A. Palacios - El Ministerio Episcopal en La Communio Ecclesiarum
A. Palacios - El Ministerio Episcopal en La Communio Ecclesiarum
A. Palacios - El Ministerio Episcopal en La Communio Ecclesiarum
cuadernos
doctorales
de la facultad de teología
en la Communio ecclesiarum
Centro, unidad o servicio de
Centro, unidad o servicio de se
volumen 61 / 2014
separata
Universidad de Navarra
Facultad de Teología
El ministerio episcopal en
la Communio ecclesiarum
Pamplona
2014
Ad normam Statutorum Facultatis Theologiae Universitatis Navarrensis,
perlegimus et adprobavimus
Secretarius Facultatis
D. nus Eduardus Flandes
Resumen: A lo largo de la historia la Iglesia se ha Abstract: Throughout the course of history the
manifestado con dos dimensiones: la universal y la Church has manifested itself in two dimensions: uni-
local. Durante el primer milenio predominó la visión versal and local. During the first millennium prevailed
de una comunión de Iglesias locales, mientras que en the vision of a community of Local Churches, while
occidente a lo largo del segundo milenio se subrayó in occident along the second millennium was under-
la Iglesia universal como un todo unitario. En este lined the Universal Church as a unitary whole. In this
estudio, extracto de una tesis doctoral, se han reco- study, a doctoral thesis abstract, have been collected
gido las enseñanzas del Concilio Vaticano II y de la the teachings of the Vatican Council II and twentieth
teología del siglo XX que apuntan hacia una síntesis century theology pointing to a harmonious synthesis
armónica de ambos enfoques. La investigación bus- of both approaches. The research seeks such synthesis
ca dicha síntesis destacando la expresión: Comunión highlighting the expression: Universal Communion of
Universal de las Iglesias. Se comienza con el sentido Churches. The investigation starts with the meaning of
de los términos de Iglesia universal y de Iglesia local the expression of the Universal Church and the Local
o particular; luego se analiza su relación de mutua Church; then analyzes their relationship of mutual
inmanencia, sus fundamentos y manifestaciones; y immanence, its foundations and manifestations; and
se termina describiendo qué tipo de prioridad tiene la ends by describing what kind of priority has the Uni-
Iglesia universal. versal Church.
Palabras clave: Iglesia universal; Iglesia local; Estruc- Key words: Universal Church; Local Church; Church
tura de la Iglesia. structure.
1. P. Rodríguez, «Iglesia local e Iglesia Universal», 399. (Citaremos las obras por su autor,
título y página; para más datos dirigirse a la Bibliografía).
2. Cfr. P. Anciaux, L’Épiscopat dans l’Église. Réflexions sur le ministère sacerdotal, 16-19.
3. J. Ratzinger, El nuevo Pueblo de Dios, 253.
4. Y. Congar, «De la comunión de las Iglesias a una eclesiología de la Iglesia universal», 223.
Cfr. G. Canobbio, «Chiesa particolare, Chiesa universale», 7.
5. Y. Congar, «De la comunión de las Iglesias a una eclesiología de la Iglesia universal», 216.
6. P. Rodríguez, La Iglesia: misterio y misión. Diez lecciones sobre la eclesiología del Concilio Vatica-
no II, 165.
ÍNDICE 3
TABLA DE ABREVIATURAS 9
PRESENTACIÓN 11
INTRODUCCIÓN 19
1. Imágenes bíblicas de la Iglesia19
1.1. Cuerpo «místico» de Cristo 20
1.2. Pueblo de Dios 22
2. La «comunión» como criterio hermenéutico24
2.1. La comunión, esencia de la Iglesia 25
2.2. Aspecto sacramental de la comunión eclesial 28
3. La Iglesia Católica33
3.1. El sustantivo ekklesia33
3.2. El adjetivo católica37
Capítulo I
La Iglesia, Comunión universal de Iglesias particulares 39
1. Cuestiones terminológicas40
1.1. Dos dimensiones históricas de la única Iglesia 41
1.2. Sentidos del término Iglesia universal 44
a) La Iglesia-misterio 45
b) La Iglesia de Pentecostés 47
2. Mutua inmanencia entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares52
2.1. Análisis de la expresión in quibus et ex quibus54
a) La Iglesia universal en las Iglesias particulares 54
i. La presencia operativa de la Iglesia universal 55
ii. Origen de la eclesialidad de las Iglesias 58
b) La Iglesia universal desde las Iglesias particulares 62
i. Modo de existir histórico de la Iglesia universal 62
ii. Ni federación de Iglesias, ni una gran diócesis 65
iii. La catolicidad de la communio Ecclesiarum69
Capítulo II
Las iglesias particulares 103
1. La Portio Populi Dei: noción teológica104
1.1. Terminología: Iglesia particular o local 105
a) Uso de las expresiones en el Concilio Vaticano II 106
b) Uso terminológico en la eclesiología postconciliar 109
c) Síntesis 111
1.2. Elementos constitutivos de la portio Populi Dei112
a) Elementos genéticos 113
i. La acción del Espíritu Santo 113
ii. La predicación del Evangelio 115
iii. La celebración de la Eucaristía 116
b) El elemento sustancial: la portio Populi Dei118
c) El elemento ministerial: el Obispo y su presbyterium121
i. La capitalidad episcopal 121
ii. El presbyterium124
d) La relación entre el elemento sustancial y el elemento ministerial 127
2. La Portio Populi Dei: configuración canónica129
2.1. Los criterios delimitadores de la portio Populi Dei130
a) El criterio de territorialidad 131
b) Criterios personales 132
2.2. Las configuraciones institucionales de la Iglesia local 136
a) Figuras canónicas de Iglesias particulares 138
b) Algunas figuras institucionales peculiares 140
Capítulo III
Aspectos eclesiológicos del Episcopado 153
1. Sucesión apostólica153
1.1. El Colegio apostólico 154
a) Institución de los Doce 154
b) Dimensión universal y particular del Apostolado157
1.2. Fundamento y origen de la sucesión apostólica 161
1.3. Estructura «colegial» y «primacial» de la sucesión 163
2. La sacramentalidad del Episcopado166
2.1. Aproximación histórica 166
a) El Episcopado y el Sacerdocio 166
b) Enseñanza del Concilio Vaticano II 170
2.2. Sacramentalidad y sucesión: la sede y el sedens172
a) Distintas perspectivas 172
b) Valoración 175
c) La sucesión de Pedro en el Obispo de Roma 176
2.3 El Obispo, cabeza de una Iglesia local y miembro del Colegio episcopal 178
a) Planteamiento de la cuestión 178
b) Prioridad constitutiva de la condición de miembro del Colegio episcopal 179
c) Mutua inmanencia de ambas condiciones 183
3. La Capitalidad episcopal183
3.1. La sacra potestas185
a) Origen y naturaleza sacramental 185
b) Unidad de la sacra potestas186
3.2. El Obispo como pastor del Pueblo de Dios 191
a) Al servicio de la comunidad cristiana 192
b) Pastor de la comunidad cristiana 193
3.3. Las formas del ministerio episcopal 196
a) Moderador de la relación fieles-ministros 196
b) Cabeza de una Iglesia local 197
c) Las determinaciones de iure ecclesiástico198
Capítulo IV
El Episcopado en la Communio ecclesiarum 203
1. Consideración eclesiológica203
1.1 Dos perspectivas opuestas 203
1.2. La Communio Ecclesiarum206
CONCLUSIONES249
BIBLIOGRAFÍA255
II. Estudios
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Paris 2001, 201-260.
