Aaron Beck

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El padre de la 

terapia cognitiva (TC) es Aaron Beck y empezó a desarrollarla en


los años sesenta para el tratamiento de la depresión. Después se fue extendiendo
y ampliando hacia otros tipos de problemáticas psicológicas.

Si las terapias cognitivo conductuales son las psicoterapias que tienen más


evidencia científica, la terapia cognitiva de Beck es la que acumula más estudios
que certifican su eficacia. Por este motivo considero que es muy importante
tenerla en cuenta.

La idea básica es que no son las circunstancias en sí mismas lo que determina


cómo nos sentimos, sino el significado que atribuimos a los acontecimientos. No
somos unos receptores pasivos de sucesos, sino que contribuimos activamente en
la construcción de nuestra realidad.

La idea subyacente es que nuestro estado mental (positivo o negativo) depende


fundamentalmente de nuestro diálogo interno. La conversación que tenemos con
nosotros mismos puede ser más o menos consciente, pero siempre está allí y es
lo que determinará nuestro estado de ánimo. No de forma absoluta, pero sí en
gran parte. Esto incluye tanto las palabras como las imágenes que van
apareciendo a nuestras consciencia y que hacen referencia al presente, pasado o
al futuro.

Esto no significa que la persona se crea ella misma sus problemas emocionales,
sino que los exagera con sus propios pensamientos y  así daña su capacidad de
manejarse en el medio. Sólo tenemos que fijarnos en lo que ocurre alrededor
nuestro y veremos que el mismo hecho provoca reacciones emocionales distintas
en diferentes personas. Estas diferencias están condicionadas por la forma en que
cada persona “ve” el hecho. Por ejemplo, vamos por una calle y notamos que una
persona anda detrás nuestro. Si sospechamos que nos sigue para asaltarnos,
empezaremos a ponernos nerviosos. Si no le damos importancia y pensamos que
es una coincidencia, no nos alteraremos. Ante el mismo hecho (que alguien nos
siga), nuestra reacción emocional es diferente.

La terapia cognitiva se centra en lo que piensas ahora porque presupone que


nuestros pensamientos y creencias son accesibles y podemos conocerlos. 
Este enfoque asume que si piensas o actúas de forma diferente, cambiará tu
estado emocional. Se sacan a flote esos pensamientos e imágenes negativos para
analizarlos y cambiarlos por otros más adaptados, funcionales o racionales. 

Se detectan y corrigen los errores en el diálogo interno para volvernos más


flexibles y cultivar una mentalidad menos dogmática y más basada en las
evidencias. Se insiste en que siempre hay visiones alternativas de las situaciones
y tenemos capacidad de elegir entre alternativas diversas.

En la terapia cognitiva se consideran tres niveles de pensamiento donde


encontramos un nivel más superficial y al que es más fácil acceder. En la terapia
interesan los pensamientos negativos más perturbadores. Un segundo nivel donde
se nos presentan supuestos subyacentes (“si ...entonces...”) y  reglas (“deberías”).
Muchas veces son implícitos, es decir, no somos conscientes de que los tenemos,
pero se infieren de nuestra conducta y de temas comunes en nuestros
pensamientos automáticos. Esto puede crearnos problemas, pero nos evitan tener
que enfrentarnos a nuestras creencias nucleares negativas, y el ultimo nivel son
creencias globales y absolutas acerca del yo, los demás y el mundo. 

Muchas veces no somos conscientes de ellas y  son el nivel más profundo. Si las
creencias nucleares negativas afloran a la superficie y las cambiamos, podemos
conseguir cambios más dramáticos en nuestra manera de ser.

Hay que aclarar desde la Terapia Cognitiva no se afirma que el pensamiento


distorsionado sea la causa que provoca las alteraciones emocionales (ansiedad,
depresión, culpa, ira); sino que forma parte importante de estas alteraciones
emocionales. En realidad, hay muchos factores que pueden predisponer a sufrir
un trastorno psicológico: genético, físico, ambiental, desarrollo, familiar,
personalidad, cognitivo.

Todos estos factores interaccionan entre ellos, con las creencias de la persona


acerca de sí mismo, los demás y el mundo, con los estresores actuales y, como
consecuencia, precipitan el trastorno psicológico.

