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EV ALU AC IO N DE L A IN F LU EN C IA H I DR O LÓ GIC A

DE FO R ES T ACIO N ES EN LA L LAN U R A PA MP EAN A

Tesis doctoral

DOCTORANDO:

ING. FTAL. SEBASTIÁN I. BESTEIRO (UNLP-CONICET)

DIRECTOR:

DRA. FERNANDA J. GASPARI (UNLP)

CODIRECTOR:

DR. EDUARDO E. KRUSE (UNLP-CONICET)

Marzo de 2014, Facultad de Cs. Agr. Y Ftales., UNLP. La Plata,


Bs. As., Argentina.
Índice general

HOJA

SIMBOLOGÍA v
ABREVIATURAS ix
TABLAS x
FIGURAS xiv
GRÁFICOS xvi
AGRADECIMIENTOS xx
DEDICATORIA xxi
RESUMEN xxii
ABSTRACT xxv
Capítulo 1. Introducción

1.1 INTRODUCCIÓN GENERAL


1.1.1 Situación de los bosques en el mundo 2
1.1.2 El ciclo del agua y las forestaciones 4
1.1.3 Efecto de las forestaciones en el ciclo hidrológico 10
1.1.4 Estado del conocimiento 11
1.1.5 llanura pampeana 13
1.2 FUNDAMENTOS DE LA ELECCIÓN DEL TEMA 16
1.3 ELECCIÓN DE LAS ÁREAS DE ESTUDIO 17
1.3.1 Sistemas llanos en la pampa ondulada 19
1.3.2 Sistemas llanos en la pampa deprimida 20
1.4 ORGANIZACIÓN DE LA TESIS 23
1.5 OBJETIVOS 25

Capítulo 2. Intercepción de las precipitaciones

2.1 INTRODUCCIÓN 28
2.1.1 Antecedentes 29
a) Forestaciones juveniles 31
b) Forestaciones adultas 32

Página | i
c) Pinus vs. Eucalyptus 33
d) Forestación vs. Bosque nativo 34
e) Forestación vs. Pastizales 35
2.2 MATERIALES Y MÉTODOS
2.2.1 Área de estudio
2.2.1.1 Estancia el Centauro (EEC) 37
a. Clima 37
b. Hidrología 39
c. Uso y cobertura del suelo 40
2.2.1.2 Predio Forestal Dolores (PFD) 44
a. Clima 45
b. Hidrología 45
c. Uso y cobertura del suelo 46
2.2.2 Precipitación 51
2.2.3 Intercepción 56
2.3 RESULTADOS
2.3.1 Precipitación 60
2.3.2 Intercepción 67
2.4 DISCUSIÓN 81

Capítulo 3. Escurrimiento superficial

3.1 INTRODUCCIÓN 87
3.1.1 Sistemas hidrológicos atípicos 88
3.1.2 Escurrimiento bajo forestaciones 89
3.2 MATERIALES Y MÉTODOS
3.2.1 Morfometría 91
3.2.2 Escurrimiento superficial 96
3.3 RESULTADOS
3.3.1 Morfometría de la Estancia El Centauro (EEC) 100
3.3.2 Morfometría del Predio Forestal Dolores (PFD) 103
3.3.3 Escurrimiento superficial 106
3.4 DISCUSIÓN 111

Página | ii
Capítulo 4. Infiltración y aguas subterráneas

4.1 INTRODUCCIÓN
4.1.1 Infiltración y recarga freática 115
4.1.2 Métodos de estimación 118
4.1.3 Aguas subterráneas y las forestaciones 119
4.2 MATERIALES Y MÉTODOS
4.2.1 Área de estudio
4.2.1.1 Estancia El Centauro (EEC)
a. Características edáficas 124
b. Descripción de series de suelos 127
c. Características geológicas 127
d. Variables de interés 128
4.2.1.2 Predio Forestal Dolores (PFD)
a. Características edáficas 130
b. Descripción de series de suelos 132
c. Características geológicas 132
d. Variables de interés 134
4.2.2 Infiltración 135
4.2.3 Flujos subterráneos 138
4.3 RESULTADOS
4.3.1 Infiltración 141
4.3.2 Flujos subterráneos 152
4.4 DISCUSIÓN 158

Capítulo 5. Evapotranspiración

5.1 INTRODUCCIÓN
5.1.1 Concepto de evapotranspiración 163
5.1.2 Evapotranspiración potencial, real y de referencia 164
5.1.3 Metodologías de cálculo 166
5.1.4 Evapotranspiración en plantaciones de pino y eucalipto 168
5.2 MATERIALES Y MÉTODOS
5.2.1 Cálculo de por el método de FAO Penman-Monteith 173

Página | iii
5.2.2 Determinación de para vegetación atípica 174
5.3 RESULTADOS
5.3.1 Valores de por desarrollo de método FAO 56 181
5.4 DISCUSIÓN 195

Capítulo 6. Consideraciones finales

6.1 CONSIDERACIONES FINALES 200

Capítulo 7. Conclusiones

7.1 CONCLUSIONES 205

Bibliografía

BIBLIOGRAFÍA 211

Anexos

ANEXOS 237

Página | iv
Simbología

A Área de la cuenca

Área basal

AET Agua evapotranspirable total [mm]

AFE Agua fácilmente evapotranspirable [mm]

ai Área entre cotas

Almacenaje

Ap Ancho promedio de la cuenca

Coeficiente de Inconsistencia

Coeficiente de Consistencia

Covarianza entre las muestras e

Diámetro a la altura de pecho (1,3m)

Diámetro a la altura de pecho promedio (1,3m)

Dd Densidad de drenaje de una cuenca

Densidad total de un rodal (árb/ha)

Déficit

Valor acumulado de desde el día en que llueve

Evaporación

Error cuadrático medio

Varianza de la razón entre muestras

Cantidad de lluvia por encima de la cual comienza el escurrimiento fustal

Escurrimiento fustal (flujo caulinar o stemflow)

Evapotranspiración

Evapotranspiración de referencia basada en Penman-Monteith

Evapotranspiración del cultivo en condiciones estándar

Evapotranspiración del cultivo en condiciones no estándar

Evapotranspiración Potencial

Evapotranspiración Real

Evapotranspiración de referencia

Página | v
Excesos hídricos

Infiltración acumulada real

Infiltración instantánea real

Cobertura forestal (0,01-1)

Ff Factor de forma o de Gravelius

Infiltración acumulada bajo encharcamiento

Infiltración potencial o capacidad de infiltración

Infiltración efectiva o eficaz

Número de pixeles de una imagen plana ortogonal con vista libre del cielo

Δ Almacenamiento de agua subterránea

H Diferencia de altura entre el punto más alto y más bajo de una cuenca

H Equidistancia entre curvas de nivel topográfico

Altura máxima promedio de árboles dominantes

Cambio de altura de capa freática

Adición de agua en equivalentes de profundidad

hi Altitud media entre par de cotas

Hm Altitud media del terreno

Hmáx Cota máxima sobre el curso de agua

Hmín Cota mínima sobre el curso de agua

Humedad relativa mínima diaria

Intercepción

Pérdidas o abstracciones iniciales

Lluvia necesaria para saturar la capacidad de retención del dosel forestal

J Pendiente media del cauce

Día juliano

Conductividad hidráulica

Kc Índice de compacidad o de Gravelius

Coeficiente de cultivo

Coeficiente basal o de transpiración del cultivo

Coeficiente de transpiración del cultivo ajustado

Página | vi
Coeficiente de transpiración del cultivo para la etapa media de desarrollo

Coeficiente de transpiración del cultivo ajustado para la etapa media de desarrollo

Coeficiente de evaporación del suelo

Coeficiente de evaporación del suelo ajustado

L Longitud de: curvas de nivel topográfico; cauces; río más largo

La Longitud axial de la cuenca

Ln Sumatoria de las longitudes de todos los cursos de agua de una cuenca

P Perímetro de la cuenca

Precipitación total

Precipitación efectiva

PM Pendiente media del terreno

Precipitación neta

Percolación profunda

Escurrimiento total

Latitud en radianes

Escurrimiento superficial

Ra Coeficiente de rugosidad de una cuenca

Rh Relación hipsométrica

Escurrimiento subsuperficial

Escurrimiento subterráneo

Abstracción potencial de una cuenca luego de un exceso de lluvia

Δ Almacenamiento de agua en el suelo

S Coeficiente de almacenamiento

Si Área debajo de la curva hipsométrica

Ss Área sobre la curva hipsométrica

Porosidad eficaz

Transpiración

Tc Tiempo de concentración

Trascolación (Precipitación directa o throughfall)

Velocidad del viento

Página | vii
Variación de almacenaje

Varianza de la muestra

Varianza de la muestra

Página | viii
Abreviaturas

Estación Experimental Julio Hirschhorn EEJH

Estación Meteorológica Aeródromo Dolores EMAD

Estancia El Centauro EEC

Geographic Information System GIS

Grupos Hidrológicos GH

Instituto Geográfico Nacional IGN

Long-Term Hydrologic Impact Assessment L-THIA

Microcuenca del Arroyo La Paloma MALP

Número de Curva NC

Predio Forestal Dolores PFD

Sistemas de Información Geográfica SIG

Soil Conservation Service SCS

Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación SSRH

Página | ix
Índice de tablas

II.1. Distribución estacional de las lluvias, en valores medios, para el período


1909-2005, partido de La Plata. Adaptado de (Hurtado et al., 2006). 38

II.2. Balance hídrico medio mensual (1909-2005) para el partido de La Plata.


Adaptado de Hurtado et al. (2006). 38

II.3. Fuente de datos pluviométricos, ubicación, frecuencia de datos y distancia


de las estaciones meteorológicas de los sitios de estudio. 53

II.4. Precipitación anual media para la serie histórica (53 años) y serie de
muestreos (3 años). 65

II.5. Precipitaciones acumuladas mensuales y estacionales para la serie de


muestreos (3 años), junto con el número de semanas con lluvia para el
total de la serie de muestreos y los valores de precipitación mensual
media, máxima y mínima. 66

II.6. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una


forestación de P. radiata de la pampa ondulada para el período: ene.2009-
dic.2011. Adaptado de Besteiro y Rodríguez (2012). 71

II.7. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una


forestación de E. viminalis de la pampa ondulada para el período:
ene.2009–dic.2011. Adaptado de Besteiro y Rodríguez (2012). 72

II.8. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una


forestación de E. viminalis de la pampa deprimida para el período:
sep.2009-ago.2012. 72

II.9. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una


forestación de E. camaldulensis de la pampa deprimida para el período:
sep.09-ago.12. 73

II.10. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una


forestación de E. camaldulensis de la pampa deprimida para el período:
sep.09-ago.12. 73

II.11. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una


forestación de E. camaldulensis de la pampa deprimida para el período:
sep.09-ago.12. 74

II.12. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una


forestación de E. camaldulensis de la pampa deprimida para el período:
sep.09-ago.12. 74

II.13. Características dasométricas de los rodales estudiados, junto a los


componentes porcentuales de la redistribución de las lluvias que inciden
sobre ellos y capacidad máxima de retención de agua en troncos y dosel
forestal. 80

Página | x
III.1. Cuadro de clases de formas correspondientes a distintos rangos del índice
de compacidad adaptado de Mármol (2006) 92

III.2. Valores de número de curva para suelos con diferentes usos. Adaptado de
Gaspari et al. (2009). 98

III.3. Condiciones de humedad antecedente en función de la precipitación


acumulada de 5 días. Adaptado de Gaspari et al. (2009). 98

III.4. Porcentajes de ocupación de los valores de NC y escurrimiento superficial


en los sitios de estudio. 110

III.5. Porcentajes de ocupación de los valores de NC y escurrimiento superficial


en los sitios de estudio, para una situación hipotética donde las
forestaciones son reemplazadas por la actividad predominante en la zona. 112

III.6. Porcentajes de ocupación de los valores de NC y escurrimiento superficial


en los sitios de estudio, para una situación hipotética donde los pastizales
son reemplazados por forestaciones de rápido crecimiento. 113

IV.1. Algunos modelos empíricos para la determinación de la infiltración.


Adaptado de Martín de Santa Olalla et al. (2005). 118

IV.2. Detalle de las unidades taxonómicas correspondientes a los suelos de la


Estancia El Centauro y alrededores. 126

IV.3. Variables edáficas e hidrogeológicas de la Estancia El Centauro y


alrededores. 129

IV.4. Detalle de las unidades taxonómicas presentes en el Predio Forestal


Dolores y alrededores. Adaptado de INTA (2011). 131

IV.5. Variables edáficas e hidrogeológicas del Predio Forestal Dolores y


alrededores. 134

IV.6. Red de monitoreo freático de las áreas de estudio, indicando los códigos,
profundidad y cota. 135

IV.7. Variaciones máximas y medias del nivel de capa freática entre los distintos
usos/coberturas del suelo en EEC. 144

IV.8. Variaciones máximas y medias del nivel de capa freática entre los distintos
usos/coberturas del suelo en PFD. 145

IV.9. Variaciones mensuales de las reservas de agua subterránea (freática) en


la EEC, producto del aporte o remoción de agua en el perfil. 146

IV.10. Variaciones mensuales de las reservas de agua subterránea (freática) en


el PFD, producto del aporte o remoción de agua en el perfil. 147

IV.11. Variaciones totales de las reservas de agua subterránea (freática) para el


período septiembre de 2009-diciembre de 2011 en EEC y PFD. 149

IV.12. Variaciones totales de las reservas de agua subterránea (freática) para el


período septiembre de 2009-diciembre de 2011 en EEC y PFD. 150

Página | xi
IV.13. Variaciones de contenido de agua freática por aporte horizontal a nivel
predial, expresadas como láminas acumuladas anuales. Parámetros para
el cálculo de los caudales subterráneos de entrada y salida modales en los
predios EEC y PFD. 157

V.1. Evaluación de métodos de estimación de frente a datos lisimétricos en


cinco localidades de climas húmedos (HR ≥ 60%) y seis localidades de
climas áridos (HR < 60%). Extraído de Smith (2000). 167

V.2. Resumen de valores de encontrados en la bibliografía internacional y


nacional, indicando las especies y autor/s del trabajo. 176

V.3. Valores medios mensuales de y expresados en mm, para cada sitio


de estudio, calculados por la metodología FAO Penman-Monteith. 181

V.4. Valores medios mensuales expresados en mm, para distintos rodales y


situaciones de pastizal. 181

V.5. Valores mínimos (mín), medios (med) y máximos (máx) mensuales de los
coeficientes únicos de cultivo ( ) correspondientes a las plantaciones
forestales y situación natural de la Estancia El Centauro (EEC). 182

V.6. Valores mínimos (mín), medios (med) y máximos (máx) mensuales de los
coeficientes únicos de cultivo ( ) correspondientes a las plantaciones
forestales y situación natural del Predio Forestal Dolores (PFD). 183

V.7. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite, con un factor de cultivo


general correspondiente a un pastizal de la EEC (Kc = 0,7) y un valor de
retención de agua útil en el suelo de 200mm. 185

V.8. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite, con un factor de cultivo


general correspondiente a un pastizal del PFD ( = 0,7) y un valor de
retención de agua útil en el suelo de 180mm. 185

V.9. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un


factor de cultivo diario, calculado para una plantación de P. radiata de la
pampa ondulada y un valor de retención de agua útil del suelo de
838,8mm. 187

V.10. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un


factor de cultivo diario, calculado para una plantación de E. viminalis de la
pampa ondulada y un valor de retención de agua útil del suelo de
838,8mm. 187

V.11. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un


factor de cultivo diario, calculado para una plantación de E. viminalis de la
pampa deprimida (Parcela 1) y un valor de retención de agua útil del suelo
de 841,2mm. 188

V.12. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un


factor de cultivo diario, calculado para una plantación de E. camaldulensis
de la pampa deprimida (Parcela 2) y un valor de retención de agua útil del
suelo de 841,2mm. 189

Página | xii
V.13. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un
factor de cultivo diario, calculado para una plantación de E. camaldulensis
de la pampa deprimida (Parcela 3) y un valor de retención de agua útil del
suelo de 841,2mm. 189

V.14. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un


factor de cultivo diario, calculado para una plantación de E. camaldulensis
de la pampa deprimida (Parcela 4) y un valor de retención de agua útil del
suelo de 841,2mm. 190

V.15. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un


factor de cultivo diario, calculado para una plantación de E. camaldulensis
de la pampa deprimida (Parcela 5) y un valor de retención de agua útil del
suelo de 841,2mm. 191

V.16. Principales componentes del balance hidrológico anual para los tres años
de estudio en EEC y PFD. 197

Página | xiii
Índice de figuras

I.1. Distribución porcentual de los componentes del balance hídrico junto con el
tiempo de permanencia general indicada para cuencas hidrográficas
pequeñas en buenas condiciones de cobertura forestal y en condiciones de
clima templado. Extraído de Giraldo López (2002) 5

I.2. Componentes del ciclo hidrológico para un árbol individual de la llanura


pampeana tomado como sistema objetivo. 6

I.3. Ubicación geográfica de los sitios experimentales utilizados como áreas de


estudio y señalados como EEC (Estancia El Centauro) y PFD (Predio
Forestal Dolores) dentro de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Se
indican además las cuencas, regiones y subregiones a las cuales
pertenecen estas áreas de estudio. 18

II.1. Localización geográfica de la Estancia el Centauro (EEC), vías de acceso


e hidrografía característica. 37

II.2. Límites de la Estancia El Centauro junto con la red hidrográfica


correspondiente al Arroyo La Paloma, montada sobre una imagen del
Google Earth© como fondo. 39

II.3. Estancia El Centauro y zonificación del uso del suelo. 40

II.4. Imágenes originales y procesadas para el cálculo de cobertura forestal de


pino. 42

II.5. Imágenes originales y procesadas para el cálculo de cobertura forestal de


eucalipto en la EEC. 43

II.6. Detalle fotográfico del pastizal natural modificado de la EEC. 43

II.7. Localización geográfica del Predio Forestal Dolores (PFD), con caminos de
acceso e hidrografía característica. 44

II.8. Predio Forestal Dolores y tipos de coberturas y usos del suelo. 47

II.9. Plano del loteo del campo, con los rodales donde se colocó el instrumental
de muestreo. 48

II.10. Imágenes de la cobertura forestal en el PFD, ordenada de a pares por


parcela de muestreo. Se muestra la imagen no procesada en color junto a
la procesada en banco y gris. 49

II.11. Ubicación de estación experimental Ingeniero Julio Hirschhorn y


pluviómetros de la Estancia El Centauro. De fondo se muestra un mosaico
de imágenes Google Earth junto a la red caminera. 51

II.12. Ubicación de la estación del Servicio Meteorológico Nacional, Aeródromo


Dolores, y de la estación meteorológica y pluviómetro del Predio Forestal
Dolores. De fondo se muestra un mosaico de imágenes Google Earth junto
a la red caminera. 52

Página | xiv
II.13. Secuencia de imágenes (de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo)
indicando la instalación de un colector de escurrimiento fustal en un árbol
de pino. 57

II.14. Secuencia de imágenes mostrando el instrumental de fabricación y


distintos pluviómetros instalados bajo la canopea forestal. 59

III.1. Localización geográfica de la MALP. 100

III.2. Orden de los cursos de agua correspondiente a la Microcuenca Arroyo La


Paloma según la metodología de Horton. De fondo se muestra el modelo
de elevación del terreno (dem). 102

III.3. Localización de la Cuenca del Arroyo Langueyú. Adaptado del Atlas 2010
de Cuencas y Regiones Hídricas la República Argentina. 104

III.4. Mapas de Grupo Hidrológico adaptados al modelo L-THIA,


correspondientes a la EEC (izquierda) y PFD (derecha). 107

III.5. Mapas base de usos del suelo para las áreas de estudio, correspondientes
a la EEC (izquierda) y PFD (derecha). 108

III.6. Mapa de NC y precipitación efectiva o escurrimiento superficial en mm ( ),


obtenido por procesamiento automático con L-THIA, de la base de datos
vectorial y lluvias diarias, correspondientes a la EEC (izquierda) y PFD
(derecha). 109

IV.1. Mapa de unidades cartográficas de suelos en la EEC y área de influencia.


Adaptado de INTA (2010).

IV.2. Mapa de suelos del Predio Forestal Dolores. Adaptado de INTA (2011). 131

IV.3. Estratigrafía del Predio Forestal Dolores. 133

IV.4. Ubicación de la red de monitoreo de niveles freáticos en la Estancia El


Centauro (izquierda) y Predio Forestal Dolores (derecha). De fondo de
observa las cartas topográficas correspondientes a la hojas Ignacio
Correas (EEC) y Estancia El Sermón (PFD). 136

IV.5. Cinta métrica adaptada para medición de los niveles de capa freática. 137

V.1. Evapotranspiración del cultivo de referencia ( ), bajo condiciones


estándar ( ) y bajo condiciones no estándar ( ). Extraído de Allen et
al. (2006) 165

V.2. Esquema del movimiento vertical del agua en el suelo. 196

Página | xv
Índice de gráficos

II.1. Precipitaciones acumuladas anuales de la Experimental J. Hirschhorn


(EEJH en verde) y del Aeródromo Dolores (EMAD en rojo) para las series
1918-2011 y 1959-2011 respectivamente. En líneas punteadas se muestra
la precipitación media anual para el período 1959-2011, correspondiente a
cada estación. 60

II.2. Análisis de doble masa para una serie de 53 años (período 1959-2011),
correspondiente a las estaciones EEJH y EMAD. 61

II.3. Análisis de doble masa para las series de precipitaciones acumuladas


mensuales de 53 años (1959-2011), correspondientes a la experimental
Julio Hirschhorn (EEJH) y el Aeródromo Dolores (EMAD). 62

II.4. Análisis de doble masa para una serie de precipitaciones diarias


acumuladas de 14 años (1998-2011), correspondientes a EEJH y EMAD. 62

II.5. Precipitaciones mensuales registradas en la EEJH (azul) y testigo EEC


(rojo), para el período de tres años (36 meses). 63

II.6. Precipitaciones mensuales registradas en la EMAD (azul) y testigo PFD


(rojo), para el período de tres años (36 meses). 63

II.7. Análisis de dobles masas acumuladas de las lluvias mensuales registradas


en la EEJH y EEC, para el período de estudio de tres años (36 meses). 64

II. 8. Análisis de dobles masas acumuladas de las lluvias mensuales registradas


en la EMAD y PFD, para el período de estudio de tres años (36 meses). 64

II.9. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre
una plantación de P. radiata en la EEC. Regresiones lineales junto a
funciones y coeficientes de ajuste. Adaptado de Besteiro y Rodríguez
(2012). 67

II.10. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre
una plantación de E. viminalis en la EEC. Regresiones lineales junto a
funciones y coeficientes de ajuste. Adaptado de Besteiro y Rodríguez
(2012). 68

II.11. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre
una plantación de E. viminalis en el PFD (Parcela 1). Regresiones lineales
junto a funciones y coeficientes de ajuste. 68

II.12. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre
una plantación de E. camaldulensis en el PFD (Parcela 2). Regresiones
lineales junto a funciones y coeficientes de ajuste. 69

Página | xvi
II.13. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y
escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre
una plantación de E. camaldulensis en el PFD (Parcela 3). Regresiones
lineales junto a funciones y coeficientes de ajuste. 69

II.14. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre
una plantación de E. camaldulensis en el PFD (Parcela 4). Regresiones
lineales junto a funciones y coeficientes de ajuste. 70

II.15. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre
una plantación de E. camaldulensis en el PFD (Parcela 5). Regresiones
lineales junto a funciones y coeficientes de ajuste. 70

II.16. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que


inciden sobre en una plantación de P. radiata de la pampa ondulada. 76

II.17. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que


inciden sobre en una plantación de E. viminalis de la pampa ondulada. 76

II.18. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que


inciden sobre en una plantación de E. viminalis de la pampa deprimida
(Parcela 1). 77

II.19. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que


inciden sobre en una plantación de E. camaldulensis de la pampa
deprimida (Parcela 2). 77

II.20. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que


inciden sobre en una plantación de E. camaldulensis de la pampa
deprimida (Parcela 3). 78

II.21. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que


inciden sobre en una plantación de E. camaldulensis de la pampa
deprimida (Parcela 4). 78

II.22. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que


inciden sobre en una plantación de E. camaldulensis de la pampa
deprimida (Parcela 5). 79

III.1 Curvas hipsométricas características del ciclo de erosión de Strahler.


Adaptado de Gaspari et al., 2009 93

III.2. Descomposición de la precipitación en el tiempo. Fuente: López Cadenas


del Llano (1998). 99

III.3. Curva hipsométrica correspondiente a la MALP. 101

III.4. Curva hipsométrica relativa correspondiente a la MALP. 101

III.5. Curva hipsométrica correspondiente a la Cuenca Langueyú. 105

III.6. Curva hipsométrica relativa correspondiente a la Cuenca Langueyú. 106

Página | xvii
IV.1. Curva de infiltración potencial instantánea en un suelo encharcado. Fuente:
Muñoz y Ritter (2005). 116

IV.2. Evolución de los niveles de capa freática bajo cuatro coberturas vegetales
de la pampa ondulada. Niveles de capa freática expresados en metros
sobre el nivel del mar (msnm). 141

IV.3. Evolución de los niveles de capa freática bajo tres coberturas vegetales de
la pampa deprimida. Niveles de capa freática expresados en metros sobre
el nivel del mar (msnm). 142

IV.4. Precipitaciones acumuladas (mm) y niveles de capa freática (mbnt) de la


red de monitoreo de pozos en EEC, para un período de tres años de
registros semanales. 152

IV.5. Precipitaciones acumuladas (mm) y niveles de capa freática (mbnt) de la


red de monitoreo de pozos de PFD, para un período de tres años de
registros semanales. 153

IV.6. Isofreáticas y direcciones de flujo correspondientes para los puntos de


inflexión de los niveles de capa freática de EEC. Máximos a la izquierda y
mínimos a la derecha (Período: enero de 2009-diciembre de 2011). 155

IV.7. Isofreáticas y direcciones de flujo correspondientes para los puntos de


inflexión de los niveles de capa freática en PFD. Máximos a la izquierda y
mínimos a la derecha (Período: septiembre de 2009-agosto de 2012). 156

V.1. Repartición de la evapotranspiración en evaporación y transpiración


durante el período de crecimiento de un cultivo anual. Extraído de Allen et
al. (2006) 164

V.2. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para


un ciclo hidrológico promedio de un pastizal de la EEC. 185

V.3. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para


un ciclo hidrológico promedio de un pastizal del PFD. 186

V.4. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para


un ciclo hidrológico promedio de una plantación de P. radiata de la pampa
ondulada. 187

V.5. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para


un ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. viminalis de la
pampa ondulada. 188

V.6. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para


un ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. viminalis de la
pampa deprimida (Parcela 1). 188

V.7. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para


un ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. camaldulensis de la
pampa deprimida (Parcela 2). 189

Página | xviii
V.8. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para
un ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. camaldulensis de la
pampa deprimida (Parcela 3). 190

V.9. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para


un ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. camaldulensis de la
pampa deprimida (Parcela 4). 190

V.10. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para


un ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. camaldulensis de la
pampa deprimida (Parcela 5). 191

V.11. Evolución temporal de los componentes y correspondiente a la


situación de referencia ( ); a la plantación de P. radiata ( ); a la
plantación de E. viminalis ( ), y a una situación de pastizal ( ) en
la EEC. 192

V.12. Evolución temporal de los componentes acumulados de y


correspondiente a la situación de referencia ( ); a la plantación de P.
radiata ( ); a la plantación de E. viminalis ( ), y a una situación
de pastizal ( ) en la EEC. 192

V.13. Evolución temporal de los componentes y correspondiente a la


situación de referencia ( ); la plantación de E. viminalis de la parcela 1
( ); las plantaciones de E. camaldulensis de las parcelas 2 a 5
( - ), y la de una situación de pastizal ( ) en el PFD. 193

V.14. Evolución temporal de los componentes acumulados de y


correspondiente a la situación de referencia ( ); la plantación de E.
viminalis de la parcela 1 ( ); las plantaciones de E. camaldulensis de
las parcelas 2 a 5 ( - ), y la de una situación de pastizal
( ) en el PFD. 193

Página | xix
Agradecimientos

Quiero agradecer a CONICET por haber hecho posible la ejecución de mis estudios
doctorales a través de su sistema de becas y a la Facultad de Ciencias Agrarias y
Forestales de La Plata por ser el lugar donde he logrado formarme como profesional, tanto
de grado como de postgrado, y donde siempre me he sentido muy cómodo en el
desempeño de mis actividades.

También quiero mencionar, el increíble aporte que realizaron los evaluadores de


esta tesis que no solo han hecho que mejore la misma, sino que han abierto nuevas
inquietudes para investigaciones futuras.

Agradezco con inmensa gratitud a mis directores y colegas, considerados a todos


como amigos. A los primeros porque han respetado mis tiempos y maneras de trabajo con
buena predisposición y apoyo, y han sabido transmitirme sus conocimientos de forma clara
y amena cuando fueron requeridos. A los segundos, por hacer del trabajo diario una
actividad placentera y estar presentes desde el principio compartiendo trabajo y
experiencias.

Por último, pero no por eso menos importante, agradezco a mis padres, hermanos y
amigos que han sabido soportar todas mis ausencias haciéndome sentir todo su apoyo y
confianza, y especialmente a mi señora, hijo e hija en viaje -los amores de mi vida-, cuya
existencia y compañía valoro por sobre todas las cosas.

Página | xx
Dedicatoria

Dedico este trabajo a Sara y Facu,


tal vez los más deformados
por mi formación

Página | xxi
Resumen

Desde el siglo XIX se ha resaltado la importancia de incluir forestaciones en la


llanura pampeana argentina, atribuyéndoles cualidades únicas para modificar la dinámica
hídrica de estos ambientes. Las escasas pendientes, suelos salino-sódicos y capa freáticas
de poca profundidad, conforman un ambiente de gran fragilidad que se encuentra
amenazado por el avance progresivo de la agricultura e intensa carga animal. Todas estas
características condicionan largos períodos de sequías seguidos de inundaciones con
severas consecuencias en la producción pecuaria. En estas condiciones los procesos
erosivos dependen en gran medida de los cambios de uso del suelo y a las actividades
productivas. La demanda de productos forestales a nivel mundial y el apoyo fiscal, ha
puesto en la mira estos ambientes para el desarrollo de la actividad forestal. Sin embargo,
el efecto de las forestaciones, resulta poco evidente dado que han sido introducidas en
chacras y estancias de forma circunscripta y aisladas entre sí. Un entendimiento adecuado
de la incidencia de una forestación en el sistema hidrológico, puede favorecer la búsqueda
de criterios que mejoren el manejo del agua y por ende, de la actividad productiva muchas
veces significativamente afectada por problemas de anegamiento y sequías.

Con el objetivo de evaluar la influencia hidrológica de forestaciones de rápido


crecimiento de dos localidades en la llanura pampeana, como base para reconocer pautas
de manejo del agua en ambientes de llanura, se realizó el presente estudio. Se
determinaron y analizaron, durante tres años, los componentes del balance hidrológico
sobre forestaciones de Pinus radiata Don y Eucalyptus viminalis Labill de la pampa
ondulada y sobre forestaciones de Eucalyptus camaldulensis Dehnh y Eucalyptus viminalis
Labill de la pampa deprimida. Con este fin se establecieron los siguientes objetivos
específicos: 1) Analizar la redistribución de las precipitaciones bajo plantaciones forestales
adultas de Pinus radiata Don, Eucalyptus viminalis Labill y Eucalyptus camaldulensis
Dehnh en los dos predios de la llanura pampeana; 2) Modelizar el componente de
escurrimiento superficial bajo las condiciones de uso actual de los predios analizados y
simular posibles escenarios de cambio de uso en la conversión pastizal-forestación; 3)
Evaluar las fluctuaciones del nivel de capa freática a nivel predial, como base para
determinar las relaciones de recarga/descarga bajo los usos/coberturas considerados en
cada sitio de estudio, y 4) Establecer una metodología sencilla para la estimación de los

Página | xxii
coeficientes de cultivo de las especies forestales a fin de cuantificar la evapotranspiración
de los distintos cultivos evaluados.

Los resultados obtenidos en cuanto a la redistribución de las precipitaciones,


permitieron concluir que la capacidad de intercepción de los pinos estudiados supera a la
de los eucaliptos y que hay una relación directa entre la capacidad de intercepción y la
edad de los rodales. Por su parte, la aplicación de la metodología del número de curva a
través del modelo hidrológico L-THIA NPS, permitió establecer una importante reducción
del escurrimiento superficial anual en la conversión de pastizales por forestaciones. Este
modelo demostró ser una poderosa herramienta de diagnóstico en el estudio del
comportamiento de los escurrimientos superficiales en situaciones hipotéticas de uso de la
tierra. A nivel subterráneo, fue posible verificar que las forestaciones estudiadas en pampa
deprimida favorecieron los procesos de infiltración ante períodos de excesos hídricos, a la
vez que acentuaron los períodos de déficits al incrementar la descarga del acuífero freático
en períodos con baja pluviometría. Las forestaciones de la pampa ondulada en cambio,
demostraron atenuar los procesos de descarga en épocas secas o de baja pluviometría al
tiempo que favorecieron los procesos de infiltración ante períodos de excesos hídricos. De
esta manera, se observó que mientras que algunos rodales actuaron como sitios
preferenciales de descarga, otros fueron capaces de facilitar o interrumpir la recarga al ser
comparado con otros usos/coberturas. Por último, la metodología desarrollada para el
cálculo de la evapotranspiración permitió demostrar que la conversión de pastizales por
forestaciones de rápido crecimiento generó un aumento del 51-87% en la
evapotranspiración con respecto a la situación natural y tornó los rendimientos hídricos de
positivos a marcadamente negativos durante gran parte del tiempo. Esto representó un
aporte del 35-67% por encima de la precipitación media anual y dejó el precedente de que
el rodal de pino presenta un menor rendimiento hídrico (descarga freática) frente a los de
eucalipto y, dentro de estos, que los rodales de E. viminalis enseñan un rendimiento hídrico
que supera al de E. camaldulensis.

Se concluye finalmente que las forestaciones realizan un uso más exhaustivo del
agua frente a las coberturas herbáceas. Sus canopeas determinan altos porcentajes de
intercepción que reducen el agua que alcanza el suelo, y una vez que lo hace, se
encuentra con un mantillo que reduce la posibilidad de escurrir superficialmente y facilita su
infiltración en el suelo. Esta infiltración, facilitada por un aumento de la porosidad y la
hidrofobicidad de la materia orgánica, es rápidamente absorbida por la forestación y

Página | xxiii
liberada al ambiente. La existencia de un acuífero libre a menos de 6m de la superficie del
suelo constituye un aporte de agua extra para las forestaciones, que la utilizan activamente
cuando las condiciones ambientales son propicias, al punto de generar depresiones de
más de 2m de profundidad y convertir sitios naturales de recarga en sitios de descarga
neta. Uno de los problemas más alarmantes del consumo de agua por parte de las plantas
esta dado por la posibilidad de salinización de los suelos y napas, cuestión que ha sido
abordada intensamente por estudios locales y es necesario seguir profundizando.

Página | xxiv
Abstract

Since the XIXth Century the importance of including afforestation in the Argentinean
Pampas has been highlighted because of its unique capacity to modify the water dynamics
of these environments. The low slopes, the saline-sodic soils and the shallow water table
constitute a very fragile environment threatened by the progressive advance of agriculture
and intense animal use. All these characteristics determine long periods of drought followed
by floods with severe consequences to the livestock production. Under these conditions
erosive processes depend largely on changes in land use and productive activities.
Worldwide demand for forest products as well as fiscal support has turned the attention
towards these environments for the development of afforestation. Nevertheless, the effect
of afforestation is not clearly evident due to the fact that it has been introduced in farms in a
circumscribed and isolated way. A proper understanding of the effect of afforestation in the
water system can help to find ways to improve the management of water, and hence, to
improve the productive activities that are very often affected by floods and droughts.

The aim of the present study is to evaluate the hydrological effects of fast growing
afforestation in two localities of the pampean prairie in order to identify criteria for the
management of water in plain environments. During a three year period the different
components of the water balance were determined and analyzed in afforestation of Pinus
radiata Don and Eucalyptus viminalis Labill in the rolling pampa and in Eucalyptus
camaldulensis Dehnh and Eucalyptus viminalis Labill in the flooding pampa. With this
purpose the following specific objectives were established: 1) To analyze the rain
distribution under adult afforestation of Pinus radiata Don, Eucalyptus viminalis Labill and
Eucalyptus camaldulensis Dehnh in two localities of the pampean prairie; 2) To model the
runoff under current land use conditions and simulate possible scenarios considering a
change in land use (conversion from pasture to afforestation); 3) To evaluate fluctuations in
the water table at farm level to determine relationships of charge/discharge under the land
uses considered in each studied site, and 4) To establish a simple methodology to estimate
the crop coefficient in order to quantify the evapotranspiration of the considered
afforestation.

The results obtained in relation to rainfall indicate that pines have a higher
interception capacity than eucalyptus, which is directly related to the age of the stands.

Página | xxv
Using the methodology of the curve number by means of the hydrological model L-THIA
NPS, an important reduction of the annual runoff in the conversion of pasture to
afforestation was established. This model proved to be a powerful tool for the diagnosis of
superficial water runoff behavior in hypothetical situations of land use. At an underground
level, it was confirmed that the afforestation studied in the flooding pampa increased
infiltration processes in periods with excess water, and also increased water deficit in
periods with low rainfall because of increased phreatic water discharge. In contrast the
afforestation of the rolling pampa decreased water discharge during dry seasons or low
rainfall and increased infiltration processes in periods of excess water. It was observed that
while some stands acted as preferential sites for discharge, others were able to facilitate or
interrupt recharge when compared with other land uses or coverage. Finally, the
methodology developed to calculate the evapotranspiration demonstrated that the
conversion from pasture to fast growing afforestation generated an increase of the
evapotranspiration of 51-87% when compared to the natural situation and turned the hydric
performance from positive to strongly negative for most of the time. This represented an
extra contribution of 35-67% above the median annual precipitation, establishing that the
pine stand has a minor water yield (groundwater discharge) than eucalyptus, and within the
latter, that the stands of E. viminalis have a higher water yield than E. camaldulensis.

Finally it is concluded that afforestation make a more exhaustive use of water when
compared with pastures. The canopy intercepts more water and reduces the amount that
reaches the soil, the water that reaches the soil does not drain superficially so easily
because of the litter and tends to infiltrate in the soil. This infiltration, facilitated by an
increase of the porosity and hydrophobicity of organic matter, is quickly absorbed by
afforestation and released to the environment. The existence of a phreatic aquifer at less
than 6m from the surface constitutes an extra supply of water for afforestation that is used
when needed, generating depressions of more than 2m deep and turning natural sites of
recharge in sites of net discharge. One of the main problems related to water consumption
by plants is the possibility of the salinization of soil and water tables. This issue has been
treated in local studies and there is a clear need to keep on studying this matter.

Página | xxvi
Capítulo 1
Introducción
1.1 INTRODUCCIÓN GENERAL

1.1.1 Situación de los bosques en el mundo

Los bosques desempeñan un papel fundamental para la vida en la tierra: forman


parte esencial en el ciclo global del carbono, constituyen ambientes de amplia
biodiversidad y desempeñan un rol importante en disponibilidad y calidad del agua.
Históricamente, los bosques han acompañado al desarrollo de las comunidades por medio
de una infinidad de funciones que van desde el aporte de abrigo, alimento y combustible;
hasta su utilización en la industria maderera, productos forestales no madereros
(medicinales; nutracéuticos; alimenticios; bioquímicos, etc. (FAO, 2001; FAO, 2002)) y
servicios ambientales (sumideros de carbono, regulación hídrica).

En la última evaluación de los recursos forestales mundiales (FAO, 2010a), se


señala que el 31% de la superficie emergente del mundo se encuentra ocupada por
bosques. Esto representa algo más de 4.000 millones de hectáreas concentradas
mayoritariamente en la Federación Rusa, Brasil, Canadá, Estados Unidos de América y
China (53%), y aún se les debe sumar las tierras clasificadas como “otras tierras
boscosas”, en las que Argentina se posiciona como uno de los cinco países más
representativos de este rubro, y “otras tierras con cubiertas de arboles” que constituyen, en
conjunto, más del 9% del total de tierras emergidas (1.179 millones de ha).

El ecosistema de bosques es considerado como el más extenso del mundo. La


preocupación sobre su uso y deterioro ha hecho que los países promuevan su
conservación a través de la implementación de un variado conjunto de medidas, entre las
que se destacan: el incremento de las superficies forestadas (cambio de uso de tierras) y la
ordenación de los bosques naturales bajo un enfoque de sustentabilidad. La actual
demanda de productos forestales y servicios de los bosques es una combinación de una
demanda estática o ligeramente al alza de la madera, una demanda estable pero en ligero
ascenso de productos forestales no maderables (PFNM) y una demanda pujante pero en
gran medida no monetizada de servicios ambientales (Leslie, 2005). Estos servicios, a su
vez, se relacionan con las funciones protectoras de los bosques y mantienen una íntima
vinculación con el ciclo hidrológico de los ecosistemas que ocupan (Eagleson, 2002).

Actualmente, el 30% de los bosques del mundo se destinan a la producción


maderera y de productos forestales no maderables (PFNM) como producción primaria; el

Página | 2
24% está destinado a usos múltiples, sin una actividad predominante; el 12% está
dedicado a la conservación de la biodiversidad; el 8% tiene funciones de protección del
suelo y el agua; el 4% se destina a funciones sociales y el resto presenta funciones
desconocidas (FAO, 2010a).

El aumento y creciente impulso de las extensiones forestadas -aquellas que se


establecen en tierras no forestales (FAO, 2011)- para la fijación de carbono, suministro de
energía y madera, y la rehabilitación del paisaje (Perlis, 2007), ha generado inquietudes en
cuanto a su impacto en el ciclo hidrológico (Nisbet et al., 2011, Jobbágy, 2011) dado que,
tanto a nivel de árbol como de forestaciones, realizan un consumo más intenso del agua en
comparación con vegetación más baja (Nisbet, 2005; Hamilton et al., 2009) y por
consiguiente, afectan fuertemente la dinámica de este recurso.

La deforestación -causada mayoritariamente por la conversión de bosques a tierras


de cultivo- ha manifestado una notable disminución global con cambios netos de superficie
de 8,3 (1990-2000) a 5,2 millones de hectáreas por año (2000-2010) (FAO, 2011). Estas
tendencias, sin embargo, no son compartidas por todas las regiones. Sudamérica y África
han experimentado las máximas pérdidas netas de forestación (FAO, 2011). Argentina, por
su parte, en el informe nacional de los recursos forestales mundiales 2010, informó una
superficie de bosques de 29,4 millones de ha (0,73% del total mundial), de los cuales el
4,7% representa las plantaciones forestales (cuyo uso es meramente productivo), el 3,9%
es destinado a funciones de conservación de la biodiversidad, el 8,7% a usos variados, y el
82,7% restante posee una función desconocida (FAO, 2010b). La superficie destinada a la
protección del suelo y recursos hídricos no es incluida en estos porcentajes, y por lo tanto
es inexistente o por lo menos desconocida, lo que constituye un buen parámetro del
avance a nivel país en materia de la conservación del recurso agua y refleja un claro déficit
en este aspecto.

Calder y colaboradores (Calder et al., 2007) indicaron la necesidad de acortar la


brecha entre la investigación hidrológica forestal y el diseño de las políticas forestales,
además de resaltar la importancia de fortalecer los vínculos políticos entre los sectores
forestal e hídrico. La sobreexplotación, contaminación y mal uso de los recursos en varias
regiones del mundo, amenazan fuertemente la disponibilidad y la calidad del agua potable,
y hacen que la relación entre los bosques y el agua sea una cuestión crítica a la que se
debe otorgar una gran prioridad (Hamilton et al., 2009).

Página | 3
1.1.2 El ciclo del agua y las forestaciones

El concepto de Ciclo del Agua (Ciclo Hidrológico), hace referencia a la circulación


del agua en sus diversas formas y sistemas de almacenamiento a nivel mundial. Custodio
y Llamas (1996) lo definen como un proceso continuo e irregular, tanto en el espacio como
en el tiempo, en el que una partícula de agua que se evapora del océano regresa a él
luego de haber pasado por los procesos de precipitación y escurrimiento superficial o
subterráneo. Tal vez, una de las definiciones más concretas del “ciclo hidrológico” es la
que hacen Ven te Chow y colaboradores (Chow et al., 1994) al decir que “se trata de la
circulación ininterrumpida del agua entre la tierra y la atmósfera”. Estos autores señalan,
además, que este ciclo -foco central de la hidrología- no presenta un principio ni un fin y
sus diversos procesos ocurren en forma continua.

La magnitud que adoptan los procesos (según sea el sistema en consideración) se


materializa a través de balances hidrológicos que, en el caso particular de los ecosistemas
forestales, dejan su impronta en el componente de intercepción y transpiración. (Poore y
Fries, 1987; Cantú y González, 2002; Nosetto et al., 2005; Jobbágy et al., 2006b; Licata et
al., 2011).

En la figura I.1 se esquematiza el ciclo hidrológico con todos sus componentes y


porcentajes relativos de agua. Se parte de una lluvia incidente sobre la superficie terrestre
del 100%, que luego se desagrega en los distintos componentes del balance hídrico. El
proceso de generación de caudales se vincula al tiempo de permanencia del agua, referido
a cuencas pequeñas con cobertura forestal de regiones de clima húmedo templado
(Hewlett, 1982). En este esquema, el 67% de la precipitación anual retorna a la atmósfera
por evapotranspiración mientras que el elevado porcentaje asignado a la infiltración (91%)
pone de manifiesto el papel regulador de las coberturas forestales. Luego de que el agua
infiltrada es absorbida por las raíces (60%), una parte (8%) llega al flujo como
escurrimiento subsuperficial y otra parte (23%) alcanza el acuífero libre y alimenta el flujo
base (23%) (Giraldo, 2002). El análisis del flujo y almacenamiento de agua en el balance
global de agua da una visión de la dinámica del ciclo hidrológico (Chow et al., 1994).

Página | 4
Figura I.1. Distribución porcentual de los componentes del balance hídrico junto con el
tiempo de permanencia general indicada para cuencas hidrográficas pequeñas en buenas
condiciones de cobertura forestal y en condiciones de clima templado. Extraído de Giraldo
López (2002)

Si se considera que el sistema objetivo es un árbol individual en un suelo sin


pendiente significativa -como es el caso de la pampa húmeda- (Figura I.2), los aportes de
agua estarían dados principalmente por el agua proveniente de las precipitaciones ( ).
Además, los flujos horizontales -disminuidos por la baja energía morfológica del terreno-,
podrían considerarse mínimos, más aún si se tratara de suelos con porosidades bajas y
salino-sódicos, donde los flujos subsuperficial ( ) y subterráneo ( ) se verían muy
reducidos.

Página | 5
Figura I.2. Componentes del ciclo hidrológico para un árbol individual de la llanura
pampeana tomado como sistema objetivo.

En este esquema, las pérdidas de agua se encuentran representadas


esencialmente por los componentes de Intercepción ( ), Transpiración ( ), Evaporación ( )
desde el suelo y Percolación profunda1 ( ), que representa al agua que permea hasta
acuíferos profundos sin formar parte de la descarga natural2. Complementariamente, los
flujos verticales faltantes en este modelo están representados por el agua que atraviesa la
canopea3 del árbol para llegar al suelo ( ) -trascolación o throughfall-, el agua que escurre
por los tallos de ramas y tronco ( ) -escurrimiento fustal o stemflow-, la Infiltración ( ) y la
infiltración efectiva o recarga freática ( ).

En la llanura pampeana, el agua de lluvia es de origen predominantemente


convectivo (Sarochar et al., 2005) y representa la principal entrada al sistema (Usunoff et
al., 1999). Esta, una vez que alcanza la canopea forestal, recorre tres caminos alternativos:

1
es el agua subterránea que fluye directamente al océano y evita, de esta manera, las aguas
superficiales.
2
La descarga natural corresponde al agua subterránea que alcanza la superficie (emerge por
exfiltración) para conformar el flujo base.
3
Término proveniente del inglés “Canopy” y esta del latín “Canopus” (famosa ciudad egipcia
conocida por sus grandes lujos), que sirve para indicar el hábitat que se encuentra en el dosel forestal. La
canopea de un árbol individual se refiere a la capa superior de sus hojas (Colaboradores de Wikipedia,
2013a).

Página | 6
atraviesa libremente el dosel forestal4 (trascolación), es interceptada por ramas y hojas y
eventualmente se pierde a la atmósfera como vapor de agua (intercepción) o, superada la
capacidad de retención de la planta, escurre por hojas y ramas hasta el suelo
(escurrimiento fustal). Del conjunto de agua que alcanza el suelo -precipitación neta5-, una
parte escurre por la superficie (escurrimiento superficial), otra parte se evapora
(evaporación) y el resto penetra en el suelo para humedecerlo (infiltración), drena hasta la
zona saturada (recarga o infiltración efectiva), o se pierde hacia capas más profundas
(percolación profunda) fuera del alcance de las raíces donde no puede ser utilizada por el
metabolismo del árbol (transpiración).

Otras vías de entrada de los sistemas forestales están dados por: la precipitación
horizontal6 y el escurrimiento superficial ( ). De estos, el primero constituye un fenómeno
significativo en el caso de los bosques nublados de América central (FAO, 1995) o de
Tenerife (España), donde ya los aborígenes hacían uso de él (Suárez, 2009), y el segundo
es sumamente bajo en los sistemas llanos y, de ocurrir, es de tipo mantiforme, con largos
períodos de permanencia en las depresiones del terreno (Fuschini Mejía, 1994; Usunoff et
al., 1999).

Como se mencionó anteriormente, las pérdidas en los sistemas forestales se


encuentran vinculadas con su mayor capacidad evapotranspirativa, mientras que las
pérdidas por percolación profunda, si bien podrían estar ausentes bajo las forestaciones,
representan la principal alimentación de los acuíferos profundos a nivel de paisaje (Auge,
2009).

Los ecosistemas forestales demandan grandes cantidades de agua, incluso más


que casi todas las cubiertas de sustitución (incluidas la agricultura y el pastoreo), lo cual
desestima la concepción hidrológica forestal que más árboles equivalen a más agua
(Hamilton y King, 1983; Bruijnzeel, 1990; Kelliher et al., 1993; Zhang, 2001; Calder et al.,
2007; Hamilton et al., 2009). Lee (1980), por su parte, sugiere que las diferentes clases de

4
Capa aérea vegetal. Se define por el conglomerado de tallos, hojas, ramas, flores y frutos de las
diferentes especies que crecen y se ubican en la parte aérea del bosque o copas de los árboles.
5
Agua que efectivamente llega al suelo forestal (trascolación + escurrimiento fustal) y abastece al
ciclo hídrico de un bosque (Huber y Oyarzún, 1983).
6
En el interior de un bosque hay un aumento de precipitación que se escapa al pluviómetro corriente,
pero que se comprueba directamente, por las gotitas de agua de la niebla condensada, que se mueven
horizontalmente, se depositan en las copas y forman gotas que escurren al suelo. Este fenómeno ha sido
llamado “precipitación horizontal y condensación oculta” (Giraldo López, 2002)

Página | 7
plantas se ubican en el siguiente orden, de acuerdo a las cantidades de agua que
interceptan: pinos > eucaliptos > otros árboles latifoliados > rastrojo > pastizales. Esta
mayor demanda de agua por parte de las forestaciones, se debe a que, en general,
presentan mayor área foliar, una mayor rugosidad de dosel y acceso a fuentes de agua
más profundas que los pastos (Kelliher et al., 1993; Canadell et al., 1996; Calder, 1998;
Jackson, 1999; Schenk y Jackson, 2002).

