Tema 3. Dolor
Tema 3. Dolor
Tema 3. Dolor
“El dolor es para la humanidad un tirano más terrible que la misma muerte”. El
sufrimiento prolongado destruye la calidad de vida y puede quitar las ganas de vivir,
llevando a algunas personas al suicidio. Sus efectos físicos son también muy
destructores: un dolor fuerte y prolongado puede impedir el sueño y quitar el apetito,
produciendo con ello el agotamiento y reduciendo la disponibilidad de nutrientes para el
organismo.
Estas circunstancias hacen que el dolor junto con la visión y la audición sea uno
de los sistemas sensoriales más importantes. Es muy especial, en cuanto se diferencia
del resto de procesos en que se encuentra influenciado por factores de carácter
psicológico (por ejemplo, efecto placebo). Una de las mayores diferencias, es que su
progresión se incrementa rápidamente una vez que se ha llegado al umbral de detección.
No es de progresión lenta por lo tanto.
En 2º lugar, hoy sabemos que existen 2 tipos de dolor. Uno es el dolor fásico o
delta, que es el que sentimos cuando nos golpeamos. Se define como breve, rápido,
cortante, localizado (ejemplo: cuando nos cortamos). El otro, es el dolor crónico, dolor
clínico o tipo "c". Es difuso, insoportable, duradero, que quema (ejemplo: dolor por
enfermedad terminal). Es el dolor que se puede reducir por la administración de morfina
(opiáceo).
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3.- Otro factor diferenciador es que el dolor no es percibido de la misma forma en
todos los momentos del día. Así, parece que el dolor se siente más intensamente en los
periodos nocturnos. Esto tiene repercusiones prácticas, porque una dosis de un
analgésico que puede ser suficiente durante el día, puede no serlo durante la noche. De
todos estos aspectos se ocupa la cronofarmacología.
5.- El problema del dolor es que hay casos que no son tratables o que producen un
rechazo. En este tema hay mucha problemática respecto a evitar quedarse sin recursos
para el tratamiento del dolor. Por ello, las dosis que se emplean no suelen ser las más
potentes. En estos casos, los enfermos siempre sufren algo debido a la creencia de que
la morfina puede crear tolerancia y adicción.
6.- Otra característica diferencial es que en ciertas circunstancias hay personas que
no sienten dolor a pesar de tener razones justificadas para ello (situaciones de estrés,
tensión). Incluso, existen casos extremos en los cuales nunca lo han percibido (personas
analgésicas). Esto presenta un inconveniente ya que el dolor es un mecanismo de
defensa. El final de estos sujetos suele ser trágico. Actualmente se cree que una de las
principales causas por las que estas personas no sientan dolor puede residir en que no
posean células receptoras especializadas en el procesamiento de la información
nociceptiva.
Todas estas peculiaridades hacen que el dolor no pueda ser considerado como un
sistema sensorial puro, ya que se encuentra determinado por las características
biológicas y circunstanciales de la persona. Por ello, el dolor debe ser examinado
teniendo en cuenta más variables a diferencia de cualquier otro sistema sensorial.
Una 2ª propuesta que se parece a la anterior señala que todos los sistemas
sensoriales comparten un mismo sistema anatómico y que la activación del mismo
según unas características espacio-temporales (en función de la zona corporal y
características del estímulo) determinará el procesamiento de una sensación u otra. Esta
teoría sin embargo no parece ser correcta ya que se ha comprobado que al administrar
anestésicos locales (procaína, lidocaína, etc) van desapareciendo las sensaciones
progresivamente, no a la vez (temperatura, dolor, posición de brazos y piernas, presión,
tacto...). Esto significa que si todos los mecanismos sensoriales comparten el mismo
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sistema neuroanatómico, una vez que la anestesia llegase al organismo deberían
desaparecer todas las sensaciones a la vez, y esto no es lo que ocurre.
Esto quiere decir que el dolor puede ser inducido por diferentes medios, por lo
que a la hora de definir el estímulo adecuado no puede afirmarse que sea uno sólo, sino
que se entiende que es aquel que produce la sensación de dolor a través de una
destrucción potencial del tejido. En otros casos, no es necesario destruir, basta con
aproximarse.
