NOMBRE Y APELLIDOS ELOISA AVILA CARRILLO
DNI / NIF 24249314T
FECHA REALIZACIÓN 25 octubre 2021
ACTIVIDAD PRÁCTICA
Contesta en esta hoja de respuesta a los ejercicios que se plantean. Cuando finalices, sube
este mismo archivo al buzón correspondiente.
TÍTULO: Comparativa del arte.
OBJETIVO GENERAL: Identificar las principales características del arte a lo largo
de la historia.
DURACIÓN: 3 horas.
DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD:
El alumno responderá a las cuestiones relacionadas con el arte a lo largo de los
diferentes periodos.
1. Expón las características más relevantes del arte en los distintos
periodos o lugares y establece comparaciones, diferencias y similitudes
entre estos.
El arte nace de la necesidad inherente de expresión del ser humano. A lo largo de la historia, el
contenido de esa expresión-comunicación ha cambiado al estar ligado tanto a la cultura de
cada época como a la propia evolución del ser humano.
En el periodo prehistórico (24.000-3.000 a.C), el hombre, fundamentalmente nómada,
expresaba sus anhelos, temores o supersticiones a través de pinturas rupestres (que
representaban animales o personas en las paredes de las cuevas), figurillas de piedra, madera
o hueso de carácter ritual, o construcciones megalíticas de uso funerario. Realizaban también
piezas de cerámica de carácter utilitario para cocinar (que solían decorar con motivos
geométricos) o herramientas de piedra tallada para cazar fáciles de transportar. Con el
posterior descubrimiento del cobre, el bronce y el hierro en la edad de los metales, llegan a
realizar joyas y otros utensilios de metal más duraderos. Todo ello conforma lo que hoy
conocemos como arte prehistórico.
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Más adelante, el asentamiento de las tribus nómadas en torno a grandes ríos como el Tigris,
Eúfrates, Nilo, Indo y el Amarillo, dio lugar a las primeras civilizaciones (3.000 a.C). Esta nueva
vida asentada, provocó un mejor dominio y evolución de las técnicas pictóricas, escultóricas y
arquitectónicas así como del uso que se hace del arte.
Así, comenzando por la civilización asentada en torno al Tigris y Eúfrates, la llamada por los
griegos, Mesopotamia, al ser una zona en constante conflicto entre las distintas tribus vecinas,
la función del arte va a estar ligada a la expresión de triunfo o dominio, a la religión en busca de
protección y a la narración de las batallas de su habitantes (primero los sumerios, seguidos de
los asirios y los babilónicos en última instancia antes de la llegada del Imperio persa). En el
arte mesopotámico nos encontramos entonces con pequeñas estatuas de personas orando
(los Orantes) muy sencillas pero de gran expresividad en sus ojos, de bajorrelieves y estelas
narrativos de batallas, pinturas narrativas de triunfos, sencillas pero de gran colorido
(estandarte de Ur), y grandes templos de ladrillo escalonados, llamados zigurats, no solo
dedicados al dios Marduk sino donde se realizaba la mayor parte de la vida civil, la justicia
(Hammurabi, el primer código legal) y el comercio, siendo éste el que dio origen a la primera
escritura cuneiforme sobre tablillas de arcilla en las que encontramos documentada la vida de
esta primera civilización. La grandiosidad de los reyes triunfadores se manifestaba con grandes
palacios amurallados con puertas de ladrillo vidriado de colores (puerta de Ishtar) y enormes
estatuas de hombres toro alados (lamassus).
