CAP XI Los Regímenes Democráticos 1

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Nuevo curso de ciencia política - Gianfranco Pasquino

Cap XI. LOS REGÍMENES DEMOCRÁTICOS


Democracias reales
Los regímenes democráticos actualmente tienen una variedad de estructuras y de
modalidades de funcionamiento. Sin embargo, hay una gran distancia entre teorizaciones y
realidad, y esta distancia indica las razones de la insatisfacción ante las democracias existentes
y explica por qué en estos regímenes hay frecuentes reformas institucionales, políticas y
socioeconómicas.

Hay una democracia formal basada en el respeto a reglas y procedimientos y una democracia
sustancial que se interesa en los resultados de los procedimientos en términos de igualdad y
de bienestar para los ciudadanos.

Últimamente ha aumentado notablemente el número de regímenes definibles como


democráticos y podemos distinguir además en democracias liberales en donde: 1. Los
derechos civiles y políticos son reconocidos y tutelados; 2. Se afirmó y es respetado el imperio
de la ley; 3. La magistratura es independiente y, de igual manera, son independientes muchas
autoridades administrativas; 4. Se desarrolló una sociedad pluralista y vivaz con medios de
comunicación no sujetos a control gubernamental; 5. Los civiles ejercen el control sobre los
militares, y las democracias meramente electorales, donde se vota, pero donde uno o más
principios de los antes nombrados no son respetados y con frecuencia son violados.

La definición
¿Qué es la democracia? Si bien es objeto de debate, la definición de Schumpeter ha ganado
mucho consenso: “el método democrático es esa conformación constitucional para llegar a
decisiones políticas, en el cual algunas personas adquieren el poder de decidir mediante una
lucha competitiva por el voto popular”.

Competencia entre personas: el pueblo sólo una vez cada cuatro o cinco años interactúa, y el
resto del tiempo sería sujeto pasivo de las decisiones del equipo político ganador.

Críticas miopes y superficiales: muchos críticos no han sabido ver en la definición de


Schumpeter el complejo contenido del procedimiento político, ni las modalidades de gobierno,
ni la capacidad de los ciudadanos de influir sobre esas modalidades y tampoco la acción del
gobierno antes de una vuelta electoral.

La democracia de Schumpeter es procesual y se compara con la democracia de Kelsen


totalmente representativa-parlamentaria, sumamente participativa en donde los ciudadanos
son activos en la producción de las decisiones políticas. Más allá de qué tan decisionistas
querrán ser los que tienen el poder del gobierno podemos confirmar que la mayoría de los
gobernantes se esforzarán para tener en cuenta las preferencias del mayor número de
electores y van a estar dispuestos a rendir cuentas, para encaminarse a la reelección.

Las condiciones políticas


El sufragio: el cuerpo electoral debe definirse e incluir a todos los ciudadanos sin ninguna
discriminación, excepto la edad.
La democratización: para poder calificar a un régimen de democrático es esencial que se
permita a todos los ciudadanos la participación electoral, ejercer con libertad actividades para
la estructuración del voto (peticiones, críticas, etc.) y derechos irrenunciables para la vida
política (libertad de expresión, libertad de formar organizaciones y de adherirse a ellas, fuentes
alternativas de información, etc.). Así la democratización desciende de la conjunción de dos
procesos: liberación (ampliación de oportunidades de contestación) y la inclusividad
(ampliación de las actividades de participación).

Si el sistema político cumple con los requisitos y respeta las garantías y los derechos de los
ciudadanos, se ha logrado la democracia entrante, la que tiene en cuenta las preferencias de
los diversos sujetos políticos. La democracia saliente es el grado de control de las decisiones
tomadas por los gobernantes, de determinación de sus responsabilidades específicas, y la
correspondencia con las preferencias de los ciudadanos. La búsqueda de la reelección los
presiona en pro de una responsabilización de los gobernantes y que los perdedores lleven una
oposición atenta, crítica y alternativa.