E
n la Introducción hemos considerado que la Iglesia, Cuerpo de Cristo
y Pueblo de Dios, es la comunión interpersonal con Dios y entre los
hombres, y signo e instrumento de esa comunión que es ella misma.
Las nociones de Cuerpo de Cristo, Pueblo de Dios, comunión y sacramento
reflejan aspectos de la realidad compleja que es la Iglesia. Su naturaleza como
comunión sacramental, o sacramento de la comunión, es, decíamos también,
el criterio hermenéutico para situar debidamente la universalidad y la particu-
laridad de la Iglesia.
En este capítulo abordamos de manera directa la dimensión universal de
la Iglesia o comunión universal de Iglesias, o brevemente la Iglesia universal.
El primer apartado desarrolla algunos matices importantes del término Iglesia
universal. Luego, la atención se centra sobre un aspecto de la communio Eccle-
siarum, a saber, la relación de mutua inmanencia entre la Iglesia universal y la
local. La última parte del capítulo analiza un segundo aspecto: la prioridad de
lo universal sobre lo particular.
1. Cuestiones terminológicas
«no son, pues, la una consecuencia de la otra, sino que constituyen la misma
realidad vista desde perspectivas diversas» (CN 10). Cada Iglesia particular, es
una porción concreta de la Iglesia universal o corpus ecclesiarum, a la que hace
presente y operativa en cada lugar. La Iglesia universal existe realizada en las
Iglesias particulares.
Lo recién afirmado no supone asumir la concepción de alguna corriente
de la eclesiología ortodoxa actual que «tiende a concebir la Iglesia univer-
sal platónicamente, según el principio filosófico universalia ante res, es decir,
como un modelo o arquetipo trascendente, que no existe concretamente en
la historia, sino que se realiza en cada una de las Iglesias de manera siempre
igual»8. La tendencia protestante, por su parte, enfatiza –se diría– la idea de
universalia post res: existen las congregaciones particulares, y la Iglesia univer-
sal sería el resultado de una suerte de federación posterior.
La comprensión católica es diferente. Las Iglesias particulares no son
sujetos completos en sí mismos, que singularmente agotarían el arquetipo;
tampoco son sujetos que mediante el simple reconocimiento mutuo constitui-
rían a la Iglesia universal, que sería un producto, en definitiva, externo a ellas
mismas. El concepto de comunión, en eclesiología católica, implica mutua
interioridad entre las porciones y el todo, pero sin disolver la entidad del todo
en la mera suma de las porciones, como veremos9.
En síntesis, al hablar de Iglesia universal e Iglesias particulares nos referi-
mos a la misma realidad, la Iglesia Católica, desde perspectivas distintas10. Esta
inmanencia del binomio es parte del misterio de la Iglesia en la tierra. Por eso,
«esa doble dimensión no es nunca una alternativa Iglesia particular o Iglesia
universal, ni por tanto, puede resolverse excluyendo uno de los términos, sino
por la afirmación simultánea de ambos»11. A la vez, la Iglesia, en cuanto Co-
munión universal, tiene una entidad propia que no se identifica pura y simple-
mente con las Iglesias particulares que la componen en cada momento.
Tenemos así planteada la quaestio de la que habrá que dar razón teológica.
Pero antes haremos otras precisiones terminológicas para avanzar en nuestro
discurso.
a) La Iglesia-misterio
El plan salvífico de la Santa Trinidad consiste en unir consigo a todos los
hombres en una sola comunión interpersonal. Para esto, Dios congrega un
solo Pueblo de su propiedad, y envía al Hijo y al Espíritu Santo, para que éste
Pueblo sea comunión perfecta como Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu
Santo13. La expresión Iglesia universal designa, en un primer sentido, la Iglesia-
Misterio, que según los Padres precede a la creación, y que se identifica con
este eterno designio divino de comunión. En la voluntad divina es anterior a
la creación, y subsistirá al final de los tiempos14. En cierto modo puede identi-
ficarse con la Iglesia escatológica, que se describe en el capítulo VII de Lumen
Gentium. Este sentido del término Ecclesia Universalis subraya, por tanto, los
principios divinos y universales que configuran perennemente a la Iglesia.
Así entendida, la Ecclesia Universalis, en la totalidad de su misterio, tiene
prioridad en el querer divino15. Como Iglesia-Misterio su anterioridad es evi-
dente. Es la realidad pensada por Dios para siempre desde antes de la creación
del mundo, y que Dios quiere y constituye mediante el envío del Hijo y del
Espíritu Santo. La Iglesia-misterio es la profunda comunión interpersonal con
Dios que es la res de la Iglesia terrena y visible, que es su sacramento. En este
sentido, la Iglesia celeste y escatológica será la Iglesia-misterio plenamente
realizada y que, como dice LG, es el modelo de la Iglesia temporal16.
Pero esta Ecclesia Universalis originada en el designio del Padre y llamada
a trascender la figura de este mundo que pasa, se encuentra, sin embargo, en
la historia. Es decisivo en teología católica advertir que la Ecclesia Universalis
o Iglesia Misterio no es una entidad distinta de la Iglesia Católica, visible e
* * *
Recapitulando nuestras consideraciones, cabe decir que la Iglesia-Miste-
rio o Ecclesia Universalis en el designio divino (primer sentido de Iglesia uni-
versal) se manifiesta visiblemente como sujeto histórico en la comunidad de
y la contienen44. Por eso, las Iglesias particulares son ex Ecclesia universali: las
Iglesias nacen de la Iglesia universal, reciben de ella su eclesialidad en la medi-
da en que se mantienen en la comunión universal de las Iglesias45.
de todos los fieles, no se identifica con una sede o unos fieles o un Obispo de
modo exclusivo. Porque cualquier grupo de fieles vive, en sentido estricto, en
una Iglesia particular, y cada Obispo está de modo directo unido a una Iglesia
particular, incluido el Papa, que es Obispo de Roma50.
