Otero Chafalote Chelsy Naomi
Otero Chafalote Chelsy Naomi
Otero Chafalote Chelsy Naomi
FACULTAD DE DERECHO
AUTOR
Otero Chafalote, Chelsy Naomi
ASESOR
2020
Resumen
1
ÍNDICE
I. Introducción ................................................................................................. 3
II. La potestad sancionadora o ius puniendi del Estado y sus manifestaciones
4
III. Los elementos comunes entre el Derecho Penal y Derecho
Administrativo Sancionador ................................................................................ 6
3.1. Las sanciones en el Derecho Penal y Derecho Administrativo
Sancionador .................................................................................................... 7
3.2. Las garantías en el Derecho Penal y Derecho Administrativo
Sancionado ................................................................................................... 10
3.3. La aplicación de principios jurídicos del Derecho Penal al Derecho
Administrativo Sancionador .......................................................................... 12
IV. Las dificultades de la potestad sancionadora para asimilar principios
jurídicos del Derecho Penal al Derecho Administrativo Sancionador ............... 14
4.1. ¿Cómo se entiende el principio de legalidad en Derecho Penal y
Derecho Administrativo Sancionador?: principales cuestiones ..................... 16
4.2. De la teoría a la práctica: la inconstitucionalidad del artículo 46 de la
Ley Orgánica del Sistema de Control de la Contraloría General de la
República ...................................................................................................... 21
V. Conclusiones ............................................................................................. 25
VI. Bibliografía.............................................................................................. 27
2
¿Cuáles son las dificultades de la potestad sancionadora
de la Administración Pública en la aplicación de
principios del Derecho Penal al Derecho Administrativo
Sancionador en el Perú?
I. Introducción
3
En la misma sección, a modo de ejemplo, se describirá y analizará el problema
que enfrenta uno de los principios más importantes del Derecho Administrativo:
el principio de legalidad y, su garantía material, el principio de tipicidad. Así las
cosas, se explicará cómo la interpretación del principio de legalidad y tipicidad
en el Derecho Administrativo Sancionador se ha ido moviendo de un extremo a
otro: desde una perspectiva penalista que promete otorgarle las mismas
“garantías” al administrado dentro de un determinado procedimiento
sancionador, o, desde una perspectiva en la cual la Administración aplique
principios atendiendo a su finalidad y el sector en el que se encuentre, sin atentar
contra las garantías del administrado. Para ello, presentaremos el debate que
suscitó en el Perú la inconstitucionalidad del artículo 46 de la Ley Orgánica del
Sistema de Control de la Contraloría General de la República.
4
(Ministerios, Municipios y otras instituciones de derecho público) para determinar
infracciones y aplicar sanciones en casi todos los sectores de la vida social
regulados por el derecho administrativo” (1995, 144). Estas instituciones
ostentan la potestad sancionadora del Estado, a pesar que la Constitución no
establece expresamente la potestad sancionadora de la Administración Pública 1.
Al respecto, Martínez señala que “es coherente pensar que las potestades y
funciones de la Administración Pública deben estar acompañadas de la
posibilidad de hacer cumplir las disposiciones que se dicten conforme a ellas, así
como generar consecuencias jurídicas a quienes las infrinjan” (2008, 139). De
esta manera, juristas nacionales como los mencionados, no ponen en cuestión
que la Administración Pública tenga la potestad de establecer infracciones e
imponer, dentro de los procedimientos administrativos, las sanciones
correspondientes. En la misma línea, como señala Martín, “nadie discute la
capacidad que tiene la Administración para tipificar, clasificar, graduar y ejecutar
sanciones, puesto que se entiende que aquella realiza dichos actos en búsqueda
del interés general” (2014:138).
Por las razones expuestas, podemos advertir que la potestad sancionadora del
Estado no es una tarea exclusiva de los órganos jurisdiccionales, sino que es
una tarea compartida con los tribunales administrativos e incluso otros. Así, la
potestad sancionadora se disgrega en diversas manifestaciones, que pueden ser
determinadas siguiendo algunos criterios. Por un lado, Nieto considera que “el
árbol genético del Derecho Público Constitucional forma un tronco específico del
Derecho Punitivo Público, que luego se desdobla en dos ramas: el Derecho
Penal y el Derecho Administrativo Sancionador” (2007:8). De la misma opinión
es el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos [MINJUS], el cual advierte que
“la unidad de la potestad sancionadora del Estado tiene como manifestaciones:
el Derecho Penal y el Derecho Administrativo Sancionador” (2015:11).
