Examen Parcial Del Corpus Paulinum

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EXAMEN PARCIAL DEL CORPUS PAULINUM

PRIMERA UNIDAD: LA PERSONA Y LA OBRA DE PABLO

1.1. PABLO DE TARSO


La vida de Pablo puede ser reconstruida en base a dos fuentes: los Hechos de los
Apóstoles y las Cartas. Entre estas últimas pueden ser utilizadas directamente sólo las
protopaulinas. Estas siete cartas, dictadas de la viva voz de Pablo, constituyen un
testimonio directo y por esto de absoluto valor. Pero se trata de un testimonio interesado
proveniente de una persona que, siendo parte en la causa, no puede ser
del todo objetiva (como su conflicto con los adversarios, de los cuales se ignoran sus
palabras y razones). Y es un testimonio parcial ya que las cartas, como escrito de ocasión,
dejan muchos vacíos, sobre todo en lo que se refiere a la última parte de su existencia.
Junto a las Cartas, se colocan como fuente secundaria, los Hechos de los Apóstoles, obra de
un seguidor de Pablo de los últimos 20 años del s. I, el mismo que escribió el tercer
evangelio. Éste ha presentado a Pablo como el portador del evangelio hasta la extremidad
del mundo en sintonía con los apóstoles de Jerusalén.
Los primeros pasos de Pablo pueden ser reunidos en dos características: una
participación convencida y celosa de la religión judía de sus antepasados; hostilidad no
privada de violencia externa contra el movimiento cristiano.

1.1.1 Su origen hebreo y fariseo


De su pasado dice en Hch 22,3: “Yo soy un judío, nacido en Tarso de Cilicia pero
crecido en esta ciudad (Jerusalén), formado en la escuela de Gamaliel en las más rígidas
normas de la ley paterna, lleno de celo por Dios, como hoy están ustedes”. “Como fariseo
he vivido en la secta más rígida de nuestra religión” (Hch 26,5).
Él mismo puede atestiguar: “Sin duda han oído hablar de mi anterior
conducta en el judaísmo: Violentamente perseguía a la Iglesia de Dios intentando
destruirla; en el judaísmo superaba a todos los compatriotas de mi generación en mi celo
ferviente por las tradiciones de mis antepasados” (Gál 1, 13-14)
“¿Que son hebreos? Yo también. ¿Qué son israelitas? Yo también.
¿Que son de linaje de Abrahán? Yo también” (2Cor 11, 22) “Circuncidado el octavo día,
israelita de raza, de la tribu de Benjamín, hebreo hijo de hebreos; respecto a la ley fariseo,
celoso perseguidor de la Iglesia; en lo que toca a la justicia legal, irreprochable” (Flp 3,
5-6).

1.1.2 Tarso su ciudad, cultura helénica y ciudadano romano


Tarso era la capital de Cilicia con una grande cultura helénica, con escuelas de
retórica y filosofía; llegó a ser más importante que Atenas y Alejandría en el estudio de
la filosofía. Pablo adquirió una maestría y seguridad en la retórica, conocía los elementos
de la filosofía griega, seguramente frecuentaba la sinagoga de Tarso donde entró en
contacto con la tradición del judaísmo helenizado.

