Instututo Superior Pedro P. Diaz: Produccion Agropecuaria
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PRODUCCION AGROPECUARIA
UNIDAD DIDACTICA:
COMPILACION BIBLIOGRAFICA
2021
I.- INTRODUCCION
La agricultura bajo riego, necesita cada vez ser más eficiente en lo relacionado al uso y manejo del
agua, sobre todo en áreas donde es escasa. En nuestro país existen condiciones de costa, sierra y
selva que requieren de técnicas diferentes, por contar con condiciones naturales diversas.
Los sistemas de riego y el conocimiento de las técnicas de riego se constituyen como elementos
principales para un uso adecuado no solamente del agua, sino de la mayoría de actividades
culturales existentes, ya que a través del agua se pueden aplicar mejor los fertilizantes y productos
sanitarios, se facilitan las actividades de preparación de terreno, se propicia un microclima para una
adecuada variación de épocas de siembra y soporte de heladas, permite un ahorro de mano de
obra entre otros.
Las definiciones clásicas de riego establecían como un medio de aplicar agua artificialmente a los
cultivos para complementar la acción de la lluvia. El estudio de las relaciones hídricas en el suelo y
de los parámetros que intervenían en el riego, llevaron a la conclusión de que esta definición era
muy general, pues había, además que poner el agua a disposición de la planta para que está pudiera
aprovecharla eficientemente. Así surge una definición más concreta del riego, como un medio
artificial de aplicar agua a la zona radicular de las plantas cultivadas de forma que la utilicen al
máximo.
La práctica del riego, por tanto, debe dar respuesta a cuatro preguntas fundamentales que permitan
el uso eficiente y racional del agua:
El riego puede ser definido como la aplicación oportuna y uniforme de agua a la zona de raíces,
para reponer el agua consumida por los cultivos entre dos aplicaciones sucesivas.
Por definición, el agua se aplica al suelo y no a la planta, reponiendo lo gastado. Esta agua es
consumida por las plantas en un período comprendido entre dos aplicaciones sucesivas. Por ello,
es importante el estudio del suelo desde el punto de vista físico. Asimismo, se debe aplicar agua a
la zona de raíces y no se riega la superficie del suelo. Un buen riego es aquél que humedece
adecuadamente la zona radicular. Por otro lado, la aplicación debe ser oportuna de tal manera que
las plantas no sufran por déficit, ni por exceso de humedad. Por ello, la cantidad de agua que se
incorpore al perfil del suelo debe corresponder al agua consumida por el cultivo. Además, el riego
debe realizarse mediante una técnica adecuada que permita humedecer uniformemente la zona de
raíces, evitando excesos al inicio de la zona regada y déficit al final. Si la aplicación de agua al suelo
no cumple estos requisitos pueden surgir los siguientes problemas:
- Menores rendimientos de los cultivos por exceso (riegos muy extensos) o déficit de humedad
(riegos cortos o demasiado rápidos).
- Pérdida de agua durante el proceso: por escurrimiento superficial, percolación profunda,
evaporación, etc. que determina una baja eficiencia en el aprovechamiento del recurso.
- Lavado de nutrientes, ocasionado por riegos aplicados durante tiempos muy largos.
El suelo es la capa superficial de la corteza terrestre (litosfera) situada entre el lecho rocoso y la superficie.
Constituye un recurso natural no renovable con tasas de formación muy lentas y tasas de degradación
rápidas. La importancia del suelo radica en que constituye la interfaz entre la geosfera, la atmósfera y la
hidrosfera, lo que le confiere capacidad de desempeñar tanto funciones naturales como de uso.
El suelo es un sistema heterogéneo, compuesto por elementos solidos (minerales y orgánicos) y espacios
vacíos, ambos se encuentran en proporciones diferentes que le dan características especiales. El vacío que
vendría a ser el espacio existente entre las partículas del suelo (poros), es el lugar de almacenamiento del
agua, el que normalmente es acompañado por el aire.
Cuando todo el espacio vacío es ocupado por el agua se dice que el suelo está saturado.
2.2.- Suelo:
2.3.- Importancia:
En función del tamaño de estos espacios y la continuidad de los mismos las funciones que se
pueden dar y los procesos que ocurren varían.