Adicionalmente, Rojas considera que, además del Derecho Penal y el Derecho
Administrativo Sancionador, se identifican las siguientes manifestaciones
sancionadoras: el Derecho Disciplinario, las Sanciones Parlamentarias, las
Consecuencias Accesorias, los procedimientos de Ratificación de Magistrados y
las facultades disciplinarias de los jueces2 (2014,14).
De lo señalado, podemos establecer que, a pesar que existan distintas
clasificaciones3 de las manifestaciones de la potestad sancionadora del Estado
a nivel doctrinario, lo cierto es que se acepta naturalmente que el Derecho Penal
y el Derecho Administrativo Sancionador forman parte de estas manifestaciones.
Ello se debe a que estas dos manifestaciones del poder sancionatorio del Estado
son las más utilizadas por éste para causar algún tipo de afectación o intromisión
en los derechos de las personas; ciertamente, el Derecho Penal dentro de la
ultima ratio, y, en el caso del Derecho Administrativo Sancionador para las
cuestiones que con mayor cotidianidad se presenten la Administración.
1
Mediante el artículo 104 de la Constitución Política del Perú se establece que “el Congreso puede delegar en el Poder
Ejecutivo la facultad de legislar, mediante decretos legislativos (…)”.
2
Esta clasificación es sostenida por la Corte Constitucional de Colombia de manera similar, a través de la Sentencia de
la Corte Constitucional de Colombia C-214/1994.
3
Véase al respecto el artículo de Eduardo Cordero Quinzacara “Concepto y Naturaleza de las Sanciones Administrativas
en la Doctrina y Jurisprudencia Chilena” En: Revista de Derecho Universidad Católica del Norte. Sección: Estudios. Año
20, Nº1, página 83, 2013.
5
Es así que el Derecho Penal se constituye como el conjunto de normas jurídicas
que definen determinadas conductas como delito o como faltas y disponen la
imposición de penas o medidas de seguridad; asimismo, al constituir el medio
más enérgico del que dispone el Estado para evitar las conductas que resultan
más indeseadas, es recomendable que el derecho penal sea la última ratio legis
(Villavicencio, 2019:23). Asimismo, Rojas señala que “el Derecho Penal se
encarga de sancionar delitos y para ello se vale de herramientas como el Código
Penal y leyes especiales que protegen distintos bienes jurídicos como la vida, el
patrimonio, la seguridad pública, etc.” (2014:14-15).
6
adoptar normas sancionadoras, aplicarlas cuando sean infringidas y, finalmente,
ejecutar sus decisiones.
De esta manera, las sanciones, las garantías y los principios son elementos en
los cuáles se puede estudiar las características del Derecho Penal y Derecho
Administrativo Sancionador. En ese sentido, dado el centro de esta
investigación, es fundamental encontrar las características de cada elemento
que los diferencian.
4
Léase a Jorge Bermúdez Soto (1998) “Elementos para definir las sanciones administrativas” En: Revista Chilena de
Derecho, Número Especial, p. 328. También a Lucía Alarcón Sotomayor (2014) “Los confines de las sanciones: en busca
de la frontera entre el Derecho Penal y el Derecho Administrativo Sancionador” En Revista de Administración Pública,
(195) p. 140.
7
consenso en torno a la definición de sanción administrativa5 en tanto, hasta el
momento existe un debate que buscar responder si existen diferencias
sustanciales entre sanción penal y administrativa. Por ello, Cano (2009:88-89)
intenta definir algunas distinciones entre sanción penal y administrativa:
Ambos ámbitos jurídicos son manifestaciones del ius puniendi único del Estado
y por ende tienen la capacidad de sancionar, cada una dentro de su ámbito,
conductas que el legislador considera perjudicial para la sociedad. En ese
sentido, si ambas comparten la matriz general que les da la capacidad de
sancionar, cabe preguntarse si existen diferencias formales o sustanciales entre
ambas.
Por un lado, Suay señala que existe la opinión de un sector minoritario que
argumenta la existencia de una naturaleza distinta entre sanciones penales y
administrativas. Ello, debido a: i) el distinto ordenamiento, ii) el interés lesionado
–el derecho penal y derecho administrativo sancionador protegen derechos
distintos - y, iii) el sujeto finalmente imputable, pues en las infracciones penales
solo se puede sancionar a las personas físicas 6, en tanto, la Administración
puede sancionar a personas físicas y jurídicas (1986:204-208). Por otro lado, la
posición mayoritaria apuesta por ajustar el derecho administrativo sancionador a
los esquemas que son propios del Derecho Penal, lo que equivale a establecer
que entre la sanción penal y administrativa no hay diferencias de orden
sustancial; más aún, cuando ambas sanciones son especies de un mismo
“genus”: la sanción punitiva (Córdova 2006:280).
