sido para mostrarnos, en lo pasado, el caos de
nuestros errores, en lo presente, los peligros de nuestra situación, en el porvenir, una
perspectiva alarmante.19
He aquí los resultados prácticos a que nos ha conducido la serie de sucesos que nosotros
mismos hemos provocado, sin experiencia ni previsión. Separándose de la antigua
Metrópoli, una facción de la sociedad se imaginó que iba a ser la reguladora de los
destinos del país: que su regeneración le estaba exclusivamente encomendada, y que
podía emprenderla a su arbitrio: en el orden de las cosas no estaba dispuesto así, y harto
hemos tenido ya que lamentar las tristes consecuencias de nuestra decepción.20
patriotismo, los sentimientos dulces de la unión y concordia tenían enajenados todos los
ánimos; Guatemala presentó, en estos momentos, un espectáculo tan interesante como
nuevo, el de un pueblo que desde la triste condición de esclavo se elevaba al alto rango
de la soberanía e independencia, que desde el seno de las preocupaciones se levantaba
orgulloso proclamando los grandes principios del siglo; y que verificaba esa transición
prodijiosa sin que se derramase una sola lágrima, sin que hubiera una sola víctima. ¡Quién
había de pensar que tan hermoso fenómeno ocultase bajo su esplendor el foco horrible
que iba a lanzar mil elementos de muerte sobre la mas bella sección del nuevo mundo!
¡Quién se habría imaginado entónces que algunos pocos ambiciosos harían pasar a las
jeneraciones futuras, con la memoria de la gloriosa emancipación de Guatemala, los
tristes recuerdos de la guerra civil que ha desolado a la República Central!22
Marure resentía que las posibilidades de haber vuelto realidad el sueño futuro
independentista se hubieran esfumado por la guerra civil que las destruyó.
Se quejaba de esa herencia nefasta en nombre de las «generaciones futuras»,
porque en su argumento eran esas generaciones las que juzgarían el pasado
desde el porvenir. Una posición similar tuvo Manuel Montúfar y Coronado al
sentenciar:
22 Alejandro Marure, Bosquejo histórico de las revoluciones de Centro-América, desde 1811 hasta 1834,
tomo primero (Guatemala: Imprenta de la N. Academia de Estudios, 1837), 30.
23 Manuel Montúfar y Coronado, Memorias para la historia de la revolución de Centro-América (Guatemala:
Tipografía Sánchez & de Guise, 1934), 16. La primera edición de esta obra es de1832.
24 Sobre el levantamiento de Carrera, ver Ralph Lee Woodward, Rafael Carrera and the Emergence of the
Republic of Guatemala, 1821-1871 (Athens: University of Georgia Press, 1993) y Juan Carlos Solórzano,
«Rafael Carrera, ¿reacción conservadora o revolución campesina? Guatemala 1837-1873», Anuario de
Estudios Centroamericanos 13, núm. 2 (1987): 5-35.
truncó, aunque ese sueño seguiría apareciendo de forma obstinada cada año25,
siempre con la idea de que esta porción de tierra sería inevitablemente una sola
nación. Casualmente, un día excepcional para soñar ese futuro de prosperidad,
y quizás del resurgir de la nueva federación, fue el 15 de septiembre, que en su
esencia terminó siendo aceptado como el día de la emancipación política por
los cincos Estados de Centroamérica que habían pertenecido a la Federación
Centroamericana. En ese día, aunque ya a finales del siglo XIX se comenzó
a nacionalizar (es decir, fue enarbolado como particular por cada Estado, lo
cual es especialmente evidente en el caso costarricense26), se empezaron a crear
nuevos sueños sobre el futuro.
25 Thomas L. Karnes, Los fracasos de la unión: Centroamérica 1824-1960 (San José: ICAP, 1982), 137-255.
26 David Díaz Arias, La fiesta de la independencia en Costa Rica, 1821-1921 (San José: Editorial de la
Universidad de Costa Rica, 2007).
27 Todos los informes pueden revisarse en https://www.estadonacion.or.cr
de los países más rezagados del área y los altos precios internacionales de los
hidrocarburos y los alimentos»28.
El cuarto Informe (2011) enfrentó los vaticinios del 2008 y afirmó que,
afortunadamente, los peores pronósticos no se cumplieron. Aun así, el
desarrollo diferenciado de la región era muy claro en los datos que se aportaban
y se marcaba en las desigualdades entre el desarrollo del norte y el del sur de
Centroamérica. Asimismo, aparece en este informe una de las etiquetas que
mejor refleja una de las mayores problemáticas de Centroamérica: se trataba
del territorio más violento de América Latina.
28 Alberto Mora y Evelyn Villarreal, coords., Estado de la Región en Desarrollo Humano Sostenible (Costa
Rica: Programa de Estado de la Nación, 2008), 47.
29 Programa Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible, Quinto Informe Estado de la Región
(San José: PEN CONARE, 2016), 35-42.
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2002.
Resumen
¿Cómo se comerció entre los reinos de Nueva España y Guatemala durante la
independencia? Este texto señala la relación económica entre los reinos, los
efectos de la crisis revolucionaria y cómo eso impactó en las operaciones de
la casa Iturbe Yraeta, la de Aycinena y de Mariano Murillo entre 1810 y 1823.
* Licenciado en Historia por la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC). Candidato a doctor por
el Colegio de Michoacán, México.
1 Ver en Carlos Sempat Assadourian, El sistema de la economía colonial. Mercado interno, regiones y
espacio económico (México: Editorial Nueva Imagen, 1983).
2 Ver en Clara Elena Suárez Argüello, Camino real y carrera larga. La arriería en la Nueva España durante
el siglo XVIII (México: CIESAS, 1999).
3 Zakarias Moutouikias, «El Comercio interregional», en Historia General de América Latina.
Consolidación del orden colonial, tomo III (1), dirigido por Alfredo Castillero Calvo y coordinado por
Allan Keuthe (Madrid: UNESCO, Trotta, 2000), 133-150.
4 Mariano Ardash Bonialian, China en la América Colonial. Bienes, mercados, comercio y cultura del
consumo desde México hasta Buenos Aires (México: Instituto Mora, Conacyt, 2014).
5 Mariano Ardash Bonialian, «Comercio y atlantización del Pacífico mexicano y sudamericano: la crisis
del lago indiano y del Galeón de Manila, 1750-1821», América Latina en la Historia Económica 24, núm.
1 (2017): 7-36.
6 Bernd Hausberger, Histórica mínima de la globalización temprana (México: El Colegio de México, 2018).
7 Este apartado está basado en el capítulo 1 de mi tesis doctoral. Francisco Rodolfo González Galeotti,
«Comercio franco y mercaderes en la Carrera de Guatemala 1740-1822» (Tesis doctoral, El Colegio de
Michoacán, 2020), 51-65 [inédita].
Fuente: mapa elaborado por el cartógrafo Marco Antonio Hernández Andrade y editado por el
licenciado Luis Felipe González Gutiérrez con base en indicaciones proporcionadas por el autor.
Nota: La ruta se identificó gracias a Pierre Angrand, el Atlas guatemalteco en ocho cartas, 1832;
los trabajos de María de los Ángeles Romero Frizzi, Juan Pedro Viqueira, Rosa Torras Conangla,
Gustavo Palma; expedientes del Archivo General de Centroamérica (AGCA) y la Colección
Chiapas Manuscripts de la Latin America Library (LAL) de la Universidad de Tulane.
El segundo funcionó alrededor del camino real que conectó nodos urbanos del
sur novohispano y norte guatemalteco (Ciudad de México, Puebla, Antequera,
Guatemala) y con ellas economías regionales dinamizadas por la minería,
agricultura y manufactura. De esa forma se construyó un intercambio recíproco
de mercancías asiáticas, europeas (telas, vinos, libros, etc.), novohispanas
(paños queretanos, cordobanes, calderos de cobre, listonería) y guatemaltecas
(tintes, vainilla, cacao y, ocasionalmente, azafrán, sal, ganado y algodón). La
balanza mercantil se inclinó por Nueva España, al ser el núcleo financiero de la
La casa Iturbe estaba a cargo del guipuzcoano Gabriel Emeterio Iturbe Yraeta,
quien la heredó de su tío y suegro Francisco Ignacio de Yraeta en 17978. La
compañía se dedicó al comercio de importación (géneros asiáticos y europeos),
exportación (grana, añil, cacao, vainilla) y distribución en Nueva España,
Guatemala y los reinos sudamericanos (Nueva Granada, Perú y Chile)9. Eso
aseguró el prestigio y reputación de la compañía. Gracias a eso, se especializó
en las operaciones financieras entre las décadas de 1790 a 181010.
Sobrino/yerno
Hijo y socio
11 Infiero ello a partir de los registros de la colección Iturbe e Yraeta Papers, ubicados en la Universidad de
Princeton. En particular el ítem 349 de la serie 3, referente a la liquidación de cuentas entre Juan Antonio
de Arizti y Gabriel de Iturbe e Yraeta, que incluye un acuerdo entre Gabriel Manuel de Iturbe y Leonardo
Álvarez, con fecha de 23 de noviembre de 1812. La colección incluye correspondencia enviada y recibida
por Iturbe Yraeta y Álvarez desde 1812 hasta 1821.
12 Richmond Brown, Juan Fermín de Aycinena: Central American Colonial Entrepeneur, 1729-1796 (Norman
and London: University of Oklahoma Press, 1997), 119; Christiana Renate Borchart de Moreno, «Tierra,
casas y minas propiedad de los comerciantes», en Los mercaderes y el capitalismo en México (1759-1778)
(México: FCE, 1984), 128.
13 González Galeotti, «Comercio franco y mercaderes», 205-215.
Hijos
Hijos
19 Archivo Histórico de Notarias del Estado de Oaxaca (AHNEO), libro 460, ff. 6-12, José Alonso Romero
11-1-1790 y libro 464, ff. 39-45, 23-3-1795.
20 González Galeotti, «Comercio franco y mercaderes», 215-220.
21 De hecho, fue esencial para otros mercaderes de Guatemala, como el navarro Juan Bautista de Irisarri.
AHNEO, libro 74, Protocolo de Joseph Álvarez, f. 329v; Francisco Antonio de Goytia apoderado de Juan
Baptisa Yrizarri a favor de Gabriel de Yturbe e Yraeta, 23 de diciembre de 1800.
22 Silke Hensel, El Desarrollo del Federalismo en México. La élite política de Oaxaca entre ciudad, región y
estado nacional, 1786-1835 (Oaxaca: Universidad Autónoma «Benito Juárez», El Colegio de Michoacán,
El Colegio de San Luis, 2012), 398.
23 ACOFY, 2.1.58. ff. 5-5v, 17-18, Iturbe a Goytia, 17 de mayo y 31 de mayo de 1818.
24 Hensel, El Desarrollo del Federalismo, 398.
puerto de San Blas25. Por lo tanto, no fue extraño que Gabriel Iturbe Iraeta
(hijo) aprovechara que su tío, José María Echave, residente en Tepic para
que fuese corresponsal de la compañía. Esa decisión fue esencial durante la
coyuntura insurgente, ya que entre 1814 y 1817 se encargó de recibir cacao
remitido desde el asedio a Acapulco en 1814, resolver la testamentaria del
fallecido encargado del grano y pagar el almacenaje del grano26. Asimismo, ya
que Gabriel era factor de la Real Compañía de Filipinas, Echave supervisaba
el arribo de la Luconia, la embarcación de la compañía27. Gracias a eso recibió
cacao y añil enviado desde Realejo, en la Intendencia de Nicaragua, y se
encargó de pagar lo correspondiente a sus remitentes Murillo, Castroviejo y
Marticorena. Finalmente, Echave fungió como apoderado por guatemaltecos
para cobrar deudas durante la coyuntura de la anexión del Reino de Guatemala
al imperio mexicano.
25 Antonio Ibarra, Mercado e Institución: corporaciones comerciales, redes de negocios y crisis colonial
Guadalajara en el siglo XVIII (México: Bonilla Artigas, UNAM, Universidad de Guadalajara, Conacyt,
2017), 65-112, 141-166; Mariano Ardash Bonialian, «México: de epicentro a periferia. La desintegración
del modelo semiinformal del comercio hispano americano», en Historia Mexicana 67, núm. 1 (2017);
«Comercio y atlantización».
26 ACOFY, 2.1.52, Gabriel de Iturbe Iraeta a Juan Fermín de Aycinena y Piñol, 5 de septiembre de 1815, ff.
176; 2.1.55, Gabriel de Iturbe Iraeta a Juan Fermín de Aycinena y Piñol, 27 de agosto de 1817.
27 ACOFY, 2.1.53, Carta de Gabriel Iturbe Iraeta a Juan Bautista de Marticorena, 15 de octubre de 1816, ff.
145-145v; Iturbe Iraeta a Mariano Murillo, 26 de febrero de 1817, ff. 168v-169.
28 John Tutino, Creando un nuevo mundo. Los orígenes del capitalismo en el Bajío y la Norteamérica española
(México: Fondo de Cultura Económica, El Colegio de Michoacán, 2016), 13-18.
29 ACOFY, 2.1.50, Iturbe al Marqués y José Aycinena, 8 de junio de 1811, ff. 24-25v.
30 ACOFY, 2.1.52, Iturbe a Francisco de Goytia, 8 de octubre de 1812, f. 24-24v.
31 ACOFY, 2.1.53, Iturbe a Domingo González de Segura, Ciudad de México, 30 de junio de 1815, ff.
42v-43v.
32 ACOFY, 2.1.52, Iturbe al Marqués y José de Aycinena, 21 de enero de 1813, ff. 43-43v.
33 AHNEO, libro 556, José Ygnacio Salgado, ff. 105-106, 21-4-1815. AGCA. A1.20, leg. 83, exp. 9326,
Protocolo de José Francisco Gavarrete, 2-6-1819, ff. 81-82.
34 «Noticia de D. Miguel de Goytia de los efectos del europeo D. Nicolás Aristi -7 de enero de 1813» en Juan
Eusebio Hernández y Dávalos, Colección de documentos para la historia de la guerra de la independencia
de México de 1808 a 1821, tomo 4 (México: José María Sandoval impresor), 856.
35 Laura Machuca, «Abuelo hacendado, padre comerciante e hijos insurgentes. La familia Castillejos de
Tehuantepec», en La independencia en el sur de México, coordinado por Ana Carolina Ibarra (México:
IIH-UNAM, 2017), 286.
36 Brian Hammet, Política y Comercio en el Sur de México, 1750-1821 (Oaxaca: [Edición facsimilar],
Universidad Autónoma «Benito Juárez», El Colegio de Michoacán, El Colegio de San Luis, 2013), 196,
203.
37 Archivo General de la Nación (AGN). Indiferente 6448-54, exp. 054.
38 Ernest Sánchez Santiró, La imperiosa necesidad. Crisis y colapso del erario de Nueva España (1808-1821)
(México: Instituto Mora, El Colegio de Michoacán, 2018), 337, 411.
39 ACOFY, 2.1.52. Carta de Gabriel Iturbe Yraeta al Marqués y José Aycinena, Ciudad de México, 1 de
noviembre de 1812, ff. 35v-36v.
con los negocios mantenidos con la casa Aycinena y con Mariano Murillo de
León, Nicaragua.
La Casa Aycinena
Los negocios entre Iturbe con los guatemaltecos durante la coyuntura
revolucionaria fueron de tres tipos: los redituables, los arduos y las finanzas.
Los tres entrañaron riesgos debido a la insurgencia, pero al jugar bien sus
cartas lograron mantenerse a flote.
El cacao era un rubro muy redituable debido a la gran demanda que tenía
en Nueva España. Desde 1799 los Aycinena recibían el grano gracias a la
triangulación que tenían con sus primos avecindados en Lima, los Elizalde,
para luego remitirlo a Acapulco40. En 1810 se recibieron cerca de 8 500 cargas
de cacao en Acapulco que debían remitirse a Ciudad de México41. Pero las
actividades insurgentes cortaron el paso haciendo que 3 000 cargas del grano
quedasen guardadas en las bodegas del puerto. En 1811 el Consulado de
Comercio de México intentó patrocinar un convoy para sacar las mercancías,
pero no se concretó42. Fue hasta 1813, ante el inminente ataque insurgente,
que se resolvió sacar el grano por mar hacia Realejo o San Blas, pagando los
Aycinena 5 500 pesos por flete. Se optó por enviarlo a este último puerto
con Ramón de Murúa, quien lo remitió a Guadalajara y de allí a Ciudad de
México por 5 625 pesos de flete a cuenta de Iturbe43. Aunque por fin el grano
se había rescatado, no todo era miel en hojuelas. Cerca de 163 tercios se habían
extraviado durante la guerra y, aparte, hubo que pagar 240 pesos de recargo
por el almacenaje en Acapulco. Tantos gastos eran altos, pero el valor de venta
podía contrarrestarlos. Por ejemplo, de 1 932 tercios que lograron venderse a
40 Ese año recibieron un envío valuado en 13 440.1 pesos consignador por Cayetano Bocanegra. ACOFY,
2.1.53, Carta de Gabriel de Iturbe al Marqués y José Aycinena, Ciudad de México, 23 de noviembre de
1799, ff. 218-218v; 25 de enero de 1800, ff. 294v-195v.
