Dafgal y Gonzales

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INTERSECCIONES PSI REVISTA ELECTRÓNICA DE LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA - UBA Año 2 - Número 5 - Diciembre 2012

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El psicólogo como psicoanalista: Problemas de formación y autorización


Por María Eugenia González y Alejandro Dagfal

Resumen invocado su pertenencia a una formación colectiva, con


sus propios fines organizacionales, en un sentido cercano
Este estudio de revisión resume la historia de la figura del al de los movimientos políticos o incluso religiosos, que
psicólogo argentino como psicoanalista, poniendo el énfasis se encolumnan detrás de un líder (Vezzetti, 2000). Esta
en los problemas ligados a su formación y a su “autorización”. dimensión queda de manifiesto en el largo siglo de vida del
El recorrido realizado se sitúa en una zona de cruces entre el psicoanálisis, el que, como todo movimiento, ha sido marcado
campo académico y el ámbito de las instituciones analíticas por escisiones, rupturas, fidelidades, traiciones, desviaciones
privadas, abordando cuestiones legales y sociales, ligadas a y retornos al hogar paterno. Casi podría decirse que la historia
la habilitación, el reconocimiento y la identidad profesional de de ese movimiento se ha constituido en una verdadera novela
los psicólogos. institucional, que en el presente podría abordarse desde un
punto de vista etnológico o antropológico (en términos de
Introducción pertenencia, ritos de pasaje, reglas que rigen el acceso a
posiciones de autoridad, etc.).[i]
Hoy en día, en la Argentina, un país en el que el psicoanálisis
detenta un lugar privilegiado, la gran mayoría de aquellos En todo caso, el psicoanálisis, con sus distintas vertientes y
que lo practican tienen un título habilitante: el de psicólogo. escuelas, a lo largo del siglo XX (y en lo que va del siglo XXI),
Sin embargo, ya desde Freud, la universidad no resultaba ha marcado profundamente la cultura de Occidente (e incluso
indispensable para la formación de los analistas, que la de algunos países de Oriente), a tal punto que sería difícil
requerían para ello de instituciones específicas, dependientes encontrar otras formaciones de saber u otras corrientes de
de las asociaciones oficialmente reconocidas (Freud, pensamiento (a excepción, quizás, del marxismo) que hayan
1919). Al mismo tiempo, en nuestro país, para el Estado, el tenido una capacidad semejante de atravesar un conjunto
psicoanálisis no deja de ser una práctica psicoterapéutica y, comparable de formaciones disciplinares, instituciones y
como tal, está legalmente reservada a los médicos (desde representaciones culturales. En este sentido, la disciplina
hace más de un siglo) y a los psicólogos (desde los años freudiana ha permeado de los modos más variados el
’80). En la década del 60, la figura del psicólogo-psicoanalista pensamiento contemporáneo, tanto en los saberes y nociones
surgió justamente en esta zona de cruces entre la formación más difundidos en la sociedad como en la producción
universitaria, la habilitación estatal, la autorización privada y la intelectual “alta” y el ámbito académico.