Pompeyo reorganizó Asia Menor en 66 a.C., Tarso se opuso a Casio, el asesino de


Julio César. En el 42 a.C. Marco Antonio recompensó la lealtad de Tarso garantizándole
libertad e inmunidad.
Este privilegio, raro para una ciudad que no fuese colonia, fue renovado después de la
batalla de Azio (31 a.C.) de Augusto, que le concedió “tierra, leyes, honor, dominio del río
y del mar en su esquina de mundo y este es el motivo por el que su ciudad se extendió
rápidamente”.
Estos signos de atención de parte de Roma son importantes por la cuestión de la
ciudadanía romana de Pablo, concesión de cierto número de habitantes al tiempo de
Julio César, Antonio y Augusto. Palestina estaba bajo los romanos desde 63 a.C.
Jerónimo dice que los padres de Pablo fueron traídos por los romanos como esclavos,
suerte que tenía sus ventajas “un barrio de Roma, más allá del Tíber, fue ocupado de
hebreos, la mayor parte, libertos romanos. Traídos a Italia como prisioneros de guerra
fueron liberados por sus dueños” (Filón, Leg.Gai. 155). Que una suerte similar haya
ocurrido al padre de Pablo es la explicación más simple de la ciudadanía romana heredada
del apóstol.
La ciudadanía romana de Pablo no puede ser un invento de Lucas, pues no viene
aprovechada a fondo, pues cuando Pablo llega a Roma no le sirve de
nada. Sin embargo, él nunca menciona en las cartas su ciudadanía romana. Además,
fue azotado tres veces con varas (2Cor 11,25), lo que era una pena romana no aplicable a
ciudadanos romanos, pero ciertamente en las provincias un ciudadano romano no era una
persona privilegiada, su ciudadanía sólo podía salvarlo alguna vez de la justicia provincial
administrada por no romanos. Además, sólo los
ciudadanos que además de la ciudadanía tenían riquezas y prestigio estaban en una posición
de ventaja jurídica.
No tenía caso que Pablo citara su ciudadanía romana a sus comunidades, si él quería
convencerles que “somos ciudadanos del cielo” (Flp 3,20). Además, reclamar los
derechos de la ciudadanía romana significaba el deber de probarla. Era necesario llevar
consigo los documentos, cosa difícil para quien estaba lejano de su patria y
continuamente en movimiento. Era un pequeño certificado en madera, que si era
rechazado por el magistrado se debía presentar a los testigos originales que lo
habían firmado.
Preguntarse cómo y cuándo la familia de Pablo obtuvo la ciudadanía es un esfuerzo
sin resultado. Hombre de tres culturas, hebreo por nacimiento y religión, se expresa en
lengua y formas griegas; y ciudadano romano.

1.1.3 ¿Su juventud y formación en Jerusalén a los pies de Gamaliel?

“Hebreo, hijo de hebreos” (Flp 3,5), de la tribu de Benjamín (Flp 3,5; Rm 11,1),
fariseo en cuanto a la ley (Flp 3,5; Hch 23,6), de familia judía observante pues fue
circuncidado al octavo día (Flp 3,5) y en la diáspora los padres retrasaban la
circuncisión o renunciaban a ella. Hebreo de la diáspora, conoce la lengua griega y
elementos de filosofía estoica.
No es fácil comprobar sus estudios en Jerusalén a los pies de Gamaliel (Hch 22,3)
pues en Gál 1,21 dice que los cristianos de Judea no le conocían, lo cual es poco
compatible con una persona que entraba en las casas, arrastrando hombres y
mujeres, metiéndoles en la cárcel (cfr. Hch 8,3). Además, una larga estancia en Jerusalén le
habría permitido conocer a Jesús, lo cual hubiera dicho en sus escritos. No se excluye que
haya visitado Jerusalén, pero la intención de Lucas sería aproximar a Pablo a Esteban,
es decir, perseguía a los que piensan como Esteban. Sin embargo, este argumento exagera
la importancia de Jesús durante su vida. Herodes Antipas no le habría dejado en libertad si
no hubiera estado convencido de que su persona era irrelevante, todo lo contrario, al
Bautista, quien por eso había sido apresado y asesinado. Es posible que la ejecución de
Jesús haya sucedido sin mucho ruido en medio de una ciudad que estaba ocupada
preparando la pascua. Sin embargo, el apóstol nunca menciona en sus cartas este
periodo en Jerusalén durante su juventud. Ni menciona que Gamaliel fuese su maestro.
Sin embargo, algunos destacan que no hay testimonios de presencia de fariseos fuera de
Jerusalén de manera estable. Y menos en la diáspora. Su deseo de vivir la ley en el mejor
modo posible habría tenido un ambiente poco propicio en ambiente de gentiles.
Si Pablo se unió a un grupo de fariseos, y no hay motivo para dudar de su
afirmación (Flp 3,5), debe haber sido una decisión personal cumplida después de su
llegada a Jerusalén, pero ¿sería hacia el 15 d.C. recibiendo la influencia de Gamaliel? En
resumen, no significa que todo lo que dice Hch 22,3 sea históricamente exacto, porque
podría ser fruto de deducciones. Él dice: “en el judaísmo superaba a todos los compatriotas
de mi generación en mi celo ferviente por las tradiciones de mis antepasados” (Gál 1,14) La
expresión “tradiciones de mis padres” tiene acento fariseo y el tono combativo es una
característica de los grupos elitistas.

