Texto 6
Texto 6
Texto 6
Ezequías: “Los dioses de las naciones de los países no pudieron librar a su pueblo
de mis manos, tampoco el Dios de Ezequías librará al suyo de mis manos” (2 Crónicas
32:17). El salmista clamaba con frecuencia, pidiendo a Dios que lo rescatase
(Salmos 22:21; 35:17; 69:14; 71:2; 140:1). Estos usos indican que se está teniendo
en cuenta una “salvación” física, personal o nacional.
Sin embargo, la palabra toma también connotaciones relacionadas con la salvación
espiritual a través del perdón de los pecados. David clamó a Dios para que lo
salvara de todas sus transgresiones (Salmo 39:8).3 En el Salmo 51:14 se hace
evidente que David estaba pensando en la restauración espiritual personal y en la
salvación cuando oraba diciendo: “Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi
salvación; cantará mi lengua tu justicia”.
Aunque el Salmo 79 es un lamento debido a la invasión de Israel y la profanación
del templo por sus enemigos, el salmista reconoce que sólo será posible una
liberación si ésta incluye el perdón de sus pecados (v. 9).
La raíz yashá’ aparece 354 veces, estando la mayor concentración de ellas en los
Salmos (136 veces) y en los libros proféticos (100 veces). Significa “salvar”,
“liberar”, “dar la victoria”, o “ayudar”. Algunas veces aparece la palabra, libre
de matices teológicos (por ejemplo, cuando Moisés defendió a las hijas de Reuel de
las acciones opresoras de los pastores; Éxodo 2:17). Sin embargo, lo más frecuente
es que se use la palabra teniendo a Dios como sujeto y al pueblo de Dios como
objeto directo. Él los ha librado de toda clase de dificultades, incluyendo cosas
como los enemigos, nacionales o personales (Éxodo 14:30; Deuteronomio 20:4; Jueces
3:9; Jeremías 17:14–18) y de calamidades (por ejemplo, plaga o hambruna; 2 Crónicas
20:9). Por consiguiente, Yahwé es “Salvador” (Isaías 43:11–12), “mi Salvador”
(Salmo 18:14), y “mi salvación” (2 Samuel 22:3; Salmo 27:1).
La mayor parte de las veces, Dios decidía usar a los representantes enviados por Él
para llevar la salvación, pero “los obstáculos a superar eran tan espectaculares,
que no había duda alguna de que era necesaria una ayuda especial por parte de Dios
mismo”.1 En Ezequiel, esta palabra toma características morales. Dios promete: “Y
os guardaré de todas vuestras inmundicias” (36:29); “Y los salvaré de todas sus
rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré” (37:23).
Cuando leemos el Antiguo Testamento y tomamos su mensaje seriamente y al pie de la
letra,2 podemos llegar fácilmente a la conclusión