El río Nilo, es el eje vertebrador de la civilización egipcia. Una civilización cerrada en sí misma,
con apenas contacto con el exterior y orientada hacia la vida después de la muerte. Es por esto
que el arte egipcio, en todas sus formas, va a estar destinado al reflejo del deseo de la vida
eterna. Gobernada por dinastías de faraones, la margen derecha del río estaba destinada a los
vivos, y la izquierda a las necrópolis con sus mastabas, pirámides e hipogeos. Tanto las tumbas
como los templos funerarios estarán ricamente decorados con pinturas sobre la pared que
narran la vida del difunto, estatuas que lo representan y sarcófagos de oro bellamente
decorados para contenerlos, así como narraciones de su mitología y ritos en escritura
jeroglífica. Es un arte más refinado que el mesopotámico y destinado a perdurar siempre. Es
por esto que seguirá un canon estricto a lo largo de 3.000 años y que solo vio peligrar su
continuidad con el faraón Akenaton, esposo de Nefertiti, que intentó dar más realismo a las
representaciones en el periodo amarniense. Al final de los días de esta civilización, en el
Imperio Nuevo, antes del periodo tardío, Ramses II contribuyó a la expansión territorial de
Egipto por Siria, Palestina y Anatolia dedicando posteriormente grandes templos con una
función propagandística para representar su triunfo y dominio sobre tierras extranjeras (Abu
Simbel, Karnac, Luxor), así como colosos o estatuas sedentes de enorme tamaño y obeliscos.
Al contrario que la civilización mesopotámica, Egipto era muy rica en piedra, de ahí que se
hayan conservado sus tumbas y templos. En sus representaciones artísticas, la proporción en
las composiciones no era realista sino en función de la importancia y visibilidad que se quería
dar del cuerpo humano y el estatus del representado. Además observamos mayor rigidez en
las composiciones que la cultura mesopotámica aunque al igual que en ella no hay
profundidad.
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El valle del rio Indo dio nacimiento a la civilización india siendo el arte indio el reflejo de una
sociedad multiétnica y multicultural basada en las tradiciones y en la religión (budismo,
hinduismo e islamismo). Será la figura de Buda, a partir del 600 a.C, la que extiende su
influencia en la arquitectura que, contrariamente a la occidental, estará alimentada por la
filosofía y la naturaleza (como las estupas, templos dedicados a Buda, con cúpulas en
concierto con el universo o los templos rupestres en piedra), en la escultura (grandes estatuas
de Buda meditando o predicando donde cada gesto tiene un significado y donde la paz interior
es el principal motivo) y en la pintura (sobre tejidos y manuscritos para mostrar las enseñanzas
de Buda). Más adelante, el hinduismo es el que influye en el arte propiciando la realización de
templos monumentales dedicados al dios Shiva, ricamente decorados con esculturas narrativas
de la mitología hindú con figuras sinuosas llenas de sensualidad. La llegada del Islam, en el
siglo XVI, trajo consigo una arquitectura donde los templos son decorados con mosaico y
caligrafía y donde podemos aún observar reminiscencias indias como las cúpulas de las
estupas (Taj Mahal).
En torno al río Amarillo, comenzaron los primeros asentamientos de la civilización china que se
organizó en base a dinastías, cada una con su propio estilo influenciado por la religión y la
mística. El arte chino reflejará pues la influencia del Taoismo, el confucianismo y el budismo,
con un denominador común: la integración con la naturaleza, la uniformidad, sencillez,
elegancia y síntesis entre el espíritu creador y la funcionalidad. La pintura, realizada sobre
papel o seda y cuyo principal tema son los paisajes, no busca la realidad sino la esencia,
incluye caligrafía y se sitúa al mismo nivel que la poesía invitando a la contemplación y a la
reflexión. Una concepción muy distinta a la racionalidad del arte de occidente. En escultura
destacan los guerreros de Xian (250 a. C.) para acompañar al difunto en su vida en el más allá,
así como relieves y estatuas vinculadas al budismo. En arquitectura destaca la gran muralla
china de 4.000 km que separa china de Mongolia. Además de palacios, jardines y templos,
estos últimos con una arquitectura ligera muy característica llamada pagoda (torre escalonada
de planta octogonal ricamente decorada con relieves). Las artes menores, como los objetos
realizados en jade, porcelana o bronce, adquieren en significado mayor en China, y cuya
delicadeza y refinamiento no tiene parangón en occidente. Más allá de la frontera China,
aunque muy cerca, nos encontramos con Japón, donde el budismo influyó en la concepción del
arte nipón: las pagodas dedicadas a Buda, una arquitectura integrada con la naturaleza, la
pintura (sobre papel enrollado -emaki- o seda y que alcanzó un grado autónomo
considerándose literatura en sí misma), el grabado, y el jardín, de gran elegancia y delicadeza,
son las aportaciones de Japón al mundo del arte.