La Iglesia universal y la particular son dimensiones de la única Iglesia
de Cristo en la historia: en un caso, como la comunión universal en sí; y en
otro caso, como «realización «in loco» de la única Iglesia de Cristo según la
dimensión universal que le es propia»51. Sólo todas las Iglesias particulares en
su conjunto realizan la dimensión material de la Iglesia, mientras que la Iglesia
universal, es decir, la comunión universal de todas ellas, asegura la «formali-
dad» de la eclesialidad católica52. Esto no significa que la Iglesia universal sea
un puro ente de razón. La Iglesia universal es el sujeto eclesial histórico que se
identifica con la Iglesia Católica sin más53.
Por eso, no parece suficiente afirmar una Iglesia universal presente en el
diseño divino, y que existe en la historia solamente concretada en las Iglesias
particulares54. En este sentido, no se debe contraponer el aspecto de «miste-
rio» con el aspecto histórico: la única Esposa de Cristo no es puramente ideal,
sino la realidad de comunión universal. Tiene una consistencia en la historia
como Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios. Por eso, «la Iglesia, también en
cuanto universal, tiene estructuras visibles de origen divino –Papa y Colegio–,
que no son meras ‘deducciones’ operadas en la historia por la tendencia aso-
ciativa de las Iglesias particulares»55.
lica71. La Eucaristía edifica la única Iglesia porque, junto con la predicación del
Evangelio, congrega a los fieles en las comunidades locales «a fin de que por
el cuerpo y la sangre del Señor quede unida toda la fraternidad» (LG 26). En
la celebración eucarística se da el grado máximo de mutua interioridad entre
Iglesia universal e Iglesias particulares, «pues donde se celebra la Eucaristía se
halla presente la Iglesia en su plenitud, no sólo la Iglesia local, sino la Católica,
de la que hablaba San Agustín»72.
El texto de Lumen Gentium n. 26 continúa diciendo que, en toda celebra-
ción, la comunidad es reunida bajo el ministerio sagrado del Obispo, de modo
«que se manifiesta el símbolo de aquella caridad y ‘unidad del Cuerpo místico
de Cristo sin la cual no puede haber salvación’». La Eucaristía crea comunión
entre los miembros de la Iglesia porque une a cada uno de ellos con Cristo,
que es la Cabeza de su Cuerpo místico. Del don eucarístico nace la unión con
Cristo y entre los fieles. Esta unión trasciende la concreta comunidad cele-
brante, y trasciende el tiempo, uniendo a todos –en la tierra y en cielo– en el
Cuerpo de Cristo73.
De ese modo, la celebración eucarística hace presente a la Iglesia univer-
sal en la Iglesia particular, ya que realiza sacramentalmente en ésta el Cuerpo
de Cristo74. Por eso, la Iglesia local no puede ser considerada como una parte
administrativa de la Iglesia, sino como la manifestación, en un lugar, del Cuer-
po, uno e indivisible, de Cristo. Los fieles al recibir su Cuerpo no reciben «una
parte», sino a Cristo en su totalidad (cfr. 1 Co 1,13)75.
Además, por ese mismo hecho, está edificando a la Iglesia universal desde
la Iglesia particular donde se celebra la Eucaristía. Por eso, es exacto decir que
la Eucaristía causa tanto la comunión de los fieles localizada y concreta como
la comunión universal, pues ambas son el único Cuerpo místico de Cristo.
La Eucaristía funda la comunión de Iglesias a través del tiempo y el espacio,
porque la Iglesia que celebra la Eucaristía tiene como identidad el misterio de
salvación que actualiza, el cual es el mismo desde los Apóstoles y el mismo en
cualquier lugar76.
De esta centralidad de la Eucaristía celebrada en comunidades locales, al-
gunos han deducido la autonomía de la Iglesia particular, en un sentido extraño
a la comunión universal77. Esto es contrario a una verdadera eclesiología eu-
carística, porque la Eucaristía reclama la comunión universal, que ella misma
significa como Cuerpo de Cristo. Más bien, este sacramento funda la simulta-
neidad de la Iglesia particular con la Iglesia universal78. La Carta Communionis
notio en su n. 11 dice: «es precisamente la Eucaristía la que hace imposible
* * *
La Eucaristía y el Episcopado iluminan la mutua inmanencia entre Igle-
sia universal y local, ya que todos los Obispos no constituyen sino un solo
Episcopado, y todas las celebraciones eucarísticas no son más que una única y
pre que ésta se reconozca parte del todo125. Se trata de una prioridad estructural
de la Iglesia universal126.
Manteniendo la mutua inmanencia como principio hermenéutico de la
relación Iglesia universal-local, se puede reconocer que la communio Ecclesia-
rum posee una estructura propia y no deducible de las Iglesias en su singulari-
dad127. La Iglesia universal en cuanto comunión no es la simple suma de Iglesias;
en cuanto es un todo universal supone relaciones internas de prioridad en rela-
ción con las portiones que la constituyen128. Son estas relaciones de comunión,
propias de la dimensión universal, las que muestran el carácter configurador
de la Iglesia universal sobre las Iglesias particulares.
La Iglesia universal como communio Ecclesiarum es, en rigor, el sacramen-
to eclesial de la comunión interpersonal de todos los hombres con la Trinidad
que es el Cuerpo de Cristo129. Cada Iglesia local singular es ese mismo sacra-
mento pero de modo participado y dependiente, en cuanto la Iglesia universal
hace presente en ella la totalidad del misterio de la Iglesia. Se trata de una
participación sacramental de la communio estructural.
sente y actúa la Iglesia una, santa, católica y apostólica: esto es, en la medida
en que posee interiormente todos los vínculos de la comunión universal»140. Si
cada Iglesia particular es realización de la Iglesia entera, su misma naturaleza
requiere la comunión universal. La celebración de la Eucaristía, que funda la
Iglesia local, lleva consigo esta misma exigencia, de modo que una eclesiología
eucarística auténtica supone necesariamente una eclesiología de la Iglesia univer-
sal141.
Por otro lado, podemos distinguir otro tipo de prioridad desde la pers-
pectiva del existir histórico y material de la Iglesia. Podría hablarse de una
cierta prioridad existencial de la Iglesia local142, ya que la Iglesia universal existe
en las Iglesias particulares. La Iglesia-misterio se hace presente en la Iglesia
particular bajo la forma de communio Ecclesiarum. En la Iglesia particular está la
Iglesia de Cristo siempre que viva en comunión con todas las Iglesias locales.
Estas distintas «prioridades» responden a los distintos tipos de causas
que pueden coexistir en orden a producir un mismo efecto, mutuamente im-
plicadas; y, a la vez, unas pueden tener prioridad sobre las otras según el as-
pecto que se considere. De este modo, a la causalidad teológica corresponde
una prioridad de la Iglesia universal, mientras que a la causalidad material la
prioridad corresponde de las Iglesias particulares. En cuanto a la finalidad, la
prioridad es de la única Iglesia de Cristo143.