legitimación social. En este artículo nos interesa examinar los
problemas que planteó (y que aún plantea) el surgimiento de La psicología, por su parte, preexiste al psicoanálisis y, en la
esa nueva figura profesional en esa zona de cruces. mayor parte de sus vertientes, poco ha tenido que ver con
él. En efecto, si se examina la historia de la disciplina, puede
Psicoanálisis y psicología comprobarse que la amalgama que se ha naturalizado en
nuestro país entre psicología y psicoanálisis es más bien la
El psicoanálisis, como corpus teórico, como método de excepción que la regla. A principios del siglo XX ya podían
investigación y como terapia, se presenta desde el vamos encontrarse diversas tradiciones psicológicas que gozaban de
como un objeto complejo, tanto en su construcción como reconocimiento académico (como la psicología experimental
en sus efectos. Pero la disciplina freudiana no se deja alemana, la psicología patológica francesa, la psicología
reducir a esas tres dimensiones (la teoría, la investigación del diferencial inglesa y el conductismo norteamericano) mientras
inconsciente, la cura), sino que, además, al igual que Freud, que el psicoanálisis era apenas una disciplina marginal, que
los psicoanalistas siempre han afirmado que el psicoanálisis no lograba ser reconocida dentro de la medicina oficial. No
es también un “movimiento” (Freud, 1914). Es decir, que han obstante, es cierto que, durante la segunda posguerra, el

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psicoanálisis alcanzó un auge inusitado en el seno de las fue difundido por sus discípulos más ilustres, que ocuparon
prácticas y los saberes que constituyeron el movimiento de la puestos destacados en las cátedras de las primeras carreras
salud mental, desde la psiquiatría hasta las ciencias sociales, de psicología, creadas entre 1955 y 1959. Atravesados por el
pasando por la psicología clínica. pensamiento francés, ellos hicieron una adaptación particular
de las ideas de Lagache al contexto local. José Bleger, en
En países como Inglaterra y Estados Unidos, esta expansión particular, con su Psicología de la conducta y su filiación
del freudismo, tanto en el sistema de salud como en la cultura, marxista, se erigió en referente de los primeros psicólogos
iba a durar relativamente poco tiempo. En otros, como argentinos (Bleger, 1963). En el proyecto disciplinar de
Francia y Argentina, la implantación del psicoanálisis no sólo este psiquiatra-psicoanalista, la unidad de la conducta
se iba a amplificar gracias a su inclusión en el movimiento de Lagache se articulaba con la dialéctica hegeliana, el
de la salud mental, sino que se iba a multiplicar a partir de drama politzeriano y el psicoanálisis kleiniano, que era una
su ingreso en las carreras de psicología. En esos países, la marca en el orillo de los analistas rioplatenses. En el ámbito
asociación entre psicoanálisis y psicología no iba a resultar profesional, consecuente con sus ideas políticas, el joven
un matrimonio efímero o circunstancial, sino que forjaría Bleger concebía una nueva psicología ligada a los ideales
una unión destinada a perdurar. De este modo, mientras reformistas de la salud mental (que él aún denominaba
que en el resto del mundo el humanismo de la posguerra “higiene”), basada en el psicoanálisis operativo (una versión
dejaba su lugar al auge de las psicologías llamadas científicas del psicoanálisis aplicado que abrevaba menos en Wilfred
(particularmente al cognitivismo), en Francia, pero más aún en Bion que en su propio maestro y analista: Pichon-Rivière).
Argentina, cobraba fuerza una nueva psicología de filiación Esta “psicohigiene”, en clave marxista y humanista, concebía
psicoanalítica. a un psicólogo comprometido con su realidad social, en la
que debía insertarse como agente de cambio (Bleger, 1966).
El surgimiento del psicólogo-psicoanalista como nuevo Hoy resulta paradójico recordar que, por diferentes
profesional razones, ni los fundadores de las carreras de psicología ni
Bleger anhelaban que los psicólogos se convirtieran en
En Francia, es conocida la influencia que tuvo Daniel Lagache psicoanalistas. Los primeros, porque creían en una psicología
como referente identitario para los primeros psicólogos, científica que no necesariamente privilegiaba el ámbito de la
formados entre fines de los ’40 y principios de los ‘50. No clínica (aún reservado a los médicos).
sólo fue médico y filósofo (como Pierre Janet y Georges
Dumas) sino que también era un reconocido psicoanalista, El segundo, porque estimaba que los psicólogos tenían que
que, en 1953, encabezó la primera escisión de la Société cumplir un rol social más ambicioso, ligado a la prevención.