1.1.4 Su nombre
En Hch 13,9 encontramos “Saulo, llamado también Pablo”, es el paso del uso exclusivo
de
“Saulo” a “Pablo” de ahora en adelante. Evidentemente es un paso simbólico: un nombre
semítico hasta que trabaja con los judíos y un nombre gentil cuando inicia a trabajar
entre los gentiles.
El cambio de nombre indica un cambio de identidad (como en Abraham y Sara). Su
nombre pudo ser cambiado con sentido de humildad (Paulus significa pequeño y él se
considera el último de los apóstoles y además este término se compara con doulos:
esclavo, los esclavos no tienen nombre, lo reciben de sus dueños cuando son adquiridos,
así el nuevo nombre indicaría que es esclavo del Mesías, Saulus en cambio es nombre de
rey) o por Sergio Pablo (procónsul que convirtió, primer alto funcionario convertido, en
esa conversión ve un signo divino de su misión entre los gentiles, su familia tenía grandes
propiedades en Galacia y tal vez pudo darle cartas de recomendación para anunciar el
evangelio en ciudades como Éfeso, Filipos, Corinto, Tesalónica). O tal vez nunca cambió
su nombre, sino que Saulo era su nombre hebreo (utilizado ad intra) y Pablo el nombre
greco latino (utilizado ad extra). Muchos tenían doble nombre: Silas (Silvano), Juan
(Marcos). En Hch 9 Jesús no le cambia el nombre.

1.1.5 Perseguidor

En el libro de los Hechos su actividad perseguidora, ambientada en Jerusalén, con la


mirada abierta a la diáspora de Damasco, es descrita así: “Saulo, respirando amenazas
contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las
sinagogas de Damasco autorizándolo para llevar presos a Jerusalén a los seguidores del
Camino del Señor que encontrara, hombres y mujeres” (Hch 9, 1-2) “Yo perseguí a muerte
a quienes seguían ese Camino, arrestando y metiendo en la cárcel a hombres y mujeres”
(Hch 22,4) “Es lo que hice en Jerusalén, con autoridad recibida de los
sumos sacerdotes, metiendo en la cárcel a muchos consagrados. Y cuando los condenaban
a muerte, yo añadía mi voto muchas veces en las sinagogas yo los maltrataba para
hacerlos blasfemar; y mi furia creció hasta el punto de perseguirlos en ciudades
extranjeras” (Hch 26, 10-11).
En estos textos el autor presenta a Pablo no como un simple perseguidor, sino
casi como la persecución en persona.
En sus cartas en cambio Pablo se limita a afirmar que ha perseguido a la Iglesia.
“Sin duda han oído hablar de mi anterior conducta en el judaísmo: Violentamente
perseguía a la Iglesia de Dios intentando destruirla; n el judaísmo superaba a todos mis
paisanos de mi generación, en mi celo ferviente por las tradiciones de mis antepasados”
(Gál 1, 13-14). “Pues yo soy el último entre los apóstoles y no merezco el título de apóstol,
porque perseguí a la Iglesia de Dios” (1Cor 15, 9) “...celoso
perseguidor de la Iglesia; en cuanto al cumplimiento de la ley, irreprochable” (Flp 3,6). El
apóstol no dice dónde, cuándo, cómo, por cuánto tiempo y por qué ha perseguido a la
Iglesia. No parece cierto que haya actuado en Jerusalén, ni que su formación haya sido en
este lugar, ya que los Hechos tienen un interés de ponerlo en relación con la ciudad santa
del judaísmo. Pablo, de su parte, afirma de ser desconocido de las iglesias de Judea (cfr.
Gal 1,22).
Los Hechos afirman que ha llegado incluso a derramar sangre pero esto es más bien
una
exageración retórica, es probable que se haya limitado a aplicar a los cristianos, que
participaban todavía en la comunidad judía, las medidas disciplinarias previstas para
aquellos que no observaban el reglamento de la sinagoga