En general, las experiencias demuestran que el fenómeno de intercepción es mayor


en precipitaciones débiles que en aguaceros fuertes, lo que indica que las especies de hoja
caduca (frondosas) obtendrían un volumen menor de intercepción que las de hoja perenne
(coníferas) (López Cadenas de Llano, 1998). Huber et al. (2010) afirman que los bosques
en general, y las plantaciones forestales en particular, involucran una mayor cantidad de
agua en la evapotranspiración y registran una superior pérdida de agua por intercepción
del dosel en comparación a otros tipos de cubierta vegetal. Las cantidades relativas de
este componente difieren entre especies en función de la arquitectura de los doseles y la
intensidad y frecuencia de las precipitaciones. Así, se puede diferenciar especies
latifoliadas como la teca y la caoba africana con valores de intercepción cercanas al 20%
de la precipitación, mientras que las copas ralas del eucalipto interceptan cerca de 12%, y
rodales de rápido crecimiento con valores mayores de 40% para el caso de la Acacia
mangium y <25% para la coníferas en general (Bruijnzeel, 1997).

La precipitación neta, por otro lado, es la responsable de la recarga del volumen de


humedad de los suelos. Esta se compone por la trascolación como el elemento más
significativo, mientras que el escurrimiento fustal solo tendría relevancia porque penetra
muy cerca a la base del tronco y de esta manera se pone en contacto inmediato con las
raíces al infiltrar más rápida y efectivamente (Poore y Fries, 1987).

La tasa de fijación de carbono por parte de las forestaciones es muy variable y se


encuentra íntimamente vinculada a su consumo de agua a través del proceso de
transpiración, concebido como una consecuencia del control estomático que permite el
ingreso del dióxido de carbono para la realización de la fotosíntesis (Winkler et al., 2009).
Bruijnzeel (1997), señala estudios que reportan valores diarios de transpiración para a)
rodales jóvenes a semimaduros y b) rodales adultos. En el primer caso, se tiene valores 3-
5mm frente a una situación sin limitaciones de agua en el suelo (Okali, 1980; Roberts y
Rosier, 1993; Waterloo, 1994), mientras que en condiciones particulares de radiación y

Página | 8
desfavorables de humedad edáfica se observan picos de 6-8mm/día (Kallarackal, 1992;
Waterloo 1994). En el caso de plantaciones maduras, con defoliación estacional o con
estrés hídrico, los valores usualmente decaen a 1-3mm/día (Monteny et al., 1985;
Waterloo, 1994) o menos, bajo condiciones muy estacionales (Roberts y Rosier, 1993).

La posibilidad de acceso a fuentes subterráneas de agua y la capacidad de las


raíces de aprovecharla, hacen que los árboles no sufran déficits hídricos, aún en climas
secos, y utilicen tanto como necesiten (cantidad sujeta a la provisión de radiación solar y
vientos) (Poore y Fries, 1987). La utilización de agua freática en la pampa deprimida ha
sido documentada por Jobbágy y Jackson (2004) y presenta una serie de aspectos
positivos como puede ser la mejora de la productividad y la atenuación de los riesgos de
inundaciones al mantener los niveles freáticos más deprimidos, sin embargo, se evidencia
una caída en el rendimiento hídrico y la posibilidad de una amenaza a la productividad por
acumulación de sales (Jobbágy, 2011).

Por el contrario, la ausencia de un suministro subterráneo de agua, genera una


dependencia sobre el reabastecimiento de la humedad del suelo, influenciado por el clima
y en particular, por las fluctuaciones estacionales de la proporción entre precipitación y
evapotranspiración potencial (Poore y Fries, 1987). Farley et al. (2005), en un estudio de la
conversión de pastizales y arbustales por forestaciones alrededor del mundo, determinaron
una caída promedio del rendimiento hidrológico del 39% (167mm/año). A su vez, se
advirtió que las reducciones causadas por las plantaciones de eucaliptos (50%) superaban
a las de pinos (30%) y que, si se consideraba la proporción de los ingresos de agua de
lluvia que llegan a los arroyos (fracción de rendimiento hidrológico) bajo cada par de
pastizal o arbustal natural vs. forestación, esta fracción no se mantenía constante, por ello
se tomó una reducción media de todos los pares del 15% (porcentaje de la precipitación
anual que deja de llegar a los cursos de agua). Esto se interpreta al considerar que un
pastizal forestado, que antiguamente tenía un rendimiento hídrico del 15%, ahora tendría
posiblemente una reducción total de ese caudal (Jobbágy et al., 2006b).

La magnitud que toman todos estos flujos bajo las distintas condiciones climáticas,
tipos de suelos y especies vegetales reviste gran importancia en la dinámica hídrica de los
sistemas llanos. El estudio de estos flujos bajo plantaciones forestales, resulta entonces
necesario para anticipar tanto sus efectos deletéreos como beneficios ecosistémicos.

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1.1.3 Efecto de las forestaciones en el ciclo hidrológico

La cobertura vegetal de los bosques influye sobre todos los procesos hidrológicos:
intercepción de la lluvia (Huber y Oyarzun, 1984), variación en la evapotranspiración
(Nosetto et al. 2008), retardo del escurrimiento y el aumento de la infiltración (Bruijnzeel,
1997). La acción de los sucesivos estratos sobre la circulación del agua, se evidencia en
una modificación en las vías de escurrimiento hacia los cursos de agua o en su infiltración
hacia el subsuelo (Mármol, 2006). Wooldridge (1970), por su parte, considera que el
mantillo forestal es especialmente importante para mantener las tasas de infiltración
rápidas y por lo tanto tiene influencia en las variaciones de los niveles freáticos. Por otra
parte, la incorporación de la materia orgánica en los suelos minerales, de manera artificial
o por medios naturales, aumenta su permeabilidad como resultado de una mayor
porosidad (Pritchet, 1991).

En un análisis de los efectos que tienen a nivel mundial las forestaciones y


reforestaciones, Farley et al. (2005) mencionan una disminución promedio del 44% (+/-
3%) en la escorrentía para zonas forestadas, y del 31% (+/- 2%) para forestaciones donde
previamente había pastos y arbustos. Menciona, además, al eucalipto como la especie de
mayor impacto sobre el escurrimiento superficial en zonas en las que previamente había
pastizales (75% +/- 10%), en comparación con el pino (40% +/- 3%). Indica que estas
reducciones en las pérdidas por escorrentía de pastizales forestados pueden ser aún más
severas en regiones secas que en húmedas. Cuando la escorrentía superficial es inferior al
10% de la precipitación media anual, las pérdidas en pastizales forestados se anulan
completamente.

Jackson et al. (2005), a partir del estudio de más de 600 observaciones alrededor
del mundo, afirman que las plantaciones provocan una disminución en el caudal de los
cursos de agua equivalente a 227mm por año globalmente (52%), lo cual significa que un
13% de éstos permanezcan completamente secos por al menos un año.

Experiencias efectuadas en Uruguay, demuestran que las plantaciones forestales


reducen el rendimiento hidrológico (escurrimiento superficial más infiltración) en
aproximadamente un 70% con relación a la vegetación original (Panario et al., 2006).

A nivel regional, estas particularidades se verifican sobre extensos sectores de la


llanura pampeana. La presencia de una capa freática poco profunda, resultante de un

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clima húmedo y un relieve muy plano con pobres redes de escurrimiento superficial, puede
brindar un aporte adicional de agua para los cultivos y, en ciertas circunstancias, tornarse
perjudicial cuando causa anegamiento y anoxia al cultivo (Jobbágy et al., 2007a).

En un estudio realizado sobre veinte pares de parcelas de pastizales en la región


pampeana de Argentina (Jobbágy y Jackson, 2004), se obtuvo que el uso del agua
subterránea por parte de las forestaciones puede mejorar la producción primaria, a la vez
que provee una herramienta para el control de crecidas. Además, se estableció que las
forestaciones poseen una mayor superficie foliar, una canopea más densa y un sistema
radical con acceso más profundo a fuentes de agua. Estos cambios usualmente resultan
en un aumento de pérdida de agua por evaporación, en un menor contenido de humedad
en el suelo y zona de transición, y en una reducción de la recarga de agua subterránea.

Jobbágy et al. (2006b), indican además que la productividad primaria (ganancia de


carbono o tasa de crecimiento), así como la acumulación de biomasa, son mayores en las
plantaciones forestales que en el campo natural, y que este aumento de la productividad
está acompañado por un mayor uso del agua por parte de los árboles, lo que aumenta la
cantidad de agua evaporada y disminuye el rendimiento hidrológico. Asimismo, consignan
que las disminuciones en el caudal de escurrimiento serían cercanas al 50%, y que en
situaciones donde el agua freática se encuentra cercana a la superficie, los árboles pueden
aprovecharla, y al hacerlo, salinizar suelos y napas. Este fenómeno se verificaría en áreas
con sedimentos de texturas medias (p. ej. materiales loéssicos) pero no en áreas de dunas
o sedimentos muy arcillosos.

En suma, los procesos hidrológicos y las posibilidades de manejo del agua,


vinculados a forestaciones, no pueden desvincularse de la problemática hidrológica de las
grandes llanuras y requieren un cuidadoso tratamiento.

1.1.4 Estado del conocimiento

Los estudios sobre balances hidrológicos bajo forestaciones, pese a la importancia


que posee la economía del agua y la alta influencia que ejercen las forestaciones en ella,
no han sido tratados de forma extensa en Argentina.

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En lo que refiere a los bosques nativos, se puede nombrar el estudio llevado a cabo
en Tierra del Fuego por Frangi y Richter (1994), donde se concluye que el agua no
representaba una limitante para los bosques basales de Nothofagus y los componentes del
ciclo hidrológico están asociados a variables de sitio como: regímenes de precipitación,
relieve y suelos, y a factores estructurales de los bosques, como ser: estructura, fenofases
foliares, biomasa, índice de área foliar y arquitectura, entre otras.

En la Patagonia se encuentran antecedentes referidos al uso plantaciones de Pinus


ponderosa y su relación con pastizales y especies forestales nativas (Gyenge et al., 2002,
2003, 2011; Licata et al., 2008, 2011; Fernández et al., 2007). En ellos se demuestra que el
consumo de agua por los pinos supera al de los pastizales y especies forestales nativas,
aunque presentan valores de intercepción más bajos que estas últimas y un efecto
benéfico sobre los pastos en meses con gran humedad edáfica. Además, resulta
interesante que al analizar el efecto hidrológico del pino oregón en reemplazo de ñirantales
y vegetación arbustiva nativa (Gyenge et al., 2009, 2011; Fernández et al., 2009), donde
las diferencias entre las características fisiológicas y áreas foliares suponían intercepciones
más elevadas y mayores consumos hídricos, no se hallaron diferencias significativas en los
flujos de agua subterránea (causados por un mayor consumo de agua por parte de las
especies exóticas). Sin embargo, en todos los casos de introducción de especies de rápido
crecimiento (pino ponderosa y oregón) sobre sistemas nativos (pastizal, ciprés de la
cordillera y bosque mixto de ñire), se verificó un aumento en la eficiencia del agua (Gyenge
et al., 2011). Esto destaca la importancia de la continuidad de estos estudios para un
correcto manejo del agua en estas zonas, particularmente en las más secas.

En Concordia, provincia de Entre Ríos, existen estudios que contrastan plantaciones


de Eucalyptus grandis con los pastizales de la zona (Nosetto et al., 2005; Tesón, 2012)
donde se verifica que la evapotranspiración de las plantaciones de eucaliptos duplicaría
prácticamente a la de los pastizales mientras que reducen en un 80% el escurrimiento
superficial.

En Santa Fe, desde el Instituto de Clima y Agua del INTA, se encuentran


antecedentes sobre la contribución de plantaciones de Eucalyptus dunnii al balance hídrico
regional, donde los consumos de agua con respecto al doble cultivo trigo-soja difieren en
menos del 10% a la vez que cuadriplican la eficiencia en su uso (Rébori, 2004).

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En provincia de Buenos Aires Jobbágy y colaboradores (Jobbágy et al., 2006b,
2008; Jobbágy y Jackson, 2004, 2007; Engel et al., 2005) han estudiado el ciclo hidrológico
de las plantaciones forestales con especial atención en el uso de agua subterránea y su
relación con los pastizales. Estos autores observaron que las forestaciones hacen uso de
las aguas subterráneas, para suplementar en un 25-50% a las precipitaciones (~67% del
consumo anual en E. camaldulensis), a la vez que ocasionan la salinización local de los
suelos de porosidad intermedia (6kg/m-2 de sales bajo E camaldulensis), al impedir la
recarga de napas y lixiviación de sales. Esto se atribuye al mayor consumo de agua que
hacen las especies forestales frente a los pastizales, que se traducen en aumentos del 40-
80% de las pérdidas por evapotranspiración (Nosetto et al., 2005). Por otro lado, no
descartan el uso de forestaciones para revertir el ascenso de napas freáticas (Jobbágy et
al., 2006b; Jobbágy, 2011), problema severo en Australia, donde se sugiere un cubrimiento
del 70% de las cuencas (George et al., 1999).

Estos estudios son indudablemente valiosos y, dada la acelerada demanda de


productos forestales en el mundo y la dependencia que este tipo de actividad tiene con el
agua, hacen necesaria su continuidad en la Argentina y particularmente en ambientes
frágiles como la llanura pampeana.

1.1.5 llanura pampeana

La región pampeana, también conocida como pradera o llanura pampeana, se


encuentra ubicada en las llanuras orientales de Argentina y constituye una de las praderas
naturales más fértiles del mundo, dominada por una estepa de gramíneas y caracterizada
por la ausencia o escasez de ejemplares arbóreos (León y Burkart, 1998; Morello et al.,
2000; Batista et al., 2005; Szpeiner et al., 2007; Nuñez et al., 2007; PROSAP, 2010).

En ella se desarrolla la subregión húmeda pampeana, cuya explotación y creciente


productividad de carnes y granos, se encuentra ligada a sucesivas transformaciones
técnicas en el ámbito de la agricultura y la ganadería desde el siglo XIX (Viglizzo et al.,
2002; Carlevari y Carlevari, 2007). Este fenómeno, acentuado en las últimas tres o cuatro
décadas, se suma a la fuerte interrelación que existe entre aguas superficiales y
subterráneas, establecida por el predominio de los movimientos verticales
(evapotranspiración e infiltración) frente a los horizontales (escurrimiento) y a la escasa

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profundidad del nivel freático (Laurencena et al., 2005; Rojo et al., 2008; Jobbágy et al.,
2007a; Vázquez et al., 2011). Esta situación conforma un área de suma fragilidad ante
eventos hidrológicos extremos, de déficit o de excedentes hídricos (Montico, 2004), que
genera un alto grado de incertidumbre frente a las consecuencias de estos cambios sobre
el ambiente natural y su capacidad productiva a largo plazo.

De forma contemporánea al desarrollo productivo de la subregión húmeda


pampeana, se manifiesta un creciente interés en la inclusión de especies forestales en
estos sistemas productivos, atribuyéndoles cualidades únicas para modificar la dinámica
hídrica de estos ambientes, al punto de ser consideradas verdaderas herramientas
correctoras de los procesos naturales que lo degradan (Ameghino, 1884; Pritchet, 1991;
Gottle y Sène, 1997; Mármol, 2006; Besteiro, 2010). Sin embargo, las distintas referencias
a nivel nacional e internacional son poco frecuentes y carecen de un enfoque ecosistémico
que integre las forestaciones en la fase superficial del ciclo hidrológico.

Por más de un siglo, los árboles han sido introducidos en chacras y estancias, y se
han mantenido circunscriptos a sectores reducidos y aislados entre sí. Su efecto como
reguladores de los problemas ocasionados por las secas e inundaciones a través de su
incidencia en la carga y descarga de napas, control del escurrimiento hacia los arroyos,
elevado consumo de agua y alto poder evapotranspirante, no ha sido dilucidado aún, lo
que hace incipiente el estado de conocimiento al respecto.

El común acuerdo, indica que los ambientes planos como la llanura pampeana
argentina, están caracterizados por escasas pendientes y capas subterráneas de agua
muy superficiales y en ocasiones aflorantes (Laurencena et al., 2002; Vázquez, 2003; Auge
et al., 2006; Jobbágy et al., 2007b; Nuñez et al., 2007). Constituyen, de esta manera, un
ambiente afectado por largos períodos de sequías seguidos de inundaciones con severas
consecuencias en la producción pecuaria, donde los procesos erosivos se encuentran
relegados, en gran medida, a los cambios de uso del suelo y actividades productivas (Sala
et al., 1981; León y Burkart, 1998; Vázquez et al., 2011).

El efecto de las forestaciones en estos ambientes, a pesar de ser consideradas


como altas consumidoras de agua (Jobbágy et al., 2008), no es evidente. Esto se debe a la
exigua presencia de forestaciones extensas, lo cual resalta la necesidad de realizar
estudios de carácter local o puntual sobre los efectos de las forestaciones en el ciclo
hidrológico de zonas llanas para comprender la influencia de las masas forestales en la

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interrelación aguas superficiales-aguas subterráneas, y que impulsen, ulteriormente, a la
actividad forestal como una nueva actividad, complementaria a la actual y que es
reconocida a nivel mundial por sus cualidades para modificar la dinámica hídrica de estos
ambientes (Ameghino, 1884; Pritchet, 1991; Gottle y Sène, 1997; Mármol, 2006; Besteiro,
2010).

Un entendimiento adecuado de la incidencia de una forestación en este sistema


hidrológico, puede favorecer la búsqueda de criterios que mejoren el manejo del agua y por
ende, de la actividad productiva muchas veces significativamente afectada por problemas
de anegamiento y sequías.

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1.2 FUNDAMENTOS DE LA ELECCIÓN DEL TEMA

La necesidad de explorar nuevos horizontes productivos frente a un crecimiento


demográfico sostenido y la consecuente demanda de productos alimenticios, recursos
naturales, tierras y manufacturas de todo tipo, ha generado una vertiginosa degradación de
los recursos naturales a nivel mundial (McNeill, 2003). Contaminación, degradación y
cambio climático, son ejemplos de la huella del hombre en nuestro planeta. Estos
desequilibrios han llevado a la comunidad científica a realizar tangentes esfuerzos en
dilucidar las causas, efectos y alternativas que permitan revertirlos. En este contexto, es
posible reconocer al agua como el elemento esencial que vincula en mayor o menor
medida el sinfín de procesos biológicos, físicos y químicos que hacen posible la vida
(Sancho Sanz, 2007). Resulta sensato entonces, abocarse al estudio del agua y su
correcta gestión. Sin embargo, esta problemática dista mucho de ser sencilla de resolver y
requiriere del control de numerosas variables, en estudios prolongados en el tiempo y
generalmente muy difíciles y costosos de implementar.

En el último siglo, los problemas vinculados con los excesos hídricos son
enfrentados por medio del desarrollo de infraestructura hidráulica que, a pesar de ser
necesaria en ciertos casos, no es suficiente para garantizar el uso sustentable del agua, la
salud humana y el desarrollo económico.

El creciente interés en la instalación de masas forestales en la llanura pampeana,


motivado por sus altos rendimientos y el apoyo fiscal (Jobbágy et al., 2006b), requiere
necesariamente de una perspectiva que incorpore la dimensión ambiental, que conciba
como un hecho irrefutable que el agua es un recurso natural esencial para mantener la
vida en el planeta y que la única forma de seguir disfrutándolo es a través de su
conocimiento y cuidado. Las forestaciones, como altos consumidores de este recurso,
constituyen un ámbito de estudio prometedor y el hecho de presentar turnos largos y
crecimiento retardado, las convierten en potenciales laboratorios biológicos.

Por estos motivos, se debe avanzar en el estudio del impacto hidrológico de las
forestaciones de rápido crecimiento en la llanura pampeana, para lograr una correcta
gestión del recurso agua.

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1.3 ELECCIÓN DE LAS ÁREAS DE ESTUDIO

Para la definición de las áreas de estudio se siguió una secuencia sencilla de


criterios: en primer lugar, se identificaron aquellas forestaciones de la llanura pampeana
cuya superficie en el terreno fuera suficientemente amplia como para provocar efectos
identificables a nivel de carga y descarga de acuífero freático. Esta superficie se fijó en un
mínimo de 5ha. Luego, se definieron aquellos sitios en los que fuera posible el libre acceso
para la instalación y mantenimiento del instrumental de medición. Conjuntamente, al
tratarse de mediciones semanales, se priorizaron aéreas cercanas y/o con personal de
campo estable, dispuesto a ser capacitado para realizar las mediciones. Finalmente, se
tomaron aquellos sitios en los que estuviera asegurada la permanencia de la extensión
forestada por más de tres años y en donde fuera posible mantener la integridad del
instrumental ante posibles hurtos y vandalismo.

El resultado de esta selección fue la adopción de dos sitos experimentales (áreas de


estudio), ubicados en zonas características de la región pampeana: la pampa ondulada y la
pampa deprimida. Las mismas, se las puede situar hidrológicamente en las cuencas de
desagüe al Río de La Plata al Norte del Río Samborombón, correspondiente al sistema de
la Región Noreste de la pampa húmeda, y la Zona de canales al Sur del Río Salado,
perteneciente al sistema de la Región Atlántica Oriental de la pampa húmeda.

Con una extensión aproximada de 161.000km 2, estas subregiones se caracterizan


por sus netas condiciones de llanura con redes hidrográficas restringidas por la exigua
pendiente topográfica, la definición de cuencas hídricas de bordes difusos en donde
abundan los cursos y cuerpos lacustres efluentes (Auge et al., 2006), y por la presencia de
un acuífero libre muy cercano a la superficie en estrecha relación con las aguas
superficiales. La descarga regional se produce en los ríos Paraná y de la Plata, y en el
Océano Atlántico (Auge y Hernández, 1984).

El clima es templado húmedo con precipitaciones abundantes, en el orden de 700 a


1000mm/año (New et al., 2002), distribuidas de manera más o menos homogénea a lo
largo del año. Se reconocen, además, excesos hídricos de 0 a 250mm/año concentrados
en el período otoño-invernal (Auge et al., 2006) y el predominio de los movimientos
verticales del agua (evapotranspiración-infiltración) frente a los horizontales (escurrimiento)
(Laurencena et al., 2005; Vázquez et al., 2011).

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Los sitios experimentales dentro de estas subregiones, poseen un carácter predial
debido, básicamente, a la escasez de áreas amplias y densamente forestadas,
suficientemente representativas de estas regiones. Éstos, serán referidos bajo la
denominación de ‘’Estancia El Centauro’’ (EEC) y ‘’Predio Forestal Dolores7’’ (PFD) (Figura
I.3).

Figura I.3. Ubicación geográfica de los sitios experimentales utilizados como áreas de
estudio y señalados como EEC (Estancia El Centauro) y PFD (Predio Forestal Dolores)
dentro de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Se indican además las cuencas, regiones
y subregiones a las cuales pertenecen estas áreas de estudio.

7
Para trabajar en PFD se realizó un convenio marco entre la empresa Alto Paraná S.A., ex-Faplac,
bajo el expediente N° 200-820/09

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1.3.1 Sistemas llanos en la pampa ondulada

La pampa ondulada ocupa una angosta franja a lo largo del margen derecho de los
ríos Paraná y de la Plata, con una suave ondulación del terreno resultante de la erosión
fluvial (Pérez et al., 2009). Se encuentra limitada al norte con la Provincia de Santa Fe y al
sudoeste con la pampa arenosa, y abarca una superficie del orden de los 3.200.000Ha
(PROSAP, 2010). Es considerada como uno de los territorios agroproductivos más ricos
del mundo, con suelos fértiles, producto del depósito de las cenizas volcánicas del
cuaternario, relieve suave, y la existencia general de abundante agua subterránea que solo
hace poco comenzó a explotarse intensivamente para riego (Morello et al., 2000). Esta
subregión se caracteriza por un régimen subhúmedo-húmedo (PROSAP, 2010), con
precipitaciones anuales de 850mm-1000mm anuales, distribuidas en forma más o menos
uniforme en las cuatro estaciones (Morello et al., 2000), las medias anuales son de
900mm, con mayor incidencia en el verano y menor en el invierno. Las temperaturas
extremas alcanzan -9ºC en julio y 41,5ºC en enero, con un período de heladas que
comienza a fines de mayo y finaliza a principios de setiembre (PROSAP, 2010).

El paisaje es caracterizado como pastizal pampeano, y se encuentra profundamente


modificado por el desarrollo de una vertiginosa actividad agropecuaria iniciada hace 400
años, e intensificada por el uso del alambrado y maquinaria agrícola a fines del siglo XIX y
por los adelantos tecnológicos del siglo XX (León y Burkart, 1998), donde los pastos
naturales fueron sustituidos por un mosaico de cultivos agrícolas (Szpeiner et al., 2007).
Sólo en áreas con impedimentos serios para la agricultura, como sucede en la pampa
deprimida, se conservan pastizales semi-naturales extensos (León et al. 1984; León,
1992). En el caso de la pampa ondulada, solo se encuentran escasos relictos de estos
ambientes en áreas ferroviarias abandonadas y en parcelas que han sido aradas y
cultivadas esporádicamente (León y Burkart, 1998).

En recientes décadas, se produjo una nueva serie de cambios sustanciales en los


sistemas agrícolas pampeanos, sobre todo por la rápida expansión del cultivo de soja y,
asociado con ella, la instalación masiva del procedimiento de siembra directa. Según datos
de las últimas campañas agrícolas, argentina es la tercera productora mundial de soja, y
agrupa el 84% de este cultivo en la pampa ondulada (Szpeiner et al., 2007).

Estos procesos, iniciados en 1970, engloban el concepto agriculturización, donde la


pérdida de la estabilidad estructural en el horizonte de labranza se manifiesta como el

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principal factor de degradación de los suelos. Su consecuencia es una marcada
disminución del porcentaje de materia orgánica en la capa arable, producto de excesivas
labores (pulverización de los agregados) en las etapas de preparación de camas de
siembra de los diferentes cultivos (manejo-monocultivo trigo-soja). Estos factores, sumados
a las características de los suelos y las del paisaje, han determinado que una de las zonas
potencialmente más productivas se encuentre actualmente con más del 75% de su
superficie total afectada por diferentes problemas de degradación (PROSAP, 2010).

Es en este contexto, especialmente en áreas del hemisferio sur ocupadas


inicialmente por pastizales naturales, donde las forestaciones plantean nuevas
oportunidades productivas y compromisos con los servicios esenciales que estos
ecosistemas brindan. Las plantaciones de especies forestales de rápido crecimiento como
pinos y eucaliptos se transforman, en la actualidad, en un tipo de uso de la tierra
localmente importante. Las transiciones entre sistemas dominados por pastos o árboles,
suelen tener un gran impacto sobre el funcionamiento de los ecosistemas, debido al
contraste que estos dos grandes grupos presentan en relación a la utilización de la
energía, el agua y los nutrientes (Jobbágy et al., 2006b). El desarrollo de estudios
tendientes a dilucidar estos impactos representa una necesidad inmediata dada la
fragilidad de estos ambientes.

1.3.2 Sistemas llanos en la pampa deprimida

La pampa deprimida es una extensa llanura que se extiende hacia el noreste y


sudoeste de las sierras de Tandilia en la provincia de Buenos Aires e incluye las áreas
denominadas como la Depresión del Salado (Vervoorst, 1967) y la Región de Laprida
(Etchevehere, 1961). La vegetación predominante es el pastizal natural, base forrajera de
la actividad ganadera de cría, subdividido por alambrados y sometidos a un intenso
pastoreo por ganado doméstico que mantiene, desde fines del siglo XIX, su fisonomía
notablemente homogénea a través del paisaje. Esto conforma un mosaico formado por
estepas graminosas y praderas con diferente cobertura y altura de pastos, hierbas y
arbustos, donde se observan relictos de árboles nativos (Celtis tala o Jodina rhombifolia) y
exóticos (Gleditsia triacanthos y Phoenix canariensis) restringidos a sitios de suelos
profundos a lo largo de los alambrados (Batista et al., 2005).

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Se encuentra caracterizada por un clima sub-húmedo mesotérmico, con un régimen
pluviométrico isohigro de lluvias distribuidas a lo largo de todo el año que oscilan entre
750mm y 1000mm, con frecuentes períodos de inundaciones invernales o primaverales y
de déficit hídrico estival (León y Burkart, 1998; Batista et al, 2005). Sus suelos son
hidrohalomórficos del suborden Natracuoles y Natracualfes (Miaczynski, 1995; Soil Survey
Staff, 2006), con un horizonte arcilloso, baja permeabilidad y alto contenido de sales
sódicas (Salazar y Moscatelli, 1989; Lavado, 1992). La capacidad de infiltración de un
horizonte Bt sódico típico alcanza valores de 0,001mm/día, con un techo cercano a los 10-
20cm de profundidad, inferior a 17mm/h de infiltración básica (INTA, 1977; Vázquez et al.,
2001). Esta situación explica el porqué varios autores (Sala et al., 1981; Lavado y
Taboada, 1988), hayan desestimado la existencia de relaciones entre la altura del nivel
freático y el agua acumulada en superficie, al detectar que en momentos húmedos y de
nivel freático alto, la calidad del agua de la parte superior del acuífero ubicada a unos 40cm
de profundidad posee una composición química totalmente distinta a la superficial.

El relieve sumamente llano, con una pendiente promedio inferior al 0,1%, llega en
sectores próximos a la costa a valores cercanos al 0,001% (Batista et al., 2005). Esto
conforma un área de concentración de escurrimientos superficiales y subsuperficiales por
excelencia (Vázquez et al., 2011), donde las aguas se estancan y forman lagunas y
bañados (Pérez et al., 2009). El agua de escurrimiento no alcanza a modelar una red de
drenaje desarrollada y por eso los sistemas fluviales son muy escasos (Etchevehere, 1961;
Tricart, 1973). Los excesos de lluvia invernales y los déficits estivales, el drenaje lento, y el
carácter salino sódico de los suelos determinan que, en gran parte de la pampa deprimida,
sea frecuente la alternancia de anegamiento y sequía de variada intensidad (Sala et al.,
1981; Batista et al., 2005). Esta situación se agrava por el diseño de la red vial,
frecuentemente en dirección transversal al del flujo de agua y la construcción de
numerosos canales clandestinos, sin un criterio integral sobre el funcionamiento hidrológico
regional (Vázquez, 2003).

Más del 70% de las grandes inundaciones se han observado con eventos
extraordinarios de otoño-invierno, con una duración media del período anegado de cinco
meses (Vázquez et al., 2011). El resto ocurrieron durante la primavera, debido a una mayor
demanda de la , con una duración media de tres meses o menos (Posadas, 1934;
Barbagallo, 1983), lo que refuerza la idea que el principal componente vertical que controla
el volumen de agua superficial es la (Vázquez et al., 2011).

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En virtud de los impedimentos que presentan estos ambientes para la agricultura, se
reconocen extensos pastizales semi-naturales (León y Burkart, 1998) sujetos a situaciones
de estrés periódico asociados a sequías e inundaciones, donde la dinámica del agua
superficial y profunda responde, salvo en los períodos de inundación, a diferentes procesos
y funcionan independientemente (Sala et al., 1981). En este escenario, los problemas
vinculados al agua no sólo se refieren a ésta como recurso sino como peligro (Andrade y
Scarpati, 2008). La actividad productiva de cría de ganado, regulada por la propia dinámica
estacional, productividad y calidad de los pastizales naturales, se encuentra actualmente
amenazada por cambios productivos y de uso de tierra que atentan contra el sostenimiento
del sistema. Durante la última década la región registró un notable aumento de la carga
animal por hectárea ganadera (Vázquez et al., 2008), acompañada por un avance de la
frontera agrícola equivalente al 10% de la superficie ocupada por ganadería (Maresca,
2010), lo cual se traduce en el aumento y concentración de la actividad ganadera por el
avance de la frontera agrícola sobre los suelos más productivos de la región y un aumento
en la intensidad y concentración de la actividad ganadera.

En este contexto y como parte de las herramientas de promoción forestal nacional,


surge desde la dirección de bosques y forestación del Ministerio de Asuntos Agrarios
(http://www.maa.gba.gov.ar), el compromiso de incorporar a la forestación en el actual
sistema productivo, con la pampa deprimida como área piloto para la implementación de
un programa de instalación de forestaciones de servicio (Cortinas Forestales y
principalmente Montes de Reparo). Este programa, al poseer carácter de política de
estado, resulta potencialmente beneficioso debido a las cualidades mundialmente
reconocidas de las forestaciones para modificar la dinámica hídrica de estos ambientes, al
punto de ser consideradas verdaderas herramientas correctoras de los procesos naturales
que lo degradan (Ameghino, 1884; Pritchet, 1991; Gottle y Sène, 1997; Mármol, 2006;
Besteiro, 2010). Sin embargo, dada la utilización de especies de alto consumo hídrico y
rápido crecimiento, como son los pinos y eucaliptos, resulta necesario profundizar los
estudios sobre los costos y beneficios de estas acciones.

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1.4 ORGANIZACIÓN DE LA TESIS

La conformación estructural de esta tesis responde a una secuencia lógica de temas


que han sido desarrollados individualmente, a fin de facilitar la lectura y comprensión de
cada uno de ellos y posterior conexión y consulta.

Capítulo 1. Ofrece una introducción general al tema de estudio con énfasis en la


situación de los bosques en el mundo y la relación que guardan las forestaciones con el
ciclo hidrológico general. Se parte de la concepción de las existencias de bosques en el
mundo y del incremento progresivo de las plantaciones en busca de abastecer la demanda
de productos madereros y no madereros sin aumentar la presión sobre los bosques
naturales. Se comenta la situación de las existencias argentinas y la importancia e interés
de acortar la brecha de conocimiento respecto a las relaciones entre los bosques y
plantaciones frente al recurso agua y su dinámica. Luego, desde una concepción de
sistema, se presentan los flujos hídricos a un nivel de árbol individual, situado en una
situación de pendiente mínima, para ingresar gradualmente en el estudio sobre el
comportamiento hidrológico de las plantaciones en sitios llanos. Se hace mención,
además, de los estudios más relevantes en materia del efecto de las plantaciones
forestales en el balance hidrológico en Argentina y problemáticas referentes a la economía
del agua y características productivas de la llanura pampeana. Se fundamenta brevemente
la elección del tema de estudio y se definen los criterios seguidos para la elección de las
áreas de estudio, junto con su ubicación general y una descripción regional de los sitios de
estudio. Finalmente se plantea de forma abreviada la diagramación estructural de la tesis y
se establecen los objetivos de la misma.

Capítulos 2 a 5. Se desarrollan los distintos componentes del balance hidrológico


de forma individual para lograr una correcta interpretación de la tesis. Así, en el capítulo 2
se realiza un análisis de la distribución temporal de las precipitaciones y su redistribución
bajo plantaciones forestales adultas de Pinus radiata (D. Don), Eucalyptus viminalis (Labill)
y Eucalyptus camaldulensis (Dehnh) en las dos áreas de estudio. Se describen en detalle
el comportamiento de 4 componentes verticales del ciclo hídrico bajo las plantaciones en
estudio (precipitación, intercepción, trascolación y escurrimiento fustal) y se evalúa su valor
relativo en el balance. En el capítulo 3 se desarrolla el componente de escurrimiento
superficial por medio de la simulación con el modelo hidrológico L-THIA, basado en la
metodología del número de curva, junto con proyecciones de los efectos del aumento o

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disminución de la superficie forestada. El Capítulo 4, titulado Infiltración y aguas
subterráneas, trata del drenaje vertical de agua en el suelo con especial atención en la
infiltración efectiva (recarga freática). Se inicia con la determinación de la infiltración bajo
los distintos usos/coberturas del suelo y se concluye con el análisis de la dinámica de
aguas subterráneas y la conformación de diagramas de flujo. Con esto se busca interpretar
la incidencia de las forestaciones en la carga/descarga del acuífero libre inmediato
(freática) e individualizar el componente de infiltración del balance. Finalmente, en el
capítulo 5 se atiende el componente de evapotranspiración de referencia y de cultivo para
cada una de las situaciones contempladas. Para esto se aplicó el método de la FAO
Penman-Monteith y los procedimientos y recomendaciones estandarizados para la
estimación de los datos climáticos faltantes. Se individualizan los componentes de
evaporación y transpiración, por medio del cálculo de los coeficientes de cultivo ( y ),
y la evapotranspiración del cultivo ( ) correspondiente a cada especie, cobertura y
densidad considerada. En estos capítulos se trabajan los objetivos específicos de la tesis
(apartado 1.5).

Parte de los resultados obtenidos en el capítulo 2, los correspondientes a la


redistribución de las precipitaciones bajo forestaciones en la Estancia El Centauro, fueron
utilizados para una publicación en la Revista de la Facultad de Agronomía, Tomo 111 (2)
del 2012, bajo el título de “Redistribución de las precipitaciones sobre plantaciones
forestales en un predio del partido de La Plata, Buenos Aires”. Dicha publicación
representa un requisito del reglamento de la carrera de doctorado de la Facultad de
Ciencias Agrarias y Forestales de La Plata (Artículo 4b, Resolución CA Nro. 055/2010).

Capítulo 6. Se presentan pautas generales para la gestión del recurso agua en


relación al uso y manejo de plantaciones forestales de rápido crecimiento en estas tierras.

Capítulo 7. Agrupa las discusiones parciales de cada capítulo para ser presentadas
de forma integrada para una mejor comprensión de la dinámica hídrica de las plantaciones
forestales en distintos ambientes la llanura pampeana. Se destacan los aspectos más
importantes de la tesis para volcarlos en las conclusiones finales

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1.5 OBJETIVOS

El objetivo principal del presente estudio es evaluar la influencia hidrológica de


forestaciones de rápido crecimiento en dos localidades de la llanura pampeana, como base
para reconocer pautas de manejo del agua en ambientes de llanura. Para el logro del
mismo, se fijaron los siguientes objetivos específicos:

1. Analizar la redistribución de las precipitaciones bajo plantaciones forestales


adultas de Pinus radiata Don, Eucalyptus viminalis Labill y Eucalyptus
camaldulensis Dehnh en los dos predios de la llanura pampeana.

2. Modelizar el componente de escurrimiento superficial bajo las condiciones de


uso actual de los predios analizados y simular posibles escenarios de cambio de
uso en la conversión pastizal-forestación.

3. Evaluar las fluctuaciones del nivel de capa freática a nivel predial, como base
para determinar las relaciones de recarga/descarga bajo los usos/coberturas
considerados en cada sitio de estudio.

4. Establecer una metodología sencilla para la estimación de los coeficientes de


cultivo de las especies forestales a fin de cuantificar la evapotranspiración de los
distintos cultivos evaluados.

Estos objetivos fueron trabajados individualmente en los distintos capítulos de la


tesis bajo una serie de supuestos: la elevada capacidad de intercepción que caracteriza a
las forestaciones, se manifiesta con mayor intensidad en los rodales de pino frente a los de
eucalipto y, a su vez, aumenta en relación directa con la densidad de los rodales de este
último genero (plantas por hectárea). Por otro lado, la conversión de pastizales por
forestaciones genera una reducción sustancial del flujo de escurrimiento superficial al
punto de llegar a anularlo. Asimismo, se sostiene que ante la existencia de períodos con
excesos hídricos, las forestaciones estudiadas favorecen la infiltración y recarga freática
bajo estas coberturas. Por el contrario, en esta conversión se acentuarán los procesos de
descarga freática ante períodos con baja pluviometría. Por último, si se acepta que los
sitios de estudio poseen características climáticas comparables, el rodal de pino presenta
un menor rendimiento hídrico (descarga freática) frente a los de eucalipto y, dentro de

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estos, que el rendimiento hídrico de los rodales de E. viminalis superará a los de E.
camaldulensis.

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Capítulo 2
Intercepción de las
precipitaciones
2.1 INTRODUCCIÓN

Analizar el efecto de las forestaciones sobre el ciclo hidrológico no es algo sencillo y


algunos autores consideran que las dificultades de obtener mediciones directas del uso del
agua por parte de un bosque son insalvables (Novoa, 1998), por lo que se hace necesario
agrupar al ciclo hidrológico en subsistemas, para su estudio individual (Chow et al., 1994).
La intercepción, como componente más significativo de la redistribución de la precipitación
en forestaciones (Poore y Fries, 1987; Cantú y González, 2002), se encuentra dentro del
subsistema agua atmosférica junto a la precipitación, evaporación, y transpiración, pero
además afecta a otras fases del ciclo, como la infiltración, la escorrentía y la evaporación
del suelo (Belmonte y Romero, 1999).

La precipitación en forma de agua de lluvia, constituye el elemento primario del ciclo


hidrológico y es, en sí misma, el componente que alimenta el ciclo -principal entrada del
sistema en climas templados-. Se compone de aquellas precipitaciones generadas
esencialmente por enfriamiento adiabático y que, según su origen, se las clasifica en:
ciclónicas o estratiformes, convectivas u orográficas (Mármol, 2006). Estas últimas
quedarían descartadas en la llanura pampeana, por la monotonía de su paisaje (Auge y
Hernández, 1984), donde prevalecen las lluvias convectivas8 (75%) frente a las
estratiformes (25%) (Sarochar et al., 2005). Custodio y Llamas (1996), indican que las
precipitaciones deben ser consideradas como un fenómeno discontinuo, dado que su
distribución espacial y temporal es muy variable. A su vez, señalan que su formación
proviene del vapor de agua contenido en las masas de aire que, a consecuencia de los
cambios de presión y temperatura y el movimiento de las masas, ayudado, en ocasiones,
por minúsculos núcleos de condensación y material sólido en suspensión, se reúne en
gotas de agua o en cristales de hielo y cae venciendo las resistencias que se le oponen,
hasta llegar a la superficie terrestre. Su correcta identificación supone considerar las
características propias de los distintos tipos de precipitación: tamaño, velocidad, volumen,
intensidad, duración, frecuencia y período de retorno o recurrencia (Mármol, 2006).

8
Los eventos de tipo convectivo, si bien pueden ser menos frecuentes, traen asociada una mayor
cantidad de precipitación, por lo que es muy razonable afirmar que estos fenómenos son responsables de
una mayor proporción de los excesos de precipitación que se registran (Sarochar et al., 2005). Por el
contrario, los eventos de tipo estratiformes afectan áreas más extensas y tienden a ser débiles y de larga
duración.

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La intercepción, por su parte, constituye la porción de la precipitación que incide
sobre el dosel forestal y queda retenido en él. En esta redistribución, la parte del agua de
lluvia que no es retenida, alcanza el suelo del bosque en forma de precipitación neta. A su
vez, la precipitación neta se compone de dos vías: del agua que atraviesa libremente el
dosel o gotea desde hojas y ramas en forma de precipitación directa (trascolación), y la
que utiliza como senda de fluidos el fuste de los árboles para alcanzar la superficie el suelo
o escurrimiento fustal (Huber, 2003). El valor de escurrimiento fustal representa una
proporción muy baja de la precipitación total y adquiere relevancia al alcanzar la base de
los troncos, donde se concentra la mayor cantidad de raíces de los árboles (Huber y
Trecaman, 2000; Donoso et al., 2002), y donde muy seguramente se infiltrará más rápida y
efectivamente (Poore y Fries, 1987).

2.1.1 Antecedentes

Los estudios de intercepción en forestaciones son profusos y sin embargo


insuficientes para anticipar el comportamiento de este componente en situaciones locales o
particulares. La intercepción no solo varía con la vegetación y características de las
precipitaciones, sino que depende del clima, suelo y de las complejas interrelaciones entre
estos elementos. Puede esperarse entonces, tantos valores de intercepción como
combinaciones de estos elementos en la naturaleza. Sin embargo, es preciso conectar las
distintas experiencias realizadas al respecto, a fin de aunar criterios e identificar patrones
que nos lleven a un mejor y más completo entendimiento de los beneficios y costos
hídricos de las forestaciones en ambientes llanos.

Con respecto a esto, puede señalarse un estudio llevado a cabo por la FAO, sobre
los efectos ecológicos de los eucaliptos (Poore y Fries, 1987). En este estudio se exponen
una serie de ensayos con eucaliptos (Lima, 1976; Smith, 1974; George, 1978; Dabral y
Subba Rao, 1968, 1969), donde se observa que mantienen menores tasas de intercepción
frente a otros tipos vegetales (10,9-11,65% frente a 18,7% en P. radiata; 27,0% en P.
roxburghii, 20,8% en Tectona grandis, 38,2% en Shorea robusta y 28,5% en Acacia
catechu).

Por su parte, Bruijnzeel (1997), realizó una interesante evaluación de las


experiencias sobre la hidrología de las plantaciones en los trópicos y concluyó que a pesar

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de que no existen evidencias para afirmar que el consumo de agua por las plantaciones
excede al de los bosques naturales, si las hay para afirmar que las plantaciones de rápido
crecimiento, establecidas en potreros, disminuyen fuertemente el flujo superficial al
cerrarse las copas, particularmente en la estación seca. A su vez, este autor indica que los
valores de intercepción adoptan valores cercanos al 12% para eucaliptos, 20% para
latifoliadas y menores del 25% para coníferas. Esto último concuerda con lo observado por
Poore y Fries (1987) al decir que los valores de intercepción tienden generalmente a ser
mayores para pinos y quizás más bajos para árboles latifoliados, diferentes a los
eucaliptos.

En Sudáfrica, Le Maitre et al. (1999) indican que un cambio en la cobertura vegetal


(por ejemplo: pasturas por forestaciones), posee un significativo impacto en el volumen de
agua interceptada y ulteriormente en la recarga del agua subterránea. Además, estos
autores presentan antecedentes de bosques templados con pérdidas por intercepción de
20 a 40% de en coníferas y de 10 a 20% en plantaciones de maderas duras (Zinke,
1967); Intercepciones de 10 a 20% de en rodales de P. radiata de 8 y 29 años
respectivamente (Pienaar, 1964; Versfeld, 1988), e intercepciones de 13 y 4,1% de en
rodales jóvenes de E. grandis y P. patura, respectivamente (Dye, 1993).

Giraldo (2002), en su libro de “Memorias: Hidrología Forestal”, indica que las


plantaciones de eucaliptos en Australia presentan intercepciones de 15-25% de la
precipitación incidente. Además, menciona valores del 12% para plantaciones de E.
grandis (CONIF, 1998) y del 21% en plantaciones de P. patula en Colombia (Tobón, 1989),
y una revisión de estudios de Norte América, Europa y Rusia (Rakhmanov, 1966) donde se
establecieron intercepciones inferiores al 35% de en bosques mixtos, del 20-22% en
bosques de hoja ancha y de 25% en plantaciones de pino.

Del mismo modo, de Paula Lima (2008) realizó una presentación de distintos
estudios sobre la intercepción de las lluvias por las forestaciones, e indicó intercepciones
de 17 a 28% de en plantaciones adultas de P. canariensis; =19 y 25% en bosques de
pino y eucaliptos de Estados Unidos (Voigt, 1960); =32% y 12% en rodales de P. sylvestris
y latifoliadas mixtas de Inglaterra (Rutter, 1963; Dewalle y Pausell, 1969); =38% en
forestaciones subtropicales de Brasil (Geiger,1966); =14,6% en plantaciones homogéneas
de E. camaldulensis en Israel (Karschon y Heth, 1967), e intercepciones de 12,2 y 6,6%
para plantaciones jóvenes de E. saligna y P. caribaea de Brasil (Lima, 1976).

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Se observa que a lo largo de los años se han desarrollado numerosas experiencias
y obtenido una respuesta muy variable con respecto al componente de intercepción para
cada especie y lugar. Tal vez, un mejor enfoque puede ser tomado al ordenar estos
antecedentes según la etapa de desarrollo de las especies forestales (juveniles, adultas)
para luego volcarnos en la comparación directa de los pinos frente a los eucaliptos, y a las
sustituciones de estas por especies nativas y praderas:

a) Forestaciones juveniles

En Murcia (España), Belmonte S. y Romero D. (1999) identificaron pérdidas por


intercepción en plantaciones jóvenes de P. halepensis con oscilaciones de 26 a 28% para
años pluviométricamente normales, pero que pueden alcanzar valores cercanos al 40% en
años secos.

A su vez, en un estudio en el que se compara una plantación joven de Pinus radiata


frente a un matorral de espinillo en la VII Región de Chile, Huber (2003) indicó que la
mayor intercepción observada en los pinos (33% de =1054mm) -agua que no ingresa al
sistema- no condicionó una menor (53% de ) frente al matorral (42% de ), cosa que
atribuyó a un sistema radicular más profundo y, por lo tanto, un mayor volumen de suelo
para extraer agua. Esto contrarresta en parte la mayor intercepción observada en pinos
pero retrasa y disminuye la recarga freática.

Por otro lado, un estudio sobre plantaciones jóvenes de P. pinaster en Galicia,


indica reducciones del 23,3% en la entrada de agua en el suelo (agua interceptada por la
cubierta arbórea y devuelta a la atmósfera) y por lo tanto una disminución importante de la
disponibilidad de este recurso en el suelo (Rodríguez et al., 2010).

Pareciera que los montos de intercepción en rodales juveniles son altos, como así
también la capacidad de exploración de sus raíces. Esto condiciona fuertemente la
disponibilidad hídrica de los suelos e indirectamente la recarga freática. Una posible
explicación a los elevados valores de en esta etapa puede encontrarse en las
características de las lluvias. Los estudios presentados aquí, se situaron en sitios donde
las precipitaciones anuales rondaron los 950mm (con excepción del desarrollado en Murcia
donde ≤250mm/año) y seguramente que han prevalecido aquellas de baja intensidad y
corta duración.

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b) Forestaciones adultas

En un bosque adulto de Pinus radiata de Chile, donde las pendientes no superan el


7% y las precipitaciones anuales alcanzan los 2000mm, se identificaron intercepciones del
10,3% de , mientras que el agua que alcanza el suelo como precipitación neta, se
conforma por un 13% de y un 87% de (Huber y Oyarzún, 1983). Resulta interesante
resaltar, que estos autores atribuyen el comportamiento de estos componentes a las
características de las precipitaciones y condiciones meteorológicas reinantes, al señalar
que con aportes de lluvia inferiores a 20mm, discontinuadas o de baja intensidad, la
retención de agua en copas es casi total ( =53,2% de ), mientras que lluvias de más de
40mm no permiten que el agua interceptada sea evaporada y escurre al suelo una vez
saturado el dosel ( =4% de ). Además, indican que la rugosidad de las cortezas de pinos
adultos origina retenciones de 6mm, antes de que el agua de lluvia escurra libremente por
el tronco, mientras que la capacidad de retención de las copas se fijó en 0,9mm.

Huber y Oyarzún (1984), sobre el mismo rodal anterior, identificaron una serie de
factores que condicionan a la intercepción. Determinaron una correlación directa entre la
intercepción y la intensidad y duración de las lluvias, mientras que la velocidad del viento
impactó significativamente pero de forma inversa. Esto indica que velocidades altas del
viento condicionan reducciones importantes en la intercepción, debido principalmente a
que el viento sacude las copas de los árboles y el agua adherida a las acículas es
removida de ellas y se reduce, de esta manera, el tiempo de exposición para una potencial
evaporación.

Valores similares se reportaron en la cuenca de Candelario (sistema central


español), donde se determinaron intercepciones de la precipitación del 9% sobre
plantaciones de Pinus sylvestris L., mientras que del 91% del agua que llego al suelo, el
12% correspondió al y el 88% a la (mayor responsable del retorno de bioelementos al
suelo) (Santa Regina et al., 1989).

