Factoring - Legislación Comparada

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Contrato de Factoring

Legislación Comparada

Los inicios del contrato de factoring siguen originando controversia en la


doctrina nacional y comparada. Revisando la historia, muchos han encontrado
una primera forma de factoring en la cultura neobabilónica de los Caldeos con
la actividad desarrollada por el Shamgallu, agente comercial operante en
Caldea hace 4,000 años y que hacía las veces de un comisionista, es decir,
una persona que por el pago de una comisión garantizaba a su comitente el
pago de los créditos. Otros, por su parte, mencionan que el inicio de la
modalidad del factoring se debió a las costumbres comerciales de los fenicios.

La doctrina jurídica y económica mencionan que es Inglaterra, específicamente


Londres, el origen del contrato de factoring. Recuerda Rodgers que la Blackwell
Hall, dedicada a la industria de la lana en 1397, es considerada como el lugar
donde se originó el factor comercial. Esta empresa recibía los productos
mercantiles en consignación y las vendía a los comerciantes de la zona con la
particularidad que, en ocasiones, adelantaba a los fabricantes el precio de los
productos que le habían sido confiadas.

Durante el comienzo del siglo XVII, en la ciudad de Londres, se asentaron


muchos factors, llegando muchos de ellos a especializarse en el comercio de
algodón, por lo que se les denominó como los cotton factors. Esta práctica
pronto motivó el aumento de manera considerable el comercio británico de
exportación, desarrollando la definición del confirming houses que, en
representación de los compradores extranjeros, garantizaban su crédito y
confirmaban los pedidos. Después, con la expansión, desarrollo y beneficios
obtenidos con estas operaciones, los factors financiaron la producción de sus
clientes al hacer efectivo el pago inmediato del precio de los productos que
debían exportarse varias semanas después. Es así que, la función mercantil,
propia de los factors en sus orígenes, se modifica y evoluciona hacia funciones
de financiamiento empresarial (Cogorno, 1979).
Por lo tanto, el factoring como contrato se originó frente a las necesidades del
tráfico comercial colonial europeo, puesto que los exportadores ingleses, para
evitar los imprevistos durante el transporte de productos por diversos motivos,
entre ellos la distancia, el desconocimiento del mercado colonial americano y el
cobro respectivo, por lo que estos exportadores ingleses emplearon los
servicios de algunos representantes denominados “factors”, para comercializar
las mercaderías configurándose a su vez en depositarios.

En la década de los sesenta del siglo pasado, este modelo de comercio se


introduce en Europa con una variante más moderna: la presentación por parte
de la compañía de factoring de divesos servicios como el estudio del mercado,
contabilidad, información comercial, entre otros. En los años setenta este tipo
de contrato se introdujo en España, específicamente en Cataluña, con la
formación de empresas como Internacional Factor Española SA., Transfactor
SA. y Heller Factorings Española SA. (Chuliá y Beltrán, 1989).

Hoy en día, las empresas nacionales, en especial las que se dedican a exportar
sus productos, tienen en el factoring un apoyo y alternativa de
autofinanciamiento diferente a las que oferta el sistema tradicional de crédito,
eliminándose de esta forma la carga administrativa, lo que es muy valorado en
estos tiempos de eficiencia y competitividad. El factoring, empleado
adecuadamente, permite que las empresas exportadoras se dediquen
íntegramente a su actividad habitual, es decir a la producción de bienes y a la
prestación de servicios, y dejar el cobro, gestión, administración y
contabilización de los créditos a las empresas especializadas en factoring.

Cabe mencionar que, el servicio que más se ha favorecido del desarrollo del
factoring en la actividad empresarial es el financiero. Mayormente, esta
prestación la realiza la factora que viene estipulada por la orden de los créditos
de la empresa factorada; tal orden se hace efectiva mediante el pago
adelantado de los créditos efectuados por la primera a esta última, lo que
permite mejorar considerablemente el flujo de caja y, como consecuencia,
minimiza las necesidades financieras que se originan en la habitual actividad
empresarial (Borges, 1988).
Por lo antes mencionado, el factoring se convierte en el mecanismo idóneo
para lograr el equilibrio financiero. El factoring en su definición inicial
comprende la gestión y cobro de los créditos otorgados por el cliente y
aceptados por el factor, quien es el que asume debido el contrato el riesgo de
insolvencia de los deudores. Este criterio sitúa a las sociedades de factoring
como sociedades de prestación de servicios, pero la introducción al factoring
de los anticipos al cliente constituye su inclusión al sector financiero,
convirtiéndose en su principal objetivo (González y cols., 2006).

