Egipto
Egipto
Egipto
Primeras manifestaciones
Pintura y bajorrelieves
Bajorrelieve. Louvre.
Pirámide de Kefrén.
La arquitectura religiosa egipcia se caracteriza por su monumentalidad a partir del Imperio
Antiguo, con el empleo de piedra, en grandes bloques, sistema constructivo adintelado y
sólidas columnas.
Surge en una sociedad con un poder político fuertemente centralizado y jerarquizado, con una
concepción religiosa de inmortalidad, al principio solo del faraón, que debía reflejar su
magnificencia y durabilidad.
Las construcciones más originales de la arquitectura egipcia monumental son los "complejos
de las pirámides", los templos y las tumbas (mastabas e hipogeos)
Los templos
Los templos más característicos se construyeron el imperio medio y el Imperio nuevo. No eran
ya, como el imperio antiguo, templos funerarios, sino edificios destinados al culto de la
divinidad. Su complejidad y dimensiones, con una monumentalidad hasta entonces reservada
a las tumbas reales, reflejan de hecho la posición alcanzada por la casta sacerdotal en la
sociedad egipcia. El templo era un lugar reservado a los escogidos (los sacerdotes y el
faraón), y al pueblo solo les estaba permitido asistir a las posiciones convocadas fuera del
recinto.
Escultura
Desde las primeras dinastías se había comenzado a representar a faraones y dioses. Durante
la cuarta dinastía la escultura egipcia había alcanzado el dominio absoluto de la técnica la cual
se expresó en elegantes representaciones de soberanos de porte majestuoso con acabados
pulidos en materiales tan duros como el granito o la diorita. En las estatuas predominó la "ley
de la frontalidad", que consistía en concebir las figuras de reyes y dioses para ser vistas de
frente, idealizadas y con fuerte simetría.
Las formas estatuarias están subordinadas a la arquitectura, son funerarias, sólidas y
duraderas; se guían por algunos convencionalismos no rígidos (frontalismo de cara,
hombros anchos), se relacionan con el poder y manifiestan una perspectiva
jerárquica, por lo que las figuras tienen distintos tamaños según su jerarquía social.
Imperio Antiguo (c. 2686-2181 a. C.)
Estatua de
Kefrén.
Se construyen pirámides con materiales más perecederos (adobe). Los hipogeos van
sustituyendo a las mastabas como tumbas.
La escultura se caracterizó por un mayor realismo, sobre todo en los retratos. La realeza era
representada como personalidades de alto rango, pero sin llegar a ser ya la imagen de un dios
en la Tierra, como acontecía en el Imperio Antiguo. Este mismo criterio lo siguió la nobleza
egipcia. En los templos se prodigó el bajorrelieve polícromo. La pintura fue empleada
profusamente en la decoración de tumbas.
La literatura egipcia alcanza su cenit con la Historia de Sinuhé y los Textos de los Sarcófagos.
Otro testimonio de la libertad de inspiración, que anuncia el florecimiento del Imperio Nuevo, lo
da el arte de la joyería. Entre las alhajas halladas en Dashur, en las tumbas de princesas de la
familia real, se encontró pectorales de piedras talladas y de pasta embutida en oro, que llevan
los nombres de Sesostris II, Sesostris III y Amenemhet III...
Imperio Nuevo (c. 1570-1070 a. C.)
Es un periodo de gran expansión exterior, tanto en Asia —donde llegan al Éufrates— como
en Kush (Nubia). La dinastía XVIII comenzó con una serie de faraones guerreros,
desde Amosis I hasta Tutmosis III y Tutmosis IV. Bajo Amenofis III se detuvo la expansión y se
inició un período de paz interna y externa.
Después de un período de debilidad monárquica, llegaron al poder las castas militares,
la dinastía XIX o Ramésida que, fundamentalmente bajo Seti I y Ramsés II, se mostró
enérgica contra los expansionistas reyes hititas.
Durante los reinados de Merenptah, sucesor de Ramsés II, y Ramsés III, de la dinastía XX,
Egipto tuvo que enfrentarse a las invasiones de los Pueblos del Mar, originarios de diversas
áreas del Mediterráneo oriental (Egeo, Anatolia), y de los libios.
Dyeser-Dyeseru (el sublime de los sublimes) de Hatshepsut es el edificio principal del complejo de
templos funerarios en Deir el-Bahari.
Los faraones del Imperio Nuevo iniciaron una campaña de construcción a gran escala para
promover al dios Amón, cuyo creciente culto se asentaba en Karnak. También construyeron
monumentos para glorificar a sus propios logros, tanto reales como imaginarios. Hatshepsut
utilizará tal hipérbole durante su reinado de casi veintidós años que fue muy exitoso, marcado
por un largo período de paz y prosperidad, con expediciones comerciales a Punt, la
restauración de las redes de comercio exterior, grandes proyectos de construcción, incluyendo
un elegante templo funerario que rivaliza con la arquitectura griega de mil años más tarde,
obeliscos colosales y una capilla en Karnak.
Alrededor de 1350 a. C., la estabilidad del Imperio parecía amenazada, aún más
cuando Amenhotep IV ascendió al trono e instituyó una serie de reformas radicales, que
tuvieron un resultado caótico. Cambiando su nombre por el de Ajenatón, promovió como
deidad suprema la hasta entonces oscura deidad solar Atón, iniciando una reforma religiosa
tendente al monoteísmo. En parte, el monoteísmo de Ajenatón fue un producto del
absolutismo real; los viejos dioses habían desaparecido, pero el rey mantenía —para su
propio beneficio político— su papel tradicional como mediador entre los hombres y los deseos
del nuevo dios. El faraón suprimió el culto a la mayoría de las demás deidades y, sobre todo,
trató de anular el poder de los influyentes sacerdotes de Amón en Tebas, a quienes veía como
corruptos. Al trasladar la capital a la nueva ciudad de Ajet-Atón (actual Amarna), Ajenatón hizo
oídos sordos a los acontecimientos del Cercano Oriente (donde los hititas, Mitanni y los asirios
se disputaban el control) y se concentró únicamente en la nueva religión. La nueva filosofía
religiosa conllevó un nuevo estilo artístico, que resaltaba la humanidad del rey por encima de
la monumentalidad.
Después de su muerte, el culto de Atón fue abandonado rápidamente, los sacerdotes de
Amón recuperaron el poder y devolvieron la capital a Tebas. Bajo su influencia los faraones
posteriores —Tutankamon, Ay y Horemheb— intentaron borrar toda mención de Akenatón y
su «herejía», ahora conocida como el Período de Amarna.
Templo de Luxor.
Ubicación geográfica
El territorio del Antiguo Egipto estaba constituido por el Delta y el valle del río Nilo, una
estrecha y larga franja en el noreste de África; un territorio fértil de menos de 60 kilómetros de
ancho y 1200 kilómetros de largo, flanqueado en gran parte por el desierto del Sáhara.
El Nilo es uno de los mayores cursos fluviales del mundo. Nace en el África centro oriental (en
los lagos Victoria Nyanza, Alberto nyanza y Tana) y desemboca en el
mar Mediterráneo conformando el delta del Nilo.
La geografía del Antiguo Egipto es muy significativa e influyó mucho en su cultura. Egipto está
situado en el nordeste de África y está muy aislado de otros países por su situación
geográfica. Sus límites son: por el oeste, el desierto de Libia; por el este, el desierto de Arabia;
por el norte el mar Mediterráneo y por el sur el macizo de Etiopía y el desierto de Nubia. Ese
medio natural circundante limitaba los contactos con el exterior, permitiendo que una cultura
original se desarrollara sin apenas influencias.