A su vez, en un estudio realizado dentro del bosque experimental de la Universidad


de Nuevo León, México (Cantú y González, 2002), se analizó la distribución de las
precipitaciones sobre plantaciones adultas de encino (Quercus sp.), Pinus pseudostrobus
Lindl y mixtas de 80 a 100 años. Estos autores hallaron intercepciones de 19,2; 13,6 y 23%
para pino, encino y mixto, respectivamente, por lo que sugieren el manejo sustentable del

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bosque de encino como mejor recurso para la conservación de los recursos hídricos en
regiones semiáridas.

En su etapa adulta, los rodales alcanzan un estado de crecimiento menos acelerado


y los consumos hídricos ( ) solo pueden incrementarse por un aumento gradual en su
capacidad de intercepción.

c) Pinus vs. Eucalyptus

Con base en conceptos generales sobre morfología foliar y orientación, Poore y


Fries (1987) afirman que bajo condiciones similares, es esperable una mayor
interceptación en pinos frente a los eucaliptos y que estos últimos, además, interceptan
cerca de una cuarta parte de la precipitación, que no alcanza a estar disponible para la
recarga de la humedad del suelo o los acuíferos.

Las magnitudes que adoptan los componentes son variadas: 10,3% de , 78% de
y 11,7% de para un bosque de Pinus radiata D. Don (Huber y Oyarzún, 1983); valores
de 6,5% de , 91,2% de y 2,3% de en plantaciones de Eucalyptus globulus Labill, y de
22,8, 77 y 0,15%, respectivamente, para plantaciones de Pinus pinea L. (González et al.,
1993); y valores de intercepción de 11-20% para un monte adulto de Eucalyptus (Leite et
al., 1997).

En Chile, Oyarzún y Huber (1999) compararon el comportamiento hidrológico en los


tres primeros años del establecimiento de plantaciones de Pinus radiata y Eucalyptus
globulus para una precipitación promedio de 1932mm/año. Los resultados alcanzados
fueron intercepciones bajas en ambas especies (3-7% de ), producto de su baja
cobertura; un especial incremento en el escurrimiento fustal de los pinos (3,5 a 5,9% de )
frente a los eucaliptos (0,1 a 0,8% de ), debido a su verticalidad y convergencia de ramas
al tronco principal, y un notable incremento de la evapotranspiración del primer año (30%)
con respecto al tercero (55%) para ambas especies. Esto evidencia un ávido consumo de
la humedad del suelo en etapas tempranas del crecimiento de estas especies pero no una
pérdida significativa de agua del sistema por intercepción, lo cual agravaría la situación,
especialmente en zonas con escasas precipitaciones.

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Por otro lado, en su etapa adulta del desarrollo, Huber et al. (2010) identificaron
intercepciones superiores en rodales de P. radiata (16,5% de ) frente a los de E. globulus
(10,5% de ), mientras que los valores de de los eucaliptos (73% de ) superaron a la
de los pinos (64,5% de ), lo que resulta de la mayor humedad edáfica que poseen los
eucaliptos como consecuencia de poseer menores pérdidas por intercepción. Según estos
autores, la menor cantidad de agua que involucran las plantaciones de pino en la
evapotranspiración, influyen de forma inversa en los montos de escurrimiento superficial de
estas cuencas, y por lo tanto en la carga de sedimentos.

De estos antecedentes se desprende que, con algunos rangos de variación, los


pinos interceptan más agua de lluvia que los eucaliptos e incluso, casi llegan a duplicar la
cantidad interceptada por estos.

d) Forestación vs. Bosque nativo

En la patagonia argentina, Licata et al. (2011) encontraron que los rangos de


intercepción de los bosques nativos de Austrocedrus chilensis D. Don (35-44% de )
superan a los de las plantaciones exóticas de Pinus ponderosa Doug (17-22% de ) y esto
compensaría el incremento en la transpiración que manifiesta el reemplazo de los bosques
nativos por plantaciones de P. ponderosa (Licata et al., 2008). Además, se demuestra que
la variación de la intercepción responde más a un cambio de especies que a un cambio de
densidades de plantación (Licata et al., 2011), en contraposición a lo que ocurre con la
transpiración (Licata et al., 2008).

Por otro lado, Iroume y Huber (2000) hallaron disminuciones potenciales en los
caudales de crecida por la intercepción de las lluvias por parte de los bosques nativos de
Roble-Raulí-Coihue y plantaciones adultas de pino Oregón ( =26 y 34% de ,
respectivamente). Mientras que Pizarro et al. (2005), al estudiar el cambio masivo de
vegetación nativa por plantaciones de Pinus radiata en Chile, no observaron diferencias
significativas en el comportamiento hidrológico de los dos tipos de bosques.

De estos antecedentes no es posible obtener más que la noción de que las especies
nativas presentan un aparente estado de equilibrio hidrológico y que las especies
forestales de rápido crecimiento, a pesar que muchas veces no se manifieste
taxativamente, no parecen respetarlo. Al tratarse de una conversión entre especies del

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mismo tipo forestal (Por ejemplo: reemplazo de coníferas por coníferas o de latifoliadas por
latifoliadas), puede esperarse que las variaciones en los consumos hídricos ( ) sean
liderados por cambios el componente más que por . Sin embargo, al tratarse de
situaciones más complejas (bosques mixtos y/o varios estratos vegetales, condiciones
ambientales heterogéneas o extremas), la dificultad de mantener y realizar mediciones
hidrológicas confiables bajo los sistemas forestales naturales se tornan aun más complejas
que en las plantaciones forestaciones, y no es posible acertar ninguna generalización
particular. Resulta necesario entonces, continuar los trabajos en este campo, en la medida
que continúe la presión sobre los bosques nativos y su reemplazo por especies de rápido
crecimiento.

e) Forestación vs. Pastizales

Kelliher et al. (1993) analizaron las características de la y canopea de los


bosques de coníferas frente a las de pastizales. Estos autores señalaron que a pesar de
las profundas diferencias que poseen ambos tipos vegetales, en cuanto a la arquitectura
de sus canopeas, ellas comparten similares valores máximos de evaporación horaria y
conductancia superficial (0,46mm/h y 22mm/s), y aun más, las forestaciones presentan
menor valor de máxima media (4mm/d) en comparación a los pastizales (4,6mm/d). Sin
embargo, las pérdidas de agua por intercepción en forestaciones alcanzaron
aproximadamente el 30% de -el doble que en pastizales (15% de )-, valor que
atribuyeron a las diferencias en la conductancia de las canopeas de ambos tipos vegetales
(200mm/s en forestaciones frente a 25mm/s en pastizales).

Por su parte, Huber et al. (1998) estudiaron el efecto de la densidad de plantaciones


de Eucalyptus nitens sobre el balance hídrico y hallaron una relación directa entre la
intercepción y la densidad del rodal. Estas plantaciones se desarrollaron en reemplazo de
cubiertas herbáceas, en una zona de bajas pendientes (<5%), al norte de la IX Región de
Chile y bajo tres densidades de plantación distintas (1560, 850 y 663pl/ha). Los resultados
arrojaron valores de intercepción de 30, 26,8 y 23,9% de la precipitación total,
correspondientes a las mayor, intermedia y menor densidad, respectivamente. Por otro
lado, Calder et al. (2003, en: Nisbet, 2005), encontraron que bajo un amplio rango de
lluvias, se mantenían porcentajes de intercepción del 25 al 45% en rodales de coníferas
frente a valores del 10 al 25% en cubiertas de hierbas de hoja ancha.

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En Uruguay, al comparar microcuencas con cobertura forestal (plantación adulta de
E. globulus sp. Maidenni) de 895árb/ha frente a pasturas naturales de uso ganadero
(Silveira et al., 2011), se observó que la intercepción de las masas forestales decrecían
con el aumento de la precipitación y formaban una asíntota algo superior al 10% en
términos diarios. En términos medios, el valor de adoptado para las forestaciones fue del
17%, por ello, los autores interpretaron que el incremento de , verificado entre las
distintas cobertura, puede ser asignado en gran parte a la intercepción.

Por lo tanto, puede interpretarse que el aumento de -resultante de las


conversiones de coberturas herbáceas por plantaciones forestales-, se explica
mayormente por las variaciones del componente , que en ocasiones representa un valor
dos veces más grande en forestaciones que en coberturas herbáceas (Kelliher et al., 1993;
Calder et al., 2003, en: Nisbet, 2005)

Para los casos considerados, se espera que la elevada capacidad de intercepción


que caracteriza a las forestaciones, se manifieste con mayor intensidad en los rodales de
pino frente a los de eucalipto y, a su vez, que esta capacidad aumente en relación directa
con la densidad de los rodales de este último genero (plantas por hectárea). Además,
como lo sugiere Bruijnzeel (1997), al tratarse de plantaciones adultas el componente de
intercepción puede llegar a superar al de transpiración, constituyéndose en el principal
responsable del alto consumo hídrico atribuido a las forestaciones.

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2.2 MATERIALES Y MÉTODOS

2.2.1 Área de estudio

2.2.1.1 Estancia el Centauro (EEC)

La EEC se encuentra situada sobre la Ruta Provincial Nro. 36, entre los kilómetros
65 y 66, a 20km al Sur de la Ciudad de La Plata, partido al cual pertenece.
Hidrológicamente, se la puede ubicar dentro del área de influencia del Arroyo La Paloma,
tributario de tercer orden del Arroyo El Pescado. (Figura II.1).

Figura II.1. Localización geográfica de la Estancia el Centauro (EEC), vías de acceso e


hidrografía característica.

a. Clima (EEC)

Hurtado et al. (2006) realizaron una caracterización climática general, en el Centro


de Investigaciones de Suelos y Aguas de Uso Agropecuario (CISAUA), para la ciudad de
La Plata, que indica para el período 1909-2005, una precipitación media anual de 1040mm,

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siendo marzo el mes más lluvioso (111mm) y junio el menos lluvioso (63mm). Así mismo,
la distribución estacional de las lluvias fue caracterizada como regular (Tabla II.1).

Tabla II.1. Distribución estacional de las lluvias, en valores medios, para el período 1909-
2005, partido de La Plata. Adaptado de (Hurtado et al., 2006)

Período Precipitación (mm) Porcentaje del período (%)


Verano (diciembre, enero, febrero) 289 27,8
Otoño (marzo, abril, mayo) 289 27,8
Invierno (junio, julio, agosto) 196 18,8
Primavera (septiembre, octubre, noviembre) 266 25,6

En la tabla II.2 se muestra el balance hídrico medio mensual realizado en este


estudio para el Partido de La Plata. Para su confección, los autores definen una capacidad
hídrica del suelo de 200mm (capacidad de campo) y obtienen un pequeño déficit de agua
para los meses de verano (7mm) y un exceso de mayor intensidad entre fines de otoño y
principios de primavera (241mm), que totaliza un balance positivo en donde las
precipitaciones que superan el volumen de agua evapotranspirada, en parte son
conducidas por la red de drenaje en forma de escorrentía y en parte, alimentan las
reservas de agua subterránea (infiltración efectiva).

Tabla II.2. Balance hídrico medio mensual (1909-2005) para el partido de La Plata.
Adaptado de Hurtado et al. (2006)

Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct Nov Dic Año
101 94 111 95 83 63 66 67 77 93 96 94 1040
129 103 92 56 40 25 23 28 42 64 88 116 806
-28 -9 19 39 43 38 43 39 35 29 8 -22
125 101 92 56 40 25 23 28 42 64 88 115 799
155 148 167 200 200 200 200 200 200 200 200 179
-24 -7 19 33 0 0 0 0 0 0 0 -21
4 2 1 7
6 43 38 43 39 35 29 8 241

Donde: = evapotranspiración (mm); = precipitación (mm); = precipitación


menos evapotranspiración (mm); = almacenaje (mm); = variación de almacenaje
(mm); = evapotranspiración real (mm); =, déficit (mm), y = exceso (mm).

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Para completar la caracterización climática, Hurtado et al. (2006) señalan que la
temperatura media anual alcanza los 16,2°C, reconocen a enero como el mes más cálido
(22,8°C de media) y a julio como el más frío (9,9°C de media). Además, indican la
existencia de vientos predominantes del Este, con una velocidad media anual de 12km/h.

b. Hidrología (EEC)

La red hidrográfica correspondiente a la EEC y su área de influencia, se definió a


partir de la digitalización en pantalla sobre imágenes procesadas del Google Earth©. Esta
red hidrográfica digital se trabajó mediante comparación y solapamiento con toda la
cartografía disponible y generada con la misma referencia, como ser: cartas topográficas
digitalizadas y georreferenciadas provenientes del IGN (escala 1:50000), información
digital de GeoINTA (www.geointa.gov.ar), Atlas de suelos de la República Argentina, SIG
250, fotografías aéreas e imágenes satelitales. Este procesamiento permitió delimitar la red
hidrográfica en forma completa y definida geográficamente y puede ser representada
fielmente en el terreno, como se expresa en la figura II.2.

Figura II.2. Límites de la Estancia El Centauro junto con la red hidrográfica correspondiente
al Arroyo La Paloma, montada sobre una imagen del Google Earth© como fondo.

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c. Uso y cobertura del suelo (EEC)

El predio posee una superficie de 300ha, de las cuales 6,5ha están ocupadas por
plantaciones de Pinus radiata Don; 91ha de Eucalyptus viminalis Labill y 3ha de Salix sp.
Además, dispone de 57ha que están destinadas a la rotación de especies forrajeras
(avena, maíz, sorgo), y el resto de la superficie corresponde a pastizal natural modificado
(Figura II.3).

Figura II.3. Estancia El Centauro y zonificación del uso del suelo.

En función de las distintas coberturas señaladas en la figura II.3, se agruparon tres


tipos de usos: forestal; ganadera extensiva y rotación de cultivos. A su vez, cabe aclarar
que dentro del uso forestal, solo se estudiaron las plantaciones de pino (6,6ha) y las de
eucalipto (127,4ha). A continuación se detallan las características más relevantes:

Forestación. La forestación de Pinus radiata Don posee una edad estimativa en 30


años (al inicio del estudio) y se encuentra plantada con un espaciamiento de 2,5m por
2,5m (1600árb/ha), con un porcentaje de fallas actuales del 25%. Carece de prácticas

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silvícolas como podas y raleos, y posee un 5% de los individuos (árboles) suprimidos
(muerto y/o caídos) por competencia. El diámetro a altura de pecho (DAP) promedio, al
inicio de las experiencias, fue de 28,9cm y la canopea se distribuye en un solo estrato de
copas con una altura media de 22m, sin desarrollo de un estrato vegetal inferior.

El suelo se encuentra cubierto por un manto de acículas, ramas y conos de 13cm de


espesor. El seguimiento de los incrementos de DAP, altura y cobertura durante el período
de estudio en las parcelas experimentales reveló un escaso desarrollo de los individuos
respecto a la condición inicial, por lo que no fue considerado.

El porcentaje de cobertura de la forestación de pino se estimó en 53,5%. Su cálculo


proviene de una adaptación de la metodología seguida por De la Vega et al. (2010) y
propuesta por Macfarlane et al. (2007). Se basa en el procesamiento digital, en ArcGis
9.2©, de imágenes del follaje, tomadas con una cámara Kodak de 5Mb desde el nivel del
suelo y en forma ortogonal. Esas imágenes fueron transformadas a formato GRID9 y
reclasificadas con el fin de lograr dos valores de píxel 10, uno que representa la cobertura y
otro el cielo libre. Finalmente se contabilizaron, del total de pixeles de la imagen, los que
representan la cobertura forestal, y mediante el promedio de ellas se obtuvo el valor medio
de cubierta forestal del terreno. En la figura II.4 se muestra la imagen original y la
procesada junto con los porcentajes de cobertura forestal del terreno.

9
Formato de imágenes ráster nativo del programa ArcGis de Esri. Se trata de un mapa de
distribución espacial en el que cada píxel posee un valor atributivo (Besteiro y Delgado, 2011)
10
Acrónimo del inglés “picture element” (elemento de imagen). Representa la menor unidad
homogénea en color que forma parte de una imagen digital (Colaboradores de Wikipedia, 2013b).

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49,7%

Parcela 1

57,2%
Parcela 2

Figura II.4. Imágenes originales y procesadas para el cálculo de cobertura forestal de pino.

La forestación de Eucalyptus viminalis Labill está compuesta por rebrotes de 10


años (al inicio del estudio), en un número promedio de tres rebrotes por cepa. El
distanciamiento de las cepas es de 2,5 por 2,5m (1600árb/ha) con un porcentaje de fallas
actuales del 10%. El DAP promedio al inicio de las experiencias fue de 8,85cm,
encontrándose individuos con DAP desde 1cm hasta 18,5cm.

El rodal carece de manejo silvícola y la canopea se distribuye en tres estratos de


20m, 12m y 7m de altura, con un estrato herbáceo poco desarrollado. El suelo se
encuentra cubierto de hojas y ramas que no llegan a formar un manto uniforme y superior
al centímetro de espesor. El seguimiento de los incrementos de DAP, altura y cobertura
durante el período de estudio en las parcelas experimentales reveló un escaso desarrollo
de los individuos respecto a la condición inicial, por lo que no fue considerado.

El porcentaje de cobertura de la forestación de eucalipto se estimó en un 36,7%. Al


igual que en la forestación de pino, este valor surge del valor medio de las coberturas
existentes por encima de los pluviómetros instalados para la medición de la trascolación y
se calculó a través de la misma metodología antes señalada. En la figura II.5 se muestra la
imagen original y la procesada junto con los porcentajes de cobertura forestal del terreno.

Página | 42
39,6%

Parcela 1

33,7%

Parcela 2

Figura II.5. Imágenes originales y procesadas para el cálculo de cobertura forestal de


eucalipto en la EEC.

Pastizal modificado: La
denominación de pastizal natural
modificado, responde a zonas cubiertas
espontáneamente por pastizal y
relegadas a la actividad ganadera
extensiva. Esta cobertura se vincula con
zonas bajas, imperfectamente drenadas
y/o empobrecidas, que requieren grandes
inversiones a fin de tornarlas productivas
Figura II.6. Detalle fotográfico del
para otros usos. (Figura II.6) pastizal natural modificado de la EEC.

Rotación de cultivos: Las gramíneas forrajeras cultivadas en rotación, a través de


siembra directa en la EEC, son la Avena sativa (Avena), Zea mays (Maíz) y Sorghum
bicolor (Sorgo).

En lo que refiere a las actividades productivas que se desarrollan en el área


circundante al EEC (uso del suelo), se puede mencionar el uso agropecuario extensivo con
un 93% de participación, el forestal con el 6% y el agrícola intensivo con el 1%. El uso

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agropecuario extensivo, involucra cultivos extensivos (soja, trigo, maíz, girasol, lino),
pasturas artificiales para ganadería, tambo, haras y cabañas; incluye además, el uso
ganadero extensivo y los terrenos incultos a causa de antiguas decapitaciones con mínima
recuperación, suelos degradados y planicies de inundación de arroyos. El uso forestal, por
su parte, se encuentra poco desarrollado por falta de promoción e incentivos, pudiendo ser
una alternativa para los suelos degradados o con limitaciones. El uso agrícola intensivo,
incluye a la horticultura, floricultura, fruticultura, avicultura, apicultura y granja de pequeños
animales. La horticultura es la actividad más importante en este último uso y, a pesar de
que no es muy representativa en el área de estudio, el partido de La Plata constituye uno
de los grandes centros horticultores del país.

2.2.1.2 Predio Forestal Dolores (PFD)

El PFD se encuentra a 50km de la Ruta Nacional número 2 (acceso Parravichini), a


65km de la ciudad de Dolores y a 40km de la ruta 29 (acceso Udaquiola) (Figura II.7).

Figura II.7. Localización geográfica del Predio Forestal Dolores (PFD), con caminos de
acceso e hidrografía característica.

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a. Clima (PFD)

La región en estudio se encuentra caracterizada por un clima sub-húmedo


mesotérmico, con marcada variación estacional de la temperatura que aumentan en
sentido sur-norte, con 21°C a 23°C en enero y 7°C a 9°C en julio, y una estación fría poco
o nada notable con temperaturas medias anuales de 13°C a 16°C (Burgos y Vidal, 1951;
Vervoorst, 1967; Walter, 1967; Laprida, 2006).

El régimen pluviométrico de esta región es isohigro, con lluvias distribuidas a lo


largo de todo el año que oscilan entre 750mm anuales en el sur y 1000mm en el norte, con
un gradiente negativo de este a oeste, con frecuentes períodos de inundaciones invernales
o primaverales y de déficit hídrico estival (Sala, 1975; León y Burkart, 1998; Batista et al.,
2005; Pérez et al., 2007). En PFD, y como se verá más adelante, se identifica una
precipitación media anual de 941,7mm y una ETP anual de 1235,3mm.

Los inviernos son húmedos con excesos hídricos del orden de los 0 a 250mm/año
(Auge, 2006) y anegamientos frecuentes como consecuencia de la baja evapotranspiración
(Laprida, 2006). Estos excesos disminuyen hacia el oeste y suroeste (Vega et al., 1995).

En los veranos, si bien la precipitación suele ser mayor, hay un pronunciado déficit
de humedad del suelo como consecuencia de la mayor evapotranspiración y, en ciertos
períodos, como consecuencia de las sequías (Laprida, 2006).

Más del 70% de las grandes inundaciones se han observado con eventos
extraordinarios de otoño-invierno, con una duración media del período anegado de cinco
meses (Vázquez et al., 2011). El resto ocurrieron durante la primavera, debido a una mayor
demanda de la , con una duración media de tres meses o menos (Posadas, 1934;
Barbagallo, 1983). Esto refuerza la idea que el principal componente vertical que controla
el volumen de agua superficial es la (Vázquez et al., 2011).

b. Hidrología (PFD)

En la figura II.7 se muestran los distintos cuerpos de agua digitalizados en función


de las cartas topográficas del IGN (escala 1:50000) y corroborados con información digital
de GeoINTA (www.geointa.gov.ar), Atlas de suelos de la República Argentina, SIG 250,

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imágenes satelitales y mapa de suelos a nivel del Predio Forestal Dolores y su área de
influencia.

Se trata de un área de concentración de los escurrimientos superficiales y


subsuperficiales por excelencia (Vázquez et al., 2011), donde la respuesta a los eventos de
lluvia no pueden ser explicados por los conceptos clásicos de la hidrología de superficie,
debido a que se trata de una extensa zona plana con alta densidad de cuerpos de agua y
escasa energía morfométrica (Tricart, 1973), donde el agua de escurrimiento no alcanza a
modelar una red de drenaje desarrollada (Batista et al., 2005).

La precipitación caída, al no ser evacuada por canales y arroyos, es captada por el


sistema y convertido en expansión y disipación que ocupa todas las áreas deprimidas de
primer orden (cubetas de deflación, áreas deprimidas aledañas a cuerpos de agua, vías de
escurrimiento), para luego, una vez colmatadas éstas, avanzar en función de su altura
relativa sobre las de segundo orden (áreas planas circundantes a las anteriores) (Vázquez
et al., 2011). La capacidad de retención de este sistema fue estimado en 100-300mm
(Posadas, 1934), superados los cuales, devienen en inundaciones.

Es evidente entonces que los procesos verticales (evapotranspiración e infiltración)


dominan en la dinámica del agua acumulada superficialmente (Vázquez et al., 2011).

c. Uso y cobertura del suelo (PFD)

El predio posee una superficie de 1015,5ha, de las cuales: un 66,1% se encuentra


forestado con Eucalyptus camaldulensis Dehnh y Eucalyptus viminalis Labill. Además, el
6,7% está destinado a un área protegida, a modo de reserva ecológica, donde se
desarrolla una laguna temporaria; el 11,1% está cubierto por pastizales naturales; el 9,4%
son áreas de tala rasa y el 6,7% restante, corresponde a viviendas, galpones y caminos
(Figura II.8).

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Figura II.8. Predio Forestal Dolores y tipos de coberturas y usos del suelo.

Se trata de un predio netamente forestal perteneciente a la empresa Alto Paraná,


con más del 75% destinado a la actividad forestal y poco menos del 7% a caminos y
viviendas. La superficie restante (poco menos del 18%), corresponden a zonas bajas
inundables donde se desarrolla pastizal nativo. Además, el suelo forestado se encuentra
cubierto por un mantillo de hojas y ramas de espesor variable, que puede alcanzar los
15cm.

En la figura II.9 se muestra un mapa realizado por la empresa Alto Paraná, donde se
indican con color verde, los lotes elegidos para la realización de las experiencias junto a
una breve descripción de los mismos.

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Lote 4: (parcela 5) 5,5ha de E.
camaldulensis, plantado en 1979. Densidad
total ( ) de 666pl/ha. Diámetro a la altura
de pecho medio ( ) de 23,3cm y altura
máxima promedio ( ) de 23,9m.

Lote 9: (parcela 4) 9,1ha de E.


camaldulensis plantado en 1998.
=650pl/ha; =14,5cm y =21,5m.

Lote 14: (parcela 3) 16ha de E.


camaldulensis plantado en 1996.
=1200árb/ha; =14,1cm y =22,5m.

Lote 30: (parcela 1) 13ha de E. viminalis


plantado en 1996. =822árb/ha;
=12,2cm y =22m.

Lote 16: (parcela 2) 7,7ha de E.


Figura II.9. Plano del loteo del campo, camaldulensis plantado en 1989.
con los rodales donde se colocó el
instrumental de muestreo. =1200árb/ha; =22,2cm y =24m.

El porcentaje de cobertura de la forestaciones de eucalipto, correspondientes a cada


parcela de muestreo, se muestran en la figura II.10., donde se observa la imagen cruda y
la procesada junto con el porcentaje de cobertura. La metodología seguida para el cálculo
de estas coberturas es la que se uso en EEC (apartado 2.2.1.1c). Se trata de una
metodología de fácil y rápida aplicación, que permite obtener un valor estimativo de la
cobertura forestal por medio de la reclasificación digital de las imágenes ortogonales de la
cobertura y su posterior contabilización.

Página | 48
60%
Parcela 1

(lote
30)

31%
Parcela 2

(lote 16)

42,2%

Parcela 3

(lote 14)

26,2%
Parcela 4

(lote 9)

47,1%
Parcela 5

(lote
4)

Figura II.10. Imágenes de la cobertura forestal en el PFD, ordenada de a pares por parcela
de muestreo. Se muestra la imagen no procesada en color junto a la procesada en banco y
gris.

En el área circundante al PFD, la vegetación predominante es el pastizal natural


formado por un mosaico de estepas graminosas y praderas con diferente cobertura y altura

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de pastos, hierbas y arbustos. Los árboles nativos, en cambio, son muy escasos y su
distribución restringida. Desde fines del siglo XIX, los pastizales de la pampa deprimida
están subdivididos por alambrados y sometidos a un intenso pastoreo por ganado
doméstico que mantiene su fisonomía notablemente homogénea a través del paisaje
(Batista et al., 2005).

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2.2.2 Precipitación

En lo que refiere a la medición directa de la precipitación, se puede distinguir, a


grandes rasgos, dos tipos de instrumentales de medida: los medidores con registro y los
medidores sin registro. Los primeros, son aquellos aparatos que registran de forma
automática la profundidad de la lámina de lluvia a intervalos reducidos de tiempo (Ejemplo:
pluviógrafo tipo Canjilones); los segundos son aquellos que registran esa misma lámina de
lluvia y se miden manualmente a intervalos mayores de tiempo.

Los datos de precipitación considerados en el análisis provinieron de varias fuentes.


En la EEC (Figura II.11), se instalaron dos pluviómetros (pluviómetro de campo y
pluviómetro testigo), y además, se dispuso de los datos pluviométricos diarios provenientes
de la Estación Experimental Ing. Agr. Julio Hirschhorn de la Facultad de Ciencias Agrarias
y Forestales de La Plata (FCAyF), UNLP. El primero de estos pluviómetros, el pluviómetro
de campo, fue registrado diariamente por el personal del campo, y el segundo,
denominado pluviómetro testigo, fue registrado personalmente de forma semanal, al igual
que los datos de la red de monitoreo de pozos y las parcelas de muestreo.

Figura II.11. Ubicación de estación experimental Ingeniero Julio Hirschhorn y pluviómetros


de la Estancia El Centauro. De fondo se muestra un mosaico de imágenes Google Earth
junto a la red caminera.

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En el PFD (Figura II.12), se instaló una estación meteorológica de registro continuo
(estación testigo) y se contó con los datos de un pluviómetro perteneciente a la empresa
Alto Paraná (pluviómetro campo) y con los registros de lluvias corregidas de la estación
meteorológica del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) denominada Aeródromo
Dolores.

Figura II.12. Ubicación de la estación del Servicio Meteorológico Nacional, Aeródromo


Dolores, y de la estación meteorológica y pluviómetro del Predio Forestal Dolores. De fondo
se muestra un mosaico de imágenes Google Earth junto a la red caminera.

En la tabla II.3 se muestra un detalle de las distintas fuentes de datos


pluviométricos, así como su ubicación, tipo y período considerado en el análisis.

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Tabla II.3. Fuente de datos pluviométricos, ubicación, frecuencia de datos y distancia de las
estaciones meteorológicas de los sitios de estudio.

Nombre Lugar Cercanía Latitud Longitud Período Datos


Experimental Hirschhorn EEC 8km -34º 59,1’ -57º 59,8’ 1998-2011 Diarios
Experimental Hirschhorn EEC 8km -34º 59,1’ -57º 59,8’ 1918-2011 Mensuales
Pluviómetro testigo EEC 0 -35º 02,8’ -57º 59,2’ 2008-2011 Semanales
Pluviómetro campo EEC 0 -35º 03,1’ -57º 58,8’ 2008-2011 Diarios
o o
Aeródromo Dolores (SMN) PFD 65km -36 19,0’ -57 43,0’ 1959-2012 Diarios
Estación testigo (Agromet) PFD 0 -36º 28,2’ -58º 12,9’ 2009-2012 ½ Hora
Pluviómetro campo PFD 0 -36º 28,4’ -58º 13,1’ 2009-2012 Diarios

El análisis y descripción de las distintas series se inició a través de la representación


gráfica de las series anuales y el análisis estadístico a nivel anual, mensual y diario de los
datos pluviométricos provenientes de las estaciones meteorológicas (EEJH y EMAD). Esta
primera aproximación, tiene un carácter comparativo y busca obtener una visión regional
de la situación hidrológica entre ambos sitios de estudio (EEC y PFD), sustentado en
registros diarios reconocidos y extensamente utilizados.

El análisis estadístico para esta primera comparación (EEJH vs. EMAD), se realizó
en las escalas anual y mensual, para los 53 años que estas series comparten (1959-2011),
y diaria, para el período 1998-2011 (15 años completos). Se procedió a la evaluación
gráfica de las precipitaciones acumuladas anuales de ambos sitios (EEJH y EMAD) y luego
a la valoración analítica de los datos anuales, mensuales y diarios por medio de análisis de
doble masa y la utilización de los coeficientes de consistencia e inconsistencia propuestos
por Colotti et al. (2003) y utilizados por Gattinoni et al. (2011). Luego, para complementar el
análisis gráfico, se evaluó la similaridad/disimilaridad de las series a través del coeficiente
de correlación de Pearson y, finalmente, la significancia de las diferencias entre las
precipitaciones medias anuales, mensuales y diarias por medio de la prueba U de Mann-
Whitney (Zar, 1999), consistente en una prueba no paramétrica para muestras
independientes.

Concretado el análisis inicial, y con el fin de dar fortaleza a los valores de


precipitación medidos, evaluar su consistencia y posibilitar extrapolaciones temporales; se
procedió al contraste entre los datos procedentes de las estaciones meteorológicas (EEJH
y EMAD) y los determinados in situ (pluviómetros testigos y de campo correspondientes a
EEC y PFD).

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Se procedió a la realización de un análisis gráfico de cada uno de los pares de
series mensuales (pares “EEJH-Testigo EEC” y “EMAD-Testigo PFD”), para identificar las
tendencias y el grado de correlación de los mismos. Sin embargo, surge la necesidad de
preguntarse si es correcto utilizar indistintamente los registros de lluvia provenientes de las
estaciones meteorológicas y la de los testigos del campo y, de la misma manera, cuál sería
el error que se comete al hacerlo. Para responder estas inquietudes, se procedió con las
determinaciones analíticas, mediante la utilización de pruebas no paramétricas (U de
Mann-Whitney), donde se buscó verificar la existencia de diferencias significativas entre
valores medios mensuales de cada sitio de estudio. Luego, se realizaron análisis de doble
masa sobre los pares analizados, para establecer el grado de heterogeneidad de los datos
a lo largo de los tres años de mediciones y, finalmente, se determinaron los coeficientes de
consistencia e inconsistencia de Colotti et al. (2003), con el fin de mensurar cuan
consistentes son estos.

El análisis de doble masa es una metodología muy utilizada en el estudio de series


pluviométricas, que permite determinar inconsistencias de la información (grado de
heterogeneidad de datos pluviométricos) y corregirla. Analiza la consistencia de una serie
de valores acumulados anuales o mensuales medidos en una estación ( ) frente a los
datos acumulados de otra estación o grupo de ellas ( ) (Linsley et al., 1993). El gráfico de
estas dos variables acumuladas ( e ) permite ajustar una recta, en la cual se pueden
observar quiebres o cambios de pendiente que solo pueden deberse a causas ajenas al
fenómeno meteorológico y que dan una idea de la consistencia u homogeneidad de los
datos. Si la línea acumulada de los datos de las distintas estaciones no presenta quiebres
apreciables, puede concluirse que no existe una fuerte heterogeneidad entre las
estaciones.

De la misma manera, los coeficientes de consistencia e inconsistencia a utilizar son


propuestos por Colotti et al. (2003) como los más apropiados para la comparación
simultánea de dos sucesiones de medidas meteorológicas. Estos autores, proponen estos
índices como elementos decisores al evaluar la necesidad de ajuste de un conjunto de
nuevos datos meteorológicos automáticos que deben acoplarse a registros antiguos,
medidos convencionalmente por distintos organismos que administran redes
meteorológicas en Venezuela. En Argentina, estos índices fueron utilizados
satisfactoriamente por Gattinoni et al. (2011) en el Instituto de Clima y Agua del INTA
Castelar para evaluar el funcionamiento de dos estaciones meteorológicas automáticas, a

Página | 54
través de los datos acumulados diarios y mensuales de precipitación. La obtención de
estos coeficientes surge del desarrollo del error cuadrático medio ( ), al demostrarse
que , donde: , es la varianza de la razón entre
muestras; , es la varianza de la muestra ; , es la varianza de la muestra , y
, es la covarianza entre las muestras e . Luego, bajo el supuesto de que la
esperanza matemática de es igual a la de , se obtiene el Coeficiente de Inconsistencia
(Ecuación II.1).

II.1

Este coeficiente varía entre 0 (muestras linealmente dependientes o perfectamente


consistentes) y 1 (muestras totalmente independientes), suponiendo que no existe
correlación lineal entre los dos conjuntos de mediciones. Los autores extienden el concepto
de inconsistencia incorporando el de consistencia entre los datos y para ello definen el
Coeficiente de Consistencia ( ) (Ecuación II.2).

II.2

Los modelos de planilla confeccionados para la toma de datos pluviométricos


semanales en la EEC y PFD, se muestra en el apartado de anexos.

Página | 55
2.2.3 Intercepción

La pérdida por intercepción fue calculada de forma indirecta a través de la medición


del escurrimiento fustal o stemflow ( ) y la trascolación o throughfall ( ), según la
ecuación II.3 (Pritchet, 1991):

II.3

Para la medición del se diseñaron e implantaron parcelas experimentales. La


elección de los individuos (árboles) se realizó por medio de un relevamiento y
caracterización general de los rodales en parcelas de 100m2, donde se contabilizó el
número de árboles en pie, árboles faltantes, densidad de plantación, altura media, diámetro
medio y porcentaje de cobertura de copas. Esta última se realizó mediante una adaptación
de la metodología propuesta por Macfarlane et al. (2007), mencionada en el apartado
2.2.1.1c. La misma consiste en el análisis de fotos planas ortogonales del dosel forestal,
donde se contabiliza el número total de pixeles de cada imagen y los correspondientes a la
vista libre del cielo ( ). La razón de estos valores, según la ecuación II.4, permite la
obtención del porcentaje de cobertura de copas ( ).

II.4

En la EEC, se definieron dos parcelas experimentales (una en pino y otra en


eucalipto) en las que se colocaron dos (2) colectores de en cada una de ellas. En el PFD
se definieron 5 parcelas experimentales, con un número variable de colectores por parcela
(de 4 a 9).

Los colectores de flujo consistieron, inicialmente, en una banda de papel aluminio


sujeta a 1,7m de altura alrededor de una sección en bisel de los árboles elegidos. Estas
fueron moldeadas y forradas con masilla para evitar filtraciones. Luego, mediante tubos
pasa-pared de nylon, fue posible vincular las canaletas con colectores calibrados

Página | 56
(capacidad de 60lts en EEC y 200lts en PFD). A partir del año 2010, los collarines de
aluminio fueron reemplazados por unos de polipropileno y goma sellados con pegamento
siliconado (Figura II.14).

En la figura II.13, se muestra el proceso de instalación de un colector de


escurrimiento fustal en un árbol de pino. El proceso se inició con una limpieza superficial
de la corteza (imagen número 3 de la Figura II.13), a fin de minimizar la posibilidad de
filtraciones (esto no fue necesario en eucalipto). Se continuó con la colocación de un
cordón de masilla a modo de corte en bisel, con una mínima inclinación para que escurra el
agua (imagen 4). Sobre la masilla, se colocó una banda de papel aluminio plegada (imagen
5), sujeta con hilo y posteriormente, doblada en sus bordes a modo de canaleta colectora
(imagen 6, 7). En la imagen 7 a 10 se observa la colocación de los tubos pasa-pared de
nylon y el forrado del interior de la canaleta colectora con masilla. Finalmente, se muestra
la colocación de la manguera transparente que conecta al tambor graduado de 60lts,
paralelo a la base del árbol y sobre una base fija horizontal (imagen 10 a 13).

1 2 3 4

5 6 7 8

9 10 11 12 13

Figura II.13. Secuencia de imágenes (de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo)
indicando la instalación de un colector de escurrimiento fustal en un árbol de pino.

Página | 57
El cálculo de la proyección de las copas de los árboles ensayados fue utilizado para
los cálculos de la , presentados en el capítulo 5.

Los valores de trascolación ( ) en la EEC, se obtuvieron por la instalación de


pluviómetros de embudo en cada parcela (dos en pino y dos en eucalipto) a 1,3 metros de
altura, con un diámetro de boca de 19,4cm (superficie de captación = 295,44cm2), y un
recipiente contenedor de 2,4lts de capacidad aproximada. Estos pluviómetros fueron
reubicados mensualmente para evitar errores de muestreo por captación en sitios
preferenciales de escurrimiento. La trascolación o cantidad de agua que atraviesa el dosel
y no queda retenido en él, se expresó como lámina acumulada en mm por medio de la
razón del agua acumulada por la superficie de captación.

El método de "pluviómetro móvil" es considerado por ciertos autores (Lloyd y


Marques, 1988, en: Bruijnzeel 1997) como una forma de sobrestimar la cantidad de lluvia
que atraviesa el dosel, en comparación al método del "pluviómetro fijo". Estos autores
aluden la eficiencia de estos métodos a su capacidad de representar de los "puntos de
goteo". Sin embargo, otras investigaciones han demostrado la existencia de gradientes de
trascolación bajo plantaciones (Mateos R. y Schnabel, 2002), al indicar zonas deprimidas
próximas al tronco, donde el agua trascolada no alcanza el 20% de la precipitación bruta, y
un aumento de la trascolación a medida que los colectores se alejan de los fustes hacia los
extremos de las copas (130% de la precipitación bruta). Esto último justificaría la utilización
del método de pluviómetro móvil, dado que se busca captar todo el gradiente de
trascolación sin la necesidad de contar con un número elevado de colectores.

En el caso de Predio Forestal Dolores (PFD), se instalaron un total de cinco


colectores de agua bajo la canopea forestal (uno por cada parcela de muestreo),
consistente en una canaleta de PVC de 0,435m2 (14,5cm de ancho por 3m de largo),
colocada a 1,6 metros del suelo y provista de una leve inclinación (3%) que permite el
volcado del agua que atraviesa la canopea a un tanque colector graduado. Colectores
semejantes han sido empleados por otros autores (Cantú y González, 2002), con
resultados satisfactorios.

En la figura II.14 se muestra una secuencia de imágenes del procedimiento e


instrumental de instalación de los pluviómetros de embudo en la Estancia El Centauro
(EEC) y pluviómetros de canaleta y colectores de escurrimiento fustal en el Predio Forestal
Dolores (PFD).

Página | 58
Figura II.14. Secuencia de imágenes mostrando el instrumental de fabricación y distintos
pluviómetros instalados bajo la canopea forestal.

Las mediciones de escurrimiento fustal ( ) y trascolación ( ), en las parcelas de la


EEC, se tomaron semanalmente a partir de julio del 2008, pero solo se lograron datos
confiables, de ajuste y logística, a partir de enero del 2009 hasta diciembre del 2011. En el
PFD, las mediciones comenzaron en septiembre de 2009 y el período de datos ajustados
quedó comprendido entre abril del 2010 a septiembre de 2012.

El conjunto de componentes así obtenidos, permitió establecer relaciones entre


variables por medio de análisis de regresión y la redistribución porcentual de la
precipitación total en los diferentes componentes.

Página | 59
2.3 RESULTADOS

2.3.1 Precipitación

En el gráfico II.1 se muestran los registros de lluvias anuales provenientes de la


Estación Experimental Julio Hirschhorn (EEJH) y de la Estación Meteorológica Aeródromo
Dolores (EMAD), junto con un par de rectas horizontales que indican los valores de
precipitación media anual para cada estación. Estas series se exponen de forma pareada
para los períodos 1918-2011 (EEJH) y 1959-2011 (EMAD), sin embargo, comparten 53
años y es sobre este período que se hace el análisis.

Pp (mm)
2000 EEJH EMAD
Ppma EEJH = 1008,7 mm Ppma EMAD = 941,7 mm
1800
1600
1400
1200
1000
800
600
400
200
0

Gráfico II.1. Precipitaciones acumuladas anuales de la Experimental J. Hirschhorn (EEJH en


verde) y del Aeródromo Dolores (EMAD en rojo) para las series 1918-2011 y 1959-2011
respectivamente. En líneas punteadas se muestra la precipitación media anual para el
período 1959-2011, correspondiente a cada estación.

Del análisis gráfico II.1 resulta que los datos son consistentes y con una estrecha
relación que se manifiesta con frecuencias de 3 a 4 años entre valores máximos. Esto se
corrobora con el análisis de doble masa (Gráfico II.2), donde los valores acumulados
anuales de ambas estaciones representan una recta sin quiebres considerables y con un
ajuste muy elevado (R2>0,99, =0,61) y, por lo tanto, evidencia una buena homogeneidad
de los datos pluviométricos.

Página | 60
60000

EMAD - P anual acumulada (mm)


50000

40000

30000
y = 0,9419x - 903,77
20000 R² = 0,9991
n=53
10000

0
0 10000 20000 30000 40000 50000 60000
EEJH - P anual acumulada (mm)

Gráfico II.2. Análisis de doble masa para una serie de 53 años (período 1959-2011),
correspondiente a las estaciones EEJH y EMAD.

La relación detectada gráficamente entre variables, se corrobora con la obtención un


valor alto en coeficiente de correlación de Pearson (r=0,65) para un umbral de significación
de α=0,05. La prueba U de Mann-Whitney, por otro lado, evidenció que los valores medios
anuales no presentan diferencias significativas, expresados por una precipitación anual
media en la EEJH (1008,7mm±35,0mm) y la EMAD (941,7mm±24,4mm), bajo un umbral
de significación de α=0,05.

El análisis de consistencia de datos a nivel mensual y diario, por medio de los


gráficos de doble masa (Gráfico II.3 y II.4), muestra que los datos son también
homogéneos. Sin embargo, al utilizar los coeficientes de consistencia/inconsistencia se
observan valores de =0,63 ( =0,37) a nivel mensual, en coincidencia con el anterior
análisis, y una pequeña desviación o heterogeneidad entre los datos a nivel diaria ( =0,67;
=0,33).

Página | 61
60000 15000
EMAD - P mensual acum. (mm)

EMAD - P diaria acum. (mm)


50000

40000 10000

30000
y = 0,9137x + 84,547 y = 0,9873x - 399,45
20000 R² = 0,9995 5000 R² = 0,9983
n=636 n=5113
10000

0 0
0 10000 20000 30000 40000 50000 60000 0 5000 10000 15000
EEJH - P mensual acumulada (mm) EEJH - P diaria acumulada (mm)

Gráfico II.3. Análisis de doble masa para Gráfico II.4. Análisis de doble masa para
las series de precipitaciones acumuladas una serie de precipitaciones diarias
mensuales de 53 años (1959-2011), acumuladas de 14 años (1998-2011),
correspondientes a la experimental Julio correspondientes a EEJH y EMAD.
Hirschhorn (EEJH) y el Aeródromo
Dolores (EMAD).

Por otro lado, la correlación entre las series mensuales es significativa (r=0,64;
α=0,05) y sin diferencias entre medias (EEJH:84,1mm±2,4mm; EMAD:78,5mm±2,2mm)
para un nivel de significación de α=0,05, mientras que los datos diarios arrojan bajos
valores de coeficiente de correlación de Pearson (0,33; α=0,05) y su comparación por la
prueba del U de Mann-Whitney indica que la diferencia entre las muestras es significativa
para un umbral de significancia de 0,05 (EEJH: 2,6mm±0,12mm; EMAD: 2,5mm±0,12mm).

A continuación, en los gráficos II.5 y II.6, se comparan las precipitaciones


mensuales de las estaciones EEJH y EMAD frente a la de los pluviómetros testigo de la
EEC y PFD. Se indican, además, las tendencias polinómicas de las series para una mejor
visualización. La finalidad de este contraste es establecer la representatividad que poseen
las estaciones para los sitios de estudio y justificar, con cierto grado de certidumbre, el uso
de los datos provenientes de las estaciones cuando sean requeridos para el análisis. Los
períodos considerados son de tres años, entre enero de 2009 y diciembre de 2011 para el
gráfico II.5 y entre septiembre de 2009 y agosto de 2012 para el gráfico II.6.

Página | 62
P
EEJH
(mm)
250 Testigo EEC

200

150

100

50

Gráfico II.5. Precipitaciones mensuales registradas en la EEJH (azul) y testigo EEC (rojo),
para el período de tres años (36 meses).

P
(mm) EMAD
250
Testigo PFD

200

150

100

50

Gráfico II.6. Precipitaciones mensuales registradas en la EMAD (azul) y testigo PFD (rojo),
para el período de tres años (36 meses).

Al analizar estos resultados de forma conjunta, es posible distinguir que las


estaciones húmedas se desarrollan en los meses de noviembre a abril. Esto es más
notable en los períodos nov09-abr10 y nov11-abr12. Resulta difícil, sin embargo,
establecer una relación entre los pares comparados. La comparación de los pares de
muestras por la prueba de Mann-Whitney, bajo un umbral de significancia de 0,05, indicó
que no existen diferencias entre las lluvias de las estaciones meteorológicas frente a las
registradas en los predios EEC y PFD por los pluviómetros testigos.

Página | 63
En los gráficos II.7 y II.8 se muestran los análisis de doble masa efectuados. De
ellos se puede interpretar que los datos se comportan de manera homogénea alrededor de
la línea de tendencia, con valores de R2 muy elevados que indican que las precipitaciones
mensuales tienden a variar de forma conjunta.

3000 y = 0,8458x + 80,306


R² = 0,9941
2500 n = 36
Testigo EEC (mm)

2000

1500

1000

500

0
0 500 1000 1500 2000 2500 3000
EEJH (mm)

Gráfico II.7. Análisis de dobles masas acumuladas de las lluvias mensuales registradas en
la EEJH y EEC, para el período de estudio de tres años (36 meses).

3000
y = 0,9665x + 106,06
2500 R² = 0,9965
n = 36
Testigo PFD (mm)

2000

1500

1000

500

0
0 500 1000 1500 2000 2500 3000
EMAD (mm)

Gráfico II. 8. Análisis de dobles masas acumuladas de las lluvias mensuales registradas en
la EMAD y PFD, para el período de estudio de tres años (36 meses).

Página | 64
Finalmente se determinaron los valores de los coeficientes de consistencia-
inconsistencia de los pares analizados. De los mismos, se desprenden valores de =0,19
y =0,81 para el par “EEJH-Testigo EEC”, y valores de =0,23 y =0,73 para el par
“EMAD-Testigo PFD”.

Los registros de lluvia provenientes del pluviómetro de campo en la EEC y de la


estación testigo en el PFD, fueron desechados por falta de datos e inconsistencias en los
mismos, debido a fallas en el instrumental o negligencia de los operarios.

Para facilitar la interpretación de los datos obtenidos, en la tabla II.4 se muestran los
valores de precipitación media anual junto con sus máximos y mínimos, para la Estancia El
Centauro y Predio Forestal Dolores. Además, en la tabla II.5 se muestran los valores
acumulados de para los tres años de muestreo, junto con las precipitaciones mensuales
medias, máximas y mínimas.

Tabla II.4. Precipitación anual media para la serie histórica (53 años) y serie de muestreos
(3 años).

P (mm) Serie histórica P (mm) Serie muestreos


Predio
Media Máx. Mín. Media
EEC 1008,7 1720,0 557,0 922,5
PFD 941,7 1426,5 563,3 976,6

Página | 65
Tabla II.5. Precipitaciones acumuladas mensuales y estacionales para la serie de muestreos
(3 años), junto con el número de semanas con lluvia para el total de la serie de muestreos y
los valores de precipitación mensual media, máxima y mínima.

EEC PFD
P N Pmes(mm) P N Pmes(mm)
mm semana Med. Máx. Mín. mm semana Med. Máx. Mín.
Dic. 215,2 10 71,7 105,6 51,0 179,6 13 59,9 84,0 31,3
Ene. 253,0 12 84,3 136,4 18,4 259,9 12 86,6 115,3 55,4
Feb. 380,5 10 126,8 253,0 27,4 320,8 11 106,9 209,6 16,0
Verano 848,7 760,3
Mar. 239,8 14 79,9 117,2 35,2 316,9 10 105,6 138,7 43,2
Abr. 147,0 11 49,0 71,8 23,8 200,2 10 66,7 102,3 40,9
May. 169,2 11 56,4 87,2 40,4 149,3 9 49,8 69,9 10,8
Otoño 556,0 666,3
Jun. 207,4 12 69,1 129,8 23,0 242,8 11 80,9 107,3 31,0
Jul. 310,5 10 103,5 106,2 98,7 219,0 8 73,0 114,7 33,3
Ago. 121,8 11 40,6 56,0 26,8 262,1 8 87,4 224,6 14,2
Invierno 639,7 723,8
Sep. 229,8 9 76,6 111,0 21,4 178,5 10 59,5 98,2 20,0
Oct. 222,6 9 74,2 121,8 40,4 199,9 11 66,6 90,7 40,0
Nov. 270,8 13 90,3 161,0 28,0 400,8 13 133,6 166,2 111,7
Primavera 723,2 779,2
Total 2767,6 132 2929,6 126

Se debe notar, sin embargo, que los tres años de muestreo en cada sitio de estudio,
están desplazados unos 9 meses y comparten solo 28 meses de datos (Gráficos II.5 y II.6).

En ambos casos (EEJH y EMAD), fue necesario completar los datos faltantes de las
series mediante métodos autoregresivos. Estos arreglos corresponden al 1,2% de los
datos de la serie EEJH y al 1,8% de la EMAD. Algunos de estos arreglos, además, se
realizaron sobre datos consecutivos, por lo que resulta incierto el efecto de los mismos en
el análisis.