Grecia y Roma se consideran la cuna del arte occidental y es por esto que ambas se engloban
en lo que hoy conocemos como arte grecorromano o arte clásico.
El arte griego encuentra sus orígenes en la cultura creta-micénica y pasa por distintas épocas
como la arcaica, la clásica, la manierista y por último la helénica en el momento de mayor
expansión de Grecia. Nos encontramos con figuras más rígidas y heréticas al principio, que
ceden con el tiempo a la naturalidad de movimiento y el realismo. Se caracteriza por ser un arte
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perfeccionista, en base a un canon, centrado en el hombre y la razón, en una búsqueda
constante por el ideal de belleza. Los temas tratados serán muchos y variados: mitología,
escenas cotidianas, naturaleza, tauromaquias (de origen cretense)… La arquitectura se
caracteriza por seguir unos órdenes (columnas jónicas, dóricas o corintias) y unas
proporciones. Es mayormente religiosa estando pues los monumentos dedicados a los dioses
(destaca el Partenon, el templo de Atenea, diosa protectora de Atenas, cuya estatua se atribuye
a Fidias), y no usan arco ni bóveda, sino techo en dintel con frisos grabados con preciosos
relieves. En escultura, el arte griego fijó los conceptos básicos que luego servirían al resto del
mundo: la belleza ligada a la proporción y a la simetría; y va evolucionando desde los rígidos
kuroi y korai con su sonrisa arcaica, hasta los bajorrelieves del Partenón más libres y sensuales
gracias a la técnica de los paños mojados de Fidias. En escultura exenta destaca la Venus de
Milo o el grupo de Laoconte de gran realismo dramático. De la pintura sólo nos han llegado las
muestras en cerámica y los frescos cretenses. Los vasos cerámicos con sus figuras rojas o
negras tratando temas mitológicos o cotidianos son un magnífico ejemplo de lo que pudo ser la
pintura en Grecia.
Roma muestra su mayor esplendor en el arte en la época helenística, cuando convierte a
Grecia en una polis de la república. El Imperio romano, destaca principalmente por su
arquitectura monumental más civil que religiosa y su urbanismo: circos, teatros, anfiteatros
(Coliseo), templos (Panteón), termas (de Caracalla), basílicas, acueductos, naumaquias, foros
y arcos triunfales. Adopta las columnas griegas pero como elemento de decoración ya que las
estructuras se sustentan sobre el arco y la bóveda de aportación propia. A los órdenes griegos
(jónico, dórico y corintio) le suman el orden toscano y el compuesto. Como la arquitectura
griega, busca la belleza y la solidez pero también la funcionalidad. Utiliza ladrillo que
generalmente es cubierto de materiales nobles como el mármol. En la escultura destaca el
retrato, sobre todo con fines propagandísticos, cada vez más realista, con la intención de
mostrar no solo la identidad del retratado sino su emocionalidad y los relieves narrativos tanto
en columnas (la columna de Trajano) como en tumbas (servirá de ejemplo en el arte cristiano
posterior). En pintura sólo tenemos los ejemplos de los frescos y mosaicos hallados en la
ciudad de Pompeya, sepultada por el Vesubio y conservada también gracias a él. Vemos todo
tipo de temas representados y que aunque bebieron del canon griego (como la batalla de Isos
de Alejandro Magno sobre el rey persa Dario III), aportan su propia impronta y carácter. El
retrato también adquiere especial relevancia en el Imperio romano.