Psychanalytique de Paris, liderando la creación de la Société Respecto de ese rol, la atención de pacientes en consultorio,
Française de Psychanalyse, junto con Jacques Lacan y según el modelo médico tradicional, implicaba un retroceso
Françoise Dolto. Más aún, en 1947 fue el primer psicoanalista del plano social a la esfera individual. No obstante, los
en hacerse cargo de una cátedra de psicología en la psicólogos parecían tener sus propios planes. Más allá de
Sorbona. En efecto, ese año sucedió a Paul Guillaume (un las enseñanzas de sus maestros, adoptaron el psicoanálisis
psicólogo científico estudioso de la Gestalt) en la cátedra de de manera masiva. Pero no sólo como marco teórico y matriz
Psicología General. La clase inaugural que Lagache dictara identitaria, sino también como modelo para un tipo de práctica
en 1947, ampliada y convertida en libro, iba a transformarse clínica que, en los hechos, ignorando los consejos de sus
en una verdadera consigna para los psicólogos franceses. mayores y las prohibiciones legales, los fue convirtiendo en
La unidad de la psicología (así se llamó el texto) implicaba psicólogos-psicoanalistas.
todo un proyecto disciplinar, en el que la psicología clínica
y la psicología experimental se fundían en una única teoría Problemas planteados por el ejercicio del psicoanálisis por
general que tenía por objeto la conducta y que reconocía parte de los psicólogos
el psicoanálisis como matriz teórica fundamental (Lagache,
1949). En ese marco ecléctico (en el que la unidad era más El ejercicio de las psicoterapias en general y del psicoanálisis
una expresión de deseos que un logro efectivo), se daban en particular por parte de los psicólogos planteó desde el
cita la psicología social norteamericana (particularmente Kurt comienzo innumerables problemas de diversos órdenes. En
Lewin), la tradición psicopatológica francesa (Janet, Dumas, primer lugar, en la Argentina surgieron problemas de tipo
Blondel) y el psicoanálisis annafreudiano, por no mencionar legal, ya que la ordenanza Nº 2282 del Ministerio de Salud
cierto aire filosófico humanista y Sartriano). Pública de la Nación (que desde 1954 reglamentaba la ley
12912 sobre el ejercicio de la medicina) no ofrecía lugar a
En Argentina, el proyecto lagachiano fue retomado por dudas. En su artículo primero establecía expresamente que,
Enrique Pichon-Rivière, uno de los miembros fundadores “siendo la psicoterapia un procedimiento terapéutico total o
de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Pero sobre todo, parcialmente sugestivo”, su ejercicio estaba reservado a los

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médicos. Por otra parte, aclaraba en su artículo octavo que “los a los médicos que se formaban en el Instituto de la APA,
títulos o certificados extendidos por sociedades psicológicas de una variante del psicoanálisis aplicado, el “psicoanálisis
o psicoanalíticas, centros docentes o instituciones científicas operativo”, que permitía la extensión de las ideas freudianas
particulares sólo tendrán validez honorífica y en ningún caso a otros dominios vinculados con la escena pública. Era esta
habilitarán para el ejercicio de las respectivas especialidades” vertiente del psicoanálisis, explorada por Pichon-Rivière en
(Ministerio de Salud Pública de la Nación, 1954; citado por su relación con la teoría de los grupos, la que Bleger quería
Falcone, 1997). privilegiar en la formación de los psicólogos. Y si bien tuvo
éxito en jerarquizar una suerte de paradigma psicosocial, eso
En ese sentido, en mayo de 1959, en la Universidad Nacional no impidió que, además, los primeros graduados también se
de La Plata (UNLP), un profesor de la Facultad de Ciencias dedicaran a la atención de pacientes en consultorio.
Médicas solicitó formalmente “la supresión de la rama clínica
del ciclo superior de la carrera de psicología”, ya que la La aceptación de la práctica clínica de los psicólogos.