1.1.6 Conversión

En la existencia de Pablo se verificó un cambio decisivo cuando, camino a


Damasco, encuentra al Señor resucitado y se adhiere a la Iglesia. Hechos habla tres veces
de este evento (9, 3-19; 22, 6-11; 26, 12-18) subrayando su importancia. El narrador
focaliza su atención sobre la autorevelación de Jesús
y sobre la misión de Pablo. Desde el punto de vista histórico son preciosos algunos datos
de la tradición como la precisión topográfica, Damasco, y la intervención de un cristiano
damasceno, de nombre Ananías, que lo introduce en la Iglesia de su ciudad.
En sus cartas Pablo recuerda este evento casi veinte años después, con una
madurez que entonces no había alcanzado. No se preocupa de lo externo: todo el interés
se centra en la iniciativa de Dios. La perspectiva es estrictamente teológica.
En 1Cor 9,1 dice haber visto a Jesús, el Señor y en 1Cor 15,8
afirma que Cristo se le ha aparecido a Pedro y a los Doce. Por eso, el evento de Damasco
es
interpretado por él como una cristofanía del Resucitado y una fuente de investidura
apostólica. En Gál 1,15-16 habla de beneplácito divino, predestinación celestial y vocación
por gracia a la tarea apostólica, es una revelación del Hijo de Dios para que lleve el alegre
anuncio a los paganos. “¿No he visto yo al Señor?” (1Cor 9,1) Lo que sucedió permanece
en el misterio, pero Pablo supo por experiencia directa que el Jesús crucificado estaba vivo,
la resurrección que había rechazado era un hecho, innegable como
la existencia. Supo que Jesús vivía ya en otro nivel. Admitir tal cosa es todo cuanto sería
necesario para la conversión, dado que revolucionaba su sistema de valores. Jesús era
quien decía ser implícitamente y sus discípulos explícitamente, es decir, el Mesías. Al
mismo tiempo, la actitud de Jesús hacia la ley debía ser justa: la ley no era la expresión
definitiva de la voluntad de Dios, eran requisitos previos para
la salvación que, ahora ya no tenían valor. El encuentro con Cristo le reveló la verdad de
lo que un tiempo consideró falso. Cristo era el nuevo Adan, la personificación de la
humanidad auténtica, y la ley no era ya un obstáculo para la salvación de los gentiles, que
podían ser salvados sin convertirse en judíos.
En Flp 3 él habla directamente de su experiencia, presentándola siempre como
efecto de la iniciativa de la gracia de Dios: en su vida se ha realizado un cambio radical,
que lo ha llevado a renunciar a la propia justicia, construida con las escrupulosas
observancias de las leyes, para recibir como don la justicia divina. Según Hechos Pablo
debió de llegar a Damasco con una expedición, pertrechada con cartas del sumo sacerdote y
dispuesta a reunir a todos los cristianos y llevarlos presos a Jerusalén. Pero esta expedición
hubiera tenido que enfrentarse con enorme problemas logísticos y políticos pues ni el
sumo
sacerdote ni el sanedrín tenían autoridad judicial fuera de Judea, no podían dar a Pablo
el poder de arrestar, sobre todo en el territorio de una provincia romana. El único
elemento confirmado de Pablo en sus cartas es que fue perseguidor de la Iglesia (cfr Flp
3,6) pero Pablo no tenía autoridad para castigar, tal vez se trataba de lo que el mismo
Pablo recuerda “les obligaba a blasfemar” (Hch 26,11), lo que implicaba negar a Jesús y
jurar que el Mesías no había venido todavía Pablo pudo perseguir a los discípulos sin
pasar por Jerusalén. Puesto que, después de su conversión y de una estancia en Arabia, el
apóstol vuelve a Damasco (Gal 1,17), supondríamos que se
habría trasladado allí por razones personales (¿negocio de tiendas?). Allí habría tenido
conocimiento de la nueva secta y habría sentido necesidad de perseguirla.

Su conversión no es una conversión moral sino existencial, es una conversión a


Cristo y no es una conversión privada sino pública pues se convierte a la misión
cristiana en el mundo. En el camino a Damasco ha nacido no sólo el creyente sino
también el misionero: Dios le ha manifestado al Hijo para que lo anunciara a los paganos
(Gál 1,16). El encuentro camino a Damasco lo ha cambiado, lo ha
transformado y en este sentido podemos hablar de conversión entendiéndola como la
transformación de toda su naturaleza. A partir del acontecimiento de Damasco Pablo se
sentirá investido de una autoridad a la altura de los apóstoles (1Cor 15,8-10; Gál 1,18).
En 1Cor 9,1 dice que ha visto a Jesús y por eso es Apóstol.