8
podemos sostener que la diferencia entre el sanción penal y sanción
administrativa no viene dada por su “anatomía” – ya que coincidimos en que
existe una identidad ontológica entre ambas - sino más bien, por la finalidad que
distintos órdenes jurídicos como el penal y administrativo tratan de proteger.
Por otro lado, atendiendo a lo que protege cada ámbito jurídico, Carnevali
sostiene que “mientras el Derecho penal lo que pretende es proteger bienes
jurídicos concretos respecto de hechos determinados, conforme a criterios de
lesividad concreta y de imputación individual, en el Derecho administrativo
sancionador solo se dirige a mantener el orden en determinados sectores,
procurando el buen funcionamiento del sistema; en consecuencia, no se rige por
criterios de lesividad concreta sino de afectación general, estructural”
(2000:149). Un ejemplo de lo que afirma Carnevali son las sanciones que la
Administración Pública impone a operadores de telecomunicaciones cuando
estos infringen la normativa referida a brindar el servicio de internet, telefonía fija,
entre otros. El Estado lo que busca a través de la tipificación de sanciones en el
sector telecomunicaciones es procurar el buen funcionamiento de un servicio
público, por el interés general, no por el interés de un solo ciudadano en
particular.
De la misma idea es Sotomayor cuando sostiene que “la identidad existente entre
delitos e infracciones administrativas no conlleva per se la inexistencia de
diferencias entre el Derecho Penal y el Derecho administrativo sancionador”
(2014:146). Así también, el Tribunal Constitucional a través de diferentes
sentencias8 ha argumentado que “si bien la potestad de dictar sanciones
administrativas al igual que la potestad de imponer sanciones penales derivan
del ius puniendi del Estado, no pueden equipararse ambas, dado que no sólo las
8
Sentencias recaídas en los Expedientes Nº 04173-2010-PA/TC y Expediente Nº 01873-2009-PA/TC.
9
sanciones penales son distintas de las administrativas, sino que los fines en cada
caso son distinto”.
Con respecto a las garantías como otro elemento en común entre el derecho
penal y el derecho administrativo sancionador, se abordará la discusión
dogmática e interpretativa en la cual se coloca como punto central determinar si
las garantías del derecho penal deben ser las mismas que las que ofrece la
Administración Pública a través de su potestad sancionadora.
Hasta el momento se ha establecido, a través de la doctrina y jurisprudencia
citada anteriormente, que la identidad ontológica entre sanción penal y
administrativa no debe suponer a priori un tratamiento jurídico igual de ambas
figuras, atendiendo particularmente, a las finalidades que cada una tiene en el
ordenamiento jurídico9. Esta perspectiva teleológica desarrollada en el acápite
anterior tiene una incidencia sobre las garantías formales y procedimentales que
le son aplicables al Derecho Penal y Derecho Administrativo Sancionador. Ello
se debe a que dependiendo de la postura que se tome, algunos señalaran que
las garantías deben ser las mismas en ambas manifestaciones sancionadoras,
mientras que otros, señalaran que existe cierta flexibilización en su aplicación.
En sentido amplio, Ferrajoli define a las garantías como “las técnicas previstas
por el ordenamiento para reducir la distancia estructural entre normatividad y
efectividad, y, por tanto, para posibilitar la máxima eficacia de los derechos
fundamentales en coherencia con su estipulación constitucional” (1999:68). En
relación a nuestro tema, las garantías servirían para protegernos de la fuerza
sancionadora del Estado, entre ellas, por ejemplo, las garantías relacionadas al
derecho de defensa.
Ahora bien, como advertimos inicialmente, existe una discusión doctrinal entorno
a la aplicación de las garantías del derecho penal al derecho administrativo
sancionador. Por un lado, existe un sector de la doctrina que considera que las
garantías entre el derecho penal y el derecho administrativo sanción deben ser
9
Según Letelier “el hecho de que ambas sanciones sean dispuestas por el Estado, entonces, no obliga a que ellas tengan
la misma regulación. Sólo son los objetivos perseguidos por este –que, por cierto, es el mismo que impone ambas
sanciones– lo que justifica sus diferencias.” Letelier, R. (2017). Garantías penales y sanciones administrativas. En:
Política Criminal, (24) vol. 12, p. 633.