práctica de la psicología clínica implicaba para él una forma Cambios de referencias
de “ejercicio ilegal de la medicina” (UNLP, 1960: 43). En el
mes de octubre, acusaciones similares fueron vertidas en la En 1962, se organizaron en la ciudad de Córdoba las
“Tercera Conferencia de Asistencia Psiquiátrica”, realizada en “Primeras Jornadas Argentinas de Psicoterapia”. Allí se dieron
Cuyo, en la que se discutió sobre los “títulos habilitantes para cita muchos de los que, en 1959, se resistían férreamente
el estudio y el tratamiento del enfermo psíquico”. No obstante, a la práctica clínica de los psicólogos. Sin embargo, para
podría pensarse que este tipo de reticencias sólo provenían esa época, las posiciones se habían morigerado. Mauricio
en realidad del campo psiquiátrico. Sin embargo, es claro Goldenberg, por ejemplo, podía decir abiertamente: “Creo
que eran compartidas por médicos con otras pertenencias. que el psicólogo puede hacer psicoterapia cuando el médico
Por ejemplo, ya en 1956, Marcos Victoria y Celes Cárcamo lo indica; el médico es el que decide cuándo y cómo”
habían explicitado que “la Psicoterapia es una rama especial (Goldenberg, 1964: 156). Ese mismo año, Bleger escribía que
de la terapéutica clínica, subsidiaria de la medicina; como tal, el psicólogo clínico, con una formación adecuada, debía ser
su criterio de aplicación en cuanto a formas y modos debe “plenamente habilitado para poder desarrollar una actividad
ser ineludiblemente médico” (Cárcamo & Victoria, 1956: 51). psicoterápica”. “Entre otras razones, es actualmente el
En este caso, lo importante es que la afirmación provenía de profesional mejor preparado, técnica y científicamente, para
quien, un año más tarde, sería el primer director de la carrera dicha tarea” (Bleger, 1962: 355). Aunque luego relativizaría
de psicología de la UBA y de uno de los miembros fundadores esa apreciación diciendo que, desde el punto de vista social,
de la Asociación Psicoanalítica Argentina. las carreras de psicología tendrían que ser consideradas un
fracaso “si los psicólogos quedan exclusivamente y en su
En todo caso, parece claro que, a fines de los ’50, en el gran proporción limitados a la terapéutica individual” (Bleger,
mismo momento en el que se creaban las primeras carreras 1962, 355). No obstante, era evidente que algunos psiquiatras
de psicología (en Rosario, en 1955, en Buenos Aires, en reformistas ya se diferenciaban claramente de sus colegas
1957, en Córdoba, San Luis y La Plata, en 1958, y en más recalcitrantes. Otro tanto sucedía con ciertos analistas
Tucumán, en 1959) había un consenso bastante extendido (particularmente los discípulos de Pichon) y con algunos
entre los fundadores de esas carreras, los psiquiatras y los profesores de psicología (como Jaime Bernstein), que, de
psicoanalistas sobre el hecho de que los psicólogos no debían un modo u otro acompañaron a los nuevos profesionales en
ejercer el psicoanálisis. En la década del ’60, según veremos su lucha por un rol cada vez más independiente de la tutela
más adelante, ese consenso iba a ir resquebrajándose médica.
gradualmente, de distintas maneras y por distintos frentes.
Esquemáticamente, podría decirse que la identidad
En 1959, en Rosario, en su clase inaugural de la cátedra de profesional de los psicólogos fue forjándose de manera
Psicoanálisis de la Universidad Nacional del Litoral, José proactiva, en relación con los modelos que les brindaban
Bleger tuvo que hacerse cargo de las paradojas que implicaba algunos psiquiatras reformistas, ciertos psicoanalistas y
la enseñanza de la doctrina freudiana en la universidad algunos profesores, que les reconocían competencias
(Bleger, 1962b). Por un lado, tenía que dar cuenta de cuál era específicas para trabajar en el ámbito clínico, ya sea en grupo
la pertinencia de enseñar psicoanálisis a futuros profesionales o de manera individual. Por el contrario, podría afirmarse que
que estaban legalmente inhibidos para ejercerlo. Por otra esa identidad profesional se constituyó de manera reactiva,
parte, tenía que explicar qué lo autorizaba a transmitir el por oposición a los roles subalternos propuestos por los
psicoanálisis más allá de la asociación oficial, que reclamaba fundadores de las carreras, los analistas más tradicionales y
el monopolio de la formación analítica. Ambos problemas eran los psiquiatras asilares, quienes esperaban que el psicólogo
sorteados merced a una división doctrinal. En efecto, según se desempeñara como auxiliar del psiquiatra, como testista,
Bleger, había que separar el psicoanálisis clínico, reservado como psicotécnico o como consejero (Dagfal, 2010). En la

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medida en que sus competencias en el campo de la clínica en su haber la organización de los dos primeros “congresos
no eran reconocidas, como reacción, los psicólogos se lacanianos”) se permitía desafiar ácidamente a Emilio
aferraban cada vez más al ejercicio de las psicoterapias Rodrigué, el kleiniano presidente de la APA (Masotta, 1969).