La activación de las creencias negativas es lo que actuará como filtro de las


experiencias y  hará que se perpetúe el problema. No sólo eso, sino que cuando
nuestro estado mental se altera negativamente (ansiedad, depresión, ira), se
distorsiona nuestra capacidad de razonar y nos volvemos más rígidos, dogmáticos
y generalizamos en exceso. 

Como consecuencia, introducimos distorsiones en nuestra visión de las cosas y se


cierra el círculo vicioso perpetuándose o empeorando el trastorno emocional. Se
asume que los pensamientos, emociones, conductas, fisiología y nuestras
circunstancias se alimentan entre sí. Así pues, una acción positiva en uno de estos
elementos provoca un cambio en el resto. Considero que  desde un estado de
serenidad, es más fácil valorar los acontecimientos y nuestros pensamientos para
ver si se ajustan a la realidad.   

Como comentaba, desde la TC se considera que las perturbaciones emocionales


se mantienen por el funcionamiento del pensamiento (palabras e imágenes) actual
del individuo. Por lo tanto se centra en el aquí y ahora para modificar los
pensamientos automáticos, supuestos y creencias nucleares de la persona para
mejorar su funcionamiento mental.

Los antecedentes históricos no se pueden modificar. No puedes cambiar cómo te


trataron tus padres, tus compañeros de colegio o los defectos físicos que tuviste. 

Lo pasado, pasado está y no se puede modificar; pero sí puedes cambiar cómo


piensas acerca de ese pasado. La TC centra la atención hacia lo que piensas
ahora acerca de lo que está pasando, pasó o puede pasar.

Con las intervenciones se busca cambiar los pensamientos y creencias mal


adaptadas por otros más flexibles y ajustados a la realidad y así impactar en el
resto de los procesos: fisiología, conductas, circunstancias. El objetivo no es dejar
de tener emociones y estar siempre feliz, sino tener emociones más moderadas,
proporcionadas y flexibles. 

Aunque se considera que el cambio en el pensamiento es fundamental en el


proceso del cambio humano, no siempre se procede así. Hay casos en los que
empieza activando la conducta como por ejemplo en pacientes muy deprimidos.

La conducta es  muy importante porque esta sigue a nuestras creencias y sirve


para mantener estas mismas creencias.  Actuar en contra de tus creencias
negativas puede ayudarte a darte cuenta que son erróneas y así mejorar. Se
asume que la persona tiene la capacidad de ver sus creencias como hipótesis y
que es capaz de ponerlas a prueba.  

La estrategia más habitual es empezar  por el nivel más superficial, los


pensamientos automáticos, e ir avanzando a niveles más profundos: suposiciones
y creencias nucleares. Muchas veces sólo es necesario centrarse en ese primer
nivel (pensamientos automáticos negativos) para generar cambios.

En la TC escribes tus pensamientos, los clarificas, analizas su lógica, valoras las


ventajas y desventajas de estos pensamientos y  los pones a prueba con
experimentos para ver qué evidencia hay de que sean ciertos o no.

Por ejemplo, si se piensa o cree que la vida es un asco y no puedo ser feliz, puedo
registrar cada hora durante el día las situaciones, los pensamientos y el nivel de
felicidad.  Al final se valora si es verdad mi afirmación en base a datos objetivos. 

Además, esto puede dar información adicional. Podemos descubrir que somos
más feliz en el trabajo, haciendo deporte, con los hijos, con la pareja. Esto es
valioso porque permite cambiar lo que hacemos y asi mejorar.

Como comentaba, aquí no se pretende crear un “pensamiento positivo”, sino


realista. El objetivo no es llegar a la conclusión de que la vida es bella y perfecta,
sino analizar los hechos de la forma más objetiva posible. 

Es posible que tengas un problema real. El análisis puede servir para eliminar
pensamientos distorsionados, valorar una situación de forma objetiva  y pensar en
posibles soluciones.

Para finalizar, desde la Terapia Cognitiva se afirma que hay una interacción entre
pensamientos, emociones y conductas. Las causas de las perturbaciones
emocionales son múltiples, pero los pensamientos (palabras e imágenes) son una
manifestación muy importante y contribuyen a su mantenimiento.
Los pensamientos pueden ser positivos, negativos o  neutros y hay que
someterlos a prueba. Es un enfoque realista. Se centra en lo que piensas ahora y
asume que si piensas o actúas de forma diferente, cambiarás.
"Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre
podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento"
-AARON BECK-

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