Las principales civilizaciones precolombinas se desarrollaron en el centro y el sur del
continente americano. El llamado arte precolombino, data pues desde 2.500 años a.C hasta
la llegada de Colón. La más longeva es la civilización Maya (hasta s. IX d.C.) seguida de la
Azteca y la Inca en los Andes. Son civilizaciones con ciudades bien trazadas, arquitectura
monumental, llamativas piezas escultóricas exentas o en relieve, una desarrollada visión
pictórica, y un rico legado de las artes aplicadas como la orfebrería con imponentes piezas
talladas en oro o bronce con la técnica de la cera perdida, o la decoración geométrica de sus
tejidos. Destaca el desarrollo avanzado de una sociedad que no tuvo influencias externas y que
sin embargo contó con escritura propia y conocimientos muy avanzados en matemáticas,
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astronomía y poesía. El arte estará muy ligado a una función ritual. La pintura se desarrollará
en grandes murales sobre piedra abstractos o con escenas de la vida real o mitológica así
como los dibujos grabados en tierra o geoglifos. Destaca la escultura en piedra a gran tamaño
y en arquitectura nos sobrecogen los grandes templos en pirámides escalonadas (como la
ciudad de Teotihuacan), y la forma de ensamblar las piedras sin argamasa en grandes
construcciones civiles. La ciudad de Machu Pichu, en Perú es uno de los mejores ejemplos de
integración de la arquitectura en la naturaleza. El arte que se desarrollará posteriormente tras
la conquista de América por los portugueses y españoles, recibirá el nombre de arte colonial:
una rica mezcla de los estilos que ya se venían desarrollando en Europa junto con el arte
autóctono y que encuentra su sentido en la religión dado el carácter evangelizador de la
conquista. Encontramos así fabulosas catedrales como la de Cuzco y Mexico así como otras
iglesias de espectaculares fachadas y donde desaparece la barrera entre arquitectura,
escultura y pintura.
Al contrario que el resto de civilizaciones, la africana y y la oceánica, no responden a los
mismos cánones ni cronología de la manera occidental. Así pues, el arte africano y oceánico,
es un arte cargado de matices locales. La pintura se aplica sobre el cuerpo humano para la
celebración de rituales hace del hombre una propia obra de arte. En escultura, destacan las
estatuillas de terracota, bronce y madera junto a las máscaras de uso ritual. Las grandes
cabezas de piedra de jefes divinizados descubiertas en la Isla de Pascua nos hablan de un
gran dominio de la técnica del tallado en piedra. Al no tener escritura, es la propia obra de arte
las que habla por sí misma revelando un profundo sentido religioso y uso ritual. Percibimos sin
embargo un escaso desarrollo arquitectónico, sin grandes monumentos, solo casas ubicadas
estratégicamente en montañas con significado ancestral.
En Oriente, y más adelante en la historia, el nacimiento de Jesucristo y posterior expansión del
cristianismo, dio lugar hacia 350 d.C al llamado arte bizantino, con la nueva ubicación de la
capital del imperio romano en Constantinopla y el cristianismo como religión oficial. Es un arte
que alcanzó una imagen propia y cuya influencia pasados los siglos en Europa y Rusia, es
testimonio de su largo alcance. La arquitectura, con sus grandes estructuras abovedadas
(como la de Santa Sofía, que sirvió más adelante de ejemplo para iglesias similares), el marfil,
la pintura sobre pared y el mosaico, son las expresiones artísticas más reconocidas en el arte
bizatino. Su influencia se hizo notar tanto en el oriente como en Grecia y Roma. Más adelante,
con el nacimiento de Mahoma y el establecimiento del islam, hacia el siglo 7 d. C. nace el arte
islámico. De clara influencia bizantina (como la mezquita de la Roca en Jerusalén), poco a
poco va adquiriendo un estilo propio donde destaca la arquitectura de sus templos con sus
arcos de herradura, arquería superpuestas y bellas decoraciones sobre estuco de caligrafía y
motivos florales (Alhambra de Granada). Tanto el arte bizantino, como el islámico encuentran
su máxima expresión en la arquitectura religiosa, ya que es un periodo donde se pierde el
homocentrismo clásico y aparece el teocentrismo con Dios como figura principal.