Página | 66
2.3.2 Intercepción

Del total de datos medidos a lo largo de los tres años de muestreo, solo fueron
considerados para el análisis aquellos que se presentaron completos ( , y ). Con la
base de datos así establecida, se continuó con la depuración al descartar los conjuntos [ ,
y ] con =0 y aquellos en el que alguno de sus componentes resultara evidentemente
dudoso por mal funcionamiento del instrumental, negligencia o vandalismo. Finalmente, de
un total de 98 semanas de medidas completas en PFD y 102 en EEC, se utilizaron para el
análisis un total de 254 conjuntos en el PFD y de 290 en EEC. Los datos descartados por
ausencia de precipitaciones ( =0) conforman el 25,6% en PFD y el 8,8% en EEC, respecto
al total de datos completos (490 en PFD y 408 en EEC), lo que equivale a 25 semanas sin
lluvia en PFD y 9 semanas en EEC. El resto de los datos descartados responden a
mediciones faltantes o anómalas por fallas del instrumental, vandalismo y/o negligencia
(22,6% = 111 datos en PFD y 20,1% = 82 datos en EEC).

En los gráficos II.9 al II.15 se muestran los análisis de regresión efectuados con los
componentes , y , resultantes de la redistribución de las precipitaciones sobre las
plantaciones de P. radiata y E. viminalis en EEC y de E. camaldulensis y E. viminalis en
PFD.

100
90
80
70
Pn, Tr, Ef (mm)

60
50
40
30
20
10
0
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.9. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre una plantación de P.
radiata en la EEC. Regresiones lineales junto a funciones y coeficientes de ajuste. Adaptado
de Besteiro y Rodríguez (2012).

Página | 67
100
90
80
70
Pn, Tr, Ef (mm)

60
50
40
30
20
10
0
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.10. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre una plantación de E.
viminalis en la EEC. Regresiones lineales junto a funciones y coeficientes de ajuste.
Adaptado de Besteiro y Rodríguez (2012).

100
90
80
70
Pn, Tr, Ef (mm)

60
50
40
30
20
10
0
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.11. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre una plantación de E.
viminalis en el PFD (Parcela 1). Regresiones lineales junto a funciones y coeficientes de
ajuste.

Página | 68
100
90
80
70
Pn, Tr, Ef (mm)

60
50
40
30
20
10
0
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.12. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre una plantación de E.
camaldulensis en el PFD (Parcela 2). Regresiones lineales junto a funciones y coeficientes
de ajuste.

100
90
80
70
Pn, Tr, Ef (mm)

60
50
40
30
20
10
0
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.13. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre una plantación de E.
camaldulensis en el PFD (Parcela 3). Regresiones lineales junto a funciones y coeficientes
de ajuste.

Página | 69
100
90
80
70
Pn, Tr, Ef (mm)

60
50
40
30
20
10
0
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.14. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre una plantación de E.
camaldulensis en el PFD (Parcela 4). Regresiones lineales junto a funciones y coeficientes
de ajuste.

100
90
80
70
Pn, Tr, Ef (mm)

60
50
40
30
20
10
0
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.15. Distribución de los componentes precipitación neta ( ), trascolación ( ) y


escurrimiento fustal ( ) en relación de la precipitación que incide sobre una plantación de E.
camaldulensis en el PFD (Parcela 5). Regresiones lineales junto a funciones y coeficientes
de ajuste.

Página | 70
Los datos analizados manifiestan altos grados de ajuste lineal (r>0,7) que se
traducen en una elevada correlación entre los componentes de trascolación ( ),
escurrimiento fustal ( ) y precipitación neta ( ).

Las ecuaciones resultantes de estos ajustes de regresión lineal, fueron aplicadas a


las precipitaciones provenientes de la Estación Experimental Julio Hirschhorn (EEJH) y a la
Estación Meteorológica Aeródromo Dolores (EMAD) a fin de disponer de un análisis
completo de la redistribución de los componentes de las precipitaciones consideradas en el
balance (apartado 5.2.3). En las tablas II.6 a II.12 se muestra el análisis temporal de los
componentes de la redistribución de las lluvias sobre plantaciones forestales de pino y
eucalipto en EEC y de eucalipto en PFD, respectivamente.

Tabla II.6. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una


forestación de P. radiata de la pampa ondulada para el período: ene.2009-dic.2011.
Adaptado de Besteiro y Rodríguez (2012).

mm mm % mm % mm %
Dic. 215,2 162,0 75,3 9,1 4,2 44,1 20,5
Ene. 253,0 191,4 75,7 11,0 4,4 50,6 20,0
Feb. 380,5 290,5 76,4 17,3 4,6 72,6 19,1
Verano 848,7 643,9 75,9 37,5 4,4 167,3 19,7
Mar. 239,8 181,1 75,5 10,4 4,3 48,3 20,1
Abr. 147,0 109,0 74,1 5,8 3,9 32,3 21,9
May. 169,2 126,2 74,6 6,9 4,1 36,1 21,3
Otoño 556,0 416,3 74,9 23,0 4,1 116,7 21,0
Jun. 207,4 155,9 75,2 8,8 4,2 42,7 20,6
Jul. 310,5 236,1 76,0 13,9 4,5 60,5 19,5
Ago. 121,8 89,4 73,4 4,5 3,7 27,9 22,9
Invierno 639,7 481,4 75,3 27,1 4,2 131,1 20,5
Sep. 229,8 173,4 75,4 9,9 4,3 46,6 20,3
Oct. 222,6 167,8 75,4 9,5 4,3 45,3 20,4
Nov. 270,8 205,2 75,8 11,9 4,4 53,7 19,8
Primavera 723,2 546,4 75,5 31,3 4,3 145,6 20,1
Total 2767,6 2088,0 75,4 118,9 4,3 560,7 20,3

Donde: =precipitación acumulada para los tres años considerados; =trascolación;


=escurrimiento fustal, e =intercepción. Los valores porcentuales son función de .

Página | 71
Tabla II.7. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una
forestación de E. viminalis de la pampa ondulada para el período: ene.2009–dic.2011.
Adaptado de Besteiro y Rodríguez (2012).

mm mm % mm % mm %
Dic. 215,2 180,1 83,7 14,4 6,7 20,8 9,6
Ene. 253,0 212,5 84,0 17,0 6,7 23,5 9,3
Feb. 380,5 321,8 84,6 25,8 6,8 32,9 8,6
Verano 848,7 714,4 84,2 57,1 6,7 77,2 9,1
Mar. 239,8 201,2 83,9 16,1 6,7 22,6 9,4
Abr. 147,0 121,6 82,7 9,6 6,6 15,8 10,7
May. 169,2 140,6 83,1 11,2 6,6 17,4 10,3
Otoño 556,0 463,4 83,4 36,9 6,6 55,7 10,0
Jun. 207,4 173,4 83,6 13,8 6,7 20,2 9,7
Jul. 310,5 261,8 84,3 20,9 6,7 27,7 8,9
Ago. 121,8 100,0 82,1 7,9 6,5 13,9 11,4
Invierno 639,7 535,2 83,7 42,7 6,7 61,8 9,7
Sep. 229,8 192,6 83,8 15,4 6,7 21,8 9,5
Oct. 222,6 186,4 83,8 14,9 6,7 21,3 9,6
Nov. 270,8 227,8 84,1 18,2 6,7 24,8 9,2
Primavera 723,2 606,8 83,9 48,4 6,7 68,0 9,4
Total 2767,6 2319,9 83,8 185,1 6,7 262,6 9,5

Donde: =precipitación acumulada para los tres años considerados; =trascolación;


=escurrimiento fustal, e =intercepción. Los valores porcentuales son función de .

Tabla II.8. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una


forestación de E. viminalis de la pampa deprimida para el período: sep.2009-ago.2012.

[Parcela 1]
mm mm % mm % mm %
Dic. 179,6 123,7 68,9 13,6 7,6 42,2 23,5
Ene. 259,9 183,6 70,7 21,6 8,3 54,6 21,0
Feb. 320,8 229,1 71,4 27,7 8,6 64,0 20,0
Verano 760,3 536,5 70,6 63,0 8,3 160,8 21,2
Mar. 316,9 226,2 71,4 27,3 8,6 63,4 20,0
Abr. 200,2 139,1 69,5 15,7 7,8 45,4 22,7
May. 149,3 101,1 67,8 10,6 7,1 37,5 25,1
Otoño 666,3 466,4 70,0 53,6 8,0 146,3 22,0
Jun. 242,8 170,9 70,4 19,9 8,2 52,0 21,4
Jul. 219,0 153,1 69,9 17,6 8,0 48,3 22,1
Ago. 262,1 185,3 70,7 21,9 8,3 54,9 21,0
Invierno 723,8 509,3 70,4 59,3 8,2 155,2 21,4
Sep. 178,5 122,9 68,9 13,5 7,6 42,0 23,6
Oct. 199,9 138,9 69,5 15,7 7,8 45,3 22,7
Nov. 400,8 288,8 72,0 35,7 8,9 76,4 19,1
Primavera 779,2 550,6 70,7 64,9 8,3 163,7 21,0
Total 2929,6 2062,7 70,4 240,8 8,2 626,1 21,4

Donde: =precipitación acumulada para los tres años considerados; =trascolación;


=escurrimiento fustal, e =intercepción. Los valores porcentuales son función de .

Página | 72
Tabla II.9. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una
forestación de E. camaldulensis de la pampa deprimida para el período: sep.09-ago.12.

[Parcela 2]
mm mm % mm % mm %
Dic. 179,6 111,4 62,0 12,9 7,20 55,2 30,8
Ene. 259,9 164,6 63,3 20,1 7,74 75,2 28,9
Feb. 320,8 205,0 63,9 25,6 7,97 90,3 28,1
Verano 760,3 480,9 63,3 58,6 7,71 220,7 29,0
Mar. 316,9 202,4 63,9 25,2 7,96 89,3 28,2
Abr. 200,2 125,0 62,5 14,8 7,38 60,4 30,2
May. 149,3 91,3 61,2 10,2 6,85 47,7 32,0
Otoño 666,3 418,7 62,8 50,2 7,54 197,4 29,6
Jun. 242,8 153,3 63,1 18,6 7,66 70,9 29,2
Jul. 219,0 137,5 62,8 16,5 7,52 65,0 29,7
Ago. 262,1 166,0 63,4 20,3 7,75 75,7 28,9
Invierno 723,8 456,8 63,1 55,4 7,65 211,7 29,2
Sep. 178,5 110,7 62,0 12,8 7,19 55,0 30,8
Oct. 199,9 124,8 62,5 14,7 7,38 60,3 30,2
Nov. 400,8 258,0 64,4 32,7 8,17 110,1 27,5
Primavera 779,2 493,5 63,3 60,3 7,74 225,4 28,9
Total 2929,6 1849,9 63,1 224,5 7,7 855,2 29,2

Donde: =precipitación acumulada para los tres años considerados; =trascolación;


=escurrimiento fustal, e =intercepción. Los valores porcentuales son función de .

Tabla II.10. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una


forestación de E. camaldulensis de la pampa deprimida para el período: sep.09-ago.12.

P Tr Ef I
[Parcela 3]
mm mm % mm % mm %
Dic. 179,6 119,6 66,6 12,7 7,1 47,3 26,3
Ene. 259,9 176,3 67,8 19,6 7,5 64,0 24,6
Feb. 320,8 219,4 68,4 24,8 7,7 76,6 23,9
Verano 760,3 515,3 67,8 57,1 7,5 187,9 24,7
Mar. 316,9 216,6 68,3 24,5 7,7 75,8 23,9
Abr. 200,2 134,2 67,0 14,4 7,2 51,6 25,8
May. 149,3 98,2 65,8 10,1 6,7 41,0 27,5
Otoño 666,3 448,9 67,4 49,0 7,4 168,4 25,3
Jun. 242,8 164,3 67,7 18,1 7,5 60,4 24,9
Jul. 219,0 147,4 67,3 16,1 7,3 55,5 25,3
Ago. 262,1 177,9 67,9 19,8 7,5 64,4 24,6
Invierno 723,8 489,5 67,6 53,9 7,5 180,3 24,9
Sep. 178,5 118,8 66,6 12,6 7,0 47,1 26,4
Oct. 199,9 134,0 67,0 14,4 7,2 51,5 25,8
Nov. 400,8 275,9 68,8 31,7 7,9 93,3 23,3
Primavera 779,2 528,7 67,8 58,7 7,5 191,8 24,6
Total 2929,6 1982,4 67,7 218,7 7,5 728,4 24,9

Donde: =precipitación acumulada para los tres años considerados; =trascolación;


=escurrimiento fustal, e =intercepción. Los valores porcentuales son función de .

Página | 73
Tabla II.11. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una
forestación de E. camaldulensis de la pampa deprimida para el período: sep.09-ago.12.

P Tr Ef I
[Parcela 4]
mm mm % mm % mm %
Dic. 179,6 129,6 72,2 9,6 5,3 40,4 22,5
Ene. 259,9 191,6 73,7 14,9 5,7 53,4 20,6
Feb. 320,8 238,6 74,4 18,9 5,9 63,3 19,7
Verano 760,3 559,8 73,6 43,4 5,7 157,1 20,7
Mar. 316,9 235,5 74,3 18,6 5,9 62,7 19,8
Abr. 200,2 145,5 72,7 10,9 5,5 43,7 21,8
May. 149,3 106,2 71,2 7,6 5,1 35,4 23,7
Otoño 666,3 487,3 73,1 37,2 5,6 141,9 21,3
Jun. 242,8 178,4 73,5 13,8 5,7 50,7 20,9
Jul. 219,0 160,0 73,1 12,2 5,6 46,8 21,4
Ago. 262,1 193,2 73,7 15,0 5,7 53,8 20,5
Invierno 723,8 531,6 73,5 41,0 5,7 151,2 20,9
Sep. 178,5 128,8 72,2 9,5 5,3 40,2 22,5
Oct. 199,9 145,3 72,7 10,9 5,5 43,7 21,8
Nov. 400,8 300,3 74,9 24,2 6,0 76,4 19,0
Primavera 779,2 574,4 73,7 44,6 5,7 160,2 20,6
Total 2929,6 2153,1 73,5 166,1 5,7 610,4 20,8

Donde: =precipitación acumulada para los tres años considerados; =trascolación;


=escurrimiento fustal, e =intercepción. Los valores porcentuales son función de .

Tabla II.12. Redistribución de las precipitaciones mensuales y estacionales sobre una


forestación de E. camaldulensis de la pampa deprimida para el período: sep.09-ago.12.

P Tr Ef I
[Parcela 5]
mm mm % mm % mm %
Dic. 179,6 103,4 57,6 6,0 3,3 70,2 39,1
Ene. 259,9 151,8 58,4 8,9 3,4 99,1 38,1
Feb. 320,8 188,6 58,8 11,1 3,5 121,1 37,7
Verano 760,3 443,8 58,4 26,0 3,4 290,4 38,2
Mar. 316,9 186,2 58,8 11,0 3,5 119,7 37,8
Abr. 200,2 115,9 57,9 6,7 3,4 77,6 38,8
May. 149,3 85,1 57,0 4,9 3,3 59,2 39,7
Otoño 666,3 387,2 58,1 22,6 3,4 256,5 38,5
Jun. 242,8 141,5 58,3 8,3 3,4 93,0 38,3
Jul. 219,0 127,2 58,1 7,4 3,4 84,4 38,5
Ago. 262,1 153,2 58,4 9,0 3,4 99,9 38,1
Invierno 723,8 421,9 58,3 24,7 3,4 277,2 38,3
Sep. 178,5 102,8 57,6 5,9 3,3 69,8 39,1
Oct. 199,9 115,7 57,9 6,7 3,4 77,5 38,8
Nov. 400,8 236,8 59,1 14,0 3,5 150,0 37,4
Primavera 779,2 455,3 58,4 26,7 3,4 297,2 38,1
Total 2929,6 1708,2 58,3 100,1 3,4 1121,3 38,3

Donde: =precipitación acumulada para los tres años considerados; =trascolación;


=escurrimiento fustal, e =intercepción. Los valores porcentuales son función de .

Página | 74
La precipitación neta o agua que alcanza el suelo bajo las forestaciones de ambos
sitios, se encuentra constituida principalmente por la trascolación, cuyos montos
mensuales varían en relación a la precipitación total mensual. El rango de variación de este
componente es inferior al 3,0% y 2,5% en las plantaciones de pino y eucalipto de EEC
(Tabla II.6 y II.7) y no superan el 4,3% en los rodales de eucalipto de PFD (Tablas II.8 a
II.12). Además, es posible verificar que los porcentajes máximos y mínimos de hallados
en EEC ocurren a fines de verano e invierno respectivamente, mientras que en PFD se
ubican a fines de otoño y primavera. Es interesante notar, sin embargo, que la proporción
de los componentes - - se mantienen prácticamente invariables a nivel estacional y
mensual en ambas áreas de estudio (Tablas II.6 a II.12). Esto permite marcar que, tanto a
nivel anual como mensual, la intercepción observada en el lote de pinos en EEC duplica a
la del lote eucaliptos (Tablas II.6 y II.7). Al mismo tiempo, en PFD, los valores de en E.
viminalis duplican a los encontrados en EEC para la misma especie (Tablas II.7 y II.8), y es
posible distinguir un amplio rango de variación de en los rodales de E. camaldulensis (de
20,8% a 38,3%), que no parecerían estar directamente relacionados con la densidad de
árboles por hectárea, el DAP, la altura o el porcentaje de cobertura de los mismos (Tablas
II.9 a II.12).

Por otro lado, se observa que las plantaciones de E. viminalis de ambos sitios de
estudio (EEC y PFD) comparten similares valores de , superiores a los encontrados en el
lote de pinos, mientras que los distintos rodales de E. camaldulensis manifiestan amplias
variaciones respecto a este componente que guardan relación con la densidad de árboles
por hectárea.

El comportamiento de los componentes - - , se visualiza claramente en gráficos


de tipo acumulados (Gráficos II.16 a II.22), donde son necesarios 1,6mm y 2,6mm de lluvia
para saturar la capacidad de retención de agua en las copas de eucalipto y pino ensayados
en EEC, y 5,0mm; 3,6mm; 3,7mm; 4,0mm y 2,6mm para saturar las copas en cada una de
las parcelas de PFD (parcela 1, 2, 3, 4 y 5, respectivamente). Por encima de estas
cantidades, toda lluvia pasa a formar parte de la precipitación neta y a estar disponible
para ser absorbida por la forestación o recargar el acuífero inmediato.

Página | 75
100%
90%
80%
70%
Trascolación
60%
50%
40%
30%
20%
Intercepción
10% Escurrimiento fustal
0%
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.16. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que
inciden sobre en una plantación de P. radiata de la pampa ondulada.

100%
90%
80%
70%
60% Trascolación

50%
40%
30%
20%
Intercepción
10%
Escurrimiento fustal
0%
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.17. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que
inciden sobre en una plantación de E. viminalis de la pampa ondulada.

Página | 76
100%
90%
80%
Trascolación
70%
60%
50%
40%
30%
Intercepción
20%
10%
Escurrimiento fustal
0%
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.18. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que
inciden sobre en una plantación de E. viminalis de la pampa deprimida (Parcela 1).

100%
90%
80%
70% Trascolación
60%
50%
40%
30% Intercepción
20%
10%
Escurrimiento fustal
0%
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.19. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que
inciden sobre en una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida (Parcela 2).

Página | 77
100%
90%
80%
70% Trascolación
60%
50%
40%
30%
Intercepción
20%
10%
Escurrimiento fustal
0%
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.20. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que
inciden sobre en una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida (Parcela 3).

100%
90%
80%
70%
Trascolación
60%
50%
40%
30%
20% Intercepción
10%
0% Escurrimiento fustal
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.21. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que
inciden sobre en una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida (Parcela 4).

Página | 78
100%
90%
80%
Trascolación
70%
60%
50%
40%
30%
Intercepción
20%
10% Escurrimiento fustal
0%
0 20 40 60 80 100
Precipitación (mm)

Gráfico II.22. Redistribución porcentual de las distintas láminas de lluvia acumulada que
inciden sobre en una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida (Parcela 5).

Este tipo de gráficos (Gráficos II.16 al II.22) representan el comportamiento de la


trascolación, intercepción y escurrimiento fustal (variables respuesta o dependientes) frente
a distintos eventos de lluvia sobre las forestaciones (variable de control o independiente).
Además, es posible observar que el se manifiesta superados los 6,1 y 0,7mm de
precipitación en los rodales de P. radiata y E. viminalis (EEC), mientras que en PFD lo
hace superados los 7,3mm de en E. viminalis, y en un rango de 1,4 a 5,8mm en los
rodales de E. camaldulensis.

En La Tabla II.13 se reúnen algunas características de los rodales estudiados a fin


de facilitar la interpretación de los resultados.

Página | 79
Tabla II.13. Características dasométricas de los rodales estudiados, junto a los
componentes porcentuales de la redistribución de las lluvias que inciden sobre ellos y
capacidad máxima de retención de agua en troncos y dosel forestal.

Edad
Sitio Sp . (%) (%)
(árb/ha) (años) (m) (cm) (m2/ha) (%) (%) (mm) (mm)
P. rad. 1120 33 22,0 28,9 73,47 53,5 75,4 4,3 20,3 6,1 2,6
EEC
E. vim. 1440 33 (13)* 20,0 8,85 8,86 36,7 83,8 6,7 9,5 0,7 1,6
E. vim1 822 17 22,0 12,2 9,61 60,0 70,4 8,2 21,4 7,3 5,0
E. cam2 1200 24 22,2 24,0 54,29 31,0 63,1 7,7 29,2 5,2 3,6
PFD E. cam3 1200 17 22,5 14,1 18,74 42,2 67,7 7,5 24,9 5,2 3,7
E. cam4 650 15 21,5 14,5 10,73 26,2 73,5 5,7 20,8 5,8 4,0
E. cam5 666 34 23,9 23,3 28,40 47,1 58,3 3,4 38,3 1,4 2,6

Donde: Sp.=especie; P. rad.=P. radiata; E. vim.=E. viminalis; =densidad total del rodal;
=altura máxima promedio; =diámetro a 1,3m de altura, =área basal del rodal,
=cobertura forestal; =trascolación; =escurrimiento fustal; =intercepción; =cantidad
de lluvia por encima de la cual comienza el escurrimiento fustal, y =cantidad de lluvia
necesaria para saturar la capacidad de retención del dosel forestal. Los subíndices 1,2,…5,
representan las parcelas de muestreo en PFD y 33 (13)* indica que los pies son de 33 años
con rebrotes de 13 años. Los valores porcentuales son función de

Página | 80
2.4 DISCUSIÓN

Del análisis de las distintas series de datos pluviográficos se corrobora una buena
correlación entre los valores anuales y mensuales correspondientes a las estaciones
meteorológicas Julio Hirschhorn y Aeródromo Dolores (EEJH y EMAD). Los valores de
precipitación anual son similares a los presentados por Hurtado et al. (2006) y Batista et al.
(2005), sin embargo, el análisis de la consistencia de los datos mensuales y diarios indican
diferencias entre las lluvias. Esto sugiere que la semejanza entre ambas series, a pesar de
la distancia a la que se hallan las estaciones, se debe a que comparten las mismas
isohietas regionales, con valores acumulados anuales de precipitación muy similares. A
medida que se reducen los intervalos de análisis (intervalos mensuales y diarios), es
posible verificar diferencias en la intensidad y duración de las lluvias, donde la correlación
entre series se reduce gradualmente y la diferencia entre medias resulta significativa. Esta
primera aproximación, tiene un carácter comparativo y busca obtener una visión regional
de la situación hidrológica entre ambos sitios de estudio (EEC y PFD), sustentado en
registros diarios reconocidos y extensamente utilizados.

Del contraste entre los registros de lluvias mensuales de las estaciones (EEJH y
EMAD) frente a los pluviómetros testigo de EEC y PFD (Gráficos II.5 y II.6), se observa un
elevado grado de correlación para cada uno de los pares (“EEJH-Testigo EEC” y “EMAD-
Testigo PFD”). El análisis de doble masa sobre los pares analizados, por otro lado,
demuestra una buena homogeneidad de los datos. La valoración de estas relaciones se
concreta con el cálculo de los coeficientes de consistencia de Colotti et al. (2003) y el
análisis de medias, que indican que cada par analizado posee una buena consistencia
entre series y no presenta diferencias significativas entre medias. Esto habilita a utilizar
indistintamente tanto los datos pluviométricos de las estaciones meteorológicas, como los
de los pluviómetros testigo, a fin de posibilitar extrapolaciones temporales. El no encontrar
datos perfectamente consistentes o linealmente dependientes al utilizar los coeficientes de
consistencia-inconsistencia ( =0 o =1) es esperable y se justifica por el distanciamiento
existente entre las estaciones meteorológicas y los pluviómetros testigos. Así, se cuenta
con valores más elevados en el par “EEJH-Testigo EEC” ( =0,81) frente al par “EMAD-
Testigo PFD” ( =0,73), que como puede verse en la figura II.11 y II.12 (Tabla II.3) difieren
en el distanciamiento de los pares. Este razonamiento se verifica al calcular el coeficiente
de consistencia entre las lluvias mensuales registradas en los pluviómetros testigo de los
predios EEC y PFD, con valores de =0,5 y donde los distanciamientos son aún mayores.

Página | 81
En lo que respecta al análisis de la redistribución de las lluvias en los componentes
de trascolación, escurrimiento fustal (Gráficos II.6 al II.12), pueden observarse altos grados
de ajuste lineal (r>0,7) que expresan una elevada correlación entre los componentes de
trascolación ( ), escurrimiento fustal ( ) y precipitación neta ( ) tal como lo presenta
Huber y Oyarzún (1983). Es posible distinguir, además, la importancia parcial de los
componentes y con respecto a la precipitación neta, considerada como la principal
fuente que abastece de agua al ciclo hidrológico en un bosque (Chu-san Lin, 1968 y
Schmaltz, 1969, en: Huber y Oyarzún, 1983). Así, el aporte de agua por predomina
ampliamente sobre el , en coincidencia con lo expuesto por numerosos autores del
mundo (Leite et al., 1997 en Brasil; Oyarzún y Huber, 1999 en Chile y Rodríguez et al.,
2010 en España), mientras que el , en principio despreciable, cobra importancia en
períodos de escasas precipitaciones por tratarse de un flujo concentrado alrededor del
tronco donde se localiza la mayor densidad de raíces (Giordano, 1969 y Poupon, 1972, en:
Poore y Fries, 1987). A este respecto, es oportuno mencionar el concepto de agua
fácilmente aprovechable o AFA, que involucra a la fracción total de agua que las plantas
pueden extraer del suelo sin experimentar estrés hídrico (Allen et al., 2006). Esta
concepción surge de que el suelo húmedo es capaz de satisfacer los requerimientos de
agua de las plantas en función de la demanda atmosférica, sin embargo, esta capacidad
disminuye en la medida que el suelo pierde humedad y el agua en él es retenida más
fuertemente. De esta manera, la posibilidad que tendrían las plantas de utilizar el agua del
suelo hasta su punto de marchitez permanente, solo es posible a través de una reducción
sustancial en la cantidad consumida.

Al interpretar los resultados del análisis temporal, de los componentes de la


redistribución de las lluvias sobre las plantaciones forestales de pino y eucalipto en EEC
(Tablas II.6 y II.7), se observa que los rangos de valores obtenidos (variación
intraespecífica) son muy similares a los publicados para pinos y eucaliptos (Huber y
Oyarzún, 1983; González et al., 1993; Leite et al., 1997; Bruijnzeel, 1997; Soares y
Almeida, 2001; Teixeira Días, 2004), y se explican por las características de las
precipitaciones y las condiciones meteorológicas predominantes en los períodos
considerados. Las variaciones interespecíficas (entre distintas especies), en cambio,
responden a la fisonomía y estructura de cada especie (Besteiro y Rodríguez, 2012) y
permiten distinguir una notable diferencia en los porcentajes de intercepción entre
especies, donde los valores observados en pinos duplican a los determinados en

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eucaliptos. Esta diferencia resulta esperable, sin embargo, por la arquitectura característica
de esta especie, rugosidad de corteza, y tipo y disposición de ramas y hojas y confirma la
hipótesis de que la capacidad de intercepción de los pinos estudiados supera a la de los
eucaliptos.

Los resultados obtenidos para el PFD (Tablas II.8 a II.12), al igual que en el caso de
EEC, se presentan sin grandes variaciones a nivel mensual y estacional, sin embargo
evidencian un considerable aumento en el porcentaje de agua interceptada muy por
encima de los valores informados para este género y aún también para los pinos (Poore y
Fries, 1987; Bruijnzeel, 1997; Le Maitre et al., 1999; Giraldo, 2002; de Paula Lima, 2008).
Esto representa un conflicto frente a la aceptación de la hipótesis formulada de que los
pinos interceptan más agua de lluvia que los eucaliptos. La explicación que se encuentra
para este comportamiento podría estar relacionada con alguna de las siguientes
reflexiones:

1) La cercanía de la napa freática permite un abastecimiento de agua permanente,


por lo que las plantas se mantienen en producción constante a lo largo del año
(crecimiento ininterrumpido), que las mantiene en un estado fisiológico activo, con un
follaje pleno y su capacidad de intercepción al máximo todo el año. Esto no sucedería en
EEC y repercute en el grado de intercepción de estos rodales.

2) Los rodales de PFD se encuentran manejados para la producción de fibra y


pulpa, donde se busca maximizar el crecimiento en volumen de madera y no en diámetro
de fustes. Esto provoca que los fustes, en su competencia por luz solar, se elongen al
punto que la superposición de copas provocaría un incremento sustancial en la capacidad
de intercepción del agua de lluvia.

3) Se trata de un campo aislado de cualquier estructura natural o artificial elevada,


donde la brisa es constante y genera una remoción permanente de la capa límite de
humedad adherida en hojas y ramas, que provoca que el agua interceptada se evapore
rápidamente sin llegar a saturar la capacidad de almacenamiento de las mismas y así
lograr elevados porcentajes de intercepción.

La ausencia de repeticiones en las situaciones analizadas y el no contar con


repeticiones de las coberturas de pino en PFD convierte este punteo en especulaciones sin
sustento estadístico. Se advierte por lo tanto, la necesidad de realizar un estudio más

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minucioso al respecto. No obstante, es posible establecer que el rango de intercepción
determinado en PFD para E. camaldulensis no presenta una relación directa con la
densidad de árboles por hectárea, el , la altura máxima promedio, el porcentaje de
cobertura o el área basal de los rodales; en contradicción a lo expuesto por Hofstede
(1998), quien sostiene que el área basal es una de las características estructurales de
mayor importancia en las pérdidas de agua por intercepción. En cambio, es posible
establecer, tanto para los rodales de E. camaldulensis como para los otros rodales del
mismo género, una relación directa entre el porcentaje anual de intercepción y la edad de
los rodales. Así, a mayor edad de los rodales se estableció un mayor porcentaje anual de
intercepción del agua de lluvia. Esta evidencia coincide con lo expresado por FAO (1962) y
habilita a rechazar la hipótesis de que la capacidad de intercepción de estos rodales
aumente con la densidad de los mismos.

El escurrimiento fustal resultante de los rodales de pino y eucaliptos en estudio


(Tablas II.6 a II.12), presentó una baja proporción respecto a la precipitación total
acumulada de EEC (3,7-4,6%/año en P. radiata y 6,5-6,8%/año en E. viminalis) y PFD (7,1-
8,9%/año en E. viminalis y 3,3-8,2%/año en E. camaldulensis). Estos valores, considerados
como despreciables por algunos autores (Díaz y Rébori, 2003), presentan un importante
rango de variación mensual de 4,5-17,3mm y 7,9-25,8mm para P. radiata y E. viminalis en
EEC, y de 10,6-35,7mm y 4,9-32,7mm en plantaciones de E. viminalis y E. camaldulensis
en PFD (Tablas II.6 a II.12). Esta variación indica un rango de valores totales anuales de
44,4-55,2mm para el rodal de P. radiata, un rango de 78,0-81,6mm para E. viminalis en
EEC; un rango de 85,2-106,8mm para E. viminalis en PFD, y un rango de total anual de
39,6-98,4mm para E. camaldulensis. Además, en el caso de los rodales de Eucalyptus de
PFD y ECC (particularmente los de E. viminalis), se observa que los valores de en PFD
se equiparan prácticamente con el componente de intercepción en EEC, que es
considerado como el componente más significativo de la redistribución de la precipitación
en forestaciones (Cantú y González, 2002).

Al igual que lo expuesto por Huber y Oyarzún (1983), el inicio del escurrimiento
fustal en pino se manifiesta superados los 6,1mm de precipitación (Gráfico II.16, Tabla
II.13), debido en parte a las características de absorción y rugosidad de su corteza,
mientras que en los eucaliptos lo hace al superar un rango de precipitaciones acumuladas
de 0,7 a 7,3mm (Gráficos II.17 a II.22, Tabla II.13).

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En el caso de los eucaliptos, es necesario diferenciar al E. viminalis de EEC del
resto, ya que el valor de saturación (0,7mm) se puede explicar por el estado más bien
juvenil de los rebrotes y/o el tipo de variedad, caracterizados por un tallo muy liso sin restos
de corteza adheridos donde el agua escurre fácilmente prácticamente desde el inició de las
precipitaciones. En PFD, donde los rodales son más viejos y además existe un manejo
silvícola que promueve la existencia de individuos monopodiales y de mayor diámetro, los
fustes mantienen las cortezas adheridas por largo tiempo, al punto de generar una gran
rugosidad en los troncos que justificaría en parte los valores presentados de 1,4 a 7,3mm
de .

Como ya fue mencionado, los gráficos II.16 al II.22, representan el comportamiento


de la intercepción y escurrimiento fustal (variables respuesta o dependientes) frente a
distintos eventos de lluvia sobre las forestaciones (variable de control o independiente).
Esto, no solo es importante porque permite inferir o proyectar el comportamiento de estos
valores ante cambios climáticos de largo plazo, sino que posee especial trascendencia en
la llanura pampeana por la evidencia un significativo incremento de las precipitaciones
anuales a lo largo de los años (Magrin et al., 2005) y que según Forte lay et al. (2008) solo
forma parte de un ciclo climático, que podría devenir en grandes pérdidas para la
agricultura una vez que se vuelva a los registros de lluvia propios de la década del 70’.

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Besteiro Sebastián I.

Capítulo 3
Escurrimiento superficial
3.1 INTRODUCCIÓN

El escurrimiento se define como el agua proveniente de la precipitación que circula


sobre o bajo de la superficie terrestre y llega a una corriente para finalmente ser drenada
hasta la salida de la cuenca (Mijares, 1994).

El camino que sigue el agua una vez que cae en la superficie terrestre (descontando
el agua interceptada y evaporada), hasta que alcanza el cauce es muy variable y se puede
separar en tres componentes: escurrimiento superficial, escurrimiento subsuperficial y
escurrimiento subterráneo.

De los tres tipos de escurrimiento, el superficial es el que llega primero a la salida de


una cuenca y abarca tanto el flujo por la superficie del terreno como el que sigue el curso
de agua. Se lo considera relacionado directamente con la precipitación y se dice que
proviene de la precipitación en exceso o efectiva, constituyendo el escurrimiento directo.
Del agua que infiltra, una parte puede moverse lateralmente hacia los cauces en las capas
próximas a la superficie constituyendo, de esta manera, el escurrimiento subsuperficial o
epidérmico, y otra parte puede llegar hasta el nivel freático aumentando el agua
subterránea que eventualmente puede descargarse en los cauces como escurrimiento
subterráneo, flujo base o descarga de estiaje.

Existe un cuarto componente de la escorrentía total, la fracción que cae


directamente sobre la superficie libre del agua (ríos, lagos, embalses), pero su valor es de
escasa importancia (Mármol, 2006).

El valor real de la escorrentía superficial directa que circula hacia los cauces solo
puede determinarse de forma experimental, mediante la instalación de una red de
pluviómetros y aforos en la red de drenaje. Estos datos son raros en cuencas pequeñas e
inexistentes a nivel predial, por lo que es habitual recurrir a métodos paramétricos o al
método analítico del número de curva, para la determinación de escorrentías anuales con
cierta rigurosidad (López Cadenas de Llano, 1998).

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3.1.1 Sistemas hidrológicos atípicos

Las cuencas de llanura poseen características particulares que las distinguen de las
que tradicionalmente se ocupa la hidrología clásica.

Mientras que el concepto clásico reconoce a la cuenca como una unidad física
delimitada por las divisorias de agua, donde los excedentes hídricos drenan siempre por un
determinado punto (Chow et al., 1994), las cuencas de llanura se desarrollan sobre rocas
sedimentarias de estructura aclinal (Gaspari et al., 2009), donde la escasa energía
morfogenética hace que los excesos hídricos no estén necesariamente encausados ni
drenando hacia un mismo sitio. Inclusive, ante excesos hídricos prolongados, pueden
acumularse grandes volúmenes de agua capases de desbordar por sobre las divisorias de
aguas pobremente definidas (Giraut, 2006).

La escasa pendiente de las cuencas de llanura condiciona gradientes hidráulicos


extremadamente bajos y condicionan que el flujo horizontal del agua en el suelo sea muy
lento. De esta manera, el agua que se infiltra en el terreno es prácticamente incapaz de
escurrir horizontalmente, acumulándose hasta alcanzar un equilibrio entre la infiltración a
través de la zona vadosa y la evapotranspiración. El balance de agua en el suelo es por lo
tanto principalmente vertical (Fuschini Mejía, 1994, en: Badano, 2010).

En estas condiciones, los cambios de uso del suelo y las características de la


cobertura vegetal, tendrán una incidencia directa en el balance hídrico vertical. El
escurrimiento general será inferior al 5% de la precipitación y, cuando las precipitaciones
superan la capacidad de almacenamiento de los suelo, se producirá el llenado secuencial
de los bajos y lagunas, la elevación de los niveles freáticos, interconexión de cauces
indefinidos, escurrimiento mantiforme y ocasionalmente en inundaciones (Sallies, 1999).

Por todo lo anterior, es posible identificar a la llanura pampeana como un “Sistema


hidrológico no típico” (Fertonani y Prendes, 1983; Giraut, 2006), cuyas características más
sobresalientes fueron señaladas por Sallies (1999) de la siguiente manera:

1) Predominan los movimientos verticales del agua por no tener el terreno suficiente
pendiente (menor del 1%).

2) Mucha retención superficial en bajos, esteros y lagunas.

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3) No se puede relacionar en forma estrecha la precipitación con el caudal de los
cursos.

4) Tributarios mal definidos y tendencia a la paralelización de los cauces con el


principal, si es que existe. Generalmente no llegan al mismo, solamente en las grandes
crecientes se integra la red hidrológica.

5) Los arroyos son interrumpidos por lagunas y llevan agua de la napa en general
muy cercana a la superficie.

6) Divisorias de agua mal definidas.

7) Poca o nula erosión hídrica.

3.1.2 Escurrimiento bajo forestaciones

La información referida al escurrimiento superficial bajo plantaciones resulta escasa,


posiblemente por lo dificultoso de su implementación y seguimiento. Sin embargo existen
numerosas relaciones obtenidas de la medición de caudales.

Al tratar con sitios de pendientes pronunciadas, es esperable la presencia de


coeficientes de escurrimiento elevados, acompañados con el acarreo de materiales por
arrastre o suspensión. Casos como este, con pendientes del 20%, se advierten en Chile
por ejemplo, donde los valores de escurrimiento se distribuyen entre el 33% y 23% en
plantaciones de Pinus radiata y Eucalyptus globulus respectivamente (Huber et al., 2010).
Sin embargo, en el caso de sistemas atípicos como la llanura pampeana, los valores de
escurrimiento se definen como el 6% de la precipitación (Auge, 2005), por consiguiente, los
procesos erosivos derivados del agua de escurrimiento son excepcionales y, si los hay,
son de carácter muy puntual.

Un importante conjunto de experiencias sobre el fenómeno de escurrimiento bajo


forestaciones, fue sintetizado por Poore y Fries (1987). Entre ellas, pueden mencionarse:
1) valores de escurrimiento del 1% de P para plantaciones de Eucalyptus globulus e
insignificantes para pastos en el sur de la India (Chinnamani et al., 1965; Samraj et al.,
1977); 2) reducciones del escurrimiento superficial del 28% para microcuencas forestadas
con E. grandis y E. camaldulensis, y del 73% en los picos de descarga (Mathur et al.,

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1976); y 3) la obtención de menores porcentajes de flujo base total y coeficientes de
escorrentía (4-19%), y de mayores caudales de inundación (21% más altos) en
microcuencas forestadas con E. robusta frente a una con bosque nativo de montaña y dos
con bosque secundario (Bailly et al., 1974).

Casos extremos, como el presentado por Scott y Lesch (1997) para pastizales de
Sudáfrica, muestran que cuencas cuyo escurrimiento natural era de 236mm presentaban
un descenso significativo de este flujo al tercer año de ser forestadas con eucaliptos y que
al noveno año se secaban completamente los arroyos. Otro tanto ocurrió en cuencas
forestadas con pinos, donde escurrimientos de 217mm sufrieron una reducción significativa
al cuarto año de instalada la plantación y el secado de arroyos en el doceavo año.

Valores generales ampliamente aceptados, son los obtenidos por Farley et al.
(2005) como resultado del estudio de datos recopilados de 26 cuencas alrededor del
mundo. Estos autores coincidieron en que la instalación de forestaciones sobre pastizales
y matorrales reduce en un 31 y 44% el escurrimiento superficial -efecto que se manifiesta
con mayor intensidad en eucaliptos (75%) que en plantaciones de pino (40%)-. Además,
indicaron que el efecto de estas conversiones es similar e incluso más intenso a nivel de
los flujos subterráneos y sugieren que las regiones con valores de escurrimiento inferiores
al 10% de la precipitación media anual, pueden manifestar una interrupción total de este
flujo al forestar.

En el caso de cuencas atípicas como los sitios de estudio (EEC y PFD), y en función
de lo antedicho, los escasos porcentajes de escurrimiento podrían ser anulados tras la
instalación de forestaciones. Sin embargo, es necesario mensurar este fenómeno al punto
de poder integrarlo al modelo de comportamiento de las forestaciones y su incidencia
hidrológica.

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3.2 MATERIALES Y MÉTODOS

3.2.1 Morfometría

El funcionamiento de una cuenca se asemeja al de un colector que recibe la


precipitación y la convierte en escurrimiento (Gaspari et al., 2009). Por tanto, el análisis
morfométrico de estas unidades, resulta esencial a la hora para evaluar su comportamiento
morfodinámico e hidrológico y permitirá predecir o comprender su comportamiento ante la
ocurrencia de externalidades tales como una lluvia extrema (Méndez y Marcucci, 2006).

La caracterización morfométrica fue establecida a través de la determinación de


parámetros de forma, de relieve y relativos a la red hidrográfica. Estos parámetros,
desempeñan un papel fundamental en el estudio y comportamiento en los componentes
del ciclo hidrológico y, comúnmente, comprenden parámetros de entrada de modelos
hidrológicos.

A continuación se listan los parámetros calculados junto con una breve explicación
extraída mayormente de Gaspari et al. (2009):

1) Área de una cuenca (A). Es un parámetro relativo a la forma de una cuenca y


corresponde a la superficie encerrada por la divisoria de aguas. Su unidad de medida es el
km2. A partir de este parámetro se puede definir el tamaño de la cuenca y establecer un
nombre para su caracterización.

2) Perímetro de la cuenca (P). Es un parámetro relativo a la forma de una cuenca y


representa la longitud de la línea envolvente de la misma, expresada en km, trazada por la
divisoria de aguas.

3) Longitud axial (La). Es la distancia existente entre la desembocadura y el punto


más lejano de la cuenca. Es el mismo eje de la cuenca y su unidad es el km.

4) Factor de forma o de Gravelius (Ff). Responde a la relación entre el ancho


promedio (Ap) y la longitud axial de la cuenca (La). Permite apreciar la tendencia de la
cuenca a las crecientes y varía entre valores cercanos a 1 (cuencas de forma redondeada
propensas acrecientes de mayor magnitud) y menores a 1 (cuencas de forma alargada,
menos propensas a tener lluvias intensas y simultáneas sobre la superficie).

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III.1

Donde: la longitud axial (La) representa la longitud, expresada en km, desde el punto más
alejado de la cuenca (coincidente con el punto más alto del cauce principal) hasta la
desembocadura, y el ancho promedio (Ap), es igual a la razón entre la superficie de la
cuenca (A) y la longitud axial de la misma (La).

5) Índice de compacidad o de Gravelius (Kc). Es un índice adimensional que


relaciona el perímetro de la cuenca con el perímetro de un círculo de igual superficie.
Según el valor que adopta, se lo puede relacionar con distintas formas y estas a su vez,
tendrán influencia sobre los escurrimientos y tiempos de concentración que definen la
marcha de los hidrogramas11. En la ecuación III.2 se muestra la secuencia metodológica
para la obtención de la ecuación para el cálculo de Kc y en la tabla III.1, se muestra las
formas asociadas a distintos valores de Kc.

III.2

Donde: r, es el radio en km; A, el área en km2 y P el perímetro en km.

Tabla III.1. Cuadro de clases de formas correspondientes a distintos rangos del índice de
compacidad adaptado de Mármol (2006)

Kc Clase de forma
1-1,25 Casi redonda a oval redonda (compacta)
1,25-1,50 a oval oblonga
1,50-1,75 a rectangular oblonga
>1,75 a casi rectangular (alargada)

6) Curva hipsométrica. La generación de la curva hipsométrica en un área fue


sugerida por Langbein, para proporcionar información sintetizada sobre la altitud de la

11
Representación gráfica de las descargas instantáneas de un curso de agua en función del tiempo.
Chow et al. (1994) los consideran como gráficos o tablas que muestran la tasa de flujo como función del
tiempo en un lugar dado de la corriente. De la misma manera, indican que se trata de una expresión integral
de las características fisiográficas y climáticas que rigen las relaciones entre la lluvia y el escurrimiento en
una cuenca de drenaje particular.

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cuenca, que representa gráficamente la distribución de la cuenca vertiente por tramos de
altura. Se expresa a través de una curva de doble eje de coordenadas, donde la ordenada
es la cota de altura expresada en metros sobre el nivel del mar (msnm) y la abscisa es el
área por encima de una cota dada (% - km2).

7) Curva hipsométrica relativa. Permite comparar el relieve de la microcuenca en


estudio, con las curvas hipsométricas características del ciclo de erosión según Strahler
(Gráfico III.1). Estas últimas, se definen de la siguiente manera: la curva superior (A) refleja
una cuenca con un gran potencial erosivo y por lo tanto su fase juvenil; la curva intermedia
(B) expresa una cuenca en equilibrio, indicativa de una fase de madurez y la curva inferior
(C), representa una típica cuenca sedimentaria en su fase de vejez.

Gráfico III.1 Curvas hipsométricas características del ciclo de erosión de Strahler. Adaptado
de Gaspari et al., 2009

8) Relación hipsométrica (Rh). Deriva del análisis de la curva hipsométrica


(Ecuación III.3) y representa el estado de equilibrio dinámico de la misma. El cual será
máximo cuando se alcance el valor unitario de Rh (Rh=1).

Página | 93
III.3

Donde: Ss y Si son el área sobre y bajo la curva hipsométrica, respectivamente.

9) Altura media (Hm). Es un factor físico que facilita el estudio del movimiento de
agua en la cuenca, a través del estudio de la distribución de las alturas en el terreno. Para
su determinación se toma como referencia el nivel medio del mar.

III.4

Donde: Hm es la altitud media (m); ai, el área entre par de cotas (m 2); hi, la altitud media
entre dicho par (m) y A, el área de la cuenca (m2). (Mármol, 2006)

10) Orientación de la cuenca. Se entiende como la dirección geográfica según la


resultante de la pendiente general de las laderas (Llamas, 1993).

11) Pendiente media (PM). Se define como la media de las pendientes de las
superficies elementales del terreno, o más exactamente, el promedio ponderado de las
superficies elementales en las que la línea de máxima pendiente es constante. Se trata de
un valor importante ya que incide directamente en la velocidad que toman las corrientes y
la consecuente capacidad de erosión y arrastre de sedimentos (Mármol, 2006).

III.5

Donde: PM, es la pendiente media (%); H, la equidistancia entre las curvas de nivel (km); L,
la longitud total de las curvas de nivel (km) y A, el área de la cuenca (km2).

12) Coeficiente de rugosidad (Ra). Es la relación existente entre el desnivel de la


cuenca y su densidad de drenaje.

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III.6

Donde: Ra, es el coeficiente de rugosidad (adimensional); H, la diferencia de altura entre el


punto más alto y el más bajo (km) y Dd, es la densidad de drenaje (km*km-2).

13) Densidad de drenaje (Dd). Determina cuán rápido será el tiempo de respuesta
de una cuenca ante una tormenta. Densidades altas estarán asociadas con una
evacuación más rápida del agua de lluvia, debido a que una gota deberá recorrer una
longitud de ladera pequeña para terminar su recorrido sobre los cauces, donde la velocidad
del escurrimiento es mayor, lo cual condiciona hidrogramas con un tiempo de
concentración más corto.

Se define como la relación entre la suma de las longitudes de todos los cursos de
agua que drenan en la cuenca con respecto al área de la misma (López Cadenas de Llano,
1998) y su determinación, permite caracterizar cuantitativamente la red hidrográfica de la
cuenca y definir el grado de relación entre el tipo de red y la clase de material
predominante -condicionantes del escurrimiento- (Henaos, 1988; López Cadenas de Llano,
1998; Gaspari, 2002).

III.7

Donde Dd es la densidad de drenaje (km.km-2); Ln, es la sumatoria de las longitudes de


todos los cursos de agua que drenan por la cuenca (km), y A, es el área total de la cuenca
(km2).

14) Pendiente media del cauce (J). La pendiente media del cauce se deduce a partir
del desnivel topográfico sobre el cauce principal y la longitud del mismo. Se expresa en
porcentaje, según la siguiente fórmula:

III.8

Donde: J es la pendiente media del cauce (%), Hmáx, es la cota máxima sobre el curso de
agua (m); Hmín, es la cota mínima sobre el curso de agua (m), y L, es la longitud del río
más largo (m).

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15) Tiempo de concentración (Tc). Es el tiempo que toma la partícula,
hidráulicamente más lejana, en viajar hasta el punto emisor. Para ello se supone que el
tiempo de duración de la lluvia es por lo menos igual al tiempo de concentración y que se
distribuye uniformemente en toda la cuenca. Su estimación empírica posee varias
expresiones, pero la más completa se expresa en la siguiente ecuación:

III.9

Donde: Tc es el tiempo de concentración (hs); L, es la longitud del cauce (km), y J, la


pendiente media del cauce (%)

16) Número de orden de los cursos de agua. Es un número que tiene una relación
estrecha con el número de ramificaciones de la red de drenaje. A mayor número de orden,
es mayor el potencial erosivo, mayor el transporte de sedimentos y por tanto mayor
también el componente de escurrimiento directo que en otra cuenca de similar área.
Existen dos metodologías para determinar el orden de una cuenca, el criterio de Schumn y
el criterio de Horton. El primero se determina al asignar el primer orden 1 a todos los
cauces que no tienen tributarios y, en general, la unión de dos cauces de igual orden
determinan o dan origen a otro de orden inmediatamente superior y dos de diferente orden
dan origen a otro de igual orden que el de orden mayor y así sucesivamente hasta llegar al
orden de la cuenca. El cauce principal tiene el orden más elevado, que es el orden de la
cuenca. El criterio de Horton, sin embargo, sólo permite asignar el orden 1 a uno de los
tributarios simples confluyentes, por lo que el orden inmediatamente superior conforma un
menor ángulo con la dirección del flujo en el punto de confluencia. Luego, se siguen los
pasos de la ley anterior hasta obtener el número de orden de la cuenca.

