Tema 3

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 57

/

Tema 3. Fibra dietética

Tema 3. Fibra dietética

Objetivos

Conocer el concepto de fibra dietética.

Conocer la definición de fibra.

Conocer los principales constituyentes de la fibra dietética; su composición y sus


características básicas.

Diferenciar los distintos tipos de fibra dietética en función de sus principales características
(solubilidad y fermentabilidad bacteriana), estableciendo su relación con las propiedades
fisiológicas derivadas de su ingesta.

Conocer las recomendaciones en cuanto al consumo de fibra dietética para una dieta
«saludable».

Razonar el papel que desempeña el consumo de fibra en la prevención de enfermedades


digestivas, como el estreñimiento o la diverticulosis.

Establecer el papel beneficioso de la fibra dietética en el tratamiento de enfermedades


metabólicas, incluidas la obesidad, la diabetes mellitus tipo 2 o la hipercolesterolemia,
razonando los mecanismos involucrados en función de sus distintos componentes.

Conocer el papel de la ingesta de fibra en la prevención de tumores, como el cáncer de


colon o de mama, así como los mecanismos que justificarían este efecto preventivo.

Autores de contenido

Julio Gálvez Peralta. Universidad de Granada.


María Elena Rodríguez Cabezas. Universidad de Granada.
Desireé Camuesco Pérez. Universidad de Granada.
1.- Introducción

En 1997, la revista Nutrition Science News publicó un interesante artículo con el siguiente encabezado:
«Nutrición en el paleolítico: tu futuro depende de tu pasado. Los genes humanos, formados durante
millones de años de evolución, hacen mala pareja con las dietas modernas altamente elaboradas ».

Esta publicación concluye que el hombre actual presenta características genéticas similares a las de sus
antepasados; sin embargo, ha cambiado radicalmente sus hábitos dietéticos. Mientras nuestra dieta era
entonces muy rica en legumbres, frutas y verduras, actualmente predominan las proteínas y grasas de
origen animal.

Estos cambios han constituido la base epidemiológica para relacionar numerosas enfermedades
metabólicas y del aparato digestivo con la falta de fibra en nuestra dieta. La dieta consumida
actualmente en los países desarrollados contiene poco o ningún residuo, por falta de la necesaria fibra
contenida sobre todo en los cereales, las verduras y las frutas. En las personas adultas, esta carencia
es un factor de riesgo, que contribuye al desarrollo de numerosas enfermedades.

Pero esta carencia de fibra es mucho más peligrosa en la niñez y la adolescencia, ya que va a influir
decisivamente en la aparición precoz de enfermedades graves, como la obesidad, la diabetes, la
hipercolesterolemia y otras enfermedades del aparato digestivo, como el estreñimiento crónico o la
diverticulosis. De hecho, muchas de estas enfermedades se inician en la edad pediátrica, aunque por lo
general se expresan clínicamente a partir de la cuarta década de vida. El menor consumo de alimentos
ricos en fibra puede tener diversas explicaciones. Así, los alimentos pocos elaborados son más bastos,
obligan a una masticación más trabajosa y suelen tener un menor prestigio social.

Además, en el análisis del aumento del consumo de alimentos de origen animal y el descenso de los de
origen vegetal, hay que añadir, especialmente en los niños y los adolescentes, la aparición en la
televisión de mensajes sobre determinados alimentos de gran atracción psicológica y social para ellos.
Éstos son alimentos muy elaborados, con un alto contenido en grasas saturadas e hidratos de carbono,
pero prácticamente carentes de fibra dietética.

El objetivo de este capítulo es presentar el concepto actual de fibra dietética, sus fuentes y las
propiedades fisiológicas que manifiestan los diferentes tipos de fibra. También se pretende aportar una
visión general de los efectos beneficiosos del consumo de fibra para la salud, profundizando en los
mecanismos por los cuales puede ejercer estos efectos.
2.- Definición de fibra dietética

En 2001, la American Association of Cereal Chemist definió el concepto de fibra dietética:

La fibra dietética es la parte comestible de las plantas o hidratos de carbono análogos que son resistentes
a la digestión y la absorción en el intestino delgado, con completa o parcial fermentación en el intestino
grueso.

La fibra dietética incluye polisacáridos, oligosacáridos, lignina y sustancias asociadas de la planta. Las
fibras dietéticas promueven efectos beneficiosos fisiológicos –como el laxante– y/o atenúan los niveles de
colesterol y/o de glucosa en sangre.
3.- Componentes de la fibra dietética

Los principales componentes que se pueden incluir en el concepto de fibra dietética, en el sentido más
amplio, se recogen en la tabla 1:

Tabla 1. Principales constituyentes de la fibra dietética.


3.1 Polisacáridos

Celulosa

Hemicelulosas

Pectinas

Gomas

Mucílagos

Almidón resistente
3.1.1 Celulosa

La celulosa es un polisacárido lineal formado por unidades de d-glucosa (hasta 10.000),


unidas por un enlace β-1,4. Existen abundantes puentes de hidrógeno que se establecen de forma
intracatenaria e intercatenaria, lo que conduce a una organización de las cadenas en miofibrillas y
fibras, formando estructuras cristalinas muy estables. Esta disposición estructural, junto con su
composición química, explica las propiedades de la celulosa, destacando su carácter de insolubilidad
en agua.

Es el compuesto más abundante de las paredes celulares de las plantas, de ahí su importancia
cuantitativa en el conjunto de la fibra. En general, las verduras, las frutas, los frutos secos y los
cereales aportan cantidades muy importantes de celulosa. Una proporción mayoritaria del salvado de
los cereales es celulosa.

Al ser la celulosa un polímero polihidroxilado, puede esterificarse, obteniéndose derivados


semisintéticos, que modifican algunas de las propiedades de la celulosa, ampliando de esta forma sus
aplicaciones. Así, la esterificación conduce a polímeros hidrosolubles con numerosas aplicaciones
tecnológicas: metilcelulosa, etilcelulosa, propilcelulosa y carboximetilcelulosa. En estos componentes,
la hidrosolubilidad depende del grado de sustitución de los hidroxilos del polímero original, formando la
mayoría de ellos soluciones muy viscosas al ponerse en contacto con el agua. Algunos de estos
análogos, como la metilcelulosa o la hidroxipropilmetilcelulosa, se incluyen dentro del concepto de fibra
como análogos estructurales de los hidratos de carbono.
3.1.2 Hemicelulosas

Las hemicelulosas son polímeros más pequeños que la celulosa (50-2.000 residuos), formados
por diversos tipos de azúcares y con estructura ramificada. Aunque las hemicelulosas son muy
heterogéneas, pueden establecerse dos grandes grupos:

Hemicelulosas neutras, formadas por pentosanos de arabinosa y xilosa y por hexosanos de


galactosa, manosa y glucosa.
Hemicelulosas ácidas, donde aparecen los ácidos galacturónico y glucurónico.

Las diferencias químicas entre ellas, especialmente la presencia de grupos ácidos y la estructura
molecular en conjunto, hacen que los dos tipos de hemicelulosas tengan diferentes propiedades físicas
y químicas y, por lo tanto, distintos efectos fisiológicos.

Se encuentran asociadas a la celulosa como constituyentes de las paredes celulares. Este


hecho es muy interesante, ya que ambas sustancias forman parte de la cubierta externa (lo que
constituye, fundamentalmente, el salvado) y, por lo tanto, el aporte en fibra va a ser muy diferente en
función del grado de extracción de la harina, cuando se trata de pan u otros derivados de cereales. De
ahí la importancia de los alimentos integrales, en cuanto al aporte diario de fibra.

Independientemente de estas hemicelulosas que se ingieren con la alimentación habitual, pueden


incluirse otras, que se obtienen de fuentes vegetales y que se utilizan con fines terapéuticos o
incorporadas en productos alimenticios industriales, dada su capacidad gelificante. Entre ellas destacan
las siguientes:

Glucomananos

Son polímeros en los que el 20-50 % de las unidades de D-manosa de la cadena se


encuentran reemplazadas por D-glucosa. Las uniones interosídicas son β-1,4; pueden
tener varias D-manosas contiguas, pero las glucosas permanecen aisladas. Se disuelven
en agua, formando soluciones muy viscosas. Son constituyentes de las hemicelulosas
parietales, y son frecuentes en los órganos subterráneos de diversas Monocotiledóneas,
obteniéndose fundamentalmente de los tubérculos de Amorphophalus rivieri, variedad Konjac.

Goma de algarrobo o goma de carauba

Está constituida por el albumen de las semillas del árbol algarrobo (Ceratonia siliqua). No es
conceptualmente una goma, ya que no se obtiene de una exudación debida a un traumatismo.
Este polímero está formado por el encadenamiento de β-D-manosas unidas en 1-4, con
ramificaciones laterales de una sola unidad de α-D-galactosa en uniones α-1,6. Se
calcula una media de una unidad de D-galactosa por cuatro de D-manosa. La goma de
algarrobo se solubiliza parcialmente en agua fría y casi totalmente en caliente (80 ºC),
dando, al enfriarse, disoluciones seudoplásticas de gran viscosidad que soportan
variaciones importantes de pH (3-11). En terapéutica, la harina de algarrobo se asocia a la
aleurona de girasol y de arroz, constituyendo una preparación absorbente propuesta en el
tratamiento sintomático de las diarreas de los lactantes y los niños pequeños. También se
ha utilizado como coadyuvante en regímenes de adelgazamiento.
Goma guar

Se obtiene por trituración del albumen de las semillas de Cyamopsis tetragonolobus. Como en el
caso anterior, tampoco es una goma auténtica. También es un D-galacto-D-manano,
formado por el encadenamiento de b-dmanosas unidas en 1-4 con ramificaciones
laterales con una sola unidad de α-D-galactosa, en unión 1-6. La diferencia con la goma
de algarrobo reside en que la relación D-ga- lactosa/D-manosa es de, aproximadamente,
un medio. La goma guar es un polvo de blanco a amarillento, prácticamente insoluble en
disolventes orgánicos, pero que da con el agua soluciones de viscosidad variable. Este
galactomanano, como otras fibras solubles, es muy utilizado por los especialistas en nutrición en la
composición de regímenes destinados a diabéticos y en pacientes con niveles elevados de
colesterol, para protección de enfermedad cardiovascular.
3.1.3 Pectinas

Las sustancias pécticas se pueden definir como un grupo de polímeros construidos sobre restos de
ácido α-galacturónico unidos en 1-4 a arabinanos y galactanos. La estructura del polímero
varía según el origen botánico, pero también cambia para una misma fuente, según el
estadio de desarrollo. Estos polisacáridos se localizan, principalmente, en la laminilla media de la
pared de las células vegetales, donde se asocian a la celulosa y las hemicelulosas, por enlaces de
naturaleza no precisada. Las pectinas incorporadas en los alimentos naturales son, junto con la
celulosa y las hemicelulosas, los tres componentes mayoritarios de la fibra alimentaria.

Las pectinas son, sobre todo, abundantes en frutos inmaduros. En principio, son insolubles, lo que
asegura cierta rigidez de los tejidos, pero durante la maduración se degradan a azúcares y
ácidos, siendo esta degradación uno de los mecanismos por el que se produce el
reblandecimiento de los tejidos. Las pectinas se extraen a partir de los desechos de limones y
manzanas obtenidos en la fabricación de zumos de frutas. Las disoluciones de pectinas son muy
viscosas y su comportamiento es seudoplástico, debido a que los grupos carboxílicos libres se
ionizan, por lo que las moléculas se repelen, adquiriendo una conformación extendida, que permite que
sean fuertemente hidratadas.

El interés fundamental de las pectinas en nutrición se debe a sus características de «fibra


soluble»: al absorber agua constituyen una preparación espesante del contenido gástrico y regulador
del tránsito intestinal. Por otra parte, al fermentar con bastante rapidez, favorecen el crecimiento de
una microbiota saprofita más apropiada, aumentando así el volumen fecal. Por ello, se utilizan en el
tratamiento sintomático de las regurgitaciones del lactante y en las diarreas.

En dietética, la utilización regular de pectinas ha demostrado su eficacia en el control de la


colesterolemia y la prevención de enfermedades cardiovasculares, como ocurría con la goma
guar.
3.1.4 Gomas

Las gomas son polisacáridos complejos, siempre heterogéneos y ramificados, que contienen
diversos azúcares neutros y ácidos urónicos, que pueden estar metilados o acetilados.
Fluyen al exterior del vegetal y, en general, se consideran que resultan de un traumatismo (aunque
la goma de tragacanto se almacena antes de cualquier agresión). Provienen de la trasformación de
polisacáridos de la pared celular, pudiendo incluso proceder del almidón. Aunque se haya
postulado que son la manifestación de una adaptación a la sequedad, su presencia en especies de
localización septentrional tiende a invalidar esta hipótesis.