41 ACOFY, 2.1.48, Iturbe a Marqués y José Aycinena, 3 de febrero de 1810, ff. 244-244v; Iturbe a Marqués y
José Aycinena, 4 de abril de 1810, ff. 323-323v.
42 ACOFY, 2.1.50, Iturbe a Mariano Murillo, 26 de junio de 1811, ff. 44-44v.
43 ACOFY, 2.1.52, Gabriel Iturbe Iraeta al Marqués y José Aycinena, 21 de enero de 1813, ff. 43-43v; Gabriel
Iturbe Iraeta al Marqués y José Aycinena, 14 de junio de 1813, ff. 79-79v; Iturbe Iraeta a Juan Fermín de
Aycinena y Piñol, 5 de septiembre de 1815, ff. 176.
Los negocios arduos fueron el tráfico de sales, azafrán y añil. La sal catártica fue
una mercancía de consumo seguro. El mineral había sido identificado en Izalco
durante la Real expedición botánica en 1799 y fue enviada desde Guatemala
para la compañía Iturbe Yraeta45. En Ciudad de México la sal sirvió para surtir
las memorias de la botica del Hospital de San Andrés ya que Vicente Cervantes,
el boticario, también era codirector de la expedición46. Durante varios años la
casa Aycinena remitió la mercancía hasta que en 1809 Cervantes se retiró y no
logró vender el mineral hasta 1813 con particulares47. El azafrán, el oro rojo, era
un género de gran demanda, pero el vaivén de la guerra hizo difícil su venta.
Solo en junio de 1813, un cajón costaba 28 pesos y para agosto había bajado
a 18 pesos48. Eso provocó que la especia no se lograra vender sino hasta que
amainó la insurgencia. En 1815 varias cajas se vendieron por un total de 1 391.7
pesos49. Finalmente, el añil era una mercancía que tradicionalmente se remitió
a Nueva España para que tuviese una salida segura por mar. Sin embargo, las
pérdidas provocadas por la guerra en Michoacán y Tehuantepec impulsaron
a los guatemaltecos para vender parte del tinte en el mercado novohispano50.
Por esa razón en 1818, la casa Aycinena envió de 40 a 50 zurrones de añil desde
Sonsonate hacia Acapulco gracias a los buenos precios que gozaba el tinte51.
44 Los tercios se habían vendido a 52 750.4 ¾ pesos con un gasto incluido de 34 466 pesos. ACOFY, 2.1.50,
Iturbe a Marqués y José Aycinena, 10 de julio de 1811, ff. 59v-60.
45 ACOFY, 2.1.33, Gabriel Emeterio de Iturbe Yraeta a José de Aycinena, 24 de agosto de 1799, f. 90; Iturbe
Yraeta al Marqués y José Aycinena, 23 de noviembre de 1799, ff. 218-218v; desde Antequera la sal fue
remitida por Tomás López de Ortigosa y Texada, 2.1.33.
46 ACOFY, 2.1.33, Iturbe Yraeta al Marqués y José Aycinena, 23 de noviembre de 1799, ff. 218-218v; Carga
al Marqués y José Aycinena, 14 de diciembre de 1799, ff. 251v-252; Alba Morales Cosme y Patricia
Aceves Pastrana, «Negocio, reglamentación y profesionalización farmacéutica: la botica del Hospital
General de San Andrés (1770-1809)», Montalban, núm. 36, (Caracas, Universidad Católica Andrés
Bello, 2003), 45-64.
47 En 1813 se vendió un cajón enviado por Manuel Olaverri a 12 reales la libra de sal. ACOFY, 2.1.52,
Gabriel Iturbe Iraeta al Marqués de Aycinena, 4 de agosto de 1813, ff. 99v. En 1815 la Casa Aycinena
obtuvo una ganancia de 276.5 ½ pesos de venta por Iturbe; 2.1.53, Iturbe Iraeta al Marqués y Don
Fermín Aycinena, 16 de marzo de 1815, ff. 12-13v; 29 de febrero de 1816, ff. 104.
48 ACOFY, 2.1.52, Gabriel Iturbe Iraeta al Marqués y José Aycinena, 14 de junio de 1813, ff. 79-79v; 4 de
agosto de 1813, ff. 99v.
49 ACOFY, 2.1.52, Gabriel Iturbe Iraeta al Marqués y José Aycinena, ibid.
50 ACOFY, 2.1.53, Gabriel Iturbe Iraeta a Sebastián González, 26 de marzo de 1817, ff. 174v-175; 2.1.55,
Iturbe Iraeta a Sebastián González, julio de 1817, f. 9; Iturbe Iraeta a Ignacio Goytia, 20 de agosto de
1817.
51 Los precios del tinte de Tehuantepec eran: corte 14 reales, sobresaliente 16 reales y flor a 18-22 reales.
ACOFY, 2.1.55, Gabriel Iturbe Iraeta a Juan Fermín Aycinena Piñol, 20 de mayo 1818, ff. 107v-108.
El comercio leonés
Gran parte de los negocios de la Carrera giraron alrededor de Iturbe y Aycinena,
pero no fueron los únicos en participar del comercio entre Nueva España y
Guatemala. Ese fue el caso del aragonés Mariano Murillo, avecindado en León,
capital de la Intendencia de Nicaragua desde fines del siglo XVIII. Este se había
consolidado gracias a préstamos a Tadeo Piñol y Muñoz y a José Mariano
Valero55. Los capitales afianzaron la liquidez y reputación de Murillo y pudo
comprar la hacienda «la Rota»56 para cultivar añil, criar ganado y respaldar sus
finanzas. Ahora bien, antes de la década de 1811 a 1815 le abrió puertas, pero
también acarreó pérdidas.
52 14.4 pesos de saldo de la cuenta del Sr. Dean Don Antonio Carbonel en la cuenta de los Aycinena.
ACOFY, 2.1.53, 63v-64v., Iturbe a Aycinena, 31 de agosto de 1815; 1 000 pesos del rvdo padre fray
don Antonio de Villanueva de la orden de San Agustín a pagar en Sonsonate a don Bartolomé Zuñiga
conforme aviso al finado sr. cnel. don Gabriel de Iturbe e Iraeta. ACOFY, 2.1.53. f. 55. Iturbe Iraeta para
Marques y Fermín de Aycinena, 25 de noviembre de 1816.
53 El monto exigido era de 14 pesos 5 reales. ACOFY, 2.1.50, Carta de Gabriel Iturbe e Yraeta al Marqués
y José Aycinena, 7 de agosto de 1811, ff. 91-91v; 17 de agosto de 1811, ff. 99-99v; 19 de octubre de 1911,
ff. 174v-175; 79.6 pesos librados por Aycinena a favor de don Domingo Hernández, abad de la Iglesia de
Nuestra Señora de Guadalupe pagados por Gabriel de Iturbe Iraeta. ACOFY, 2.1.53, f. 104, Iturbe Iraeta
a Don Fermín Lo y Marques de Aycinena, 29 de febrero de 1816.
54 No se indica el nombre del dueño del almacén. Cobró 150 pesos por cada mil cargas, por un total de 240.
ACOFY, 2.1.53, Gabriel de Iturbe Iraeta a Fermín y III Marqués Juan José Aycinena y Piñol, 29 de febrero
de 1816, ff. 104.
55 AGCA, sig. A1.20, leg. 1346, exp. 9837, ff. 85v-86v, Protocolo de Antonio de Santa Cruz. Obligación
de 5 206.7 pesos a favor de Tadeo Piñol y Muñoz, 13 de octubre de 1791; A1.20, leg. 824, exp. 9317,
ff. 80-80v, Protocolo de José Francisco Gavarrete. Obligación de 3000 pesos a favor de José Mariano
Valero, 26 de mayo de 1810.
56 Sergio Castellón Barreto, «Familia Murillo, en Nicaragua», (2015), 5-6, consultado el 06 enero 2021,
http://www.apellidosnicas.net/murillo.pdf
57 ACOFY, 2.1.51, Gabriel Iturbe Iraeta a Mariano Murillo, 22 de noviembre de 1814, ff. 190-190v; 25 de
julio de 1813, f. 201v; 2.1.53, Iturbe Iraeta a Murillo, 14 de marzo de 1815, ff. 15; 26 de febrero de 1817,
168-168v; 15 de mayo de 1817, f. 188v.
58 ACOFY, 2.1.50, Carta de Gabriel Emterio Iturbe Yraeta a Marqués y José Aycinena, 8 de junio de 1811,
ff. 24-25v.
59 ACOFY, 2.1.50, Carta de Gabriel Emeterio Iturbe Yraeta a Mariano Murillo, 8 de junio de 1811, ff. 25v;
Carta a Francisco Antonio de Goytia, 24 de julio de 1811, ff. 80-80v; 2.1.52, Carta de Gabriel Emeterio
Iturbe Yraeta a Juan Bautista de Marticorena, 1 de noviembre de 1812, ff. 33.
60 ACOFY, 2.1.51, Carta de Gabriel Iturbe Iraeta a Mariano Murillo, 14 de junio de 1813, ff. 72-73; 15 de
marzo de 1814, ff. 137-138.
61 AGCA, A1.20, leg. 829, exp. 9322, ff. 293-294, Protocolo de José Francisco Gavarrete, Don Juan Bautista
Marticorena apodera a Don Mariano Murillo del comercio de León, 30 de diciembre de 1815.
¿Cómo medir las ganancias de Murillo? A falta de contar con libros contables
compararemos sus ganancias en relación con una de sus mayores pérdidas
económicas. En noviembre de 1811 el gobierno del Reino de Guatemala fue
sacudido por el levantamiento de San Salvador, y el de León en diciembre. Ante
los ánimos caldeados, el mercader decidió retirarse a sus haciendas, pero fue
detenido por la población que temía el aviso a las autoridades coloniales. Su ira
no era casual, Murillo era íntimo del intendente José Salvador65. Al final pudo
salvarse por la mediación del obispo García Jeréz y su suegro, Domingo Galarza
Corcuera, ambos miembros de la Junta Provincial de León66. No obstante, la
población saqueó «la casa de dicho Sr. Murillo»67 con una pérdida de más de
20 000 pesos en propiedades y mercancías68. Aunque al final el capitán general
José Bustamante y Guerra envió tropas a la Intendencia de Nicaragua para
sofocar los levantamientos de León, Granada, Rivas y otros poblados69, el
daño estaba hecho. A partir de ese monto se puede considerar que cinco años
62 ACOFY, 2.1.53, Carta de Gabriel Iturbe Iraeta a José Simón Castroviejo, 26 de febrero de 1817, ff. 168v-
169.
63 ACOFY, 2.1.53, Carta de Gabriel Iturbe Iraeta a Juan Bautista de Marticorena, 15 de octubre de 1816, ff.
145-145v; Iturbe Iraeta a Mariano Murillo, 26 de febrero de 1817, ff. 168v-169.
64 ACOFY, 2.1.53, Carta de Gabriel Iturbe Iraeta a Juan Bautista de Marticorena, 15 de octubre de 1816, ff.
145-145v; Iturbe Iraeta a Mariano Murillo, 26 de febrero de 1817, ff. 168v-169.
65 «Parte de un informe rendido por el Capitán General de Guatemala al Secretario de Estado del Gobierno
Español en que se refiere a los sucesos ocurridos en Nicaragua en los años 1811 y 1812», en Chester
Zelaya, Nicaragua en la independencia (Managua: Fundación Vida, 2004), 340.
66 Zelaya, Nicaragua, 54-56; Castellón Barreto, «Familia Murillo», 2.
67 ACOFY, 2.1.52, Iturbe a Juan Bautista de Marticorena, 1 de noviembre de 1812, f. 33.
68 ACOFY, 2.1.52, Iturbe a Mariano Murillo, 14 de junio de 1813, ff. 72-73.
69 Zelaya, Nicaragua, 57-66.
después del levantamiento leonés, las ganancias del aragonés con Iturbe apenas
representaron un 42 % de lo que tenía en 1811. En ese sentido el comercio con
Nueva España, si bien fortuito y redituable, fue apenas un salvavidas frente a
los efectos de la crisis política.
El uso del anillo Pacífico fue un recurso esencial para las operaciones de la
compañía Iturbe y la casa Aycinena gracias al rol del occidente novohispano y
el tráfico marítimo con Sudamérica. A causa de las alteraciones de la guerra,
los puertos de San Blas y Tepic fueron esenciales, ya que eran la antesala de
Guadalajara, un centro urbano de articulación regional y arrastre económico
desde finales del siglo XVIII70. Por ese motivo las dos empresas triangularon
sus negocios con el mercader Martiarena para remitir libranzas por valor de
8 000 y 10 000 pesos desde San Blas a Sonsonate entre 1823 y 182471. Con ese
respaldo financiero los negocios con Sudamérica tenían seguridad. Por ejemplo,
el guayaquileño Juan Rodrigez Coello, apoderado por la casa Aycinena72,
importó cacao desde Ecuador para México a través de un bergantín británico73.
De esa forma se mantuvo en pie la triangulación entre los mercaderes y sus
pares sudamericanos.
No obstante, la coyuntura política era arriesgada para los negocios. Por eso las
acciones de guatemaltecos y leoneses respecto al Plan de Iguala fueron parte
de un riesgo calculado para asegurar la continuidad y réditos de sus negocios.
70 Ese carácter hizo que exiliados centroamericanos luego de 1829 buscasen hacer negocios en esa
región. Miguel García Granados, Memoria del General Miguel García Granados (Guatemala: Tipografía
Nacional, 2011), 259-262, 320-340.
71 ACOFY, 2.1.58, ff. 22, 104v-105, 189-190v, 201, 172-273, Iturbe a Mariano Aycinena, 4 de junio de 1823,
13 de septiembre de 1823, 2 de diciembre de 1823, 7 de enero de 1824, 3 de marzo de 1824.
72 AGCA, A1.20, leg. 3051, exp. 29323, ff. 43-44, Protocolo de José Antonio García Zelaya, 3 de abril de
1822.
73 ACOFY, 2.1.58, Carga de Gabriel Iturbe Iraeta a Mariano Aycinena, 18 de junio de 1823, ff. 31-31v; 2 de
diciembre de 1823, ff. 189-190v.
En Nueva Guatemala, la casa Aycinena fue el cerebro del Plan Pacífico para
la independencia que gestionó la adhesión al Plan de Iguala y la Anexión al I
imperio mexicano74. Como cerebro político de la maniobra, Mariano Aycinena
trabajó «incansablemente» para la unión y, naturalmente, para ello dependió
de sus contactos en México. Por ejemplo, en Antequera Manuel Solar Campero
e Ignacio de Goytia fueron sus canales de comunicación con el comandante
general de Oaxaca y el general Vicente Filísola, respectivamente75.
74 Horacio Cabezas Carchache, Independencia Centroamericana. Gestión y ocaso del Plan Pacífico para la
independencia (Guatemala: Editorial Universitaria, 2009).
75 Mariano de Aycinena a Manuel del Solar Campero, Guatemala, 18 de diciembre de 1821, en La anexión a
Centroamérica. Documentos y Escritos, vol. III, compilado por Rafael Heliodoro Valle (México: Secretaría
de Relaciones Exteriores, 1971).
76 Libranza por 790.1 pesos, extendida por Mariano Aycinena a favor de Guergué contra Iturbe Iraeta,
2.1.58. ff. 189-190v, 272-273; Iturbe a Mariano Aycinena, 2 de diciembre de 1823 y 3 de marzo de 1824.
77 «En 1822 Mariano de Aycinena solicitó a Agustín de Iturbide carta de recomendación dirigida al general
San Martín para cancelar una deuda contraída con el gobierno virreinal en 1809. Estaba valuada en
180 000 pesos a pagar a José Cabenencia, su apoderado en Lima». «Mariano de Aycinena a Agustín
de Iturbide, 18 de marzo de 1811», en La anexión a Centroamérica. en La anexión a Centroamérica,
compilado por Valle, doc. 184, 235.
78 4 000 pesos a favor de Mayorga en una libranza de Mariano Aycinena contra Gabriel Iturbe Iraeta.
ACOFY, 2.1.58, ff. 31-31v, 104v-105, 189-190v, Iturbe a Mariano Aycinena, 18 de junio, 13 de septiembre
y 2 de diciembre de 1823.
79 AGCA, A1.20, leg. 835. exp. 9328, ff. 211-213, Protocolo de José Francisco Gavarrete, 15 y 16 de marzo
de 1822.
Sin embargo, no todas las élites del reino estuvieron de acuerdo con el liderazgo
guatemalteco en la anexión y optaron por seguir una anexión autónoma. ¿Por
qué? En León, Nicaragua el «Acta de los nublados», documento que reconoce
la independencia del Reino de Guatemala de España, fue firmada por allegados
a la casa Iturbe como Joaquín Arechavala80 y Domingo Galarza, suegro de
Murillo81. Considerando esa vinculación, es factible entender que la decisión
de la élite leonesa de adscribirse al Plan de Iguala tuvo como fin comerciar
directamente entre Realejo con los puertos del occidente mexicano, evitando
la mediación de mercaderes guatemaltecos como los Aycinena.