10
similares; mientras que, otro sector, postula menores garantías para las
sanciones impuestas en sede administrativa.
11
como el de telecomunicaciones, minero y actos que van en contra de la libre
competencia. Estos sectores, en la realidad, se caracterizan por tener una
cantidad exhaustiva de supuestos infractores que una ley en su literalidad no
podría albergar.
10
Sobre este punto léase a Cano cuando señala que “el Derecho penal y el Derecho administrativo sancionador se rigen
por principios parcialmente diversos y presentan notables diferencias tanto desde el punto de vista de la configuración
de los ilícitos como desde la perspectiva de las garantías en la imposición de sanciones menores en el caso de las
administrativas” En Lecciones y materiales para el estudio del derecho administrativo. 2009, Tomo III, volumen II, Madrid:
Iustel, p. 89.
12
penal o en el derecho administrativo, como los de legalidad, non bis in ídem y la
proscripción de la analogía in peius” (2008:346-347). Sin embargo, opiniones
como las de Suay advierten que “todo ello no supone la aceptación de una
recepción acrítica e indiscriminada de todas las reglas y principios sobre los que
se construye el derecho penal porque algunos de ellos no son propios y
exclusivos de todas las sanciones penales, sino de las más severas, que han de
estar rodeadas consecuentemente de mayores garantías” (2008:58).
Ahora bien, ¿cuáles son las razones de este traslado? Al respecto, Nieto ha
señalado que las razones por las cuales el derecho administrativo sancionador
ha aceptado el traslado de principios del derecho penal son las siguientes: por
un lado, “i) el Derecho penal tiene ya consolidados sus principios fundamentales,
lo que no sucede con el Derecho administrativo sancionador, ii) los principios del
Derecho penal son progresistas en cuanto suponen una garantía de los derechos
de los individuos y ello es conforme al espíritu democrático de la Constitución, y
iii) el Derecho penal y Derecho administrativo sancionador convencional forman
parte de una unidad superior que hasta ahora venía identificándose con el
Derecho penal en sentido estricto” (1994).
Las razones que expone Nieto son muy importantes para iniciar nuestro debate.
Por un lado, es cierto que el Derecho Penal ha construido históricamente los
principios que rigen su ámbito de aplicación; el principio de legalidad,
culpabilidad e irretroactividad de la ley penal son algunos de los que tienen más
vigencia desde incluso las más antiguas Constituciones y Códigos Penales. En
ese sentido, por ejemplo, el principio de legalidad en el Derecho Peruano ya
aparecía desde la Constitución de 1828, en su artículo 150, donde se expresa
por primera vez en este principio que: “ningún peruano está obligado a hacer lo
que no manda la ley, o impedido de hacer lo que ella no prohíbe”. Del mismo
modo, el Código Penal de 1863, disponía que: “las acciones u omisiones
voluntarias y maliciosas penadas por la ley, constituyen los delitos y faltas” (Peña
1994: 201). Ambos cuerpos normativos ya avizoraban el nacimiento de ciertos
principios que empezaron a ser aplicados estrictamente por el derecho penal.
13
los “matices” a los que se refiere el Tribunal Constitucional en sus sentencias 11.
Definir ello es importante dada la escasa uniformización de los tribunales
administrativos con respecto al traslado de principios como el de legalidad,
culpabilidad, entre otros.
Pues bien, hasta el momento ya se han expuesto los elementos comunes que
surgen entre el Derecho Penal y el Derecho Administrativo y los problemas que
la doctrina ha considerado importantes de analizar. De este modo, en el
ordenamiento jurídico peruano han surgido dificultades con respecto al último
elemento en común que se ha tratado en los párrafos precedentes: los principios
aplicables al derecho administrativo sancionador del derecho penal. Dicha
problemática expone diversas dificultades en manos de la Administración
Pública peruana, en tanto, son los tribunales administrativos quienes terminan
aplicando estos principios sin un norte específico. Las dificultades a las que
referimos se encuentran desarrolladas en el siguiente acápite.
11
Por ejemplo, la sentencia recaída en el Expediente 01873-2009-PA/TC, fundamento 12.