La mayoría de las gomas se disuelven en agua, formando disoluciones viscosas. Son


insolubles en disolventes orgánicos y se solidifican por desecación.

Se incluyen en este grupo componentes que no suelen ingerirse con los alimentos naturales, sino
que son el exudado que fluye naturalmente o por incisiones del tronco y las ramas de diversas plantas.
De entre las diversas gomas, destacan las siguientes:

Goma arábiga, que se obtiene de las acacias (Acacia senegal).


Goma de tragacanto de Astragalus gummifer.
Goma esterculia de Sterculia tomentosa.

Las gomas arábiga y de tragacanto, debido a su relativa dificultad de obtención, son poco
utilizadas por la industria agroalimentaria, aunque su uso está autorizado como agentes
espesantes. Se emplean en farmacotecnia como estabilizantes y gelificantes.

La goma de esterculia, inicialmente introducida como sucedánea de la goma de tragacanto, tiene


numerosas ventajas que justifican el amplio empleo que se hace de ella en farmacia. Así, forma
dispersiones viscosas que se hinchan fuertemente, es no fermentable y no se absorbe ni se degrada.
Por estos motivos, está indicada en el tratamiento sintomático del estreñimiento, sola o
asociada a otros principios activos, y se propone como coadyuvante en regímenes
restrictivos en el curso de tratamientos de obesidad.
3.1.5 Mucílagos

Son polisacáridos complejos en cuya composición entran, al igual que en las gomas,
azúcares, como arabinosa y manosa, junto con ácidos urónicos, especialmente ácido
galacturónico. Son constituyentes celulares normales, preexistentes en formaciones histológicas
especializadas (células o canales) y frecuentes en el tegumento externo de las semillas. Son agentes
de retención hídrica, que desempeñan un papel muy importante en la germinación. También se han
encontrado mucílagos en las raíces y las hojas de diversas especies vegetales.

Entre las principales fuentes de obtención de mucílagos, cabe destacar las siguientes:

Diversas especies del género Plantago. Las más representativas son la ispágula (Plantago ovata)
y la zaragatona o Psyllium (P. psyllum y P. arenaria). Las semillas y cutículas de estas especies
han sido, tradicionalmente, utilizadas por sus propiedades laxantes, debido a los mucílagos que
contienen.
Las flores de malva (Malva silvestris) y la raíz de altea (Althaea oficinalis).
La semilla del lino (Linum usitatissimun).

Algunas algas constituyen también una fuente muy importante de polisacáridos ácidos, que
estructuralmente se pueden englobar en el concepto de mucílagos. Una de las características de las
algas es la formación de talos complejos, que son aglomeraciones de células frecuentemente poco
diferenciadas, flexibles y desprovistas de lignina. La matriz que contiene a las células de las algas es
glucídica y los polisacáridos que los constituyen son polímeros capaces de formar geles, para la
adaptación al medio marino, ya que necesitan más flexibilidad, a diferencia de lo que ocurre en los
vegetales terrestres. Los principales tipos de polisacáridos procedentes de algas son:

Ácido algínico y alginatos, elaborados por distintas especies de las Feofíceas (algas pardas),
como Laminaria digitata, Laminaria hyperborea, Macrocystis pyrifera, Fucus serratus y Fucus
vesiculosus.
Carragenanos y agar-agar, polímeros de galactosa sulfatada elaborados por algas de la clase
Rodofíceas (algas rojas), destacando Chondrus crispus como fuente de carragenano y diferentes
especies del género Gelidium para el agar-agar.

Los mucílagos son fibras solubles que, una vez extraídos, poseen una gran capacidad de
formar geles.
3.1.6 Almidón resistente

El almidón se encuentra distribuido ampliamente en tubérculos como la patata, en granos y


semillas, en un gran número de frutos y en los rizomas de muchas plantas. En un principio se
pensaba que la totalidad del almidón ingerido se disociaba y se absorbía a lo largo del aparato
intestinal. Estudios posteriores han demostrado que al menos el 10 % del almidón escapa a los
procesos de digestión. El almidón resistente se define como la suma de almidón y productos de
su degradación que no han sido absorbidos en el intestino delgado de individuos sanos.

Existen diferentes factores que hacen que el almidón sea resistente a la α-amilasa humana:

Forma física del alimento. Existen almidones que, por su localización en granos y semillas
poco molidos –como la patata, el plátano y el salvado– o por estar en alimentos amiláceos de
gran densidad –como la pasta–, hacen que sean inatacables en su totalidad por las enzimas
digestivas.

Proceso de retrogradación. Al calentar el almidón en presencia de agua, puede producirse una


distorsión de las cadenas polisacarídicas, adquiriendo una conformación al azar, lo que provoca
hinchamiento del almidón y engrosamiento de la matriz envolvente, proceso conocido como
gelatinización. En estas circunstancias, el almidón gelatinizado es fácilmente atacable por las
enzimas; sin embargo, al enfriarse, comienza un proceso de recristalización –denominado
retrogradación– muy rápido para la amilosa y lento para la amilopectina, siendo este último
fenómeno responsable, por ejemplo, del endurecimiento del pan. Esta última fracción constituye
la fracción mayoritaria del almidón resistente de los alimentos precocinados, tan abundantes en
los procesos tecnológicos y culinarios que normalmente se practican.

Factores extrínsecos. Estos factores, como por ejemplo la masticación, determinan la


accesibilidad del almidón contenido en estructuras rígidas, el tiempo de tránsito desde la boca al
íleon terminal, la concentración de amilasa en el intestino o la presencia de otros componentes
alimentarios que pueden retrasar la hidrólisis enzimática.

Es difícil cuantificar cuánto representa el almidón resistente en el conjunto de la fibra alimentaria,


puesto que depende de muchos factores, dependientes tanto de los alimentos que se ingieran (el
plátano puede tener hasta un 90 %) como del tipo de cocinado, ya que los alimentos precocinados
presentan mayor cantidad de almidón. Estudios recientes apuntan a que la cantidad de almidón que
alcanza el intestino grueso puede ser de 5-10 g/día.

El almidón resistente se comporta en el colon como un sustrato importante para la


fermentación bacteriana colónica, con lo que puede aportar los beneficios derivados de ésta.
3.2 Oligosacáridos

Existen dos tipos de oligosacáridos de importancia en la industria alimentaria: fructooligosacáridos


(FOS) y galactooligosacáridos (GOS).

Los FOS más importantes son 1-cestosa, nistosa y fructosilnistosa, constituidos por una molécula
de sacarosa y una, dos o tres de fructosa, respectivamente. Se encuentran en productos de
origen vegetal, como la cebolla, la alcachofa, el tomate y la remolacha. En la industria alimentaria, se
emplea un producto aislado de esta última por acción de la fructosilfuranosidasa.

En los GOS, se une una molécula de lactosa, también en disposición lineal, a cuatro
galactosas. Son componentes presentes en la leche de vaca, obteniéndose industrialmente a
partir de la lactosa mediante una transgalactosilación con una β-D-galactosidasa.

Además de FOS y GOS, existen otros oligosacáridos que se ingieren con diferentes alimentos, como
la inulina (cebolla), la rafinosa, la verbascosa y la estaquiosa, que se encuentran fundamentalmente en
las legumbres.

A los FOS se les atribuye un importante efecto favorecedor del crecimiento de las
bifidobacterias, ya que pueden ser degradadas por b-oxidasas que producen estas bacterias, y no lo
son por las bacterias patógenas, como Escherichia coli o Clostridium perfringens.
3.3 Lignina

Las ligninas son macromoléculas, con elevado peso molecular, que resultan de la unión de
varios alcoholes fenilpropílicos (cumarílico, coniferílico y sinapílico). El acoplamiento
aleatorizado de estos radicales da origen a una estructura tridimensional, de polímero amorfo, que es
muy característica de las diferentes ligninas. Es el polímero natural más complejo en relación a
su estructura y heterogeneidad, por lo que no es posible describir una estructura definida.

La lignina realiza múltiples funciones que son esenciales para la vida de las plantas. Por
ejemplo, desempeña un importante papel en el transporte interno de agua, nutrientes y metabolitos.
La lignina también proporciona rigidez a la pared celular y actúa como puente de unión entre las
células de la madera, creando un material que es notablemente resistente a los impactos, las
compresiones y las flexiones. Por último, es importante señalar que la lignificación de los tejidos
permite resistir el ataque de los microorganismos, impidiendo la penetración de las enzimas
destructivas de la pared celular.

A pesar de no ser un polisacárido, como se encuentra químicamente unida a las hemicelulosas de la


pared de la célula vegetal y dado que colabora en algunas de las propiedades fisiológicas
gastrointestinales, se incluye en el concepto de fibra dietética. No obstante, la lignina es un
componente alimentario menor, hasta el punto de que la mayor parte de los alimentos que ingiere el
ser humano están en estado no lignificado, siendo la única excepción los cereales de grano entero.

Las ligninas son polímeros insolubles en ácidos y en álcalis fuertes, no se digieren ni se


absorben y tampoco son atacadas por la microbiota del colon. Esto hace que el proceso de
lignificación afecte notablemente a la digestibilidad de la fibra. En este sentido, la cantidad de lignina,
que aumenta de manera ostensible en la pared celular como consecuencia de la maduración, hace a
estos alimentos resistentes a la degradación bacteriana y reduce la digestibilidad de los polisacáridos
fibrosos.

Una de las propiedades más interesantes de la lignina es su capacidad de ligarse a los ácidos
biliares y otros componentes orgánicos, como el colesterol, retrasando o disminuyendo su
absorción en el intestino delgado.
4.- Tipos de fibra dietética

Las fibras se podrían encuadrar en función de su composición química, su situación en la planta o sus
propiedades fisicoquímicas. De manera general, las fibras se suelen clasificar en función de dos de sus
propiedades, que son responsables de la mayoría se sus beneficios fisiológicos: comportamiento en
contacto con el agua y capacidad de fermentabilidad.
4.1 Fibras solubles e insolubles

El comportamiento de las distintas fibras en relación con el agua es muy diverso y depende de muchos
factores, entre los que destacan los siguientes:

Los grupos hidroxilo presentes en la fibra, que establecerán puentes de hidrógeno con las
moléculas de agua.
La presencia de grupos carboxílicos, que permitirá interacciones iónicas más fuertes a través
de su unión con iones metálicos y, de éstos, con el agua. Esta unión, además, favorecerá la
orientación de las moléculas de agua.
La estructura tridimensional de los polímeros, lineal o más o menos ramificada, que
permitirá la acumulación de agua en la matriz de la fibra.

Las fibras solubles en contacto con el agua forman un retículo, donde ésta queda atrapada,
originando soluciones de gran viscosidad. Son fibras con elevada capacidad para retener agua, entre
las que destacan las pectinas, algunas hemicelulosas, las gomas, los mucílagos y los polisacáridos
procedentes de algas. La capacidad gelificante es la responsable de muchos de los efectos fisiológicos
de la fibra, como la disminución de la glucemia pospandrial o la atenuación de los niveles plasmáticos
de colesterol.

Las fibras insolubles se caracterizan por su escasa capacidad para formar soluciones
viscosas. En contacto con el agua, las fibras poco solubles –como la celulosa, diversas
hemicelulosas y la lignina– pueden retener agua, aunque esta capacidad es siempre menor
que en el caso de las fibras solubles.

Para una misma fibra, algunas características físicas pueden influir en la capacidad de captar agua; así,
por ejemplo, es muy importante el tamaño de la partícula ingerida. El salvado de trigo finamente
molido capta un 26 % menos de agua que el no molido. Por último, es interesante resaltar que la
retención hídrica que presentan muchas fibras in vivo puede verse afectada por los procesos
de fermentación que pueden sufrir en el intestino grueso (leer explicación a continuación).

Así, las fibras que contienen componentes insolubles, como la celulosa y la hemicelulosa, con menor
grado de retención acuosa inicial, tienden a tener un mayor efecto sobre la retención final de agua y,
por lo tanto, sobre el peso fecal, en comparación con las fibras solubles. La razón de este hecho,
aparentemente paradójico, radica en que las fibras solubles que retienen más agua en los segmentos
digestivos iniciales son fermentadas por la microbiota intestinal, con lo que se produce más masa
bacteriana que contribuye a la masa fecal, pero desaparece el agua que retenían. Por el contrario, la
fibra insoluble es mucho menos atacable por la microbiota, contribuyendo decisivamente a los
contenidos fecales por el residuo no digerido y el agua retenida, aunque en principio esta última es
menor, comparativamente, con la que retenía la fibra soluble. En este sentido, el salvado de trigo, rico
en celulosa y hemicelulosa no soluble, aumenta mucho el residuo no digerido, mientras que la fibra de
frutas y verduras y otros polisacáridos solubles fermentan en gran proporción, dando lugar a una
menor masa fecal, aunque produzcan una gran masa bacteriana.
4.2 Fibras fermentables y no fermentables

La fibra dietética llega al intestino grueso de forma inalterada. Aquí, al contrario de lo que
ocurre con las enzimas digestivas humanas del intestino delgado, las bacterias del colon,
con sus numerosas enzimas de gran actividad metabólica, pueden digerir en mayor o menor
medida la fibra, dependiendo de su composición química y su estructura.