Conclusiones
Luego de este largo recorrido en años convulsos, varias conclusiones se
pueden extraer de la experiencia mercantil. Destaca la flexibilidad de los
mercaderes durante acontecimientos críticos que provocaron la ruina de
sectores económicos enteros. Esa maleabilidad fue de la mano con la capacidad
de aprovechar oportunidades y de apostar por negocios que redundaron en
beneficios, que posibilitaron retroalimentar sus giros financieros y mercantiles.
Es necesario señalar que sin la presencia de redes familiares el comercio habría
sido insostenible. Eso se debió a que los parientes tenían el conocimiento
esencial de comercio y finanzas, y estaban situados en cargos institucionales.
Pese a las ganancias jugosas del tráfico de mercancías, el comercio entre los
reinos paulatinamente se apagaba. Las telas novohispanas y chinas encontraban
consumidores, pero ya debían competir con el contrabando británico. El cacao
era un grano de alto consumo, pero la guerra civil novohispana resquebrajó
las rutas tradicionales de distribución. El añil estaba en crisis desde inicios del
siglo. El tinte de Nueva España perdió presencia por las campañas militares. El
añil nicaragüense entró en un contexto muy competitivo y solo pudo generar
ganancias gracias al crédito y prestigio de la casa Iturbe. Mercancías menudas,
como la sal catártica o el azafrán, sobrellevaron grandes retos para su venta y
consumo. Finalmente, el mercado financiero resintió la escasez de numerario
por la destrucción de las minas, haciendo que las libranzas representaron
sumas menudas e irregulares.
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Resumen
La Sublevación de Granada y la Conjura de Belem constituyen dos hechos
históricos estrechamente relacionados, y su análisis ha servido a historiadores
para caracterizar al presidente José de Bustamante y Guerra; y para referirse
a una de las causas generadoras del proceso independentista en el Reino de
Guatemala: el antagonismo entre los provincianos –en especial añileros,
ganaderos y mineros– y la élite económico-política de Nueva Guatemala
de la Asunción, monopolizadora del comercio exterior e interior. Entre las
reivindicaciones que se plantearon durante la Sublevación de Granada, las
principales fueron: la libertad de comercio, la rebaja del tributo y otros impuestos,
la abolición de la esclavitud del negro y la suspensión del repartimiento de
indios. Estas demandas no fueron atendidas en 1821 por los que planificaron e
hicieron efectiva la Declaración de Independencia el 15 de septiembre, ya que
sus objetivos eran el mantenimiento del status quo en los ámbitos económicos,
políticos y religiosos, para «prevenir las consecuencias que serían terribles en
el caso que la proclamase de hecho el mismo pueblo»1.
Sublevación de Granada
A mediados de agosto de 1813, vecinos de Nueva Guatemala de la Asunción
que, a pie o en coche, buscaban la calle Real para dirigirse al hipódromo del
Norte, para recrearse en la feria de Jocotenango2, al pasar por la plaza de Armas,
contemplaron el triste espectáculo que exhibía un grupo de condenados
a muerte y a prisión perpetua, encadenados por los tobillos, que estaban
arribando para ser encarcelados y posteriormente presentados al tribunal de
la Audiencia.
2 Feria de Jocotenango: Ramón A. Salazar refirió que en ella eran comercializados chales de seda, cigarros,
eslabones de acero y peinetas de carey con incrustaciones de oro provenientes de El Salvador, así como
frutas de Quetzaltenango, ponchos de Momostenango, pitos de Patzún, muebles de Totonicapán, jícaras
y chinchines de Rabinal, jarcia de Cubulco, hamacas de Cahabón y rosarios de tusa de San Martín
Jilotepeque. Ramón A. Salazar, Historia del desenvolvimiento intelectual de Guatemala (época colonial)
(Guatemala: Editorial del Ministerio de Educación, 1951).
Xerez3, quien nos introduzca en lo acontecido en ese país entre esa fecha y 1813,
pues en carta secreta informó al presidente José de Bustamante y Guerra que la
noche del 13 de diciembre de 1811, en León, había ocurrido una sublevación
que depuso al intendente José Salvador, la cual había estado encabezada por
el fraile mercedario Benito Miquelena4 y el dirigente indígena de Subtiava,
Juan Modesto Hernández. Añadió también que, el día siguiente, los alzados
nombraron una Junta de Gobierno, encabezada por su persona; y que juraron
fidelidad y subordinación a los poderes superiores de España, para defender la
religión y reconocer a Fernando VII como rey5.
3 Nicolás García Xerez (1757-1825): fraile dominico, obispo de Nicaragua e intendente. En 1815 consiguió
que la Corona autorizara la transformación del Seminario San Ramón Nonnato en la Universidad de
León. En 1821 se opuso a la Declaración de Independencia y, junto con el gobernador Miguel González
Saravia, promovió el Acta de los Nublados. El 13 de octubre de ese mismo año, ordenó a los párrocos jurar
la independencia absoluta de España, sólo si era condicionada al Plan de Iguala y de las Tres Garantías
(AGCA, B5, leg. 59, exp. 1366). En 1825, Manuel José Arce, desterró a Guatemala al obispo y a Cleto
Ordóñez. Falleció el 31 de julio de 1825, en el convento de Santo Domingo de la ciudad de Guatemala.
4 Benito Miquelena: originario de Guatemala. El 13 de diciembre de 1811 encabezó en León un
movimiento de unas 7 000 personas que, armados de puñales, machetes y palos, depusieron al intendente
José Salvador. Al fracasar el movimiento, huyó a San Salvador, pero fue detenido y enviado prisionero
a Guatemala, donde se le indultó. Al fracasar la Conjura de Belem, José Eulalio Samayoa le ayudó a
escapar, pero pocos días después fue capturado. Recuperó su libertad en 1819, gracias al indulto real
(AGCA, B25, leg. 29, exp. 758, fol. 14).
5 AGI/AG, leg. 631. Chester Zelaya Goodman, Nicaragua en la independencia (Managua: Colección
Cultural de Centroamérica, 2004), 55-56. También fueron integrantes de la Junta un boticario y un
médico.
6 En Andrés Laguna Laparra, Ramón Casaus. El anti hidalgo. Fidelidad a España en tiempos de la
insurgencia (Querétaro: Univeridad Autónoma de Querétaro, 2012), 44-45.
7 Tal honor le correspondió entonces al regidor decano y alférez real, Pedro Chamorro.
8 Adrián Zavala, «El diario de don Adrián», Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano,
núm. 111 (1969): 105.
El primer día del nuevo año, los regidores eligieron en Granada nuevas
autoridades edilicias y resultaron electos como alcaldes Juan Argüello y Juan
Espinoza; decisión que fue anatematizada por el vicario general, presbítero José
Antonio Chamorro, en su Proclama a los fieles vasallos de Fernando Séptimo,
el 7 de enero:
9 Llama la atención que no haya sido un Tedeum, como era lo usual. Señal que la devoción a la Purísima
por parte de los sectores populares de Granada ya era muy significativa.
10 Zavala, «El diario», 105.
11 ibid., 105 y 109.
12 ibid., 117.
13 ibid., 106.
14 Habían participado en el movimiento antiesclavista encabezado por Toussaint Louverture en Haití.
Horacio Cabezas, «Revolución francesa y abolición de la esclavitud». Tres enfoques sobre la revolución
francesa (Guatemala: Dirección General de Investigación, Universidad de San Carlos, 1989).
nacimiento del río San Juan, a orillas del lago de Nicaragua, y se llevaron
engrilletado al comandante de la guarnición15. Durante ese mismo mes,
monimboseños nombraron subdelegado intendente a O’Horan y apoyaron a
los granadinos; mientras, en Niquinohomo, Francisco Ramón O’Horan intentó
insubordinar a los indígenas; y en Rivas, los ganaderos y añileros mostraron
una actitud semejante a la de los sublevados de Granada. A juicio de Adrián
Zavala, como los indígenas de Masaya y su nuevo subdelegado intendente
fueron los encargados de controlar los caminos, provocaron «ciertas discordias
y enemistad entre indios y ladinos, que abrieron entre sí una guerra civil que
sirvió después infinito a la buena causa»16.
Por otro lado, José Gabriel O’Horan entró en conflicto con los dirigentes
de Granada, porque estos habían aceptado al presbítero Benito Soto como
comisionado del obispo e intendente Nicolás García Xerez para que procurara
el restablecimiento de la paz. Como O’Horan intentó tener mayor beligerancia
en la estrategia a seguir en la defensa de Granada, enviaron 30 soldados a
Masaya para detenerlo y entregarlo al comisionado. En esas circunstancias,
la noche del 21 de febrero de 1812, hubo un confuso incidente en que nueve
monimboseños murieron y otros resultados heridos, pues se creyó que se
estaban reuniendo para asaltar la casa del subdelegado intendente y liberarlo.
Según Adrián Zavala22, entonces administrador de la Real Renta de Correos de
Granada:
Esta desgracia llenó de consternación al pueblo; la mayor parte de sus indios se fueron
para los montes y otros, con sus principales, se presentaron el 24 al Ayuntamiento que
los acogía protestando, en virtud de requerimiento, que reconocían al Rey, al Superior
Gobierno y al Iltmo. Sr. Obispo. En su virtud, se le dispensó el amparo, que nunca les
faltó, reclamando ellos que se le quitasen los ladinos, acusándoles de haber sido los
causantes de las primeras conmociones.
Conjura de Belem
El 28 de octubre de 1813, los frailes mercedarios Benito Miquelena –ya
mencionado por haber sido promotor de la Sublevación de León en 1811– y
José Víctor Castrillo, en unión de los hermanos belemitas Juan Nepomuceno
de la Concepción y Manuel de San José, así como de Tomás Ruiz, cura secular
e indígena nicaragüense28, condolidos por los padecimientos de los presos de
la sublevación de Granada, invitaron a participar en una especie de tertulia
a los civiles Andrés Dardón, Juan José Alvarado (18 años), Juan Fernández,
Cayetano Bedoya, Mariano Bedoya, Manuel Ibarra, Mariano Cárdenas
(agricultor), Manuel Tot (indígena), Francisco Montiel, José Ruiz (hermano de
Tomás Ruiz) y al síndico municipal José Venancio López Requena, así como al
sargento de dragones del batallón fijo Rafael Aranzamendi y a los oficiales José
de la Llana y Macario Sánchez. Esta debía celebrarse en el convento de Belem,
ubicado en la parte sureste de Nueva Guatemala de la Asunción, cerca de los
templos de Capuchinas y Santo Domingo. La tertulia, en realidad, no era para
26 Alejandro José Carrascosa (?-1821): Ayudante mayor de las milicias de Quetzaltenango y sargento
mayor veterano del Escuadrón de Dragones de la Ciudad de Guatemala (1802-?), originario de España.
En 1812, desde Granada, Manuel Antonio de la Cerda informó a su hermana Petronila, residente en
Guatemala, que Carrascosa, como comandante de las fuerzas represivas, actuó con excesiva dureza
contra los reos y sus familiares (AGCA, B22, leg. 81, exp. 2365). También se sabe que aprobó el sumario
instruido sin haber oído a los presos y a sus defensores (AGCA, B22, leg. 25, exp. 707, fol. 75). Además,
encarceló a Josefa Chamorro y confiscó sus bienes, por haber apoyado a los sublevados. Falleció el 9 de
septiembre de 1821 en Granada (AGCA, A21, leg. 30, exp. 739, fol. 9).
27 Marure, «Bosquejo histórico», 7.
28 Tomás Ruiz: (1777-1840?). Llegó a Nueva Guatemala de la Asunción en 1794, en compañía del arzobispo
Juan Félix de Villegas. Fue alumno de Fray Matías de Córdoba. Su tesis de licenciatura se tituló Los
estudios de las humanidades son siempre útiles a los varones eclesiásticos y es necesario que siempre existan.
jugar cartas, cantar y merendar, como era costumbre, sino para intercambiar
opiniones sobre la situación de los presos de Granada y maquinar un plan que
condujera a su liberación, como lo fue el soborno que se hizo a los sargentos de
dragones León Díaz y Felipe Castro, y al teniente Joaquín Yúdice29.
En esa ocasión, el padre Tomás Ruiz leyó una proclama del cura insurgente
mexicano José María Morelos –probablemente Sentimientos de la Nación–,
en que exponía los postulados básicos de dicho movimiento emancipador:
soberanía popular, abolición del tributo, esclavitud y tortura, libertad de
comercio y celebración del día de la Virgen de Guadalupe. En otra de esas
reuniones, Fray Miquelena, promotor principal de la conjura, y Fray Juan
Nepomuceno de la Concepción recibieron el juramento de los confabulados e
impusieron en el ojal de la solapa un botón en forma de búho, como símbolo
de identificación. Por otro lado, Miquelena escribió a familiares de los presos
que residían en Granada, Chontales y Nueva Segovia, y les insinuó esperanzas
de que pudieran recuperar su libertad. Las últimas reuniones se realizaron en
casa de Cayetano Bedoya.
29 Arturo Valdés Oliva, La independencia en la realidad histórica (Guatemala: Tipografía Nacional, 1971),
55-56. AGCA, A12, leg. 2191, exp. 15740, fol. 13v.
30 Gachupines: Españoles peninsulares radicados en América. En Guatemala se usó más el sinónimo
chapetón. Durante la gesta independencia mexicana, uno de los principales gritos de guerra era «Viva la
Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines».
• Diez años de presidio en África para Fray Benito Miquelena, mientras que
a Francisco Montiel y José Ruiz, a ocho años en el mismo lugar. El sargento
de dragones Rafael Aranzamendi, por no haber dado parte oportunamente
a sus jefes, lo dejó sujeto a la pena que un Consejo de Guerra le impusiera31.
La infidencia por espías, o de otra forma, qe. ataque y ofenda directamente los medios
de defensa, e inutilise los esfuerzos de las armas, será privativamente del conocimiento
de la jurisdicción militar, ¿Y la infidencia o la conjuración de qe. se trata y conoce la
Capitanía Gral. no tuvo por fin directo y primario la conjuración de Comandantes,
Oficiales y Tropa? Léase el parte que se dio a V.E. [Presidente José de Bustamante y
Guerra] descubriendo los horrores que maquinaba en Belén la reunión de miserables
obcecados. Entre otros sugetos (dicen los autores de él) hemos conocido al licenciado
Dn. Venancio López. Para dar el golpe de insurrección, se convidaba con engaños a
Oficiales y Tropa del Fixo, Caballería, Caribes, y Artilleros: y se conspiraba contra la vida
de V. E., el comandante, y otros varios oficiales de graduación qe. se señalan y se debían
prender por principio de la grande y descabellada empresa al momento convenido. –El
Sargento Bargas, Silva, y los Cabos Solis y Laso, declaran conformemente–. Y el plan de
conspiración del día 24 de Dic. re. certifican que era un texido de seducciones de la Tropa
de guarnición, junto con el intento de destruir y prender desde la inviolable persona de
V.E. hasta el sargento último que guardase fidelidad al Rey y Constitución Española.32
de la petición de fray José de San Martín, prior del convento de Belem, ordenó
que los frailes Juan Nepomuceno de la Concepción y Manuel de San José, así
como Francisco Cordón, fueran trasladados a La Habana (Cuba), con rumbo a
España, lo que se realizó en la fragata Carolina36.
Gracias al indulto real del 25 de junio de 1817, al igual que los presos de la
Sublevación de Granada, todos los presos de la Conjura de Belem recobraron
su libertad el 13 de diciembre de 181937.
un carácter demasiado grave, y una importancia que realmente no tenía; pues solo quedó
reducida á algunas pocas juntas celebradas en Betlem y en casa de D. Cayetano Bedoya,
en donde se proyectó la prisión del Capitán General y de los principales gefes militares,
la libertad de los presos granadinos; y verificado esto, proclamar la independencia:
sin embargo, los anti-independientes publicaron que en Betlem se trazaban planes
incendiarios y horribles de saqueo y devastación.38
Bibliografía
Batres Jáuregui, Antonio. Fábulas del Dr. D. Rafael García Goyena: precedidas de la biografía del
autor y de un juicio crítico de sus obras. Madrid: Librería de la vida de Hernando y Cía.,
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Zavala, Adrián. «El Diario de Don Adrián». Revista Conservadora del Pensamiento
Centroamericano, núm. 111 (1969): 104-120.
Resumen
Este ensayo busca presentar y comentar, de manera muy sucinta, una declaración
de independencia que fue elaborada por los ayuntamientos constitucionales de
los pueblos de indios de Teotepeque, Chiltiupán, Tamanique, Mizata, Xicalapa
y Zapotán, pertenecientes a la Intendencia de San Salvador. La importancia
del documento, fechado el 4 de febrero de 1822, radica en que nos permite
valorar el proceso independentista más allá de las tradicionales proclamaciones
realizadas por ciertos vecinos del Reino de Guatemala y porque nos revela
que la independencia fue entendida y practicada no solo como la ruptura con
España sino también con las jerarquías territoriales habidas en la región.