16. «Empleando las categorías cullmannianas del ‘ya, pero todavía no’, podemos decir que la
esencia íntima de la Iglesia, tanto aquí en la tierra como después en el Cielo, aparece y se ma-
nifiesta en lo que ya es ella aquí. Pero ese ya sólo se entiende y se discierne desde su plenitud
celeste, como afirma santo Tomás: ‘Allí, en el Cielo, está la verdadera Iglesia, que es nuestra
madre, a la que tendemos, y de la cual nuestra Iglesia militante toma su imagen’», P. Rodrí-
guez, La Iglesia: misterio y misión. Diez lecciones sobre la eclesiología del Concilio Vaticano II, 103.
17. «La Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos una, santa, católica y apostólica, es la
Iglesia universal, es decir, la universal comunidad de los discípulos del Señor, que se hace pre-
sente y operativa en la particularidad y diversidad de personas, grupos, tiempos y lugares»,
CN 7.
18. Cfr. F. Ocáriz, «Primato di Pietro ed ecumenismo», 378.
19. CN 9.
20. P. Rodríguez, «La comunión en la Iglesia. Un documento de la Congregación para la doc-
trina de la fe», 562-563. La idea ha sido recogida posteriormente: «pero la originalidad irre-
petible y el misterio de los ciento veinte consiste en el hecho de que la estructura eclesial que
los constituye como Iglesia es la estructura misma de la Iglesia universal: allí están los Doce,
con Pedro a la cabeza, y en comunión con ellos toda la Iglesia que crece –los cinco mil– y que
habla todas las lenguas, en un momento de unidad y universalidad que es, al mismo tiempo,
muy local, sin ser –en cuanto Iglesia de Pentecostés– una Iglesia particular concreta, en el
sentido que se da hoy a esta expresión. En Pentecostés no se da mutua interioridad de la
Iglesia universal y de la Iglesia particular, puesto que estas dos dimensiones no existen aún
como cosas distintas. Existe el ephapax cristológico (cfr. Hb 7, 27), anticipación escatológica
de la Iglesia, del Cuerpo de Cristo, simplemente», «Reflexiones sobre algunos aspectos de la
relación entre Iglesia universal e Iglesias particulares, a un año de la publicación de la carta
Communionis notio», 181.
21. «Porque la Iglesia que se manifiesta en Pentecostés, a pesar de su irrepetible singularidad,
es simplemente la Iglesia de Cristo, la que en el Símbolo confesamos con sus cuatro propie-
dades y que por esto sigue siendo siempre matriz de la Iglesia universal –entendida como
Communio Ecclesiarum– y de las Iglesias particulares, tal como se dan en el tempus Ecclesiae»,
«Reflexiones sobre algunos aspectos de la relación entre Iglesia universal e Iglesias particula-
res, a un año de la publicación de la carta Communionis notio», 182.
22. «En el momento de su nacimiento, la Iglesia era ya católica, era ya Iglesia universal (…), hay
que excluir la concepción de que primero habría surgido en Jerusalén una Iglesia particular,
a partir de la cual se habrían formado poco a poco otras Iglesias particulares, que luego se
habrían asociado gradualmente (…) primero existió la Iglesia única que habla en todas las len-
guas: la ecclesia universalis, que luego genera Iglesia en los lugares más diversos», J. Ratzinger,
«Iglesia universal e Iglesia particular. El cometido del obispo», 25. Vid. ideas similares en «Re-
flexiones sobre algunos aspectos de la relación entre Iglesia universal e Iglesias particulares, a
un año de la publicación de la carta Communionis notio», 180.
23. Cfr. F. Ocáriz, «Primato di Pietro ed ecumenismo», 378.
24. «Esa comunidad, en la que se encuentra la salvación, es la que se va formando por la pre-
dicación de los Doce y alrededor de los Doce. Al extenderse la fe desde Jerusalén hacia los
distintos confines de la tierra, esa unicidad no se desdibuja lo más mínimo: todos los que se
convierten a Cristo y reciben el Bautismo –los discípulos, los cristianos– entran en la comu-
nión de los Apóstoles, que están ciertamente en Jerusalén, con Pedro a la cabeza, pero que los
visitan y los mantienen en la cohesión de la doctrina, de la oración y de la fracción del pan: es
decir, entran en la Iglesia», P. Rodríguez, «Iglesia local e Iglesia Universal», 400. Vid. Juan
Pablo II, Encíclica Ut Unum Sint, n. 55.
25. «Car chacune des Églises qui est liée, peut-on dire, congénitalement à chaque siège épiscopal
ne s’est jamais conçue elle-même, nous l’avons vu, autrement que comme un sugeon, une
bouture, de l’Église primitive de Jérusalem, et surtout une manifestation anticipée locale-
ment de l’Église de Dieu définitive», L. Bouyer, L’Église de Dieu, 460. Cfr. H. de Lubac,
Las Iglesias particulares en la Iglesia universal, 56; W. Aymans, «La «communio ecclesiarum»
legge costitutiva dell’unica Chiesa», 23.
26. «Ecclesiis particularibus, ad imaginem Ecclesiae universalis formatis in quibus et ex quibus
una et unica Ecclesia catholica exsistit», LG 23.
27. E. Corecco, «Iglesia particular e Iglesia universal en el surco de la doctrina del Concilio
Vaticano II», 89.
28. «En el corazón de cada Iglesia (particular) toda la Iglesia (universal) está, pues, presente en
principio. Cada una es, cualitativamente, la Iglesia», H. de Lubac, Las Iglesias particulares en
la Iglesia universal, 52.
29. «Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos», Mt
18,20. «La Iglesia universal no existe sino es realizada en una Iglesia particular, en la celebra-
ción eucarística del Obispo», E. Corecco, «Iglesia particular e Iglesia universal en el surco
de la doctrina del Concilio Vaticano II», 89.
30. P. Rodríguez, «Iglesia local e Iglesia Universal», 401-402.
31. «In qua vere inest et operatur Una Sancta Catholica et Apostolica Christi Ecclesia», CD 11.
32. CN 7.
33. Con respecto a los Obispos el último concilio habla de la solicitud por todas las Iglesias. Cfr. LG
23, CD 6-7.
34. «La Iglesia local no es, pues, el resultado de un recorte pulverizante del espacio universal
ocupado por la totalidad de la Iglesia, sino una concentración del espacio universal ocupado
por la totalidad de la Iglesia que ejerce la facultad de actualizarse que posee», K. Rahner, «El
misterio de la Iglesia particular», 12.
35. Cfr. P. Rodríguez, La Iglesia: misterio y misión. Diez lecciones sobre la eclesiología del Concilio
Vaticano II, 88; J. I. Arrieta, «Consideración canónico-fundamental del concepto de Iglesia
particular», 286.