En Occidente, hasta el año 1.000, y con la caída del Imperio romano de occidente como telón
de fondo, el arte se denominará prerrománico y estuvo influenciado por el arte bizantino, el
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islámico (cuya unión al arte cristiano dio lugar al llamado estilo mozárabe) más la influencia de
los nuevos pueblos conquistadores. Todo contribuyó a la existencia de un arte muy variado del
que tenemos los mejores ejemplos en las las iglesias visigodas españolas. Arquitectura con
capiteles bellamente decorados con relieves narrativos y la rica orfebrería litúrgica son los dos
grandes ámbitos del arte prerrománico. Un arte de base sobrio que va evolucionando en un
intento de recuperar la grandeza de Roma con el uso de contrafuertes exteriores, bóvedas de
cañón y pinturas al fresco al estilo pompeyano, elementos más propios de la época románica
de los siglos XI y XII.
A partir del siglo XI hasta el comienzo del Renacimiento, el arte prerrománico evoluciona hacia
el arte románico y gótico cuya máxima expresión la encontramos en las majestuosas iglesias
que eran y siguen siendo objeto de peregrinación de los fieles en busca de la salvación del
alma eterna o de la curación de enfermedades. El poder religioso va de la mano del poder
político. Sepulcros y reliquias movieron a creyentes a crear caminos por donde transita la
cultura románica y gótica. También las guerras de origen religioso como las cruzadas y la
inquisición fueron las protagonistas de esta época feudal. Como contrapunto, la universidad
tuvo su origen en las principales ciudades europeas reflejando así el nacimiento de una nueva
Europa. Diversos descubrimientos como la imprenta, el continente americano y la literatura
avecinan el nacimiento de una nueva época donde, en el arte, la arquitectura religiosa es la
principal protagonista: monasterios que representan en románico lo que la catedral en el gótico
y que además de incluir una iglesia contaban con una zona para la convivencia de los monjes
de las distintas órdenes, más un claustro y una biblioteca. Las peregrinaciones perfilan un
nuevo tipo de iglesia con una girola tras el altar y bóvedas nervadas con contrafuertes
exteriores que propiciaban la altura e interiores más luminosas. Con este estilo, llamado gótico
se construyeron muchas catedrales importantes, como Notre Dame en Francia, o la catedral de
Sevilla. La arquitectura civil como los ayuntamientos y lonjas también adoptaron este estilo.
La escultura aparece vinculada a la arquitectura. Los relieves sobre piedra llegan a cubrir las
fachadas completas de las iglesias, o se perfilan sobre los capiteles en los claustros o en
puertas de bronce o sobre madera. Los temas son variados, inspirados en el viejo y nuevo
testamento o en la vida de los santos, combinando personas con motivos geométricos,
animales, florales o una imaginería fantástica. Conforme avanzamos en el tiempo, la escultura
es más gótica es decir, más libre y expresiva. Roma estará influenciada por la época clásica y
será distinta de la francesa. La pintura la descubriremos sobre grandes murales de colores
sobre piedra (como los frescos romanos de la época clásica) imitando a veces los mosaicos
bizantinos y utilizando a veces la tabla. Esta pintura, dio a las iglesias románicas un
refinamiento en contraste con la sobriedad de su construcción. Destaca por encima de todos la
imagen del pantocrator en las iglesias y las alegorías en los edificios civiles como los
ayuntamientos. Ya en el s. XV mientras que Italia se encamina hacia el Renacimiento, el norte
de Europa asiste al florecimiento de la pintura flamenca, de gran refinamiento, cuya influencia
se dejó notar en el resto de Europa a excepción de italia. Destaca la obra del Bosco, con El
tríptico del jardín de las delicias, una creación entre genisiaca y dantesca.