3.2.2 Escurrimiento superficial

El escurrimiento superficial es calculado por la aplicación del modelo hidrológico L-


THIA NPS (Long-Term Hydrologic Impact Assessment and Non Point Source Pollutant
Model) (Engel et al., 2003). Éste modelo se basa en la metodología del número de la curva
(NC) del Soil Conservation Service (SCS) de los Estados Unidos y se utiliza para

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cuantificar el escurrimiento superficial mediante la transformación de la precipitación total
en precipitación efectiva. Se considera como una herramienta de gran valor para la
práctica hidrológica y su aplicación requiere del conocimiento del tipo y uso de suelo, de
las características edáficas del lugar de estudio y de los registros de precipitación diaria.

La metodología involucra el procesamiento de información referente al suelo y


geología de la EEC y PFD bajo el entorno informático del GIS ArcView 3.2. Esta
información de base, se digitalizó y corroboró por fotointerpretación y experiencias a
campo. Luego, se determinó el uso del suelo y tipos de cobertura, adaptándolos a los
requerimientos del modelo. El procesamiento digital de la base de datos vectorial (usos del
suelo y grupos hidrológicos), permitió obtener un mapa de valores de NC para las áreas de
estudio y finalmente uno de lámina media anual de escurrimiento.

Las series de lluvias diarias utilizadas para la confección del mapa de escurrimiento,
provinieron de la Estación Experimental J. Hirschhorn (EEJH) y la Estación Meteorológica
del Aeródromo Dolores (EMAD) y corresponden a los tres años de toma de muestras
(ene09-dic11 para EEC y sep09-ago12 para PFD). El mapa de grupos hidrológicos, se
obtuvo de la digitalización de los mapas de suelos 1:50000 del INTA (INTA, 2010; INTA,
2011), cuyas características se encuentran en el apartado 4.2.1.1 y 4.2.1.2.

El método del número de curva (NC) o curva número, fue desarrollado por el
Servicio de Conservación de Suelos de los Estados Unidos en 1972 (Mintegui Aguirre y
López Unzú, 1990) como un método sencillo para calcular la lluvia efectiva (escurrimiento
superficial) en aquellos casos en los que no se tienen datos de aforo. Es función de la
lluvia acumulada, la cobertura del suelo, el uso del suelo y las condiciones de humedad
antecedente y establece, en función de sus condiciones texturales y comportamiento frente
a la infiltración, cuatro complejos denominados grupos hidrológicos (GH). Además,
considera las distintas coberturas vegetales, los usos del suelo y los tratamientos
culturales. Finalmente, la integración de las características edáficas y las de cobertura
vegetal, generan los denominados complejos suelo-vegetación. Estos complejos, en
relación a las condiciones de humedad antecedente del suelo, permiten asignar distintos
valores de número de curva (NC) como se indica en la tabla III.2.

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Tabla III.2. Valores de número de curva para suelos con diferentes usos. Adaptado de
Gaspari et al. (2009).

Uso Suelo Condición Hidrológica A B C D


Pastura, Pastizal o Pobre 68 79 86 89
rango de forrajes continuo para pastoreo Medio 49 69 79 84
Bueno 39 61 74 80
Bosque Pobre 45 66 77 83
Medio 36 60 73 79
Bueno 30 55 70 77
Granjas, construcciones, caminos, lotes
-- 59 74 82 86
circundantes

En la tabla III.3 se muestra la clasificación de la condición de humedad antecedente


del suelo en función de la precipitación acumulada ocurrida con una anterioridad de cinco
días. La misma, es de gran importancia y debe tenerse en cuenta para la aplicación de
este método.

Tabla III.3. Condiciones de humedad antecedente en función de la precipitación acumulada


de 5 días. Adaptado de Gaspari et al. (2009).

Condición Humedad antecedente del suelo Lluvia antecedente total de 5 días (mm)
I Suelo seco 0-12,7
II Suelo medio 12,7-38,1
Suelo húmedo (saturado debido a lluvias
III >38,1
antecedentes)

El procedimiento matemático que usa el L-THIA para la determinación del


escurrimiento superficial por el método del SCS, se presenta en las ecuaciones III.10 a
III.16, donde se expone la secuencia de cálculo (USDA-SCS, 1964).

III.10

III.11

Página | 98
III.12

III.13

III.14

III.15

III.16

En el gráfico III.2 se observa cómo se descompone la precipitación en el tiempo, lo


que permite inferir analíticamente cada una de las ecuaciones antes expuestas. En este
gráfico, se lee como la precipitación efectiva; responde a la precipitación total; es el
escurrimiento; la infiltración establecida como abstracciones; son las pérdidas iniciales
y es la abstracción potencial (máxima) de una cuenca luego de producirse el exceso de
lluvia.

Gráfico III.2. Descomposición de la precipitación en el tiempo. Fuente: López Cadenas del


Llano (1998).

Página | 99
3.3 RESULTADOS

3.3.1 Morfometría de la Estancia El Centauro (EEC)

A continuación se presentan los resultados del análisis de las características


morfométricas y funcionales de la Microcuenca del Arroyo La Paloma (MALP) (Figura III.1),
la cual contiene el área de estudio (14% de la cuenca) en el cierre o salida de la misma.
Este apartado deriva del estudio de Maestría inédito, realizado para el informe final de tesis
en el año 2010 (Besteiro, 2010).

Figura III.1. Localización geográfica de la MALP.

En lo que respecta a la forma de la cuenca, puede indicarse que la misma posee un


área (A) de 21,41km2, un Perímetro (P) de 22,74km y una Longitud axial (La)=5,66km.
Estas dimensiones, sumadas a un Factor de forma (Ff) de 0,668 y un Índice de
compacidad (Kc) de 1,382, permitieron definir la influencia de la forma de la cuenca en el

Página | 100
movimiento y captación del agua de lluvia. Estos resultados indican una concentración del
escurrimiento característico de una cuenca oval-oblonga, con sus tributarios dispuestos
radialmente y que desembocan en un punto central.

El relieve de la cuenca queda representado en parte por la Curva hipsométrica


(Gráfico III.3) y la Curva hipsométrica relativa (Gráfico III.4). La primera de ellas permite
establecer las áreas comprendidas entre distintas cotas, y puede leerse como que el 100%
de la cuenca se distribuye en cotas superiores a los 16 msnm; el 50% sobre los 23 msnm,
y el 5% sobre los 26 msnm. De esta, se deriva la Relación hipsométrica (Rh), cuyo valor
(0,67) es un indicador del estado de equilibrio dinámico de la cuenca con máximo en 1. La
Curva hipsométrica relativa, a su vez, permite comparar el relieve de la microcuenca con
las curvas hipsométricas características del ciclo de erosión según Strahler (Gaspari et al.,
2009). De esta comparación, se resuelve asignar al Arroyo La Paloma la fase de vida B o
intermedia, indicativa de una cuenca en equilibrio o estado de madurez de la misma.

1
0.9
25
0.8
Altura relativa (m/m)

20 0.7
Cota (msnm)

0.6
15 0.5
0.4
10 0.3
0.2
5
0.1

0 0
0 20 40 60 80 100 0 0.2 0.4 0.6 0.8 1
Area acumulada (%) Area relativa por encima de la altura (ha/ha)

Gráfico III.3. Curva hipsométrica Gráfico III.4. Curva hipsométrica


correspondiente a la MALP. relativa correspondiente a la MALP.

Para completar los parámetros morfométricos relativos al relieve, se determinó la


Altura media de la MALP (Hm) de 21,55m con orientación Noreste-Este y pendiente natural
hacia el Río de La Plata. Ésta pendiente, corresponde a un 0,5% de Pendiente media (PM),

Página | 101
atribuible a un paisaje de tipo plano a muy plano según López Cadenas de Llano (1998), al
cual se le suma un bajo Coeficiente de rugosidad (Ra) igual a 0,32.

En relación a los parámetros relativos a la red hidrográfica, la MALP exhibe una


densidad de drenaje (Dd) media, igual a 0,68km-1, con pendientes medias bajas (J=0,18%)
y alto tiempo de concentración (Tc=9,61hs.). Esto determina caudales picos más
atenuados y por lo tanto mayor tiempo de permanencia de agua en el campo (mayor
tiempo de recesión). En la figura III.2, se define el orden de los cursos según la
metodología de Horton.

Figura III.2. Orden de los cursos de agua correspondiente a la Microcuenca Arroyo La


Paloma según la metodología de Horton. De fondo se muestra el modelo de elevación del
terreno (dem).

Página | 102
3.3.2 Morfometría del Predio Forestal Dolores (PFD)

Las características del área de estudio y en particular su exigua pendiente, impiden


la correcta definición de los límites de una cuenca convencional o típica. Estos ambientes
conforman sistemas atípicos, donde los movimientos del agua son casi exclusivamente
verticales y los limites de cuenca son difusos.

El comportamiento arreico de estas cuencas, donde las aguas se evaporan o


infiltran en el terreno antes de encauzarse en una red de drenaje, condiciona su tradicional
análisis. Por lo tanto, el estudio de las características morfológicas y funcionales a través
de distintos parámetros de forma, relieve y red hidrográfica se vuelve inconsistente y solo
posee importancia a nivel comparativo.

En la figura III.3 se muestra la delimitación de la Cuenca del Arroyo Langueyú,


propuesta por la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación (SSRH) en el Atlas 2010
de Cuencas y Regiones Hídricas la República Argentina (www.hidricosargentina.gov.ar).
La misma, presenta una superficie de 10.073km2 con bordes difusos y una pendiente
general hacia el Noreste-Este que desemboca en la bahía Samborombón y encierra en su
parte baja al PFD. La cuenca baja, a su vez, corresponde a la zona donde el Arroyo
Langueyú se une con el Arroyo El Perdido y luego es canalizado hasta la Bahía de
Samborombón por el Canal 1. Esta canalización atraviesa un terreno extremadamente
llano donde prevalece un sistema de lagunas permanentes, transitorias y zonas
anegadizas vinculadas por canales clandestinos, que no siempre siguen la dirección de los
canales 1 y 9, impiden notablemente la descarga de los excesos hídricos al mar, como
también lo hacen las rutas 2 y 11, al actuar como verdaderos diques de contención.

Página | 103
Figura III.3. Localización de la Cuenca del Arroyo Langueyú. Adaptado del Atlas 2010 de
Cuencas y Regiones Hídricas la República Argentina.

A continuación se indican los parámetros de forma, relieve y de la red de drenaje de


la cuenca que encierra al PFD y que, como fuera mencionado, deben ser tomados con
cierta reserva al tratarse de un sistema no típico.

En lo referente a su forma, solo resta apuntar la magnitud de su perímetro (P), igual


a 573km, y los valores de longitud axial (La) y ancho promedio (Ap), de 223km y 45,2km
respectivamente, puesto que la superficie (A) ya fue mencionada. Estos parámetros
conforman una cuenca de tipo acintada o alargada y ancho más o menos constante, en
correspondencia con el factor de forma (Ff) igual a 0,2.

El relieve de la cuenca presenta una orientación Noreste-Este hacia la Bahía


Samborombón, fácilmente observable en la figura III.3, y valores de altura media (Hm) y
pendiente media (PM) iguales a 46,8m y al 0,25% respectivamente. Estos valores permiten
suponer que las altas pendientes, concentradas en la cabecera de la cuenca, no llegan a
ser representativas en este análisis ya que la pendiente media de la cuenca la define como

Página | 104
una cuenca muy plana (López Cadenas de Llano, 1998), con pendiente natural hacia el
mar. La relación hipsométrica da cuenta de una cuenca que se encuentra lejana al
equilibrio morfológico (Rh=1), por lo que resulta necesario complementar estos parámetros
con la curva hipsométrica (Gráfico III.5) e hipsométrica relativa (Gráfico III.6) para un mejor
entendimiento de su relieve.

550
500
450
400
350
Cota (msnm)

300
250
200
150
100
50
0
0 20 40 60 80 100
Área acumulada (%)

Gráfico III.5. Curva hipsométrica correspondiente a la Cuenca Langueyú.

La forma particular de estas curvas se debe a que la cuenca del Arroyo Langueyú
desemboca hacia el mar en la cota cero. La lectura de la curva hipsométrica permite
establecer que menos del 20% de la superficie de la cuenca se desarrolla en cotas
superiores a los 100msnm (zona de cabecera con pendientes elevadas) y solo el 44% de
la cuenca se desarrolla sobre los 30m de cota. Esto determina que el resto de la cuenca
mantenga un desnivel cercano al 0,003%, coincidente con la parte baja de la misma (zona
canalizada). A su vez, la relación hipsométrica (Rh) que deriva de esta curva, arroja un
valor de 0,1 y por tanto un elevado estado de fragilidad o desequilibrio de la misma.

Página | 105
1.0
0.9
0.8

Altura relativa (m/m)


0.7
0.6
0.5
0.4
0.3
0.2
0.1
0.0
0.0 0.2 0.4 0.6 0.8 1.0
Área relativa por encima de la altura (ha/ha)

Gráfico III.6. Curva hipsométrica relativa correspondiente a la Cuenca Langueyú.

El análisis de la curva hipsométrica relativa, muestra que la Cuenca del Arroyo


Langueyú se asocia con una cuenca en fase de vejez, típicamente sedimentaria.

Con respecto a los parámetros relativos a la red de drenaje, en los que se


consideran las canalizaciones, puede establecerse una densidad de drenaje muy reducida
(Dd=0,0004km-1), al igual que la pendiente media del cauce, con valores de J=0,12%. Esto
último explica el tiempo de concentración calculado (Tc=191hs), característico de
ambientes donde las aguas permanecen en superficie grandes períodos hasta que infiltran
o evaporan. Esta situación se agrava por las dunas existentes en la bahía Samborombón
que dificultan aún más el desagüe de los excesos hídricos.

3.3.3 Escurrimiento superficial

El cálculo de escurrimiento superficial ( ), por medio del modelo hidrológico L-THIA,


precisó la confección de los mapas de usos del suelo y de grupos hidrológicos, trabajados
en formato vectorial y georreferenciados en coordenadas planas (Posgar 1998, faja 5). A
estos, se sumó la elaboración de dos tipos de archivos: uno de lluvias diarias para las
series anuales disponibles y el otro, correspondiente a la base de datos del modelo, con
NC adaptados a las zonas de estudio.

Página | 106
Al analizar la situación edáfica (apartado 4.2.1) para la obtención de los mapas de
Grupos Hidrológicos (Figura III.4), se vislumbra una situación hidrológica comprometida
para la actividad agrícola ganadera. Esto se verifica por el deficiente escurrimiento y la
disminuida capacidad de infiltración que presentan los suelos, debido a la presencia de
alcalinidad sódica, horizontes Bt sódicos a menos de 50cm de profundidad y un paisaje de
escasas pendientes que facilita situaciones de anegamientos prolongados (INTA, 1989,
2010, 2011). Esta situación se encuentra agravada en el PFD, donde el paisaje posee
pendientes inferiores al 0,1% (Vázquez, 2003), mientras que en la EEC no superan el 1%
(Laurencena et al., 2002). La cubeta de deflación en la que se halla el PFD (Movia y
Burkart, 1976), define un paisaje en extremo plano, sin una dirección de flujo evidente, y
donde los problemas de anegamiento por impermeabilización del suelo son intensificados,
donde prevalece un ambiente típicamente lacunar.

Figura III.4. Mapas de Grupo Hidrológico adaptados al modelo L-THIA, correspondientes a


la EEC (izquierda) y PFD (derecha).

En relación a los mapas de uso del suelo (Figura III.5), es posible distinguir que la
EEC se ubica a la salida de la Microcuenca del Arroyo La Paloma y que las plantaciones

Página | 107
están concentradas donde se perciben los mayores problemas de impermeabilidad del
suelo (coincidente con el Grupo Hidrológico D). Esta disposición responde a un esfuerzo
de reducir los excesos hídricos y permitir que la actividad agrícola cubra la mayor cantidad
de superficie sobre zonas de baja productividad, ocupadas por pastizal natural modificado.
Esto no ocurre en el PFD, donde la actividad forestal es la predominante y solo queda sin
forestar los lugares que se encuentran anegados gran parte del año y admiten únicamente
el desarrollo de pastizal natural.

Figura III.5. Mapas base de usos del suelo para las áreas de estudio, correspondientes a la
EEC (izquierda) y PFD (derecha).

En la figura III.6 se presenta el producto obtenido del modelo L-THIA. Se expresan


los números de curva resultantes del cruce de los mapas base (Figura III.4 y III.5) y las
láminas medias anuales de escurrimiento superficial, que devienen de la interacción entre
estos valores y las series de precipitación computadas para cada sitio.

Página | 108
Figura III.6. Mapa de NC y precipitación efectiva o escurrimiento superficial en mm ( ),
obtenido por procesamiento automático con L-THIA, de la base de datos vectorial y lluvias
diarias, correspondientes a la EEC (izquierda) y PFD (derecha).

La interacción entre los distintos usos del suelo y las características edáficas queda
reflejada en la magnitud de los números de curva, muy variables para las situaciones que
se contemplan (de 76 a 84). Estos valores de NC representan escurrimientos superficiales
que varían de 64,8 a 145,8mm en EEC y de 91,9 a 180,8mm anuales en PFD, para una
precipitación promedio anual de 922,5mm en EEC y de 976,6mm en PFD. Los valores 0,
se corresponden con áreas tomadas como “sin dato”, equivalentes a lagunas y cauces.

En la tabla III.4 se muestran los porcentajes de ocupación de los valores de NC y


escurrimiento superficial ( ) para cada uno de los predios. Además, se incluye la
precipitación promedio anual de los tres años de muestreo ( ) junto con el valor de
escurrimiento ponderado anual correspondiente a la situación real de cada predio ( ),
para el período considerado en cada caso.

Página | 109
Tabla III.4. Porcentajes de ocupación de los valores de NC y escurrimiento superficial en los
sitios de estudio.

Predio NC Ocupación (%) (mm) (mm) (mm)


0 1,8 0
76 34,7 64,8
EEC 79 32,3 88,6 922,5 94,2
82 9,1 119,9
84 22,1 145,8
0 2,1 0
76 75,4 91,9
PFD 79 15,0 118,9 976,6 98,9
82 6,7 152,9
84 0,9 180,8

Donde: NC es el número de curva; la lámina de escurrimiento superficial anual por


complejo suelo-vegetación; la precipitación promedio anual para las series consideradas,
y es la lámina ponderada de escurrimiento superficial anual actual (con forestaciones).

La lámina de escurrimiento anual ponderado obtenida para ambos predios,


representa un 10,1 y 10,2% de la precipitación media anual registrada en EEC y PFD
respectivamente. Se estima que el valor de escurrimiento anual bajo las forestaciones es
de 76,3mm para EEC y 92,0mm para PFD. A su vez, varía entre 64,8 y 119,9mm para la
EEC y entre 91,9 y 152,9mm para el PFD, que equivale a un =7,0-13,0% de la
precipitación media anual en EEC y 9,5-15,8% en el PFD. El pastizal en cambio, arroja
valores de escurrimiento superficial anual de 111,8mm para EEC y de 122,4mm para PFD.

La conversión de pastizal por forestaciones representa una disminución en el


escurrimiento superficial del 17,8 al 26,9% en EEC, mientras que en PFD, estos valores
alcanzan reducciones del 15,4 al 22,7%.

Página | 110
3.4 DISCUSIÓN

Los valores de escurrimiento obtenidos por esta metodología son superiores a los
publicados por Sallies (1999) y Auge (2005) para la llanura pampeana (5-6%),
especialmente en PFD, donde se evidencia una menor pendiente topográfica que supone
valores aun más bajos que en EEC. Una posible explicación se hallaría en que el modelo
del Número de Curva, a pesar de estar ajustado para esta zona y ser ampliamente
utilizado, requiere de calibraciones que no han sido realizadas y por tanto puede resultar
en sobreestimaciones. En este sentido, es importante recordar que los tres años
analizados presentaron una pluviometría atípica con un período muy seco en 2008 y uno
muy lluvioso a fines de 2009 y principios de 2010. Esto dificulta mucho las comparaciones
con otras investigaciones ya que no es posible discernir hasta qué punto tienen influencia
las condiciones climáticas particulares y las debidas a la falta de calibración del modelo.

A pesar de esto, es posible apreciar en los resultados alcanzados, una importante


reducción del escurrimiento superficial anual en la conversión de pastizales por
forestaciones, cercanas a las documentadas por Farley et al. (2005) a nivel global y Mathur
et al. (1976) para microcuencas forestadas con E. grandis y E. camaldulensis en el norte
de la India. No obstante, esta metodología no permite discriminar entre los valores de
escurrimiento bajo las distintas especies forestales ya que no existen valores de Número
de Curva ajustados para dichas condiciones.

En el caso de EEC, se encuentra una capa superficial de hojas y ramas que recubre
el suelo bajo la forestación de pino, que genera reducciones del escurrimiento y podría
llegar a anular este componente, en coincidencia con lo mencionado por Wooldridge
(1970). Esta situación, se presenta también en las forestaciones de eucalipto aunque no de
forma tan homogénea. Sin embargo, las reducciones máximas del escurrimiento obtenidas
para la conversión de pastizales por forestaciones no superaron los 25,9mm del
escurrimiento superficial anual en EEC y los 27,9mm en PFD. En suma, las reducciones
del escurrimiento superficial, calculadas en la conversión de pastizales por plantaciones
forestales de rápido crecimiento en los sitios de estudio, fueron insuficientes para anular
este componente. Estos productos hacen imposible aceptar la hipótesis de que las
forestaciones anulan el componente de escurrimiento superficial, pero permiten identificar
una clara reducción del mismo.

Página | 111
Pese a las dudas que pueden existir a la hora de optar por la utilización de esta
metodología, resulta indiscutible su practicidad como primera aproximación en el estudio
del escurrimiento superficial y se constituye en una poderosa herramienta para la
modelización de situaciones hipotéticas. Por ejemplo: si se quiere saber el efecto de
reemplazar las superficies forestadas por la actividad dominante (pastura-pastizal), se
podrían diferenciar incrementos del escurrimiento superficial a nivel predial. Esto se logra
al contrastar la situación actual (parcialmente forestado) con una hipotética (sin
forestaciones). Estos incrementos en el escurrimiento superficial anual, por el reemplazo
de la forestación a nivel predial, alcanzarían valores absolutos de +10,6mm en la EEC y
+20,3mm en el PFD (Tabla III.5).

Tabla III.5. Porcentajes de ocupación de los valores de NC y escurrimiento superficial en los


sitios de estudio, para una situación hipotética donde las forestaciones son reemplazadas
por la actividad predominante en la zona.

Predio NC Ocupación (%) (mm) (mm) (mm)


0 1,8 0
EEC 79 67,0 88,6 922,5 104,8
84 31,2 145,8
0 2,1 0
79 90,3 118,9
PFD 976,6 119,2
82 6,7 152,9
84 0,9 180,8

Donde: es la lámina de escurrimiento ponderada para una situación sin forestaciones,


donde predomina el uso catalogado como “Pastura, pastizal o cultivo de forrajeras continuo
para ganado’’.

Si ahora se buscara indagar sobre el efecto de reemplazar las pasturas por


forestaciones, el contraste de la situación actual (parcialmente forestado) por la hipotética
(totalmente forestado) resultaría en una reducción en el escurrimiento superficial anual de
24,85±1,05mm para la EEC y de 27,45±0,45mm para el PFD. Este efecto se muestra en la
Tabla III.6, donde las reducciones absolutas de escurrimiento a nivel predial, adoptan
valores de -13,4mm en EEC y -4,0mm en PFD.

Página | 112
Tabla III.6. Porcentajes de ocupación de los valores de NC y escurrimiento superficial en los
sitios de estudio, para una situación hipotética donde los pastizales son reemplazados por
forestaciones de rápido crecimiento.

Predio NC Ocupación (%) (mm) (mm) (mm)


0 1,8 0
EEC 76 67,0 64,8 922,5 80,8
82 31,2 119,9
0 2,1 0
76 90,3 91,9
PFD 976,6 94,9
82 6,7 152,9
84 0,9 180,8

Donde: es la lámina de escurrimiento ponderada para una situación de ocupación


completa con forestaciones.

De estas simulaciones se desprende que la instalación de forestaciones de rápido


crecimiento en pastizales sin especies arbóreas, generaría reducciones de 20 a 23% a
nivel predial. Esto se encuentra en línea con lo modelado para los 3 años de estudio y
constituye una herramienta de diagnóstico rápida del efecto de las forestaciones en el
escurrimiento superficial, que facilita la construcción de posibles escenarios de uso del
suelo y su efecto sobre el componente de escurrimiento superficial. La magnitud de los
resultados alcanzados refuerza la necesidad de realizar calibraciones sobre esta
metodología a fin de obtener valores específicos de NC para cada especie y situación
estudiada.

Página | 113
Besteiro Sebastián I.

Capítulo 4
Infiltración y aguas
subterráneas
4.1 INTRODUCCIÓN

4.1.1 Infiltración y recarga freática

Como ya fue indicado en el apartado 1.3, en los suelos de la llanura Chaco-


pampeana se reconocen excesos hídricos de 0 a 250mm/año, concentrados en el período
otoño-invernal (Auge et al., 2006), y el predominio de los movimientos verticales del agua
(evapotranspiración-infiltración) frente a los horizontales (escurrimiento) (Laurencena et al.,
2005; Vázquez et al., 2011). De esta manera, pese a que en la mayor parte de estas tierras
predominan suelos de granulometría fina (limo y arcilla), la infiltración (10 a 15% de la
lluvia), supera a la escorrentía (5 a 10% de la lluvia), debido a la escasísima pendiente
topográfica (cm a m/km) (Auge, 2005).

La infiltración ( ) puede considerarse entonces como un componente de significativa


importancia en la dinámica hídrica de sistemas llanos, y, aunque este término posee
muchas acepciones, previamente definidas pueden ser tomadas como ciertas por las
distintas disciplinas e investigadores. Por lo tanto, resulta necesario diferenciar a la
infiltración del concepto hidrogeológico de infiltración eficaz ( ), que es el que
comúnmente se adopta para el estudio de la recarga/descarga de aguas subterráneas
(Nuñez et al., 2007; Aragón et al., 2011).

Mientras que la infiltración responde al proceso por el cual el agua pasa de la


superficie al subsuelo (SSSA, 2001), la infiltración eficaz o efectiva constituye el agua
infiltrada que, superada la zona de aireación del suelo, alcanza la superficie freática (Auge,
2005) y es considerada como la única fuente de recarga del acuífero freático (Laurencena
et al., 2002).

Por otro lado, es preciso identificar a la infiltración instantánea real12 ( ) como la


expresión del agua que penetra en el suelo por unidad de superficie y que, cuando el suelo
se encuentra encharcado, pasa a llamarse infiltración potencial o capacidad de infiltración13
( ). Los valores acumulados de ambas expresiones (Infiltración acumulada real e

12
Infiltración instantánea real (f). Se define como el flujo de agua que entra en el suelo por unidad
de superficie. Es por tanto el valor que q, flujo en medio poroso, alcanza en la superficie del suelo (f=q) y sus
-1
dimensiones son de velocidad [LT ]. La Infiltración acumulada real (F) tiene unidades de longitud [L].
(Muñoz y Ritter, 2005)
13
Infiltración potencial o capacidad de infiltración (fp). Velocidad de infiltración que se produce
-1
cuando el suelo esta encharcado con una lámina de agua pequeña en superficie [LT ]. La Infiltración
acumulada bajo encharcamiento (Fp) tiene unidades de longitud [L]. (Muñoz y Ritter, 2005)

Página | 115
infiltración acumulada bajo encharcamiento), tienen unidades de longitud (Muñoz y Ritter,
2005).

En el gráfico IV.1 se observa el comportamiento general de la infiltración en el


tiempo. En la situación inicial (acumulación de agua superficial por comienzo de una
precipitación), el gradiente hidráulico14 en las capas superficiales es muy grande y como
consecuencia, la velocidad de infiltración máxima. A medida que el agua penetra en el
perfil, el gradiente hidráulico disminuye hasta hacerse constante e igual, en teoría, al de
conductividad hidráulica15 ( ) en suelo saturado.

Gráfico IV.1. Curva de infiltración potencial instantánea en un suelo encharcado. Fuente:


Muñoz y Ritter (2005).

Mijares (1994) indica que los factores que condicionan la capacidad de infiltración
son numerosos y expone una lista de los que más se destacan en este sentido: textura del
suelo, contenido de humedad inicial, contenido de humedad de saturación, cobertura
vegetal, usos del suelo, aire atrapado en el suelo, lavado del material fino, compactación,

14
Magnitud vectorial determinada por el incremento de potencial de agua por unidad de distancia. Es
igual a la pendiente de la superficie piezométrica entre dos puntos de un acuífero.
15
Concepto común que indica la facilidad que un cuerpo ofrece a ser atravesado por un fluido
(Permeabilidad). En hidrogeología, la permeabilidad o conductividad hidráulica es la constante de
proporcionalidad lineal entre el caudal y el gradiente hidráulico (Sánchez, 2012)

Página | 116
temperatura, sus cambios y diferencias. Por su parte, Linsley et al. (1993), consignan que
de aquellas características del suelo que afectan a la infiltración, la porosidad16 es
posiblemente la más importante, ya que determina la capacidad de almacenamiento y
también afecta la resistencia al flujo. De esta manera, a mayor porosidad corresponde un
aumento de la infiltración. A la vez, argumenta que el aumento en el contenido de materia
orgánica también tiende a aumentar la capacidad de infiltración, debido en gran parte al
aumento de la porosidad.

Es importante recordar que los suelos de las áreas de estudio están afectados por
inundaciones periódicas, acompañadas con problemas de salinidad-sodicidad. Estas
características, propias de los sistemas llanos, hacen que la calidad de los excesos de
agua sean los que dictan las características del proceso de salinización.

En la pampa deprimida, se reconoce que aproximadamente el 90% de los


problemas de salinidad y sodicidad en los suelos se asocian con ascensos de agua
subterránea, cuya carga de sales es superior al agua superficial (Nuñez et al., 2007). De
todas maneras, cualquiera sea el contenido de sales en el agua, la escasa energía
potencial del terreno y el predominio de las pérdidas evapotranspirativas del sistema,
condicionan procesos de salinización. Esto genera distintos problemas: toxicidad y estrés
hídrico por falta de agua (salinidad), o pérdida de estabilidad e impermeabilización de los
suelos.

La modificación del ciclo hidrológico y la captación de estos flujos salinos mediante


estrategias de bio-drenaje17, cambian el valor relativo de las tierras (Isidoro, 2011) y son
reconocidas como una buena alternativa de aplicación tanto en la provincia de Buenos
Aires como en muchas partes del mundo (Alconada et al., 2009).

16
Variable adimensional que expresa el volumen de huecos (poros) sobre el volumen total de un
material poroso (porosidad total), o bien, el volumen de agua drenada por gravedad (poros vaciados) sobre
el volumen total del material poroso (porosidad eficaz). La diferencia entre estos dos parámetros es la
retención específica (Sánchez, 2012)
17
técnica que utiliza la vegetación para manejar el flujo de agua subterránea en un paisaje, mediante
la evapotranspiración, con buen resultado en diversos países para el control de: inundación, salinización del
suelo y elevación de la superficie freática (Alconada et al., 2009).

Página | 117
4.1.2 Métodos de estimación

El cómputo de la infiltración representa un paso fundamental para el estudio de la


dinámica del agua en el ciclo hidrológico de tierras llanas. Laurencena et al. (2002),
reconoce su importancia y señala además, que resulta un elemento básico para la
evaluación de la recarga y consecuentemente de las reservas de aguas subterráneas.

Los instrumentos utilizados para medir el volumen o flujo de agua que ingresa al
suelo se denominan infiltrómetros y se los puede hallar de distintos tipos según sean de
tensión, aspersión, surcos, de alturas variables o de anillo.

Otra posibilidad para la descripción del proceso de infiltración es la utilización de


modelos empíricos (Tabla IV.1). El modelo de Green y Ampt es posiblemente uno de los
más utilizados

Tabla IV.1. Algunos modelos empíricos para la determinación de la infiltración. Adaptado de


Martín de Santa Olalla et al. (2005).

Modelo Autores
Green y Ampt, 1911
Kostiakov, 1932
Horton, 1933
Philip, 1957
Holtan, 1961

Donde: i = infiltración; I = infiltración acumulada; ic = flujo de infiltración que se alcanza en


un período de tiempo largo o conductividad hidráulica y b, B, n, S, a, M y k = constantes.

Por su parte, Kelliher et al., (1993) señala la posibilidad de estimar la capacidad de


almacenamiento de agua en cada capa del suelo a partir del conocimiento de su textura y
contenido de piedra. A este respecto, Damiano y Taboada (2000) indican que los cultivos
agrícolas dependen no solo de los aportes de agua de lluvia y riego, sino también de la
capacidad de agua disponible en los suelos (retención de humedad entre los potenciales -
33kPa y -1500kPa). Su determinación a campo y laboratorio, sin embargo, es costosa y
demanda gran número de muestras, por lo que estos autores manifiestan la conveniencia
de su estimación mediante funciones de pedotransferencia.

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Un ejemplo de estas funciones, con resultados satisfactorios en la pampa húmeda
(Landini et al., 2007), es el programa “Soil Water Characteristics” de Saxton y Rawls
(2006), cuyo manejo es sumamente sencillo y solo precisa datos de textura, contenido de
materia orgánica, salinidad y grado de compactación para obtener las relaciones del
contenido hídrico y tensión (punto de marchitez, capacidad de campo y saturación) y
conductividad hidráulica saturada y no saturada.

Con respecto al cálculo de la infiltración, tomada desde una visión geomorfológica


(infiltración efectiva o eficaz), puede considerarse que toda fracción de la precipitación que
produce un aumento o un descenso de la capa freática es considerada como infiltración
(Nuñez et al., 2007). Esto queda representado mediante una ecuación básica de balance
hidrológico utilizada por Risiga para la pampa bonaerense. Aquí, la infiltración del agua de
lluvia es considerada como la principal fuente de recarga del acuífero y la
evapotranspiración, es el elemento predominante en lo que a salidas de agua del acuífero
se refiere ( ).

Este autor, menciona que en la pampa bonaerense no existen datos de lisímetros


que permitan hacer una comparación entre las diferencias de precipitación-
evapotranspiración potencial y los valores reales de infiltración. Esto hace que todo
ascenso de la capa freática sea tomado como infiltración eficaz y los descensos como
infiltración "negativa" (Nuñez et al., 2007). Esta última acepción, sin embargo, no es más
que el proceso de descarga del acuífero, producto de que las entradas de agua al sistema
son inferiores a las salidas. Por lo tanto, debe entenderse que la denominación “Infiltración
negativa” está representada principalmente por los procesos de evapotranspiración y el
ascenso capilar sobre la zona no saturada del suelo.

4.1.3 Aguas subterráneas y las forestaciones

La llanura pampeana exhibe una dinámica hídrica circunscripta a un estricto control


ambiental que, sumado a la fisonomía del paisaje, conforman un ambiente de suma
fragilidad ante cualquier cambio de uso. La sucesión de períodos de sequías e
inundaciones, salinización y ascensos de napas, responden a procesos naturales de estos
ambientes, muchas veces acelerados por malas prácticas productivas. En este escenario,
cualquier cambio de uso tendrá un impacto de mayor o menor intensidad que, en el caso

Página | 119
de la sustitución de pastos por forestaciones, estarán vinculados a un mayor consumo de
agua por parte de las forestaciones y a su capacidad de acceder a fuentes de agua más
profundas.

En un estudio de la FAO sobre los efectos ecológicos de los eucaliptos (Poore y


Fries, 1987), se menciona que cualquier tipo de vegetación arbórea transpira con rapidez
cuando sus raíces permanecen en contacto continuo con la capa freática y en
consecuencia utilizan grandes cantidades de humedad. Además, indican como evidente,
que bajo iguales circunstancias, una parcela de suelo desnudo aportará cantidades de
agua al suelo y subsuelo significativamente más importantes que una parcela cubierta con
Eucalyptus.

Por su parte, Kelliher et al. (1993) realizaron una revisión bibliográfica que concluyó
que las raíces de coníferas en pastizales de Norte América se hallaban
predominantemente en los primeros 3m de profundidad (Sims et al. 1978), mientras que
otros estudios observaron profundidades de 5m (Whitehead y Jarvis, 1981; Schulze et al.,
1987; Whitehead et al., 1993) y 6m (Eastham et al., 1988). Además, explicaron que el 40%
del agua absorbida por raíces proviene del 20% más superficial de la zona radicular,
mientras que el 33, 20 y 7% restante proviene de raíces más profundas. Estas relaciones
remarcan el hecho de que la demanda hídrica de las forestaciones se encuentra vinculada
al balance entre la demanda atmosférica y la capacidad de absorción de agua por parte de
las raíces.

En el caso de la llanura pampeana, se han determinado profundidades de raíces de


hasta 6m en plantaciones de E. camaldulensis, con un descenso promedio de los niveles
de capa freática de 19 cm, con respecto a la vegetación herbácea, y máximos de 1,7m en
Chascomús (aprox. 55km de EEC) y 0,6m en Castelli (aprox. 55km de PFD) (Jobbágy y
Jackson, 2004). Esto corrobora la existencia de un mayor consumo de agua por parte de
las forestaciones, producto de un sistema radicular profundo que le permite utilizar el agua
subterránea.

De la misma manera, observaciones detalladas de los niveles de capas freáticas en


la pampa húmeda (Jobbágy et al., 2006a), permitieron identificar: desniveles de más de
0,5% entre plantaciones forestadas y pastizales, y fluctuaciones diarias bajo forestaciones
(descensos diurnos y ascensos nocturnos de nivel), que alcanzaron los 10cm. La primera
observación responde al consumo diferencial de las forestaciones (profundización de

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napas desde el centro de los rodales hacia afuera), mientras que las variaciones diarias
son atribuidas a un aporte horizontal de agua desde las áreas circundantes a la forestación
(pastizal).

Resulta interesante destacar que existen antecedentes en la pampa deprimida, que


indican que no existe una relación evidente entre la altura del nivel freático y el agua
acumulada en superficie (Vázquez et al., 2011). Se observa poca coincidencia entre los
valores de profundidad de la capa freática y los de potencial agua del suelo en los prime-
ros 15cm de profundidad (Sala et al., 1981), además, períodos húmedos con un nivel
freático alto han mostrado que la calidad del agua de la parte superior del acuífero
(ubicada a unos 40cm de profundidad) poseía una composición química totalmente distinta
a la superficial (Lavado y Taboada, 1988). Este comportamiento es atribuible al horizonte
Bt, característico de estas tierras, cuya reducida permeabilidad desestima la relación
existente entre la altura de la freática y el estado hídrico de las distintas comunidades
vegetales del pastizal y advierte un potencial efecto perjudicial por parte de las
forestaciones, las cuales, por la capacidad de exploración de sus raíces, actuarían sobre
esta capa impermeable posibilitando el flujo de agua y sales.

Hamilton et al., (2009) mencionan la existencia de informes a nivel mundial que


indican que 77 millones de hectáreas sufren salinización producida por actividades
humanas (salinización secundaria) y que estas responden a modificaciones de la cubierta
vegetal (41%) y a excesos de irrigación (59%).

El influjo de las forestaciones sobre las aguas subterráneas, apunta a que la


conversión de pastizales en forestaciones estimula un aumento de la intercepción del agua
de lluvia y la transpiración de las plantas, con la consecuente disminución del escurrimiento
superficial e infiltración de agua en el suelo. Esto determina un descenso del nivel de capa
freática y un incremento en la acumulación de sales en el suelo.

La experiencia Australiana sugiere que la explotación forestal o deforestación eleva


los niveles freáticos y provoca un acarreo de sales en el perfil del suelo. Esto incita a
pensar que la implantación de bosques en terrenos abiertos, donde las capas freáticas
están cerca de la superficie, bajaría los niveles freáticos y mejoraría el drenaje (Hamilton et
al., 2009).

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En relación a esto existe un estudio realizado por Vertessy et al., (2000) en la región
centro-norte de Victoria (Australia), caracterizada por una topografía plana y una capa
freática poco profunda (2m), donde se concluyó que cuando la densidad de las
plantaciones era suficiente alta (al punto que la demanda evapotranspirativa excede la
infiltración del agua de lluvia en el suelo), los árboles utilizaban agua de la napa freática.
Estos autores, indicaron que en estas condiciones, hay una acumulación de sales en la
zona radicular de las plantaciones, cuya magnitud está en relación directa con la descarga
neta de aguas subterráneas (diferencia entre la transpiración y la infiltración) y la
concentración de sales del agua freática. A su vez, señalaron que la captación de aguas
subterráneas disminuiría en la medida que aumenta la acumulación de sales, a menos que
procesos como la lixiviación y difusión de sales sean capaces de equilibrar este
incremento. Por otro lado, afirman que aún en las condiciones en que la plantación ya no
haga uso del agua subterránea por acumulación de sales, logran negar efectivamente la
recarga freática.

Si se destaca ahora el consumo de agua subterránea de las forestaciones -dado


que los procesos de salinización involucrados exceden esta tesis-, se pueden mencionar
autores que sugieren que plantaciones juveniles de pino y eucalipto poseen el mismo
efecto sobre las reservas de agua del suelo (Oyarzún y Huber, 1999).

Al respecto, un estudio sobre el contenido de humedad del suelo bajo plantaciones


de E. grandis y P. taeda en la provincia de Entre Ríos, reportó que mientras los suelos bajo
eucalipto se presentaban con más humedad, la amplitud o variaciones bajo cada rodal
eran similares. Esto último, se verificó tanto en función de la distancia del centro a la
frontera de las plantaciones (capa freática se profundiza hacia el centro de las
plantaciones) como en la profundidad y época del año (Torrán y Piter, 2009).

Por otro lado, Poore y Fries (1987) señalan estudios en la Planicie Costera Central
de Israel donde se hizo la comparación de una plantación de E. camaldulensis (de 11m. de
altura) con un terreno descubierto (Karschon y Heth, 1967). En este estudio, los eucaliptos
utilizaron toda el agua disponible durante la estación húmeda, mientras que en la estación
seca, disminuyeron el consumo. Esto generó reducciones del 20% en la producción de
agua frente a un terreno descubierto y, aunque se estableció que la plantación nunca
permitió un sobrante de agua de lluvia para escurrimiento o drenaje, la disminución de
consumo detectada fue atribuida únicamente a la imposibilidad de los eucaliptos para

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acceder a fuentes de agua subterránea. Si bien no se hicieron experiencias con otras
especies, Karschon y Heth (1967) señalaron que valores y comportamientos similares
fueron registrados para pinos.

Por último, Silveira et al. (2006), determinaron que el contenido de agua del suelo
bajo plantaciones de eucalipto era inferior al de una pastura natural durante el invierno.
Estas diferencias, sin embargo, no se atribuyeron al mayor consumo de las plantaciones
sino a una menor capacidad de retención de agua bajo el suelo forestal (fruto de un mayor
porcentaje de macro-mesoporos) y al efecto de hidrofobicidad de la materia orgánica
(producida por los Eucaliptos). Esto llevó a la conclusión de que en invierno, es esperable
que las plantaciones de eucalipto promuevan el drenaje profundo y la recarga de acuíferos,
dado que causan la disminución de la retención y el escurrimiento.

Todos los antecedentes mencionados hasta este punto del capítulo, permiten
suponer que ante la existencia de períodos con excesos hídricos, las forestaciones
estudiadas favorecerán la infiltración y recarga freática bajo estas coberturas. Por el
contrario, acentuarán los procesos de descarga freática ante períodos con baja
pluviometría.

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4.2 MATERIALES Y MÉTODOS

4.2.1 Área de estudio

4.2.1.1 Estancia El Centauro (EEC)

a. Características edáficas (EEC)

La EEC se encuentra situada en el Dominio Edáfico 9 (INTA, 1989). El paisaje está


representado por planicies muy suavemente onduladas que presentan, como característica
particular, un complejo edáfico compuesto por los tipos de suelos Natracualf típico, fino, y
Cromudert acuéntico, muy fino, con limitaciones de alcalinidad sódica a menos de 50 cm
de profundidad y drenaje deficiente por impermeabilidad.

El principal factor de degradación que afecta a los suelos de esta región, y por tanto
a la actividad agrícola-ganadera, está dado por la pérdida de estabilidad estructural del
horizonte superficial del suelo. Esto provoca una importante disminución del porcentaje de
materia orgánica en la capa arable y se encuentra vinculado a excesivas labores
productivas (pulverización de los agregados) de un proceso originado en 1970 y conocido
como agriculturización (PROSAP, 2010).

Laurencena et al. (2002), indican que el área de estudio se localiza en un ambiente


de llanura con suaves ondulaciones y pendiente regional hacia el noreste. Además señalan
que la misma no supera el 1%, por lo que predominan los procesos de infiltración frente a
los de escurrimiento superficial.

En la figura IV.1 se muestra un mapa de los suelos correspondientes al área de


influencia de la EEC, digitalizado sobre las cartas de suelos 1:50000 de la provincia de
Buenos Aires (INTA, 2010).

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Figura IV.1. Mapa de unidades cartográficas de suelos en la EEC y área de influencia.
Adaptado de INTA (2010).

El detalle de los códigos utilizados para la diferenciación de los tipos de suelo se


muestra en formato de tabla (Tabla IV.2). En ella se presenta una reseña de los tipos de
suelo correspondientes a la EEC, donde se señalan los complejos que componen cada
unidad cartográfica, el tipo de paisaje y la clasificación según uso y productividad
desarrollada por INTA (2010) y que se explica a continuación:

Clasificación de las tierras por su capacidad de uso: El sistema de clasificación


utilizado en las cartas de suelos de la República Argentina Provincia de Buenos Aires,
distingue ocho clases (I a VIII) que indican un aumento progresivo de las limitaciones que
presentan los suelos para el desarrollo de los cultivos. Las cuatro primeras clases incluyen
los suelos aptos para los cultivos agrícolas. La clase I requiere poco o ningún tratamiento
de manejo o conservación especial. Las clases II, III y IV necesitan grados crecientes de
cuidado y protección. Las clases V a VII por lo general no son aptas para los cultivos y
precisan cuidados progresivamente más intensos, aún al ser destinadas para pasturas o

Página | 125
forestación. Finalmente la clase VIII no tiene aplicación agrícola ni ganadera; sólo sirve
para la recreación o para conservación de la fauna silvestre. Las subclases “e”, “w”, “s” o
“c” indican los principales riegos o limitaciones de los suelos, siendo: “e”= susceptibilidad a
la erosión; “w”= exceso de agua por drenaje pobre, humedad excesiva, capa de agua alta
(freática o suspendida) y anegabilidad; “s”= limitaciones del suelo dentro de la zona radical
por escasa profundidad, baja capacidad de retención de humedad, salinidad o alcalinidad y
bajo nivel de fertilidad difícil de corregir; y por último la subclase “c”= limitaciones
climáticas.

Índice de Productividad: La determinación del Índice de Productividad (IP) tiene


como objetivo establecer una valoración numérica de la capacidad productiva de las tierras
de una región. Se trata de un método paramétrico multiplicativo adoptado y modificado por
el Instituto de Suelos del INTA-CIRN (INTA, 2010). El mismo considera los siguientes
parámetros: Índice de Productividad de la unidad taxonómica; Disponibilidad de agua;
Drenaje; Profundidad efectiva; Textura del horizonte superficial; Textura del horizonte
subsuperficial; Contenido de sales solubles dentro de los primeros 75cm; Alcalinidad
sódica (considerada hasta 1m); Contenido de materia orgánica; Capacidad de intercambio
catiónico y Erosión.

Tabla IV.2. Detalle de las unidades taxonómicas correspondientes a los suelos de la


Estancia El Centauro y alrededores.

Unidad cartográfica Unidad taxonómica


Complejo de suelos alcalinos del Arroyo Abascay en bajos. Paisaje de
CoAIAAb
planos cóncavos. Uso VII ws. Productividad 4
Complejo de suelos hidromórficos-alcalinos Poblet (100%) en bajos. Paisaje
CoPo
de planos cóncavos. Uso VII ws. Productividad 4
Asociación Magdalena (75%) en tendidos altos y Poblet (25%) en
Md1 microdepresiones. Paisaje de planicies muy suavemente onduladas. Uso IV
ws. Productividad 48,9_A
Consociación Magdalena (100%) en tendidos altos. Paisaje de tendidos
Md5
amplios. Uso III w. Productividad 63,0_A
Complejo Magdalena (60%) en tendidos altos y Vieytes (40%) en
Md8 microdepresiones. Paisaje de amplias pendientes con poco gradiente, con
lomadas planas y microdepresiones. Uso IV ew. Productividad 40,1_A

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b. Descripción de series de suelos (EEC)

Poblet. Es un suelo pardo muy oscuro, de poco espesor, su aptitud es ganadera y


se encuentra en un paisaje de planicies bajas amplias en el interfluvio de los ríos Salado y
Samborombón, en posición de bajo, en la "subregión pampa ondulada baja", transición al
sector de las llanuras marinas, bahía Samborombón, pobremente drenado, formado sobre
sedimentos loéssicos de origen eólico, con fuerte alcalinidad sódica desde superficie y
levemente salino, con pendientes de 0,5-1%.

Magdalena. Es un suelo profundo, de aptitud agrícola, se encuentra en la cuenca


del Río Samborombón, en la "subregión geomorfológica llanura marina de la Bahía de
Samborombón", algo pobremente drenado, desarrollado a partir de sedimentos loéssicos
finos, del Postplatense, Postquerandinense y Pampeano Superior (Tricart), no alcalino, no
sódico, con pendientes que no superan el 0-0,5%.

Vieytes. Es un suelo profundo, de aptitud ganadera, que se encuentra en los planos


llanos del divorcio entre la margen izquierda del río Samborombón y los arroyos que
vierten sus aguas directamente al Río de La Plata, en microdepresiones de la "subregión
geomorfológica llanura marina del Río Samborombón", pobremente drenado, evolucionado
sobre sedimentos limosos fluvio-lacustres y el Finipampeano (Tricart), con fuerte
alcalinidad después de los 11cm de profundidad, levemente salino desde los 52 cm, con
pendientes de 0 a 0,5%.

Los suelos se presentan, en la gran mayoría de los casos (67,9%), como suelos con
moderadas limitaciones para el uso agrícola, con texturas finas, imperfectamente drenados
y ubicados en vías de escurrimiento incipiente o depresiones que permanecen anegadas
durante períodos significativos. El resto de estos suelos, se presentan como no aptos para
cultivos, siendo posible el uso pecuario y forestal (Hurtado et al., 2006).

c. Características geológicas (EEC)

De Francesco et al. (2001), indican que la geología superficial está integrada por
unidades litológicas de génesis fundamentalmente continental del Cenozoico Superior, que
incluyen a los "Sedimentos Pampeanos" (Fidalgo et al., 1975), Formación La Postrera,

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Formación Luján y Aluvio (Fidalgo et al., 1973; De Francesco et al., 1999). A continuación
se presenta una breve caracterización de cada una de estas unidades:

- Sedimentos Pampeanos. Origen esencialmente eólico y naturaleza limo arcillosa a


arcillo limosa, con concentraciones y pulverulencias de C0 3Ca y color castaño, se
encuentran ampliamente distribuidos, constituyendo, en gran medida, el horizonte C de los
suelos en este ámbito, aunque en ocasiones subyacen a otros depósitos eólicos y
fluvio/lacustres. Presenta espesores que varían entre los 35 y 45m. Su edad es
Pleistoceno medio-superior.

- Formación La Postrera. Integrada por limos a limos arenosos eólicos, homogéneos


y friables, de color castaño amarillento a grisáceo y espesores entre 0,50-0,90m, se ubica,
mayormente, en los sectores culminantes del relieve. Su edad es Pleistoceno superior-
Holoceno.