Cuando todas estas sustancias actúan sobre la membrana celular (neurona 1º orden
periférica) producen la apertura de canales iónicos, generalmente la entrada de iones
positivos “+” en la célula dando lugar a una despolarización del receptor y generando
un potencial de membrana. Es un potencial graduado que se transfiere al soma de las
neuronas que están en contacto con la piel (neuronas 1º orden) y que se encuentran en
los ganglios dorsales de la médula espinal. El axón de esta neurona (prolongación
central) entra en la médula espinal a través de la raíz dorsal, para hacer sinapsis con la
neurona de segundo orden, que tiene su cuerpo celular en el asta dorsal de la médula,
concretamente en la sustancia gelatinosa. En esta conexión, intervienen varias
sustancias químicas que han sido implicadas en la transmisión del dolor. Los
neurotransmisores encontrados en las terminales nerviosas de las fibras nociceptivas
han sido principalmente el Glutamato y la sustancia P. Estas neuronas cruzan al lado
contrario, ocupando una posición ventrolateral. A partir de aquí, se formará la vía
principal del dolor que en su ascenso al cerebro se denomina tracto espinotalámico
(dibujo 1).
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Dibujo 1. Mediación periférica del dolor
El dolor siempre irá por esas vías aunque en casos excepcionales podría
procesarse en la parte dorsal de la médula (columna dorsal) que se encarga del tacto,
presión, etc. De hecho, recientemente se ha comprobado como ciertos tipos de dolor
relacionados con distensión uterina y vaginal están relacionados con la activación de
neuronas de la columna dorsal de la médula espinal.
Una vez que el tracto espinotalámico asciende hacia el cerebro ocupa varias
posiciones. A nivel del puente o protuberancia (tallo cerebral), la vía neoespinotalámica
sigue una posición lateral, mientras que en una posición medial se encontraría el tracto
paleoespinotalámico, que lleva a cabo varios relevos en estas zonas troncoencefálicas,
concretamente a nivel de la formación reticular, núcleo parabraquial y locus coeruleos
(dibujo 2).
Por otra parte, la tomografía por emisión de positrones también ha revelado que
estímulos nocivos como quemaduras (dolor tónico) activan otras regiones corticales:
corteza cingulada anterior (A24) (dibujo 2). Esta región recibe información desde el
tálamo medial y parece ser importante en los componentes afectivos y emocionales del
dolor. Estos datos se han visto fortalecidos más si cabe por el hecho de que estructuras
pertenecientes al sistema límbico (amígdala, área septal, acumbens) relacionados con
aspectos emocionales así como zonas hipotalámicas implicadas en procesos
motivacionales reciben conexiones desde el tálamo medial.
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Dibujo 2. Vías y centros anatómicos del dolor en el sistema nervioso central.
"Cuando una persona tiene dolor, éste es captado por fibras pequeñas (c o delta)
que lo transfieren al cerebro. Al mismo tiempo, estas neuronas envían una colateral que
inhibe a la interneurona de la sustancia gelatinosa. Al estar inhibida no puede ejercer su
función y por lo tanto el dolor no puede ser bloqueado presinápticamente, pasando a las
células de proyección y de ahí al cerebro (la puerta está abierta). Ahora bien, si al
mismo tiempo que el sujeto siente dolor recibe una sensación de tacto o presión, esa
sensación es captada por células G (gruesas) que transmiten por su vía principal la
sensación de presión o tacto al cerebro, al mismo tiempo que envían una colateral a la
sustancia gelatinosa, activando la interneurona inhibitoria que interrumpe la sensación
de dolor, ya que no es capaz de pasar a la célula de proyección ("la puerta está
cerrada"). (dibujo 3).
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dolor intenso y crónico en humanos, donde se han implantado quirúrgicamente
electrodos para poder estimular los mecanismos nerviosos que reducen el dolor.
