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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL

1935/2013
Sucre, 4 de noviembre de 2013

SALA TERCERA
Magistrado Relator: Tata Gualberto Cusi Mamani
Acción de amparo constitucional

Expediente: 03976-2013-08-AAC
Departamento: La Paz

En revisión la Resolución 027/2013 de 13 de junio, cursante de fs. 121 a 122


vta., pronunciada dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta
por Cynthia Daniela Pereira Aranibar en representación legal de Jenny
Orietta Aranibar Ferkovic contra Ramiro López Guzmán y Ángel Arias
Morales, Vocales de la Sala Penal Tercera del Tribunal Departamental
de Justicia de La Paz.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Por memorial presentado el 31 de mayo de 2013, cursante de fs. 76 a 82, la


representante expone los siguientes fundamentos de hecho y de derecho:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

Dentro de un proceso penal seguido contra la accionante, por la presunta


comisión de los delitos de abuso de confianza y apropiación indebida, el Juez
Primero de Sentencia Penal, mediante Resolución 024/2011 de 1 de
septiembre, declaró probado el incidente de extinción de la acción penal por
prescripción que ella presentó; por lo que, la parte acusadora particular
interpuso el respectivo recurso de apelación, impugnando la fecha de inicio que
fue considerada por el Juez para el cómputo de la prescripción.
El referido recurso fue resuelto por la Sala Penal Tercera, a través del Auto de
Vista 115/2012 de 7 de agosto, confirmando en parte la Resolución impugnada
en cuanto al delito de abuso de confianza; empero, respecto al delito de
apropiación indebida decidió revocar el fallo que declaró la prescripción de la
acción, sin el fundamento legal necesario para sustentar dicha determinación y
omitiendo señalar los motivos o razones por las cuales consideraba que el Juez
de primera instancia habría interpretado de manera incorrecta el cómputo del
tiempo para declarar probado el incidente; pronunciándose además de manera
ultra petita; ya que, la explicación utilizada para revocar en parte el fallo fue
que el plazo de prescripción finalizó con la presentación de la acusación
particular; aspecto que nunca fue observado ni reclamado por el apelante;
pues, éste sólo impugnó la fecha de inicio del cómputo que tomó en cuenta el
Juez Primero de Sentencia Penal, la misma que fue confirmada por la Sala
ahora demandada.

Por lo que, se vulneraron los derechos al debido proceso y a la defensa de la


accionante; ya que, la Resolución impugnada carece de fundamentación y le
generó incertidumbre en cuanto a la errónea aplicación del cómputo del
término de la prescripción; además de lesionar los principios de legalidad y
seguridad jurídica; toda vez que el referido fallo se constituye en una
determinación no fundamentada que incumple las reglas de la sana crítica y de
validez de las decisiones judiciales; generando que, a partir del mismo, está
procesada penalmente, corriendo el riesgo de ser sujeta a una condena por
delitos que ya prescribieron, tornando el proceso en uno ilegal.

I.1.2. Derecho y garantía supuestamente vulnerados

La representante estima lesionado el derecho de la accionante al debido


proceso, en su elemento esencial del derecho a la defensa; además de la
garantía del plazo razonable del proceso penal y los principios de legalidad y
seguridad jurídica; citando al efecto los arts. 14. IV, 115.II, 119.II, 235.1 y
410.II. 1 y 2 de la Constitución Política del Estado (CPE).

I.1.3. Petitorio

Solicita se conceda la tutela, declarando la nulidad de la Resolución 115/2012,


dictada por la Sala Penal Tercera del Tribunal Departamental de Justicia de La
Paz.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de garantías

Celebrada la audiencia pública el 13 de junio de 2013, según consta en el acta


cursante de fs. 115 a 120, se produjeron los siguientes actuados:
I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

La parte accionante, por intermedio de su abogado, ratificó íntegramente los


términos de la acción de amparo constitucional interpuesta, señalando además
que: a) La apelación planteada por la parte acusadora particular identificó
como agravio de la Resolución 024/2011, que el cómputo de la prescripción no
debía haberse calculado desde agosto de 2006, sino a partir de los informes de
auditoría y del último pago que realizó la accionante a la “Fundación para la
Promoción Popular en Bolivia”, el año 2008; sin embargo, el Tribunal de
apelación, en el Auto ahora impugnado, indica que si bien el cómputo tenía que
realizarse desde la fecha indicada, el mismo debió ser contado hasta el 22 de
septiembre de 2010, cuando el querellante presentó su acusación particular; b)
La Sala Penal Tercera no aclaró porqué de oficio acortó el plazo del cómputo de
la prescripción; ni tampoco fundamentó porqué vincula esa reducción a la
presentación de la acusación particular, contraviniendo los arts. 31 y 32 del
Código de Procedimiento Penal (CPP); y, c) De acuerdo al art. 32 de la norma
legal antes citada, la acusación particular, denuncia o sentencia, no suspenden
el cómputo del plazo de la prescripción.