Las fases de la democratización


Una serie de condiciones políticas y de fases llevan concretamente al surgimiento de
regímenes democráticos. Primero que nada, es indispensable que los participantes estén
perfectamente de acuerdo sobre su pertenencia a una comunidad política. Una vez
establecido quien forma parte de esta comunidad, el sistema político enfrenta la primera fase,
llamada preparatoria que es la lucha prolongada de grupos de elite que concluye con la
victoria de un grupo sobre los demás, con un acuerdo intermedio. Las élites aceptan convivir y
competir por el poder político. Se abre así la fase de decisión: se crea un acuerdo para crear
estructuras y procedimientos que preserven las diversidades, las valoricen y las orientes para
la competencia democrática con la aceptación de la existencia y legitimidad de la oposición. No
pone término al conflicto político. Luego viene la fase de acostumbramiento de las normas y
procedimientos democráticos, en donde deben convencer a los ciudadanos de la importancia
de los principios de conciliación y de acomodación. En cada etapa existen riesgos de que la
construcción de la democracia encuentre obstáculos no superables. Además el sistema
internacional puede ejercer un papel favorecedor o bien debilitante de la construcción
democrática. Usualmente parece actuar como un afecto de contaminación positiva entre
países vecinos, que es más frecuente que un dominio negativo.

Hubo tres grandes oleadas de democratización: la primera entre 1828-1926 por condiciones
socioeconómicas (industrialización, urbanización, etc.). La segunda entre 1943-1962 por
factores políticos y militares (victoria de los aliados y proceso de descolonización) y la tercera
entre 1974 hasta la actualidad por un factor general definible como aprendizaje en donde se
dan cinco transformaciones: crisis de la legitimación de los regímenes autoritarios, crecimiento
económico, nuevo papel de la Iglesia católica, impacto de la Comunidad Europea en los
regímenes autoritarios (promoción de los derechos humanos) y efecto de contagio.

Las condiciones socioeconómicas


El sociólogo político Seymour Lipset sostuvo que son los sistemas socioeconómicos más
desarrollados los que logran crear y mantener un régimen democrático. Hay una correlación
entre ambas ideas ya que se puede afirmar que los sistemas socioeconómicos con
determinado nivel de desarrollo sean regímenes democráticos, y viceversa, que los regímenes
democráticos logran un nivel de desarrollo socioeconómico. Además hay una relación de causa
y efecto en donde se expone que todos los sistemas socioeconómicos que rebasen ciertos
niveles de desarrollo económico darán vida a sistemas democráticos. Otros autores reformulan
esta teoría diciendo que el nivel de desarrollo económico es relevante pero no decisivo. Otros
autores sostienen que un sistema democrático se logra por la ausencia de desequilibrios y
desigualdades entre los diversos grupos sociales.

Otros creen que no es el nivel de desarrollo socioeconómico sino como se da este desarrollo.
Cuando es de manera acelerada va a exigir métodos autoritarios impidiendo que se logre un
régimen democrático y con el tiempo los autócratas pierden interés de producir desarrollo y se
vuelven saqueadores, se adueñan de los recursos y empobrecen a la sociedad, mientras que
gobernantes democráticos que quieren mantener el apoyo electoral van a proteger a los
ciudadanos y a su capacidad de producción.

Conclusiones:

 Los regímenes democráticos tienden también a ser regímenes social y


económicamente desarrollados, aunque no exentos de desigualdades.
 Los regímenes democráticos aparecen en cualquier (bajo o alto) estadio de desarrollo
socioeconómico de manera casual, pero el desarrollo económico vuelve posible y
perdurable a la democracia.
 Los regímenes democráticos con mayor capacidad de consolidación y duración se
asientan en países ricos, que tienen mayores posibilidades de supervivencia que los
países pobres que son más vulnerables por las sucesivas crisis.
 Si regímenes no democráticos alcanzan un buen nivel de desarrollo socioeconómico,
cuando sean debilitados será más fácil construir y mantener un régimen democrático.