1.1.7 Misionero

Más que teólogo y escritor, Pablo ha sido un hombre de acción: acción


misionera, en tierra todavía virgen y acción pastoral a favor de sus comunidades.
Además, él ha sido quien ha elaborado una teología capaz de justificar la apertura
universal de la Iglesia. En realidad, no estaba en cuestión la posibilidad de que también los
paganos alcanzaran la salvación, que podían obtener a través de la aceptación de la
circuncisión y de la ley mosaica, pero él defiende un universalismo incondicionado y en
iguales condiciones: circuncisos e incircuncisos son llamados a acoger a Cristo y en Él
la iniciativa de la gracia de Dios mediante la sola fe.
En sus cartas dice que después del evento de Damasco fue a Arabia (territorio
controlado por los nabateos en la zona que hoy es Jordania) no en busca de soledad sino de
acción misionera pues 2Cor 11,32 dice que el rey Aretas de Arabia lo perseguía. Regresa
a Damasco donde permanece 3 años (cfr Gál 1,17). Ahí los judíos toman la decisión de
matarle y por eso lo descuelgan de la muralla en un canasto (Hch 9,23; 2 Cor 11,32). Sube
a Jerusalén (39?) después de tres años mostrando los resultados su trabajo y las
persecuciones como prueba de su apostolado (1Cor 9,1s; 15,9s; 2Cor 10,13-16). Quería
ver a Pedro, pasó 15 días con él (Gal 1,18), sólo vió a Pedro y a Santiago (Gal 1,19),
Bernabé lo presentó con los apóstoles. Regresó a Siria y Cilicia (cfr. Gál 1,15-24). Se
estableció en Tarso (39-43?) (Hch 9,29-30). Bernabé fue enviado a Antioquia por la
Iglesia de Jerusalén. Y Bernabé lo introdujo en la comunidad de Antioquía de Siria
(43?)(Hch 11,25), capital de la homónima provincia romana, tercera en extensión en todo el
imperio después de Roma y Alejandría de Egipto. Ahí por primera vez se llamó
“cristianos” a los seguidores de Jesús (Hch 11,26), donde nació una Iglesia mixta muy
viva compuesta
por judeocristianos y pagano cristianos. Ahí trabajo durante un año (Hch 11,26) y fue
enviado con Bernabé a la misión (44?)(Hch 13-14). Del 44-48? realizan el primer viaje
misionero. Lucas aporta muchos detalles difíciles de inventar, el mismo itinerario, con
posibles improvisaciones condicionadas por circunstancias geográficas (la vuelta atrás de
14,21) o desconocidas por nosotros (en Perge sólo se evangeliza a la vuelta: 14,25);
nombres propios, como el de Sergio Pablo (13,7: ¿para qué otro Pablo?) o Baryesús (vv.
6.8.10: ¿un hijo de Jesús como hijo del diablo?); la marcha
de Juan Marcos, precisamente en Perge (v.13) cuando podía haberles dejado en Chipre.
Eso no quita que haya elementos legendarios: una cosa es que el apóstol pueda hacer
milagros (cfr 2Cor 12,12; Rm 15,18s) y que los totalmente ajenos a la religión de Israel
pudieran considerarles como “dioses en forma de hombres” (Hch 14,11); otra es que ya
tengan a los sacerdotes, los bueyes y las guirnaldas a punto para ofrecerles un sacrificio
(v.13).
Regresaron a Antioquía y ante una controversia en Antioquía donde algunos
venidos de Judea enseñaban que era necesario circuncidarse para salvarse (Hch 15,1) Pablo
y Bernabé subieron a Jerusalén para tratar el asunto de los paganos que entraban en la
Iglesia (Concilio de Jerusalén) (49?) (Gal 2,1-10; Hch 15). Pablo subraya que no se le
impuso nada (Gal 2,6) sólo que se ocuparan de los pobres. Pero Hechos atribuye al
Concilio de Jerusalén un decreto (Hch 15,23-29) con restricciones de los pagano-
cristianos: “que se abstengan de lo que ha sido contaminado por los ídolos, de la
impureza, de los animales estrangulados y de la sangre”.
El concilio de Jerusalén. Trató el problema de la incorporación de los gentiles en la
Iglesia. Es narrado, con algunas diferencias, por Gál 2, 1-10 y Hch 15, 6-29. Entre los dos
relatos hay diferencias evidentes. Gál 2,6 dice que no le impusieron nada, mientras que
Hch 15 dice que son necesarias (v. 28) una serie de prescripciones nada sencillas para
un gentil: las contaminaciones de los ídolos (es decir la
carne sacrificada a los dioses), la fornicación (matrimonios entre parientes) y la carne de
animales ahogados y la sangre. Es normal entender que el apóstol no mintió, por tanto, si
dice que no le impusieron nada (salvo de acordarse de los pobres, Gál 2,10) entenderemos
que no le impusieron las duras prescripciones.
Es probable que Lucas juntara aquí unas decisiones tomadas más tarde, quizá por el
mismo Santiago. En cuanto a Pablo, podemos añadir que el incidente con Pedro en
Antioquía (Gál 2,11-14) apenas hubiera podido tener lugar si el concilio de Jerusalén
hubiera dictado los decretos de Hch 15, 20-29.
Quizás exagera cuando en Gálatas Pablo habla de un encuentro por separado con los
notables (Santiago, Pedro y Juan), pero forma parte del estilo conciliar el protagonismo que
Hechos da a Pedro y Santiago. Coinciden Gálatas y Hechos en decir que se trató de la no
circuncisión de los gentiles y que la razón para aceptarla fueron los frutos indudables que el
Espíritu producía (Gál 2,7s; Hch 15,7s) en los gentiles no circuncidados (visibilizados por
Tito, en el caso de Gálatas).