I.2.2. Informe de las autoridades demandadas

Ramiro López Guzmán y Ángel Arias Morales, Vocales de la Sala Penal Tercera
del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz, presentaron su informe
escrito, cursante a fs. 99 y vta., por el cual señalaron lo siguiente: 1) La
Resolución ahora impugnada cuenta con la debida fundamentación, tanto
fáctica como jurídica, de acuerdo al art. 124 de CPP; es decir que, es pertinente
a los hechos planteados en la apelación, no siendo necesario que sea excesiva,
ampulosa o impertinente, tal como señala la propia jurisprudencia
constitucional; 2) Respecto a la relación de hechos que se menciona, se debe
informar que éstos no se constituyen en una base para el planteamiento de
esta acción; toda vez que, la jurisdicción constitucional no puede revisar ni
valorar la prueba que corresponde a la jurisdicción ordinaria; aclarando además
que el Tribunal de garantías no puede constituirse en alternativo o supletorio
de los recursos existentes en la vía ordinaria; 3) En el fallo cuestionado no se
vulneró ningún derecho fundamental, y prueba de ello es que el accionante
confundió los mismos con garantías, principios y reglas a tiempo de plantear la
acción; y, 4) El petitorio de declaración de nulidad impetrado en esta acción
resulta confuso; ya que, ésta es una acción de defensa y no así un trámite de
nulidad.

I.2.3. Intervención del tercero interesado


Félix Arturo Rospigliosi Nieto, representante de la “Fundación para la Promoción
Popular en Bolivia” -acusador particular-, y Jorge Víctor Sánchez Peña Sattori,
apoderado del primero, pese a que fueron legalmente citados (fs. 91 a 92), no
se presentaron a la audiencia ni hicieron llegar su memorial de alegatos a
efectos de exponer lo que en derecho les corresponda.

I.2.4. Resolución

La Sala Civil Primera del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz,


constituida en Tribunal de garantías, pronunció la Resolución 027/2013 de 13
de junio, cursante de fs. 121 a 122 vta., por la que denegó la tutela solicitada
a partir de los siguientes fundamentos: i) Con relación a la falta de
fundamentación que se alega en la presente acción, se tiene que, de la lectura
de la Resolución 115/2012, se advierte que la misma está plenamente
fundamentada y es coherente en cuanto a su parte considerativa y lo que se
refiere a la parte dispositiva; y, ii) Respecto al hecho de que no se habría
realizado correctamente el cómputo del plazo para determinar la prescripción
de la acción penal, se pudo verificar que, en el último considerando del fallo
impugnado, se establecen las razones por las cuales se confirmó la
determinación del Juez de primera instancia en cuanto a la prescripción del
delito de abuso de confianza, y los motivos por los que se revocó la
mencionada Resolución en referencia al ilícito de apropiación indebida;
concluyéndose que, las autoridades demandadas no vulneraron ningún derecho
fundamental de la accionante.

II. CONCLUSIONES

De la atenta revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en obrados,


se establece lo siguiente:

II.1. Dentro de un proceso penal seguido contra la accionante, por la presunta


comisión de los delitos de abuso de confianza y apropiación indebida, y a
partir de la presentación del incidente de extinción de la acción penal
por prescripción planteado por ella, el Juez Primero de Sentencia Penal,
emitió la Resolución 024/2011 de 1 de septiembre, por la cual declaró
probado el mismo (fs. 62 a 65).

II.2. Debido a que aparentemente el cómputo del tiempo de la prescripción se


habría realizado de manera incorrecta, tomando como fecha de inicio
una que no correspondía a la realidad de los hechos, la parte acusadora
particular interpuso el respectivo recurso de apelación impugnando como
agravio la fecha de inicio del cómputo. Por lo que, mediante la
Resolución 115/2012 de 7 de agosto, la Sala Penal Tercera confirmó en
parte el fallo impugnado en cuanto al delito de abuso de confianza;
empero, respecto al delito de apropiación indebida decidió revocar el
fallo que declaró la prescripción de la acción. Sin embargo, dicha
determinación, a decir de la representante de la accionante en la
presente acción, fue dictada sin contar con el fundamento legal
necesario, aplicando incorrectamente las normas previstas por los arts.
31 y 32 del CPP y pronunciándose de manera ultra petita (fs. 57 a 60
vta. y 66 y vta.).Con la Resolución 115/2012, se notificó a la actual
accionante el 7 de noviembre de 2012 (fs. 61).