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El siglo XV marca el inicio del arte renacentista en Italia. Constituye una época en la que se
rescata el humanismo clásico y el arte se centra en el hombre, en contraposición con el
teocentrismo propio de la Edad Media. Así la arquitectura refleja el interés por la proporción y la
simetría, muy bien detallado en el recuperado tratado sobre arquitectura de Vitrubio dedicado al
emperador romano Augusto. El hombre se convierte en la medida de todas las cosas (hombre
de Vitrubio de Leonardo Da Vinci). Destacan las obras de Brunelleschi (cúpula de santa maría
del Fiore al estilo del Panteón) y las de Palladio en arquitectura civil y palaciega. La escultura
refleja la ambición por el perfeccionismo del la figura y las expresiones, destacadlo las
maravillosas esculturas exentas de Miguel Ángel donde muestra un dominio maestro del “non
finito”. La pintura sirve para experimentar nuevas técnicas y conceptos descubriendo la
perspectiva y la profundidad en las composiciones que se utilizaron para decorar palacios y
templos cubriendo los muros con maravillas frescos (Capilla Sixtina de Miguel Ángel). La
mitología, la naturaleza, el amor, la vida cotidiana con el hombre como centro de pensamiento y
pasajes religiosos, serán los motivos más representados. Este Renacimiento italiano llegará un
poco más tarde a España (reflejado en el estilo plateresco en arquitectura, la madera tallada y
policromara en escultura y la pintura del Greco) y Francia donde se cubren las fachadas
góticas con motivos renacentistas sin abandonar un propio estilo francés. Inglaterra y Alemania
adoptan también maneras renacentistas que unidas a su propio estilo, enriquecen el arte sin
lugar a dudas.
Más adelante, los siglos XVI y XVII traerán consigo nuevos movimientos políticos (la
eliminación del poder repartido entre el papado y el emperador para concentrarlo en las
monarquías propias de cada país), y movimientos religiosos (como la lucha entre el
cristianismo y el protestantismo). Todo ello origina una nueva forma de concebir el arte,
denominado barroco: un estilo artístico recargado, teatral y efectista, que trata de llamar la
atención sobre los poderes de los monarcas, los triunfos bélicos o el poder de la religión
cristiana frente a la protestante. La expresión arquitectónica más representativa del poder de
un monarca siendo a la vez una obra de urbanismo excepcional, será la ciudad de Versalles
orquestada por el rey Sol, Luis XIV. En escultura, destacan las maravillosas figuras exentas de
Bernini y o las tallas de madera policromada como las de Alonso Cano y en pintura el juego de
luces y sombras propias de Caravaggio, realzan el carácter teatral de las composiciones.
Rembrandt, Rubens, Velázquez y Vermeer destacan también por el realismo del dibujo y la
riqueza de colores. En todos ellos, el retrato y las escenas cotidianas rivalizan con los temas
religiosos y mitológicos.