Así mismo, Alejandra Monsalve, líder de Factoring Finaktiva manifiesta que


éste es un contrato por el cual una empresa traspasa, cede o endosa las
facturas que ha emitido y a cambio recibe de manera inmediata liquidez. Por lo
tanto, este contrato es considerado como una alternativa de financiamiento que
es utilizado por pequeñas y medianas empresas y consiste en un contrato
mediante el cual una empresa delega el servicio de pago futuro de los créditos
y facturas existentes a su favor y, en consecuencia, obtiene de froma rápida la
liquidez que necesita, con un descuento pactado (Neldor, 2021).

Del mismo modo, Barbier, nos manifiesta que con el factoring las empresas
ceden al factor sus créditos comerciales, estos corresponden a las facturas que
tiene para cobrar, cediendo la gestión de cobro a cambio del anticipo de su
importe (Puga, 2016).

Perú:

El primer precedente legislativo del factoring en nuestro país se establece en el


Decreto Legislativo N.° 770, en los artículos 246, inciso c) y el artículo 404,
incisos g) y q), que se relacionaban a la capacidad que tenían las instituciones
bancarias para obtener y comerciar letras de cambio y facturas que se
originaban de transacciones comerciales (Decreto Legislativo N° 770; 1993).
Como en muchos contratos atípicos, la única definición legal existente es de
tipo tributario y fiscal, así tenemos la Ley N.° 26702 (Ley General de Sistema
Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la Superintendencia de
Banca y Seguros), norma que en el artículo 221, inciso 10), así como en el
artículo 282, inciso 8) hace mención al contrato de factoring (Decreto
Legislativo N° 26702; 1996).

Actualmente, las leyes que reglamentan el contrato de factoring en nuestro país


son la Resolución N.° 1021-98-SBS (Ley del Impuesto General a las Ventas), el
Decreto Legislativo N.° 821 de 1996 para efectos tributarios, y el Decreto
Supremo N° 136-96-EF de 1996 que reforma materias tributarias relacionadas
a operaciones de factoring.

Colombia:

La compañía factoring es una empresa financiera legalmente autorizada para


brindar toda la gama de servicios que requieren en la operación. Las
sociedades comerciales en cuyo objeto se contemple como actividad la
realización de operaciones de adquisición de cartera o factoring, se hallan
sujetas a la inspección y vigilancia de la Superintendencia Bancaria.

En Colombia, en referente a la ley 45 de 1923, ley orgánica de los bancos a


pesar que no se reglamenta de forma expresa el factoring, sí se permite la
probabilidad jurídica de realizar factoring por la banca comercial, sin requerir la
variación de la legislación vigente. Así las cosas, “los bancos pueden realizar
el contrato de factoring, cuando la cartera de sus clientes se encuentre
representada en algún título de contenido crediticio, como son los títulos
valores de tal naturaleza y las facturas comerciales” (Arrubla, 1998).

Así mismo, la Ley 74 de 1989, relacionada con la inversión extranjera en


el sector financiero, menciona en su artículo 11, que las sociedades de
financiación comercial destinadas a realizar operaciones de adquisición de
cartera (factoring) estarían reguladas por el control de la Superintendencia
Bancaria; del mismo modo, el Decreto 3039 de 1989, reglamentario de la
mencionada ley, determinó que en relación a lo establecido en la mencionada
cita, se considerarían como sociedades de factoring aquellas diferentes de los
establecimientos de crédito particularmente facultados para el efecto, que,
autorizadas por la Superintendencia Bancaria, pueden celebrar en calidad de
adquirentes más de 20 contratos relacionados a este tipo en un período de 3
meses consecutivos o, en el mismo período, celebrar contratos del mismo tipo
por un monto que exceda el 50% de su patrimonio.