II.3. El 3 de mayo de 2013, la procesada interpuso la acción de amparo


constitucional contra la mencionada Resolución, denunciando que la
misma fue dictada sin contar con el fundamento legal necesario para
sustentar su determinación, aplicando incorrectamente las normas
previstas por los arts. 31 y 32 del CPP y pronunciándose de manera ultra
petita en relación al recurso de apelación planteado por la parte
acusadora (fs. 15 a 19 vta.).

II.4. A pesar de que la referida acción fue interpuesta en cumplimiento de


todos los requisitos previstos por el art. 33 del Código Procesal
Constitucional (CPCo), la Sala Civil Primera, ante la cual recayó la acción,
solicitó la subsanación de observaciones; y, después de que se dio
cumplimiento a lo observado, finalmente declaró “por no presentada la
acción” en aplicación del art. 30.I.1 del mismo texto legal, debido a que
la accionante aparentemente habría omitido cumplir con la exigencia
establecida en el art. 31 del citado cuerpo normativo (fs. 21, 28 a 30 y
31 y vta.).

II.5. Finalmente, el 31 de mayo de 2013, adjuntando todos los documentos


necesarios y cumpliendo los requisitos exigidos por la Sala Civil Primera,
la accionante, por intermedio de su representante, volvió a presentar la
acción de amparo constitucional, con los mismos argumentos expuestos
en la primera acción (fs. 76 a 82).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

La representante de la accionante alega que, las autoridades demandadas


vulneraron los derechos fundamentales de ésta al debido proceso, en su
elemento esencial del derecho a la defensa; y los principios de legalidad y
seguridad jurídica, además de la garantía del plazo razonable del proceso
penal; toda vez que, emitieron una Resolución carente de fundamentos, por la
cual dispusieron revocar el fallo que declaró la prescripción de la acción en
cuanto al delito de apropiación indebida por el cual se la procesa; omitiendo
señalar cuáles fueron las razones para determinar que el Juez de primera
instancia habría computado de manera incorrecta el tiempo para declarar
probado el incidente y aplicando incorrectamente las normas previstas por el
Código de Procedimiento Penal a tiempo de realizar un nuevo cómputo; ya que,
se realizó este actuado sobre la base del entendimiento de que la presentación
de la acusación particular habría suspendido el plazo del cómputo para declarar
la prescripción.

Por lo que, corresponde analizar en revisión si los actos denunciados son


evidentes a objeto de conceder o denegar la tutela solicitada.

III.1. La prescripción de la acción penal, sus fundamentos y su


cómputo

La prescripción de la acción penal es una causa de extinción de la


acción que opera por el transcurso del tiempo, luego de la comisión del
delito; como sostiene Binder, es un límite temporal al ejercicio del poder
penal del Estado, y así está prevista en nuestra legislación procesal
penal en el art. 27. inc. 8) del CPP.

Guillermo Cabanellas, refiriéndose a este instituto, señala que


constituye: “La consolidación de una situación jurídica por efecto del
transcurso del tiempo; ya sea convirtiendo un hecho en derecho, como
la posesión en propiedad; ya perpetuando una renuncia, abandono
desidia, inactividad o impotencia”. En materia penal sostiene el mismo
tratadista que involucra la: “extinción de la responsabilidad penal por el
transcurso del tiempo sin perseguir el delito o falta luego de
quebrantada la condena”.