14
potestad punitiva del estado, tales como legalidad o culpabilidad, entre otros,
constituyen principios básicos del derecho sancionador, que no sólo se aplican
en el ámbito del derecho penal, sino también en el del derecho administrativo
sancionador” En ese sentido, el máximo intérprete de la Constitución también se
ha pronunciado con respecto a la aplicación de principios del derecho penal al
derecho administrativo sancionador. Así, en referencia al principio de legalidad
ha señalado que: “Corresponde pues a la ley delimitar el ámbito del ilícito
sancionable, por expresa prescripción constitucional (artículo 2.24.d.), de modo
que no puede ser objeto de regulación reglamentaria, ni mucho menos de
precisiones “extranormativas””12.
Así las cosas, ¿hasta qué punto se puede realizar dicho traslado de principios?
Prieto en relación a esta pregunta señala que, no se trata de una aplicación literal
de principios, que la traslación debe realizarse “con ciertos matices” aunque lo
cierto es que ello queda en una cierta indefinición, ya que no parece claro cuáles
son esos matices (1982:104). En ese sentido, lo cierto es que hasta el momento
no tenemos líneas interpretativas certeras sobre esto.
Como consecuencia, los principios que han sido objeto de mayor debate son los
principios de legalidad, tipicidad, culpabilidad y non bis in ídem. Así, por ejemplo,
con respecto a la aplicación del principio de culpabilidad entendido desde el
derecho penal vemos un análisis de responsabilidad subjetiva (dolo o culpa). Por
su lado, en derecho administrativo sancionador, normas como el artículo 50.3 13
de la Ley de Contrataciones del Estado, admiten la aplicación de responsabilidad
objetiva. Así, en las contrataciones con el Estado, “no resulta un factor eximente
la responsabilidad subjetiva del infractor y, la culpabilidad es un elemento
determinante en la configuración de la conducta infractora en el que en el ámbito
administrativo no se le da relevancia, ya que se le considera como un factor de
graduación y no como un eximente de sanción, incluso sin interesar dolo o culpa”
(Navas, 2013).
En contraste con ello, el Tribunal Constitucional mediante sentencia del 3 de
septiembre de 2010, recaída en el expediente 1873-2009-PA/TC, ha señalado
expresamente que el principio de culpabilidad implica la exclusión de cualquier
responsabilidad objetiva. Así las cosas, normas como la citada en la Ley de
Contrataciones del Estado, e incluso, el artículo 248 que contempla el principio
de culpabilidad en la Ley de Procedimiento Administrativo General devendrían
en inconstitucionales, pues este último estipula que: “la responsabilidad
administrativa es subjetiva, salvo los casos en que por ley o decreto legislativo
se disponga la responsabilidad administrativa objetiva”.
12
Sentencia recaída en el Expediente 01873-2009-PA/TC, fundamento 12, inciso a).
13
Artículo 50.- Infracciones y sanciones administrativas (…)
50.3 La responsabilidad derivada de las infracciones previstas en este artículo es objetiva, salvo en aquellos tipos
infractores previsto en los literales a), b), h), y n) del numeral 50.1 del presente artículo .
15
respecto a la matización en la aplicación de cada uno de ellos. Esta pregunta
preliminar, desarrollada en los siguientes acápites, nos permitirá advertir que las
dificultades que enfrenta la Administración Pública en la aplicación de principios
como el de legalidad en el ámbito administrativo sancionador, son una
oportunidad para empezar a dotar de sustantividad al Derecho Administrativo
Sancionador.
Sobre el particular, dentro del Derecho Penal, Lascuraín señala que el principio
de legalidad exige que “ningún comportamiento puede ser considerado como
delictivo, ni puede imponerse a su autor pena alguna en virtud del mismo, si una
ley no lo ha dispuesto así con precisión y con anterioridad en su realización”
(2011:59) En ese sentido, el principio de legalidad en el derecho penal
representa una garantía de libertad personal, política y jurídica de los ciudadanos
que limita el poder penal estatal; así entonces, como señala Villavicencio
(2019:34), el principio de legalidad implica las siguientes garantías:
En ese sentido, los tipos penales con su respectiva sanción penal están
circunscritos a la reserva de ley absoluta. Sobre este punto, Lascuraín sostiene
que el derecho penal es una materia cuya regulación está absolutamente
reservada a la ley; sin embargo, el carácter “absoluto” de esta reserva trae
consigo problemas como la exhaustiva determinación de todo tipo de
circunstancias que conlleven una responsabilidad penal; ello, debido a que
generaría códigos penales extensos, aburridos y poco comprensibles (2011:62).