El ciego es un receptáculo donde se almacenan las heces durante un cierto tiempo y donde las
bacterias intestinales degradan la fibra consumida. Estas reacciones son tan intensas que el valor del
pH desciende bruscamente de 7-7,5 a 6-6,5 y la temperatura sube alrededor de 0,7 ºC. Las moléculas
complejas son desdobladas a hexosas, pentosas y alcoholes que ya no pueden ser absorbidos en el
intestino grueso, sirviendo de sustrato a otras colonias bacterianas que las degradan a hidrógeno,
metano y dióxido de carbono, responsables de cierto grado de flatulencia, ácido láctico y, sobre todo,
ácidos grasos de cadena corta, constituidos principalmente por acetato, propionato y butirato. En estos
procesos se produce gran cantidad de energía, que es aprovechada por las bacterias que realizan esta
fermentación.

Los sustratos fermentativos que utiliza la microbiota intestinal son los distintos tipos de polisacáridos
que componen la fibra, así como los hidratos de carbono solubles malabsorbidos en el intestino
delgado, como la lactosa y la fructosa, y los hidratos de carbono endógenos, como las mucinas y las
glicoproteínas del intestino grueso.

Todos los tipos de fibra, a excepción de la lignina, pueden ser fermentados por las bacterias
intestinales, aunque en general las fibras solubles lo son en mayor cantidad que las insolubles. Así, las
pectinas, las gomas o los mucílagos tienen un grado de fermentabilidad del 80-95 %, mientras que en
el caso de la celulosa es del 15-50 %.

En función de la fermentación bacteriana, la fibra puede dividirse en:

Fibras no fermentables (< 10 %). Entre éstas destacan fibras insolubles, como la lignina, y
algunas fibras solubles, como la carragenina, la metilcelulosa y la carboximetilcelulosa.

Fibras parcialmente fermentables (10-70 %). Destacan las fibras insolubles ricas en celulosa.
También se incluyen, en este grupo, algunas fibras solubles, como el agar, y otras fibras
parcialmente solubles, como las semillas de Plantago.

Fibras fermentables (> 70 %). Están constituidas siempre por fibras solubles ricas en
hemicelulosas (goma guar, glucomanano) o ricas en ácidos glucurónicos (pectinas o algunas
gomas).

En la actualidad, existe un consenso general al afirmar que los efectos de la fermentación en el colon
de la fibra dietética son imprescindibles para el buen funcionamiento del aparato digestivo, y que su
ausencia puede producir alteraciones de consecuencias importantes.
5.- Propiedades fisiológicas de la fibra

Como se ha indicado antes, las propiedades fisiológicas de la fibra dietética se basan,


fundamentalmente, en dos de sus características (figura 1):

Solubilidad en agua.
Capacidad de ser fermentadas por las bacterias intestinales.

Figura 1. Efectos fisiológicos de la fibra. AGCC: ácidos grasos de cadena corta.

Propiedades derivadas de la solubilida

Las fibras solubles, debido a su elevada capacidad de retener agua, rápidamente forman
soluciones viscosas o geles, cuando se combinan con agua. Por el contrario, las fibras insolubles o
poco solubles van a actuar como una «esponja», de forma que el agua queda retenida en su
matriz estructural, formando mezclas de baja viscosidad. En la ingesta de fibra dietética va a
generar un incremento en el volumen de los contenidos luminales, con la consiguiente
distensión de las paredes del tracto gastrointestinal.

El resultado final será la estimulación de los correspondientes reflejos que facilitan la


sensación de saciedad o que aceleran el tránsito de los contenidos en los intestinos
delgado y grueso.

1. Se ha propuesto que la formación de soluciones viscosas por la fibra soluble en el estómago


constituye el principal factor responsable del retraso en el vaciamiento gástrico que ocurre
tras su ingesta.

2. Además, el mayor volumen y viscosidad de los contenidos que alcanzan los segmentos
intestinales, junto con la aceleración del tránsito en el intestino delgado, dificultan el
contacto de los nutrientes con las enzimas digestivas o con la superficie intestinal. Estas
acciones pueden ser las responsables del enlentecimiento en la absorción de determinados
nutrientes, como la glucosa o el colesterol. En el caso de la fibra insoluble, al incrementar la
velocidad de tránsito de los contenidos intestinales y al retener compuestos en su
estructura, puede igualmente verse dificultada la absorción de nutrientes.

Propiedades derivadas de la fermentación por bacterias


intestinales

La fibra es fermentada por las bacterias colónicas, lo que origina, en primer lugar, la proliferación
de determinadas poblaciones bacterianas, y, en segundo lugar, la generación de ácidos grasos de
cadena corta (AGCC), junto con dióxido de carbono e hidrógeno.

Los efectos beneficiosos que se derivan del crecimiento bacteriano pueden resumirse en:

a) contribuir de forma significativa al aumento de masa en los contenidos intestinales (de 35 a


50 % del total);

b) incrementar la actividad metabólica bacteriana, lo que favorece la utilización de


compuestos potencialmente tóxicos, como derivados tiólicos, fenólicos o del ion amonio,
reduciendo en consecuencia sus niveles luminales, y

c) algunos de los componentes de la fibra dietética, como el almidón resistente y los


fructooligosacáridos, son fermentados por determinados tipos de bacterias de la microbiota
bacteriana colónica (bifidobacterias y lactobacilos), que desempeñan un papel fundamental en
el mantenimiento de la homeostasis intestinal, promoviendo su expansión de forma selectiva,
lo que constituye el efecto denominado «prebiótico».

Los AGCC que se forman como consecuencia de la fermentación de la fibra (90-95 %) son,
fundamentalmente, los siguientes: acetato (C2), propionato (C3) y butirato (C4), en una
proporción de 60:25:14, respectivamente, si bien ésta se puede alterar por cambios en la dieta. En
menor proporción (5-10 % del total de los AGCC) se producen valerato (C5), hexanoato (C6) y los
ácidos grasos ramificados isobutirato (iC4) e isovalerato (iC5).

Los AGCC presentan importantes efectos, que son necesarios para el buen funcionamiento
intestinal (figura 2). Así, son la principal fuente de energía para los colonocitos, siendo el butirato
el preferido, dado que es metabolizado casi en su totalidad en estas células, antes de alcanzar la
circulación portal, mediante oxidación hasta acetil-CoA, que se incorpora al ciclo del ácido cítrico y
proporciona, de este modo, la energía. El metabolismo de los AGCC por parte del colonocito
produce cuerpos cetónicos, dióxido de carbono y agua, compuestos muy importantes para una
buena función de la mucosa del colon, ya que intervienen en mecanismos como la producción de
moco, la absorción de iones, la formación de bicarbonato y, como se ha indicado antes, la
producción de energía. Además, se ha postulado que el butirato ejerce otras acciones que
contribuyen al correcto funcionamiento intestinal: incrementar la motilidad colónica, promover la
absorción hidroelectrolítica, inducir la diferenciación de células epiteliales colónicas, reducir la
proliferación epitelial, previniendo el desarrollo del proceso tumoral, y preservar la función de
barrera del intestino, al facilitar la integridad de las «uniones firmes» (del inglés, tight junctions)
intercelulares de los colonocitos.

Figura 2. Efectos derivados de la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC), después de la fermentación
de la fibra dietética por la microbiota bacteriana intestinal. HMG-CoA: β-hidroxi-β-metilglutaril coenzima A. (+): facilita;
(–): inhibe..

El ácido propiónico es metabolizado en el hígado, actuando como precursor en la gluconeogénesis


y la lipogénesis. Por último, el ácido acético puede ser metabolizado en tejidos periféricos para
obtener energía, o en el hígado para la síntesis de ácidos grasos de cadena larga o de cuerpos
cetónicos. Estos efectos hacen que la fibra pueda también constituirse en un sustrato energético,
que, según algunos estudios, podría aportar hasta 300 calorías/100 g de fibra. Por último, junto
con la capacidad de aumentar el flujo sanguíneo y de reducir el pH en la luz del colon, se ha
descrito que los AGCC presentan propiedades inmunomoduladoras.

El lugar en el colon donde se produce la fermentación es un aspecto importante; así, las fibras
muy fermentables (salvado de avena, goma guar y almidón resistente) son fermentadas,
principalmente, en el ciego y el colon ascendente, por lo que las concentraciones de AGCC son
mayores en las primeras porciones del colon y van disminuyendo hacia la parte distal del recto. En
consecuencia, los efectos beneficiosos ejercidos por estos productos de la fermentación de la fibra
no se manifestarían en el colon distal. Sin embargo, cuando esta fibra muy fermentable se
combina con fibra menos fermentable, el proceso de fermentación se produce a lo largo de todo el
colon, lo que permite que se produzca la exposición de estos compuestos en toda la longitud del
epitelio colónico.
6.- Efectos potencialmente negativos de la fibra dietética

Entre los efectos potencialmente negativos de la fibra, cabe resaltar la reducción en la absorción de
vitaminas, minerales y ciertos aminoácidos esenciales. Por otra parte, las dietas ricas en fibra
aportan una menor cantidad de calorías. Es muy improbable que un adulto sano que consume
fibra en los rangos propuestos tenga problemas en la absorción de nutrientes; sin embargo, la
recomendación de 25 g/día de fibra puede no ser apropiada para los ancianos, considerando
además que se han hecho muy pocos estudios en esta población.

Por lo general, el incremento en el consumo de fibra se propone para normalizar el tránsito intestinal,
lo que debería evitar la constipación o la diarrea presente. Sin embargo, se han notificado casos de
diarreas cuando se consumen cantidades excesivas de fibra. Por otra parte, se han descrito
algunos casos de obstrucción intestinal causada por bezoar fecal con suplementos en fibra,
sobre todo si el individuo no bebe suficiente agua o recibe conjuntamente inhibidores de la
motilidad intestinal.

La fermentación de la fibra dietética por las bacterias anaerobias en el intestino grueso produce gases
que pueden relacionarse con molestias gastrointestinales, debido a la distensión y la flatulencia.
Por ello, el incremento en el consumo de fibra debe realizarse gradualmente, para que el
tracto gastrointestinal se vaya adaptando poco a poco.

Por último, merece la pena señalar que las fórmulas enterales ricas en fibra pueden causar
bloqueo de las sondas utilizadas. Este hecho es más problemático con las fibras muy viscosas. Por
otra parte, como las fórmulas que contienen fibra suelen ser más caras que las fibras estándares,
existen muy pocos datos clínicos publicados que demuestren la efectividad de utilizar estas fórmulas
durante mucho tiempo con el fin de conseguir sus potenciales efectos protectores.
7.- Recomendaciones sobre el consumo de fibra

El concepto actual de fibra dietética incorpora, como elemento primordial, su capacidad de promover
efectos beneficiosos para la salud, idea que surgió en los años setenta, cuando diversos estudios
epidemiológicos, encabezados por los doctores Burkitt y Trowell, sugirieron que la fibra podía presentar
beneficios adicionales para muchas enfermedades propias del mundo occidental, a las que
denominaron «enfermedades de la opulencia» (figura 3):

Enfermedades del tracto digestivo: estreñimiento crónico, cáncer de colon, diverticulosis,


apendicitis, hernia de hiato, hemorroides, varices, piedras en la vesícula, etc.
Obesidad.
Enfermedades cardiovasculares.
Diabetes.

Figura 3. Enfermedades relacionadas con el déficit de fibra en la dieta.

La cantidad de fibra que se ingiere en los países desarrollados es muy inferior a la recomendada, sobre
todo en el norte de Europa y América; no obstante, los países del sur de Europa han presentado,
tradicionalmente, una ingesta de fibra mayor que el resto de los países occidentales, debido a la dieta
mediterránea propia de la zona.