En este sentido, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional de Bolivia,


en la SC 0023/2007-R de 16 de enero, desarrolló los fundamentos de la
prescripción, conforme al siguiente entendimiento: "De acuerdo a la
doctrina, la prescripción se traduce en los efectos que produce el
transcurso del tiempo sobre el ejercicio de una determinada facultad.
Esta definición, aplicada al ámbito penal, significa la expresa renuncia
por parte del Estado del derecho a juzgar debido al tiempo transcurrido.
Conforme a ello, es el propio Estado el que, a través de la norma penal
(procesal o sustantiva, según las legislaciones), establece los límites de
tiempo en que puede ejercer la persecución penal. La actividad
represiva del Estado no puede ser ejercida de manera indefinida, ya
que al hacerlo se quebrantaría el equilibrio que debe existir entre la
función de defensa de la sociedad y la protección de derechos y
garantías individuales.
Tradicionalmente se ha fundamentado la prescripción en diferentes
razones, unas de tipo subjetivo, vinculadas a los cambios que el tiempo
opera en la personalidad del delincuente, que determinan la
desaparición de su peligrosidad para la sociedad; otras consideradas
objetivas y de utilidad social, que señalan que con el transcurso del
tiempo desaparece la alarma social y no existe necesidad de prevención
general; aquellas de orden procesal que sostienen que existen
dificultades en la recolección de elementos probatorios para determinar
la culpabilidad o inocencia del presunto autor. También se han aducido
razones de política criminal, en sentido que el castigo impuesto mucho
tiempo después de la comisión del hecho no alcanza los fines de la
pena (prevención especial y prevención general, positiva y negativa),
careciendo, en consecuencia, su imposición de razón de ser; así como
razones jurídicas, que inciden en la necesidad de eliminar la
incertidumbre en las relaciones jurídicas y la desaparición de la
intranquilidad causada por el delito.

Si bien los anteriores fundamentos son válidos, actualmente la


prescripción debe fundamentarse desde la Constitución, en la medida
en que este instituto está íntimamente vinculado con los principios,
valores, derechos y garantías constitucionales, fundamentalmente la
garantía del debido proceso, la prohibición de indefensión y el derecho
a la seguridad jurídica.

Así, respecto al derecho a la defensa, es innegable que si pese al


tiempo transcurrido, la acción penal se dirigiera contra el supuesto
culpable, llegando inclusive a imponerse una pena, se produciría una
grave indefensión, pues los medios de defensa de los que podría
servirse el imputado, o ya no existirían o se encontrarían debilitados,
corriéndose el riesgo de condenar a un inocente por el tiempo
transcurrido. En síntesis, el transcurso del tiempo incrementa el riesgo
del error judicial, por encontrarse debilitadas las pruebas de la defensa.
A su vez, el derecho a la defensa se encuentra conectado con la
seguridad jurídica, derecho que se garantiza al evitar que se celebren
procesos que no gozan de las mínimas garantías que permitan obtener
una sentencia justa y que ocasionarían lesión a la garantía del debido
proceso.

De lo dicho se desprende que la prescripción sirve también para


compeler a los órganos encargados de la persecución penal, y a la
misma administración de justicia penal, a resolver de forma rápida y
definitiva el ilícito que se ha cometido; combinándose, entonces, la
necesidad de una justicia pronta y efectiva (art. 116.X de la CPE), como
garantía de la sociedad, y un debido proceso, como garantía del
imputado (art. 16.IV de la CPE), que a su vez precautele sus derechos a
la defensa (art. 16.II de la CPE) y a la seguridad jurídica (art. 7 inc. a)
de CPE)".

En el caso boliviano, debe precisarse que la prescripción, como causal


de la extinción de la acción penal (art. 27 inc. 8) del CPP), se encuentra
claramente diferenciada de otra causal de extinción, como es el
vencimiento del plazo máximo de duración del proceso (art 27 inc.10
del CPP); último supuesto que, considerando lo anotado
precedentemente, tiene como objetivo, la realización del derecho a un
plazo razonable, previsto actualmente en el art. 115.II de la CPE.

Bajo ese entendido, debe concluirse que: a) La extinción de la acción


penal por prescripción, conforme a la jurisprudencia glosada, tiene
como fundamento -además de las razones de orden doctrinal y de
política criminal-, a la propia Constitución Política del Estado, al
consagrar ésta el derecho a la defensa (art. 119.II de la CPE), y por
ende, la garantía del debido proceso (art. 117.I constitucional) y el
principio de seguridad jurídica (178.I de la Ley Fundamental); y, b) La
extinción de la acción penal por duración máxima del proceso se
fundamenta en el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas o el
derecho a un plazo razonable, previsto en el art. 115 de la Norma
Suprema.

Sobre el cómputo del plazo de la prescripción y su interrupción,


el art. 29 del CPP, establece los plazos para la prescripción de la acción
penal, atendiendo al máximo legal de la pena privativa de libertad
(presidio o reclusión), prevista para los distintos tipos penales
establecidos en el Código Penal. De acuerdo al art. 30 del CPP, dichos
términos empiezan a correr desde la media noche del día en que se
cometió el delito, tratándose de delitos instantáneos, o en que cesó su
consumación, en el caso de los delitos permanentes.