desde una perspectiva psicoanalítica. De manera dialéctica, A su vez, algunos graduados más recientes, siguiendo a
podría pensarse que la conciencia del “nosotros” se fue Louis Althusser, se encargaban de poner en cuestión el
constituyendo por diferenciación respecto de “los otros”. legado blegeriano (Harari, 1970). En todo caso, aunque las
coordenadas teóricas hubieran cambiado, es claro que el
Lo cierto es que esos primeros psicólogos (en su mayoría psicoanálisis seguía estando en el centro de los debates
mujeres), durante el transcurso de los años ’60 fueron sobre el rol del psicólogo (Bricht et al. 1973).
accediendo a lugares institucionales a la vez que acrecentaban
su prestigio social como profesionales autónomos. Y todo En cuanto al campo analítico, la autoridad de la asociación
esto lo hacían siguiendo diversos modelos derivados de oficial, monopólica durante casi tres décadas, se iba
las teorizaciones freudianas. Si bien la mayoría de ellos se erosionando muy rápidamente. En primer lugar, la expansión
analizaba, ya sea de manera grupal o individual (muchas del “análisis profano”, realizado por los psicólogos, implicaba
veces con miembros de la APA), la legitimidad del monopolio una competencia difícil de regular. Sobre todo porque esos
de esa institución que aún no los aceptaba como miembros analistas no médicos, en su mayoría, se habían formado con
comenzaba a ser cuestionada. Así, los psicólogos empezaron profesores miembros de la APA y hasta se habían analizado
a organizar sus propias asociaciones gremiales y sus propios con ellos.[ii] En segundo lugar, la propia estructura jerárquica
circuitos de formación paralelos (muchas veces informales, de la APA, que poseía un número muy reducido de miembros,
como en el caso de los grupos de estudio). El golpe del ’66, le impedía hacerse cargo de una demanda social creciente,
por un lado, iba marcar los límites de ese sueño reformista que ya no se limitaba a los propios analistas o a las elites
que los había llevado a adueñarse de la escena social, porteñas, sino que se extendía a lo largo del país. Por último, la
favoreciendo el repliegue en los consultorios privados (lo cual politización de los mismos analistas hizo que algunos de ellos
no fue un obstáculo para el creciente reconocimiento de las comenzaran a cuestionar, cada vez con mayor vehemencia
competencias clínicas de los psicólogos en el plano social). la organización jerárquica y la supuesta neutralidad de la
Por otra parte, luego del golpe del ’66 y sobre todo a partir del APA respecto de una escena social cada vez más conflictiva
“Cordobazo”, iban a acelerarse tanto la radicalización política (Langer, 1971). Así, a fines de 1971 se produjeron las
como el cambio de referencias teóricas. primeras grandes escisiones, con el desprendimiento de
los grupos “Plataforma” y “Documento”, que implicaron para
En ese marco, a fines de los años ’60 comenzaba a la institución la pérdida de casi un tercio de sus analistas
producirse en la Argentina la recepción del estructuralismo. didactas, además de muchos de sus miembros adherentes y
La conjunción entre Klein, Sartre, Politzer y Lagache que, candidatos (Carpintero & Vainer, 2005).