16
Solo bastaría pensar en los delitos contra el medio ambiente, en el cual, el código
penal por sí solo no podría regular todos los supuestos sujetos a sanción penal.
Por otro lado, Suay señala que “el principio de legalidad en materia sancionadora
presenta una doble vertiente: formal y material; en el plano formal, el principio de
legalidad se concreta en la exigencia de una norma de rango legal (reserva de
ley), lo que se proyecta en las infracciones y sanciones; y, en el plano material,
en cambio, el principio de legalidad exige la observancia del mandato de
tipicidad” (2008:46).
Así, dentro de su vertiente formal, una de las notas característica del principio de
legalidad en sede administrativa es la remisión reglamentaria. En ese sentido,
es aceptado generalmente que el derecho administrativo hace uso de
herramientas como la colaboración reglamentaria para complementar la
tipificación de ciertas conductas cuando se trate de sectores de la administración
pública que lo así lo requieran. En esta línea, “resulta válido recurrir a la
colaboración reglamentaria, según la cual es suficiente que la ley haga una
descripción genérica de las conductas sancionables y de las clases y cuantía de
las sanciones, dejando al reglamento administrativo la descripción
pormenorizada de las conductas infractoras, es decir, la tipicidad” (Gómez y
Granados 2014:75). En ese sentido, es común que la remisión no se haga al
interior del mismo texto legal, sino que sea a través de un reglamento (Lozano
2007:478).
17
Al respecto, el Tribunal Constitucional, mediante sentencia del 24 de agosto de
2010, recaída en el expediente N° 00197-2010-PA/TC, consideró que “(…) la
precisión de lo considerado antijurídico desde un punto de vista administrativo
no está sujeto a una reserva de ley absoluta, sino que puede ser complementado
a través de los reglamentos respectivos”. Por su parte el Tribunal Constitucional
español ha señalado que esta colaboración reglamentaria es permitida cuando
“queden suficientemente determinados los elementos esenciales de la conducta
antijurídica y la naturaleza y límites de las sanciones a imponer” 14.
Por otro lado, también es cierto que “la participación de una norma reglamentaria
en el proceso de tipificación de los ilícitos administrativos se justifica en
argumentos fácticos, tales como la complejidad técnica de algunas materias, la
necesidad de atender el dinamismo de una determinada actividad, la inviabilidad
de hacer casuística en una norma con rango legal, entre otros” (Gómez y
Granados 2014:76). Al respecto, diferentes son los sectores en los cuales la
flexibilidad del principio de tipicidad es evidente. Por ejemplo, en materia
ambiental para tipificar las infracciones ambientales se recurre a la colaboración
reglamentaria, en donde la ley se remite al reglamento para detallar las
conductas sancionables y su graduación. Dicha herramienta en materia
ambiental se hace necesaria en tanto tiene “la ventaja de ofrecer un espacio de
amplitud suficiente como para favorecer la adaptabilidad, en escenarios
dinámicos, cambiantes y complejos” (Londoño 2014:161) como el sector minero,
eléctrico15 y producción.
14
STC 3/1998, de fecha 21 de enero de 1988, fundamento jurídico 9, consulta realizada el día 28 de junio de 2020.
15
Por ejemplo, la Ley 27699-Ley Complementaria de Fortalecimiento Institucional del OSINERGMIN señala en su artículo
1 la facultad de tipificación: “(…) el Consejo Directivo del OSINERG se encuentra facultado a tipificar los hechos y
omisiones que configuran infracciones administrativas (…)”
16
La denominada cláusula de efecto equivalente:
Artículo 11.- Prácticas colusorias horizontales
11.1. Se entiende por prácticas colusorias horizontales los acuerdos, decisiones, recomendaciones o prácticas
concertadas realizadas por agentes económicos competidores entre sí que tengan por objeto o efecto restringir, impedir
o falsear la libre competencia, tales como:
(…)
Otras prácticas de efecto equivalente que busquen la obtención de beneficios por razones diferentes a una mayor
eficiencia económica.
18
reglamentos que hagan posible una regulación independiente y no claramente
subordinada por parte de tales dispositivos” (1995:153).
La tipicidad o taxatividad
17
En ese sentido, la sentencia del Tribunal Constitucional Español STC 62/1982 de fecha 15 de octubre, fundamento 7.