Como prescribe el art. 31 del CPP, la prescripción se interrumpe por la


declaratoria de rebeldía del imputado, y conforme al art. 32 del CPP, el
término de la prescripción de la acción se suspende cuando: 1) “Se
haya resuelto la suspensión de la persecución penal y esté vigente el
periodo de prueba correspondiente; 2) Mientras esté pendiente la
presentación del fallo que resuelva las cuestiones prejudiciales
planteadas; 3) Durante la tramitación de cualquier forma de antejuicio
o de la conformidad de un gobierno extranjero de la que dependa el
inicio del proceso; y, 4) En los delitos que causen alteración del orden
constitucional e impidan el ejercicio regular de la competencia de las
autoridades legalmente constituidas, mientras dure ese estado”.

De la interpretación de dichas normas, la jurisprudencia constitucional


contenida en la SC 0023/2010-R, reiterando los precedentes implícitos
contenidos en las SSCC 1510/2002-R, 0187/2004-R y 0101/2006-R,
concluyó que:"…sólo esas causales suspenden la prescripción; en
consecuencia, fuera de ellas, la prescripción continúa corriendo,
independientemente de que se hubiera iniciado o no la acción penal
correspondiente.

Conforme a dicho entendimiento, el inicio de la acción penal no


interrumpe el término de la prescripción, el mismo que sigue corriendo
en el desarrollo del proceso y, por tanto, es posible declarar la extinción
de la acción penal por prescripción, aún el proceso se encuentre en
casación si es que en ese momento procesal se cumplieron los plazos
previstos en el art. 29 del CPP”.

III.2. El derecho al debido proceso invocado por la accionante y sus


elementos esenciales del derecho a la defensa y a la
fundamentación de decisiones

El debido proceso está consagrado como derecho en el art. 115.II de la


Ley Fundamental y como garantía constitucional en el art. 117.I,
reconociéndose, además, en la misma Norma Suprema, los diferentes
elementos esenciales o sus garantías mínimas.

Este derecho consiste en la garantía de legalidad procesal para proteger


la libertad, la seguridad jurídica, la racionalidad y la fundamentación de
las resoluciones judiciales o administrativas; en las actuaciones judiciales
o las actuaciones sancionadoras administrativas exige que los litigantes
tengan el beneficio de un juicio imparcial ante los tribunales y que sus
derechos se acomoden a lo establecido por las disposiciones jurídicas
generales aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación
similar.

Al respecto, el Tribunal Constitucional Plurinacional, en su SCP


0058/2012 de 9 de abril, haciendo mención a la SC 1534/2003-R de 30 de
octubre, ha definido el debido proceso como: "…el derecho de toda
persona a un proceso justo y equitativo en el que sus derechos se
acomoden a lo establecido por disposiciones jurídicas generales
aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación similar…".
Ahora bien, uno de los elementos esenciales de este derecho, es el de
la defensa, el cual se constituye en la oportunidad que tiene todo ser
humano de manera universal para desvirtuar las acusaciones que se
infieren en su contra afirmando su inocencia ante cualquier situación
que le asigna una supuesta culpabilidad.
La finalidad de este derecho es asegurar la efectiva realización de los
principios procesales de contradicción y de igualdad; los mismos que,
imponen a los órganos judiciales el deber de evitar desequilibrios en la
posición procesal de ambas partes, e impedir que las limitaciones de
alguna de ellas puedan desembocar en una situación de indefensión
prohibida por la Constitución Política del Estado.

Sobre el mismo, la SC 1842/2003-R de 12 de diciembre, se ha


pronunciado definiéndolo como: “…el derecho que precautela a las
personas para que en los procesos que se les inicia, tengan
conocimiento y acceso de los actuados e impugnen los mismos con
igualdad de condiciones conforme a procedimiento preestablecido y por
ello mismo es inviolable por las personas o autoridad que impidan o
restrinjan su ejercicio…”.
Respecto al derecho a la fundamentación de decisiones, se debe referir
que el mismo se constituye en una garantía de legalidad que establece
que todo acto de autoridad precisa encontrarse debidamente fundado y
motivado; entendiéndose por lo primero, la obligación de la autoridad
que lo emite, para citar los preceptos legales, sustantivos y adjetivos,
en que se apoye la determinación adoptada; y por lo segundo, que
exprese una serie de razonamientos lógico-jurídicos sobre el porqué
considera que el caso concreto se ajusta a la hipótesis normativa.

