Reyes de Israel

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1

Por lo que David le dijo a Salomón:

Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y
mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés,
para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme
Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de
mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de
Israel.

1 Reyes 2:3 - 4 RVR1960

Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores; y después que las hubo leído, subió a la
casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová. Y oró Ezequías delante de Jehová,
diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, solo tú eres Dios de todos los
reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová,
tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. Es
verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras; y que echaron
al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o
piedra, y por eso los destruyeron. Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su
mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que solo tú, Jehová, eres Dios. Entonces Isaías
hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Lo que me pediste
acerca de Senaquerib rey de Asiria, he oído. Esta es la palabra que Jehová ha pronunciado acerca
de él: La virgen hija de Sion te menosprecia, te escarnece; detrás de ti mueve su cabeza la hija de
Jerusalén. ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿y contra quién has alzado la voz, y levantado
en alto tus ojos? Contra el Santo de Israel. Por mano de tus mensajeros has vituperado a Jehová, y
has dicho: Con la multitud de mis carros he subido a las alturas de los montes, a lo más inaccesible
del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses más escogidos; me alojaré en sus más remotos
lugares, en el bosque de sus feraces campos. Yo he cavado y bebido las aguas extrañas, he secado
con las plantas de mis pies todos los ríos de Egipto. ¿Nunca has oído que desde tiempos antiguos
yo lo hice, y que desde los días de la antigüedad lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, y tú
serás para hacer desolaciones, para reducir las ciudades fortificadas a montones de escombros.
Sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y confundidos; vinieron a ser como la
hierba del campo, y como hortaliza verde, como heno de los terrados, marchitado antes de su
madurez. He conocido tu situación, tu salida y tu entrada, y tu furor contra mí. Por cuanto te has
airado contra mí, por cuanto tu arrogancia ha subido a mis oídos, yo pondré mi garfio en tu nariz, y
mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste. Y esto te daré por señal,
oh Ezequías: Este año comeréis lo que nacerá de suyo, y el segundo año lo que nacerá de suyo; y el
tercer año sembraréis, y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis el fruto de ellas. Y lo que hubiere
escapado, lo que hubiere quedado de la casa de Judá, volverá a echar raíces abajo, y llevará fruto
arriba. Porque saldrá de Jerusalén remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo de
Jehová de los ejércitos hará esto. Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en
esta ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella
baluarte. Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. Porque
yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. Y
aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los
asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era
cuerpos de muertos. Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó. Y
aconteció que mientras él adoraba en el templo de Nisroc su dios, Adramelec y Sarezer sus hijos lo
hirieron a espada, y huyeron a tierra de Ararat. Y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo.

2 Reyes 19:14 - 37 RVR1960

Después de Ezequías gobernó su hijo Manasés. Este demostró ser tan malvado como su abuelo
Acaz, y no parecerse en nada a su padre Ezequías (21.2-6). Se lo clasifica en las Escrituras entre los
peores de todos los reyes de Judá (v. 9). En realidad, la maldad de Manasés trajo como
consecuencia la caída final de Jerusalén, aunque ello no sucediera en sus días (vv. 11,12).

Josías buscó verdaderamente la manera de hacer regresar a Judá a Dios por medio de una gran
reforma en el pueblo

¿?

(contrito de corazón)

Luego que el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus vestidos;

2 Crónicas 34:19

A pesar de las reformas de Josías, el Señor decidió castigar a Judá (23.26ss). Quizá para ahorrarle
los días terribles que habrían de venir, Josías fue muerto en batalla contra el faraón Necao en
Meguido.

El llamamiento de Isaías es en realidad una ocasión de esperanza. Comienza cuando Isaías tiene
una visión del Señor en su gloria y su santidad. Isaías se siente sobrecogido, como lo estaría
cualquier pecador en la presencia del Dios Santo (v. 5). El Señor le asegura inmediatamente a
Isaías que ha sido purificado por él (vv. 6,7). Es decir, que debido a que Isaías reconoce su
condición de pecador y su necesidad de que Dios lo limpie, Dios le 300 El plan de Dios en el
Antiguo Testamento asegura que sus pecados son perdonados (v. 7). Por tanto, para Isaías, las
condiciones expresadas en 1.18 son una realidad. Así es como el profeta se convierte en un
ejemplo de lo que le debe suceder a todo hijo de Dios auténtico: debe llegar a darse perfecta
cuenta de su propio pecado y clamar a Dios pidiendo ayuda, a fin de recibir el poder purificador
que solo Dios tiene. Ahora bien, Isaías es llamado a dar testimonio y ser el mensajero de Dios a la
iglesia (vv. 8-13). Su ministerio será difícil, y la mayoría no creerá su mensaje. Pero un remanente
sí lo creerá: la simiente santa (v. 13). Una vez más vemos que la verdadera esperanza se ofrece
solo al remanente.

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