- Formación Luján. Ubicada en los valles principales, está integrada por limos
arenosos a limos arcillosos, de color verde-verde grisáceo a castaño amarillento en su
base y gris castaño hacia el techo. Es cubierta por la Formación La Postrera y el Aluvio. La
edad de esta unidad es Pleistoceno Superior-Holoceno.

- Aluvio. Constituido por sedimentos areno arcillosos a arcillosos, de color gris a gris
verdosos, generados por acción fluvial y sedimentación en cuerpos de aguas estancadas,
que ocupan amplias áreas deprimidas.

d. Variables de interés (EEC)

A continuación se presenta un listado de variables extraídas de la bibliografía


específica (Tabla IV.3). Estas variables son las que dominan, de alguna manera, el
comportamiento del agua en el suelo y constituyen herramientas importantes para
entender su dinámica.

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Tabla IV.3. Variables edáficas e hidrogeológicas de la Estancia El Centauro y alrededores.

Variable Valores Unidades Autores


Infiltración 55 mm/año
EASNE, 1972
Infiltración como porcentaje de la precipitación 6 %
Porosidad efectiva 0,08 m3/m3
Infiltración 241 mm/año Auge, 1995
Infiltración como porcentaje de la precipitación 24 %
Infiltración 224 mm/año
Escurrimiento superficial 53 mm/año
Capacidad de infiltración del Pampeano (incluye a la
5-10 m/día
capa freática)
Laurencena et al.,
Coeficiente de transmisividad del Pampeano (incluye
200 m2/día 2005
a la capa freática)
Gradiente hidráulico (llanura alta) 1,8 m/km
Gradiente hidráulico (llanura baja) 0,5 m/km
Porosidad eficaz 0,1
Coeficiente de almacenamiento del acuífero freático 0,05-0,3 m3/m3
Porosidad efectiva del acuífero freático 0,05-0,3 m3/m3
Auge, 2005
Infiltración como porcentaje de la precipitación 10-15 %
Escorrentía como porcentaje de la precipitación 5-10 %
Porosidad efectiva 0,11 m3/m3 González et al., 1997

Es necesario recordar que la capa freática es un acuífero libre (sección superior del
Pampeano), compuesta de una superficie hidráulica que actúa como techo del mismo y
hace que la capa freática se encuentre en contacto directo con la atmósfera y por lo tanto a
la misma presión (Auge, 2005). Como consecuencia de esto, el coeficiente de
almacenamiento18 (S) de este acuífero es igual a la porosidad eficaz19 (Sy), a diferencia de
los acuíferos confinados, donde S varía entre 10-3 y 10-5.

18
Volumen de agua que puede liberar un prisma de sección unitaria del acuífero al descender en una
unidad el nivel piezométrico. Es igual al volumen de agua liberado por el volumen total que ha bajado la
superficie piezométrica. En el caso de los acuíferos libres, el valor de S es igual a la Porosidad eficaz (OMM,
2011).
19
Representa el volumen de agua contenido en una roca (suelo en este caso) que es liberada por la
acción de la gravedad. Es reconocida como agua libre o gravífica (Custodio y Llamas, 1996).

Página | 129
4.2.1.2 Predio Forestal Dolores (PFD)

a. Características edáficas (PFD)

El PFD se ubica en el dominio edáfico 24 (INTA, 1989), donde predomina un paisaje


de planicies con algunas lomas alargadas y lagunas intercomunicadas por vías de
escurrimiento poco definidas. Los suelos se presentan con asociaciones de Natracuol
típico, fino, ocupando los planos; Hapludol tapto-nátrico, en lomas, y Natracualf típico en
las márgenes de lagunas y vías de escurrimiento. El escurrimiento deficiente y el alto
contenido de sodio a menos de 50cm de profundidad constituyen las principales
limitaciones.

Según Vázquez (2003), al área de estudio se ubica en un relieve sumamente llano,


con una pendiente promedio inferior al 0,1%, llegando en sectores próximos a la costa a
valores cercanos al 0,001%. Esta situación, sumada al hecho de que los suelos poseen
distintos grados de alcalinidad, salinidad e hidromorfismo, distribuidos en forma de mosaico
por toda el área, son los responsables de las frecuentes inundaciones y anegamientos a la
que está sujeta la región.

Factores tales como el diseño de la red vial, frecuentemente en dirección transversal


al del flujo de agua, y la construcción de numerosos canales clandestinos, sin un criterio
integral sobre el funcionamiento hidrológico, solo profundizan la problemática regional
(Rang et al., 1999).

Los suelos característicos son de tipo hidrohalomórficos del suborden Natracuoles,


en asociaciones con Natracualfes y Natralboles (Vázquez et al., 2011). Estos suelos tienen
típicamente un horizonte arcilloso, baja permeabilidad y alto contenido de sales sódicas
(Salazar Lea Plaza y Moscatelli, 1989; Lavado, 1992).

En la figura IV.2 se muestra un mapa georreferenciado de los suelos


correspondientes a un sector de la cuenca baja del Arroyo Langueyú en escala 1:50000
(INTA, 2011). Un detalle de los códigos utilizados para la diferenciación de los tipos de
suelo, junto con el porcentaje de ocupación ellos en la cuenca, se muestran en la tabla
IV.4.

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Figura IV.2. Mapa de suelos del Predio Forestal Dolores. Adaptado de INTA (2011).

Tabla IV.4. Detalle de las unidades taxonómicas presentes en el Predio Forestal Dolores y
alrededores. Adaptado de INTA (2011).

Unidad
Unidad taxonómica
cartográfica
Grupo no diferenciado de Bañados (100%) en bajos. Paisaje de bajos cóncavos
Bñ anegados con o sin curso de agua, generalmente pantanosos con agua de poca
profundidad. Uso VIII. Productividad 1.
Asociación General Guido (70%) en tendidos altos y Ayacucho (30%) en lomas
GG10
bajas. Paisaje ligeramente ondulado. Uso VI ws. Productividad 25,0_B
Asociación General Guido, pobremente drenado (50%), en tendidos bajos y/o vías
de agua; General Guido (20%) en tendidos altos; Castelli, pobremente drenado
GG20 (15%), en tendidos bajos, y Suelos indiferenciados (15%) en bajos cóncavos.
Paisaje con áreas planas bajas que en ocasiones funcionan como vías de agua.
Uso VI ws. Productividad 14,8_B
Consociación General Guido (80%) en tendidos altos; Castelli (10%) en tendidos
GG21 bajos, y Ayacucho (10%) en lomas bajas. Paisaje de planicies. Uso VI ws.
Productividad 20,0_B

Página | 131
b. Descripción de series de suelos (PFD)

General Guido. Es un suelo gris muy oscuro, profundo, con aptitud ganadera que se
encuentran en los tendidos de la subregión pampa deprimida sector oriental, algo
pobremente drenado, con rasgos hidromórficos, desarrollado sobre sedimentos finos, no
salino a débilmente salino, con fuerte alcalinidad sódica desde los 14cm de profundidad
con pendientes que no superan el 0-0,5%.

Ayacucho. Es un suelo negro a pardo oscuro, profundo, de aptitud agrícola-


ganadero, que se encuentra en un paisaje plano a muy suavemente ondulado en posición
loma baja o tendidos altos, en la subregión de la pampa deprimida, moderadamente bien
drenado, formado sobre sedimentos finos loéssicos y costra calcárea, alcalino sódico
desde los 39cm de profundidad, no salino, con pendientes de 0-1%.

Castelli. Es un suelo gris muy oscuro, profundo, con aptitud ganadera que se
encuentra en los tendidos de la subregión pampa deprimida sector oriental, en transición a
la llanura marina de la Bahía de Samborombón; algo pobremente drenado, desarrollado
sobre sedimentos eólicos finos, débilmente a moderadamente salino, con fuerte alcalinidad
sódica desde superficie, con pendientes que no superan el 0-0,5%.

Los excesos de lluvia invernales y los déficits estivales, el drenaje lento, y el


carácter salino sódico de los suelos, con la presencia de un horizonte Bt sódico típico de
0,001mm/día de capacidad de infiltración y un techo del mismo a los 10-20cm de
profundidad con una velocidad de infiltración básica inferior a los 17mm/h, determinan que
sea frecuente la alternancia de anegamiento y sequía. (INTA, 1977; Vázquez et al., 2001;
Batista et al., 2005).

c. Características geológicas (PFD)

La región presenta una marcada monotonía en su condición geológica superficial,


característica que tipifica a los ambientes llanos (Auge y Hernández, 1984).

El paisaje del área de trabajo, al igual que el resto de la pampa deprimida, se


desarrolla sobre el relleno sedimentario de una gran fosa de hundimiento tectónico,
modelada por sucesivas ingresiones del Océano Atlántico y por la acción eólica que actuó
durante los períodos de clima desértico asociados con las glaciaciones (Vervoorst, 1967;

Página | 132
Tricart, 1973). Estos agentes geomorfológicos dejaron formas residuales de relieve
costero, como cordones de conchilla y acantilados, y de relieve eólico, como médanos y
cubetas de deflación, que no corresponden a la humedad del clima actual (Tricart, 1973;
Movia Y Burkart, 1976).

En la figura IV.3 se muestra un perfil del área de estudio junto con la denominación
estratigráfica.

Figura IV.3. Estratigrafía del Predio Forestal Dolores.

Formación La Postrera IV. Sedimento mantiforme que corona la columna


estratigráfica. Se trata de un depósito eólico, en cuyo seno se están desarrollando los
suelos actuales, constituido por sedimentos edafizados de aspecto loéssico y espesor de
30 a 50cm. Se compone de limos arenosos friables castaños grisáceos muy oscuros. Su

Página | 133
estructura es granular, la materia orgánica y la bioturbación es abundante, y carece de
carbonatos. Se le ha asignado la edad Holoceno tardío-tardío.

Geosuelo Sin Nombre. Se tratan de horizontes Bt y Bc de pocos cm de espesor (30


a 40). Es su parte inferior se notan carbonatos en posición horizontal.

Sedimentos Pampeanos. Se compone de limonitas arenosas de color castaño


oscuro que en la parte superior se hace castaño amarillento. Estos depósitos loéssicos se
presentan desde macizos a estratificados, leve a bien consolidados y cementados por
carbonato de calcio en forma de septos subverticales a verticales. De edad pleistoceno
medio a tardío.

d. Variables de interés (PFD)

En la tabla IV.5 Se muestra un conjunto de variables que, al igual que en EEC,


permitirá construir una visión más acabada del medio para relacionarlo con las mediciones
y determinaciones hidrológicas de esta tesis.

Tabla IV.5. Variables edáficas e hidrogeológicas del Predio Forestal Dolores y alrededores.

Variable Valores Unidades Autores


Conductividad hidráulica 1,0 ± 0,12 m/día Engel et al., 2005
Conductividad hidráulica 2x10-7 m/s
Pendiente 0,5-0,1 % Sallies, 1999
Profundidad de suelos poca
Capacidad de infiltración de un horizonte Bt
≤0,001 mm/día
sódico típico
Vázquez et al., 2011
Profundidad del Bt sódico 10-20 cm
Velocidad de infiltración básica <17 mm/h
Porosidad eficaz 0,1 m3/m3 Nuñez et al., 2007
Porosidad eficaz 0,2 m3/m3 Aragón et al., 2011

Página | 134
4.2.2 Infiltración

La estimación del almacenamiento del agua en el suelo, por medio del estudio de
las variaciones del nivel freático, es una práctica habitual en la confección de balances
hidrológicos y el estudio de la dinámica hídrica en tierras llanas con freática poco profunda
(Farrington et al., 1990; Laurencena et al., 2002, 2005; Nuñez et al., 2007; Aragón et al.,
2011). Los balances hídricos, sin embargo, adoptan expresiones variadas según el grado
de detalle que se quiera alcanzar o la disponibilidad de información obtenida.

En el presente estudio, al no disponer de datos de humedad del suelo para el


período considerado, se adoptó la metodología de Risiga (Nuñez et al., 2007), en la cual se
considera como infiltración a toda aquella parte de la precipitación que produce un
aumento en el nivel de la capa freática (infiltración eficaz) ó un descenso de la misma
(infiltración "negativa").

De esta manera, para la determinación de la infiltración, tomada como infiltración


eficaz ( ), se instaló una red de monitoreo de niveles freáticos consistente en
perforaciones de profundidades variables (Tabla IV.6), en número de seis para la EEC y
siete en el PFD (Figura IV.4). En la EEC, además, se completó la red de monitoreo con
una perforación abandonada de extracción de agua para ganado.

Tabla IV.6. Red de monitoreo freático de las áreas de estudio, indicando los códigos,
profundidad y cota.

Profundidad (mbnt) Cota terreno (msnm)


Pozo
EEC PFD EEC PFD
1 12 6,1 24,66 18,00
2 12 5 26,13 18,09
3 11,75 4,8 23,30 16,98
4 10,10 6 25,29 17,70
5 11,5 6 24,36 17,84
6 11,5 5,9 23,88 18,29
7 100 5 24,87 19,09

Página | 135
Figura IV.4. Ubicación de la red de monitoreo de niveles freáticos en la Estancia El
Centauro (izquierda) y Predio Forestal Dolores (derecha). De fondo de observa las cartas
topográficas correspondientes a la hojas Ignacio Correas (EEC) y Estancia El Sermón
(PFD).

El período de muestreo fue de tres años (EEC: ene2009-dic2011; PFD: sep2009-


ago2012) y bajo una recurrencia de registro semanal a fin de poder homologarlo con el
resto de las determinaciones.

Es necesario aclarar que las perforaciones, en adelante pozos, no se hallan todas


bajo las forestaciones. Solo los pozos 3 y 4 de la EEC y los pozos 4 y 5 del PFD cumplen
esta condición. El resto de los pozos se encuentran en las cercanías de las plantaciones
sobre terrenos cubiertos por pastos. Además, todos los pozos que se hallan bajo las
forestaciones comparten lugar con parcelas experimentales, donde se registraron los flujos
de trascolación y escurrimiento fustal (apartado 2.2.3). Esto últimos, permitieron asignar
un valor de infiltración a cada especie estudiada y, a su vez, comparar estos valores con la
vegetación herbácea cercana.

Página | 136
La confección de los pozos fue realizada con una torre de perforación móvil
confeccionada para ese fin. La misma, cuenta con tramos de hierro huecos de 2m
acoplables entre sí, provista de una freza en la punta inferior para el trabajo de perforación.
Por el interior de esta mecha perforadora, se fuerza un flujo de agua a presión para la
extracción del material por recirculación de agua. Los pozos fueron encamisados con un
tubo de PVC de 63mm de diámetro, ranurado y engravado en la base, a los cuales se les
colocó una tapa en el extremo superior para evitar el ingreso de agua o suciedad.
Finalizada la red de freatímetros, se realizó una nivelación topográfica de los pozos
(nivelación geométrica) para que las mediciones -de recurrencia semanal- puedan ser
referidas tanto a la superficie topográfica (metros bajo nivel del terreno: mbnt) como al nivel
medio del mar (metros sobre el nivel del mar: msnm). Las medidas del pelo de agua,
correspondientes a la capa freática, se obtuvieron con una cinta métrica metálica provista
de una plomada en la punta (Figura IV.5).

Figura IV.5. Cinta métrica adaptada para medición de los niveles de capa freática.

El cálculo de la infiltración surge de la suposición de que los cambios en los niveles


de capa freática responden primordialmente al agua de las precipitaciones que llega a
capas inferiores por el proceso de infiltración o movimiento vertical en el perfil. A este
respecto, Eamus et al. (2006) explica que cuando hay un cambio en las reservas de agua
subterránea (agua freática), ya sea por aporte o remoción, se produce un cambio en la
capa freática sustancialmente mayor que el equivalente en agua. Esto quiere decir que un
aporte de agua hacia niveles profundos de por ejemplo 20mm, significan un aumento
mucho mayor de la capa freática, debido al espacio que ocupan las partículas terrosas.
Esto hace que ese volumen de agua de 0,02m3 por m2 de superficie (20mm), se
magnifique en función de la porosidad del suelo, tal como muestra la ecuación IV.1. Esto

Página | 137
resulta en que bajo una porosidad de 0,1; un aporte de agua hacia niveles profundos de
20mm equivale a un incremento del nivel de capa freática de 200mm.

IV.1

Donde: , es el cambio en la altura de la capa freática; , es la adición de agua en


equivalentes de profundidad y , es el rendimiento específico o porosidad efectiva20
(Custodio y Llamas, 1996)

Para todos los cálculos se consideró como nulo el flujo horizontal a nivel
subterráneo, debido a que el gradiente hídrico presenta valores muy bajos y por lo tanto
despreciables (inferiores a 0,1%). A su vez, se adoptó un valor de porosidad eficaz de los
sedimentos del suelo igual a 0,07 en el PFD (Nuñez et al., 2007) y a 0,1 en la EEC. Este
último valor, responde a una media tomada de experiencias efectuadas en áreas
circundantes, con valores de 0,08 (Auge, 1995) a 0,11 (González et al., 1997).

Por último, se realizó el contraste entre la variación de los niveles de capa freática
de cada pozo y entre estos y los registros de precipitación (apartado 2.3.1). La finalidad de
este análisis es establecer algún patrón de comportamiento entre las distintas coberturas
vegetales y el grado de correlación con las precipitaciones, si es que existe. Las escalas
temporales empleadas para estos contrastes fueron tres (3): anual, estacional y mensual; a
fin de poder integrar este flujo al balance hidrológico del capítulo 5.

4.2.3 Flujos subterráneos

El grado de susceptibilidad a la contaminación de los acuíferos está relacionado,


entre otras cosas, con la cercanía de estos con la superficie. El exceso de vertidos
domiciliarios, la actividad agrícola ganadera, el riego complementario con aguas
inadecuadas y el exiguo desagüe son algunos de los principales causantes de
contaminación que afectarán de forma directa al acuífero freático -acuífero más superficial

20
Traducción literal de Effective porosity, equivalente al término de Porosidad eficaz. Es también
conocida como rendimiento específico (traducción literal de Specific yield), pero no debe confundirse con
retención específica ya que son conceptos opuestos (Sánchez, 2012).

Página | 138
y de tipo libre-. Un mejor entendimiento de su dinámica y respuesta ante un cambio de uso,
resulta muy conveniente para la correcta gestión del recurso.

En este sentido, es importante destacar que para planificar un uso racional y


sostenible de los recursos hídricos, es preciso generar modelos de flujo de agua
subterránea. Los cuales se encuentran sujetos a la estimación de la recarga o descarga a
partir de las variaciones de los niveles freáticos (Laurencena et al., 2005).

En los casos estudiados, la variación de los niveles de capa freática, fueron


acotados a nivel predial por las redes de monitoreo de pozos y su integración se llevó a
cabo en forma de mapas de flujo de las aguas subterráneas (freática). Esto permitió
conformar un modelo del efecto de las forestaciones en las reservas de agua del suelo,
necesario para la proyección de posibles escenarios de uso en estas tierras: aumento o
disminución de superficies forestadas, cambio de especies, utilización de distintas
disposiciones y densidades de plantación (corinas, macizos densos, sistemas
silvopastoriles, etc.).

Para la confección de los mapas de flujo, fue preciso identificar aquellos momentos,
a lo largo del período de muestreo (EEC ene2009-dic2011; PFD sep2009-ago2012), en los
que por una elevada pluviometría, ausencia de la misma o grado particular de demanda
atmosférica, se originaron descensos o ascensos extremos de los niveles de napa freática.

Identificadas estas fechas, se elaboraron en base SIG los mapas de flujo. En ellos
se indicaron los límites prediales; designación de los pozos; posición topográfica de los
mismos (cota); profundidad del nivel de la capa freática, líneas de isofreáticas y direcciones
de flujo.

Paralelamente, se verificó el supuesto de que los flujos subterráneos horizontales


son tan pequeños que no justifica su inclusión en la presente tesis dada la escala de
trabajo y grado de detalle utilizado.

Para la obtención de un valor modal de aporte subterráneo horizontal, se trabajó con


los mapas de flujo correspondientes a las situaciones extremas de máximo ascenso de
nivel de capa freática. Con estos mapas se definieron las isofreáticas máximas y mínimas
que actuarían como frentes de ingreso y egreso horizontal de agua y se calcularon los
gradientes medios entre curvas. Luego, se determinó la longitud de las isofreáticas

Página | 139
seleccionadas en base SIG y se aplicó la ecuación IV.2 para obtener los caudales de
ingreso (recarga horizontal) y salida (descarga horizontal) a nivel predial.

IV.2

Donde: es la transmisividad horizontal [m2/d]; es la longitud de las isofreáticas de


ingreso y salida [m], e representa el gradiente existente entre curvas isofreáticas.

Para este cálculo se tomó un valor modal de transmisividad presentado por


Laurencena et al. (2005) e igual a 200m2/d.

Página | 140
4.3 RESULTADOS

4.3.1 Infiltración

A continuación se muestran los gráficos completos de la marcha de los niveles de


capa freática de las redes de monitoreo de napas, correspondientes al período
considerado y para los dos sitios en estudio, EEC (Gráfico IV.2) y PFD (Gráfico IV. 3). En
el eje temporal de estos gráficos (eje de ordenadas), se encuentran los meses y años
correspondientes a los períodos: enero de 2009 a diciembre de 2011 (EEC) y septiembre
de 2009 a septiembre de 2012 (PFD); y en el eje de abscisas se indican las profundidades
del nivel freático expresadas en metros sobre el nivel del mar (msnm).

may-10

may-11
may-09

mar-10
mar-09

mar-11
ene-09

ago-10
ago-09

ene-10

ene-11

ago-11
nov-10
nov-09

nov-11
sep-09

sep-10

sep-11
abr-09

abr-11
abr-10
feb-09

feb-11
feb-10
oct-09

oct-11
oct-10
jun-10
jun-09

jun-11
dic-09

dic-11
dic-10
jul-09

jul-11
jul-10

26

25

24

23
Capa freática (msnm)

22

21

20

19

18

EEC Pastizal E. viminalis P. radiata Cultivos


17
Gráfico IV.2. Evolución de los niveles de capa freática bajo cuatro coberturas vegetales de
la pampa ondulada. Niveles de capa freática expresados en metros sobre el nivel del mar
(msnm).

Página | 141
may-11

may-12
may-10
mar-10

mar-11

mar-12
ago-10

ago-11

ene-12
ene-10

ene-11

ago-12
sep-09

nov-10

sep-11
nov-09

sep-10

nov-11

sep-12
abr-11
abr-10

abr-12
feb-10

feb-12
feb-11
oct-09

jun-10

jun-12
oct-10

jun-11

oct-11
dic-10

dic-11
dic-09

jul-10

jul-11

jul-12
19

18

17
Capa freática (msnm)

16

15

14

PFD Pastizal E. camaldulensis E. viminalis


13
Gráfico IV.3. Evolución de los niveles de capa freática bajo tres coberturas vegetales de la
pampa deprimida. Niveles de capa freática expresados en metros sobre el nivel del mar
(msnm).

En estos gráficos (Gráficos IV.2 y IV.3) se visualizan los tipos de uso/cobertura por
sitio de estudio (EEC y PFD). En ellos, y para cada mes del período total considerado, se
indican los valores máximos y mínimos reales (medidos) y los valores medios del nivel de
capa freática (calculados). Debe tenerse en cuenta, que los valores individuales asignados
a la cobertura de pastizal, son el resultado de promediar los datos provenientes de los
pozos designados con ese uso/cobertura en el apartado 4.2.2.

En el caso del PFD, los pozos bajo pastizal muestran una elevada correlación lineal
(0,95≥r≥0,85; α=0,05). No obstante, el pozo 2 de la EEC demostró un comportamiento
diferencial respecto a los otros pozos en situación de pastizal, expresado por valores de
correlación lineal significativos pero bajos (0,62≥r≥0,56; α=0,05). Este comportamiento se
atribuyó al efecto de la rotación de cultivos que se desarrolla junto al pozo (a menos de
10m de distancia), por lo que se individualizó este último bajo el uso/cobertura de
“Cultivos”. El resto de los pozos de EEC situados sobre pastos, mostraron una elevada
correlación (0,97≥r≥0,88; α=0,05) y se promediaron en el uso “Pastizal”.

Página | 142
De los gráficos IV.2 y IV.3, se desprende que el comportamiento o evolución
temporal del nivel freático es similar para todos los usos/coberturas. Esto responde a que
cada uno de los pozos muestreados constituyen puntos de monitoreo de un sistema
subterráneo integrado, cuyo comportamiento regional es homogéneo y dependiente del
gradiente topográfico general, de las lluvias, de la demanda atmosférica y de las
características de los suelos. Resulta importante destacar que las diferencias halladas
entre la profundidad de la capa freática bajo cada uso, deben vincularse a la posición
topográfica de los pozos (Tabla IV.6, apartado 4.2.2), y es por eso que se eligió mostrar
los niveles freáticos como cotas (msnm) y no como profundidades.

Las diferencias observables entre las alturas de los niveles freáticos bajo cada
uso/cobertura en EEC permiten identificar gradientes hídricos entre estos usos (Gráficos
IV.2). Este comportamiento es aún más evidente en PFD (Gráfico IV.3), donde las
diferencias entre los usos/cobertura forestales y el pastizal llegan a superar los 2m, y
puede atribuirse a un consumo diferencial del recurso agua por parte de las distintas
coberturas. Sin embargo, al tratarse de un análisis entre pozos y no entre isofreáticas21, no
es correcto hablar de gradientes hídricos sino más bien de diferencias entre los niveles de
capa freática o desniveles. Aún así, es posible identificar la existencia de un consumo
irregular y dependiente del tipo de vegetación o uso del terreno.

Al analizar los datos bajo un mismo nivel de referencia (msnm) y con la


consideración de que ninguno de los pozos se encuentra en una situación topográfica de
bajo, sino más bien de loma o media loma, fue posible establecer ciertas asociaciones de
comportamiento que surgen de establecer los valores máximos, mínimos y medios de las
variaciones del nivel de capa freática entre los distintos usos.

En EEC, llama sensiblemente la atención los picos de ascenso de capa freática bajo
el rodal de E. viminalis y, ocasionalmente, bajo el uso de Cultivos (Gráfico IV.2). La causa
de este comportamiento no es del todo clara, sin embargo, es posible identificar que estos
picos ocurrieron luego de lluvias intensas y períodos prolongados sin ellas, donde el suelo
se encontraba aparentemente seco en superficie. El carácter extraordinario de estos
valores hizo que no sean considerados en los análisis y requerirán atención en futuras
investigaciones.

21
Curvas que unen puntos de igual nivel de capa freática

Página | 143
Al margen de lo anterior, en EEC fue posible establecer un comportamiento similar
de nivel freático en los pares: E. viminalis-Pastizal (r=69; α=0,05), con una profundidad de
capa más superficial en comparación con el par: P. radiata-Cultivos (r=0,98; α=0,05). Este
último par presentó un nivel sistemáticamente más bajo de capa freática, lo que puede
atribuirse a un mayor consumo de agua por parte de estas coberturas. Las variaciones
máximas de nivel hallado en EEC se muestran en la tabla IV.7.

Tabla IV.7. Variaciones máximas y medias del nivel de capa freática entre los distintos
usos/coberturas del suelo en EEC.

Past.-Cult. Past.-Euca. Past.-Pino Cult.-Euca. Cult.-Pino Euca.-Pino


Δ(+) [m] 0,80 0,97 1,09 0,81 0,38 0,90
Δ(-) [m] 0,00 -0,44 0,00 -0,32 -0,17 0,00
Δprom. [m] 0,39 0,12 0,46 0,27 0,05 0,33
Donde: Δ(+) es la variación positiva máxima entre el nivel de capa freática del par de usos
considerados y representa una pendiente o gradiente negativo y por tanto un sentido de
flujo de izquierda a derecha (eje: de Past. a Cult.); Δ(-), representa estas mismas
variaciones pero en sentido opuesto (de derecha a izquierda); Δprom., es el desnivel
promedio; Past., indica la cobertura de pastizal; Cult., la rotación de cultivos; Euca., es el
rodal de E. viminalis, y Pino, es el rodal de P. radiata.

Esta tabla (Tabla IV.7), permite distinguir las pendientes generadas por las
variaciones del nivel de capa freática entre los distintos usos. Así, se distinguen gradientes
de intensidad variable que muestran, por ejemplo, que los usos/coberturas de rotación de
cultivos y P. radiata generan interrupciones en la recarga freática más grandes y por ende
pendientes más pronunciadas hacia ellos. Se advierte además, que los sitios bajo pastizal
actúan como lugares de recarga preferenciales, mientras que bajo E. viminalis se
establecen las variaciones más extremas.

Estas variaciones manifiestan una gran capacidad de infiltración en ciertos


momentos, mientras que en otros revelan una interrupción total de la recarga. A su vez,
este comportamiento provoca que por momentos se generen gradientes hacia la
forestación de E. viminalis (Δ=0,97m) y por momentos se inviertan estos gradientes hacia
las coberturas de pastizal (Δ=0,44m) o de rotación de cultivos (Δ=0,32m). Dicha conducta
parece estar supeditada a las condiciones de humedad antecedente del suelo, previa a los
eventos de lluvias, dado que la ocurrencia de precipitaciones luego de un período
prolongado sin ellas genera picos de infiltración y ascensos extraordinarios del nivel de

Página | 144
capa freática. Pese a todo esto, es preciso tener en cuenta que, dado el distanciamiento
existente entre los pozos, las pendientes o gradientes mencionados adoptan valores muy
pequeños (<0,11%). Esto sugiere que las relaciones observadas pueden ser meramente
circunstanciales.

En PFD se observa que los niveles de capa freática son relativamente más
profundos bajo las forestaciones, particularmente bajo la de E. viminalis. Esto puede
responder a la existencia de gradientes hídricos hacia estos usos. Mientras que el par
Pastizal-E. viminalis muestra diferencias de nivel cercanas a 0,5m, durante gran parte del
período de estudio; las diferencias de nivel entre E. viminalis y los otros usos, se
mantienen cercanos al metro para el período completo. Esto ubica al E. viminalis como el
mayor consumidor del recurso (Tabla IV.8).

Tabla IV.8. Variaciones máximas y medias del nivel de capa freática entre los distintos
usos/coberturas del suelo en PFD.

Pastizal-E. cam. Pastizal-E. vim. E. cam.-E. vim.


Δ(+) [m] 1,58 1,74 2,26
Δ(-) [m] -1,21 0,00 -1,11
Δprom. [m] 0,17 0,87 0,70
Donde: Δ(+) es la variación positiva máxima entre el nivel de capa freática del par de usos
considerados y representa una pendiente o gradiente negativo y por tanto un sentido de
flujo de izquierda a derecha (eje: de Pastizal a E. cam.); Δ(-) corresponde a estas mismas
variaciones pero en sentido opuesto (de derecha a izquierda); Δprom., es el desnivel
promedio; E. vim., representa al rodal de E. viminalis y E. cam., al de E. camaldulensis.

Es evidente que el desnivel generado entre la cobertura de pastizal y la de E.


viminalis es invariante y siempre positivo (Δprom.=0,87m), mientras que no ocurre lo
mismo al contrastar el pastizal con la cobertura de E. camaldulensis. Esto indica que
mientras la cobertura de E. viminalis actúa como una zona preferencial de descarga y el
pastizal como una zona de recarga; la cobertura de E. camaldulensis parece ser capaz de
interrumpir o facilitar la recarga del acuífero al ser comparada con los otros usos. Esto
último genera desniveles temporales hacia los pastizales (Δ=1,21m) y cobertura de E.
viminalis (Δ=1,11m). Aún así, prevalecen los gradientes desde el pastizal hacia la
cobertura de E. camaldulensis (Δprom.=0,17m) y desde ésta última a la de E. viminalis
(Δprom.=0,70m). Del mismo modo que para EEC, el distanciamiento entre pozos hace que
las pendientes referidas para PFD no superen el 0,10%.

Página | 145
A continuación se presentan los valores de aporte (infiltración eficaz) o remoción de
agua subterránea (infiltración negativa) resultantes de vincular las variaciones del nivel de
capa freática bajo cada tipo de uso/cobertura, con la porosidad del suelo asignada a cada
sitio de estudio (Tablas IV.9 y IV.10).

Tabla IV.9. Variaciones mensuales de las reservas de agua subterránea (freática) en la


EEC, producto del aporte o remoción de agua en el perfil.

Pastizal Cultivos E. viminalis P. radiata


Fecha
ΔH(m) Sy Δh(mm) ΔH(m) Sy Δh(mm) ΔH(m) Sy Δh(mm) ΔH(m) Sy Δh(mm)
ene-09 -0,19 0,10 -19,2 -0,16 0,10 -16,2 -0,19 0,10 -19,0 -0,18 0,10 -17,6
feb-09 -0,11 0,10 -11,0 -0,13 0,10 -13,2 0,23 0,10 22,8 -0,08 0,10 -8,5
mar-09 -0,01 0,10 -0,8 -0,09 0,10 -8,8 -0,36 0,10 -36,4 -0,05 0,10 -5,3
abr-09 -0,16 0,10 -16,1 -0,10 0,10 -9,8 -0,19 0,10 -18,5 -0,12 0,10 -12,1
may-09 -0,08 0,10 -7,9 -0,11 0,10 -11,0 0,02 0,10 1,6 -0,08 0,10 -7,6
jun-09 -0,07 0,10 -6,5 -0,10 0,10 -10,3 6,03 0,10 603,3 -0,07 0,10 -6,7
jul-09 0,24 0,10 24,0 0,06 0,10 6,0 -5,85 0,10 -585,3 0,14 0,10 14,2
ago-09 -0,11 0,10 -11,0 -0,13 0,10 -13,1 1,11 0,10 111,0 -0,09 0,10 -9,3
sep-09 0,55 0,10 55,2 0,47 0,10 46,7 -0,69 0,10 -68,8 0,44 0,10 44,1
oct-09 0,19 0,10 18,8 0,15 0,10 14,6 0,78 0,10 77,9 0,13 0,10 12,7
nov-09 0,43 0,10 43,3 0,37 0,10 36,9 -0,59 0,10 -59,3 0,29 0,10 28,9
dic-09 -0,02 0,10 -2,4 4,81 0,10 481,2 0,87 0,10 86,9 0,18 0,10 17,7
ene-10 -0,12 0,10 -12,4 -4,95 0,10 -495,0 -1,17 0,10 -116,7 -0,33 0,10 -33,1
feb-10 0,87 0,10 87,4 1,13 0,10 112,6 0,77 0,10 77,3 0,79 0,10 79,3
mar-10 -0,23 0,10 -22,6 -0,36 0,10 -36,4 0,03 0,10 3,1 -0,16 0,10 -15,9
abr-10 -0,09 0,10 -8,8 -0,10 0,10 -9,9 0,08 0,10 8,0 -0,02 0,10 -2,1
may-10 0,45 0,10 44,8 0,39 0,10 39,3 0,71 0,10 70,6 0,27 0,10 27,0
jun-10 0,39 0,10 38,6 1,67 0,10 166,5 2,14 0,10 214,1 0,62 0,10 61,6
sep-10 0,07 0,10 6,7 -1,03 0,10 -103,0 -1,66 0,10 -166,2 0,11 0,10 11,3
oct-10 -0,14 0,10 -13,8 -0,16 0,10 -16,1 -0,16 0,10 -16,3 -0,16 0,10 -16,2
nov-10 -0,36 0,10 -35,9 -0,37 0,10 -37,0 -0,76 0,10 -75,8 -0,45 0,10 -44,9
dic-10 -0,78 0,10 -77,7 -0,77 0,10 -76,7 -0,81 0,10 -81,2 -0,76 0,10 -76,4
feb-11 -0,29 0,10 -29,4 -0,28 0,10 -28,2 -0,28 0,10 -27,8 -0,24 0,10 -24,0
mar-11 -0,37 0,10 -37,3 -0,28 0,10 -27,7 -0,07 0,10 -7,1 -0,22 0,10 -21,9
abr-11 -0,30 0,10 -29,9 -0,22 0,10 -22,2 -0,06 0,10 -5,7 -0,18 0,10 -17,5
may-11 -0,02 0,10 -2,2 -0,25 0,10 -24,9 -0,12 0,10 -11,8 -0,19 0,10 -18,6
jun-11 0,28 0,10 27,5 0,21 0,10 20,9 0,29 0,10 28,7 0,28 0,10 27,6
jul-11 0,27 0,10 27,4 0,43 0,10 42,7 0,68 0,10 67,7 0,25 0,10 24,8
ago-11 -0,09 0,10 -9,0 -0,37 0,10 -36,8 -0,50 0,10 -49,7 -0,11 0,10 -11,1
sep-11 -0,39 0,10 -38,8 -0,27 0,10 -26,7 -0,50 0,10 -49,7 -0,31 0,10 -31,4
oct-11 -0,15 0,10 -14,7 -0,17 0,10 -17,2 -0,32 0,10 -32,0 -0,23 0,10 -23,2
nov-11 -0,10 0,10 -10,3 -0,11 0,10 -11,3 -0,18 0,10 -17,7 -0,14 0,10 -14,3
dic-11 0,00 0,10 0,0 0,00 0,10 0,0 0,00 0,10 0,0 0,00 0,10 0,0
Total -43,7 -84,1 -72,1 -68,5
Donde: ΔH, es la variación de nivel de la capa freática; Sy, es la porosidad eficaz o
rendimiento específico (adimensional) y Δh, es igual a la infiltración eficaz ( ) cuando
adopta valores positivos e igual a la “infiltración negativa” (remoción de agua por absorción
directa o movimiento vertical en el perfil) cuando toma valores negativos.

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Tabla IV.10. Variaciones mensuales de las reservas de agua subterránea (freática) en el
PFD, producto del aporte o remoción de agua en el perfil.

Pastizal E. camaldulensis E. viminalis


Fecha
ΔH (m) Sy Δh (mm) ΔH (m) Sy Δh (mm) ΔH (m) Sy Δh (mm)
sep-09 0,68 0,07 47,46 0,70 0,07 49,00 0,34 0,07 23,80
oct-09 1,36 0,07 95,06 2,59 0,07 181,30 1,55 0,07 108,50
nov-09 0,65 0,07 45,25 -0,50 0,07 -34,72 1,05 0,07 73,50
abr-10 -0,15 0,07 -10,67 0,23 0,07 15,82 -0,20 0,07 -14,00
may-10 0,39 0,07 27,17 0,27 0,07 18,90 0,79 0,07 55,30
sep-10 0,31 0,07 21,96 0,00 0,07 0,00 0,41 0,07 28,70
oct-10 0,05 0,07 3,37 0,00 0,07 0,00 -0,90 0,07 -63,00
nov-10 -1,30 0,07 -91,00 -0,99 0,07 -69,30 -1,05 0,07 -73,50
dic-10 -0,94 0,07 -65,66 -0,60 0,07 -42,00 -0,62 0,07 -43,40
ene-11 0,26 0,07 18,34 -0,30 0,07 -21,00 0,00 0,07 0,00
feb-11 -0,33 0,07 -23,38 -0,60 0,07 -42,00 -0,23 0,07 -16,10
mar-11 -0,32 0,07 -22,40 -0,10 0,07 -7,00 -0,70 0,07 -49,00
abr-11 -0,24 0,07 -16,80 -0,70 0,07 -49,00 -0,15 0,07 -10,50
may-11 -0,19 0,07 -13,30 -0,05 0,07 -3,50 -0,25 0,07 -17,50
jun-11 0,04 0,07 2,80 -0,15 0,07 -10,50 0,50 0,07 35,00
jul-11 0,24 0,07 16,52 0,36 0,07 25,20 -0,19 0,07 -13,30
ago-11 0,12 0,07 8,40 0,20 0,07 14,00 0,21 0,07 14,70
sep-11 -0,02 0,07 -1,54 0,04 0,07 2,80 -0,22 0,07 -15,40
oct-11 -0,12 0,07 -8,54 0,27 0,07 18,90 -0,06 0,07 -4,20
nov-11 -0,05 0,07 -3,64 -0,45 0,07 -31,50 -0,02 0,07 -1,40
dic-11 -0,30 0,07 -20,72 -0,34 0,07 -23,80 -0,22 0,07 -15,40
ene-12 -0,20 0,07 -13,72 -0,01 0,07 -0,70 -0,18 0,07 -12,60
feb-12 0,14 0,07 9,80 -1,04 0,07 -72,80 -0,05 0,07 -3,50
mar-12 -0,13 0,07 -8,82 -0,33 0,07 -23,10 0,23 0,07 16,10
abr-12 -0,06 0,07 -4,06 0,43 0,07 30,24 -0,01 0,07 -0,70
may-12 0,20 0,07 14,14 0,58 0,07 40,32 0,31 0,07 21,70
jun-12 -0,15 0,07 -10,22 0,58 0,07 40,32 -0,23 0,07 -16,10
jul-12 -0,11 0,07 -7,56 0,72 0,07 50,40 -0,23 0,07 -16,10
ago-12 1,39 0,07 97,44 0,58 0,07 40,32 0,67 0,07 46,90
sep-12 0,41 0,07 28,42 0,24 0,07 16,80 0,30 0,07 21,00
Total 114,10 113,40 59,5
Donde: ΔH, es la variación de nivel de la capa freática; Sy, es la porosidad eficaz o
rendimiento específico (adimensional) y Δh, es igual a la infiltración eficaz ( ) cuando
adopta valores positivos e igual a la “infiltración negativa” (remoción de agua por absorción
directa o movimiento vertical en el perfil) cuando toma valores negativos.

Como se observa en estas tablas (Tablas IV.9 y IV.10), el comportamiento o


tendencia general de los pozos bajo los distintos usos es semejante para cada sitio, sin
embargo dejan en evidencia un proceso de descarga neta para el caso de EEC y de
recarga neta para PFD. Esto no es extraño a nivel de paisaje, ya que estos sitios se

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caracterizan por presentar capas freáticas a distintas profundidades: mientras que en PFD
se mantiene una capa freática superficial con fluctuaciones verticales que alcanzan los 5m
y un nivel promedio por encima de los 4 metros sobre el nivel del terreno (mbnt), en EEC
los niveles freáticos se hallan por debajo de los 5mbnt, con variaciones inferiores a los
2,8m. Con esto se quiere indicar que es esperable que en el balance general entre las
entradas y salidas del sistema freático, prevalezcan los balances negativos en EEC, con el
consecuente descenso o depresión del acuífero freático, y los balances positivos en PFD,
con asensos graduales del nivel freático que, como es sabido, en ocasiones alcanzan la
superficie terrestre y provocan las inundaciones características de la pampa deprimida.

Las descargas generales observadas en EEC se verifican parcialmente en el


apartado 5.3 donde los balances seriados de Thornthwaite aportaron valores deficitarios
de 379mm para E. viminalis y de 510mm para P. radiata. En el caso de PFD en cambio,
este control no es posible ya que los balances del apartado 5.3 manifiestan excesos de
211mm en Pastizal y déficits de 336mm y 645mm bajo E. camaldulensis y E. viminalis,
respectivamente. Sin embargo, como fue aclarado en el apartado 5.3, los valores de agua
útil estimados para el caso de PFD deberían ser superiores a los trabajados, ya que en
este sitio el nivel de capa freática predomina por sobre los 4m de profundidad, cosa que no
sucede en EEC.

Si se analizan ahora, los períodos de toma de datos en ambos sitios, se evidencia


que están desplazados. Esto permite inferir que en los años 2009 y parte del 2010
sucedieron lluvias extraordinarias que determinaron ascensos de la capa freática también
extraordinarios, con máximos en junio-octubre de 2010 de hasta 4m en la EEC y de 2m en
el PFD, y que los valores mínimos se encontrarían en junio de 2008, dado que fue un año
atípico, muy seco.

En el caso de querer comparar los valores de variaciones del nivel de capa freática
por aporte (infiltración eficaz) o remoción de agua por absorción directa o movimiento
vertical en el perfil, se debe acotar los datos al período de tiempo que comparten
(septiembre de 2009–diciembre de 2011), obteniéndose los valores que muestra la tabla
IV.11.

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Tabla IV.11. Variaciones totales de las reservas de agua subterránea (freática) para el
período septiembre de 2009-diciembre de 2011 en EEC y PFD.

Δh (mm) Pastizal Cultivos E. viminalis E. camaldulensis P. radiata


EEC 4,7 -7,7 -151,6 -15,6
PFD 8,7 2,8 -8,4

Donde: Δh, es igual a la infiltración eficaz ( ) cuando adopta valores positivos e igual a la
“infiltración negativa” (remoción de agua por absorción directa o movimiento vertical en el
perfil) cuando toma valores negativos.

Las diferencias entre estos predios, en los 16 meses que comparten, se explican en
parte por la mayor demanda atmosférica que presenta EEC frente a PFD, en forma de
(Tabla V.3; apartado 5.3). Esto disminuye las reservas superficiales de agua debiendo
recurrir a las del suelo y finalmente a las subterráneas (descarga) para satisfacer la
demanda. En cambio, en el caso de PFD, las reservas de agua en superficie se mantienen
más tiempo y se suman al contenido de agua del suelo. Completa esta demanda en forma
de ETR, el agua sobrenadante infiltra en el suelo saturándolo y finalmente constituye la
recarga del acuífero freático.

Si se consideran ahora los valores de aporte o remoción de agua subterránea para


los períodos estacionales y anuales bajo cada tipo de uso y sitio de estudio (Tabla IV.12),
es posible verificar parcialmente la hipótesis de que las forestaciones favorecen la
infiltración en períodos de excesos hídricos, mientras que acentúan los procesos de
descarga freática en los períodos con baja pluviometría.

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Tabla IV.12. Variaciones totales de las reservas de agua subterránea (freática) para el
período septiembre de 2009-diciembre de 2011 en EEC y PFD.

EEC - Δh (mm) PFD - Δh (mm)


Período
Pastizal Cultivos E. vim. P. rad. Pastizal E. cam. E. vim.
ver-08 -18,7 -30,8 -19,7 -22,4
oto-09 -39,7 -33,2 -34,0 -34,4
inv-09 41,9 29,2 233,4 49,3 43,7 42,0 23,8
pri-09 80,6 45,6 -173,2 23,0 144,1 153,6 182,0
2009 64,7 199,3 116,2 50,5 187,8 195,6 205,8
ver-09 73,2 94,2 271,5 78,8
oto-10 27,3 452,5 94,6 73,0 16,5 34,7 41,3
inv-10 35,6 -383,3 -172,8 4,8 15,4 0,0 7,7
pri-10 -60,4 -60,0 -136,0 -92,1 -81,1 -69,3 -115,5
2010 92,1 -106,3 -83,1 -9,4 -114,8 -76,6 -109,9
ver-10 -111,2 -106,2 -62,8 -76,0 -83,3 -126,0 -91,0
oto-11 -56,4 -65,9 523,8 -28,2 -39,2 -56,0 -10,5
inv-11 37,2 14,2 -533,9 1,7 29,3 45,5 -9,8
pri-11 -53,2 -40,4 -63,0 -46,0 -30,5 -23,1 -14,0
2011 -200,4 -177,1 -105,2 -109,6 -64,3 -127,4 -93,1
ver-11 0,1 -5,6 62,3
oto-12 -14,1 0,0 -60,9
inv-12 113,3 117,6 44,1
2012 105,4 121,8 56,7
Total -43,7 -84,1 -72,1 -68,5 114,1 113,4 59,5

Durante la transición 2009-2010, como ya fue mencionado, ocurrieron lluvias


extremas que condicionaron ascensos de la capa freática también extremos. Durante este
período de excesos, las forestaciones de PFD manifestaron un incremento de la infiltración
efectiva con respecto al pastizal (Primavera de 2009 - otoño de 2010), al igual que en EEC
(verano 2009 – otoño de 2010). Sin embargo, en el período de déficit más extremo (2011),
las forestaciones de PFD incrementaron la descarga del acuífero libre, mientras que en
EEC no ocurrió lo mismo. Las forestaciones de EEC atenúan el proceso de descarga frente
a los cultivos y a la situación de pastizal. Este fenómeno puede explicarse en parte por la
mayor profundidad a la que se encuentra la capa freática y que hace que las forestaciones
no cuenten con este recurso. Por otra parte, los mecanismos propios de cada especie para
resistir períodos de sequía: control estomático en eucaliptos (Pardo, 2007) y reducida
resistencia aerodinámica en pinos (Allen et al., 2006); el efecto de sombreado de la

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canopea forestal, y la capa de litter22 o mantillo que se deposita bajo las plantaciones,
condicionan un ambiente donde se reduce el consumo de agua en forma de transpiración,
a la vez que disminuye la evaporación de la humedad del suelo.

22
Capa superficial propia de los suelos forestales que consta de restos muertos no alterados de
plantas y animales (Hesselman, 1926). Se distingue de su capa inmediata inferior -Humus- porque a pesar de
hallarse en cierta etapa de descomposición, el litter es tomado como parte de la cubierta forestal (Pritchet,
1991).

Página | 151
4.3.2 Flujos subterráneos

En el gráfico IV.4 y IV.5 se muestra la evolución temporal del nivel de capa freática
en cada uno de los pozos de la red de monitoreo de EEC y PFD, durante el período enero
de 2009-diciembre de 2011 y septiembre de 2009-agosto de 2012, respectivamente. En el
eje de ordenadas están las fechas de toma de datos para los pozos (eje inferior). En el eje
de abscisas, se indica por un lado la profundidad del nivel de la capa freática en metros
bajo el nivel del terreno (mbnt) (eje izquierdo inferior), y los valores de lluvia acumulada en
mm (eje izquierdo superior) por el otro. El hietograma que se encuentra en la parte superior
del gráfico, representa la precipitación medida semanalmente, conjuntamente con la
medición de la capa freática y, por lo tanto, se trata de la precipitación acumulada semanal.

Gráfico IV.4. Precipitaciones acumuladas (mm) y niveles de capa freática (mbnt) de la red
de monitoreo de pozos en EEC, para un período de tres años de registros semanales.

Página | 152
Gráfico IV.5. Precipitaciones acumuladas (mm) y niveles de capa freática (mbnt) de la red
de monitoreo de pozos de PFD, para un período de tres años de registros semanales.

En ambos gráficos se observa que la respuesta de la capa freática ante los eventos
de lluvia, aunque algo demorada, es evidente y se contrapone a la descripción de suelos
del INTA (1989) donde se menciona que estos suelos poseen un drenaje deficiente por
impermeabilidad. En efecto, estos ambientes constituyen zonas de recarga donde la
denominación de impermeabilidad resulta algo dura y es preferible pensar en que el
movimiento vertical de agua es deficiente y logra estos efectos de recarga y descarga
gracias a la existencia de sitios preferenciales de infiltración. La presencia de especies
forestales freatófitas en estos ambientes, posee una incidencia directa sobre estos
movimientos.

Página | 153
El 2008 fue un año particularmente seco (balance hídrico negativo), con descensos
de la capa freática a niveles mínimos extremos hacia fines de junio del 2009. Los dos años
subsiguientes (2009 y 2010), revirtieron esta situación con aumentos progresivos del nivel
freático hasta alcanzar su máximo en junio-septiembre de 2010. En el caso del PFD, estos
aumentos hicieron que la capa freática alcance el nivel topográfico por un período no
menor a dos meses. Los años 2011 y 2012, en cambio, se presentaron con variaciones
normales de precipitación que no incurrieron en grandes desviaciones de la altura de capa
freática (<1m).