36. «Ninguna Iglesia local puede ser Iglesia de Dios en el aislamiento. Lo es, por su naturaleza,
en comunión con las otras», J.-M. Tillard, La Iglesia local: Eclesiología de comunión y catolicidad,
430. «Ogni Chiesa particolare può rendere visibile la Chiesa universale, solo qualora si pre-
senti la Chiesa universale come costituita da tutte le Chiese particolari. Per questo motivo
nessuna Chiesa particolare può esistere isolatamente solo per sé; essa, nella sua più profonda
essenza, è necessariamente rinviata alla comunione con le altre Chiese paraticolari», W. Ay-
mans, «La «communio ecclesiarum» legge costitutiva dell’unica Chiesa», 25.
37. Ya que como dice Adrien Gréa, la Iglesia particular es en sustancia todo lo que es la Iglesia
universal. Cfr. A. Gréa, De l’Église et sa divine constitution, 289ss.
38. Cfr. H. de Lubac, Meditación sobre la Iglesia, 107-132.
39. «La Chiesa particolare non esaurisce la totalità del mistero della Chiesa, dato che alcuni suoi
elementi costitutivi non sono deducibili dalla pura analisi della Chiesa particolare stessa.
Tali elementi sono l’ufficio del successore di Pietro e lo stesso collegio episcopale», Juan
Pablo II, «Discurso a la Curia Romana, 20-XII-1990», n. 9. La tradicional presencia de
varios miembros del Colegio episcopal en consagración del Pastor de una Iglesia muestra
que «ninguna comunidad puede darse obispo sólo por sí», J. Ratzinger, «Iglesia universal e
Iglesia particular. El cometido del obispo», 53.
40. El ser Iglesia –la eclesialidad– no deriva de las Iglesias particulares en cuanto tales, sino de
la universalidad del Corpus Ecclesiarum, que en cuanto universal posee elementos propios no
derivados de la particularidad de las Iglesias. Cfr. F. Ocáriz, «Primato di Pietro ed ecume-
nismo», 378.
41. La importancia de las Iglesias locales no trata de que ellas produzcan la Iglesia universal, sino
en que cada una de ellas es la forma bajo la cual se presenta aquí y ahora el único Pueblo de
Dios. Cfr. H. Schlier, «La unidad de la Iglesia en el Nuevo Testamento», 237.
42. «La Iglesia universal tiene la plenitud sacramental al igual que la particular», CN 13.
43. «Por eso el Concilio pudo decir que la «forma» de la Iglesia particular es ad imaginem Eccle-
siae universalis», P. Rodríguez, «Iglesia local e Iglesia Universal», 401.
44. «La Chiesa particolare è «Chiesa» proprio perché è presenza particolare della Chiesa uni-
versale», Juan Pablo II, «Discurso a la Curia Romana, 20-XII-1990», n. 9.
45. «Naciendo en y a partir de la Iglesia universal, en ella y de ella tienen su propia eclesialidad.
Así pues, la fórmula del Concilio Vaticano II: la Iglesia en y a partir de las Iglesias (Ecclesia in
et ex Ecclesiis), es inseparable de esta otra: Las Iglesias en y a partir de la Iglesia (Ecclesiae in et
ex Ecclesia)», CN 9. Cfr. Juan Pablo II, «Discurso a la Curia Romana, 20-XII-1990», n. 9.
De Lubac advertía que «ninguna Iglesia particular podrá ser favorecida lo más mínimo por
un repliegue sobre sí misma o por un distanciamiento respecto al centro. Tal actitud, por el
contrario, no podría más que contribuir a esterilizarla», H. de Lubac, Las Iglesias particulares
en la Iglesia universal, 116.
46. «La Iglesia universal, en efecto, encuentra su existencia concreta en cada Iglesia en la cual
está presente», CTI, «Temas selectos de eclesiología», 349. «La Chiesa universale assume
quindi forma concreta nella Chiesa particolare, perché qui si realizza concretamente l’una ed
unica missione dellla Chiesa in Parola e Sacramento. La Chiesa particolare è come la forma
visibile della Chiesa universale», W. Aymans, «La «communio ecclesiarum» legge costitu-
tiva dell’unica Chiesa», 18. Vid. también H. de Lubac, Las Iglesias particulares en la Iglesia
universal, 56.
47. Cfr. A. Cattaneo, «La priorità della Chiesa universale sulla Chiesa particolare», 536.
«Cuando la Iglesia como un todo viene a ser «acontecimiento» en el sentido más pleno,
tiene precisamente que ser Iglesia local; en la Iglesia local se hace tangible la entera Iglesia»,
K. Rahner, «Episcopado y primado», 28.
48. «La Iglesia particular no es Iglesia sino en la medida en que realiza tendencialmente toda la
Iglesia universal, la cual comprende a todas las Iglesias, la communio Ecclesiarum», E. Corec-
co, «Iglesia particular e Iglesia universal en el surco de la doctrina del Concilio Vaticano II»,
89.
49. A. Cattaneo, La Chiesa locale: i fondamenti ecclesiologici e la sua missione nella teologia postconci-
liare, 38.
50. La Iglesia universal no tiene una sede propia en cuanto tal, tampoco coincide con su órgano
institucional específico, ya que el Colegio y el Primado «emergen como doble resultante de
las Iglesias particulares: resultante de la comunión jerárquica existente entre los distintos
Obispos», E. Corecco, «Iglesia particular e Iglesia universal en el surco de la doctrina del
Concilio Vaticano II», 91-92.
51. Ibid., 97. Bouyer dice lo mismo: «l’Église une et universelle ne se manifeste, n’a même
d’existence concrète à proprement parler, sinon dans les Églises locales, autant il est vrai que
toute Église locale n’est autre chose que la manifestation locale de ce Corps du Christ que est
également présent, le même en tout lieu, dans toutes les autres», L. Bouyer, L’Église de Dieu,
488.
52. Esta «formalidad» no indica algo de menor importancia. «Se qui si valuta la Chiesa univer-
sale nei confronti della Chiesa particolare sotto un aspetto formale, non significa affatto che
siano in questione solo aspetti esteriori o addirittura di secondaria importanza. Anzi, tutto
al contrario. L’unità di tutta la Chiesa non è solo una questione organizzativa; è invece, essa
stessa oggetto di fede (cfr. la professione di fede). In questo senso l’aspetto formale della
Chiesa non è, per la Chiesa stessa, meno costitutivo della realizzazione sostanziale della mis-
sione ecclesiale in Parola e Sacramento», W. Aymans, «La «communio ecclesiarum» legge
costitutiva dell’unica Chiesa», 19-20.