19
(Ramírez 2011:39) (González 2009:366). Así, el contenido del principio de
tipicidad se disgrega para determinar que una conducta es sancionable
administrativamente de la siguiente manera (Morón 2007:654):
Ahora bien, un sector de la doctrina considera que una flexibilización del principio
de tipicidad en la definición de la conducta facilitaría la vulneración de derechos
de los administrados, propiciando que estos no conozcan con suficiente certeza
qué conductas son sancionables por la Administración. En esta misma línea,
Prieto advierte que “una de las características del Derecho Administrativo
Sancionador son las tipificaciones imprecisas y ambiguas, las fórmulas abiertas
y las cláusulas de extensión analógica, que muchas veces impiden conocer a
ciencia cierta cuáles son las conductas sancionables” (1982:104).
Por otro lado, en cambio, hay quienes consideran que resulta imposible en el
Derecho Administrativo Sancionador la descripción de las conductas
antijurídicas de manera precisa y autónoma (Rivera 1994:149). En la misma línea
Nieto considera que “la descripción rigurosa y perfecta de la infracción es, salvo
excepciones, prácticamente imposible” (2000: 293). Así para estos autores, la
tipificación totalmente exacta y precisa de la norma infractora administrativa es
un sin sentido jurídico que puede traer graves consecuencias a nivel jurídico. Al
respecto, Nieto advierte que dichas exigencias de exhaustiva precisión
maximalistas sólo conducen a la parálisis normativa o a la nulidad de buena parte
de las disposiciones sancionadoras existentes o por dictar. Adicionalmente, se
puede señalar que “uno de los riesgos de interpretar irracionalmente el principio
de tipicidad puede llevar a la sobreinclusión, es decir, incluir dentro de la
tipificación supuestos específicos que no participan en la necesidad de sanción
o, peor aún, dejar a la administración sin la posibilidad de sancionar conductas
que no estén precisa y minuciosamente descritas en la normativa
correspondiente” (González 2009: 370).
20
4.2. De la teoría a la práctica: la inconstitucionalidad del artículo 46 de la
Ley Orgánica del Sistema de Control de la Contraloría General de la
República
Ahora bien, si bien la solicitud de aclaración del Congreso fue atendida por el
Tribunal Constitucional mediante auto N° 4 de fecha 1 de agosto de 2019, existen
otros aspectos de la controversial sentencia que también han sido puntos fuertes
de debate a nivel jurídico y político.
18
Citas del fundamento 35 de la sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente Nª 00020-2015-PI/TC.
21
Así las cosas, el Tribunal Constitucional tuvo una serie de consideraciones con
respecto a la interpretación del principio de legalidad y tipicidad en Derecho
Administrativo Sancionador. Entre sus principales consideraciones se señaló
que:
19
Articulo 46.-Conductas infractoras
(…)
El reglamento describe y especifica estas conductas constitutivas de responsabilidad administrativa funcional (graves o
muy graves) que se encuentra en el ámbito de la potestad para sancionar de la Contraloría General. (…)
22
Por otro lado, con respecto a la taxatividad del artículo 46 de la
LOCGR, se debe tener en cuenta que las frases “ordenamiento
jurídico administrativo” y “normas internas de la entidad” si bien
abarcan un conjunto amplio de normas, este conjunto se irá
reduciendo según el caso a caso propuesto, respetando los límites que
tiene la Administración Pública en la motivación de sus actos. Así, por
ejemplo, en situaciones particulares la Administración Pública hace
uso de conceptos jurídicos indeterminados para tipificar conductas sin
contravenir el principio de tipicidad; en este sentido, la Administración
se sitúa bajo un parámetro más estricto de motivación20.
20
Según Muñoz Machado “no significa que la determinación de los tipos infractores no pueda hacerse utilizando
conceptos jurídicos indeterminados, siempre que, desde luego, no dificulten la aplicación de la norma acudiendo a
criterios lógicos, técnicos o de experiencia, que ofrezcan además suficiente seguridad (STC 151/1997)" Muñoz, S. (2017).
Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General. Madrid: Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado. Tomo
XII, p. 314
21
Articulo 46.- Conductas Infractoras
(…)
A) Incumplir las disposiciones que integran el marco legal aplicable a las entidades para el desarrollo de sus
actividades, así como las disposiciones internas vinculadas a la actuación funcional del servidor o funcionario
público
B) Incurrir en cualquier acción u omisión que suponga la transgresión grave de los principios, deberes, y
prohibiciones señalados en las normas de ética y probidad de la función pública.