* Doctor en Historia por la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla. Director de publicaciones y UCA
Editores en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, El Salvador.
Introducción
No hace mucho que Alfredo Ávila, Jordana Dym y Erika Pani denominaron
al período que va entre 1776 y 1826 como la «era de las declaraciones» por la
proliferación de actas, manifiestos y proclamas que fueron escritas, publicadas,
reconocidas o juradas desde el norte hasta el sur del continente americano y
en cuyo contenido declaraban el surgimiento de una nueva entidad política,
su soberanía o los derechos inalienables del pueblo1. Pero como estos autores
señalaron, para las historiografías nacionalistas latinoamericanas del siglo XIX
y XX era imperioso reconocer entre todas las proclamas producidas en cada
provincia o reino a una sola, considerándola como el acta de nacimiento de
los Estados nacionales. Eso ocurrió en Centroamérica con el acta del 15 de
septiembre de 1821.
1 Alfredo Ávila, Jordana Dym y Erika Pani, coordinadores, Las declaraciones de independencia. Los textos
fundamentales de las independencias americanas (México: El Colegio de México y Universidad Nacional
Autónoma de México, 2013), 9-11.
2 Jordana Dym, «Declarar la independencia: la evolución de la independencia centroamericana, 1821-
1864», en las declaraciones de independencia, coordinado por Alfredo Ávila, Jordana Dym y Erika Pani,
303.
Fuente: Wendy Rivas, ilustración con indicaciones del autor, Sajid Alfredo Herrera.
Una de las noticias más antiguas que tenemos de uno de estos pueblos es la
del licenciado Francisco Marroquín, quien en 1532 describía el número de
encomiendas habidas en la provincia de San Salvador y señalaba quiénes eran
sus encomenderos. Marroquín, cura en ese entonces de Santiago Guatemala,
daba cuenta que un español de nombre Gabriel, pero cuyo apellido no
sabía, tenía de encomienda el pueblo de Teutepegua (Teotepeque) y Vyxaca
(¿Mizata?), con «muy pocos yndios que lo sustentan muy miserablemente»3.
3 «El Licenciado Francisco Marroquín y una descripción de El Salvador, año de 1532», Anales de la
Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, año XLI, núm. 2-4 (1968), t. XLI, 232.
tributarios cada uno. A partir de esos datos, David Browning ha hecho una
estimación del número de habitantes para esa época: en el caso de los tres
pueblos mencionados era de 100 cada uno, aproximadamente (entre hombres,
mujeres y niños)4. Al parecer, dos características identificaron a estos seis
pueblos durante la era colonial. Una de ellas fue su resistencia a la ladinización,
pues todo apunta a que esta no fue un fenómeno crucial en sus vidas. De
acuerdo con informes seculares y eclesiásticos, siempre fueron considerados
pueblos de indios cuya lengua era la «mexicana», también denominada como
«pipil». La otra característica fue el reducido número de habitantes. Sin duda,
su ubicación relativamente aislada así como el no hallarse dentro de los
circuitos productores de mayor estimación para la Corona, posibilitaron las
características anteriores.
En efecto, las relaciones y descripciones en el siglo XVIII e inicios del XIX dejan
en evidencia no solo el reducido número de sus habitantes en comparación
con otras poblaciones de la Alcaldía mayor, Intendencia de San Salvador,
sino también su reducida ladinización. En 1740, el alcalde mayor de San
Salvador, Manuel de Gálvez, sostenía que solo Xicalapa y Teotepeque tenían
más de cien indios (140 y 137, respectivamente). Mientras tanto, los demás no
contabilizaban ni 30 indios cada uno (Zapotán 25, Mizata 15, Chiltiupán 28
y Tamanique 24)5. Hacia 1768, el cura de San Antonio Ateos, Joseph Antonio
Méndez, informaba que Teotepeque tenía 280 indios; Xicalapa 513 (de los
cuales solo había una familia de ladinos); Chiltiupán 227 y Tamanique 1606. A
inicios del siglo XIX, todos estos pueblos fueron considerados de indios por el
informe que realizó en 1807 el intendente Antonio Gutiérrez y Ulloa7.
4 David Browning, El Salvador, la tierra y el hombre (San Salvador: Dirección de Publicaciones del
Ministerio de Educación, 1975), 492.
5 «Relación geográfica de la Provincia de San Salvador, por Don Manuel de Gálvez, alcalde mayor de ella»,
Boletín del Archivo General del Gobierno, núm. 1, año II (1936): 24-25.
6 «Respuesta del padre Cura de Ateos», Joseph Antonio Méndez [26 de noviembre de 1768] en Santiago
Montes, Etnohistoria de El Salvador. El guachival centroamericano, tomo II (San Salvador: Dirección de
Publicaciones del Ministerio de Educación, 1977): 135.
7 Antonio Gutiérrez y Ulloa, Estado general de la Provincia de San Salvador: reyno de Guatemala (año de
1807) (San Salvador: Dirección de Publicaciones, 1962), 71-74.
asentados. La producción del aceite del árbol del bálsamo era de origen
prehispánico, y gracias a una descripción de 1576 es que sabemos cómo la
realizaban sus habitantes. El oidor de la Audiencia de Guatemala, Diego
García de Palacio, autor de esa descripción, mencionaba que en la región de
Guaymoco:
“Ay grandes árboles de bálsamo de á más de 55 pies de alto. Es madera muy recia y pesada.
El licor que en común se coje del es por el bueno en verano que acá es desde Noviembre
hasta mayo; vale una botija perulera del, doscientos y quarenta reales. Los indios sácanlo
con alguna violencia, porque para que el árbol dé é estile más, lo chamuscan con leña al
derribo del tronco (…). Dizen es licor marabilloso”8.
Browning nos dice que, junto al cacao, la producción del aceite que
proporcionaba el árbol del bálsamo fue una de las prioridades comerciales de
los españoles en el siglo XVI. De hecho, unas bulas papales de 1562 y 1571
autorizaron su uso para el aceite de los sacramentos y declaraban como acto
sacrílego dañar a estos árboles. Sin embargo, por diversas razones, entre ellas las
epidemias que diezmaron a la población indígena del siglo XVI y la extracción
tradicional del aceite que terminaba dañando a los árboles, la producción del
bálsamo nunca se comparó al cultivo masivo del añil y a los beneficios que este
proporcionó a la Corona, sobre todo a fines del siglo XVIII9. Como mencioné
arriba, para las autoridades coloniales estos seis pueblos no significaron un
aporte estratégico para la Real Hacienda. A inicios del siglo XIX, el intendente
Gutiérrez y Ulloa describió a algunos de ellos como lugares de extrema miseria
(Chiltiupán) y «muy destruido y falto de policía», en el caso de Teotepeque10.
8 «Carta dirigida al rey de España por el licenciado Don Diego García de Palacio, oydor de la Real
Audiencia de Guatemala, año de 1576», en Colección de documentos importantes relativos a la República
de El Salvador (San Salvador: Imprenta Nacional, 1921), 27.
9 Browning, El Salvador, 117-119.
10 Gutiérrez y Ulloa, Estado general, 71 y 74.
11 Sajid Alfredo Herrera Mena, El ejercicio de gobernar. Del cabildo borbónico al ayuntamiento liberal: El
Salvador colonial, 1750-1821 (Castelló de la Plana: Universitat Jaume I, 2013), 153.
12 Archivo Municipal de Sonsonate (AMS), Actas de elección, actas municipales, avalúos de bienes, caja 1,
fol. 16-16v. Al final, fue electo como diputado el presbítero y doctor José Mariano Méndez.
Características de la declaración
La declaración de Teotepeque es un escrito breve, pero con exposición clara y
ordenada del propósito que persigue, a pesar de las características ortográficas
de la época. En el primer párrafo, sus autores notifican que habían recibido un
oficio del jefe político de San Salvador, José Matías Delgado, con fecha de 25 de
enero de 1822, por el que este ordenaba a los ayuntamientos y subdelegados a
abstenerse de recibir y publicar toda comunicación o providencia procedente
de Ciudad de Guatemala con el fin de mantener el orden y la tranquilidad
dentro de la Intendencia.
El documento tenía como remitente al jefe político de San Salvador, José Matías
Delgado, antiguo vicario de la capital de la Intendencia y antiguo miembro de
la Diputación provincial de Guatemala. Delgado había sido nombrado jefe
político de San Salvador a inicios del mes de octubre de 1821. Una de sus
más importantes medidas fue la convocatoria a elección de la Diputación
provincial de San Salvador en noviembre de ese mismo año, en la que salieron
electos sus parientes y amigos, todos ellos defensores del republicanismo. En
enero de 1822, como indicaré más adelante, esta Diputación provincial se
convertirá en junta provisional gubernativa de San Salvador debido, primero,
a la incompatibilidad de su proyecto republicano con las medidas que había
14 Sajid Alfredo Herrera Mena, «San Salvador: los últimos meses de 1821», en El Salvador: pensamiento
e historia. Aportes para una lectura crítica del presente, coordinado por Breni Cuenca (San Salvador:
UNAM y Secretaría Nacional de Arte y Cultura del FMLN, 2019), 409-416; Sajid Alfredo Herrera Mena,
«Independencia, jurisdicciones y legitimidad política. Los ayuntamientos frente al gobierno de San
Salvador, 1821-1823», en Reflexiones en torno al Bicentenario de las independencias centroamericanas.
Independencias y formación de los estados nacionales, compilado por Adrián Chávez Marín y Elizet
Payne (Alajuela: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 2018), 79-80.
15 Herrera Mena, El ejercicio de gobernar, 142.
Es difícil conocer dónde y cómo fue la formación escolar obtenida por los
secretarios firmantes de la declaración de Teotepeque, pero –por ciertos datos
que se tienen– se infiere que la castellanización de sus pueblos a través de las
escuelas primarias fue nula o notablemente precaria durante décadas. En 1768
el cura de Ateos informaba que en los pueblos de Tamanique, Teotepeque,
Chiltiupán y Xicalapa no existía escuela primaria, «recusando los indios dicha
enseñanza por sus muchas indigencias»17. En términos generales, y décadas
más tarde, el mismo constitucionalismo gaditano consideró los rezagos en la
castellanización de los pueblos, por lo que exigió a los ciudadanos saber leer y
escribir a partir de 1830, según rezaba el artículo 25 de la Constitución de 1812.
De ahí que, probablemente, algunos eclesiásticos del curato, al que pertenecieron
Teotepeque y sus anexos, se dieron a la tarea de instruir selectivamente a ciertos
niños, quizás a los hijos de las familias principales. Cabe pensar, asimismo, que
estos hijos aprendieron lectura y escritura castellana a través de los escribanos
locales, transmitiéndose así el conocimiento de una generación a otra. Ahora
bien, no queda claro si para el año en que fue elaborada la declaración de
Teotepeque existía alguna escuela (y, por ende, maestros) en los seis pueblos
involucrados con el acta independentista, o si los maestros que había no
cumplían con las expectativas de las autoridades locales. Menciono lo anterior
porque en un oficio fechado el 15 de febrero de 1822 y dirigido al jefe político
de Guatemala, Gabino Gaínza, los gobiernos locales de esos seis pueblos
solicitaban tener «M[aes]tros. de Escuela con alguna ilustración, porq[u]e. por
nuestra miseria [señalaban] no podemos dar una dotación competente»18.
16 Owen Jones, «Ah tzibrech cabildo, ‘Él quien es escribano por el cabildo’. Cultura y práctica legal k’ichee’
en los siglos XVII y XVIII», en Los indios ante la justicia local. Intérpretes, oficiales y litigantes en Nueva
España y Guatemala (siglos XVI-XVIII), editado por Yanna Yannakakis, Martina Schrader-Kniffki y Luis
Alberto Arrioja Díaz Viruell (Zamora: El Colegio de Michoacán, 2019), 57-76.
17 «Respuesta del padre Cura de Ateos», Etnohistoria de El Salvador, II, 135.
18 AGCA, B5.4, exp. 1676, leg. 62, fol. 5.
24 Sajid Alfredo Herrera Mena, «Espacios y opinión pública durante la anexión del Reino de Guatemala a
México: San Salvador, 1821» en Revista LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos XVII, núm. 1 (enero-
junio de 2019): 15-32.
25 Herrera Mena, «Espacios y opinión pública», 24.
26 ibid., 22.
El proceder de las autoridades de San Salvador no fue bien visto por los pueblos
y sus ayuntamientos constitucionales que ya se habían declarado por la unión
a México. Así, el ayuntamiento de la oriental ciudad de San Miguel les decía a
los republicanos sansalvadoreños que tanto el pacto del 15 de septiembre como
el pacto formalizado a través de los cabildos abiertos habían sido válidos, en
alusión a la negativa de los republicanos por reconocerlos. Para los migueleños,
el gobierno de Guatemala invitó a las provincias a seguir el pacto (el acta de
15 de septiembre) que estipulaba la formación de un congreso, pero no todas
las provincias lo secundaron; luego, les propuso un medio para disolverlo (los
cabildos abiertos), evitando cualquier desastre inherente a toda disolución. A
través de este medio la mayor parte de los pueblos disolvieron el primer pacto,
llegando a constituir el segundo, el cual era legítimo. Si los pueblos no hubiesen
concurrido a formar el segundo pacto, dejándolo únicamente en las manos de
los ayuntamientos constitucionales, aun así, para los migueleños, subsistiría
27 ibid., 22-26.
28 Herrera Mena, «Independencia, jurisdicciones», 79-81.
¿Juráis por Dios Nuestro Señor, la Santa Cruz, y los Santos Evangelios que tenéis
presente guardar, en lo que respectivamente os toque, la independencia de la America
del Gobierno español, ser fieles a la Nación, y observar las Leyes fundamentales y las
demás que sancione el gobierno americano que se establezca?31
Pero Fernández Sebastián nos aclara que antes de la era de las independencias, la
voz en cuestión tenía en Europa un carácter «limitado y relativo» porque hacía
referencia a la separación jurisdiccional de unas corporaciones frente a otras.
¿Cuáles eran las razones esgrimidas por estos seis pueblos para independizarse
de San Salvador? En primer lugar, hacían alusión a la jerarquía territorial
habida en el Reino de Guatemala, deduciendo así la cadena de mando y de
obediencia. De arriba hacia abajo, la suprema autoridad se encontraba en la
capital del reino, luego en la ciudad de San Salvador y, por último, se hallaba
en los pueblos. Y si San Salvador siempre había estado sujeto a Guatemala,
con la ruptura de aquella con respecto a esta, los ayuntamientos de los seis
pueblos debían obedecer al gobierno «más superior». ¿Cómo entender esta
razón sostenida por estos pueblos separatistas?
La segunda razón era muy interesante porque tenía que ver con la obligación
de las autoridades provinciales de consultar con los pueblos sobre cualquier
disposición a adoptar en torno al futuro de la demarcación administrativa. Y es
que el documento de Teotepeque pone de manifiesto no solo el independentismo
de unos pueblos sujetos con respecto a la capital de su provincia, como podría
inferirse desde la perspectiva de François-Xavier Guerra, sino el independentismo
de un microespacio jurisdiccional que el constitucionalismo hispano había creado
en aquella provincia, en donde Teotepeque ejercía de población cabecera. Este
argumento y postura de la jurisdicción constitucional de Teotepeque pone de
manifiesto que muchos aspectos de la cultura política habían cambiado para
esas fechas. Veamos cómo lo planteaban y vayamos por partes:
sorprende y violenta la voluntad de los pueblos, siendo libres para adoptar y subcumbirse
al Gobierno que quieran.36
Para estas seis corporaciones, los pueblos eran libres de «adoptar y subcumbirse
al Gobierno que quieran». A su juicio, Gaínza y la Junta de Guatemala ya habían
dado muestras de la validez de este principio al reconocer que
De ahí que consideraban al camino optado por Guatemala como una «sabia» y
«madura» respuesta ante la situación. Pues bien, esa sabia y madura respuesta
debió haber tomado también San Salvador. La consulta a los ayuntamientos
constitucionales de la provincia era imperiosa y necesaria para que, por medio
de ellos, los pueblos, «que son libres hubieran manifestado su adhesión y
voluntad»38.
Con todo, valdría la pena aclarar que no a todos les sentó bien el uso plural
del término «pueblo». Para comenzar, a los republicanos sansalvadoreños el
uso de la expresión «voluntad de los pueblos» indicaba todo lo contrario a su
apuesta por el sistema representativo moderno, en donde el deseo de aquellos
se manifestaría a través de hombres ilustres y dignos, es decir, sus diputados o
representantes. Además, para estos republicanos, como para otros ilustrados
y liberales centroamericanos, el sentido plural era preocupante porque podía
interpretarse a la nación como el compuesto de múltiples pueblos. Luego,
al definir la soberanía nacional podía caerse en el error de entenderla como
el conjunto de soberanías particulares (la de los pueblos), pudiendo estos
atomizarla cuando cada uno siguiera su capricho o interés. Ya los diputados
liberales en las Cortes de Cádiz previeron este problema y por ello apostaron
por una concepción abstracta de la nación, entendiéndola como un sujeto
unitario e indivisible40.