Posteriormente, con la promulgación de la Ley 35 en 1993, se reglamentó que


la inspección, vigilancia y control de las sociedades de adquisición de cartera
(factoring), no estaría a cargo de la Superintendencia Bancaria, sino que se
regirá acorde a las disposiciones generales sobre vigilancia y control de las
sociedades mercantiles y de emisión y oferta de valores, disposición sobre la
cual la Superintendencia de Sociedades, en concepto 220-52426 del 07 de
octubre de 2004, mencionó que se colige, meridianamente, que el artículo 11
de la Ley 74 de 1989, dejó de tener fuerza de ley, pese a no existir la
derogatoria oficial, habida cuenta de la incompatibilidad entre disposiciones
especiales, de conformidad con los postulados consagrados en los artículos 72
de la codificación civil y 3.º de la Ley 153 de 1887.

Es de tener en cuenta que la definición en mención esclarece algo de mucha


relevancia para la operación en el sentido de indicar que, si son corporaciones
financieras y compañías de financiamiento comercial, el Decreto 663 de 1993,
Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, establece un “límite de plazos para
el vendedor con relación a las primeras (corporaciones financieras), en tanto
que a las segundas (compañías de financiamiento) no se les impone límite
alguno”.

En concordancia con lo establecido en el Decreto 663 de 1993, “las


mencionadas corporaciones financieras (art. 12, lit. h, inc. 2. º), las compañías
de financiamiento (art. 24 lit. h) y las cooperativas financieras” (Congreso de la
República de Colombia, 1993) (art. 27 num. 9) se “encuentran autorizadas para
la realización de operaciones de factoring”, y que, referente de ellas, si se
puede ejecutar la inspección, vigilancia y control por la Superintendencia
Financiera, según el Decreto 4327 de 2005.

Argentina:

En Argentina, el contrato de factoring se originó en 1995, gracias a compañías


formadas por algunos bancos, principalmente enfocadas a brindar servicios
relacionados a esta herramienta financiera, la primera organización orientada
formalmente al factoring fue Heller-Sud creada por el Banco Bansud junto con
Heller Financial que inició sus operaciones en ese año, facturando US$ 140
millones con una cartera de 110 clientes. La estrategia de la organización era
asesorar a las Pymes en la búsqueda de fuentes alternativas de
financiamiento.

En Argentina no hay una norma específica para el factoring. La operatoria se


fundamenta en ceder los derechos de crédito que se encuentra normado por el
Código Civil, es decir, se pueden aplicar diversas leyes por analogía. La norma
de Entidades Financieras (21.526) permite realizar actividades de factoring a
bancos comerciales (Art. 21), a empresas financieras específicamente
autorizadas (Art. 24, inc. d) y a cualquier otra empresa que el Banco Central
considere que es compatible con su actuación (Art. 20) (Baer, F.; Ferraro, M.;
Oliveri, M, 2007).

La Ley 21.526 aplicable a las empresas financieras, reconoce que los bancos
comerciales y las empresas financieras, son las empresas exclusivas y
autorizadas para: “…otorgar anticipos sobre créditos provenientes de ventas,
adquirirlos, asumir sus riesgos, gestionar su cobro y prestar asistencia técnica
y administrativa” (Ley de Entidades Financieras, 1969).

México:

El factoraje en México se estructuró en 1985, en un marco legal adecuado por


medio de la Ley General de Organizaciones y Actividades Auxiliares del
Crédito; en la misma ley se determinó como actividad auxiliar de crédito el
arrendamiento financiero (factoraje).

Las empresas que pueden celebrar contratos de arrendamiento financiero o


factoraje, de forma profesional sin requisito alguno por parte del gobierno son:
aquellas sociedades anónimas que, en sus estatutos sociales, mencionen
explícitamente como objeto social fundamental la realización habitual y
profesional de una o más de las actividades que se mencionan en el párrafo
antes mencionado, se considerarán como sociedades financieras de objeto
múltiple. Dichas sociedades se denominarán entidades financieras, que podrán
ser: Sociedades financieras de objeto múltiple reguladas y Sociedades
financieras de objeto múltiple no reguladas. (Ley General de Organizaciones y
Actividades Auxiliares del Crédito, 1985).