Haciendo referencia a este derecho, el Tribunal Constitucional ha


establecido, mediante la SC 1291/2011-R de 26 de septiembre, que:
“…el fallo debe dictarse necesariamente con arreglo a derecho, esto es
con la debida fundamentación que consiste en la sustentación de la
resolución en una disposición soberana emanada de la voluntad
general. Este requisito exige que el juez, a través del fallo haga públicas
las razones que justifican o autorizan su decisión, así como las que la
motivan, refiriéndonos al proceso intelectual fraguado por el juez en
torno a las razones por las cuales, a su juicio, resultan aplicables las
normas determinadas por él, como conocedor del derecho para la
solución del caso a través de la cual el juzgador convence sobre la
solidez de su resolución y a la sociedad en general le permite evaluar la
labor de los administradores de justicia”.
Por su parte, la SC 0012/2006-R de 4 de enero, reiterada por la SCP
0894/2012 de 22 de agosto, ha señalado que: “La motivación de los
fallos judiciales está vinculada al derecho al debido proceso y a la tutela
jurisdiccional eficaz, consagrados en el art. 16.IV Constitucional, y se
manifiesta como el derecho que tienen las partes de conocer las
razones en que se funda la decisión del órgano jurisdiccional, de tal
manera que sea posible a través de su análisis, constatar si la misma
está fundada en derecho o por el contrario es fruto de una decisión
arbitraria; sin embargo, ello no supone que las decisiones
jurisdiccionales tengan que ser exhaustivas y ampulosas o regidas por
una particular estructura; pues se tendrá por satisfecho este requisito
aun cuando de manera breve, pero concisa y razonable, permita
conocer de forma indubitable las razones que llevaron al Juez a tomar
la decisión; de tal modo que las partes sepan las razones en que se
fundamentó la resolución; y así, dada esa comprensión, puedan
también ser revisados esos fundamentos a través de los medios
impugnativos establecidos en el ordenamiento…".

III.3. Análisis del caso concreto

En el presente caso, a partir del análisis minucioso de los antecedentes


del proceso y de la Resolución impugnada, se pudo constatar que ésta
resulta contraria a las disposiciones previstas en los arts. 31 y 32 del
CPP, y a las consideraciones expresadas en la jurisprudencia
constitucional respecto a la extinción de la acción penal por
prescripción. En efecto, el referido fallo determinó continuar la
prosecución de la causa debido a que no operaba la prescripción del
delito de apropiación indebida, indicando que, si bien el cómputo para
la prescripción se realizó correctamente desde agosto de 2006 (fecha
en que se cometió el delito), el mismo debió ser contado sólo hasta
septiembre de 2010, cuando se presentó la acusación particular;
haciendo entender que, éste último actuado interrumpió el término de
la prescripción de la acción; lo cual, como mencionamos antes, resulta
contrario a las disposiciones legales vigentes.

La excepción de prescripción de la acción penal se encuentra regulada


por el art. 27 inc. 8) del CPP, como una causal de extinción de la acción
que tiene su fundamento en el resguardo de los derechos al debido
proceso y a la defensa del acusado, además del principio de seguridad
jurídica; por lo que, ésta misma norma legal prevé en sus arts. 31 y 32,
las causas de interrupción y suspensión de éste instituto, determinando
que las mismas son: i) La declaratoria de rebeldía del imputado; ii)
Cuando se haya resuelto la suspensión de la persecución penal y esté
vigente el periodo de prueba correspondiente; iii) Mientras esté
pendiente la presentación del fallo que resuelva las cuestiones
prejudiciales planteadas; iv) Durante la tramitación de cualquier forma
de antejuicio o de la conformidad de un gobierno extranjero de la que
dependa el inicio del proceso; y, v) En los delitos que causen alteración
del orden constitucional e impidan el ejercicio regular de la competencia
de las autoridades legalmente constituidas, mientras dure ese estado.

De la lectura y análisis de estas disposiciones, debe entenderse que,


sólo esas causales interrumpen o suspenden el cómputo de la
prescripción; por tanto, fuera de ellas, ésta figura continúa corriendo,
independientemente de que se hubiera iniciado o no la acción penal
correspondiente; es decir que, el inicio de la acción penal no interrumpe
el término de la prescripción, la misma que sigue corriendo durante el
desarrollo del proceso.

