Erotismo 2
Erotismo 2
Erotismo 2
El erotismo
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mandius 27.08.18
LAS DIFERENCIAS
1
El erotismo se presenta bajo el signo de la diferencia. Una
diferencia dramática, violenta, exagerada y misteriosa. Esta
idea surge cuando observamos atentamente un quiosco.[1]
Ahí, en un rincón, algo apartada, algo escondida,
encontramos la pornografía hard core. Al lado y más a la
vista, los libros pornográficos del Olympia Press. Después,
en exhibición, las revistas eróticas como Playboy y
Penthouse. Es el rincón dedicado al erotismo masculino. Son
publicaciones que las mujeres no compran, no miran y que
les provocan una sensación de malestar, desprecio o
irritación.
Este erotismo poco tiene que ver con el sexo. Puede haber
relaciones sexuales. Sobre todo en la literatura más
reciente, la heroína hace el amor con desesperación. Pero
las emociones profundas, lo que es específicamente erótico
en estos relatos no es la relación sexual. Es la debilidad, el
sobresalto.
¿me ama?
EL SUEÑO DE LA MUJER
3
1. En los hombres, en general, después del acto sexual
decae el interés por la mujer. Es un fenómeno que tiene
muchos grados, muchos matices.
[1]
del rol. El hombre quiere hacer el amor con una mujer bella
y sensual. La mujer quiere hacer el amor con un astro, con
una figura destacada, con aquel a quien las otras mujeres
aman, con aquel que es el eje de la sociedad.
Todavía hoy, cuando la mujer está, por fin, libre del peso de
la cotidianeidad doméstica y de la condición servil, su
empeño por rehacer todo a nuevo, por transfigurar lo
existente, se concentra, ante todo, en su hombre.
De la eternidad.
Desea viajar con él, ver las cosas que él ve. Desea que la
admiren con él en las fiestas, mostrarse en público. Todo
esto forma parte de su erotismo espontáneo. Mientras que
el hombre, cuando la mujer le pide estas cosas, tiene la
impresión de que no le interesa el erotismo, sino la
mundanería.
No existe una sola raíz del erotismo. Hay dos. Una que se
arraiga más profundamente en las mujeres y la otra, en los
hombres. La primera tiende a crear la comunidad de vida, la
unidad del amor. La segunda, en cambio, no tiene un
proyecto, recoge fragmentos. No es justo afirmar que una es
superior a la otra o que, en el futuro, una prevalecerá
definitivamente sobre la otra.
PROMISCUIDAD
13
1. En múltiples ocasiones, a lo largo de la historia, aparece
el tema de la promiscuidad: como promiscuidad originaria,
que antecede a la organización social y familiar, o bien
como promiscuidad utópica, como superación definitiva de
la exclusividad y de la posesividad del individuo. Durante la
década de 1960 la promiscuidad fue el ideal más o menos
manifiesto de la revolución sexual. Ya vimos que, en sus
fantasías, los hombres desean hacer el amor con muchas
mujeres y sin demasiadas complicaciones sentimentales.
cuerpo, con los genitales, con los senos, con la piel. Dionisos
no es únicamente hombre.
evidentemente,
también
es
posible
el
enamoramiento
exclusivo,
Duraban hasta que había un líder hombre que les daba una
estructura de harén y después se desintegraban.
inagotable.
Todos nosotros deseamos una vida intensa. Deseamos
grandes glorias y grandes deseos. Todos nosotros deseamos
nuevos encuentros. Ver nuevos países. Esperamos siempre
algo exultante y maravilloso. Deseamos desear con mayor
intensidad y satisfacer deseos más intensos. Lo que nos
caracteriza como seres humanos es la tendencia continua a
trascendemos.
OBJETOS DE AMOR
18
En las mujeres, el erotismo se fusiona con el amor. Es así en
la intención de seducir y lo es hasta en los movimientos
colectivos, como en el amor por el astro o el líder. En el
hombre, en cambio, puede haber excitación erótica sin
sentir la necesidad de un compromiso amoroso. ¿Qué
significa todo esto?
trasponga un umbral.
vida.
24
1. Existe también una forma de amor que nace, poco a
poco, del erotismo y de la amistad. Un amor que no aparece
como una explosión inicial única entre dos desconocidos,
sino después que dos personas se encuentran antes en el
delicado terreno de la estima y la confianza mutua. Asoma
luego el deseo erótico, como ocurre casi siempre en un
encuentro entre hombres y mujeres.