En un contrato de factoraje, cuando el factor acuerde con el proveedor,


anticipadamente al vencimiento de este, se requerirá la firma del contador para
el certificado y muestra de “fe”, en el contrato se estipularán los requisitos
referentes a las tasas de interés, mora y monto total de la factura y la
determinación de los periodos de pago.

En lo referente a los intereses en México se establecieron legalmente de la


siguiente forma:

I. Únicamente se podrán capitalizar intereses cuando, antes o


después de la emisión de los mismos, los involucrados lo hayan
establecido. En este caso la sociedad establecida, deberá brindar
a su cliente el estado de cuenta mensual. No procederá el cobro
que contravenga lo antes mencionado.
II. Los intereses se causarán específicamente sobre los saldos
insolutos del crédito concedido y su pago no podrá ser exigido por
adelantado, sino exclusivamente por períodos vencidos. En las
actividades de factoraje financiero el factorado y la empresa
financiera de objeto múltiple podrán convenir en contrario.” (Ley
General de Organizaciones y Actividades Auxiliares del Crédito,
1985).

Las empresas aprobadas para trabajar con contratos de factoring tienen que
mencionar a sus clientes sobre las cantidades de los pagos, la forma y
periodos de liquidación, el valor de la tasa y el derecho de adelantos de pagos.
En el caso de que la tasa sea fija el factor deberá mencionar a su cliente las
cantidades de los pagos.

Como característica común con otros países, los elementos principales del
contrato de factoraje se originan de los tres intervinientes: la sociedad o factor,
el cedente y el obligado. De la misma forma, las organizaciones de factoraje
mexicanas son reglamentadas por la Comisión Nacional Bancaria de Valores,
la misma que trabaja en conjunto con la Secretaría de Hacienda y el Banco
Central.

Referencias Bibliográficas:

Arrubla, J. (1998). Contratos Mercantiles. Tomo II. Bogotá: Biblioteca Jurídica


Dike.

Baer, F.; Ferraro, M.; Oliveri, M. (2007). Acceso a financiamiento a través de


factoring. Argentina: Centro para la Estabilidad Financiera.

Borges, D. (1988). “El comercio de tecnología: aspectos jurídicos,


transferencia, licencia y know how”. Buenos Aires: Editorial Depalma.

Chuliá, E.; Beltrán, T. (1989). Aspectos Jurídicos de los Contratos Atípicos.


Barcelona: Editorial Bosch.

Cogorno, E. (1979). Teoría y Técnica de los nuevos contratos comerciales.


Buenos Aires: Editorial Merú.

Congreso de la República de Colombia. (1993). Decreto N° 663. Bogotá: Diario


Oficial.

Decreto Legislativo N° 26702. (1996). Ley General del Sistema Financiero y del
Sistema de Seguros y Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros.
Lima: El Peruano.

Decreto Legislativo N° 770. (1993). Ley General de Instituciones Bancarias,


Financieras y de Seguros. Lima: El Peruano.

Ley de Entidades Financieras. (1969). Ley 18.061, Capitulo V - E. Argentina.


Ley General de Organizaciones y Actividades Auxiliares del Crédito. (1985).
LGOAAC, Capítulo II. México.

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https://app.vlex.com/#/search/jurisdiction:PE/contrato+de+factoring/p2/WW/vid/
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Neldor. (2021). ‘Factoring’ como alternativa de liquidez financiera: El amparo


legal de esta operación está dado bajo normativas condensadas en el código
civil, el código de comercio, la ley 1231 de 2008, entre otras. conozca en qué
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Puga, A. (2016). ALCANCE JURÍDICO DE LA FACTURA COMO TÍTULO DE


CIRCULACIÓN MERCANTIL [legal scope of the invoice as title for commercial
circulation]. Revista De Derecho, (46), 155-189. Retrieved from
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como-título/docview/1822644329/se-2?accountid=39560

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