Los diferentes comités de expertos en nutrición proponen la instauración de una dieta «saludable», en
la que se incremente el consumo de alimentos ricos en fibra, como cereales, legumbres, verduras y
frutas. El aporte de fibra es mejor realizarlo mediante el consumo de alimentos que por la
administración de suplementos, ya que en los primeros existen otras sustancias, como vitaminas,
minerales o antioxidantes, que podrían contribuir a algunos de los efectos beneficiosos relacionados
con su consumo. Además, cuando se ingieren alimentos con fibra, se sustituyen aquellos ricos en grasa
y proteínas menos saludables.

No se han establecido unas recomendaciones específicas del consumo de fibra, pero se sugiere que, en
el adulto, la ingesta debe oscilar entre 20 y 35 g/día, o bien, basándose en el contenido calórico de la
dieta, entre 10 y 13 g de fibra dietética al día por cada 1.000 kcal. En los niños > 2 años, se
recomienda el consumo de la cantidad de fibra que resulte de sumar 5 g/día a la edad del niño, de
forma que alcance consumos de 25-35 g a partir de los 20 años de edad. Hasta el momento, no
existen estudios que definan las cantidades idóneas de consumo de fibra en niños < 2 años, aunque
una estrategia adecuada consiste en introducir, de forma progresiva en la dieta sólida del niño, frutas y
verduras variadas, así como cereales fáciles de digerir.

La fibra consumida debe ser equilibrada entre soluble e insoluble (25 y 75 %, respectivamente) y se
recomienda que provenga de todos los tipos de alimentos que la contienen: cereales, frutas, verduras y
legumbres (tabla 2).
Tabla 2. Contenido en fibra (total, soluble e insoluble) de algunos alimentos.

Algunas de las recomendaciones prácticas para el consumo de alimentos ricos en fibra son las
siguientes:
Tomar diariamente al menos 6 raciones de derivados de cereales, 3 de verduras y 2 de fruta.

En cuanto a la ración de cereales, ésta incluye una rebanada de pan, 30 g de cereales de


preparación rápida o media taza de cereal cocinado, como arroz o pasta. Dado que los productos
hechos con semillas refinadas (pan blanco, arroz blanco o la mayoría de las pastas) presentan un
reducido contenido en fibra, es preferible consumir derivados elaborados con salvado (de trigo o
de avena) o con cereal entero (pan integral, harina de avena, pastas integrales, arroz integral),
que aportan mayor cantidad de fibra.

Una ración de verduras está constituida por: una taza de verduras crudas de hoja, media
taza de verduras troceadas o cocinadas y tres cuartos de taza de zumo vegetal.

Las legumbres –como las judías, las lentejas o los garbanzos– son excelentes fuentes de
fibra dietética; por ello, se recomienda su consumo varias veces a la semana. El contenido
en fibra de media taza de legumbres equivale, de forma general, a una ración de verduras.

Una ración de fruta puede estar constituida por una pieza del tipo de la manzana o la
naranja, por media taza de macedonia o fruta enlatada, o por tres cuartos de taza de zumo
de frutas. Es preferible el consumo de frutas completas que el de zumos.

Es importante resaltar que el mayor consumo de compuestos ricos en fibra debe acompañarse de
una mayor ingesta de líquidos, preferentemente agua (2-3 l diarios).
8.- Aplicaciones terapéuticas de la fibra dietética

Fibra dietética y alteraciones gastrointestinales

Fibra dietética y obesidad

Fibra dietética y diabetes mellitus

Fibra dietética y enfermedad cardiovascular

Fibra dietética y cáncer


8.1 Fibra dietética y alteraciones gastrointestinales

Estreñimiento

Diverticulosis

Enfermedad inflamatoria intestinal

Síndrome del intestino irritable


8.1.1 Estreñimiento

El consumo adecuado de fibra dietética incrementa el peso de los contenidos intestinales, facilitando la
evacuación normal de éstos. De hecho, cuando la dieta aporta una pequeña proporción de fibra, el
volumen de las heces se reduce, lo que origina dos efectos negativos:

a) el tiempo de tránsito intestinal aumenta considerablemente, de forma que los residuos fecales
permanecen mucho más tiempo en el colon, incrementando la absorción del agua que contienen,
por lo que las heces serán escasas, resecas y duras, y

b) el reflejo defecatorio se inhibe, debido al poco peso y pequeño volumen de las heces que no
distienden la ampolla rectal suficientemente, por lo que la defecación será infrecuente y
dificultosa.

Tanto la fibra fermentable como la fibra poco fermentable son eficaces en la prevención y el
tratamiento del estreñimiento, pero el mecanismo por el que ejercen su efecto es distinto.
La fibra poco fermentable, en general insoluble, incrementa la masa intestinal de manera
directa y, de esta forma, acelera el tránsito intestinal, al estimular los movimientos
propulsores y disminuir los movimientos mezcladores.

La fibra muy fermentable, en general soluble, es la que más aumenta de volumen por su gran
capacidad de retener agua, pero su estructura se destruye al ser fermentada en el colon y pierde esa
propiedad. No obstante, aumenta la masa intestinal al favorecer el crecimiento bacteriano. Además, los
AGCC generados como consecuencia de su fermentación tienen un efecto directo sobre la motilidad
intestinal colónica, y los distintos gases (CO2, H2 y CH4) que se producen impulsan la masa fecal al
actuar como bomba de propulsión.

Por todos estos mecanismos, la fibra consigue que las deposiciones sean más frecuentes y las heces
más voluminosas y blandas. De hecho, los suplementos de fibra (salvado de cereales, semillas de P.
ovata, metilcelulosa) constituyen la medida de elección en el tratamiento del estreñimiento funcional o
en situaciones especiales, como la gestación o cuando la ingesta de comida se reduce, como ocurre en
los ancianos con poca actividad física.
Tema 3. Fibra dietética http://localhost:51235/temp_print_dirs/eXeTempPrintDir_xkbcqq/tema3/

8.1.2 Diverticulosis

El desplazamiento de los contenidos intestinales a través del intestino grueso es estimulado, en parte,
por la presencia de residuos en la luz intestinal. Cuando existe un residuo insuficiente, como
consecuencia de una ingesta deficiente de fibra dietética, el colon responde con la generación de
contracciones más fuertes, para poder propulsar distalmente el pequeño volumen de contenidos
intestinales. La cronificación de esta situación lleva a una hipertrofia muscular colónica y a una
alteración de su funcionalidad, junto con un aumento de la presión intracolónica. Este último hecho
promueve la formación de los divertículos o herniaciones de la capa mucosa, como resultado de la
salida de la mucosa a través de la capa muscular circular intestinal en los puntos débiles de la
musculatura, como los lugares donde los vasos sanguíneos perforan la pared muscular.

La ingesta adecuada de fibra previene la formación de divertículos, al aportar masa suficiente a los
contenidos intestinales en el colon, ya que se requiere una menor fuerza contráctil de tipo propulsivo
para promover su avance distal. Además, la suplementación de fibra es la opción terapéutica en el
tratamiento de diverticulosis colónica, ya que, aunque los divertículos ya formados no son restaurados
a un estado de normalidad, la masa suministrada previene la formación de nuevos divertículos, lo que
disminuye la presión colónica, reduciendo así la posibilidad de que un divertículo formado «estalle» o
se inflame, agravando la situación del paciente.
8.1.3 Enfermedad inflamatoria intestinal

El término enfermedad inflamatoria intestinal (EII) engloba, fundamentalmente, dos entidades


patológicas: la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Ambas se caracterizan por manifestar una
inflamación crónica del intestino, con períodos de exacerbación, seguidos de intervalos más o menos
prolongados de remisión de los síntomas. La etiología de estas enfermedades sigue considerándose
desconocida, aunque se ha propuesto la interacción de factores genéticos, inmunológicos y dietéticos o
ambientales, que explicaría la mayor incidencia en las áreas urbanas de los países industrializados.

Independientemente de la causa que genera estas enfermedades, está establecido que antígenos
presentes en el lumen, probablemente procedentes de la microbiota bacteriana intestinal, originan una
respuesta inmunitaria exagerada y descontrolada que se caracteriza por una activación de la síntesis y
la liberación de numerosos mediadores proinflamatorios: eicosanoides (como el leucotrieno B4 [LTB4]),
el factor activador plaquetario (PAF), radicales libres y citoquinas proinflamatorias, como las
interleuquinas (IL) 1, IL-2, IL-4, IL-5, IL-6, IL-8, el interferón g (IFN-g) y el factor de necrosis tumoral
alfa (TNF-α).

Dado que los AGCC, y en particular el butirato, participan en el funcionamiento intestinal normal y
constituyen la principal fuente de energía para el colonocito, se ha intentado establecer una relación
entre la EII y la alteración en la producción de AGCC. Algunos estudios han encontrado que, en los
pacientes con colitis ulcerosa, las concentraciones de AGCC en el lumen colónico son inferiores a las
normales, lo que se puede deber a la ingesta de una dieta pobre en fibra o bien a una capacidad
fermentativa de la fibra dietética reducida en comparación con individuos sanos. Esto tendría dos
consecuencias: a) la alteración de la microbiota bacteriana colónica hacia especies potencialmente
productoras de sustancias antigénicas y b) la falta de la principal fuente de energía para el colonocito,
lo que le haría perder su papel de barrera, facilitando la entrada de antígenos, lo cual favorece la
respuesta inflamatoria.

En la actualidad no se dispone de estudios epidemiológicos que establezcan una relación


entre la cantidad de fibra dietética ingerida y la incidencia de EII. Sin embargo, se han
realizado distintos ensayos clínicos con fibra dietética en pacientes con colitis ulcerosa. En 1978 se
realizó un primer estudio con el salvado de avena, para valorar su efecto en el mantenimiento de la
remisión. La conclusión de este estudio fue que el salvado de avena no prolongaba el tiempo de
remisión de la enfermedad, aunque la ausencia de efecto podía atribuirse a que se trataba de una fibra
insoluble, poco fermentable y, por lo tanto, que no aumentaba en gran medida la producción de
butirato, siendo su principal efecto el aumento de la masa fecal. Ensayos posteriores realizados con las
cutículas y semillas de P. ovata en pacientes con colitis ulcerosa en remisión demostraron un efecto
beneficioso, tanto en aliviar los síntomas de los pacientes –con la normalización del tránsito intestinal–
como en mantener la remisión clínica, con una eficacia similar a la presentada por la mesalazina,
fármaco utilizado en la terapia de la EII. La respuesta favorable se podría explicar, principalmente, por
el incremento de la producción de AGCC, sobre todo en el colon ascendente. Otros estudios, realizados
en pacientes con colitis ulcerosa activa, investigaron la seguridad y eficacia de la administración de 30
g/día de fibra procedente de cebada germinada. Los pacientes experimentaron una mejoría en los
parámetros clínicos estudiados, la cual se relacionó con un incremento en la concentración fecal de
butirato. Por último, también las fibras de tipo soluble y muy fermentable han demostrado tener
efectos beneficiosos en el tratamiento de la colitis ulcerosa en remisión. En un ensayo clínico se
demostró que la administración de prebiótico (12 g/día), constituido por inulina enriquecida en
oligofructosacáridos, mejora la respuesta obtenida con el fármaco mesalazina, comúnmente utilizado
para prevenir las recurrencias en esta enfermedad.

Aunque en una revisión sistemática, publicada en 2014, se concluye que las evidencias sobre
la eficacia de la fibra dietética para mejorar la enfermedad inflamatoria intestinal son
débiles, sí se ha podido comprobar que la ingesta de una dieta enriquecida en fibra mejora la
función intestinal y la calidad de vida en estos pacientes.
8.1.4 Síndrome del intestino irritable

El síndrome del intestino irritable (SII) es una enfermedad gastrointestinal de tipo funcional, crónica y
de carácter recurrente, caracterizada por la presencia de dolor abdominal y malestar generalizado, que
se acompaña de cambios en el tránsito intestinal y se traduce en la aparición de diarrea o
estreñimiento. En la actualidad, no se conocen con exactitud las bases fisiopatológicas de esta
enfermedad, pero la alteración en la motilidad gastrointestinal parece contribuir de forma determinante
en los cambios de los hábitos intestinales que presentan estos pacientes. De forma empírica, en estas
circunstancias, se recomienda un incremento en la ingesta diaria de fibra dietética, basándose en los
efectos potencialmente beneficiosos que ésta presenta sobre el tránsito intestinal.