Los siglos XVIII y XIX bebieron de las épocas anteriores a la vez que aportaban su propia
visión del mundo. Representar la historia se convierte en un género en sí mismo. El arte se
sale de los cauces normales para permitir al artista realizar obras más personales y alejadas
del canon oficial. El romanticismo, el realismo, el impresionismo y el postimpresionismo
reflejan esta nueva actitud donde la pintura es la principal protagonista frente a la escultura o la
arquitectura, esta última además influenciada por nuevas técnicas constructivas y nuevos
materiales como el hierro, producto de la revolución industrial y donde el saber del ingeniero
compite con el del arquitecto (la Torre Eiffel); destaca también el estilo ecléctico de las
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construcciones, combinando lo mejor de épocas anteriores logrando así una mejor adaptación
a las nuevas necesidades (Ópera de Paris). La modernidad frente a historicismo será el
péndulo que rija esta época. En escultura, el desnudo femenino, junto con los retratos
ecuestres o monumentales rivalizan con otros grupos escultóricos que van desde el realismo al
impresionismo (Rodin). La pintura evoluciona a gran velocidad, reflejando los los rápidos
cambios sociales y políticos. Paris, se erige como la capital europea de la pintura y acoge tanto
las obras más académicas (Jean Louis David o Ingres) como las más libres y atrevidas (Goya,
Gericault, Delacroix). Por otro lado la pintura fuera del estudio y ejecutada en plena naturaleza,
hacen del siglo XIX el siglo del paisaje que centrándose en la luz y el color, no buscando tanto
la figura o la realidad física sino la impresión que causaban (Manet, Renoir).
El siglo XX se caracteriza por ser un siglo de gran complejidad marcado por dos guerras
mundiales y una sociedad de avances y contradicciones: protestas, espíritu revolucionario, el
consumo, la publicidad y la globalización definió el nuevo panorama artístico. La literatura, el
cine, la musica o el ballet se unen a las principales expresiones artísticas. Los artistas toman
protagonismo y hacen valer sus reflexiones en manifiestos que intentan justificar los diferentes
movimientos de un nuevo arte. La formación del artista toma importancia y se intenta borrar la
linea que divide al artesano del artista (la Bauhaus). Así se comienza a hablar de movimientos
muy diversos como el pop art, el op art, el mínimal, el fluxus, el cubismo, el surrealismo, el
dadaísmo, el fauvismo, el expresionismo…, llegando incluso a cambiar la definición de Arte,
que a partir de ahora será lo que el artista diga que es Arte (Duchamp) y no lo que la Academia
dicte. En arquitectura convergen el movimiento racionalista (Mies van Der Rohe, Le Corbusier)
de planos y volúmenes geométricos (constructivismo ruso) con una arquitectura más
orgánica fundida con la naturaleza (Frank Lloyd Write). Las nuevas tecnologías además
propician estructuras más atrevidas y vistas (High tech de Richard Rogers o Foster) llegando
incluso hasta una arquitectura de la deconstrucción (Frank Geri y el museo Guggenheim). En la
escultura destaca la visión sintética de la forma versus su análisis, dando lugar a la
abstracción, donde la proporción cede el paso al movimiento en el caso del futurismo o a la
creación de objetos bellos en sí mismo al margen de lo que representaran (Brancussi). En
pintura, la aparición de la fotografía hizo que el pintor dejara de dedicarse a pintar la realidad
detallada para pasar a expresar sus sentimientos o visiones interiores rompiendo así con el
discurso academicista. Una misma figura vista desde diversos ángulos (el cubismo de Picasso
o Braque), el uso del color al margen de la forma (el expresionismo de Kandinsky o Munch o el
fauvismo de Matisse) así como la pérdida del espacio como lugar de representación de los
objetos, es decir, la perspectiva propia del renacimiento, o la pérdida de la luz para ofrecer
volúmenes (Las señoritas de Avignon de Picasso) consiguen llevar a la pintura hacia el terreno
de la abstracción. Además, el inconformismo de la época da lugar al dadaísmo, caracterizado
por el absurdo de las propuestas, o al surrealismo de fuerte carga onírica (Dalí, Picabia,
Picasso). Otros movimientos quieren demostrar la supremacía de la sensibilidad sin referencia
a objeto alguno (abstracción geométrica de Mondrian) o la pintura metafísica de Chirico. El
gesto toma además importancia en el informalismo de Pollock y la pintura matérica adquiere
consistencia desdibujando la frontera entre pintura y escultura. Un siglo, en definitiva, de
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numerosos cambios sociales y políticos que propiciaron la ebullición de estilos y propuestas
artísticas muy diferentes, como nunca antes se había visto.
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