La evolución temporal de los niveles de capa freática, correspondientes a las redes


de monitoreo de cada uno de los sitios de estudio (Gráficos IV.4 y IV.5), presentan una
misma tendencia general. Este comportamiento fue mencionado oportunamente en el
apartado anterior y no debe causar sorpresa. Sin embargo, al momento de identificar el
efecto de las forestaciones en los flujos de agua subterránea, es necesario otro tipo de
análisis o acercamiento del problema. Esto se logra con mapas de flujo, donde se
representan las líneas de isofreáticas y las direcciones de flujo para distintas épocas. En
los gráficos IV.6 y IV.7, se muestran mapas de los predios en estudio, correspondientes a
las fechas donde se registraron los valores generales máximos y mínimos de nivel de capa
freática.

Página | 154
Gráfico IV.6. Isofreáticas y direcciones de flujo correspondientes para los puntos de inflexión
de los niveles de capa freática de EEC. Máximos a la izquierda y mínimos a la derecha
(Período: enero de 2009-diciembre de 2011).

Página | 155
Gráfico IV.7. Isofreáticas y direcciones de flujo correspondientes para los puntos de inflexión
de los niveles de capa freática en PFD. Máximos a la izquierda y mínimos a la derecha
(Período: septiembre de 2009-agosto de 2012).

Página | 156
En ambos sitios es posible distinguir un flujo subterráneo general en sentido Nord-
nordeste, que acompaña la pendiente topográfica regional. Si nos detenemos ahora en que
pasa bajo las forestaciones particulares, es posible percibir el consumo diferencial que
realizan las distintas especies en comparación con la situación de pastizal. Sin embargo,
dado que los años muestreados fueron muy variables en cuanto a su pluviometría, no fue
posible establecer un comportamiento de consumo específico u estacional. De esta
manera, sucede que mientras que el rodal de E. viminalis se comporta como una zona de
descarga neta a lo largo de prácticamente todo el período de muestréo en PFD, en EEC no
logra revertir el gradiente regional y solo actúa retrazando parcialmente este flujo. El rodal
de E. camaldulensis no es ajeno a este comportamiento, por lo que actúa como un lugar de
descarga neta a lo largo de prácticamente todo el 2011 y primera mitad del 2012, y el resto
del tiempo tampoco logra superar el gradiente regional. En EEC, durante el 2010, el rodal
de pino tambien actua como una zona de descarga neta, mientras que el resto del tiempo
retraza el flujo general sin lograr revertirlo. La intensidad de estos retrasos quedan
representados mediante mapas de isovariaciones, que no son más que aquellos en los que
se identifican rangos de igual variación vertical o desnivel de capa freática, generado entre
distintas fechas de observación. Sin embargo, estos mapas no permitieron identificar un
comportamiento diferencial por parte de las forestaciones y no justifica que sean
mostrados.

En relación a los caudales subterráneos de carga y descarga horizontal, los valores


calculados de variación confirman la hipótesis de que los flujos subterráneos horizontales
no deben ser considerados en los balances hidrológicos de los sitios analizados, dada la
escala de trabajo de esta tesis. A continuación se presenta una tabla con las variables
correspondientes a los caudales de entrada y salida de cada predio y el valor
correspondiente a la diferencia entre ambos expresada en mm/año.

Tabla IV.13. Variaciones de contenido de agua freática por aporte horizontal a nivel predial,
expresadas como láminas acumuladas anuales. Parámetros para el cálculo de los caudales
subterráneos de entrada y salida modales en los predios EEC y PFD.

Entrada Salida Variación


2 2
[m /d] [m] [%] [m /d] [m] [%] [mm/año]
[m3/d] [m3/d]
EEC 200 2500,64 0,0004 200,05 200 1383,12 0,0004 110,65 10,9
PFD 200 4045,30 0,0007 574,43 200 3770,27 0,0007 535,38 1,4

Página | 157
4.4 DISCUSIÓN
La capacidad de infiltración depende fuertemente de la porosidad de los suelos
(Mijares, 1994) y esta última del contenido de materia orgánica (Linsley et al., 1993). El
incremento de la infiltración observado en las forestaciones está directamente relacionado
a estos conceptos. Las forestaciones estudiadas no solo promueven la porosidad de los
suelos por el trabajo mecánico de su profundo sistema radicular, sino que aportan un
interesante volumen de materia orgánica al suelo, que se manifiesta a través de un mantillo
forestal de espesor variable que puede llegar a superar los 15cm (apartado 2.2.1).

La evolución del nivel freático bajo los distintos usos/coberturas analizados, al


margen de presentar una evidente diferencia de profundidad que se mantiene más o
menos constante a lo largo de todo el período de estudio, presentan variaciones
estrechamente vinculadas a los registros de lluvias. Este comportamiento temporal
demuestra el carácter integrado del acuífero, cuya conducta regional es homogénea y
dependiente del gradiente topográfico, las lluvias y la demanda atmosférica. Las
diferencias entre los distintos niveles en cambio, responden a un consumo diferencial por
parte de estas coberturas o a variaciones en la estructura y conformación de los suelos
bajo cada una de ellas. Este consumo diferencial es posiblemente el principal motivo de
esta conducta, la cual sería mucho más evidente aún si se contara con registros
temporales más cortos (días, horas). A este respecto, Jobbágy et al. (2006a) demostraron
variaciones diarias del nivel freático que alcanzaron los 10cm, lo cual apoya este
razonamiento y demuestra la existencia de una dinámica hídrica subterránea activa a nivel
local.

Al analizar los datos provenientes de las redes de monitoreo de pozos en EEC y


PFD, se señaló la situación topográfica de los sitios de toma de datos al indicar que se
encontraban en posiciones de loma o media loma. Esta información resulta necesaria ya
que identifica a estos sitios como zonas de recarga de agua de lluvia, donde no hay
acumulación de los excesos hídricos como ocurriría en los bajos. Se entiende entonces,
que el aporte o remoción de agua freática en estos puntos estarán dados principalmente
por el efecto directo de las coberturas y de los aportes puntuales de las lluvias y no de
aportes de zonas vecinas. Estas consideraciones permiten explicar los ascensos atípicos
de nivel de capa freática en EEC dado que, como lugares naturales de recarga, son
favorecidos por el efecto atribuido a las forestaciones de disminuir la capacidad de
retención del agua en el suelo por el efecto estructurante de las raíces y la hidrofobicidad

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de la materia orgánica que ellas aportan (Silveira et al., 2006). A esta situación, se suma la
presencia de arcillas expansibles en estos suelos, las cuales provocan la formación de
grietas en el suelo ante una disminución importante de la humedad del suelo. Esto
favorecería la existencia de sitios preferenciales de infiltración que se sierran rápidamente
al humedecerse el suelo.

En virtud de las variaciones de los niveles de capa freática, fue posible establecer
en EEC un mayor consumo de agua freática para las coberturas de P. radiata y rotación de
cultivos frente a las de E. viminalis y pastizal. En PFD en cambio, predominó el consumo
de la cobertura de E. viminalis frente al de E. camaldulensis y el de este último frente al de
pastizal. La extrapolación de estos efectos no es posible sin un sustento estadístico, sin
embargo es posible afirmar que la plantación de pino tuvo mayor disponibilidad de agua
freática que la plantación de E. viminalis, posiblemente por un sistema radical más extenso
en profundidad que el de eucalipto o simplemente por su alta capacidad de intercepción del
agua de lluvia que reduce el ingreso de agua al suelo. De la misma manera, es posible
indicar que a igual disponibilidad de agua, el E. viminalis superó en consumo a los rodales
de E. camaldulensis, lo cual podría responder a un crecimiento más acelerado de esta
especie pero que es necesario de constatar a campo. Finalmente, al confrontar los
pastizales con las forestaciones, se observaron variaciones de nivel que superan los 2m y
representan una evidencia clara del mayor consumo de agua por parte de las forestaciones
y de su capacidad de aprovechar el agua freática.

En términos de carga y descarga, fue posible establecer que mientras que los sitios
bajo coberturas de pastizal actuaron como lugares preferenciales de recarga en ambos
predios, las especies forestales presentaron comportamiento variables. En PFD, la
forestación de E. viminalis actuó como un lugar de descarga preferencial durante todo el
período de estudió mientras que la cobertura de E. camaldulensis mostró ser capaz de
facilitar o interrumpir la recarga al ser comparado con otros usos/coberturas. En EEC en
cambio, tanto los sitios bajo E. viminalis como los que se encuentran bajo P. radiata,
manifestaron una gran capacidad de infiltración en ciertos momentos y en otros, una
interrupción total de la recarga. Esto último podría estar asociado a las condiciones de
humedad antecedente del suelo, dado que en el caso de EEC la ocurrencia de
precipitaciones luego de un período prolongado sin ellas genera picos de infiltración y
ascensos extraordinarios del nivel de capa freática. Por otro lado, la profundidad a la que
se presenta la capa freática parece ser factor importante en el consumo de las

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forestaciones de EEC, dado que al superar los 6m de profundidad, los arboles manifiestan
una aparente disminución en el consumo hídrico. Esto último se sustenta en el hecho de
que el nivel de capa freática bajo el lote de eucalipto en EEC, se encontró
mayoritariamente por debajo de esta profundidad (Gráfico IV.4), y en el capítulo siguiente
se verá que este lote presenta valores de evapotranspiración inferiores a los del lote de
pino y a los lotes de eucalipto de PFD (Gráficos V.11 a V.14). La interpretación de estos
resultados destacan que, a pesar de que existen antecedentes de que las raíces de las
especies estudiadas alcanzan profundidades de 10 o más metros (Le Maitre et al., 1999),
resulta factible adoptar como válido un límite de exploración de 6m de profundidad, en
coincidencia con lo expuesto por algunos autores (Kelliher et al., 1993; Jobbágy y Jackson,
2004).

Al abordar el análisis de los gradientes o desniveles de capa freática bajo los


distintos usos/coberturas, fue posible establecer descensos del nivel freático bajo
forestaciones (por sobre los niveles encontrados bajo pastizales), que triplicaron a los
documentados por Jobbágy y Jackson (2004). Sin embargo, dada la separación existente
entre las redes de pozos en cada sitio de estudio, los gradientes hallados no superaron el
0,11%, encontrándose muy por debajo del valor de 0,5% indicado por Jobbágy et al.
(2006a). Este análisis junto con los valores alcanzados en la tabla IV.13, corroboran el
supuesto de que los flujos subterráneos horizontales se pueden despreciar para el grado
de detalle abordado en este estudio. Sin embargo, no permiten constatar los gradientes
documentadas por Jobbágy el al. (2006a).

Todo lo dicho hace posible verificar la hipótesis que menciona que las forestaciones
de PFD favorecen los procesos de infiltración ante períodos de excesos hídricos, mientras
que acentúan los períodos de déficits al incrementar la descarga del acuífero freático en
períodos con baja pluviometría. En EEC, en cambio, este supuesto se comprueba
parcialmente al observar que las forestaciones atenúan o disminuyen los procesos de
descarga en épocas secas o de baja pluviometría lo cual no parece estar de acuerdo con
los antecedentes locales (Poore y Fries, 1987; Farley et al., 2005; Jobbágy, 2011) y
encuentra explicación en que los árboles al no tener libre acceso a una fuente de agua
permanente restringen fuertemente su consumo a la vez que retienen humedad en el
mantillo forestal y disminuyen su evaporación por el sombreado del mismo con el dosel
arbóreo.

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Al analizar los resultados obtenidos del aporte (infiltración eficaz) o remoción de
agua subterránea (infiltración negativa), resultantes de vincular las variaciones del nivel de
capa freática bajo cada tipo de uso/cobertura con la porosidad de los suelos estudiados, se
observa que el comportamiento o tendencia general de los pozos bajo los distintos usos es
semejante para cada sitio pero dejan en evidencia un proceso de descarga neta para el
caso de EEC y de recarga neta para PFD. A nivel de paisaje, esto se entiende porque PFD
presenta un acuífero libre más superficial en relación a EEC. Sin embargo, es probable que
estos valores respondan a las características particulares del período de estudio y a una
dinámica más compleja cuyo seguimiento debe ser superior al período de estudio
analizado.

El análisis de los flujos freáticos en forma de mapas, permitió distinguir nuevamente


el consumo diferencial del agua freática por parte de las forestaciones, y además facilitó la
percepción del flujo subterráneo general a nivel espacial. Esto posibilitó confirmar que el
flujo subterráneo acompaña a la pendiente topográfica regional y que las forestaciones
actúan como retardadoras de este flujo y en ocasiones como zonas de carga o descarga
neta. No obstante, al querer profundizar el análisis no pudo establecerse un modelo de
comportamiento para estos flujos.

Finalmente, es necesario traer a la memoria una característica que vincula los sitios
estudiados. Se trata de la existencia de un horizonte Bt que, como fuera señalado por
Nuñez et al. (2007), constituye una barrera que evita que el agua subterránea más cargada
en sales alcance la superficie de los suelos, deteriorándolos. Esta característica alerta
sobre una amenaza potencial en la conversión de pastizales por especies forestales de
rápido crecimiento, debido a que esta acción puede contribuir a romper esta barrera y
acentuar los problemas de salinidad documentados por Jobbágy y Jackson (2003, 2007) y
Nosetto et al. (2008), y constituye un aspecto muy importante en estos ambientes que
debe ser el objeto de estudio en futuras líneas de trabajo.

Página | 161
Besteiro Sebastián I.

Capítulo 5
Evapotranspiración
5.1 INTRODUCCIÓN

5.1.1 Concepto de evapotranspiración

Del total de agua que llega a la superficie terrestre, un gran porcentaje regresa a la
atmosfera en forma de vapor por evaporación directa del agua acumulada en las capas
superficiales del suelo, en espejos de agua (ríos, lagos, mares, océanos), de la
interceptada por la vegetación, o por transpiración de las plantas. La influencia de la
evapotranspiración sobre el ciclo hidrológico es, por tanto, evidentemente importante si se
considera que en muchos lugares del mundo el 70% de la precipitación que llega a la tierra
es devuelta a la atmósfera por esta vía y en algunos otros alcanza un 90% (Custodio y
Llamas, 1996).

En condiciones controladas es posible tratar a la evaporación ( ) y transpiración ( )


como procesos independientes pero, en un ambiente natural con vegetación, se debe
hablar de estos dos procesos de forma simultánea bajo el concepto de evapotranspiración
( ) ya que éstos son procesos simultáneos, interdependientes, y por tanto, de difícil
medición por separado.

En el gráfico V.1 se esquematiza la evolución de los componentes de la


(evaporación y transpiración) de un cultivo anual en relación al área foliar por unidad de
superficie de suelo debajo de él. En el momento de la siembra, casi el 100% de la
ocurre en forma de evaporación, mientras que cuando la cobertura vegetal es completa,
más del de 90% de la ocurre como transpiración (Allen et al., 2006).

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Gráfico V.1. Repartición de la evapotranspiración en evaporación y transpiración durante el
período de crecimiento de un cultivo anual. Extraído de Allen et al. (2006)

5.1.2 Evapotranspiración potencial, real y de referencia

La dificultad que conlleva la determinación de la y que depende, entre otros, de


dos factores muy variables y de difícil medición como lo son el contenido de humedad del
suelo y el desarrollo vegetal de la planta, ha producido a lo largo del tiempo la necesidad
de unificar criterios y procurar definiciones que permitan mejorar estas aproximaciones. Por
este motivo, Thornthwaite y Penman (Thornthwaite, 1948; Penman, 1948) instauraron el
concepto de evapotranspiración potencial ( ) para caracterizar la demanda atmosférica
de agua en forma de vapor. El mismo, se define como la cantidad de agua que se podría
evaporar y transpirar de una superficie de vegetación, sin más restricciones que la
demanda atmosférica (Jensen et al., 1990), lo cual representa la máxima cantidad de agua
que realmente volvería a la atmósfera por evaporación y transpiración y que se conoce con
el nombre de evapotranspiración real ( ) (Custodio y Llamas, 1996).

Con el tiempo, el concepto de fue reevaluado por lo contradictorio de su


definición, al presentarse ocasiones en las que su valor no representaba la capacidad
evaporativa máxima. Se observó que la puede superar a la en cultivos de mayor
porte y por lo tanto dejar sin validez a este concepto, desde el punto de vista de su
aplicación. Esto llevó al origen del concepto de evapotranspiración de referencia ( )

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(Smith et al., 1990) y finalmente al de evapotranspiración de referencia basada en la
ecuación de combinación de Penman-Monteith ( ) (Allen et al., 2006), correspondiente a
la tasa de de un cultivo hipotético con valores fijos de altura (12cm), resistencia de la
cubierta vegetal (70s/m) y albedo (0,23), que representa la de una superficie extensa
cubierta de gramíneas verdes, de altura uniforme y crecimiento activo, que cubre
completamente el terreno y no padece de falta de agua.

Una vez conocida la evapotranspiración de referencia de un cultivo ( ), ésta se


multiplica por un factor corrector específico (Figura V.1), denominado coeficiente de cultivo
( ), obteniéndose así la del cultivo concreto (Domingo et al., 2003).

Figura V.1. Evapotranspiración del cultivo de referencia ( ), bajo condiciones estándar


( ) y bajo condiciones no estándar ( ). Extraído de Allen et al. (2006)

Los agentes condicionantes del fenómeno de evapotranspiración, son los mismos


que afectan a los procesos individuales, evaporación y transpiración. Estos son: energía

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disponible23, déficit higrométrico de saturación24, temperatura del aire, velocidad y
turbulencia del viento y, naturaleza y estado de la superficie evaporante (Mármol, 2006).

5.1.3 Metodologías de cálculo

Dentro de los métodos de medición de la , se dispone de métodos directos e


indirectos. Los primeros están representados por los evaporímetros de suelo y lisímetros
(Tanques lisímetros volumétricos y de pesada), y los segundos por la micrometeorología
(Métodos aerodinámicos, de balance de energía y sensores remotos), los métodos
fisiológicos (conductividad de savia) y los de balance hidrológico, que se aplican a distintas
escalas temporales y espaciales.

En este sentido, Domingo et al. (2003) indican que los métodos e instrumentales
más usados para la medición de la no están exentos de problemas intrínsecos, al
requerir calibraciones periódicas, ausencia de lluvias al momento de su utilización,
concentraciones de agua superiores al umbral impuesto por su resolución, longitudes de
rodal suficiente para ser aplicados y, en definitiva, revela que su utilidad para validar
modelos se aplica únicamente en períodos y situaciones particulares.

A las complicaciones derivadas de las mediciones de la se suman los costos del


instrumental y lo laboriosa de su implementación a campo, por lo que resulta común la
utilización de métodos empíricos de estimación de la . El número de estos métodos es
grande y dada la naturaleza de la información que requieren se los divide en aquellos que
están basados en la temperatura (Thornthwaite, Blaney y Criddle,), en la humedad del aire
(Papadakis, Hamon, Halstead), en la radiación solar global (Markkink, Turc, Jensen y
Haise, Hargreaves, Hargreaves y Samani, Doorembos y Pruitt), en la combinación de
procesos de balance de energía y transferencia turbulenta (Penman, Penman-Monteith,
Penman-FAO, Priestly y Taylor) y los basados en la evaporación (Boucehet, Doorembos y
Pruitt, Christiansen y Hargreaves).

23
Es aquella que proviene de la radiación solar y permite la vaporización del agua al movilizar sus
moléculas y desprenderlas de la superficie evaporante.
24
Cantidad de agua necesaria para producir la saturación de la atmosfera. Cuando mayor es su
valor, mayor es la capacidad de nuevas adiciones de humedad y por lo tanto mayor es la evaporación del
ambiente.

Página | 166
La FAO, a través de la División de Tierras y Aguas para el Desarrollo, ha sido
fundamental en el desarrollo de directrices para la predicción de las necesidades hídricas
de los cultivos a nivel mundial (Smith, 2000) al adoptar, en primera instancia, cuatro
métodos empíricos para la determinación de en la publicación FAO Riego y Drenaje
Nro. 24 (Smith et al., 1996) que fuera revisada en 1977 por Doorenbos y Pruitt (1977),
entre los que se destaca el de Penman y Blaney Criddle y en segunda instancia, el método
de Penman-Monteith.

Los estudios comparados de muchos de estos métodos son nutridos, destacándose,


por su validez universal, el realizado en 1990 bajo el auspicio del Comité de
Requerimientos de agua de riego de la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles (ASCE),
donde se evaluó la validez de 20 diferentes métodos mediante un conjunto de datos con
lisímetros cuidadosamente seleccionados procedentes de 11 lugares con condiciones
climáticas variables (Tabla V.1) (Jensen et al., 1990). En este estudio, tanto como en
estudios paralelos (Choisnel et al., 1992), se recomienda la adopción del método de
Penman-Monteith, cuya revisión y actualización se encuentra plasmada en la publicación
FAO Riego y Drenaje Nro. 56 (Allen et al., 2006).

Tabla V.1. Evaluación de métodos de estimación de frente a datos lisimétricos en cinco


localidades de climas húmedos (HR ≥ 60%) y seis localidades de climas áridos (HR < 60%).
Extraído de Smith (2000)

Página | 167
Los métodos basados en el balance hídrico, por otro lado, son ampliamente
utilizados pudiendo llegar a ser muy precisos. Se trata de una metodología para la
estimación de la evapotranspiración ( ), que resulta muy útil en los casos en que es
posible medir o estimar la precipitación ( ), la escorrentía fluvial ( ), las infiltraciones
profundas ( ), y las variaciones del almacenamiento ( ). La ecuación propuesta por la
OMM (2011) es:

V.1

Esta ecuación puede ser presentada de una forma más sintética al tratarse de la
determinación de la anual a lo largo de años hidrológicos (Ecuación V.2). El año
hidrológico es aquel cuyo comienzo y fin coincide con la temporada seca y la cantidad de
agua almacenada es relativamente pequeña, al punto de que las variaciones del
almacenamiento de un año a otro son mínimas. Esto último representa el principio
universal de igualdad en el mínimo contenido de agua anual (Novoa, 1998; Giraldo, 2002),
y permitiría prescindir del término al tomar al año hidrológico como unidad temporal.

V.2

5.1.4 Evapotranspiración en plantaciones de pino y eucalipto

Al considerar que el agua no representa una limitante, la evapotranspiración total


(evaporación del piso mas la transpiración de las plantas) esta íntimamente vinculada a la
radiación incidente y al viento (Poore y Fries, 1987). En esta situación, se esperara que
una forestación, lago o pastizal evapotranspiren cantidades equivalentes por unidad de
área o, dicho de otra forma, que este valor sea igual a la evapotranspiración potencial. Por
el contrario, la evapotranspiración real será menor a la potencial en función de la
disponibilidad de este recurso e indirectamente dependerá de los mecanismos de los
distintos tipos vegetales para obtenerlos (Poore y Fries, 1987).

Página | 168
Acompañando esta idea, Calder (1992) indicó que los eucaliptos transpiran de forma
similar a otras especies de árboles pero aumentan enormemente sus tasas cuando tienen
acceso al agua freática. Este comportamiento responde a las estrategias estomáticas y al
patrón de sus raíces, y contribuye a la existencia de variadas tasas de transpiración entre
especies de eucalipto. Del mismo modo, los pinos presentan un significativo control
estomático, como resultado de su reducida resistencia aerodinámica (Allen et al., 2006), lo
cual los convierte junto con los eucaliptos en especies muy eficientes en el uso del agua.

El balance netamente vertical que caracteriza la llanura pampeana, hace de la


evapotranspiración un mecanismo fundamental en la evolución del nivel freático. La
existencia de vegetación freatófita, permite que la evapotranspiración sea capaz de
producirse a tasa cercana a la potencial, aún en condiciones en que no existe humedad
suficiente en la capa más inmediatamente superior del suelo (Badano, 2010).

Desde la Agencia de Investigación de la Comisión Forestal del Reino Unido (Nisbet


et al., 2011), se concluye que los arboles poseen la potencialidad de consumir más agua
que otros tipos de vegetación. Esta potencialidad es función de numerosos elementos,
como: la especie forestal; ubicación y clima local; el suelo y geología; la gestión; diseño del
bosque y del tipo de cobertura que es reemplazado (Neal et al, 1991; Nisbet, 2005; Calder
et al, 2008). Además, se indica que este consumo diferencial es el resultado de una mayor
capacidad de intercepción por parte de los árboles (copas aerodinámicamente más
ásperas) y a las tasas de transpiración potencialmente más elevadas, producto de una
capacidad de enraizamiento profundo.

Como regla general, Nisbet et al. (2011), mencionan que un aumento del 10% en la
cobertura forestal equivalen a una disminución en el rendimiento hídrico de 25-40mm
(Bosch y Hewlett, 1982) o de 1,5-2% (Calder y Newson, 1979) en tierras altas. Sin
embargo, estas relaciones no pueden mantenerse en tierras bajas y más secas, debido a
una ceñida correspondencia entre la precipitación y las pérdidas por evaporación de agua,
que condicionan rendimientos mucho más bajos. En estas condiciones, la reducción de
agua sería aún mayor, como lo demuestra Calder et al. (2003) en bosques de coníferas,
donde un aumento del 10% en la cobertura forestal condiciona descensos del 10,7% en la
producción de agua.

Bruijnzeel (1997), por su parte, señala que la plantación de especies de rápido


crecimiento en áreas con pastos y rastrojos ha traído un decrecimiento considerable en el

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rendimiento hídrico en la estación seca (Mathur y Sajwan, 1978; Smith y Scott, 1992;
Waterloo, 1994). Esto ha sido documentado por Calder (1992) para el caso de los
eucaliptos, al observar que pueden mantener tasas de evaporación muy altas,
particularmente cuando la demanda atmosférica también lo hace. A su vez, en
plantaciones de pino (Pinus caribaea de 6 años) Waterloo (1994) ha obtenido valores de
total de 1.770mm, producto de una transpiración de 1.250mm y una intercepción de
520mm.

En Chile, Huber et al. (1998) obtuvieron una total de 861, 836 y 776mm para los
rodales de E. nitens de 8 años y 1560, 850 y 663 árboles/ha, respectivamente. Esto indica
una relación directa entre la pérdida de agua por del sistema y la densidad de los
rodales.

Del mismo modo, Oyarzún y Huber (1999) estimaron que el consumo de agua por
evapotranspiración, durante los dos primeros años de mediciones en plantaciones
juveniles de E. globulus (2 años) y P. radiata (4 años), alcanzaba valores cercanos al 30%
de la precipitación mientras que el tercer año llegaba al 58%. Los valores de de los
primeros dos años (431 a 639mm/año) se asemejan a los de una pradera natural, sin
embargo, la tendencia general en el consumo de agua, sugiere efectos negativos en las
reservas de agua del suelo (disminución de rendimiento hídrico) y un efecto es semejante
para ambas plantaciones.

Por su parte, Huber et al. (2010) estudiaron cuatro cuencas hidrográficas forestadas
de la región de Biobío, Chile. De ellas, dos presentaban plantaciones de P. radiata de 23
años y 32,3m2/ha de área basal y las otras dos, plantaciones de E. globulus de 9 años y
24,7m2/ha de área basal. Los resultados alcanzados en este estudio, manifestaron una
evapotranspiración total de 76 y 70% para las cuencas con E. globulus y de 65 y 64% en
las cuencas con P. radiata, mientras que la neta (la que proviene exclusivamente del
suelo o, que es igual a la transpiración más la evaporación desde el suelo) presentó
valores de 58 y 56% para pinos y de 73 y 66% para eucaliptos. Esto último daría cuenta de
que los eucaliptos posiblemente manifiestan mayores tasas de transpiración que los pinos.

En Australia, un trabajo sobre el efecto de plantaciones de pino y eucalipto en las


aguas subterráneas (Benyon et al., 2006), indica que los estudios hidrológicos alrededor
del mundo han demostrado generalmente las plantaciones forestales demandan mayores
cantidades de agua respecto a los pastizales y suelos agrícolas de secano (Hibbert, 1967;

Página | 170
Bosch y Hewlett, 1982). Además, remarca que la mayor demanda evapotranspirativa que
caracteriza a las forestaciones (evapotranspiran más que la vegetación de raíces
superficiales o poco profundas), es resultado de su mayor porcentaje de intercepción,
rugosidad y altura de canopea, su menor albedo, y a su capacidad de acceder a fuentes de
agua más profundas (Holmes y Sinclair, 1986; Zhang et al., 1999). Estos autores (Benyon
et al., 2006), tras estudiar una serie de situaciones edáficas que van desde suelos
permeables, con freática profunda, baja salinidad a suelos arcillosos con freática superficial
(0-3m), alcalinos o alcalinos-sódicos, encontraron que el rango de evapotranspiración (415
a 1343mm/año) era sustancialmente mayor al de agua aplicada como lluvia y riego
complementario (362 a 784mm/año), sin embargo, las plantaciones estudiadas solo fueron
capases de hacer uso del agua freática bajo una combinación de suelos con texturas
medias y capa freática superficial y de baja salinidad.

En Argentina, Rébori (2004) estudió dos montes de E. dunnii (uno joven y otro
adulto), instalados en un paisaje plano de Santa Fe, y comprobó que no presentaban
diferencias evapotranspirativas entre ellos, ni con un doble cultivo de trigo/soja, aunque si
evidenciaban un mejor rendimiento con respecto a este y, por lo tanto, un uso más
eficiente del agua. Por otro lado, no se identificaron consumos de agua freática (de 13-15
metros de profundidad) ya que estas alcanzan solo los 10m de profundidad.

En los pastizales del Río de la Plata, la sustitución de la vegetación nativa por


forestaciones se han interpretado como un riesgo de deterioro en los recursos hídricos y
edáficos (Jobbágy, 2011). Esto se sustenta en antecedentes mundiales del consumo
diferencial que realizan ambas especies vegetales y se ha documentado localmente como
aumentos de las pérdidas evapotranspirativas de 40-80%, tras la instalación de
plantaciones de eucaliptos donde antes había pastizales (Nosetto et al., 2005). Esto ha
sido explicado, en gran medida, por un aporte de agua freática que suplementa las
precipitaciones en 25-50% (Engel et al., 2005, Jobbágy y Jackson, 2007). La posibilidad de
un consumo extra de agua por parte de las forestaciones, incrementa considerablemente
su productividad a la vez que condiciona una fuerte acumulación de sales en el suelo, zona
vadosa y acuífero, que puede alcanzar 6kg/m2 de sales (Jobbágy y Jackson 2003, 2004,
2007).

Finalmente, puede interpretarse que los balances hídricos de cualquier área o


territorio, están fuertemente influenciados por el clima y tipo de uso/cobertura al cual están

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sometidos. Por tanto, si se reconoce que los sitios de estudio poseen características
climáticas comparables, se espera que el rodal de pino presente un menor rendimiento
hídrico (descarga freática) frente a los de eucalipto y, dentro de estos, que el rendimiento
hídrico de los rodales de E. viminalis supere al de E. camaldulensis.

Página | 172
5.2 MATERIALES Y MÉTODOS

5.2.1 Cálculo de por el método de FAO Penman-Monteith (Agroclima)

Para el cálculo de por el método FAO Penman-Monteith se utilizó el programa


AGROCLIMA. El mismo fue creado por Pablo Abbate ([email protected]), de
la Estación Experimental Agropecuaria INTA Balcarce, y diseñado para calcular la por
el método FAO56 (Allen et al., 1998) en planillas de cálculo. Se trata de un programa
gratuito protegido por leyes de derechos de autor, consistente en una librería escrita en
lenguaje C++ que contiene las funciones necesarias para calcular la (Abbate, 2004).
Estas funciones utilizan una interface de datos double, tipo de dato estándar en la mayoría
de los lenguajes de programación, y una interface específica para la trasferencia de datos
con las planillas Excel y Quattro Pro.

Las funciones con las que cuenta este programa se listan a continuación:

1) AGROCLIMA, devuelve la identificación del programa y su versión.

2) JDIA, calcula el día juliano, considerando los años bisiestos, a partir del año, el
mes y el día calendario.

3) RADAF56, calcula la radiación astronómica o solar extraterrestre en MJ/m 2/d; es


decir, la cantidad de energía solar recibida en el límite superior de la atmósfera terrestre,
en un plano perpendicular al de los rayos incidentes, por medio del método FAO 56 (Allen
et al., 1998) para períodos diarios. Esta función se suministra para ajustar o verificar la
relación entre la radiación solar y la heliofanía efectiva y es utilizada en el cálculo de
RADF56A y RADF56P (la radiación global o total).

4) DDIAF56, devuelve la duración del día teórica (heliofanía teórica, horas de luz
entre la salida y puesta del sol sin nubosidad), computada por el método FAO 56 (Allen et
al., 1998). La salida y puesta del sol corresponden a una altura solar de 0° respecto del
horizonte. La duración del día devuelta es la utilizada para calcular RADAF56 (la radiación
astronómica o solar extraterrestre) y RADF56A (la radiación solar global o total).

5) RADF56A y RADF56P, permiten estimar la radiación solar por medio de la


ecuación de Anstromg, a partir del día juliano, de la heliofanía efectiva expresada en hs
(RADF56A) o en porcentaje (RADF56P), las constantes de regresión lineal y la latitud.

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6) PVTRF56 y PVHRF56, permiten calcular la presión de vapor actual (kPa) a partir
de la temperatura del punto de rocío (PVTRF56) o de las temperaturas y humedades
máximas y mínimas (PVHRF56).

7) PVSF56, calcula la presión de vapor saturado (kPa), en función del método FAO
56 (Allen et al., 1998).

8) PVHM, calcula la presión de vapor actual (kPa), a partir de las temperaturas


máximas y mínimas y la humedad relativa media en función del método de Smith et al.
(1992). Esta función se incluyó para mantener compatibilidad con otros programas (p.ej.
CROPWAT); la función correspondiente al método FAO 56 (Allen et al., 1998) es
PVHRF56.

9) ETPF56, calcula la por el método FAO56, para períodos diarios, decádicos o


mensuales, a partir del día juliano, la radiación solar, las temperaturas máximas y mínimas,
la variación de la temperatura media entre períodos de cálculo, la presión de vapor actual,
la velocidad del viento y su altura de medición, y la altitud y latitud de la localidad.

5.2.2 Determinación de para vegetación atípica (procedimiento FAO 56)

Para la determinación de la Evapotranspiración de las plantaciones bajo estudio se


implemento una secuencia de cálculo extractada del Estudio FAO Riego y Drenaje 56
(Allen et al., 2006). Es importante destacar que este método no contempla, dentro del
cálculo de , el componente de intercepción por parte del follaje, lo cual es conveniente a
los fines de esta tesis ya que el mismo fue determinado de forma independiente en el
capítulo 2.

La metodología estandarizada de la FAO56 permite la utilización de un coeficiente


único de cultivo que simplifica de alguna manera la secuencia de cálculos. Sin embargo,
debido a que el este coeficiente constituye un promedio entre la evaporación del suelo y la
tasa de transpiración, solo es aconsejado para el diseño y planificación de riegos, donde la
escala temporal mínima de cálculo es la semana. Por el contrario, el procedimiento de
coeficiente dual de cultivo, si bien es más complejo en cuanto a cálculos, es más preciso
para fines de investigación y permite una precisión temporal de un día.

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La Evapotranspiración del cultivo ( ) finalmente se obtiene del producto entre el
valor de evapotranspiración de referencia ( ) y la suma de los coeficientes de
transpiración del cultivo ( ) y evaporación del suelo ( ) (Ecuación V.3).

V.3

El primero de estos coeficientes, llamado también coeficiente basal del cultivo ( ),


se define como: “la relación entre el la evapotranspiración del cultivo y la
evapotranspiración de referencia ( ) cuando la superficie del suelo se encuentra
seca pero la transpiración mantiene su tasa potencial, es decir donde la transpiración no
está limitada por la ausencia del agua”. El segundo coeficiente ( ), a su vez, representa el
componente de evaporación de la evapotranspiración del cultivo ( ), que será
mínimo cuando la superficie del suelo se encuentra seca y sin agua remanente que pueda
evaporarse.

Sin embargo, las especies estudiadas (Pinus radiata, Eucalyptus camaldulensis y


Eucalyptus viminalis) son consideradas como atípicas, dado que no poseen un valor
estandarizado de coeficientes de cultivo (único o dual) en la publicación FAO56, y por tanto
demandan un ajuste en cada uno de los coeficientes para la obtención de la
evapotranspiración del cultivo. De esta manera, la ecuación V.3 se sustituye por:

V.4

Donde: representa la evapotranspiración del cultivo ajustada para forestaciones;


es el coeficiente único de cultivo ( ), y es la evapotranspiración de referencia
calculada en el apartado 5.2.1.

Los valores de para especies forestales, son escasos en la bibliografía (Tabla


V.2), y su procedencia, dudosa. En este sentido, es interesante el esfuerzo de algunos
autores en el desarrollo de metodologías para su determinación. Novoa (1998), por
ejemplo, indica que los valores de para bosques de clima templado son desconocidos y
propone estimar la usando el de una pradera natural que luego será ajustada de

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forma iterativa en la ecuación universal de balance hidrológico, por medio de la curva de
evolución de un estimador determinado experimentalmente.

Tabla V.2. Resumen de valores de encontrados en la bibliografía internacional y


nacional, indicando las especies y autor/s del trabajo.

Especie Fuente
E. dunnii 0,6-0,9 Rébori, 2007
Eucaliptus 0,86-1 Díaz y Rébori, 2003
Coníferas 1 Allen et al., 2006

Debe notarse que, en el caso de las plantaciones forestales, solo se calcula la


evapotranspiración del cultivo en la temporada de crecimiento designada como media o de
mediados de temporada. Dicho de otra manera, la etapa inicial (comprendida entre la fecha
de siembra y el momento en el que el cultivo cubre el 10% de la superficie del suelo)
transcurre prácticamente en invernáculo, mientras que la etapa final responde a la corta o
aprovechamiento del rodal. Ambas etapas de desarrollo, son mínimas en relación a la
etapa media o de desarrollo de plantaciones forestales de rápido crecimiento y pueden por
tanto despreciarse. Sin embargo, existen antecedentes que revelan diferencias entre las
pérdidas evapotranspirativas entre rodales jóvenes y adultos (Oyarzún y Huber, 1999),
relacionados posiblemente con un cambio en la capacidad de intercepción.

Al mismo tiempo, es preciso considerar que las forestaciones de especies perennes


que están expuestos a climas benignos a lo largo del año (sin grandes variaciones en las
condiciones climáticas, como ocurre en climas tropicales), no requieren del ajuste temporal
de la por causas climáticas, ya que sus variaciones dependen principalmente de las
variaciones de la .

En base a estas consideraciones, se reconocieron como nulos los valores de


evapotranspiración correspondientes a los períodos inicial y final y se simplificó el cálculo
de , al considerarla equivalente a la evapotranspiración de mediados de temporada
( ). De esta manera, solo se trabajó con un par de coeficientes duales para
cada situación, los correspondientes a la etapa de desarrollo de mediados de temporada
( y ). A continuación se sintetiza la secuencia de de cálculo
utilizada:

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1) Evapotranspiración del cultivo. En la ecuación V.5, se integra el valor calculado
de del apartado anterior y los coeficientes duales de transpiración del cultivo ( )y
evaporación del suelo ( ), que serán desarrollados consecutivamente:

V.5

2) Coeficiente basal del cultivo. En la ecuación V.6 se muestra el cálculo del


coeficiente basal de cultivo ( ), que representa al componente de transpiración de la
. Para la obtención del mismo fue necesario la fijación y cálculo de una serie de
parámetros indicados en las ecuaciones V.7 a V.11:

V.6

Donde: , es el valor mínimo de para suelo descubierto (con presencia de


vegetación), adopta valores de 0,15 a 0,20; , es el valor estimado de durante la
etapa de mediados de temporada para vegetación natural; , es la fracción observada de la
superficie del suelo que se encuentra cubierta por la vegetación, observada desde la
posición nadir (vista vertical desde el cielo hacia el suelo), toma valores de 0,01 a 1; ,
representa la fracción de la superficie del suelo que es sombreada por la vegetación; , es
la altura máxima promedio de las plantas, expresadas en metros; , es una función que
selecciona el valor mínimo de los elementos contenidos entre las paréntesis y que se
encuentran separados por comas

V.7

Donde: , es la fracción del suelo sombreada por la vegetación, calculada para


vegetación de forma circular o esférica, como es el caso de los árboles; , es el seno
del ángulo medio del sol sobre el horizonte, , durante el período de máxima
evapotranspiración (generalmente entre 11:00 y 15:00hs.)

V.8

Donde: , es la latitud expresada en radianes y con valor negativo para la latitud sur; , es
la declinación solar, también expresada en radianes

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V.9

Donde: , es el número de día juliano

V.10

Donde: , es el valor estimado de durante la etapa de mediados de temporada


para vegetación natural, aproximado en función del clima y altura media de la planta, para
áreas de vegetación que son mayores de unas pocas hectáreas; , corresponde al valor
de para vegetación con cobertura completa, en condiciones sub-húmedas y vientos
suaves ( =45 y =2m s-1), cuando >2m, está limitado a un valor ≤1,225; , es
la velocidad promedio del viento a 2 m de altura durante la etapa de mediados de
temporada [m s-1]; , es el valor promedio de humedad relativa mínima diaria durante la
etapa de mediados de temporada [%]

V.11

Donde: , es la presión de vapor a saturación correspondiente a la temperatura


mínima media diaria del aire; , es la presión de vapor a saturación correspondiente
a la temperatura máxima media diaria del aires

V.12

Donde: , es la presión de saturación de vapor para diferentes temperaturas

3) Coeficiente de evaporación del suelo. En la ecuación V.13 se observa el ajuste


del coeficiente de evaporación del suelo por la existencia de un mantillo forestal ( ), que
representa el componente de evaporación de la . Luego, como en el punto anterior, se
indican los parámetros necesarios para la obtención de dicho coeficiente (Ecuaciones V.14
a V.17):

25
El valor de 1,2 representa un límite superior general de para vegetación alta que cubre
completamente el suelo y con IAF>3 bajo condiciones sub-húmedas y vientos suaves (Allen et al., 2006)

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V.13

Donde: , es el coeficiente de la evaporación del suelo

V.14

Donde: , es el coeficiente adimensional de reducción de la evaporación, dependiente de


la lámina acumulada de agua agotada (evaporada) de la capa superficial del suelo; ,
es el valor máximo de después del riego o la lluvia; , es el coeficiente basal de
cultivo calculado en el punto 2); , es la fracción del suelo que se encuentra
simultáneamente expuesto y humedecido, es decir la fracción de la superficie del suelo a
partir de la cual ocurre la mayor parte de la evaporación.

V.15

Donde: , es el valor máximo de los parámetros entre los paréntesis que están
separados por comas.

para V.16

Donde: , es el coeficiente adimensional de reducción de la evaporación, dependiente del


agotamiento de la humedad (lámina acumulada de evaporación), en la parte superior del
suelo (cuando De,i-1 ≤ AFE, Kr=1); , es el agua fácilmente evaporable en mm; , es
la lámina acumulada máxima de evaporación (agua evaporable total) en la capa superficial
del suelo cuando =0, expresada en mm; , es la lámina acumulada de evaporación
(agotamiento) en la capa superficial del suelo al final del día anterior (i-1) en mm.

V.17

Donde: , es la fracción expuesta promedio del suelo que no se encuentra cubierta o


sombreada por la vegetación, toma valores de 0,01 a 1; , es la fracción promedio de la
superficie del suelo humedecida por el riego o la lluvia, toma valores de 0,01 a 1.

Para la determinación de los valores de AFE y AET se adoptó un valor de


profundidad efectiva de la capa evaporante del suelo de 0,125m, tal como lo recomienda el

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método FAO56. La determinación de los tipos de suelos presentes en cada situación
estudiada, surge del análisis de las cartas de suelo 1:50000 de la provincia de Bs.As.
(INTA, 2010; INTA, 2011). Luego, con los tipos de suelos y superficies relativas de
ocupación, se obtuvieron los valores de AFE y AET correspondientes del cuadro 19 de la
publicación FAO56 (Allen et al., 2006).

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5.3 RESULTADOS

5.3.1 Valores de por desarrollo de método FAO 56

En la tabla V.3 se muestran los valores de correspondientes al cultivo de


referencia ( ), obtenidos para cada sitio de estudio y para los períodos: enero de 2009-
diciembre de 2011 (EEC) y septiembre de 2009-agosto de 2012 (PFD). Estos valores
fueron calculados diariamente y luego se obtuvieron los promedios mensuales, en función
de estos últimos, expresados en mm.

Tabla V.3. Valores medios mensuales de y expresados en mm, para cada sitio de
estudio, calculados por la metodología FAO Penman-Monteith

ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic
P 84,3 126,8 79,9 49,0 56,4 69,1 103,5 40,6 76,6 74,2 90,3 71,7 922,5
EEC
ET0 192,8 145,4 123,8 76,7 45,2 30,7 35,8 57,2 83,8 120,8 155,1 182,2 1249,3
P 86,6 106,9 105,6 66,7 49,8 80,9 73,0 87,4 59,5 66,6 133,6 59,9 976,6
PFD
ET0 195,4 147,5 121,4 73,3 43,2 27,1 33,2 49,2 83,1 120,4 155,5 186,1 1235,3

Del cálculo de las diarias (mm/día), se determinaron los valores de para


cada cultivo ( ). Los valores de de cada rodal, también expresados en mm, se
muestran en la tabla V.4.

Tabla V.4. Valores medios mensuales expresados en mm, para distintos rodales y
situaciones de pastizal.

ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic Total
ETPino 226,5 162,2 137,6 88,5 51,1 34,6 40,7 66,1 98,0 137,9 176,3 213,2 1432,9
EEC

ETEvim 209,1 146,8 124,2 78,6 44,9 30,1 35,5 58,3 88,9 125,5 160,7 199,5 1302,0
ETPast 134,9 101,8 86,6 53,7 31,6 21,5 25,0 40,1 58,7 84,6 108,5 127,5 874,5
ETEvim1 267,2 182,8 152,4 92,5 54,2 34,6 42,9 62,4 109,3 157,9 202,1 255,0 1613,5
ETEcam2 230,0 157,5 129,4 79,0 45,8 28,4 36,0 52,6 93,2 136,8 174,3 221,2 1384,3
ETEcam3 251,2 172,3 142,1 86,4 50,3 31,7 39,7 58,0 102,5 149,4 190,9 241,3 1515,9
PFD

ETEcam4 215,4 149,1 122,6 74,8 43,4 27,0 34,1 49,9 87,9 129,1 164,1 207,0 1304,4
ETEcam5 262,8 178,1 147,9 89,2 51,9 33,1 41,1 60,0 106,1 154,1 198,1 251,1 1573,7
ETPast 136,8 103,2 85,0 51,3 30,2 19,0 23,2 34,4 58,2 84,3 108,8 130,2 864,7
Donde: , es la correspondiente a la forestación de P. radiata; , es la de
la forestación de E. viminalis en EEC; , es la de la forestación de E. viminalis en
PFD (parcela 1); a , son las plantaciones de E. camaldulensis
correspondientes a las parcelas 2 a 5 del PFD, y , son las de los pastizales.

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Los valores de utilizados para el cálculo de surgen de sumar los coeficientes
duales diarios ( + ). Los valores medios, máximos y mínimos de estos coeficientes, se
muestran en la tabla V.5 y V.6 para cada uno de los meses muestreados. En el caso
particular de los pastizales, tomados como condición natural de uso en cada uno de los
sitios estudiados, los valores de se fijaron en 0,7 para el total de los períodos
considerados, aunque en la bibliografía se indica variaciones de 0,3 a 0,75 según sea el
período de crecimiento que se considere (Allen et al., 2006).

Tabla V.5. Valores mínimos (mín), medios (med) y máximos (máx) mensuales de los
coeficientes únicos de cultivo ( ) correspondientes a las plantaciones forestales y situación
natural de la Estancia El Centauro (EEC).

EEC
Kc Pino Kc Evim Kc Evim Kc Pino
fecha fecha Kc Past
mín med máx mín med máx mín med máx mín med máx
ene09 0,9 1,2 1,7 0,8 1,2 1,5 jul10 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,1 0,7
feb09 1,0 1,1 1,2 0,9 1,0 1,1 ago10 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,1
mar09 0,8 1,1 1,2 0,7 1,0 1,1 sep10 1,0 1,1 1,3 0,9 1,0 1,1
abr09 1,1 1,2 1,4 1,0 1,1 1,2 oct10 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,3
may09 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,2 nov10 1,0 1,2 1,3 0,9 1,1 1,3
jun09 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,2 dic10 1,1 1,2 1,4 1,0 1,2 1,3
jul09 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,1 ene11 1,0 1,2 1,4 0,9 1,0 1,3
ago09 1,0 1,2 1,4 0,9 1,0 1,3 feb11 0,9 1,1 1,3 0,8 1,1 1,3
sep09 1,0 1,1 1,2 0,8 1,0 1,1 mar11 1,0 1,2 1,3 0,9 1,1 1,2
oct09 0,9 1,1 1,4 0,8 1,0 1,3 abr11 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,2
nov09 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,1 may11 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,1
dic09 0,9 1,1 1,2 0,8 1,0 1,2 jun11 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,1
ene10 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,3 jul11 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,1
feb10 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,1 ago11 0,8 1,1 1,2 0,7 1,0 1,1
mar10 0,9 1,1 1,3 0,9 1,0 1,2 sep11 1,0 1,2 1,4 0,9 1,2 1,3
abr10 0,8 1,1 1,3 0,7 1,0 1,1 oct11 0,9 1,1 1,3 0,8 1,0 1,3
may10 0,8 1,1 1,2 0,7 1,0 1,1 nov11 0,9 1,1 1,2 0,8 1,1 1,2
jun10 0,7 1,1 1,3 0,6 1,0 1,1 dic11 1,1 1,2 1,3 1,0 1,1 1,2

Donde: , corresponde a los coeficientes de cultivo ( ) del rodal de P. radiata de la


EEC; , son los valores de para el rodal de E. viminalis de la EEC; , es el
correspondiente a los pastizales de EEC.

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Tabla V.6. Valores mínimos (mín), medios (med) y máximos (máx) mensuales de los
coeficientes únicos de cultivo ( ) correspondientes a las plantaciones forestales y situación
natural del Predio Forestal Dolores (PFD).