En un metaanálisis reciente, publicado en 2014, se concluyó que la suplementación de fibra dietética


ejerce un efecto beneficioso en los pacientes con SII, especialmente cuando la fibra de tipo soluble es
considerada. Estas observaciones confirman los hallazgos de estudios previos, que comprobaron la
eficacia de la incorporación de ispagula en la dieta en el tratamiento del SII. No se han descrito
diferencias en cuanto a la incidencia de reacciones adversas entre los pacientes tratados con fibra
dietética y los que recibieron placebo, pero dicha incidencia es claramente inferior a la que presentan
los fármacos antiespasmódicos, utilizados ampliamente en el tratamiento del SII. Sin embargo, los
estudios realizados hasta el momento han sido muy heterogéneos, por lo que resulta
necesario mejorar su diseño, a fin de obtener resultados más concluyentes, en cuanto al
papel que desempeña la fibra dietética en esta enfermedad.
8.2 Fibra dietética y obesidad

La obesidad es el trastorno metabólico más frecuente en los países industrializados y puede constituir
una verdadera enfermedad, al asociarse a otros factores de riesgo. En este sentido, los individuos que
ingieren una dieta más rica en fibra suelen presentar un peso corporal más bajo que los que consumen
cantidades más reducidas. Además, el riesgo de padecer obesidad puede verse disminuido hasta
en un 30 % con un consumo elevado de fibra dietética. Así, entre las personas con sobrepeso,
son más frecuentes la hipertensión, la hiperlipidemia, la hipercolesterolemia, las cardiopatías, la
diabetes, la aterosclerosis, las enfermedades respiratorias, los problemas osteoarticulares y los
cánceres de colon y próstata (en hombres) y de endometrio, vesícula biliar, cuello uterino, ovario y
mama (en mujeres).

La obesidad es un problema que se debe a un desequilibrio entre el aporte calórico de la dieta y su


utilización. Su elevada incidencia en los países industrializados se debe a un aumento progresivo del
consumo de grasas y azúcares refinados, significativamente mayor en las personas obesas,
acompañado de una disminución de la ingesta de verdura y fruta, lo que condiciona un déficit de fibra
en la dieta. Las únicas medidas para el tratamiento de la obesidad son la restricción calórica y el
ejercicio físico. En este sentido, la fibra ayuda a controlar la ingesta calórica por diversos
mecanismos, entre los que destacan los siguientes:

1. La fibra tiene una elevada capacidad para retener agua y un bajo poder energético, con lo que
contribuye a disminuir la densidad calórica de la dieta.

2. Los alimentos ricos en fibra requieren más masticación y, por lo tanto, mayor tiempo para su
ingestión. Esta mayor masticación, a la vez, estimula la secreción de saliva y jugo gástrico, que
favorecen la sensación de saciedad.

3. Se reduce la velocidad del vaciamiento gástrico y, como consecuencia, disminuye el hambre y se


prolonga la sensación de saciedad.

4. La fibra disminuye la absorción de ácidos grasos e hidratos de carbono en el intestino delgado,


reduciendo el aporte calórico.

5. La fibra aumenta el volumen fecal y corrige el estreñimiento que muchos pacientes sufren en el
transcurso de las dietas de adelgazamiento.

6. Distintos estudios han puesto de manifiesto que la fibra también afecta la secreción de hormonas
y péptidos intestinales, como la colecistoquinina (CCK) y el péptido relacionado con el glucagón 1
(GLP-1), que han demostrado actuar como mediadores con actividad saciante y anorexígena.

Los diferentes estudios epidemiológicos han confirmado la eficacia de la fibra dietética en el


control de la obesidad. Así, en un estudio llevado a cabo en Iowa (EE.UU.) con enfermeras (Iowa
Women’s Health Study) se comprobó que la ingesta de cereales sin refinar estaba inversamente
relacionada con el peso corporal y la distribución de grasa en el organismo, en comparación con la
relación directa observada con el consumo de cereales refinados y el peso corporal. Igualmente, otros
estudios, que valoraban el riesgo cardiovascular (Coronary Artery Risk Development in Young Adults y
Framingham Offspring Study), establecieron que el consumo de cereal con salvado estaba
inversamente relacionado con el índice de masa corporal, así como con las concentraciones séricas de
insulina; este último hecho es importante, debido a que los niveles elevados de insulina pueden
favorecer la obesidad, al alterar la fisiología del tejido adiposo e incrementar el apetito. Análogamente,
otros estudios han puesto de manifiesto el importante descenso en el peso corporal que se obtiene con
la ingesta de suplementos nutricionales ricos en fibra dietética soluble, como Psyllium, goma guar o
glucomananos. No obstante, las conclusiones alcanzadas, tras realizar los correspondientes estudios de
revisión y metaanálisis con la mayoría de estos ensayos clínicos, revelan que el papel que desempeñan
estos suplementos dietéticos en ayudar a reducir el peso corporal no es totalmente convincente. No
obstante, este papel parece estar más demostrado en el caso de los suplementos de glucomanano.

La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), en una publicación del año 2010,
establece que un consumo mínimo de 3 g/día de glucomananos junto con una dieta baja en
calorías favorece la pérdida de peso.

En la actualidad existe una evidencia creciente que apunta hacia una relación entre la composición de
la microbiota intestinal y la obesidad. Así, una microbiota intestinal alterada puede generar una
extracción energética de los alimentos más efectiva, favoreciendo además su almacenamiento en el
tejido adiposo. Además, la microbiota intestinal puede modular la homeostasis energética del
hospedador mediante la modificación de la secreción de incretinas, hormonas liberadas por células
enteroendocrinas al torrente sanguíneo, que potencian la secreción de insulina minutos después de la
ingesta de alimento, regulando por consiguiente la glucemia. Por lo tanto, a los mecanismos
responsables del control de la ingesta calórica por la fibra dietética anteriormente descritos, debe
sumarse la modificación de la microbiota en aquellas con efecto prebiótico. Así, numerosos estudios
han mostrado un efecto positivo del prebiótico inulina en el tratamiento de la obesidad.

La inulina es capaz de disminuir el peso corporal, mejorar el metabolismo de la glucosa, estimular


específicamente el crecimiento de bifidobacterias –que son bacterias grampositivas beneficiosas–,
reducir la endotoxemia metabólica y modular la producción de hormonas del intestino que controlan el
apetito, como el GLP-1, el péptido YY y la grelina. Como conclusión, la manipulación de la microbiota
intestinal mediante la ingesta de fibra dietética favorece la prevención y el control de la obesidad, y de
los trastornos asociados a ésta, abriendo nuevas vías de intervención muy prometedoras.
8.3 Fibra dietética y diabetes mellitus

La diabetes mellitus es un desorden metabólico de etiología múltiple, caracterizado por una elevación
persistente de los niveles de glucosa en sangre (hiperglucemia), que se produce como consecuencia de
una deficiencia absoluta o relativa de insulina o de una resistencia periférica a su acción.

Es una enfermedad crónica muy común y extremadamente grave, que representa un problema
personal y de salud pública de enormes proporciones. La importancia de la diabetes se debe no sólo al
problema agudo provocado por las alteraciones metabólicas, sino a una serie de complicaciones que
aparecen a largo plazo y que afectan fundamentalmente a los ojos, las neuronas, los vasos sanguíneos
y los riñones, lo que origina una gran morbilidad y mortalidad.

Diversos estudios observacionales apoyan la idea de que existe una relación entre el
consumo de alimentos pobres en fibra y la aparición de diabetes mellitus. Así, durante la
Segunda Guerra Mundial y después de ésta –época de escasez de alimentos que hizo aumentar de
forma paralela el consumo de cereales y otros productos ricos en fibra–, se observó una disminución de
la mortalidad debida a diabetes mellitus en diversos países europeos.

En poblaciones rurales del continente africano, la diabetes tiene una incidencia baja, pero se ha
comprobado que, cuando estos grupos étnicos se trasladan a vivir a las ciudades industrializadas y
adoptan una dieta con un bajo contenido en fibra, la frecuencia de esta enfermedad aumenta de forma
considerable. Obviamente, existen otros factores, como el elevado consumo de grasas saturadas, la
obesidad y el bajo grado de actividad física, que pueden contribuir al aumento de la frecuencia de
diabetes en estos grupos poblacionales.
8.3.1 Diabetes mellitus tipo 1

En estudios antiguos realizados en pacientes con diabetes tipo 1, en los que el control de la glucemia
no era intensivo, se demostró que el consumo de altas cantidades de fibra (> 30 g/día) presentaba un
efecto positivo en los niveles de glucemia. Sin embargo, en pacientes diabéticos tipo 1 sometidos a
terapia intensiva de insulina, ingestas de hasta 56 g de fibra no presentaron efectos beneficiosos en el
control de la diabetes. Por ello, en estos pacientes bien controlados, no hay razón para proponer una
dieta diferente a la que sería saludable para la población en general.
8.3.2 Diabetes mellitus tipo 2

Diversos estudios prospectivos aportan evidencias muy sólidas que apoyan el papel de la fibra
procedente de cereales en la prevención de la diabetes tipo 2, siendo más controvertido el resultado
cuando ésta procede de frutas o verduras. La reducción en el riesgo de diabetes entre las ingestas más
altas y más bajas de este tipo de fibra oscila entre el 20-30 % (tabla 3).

Tabla 3. Estudios prospectivos que relacionan el consumo de fibra con la incidencia de diabetes tipo 2.

El papel beneficioso de la fibra se ha demostrado también en pacientes que presentan


diabetes establecida y no sólo como agentes preventivos. Así, Chandalia y cols., en el año 2000,
realizaron un ensayo aleatorizado y cruzado con 30 pacientes diabéticos tipo 2, con el objetivo de
comprobar si el incremento en el consumo de fibra mejoraba el control de la glucemia. Se
suministraron dos dietas durante 6 semanas, con 1 semana de lavado entre ellas; una de las dietas era
elevada en fibra (50 g/día), y la otra era la dieta recomendada por la Asociación Americana de
Diabetes, conteniendo 24 g de fibra. El incremento en fibra se aportaba con pan integral y cereales,
productos de salvado, verduras y frutas. La media de glucemia prepandrial se redujo un 8,9 % y el
área bajo la curva durante 24 horas para la glucosa y la insulina fue un 10 y 12 % menor,
respectivamente, para la dieta alta en fibra. Recientemente, se han revisado los estudios que evaluaron
el impacto que los alimentos ricos en salvado tienen en la prevención de la diabetes tipo 2. La principal
conclusión de esta revisión es que la ingesta de estos alimentos se asocia con una ligera mejora de la
sensibilidad a la glucosa, sin mostrar reacciones adversas. Asimismo, en 2013, Silva y cols. publicaron
una revisión sobre ensayos clínicos analizados mediante metaanálisis, en la que se estimó el efecto del
consumo de fibra dietética sobre el control de la glucemia. Tanto dietas ricas en fibra (hasta 42,5 g/día;
cuatro estudios) como suplementos de fibra soluble (hasta 15 g/día; nueve estudios) redujeron los
valores absolutos de hemoglobina glicosilada y los niveles de glucosa plasmática en ayunas.

Como resumen puede decirse que el incremento en el consumo de fibra está aconsejado en
diabéticos tipo 2. Aumentos importantes en su ingesta (aproximadamente 50 g/día) han
demostrado tener efectos beneficiosos en el control de la glucemia, la insulinemia y la
lipidemia.

Por ello, hoy en día, se están empleando suplementos de fibra soluble, como Psyllium, goma guar o
glucomanano, para el control del paciente diabético tipo 2. Sin embargo, se desconoce si estos
elevados incrementos en el consumo de fibra dietética pueden mantenerse durante mucho tiempo. Para
facilitar la ingesta prolongada de fibra dietética, se ha propuesto la ingesta de almidón resistente
incorporado en alimentos líquidos, presentando una baja viscosidad y una adecuada palatabilidad;
habiéndose demostrado que la administración de 6 g/día de esta fibra es capaz de reducir la glucemia
un 20 %, aproximadamente.
8.3.3 Mecanismos de acción

Aunque todavía no están del todo claro cuáles son los mecanismos intrínsecos por los que la fibra
dietética es capaz de mejorar la homeostasis de la glucosa en los individuos diabéticos, se sabe que
esta propiedad tiene un origen multifactorial. Al parecer, la fracción soluble es la más eficaz en el
control de la glucemia, proponiéndose como posibles factores los siguientes (figura 4):

Retraso en el vaciamiento gástrico, que daría una sensación de plenitud, disminuyendo la ingesta
de alimentos.

Atrapamiento de los hidratos de carbono en la matriz de la fibra, que dará lugar a una reducción
en la accesibilidad de las enzimas intestinales para hidrolizar los azúcares, así como a una menor
difusión de la glucosa liberada. Todo ello llevará a una disminución de la absorción de la glucosa.

Incremento de la liberación de la insulina y disminución de la resistencia a esta hormona. Este


factor parece desempeñar un papel muy importante en el control de la diabetes, habiéndose
demostrado en numerosos trabajos la disminución que la fibra produce en la insulinorresistencia
que se manifiesta en el diabético tipo 2.