Como hemos dicho anteriormente, las vías neurales más importantes en el control
del dolor parecen originarse en la sustancia gris central del mesencéfalo. La analgesia
atribuída a esta región parece deberse a las proyecciones descendentes que se inician en
este núcleo y que terminan en la médula espinal. Aunque cabe señalar que neuronas del
PAG proyectan directamente a la médula espinal, la mayoría de las conexiones con esta
región son indirectas. Una de las más importantes es la que se establece con el núcleo
del Rafe Magnus del tallo cerebral. Las fibras que parten del Rafe establecen contactos
sinápticos en el asta dorsal de la médula espinal, inhibiendo la transmisión nociceptiva
(dolorosa). Esta inhibición, que puede ser tanto presináptica como postsináptica es
bloqueada por antagonistas serotoninérgicos, lo cual indica que la analgesia inducida
por esta vía está mediada por la liberación de serotonina (5-HT) desde neuronas del
Rafe (dibujo 4).
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del rafe magnus y asta dorsal de la médula espinal, mientras que las beta-endorfinas se
localizan en el hipotálamo, enviando largos axones que llegan hasta la sustancia gris
central y núcleos noradrenérgicos del tronco del encéfalo. Ahora bien, ¿hasta qué punto
los mecanismos analgésicos serotoninérgicos y noradrenérgicos comentados
anteriormente dependen estrictamente de este tipo de sustancias opiáceas para llevar a
cabo su acción?.
Como dijimos previamente, la mayoría de las neuronas del núcleo del rafe
magnus que proyectan a la médula espinal son serotoninérgicas. Las capas superficiales
de las astas dorsales de la médula espinal tienen una gran cantidad de interneuronas que
contienen encefalinas y dinorfinas y que van a actuar tanto sobre terminales aferentes
nociceptivas como sobre las dendritas de las neuronas que reciben estas aferencias
(tracto espinotalámico). Pues bien, se sabe que las fibras serotoninérgicas del rafe
actúan sobre este tipo de interneuronas inhibitorias (encefalinas) a nivel presináptico ya
que si se administra naloxona se suprime este tipo de analgesia serotoninérgica. Cuando
la conexión serotoninérgica es postsináptica se ha demostrado que la serotonina actúa
directamente (dibujo 4).
3.3.- Acupuntura.
Personas que han visitado China, informan desde hace décadas del alivio del dolor
producido por Acupuntura, una técnica que se basa en la inserción de agujas por
determinados puntos de la piel. Esta técnica tiene buenos resultados a la hora de tratar
nauseas y vómitos inducidos por quimioterapia y postcirugía así como para el dolor de
tipo dental. En la actualidad, se cree que parte de la acción analgésica de la acupuntura
está mediada a través de vías descendentes inhibitorias localizadas en el tallo cerebral,
sustancia gris central y regiones del sistema límbico y que podrían actuar sobre
receptores opiáceos endógenos. Cuando se administran antagonistas opiáceos
(naloxona) antes de la aplicación de esta técnica, se reduce el efecto analgésico.
El dolor también se puede reducir en algunas personas que consumen una serie de
sustancias que no tienen un "claro" efecto sobre el sistema nervioso. Hablamos del
efecto placebo. Investigaciones recientes intentan proporcionar evidencias de porqué
estas sustancias inocuas alivian el dolor en algunos pacientes. En este sentido, la
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mayoría de los estudios parecen indicar que el efecto placebo puede venir
desencadenado por la liberación de opiáceos endógenos.
En los últimos años están apareciendo nuevas estrategias para afrontar el dolor.