Cuando estos poros son ocupados por agua ésta no aparece siempre de la misma forma ni presenta
la misma disponibilidad para las plantas. Por ello se habla de diversos tipos de agua en el suelo en
función de su utilidad que vamos a detallar a continuación.
El agua capilar corresponde a aquella contenida en los tubos capilares del suelo que es retenida
debido a la tensión superficial del agua. Dentro de esta fracción encontramos dos tipos.
- El primero corresponde al agua capilar no absorbible. Esta agua ocupa los poros más
pequeños del suelo (< 0.2 µm) y está fuertemente retenida. No es absorbible por las plantas
porque se requiere una fuerza de succión demasiado grande, de 31‐15 atm.
- El segundo tipo corresponde al agua capilar absorbible por las plantas. Esta aparece
almacenada en poros de 0.2 a 8 mm y pueden ser asimiladas por las raíces puesto que la
fuerza de succión necesaria es de 15 a 1 atm. Esta fracción correspondería a la reserva
hídrica del suelo.
Corresponde al agua que está ocupando los macroporos del suelo, saturándolos o no. Esta fracción
de agua no está retenida en el suelo y se mueve impulsada por la fuerza de la gravedad hacia capas
más profundas (subsuelo) pudiendo alcanzar el nivel freático. Desde el punto de vista del
movimiento del agua a través de los macroporos existen dos tipos. El primero es de flujo lento, para
poros de 8 a 30 mm de diámetro y el segundo de flujo rápido, para poros mayores de 30 mm. Esta
fracción de agua puede ser temporalmente utilizada por las plantas siempre y cuando se encuentre
en el estrato del crecimiento de las raíces de las plantas.
De todos los tipos de agua disponibles comentados anteriormente derivan dos términos importantes
desde el punto de vista práctico. Estos son: la capacidad de campo (CC) y el punto de marchitez
permanente (PMP). La capacidad de campo corresponde a la máxima cantidad de agua que un
suelo puede retener en contra de la acción de la gravedad. Es decir, aquella agua que queda en un
suelo después de un episodio de lluvia abundante y/o riego pasadas 24‐48h (se evapora parte del
agua), cuando el agua gravitacional de flujo rápido ya se ha perdido.
El punto de marchitez permanente se alcanza cuando el suelo se deseca a un nivel tal que el agua
que queda está retenida con una fuerza de succión mayor que la de absorción de las raíces de las
plantas. Las plantas por tanto no pueden absorben el agua del suelo y experimentan un
marchitamiento irreversible. Esta fracción corresponde a la suma de:
La diferencia de estos dos contenidos de humedad en el suelo (CC y PMP) determina el agua útil y
disponible para las plantas. Los valores de la CC y los del PMP pueden expresarse en porcentajes
de peso de suelo seco. Así, una capacidad de campo del 27% significa que 100 g de tierra seca
retienen 27 g de agua, y una marchitez del 12% significa que, cuando se alcanza la marchitez de la
planta, el suelo tiene 12 g de agua por 100 g de tierra seca. Por tanto, el agua útil (disponible) para
la planta sería 15 g de agua por cada 100 g de tierra seca.
El movimiento del agua en el suelo es un proceso muy complejo, debido a que se realiza en estado
líquido y gaseoso, y en varias direcciones. Debido a las fuerzas de gravedad, el agua se mueve
hacia abajo. Las fuerzas de adhesión y cohesión determinan el movimiento por capilaridad a través
de los poros finos. Finalmente, el calor vaporiza el agua y las diferentes temperaturas del suelo
difunden el vapor a través del aire del suelo. La velocidad con que el agua se mueve hacia abajo,
por efecto de la gravedad, está determinada, principalmente, por el tamaño y la continuidad de los
espacios porosos.
En suelos de textura gruesa el agua generalmente se mueve libremente a través de los poros
grandes. En suelos de textura fina el agua se mueve lentamente debido a la resistencia al flujo en
los microporos, al hinchamiento de los coloides y a burbujas o bolsas de aire atrapadas. El
movimiento del agua debido a la capilaridad, depende de la distribución de tamaños de las partículas
(textura del suelo) y, básicamente, de la diferencia de tensión o presión negativa entre láminas de
agua de diferentes espesores alrededor de las partículas del suelo. El movimiento se produce de
láminas más gruesas a más delgadas, de un área de baja tensión (mucha agua) hacia un área de
alta tensión (poca agua).