Empero, pese a que las referidas causales de suspensión de la


prescripción están expresamente previstas por el Código de
Procedimiento Penal, y el entendimiento precedentemente desarrollado
se encuentra establecido en la jurisprudencia constitucional, los Vocales
ahora demandados obviaron realizar la interpretación sistemática y
contextualizada de los arts. 31 y 32 del referido texto normativo,
omitiendo aplicar tanto las normas legales como las consideraciones
realizadas por el Tribunal Constitucional respecto al tema; dictando
finalmente una Resolución contraria a la normativa legal vigente y a los
principios constitucionales, y vulnerando de esta manera el derecho
fundamental de la accionante al debido proceso, en sus elementos
esenciales de los derechos a la defensa y a contar con Resoluciones
debidamente fundamentadas.

Respecto a los derechos mencionados, los mismos fueron conculcados


por el fallo ahora impugnado; toda vez que, éste, al ser contrario a las
disposiciones legales de nuestro ordenamiento jurídico, generó
incertidumbre e indefensión en la acusada; ya que, le impidió acceder a
una defensa eficaz debido a la incorrecta aplicación de las normas,
afectando en consecuencia su derecho al debido proceso; pues, a partir
de la determinación asumida, la accionante dejó de gozar de las
garantías mínimas que le permitirían obtener una decisión justa.
Además, el referido Auto, al realizar una interpretación arbitraria de los
arts. 31 y 32 del CPP, sin precisar los fundamentos jurídicos que
sustentan su posición ni identificar con claridad qué criterios o principios
interpretativos fueron empleados para arrimar a su determinación,
aclarando las razones por las que decidió computar los plazos de la
manera en que lo hizo; vulneró el derecho a la fundamentación de
resoluciones de la procesada. Por lo que, al haberse constatado la
lesión a los derechos fundamentales de la acusada, corresponde otorgar
la tutela impetrada en la presente acción.

III.4. Otras consideraciones necesarias

En el presente caso, se pudo verificar que la accionante presentó en un


primer momento, la acción de amparo constitucional el 3 de mayo de
2013; sin embargo, los miembros de la Sala Civil Primera, constituida
en Tribunal de garantías, determinaron declarar por no presentada la
acción, debido a que la accionante aparentemente habría omitido
cumplir con el requisito previsto en el art. 31 del CPCo; aplicando en
consecuencia, lo establecido en el art. 30.I.1 del mismo texto
normativo.

Dicha actuación de parte del Tribunal de garantías resulta contraria al


sistema constitucional vigente y a las normas y principios previstos en el
Código Procesal Constitucional; pues, el mismo ha determinado
expresamente en su art. 3.4 y 5, que entre los principios procesales en
los que se funda la justicia constitucional se encuentran el de
“celeridad” y el de “no formalismo”; entendido el primero como aquel
que obliga a las autoridades judiciales a resolver los procesos evitando
su dilación; y el segundo, como la posibilidad de exigir sólo aquellas
formalidades estrictamente necesarias para la consecución de los fines
del proceso. Por lo que, se debe entender que para lograr una
adecuada justicia constitucional, tanto las autoridades como los
funcionarios judiciales deben prescindir de ritualismos y formalismos
innecesarios a objeto de lograr una tramitación rápida y efectiva del
proceso, evitando cualquier tipo de dilaciones.

Precisamente, en virtud de los principios antes referidos, el art. 31 del


CPCo, no ha establecido la obligatoriedad de la identificación del tercero
interesado por parte del accionante; pues, la referida disposición
establece que: “I. La persona natural o jurídica que pruebe interés
legítimo en una Acción de Defensa podrá presentarse ante la Jueza,
Juez o Tribunal, que de estimarlo necesario, admitirá sus alegaciones
en audiencia. II. La Jueza, Juez o Tribunal, de oficio o a petición de
parte cuando considere necesario podrá convocar a terceros
interesados” (las negrillas nos corresponden).

Como se puede observar, esta disposición legal otorga la facultad


potestativa tanto al tercero interesado como al juez o tribunal para
decidir si corresponde o no el apersonamiento del primero a la acción;
es decir que, ambos “podrán” tomar la decisión en la medida en que lo
vean necesario; pues, el tercero interesado podrá hacerlo si se siente
afectado en sus intereses, y el juez, jueza o tribunal podrá convocarlo si
considera importante su participación; no estableciéndose en esta
norma ningún tipo de obligación hacia el accionante para que éste
necesariamente deba identificar y precisar los datos de dicho sujeto
procesal en su acción de defensa; toda vez que, se debe resguardar su
derecho a la justicia pronta y oportuna, evitando que la acción tenga
que dilatarse en su tramitación por exigencias innecesarias como la
correcta identificación del tercero interesado y sus datos personales a
efectos de ubicarlo para asegurar su participación en la acción.