El amor que nace así no es, pues, algo que irrumpe con
fuerza al comienzo para luego deteriorarse, aunque sea con
gran lentitud. Es un proceso contrario a la edificación, lenta
o rápida, siempre difícil, a menudo precaria, de aquello que
es lo mejor. Su resultado es una construcción. Es errado
pensar en un proyecto y en su realización gradual y
racional. En el mundo de las relaciones, la relación buena
(perfecta, mejor) se va delineando en el curso mismo del
proceso. Se la reconoce cuando se la vive. Si es buena, si
estoy complacido, ambos estamos contentos. Tampoco es
necesario querer la perfección. Basta con reconocer lo
mejor entre lo peor, saber aquello que agrada, evaluar,
saber evaluar y decir: sí, esto es lo que quiero, lo quiero así
y no de otro modo. Por ello, la Gestalt no parece del todo
perfecta al principio y ni siquiera se la imagina como en el
proyecto-meta del voluntarismo. Se la reconoce por el modo
de construirse. La perfección se reconoce por el modo de
realizarse. Es la trayectoria epifánica a la que alude Rosa
Giannetta Trevico. [1] Ni al comienzo ni al final hay una
situación perfecta, sino el reconocimiento de una condición
extraordinaria que crece y se adquiere por medio de la
templanza (límite) y la prudencia, es decir, la virtud.
CONTRADICCIONES
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1. A todos nosotros se nos enseña: seduce, sé deseable
eróticamente, seduce más que nadie, seduce a todos. Se
nos enseña al mismo tiempo: sé fiel, desea a ese solo
hombre, a esa sola mujer. Hasta el marido o el amante
quieren que su mujer sea seductora, bella, deseada por
todos. Toda mujer quiere que su marido, su amante, sea el
más apuesto, el más deseable. Quiere que las otras mujeres
lo deseen. El deseo de los demás es parte de nuestro
erotismo, lo alimenta. Pero después, tanto el hombre como
la mujer quieren tener al objeto amado sólo para ellos. De
este modo, compiten con todos, porque a todos se los invita
a desear aquello que ellos desean.
confesó.
CONVERGENCIAS
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1. Hay individuos dotados de una gran carga erótica.
Individuos para quienes el erotismo es un elemento esencial
de la vida sin el cual se extinguen, como si les faltase el aire
o el alimento. Otros, en cambio, casi parecen no tenerlo, lo
que no significa que no tengan intereses, pero es como si
carecieran de este tipo especial de sensibilidad vital. Pero
en la mayor parte de los casos, el erotismo no es constante,
tiene grandes variaciones. No me refiero a ese poco de
interés erótico que siempre se puede despertar con un
estímulo suficiente. Me refiero al gran erotismo, al erotismo
como hecho central de la existencia, que le da sentido. En
estos individuos la riqueza erótica se manifiesta sólo en
algunos momentos de la vida, en un determinado período
de la adolescencia, por ejemplo, pero sobre todo cuando se
enamoran. Son las épocas del eros extraordinario, las
estaciones del amor.
Más alejado aún del erotismo, existe ese amor por los
demás, por todos los demás, al que el cristianismo llama
“caridad”. En la caridad, el amor no se limita al hijo o al
amado, los excede. Aquellos que son capaces de este
altruismo ya no sienten los propios dolores y
preocupaciones o bien los consideran de poca importancia.
Participan del dolor ajeno, sufren con los demás y se
dedican íntegramente a eliminarlo. No piensan para nada en
el propio placer y el erotismo está entonces infinitamente
lejos de su pensamiento. Pero se asemejan más a las
personas capaces de un gran erotismo que las personas
avaras, ávidas, frías, cerradas y egoístas.
Notas
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[1] Anaïs Nin: Una spia nella casa dell’amore, trad. ital.,
Milán, Bompiani, 1979, pág. 58. [Hay versión castellana:
Una espía en la casa del amor, Barcelona, Aymá.] <<
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[2] Erica Jong: Paracadute e baci, op. cit. , pág. 121. <<
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[2] Dice Salvatore Veca: “de este modo, los seres humanos,
en el aspecto positivo, parecen ser actores caracterizados
principalmente, no por tener un fin dado, sino por poder
tener fines en general”. En Quiestioni di giustizia, Parma,
Pratiche ed., 1985, pág. 92. <<
<<
<<
<<
[2] Dorothy Tennov: Love and Limerence, op. cit. , pág. 47.
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<<
[1] Lilian B. Rubin: Intimate Strangers, op. cit. , pág. 75. <<
cit. <<
[1] Milán Kundera: Il libro del riso e dell’oblio, op. cit., pág.
125 [Versión castellana El libro de la risa y el olvido,
Barcelona, Seix Barral, 2a ed. 1984, trad. del checo por
Femando de Valenzuela, pág. 169.] <<
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El erotismo
Prólogo
Las diferencias
Capítulo 1
Capítulo 2
El sueño de la mujer
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
El sueño del hombre
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Promiscuidad
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Objetos de amor
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Contradicciones
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Convergencias
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Autor
Notas
Table of Contents
El erotismo
Prólogo
Las diferencias
Capítulo 1
Capítulo 2
El sueño de la mujer
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
El sueño del hombre
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Promiscuidad
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Objetos de amor
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Contradicciones
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Convergencias
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
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