Tipos de democracia
Exhiben notables diferencias estructurales de sus instituciones, políticas de los sistemas
partidistas y funcionales según su funcionamiento y rendimiento que esta última va a ser
profundizada por el autor.

Los sistemas políticos con cultura política homogénea y secularizada darían origen a regímenes
democráticos estables; los sistemas políticos con cultura política heterogénea y fragmentada
darían origen a regímenes democráticos inestables. Esta clasificación de Gabriel Almond no
puede incluir a muchos sistemas que son excepciones por lo que se hace un segundo intento
de clasificación. Sin abandonar el criterio de la cultura política se agrega la conducta de las
élites y se clasifica cuatro tipos de regímenes democráticos: 1. Democracias centrípetas
(cultura política homogénea y conducta competitiva entre las élites políticas), 2. Democracias
centrífugas (política fragmentada y conducta competitiva entre las élites), 3. Democracias
asociativas (política fragmentada y conducta de las élites compacta) y 3. Democracias
despolitizadas (cultura política homogénea y conducta cohesiva de las élites).

Las conductas de las élites pueden llegar a cambiar la cultura política reduciendo la distancia
ideológica y el grado de polarización entre partidos, haciendo que se dé el difícil paso de una
democracia centrífuga, que siempre oscila entre el estancamiento y la caída, a una democracia
centrípeta que funciona. Cuando se descubrió la importancia de las instituciones se reformuló
esta clasificación. Empieza con dos lógicas: la primera fundamentada en un principio
mayoritario, valoriza el conflicto político; la segunda prefiera la búsqueda de acuerdos,
consensos. Pero esta clasificación también comete un grave error porque no se las puede
contraponer a las democracias mayoritarias contra las consensuales ya que las primeras
también se rigen por consensos. Por ello es más útil distinguir entre democracias según dos
criterios: por un lado, estructural del que resulta mayoritarias vs. Proporcionales; y por el otro
según el criterio conductista (según la conducta de las élites) consensuales vs. Conflictivas.

Características de las democracias mayoritarias:

 Concentración del poder ejecutivo en mano de un gobierno monopartidista,


 Predominio del ejecutivo,
 Sistema bipartidista,
 Sistema electoral mayoritario,
 Pluralismo de los grupos de interés,
 Gobierno unitario y centralizado,
 Concentración del poder legislativo en una asamblea monocameral
 Flexibilidad de la constitución (criticado. EEUU: democracia mayoritaria pero su
constitución rígida),
 Ausencia de la revisión judicial,
 Banco central controlado por el ejecutivo.

Características de las democracias consensuales:

 Reparto del poder ejecutivo: grandes coaliciones,


 Equilibrio de poderes entre ejecutivo y legislativo,
 Sistema multipartidista,
 Representación proporcional,
 Corporativismo de los grupos de interés,
 Federalismo y gobierno descentralizado,
 Bicameralismo fuerte,
 Constitución rígida
 Revisión judicial
 Independencia del banco central.

Toda clasificación está destinada a ser criticada. Una cosa es clasificar y otra muy distinta es
evaluar sus prestaciones y su rendimiento, como lo haremos en el siguiente apartado.

Calidad de las democracias


Las tendencias actuales atribuyen a las democracias parlamentarias flexibilidad en la
estabilidad y consenso en el proceso decisorio y a las democracias presidenciales fragilidad en
la rigidez y posibilidad de estancarse o de forzamientos en la capacidad decisoria.

Lo que cuenta es que la democracia se rige por la aceptabilidad y la legitimidad del principio
del gobierno de la mayoría, reconocido por todas las oposiciones democráticas. Esto no
significa para nada que las decisiones se toman siempre por la mayoría absoluta, ya que hay
decisiones que deben tomarse por una mayoría calificada, superior a la absoluta. También
puede haber decisiones tomadas por la mayoría relativa, inferior a la absoluta, cuando la
oposición no tenga el interés de desafiar o derrotar al gobierno, porque está dividida y es
incapaz de presentarse como alternativa permitiendo a muchos gobiernos de minoría existir y
gobernar. La regla de la mayoría jamás debe servir para la destrucción de las minorías y si
ocurriera se perdería la característica de democrático. Una vez establecida este principio
esencial, la calidad de una democracia merece ser evaluada con una pluralidad de indicadores.