de un modo u otro, había seducido a los seguidores de
Bleger, empezaba a vacilar. Por un lado, Althusser y Lacan Rápidamente, esos analistas renunciantes se acercaron
representaban una alternativa intelectual que se articulaba a otros psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales
con una orientación clínica novedosa. Oscar Masotta era un comprometidos en el movimiento de la salud mental,
fiel exponente de esta tendencia, que desplazaba el eje desde participando en instituciones como la Federación Argentina
la universidad hacia los grupos privados de estudio, cada vez de Psiquiatras, la Coordinadora de Trabajadores de Salud
más numerosos, que desembocarían luego en la creación Mental, el Centro de Docencia e Investigación, etc. En
de las primeras instituciones lacanianas. Por otra parte, el todos esos espacios, bastante heterogéneos, predominaba
auge de un marxismo revolucionario dejaba poco espacio un espíritu interdisciplinario en el que los discursos sobre
para el debate intelectual no politizado o para propuestas la revolución social eran articulables con la subversión del
consideradas reformistas (Dagfal, 2009). sujeto, en un momento en que la Universidad y la APA,
claramente, ya habían dejado de ser los únicos lugares de
Este nuevo panorama no iba a dejar de tener sus consecuencias formación reconocidos. Poco tiempo después, en 1974,
tanto en el campo académico como en el campo analítico. se creó la Escuela Freudiana de Buenos Aires, la primera
En las carreras de psicología, luego del éxodo masivo de institución lacaniana en el Río de la Plata (Izaguirre, 2009). Y es
profesores que siguió a “la noche de los bastones largos”, difícil saber qué hubiera pasado con este circuito institucional
un recambio generacional se produjo de manera forzosa, de alternativo de no haber mediado el golpe de Estado de 1976,
tal suerte que muchos graduados pasaron a ser docentes. que cortó de cuajo con las ilusiones revolucionarias y obligó al
Algunos, incluso, crearon sus propias publicaciones, como exilio a buena parte de los actores involucrados en el proceso
la Revista Argentina de Psicología (RAP), donde se reflejaban que acabamos de exponer.
fielmente los debates de la época. Ya en el primer número
de esa revista, creada en 1969, Oscar Masotta (quien tenía

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Problemas actuales de formación y habilitación necesitaban ser demostrados. Para los legos y los psicólogos
no iniciados, se trataba de una jerga críptica (Baños Orellana,
Sería largo detenernos en el estudio del período dictatorial y 1995).
en la apertura democrática subsiguiente. Remitimos entonces
al lector a la bibliografía existente (Carpintero & Vainer, 2005; En todo caso, en muchísimos casos, el psicólogo-
Klappenbach, 2006, Plotkin, 2003; Izaguirre, 2009; etc.). No psicoanalista pasó a ser un psicoanalista (a secas), que en
obstante, aunque se trate de una historia más reciente, no parte renegaba de su identidad profesional de base.
está de más recordar que, durante el período 1976-1983, más
allá del cambio de referencias teóricas, la figura del psicólogo- En los albores del siglo XXI, esta situación viene cambiando
psicoanalista, quizás con menos visibilidad, siguió tan vigente aceleradamente. Por un lado, han llegado a la Argentina
como en etapas anteriores (a pesar de circunstancias políticas nuevos abordajes psicoterapéuticos (cognitivos, integrativos,
muchas veces dramáticas). La recepción del psicoanálisis etc.) que, sobre todo, han encontrado un suelo fértil en una
lacaniano, por su parte, recién llegaría a su clímax después de treintena de carreras privadas, más atentas a las demandas del
la recuperación democrática, pero entonces más alejado de mercado de la salud y a las exigencias de las prepagas. Esta
las lecturas althusserianas y más cercano a las teorizaciones nueva oferta ha obligado a los psicoanalistas a dar cuenta de
sobre la clínica. Por otra parte, a partir de la normalización su propia eficacia psicoterapéutica, la cual, en otros tiempos,
de las universidades y la reapertura plena de las carreras de sólo era vista como un producto secundario de la “experiencia
psicología, el fenómeno de la masividad fue acompañado por analítica”. A su vez, el campo psicoanalítico se ha modificado.
la adopción del lacanismo como marco teórico de la mayor Lejos del boom de los años ’80, los psicoanalistas han
parte de las cátedras clínicas (al menos en las universidades tratado de adaptarse a los desafíos de la época, elaborando
públicas). respuestas teóricas para los nuevos malestares, desde la
bulimia y la anorexia hasta las adicciones, pasando por las
Esta combinación entre lacanismo y masividad, que perdura patologías de borde y los problemas institucionales.