Por otro lado, la solución del suelo (agua + iones) contiene determinada cantidad de sales, como
consecuencia desarrolla una fuerza (presión osmótica) que retarda la absorción de agua por las
raíces de las plantas. Por lo tanto, la facilidad de absorber agua por las plantas depende de la
tensión de la humedad del suelo (potencial mátrico) y de la presión osmótica de la solución suelo
(potencial osmótico).
3.2.- La Infiltración
En términos generales el valor de la infiltración no es constante, sino que, en los primeros momentos
de las precipitaciones suele ser más alto, y disminuye con rapidez hasta alcanzar un valor constante
más bajo que el inicial. Este descenso está motivado por diferentes factores:
- Cierre o disminución de tamaño de las grietas de los suelos, cuando estos están formados
por arcillas que aumentan de tamaño al hidratarse.
El proceso a través del cual el agua ingresa al suelo, se denomina infiltración. En otras palabras, es
la capacidad del suelo para absorber el agua aplicada mediante el riego o en forma natural,
mediante la lluvia.
Este concepto es uno de los más importantes en la práctica del riego porque interviene en la
determinación de "cuánta agua" se debe aplicar al suelo. Por otro lado, la velocidad de infiltración
del suelo es un factor fundamental en el diseño de los diferentes sistemas de irrigación, ya sean
estos gravitacionales (surcos, melgas, etc), a presión (aspersión, micro aspersión, goteo o
exudación). De este factor depende el tiempo de riego y la planificación del predio en relación al
riego, ya que de acuerdo a estas variaciones se establecen las unidades de riego, cada una de las
cuales tendrá un diseño diferente en el campo.
La velocidad de infiltración indica la capacidad del suelo de absorber agua. Al principio (cuando el
suelo está más seco) la velocidad de infiltración es más rápida, luego disminuye hasta que llega un
momento en que se hace más o menos constante. En la Tabla se presentan los valores referenciales
de la velocidad de infiltración en función de la textura del suelo.
Los factores que influencian la velocidad de infiltración son aquéllos que afectan las propiedades
del suelo:
- Compactación del suelo La labranza del suelo (aradura, rastras, etc.) realizada en
condiciones húmedas, produce compactación en la zona donde no llegan los implementos.
Las capas duras e impermeables impiden el movimiento del agua y reducen la velocidad de
infiltración.
- Contenido de humedad del suelo El nivel de humedad del suelo en el momento del riego,
influencia significativamente la velocidad a la cual el agua ingresa al suelo. El suelo absorbe
rápidamente el agua al comienzo del riego. A medida que la aplicación de agua continúa, la
superficie del suelo se satura, produciendo el hinchamiento de arcillas expandibles, lo que
provoca una gradual disminución de la velocidad de infiltración hasta que se alcanza un valor
prácticamente constante llamada velocidad de infiltración básica o estabilizada.
- Sellamiento superficial La formación de una capa fina y compacta en la superficie del suelo
reduce rápidamente la velocidad de infiltración. Este sello superficial resulta del deterioro del
estado estructural del suelo.
- Preparación del suelo El pasaje de rastras, arado o cultivador incrementa la velocidad de
infiltración. Sin embargo, el efecto dura sólo mientras el terreno vuelva a su condición inicial
de densidad como consecuencia del mismo riego.
- Enmiendas orgánicas y rotación de cultivos La materia orgánica humificada, al favorecer
y mantener la porosidad del suelo, evita que la velocidad de infiltración se altere y más aun
que disminuya, debido a la influencia de otros factores. Asimismo, es positiva la rotación de
cultivos al incrementar el contenido de materia orgánica del suelo.
- Salinidad del suelo y del agua Las sales de sodio, principalmente carbonatos y
bicarbonatos, son extremadamente nocivas para la permeabilidad del suelo y, por lo tanto,
de la velocidad de infiltración. Si la concentración de sodio es elevada, la estructura del suelo
se destruye al dispersarse los coloides, dando como resultado un suelo impermeable.