Cuando la democracia es el gobierno desde el pueblo, exige que los ciudadanos participen y
que las autoridades sean accesibles. Cuando la democracia es gobierno para el pueblo, exige
que existan mecanismos a través de los cuales los ciudadanos sean puestos en condición de
evaluar a los gobernantes. En el corazón de estas relaciones está la competitividad, que es
garantizada por los procedimientos electorales y que permite a los ciudadanos ejercer su
influencia y a las élites políticas competir.

Más difícil es evaluar la calidad de una democracia observando la cantidad y el tipo de


respuestas de los gobernantes a las preferencias de los ciudadanos. Sin embargo hay sondeos
que permiten visualizar el grado de satisfacción de los ciudadanos que corresponde a la
funcionalidad de la democracia. Los ciudadanos pueden atribuir apoyo a los principios de la
democracia, pero al mismo tiempo ser críticos acerca del rendimiento de su régimen
democrático y del funcionamiento de sus instituciones. Los ciudadanos sientes que es posible y
necesario criticar al rendimiento del funcionamiento del régimen, de las instituciones y de los
actores que se encargan de ellas, derivando a demandas de reformas constitucionales.

En ningún país examinado ninguna alternativa es considerada preferible a la democracia. Los


ciudadanos son jueces muchos mejores que cualquier estudioso.

El futuro de la democracia
Los regímenes fascistas, autoritarios y militares han caído en el descrédito por lo que queda
como única fórmula político-institucional practicable la democracia, pero no por ello está
exenta de críticas. Hay dos grupos de críticos: los que la consideran mejorables, dando críticas
severas pero constructivas; y los que quieren deslegitimarla y destruirla para sustituirla con
regímenes sólo presumiblemente más democráticos o más igualitarios.

Las críticas a la democracia son por un lado sus promesas no cumplidas (garantizar una
sociedad de iguales, poner fin a las oligarquías, elevar el nivel de educación política de los
ciudadanos, etc.); y por el otro sus potencialidades futuras.

Según Dahl, hay tres posibles cambios en el futuro de las democracias: 1. un aumento
significativo de su número, 2. una transformación profunda de los límites y de las
potencialidades del proceso democrático, 3. una más equitativa distribución de los recursos y
de las posibilidades políticas entre los ciudadanos y una ampliación del proceso democrático a
instituciones importantes gobernadas antes por un proceso no democrático.

En conclusión: los regímenes democráticos tienen la posibilidad de expandirse ulteriormente


como la de profundizarse. La teoría democrática se basa en el argumento imprescindible de
que los electores son racionales y los gobernantes responsables. Las críticas a la democracia se
han dirigido tanto a las conductas aparentemente irracionales y la información aparentemente
inadecuada de los ciudadanos, como a las conductas irresponsables y los intentos de
manipulación de los gobernantes. Los electores no serían capaces ni estarían dispuestos a
hacer correctamente sus cálculos "racionales"; los gobernantes no estarían dispuestos a
aceptar sus responsabilidades y a entregar a los ciudadanos las informaciones que necesitarían
para formarse una opinión con el fin de elegir entre equipos de potencialidades gobernantes.
Entonces la democracia sería siempre difícil y a veces imposible. Frente a esto podemos decir
que las democracias pueden encontrar el éxito con más posibilidades que otros regímenes por
tres razones: el pluralismo político permite un alcance mayor de información que cualquier
otro régimen; la competencia entre grupos permite someter periódicamente al electorado la
elección entre una pluralidad de opciones; y la alternancia entre los gobiernos permite la
circulación del personal político e impone a quien gana a ser responsable del programa
presentado a los electores. A diferencia de los regímenes no democráticos, donde estas
características están ausentes, la vitalidad de los regímenes democráticos reside en su
continua, constante y consistente capacidad de aprendizaje y de cambio consecuente.

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