hasta la actualidad, no conoce equivalentes en el mundo
(ni siquiera en Francia, donde la orientación lacaniana, que En la universidad, las disyunciones excluyentes del pasado
es muy fuerte a nivel institucional, debe compartir espacio se han morigerado. Los psicólogos-psicoanalistas se han
con otras corrientes teóricas). Al mismo tiempo, en esos insertado plenamente en los circuitos académicos, ya sea
años, el lacanismo se expandió como referencia privilegiada como docentes o alumnos de cursos de especialización,
en el sistema de salud, particularmente en las residencias maestrías o doctorados. Han creado revistas con referato
cubiertas por psicólogos, formados tanto en la universidad en las que los artículos son evaluados según los usos y
como en las diversas instituciones analíticas. Cabe destacar costumbres de la comunidad a académica. Sin embargo,
que recién en este período la APA empezó a aceptar a los esto 70no implica que las tensiones entre psicoanálisis y
psicólogos (a partir de 1983), se promulgaron leyes que universidad hayan sido resueltas. Sigue siendo patente la
regulaban el ejercicio profesional de la psicología en varias dificultad para conciliar un discurso analítico que también es
provincias y se establecieron las incumbencias del título a soporte de un movimiento institucional (organizado en torno
nivel nacional, por la resolución 2447/85 del Ministerio de de líderes y de transferencias personales) con las exigencias
Educación (Klappenbach, 2006). de universalidad y la laicización de los saberes que implica el
discurso científico. A su vez, desde las instituciones analíticas
No obstante, la fuerte difusión del lacanismo en el interior de se suele criticar el “discurso universitario”, por encarnar un
las carreras de psicología no iba a estar exenta de tensiones, saber cerrado, lleno de erudición vacua, que no deja lugar a
en la medida en que se trataba de un psicoanálisis que no la particularidad del sujeto y ahoga el deseo.
se consideraba parte de la psicología y se oponía a todo
psicologismo, al mismo tiempo que reclamaba su lugar en la Por otra parte, los equívocos que se generan en el imaginario
formación de los psicólogos. social por la sinonimia entre psicólogo y psicoanalista no dejan
de impactar en el interior de las carreras, sobre todo en lo que
Durante años (particularmente en los ’80 y ’90), muchos respecta a formación, titulación y habilitación. Legalmente, es
lacanianos pusieron el énfasis en una disyunción excluyente claro que para ejercer el psicoanálisis es necesario un título
entre psicoanálisis y psicología, en la que el psicoanálisis se universitario habilitante (ya sea de médico o de psicólogo).
presentaba como el “oro” y la psicología no era más que el Si bien el título de psicólogo es “habilitante”, cada provincia
fundamento teórico del “vil metal” de las psicoterapias. En es autónoma en la regulación del ejercicio profesional (la
ese sentido, el rol del psicólogo aparecía como subalterno mayoría demandan la colegiación para obtener la matrícula,
al lado del rol idealizado de psicoanalista. En este período mientras que otras no). Sin embargo, no existe el “título de
proliferaron las frases hechas y las respuestas ready made, analista” y la formación requerida para ser considerado como
que funcionaban como postulados autoevidentes, que no tal depende de la orientación teórica que se siga y/o de la

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institución a la que se pertenezca. Por otra parte, además ciertos criterios sobre la intensidad de la formación práctica,
de la transmisión teórica, la formación de un analista tiene la para lo cual deben ser evaluadas con cierta frecuencia.
particularidad de requerir un análisis personal y la supervisión Y los resultados que arrojarán estas evaluaciones aún son
de casos. Es claro que estos requisitos, establecidos por el inciertos, tanto para la psicología como para el psicoanálisis
propio Freud, son difícilmente regulables. Al mismo tiempo, inserto en las carreras.
no pueden implementarse dentro de un marco universitario
(lo cual no garantiza que sean de fácil cumplimiento dentro de Comentarios finales
las instituciones).