Figura 4. Diferentes mecanismos por los cuales la fibra dietética presenta efectos beneficiosos en el paciente diabético
tipo 2.

Algunos de estos efectos se deben a la capacidad de la fibra de estimular la liberación de varias


hormonas gastrointestinales, como la CCK y el GLP-1. Estas hormonas han demostrado que ralentizan
el vaciamiento gástrico, incrementan la liberación de insulina e inhiben la secreción de glucagón por el
páncreas.

Por otra parte, promueven la captación de glucosa por los tejidos periféricos y reducen la aportación
hepática de glucosa, efectos que mejorarían la resistencia a la insulina.

También se ha propuesto que la fibra mejoraría la resistencia a la insulina, debido a la formación de


ácidos grasos de cadena corta, especialmente butirato, que se producen tras su fermentación. Se ha
demostrado, en diversos ensayos in vitro e in vivo, que el butirato reduce la producción del TNF-α y
que esta citoquina favorece la aparición de resistencia a la insulina en el adipocito. Por lo tanto, el
aporte de fibra incrementaría la formación de butirato y éste inhibiría la producción de TNF-α,
disminuyendo la resistencia a la insulina. El principal problema de esta teoría es demostrar que el
butirato, formado en la fermentación intestinal, llega en cantidad suficiente a los tejidos periféricos.

Al igual que en el caso de la obesidad, en pacientes con diabetes tipo II se ha descrito una modificación
de la microbiota intestinal así como un incremento en la endotoxemia, de forma que presentan niveles
de lipopolisacárido (LPS) en sangre dos veces más altos en comparación con individuos sanos. Estos
niveles de LPS incrementados pueden inducir una inflamación sistémica subclínica, acompañada de una
resistencia a la insulina y un aumento de peso corporal. Por lo tanto, la microbiota intestinal se
convierte de nuevo en una diana terapéutica muy atractiva para el desarrollo de nuevas estrategias
para la prevención y el tratamiento de la diabetes. Así, una revisión publicada por Kellow y cols. en
2014, en la que se analizaron 36 ensayos clínicos con 831 participantes, concluyó que la
suplementación con prebióticos fue capaz de disminuir las concentraciones de glucosa posprandial. Sin
duda, la aplicación de técnicas de metagenómica en ensayos clínicos más estandarizados y prolongados
permitirá, en un futuro, profundizar en los mecanismos implicados en el efecto beneficioso de la
modificación de la flora intestinal tras del consumo de prebióticos en enfermedades metabólicas como
la diabetes. Por último, se debe destacar que el efecto beneficioso de algunos alimentos ricos en fibra
–como los cereales– puede deberse a su actuación sinérgica con otros componentes presentes en
dichos alimentos, como la vitamina E o minerales como el magnesio.
8.4 Fibra dietética y enfermedad cardiovascular

La enfermedad cardiovascular (ECV) constituye uno de los motivos más frecuentes de consulta médica
y la principal causa de muerte a partir de los 45 años en España y la mayoría de los países
industrializados. En la actualidad, se han establecido una serie de factores de riesgo que guardan
relación con la aparición de la ECV: características genéticas, edad, elevada concentración de colesterol
en plasma, consumo de tabaco, inactividad física, obesidad e hipertensión arterial.

Algunos de estos factores de riesgo, como la edad o las características genéticas, son imposibles de
modificar; sin embargo, una adecuada actuación sobre los factores ambientales, como la eliminación
del hábito tabáquico, la realización de ejercicio aerobio, la pérdida de peso, la reducción de los niveles
de colesterol o el adecuado control de la presión arterial, puede reducir de forma considerable la
aparición de esta enfermedad.

Numerosos estudios epidemiológicos han demostrado que la fibra dietética –y, en especial,
su fracción soluble– disminuye los niveles de LDL-colesterol en sangre, desempeñando un
papel preventivo de la aterosclerosis. Sin embargo, aunque el papel protector de la fibra
está relacionado, principalmente, con la reducción de los niveles plasmáticos de colesterol,
existen, además, otros factores de riesgo que se encuentran mejorados por el consumo de
fibra, como son la reducción de peso, la disminución de la presión arterial y la mejora en la
resistencia a la insulina.
8.4.1 Enfermedad coronaria

Las primeras observaciones que relacionan el beneficio entre el consumo de fibra y la enfermedad
coronaria se sugirieron hace 50 años, cuando los epidemiólogos Burkitt y Trowell encontraron, en una
población rural de África que recibía un aporte de fibra en la dieta superior a 100 g/día, que la
incidencia de enfermedades coronarias era mucho más baja que en otras poblaciones cuyo consumo
diario en fibra era menor. Éstas y otras investigaciones llevaron a Trowell a proponer, hace algo más de
30 años, la «hipótesis de la fibra», según la cual existe una relación causal entre la reducción de las
enfermedades coronarias y el elevado contenido en fibra de la dieta; esta hipótesis abrió el campo de
investigación de nuevas líneas que confirmaron y caracterizaron estos hallazgos.

El primer estudio prospectivo que se llevó a cabo para abordar la relación entre el consumo de fibra y
la aparición de enfermedad coronaria fue realizado por Morris y cols., en 1977, en un total de 337
hombres, controlados durante 20 años. Los autores observaron una relación inversa entre la cantidad
de fibra consumida y la morbimortalidad por enfermedad coronaria. Desde entonces se han realizado
multitud de trabajos epidemiológicos que confirman esta hipótesis (tabla 4).

Tabla 4. Estudios prospectivos que relacionan el consumo de fibra con la enfermedad cardiovascular.

La mayoría de ellos encontraron una reducción en el riesgo de padecer enfermedad coronaria que
oscila entre 40 y 48 %, cuando se compara el consumo más alto de fibra (media entre 23 y 29 g/día)
con el consumo más bajo (media entre 11,5 y 12,5 g/día). En estos trabajos se propone que un
incremento en el consumo diario de 10 g de fibra disminuye el riesgo de enfermedad coronaria un 19
%. De las diferentes fuentes de fibra utilizadas (cereales, frutas y verduras), los cereales mostraron
una asociación más fuerte con la reducción del riesgo de enfermedad coronaria, disminuyendo ésta un
29 %, por cada 10 g de incremento diario en su consumo.
8.4.2 Ictus cerebral

Algunos estudios epidemiológicos demuestran que el consumo de fibra de cereal entero reduce la
incidencia de ictus cerebral en una proporción que puede llegar a ser prácticamente del 50 %, entre los
quintiles más altos y más bajos en su consumo, no existiendo protección cuando los cereales son
refinados. En estos estudios, también se demostró que la ingesta conjunta de fibra procedente de fruta
y verdura no incrementaba la protección que los cereales presentaban frente a la aparición de ictus
cerebral (tabla 4).

Tabla 4. Estudios prospectivos que relacionan el consumo de fibra con la enfermedad cardiovascular.

En 2003, Mozaffarian y cols. publicaron un estudio cohorte que investigaba el efecto preventivo del
consumo de fibra y el riesgo de episodio cerebrovascular, pero en una población anciana (> 65 años).
Este trabajo es muy interesante, ya que, en estos individuos, la influencia de los hábitos dietéticos
suele ser menos pronunciada, porque el riesgo de aterosclerosis está más avanzado. Este estudio se
realizó en 3.588 hombres y mujeres, controlados durante 8 años. Después de ajustar con otros
factores de riesgo, el consumo de fibra procedente de cereales redujo el riesgo de episodio
cerebrovascular en un 21 %, entre los quintiles más alto y más bajo; sin embargo, el consumo de fibra
procedente de frutas y verduras no mostró efecto beneficioso alguno. Cuando se analizaron por
separado los incidentes cerebrovasculares, la mayor prevención se encontró en la aparición de ictus,
siendo menor en la protección de infarto de miocardio no mortal.
8.4.3 Mecanismos de acción

El mecanismo principal por el cual la fibra dietética podría mejorar la ECV es consecuencia de su
capacidad de disminuir los niveles de colesterol en sangre, efecto debido especialmente a su fracción
soluble. No obstante, la dieta con un alto contenido en fibra presenta también efectos beneficiosos
secundarios derivados de la menor ingesta de grasa, la pérdida de peso, un mejor control de la presión
arterial y una disminución de la resistencia a la insulina. Por último, no hay que olvidar que los
alimentos ricos en fibra suelen tener componentes antioxidantes que también previenen muchos de los
problemas derivados de la ECV.
8.4.3.1 Disminución del colesterol en sangre

Como se ha indicado antes, muchos estudios epidemiológicos demuestran que los alimentos ricos en
fibra disminuyen los niveles de colesterol en sangre, especialmente la fracción LDL-colesterol. Se ha
estimado que, por cada gramo de fibra dietética soluble que se incorpora en la dieta, se consigue un
descenso de los niveles séricos de colesterol LDL de 0,029 mmol/l. Las fibras que disminuyen los
niveles de colesterol están presentes, entre otros, en los siguientes alimentos: manzanas, cebada,
judías y otras legumbres, frutas y verduras, harina de avena, pan de avena y cáscara de arroz.
También algunas fibras purificadas, como la goma guar, goma karaya, pectina, cutículas de Psyllium,
polisacárido de soja y goma de xantano, han demostrado eficacia. Dos de estas fibras, el β-glucano de
la avena y la cutícula de Psyllium, han mostrado suficientes evidencias para que sean incluidas en las
guías de recomendaciones establecidas por la National Colesterol Education Program American Heart
Association. Igualmente, la Food and Drug Administration ha autorizado la recomendación que
establece que los alimentos que contienen 0,75-1,7 g de fibra soluble por ración pueden reducir el
riesgo de enfermedad cardíaca.

Entre los mecanismos implicados en la disminución del colesterol sanguíneo, cabe destacar los
siguientes (figura 5):

Figura 5. Posibles mecanismos por los cuales la fibra dietética podría disminuir el colesterol plasmático. 1: secuestra
ácidos biliares, con lo que incrementa el paso de colesterol a ácidos biliares; 2: dificulta la absorción del colesterol de los
alimentos, y 3: el propionato bloquea la síntesis de colesterol. HMG-CoA: β-hidroxi-β-metilglutaril coenzima A; LDL:
lipoproteínas de baja densidad.

Secuestro de los ácidos biliares


Cuando la fibra llega al duodeno, secuestra los ácidos biliares en el interior de su matriz; como
consecuencia, aumenta su excreción con las heces, disminuyendo la cantidad que llega al hígado
por la vía enterohepática. Los tipos de fibra capaces de atrapar los ácidos biliares son las fibras
viscosas –como las pectinas o las gomas– y las fibras ricas en lignina.

El secuestro de los ácidos biliares por la fibra tiene un doble efecto en el metabolismo del
colesterol. En primer lugar, para compensar su pérdida por heces, las células hepáticas se ven
forzadas a formar más ácidos biliares primarios a partir del colesterol, y, si este incremento de la
degradación del colesterol no es compensado mediante un aumento de su síntesis, tienen que
captarlo del colesterol circulante, por lo que sus niveles plasmáticos disminuyen. En segundo lugar,
cuando las sales biliares son adsorbidas por la fibra dietética en el intestino delgado, se forman
interacciones micelares que impiden que las grasas se puedan emulsionar, y, como consecuencia,
disminuirá la absorción de colesterol biliar, del procedente de los alimentos y de todos los lípidos
en general.

Otro posible efecto de la fibra dietética, relacionado con el metabolismo de los ácidos biliares, sería
el efecto preventivo de la formación de cálculos biliares, debido a la alteración del espectro de
ácidos presentes en la bilis y las heces. Así, cuando los ácidos biliares secuestrados en el intestino
delgado se liberan en el ciego, la microbiota transforma estos ácidos primarios en secundarios, que
son más difíciles de absorber, con lo cual la mayoría se pierde por las heces. Esta pérdida de
ácidos biliares secundarios se traduce en un aumento del cociente ácidos biliares primarios/ácidos
biliares secundarios en las personas que reciben un aporte de fibra en la dieta, lo cual da como
resultado una mejor solubilización del colesterol biliar y una disminución de la capacidad litogénica
de la bilis. Este hecho ha sido demostrado en diversos estudios realizados tanto en animales como
en seres humanos.

Disminución de la absorción de colesterol

El colesterol de la dieta es secuestrado por los geles viscosos de la fibra en el estómago y el


duodeno, por lo que su solubilización micelar por los ácidos biliares será más difícil, lo cual,
sumado al hecho de que existe una menor cantidad de ácidos biliares libres, disminuirá el
transporte de colesterol hacia la membrana absortiva. Cuando el colesterol es capaz de alcanzar la
membrana del yeyuno, su absorción se ve comprometida, debido al aumento de espesor de la
capa superficial de agua que baña la mucosa. Por último, cuando el colesterol secuestrado por la
fibra alcanza el ciego, la microbiota bacteriana destruye la fibra soluble y se libera el colesterol,
pero a este nivel la capacidad de absorción es muy reducida.