53. «Con excesiva frecuencia, se considera a la Iglesia universal como una realidad abstracta
opuesta a la realidad concreta, que sería la Iglesia particular. La carta, por el contrario,
en esta frase sobre la prioridad, considera a la Iglesia universal del modo más concreto y
al mismo tiempo más misterioso», en «Reflexiones sobre algunos aspectos de la relación
esencia más profunda es la Iglesia la presencia histórica permanente en el mundo, del Verbo
de Dios hecho carne. (…), la Iglesia en cuanto acontecimiento está presente en la forma más
tangible e intensa allí donde, por las palabras de la consagración pronunciadas con legítimos
poderes, se hace presente Cristo mismo», K. Rahner, «Episcopado y primado», 30.
72. «Reflexiones sobre algunos aspectos de la relación entre Iglesia universal e Iglesias particula-
res, a un año de la publicación de la carta Communionis notio», 183.
73. «La Iglesia, pues, no ha de definirse por sus oficios y por su organización, sino por su culto
litúrgico como participación en el banquete en torno al resucitado que la congrega y la une
en todo lugar. (…) Pronto se pensó en la Iglesia no simplemente como unidad de la mesa
eucarística, sino como comunidad de los que son uno a raíz del banquete eucarístico», J.
Ratzinger, Introducción al cristianismo, 294.
74. La comunidad local que celebra la eucaristía está «recibiendo la presencia eucarística del
Señor, recibe el don completo de la salvación, y se manifiesta así, a pesar de su permanente
particularidad visible, como imagen y verdadera presencia de la Iglesia una, santa, católica y
apostólica», CN 11.
75. Cfr. H. Legrand, «La réalisation de l’Église en un lieu», 166.
76. Cfr. P. Anciaux, L’Épiscopat dans l’Église. Réflexions sur le ministère sacerdotal, 35; H. Legrand,
«La réalisation de l’Église en un lieu», 166-167.
77. De Lubac advirtió que «la debilidad de una eclesiología demasiado estrictamente (o más
bien demasiado incompletamente, habría que decir) ‘eucarística’» es que encierra a la Iglesia
local en sí misma», H. de Lubac, Las Iglesias particulares en la Iglesia universal, 53. Por su
parte Aymans advierte: «la celebrazione dell’eucaristia è certamente la rappresentazione per
eccellenza della Chiesa, ma non la rappresentazione completa di essa, in tutti i suoi aspetti»,
W. Aymans, «La «communio ecclesiarum» legge costitutiva dell’unica Chiesa», 10. Vid.
también J.-M. Tillard, La Iglesia local: Eclesiología de comunión y catolicidad, 283.
78. J. Zizioulas dice que la naturaleza de la Eucaristía apunta no en la dirección de la prioridad
de la Iglesia local, sino en la simultaneidad local-universal. Cfr. J. Zizoulas, L’être ecclésial,
121-122, 117ss.
79. Legrand desarrolla esta consecuencia del fundamento eucarístico de la Iglesia local: la impo-
sibilidad de su autarquía. Cfr. H. Legrand, «La réalisation de l’Église en un lieu», 167-168.
80. Cfr. H. Legrand, «La nature de l’église particulière (CD, n. 11)», 108.
81. «También por esto, la existencia del ministerio Petrino, fundamento de la unidad del Episco-
pado y de la Iglesia universal, está en profunda correspondencia con la índole eucarística de
la Iglesia», CN 11.
82. «El Romano Pontífice, como sucesor de Pedro, es el principio y fundamento perpetuo visi-
ble de unidad, así de los Obispos como de la multitud de los fieles. Del mismo modo, cada
Obispo es el principio y fundamento visible de unidad en su propia Iglesia», LG 23.
83. «La relation spéciale de la fonction apostolique avec le Christ dans l’Esprit explique com-
ment l’ordo episcoporum constitue le fondement visible de l’unité de l’Église», P. Anciaux,
L’Épiscopat dans l’Église. Réflexions sur le ministère sacerdotal, 91-92.
84. Hacerle presente visiblemente en la historia después de su ascensión a los Cielos. LG en su n.
21, dice que el Obispo es instrumento de Cristo, le hace presente en el pueblo de Dios: «los
Obispos en forma eminente y visible hagan las veces de Cristo, Maestro, Pastor y Pontífice y
obren en su nombre».
85. Cfr. P. Rodríguez, La Iglesia: misterio y misión. Diez lecciones sobre la eclesiología del Concilio
Vaticano II, 136.
86. «Es esencial a la estructura de la Iglesia: la comunión de cada Iglesia particular en la per-
sona de su obispo (…) con el pastor de la Iglesia de Roma, pastor universal y centro de la
unidad católica», H. de Lubac, Las Iglesias particulares en la Iglesia universal, 125-126. Cfr.
J. I. Arrieta, «Chiesa particolare e circoscrizioni ecclesiastiche», 34-35; G. Ghirlanda,
«Iglesia universal, particular y local en el Vaticano II y en el nuevo Código de derecho canó-
nico», 645. Florovsky considera el oficio episcopal como el ministerio apostólico por exce-
lencia, que integra las comunidades locales en una unidad eclesial universal. Por el Obispo, o
más exactamente, en su Obispo, cada Iglesia local se halla incluida en la Iglesia Católica, que
constituye una «totalidad orgánica». Cfr. G. Florovsky, «Le Corps du Christ vivant», 37.
87. El ministerio del Obispo tiene esta importancia, por su vinculación al Colegio episcopal
sucesor del Colegio apostólico. El Obispo nunca puede ser considerado aisladamente, en sí
mismo. Cfr. G. Ghirlanda, «La dimensione universale della Chiesa particolare», 13.
88. B. D. Dupuy ve en el Obispo «el «centro de la Iglesia local» y aquel que asegura «la unión
de su Iglesia particular con la Iglesia», B.-D. Dupuy, «Hacia una teología del episcopado»,
20-21. Vid. también H. Legrand, «La nature de l’église particulière (CD, n. 11)», 115.
89. «El obispo representa ante la Iglesia local a la Iglesia universal, y ante la Iglesia universal a la
Iglesia local; por tanto, sirve a la unidad. No tolera que la Iglesia local se encierre en sí misma,
sino que la abre al todo y la inserta en el todo», J. Ratzinger, «Iglesia universal e Iglesia
particular. El cometido del obispo», 59.
90. «Este lazo de unión colegial es propio de cada Iglesia particular con todas las otras, de cada
jefe de Iglesia con todos los otros, (…). Y en el interior de esta red universal que forma la
única «Iglesia de Dios», existe un centro, «un punto de referencia obligatorio»: la Iglesia
particular de Roma que es gobernada por el sucesor de Pedro, «el primero» de los doce», H.
de Lubac, Las Iglesias particulares en la Iglesia universal, 101.