En este estudio de revisión hemos querido resumir la historia
En suma, la apelación “psicoanalista”, al no depender de de la figura del psicólogo argentino como psicoanalista,
una carrera regulada por el Estado, puede ser utilizada por poniendo el énfasis en los problemas ligados a su formación
cualquier persona, con formación adecuada o sin ella (como y a su “autorización”. Este recorrido nos llevó a dedicarnos a
en el caso del “psicoanálisis silvestre”, que preocupaba a una zona de cruces entre el campo académico y el ámbito de
Freud mucho más que el “análisis profano”, practicado por no las instituciones analíticas privadas, así como a su relación
médicos que sin embargo estaban capacitados). El ejercicio con cuestiones legales y sociales, ligadas a la habilitación, el
clínico del psicoanálisis, empero, al constituir una forma de reconocimiento y la identidad profesional de los psicólogos. Si
psicoterapia (es decir, una cura por medios verbales) está bien existen diversos estudios que se han dedicado a muchos
restringido a los poseedores de un título habilitante. A su de estos temas, creemos que aún es necesario profundizar
vez, el título habilitante es una condición necesaria pero la indagación en lo que respecta a las condiciones actuales
no suficiente, ya que la formación que aportan las carreras del psicoanálisis. Si bien es un lugar común el subrayar su
de psicología (y más aún las de medicina) es a todas luces hegemonía en las carreras públicas y el destacar la gran
insuficiente para el ejercicio del psicoanálisis (Courel y cantidad de instituciones analíticas existentes, no son tantos
Talak, 2001). Por más que ese título se complemente con los estudios que hayan realizado un relevamiento exhaustivo
formación analítica de posgrado (tanto universitaria como no de estos dos aspectos (Litvinoff y Gomel, 1975; Di Doménico
universitaria), restan aún los requisitos freudianos del propio & Vilanova, 1990; Vezzetti, 1998; AUAPsi, 1998; etc.). En esa
análisis y de la supervisión. dirección se orientarán nuestros trabajos futuros, de tipo
exploratorio.
La masividad de los estudios de psicología constituye un
problema adicional, en la medida en que la mayoría de los Bibliografía
graduados aún espera dedicarse a la clínica desde una
matriz psicoanalítica. Pero las condiciones del mercado ya Alonso M. & Gago P. (2008). Panorama cuantitativo de los psicólogos
no son las mismas. En estos momentos hay en la Argentina en Argentina 2007. Trabajo presentado en las XV Jornadas de
más de 60000 psicólogos matriculados (INDEC, 2005). Por Investigación de la Facultad de Psicología de la UBA, 7, 8 y 9 de
otra parte, más de 63000 alumnos estudian psicología en las agosto.
10 carreras públicas o en alguna de las 30 carreras privadas AUAPsi (1998). Programa de formación de especialistas en innovación
(Alonso y Gago, 2008). Y la gran mayoría de los psicólogos curricular en psicología. Informe Diagnóstico de la Situación Actual.
y de los estudiantes se concentra en los mismos grandes Buenos Aires: Mimeo.
centros urbanos. Balán, J. (1991). Cuéntame tu vida. Una biografía colectiva del
psicoanálisis argentino, Buenos Aires, Planeta.
En 2009, además, por la resolución Nº 343 del Ministerio Baños Orellana, J. (1995). El idioma de los lacanianos. Buenos Aires:
de Educación, la carrera de psicología ha sido declarada Atuel.
de interés público.[iii] Por pedido de AUAPsi y AUAPri (las Bleger, J. (1962a). El psicólogo clínico y la higiene mental. Acta
asociaciones de unidades académicas de psicología de Psiquiátrica y Psicológica Argentina, 8, 355.
universidades públicas y privadas) fue incluida en un grupo Bleger, J. (1962b). Clase inaugural de la cátedra de Psicoanálisis.
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directo la salud, la seguridad, los derechos, los bienes o la Danis, J.; Grego, B.; Kaumann, I.; Harari, R.; Musso, E.; Knobel, M.;
formación de los habitantes”, la legislación exige que las Malfé,
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carga horaria, algunos contenidos curriculares básicos y Nueva

ISSN: 1853-9793 17
INTERSECCIONES PSI REVISTA ELECTRÓNICA DE LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA - UBA Año 2 - Número 5 - Diciembre 2012

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