Concretamente a nivel farmacológico, se ha descubierto una sustancia de origen natural,
que podría ser efectiva en aliviar algunos tipos de dolor. La capsaicina es una molécula
que se encuentra en las plantas, de hecho proviene de los pimientos picantes
(guindillas). La percepción del dolor así como de las sensaciones desagradables
(ardores, picores, etc) que se experimentan tras ingerir una comida o salsa picante es
debido a este componente. Pues bien, estudios recientes parecen indicar
paradójicamente que la capsaicina puede tener propiedades analgésicas. Esta sustancia
actúa en receptores de las terminales nerviosas libres (fibras nociceptivas) cuando se
produce alguna inflamación o daño del tejido, especialmente cuando ese daño es
producido por exposición del tejido a altas temperaturas. Este receptor se conoce con el
nombre de vaniloide. Se ha demostrado que tras varias exposiciones de la capsaicina
sobre su receptor se produce una insensibilidad o falta de respuesta a cualquier estímulo
nocivo. La explicación de esta acción analgésica reside en que la exposición prolongada
de capsaicina destruye los receptores así como las terminales periféricas nociceptivas,
bloqueando la conducción de la información dolorosa y por lo tanto impidiendo la
liberación de neuropéptidos desde las terminaciones nerviosas en el asta dorsal, que se
sabe que están relacionadas con la transmisión de información dolorosa en el sistema
nervioso central. Actualmente, la capsaicina parece tener buenos resultados en algunos
tipos de dolor: artritis reumatoide, pruritus, psoriasis, herpes, etc.
Hasta ahora hemos visto una serie de tratamientos que han intentado de alguna
manera paliar los efectos desagradables de la experiencia dolorosa. Hay métodos más
invasivos que se aprovechan de la anatomía de este sistema y que consisten en la
interrupción de las vías ascendentes de la transmisión del dolor a diferentes niveles.
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2.- Es conveniente realizarlo en las vías neurales dónde la información dolorosa se
encuentra aislada (anterolateral) sin afectar a las sensaciones de tacto, temperatura.
Estas intervenciones medulares sólo son apropiadas cuando el dolor está muy
localizado, pero no cuando estamos ante un dolor de tipo difuso. En estos casos y
cuando han fracasado otros métodos se interviene centralmente.
La región del tálamo es la zona más utilizada para el bloqueo del dolor con
técnicas lesivas. Ahora bien, también se ha intentado bloquearlo a nivel de la corteza
cerebral. Hasta la fecha y debido al desconocimiento que se tenía del lugar de las
terminaciones nociceptivas del tálamo, estas lesiones se hacían a ciegas. La región más
intervenida ha sido el lóbulo frontal. Los resultados no han sido muy satisfactorios. Sin
embargo, en algunos sujetos con lobotomía frontal, el dolor no les molesta tanto aunque
perciben la sensación dolorosa. Una posible interpretación de estos resultados es que
podríamos haber destruido la corteza cingulada anterior, que como hemos visto forma
parte del componente afectivo y emocional del dolor.
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Otra forma particularmente llamativa de sensación dolorosa ocurre después de la
amputación de un miembro. Tras la desaparición de la extremidad, más del 70% de los
amputados sienten como si la extremidad perdida todavía existiese y con frecuencia les
duele. A este fenómeno nos referimos como miembro fantasma o dolor proyectado. Se
cree que cuando un miembro es amputado, las fibras nerviosas encargadas de transmitir
las sensaciones nociceptivas pueden no morir y tender a terminar en el mismo lugar que
ocupaban anteriormente. Al no conseguirlo, se crean una serie de nódulos conocidos
como neuromas.
El tratamiento del dolor fantasma ha consistido en cortar los nervios por encima
de estos neuromas, o bien seccionar las raíces dorsales que llevan la información
aferente de estas neuronas a la médula espinal; así como en la vía anterolateral, tálamo o
corteza cerebral. Algunas veces estos procedimientos funcionan durante un tiempo, pero
con frecuencia el dolor retorna.
Melzack sugiere que la sensación del miembro fantasma tiene una representación
en la corteza. Cuando este sistema se desequilibra puede provocar espontáneamente la
sensación de dolor. Incluso basta con pensar en el miembro amputado para que el dolor
aparezca. No obstante, Melzack informó de que algunas personas que han nacido sin
alguna de sus extremidades experimentan sensaciones de miembro fantasma; lo que
parece sugerir que nuestros cerebros están genéticamente programados para producir
sensaciones de las cuatro extremidades.
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