C) Realizar actos persiguiendo un fin prohibido por ley o reglamento.
D) Incurrir en cualquier acción u omisión que importe negligencia en el desempeño de las funciones o el uso de
estas con fines al interés público.
23
funciones y competencias que ellos deben conocer a priori desde que
son nombrados como funcionarios o servidores públicos22. Entre las
infracciones administrativas más frecuentes se encuentran,
precisamente, las relacionadas a actuar en contra del Estado o
incumplir disposiciones propias de su cargo23.
22
Según el Registro de Sanciones inscritas y vigentes en el ámbito de la potestad sancionadora de la CGR consolidado
al 31 de mayo de 2020, un total de 2671 personas (entre funcionarios y servidores públicos) fueron sancionados por una
infracción “muy grave” con la sanción de la inhabilitación. Información proporcionada a través de la web principal de la
CGR, consultada el 5 de julio de 2020 a través de:
http://doc.contraloria.gob.pe/pas/documentos/Registro_sanciones_inscritas_vigentes_Actualizado_31MAY2020.pdf
23
Según la nota de prensa Nro. 381-2019-CG-GCOC al 30 de abril de 2019, las infracciones administrativas más
frecuentes figuran:
1. Actuar parcializadamente, en contra de los intereses del Estado en los contratos, licitaciones, concurso de
precios, subastas, licencias, autorizaciones o cualquier otra operación o procedimiento en que participe con
ocasión de su cargo, función o comisión, dando lugar a un beneficio ilegal, sea propio o de tercero.
2. Incumplir las disposiciones legales que regulan expresamente su actuación funcional, generando grave
perjuicio al Estado.
3. Incumplir, negarse o demorar de manera injustificada e intencional, el ejercicio de las funciones a su cargo, en
los procedimientos en los que participa con ocasión de su función o cargo.
24
Sancionador no debe suponer una interpretación absoluta este a la luz del
primero, porque los principios en el Derecho Administrativo Sancionador deben
ser pensados teniendo como punto de partido al Derecho Administrativo y la
Constitución. Realizar una interpretación que parte siempre desde el Derecho
Penal podría desnaturalizar el sentido de una de las más importantes
manifestaciones sancionadoras del Estado a través de la Administración Pública.
El segundo problema, es una consecuencia del primero, es decir, si no se
encuentra una interpretación válida de los principios del Derecho Administrativo
Sancionador desde el Derecho Administrativo que permita uniformizar el sentido
de ellos, las diferentes instituciones que conforman la Administración Pública,
van a manejar interpretaciones variadas que causarían que la potestad
sancionadora en cada una de estas instituciones tenga un despliegue diferente,
y, eventualmente, con mayor inseguridad jurídica para los administrados.
De esta manera, en el caso de la aplicación del principio de legalidad y tipicidad
existirán dos escenarios: por un lado, - como el caso de la CGR- instituciones
que no sean capaces de sancionar determinadas conductas por realizar una
interpretación limitada de aspectos como la colaboración reglamentaria y la
“precisión” de la norma. Por otro lado, instituciones que intenten sancionar todo
tipo de actos, con la mayor discrecionalidad posible, tratando de asimilar las
características y valoraciones del Derecho Penal. Así, estos dos escenarios,
crearán inseguridad jurídica a los administrados quienes no tendrán certeza del
grado sancionatorio que tienen las diversas instituciones de la Administración en
controversias particulares.
V. Conclusiones
25
Derecho Administrativo Sancionador no son las mismas, en tanto la
funcionalidad de cada una de sus garantías es distintas según el ámbito en
que se encuentre. Ello no conlleva a dejar sin garantías al administrado frente
a la potestad sancionadora de la Administración sino a mejorar y facilitar el
sentido de las garantías en el Derecho Administrativo Sancionador.
Adicionalmente, se estableció que los principios jurídicos han sido aplicados
del derecho penal al derecho administrativo sancionador con “ciertos matices”
aunque no definidos con certeza por los tribunales.
26
VI. Bibliografía
27
administrativo sancionador. En: Revista de Derecho Administrativo, (2), 273-306.
Recuperado de:
28
Meini, I. (2013). La pena: función y presupuestos. En: Revista de Derecho
(PUCP), (71), 141-167. Recuperado de:
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechopucp/article/download/8900/9305
29
Constitucional, 2 (4), 99-121. Recuperado de:
https://www.jstor.org/stable/24879139
30