Inhibición de la síntesis de colesterol

La principal enzima que regula la síntesis de colesterol hepático es la b-hidroxi-bmetilglutaril


coenzima A reductasa (HMG-CoA reductasa). Esta enzima cataliza la producción de mevalonato a
partir de HMG-CoA, y su actividad aumenta cuando existe una baja concentración de colesterol en
los hepatocitos.

La fermentación bacteriana de la fibra en el colon da como resultado un aumento en la producción


de ácidos grasos de cadena corta. En diversos estudios experimentales se ha observado que el
propionato, tras ser absorbido desde el colon a la circulación portal, puede actuar inhibiendo a la
HMG-CoA reductasa, disminuyendo la síntesis de nuevo colesterol.
8.4.3.2 Mejoría en el control de la presión arterial

Algunos estudios han demostrado una asociación inversa entre el consumo de fibra y una reducción de
la presión arterial. Esta relación se ha señalado, sobre todo, con la ingestión de avena. Sin embargo, la
mayoría de los ensayos clínicos efectuados proponen que el efecto hipotensor de estas dietas se debe
más a la pérdida de peso que a la actuación directa de la fibra. En contraste, los resultados obtenidos
en el estudio DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) señalan que una dieta alta en fibra y
baja en grasa es muy efectiva para reducir la presión arterial. Estos autores proponen que la pérdida
de peso, junto con una dieta baja en grasa y alta en diversos alimentos ricos en fibra –como frutas,
verduras y cereales–, pueden ser necesarias para reducir de forma significativa la presión arterial. Sin
embargo, este estudio no presenta un efecto significativo en la reducción de la presión arterial, cuando
el incremento en el consumo de fibra procede de una única fuente.
8.4.3.3 Disminución en la resistencia a la insulina

La resistencia a la insulina es uno de los factores implicados en una serie de anormalidades


relacionadas con la enfermedad cardiovascular, que se engloban bajo el término de síndrome «X» o
sindrome metabólico (figura 6). Así, esta resistencia es responsable de las siguientes alteraciones:
dislipidemia, hiperinsulinemia, hipertensión e inhibición de la fibrinólisis.

Figura 6. Síndrome «X» o síndrome de resistencia a la insulina.

Como se ha mencionado antes, numerosos trabajos señalan que la fibra mejora la resistencia a la
insulina, lo que implicaría un mejor control de este síndrome plurimetabólico, previniendo la incidencia
de ECV. En 2003 se llevó a cabo el Estudio de Prevención de la Aterosclerosis de Los Ángeles, en el que
se estableció que una dieta rica en fibra soluble, especialmente en pectinas, reduce el engrosamiento
de la íntima de la arteria carótida, parámetro que indica la progresión de la aterosclerosis. Este efecto
estaba relacionado con una mejora en el perfil lipídico y con una disminución en la hiperinsulinemia. Es
importante tener en cuenta que la insulina, además de su papel metabólico, tiene un efecto
proliferativo sobre el endotelio y el músculo liso vascular, a través de las vías de transducción de
proteínas quinasas activadas por mitógenos (MAPK) (cap. 4, Señalización intracelular, tomo II), que
desempeñan un papel muy importante en la progresión de la aterogénesis.
8.5 Fibra dietética y cáncer

La dieta desempeña un importante papel en la etiología y la prevención del cáncer, pero todavía hay
que investigar cuáles son los factores que intervienen en este proceso, así como sus mecanismos de
acción. Numerosos estudios epidemiológicos sugieren que un incremento en el consumo de fibra
dietética puede disminuir el riesgo de cánceres de dependencia hormonal (mama, útero y ovarios en la
mujer, y próstata en el hombre) y de localización en el tracto gastrointestinal (colorrectal).

Es importante destacar que resulta complicado establecer la relación entre la fibra dietética y el
desarrollo de cáncer, debido a los siguientes motivos: la diferente composición de la fibra en función de
la fuente de la que proceda; las variaciones derivadas de las distintas técnicas utilizadas en la
cuantificación del contenido de fibra en la dieta, y los posibles efectos ejercidos por otros
constituyentes –como las vitaminas, los isoflavonoides o los fitatos–, que están también presentes en
los alimentos ricos en fibra dietética.
8.5.1 Cáncer colorrectal

El cáncer colorrectal es uno de los tipos de cáncer más frecuentes en los países desarrollados,
ocupando el cuarto lugar, después de los cánceres de pulmón, próstata y mama; sin embargo, se trata
de la segunda causa de muerte por cáncer, después de los cánceres de pulmón (en varones) y de
mama (en mujeres). Su aparición parece deberse al resultado de una interacción entre factores
genéticos y ambientales, destacando entre los últimos la dieta y el estilo de vida. Entre los factores
dietéticos posiblemente relacionados con la carcinogénesis colorrectal, se incluye el mayor consumo de
proteínas animales y grasas animales saturadas, junto con una dieta hipercalórica, con una elevada
proporción de hidratos de carbono refinados y alcohol, en detrimento del consumo de fibra dietética,
verdura y fruta.

En función de lo anterior, se planteó la posibilidad de que la ingesta de fibra dietética ejerciera un


efecto beneficioso en la prevención de la aparición del cáncer colorrectal. El primero en proponer esta
«hipótesis de la fibra» fue Burkitt, en 1971, al observar la baja incidencia de cáncer de intestino grueso
existente en la mayoría de las poblaciones africanas, cuya dieta se caracterizaba por una ingesta
elevada de fibra dietética, junto con una baja proporción de azúcares refinados. Desde entonces, han
sido numerosos los autores que han investigado en profundidad la asociación entre la fibra dietética y
la aparición de neoplasia colorrectal. Así, los primeros estudios epidemiológicos, publicados entre 1990
y 1994 y analizados mediante metaanálisis (con más de 15.000 pacientes), apuntaban a que el riesgo
de aparición de cáncer colorrectal disminuía a medida que aumentaba el consumo de fibra dietética,
estableciéndose que la ingesta diaria de más de 27 g de fibra se asociaba con un descenso significativo
de, aproximadamente, el 50 % en el riesgo de presentar este tipo de neoplasia, en comparación con
individuos cuyas dietas incorporaban menos de 11 g de fibra al día. Conclusiones similares se
obtuvieron cuando se valoró el riesgo de aparición de adenomas colónicos, los cuales se consideran
precursores de la aparición de cáncer colorrectal.

Sin embargo, algunos estudios prospectivos cuestionaron el papel beneficioso de la fibra dietética en la
prevención de la aparición de cáncer colónico. Así, en diversos estudios cohortes llevados a cabo tanto
en mujeres como en hombres, se puso de manifiesto que la ingesta de fibra dietética total no se
encontraba asociada con una reducción significativa en la incidencia de cáncer colorrectal o en el riesgo
de aparición de adenomas. No obstante, hay que señalar que, en los hombres, se observó una
asociación inversa entre el consumo de fibra y el riesgo de aparición de adenoma colónico distal,
especialmente cuando se trataba de fibra procedente de fruta, no encontrándose esta asociación con la
fibra procedente de cereales, verduras o semillas. En consecuencia, se sugirió que el papel protector lo
ejercía la fibra soluble, en contraposición con la fibra insoluble. De acuerdo con esto, sería posible que,
al menos en el hombre, la fibra dietética influyera positivamente en las etapas tempranas del cáncer
colorrectal, pero no en las etapas avanzadas de este proceso.

Es importante tener en cuenta que, en estos estudios prospectivos, algunos factores han podido llevar
a conclusiones erróneas en la relación establecida entre el consumo de una dieta rica en fibra y la
incidencia de cáncer colorrectal. Entre estos factores, cabe resaltar los siguientes: los hábitos dietéticos
más o menos homogéneos de la población; la fuente de fibra, y la cantidad de fibra ingerida (que no
haya sido suficientemente elevada). Dos estudios prospectivos –uno realizado en Europa (European
Prospective Investigation of Cancer and Nutrition) y otro en Estados Unidos (Prostate, Lung, Colorectal,
and Ovarian Cancer Screening Trial)– intentan solventar estas deficiencias.

En el estudio europeo se valoró la incidencia de cáncer colorrectal en poblaciones con hábitos dietéticos
muy variados, tanto en relación con el consumo total de fibra como en el tipo ingerido, procedentes de
7 países europeos (Italia, España, Reino Unido, Alemania, Dinamarca, Holanda y Suecia). Las
conclusiones de este estudio indican que, cuanto mayor es el consumo de fibra total (hasta 32 g/día de
media), menor es el riesgo de desarrollar cáncer de colon, especialmente el cáncer localizado en el lado
izquierdo del intestino grueso, careciendo de efecto beneficioso frente al cáncer de localización rectal.
Este efecto es ejercido por la fibra, independientemente del tipo de alimento de donde proceda, aunque
el estudio establece la existencia de una relación, sin diferencias significativas, con el mayor consumo
de fibra procedente de la fruta, los cereales y las verduras, no así con la procedente de las legumbres.
El estudio norteamericano, incluido en un programa de detección precoz de cáncer colorrectal llevado a
cabo en diferentes regiones de Estados Unidos, en más de 34.000 individuos, ratificó este efecto
preventivo de la fibra; así, los participantes del estudio con mayor consumo (36,4 g/día de media)
presentaron una reducción del 27 % en el riesgo de presentar adenoma, en comparación con los
individuos incluidos en el grupo con el menor consumo (12,6 g/día de media). Esta asociación inversa
fue más patente con la fibra procedente de frutas o de cereales, pero no con la procedente de verduras
o de legumbres.

En conclusión, y a pesar de los datos a veces contradictorios obtenidos en estos estudios, existe
consenso entre los especialistas en que existe suficiente evidencia para sugerir que la incorporación en
la dieta de cantidades de fibra de 30-35 g/día, sobre todo procedente de frutas y cereales, reduce el
riesgo de aparición de cáncer colorrectal.
8.5.2 Cáncer de mama

Numerosos estudios han establecido que cuanto mayor sea la exposición en el tiempo a hormonas
esteroides endógenas ováricas (estradiol) por parte de la mujer, mayor será el riesgo de presentar
cáncer de mama. Por lo tanto, cualquier medida que reduzca estos niveles hormonales puede ser
beneficiosa en la prevención de este tipo de cáncer. En este sentido, se ha postulado que una dieta rica
en fibra y baja en grasa se asocia con una reducción en los niveles de hormonas sexuales femeninas,
justificando el papel preventivo que la fibra dietética podría ejercer en estos tumores. No obstante, y
de forma general, los contenidos de grasa y fibra en la dieta se encuentran inversamente relacionados,
por lo que es difícil separar los efectos debidos a cada uno de estos nutrientes, dado el papel que
también se le ha atribuido al consumo de grasa en la aparición del cáncer de mama.

No obstante, en un estudio realizado en Finlandia, en donde el consumo de fibra dietética y de grasa es


elevado, se demostró que la incidencia de muerte por cáncer de mama es considerablemente menor
que en otros países occidentales, como Estados Unidos, donde, si bien el consumo de grasa también es
elevado, no lo es el consumo de fibra dietética. De hecho, la mayoría de los estudios proponen que el
incremento en el consumo de fibra, preferentemente procedente de verduras, cereales y legumbres, se
asocia con una disminución en el riesgo de cáncer de mama e, incluso, con una reducción en la
incidencia de alteraciones epiteliales proliferativas en las mamas de carácter benigno. La presencia de
compuestos polifenólicos del tipo de los lignanos en la fibra dietética se ha propuesto como un factor
determinante en el menor riesgo de padecer cáncer de mama. Se ha postulado que los enterolignanos
(enterodiol y enterolactona), generados por la acción fermentativa de la microbiota sobre los lignanos,
tienen actividad moduladora del receptor estrogénico.
8.5.3 Mecanismos de acción

Se han propuesto varios mecanismos potenciales por los que la fibra dietética podría ejercer su efecto
protector en el cáncer:

1. La fibra aumenta el volumen del contenido intestinal y disminuye el tiempo de tránsito intestinal.
De esta forma, se diluyen los carcinógenos potenciales que pueden estar presentes en el
contenido del colon, al tiempo que se reduce la posibilidad de contacto con células de la mucosa
intestinal.
2. La fibra tiene capacidad de fijar carcinógenos potenciales, como los ácidos biliares. Los ácidos o
las sales biliares fijados no se degradan en el colon, evitando su conversión por las enzimas
bacterianas en ácidos biliares secundarios, algunos de los cuales son considerados
procarcinógenos. A este efecto, hay que añadir la capacidad de la fibra de disminuir el pH fecal,
lo que inhibe la actividad de las enzimas bacterianas involucradas en el metabolismo de los
ácidos biliares.
3. La generación de ácidos grasos de cadena corta en el lumen intestinal, en especial de butirato,
puede constituir un factor de gran importancia en la prevención de la carcinogénesis colorrectal.
De hecho, estudios experimentales realizados in vitro han demostrado la capacidad del butirato
de inhibir la proliferación de células tumorales colónicas, inducir su diferenciación y promover la
apoptosis. Entre los mecanismos propuestos para ejercer estas acciones por parte del butirato en
las células tumorales, se incluyen los siguientes:

La estimulación del proceso de hiperacetilación de histonas, que promueve la expresión del


gen que genera el p21, potente inhibidor del ciclo celular. El p21 inhibe al oncogén bcl-2, que
es uno de los responsables del bloqueo del proceso apoptótico celular. Por lo tanto, el
butirato, al promover la expresión del p21, favorece la apoptosis celular. El butirato es capaz
de modular la vía canónica de señalización Wnt/β-catenina, la cual se encuentra
constitutivamente activada en la mayoría de los cánceres de colon. Esta vía controla la
expresión de numerosos genes relacionados con el ciclo celular, así como metaloproteinasas
prometastásicas y el factor de crecimiento vascular endotelial (VEGF), implicado en la
angiogénesis. Además, se ha establecido que el butirato inhibe la expresión del receptor
transmembrana para el VEGF denominado neuropilina 1, la cual se encuentra elevada en el
cáncer de colon y cuyos niveles se relacionan con su potencial metastásico.