La soberanía existe en el Pueblo y que puede usar de ella sin que nadie se lo estorbe, al
pasar de un gobierno á otro, en cuyo hecho reasume sus Derechos, y puede ponerlos en
exercicio sin la menor contradicción; pero una vez hecho el transito y reconocidas las
autoridades q[u]e. le han de governar, deposita en ellas el exercicio de la Soberanía, y
solo le queda el d[e]r[ech]o. de insinuar, de solicitar, y de pedir aquello que funge mas
conveniente.42
40 Joaquín Varela Suanzes-Carpegna, La teoría del estado en los orígenes del constitucionalismo hispánico
(las Cortes de Cádiz) (Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1983), 244-245.
41 María Teresa García Godoy, Las Cortes de Cádiz y América. El primer vocabulario liberal español y
mejicano (1810-1814) (Sevilla: Diputación de Sevilla, 1998), 308.
42 Citado en Sajid Alfredo Herrera Mena, «San Salvador», 410.
decir, por una realidad política y cultural que ya conocían, compartían y era
parte de su identidad45.
Reflexiones finales
En la actualidad, el concepto «independencia» alude a la separación de un
territorio con respecto de otro con el fin de convertirse en una comunidad
nacional soberana. Diversas narrativas han adjudicado, desde el presente, esta
noción de independencia a lo ocurrido en Centroamérica en los meses de
septiembre y noviembre de 1821, excluyendo o, simplemente, pasando por alto
un conjunto de microprocesos independentistas suscitados entre 1821 y 1840.
Una mirada más atenta a los documentos de la época nos pone de manifiesto
que el término independencia, así como las prácticas independentistas llevadas
a cabo, no solo buscaban la creación de una comunidad nacional soberana
sino también la separación de jurisdicciones para constituir con otras una
nueva entidad política. Y justamente eso último es lo que podemos ver en
la declaración de la jurisdicción constitucional de Teotepeque de 1822, al
pronunciar categóricamente su separación del gobierno de San Salvador para
ser parte de Guatemala y, en consecuencia, del proyecto imperial mexicano. En
tal sentido, este breve documento, escrito de manera sencilla pero utilizando
categorías importantes para la época como la de «la voluntad de los pueblos»,
pone en cuestión el mito teleológico del nacionalismo que ha permeado las
distintas narrativas sobre la independencia en Centroamérica. La declaración
de Teotepeque, como muchas otras, revela que los dados no estaban echados
desde un inicio para favorecer a la construcción de los Estados-nacionales
tales como los conocemos actualmente. Y allí está uno de los méritos de este
interesante documento pueblerino.
Documento
Se ha recibido el oficio de Vuestra Señoría de 25 del próximo pasado Enero
en que nos dice que como Jefe Político Superior de esta Provincia de San
Salvador puesto para cuidar de todos los que pertenecen al orden público,
tranquilidad de los Pueblos y de sus habitantes según el artículo 1, capítulo 3
49 Hacen referencia a la Instrucción para el gobierno económico y político de las provincias, dada por las
Cortes de Cádiz el 23 de junio de 1813. El artículo 1, capítulo 3, sostenía: «Estando el Gobierno político
de cada Provincia, según el artículo 324 de la Constitución, á cargo del Gefe superior político nombrado
por el Rey en cada una de ellas, reside en él la superior autoridad dentro de la Provincia para cuidar de
la tranquilidad pública, del buen orden, de la seguridad de las personas y bienes de sus habitantes, de
la execución de las leyes y órdenes del gobierno; y en general de todo lo que pertenece al orden público
y prosperidad de la Provincia; y así como será responsable de los abusos de su autoridad, deberá ser
también puntualmente respetado y obedecido por todos. No solo podrá executar gubernativamente
las penas impuestas por las leyes de policía y bandos de buen gobierno, sino que tendrá facultad para
imponer y exigir multas á los que le desobedezcan ó le falten la respeto, y a los que turben el orden ó el
sosiego público». AGCA, A1, exp. 55249, leg. 6090, fol. 12.
50 El artículo 19, capítulo 1, de la Instrucción de 1813 sostenía: «El Alcalde primer nombrado de los
Ayuntamientos de las cabezas de partido en donde no hubiere Gefe político subalterno, hará circular
con puntualidad á los demás de su territorio las órdenes que el Gefe político le comunique para ser
circuladas. Los respectivos alcaldes de los pueblos del partido certificarán por el Secretario del
Ayuntamiento haberlas recibido, y remitirán las certificaciones al Alcalde de la cabeza de partido, y este
al Gefe político; siendo responsables unos y otros de la morosidad que se note en la circulación de las
órdenes, ó en la remisión de los certificados». El artículo 17, capítulo 3: «Solo el Gefe político circulará
por toda la Provincia todas las leyes y decretos que se expidieren por el Gobierno, haciendo se publiquen
en la capital de la Provincia, y se entere de ellas la Diputación provincial; y cuidando de remitir las leyes
y decretos á los Gefes políticos subalternos, si los hubiere, para que los hagan circular en su territorio, ó
á los Alcaldes primeros de las cabezas de partido para el mismo efecto. Siendo de la responsabilidad del
Gefe político la circulación de las leyes y decretos, exigirá recibo de aquellas autoridades á quienes los
comunicare». AGCA, A1, exp. 55249, leg. 6090, fol. 9v y 13v.
al de Guatemala sin reconocer por ahora otra superioridad por las razones
siguientes:
Tercera: Vuestra Señoría dice que está puesto para consensuar la unión de
toda la Provincia y no hayan divisiones. Mal dice esto cuando esa capital de
la Provincia nos ha dado el ejemplo de división de la capital del Reino y en
este mismo hecho se han roto los vínculos que nos unían con ese gobierno y
solamente no serán disueltos para los pueblos a quienes acomode el Gobierno
Democrático y voluntariamente quieran obedecerlo.
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Resumen
Este ensayo analiza la visión de Centroamérica de José Cecilio del Valle en la
coyuntura de la independencia, como potencial centro de las Américas y del
mundo por su condición geoestratégica, istmo y puente continental, además de
península subtropical de América del Norte. Valle consideró que esta «posición
feliz» brindaba a la región las mejores posibilidades para alcanzar una gran
prosperidad económica, gracias a la construcción de un canal interoceánico.
Eso sería posible si se dotaba de instituciones políticas cuya función fuese
buscar «la mayor felicidad del mayor número», según la fórmula de Jeremy
Bentham. Sin embargo, tras un quinquenio de agitada vida independiente, Valle
estimó que no se debía construir un canal sin que previamente Centroamérica
consolidase un Estado fuerte y respetable, con instituciones republicanas.
Introducción
El lugar que ocupa Guatemala en el hemisferio americano,
es el que ocupa el Sol en el sistema planetario.
¡Ojalá sea el punto luminoso de donde se difundan rayos de luz a todos los otros!
Jeremy Bentham, 1827
Una vez que Vasco Núñez de Balboa alcanzó la ribera del océano Pacífico
en Panamá, en 1513, descubridores y conquistadores españoles pasaron
un cuarto de siglo más obsesionados con la búsqueda de lo que llamaron el
Estrecho Dudoso, es decir, una vía de comunicación acuática entre el Pacífico
y el mar Caribe, hasta que por fin descubrieron que tal vía no existía, aunque
sí había una región en donde el paso interoceánico casi había sido fabricado
por la naturaleza: el lago de Nicaragua y el Desaguadero o río San Juan. Esta
preocupación había sido heredada de Cristóbal Colón, quien en su último y
cuarto viaje, en 1502, recorrió gran parte de la costa de Centroamérica y Panamá
en búsqueda de ese paso. En consecuencia, desde los albores del siglo XVI, el
imperio español y sus imperios rivales de la época moderna consideraron que
América Central tenía un inmenso valor como territorio, en donde el Nuevo
Mundo se angostaba y los mares casi se tocaban. A partir de ese momento,
se formularon distintos proyectos, más o menos realistas o fantasiosos, para
construir un canal en algún punto del istmo, aunque en la práctica Panamá se
convirtió en el eje transístmico imperial en América1.
1 Carolyn Hall y Héctor Pérez Brignoli, Historical Atlas of Central America (Norman: University of
Oklahoma Press, 2003), 28-31.
Así, no es casual que en los años finales del imperio español en América, las
Cortes de Cádiz, inspiradas por Humboldt, decretaran que se construyese un
canal en América Central, idea que no tuvo mañana cuando el absolutismo
monárquico de Fernando VII fue restablecido en 18144. En la coyuntura de la
independencia del Reino de Guatemala, inaugurada con el restablecimiento de
la Constitución de Cádiz en marzo de 1820, la cuestión del valor geoestratégico
de la América Central renació con fuerza, ahora ya no como activo imperial, sino
como altísimo potencial para un proyecto de Estado y nación, conscientemente
insertado en la nueva fase de la globalización marcada por la revolución
industrial británica y por las llamadas revoluciones atlánticas.
José Cecilio del Valle, desde las páginas de su periódico El Amigo de la Patria,
fue quien con esta conciencia o mirada global intentó convertir la nunca
realizada ilusión imperial española fundamento o trampolín para el desarrollo
de Centroamérica: el valor geoestratégico pasó a ser el principio de viabilidad
de la nueva organización política que iba a darse Guatemala, es decir, ese
territorio que a partir de 1823 se llamaría Centroamérica o América Central.
2 Carlos Granados, «Hacia una definición de Centroamérica: el peso de los factores geopolíticos», Anuario
de Estudios Centroamericanos 11, núm. 1 (1985): 59-78. Dice el autor: «Geoestratégica quiere decir que
es (y ha sido) estratégica por, para usar dos conceptos comunes en geografía, su sitio y su situación. El
sitio: un istmo. La situación: área vital de paso en planes de dominio mundial», 77.
3 Víctor H. Acuña, «Centroamérica en las globalizaciones (siglos XVI-XXI)», Anuario de Estudios
Centroamericanos 41 (San José: Universidad de Costa Rica, 2015): 13-27.
4 David I. Folkman, La ruta de Nicaragua (Managua: Fundación Vida, 2001), 13.
5 La mejor biografía de José Cecilio del Valle sigue siendo el libro de Louis E. Bumgartner, José del Valle
de América Central (Tegucigalpa: Editorial Universitaria, 1997). Alejandro Gómez, José del Valle: el
político de la independencia centroamericana (Guatemala: Universidad Francisco Marroquín, 2011),
es claramente tributario de Bumgartner. Es útil consultar a los primeros biógrafos de Valle: Ramón
Rosa, «Biografía de don José Cecilio del Valle», en El Amigo de la Patria. Escritos del Licenciado José
Cecilio del Valle, compilado por José del Valle y Jorge del Valle Matheu (Guatemala: Editorial «José de
Pineda Ibarra», 1969), V-CXVI; Virgilio Rodríguez Beteta, Ideologías de la independencia (múltiples
ediciones desde 1918) y el prólogo de Rafael Heliodoro Valle, a su Antología Valle (México: Ediciones de
la Secretaría de Educación Pública, 1943), VII-XLVI.
sobre las ideas de Valle en los campos de las ciencias, la educación, las doctrinas
constitucionales y el pensamiento económico. Me voy a basar principalmente
en la colección completa de El Amigo de la Patria y en el primer volumen de la
selección de sus escritos realizada por sus descendientes José del Valle y Jorge
del Valle Matheu. Estas son las principales recopilaciones de su pensamiento
y conviene señalar que, aunque existen otras antologías de su obra, carecemos
hasta la fecha de una edición crítica y exhaustiva de todos sus escritos6.
6 El Amigo de la Patria, Escritos del Licenciado José Cecilio del Valle, tomos I y II (Guatemala: Editorial
«José de Pineda Ibarra», 1969); José del Valle y Jorge del Valle Matheu, comp., Obras de José Cecilio del
Valle. Documentos, manifiestos, discursos, críticas y estudios, tomo I (Guatemala: Tipografía Sánchez &
De Guise, 1929) y José del Valle y Jorge del Valle Matheu, comps., Obras de José Cecilio del Valle. El Amigo
de la Patria, tomo II (Guatemala: Tipografía Sánchez & De Guise, 1930).
7 El Amigo de la Patria, núm. 2 (26 de octubre de 1820), en El Amigo de la Patria, Escritos del Licenciado,
28-29.
En esta zona feliz donde la tierra parece tornarse vida, en la tórrida donde la naturaleza
ha creado lo grande y lo majestuoso está situada la provincia de Guatemala entre los 8 y
8 El Amigo de la Patria, «Elecciones», tomo I, núm. 4 (11 de noviembre de 1820), en El Amigo de la Patria,
Escritos del Licenciado, 83-84.
9 Aparece en los números 2, 3, 4, 6, 9, 10, 11, 15 y 16 del tomo segundo de El Amigo de la Patria.
16 grados de latitud boreal, en el centro de las dos Américas, en medio de los dos océanos
que bañan la inmensidad del globo.10
Guatemala es en situación tan feliz que en pocas semanas puede comunicar con las dos
Américas, con la Europa, con el África y con el Asia. Su posición geográfica la llama a ser
agricultora y marina; a tener las riquezas que da la una y las relaciones que facilita la otra.11
la provincia de Guatemala llegaría a ser la plaza central del comercio de ambas Américas,
y sabiéndola dividir en las secciones que exige su extensión y figura: desarrollándose
en su totalidad los efectos de la Constitución, adquiriendo más energía el Gobierno, no
carecería de los bienes de que parece privarle su figura angosta y prolongada.13
10 El Amigo de la Patria, «Gobierno. Provincia de Guatemala. Tierras. Posición», tomo II, núm. 2 (15 de
mayo de 1821), en El Amigo de la Patria, Escritos del Licenciado, 12.
11 ibid., 13.
12 Según nuestro conocimiento, de los autores que han estudiado el pensamiento de Valle, el único que ha
considerado los elementos que aquí se analizan en una perspectiva un tanto diferente es Matías Funes en
su libro Valle: su tiempo y el nuestro (Tegucigalpa: Litografía López, 2008), 245-255.
13 El Amigo de la Patria, «Gobierno. Provincia de Guatemala. Tierras. Figura», tomo II, núm. 3 (22 de mayo
de 1821), en El Amigo de la Patria, Escritos del Licenciado, 24.
14 ibid., 25.
15 El Amigo de la Patria, «Gobierno. Provincia de Guatemala. Tierras. Extensión», tomo II, núm. 4 (29 de
mayo de 1821), en El Amigo de la Patria, Escritos del Licenciado, 33.
16 Margarita Silva Hernández, «El nombre de Centroamérica y la invención de la identidad regional», en
Crear la nación. Los nombres de los países de América Latina, compilado por José Carlos Chiaramonte,
Carlos Marichal y Aimer Granados (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2008), 239-255.
17 El Amigo de la Patria, «Gobierno. Provincia de Guatemala. Tierras. Elevación», tomo II, núm. 6 (9 de junio
de 1821), en El Amigo de la Patria, Escritos del Licenciado, 51. En este artículo, Valle se remite repetidamente
a Humboldt, en particular a su ensayo sobre la Nueva España que parece conocer muy bien.
18 ibid., 52.
19 ibid., 55.
20 ibid., 53.
21 Andrea Wulf, La invención de la naturaleza. El Nuevo Mundo de Alexander von Humboldt (Buenos Aires:
Taurus, 2016). Se trata, sin duda, de una obra maestra.
22 El amigo de la Patria, «Gobierno. Provincia», tomo II, núm. 6, 54.
23 ibid., 57.
potencial natural del istmo con la presentación de sus suelos, sus minerales,
sus plantas y sus producciones agrícolas24.
24 El Amigo de la Patria: «Gobierno. Provincia de Guatemala. Tierras. Calidad o naturaleza», tomo II, núm.
9 (5 de julio de 1821), en El Amigo de la Patria, Escritos del Licenciado, 81-88; «Gobierno. Provincia de
Guatemala. Minerales», tomo II, núm. 10 (16 de julio de 1821), en ibid., 91-99; «Gobierno. Provincia de
Guatemala. Vegetales», tomo II, núm. 11 (26 de julio de 1821), en ibid., 101-106; «Gobierno. Provincia
de Guatemala. Vegetales. Indígenas de América», tomo II, núm. 15 (22 de agosto de 1821), en ibid., 141-
150; y «Gobierno. Provincia de Guatemala. Vegetales. Aclimatados en América», tomo II, núm. 16 (1 de
setiembre de 1821), en ibid., 151-156.
25 José Cecilio del Valle, «Discurso pronunciado en el acto de la instalación de la Sociedad Económica por
su director, el 29 de noviembre de 1829», en Del Valle y Del Valle Matheu, comp., Obras de José Cecilio
del Valle, tomo I, 168-169.
La América será por último lo que debe ser. Colocada en la posición geográfica más
feliz: dueña de tierras más vastas y fecundas que las de Europa: señora de minerales más
ricos: poblada con la multiplicación de medios más abundantes de existencia: ilustrada
con todos los descubrimientos del europeo, y los que estos mismos descubrimientos
facilitarán al americano: llena de hombres, de luces, de riquezas y de poder, será en la
tierra la primera parte de ella: dará opiniones, usos y costumbres a las demás naciones:
llegará a dominar por su ilustración y riqueza: será en lo futuro en toda la extensión del
globo lo que es al presente en Europa la rica y pensadora Albión.26
26 El Amigo de la Patria, «Gobierno. América», tomo II, núm. 18 y 19 (30 de noviembre de 1821), en El
Amigo de la Patria, ibid., 189.