91. CN 14 dice que la «unidad de la Eucaristía y unidad del Episcopado con Pedro y bajo Pedro no
son raíces independientes de la unidad de la Iglesia, porque Cristo ha instituido la Eucaristía
y el Episcopado como realidades esencialmente vinculadas (…), toda celebración de la Euca-
ristía se realiza en unión no sólo con el propio Obispo sino también con el Papa, con el orden
episcopal, con todo el clero y con el entero pueblo». Vid. también H. de Lubac, Las Iglesias
particulares en la Iglesia universal, 46.
92. Cfr. B.-D. de La Soujeole, Il sacramento della comunione. Ecclesiologia fondamentale, 423-424.
Vid. también G. Canobbio, «Chiesa particolare, Chiesa universale», 9.
93. LG 17 dice al respecto: «como el Padre envió al Hijo, así el Hijo envió a los Apóstoles (cfr.
Jn., 20,21), (...). Este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad salvadora, la Iglesia
lo recibió de los Apóstoles con la encomienda de llevarla hasta el fin de la tierra (cfr. Act.,
1,8). De aquí que haga suyas las palabras del Apóstol: «¡Ay de mí si no evangelizara!» (1 Co.,
9,16), por lo que se preocupa incansablemente de enviar evangelizadores hasta que queden
plenamente establecidas nuevas Iglesias y éstas continúen la obra evangelizadora».
94. Por ejemplo, la encíclica Fidei donum de Pio XII. Cfr. J. R. Villar, «La encíclica Fidei Donum
vista a la luz del Concilio Vaticano II y del magisterio misionero postconciliar»; P. Anciaux,
L’Épiscopat dans l’Église. Réflexions sur le ministère sacerdotal, 76-77.
95. Si bien, toda Iglesia particular está circunscrita en un lugar o espacio, esto no significa que
este cerrada en sí misma. Como decía Betti está abierta al mundo. Cfr. U. Betti, La dottrina
sull’episcopato nel Vaticano II, 386; G. Canobbio, «Chiesa particolare, Chiesa universale», 8.
96. «Por su carácter supradiocesano, radicado en el ministerio Petrino, todas estas realidades
eclesiales son también elementos al servicio de la comunión entre las diversas Iglesias parti-
culares», CN 16.
97. Cfr. Juan Pablo II, «Discurso a la Curia Romana, 20-XII-1990», n. 9.
98. Y. Congar, Mysterium salutis. IV,1: La Iglesia. El acontecimiento salvífico en la comunidad cristia-
na, 415.
99. Cfr. G. Ghirlanda, «La dimensione universale della Chiesa particolare», 21; J. I. Arrieta,
«Consideración canónico-fundamental del concepto de Iglesia particular», 286.
100. Cfr. L. Villemin, «Le diocèse est-il une Église locale ou une Église particulière?: quel est
l’enjeu de ce vocabulaire?», 80.
101. «Sin embargo, como la comunión con la Iglesia universal, representada por el Sucesor de
Pedro, no es un complemento externo de la Iglesia particular, sino uno de sus constitutivos
internos, la situación de aquellas venerables comunidades cristianas implica también una he-
rida en su ser Iglesia particular», CN 17.
102. «No es un añadido exterior a las Iglesias particulares ya completas en sí mismas y autosu-
ficientes, sino que tal unidad es principio constitutivo de la misma Iglesia particular como
tal», J. Ratzinger, «Presentación de la carta «Communionis notio» el 15 de junio de 1992»,
106-107. Cfr. CN 18.
103. «Porque, aun siendo particulares, en ellas [Iglesias particulares] se hace presente la Iglesia
universal con todos sus elementos esenciales», CN 7.
104. «Reflexiones sobre algunos aspectos de la relación entre Iglesia universal e Iglesias particula-
res, a un año de la publicación de la carta Communionis notio», 184.
105. En último término, el fiel está incorporado en el Cuerpo místico de Cristo por los sacra-
mentos de la iniciación cristiana: «por el bautismo y la eucaristía quedamos agregados a la
Iglesia universal, que se realiza localmente», Y. Congar, «De la comunión de las Iglesias a
una eclesiología de la Iglesia universal», 236.
106. Cfr.G. Ghirlanda, «La dimensione universale della Chiesa particolare», 8. «La incorpora-
ción jurídico-sacramental irreversible a la Iglesia, operada por el Sacramento del bautismo,
se produce ni en el nivel de la Iglesia particular ni en el de la Iglesia universal, sino en la
única Iglesia de Cristo», E. Corecco, «Iglesia particular e Iglesia universal en el surco de la
doctrina del Concilio Vaticano II», 97.
107. Cfr. G. Canobbio, «Chiesa particolare, Chiesa universale», 12-15.
108. J. Ratzinger, «Presentación de la carta «Communionis notio» el 15 de junio de 1992», 105.
109. «Cada fiel, mediante la fe y el Bautismo, es incorporado a la Iglesia una, santa, católica y
apostólica. No se pertenece a la Iglesia universal de modo mediato, a través de la pertenencia
a una Iglesia particular, sino de modo inmediato, aunque el ingreso y la vida en la Iglesia
universal se realizan necesariamente en una particular Iglesia», CN 10.
110. B. Bazatole, «El obispo y la vida cristiana en el seno de la Iglesia local», 330-331.
111. Cfr. J. L. Gutiérrez, «Las dimensiones particulares de la Iglesia», 272; J. Hervada, «Vein-
tidós puntos sobre las porciones del Pueblo de Dios», 250; J. I. Arrieta, «Chiesa particolare
e circoscrizioni ecclesiastiche».
112. Es lógico que canónicamente se tenga que determinar criterios más prácticos para el derecho
como el del domicilio, incardinación, etc. Pero este es otro plano de la vida eclesial que debe
intentar reflejar el sacramental, aunque a veces no lo logre de modo perfecto.
113. Cfr. A. Cattaneo, «La priorità della Chiesa universale sulla Chiesa particolare», 518-519.
Por ejemplo, H. Legrand, «La nature de l’église particulière (CD, n. 11)», 114-115; S. Pie-
Ninot, «‘Ecclesia in et ex ecclesiis’ (LG 23): la catolicidad de la Communio Ecclesiarum»,
83; A. Antón, «Iglesia local/regional: reflexión sistemática», 761.
114. Como es sabido, suele ser la praxis de la Congr. para la Doctrina de la Fe publicar esos escri-
tos de manera «oficiosa».
115. «La Iglesia que se califica como previa es ciertamente Iglesia-misterio, pero también la Igle-
sia una y única que se manifestó el día de Pentecostés. Ahora bien, esta Iglesia de Jerusalén,
que aparecía localmente determinada, no era una Iglesia local (…), sino el Populus Dei,
Ecclesia uníversalis, la Iglesia que habla todas las lenguas y, en este sentido, madre de to-
das las Iglesia particulares», «Reflexiones sobre algunos aspectos de la relación entre Iglesia
universal e Iglesias particulares, a un año de la publicación de la carta Communionis notio»,
180-181.