Se ha propuesto que el butirato es capaz de inhibir la expresión del factor acelerador de


caída (DAF, decay accelerating factor) en distintas líneas celulares procedentes del cáncer de
colon. Este factor se expresa en la superficie de las células cancerosas colónicas y constituye
un mecanismo de defensa frente a la actuación de la respuesta inmunitaria humoral a través
de la vía del complemento. Recientemente se ha descrito que el butirato es capaz de regular
los perfiles de expresión de micro-RNA (miRNA) implicados en el ciclo celular, la proliferación
y la apoptosis en células de cáncer de colon, los cuales pueden verse modificados en estos
pacientes. Así, diversos estudios han mostrado una regulación de la expresión de miembros
de la familia miR-106b y miR-17-92a, ambas involucradas en el cáncer de colon, por parte
del butirato en células de carcinoma colónico.

Además, se ha sugerido que el efecto que tiene la fibra sobre la producción de insulina puede contribuir
en la prevención del riesgo de cáncer colorrectal, dado que la hiperinsulinemia se considera un
importante factor de riesgo en la generación de tumores, ya que la insulina es un factor de crecimiento
significativo para las células epiteliales colónicas y se comporta como un mitógeno para las células de
carcinoma colónico. Finalmente, ha sido ampliamente descrito el efecto antiinflamatorio del butirato, el
cual está mediado por la inhibición de la producción de citoquinas proinflamatorias, así como de
quimioquinas y moléculas de adhesión que limitan el reclutamiento leucocitario. Este efecto tiene gran
relevancia, puesto que el cáncer asociado a colitis es una de las tres principales condiciones
relacionadas con el cáncer colorrectal.

Una resolución insuficiente de un proceso inflamatorio puede conducir a un estado de inflamación


crónica, que es un factor etiológico común en el cáncer. Además, la ingesta de prebióticos puede
promover la integridad del epitelio colónico mediante la producción de butirato, que es la principal
fuente de energía del colonocito, y el crecimiento de bacterias beneficiosas en el colon. De nuevo, la
regulación de la microbiota intestinal por parte de prebióticos puede ser una estrategia terapéutica muy
interesante para la prevención y el tratamiento del cáncer colorrectal, puesto que está descrito que se
encuentra significativamente modificada en estos pacientes, destacando el descenso de bacterias
productoras de butirato.
9.- Resumen

Resumen del tema

El concepto más reciente propuesto para la fibra es el siguiente: «la parte comestible de
las plantas o hidratos de carbono análogos que son resistentes a la digestión y la absorción
en el intestino delgado, con completa o parcial fermentación en el intestino grueso». La
fibra dietética incluye polisacáridos, oligosacáridos, lignina y sustancias asociadas de la
planta.

Las fibras dietéticas promueven efectos beneficiosos fisiológicos –como el laxante– y/o
atenúan los niveles de colesterol y/o de glucosa en sangre». Por lo tanto, la fibra dietética
no está formada por sustancias con una estructura concreta que permita diferenciar sus
componentes, sino que distintas propiedades permiten encuadrar una sustancia bajo el
concepto de fibra dietética. Entre estas propiedades, destacan las siguientes: a) son
sustancias de origen vegetal; b) suelen ser moléculas muy complejas, en las que su mayor
parte son hidratos de carbono, si bien algunos componentes de la fibra –como la lignina–
son de otra naturaleza, y c) es inatacable por las enzimas digestivas humanas, pero puede
ser fermentada por las bacterias presentes en el intestino grueso.

Los componentes de la fibra dietética poseen estructuras muy diferentes y, por lo tanto,
propiedades distintas. Basándose en su comportamiento al estar en contacto con el agua,
se clasifican en fibras solubles y fibras insolubles y, en función de su fermentabilidad, se
dividen en fibras muy fermentables, parcialmente fermentables y no fermentables.

La importancia que en los últimos años está adquiriendo la fibra en nutrición se debe a que
diversos estudios epidemiológicos han puesto de manifiesto que su consumo previene la
aparición de determinadas enfermedades propias de los países desarrollados, que se
engloban bajo el término de «enfermedades de la opulencia». Así, el incremento en la
ingesta de fibra dietética ayuda a prevenir la diabetes, las enfermedades cardiovasculares,
la obesidad y las enfermedades del tracto digestivo (como el estreñimiento crónico o la
diverticulosis). No obstante, hay que tener en cuenta que no todas las fibras tienen los
mismos efectos beneficiosos para la salud. Así, la fibra soluble es muy útil para la
prevención de la obesidad, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares, mientras que
el consumo de fibra insoluble parece mejor para controlar las enfermedades del tracto
digestivo.

Todos los hechos reseñados han llevado a recomendar un aporte de fibra de alrededor de
25-30 g/día, así como a que éste esté balanceado de la siguiente manera: 75 % de fibra
insoluble y 25 % de fibra soluble. Igualmente, se recomienda que, siempre que sea
posible, este aporte se haga consumiendo alimentos ricos en fibra y no tomando
suplementos de ésta. Esto se debe a que: a) los alimentos ricos en fibra contienen otras
sustancias, como vitaminas, minerales o antioxidantes, que pueden colaborar en la
prevención de estas enfermedades y b) al ingerir estos nutrientes, se realiza un cambio en
la dieta, evitando el consumo de otros alimentos nocivos para la salud.
10.- Bibliografía

Bibliografía

Andoh A, Tsujikawa T, Fujiyama Y. Role of dietary fiber and shortchain fatty acids
in the colon. Curr Pharm Des 2003; 9: 347-58. Se trata de una rigurosa revisión que
describe las actividades biológicas de la fibra y los ácidos grasos de cadena corta,
justificando sus acciones en el tratamiento y la prevención del cáncer de colon y la
enfermedad inflamatoria intestinal.

Bruneton J. Farmacognosia, fitoquímica, plantas medicinales, 2ª ed. Zaragoza:


Acribia, 2001. Es uno de los libros más completos de fitoquímica y farmacognosia. En él
se describen las estructuras químicas de los principales componentes de la fibra.

DeVries, J. On defining dietary fibre. Proc Nutr Soc 2003; 62: 37- 43. Esta
publicación hace una revisión sobre la evolución en el concepto de fibra, proponiendo
posiblemente el concepto más amplio y actual de fibra dietética.

Eilat -Adar S, Sinai T, Yosefy C, Henkin Y. Nutritional recommendations for


cardiovascular disease prevention. Nutrients 2013; 5: 3646-83. En colaboración con
las asociaciones Israel Heart Association e Israel Dietetic Association, los autores
establecen las principales conclusiones que permiten relacionar hábitos dietéticos y
enfermedad cardiovascular, con especial atención del impacto de la fibra dietética.

Galisteo M, Duarte J, Zarzuelo A. Effects of dietary fibers on disturbances


clustered in the metabolic syndrome. J Nutr Biochem 2008; 19: 71-84. En este
trabajo se hace una revisión sobre los posibles mecanismos implicados en el efecto de la
fibra en las diferentes alteraciones que constituyen el síndrome metabólico.

Kellow NJ, Coughlan MT, Reid CM. Metabolic benefits of dietary prebiotics in
human subjects: a systematic review of randomised controlled trials. Br J Nutr
2014; 111: 1147-61. En esta revisión se analiza la compleja relación existente entre la
microbiota intestinal y el hospedador, con especial análisis del impacto en la patogenia del
síndrome metabólico. Los autores concluyen que la ingesta de nutrientes con propiedades
prebióticas puede resultar en una modificación de la composición de la microbiota
responsable, al menos en parte, de los efectos metabólicos ejercidos por este tipo de
nutrientes.

Kim Y-I. AGA technical review: impact of dietary fiber on colon cancer occurrence.
Gastroenterolgy 2000; 118: 1235-57. Esta revisión, preparada para la Asociación
Americana de Gastroenterología, recoge y se analiza con detalle la mayoría de los datos
epidemiológicos relativos a la relación entre el consumo de fibra dietética y el riesgo de
cáncer colorrectal publicados hasta el año de su publicación.

Marlet J, McBurney M, Slav in J. Position of the American Dietetic Association:


health implications of dietary fiber. J Am Diet Assoc 2002; 102: 993-1000. Es una
revisión amplia y detallada realizada por la Asociación Dietética Americana sobre los
efectos beneficiosos de la fibra.
Mata ix J, Gassull MA. Fibra alimentaria. En: Mataix J, ed. Nutrición y alimentación
humana. Madrid: Ergón, 2009. Estos autores presentan un excelente capítulo sobre la
fibra alimentaria, donde describen fundamentalmente los componentes, las fuentes y las
propiedades fisiológicas de la fibra.

Murta ugh M, Jac obs D, Jac ob B, Steffen L, Marquart L. Epidemiological support


for the protection of whole grains against diabetes. Proc Nutr Soc 2003; 62:
143-9. Este trabajo recoge los estudios epidemiológicos más importantes que relacionan el
consumo de alimentos ricos en fibra y la diabetes tipo 2. Los autores llegan a la conclusión
de que la fibra procedente de cereales es la que presenta un mayor efecto protector de la
diabetes.

Pastor-Villaescusa B, Rangel-Huerta Od, Aguilera Cm, Gil A. A systematic review


of the efficacy of bioactive compounds in cardiovascular disease: carbohydrates,
active lipids and nitrogen compounds. Ann Nutr Metab 2015; 66: 168-81. En esta
revisión sistemática, los autores establecen el papel potencial que compuestos bioactivos,
incluidos carbohidratos considerados como fibra dietética, pueden tener en la enfermedad
cardiovascular.

Redondo L. La fibra terapéutica, 2a ed. Barcelona: Glosa, 2002. Es uno de los pocos
libros dedicados íntegramente al estudio de la fibra. Hace una revisión muy amplia del
concepto de fibra y de sus componentes. Igualmente aporta muchos estudios clínicos, con
las posibles aplicaciones de la fibra, profundizando sobre todo en la fibra procedente de la
semilla de Plantago ovata.

Silva FM, Kramer CK, De Almeida JC, Steemburgo T, Gross JL, Azevedo MJ. Fiber
intake and glycemic control in patients with type 2 diabetes mellitus: a
systematic review with meta-analysis of randomized controlled trials. Nutr Rev
2013; 71: 790-801. Revisión sistemática que incluye un metaanálisis de los diferentes
ensayos aleatorizados y controlados que analizan el efecto de la ingesta de fibra dietética
en el control de la glucemia en pacientes con diabetes tipo 2. Los autores concluyen que el
incremento de la ingesta de fibra dietética mejora el control de la glucemia, de forma que
esta maniobra de tipo dietético constituye una herramienta coadyvante para el control de
estos pacientes.

Zarzuelo A. Fibra. En: Aranceta J, ed. Guías alimentarias para la población


española. Madrid: IM & C, 2001; 277-87. Revisión esquemática y rigurosa de los
aspectos más importantes relacionados con la fibra dietética, incluidos el concepto, las
características, las acciones biológicas y las recomendaciones en cuanto a su consumo.

También podría gustarte