- Perfil del suelo La estratificación de las diferentes capas u horizontes en el perfil tiene gran
influencia en la velocidad de infiltración, aunque evidentemente este factor no es manejable
por el hombre, sobre todo en las capas sub-superficiales.
- Hidratación de los coloides y otros El incremento en el tamaño de partículas coloidales
por hidratación, sella parcialmente el espacio poroso, disminuyendo la velocidad de
infiltración.
Durante el Proceso de redistribución, las capas más superficiales, inicialmente más húmedas,
pierden agua mientras más profundas aumentan su contenido de humedad. Lo anteriormente
expuesto evidencia la complejidad de caracterizar el flujo de agua en el suelo durante un ciclo de
riegos, y la necesidad de tener en cuenta la redistribución del agua, en cada situación particular de
suelo y planta, de cara a justar la dosis de riego en pro de un uso eficiente del recurso agua.
El movimiento del agua en el suelo está regulado por su energía expresada en unidades de
potencial. El potencial del agua se define como el trabajo que se debe realizar para transferir
reversible e isotérmicamente una unidad de agua pura (volumen, masa, peso) desde el estado de
referencia (e.d.r.) hasta el suelo en el punto considerado. Su signo es Ψ, p.e. Ψ e.d.r.= 0.
Sin embargo, el agua en el suelo está sujeta a diversas fuerzas que hacen que su potencial difiera
de aquel del agua libre. Estas fuerzas son de retención por la matriz sólida del suelo, por las sales
disueltas que contenga el agua y gravitacionales. De modo que el potencial hídrico total en el suelo
(ΨT) es la suma de diversos componentes debido a las fuerzas que actúan sobre el agua.
Dónde:
Ψm = Potencial matricial
Ψg = Potencial gravitacional
Ψo = Potencial osmótico
Ψp = Potencial de presión
Potencial matricial
El potencial matricial (Ψm) representa el grado de retención del agua debido a la acción integrada
de las fuerzas de adsorción y capilaridad. La fuerza de adsorción aparece como consecuencia de
la descompensación eléctrica que existe en la superficie de las partículas del suelo, que favorece
la atracción de las moléculas de agua por fuerzas electrostáticas.
La segunda fuerza que actúa es la capilaridad. Ésta es el resultado de la tensión superficial del agua
y su ángulo de contacto con la fase sólida. Ambas fuerzas atraen y retienen el agua en el suelo
reduciendo su energía potencial por debajo de aquella del agua libre. Por tanto, su valor es siempre
negativo, ya que la presión que origina se opone a la expulsión de agua del suelo. A medida que se
seca un suelo (suelo no saturado), más negativo se convierte su potencial matricial y mayor será la
presión necesaria para extraer agua. Por el contrario, en aquellos suelos saturados toma valor nulo.
Potencial osmótico
El potencial osmótico (Ψo) es debido al efecto de los solutos en la fase líquida del suelo. El agua
debido a la di polaridad que presenta es muy buen disolvente y se absorbe sobre las superficies
sólidas hidratando iones y coloides. La presencia de estos altera la estructura del agua de
hidratación y las moléculas de agua pierden energía libre. Como los solutos reducen la energía
potencial de las moléculas de agua, el potencial osmótico es siempre negativo (Ψo< 0). Solamente
se considera el potencial osmótico cero (Ψo= 0) para el agua pura.
Este componente es importante para estimar el trabajo que deben realizar las raíces de las plantas
para extraer la humedad del suelo.
El potencial gravitacional es debido a la fuerza de la gravedad que desplaza el agua hacia capas
cada vez más profundas. El potencial gravitacional del agua en un punto determinado del suelo está
determinado por la elevación de ese punto con respecto a un nivel de referencia dado. Si el nivel
de referencia está por encima, el potencial gravitacional es negativo (Ψg < 0), por el contrario, si el
nivel de referencia está por debajo dicho potencial es positivo (Ψg > 0).
Potencial de presión
El Potencial de presión (Ψp) es debido a la presión ejercida por una columna de agua que se
encuentra por encima del punto del suelo considerado. En zonas no saturadas el valor es cero y en
zonas por debajo del nivel freático (zonas saturadas) el valor es positivo (Ψp > 0), puesto que en
estas zonas la presión hidrostática es mayor que la atmosférica.