116. Vid. 1.2 Sentidos del término Iglesia universal, pp. 38ss.
117. «De ella [la Iglesia universal en Pentecostés], originada y manifestada universal, tomaron
origen las diversas Iglesias locales, como realizaciones particulares de esa una y única Iglesia
de Jesucristo. Naciendo en y a partir de la Iglesia universal, en ella y de ella tienen su propia
eclesialidad», CN 9.
118. Cfr. B.-D. de La Soujeole, Il sacramento della comunione. Ecclesiologia fondamentale, 419-420.
119. B.-D. de La Soujeole hace notar que el texto ad imaginem de LG 23 sugiere esta prioridad
formal, pero el in quibus et ex quibus que continúa matiza lo anterior. Porque da la idea de que
la Iglesia universal existe en y mediante las Iglesias particulares, sugiriendo que la primera es
posterior a éstas. Cfr. ibid., 418.
120. «Unité et universalité de l’Église, basées sur le Christ, se réalisent in mysterio. L’Église at-
tend son parachèvement dans la parousie. Alors elle apparaîtra dans toute la richesse de sa
réalité divine. Unité et universalité seront alors totalement réalisées dans l’union définitive
de l’humanité nouvelle avec le Père dans le Fils par le Saint-Esprit», P. Anciaux, L’Épiscopat
dans l’Église. Réflexions sur le ministère sacerdotal, 74.
121. Florovsky subraya que la Iglesia es Una como el Cuerpo de Cristo es Uno. Su misión princi-
pal es reunir a los individuos dispersos, para incorporarlos a una unidad orgánica en Cristo.
La unidad de la Iglesia es, a la vez, comienzo y fin de su existencia. Cfr. G. Florovsky, «Le
Corps du Christ vivant», 20 y 24.
122. B. Forte, La Iglesia de la Trinidad, 222. Vid. también E. Lanne, «Chiesa locale», 814.
123. B. Forte, La Iglesia de la Trinidad, 223.
124. W. Kasper dice que «l’unica Chiesa è reale nella communio delle Chiese locali, ma non nasce
da essa, è previamente data e sussiste nella Chiesa cattolica. Considerate insieme, ció significa
che l’unica Chiesa e la diversità delle Chiese locali sono simultanee; esse sono interne l’una
all’altra (pericoretiche). In questa pericoresii, l’unità della Chiesa ha la priorità sulla diversità
delle Chiese locali», W. Kasper, «Situazione e visione del movimento ecumenico», 140.
125. La Iglesia particular «implica la presencia del todo en la parte –pars pro toto– pero en la
medida en que la parte se sabe parte del todo. Por eso el todo, que no tiene ciertamente
prioridad temporal respecto a las partes, es sin embargo el punto de referencia axiológico
de todas ellas, su analogatum princeps», P. Rodríguez, «La comunión dentro de la Iglesia
local», 477-478.
126. Cfr. A. Cattaneo, «La priorità della Chiesa universale sulla Chiesa particolare», 536-537.
127. Cfr. CN 13.
128. Cfr. J. A. Komonchak, «The epistemology of reception», 255.
129. Porque el Cuerpo de Cristo son todos los cristianos, no se identifica con una Iglesia local (cfr.
1Co 10,1). Cfr. A. Cattaneo, La Chiesa locale: i fondamenti ecclesiologici e la sua missione nella
teologia postconciliare, 41; B.-D. de La Soujeole, Il sacramento della comunione. Ecclesiologia
fondamentale, 428-429.
130. Esto no significa que la Iglesia particular naciente deba ser igual en todos sus aspectos huma-
nos a otras Iglesias, porque la fe cristiana debe vivificar la cultura de ese lugar e incorporar
sus bienes en la comunión eclesial.
131. Cfr. B.-D. de La Soujeole, Il sacramento della comunione. Ecclesiologia fondamentale, 423-424.
132. Ibid., 431.
133. Cfr. ibid., 428-430.
134. Cfr. B. Sesboüé, Pour une théologie oecuménique, 431.
135. Cfr. A. Cattaneo, «La priorità della Chiesa universale sulla Chiesa particolare», 535.
136. «En la celebración de la Eucaristía se realiza y manifiesta en el máximo grado la mutua
interioridad entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares, pues donde se celebra la
Eucaristía se halla presente la Iglesia en su plenitud, no sólo la Iglesia local, sino la Iglesia
católica, de la que hablaba San Agustín», «Reflexiones sobre algunos aspectos de la relación
entre Iglesia universal e Iglesias particulares, a un año de la publicación de la carta Commu-
nionis notio», 183.
137. Ibid., 182-183.
138. «Aquí donde se da la «mutua interioridad» entre Iglesia universal e Iglesias particulares,
manteniéndose, como es obvio, la prioridad ontológico-conceptual (no temporal) de la Igle-
sia universal-Communio Ecclesiarum como realización plena de la Iglesia-misterio en la histo-
ria», J. R. Villar, Eclesiología y ecumenismo: comunión, Iglesia local, Pedro, 196.
139. «Es la misma Iglesia Católica y Apostólica la que se realiza en cada Iglesia particular. Claro
está que eso ocurre cuando esta Iglesia local vive en esa communio de todas las Iglesias, que
es la Iglesia Católica, y en la medida en que la vive», P. Rodríguez, «Iglesia local e Iglesia
Universal», 399.
140. «Reflexiones sobre algunos aspectos de la relación entre Iglesia universal e Iglesias particula-
res, a un año de la publicación de la carta Communionis notio», 179.
141. Y. Congar, «La consécration épiscopal et la succession apostolique constituent-elles chef
d’une Église locale ou membre du collège?», 137-138.
142. A. Cattaneo, «La priorità della Chiesa universale sulla Chiesa particolare», 536.
143. Cfr. ibid., 538.
PRESENTACIÓN91
NOTAS DE LA PRESENTACIÓN95
ÍNDICE DE LA TESIS97
BIBLIOGRAFÍA DE LA TESIS101
TABLA DE ABREVIATURAS109
LA IGLESIA, COMUNIÓN UNIVERSAL DE IGLESIAS PARTICULARES111
1. Cuestiones terminológicas111
1.1. Dos dimensiones históricas de la única Iglesia 112
1.2. Sentidos del término Iglesia universal 113
2. Mutua inmanencia entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares117
2.1. Análisis de la expresión in quibus et ex quibus118
2.2. Fundamentos de la mutua inmanencia 125
2.3. Manifestaciones de la mutua inmanencia 130
3. «Prioridad» de la Iglesia universal134
3.1. Prioridad histórica frente a cada Iglesia local 134
3.2. Prioridad teológica de la Iglesia universal 135
3.3. A modo de conclusión 138
NOTAS141
ÍNDICE DEL EXCERPTUM151