PFD
Kc Evim1 Kc Ecam2 Kc Ecam3 Kc Ecam4 Kc Ecam5
fecha Kc Past
mín med máx mín med máx mín med máx mín med máx mín med máx
sep09 1,1 1,3 1,6 0,9 1,1 1,3 1,0 1,2 1,5 0,8 1,0 1,2 1,0 1,2 1,5 0,7
oct09 1,1 1,3 1,6 0,9 1,2 1,4 1,0 1,3 1,5 0,9 1,1 1,2 1,1 1,3 1,6
nov09 1,0 1,3 1,6 0,8 1,1 1,3 0,9 1,2 1,4 0,8 1,0 1,2 1,0 1,3 1,5
dic09 1,1 1,3 1,6 0,9 1,1 1,3 1,0 1,2 1,4 0,9 1,1 1,2 1,1 1,3 1,5
ene10 1,1 1,4 1,6 0,9 1,2 1,3 1,0 1,3 1,5 0,9 1,1 1,2 1,1 1,3 1,6
feb10 1,0 1,2 1,4 0,8 1,0 1,3 0,9 1,1 1,4 0,8 1,0 1,2 1,0 1,2 1,4
mar10 0,9 1,2 1,5 0,8 1,0 1,3 0,8 1,1 1,5 0,7 1,0 1,2 0,9 1,1 1,5
abr10 0,9 1,2 1,5 0,8 1,0 1,3 0,9 1,1 1,4 0,7 1,0 1,2 0,9 1,2 1,5
may10 0,8 1,2 1,3 0,7 1,0 1,2 0,7 1,1 1,3 0,7 0,9 1,1 0,8 1,1 1,3
jun10 0,9 1,2 1,5 0,7 1,0 1,2 0,8 1,1 1,4 0,7 1,0 1,2 0,8 1,2 1,4
jul10 0,9 1,2 1,5 0,7 1,0 1,3 0,8 1,1 1,4 0,7 1,0 1,2 0,8 1,2 1,5
ago10 1,1 1,2 1,5 0,9 1,0 1,3 1,0 1,1 1,4 0,8 1,0 1,2 1,0 1,2 1,5
sep10 1,1 1,3 1,6 0,9 1,1 1,3 1,0 1,2 1,5 0,9 1,0 1,3 1,0 1,2 1,6
oct10 1,0 1,3 1,7 0,9 1,1 1,4 1,0 1,2 1,5 0,9 1,1 1,3 1,0 1,3 1,6
nov10 1,1 1,3 1,7 1,0 1,1 1,4 1,0 1,2 1,6 0,9 1,1 1,3 1,1 1,3 1,6
dic10 1,2 1,4 1,7 1,0 1,2 1,4 1,1 1,3 1,5 1,0 1,1 1,3 1,2 1,4 1,7
ene11 1,2 1,3 1,5 1,0 1,1 1,3 1,1 1,2 1,5 0,9 1,1 1,2 1,1 1,3 1,6
feb11 1,0 1,3 1,5 0,9 1,1 1,3 1,0 1,2 1,4 0,8 1,0 1,2 1,0 1,2 1,5
mar11 1,2 1,3 1,7 1,0 1,1 1,4 1,1 1,2 1,6 1,0 1,1 1,3 1,1 1,3 1,7
abr11 1,1 1,3 1,6 0,9 1,1 1,4 1,0 1,2 1,5 0,8 1,0 1,3 1,0 1,3 1,6
may11 1,1 1,3 1,6 0,9 1,1 1,3 1,0 1,2 1,4 0,8 1,0 1,2 1,0 1,2 1,5
jun11 0,9 1,2 1,5 0,7 1,0 1,2 0,8 1,1 1,3 0,7 1,0 1,1 0,8 1,2 1,4
jul11 1,0 1,2 1,7 0,8 1,0 1,4 0,9 1,1 1,6 0,8 1,0 1,3 0,9 1,2 1,6
ago11 0,9 1,2 1,6 0,8 1,0 1,3 0,8 1,1 1,4 0,7 1,0 1,2 0,9 1,2 1,5
sep11 1,2 1,4 1,6 1,0 1,2 1,4 1,1 1,3 1,5 0,9 1,1 1,3 1,1 1,3 1,6
oct11 1,0 1,3 1,6 0,8 1,1 1,4 0,9 1,2 1,5 0,8 1,0 1,3 0,9 1,2 1,6
nov11 1,1 1,3 1,6 0,9 1,1 1,3 1,0 1,3 1,5 0,9 1,1 1,3 1,1 1,3 1,6
dic11 1,2 1,3 1,7 1,0 1,2 1,4 1,1 1,3 1,6 0,9 1,1 1,4 1,1 1,3 1,7
ene12 1,2 1,4 1,7 1,0 1,2 1,3 1,1 1,3 1,5 0,9 1,1 1,2 1,1 1,4 1,6
feb12 1,0 1,3 1,5 0,8 1,1 1,3 0,9 1,2 1,4 0,8 1,0 1,2 0,9 1,2 1,4
mar12 1,0 1,2 1,5 0,8 1,0 1,3 0,9 1,1 1,5 0,8 1,0 1,2 0,9 1,2 1,5
abr12 1,0 1,2 1,5 0,8 1,1 1,3 0,9 1,1 1,4 0,8 1,0 1,2 0,9 1,2 1,5
may12 0,9 1,2 1,5 0,8 1,0 1,3 0,8 1,1 1,5 0,7 1,0 1,2 0,9 1,2 1,5
jun12 1,0 1,3 1,6 0,8 1,0 1,3 0,9 1,2 1,5 0,8 1,0 1,3 1,0 1,2 1,6
jul12 1,0 1,3 1,6 0,8 1,1 1,4 0,9 1,2 1,5 0,8 1,0 1,3 1,0 1,2 1,6
ago12 1,1 1,3 1,7 0,9 1,1 1,4 1,0 1,2 1,5 0,9 1,0 1,3 1,1 1,2 1,6

Donde: , corresponde a los coeficientes de cultivo ( ) del rodal de E. viminalis del


PFD (parcela 1); son los valores de para los rodales de E.
camaldulensis del PFD (parcelas 2 a 5); , es el correspondiente a los pastizales del
PFD.

A pesar de que los coeficientes de las Tablas V.5 y V.6 no se comportan de forma
normal (ya que el producto entre el coeficiente medio anual y la media anual, no es
igual a la media anual calculada de los diarios), los máximos y mínimos son
valores absolutos que se hallan entre los rangos 0,6-1,7 para EEC y 0,7-1,7 para PFD, y se
encuentran muy por encima de los correspondientes a las situaciones de pastizal en su

Página | 183
punto máximo de consumo ( =0,7). Esto da una noción de que las forestaciones
presentan un consumo superior del recurso frente a otros tipos vegetales.

Los valores así obtenidos fueron trabajados con balances seriados a nivel del suelo
(balance de thornthwaite) para observar el comportamiento temporal de las reservas del
suelo en cada uno de los sitios estudiados, y para cada uno de las condiciones de uso
consideradas. Además, para cada sitio se tomo una situación natural o de pastizal, con un
contenido de agua disponible en el suelo de 200mm para EEC (Hurtado et al., 2006) y de
180mm para el PFD (Nuñez et al., 2007), y una con forestación. En el caso de las
forestaciones, el agua disponible en el suelo se determinó por la aplicación del programa
“Soil Water Characteristics” (Saxton y Rawls, 2006), dado que ha tenido buenos resultados
en la región pampeana (Landini et al., 2007). Para ello, se asumió una profundidad de
raíces de 6m, por parte de las forestaciones de pino y eucalipto, y se utilizó información de
suelos provenientes de las cartas 1:50000 del INTA (2010, 2011) y observaciones
realizadas a campo. Los valores obtenidos de agua disponible en el suelo para EEC y PFD
fueron 838,8 y 841,2mm respectivamente, sin embargo, en los casos donde la freática se
mantuvo por encima de los 6m de profundidad, estos valores deberían ser mayores. Esto
se debe a que el agua disponible en el suelo se calcula como la existente entre los puntos
de marchitez permanente y capacidad de campo, y en el caso de la freática el suelo se
encuentra saturado y el contenido de agua es superior. Además, si bien la carga y
descarga del acuífero es básicamente vertical, existe un aporte horizontal que a nivel local
puede ser importante.

A continuación se exponen los balances obtenidos (Tablas V.7 a V.15) junto con los
gráficos de la evolución mensual de los componentes: , (= )y (Gráficos V.2 a
V.10). Cabe aclarar que en los balances no se han considerado los aportes de agua
horizontales por la presencia del acuífero freático. Esto sugiere que los balances solo
representan el rendimiento hídrico promedio mensual de cada situación analizada, y que
estos rendimientos constituyen la recarga del sistema, al mostrarse como excedentes
(balances positivos), o descargas, al manifestarse como déficits (balances negativos).

Página | 184
Tabla V.7. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite, con un factor de cultivo general
correspondiente a un pastizal de la EEC (Kc=0,7) y un valor de retención de agua útil en el
suelo de 200mm.

EEC (Past) ene feb mar abr may jun jul ago sep Oct nov dic Total
P 84,3 126,8 79,9 49,0 56,4 69,1 103,5 40,6 76,6 74,2 90,3 71,7 922,5
ETP 134,9 101,8 86,6 53,7 31,6 21,5 25,0 40,1 58,7 84,6 108,5 127,5 874,5
P-ETP -50,6 25,0 -6,7 -4,7 24,8 47,7 78,5 0,5 17,9 -10,4 -18,3 -55,8 48,0
R 115,6 65,0 90,0 83,3 78,6 103,4 151,1 200,0 200,0 200,0 189,6 171,4 115,6
∆R -50,6 25,0 -6,7 -4,7 24,8 47,7 48,9 0,0 0,0 -10,4 -18,3 -55,8 0,0
ETR 134,9 101,8 86,6 53,7 31,6 21,5 25,0 40,1 58,7 84,6 108,5 127,5 874,5
Déf 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
Exc 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 29,5 0,5 17,9 0,0 0,0 0,0 48,0

Donde: P, representa a la precipitación; ETP, la evapotranspiración potencial de cada


cultivo (=ETC); R, es la reserva de agua en el suelo; ΔR es la variación de reserva del
suelo; ETR es la evapotranspiración real; Déf, es el déficit de agua en el suelo, y Exc, son
los excedentes de agua.

(mm)
200
EEC (Pastizal)
150

100
P
50
ETP
ETR
0
ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic

Gráfico V.2. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para un


ciclo hidrológico promedio de un pastizal de la EEC.

Tabla V.8. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite, con un factor de cultivo general
correspondiente a un pastizal del PFD ( = 0,7) y un valor de retención de agua útil en el
suelo de 180mm.

PFD (Past) ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic Total
P 86,6 106,9 105,6 66,7 49,8 80,9 73,0 87,4 59,5 66,6 133,6 59,9 976,6
ETP 136,8 103,2 85,0 51,3 30,2 19,0 23,2 34,4 58,2 84,3 108,8 130,2 864,7
P-ETP -50,2 3,7 20,6 15,4 19,6 61,9 49,8 53,0 1,3 -17,7 24,8 -70,3 111,8
R 109,7 59,5 63,1 83,7 99,2 118,7 180,0 180,0 180,0 180,0 162,3 180,0 109,7
∆R -50,2 3,7 20,6 15,4 19,6 61,3 0,0 0,0 0,0 -17,7 17,7 -70,3 0,0
ETR 136,8 103,2 85,0 51,3 30,2 19,0 23,2 34,4 58,2 84,3 108,8 130,2 864,7
Déf 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
Exc 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,6 49,8 53,0 1,3 0,0 7,1 0,0 111,8

Página | 185
(mm)
200
PFD (Pastizal)
150

100
P
50 ETP
ETR
0
ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic

Gráfico V.3. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para un


ciclo hidrológico promedio de un pastizal del PFD.

Los balances correspondientes a las situaciones naturales de ambos sitios de


estudio (Tablas V.7 y V.8), evidencian excesos de 48,0 y 111,8 mm para EEC y PFD
respectivamente. Los mismos, se concentran en invierno y primavera (período húmedo),
donde la demanda evapotranspirativa de la atmósfera es mínima y el suelo se encuentra a
capacidad de campo. Al graficar estos balances (Gráficos V.2 y V.3), se observa con
mayor facilidad la evolución de los componentes precipitación media mensual ( ),
evapotranspiración media mensual ( ) y evapotranspiración media real ( ), donde las
variaciones positivas de las reservas del suelo suceden gran parte del año (prácticamente
de febrero a noviembre) y solo diciembre y enero se presentan con altos valores negativos
en la reserva, sin llegar a agotarla. La recarga subterránea, entonces, se concentra en el
período de excesos (invierno y primavera). Esto demuestra que los excesos hídricos
prevalecen frente al déficit (rendimientos hídricos positivos) y explican en parte la
presencia de una capa freática elevada y las situaciones de estrés hídrico por anegamiento
prolongado que acompañan al lento drenaje superficial que caracteriza estos paisajes.

En las situaciones subsiguientes (Tablas V.9 a V.15 y Gráficos V.4 a V.10) se


analizan las coberturas forestales de EEC y PFD, donde los balances demuestran solo
rendimientos hídricos negativos de distintas magnitudes. En los casos donde hay aporte
continuo de agua freática, el consumo de agua por parte de las forestaciones estaría
representado por la y no por la a nivel mensual. Al margen de esto, estos análisis
permiten identificar que en los períodos de menor demanda atmosférica (mayo-agosto), el
aporte de agua por precipitación es suficiente para satisfacer la demanda de las
plantaciones por lo que, en teoría, no se generaría descarga freática, cosa que si ocurre el
resto del año.

Página | 186
Tabla V.9. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un factor de
cultivo diario, calculado para una plantación de P. radiata de la pampa ondulada y un valor
de retención de agua útil del suelo de 838,8mm.

EEC (Pino) ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic Total
P 84,3 126,8 79,9 49,0 56,4 69,1 103,5 40,6 76,6 74,2 90,3 71,7 922,5
ETP 226,5 162,2 137,6 88,5 51,1 34,6 40,7 66,1 98,0 137,9 176,3 213,2 1432,9
P-ETP -142,2 -35,4 -57,7 -39,5 5,3 34,5 62,8 -25,5 -21,4 -63,7 -86,1 -141,5 -510,3
R 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 5,3 39,8 102,6 77,1 55,7 0,0 0,0 0,0
∆R 0,0 0,0 0,0 0,0 5,3 34,5 62,8 -25,5 -21,4 -55,7 0,0 0,0 0,0
ETR 84,3 126,8 79,9 49,0 51,1 34,6 40,7 66,1 98,0 129,9 90,3 71,7 922,5
Déf 142,2 35,4 57,7 39,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 8,0 86,1 141,5 510,3
Exc 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

(mm)
200
EEC (P. radiata)
150

100
P
50 ETP
ETR
0
ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic

Gráfico V.4. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para un


ciclo hidrológico promedio de una plantación de P. radiata de la pampa ondulada.

Tabla V.10. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un factor


de cultivo diario, calculado para una plantación de E. viminalis de la pampa ondulada y un
valor de retención de agua útil del suelo de 838,8mm.

EEC (E. vim) ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic Total
P 84,3 126,8 79,9 49,0 56,4 69,1 103,5 40,6 76,6 74,2 90,3 71,7 922,5
ETP 209,1 146,8 124,2 78,6 44,9 30,1 35,5 58,3 88,9 125,5 160,7 199,5 1302,0
P-ETP -124,8 -19,9 -44,3 -29,6 11,5 39,0 68,0 -17,7 -12,3 -51,3 -70,4 -127,7 -379,5
R 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 11,5 50,5 118,5 100,9 88,6 37,3 0,0 0,0
∆R 0,0 0,0 0,0 0,0 11,5 39,0 68,0 -17,7 -12,3 -51,3 -37,3 0,0 0,0
ETR 84,3 126,8 79,9 49,0 44,9 30,1 35,5 58,3 88,9 125,5 127,6 71,7 922,5
Déf 124,8 19,9 44,3 29,6 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 33,1 127,7 379,5
Exc 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Página | 187
(mm)
200
EEC (E. viminalis)
150

100
P
50 ETP
ETR
0
ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic

Gráfico V.5. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para un


ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. viminalis de la pampa ondulada.

Tabla V.11. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un factor


de cultivo diario, calculado para una plantación de E. viminalis de la pampa deprimida
(Parcela 1) y un valor de retención de agua útil del suelo de 841,2mm.

PFD (E. vim1) ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic Total
P 86,6 106,9 105,6 66,7 49,8 80,9 73,0 87,4 59,5 66,6 133,6 59,9 976,6
ETP 267,2 182,8 152,4 92,5 54,2 34,6 42,9 62,4 109,3 157,9 202,1 255,0 1613,5
P-ETP -180,6 -75,9 -46,8 -25,8 -4,4 46,3 30,1 25,0 -49,8 -91,3 -68,5 -195,1 -637,0
R 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 46,3 76,4 101,4 51,5 0,0 0,0 0,0
∆R 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 46,3 30,1 25,0 -49,8 -51,5 0,0 0,0 0,0
ETR 86,6 106,9 105,6 66,7 49,8 34,6 42,9 62,4 109,3 118,1 133,6 59,9 976,6
Déf 180,6 75,9 46,8 25,8 4,4 0,0 0,0 0,0 0,0 39,8 68,5 195,1 637,0
Exc 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

(mm)
250
PFD (E. viminalis1)
200

150

100 P
50 ETP
ETR
0
ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic

Gráfico V.6. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para un


ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. viminalis de la pampa deprimida (Parcela
1).

Página | 188
Tabla V.12. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un factor
de cultivo diario, calculado para una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida
(Parcela 2) y un valor de retención de agua útil del suelo de 841,2mm.

PFD (E. cam2) ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic Total
P 86,6 106,9 105,6 66,7 49,8 80,9 73,0 87,4 59,5 66,6 133,6 59,9 976,6
ETP 230,0 157,5 129,4 79,0 45,8 28,4 36,0 52,6 93,2 136,8 174,3 221,2 1384,3
P-ETP -143,4 -50,6 -23,8 -12,3 4,0 52,5 37,0 34,8 -33,7 -70,2 -40,7 -161,3 -407,8
R 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 4,0 56,5 93,5 128,2 94,6 24,3 0,0 0,0
∆R 0,0 0,0 0,0 0,0 4,0 52,5 37,0 34,8 -33,7 -70,2 -24,3 0,0 0,0
ETR 86,6 106,9 105,6 66,7 45,8 28,4 36,0 52,6 93,2 136,8 157,9 59,9 976,6
Déf 143,4 50,6 23,8 12,3 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 16,3 161,3 407,8
Exc 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

(mm)
200
PFD (E. camaldulensis2)

150

100
P
50 ETP
ETR
0
ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic

Gráfico V.7. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para un


ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida
(Parcela 2).

Tabla V.13. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un factor


de cultivo diario, calculado para una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida
(Parcela 3) y un valor de retención de agua útil del suelo de 841,2mm.

PFD (E. cam3) ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic Total
P 86,6 106,9 105,6 66,7 49,8 80,9 73,0 87,4 59,5 66,6 133,6 59,9 976,6
ETP 251,2 172,3 142,1 86,4 50,3 31,7 39,7 58,0 102,5 149,4 190,9 241,3 1515,9
P-ETP -164,6 -65,4 -36,5 -19,7 -0,5 49,2 33,3 29,4 -43,0 -82,8 -57,3 -181,4 -539,4
R 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 49,2 82,6 112,0 69,0 0,0 0,0 0,0
∆R 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 49,2 33,3 29,4 -43,0 -69,0 0,0 0,0 0,0
ETR 86,6 106,9 105,6 66,7 49,8 31,7 39,7 58,0 102,5 135,6 133,6 59,9 976,6
Déf 164,6 65,4 36,5 19,7 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0 13,9 57,3 181,4 539,4
Exc 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Página | 189
(mm)
250
PFD (E. camaldulensis3)
200

150

100 P
50 ETP
ETR
0
ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic

Gráfico V.8. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para un


ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida
(Parcela 3).

Tabla V.14. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un factor


de cultivo diario, calculado para una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida
(Parcela 4) y un valor de retención de agua útil del suelo de 841,2mm.

PFD (E. cam4) ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic Total
P 86,6 106,9 105,6 66,7 49,8 80,9 73,0 87,4 59,5 66,6 133,6 59,9 976,6
ETP 215,4 149,1 122,6 74,8 43,4 27,0 34,1 49,9 87,9 129,1 164,1 207,0 1304,4
P-ETP -128,8 -42,2 -17,0 -8,1 6,4 53,9 38,9 37,5 -28,4 -62,5 -30,5 -147,1 -327,9
R 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 6,4 60,3 99,3 136,8 108,4 45,8 15,3 0,0
∆R 0,0 0,0 0,0 0,0 6,4 53,9 38,9 37,5 -28,4 -62,5 -30,5 -15,3 0,0
ETR 86,6 106,9 105,6 66,7 43,4 27,0 34,1 49,9 87,9 129,1 164,1 75,2 976,6
Déf 128,8 42,2 17,0 8,1 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 131,8 327,9
Exc 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

(mm)
250
PFD (E. camaldulensis4)
200

150

100 P
50 ETP
ETR
0
ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic

Gráfico V.9. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para un


ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida
(Parcela 4).

Página | 190
Tabla V.15. Balance hidrológico mensual de Thornthwaite ajustado en función de un factor
de cultivo diario, calculado para una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida
(Parcela 5) y un valor de retención de agua útil del suelo de 841,2mm.

PFD (E. cam5) ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic Total
P 86,6 106,9 105,6 66,7 49,8 80,9 73,0 87,4 59,5 66,6 133,6 59,9 976,6
ETP 262,8 178,1 147,9 89,2 51,9 33,1 41,1 60,0 106,1 154,1 198,1 251,1 1573,7
P-ETP -176,2 -71,2 -42,3 -22,5 -2,1 47,8 31,9 27,4 -46,6 -87,5 -64,5 -191,2 -597,2
R 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 47,8 79,6 107,0 60,4 0,0 0,0 0,0
∆R 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 47,8 31,9 27,4 -46,6 -60,4 0,0 0,0 0,0
ETR 86,6 106,9 105,6 66,7 49,8 33,1 41,1 60,0 106,1 127,0 133,6 59,9 976,6
Déf 176,2 71,2 42,3 22,5 2,1 0,0 0,0 0,0 0,0 27,1 64,5 191,2 597,2
Exc 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

(mm)
250
PFD (E. camaldulensis5)
200

150

100 P
50 ETP
ETR
0
ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic

Gráfico V.10. Comportamiento de la , y (expresados en mm de lámina) para un


ciclo hidrológico promedio de una plantación de E. camaldulensis de la pampa deprimida
(Parcela 5).

Finalmente se presenta la evolución mensual de los valores absolutos y acumulados


de y para cada sitio de estudio (EEC y PFD), junto con las precipitaciones diarias
correspondientes (Gráficos V.11 y V.14).

Página | 191
(mm) P
ETPino
ET0
ETEvim
EEC
250
ETPast
200

150

100

50

Gráfico V.11. Evolución temporal de los componentes y correspondiente a la


situación de referencia ( ); a la plantación de P. radiata ( ); a la plantación de E.
viminalis ( ), y a una situación de pastizal ( ) en la EEC.

(mm)
EEC 4500
4000
P ET0 3500
ETPino ETEvim 3000
ETPast 2500
2000
1500
1000
500
0

Gráfico V.12. Evolución temporal de los componentes acumulados de y


correspondiente a la situación de referencia ( ); a la plantación de P. radiata ( ); a la
plantación de E. viminalis ( ), y a una situación de pastizal ( ) en la EEC.

Los Gráficos V.11 y V.12 permiten observar el comportamiento temporal del aporte
de agua por precipitación y el consumo por evapotranspiración de cada plantación
evaluada de la EEC ( , ), natural y de referencia ( y ). A simple vista se
observa que las forestaciones consumen más agua que el pastizal. Este consumo
diferencial condiciona balances positivos en el caso de los pastizales (+48mm) y negativos
en el de las forestaciones de pino y eucalipto (-510,3 y -379,5mm), lo cual provoca un
déficit que es suplido por el aporte de agua freática. Es interesante notar, que al existir un

Página | 192
aporte continuo de agua freática, las curvas de evapotranspiración no mantienen una
correlación con las precipitaciones sino más bien con las condiciones climáticas y
demuestran un comportamiento cíclico, con máximos en verano y mínimos en invierno.
Además, se puede diferenciar que el consumo de agua por parte de las forestaciones se
encuentra por encima del de referencia, y aun más, que el componente de
evapotranspiración en el rodal de pino es superior al del eucalipto.

(mm)
P
PFD
300 ET0
250 ETEvim1
ETEcam2
200 ETEcam3
ETEcam4
150 ETEcam5
100
50
0

Gráfico V.13. Evolución temporal de los componentes y correspondiente a la


situación de referencia ( ); la plantación de E. viminalis de la parcela 1 ( ); las
plantaciones de E. camaldulensis de las parcelas 2 a 5 ( - ), y la de una
situación de pastizal ( ) en el PFD.

(mm)
PFD 5000
P ET0 4500
ETEvim1 ETEcam2 4000
ETEcam3 ETEcam4 3500
ETEcam5 ETPast 3000
2500
2000
1500
1000
500
0

Gráfico V.14. Evolución temporal de los componentes acumulados de y


correspondiente a la situación de referencia ( ); la plantación de E. viminalis de la parcela
1( ); las plantaciones de E. camaldulensis de las parcelas 2 a 5 ( - ), y
la de una situación de pastizal ( ) en el PFD.

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En los gráficos V.13 y V.14, al igual que en EEC, se evidencia un consumo
diferencial de agua entre el pastizal y las forestaciones que genera un balance promedio
anual positivo para el pastizal (+111,8mm) y balances negativos para las forestaciones (-
637,0; -407,8; -539,4; -327,9 y -597,2mm) que también serían suplidos por aporte de agua
freática. Esto nos demuestra un ranquin de consumo de agua ordenado de la siguiente
manera: > > > > , y que mantiene relación con las
coberturas determinadas para cada rodal (apartado 2.3.2, Tabla II.3).

Página | 194
5.4 DISCUSIÓN

Las forestaciones estudiadas demostraron un consumo de agua muy superior a las


situaciones de pastizal en ambos sitios de estudio. Estos resultados son congruentes con
las referencias mundiales al respecto (Bosch y Hewlett, 1982; Calder, 1992, 2003, 2008;
Bruijnzeel, 1997; Benyon et al., 2006; Nisbet et al., 2011) y coincide con los antecedentes
locales en cuanto a consumo de las forestaciones de rápido crecimiento (Jobbágy y
Jackson, 2004; Nosetto et al., 2005; Jobbágy et al. 2006a, 2006b). Bajo el supuesto de que
no poseen limitaciones hídricas, estas forestaciones alcanzan valores de
evapotranspiración muy superiores al agua proveniente de las lluvias, al punto de ser
equivalentes a la evapotranspiración potencial. Debe tenerse en cuenta sin embargo, que
al no estimarse los aportes reales de la napa no puede hablarse de evapotranspiración real
y que las limitaciones hídricas pueden ser el resultado de una capa freática profunda e
inaccesible, como también, el resultado de una baja conductividad hidráulica de los
sedimentos o un alto contenido de sales bajo las forestaciones.

Los valores de para pastizales en cambio, se establecieron por debajo de los


valores de precipitación media (875mm en EEC y 865mm en PFD), pero 100mm por
encima de los valores esperables para estas zonas (Laurencena et al., 2005; Nuñez et al.,
2007). Una posible explicación se encuentra en haber considerado un alto y constante
para los pastizales.

Con los valores logrados de , se podrían contrastar todos los componentes


obtenidos en esta tesis. Para ello, es necesario considerar que la evapotranspiración real
calculada solo considera la transpiración y la evaporación desde el suelo húmedo a
capacidad de campo, por lo que los excesos y déficit calculados serían absorbidos por los
componentes de intercepción, escurrimiento, y variaciones de humedad de la zona
saturada y no saturada del suelo.

Para la evaluación de los componentes individuales, se puede usar la ecuación V


18, donde: es la precipitación directa; representa agua interceptada por el dosel; es
la evapotranspiración desde el suelo, vegetación y reservorios de agua superficial; son
los escurrimientos superficiales, y y , representan la variación del contenido de
humedad de la zona vadosa o no saturada del suelo y la zona saturada (freática),
respectivamente.

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V.18

De esta forma, se considera que del agua que ingresa al suelo como infiltración ( ),
parte es utilizada por las plantas ( ), parte se pierde por evaporación ( ) y parte se
almacena ( ) (FAO, 2000). Superada la capacidad de almacenamiento del suelo
(capacidad de campo), el agua percola a capas más profundas (infiltración eficaz, efectiva
o recarga: ) y alimenta los acuíferos ( ) (Soares y Almeida, 2001). Este
comportamiento puede observarse en un sencillo esquema (Figura V.2).

Figura V.2. Esquema del movimiento vertical del agua en el suelo.

En este esquema se identifican los elementos primarios que han sido abordados en
esta tesis, con excepción de la variación del contenido de agua en el suelo ( ). Este
componente puede obtenerse de la ecuación V.18. En la tabla V.16 se observa el
desarrollo de los componentes de esta ecuación, para cada sitio y cobertura estudiado, y
bajo la consideración de que no existen limitaciones hídricas para las coberturas.

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Tabla V.16. Principales componentes del balance hidrológico anual para los tres años de
estudio en EEC y PFD.

Lugar Cobertura (mm) (mm) (mm) (mm) (mm) (mm)


P. radiata 187,3 -22,8 922,5 -240,8
76,3
EEC

E. viminalis 922,5 87,6 -24,0 922,5 -139,9


Pastizal 111,8 -14,6 874,5 -49,2
E. viminalis1 209,0 19,8 976,6 -320,8
E. cam.2 285,2 976,6 -415,0
E. cam.3 243,2 92,0 976,6 -373,0
PFD

976,6 37,8
E. cam.4 203,1 976,6 -332,9
E. cam.5 374,0 976,6 -503,8
Pastizal 122,4 38,0 864,7 -48,5

Donde: E. cam. representa la cobertura de Eucalyptus camaldulensis y los subíndices 1 a 5,


las parcelas del predio PFD (apartado 2.2.1.2c). indica la precipitación promedio para el
período de toma de datos (apartado 2.3.1); , la intercepción del agua de lluvia (apartado
2.3.2); , es el escurrimiento superficial determinado por la metodología del número de
curva (apartado 3.3.3); , es la variación de contenido de agua en la zona saturada o
freática del suelo (carga o descarga según el signo + o -) (apartado 4.3.1); , indica los
valores de evapotranspiración real de cada cobertura (apartado 5.3.1), y , es la variación
del contenido de agua en la zona no saturada.

Al analizar esta tabla surgen irregularidades en los componentes, despreciables


para los objetivos particulares de esta tesis pero notorios en el balance hidrológico anual.
Se puede observar un descenso importante del contenido de humedad del suelo que no es
correspondido por la variación del contenido de humedad en la zona vadosa. Esto podría
responder a las características propias del período de estudio, caracterizado por años
atípicos (irregularmente secos o húmedos), donde las variables estudiadas no tuvieron un
comportamiento regular y/o a imprecisiones acumuladas por la aplicación de cada una de
las metodologías.

Dejando de lado estas consideraciones, es posible indicar que el consumo


diferencial de agua, producto de la conversión de pastizales por forestaciones de rápido
crecimiento, ha demostrado superar en un 51-87% a la situación natural y tornar los
rendimientos hídricos de positivos a marcadamente negativos. Tal como lo sostienen Engel
et al. (2005) y Jobbágy y Jackson (2004, 2007), estos balances negativos son mantenidos
gran parte del año por el aporte de agua freática (períodos enero-abril y septiembre-
diciembre, gráficos V.4 a V.10), lo que representa un aporte del 41-55% y 35-67% por
encima de la precipitación media anual de EEC y PFD, respectivamente.

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En estas condiciones, si se considerara una sustitución a gran escala de la
vegetación herbácea por forestaciones de pino y eucalipto en la pampa húmeda, se
esperaría una profundización del nivel de capa freática. Esta especulación coincide con lo
expuesto por Jobbágy (2011), al indicar que situaciones de forestación masiva en la llanura
podrían generar descensos regionales del nivel freático y afectar humedales cercanos, sin
embargo no encuentra respaldo en los resultados de obtenidos en esta tesis (apartado
4.3.1). Por otra parte, resulta oportuno advertir que este aparente consumo masivo de
agua subterránea, contrariamente a lo expuesto por Poore y Fries (1987), no afectaría
gravemente a las poblaciones que se encuentran aguas abajo, en parte porque se
abastecen de aguas más profundas y menos salobres, y en parte porque la actividad
reinante en estas zonas son los cultivos de secano y el pastoreo de pastura natural, que no
hace uso del agua freática y podrían verse beneficiadas por un aumento de la capacidad
de infiltración de estos suelos y el consecuente lavado de sales y disminución de
anegamientos. En definitiva, uno de los problemas más alarmantes del consumo de agua
por parte de las plantas esta dado por la posibilidad de salinización de los suelos y napas,
cuestión que ha sido abordada intensamente por estudios locales (Jackson et al. 2005;
Jobbágy y Jackson 2003, 2007; Nosetto et al. 2007, 2008) y es necesario seguir
profundizando.

En los gráficos V.11 a V.14 es posible identificar consumos diferenciales de agua


entre especies vegetales y los distintos rodales. Este comportamiento evidencia una fuerte
influencia climática, donde se corresponden los momentos de mayor consumo de agua con
los de mayor demanda atmosférica. De la misma manera es posible identificar que
aquellos rodales con mayor cobertura del suelo son los que presentaron los mayores
consumos de agua, en coincidencia con los expuesto por Calder et al. (2003) en bosques
de coníferas y Huber et al. (1998) para bosques de E. nitens en Chile.

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Besteiro Sebastián I.

Capítulo 6
Consideraciones finales
6.1 CONSIDERACIONES FINALES

En función de los resultados alcanzados en esta tesis es posible identificar algunas


pautas generales de manejo del agua en ambientes de llanura. Para ello, es necesario
comprender que la intervención de ambientes degradados mediante la incorporación y
manejo de especies forestales para consolidación de márgenes de ríos torrenciales,
cárcavas y cabecera de cuencas, representa una actividad recomendable en el manejo de
cuencas hidrográficas típicas, donde la erosión de tipo laminar es potenciada por las altas
pendientes y formación de torrentes.

En el caso de los sistemas llanos estas estructuras entran en desuso al punto de


preguntarse si no representan un perjuicio. Los estudios recientes indican que las
forestaciones afectan la dinámica hídrica al deprimir el acuífero freático y generar
aumentos en la concentración de sales por migración desde zonas aledañas (George et
al., 1999; Farley et al. 2005; Jobbágy et al., 2006a; Jobbágy et al., 2006b; Nosetto et al.
2008). Sin embargo, este proceso, lejos de poder ratificarlo con la evaluación de los
componentes del balance bajo forestaciones, debe ser tomado en cuenta en futuras líneas
de trabajo y es preciso considerarlo al incorporar forestaciones en estos ambientes.

Se manifiesta entonces, la necesidad de identificar pautas o criterios de


conservación del suelo que nos permitirá escoger las medidas de manejo del agua que
mejor se adapten a la problemática local. Para ello, se establece como primera medida, el
diagnóstico temprano y el desarrollo y mantenimiento de estudios de tipo
multidisciplinarios. No es posible la implementación de prácticas de uso y manejo del
suelo-agua con criterios conservacionistas, si desconocemos la dinámica y los procesos de
degradación que en ellos operan. Por tanto, el diagnóstico temprano de estos procesos y el
desarrollo y mantenimiento de estudios de tipo multidisciplinarios, son esenciales para
hallar soluciones concretas a problemas concretos.

El siguiente paso consistiría en definir la escala de trabajo en función de los


recursos y capacidades disponibles. Una escala regional, llevaría a adoptar a la cuenca
hidrográfica como unidad de estudio e integrar en ella todos los actores que la componen.
En cambio, la elección de una escala local, permitiría actuar a nivel predial (tranqueras
adentro), donde cada predio formaría parte de un área topo-hidrográfica en el que el
productor puede y debe efectuar el control de su agua según su relieve.
Independientemente de la escala de trabajo que sea considerada, es preciso contemplar

Página | 200
las prácticas y obras más convenientes a las características y circunstancias locales y
regionales.

La adopción de una escala predial, cuyo objetivo es el aprovechamiento ordenado


del recurso hídrico, posibilitaría la aplicación de medidas de manejo de agua y suelos en
cualquier situación de la pampa ondulada o deprimida. Se prefiere aquí la retención del
agua y no su evacuación, bajo el precepto de retener el agua donde cae.

La idea de retener agua en vez de canalizarla surge en 1884 con Florentino


Ameghino en su obra de “Las secas y las inundaciones”. Hoy en día, estas ideas se
complejizan al adaptarlas al nuevo estado de conocimiento de la dinámica de aguas
subterráneas. A este respecto, Sallies (1999) indica que retener agua de períodos de
excesos para utilizarla en los de sequía es una utopía imposible de realizar por poderosas
razones técnicas y económicas y no existe un solo proyecto que demuestre como puede
ser llevado a la práctica en un área tan extensa como la llanura pampeana.

A este respecto, varios especialistas han evidenciado las ventajas de retener el


agua en la provincia de Buenos aires (CADIA, 1987) al aumentar el volumen de agua
infiltrada por medio del almacenamiento de la misma en cubetas naturales y la utilización
de bordos en los límites de las mismas.

El aumento de la retención del agua tiene por finalidad el disminuir la necesidad de


esta en períodos deficitarios. Ello puede lograrse por el aumento del volumen naturalmente
acumulado en los terrenos bajos, mediante la instalación de bordos forestados. De esta
manera, se facilitaría la fijación de estos bordos a la vez que aumentaría la infiltración de
agua en el perfil (efecto estructurante de las raíces forestales), y se reduciría la
evaporación del agua almacenada (efecto de sombreado y barrera contra el viento).

Otra medida consiste en manejar los escurrimientos provenientes de campos


vecinos y los propios por la implementación de canales o pequeñas lomadas con líneas de
forestación en sentido contrario al sentido de la pendiente, provocando su retardo e
infiltración en el suelo.

Puede observarse que estas medidas platean el uso de cortinas como el sistema
agroforestal más promisorio, consideradas un método de ordenamiento predial de alto
beneficio económico, ambiental y paisajístico, con o sin la integración de los negocios del
cultivo protegido y el aprovechamiento maderero de la cortina (Alarcón y Matzner, 2002).

Página | 201
La instalación de cortinas representa una medida recomendable, ya que reduce la
evapotranspiración de los cultivos por frenado del viento y sombra, y aumentaría
consecuentemente la humedad del suelo en el período estival de mayor demanda
evapotranspirativa y reduciría los excesos de invierno al evitar el ascenso freático por
consumo directo. Sin embargo, no es posible implementar estos sistemas en los casos
estudiados ya que se trata de forestaciones en macizo, de difícil conversión a cortinas, y
además, una de ellas tiene un destino netamente maderero. Aquí, el alto poder
evapotranspirante de las masas forestales condiciona balances mayormente negativos a
nivel anual, donde los déficit son grandes. En años secos esto se vuelve perjudicial y
podría ser regulado mediante la reducción de su capacidad de intercepción a través de
podas y raleos, y así evitar descensos locales pronunciados del nivel freático.

El uso de plantaciones de pino y eucaliptus como biodrenajes a ha tenido buen


resultado en diversos países para el control de inundaciones, salinización del suelo y
elevación de la superficie freática y se ha documentado como una alternativa válida y
financieramente viable en la llanura pampeana en sistemas de silvopastoreo (Alconada et
al., 2009). La instalación de plantaciones con bajas densidades, es considerada como una
alternativa de menor impacto en estas regiones que podría reducir la intensidad del los
procesos de salinización asociados a estas coberturas (Jobbágy et al., 2006a)

En el caso del Predio Forestal Dolores, se realiza manejo de rebrote para lograr una
homogeneidad en las dimensiones de madera a extraer y de esta manera estarían
trabajando sobre la capacidad evapotranspirativa de las forestaciones. Sin embargo, en
años secos, la densidad de estas forestaciones acentuaría el déficit hídrico de forma
alarmante. Facilitar el ingreso de los escurrimientos de predios vecinos y su infiltración por
medio de una reorganización de caminos sería recomendable, pero el anegamiento de
plantaciones no es algo buscado en la actividad forestal por lo que debería acompañarse
con obras de arte que permitan controlar estos flujos al momento de las intervenciones
silvícolas. Una de estas obras de arte puede ser el uso de compuertas en canales de
desagües.

En el caso de la Estancia El Centauro, donde la forestación tiene un destino incierto,


podría pensarse en realizar una limpieza o raleo fuerte en fajas trasversales a la dirección
del escurrimiento para propender a su retención e infiltración a la vez que se utilizan como
montes de reparo para el ganado con desarrollo de pasturas entre fajas. La instalación de

Página | 202
cortinas puede significar entonces una medida recomendable por su efecto se sombreado
y barrera contra el viento. Esto aumentaría consecuentemente la humedad del suelo en el
período estival, de mayor demanda evapotranspirativa, y reduciría los excesos de invierno
a la vez que evita el ascenso freático por consumo directo.

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Besteiro Sebastián I.

Capítulo 7
Conclusiones
7.1 CONCLUSIONES

La identificación y caracterización de las áreas de estudio permitió definir a estas


como sistemas hidrológicos atípicos caracterizados por el predominio de suelos salino
sódicos, pendientes que no superan el 1% y movimientos verticales del agua que vinculan
una capa freática poco profunda con el sistema hidrológico superficial. El clima se
estableció como templado húmedo con precipitaciones que oscilan en 900 a 1000mm/año,
ligeramente concentradas en verano y que alcanzan a delinear, en la Estancia El Centauro
(EEC), débiles redes de escurrimiento que alimentan el drenaje de la cuenca del Arroyo El
Pescado. Esto no ocurre en el Predio Forestal Dolores (PFD), dado que responde a un
paisaje típicamente lacunar con pendientes aun menores y una capa freática más cercana
a la superficie, que agrava la situación ante excesos hídricos.

El inventario realizado sobre las forestaciones de Pinus radiata Don y Eucalyptus


viminalis Labill en EEC, y las de Eucalyptus camaldulensis Dehnh en el PFD, permitió
caracterizarlas como rodales adultos provistos de una canopea que supera los 20m de
altura y densidades que varían entre 650 y 1440pl/ha. Asimismo, sus áreas basales y
porcentajes de cobertura se estimaron en 73,5m 2/ha y 53,5% para pino, 8,9-9,6m2/ha y
36,7-60,0% para E. viminalis y 10,7-54,3m2/ha y 26,2-47,1% para E. camaldulensis. El
estado de conocimiento actual frente a las exiguas plantaciones forestales de la pampa
ondulada y pampa deprimida, permiten extrapolar estos valores como representativos de
las plantaciones de pino y eucalipto de estos ambientes.

Del análisis de los datos pluviográficos se obtuvo una buena correlación entre los
valores anuales y mensuales de las estaciones meteorológicas Julio Hirschhorn y
Aeródromo Dolores (EEJH y EMAD) junto con un elevado grado de correlación para cada
uno de los pares (“EEJH-Testigo EEC” y “EMAD-Testigo PFD”). Esto permitió utilizar
indistintamente tanto los datos pluviométricos de las estaciones meteorológicas como los
de los pluviómetros testigo. El consecuente estudio de la redistribución de estas lluvias
demostró la importancia parcial de cada uno de los flujos analizados (intercepción,
trascolación, escurrimiento fustal y precipitación neta), los cuales se mostraron altamente
correlacionados y en proporción constante a nivel mensual y estacional para cada una de
los rodales. Por tanto, se pudo definir que los valores de intercepción ( ) obtenidos en los
pinos duplica a la de los eucaliptos en EEC, mientras que los correspondientes a E.
viminalis en PFD duplican a los medidos para la misma especie en EEC. Dicho

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comportamiento responde a un mejor estado fisiológico y crecimiento más activo de los
rodales de PFD, provocado por posibilidad de acceso ininterrumpido al agua freática, y
permite aceptar la hipótesis de que la capacidad de intercepción de los pinos estudiados
supera a la de los eucaliptos. La trascolación ( ), por otro lado, predominó ampliamente
sobre el escurrimiento fustal ( ) y manifestó ser el principal componente de la precipitación
neta. Por su parte , en principio despreciable, cobra importancia en períodos de escasas
precipitaciones por tratarse de un flujo concentrado alrededor del tronco donde se localiza
la mayor densidad de raíces. Se observa además que las plantaciones de E. viminalis de
ambos sitios de estudio comparten similares valores de , superiores a los encontrados en
pinos, mientras que los distintos rodales de E. camaldulensis manifiestan amplias
variaciones respecto a este componente, que guarda relación con la densidad de árboles
por hectárea.

Paralelamente, se estableció que el rango de intercepción determinado en PFD para


E. camaldulensis no presenta una relación directa con la densidad de árboles por hectárea;
; altura máxima promedio; el porcentaje de cobertura o el área basal de los rodales. En
cambió, se pudo inferir tanto para los rodales de E. camaldulensis como para los otros
rodales del mismo género, una relación directa entre el porcentaje anual de intercepción y
la edad de los rodales. Ello indica que a mayor edad de los rodales puede esperarse un
incremento en los porcentajes de intercepción del agua de lluvia y permite rechazar la
hipótesis de que la capacidad de intercepción de estos rodales aumente con la densidad
de los mismos.

Los valores de escurrimiento obtenidos por la metodología del número de curva


fueron muy superiores a los registrados para la llanura pampeana. Dichos resultados no
permitieron verificar la hipótesis de que las forestaciones anulan el componente de
escurrimiento superficial, pero si permitieron establecer una importante reducción del
escurrimiento superficial anual en la conversión de pastizales por forestaciones. Las
particularidades hídricas del período de estudio y la ausencia de calibraciones sobre este
modelo, impidió verificar la las fuentes de variación que provocaron estos resultados, sin
embargo se destaca la utilidad de esta metodología como una poderosa herramienta de
diagnóstico en el estudio del comportamiento de los escurrimientos superficiales en
situaciones hipotéticas de uso de la tierra.

Página | 206
La evolución del nivel freático bajo los distintos usos/coberturas y el análisis de
flujos, permitieron identificar un comportamiento integrado del acuífero, con un flujo
subterráneo que acompaña a la pendiente topográfica regional. Las forestaciones
intervienen sobre este flujo retardándolo y en ocasiones actúan como zonas de carga o
descarga neta del mismo. Este comportamiento se manifestó como un consumo diferencial
por parte de estas coberturas y permitió identificar variaciones de nivel que superan los 2m
al confrontar las coberturas de pastizal con las forestales, lo cual constituye una evidencia
clara del mayor consumo de agua por parte de las forestaciones y de su capacidad de
aprovechar el agua freática. Al profundizar el análisis, se estableció en EEC un mayor
consumo de agua freática bajo la cobertura de P. radiata frente a las de E. viminalis y
pastizal. En PFD en cambio, predominó el consumo de la cobertura de E. viminalis frente al
de E. camaldulensis y el de este último frente al de pastizal. Este análisis, permitió
establecer que la plantación de pino tuvo mayor disponibilidad de agua freática que la
plantación de E. viminalis, producto posiblemente de un sistema radical más extenso en
profundidad o su mayor capacidad de intercepción que reduce el ingreso de agua al suelo.
De la misma manera, se observó que a igual disponibilidad de agua, el E. viminalis superó
en consumo a los rodales de E. camaldulensis, lo cual podría responder a un crecimiento
más acelerado de esta especie o un uso más eficiente del recurso.

En términos de carga y descarga, fue posible establecer que mientras que los sitios
bajo coberturas de pastizal actuaron como lugares preferenciales de recarga en ambos
predios, las especies forestales presentaron comportamiento variables. En PFD, la
forestación de E. viminalis actuó como un lugar de descarga preferencial durante todo el
período de estudió mientras que la cobertura de E. camaldulensis mostró ser capaz de
facilitar o interrumpir la recarga al ser comparado con otros usos/coberturas. En EEC en
cambio, tanto los sitios bajo E. viminalis como los que se encuentran bajo P. radiata,
manifestaron una gran capacidad de infiltración en ciertos momentos y en otros, una
interrupción total de la recarga. Esto último se asoció a las condiciones de humedad
antecedente del suelo y a la profundidad que se presenta la capa freática, dado que al
superar los 6m de profundidad, los arboles manifiestan una aparente disminución en el
consumo hídrico.

En suma, los resultados alcanzados en el capítulo de infiltración y flujos


subterráneos, hacen posible verificar la hipótesis de que las forestaciones de PFD
favorecen los procesos de infiltración ante períodos de excesos hídricos, mientras que

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acentúan los períodos de déficits al incrementar la descarga del acuífero freático en
períodos con baja pluviometría. En EEC, en cambio, este supuesto se comprueba
parcialmente al observar que las forestaciones atenúan o disminuyen los procesos de
descarga en épocas secas o de baja pluviometría. Dicho comportamiento, responde a que
los árboles, al no tener libre acceso a una fuente de agua permanente, restringen
fuertemente su consumo a la vez que retienen humedad en el mantillo forestal y
disminuyen su evaporación por el sombreado del mismo con el dosel arbóreo. Por otro
lado, los gradientes hallados entre los distintos usos/coberturas resultaron mínimos, al
igual que los valores calculados de flujo subterráneo horizontal, y permite corroborar el
supuesto de que los flujos subterráneos horizontales pueden despreciarse para el grado de
detalle abordado en este estudio.

Al abordar el estudio de la evapotranspiración, se demostró que las forestaciones de


ambos sitios de estudio presentaron un consumo de agua muy superior a las situaciones
de pastizal, que superaron los registros medios de precipitación anual. Los valores de
para pastizales en cambio, se establecieron por debajo de los valores de precipitación
media pero 100mm por encima de los valores esperables para estas zonas, producto
posiblemente de haber considerado un alto y constante para los pastizales. La
conversión de pastizales por forestaciones de rápido crecimiento, demostró superar en un
51-87% a la situación natural y tornar los rendimientos hídricos de positivos a
marcadamente negativos durante gran parte del tiempo. Esto representó un aporte del 41-
55% y 35-67% por encima de la precipitación media anual de EEC y PFD,
respectivamente. De esta manera, si consideran los valores calculados de ETP para cada
cobertura, es posible identificar que la plantación de pino en EEC y la de E. viminalis en
PFD son las coberturas que con mayor consumo hídrico. Dicho comportamiento también
se observa al comparar los coeficientes de cultivo establecidos y condicionan en última
instancia balances más negativos para estas dos especies, en los respectivos predios. En
suma, se interpreta que los balances hídricos obtenidos están fuertemente influenciados
por el clima y tipo de uso/cobertura al cual están sometidos. Puede verificarse entonces, la
hipótesis de que el rodal de pino presenta un menor rendimiento hídrico (descarga freática)
frente a los de eucalipto y, dentro de estos, que el rendimiento hídrico de los rodales de E.
viminalis supera al de E. camaldulensis. Sin embargo, a pesar de que las metodologías
utilizadas presentan una validez comprobada, al no contar con una verificación de estos

Página | 208
valores a campo o un sustento estadístico fuerte, esta conclusión puede resultar
especulativa.

Se concluye finalmente que las forestaciones realizan un uso más exhaustivo del
agua frente a las coberturas herbáceas. Sus canopeas determinan altos porcentajes de
intercepción que reducen el agua que alcanza el suelo, y una vez que lo hace, se
encuentra con un mantillo que reduce la posibilidad de escurrir superficialmente y facilita su
infiltración en el suelo. Esta infiltración, facilitada por un aumento de la porosidad y la
hidrofobicidad de la materia orgánica, es rápidamente absorbida por la forestación y
liberada al ambiente. La existencia de un acuífero libre a menos de 6m de la superficie del
suelo constituye un aporte de agua extra para las forestaciones, que la utilizan activamente
cuando las condiciones ambientales son propicias, al punto de generar depresiones de
más de 2m de profundidad y convertir sitios naturales de recarga en sitios de descarga
neta. Uno de los problemas más alarmantes del consumo de agua por parte de las plantas
esta dado por la posibilidad de salinización de los suelos y napas, cuestión que ha sido
abordada intensamente por estudios locales y es necesario seguir profundizando.

Página | 209
Besteiro Sebastián I.

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2

5
ANEXOS
6

7
Pluviómetro Medida Collarin Medida
Modelo de planilla usado para el registro semanal del nivel freático de la red de
Pino avena Pino avena
pozos de la EEC, junto con el de los pluviómetros de precipitación interna y escurrimiento
Pino Pino
fustal. LaEuc.
planilla
Calle
1 corresponde a la utilizada en EEC y la planilla 2 a la utilizada en el PFD.
Euc. Calle

Euc. Euc.
Planilla 1:
Pluviómetro del Campo Pluviómetro testigo Día:

Pozo Medida Obs.


1

7
Pluviómetro Medida Collarin Medida
Pino avena Pino avena

Pino Pino

Euc. Calle Euc. Calle

Euc. Euc.

Planilla 2:
FECHA MEDICIONES C/CINTA METRICA
RESPONSABLE POZO er OBSERVACIONES
(día/mes/año) 1 medida* (m) 2da medida** (m)
1
2
3
4
5
6
7
FECHA MEDICION DE LOS NIVELES DE TANQUES
RESPONSABLE PARCELA OBSERVACIONES
(día/mes/año) CHICO (Lts) GRANDE
1
2
3
4
5

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