27 El Genio de la Libertad, «Guatemala, los días 16 y 17 de setiembre», núm. 18 (17 de setiembre de 1821),
766-768. El Genio de la Libertad, Escritos del Doctor Pedro Molina, tomo III (Guatemala: Editorial «José
de Pineda Ibarra», 1969, 2ª. edición), 767.
28 José Cecilio del Valle, «Memoria sobre el plan de acuerdos y providencias del Supremo Poder
Ejecutivo de Guatemala, en el año de 1824 y principios de 1825» (Guatemala: 25 de febrero de 1825),
62; «Manifiesto a la nación guatemalana» (Guatemala, 20 de mayo de 1825), 65-66 y «Prospecto de
la historia de Guatemala», 104, en Obras de José Cecilio del Valle, compilado por Del Valle y Del Valle
Matheu; «Guatemala sus aspiraciones», en Escritos de José Cecilio del Valle. Una selección, editado por
Carlos Meléndez y Ramón Oquelí (Washington, D.C.: Secretaría General. Organización de Estados
Americanos, 1981), 102; «Carta a Alexander von Humboldt, Guatemala 29 de octubre de 1829», en
Cartas de José Cecilio del Valle (Tegucigalpa: Universidad Nacional Autónoma de Honduras, 1963), 50.
29 José Cecilio del Valle, «El grandioso proyecto del canal de Nicaragua y la ambición extranjera», en Obras
de José Cecilio del Valle, compilado por del Valle y del Valle Matheu, 132-149.
30 Del Valle, «El grandioso proyecto del canal de Nicaragua», 132.
Nicaragua sin canal no ofrece tantos atractivos como Nicaragua con canal. En Nicaragua
sin canal no hay para ocuparla los motivos o pretextos que puede haber en Nicaragua con
canal. En Nicaragua sin compañía extranjera que tenga privilegio exclusivo, y sea por él
casi dueña del comercio marítimo no hay tantos motivos para temer como en Nicaragua
influida por una compañía que tenga aquel carácter.35
31 Del Valle, «El grandioso proyecto», en Obras de José Cecilio del Valle, compilado por Del Valle y Del Valle
Matheu, 134.
32 ibid., 135.
33 ibid., op. cit.
34 ibid., op. cit.
35 ibid., 137.
Valle nunca dejó de pensar Centroamérica como futuro centro del mundo,
pero su mirada optimista de la realización de ese «destino manifiesto» se
fue marchitando con los años y al final de su vida era consciente de que los
requisitos políticos para su realización comenzaban a parecer inalcanzables. En
1833, un año antes de morir, en carta a un amigo escribió: «La América es en lo
político, lo mismo que en lo físico: La Tierra de los temblores»38.
A modo de conclusión
La historia de los proyectos canaleros en América Central y su desenlace en
1914, con la finalización del canal de Panamá, mostró la previsión y lucidez de
Valle porque lo que iba a ser el centro del mundo terminó siendo un conjunto
de frágiles «estados clientes», el patio trasero del imperio americano, que nunca
han conocido la prosperidad por él imaginada.
36 Sobre los debates de los proyectos canaleros en la época federal véase: Frances Kinloch, El imaginario del
canal y la nación cosmopolita. Nicaragua, siglo XIX (Managua: IHNCA-UCA, 2015), 182-188.
37 Funes, ibid., también se ocupa de la posición de Valle frente a la construcción de un canal. Véase Del
Valle, «El grandioso proyecto», 309-313.
38 José Cecilio del Valle, «Carta a Álvaro Flores Estrada, Guatemala 26 de julio de 1833», en Del Valle,
Cartas de José Cecilio del Valle, 110.
Bibliografía
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Centroamericanos 4 (San José: Universidad de Costa Rica, 2015): 13-27.
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Del Valle, José Cecilio. «El grandioso proyecto del canal de Nicaragua y la ambición extranjera»,
en Obras de José Cecilio del Valle. Documentos, manifiestos, discursos, críticas y estudios,
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______. «Carta a Álvaro Flores Estrada, Guatemala 26 de julio de 1833». En Cartas de José
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______. Obras de José Cecilio del Valle. El Amigo de la Patria, tomo II. Guatemala: Tipografía
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______. Escritos del Licenciado José Cecilio del Valle, tomo II. Guatemala: Editorial «José de
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Kinloch, Frances. El imaginario del canal y la nación cosmopolita. Nicaragua, siglo XIX. Managua:
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Granados, Carlos. «Hacia una definición de Centroamérica: el peso de los factores geopolíticos».
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Rosa, Ramón. «Biografía de don José Cecilio del Valle». En El Amigo de la Patria. Escritos del
Licenciado José Cecilio del Valle, compilado por José del Valle y Jorge del Valle Matheu,
V-CXVI. Guatemala: Editorial «José de Pineda Ibarra», 1969.
Resumen
El artículo parte del rescate contemporáneo de la idea de acontecimiento que
se abre a nuevas posibilidades. La independencia fue un acontecimiento que
transcurrió a partir del deseo de autonomía al independiente, con base en una
constituyente, un sistema republicano y la idea de una nación unitaria. Se trató
de un proceso de corta vida, que terminó con la disolución en cinco países
por la imposibilidad de los estados de ceder poder al federal y por unas élites
conformistas de sus espacios conocidos, sostenidas en débiles aparatos estatales,
* Estudios de Maestría en Historia por la Universidad Nacional de Costa Rica (UCR). Actualmente se
desempeña como investigador de Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y
Territoriales (IDGT), de la Universidad Rafael Landívar (URL).
1 Maurizio Lazzarato, Por una política menor. Acontecimiento y política en las sociedades de control
(Madrid: Traficantes de sueños, 2006), 36.
El acontecimiento en la historiografía
En el pensamiento contemporáneo existe una discusión sobre el sentido del
acontecimiento que ha tenido tres expresiones distintas a lo largo del tiempo.
La primera surgió de la historia política positivista en el siglo XIX, la cual
privilegió los eventos únicos, imprevistos y producidos en el corto plazo que,
a su vez, consideraron destacados. En todos ellos sobresalía la importancia
que representaba para los observadores y estudiosos de la época2. A estos
eventos indistintamente se les veía como sinónimos: acontecimiento, suceso,
evento o hecho3. Cierta teorización comenzó a distinguirlos y a jerarquizarlos:
acontecimientos y hechos asumieron importancia frente a los eventos o
sucesos. En general, un acontecimiento se compone de diversos episodios,
eventos o sucesos concatenados que deben ser narrados por su intensa y
decisiva trama. A ello se le añade el criterio de que estos trasciendan en la
memoria compartida, que se recuerde y en ciertas circunstancias, sobre todo
patrióticas, se conmemore y celebre.
2 Fernand Braudel, El Mediterráneo. El espacio y la historia (México: FCE, 1984); Julieta Piastro, «El
acontecimiento histórico: una ‘experiencia posible’», Ars Brevis (1995); Marck Bloch. Apología para la
historia o el oficio de historiador (México: Fondo de Cultura Económica, 1996).
3 En castellano hay unas 30 palabras que actúan como sinónimos de acontecimiento. Véase, por
ejemplo, la referencia en Waxicon, consultado 9 noviembre de 2020, https://sinonimos.woxikon.es/es/
acontecimiento
Esta forma de abordar la historia fue criticada y sustituida por otra que ya no se
sujetó a los hechos, sino pensó en términos de estructuras en el mediano y largo
tiempo, las cuales presentaban un estado de equilibrio, pero donde el cambio sí
era posible, generalmente, sin modificaciones abruptas, en el lento movimiento
de las estructuras. Esta propuesta negó la importancia del acontecimiento y se
enfocó más en la explicación, la comprensión y la interpretación de la sociedad;
ahora vista como una acumulación de datos en serie, incluidas las acciones
sociales.
4 Jean Claude Leveque, «El concepto de acontecimiento en Heidegger, Vattimo y Badiou», Azafea, núm.
13 (2011): 69-91.
5 Véase además en Humberto Beck, «El acontecimiento entre el presente y la historia», Desacatos 55
(septiembre-diciembre 2017): 44-59; Slavov Zizek, «Acontecimiento», Universitas Philosophica 32, núm.
65 (julio diciembre 2015): 347-351.
sentido del futuro6. Por su lado, la narración completa los vacíos que tuviera
al otorgar coherencia al acontecimiento. Por supuesto, esto provocó nuevas
discusiones sobre el carácter científico de la historia y, en especial, sobre su
construcción narrativa al debilitarse la referencia a lo real en la historia, dado
que el pasado solo puede construirse como narración. De este modo se criticó a
la historia, la cual siempre se había sostenido en la referencialidad de los hechos
durante su interpretación. Tal golpe al corazón no frenará su estudio y esta se
adaptará a regañadientes a las variaciones donde, incluso, ha encontrado nuevas
dimensiones para estudiar, en especial lo cultural, lo personal, la afectividad,
entre otros aspectos.
6 En historia se acerca al concepto de lo que James Mahoney ha llamado coyuntura crítica, mientras el
acontecimiento marca consecuencias simbólicas más consistentes en el largo plazo. James Mahoney, «El
liberalismo radical, reformista y frustrado: orígenes de los regímenes nacionales en América Central»,
América Latina Hoy 57 (2011): 81-82.
7 Metáfora que surgió alrededor de la experiencia europea, pero que se ha generalizado a la historia
latinoamericana para demostrar la salida del anillo monárquico, el atraso, el conservadurismo y otros
señalamientos.
8 Entre las décadas de los 50 y 70 del siglo XX hubo una corriente nacionalista conservadora que replanteó
las luchas autonómicas como protonacionales y proindependientes, especialmente notorio con las
movilizaciones de rebeldía indígena. Por ejemplo, véase, Arturo Valdez Oliva, Caminos y luchas por
la Independencia (Guatemala: Editorial del Ministerio de Educación Pública, 1956); Daniel Contreras,
Una rebelión indígena en Totonicapán 1820: el indio y la independencia (Guatemala: USAC, 1968).
También existe una revisión de la Independencia contemporánea y de la rebelión de Totonicapán, que
complejiza los procesos históricos. Coralia Gutiérrez Álvarez, «La historiografía contemporánea sobre
la independencia en Centroamérica», Debates, Nuevo Mundo Mundos Nuevos (2009), (consultado 9
noviembre, 2020, http://nuevomundo.revues.org/index54642.html); Aaron Pollack, Levantamiento
K’iche’ en Totonicapán, 1820. Los lugares de las políticas subalternas (Guatemala: Avancso, 2008).
9 Como ejemplo, véase Xiomara Avendaño, «Fiscalidad y soberanía. Dos puntos críticos del gobierno
federal en Centroamérica, 1824-1838», Relaciones, núm. 67/68 (1996): 105-125.
10 Víctor Hugo Acuña, ed., Formación de los Estados Centroamericanos (San José, Costa Rica: Programa
Estado de la Nación, 2014), y en el caso guatemalteco Juan Carlos Sarazúa, Recolectar, administrar
y defender: la construcción del Estado y las resistencias regionales en Guatemala, 1800-1871 (Tesis,
Universidad Pompeu Fabra, 2013).
11 Por ejemplo, Manuel Montúfar y Coronado, Memorias para la historia de la Revolución de Centroamérica.
Memorias de Jalapa. Recuerdos y anécdotas (Guatemala: Ministerio de Educación Pública, 1963), 287.
12 Julio César Pinto Soria, Centroamérica, de la colonial al Estado nacional (1800-1840) (Guatemala:
Editorial Universitaria, 1986), 172.
En realidad, esta dualidad partidaria fue siempre mucho más difusa y cambiante
de lo que se señala normalmente, según fuera el juego político aún poco
constituido e institucionalizado, por lo que estaba muy sujeto a las variaciones
de posiciones ante cualquier eventualidad. Era una forma de hacer política
que obligaba constantemente a asumir posiciones y a actuar en su nombre,
no tanto a construir una ocasión favorable común a la política moderna15. Por
ejemplo, los cambios de posición frente a la presencia de tropas militares, que
inclinaban la balanza por presión o simplemente por intervención directa. De
igual manera, puede verse en la formación de liderazgos y grupos políticos
Por último, el supuesto nacional pronto entró en contradicción con las fidelidades
estatales que se venían construyendo desde las primeras manifestaciones
autonomistas, así como con la heterogeneidad socio-étnica de la población. De
ahí que la idea estatal, es decir, de aquello que entraba en el espacio territorial
de los Estados, se fuera constituyendo en una pertenencia estatal a partir de
las posiciones de sus ciudades importantes17. Se trataba de una dualidad de
identificación estatal promovida desde el Estado y las movilizaciones políticas
con las identidades locales más arraigadas en el ámbito municipal-local y, en
algunos casos, extendidas a pequeñas regiones. Por supuesto, construir fidelidad
nacional, es decir unionista o centroamericanista –que no resulta lo mismo18–
pronto se vio afectada por las oposiciones partidarias y el posicionamiento
lógico de las visiones más locales y centralistas de los moderados frente a
las unionistas-federativas de los liberales, posiciones que se convertían en
oposiciones asumidas.
16 Me refiero al papel de asumir la dirección de grupos de población con que se movía un notable. A falta
de un análisis más riguroso, prefiero dejar de lado conceptos como caudillismo, paternalismo, etcétera,
muy comunes para definir momentos posteriores del período y de lo que resta del siglo XIX.
17 Salvadoreños y costarricenses han estudiado más esta construcción de identidades nacionales. Sajid
Alfredo Herrera, «Old Regional Antagonism and Imported Political Models. The Liberal Invention of
Salvadorean State Identity: 1821-1829», 95-128; Eugenia Vera y Marcelo Caruso, Imported Modernity in
Post-Colonial State Formation (Frankfurt: Peter Lang GmbH, 2007), 95-127; Jordana Dym. From Sovereign,
259-264. En Costa Rica ha habido una larga historiografía sobre su identidad y «excepcionalismo». Véase
Víctor Hugo Acuña, «La invención de la diferencia costarricense, 1810-1870», Revista de Historia 45
(2002): 191-228.
18 La unionista se refiere al sentido de unidad federada o confederada de estados separados, o sea, al tipo
de unión, mientras lo centroamericanista a mantener una identidad territorial común producto de una
historia que se arrastraba. El dilema resultaba entre dar prioridad al acuerdo político o a mantener una
historia compartida.
19 Luis Pedro Taracena, «The Federal Republic of Central America, 1824–1840», Oxford Research
Encyclopedia of Latin American History, Oxford University Press, 2019, consultado 9 noviembre de 2020,
http://dx.doi.org/10.1093/acrefore/9780199366439.013.622
20 No existe una historia aclaratoria de cómo la demanda de los productores centroamericanos, evidente
a finales del siglo XVIII y principios del XIX, logró imponerse como sentido común, al grado de
convertirlo en una retórica nacionalizada por parte de varios Estados y sectores opositores al centralismo
guatemalteco. Se ha producido una versión muy simple sobre la base del nacionalismo.
21 Un clásico es Pedro A. Vives, «Intendencias y poder en Centroamérica. La reforma incautada», Anuario
de Estudios Centroamericanos 113, núm. 2 (1987): 37-47.
22 Una referencia de los más representativos es: Rodrigo Facio Brenes, Trayectoria y crisis de la Federación
centroamericana (San José de Costa Rica: Imprenta Nacional, 1949); Pedro Joaquín Chamorro, Historia
de la Federación de la América Central, 1823-1840 (Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1951);
Alberto Herrarte, La unión de Centroamérica (Tragedia y Esperanza) (Guatemala: Centro Editorial «José
de Pineda Ibarra», 1964); Miles Wortman, «La Fédération d´Amérique Centrale 1823-1839» (París:
Tesis, École Pratique des Hautes Études, 1973); Julio César Pinto Soria, «El intento de la unidad: la
República Federal de Centroamérica (1823-1840)», Mesoamérica, núm.13 (junio 1987): 3-85; y el más
reciente Mario Vásquez Olivera, La República Federal de Centro-América: Territorio, nación y diplomacia
1823-1838 (San Salvador: Centro de Investigaciones en Ciencias y Humanidades( CICH), Universidad
Dr. José Matías Delgado, 2012).
23 Representada en los libros clásicos de dos guatemaltecos, uno moderado y el otro liberal: Manuel
Montúfar y Coronado, Memorias para la historia de la Revolución de Centroamérica (Jalapa, México:
Impreso por Aburto y Blanco en la Oficina de Gobierno, 1832) y Antonio Marure, Bosquejo de las
Revoluciones de Centroamérica (París, Francia: Librería de la viuda de Ch Buret, 1837) y en la posterior
obra centroamericanista de Lorenzo Montúfar, Reseña histórica de la América Central, tomos I y II
(Guatemala: Tipografía El Progreso, 1878).