Empero, las autoridades del Tribunal de garantías realizaron una


interpretación totalmente alejada de lo desarrollado precedentemente;
pues, en supuesta observancia del art. 31, decidieron declarar por no
presentada la acción de amparo constitucional interpuesta; porque, la
accionante no aclaró si el ciudadano Jorge Víctor Sánchez Peña Sattori,
era el representante legal de la “Fundación para la Promoción Popular
de Bolivia”; lo cual, resulta una determinación contraria a los principios
constitucionales previstos en el Código Procesal Constitucional;
afectando de esta manera el derecho fundamental de la accionante a
obtener una justicia pronta y oportuna.

Asimismo, las referidas autoridades interpretaron y aplicaron


incorrectamente lo previsto por el art. 30.I.1 del CPCo; toda vez que,
dicha disposición determina que, en caso de incumplirse lo establecido
en el art. 33 del citado Código, el juez, jueza o tribunal dispondrá su
subsanación en el plazo de tres días desde la notificación; y si cumplido
este plazo no se subsana la observación, se tendrá por no presentada la
acción; situación que no se dio en este caso.

En efecto, la norma citada indica que solamente se tendrá por no


presentada la acción, y sólo en caso de no haberse subsanado la
observación, cuando no se cumplan con los requisitos previstos por el
art. 33 del CPCo; es decir, cuando se incumplan las exigencias
estrictamente necesarias para la presentación de la acción, y sin las
cuales resultaría imposible tramitarla correctamente; no mencionándose
entre estos requerimientos el tener que identificar correctamente al
tercero interesado; por lo que, de ninguna manera se podría entender
que el juez o tribunal de garantías tenga la facultad de declarar “por no
presentada la acción” cuando el accionante haya incumplido dicha
formalidad; aclarando además que, la misma ni siquiera se encuentra
prevista en el art. 31 de dicho Código, como refirieron las autoridades
que tramitaron esta acción; concluyendo entonces, que la aplicación de
las normas referidas fue incorrecta de parte de las autoridades de la
Sala Civil Primera.

Por todo lo expuesto, habiéndose constatado un actuar contrario al


sistema constitucional vigente de parte de las autoridades del Tribunal
de garantías en la tramitación de la presente acción; corresponde a este
Tribunal Constitucional Plurinacional llamar severamente la atención a
dichas autoridades judiciales, a efectos de que en el futuro apliquen
correctamente los principios y normas constitucionales previstos por el
Código Procesal Constitucional, en resguardo siempre de los derechos
fundamentales de las partes.

Por lo expresado precedentemente, el Tribunal de garantías, al haber


denegado la tutela solicitada, ha efectuado una incorrecta compulsa de los
antecedentes y las normas aplicables al mismo.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Tercera; en virtud de la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Estado Plurinacional de
Bolivia y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, en
revisión, resuelve:

1° REVOCAR la Resolución 027/2013 de 13 de junio, cursante de fs. 121 a


122 vta., pronunciada por la Sala Civil Primera del Tribunal Departamental
de Justicia de La Paz; y en consecuencia, CONCEDER la tutela solicitada.

2° Disponer la anulación de la Resolución 115/2012, ordenando a los Vocales


de la Sala Penal Tercera del mencionado Tribunal Departamental de Justicia
que, de manera inmediata dicten un nuevo fallo tomando en cuenta lo
desarrollado en la presente Sentencia Constitucional Plurinacional respecto
al instituto de la prescripción de la acción penal y aplicando correctamente
lo previsto en los arts. 31 y 32 del CPP.

3° Llamar severamente la atención a los miembros de la Sala Civil Primera,


constituida en Tribunal de garantías que conoció esta acción, por su
inapropiada actuación en la tramitación de la misma; exhortándolos a que
en el futuro realicen una correcta interpretación y aplicación de las normas
del Código Procesal Constitucional, acorde al sistema de valores y principios
constitucionales vigentes; de manera que, garanticen el acceso a la justicia
constitucional y resguarden los derechos fundamentales de las partes.
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional
Plurinacional.

Fdo. Tata Gualberto Cusi Mamani


MAGISTRADO

Fdo. Dra. Ligia Mónica Velásquez Castaños


MAGISTRADA

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