24 Para los elementos de síntesis que sigue véase Taracena, The Federal, s. p.
26 Véronique Hébrard, «¿Patricio o soldado: que uniforme para el ciudadano? El hombre en armas en la
construcción de la nación (Venezuela, 1ª mitad del siglo XIX)», Revista de Indias LXXII, núm. 25 (2002):
443.
27 Luis Pedro Taracena, «¿Guerra estatal o guerra de ciudades? Movilización militar, recaudación y discurso
político», en Las Primera Guerra Federal Centroamericana, 1826-1829. Nación y estados, republicanismo
y violencia, editado por Arturo Taracena (Guatemala: Universidad Rafael Landívar/Editorial Cara
Parens, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa), 29-35.
28 Luis Pedro Taracena, «Mujeres, guerra y política (1826-1829)», Revista de Historia, núm. 11/12 (1998):
5-30.
29 Jorge Luján Muñoz, Aportaciones al estudio social de la Independencia de Centroamérica (Guatemala:
PDH, 1994), 3-8 y 17-24; Pinto, Centroamérica, 35-46.
30 Véase Thomas Karnes, Los fracasos de la unión (San José de Costa Rica: ICAP, 1982).
Las causas y las determinantes para explicar la ruptura federal han sido
variadas, acorde a los énfasis de las corrientes y de los historiadores, pero
podemos sintetizar los factores influyentes en la tabla siguiente:
Por último, en los años que restaron, algunos historiadores han impulsado una
vuelta más al tornillo historiográfico, sin que salieran de la desazón de la eterna
pregunta del porqué del fracaso, frustración convertida hoy en el principal
tropo de una historia que relegó ese período a un segundo plano, a una historia
decorativa, casi innecesaria para seguir explicando al resto de lo acaecido en los
dos siglos que separan del acontecimiento independiente.
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Brian Connaughton*
Resumen
Este ensayo parte de una breve consideración de la historiografía
centroamericana en relación con la República de Centroamérica y su disolución.
Comenta su paso del recuento de males inoportunos a la ponderación de que
el Estado federal careció de un proyecto de nación, a la vez que escaseaban
otros factores que propiciaran la integración ístmica. Contextualiza esta crisis
de organización política centroamericana en comparación con problemáticas
similares en otras partes de América Latina. Esto permite ver que tales
problemáticas centroamericanas eran ampliamente compartidas y, sin embargo,
no condujeron al mismo resultado doquiera.
El inicio complicado
Comprensiblemente gran parte de la historiografía tocante a la República de
Centroamérica ha centrado su atención en las altas metas a que la federación
centroamericana aspiraba, y la eventual disolución del vínculo entre los
Estados para 18391. Variablemente, la ruptura del proyecto ístmico, así como
los múltiples esfuerzos por reconstituirlo, han generado grandes pesares o
motivado aprobaciones entusiastas o veladas2. Algunos autores han dedicado
sus empeños a detallar áreas problemáticas en aquella unión, elementos que
contrariaban las grandes energías invertidas en construirla y sostenerla, y
puntualizar deficiencias en su articulación3. Otros han formado sus análisis
1 Ver a Harold B. Fields, «The Central American Federation, 1826-1839: A Political Study» (Tesis doctoral
en Historia, Universidad de Chicago, 1942); Rodrigo Facio Brenes, Trayectoria y crisis de la Federación
Centroamericana (San José: Imprenta Nacional, 1949); Andrés Townsend Escurra, Las provincias unidas
de Centroamérica: fundación de la república (San José: Editorial Costa Rica, 1973); de Julio César Pinto
Soria, Centroamérica, de la colonia al Estado nacional (1800-1840) (Guatemala: Editorial Universitaria,
1986), «El intento de la unidad: la República Federal de Centroamérica (1823-1840)», Mesoamérica 13
(1987): 3-85; «La independencia y la federación, 1810-1840», en De la Ilustración al liberalismo (1750-
1870), editado por Héctor Pérez Brignoli, tomo III [Historia General de Centroamérica, coordinado por
Edelberto Torres-Rivas] (Madrid: Sociedad Estatal Quinto Centenario, Flacso,1993), 73-140; Ralph Lee
Woodward Jr., Central America, a Nation Divided (New York: Oxford University Press, 1985).
2 Ver Antonio Batres Jáuregui, La América Central ante la historia, 1821-1921, tomo 3, Memorias de un
siglo (Guatemala: Tipografía Nacional de Guatemala, 1949).
3 Ver Pedro Joaquín Chamorro, Historia de la Federación de la América Central, 1823-1840 (Madrid:
Ediciones de Cultura Hispánica, 1951).
4 Lorenzo Montúfar, Reseña histórica de Centro-América, 7 tomos (Guatemala: Tipografía «El Progreso»,
1878-1887); Salvador Mendieta, La enfermedad de Centro América, 3 volúmenes (Barcelona: Tipografía
Maucci, 1934).
5 Arturo Taracena Arriola, «Nación y República en Centroamérica (1821-1865)», en Identidades y Estado
moderno en Centroamérica, compilado por Arturo Taracena y Jean Piel (San José: Universidad de Costa
Rica, 1995), 40-58.
6 Víctor Hugo Acuña Ortega, «La formación del Estado en Nicaragua y Costa Rica en perspectiva
comparada: siglos XIX-XX», Anuario de Estudios Centroamericanos 44 (2018): 253.
7 Jordana Dym, From Sovereign Villages to National States. City, State, and Federation in Central America,
1759-1839 (Albuquerque: University of New Mexico Press, 2006); Federica Morelli, «Entre el antiguo y
el nuevo régimen: el triunfo de los cuerpos intermedios. El caso de la Audiencia de Quito, 1765-1830»,
Historia y Política 10 (2004): 163-190.
Elementos comparativos
La anatomía de las peripecias del federalismo centroamericano, y la eventual
disolución de la federación, es larga y compleja. Y pocas veces ha sido
comparada la azarosa vida de la federación con los vaivenes de otros países de
la región para organizarse y evitar, cuando fuera posible, pérdidas de territorios
y poblaciones por el separatismo o rivalidades con Estados vecinos9. La larga
tradición de arraigo en tradiciones locales, con epicentro en los ayuntamientos,
trasciende el caso de Centroamérica10. La falta de una integración efectiva de
mercados o creación de una indisputable hegemonía de un centro rector ha
sido señalado para países como México11. Pese a ello, este país tuvo un éxito
8 Miles Wortman, «La Federación d’Amerique Centrale, 1823-1839» (Tesis doctoral en Historia, École
des Hautes Études en Sciences Sociales, 1973); José Antonio Fernández, Pintando el mundo de azul,
traducido por Rafael Menjívar Ochoa (San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos, 2003).
9 Véase para una interesante discusión a Gabriel Entin, «República y Federalismo en América del Sur,
entre la Monarquia hispánica y las revoluciones de Independencia», en Entre Mediterráneo y Atlántico.
Circulaciones, conexiones y miradas, 1756-1867, coordinado por Antonino de Francesco, Luigi Mascilli
Migliorini y Raffaele Nocera (Santiago: Fondo de Cultura Económica, 2014), 363-392.
10 Todd Little-Siebold, «La centrifugación del Estado: Sueños centralistas, realidades locales. Formación,
deformación y reformación del Estado guatemalteco, 1871-1945», en Entre comunidad y nación. La
historia de Guatemala revisada desde lo local y lo regional, compilado por Jean Piel y Todd Little-Siebold
(Antigua Guatemala: CIRMA, 1999), 143-165; Antonio Annino, «Imperio, constitución y diversidad
en la América Hispánica», Nuevo Mundo Mundo Nuevos (París: EHESS 2008), consultado el 19 enero
de 2021, https://doi.org/10.4000/nuevomundo.33052; Pablo Latorre Rodríguez y Magdalena Díaz
Beltrán, «El municipalismo en la constitución de Cádiz de 1812», en 500 años del municipio en México,
coordinado por Teresita Rendón Huerta Barrera (Guanajuato: Universidad de Guanajuato, 2019), 36-
52; Miriam Moreno Chávez, «Hacia una consolidación del cuarto poder: la trayectoria política de los
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251; Edgardo Dainotto, «El municipalismo de Ambrosio Funes. Prácticas e ideas acerca de los cabildos
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Otto Editore, 2000), 295-337; Valentín Merino Estrada, «El régimen municipal de las repúblicas
iberoamericanas. La influencia española» (Tesis doctoral en Historia Universidad de Salamanca, 2018).
11 Pedro Pérez Herrero, «‘Crecimiento’ colonial vs ‘crisis’ nacional en México, 1765-1854. Notas a un
modelo económico explicativo», en 5 Siglos de Historia de México, editado por Virginia Guedea y
Jaime E. Rodríguez O. (México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora/University of
California-Irvine, 1992), 81-105; y del mismo autor, «El México borbónico: ¿un ‘éxito’ fracasado?», en
Interpretaciones del siglo XVIII mexicano. El impacto de las reformas borbónicas, coordinado por Josefina
Zoraida Vázquez (México: Nueva Imagen, 1992), 109-151.
12 Véase Anthony D. Smith, «The Nation: Invented, Imagined, Reconstructed?», Millenium: Journal of
International Studies 20 (1991): 353-368; del mismo autor, The Nation in History: Historiographical
Debates about Ethnicity and Nationalism (Hanover: UPNE, 2000); Douglas Sullivan-González, «A
Chosen People: Religious Discourse and the Making of the Republic of Guatemala, 1821-1871»,
The Americas 54, núm. 1 (1997): 17-38; y Piety, Power and Politics: Religion and Nation Formation
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Invención de las Naciones en Centroamérica, 1821-1950», en Boletín AFEHC 15 (Toulouse: Asociación
para el Fomento de los Estudios Históricos, 2005), consultado el 22 de enero de 2021, https://www.
afehc-historia-centroamericana.org/index_action_fi_aff_id_367.html; Sajid Alfredo Herrera Mena, «La
invención liberal de la identidad estatal salvadoreña 1824-1839», ECA: Estudios centroamericanos 684
(2005): 913-936.
13 David A. Bell señaló que los revolucionarios franceses defendían los derechos históricos de la nación
francesa a la vez que condenaban «casi todo el pasado francés». Véase David A. Bell, «Revolutionary
France and the Origins of Nationalism. An Old Problem Revisited», en The Roots of Nationalism,
National Identity Formation in Early Modern Europe, 1600-1815, editado por Lotte Jensen (Amsterdam:
Amsterdam University Press, 2016), 71. Para una discusión más amplia, véase a William Safran, «State,
Nation, National Identity, and Citizenship: France as a Test Case», International Political Science Review
/ Revue Internationale de Science Politique 12, núm. 3 (1991): 219-238.
Dar el paso hacia una ciudadanía unida por su educación, su valor cívico y su
igualdad ante la ley sería un paso difícil. Como explica Rucquoi, la tradición
del poder real en la monarquía hispánica prescindía históricamente de
uniformización:
no presupone la unidad política, lingüística, fiscal o religiosa del espacio dentro del que
se ejerce; exige en cambio que todos los que le están sometidos, independientemente de
sus costumbres, lenguas o religión, reconozcan su autoridad.14
14 Adeline Rucquoi, «De los Reyes que no son taumaturgos: los fundamentos de la realeza en España»,
Relaciones 51 (1992): 65.
15 Ana María Henao Albarracín, «Ceremonias reales y representación del Rey. Un acercamiento a las
formas de legitimación y propaganda del poder regio en la sociedad colonial neogranadina. Cali s.
XVIII», Historia y espacio 5, núm. 32 (2009): 8-9.
16 Miriam Galante, «Debates en torno al liberalismo: Representación e instituciones en el congreso
constituyente mexicano, 1824», Revista de Indias LXVIII, núm. 242 (2008): 123-152; Inés Yujnovsky,
«‘Libertad en la ley’. El concepto de república en la Constitución Federal de los Estados Unidos
Mexicanos de 1824», Jahrbuch für Geschichete Lateinamerikas 42, núm. 1 (2005): 243-266; Anne Staples,
Recuento de una batalla inconclusa. La educación mexicana de Iturbide a Juárez (México: El Colegio de
México, 2005); Daniela Traffano, «Educación, civismo y catecismos políticos. Oaxaca, segunda mitad del
siglo XIX», Revista Mexicana de Educación Educativa 12, núm. 34 (2007): 1043-1063.
17 Peter Guardino discute la ciudadanización incompleta en Estados Unidos a mediados del siglo XIX, en
«Gender, Soldiering, and Citizenship in the Mexican-American War of 1846-1848», American Historical
Review 119, núm 1 (2014): 23-46.
18 Hilda Sabato, «On Political Citizenship in Nineteenth-Century Latin America», American Historical
Review 106, núm. 4 (2001): 1290-1315. Jeremy Adelman, «Liberalism and Constitutionalism in Latin
America in the 19th Century», History Compass 12, núm. 6 (2014): 508-516.
19 Robert A. Naylor, Influencia británica en el comercio centroamericano durante las primeras décadas de
la independencia: 1821-1851 (La Antigua Guatemala: CIRMA/Plumsock Mesoamerican Studies, 1988);
David J. Weber, La frontera norte de México, 1821-1846. El sudoeste norteamericano en su época mexicana.
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1750-1871» (Tesis de licenciatura en Historia, Universidad de San Carlos de Guatemala, 2007); de Mario
Vázquez Olivera, Chiapas Mexicana. La gestación de la frontera entre México y Guatemala durante la
primera mitad del siglo XIX (México: CIALC-UNAM/CIMSUR-UNAM, 2018); La República Federal de
Centro-América: Territorio, nación y diplomacia, 1823-1838 (San Salvador: Universidad Dr. José Matías
Delgado, 2012); El Imperio Mexicano y el Reino de Guatemala. Proyecto político y campaña militar, 1821-
1823, México y Guatemala (México: FCE/CIALC-UNAM, 2009).
20 Para una apretada síntesis, véase Juan García Pérez, «Conflictos territoriales y luchas fronterizas en
América Latina durante los siglos XIX y XX», Norba, Revista de Historia 18 (2005): 215-241.
Los desafíos de México eran grandes, a veces graves, y las soluciones halladas
lejos –por lo regular– de institucionalizar enteramente el acomodo necesario
entre los Estados, así como estos y las autoridades federales. Tan tardíamente
como al final del largo gobierno del general Porfirio Díaz (1876-1880, 1884-
1910), el escritor Andrés Molina Enríquez denominó el éxito gubernamental
de Díaz como política de «amificación»: todos los grupos políticos y caciques
o caudillos regionales debían resolver sus reclamos mediante acuerdos directos
con el presidente. Díaz, en la óptica de Molina Enríquez, había logrado ocupar
el lugar del rey antes de la independencia. No era que el país hubiera logrado
21 Reynaldo Sordo Cedeño, El Congreso en la primera república centralista (México: El Colegio de México/
Instituto Tecnológico Autónomo de México, 1993); Catherine Andrews, «Discusiones en torno de la
reforma de la Constitución Federal de 1824 durante el primer gobierno de Anastasio Bustamante (1830-
1832)», Historia Mexicana 56, núm. 1 (221) (2006): 71-116.
22 Josefina Zoraida Vázquez, La supuesta República del Río Grande (Ciudad Victoria: Instituto de
Investigaciones Históricas-Universidad Autónoma de Tamaulipas, 1995); Manuel Ceballos Ramírez, «La
República del Río Grande: Historiografía y utilización de la historia», en Historia y nación, II. Política
y diplomacia en el siglo XX mexicano, coordinado por Luis Jáuregui y José Antonio Serrano Ortega
(México: El Colegio de México, 1998), 443-455.
23 Andrés Molina Enríquez, «El secreto de la paz porfiriana», en Los grandes problemas nacionales, Andrés
Molina Enríquez (México: Ediciones del Instituto Nacional de la Juventud Mexicana, 1964), 85-97.
24 José Mariano Méndez, Memoria del estado político y eclesiástico de la Capitanía General de Guatemala:
y proyecto de division en ocho provincias para otras tantas diputaciones provinciales, gefes politicos,
intendentes, y obispos, presentada á las Cortes por el Doctor D. …. (Madrid: Imprenta de D. Fermin
Villalpando, 1821); Eugenia López, «Poderes intermedios y el gobierno de pueblos de indios, ladinos
y castas de San Salvador y Sonsonate, en tiempo de las reformas y de las transiciones políticas (1743-
1841)», en Diálogo historiográfico Centroamérica-México, Siglos XVIII-XIX, coordinado por Brian
Connaughton (México: UAM-I/GEDISA, 2017), 113-175.
25 Foreign Office (FO) 15/10 British Consulate Guatemala, núm. 5, Charles Dashwood to John Backhouse
(5 April 1830); FO 15/10 British Consulate Guatemala, núm. 13, Charles Dashwood to John Backhouse
(3 october 1830); FO 15/11 British Consulate Guatemala, núm. 1, Charles Dashwood to John Backhouse
(3 march 1831).
26 Thomas L. Karnes, Los fracasos de la unión: Centroamérica 1824-1860 (San José: Costa Rica, 1982).
27 Véase, por ejemplo, Lorenzo Montúfar, Reseña histórica de Centro-América, tomo 2 (Guatemala:
Tipografía de «El Progreso», 1878-1887), 26-27, 55-56, 106-114 y 194-195.
Desde finales de la década de 1820 había parecido difícil lograr una verdadera
integración de los Estados federales. Incluso un liberal sobresaliente, como
Pedro Molina, pudo formular un proyecto de reducir la federación a una especie
de confederación aduanera, cuyas autoridades fueran encargadas únicamente
de las relaciones internacionales30. En los años siguientes, comenzó a darse una
discusión más amplia en que intervinieron tanto liberales como el prominente
conservador Juan José Aycinena31. El peligro creciente en tal proceso era
que al profundizarse la ideologización del debate, resolver los problemas de
la unión implicaba resolver diferencias de ideología y visión de la sociedad
misma. Mientras los liberales más destacados solían fincar sus aspiraciones
en los aspectos más transformativos del liberalismo y la república federal,
los conservadores ponían en relieve aspectos utópicos de la federación y su
contradicción con aspiraciones de los Estados que justificaban como legítimos.
Aycinena, en particular, convirtió esto en posturas fundamentalmente
28 Mario Rodríguez, A Palmerstonian Diplomat in Central America: Frederick Chatfield, Esq (Tucson:
University of Arizona Press, 1964), 178.
29 Ralph Lee Woodward Jr., Rafael Carrera and the Emergence of the Republic of Guatemala, 1821-1871
(Athens: Universidad de Georgia, 1993), 3, 96-101 y 111-112.
30 [Manuel Montúfar y Coronado], Memorias para la historia de la revolución de Centro-América. Por un
Guatemalteco (Jalapa, México: Impreso por Aburto y Blanco, 1832), 200-201; Lorenzo Montúfar, Reseña
histórica de Centro-América, tomo 1 (Guatemala: Tipografía de «El Progreso», 1878-1887), 193-194,
205-217 y 229-233. Artículo sin título ni firma en Boletín, núm. 18 (18 de diciembre 1829), comenzando
en página 120; continúa como «Del Interior política», en Boletín, núm. 19 (4 de enero de 1830): 126-129;
termina en Boletín, núm. 20 (16 de enero de 1830): 134-139.
31 Karnes, Los fracasos de la unión, 92; Alejandro Marure, Observaciones sobre la intervencion que ha tenido
el ex-presidente de Centro-América, general Francisco Morazán, en los negocios políticos de Guatemala,
durante las convulsiones que ha sufrido este Estado, de mediados de 837 á principios de 839 (Guatemala:
Imprenta de la Academia de Estudios, 1839), 10.
32 Un Centro-Americano [Juan José de Aycinena], Otras reflexiones sobre reforma política en Centroamérica.
Escritas por el autor de las primeras (Philadelphia: Impreso por E. G. Dorsey, 1833), 8-9 y 11; Un Centro-
Americano [Juan José de Aycinena], Otras Reflexiones sobre reforma política en Centro-América. Escritas
por el autor de las primeras y segundas (Nueva York: Imprenta de Don Juan de la Granja, 1834), 42-43 y 45.
33 Marcial Zebadúa, Proyecto de reforma de las instituciones políticas de Centro-América, por el Lic.º ...
(Sonsonate: Imprenta Libre, 1834), 19.
gobierno en algunos pueblos, aunque dio a entender que tales problemas podían
resolverse sin mayor dificultad34. Mariano Rivera Paz, a finales de la década de
1830, alegó un problema más serio, afirmando hallar a las municipalidades
totalmente desarticuladas ya35. Un escritor guatemalteco posterior alegó que
había, en efecto, un problema estructural en la federación centroamericana que
dejaba abandonados los ayuntamientos a nivel local36.
34 Antonio Villacorta C., J., Historia de la República de Guatemala (1821-1921) (Guatemala: Tipografía
Nacional, 1960), 71-75; Mariano Gálvez, «Mensaje del Jefe del Estado de Guatemala, Dr. .... Leído en la
solemne apertura de las sesiones de la Asamblea Nacional Legislativa, en el año de 1835», Anales de la
Sociedad de Geografía e Historia II, núm. 2 (1925): 178-188.
35 Mariano Rivera Paz, Memoria que presentó a la Asamblea Constituyente, en su primera sesión, el consejero
jefe del Estado de Guatemala, por medio del secretario del Despacho de Relaciones, 31 de mayo (Guatemala:
Imprenta del Gobierno del Estado, 1839).
36 Antonio Batres Jáuregui, La América Central ante la historia, t. 3, 1821-1921. Memorias de un siglo.
(Guatemala: Tipografía Nacional de Guatemala, 1949), 246.
37 Archivo General de Centro América (AGCA), Signatura B, Legajo 28535, Expediente 103,
«Quesaltenango año de 1846», fs. 1-11v.
42 Bancroft Library, Doe y Moffitt Libraries, University of California-Berkeley, BANC MSS Z-Z 116, Box/
Reel 3, carta de 9 de febrero (1838); BANC MSS Z-Z 116, Box/Reel 3, carta de 16 de febrero (1838).
43 Woodward Jr., Rafael Carrera and the Emergence, 255-261.
44 Brian Connaughton, «El catolicismo y la doma del ‘espíritu constitucional del siglo’: La fragua del
nacionalismo conservador mexicano en El Universal tras la derrota bélica de 1846-1848», en México: Un
siglo de historia constitucional (1808-1917), coordinado por Cecilia Noriega y Alicia Salmerón (México:
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Los escritos y discursos de Donoso desde enero de 1849, hasta su muerte fueron leídos en
toda Europa, y por destacados estadistas, incluyendo Metternich, Bismarck, Napoleón III
y otros. En su tiempo, la violenta sensación de crisis no parecía irreal para muchas mentes
45 Ana Rosa Suárez Argüello, «Una punzante visión de los Estados Unidos (la prensa mexicana después del
47)», en Cultura e identidad nacional, compilado por Roberto Blancarte (México: FCE/CONACULTA,
2007), 111-161.
46 Brian Connaughton, «Cultura conservadora y mundo cambiante: Las polémicas al seno de una
hegemonía desafiada (Guatemala 1838-1872)», Signos Históricos I (1999): 113.
47 Koenraad W. Swart, «The Idea of Decadence in the Second Empire», The Review of Politics 23, núm. 1
(1961): 77-92.
48 Christopher Clark, «After 1848: The European Revolution in Government», Transactions of the Royal
Historical Society 22 (2012): 197.
49 Ramón Cotarelo, dir. y coord., Ciencia política y de la administración (Madrid: Editorial Complutense,
1994), 69-70; Andrea Acle-Kreysing, «Revolución, contrarrevolución... evolución: catolicismo y nuevas
formas de legitimidad política en la España del siglo XIX. Los casos de Jaime Balmes y Juan Donoso
Cortés», Historia Sacra 137 (2016): 91-103; Connaughton, «El catolicismo y la doma».
sobrias en Europa, aunque, por supuesto, uno admitiría que eran los conservadores, y los
que temían la revolución, quienes le prestaron atención respetuosa.50
Pero según Harold Eugene Davis, en América Latina influyó más Jaime
Luciano Balmes, pensador catalán que propició un conservadurismo más afín
a una eventual conciliación con el liberalismo. Según Davis, Balmes promovió
«el acoplamiento del tradicionalismo en asuntos religiosos y culturales con un
gran interés en el progreso social y el desarrollo basado en los valores cristianos
y el derecho natural cristiano»51. Otto Olivera ha señalado la presencia de
Donoso y Balmes, junto con un surtido diverso de pensadores españoles, en El
Museo Guatemalteco en el segundo lustro de la década de los años 1850. Carlos
Rodríguez Rivas también halló a Balmes en la fundación de la Universidad de
El Salvador52.
50 Francis G. Wilson, «Donoso Cortes: The Continuing Crisis», Journal of Inter-American Studies 2, núm.
1 (1960): 47.
51 Harold Eugene Davis, «Jaime Balmes, Spanish Traditionalist: His Influence in Spanish America», en
Americas 35, núm. 3 (1979): 351.
52 Otto Olivera «El Museo Guatemalteco», Revista Iberoamericana XXXI, núm. 60 (1965): 173-194; Carlos
Rodríguez Rivas, «Rasgos ilustrados y no ilustrados del primer modelo de universidad en El Salvador
(1841-1858)», Revista de Humanidades y Ciencias Sociales 2 (2012): 83-117.
53 Para una visión contextualizada de la dictadura de Santa Anna en México, véase Will Fowler, Santa Anna
of México (Lincoln: University of Nebraska, 2007), 289-316, 320-325.
54 Woodward Jr., Rafael Carrera and the Emergence, 257.
55 Naylor, Influencia británica en el comercio, 174-190; Rodríguez, Palmerstonian Diplomat in Central
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Foreign Office (FO)
Boletín El Álbum Republicano
Resumen
El Acta de Independencia de Centroamérica es el documento legal por el que la
Diputación Provincial de Guatemala proclamó la separación de la monarquía
de España, el 15 de septiembre de 1821, suscrita por sus trece miembros,
presididos por el jefe político superior Gabino Gaínza y Fernández de Medrano.
Las causas de la independencia son diversas, pero la principal se vincula con las
Reformas Borbónicas, que buscaban restaurar el control de España sobre sus
dominios, y sacar más provecho económico de las colonias de América. Esto
provocó en las colonias la lucha por mejores beneficios para los productores
locales, sin necesidad de pagar altos impuestos y regalías a la Corona. Al
mismo tiempo, los efectos fueron para ambos bandos; por un lado España,
que enfrentó el retraso en su industrialización al dejar de recibir impuestos
provenientes de Centroamérica; y, por el otro lado, los intereses de las
burguesías y terratenientes provocaron el fraccionamiento de Centroamérica
en varias repúblicas.
Introducción
La independencia de la entonces Capitanía General de Guatemala de la
monarquía española se proclamó por medio del Acta de Independencia. Es
importante definir entonces que acta, en su sentido básico, según el tratadista
Guillermo Cabanellas, consiste en «la relación escrita donde se consigna
el resultado de las deliberaciones y acuerdos de cada una de las sesiones de
cualquier junta, cuerpo o reunión»1. Es, por tanto, el Acta de Independencia
de América Central el documento legal por medio del cual los miembros de la
Diputación Provincial de la Provincia de Guatemala proclamaron la separación
del Reino de España, el 15 de septiembre de 1821.
1 Guillermo Cabanellas de Torres, Diccionario Jurídico Elemental, tomo I, 11ª. edición (Argentina:
editorial Heliasta, 1993), 90.
2 Domingo Juarros, Compendio de la Historia de la ciudad de Guatemala (Guatemala: Edición del Museo
Guatemalteco, Imprenta de Luna, 1857), 78.
Contexto de la independencia
Sobre el contexto geopolítico en el cual sucedió la firma del Acta de
Independencia de Centroamérica, es procedente que se analice las causas que
originaron la independencia, así como los efectos que esta tuvo en la vida
política y social de las entonces Provincias del Reino de Guatemala. Mucho se
dice que las independencias de las colonias europeas en América iniciaron con
la Revolución francesa de 1789, y las ideas de libertad, igualdad y fraternidad.
Este sentimiento de libertad se manifiesta en América en 1808, luego de la
invasión de Napoleón a España3. La guerra obligó a España a convocar a las
Cortes de Cádiz, que tenían como principal misión defenderse de la invasión
francesa y gobernar el país. Toda esta situación provocó que España se debilitara,
y las ideas de independencia en las colonias americanas se acrecentaran4.
3 Juan Calatrava Escobar, Estudios Sobre la Revolución Francesa y el Final del Antiguo Régimen (Madrid:
Akal, 1980), 30.
4 Cesáreo de Armellada, La causa indígena americana en las Cortes de Cádiz (Madrid: Editorial Cultura
Hispánica, 1959), 50.
5 Gonzalo Anes, El antiguo régimen: Los Borbones, 2a. edición (Madrid: Alianza Editorial/ Alfaguara,
1976), 516.
6 Celso Arnoldo Lara Figueroa. Antecedentes histórico-sociales de la Independencia de Centroamérica y
Guatemala (Guatemala: Gráfico, 1997), 20.
El comercio que tenían las colonias americanas era muy restringido debido a
que se prohibía comerciar con otros puertos que no fueran los españoles de
Cádiz y Sevilla8. A esto se sumaba el hecho de que España no producía lo que
sus colonias necesitaban, pero sí los otros países industrializados de Europa.
Dichos productos entraron a América entonces por medio del contrabando,
especialmente dirigido por los ingleses.
7 ibid.
8 L’Historia.com, Descolonización de América, editado por Melvin Nava (2018[2014], consultado el 12 de
abril, 2020, https://www.lhistoria.com/america/descolonizacion
9 Carlos Guzmán Böckler y Jean-Loup Herbert, Guatemala: una interpretación histórico-social (México:
Siglo XXI Editores, 1970), 200.
10 Revista Crónica, Camino a la independencia (II): Septiembre de 1821 en el Reino de Guatemala (2016),
consultado el 22 de enero, 2021, https://cronica.com.gt/camino-a-la-independencia-ii-septiembre-de-
1821-en-el-reino-de-guatemala/
11 Luis Ernesto Ayala Benítez, La Iglesia y la independencia política de Centro América: «El caso de El
Estado de El Salvador (1808-1833)», Tesi Gregoriana, Serie Storia Ecllesiastica, núm. 9 (2007), consultado
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12 Arturo Valdés Oliva, Caminos y luchas por la independencia (Guatemala: Editorial del Ministerio de
Educación Pública, 1956), 351.
13 ibid., 256.
El Acta de Independencia
En 1820 entra en vigor nuevamente la Constitución Política de la monarquía
española, que ya había estado vigente en 1812, y la búsqueda de la independencia
se acrecienta. Los próceres Pedro Molina y José Cecilio del Valle pactaron el
Plan Pacífico, en el que se propone una independencia sin violencia. Este plan
fue ideado con la finalidad de unirse al Plan de Iguala, es decir, buscando la
adhesión a México, como una posibilidad de mantener garantizado el poder
económico, social, religioso y político intacto14.
14 Roberto Villalobos, Criolla Independencia, Revista D, Prensa Libre (15 de septiembre de 2013),
consultado el 22 de enero, 2021, https://www.prensalibre.com/revista-d/independencia-de-guatemala-
fiestas-patrias-verdadera-independencia-historia-de-la-independencia-0-991701023/
15 Hemeroteca PL, «Solo 13 firmaron el Acta de Independencia de Guatemala» (26 de julio de 2018): 37,
consultado el 20 de enero de 2020, https://www.prensalibre.com/hemeroteca/solo-13-firmaron-el-acta/
?fbclid=IwAR2qFO2Y8D7DTZE3kdSkahJIw7Pao7sSkOwT4SC64ajZChpkVOYwA0RUfvY
16 Abelardo de la Torre González, La anexión de Chiapas a México y diecisiete años de neutralidad del
Soconusco: 1786-1848 (Tapachula, México: 2014), 100.
17 Mario Vásquez Olvera, «El Plan de Iguala y la Independencia guatemalteca» Históricas Digital (2018): 385.
18 Julio Vielman, Los enigmas de la independencia: 1808-1823 (Guatemala: FAHSEN. 2013), 88.
19 Vielman, Los enigmas de la independencia, 59.
20 ibid.
21 ibid.
22 Hemeroteca PL, «Criolla Independencia», en Prensa Libre (15 de Septiembre de 2016), consultado el 25
de enero, 2021, https://www.prensalibre.com/hemeroteca/criolla-independencia/
23 ibid.
24 ibid.
de 1821. Luego, ayudó a Dolores a quemar cohetillos, aún antes de que el Acta
estuviera firmada29. dando a esto un símbolo de participación ciudadana en la
lucha de independencia. Es de este grito libertario de Basilio Porras que se toma
el lema que a la fecha plasma el pergamino que contiene el escudo nacional
de Guatemala: «Libertad, 15 de septiembre de 1821». Pero lo importante de
la participación de Dolores Bedoya es que fue una mujer que sobresalió en
una época en donde las mujeres no tenían trascendencia en temas políticos.
Su participación sentó las bases para que se les incluyera más en decisiones
sociales en el futuro.
A modo de conclusión
Se puede concluir que, en Guatemala, a 200 años de la firma del Acta de
Independencia, el sistema político, económico y social del país continúa igual,
pues este se ha formado históricamente en torno al poder que la elite ha logrado
y acomodado, según su conveniencia e intereses. Sistemas casi esclavistas o
feudales, y a partir de ello un capitalismo precario, han marcado la historia
del país; procesos apoyados y manejados por cierto grupo de poder, presión
y control, un grupo pequeño, de carácter oligarca esencialmente, considerado
una de las élites más poderosas de Centroamérica e incluso de Latinoamérica.
29 «El día que Guatemala se convirtió en una república», en Perspectiva (14 de septiembre de 2018),
consultado el 25 de enero, 2021, https://www.perspectiva.gt/noticias/enperspectiva/el-dia-que-guatemala-
se-convirtio/
Por último, es importante señalar que aunque el resultado final del proceso
de independencia de Guatemala es marcado por el Acta de Independencia,
en documento, el proceso continuó hasta que se ratificó a esta porción de
territorio que llamamos Guatemala como una república en 1847.
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