El incidente de Antioquía. Poco después en Antioquía Pablo chocó con Pedro por
esta cuestión (Gal 2,11ss). Bajo la presión del grupo de Santiago, Pedro dejo de
compartir la mesa con los paganocristianos y su ejemplo contagió a Bernabé y a otros.
La intervención de Pablo consistió en oponerse a Pedro cara a cara y decirle delante de
todos que él, que estaba viviendo como gentil, estaba obligando a los gentiles a judaizar
(v.14).
Eso significaría que estaría desconociendo los acuerdos tomados en Jerusalén.
Por eso, otros creen que lo que ocurrió fue una separación de mesas que,
indudablemente era una separación en el culto, pues se celebraba en torno a una mesa
(cfr 1Cor 11, 23-
26). Eso es lo que Pablo no acepta y se lo recrimina a Pedro, pues los no judíos, al sentirse
solos y desamparados habrían corrido a cualquier precio a juntarse a la mesa de aquellos
que habían conocido a Jesús y contaban con la sabiduría del AT, los usos litúrgicos
(salmos, lecturas, oraciones). ¿A quién tenía miedo Pedro? ¿A la iglesia judeocristiana de
Jerusalén? ¿A los de Santiago? ¿O más bien los de Santiago le infundieron a Pedro un
miedo a los de la circuncisión, judíos no creyentes que habrían iniciado una nueva campaña
a causa de ciertas noticias procedentes de Antioquía?).
Es posible que Santiago cambiara de posición y en vez de la separación de mesas
propondría después del incidente de Antioquía, aquellas prescripciones que se conocen
como “decreto apostólico” (Hch 15,20-29; 21,25). Con ello resolvería el problema de la
convivencia sin faltar para nada a la Ley de Moisés.
Pablo se separa de Bernabé y se independiza de la Iglesia de Antioquía. Toma
consigo a Silas (Silvano) para visitar a las Iglesias del suroeste de Asia Menor (segundo
viaje 50-52) (Hch 15,36-16,1).
En Listra agrega a Timoteo (Hch 16,1-3). Evangeliza Galacia (Hch 16,6; 18,3), o sea la
región de Asia Menor. Y sigue a Europa, un macedonio le pide ir a Macedonia (16,9).
Evangeliza Filipos, Tesalónica, Berea y nacen comunidades ante la oposición de los judíos
de la diáspora. En Atenas no tiene mucho éxito, pero Lucas pone en sus labios un
discurso admirable dirigido a filósofos y hombres cultos (Hch 17,22-31). De Atenas va a
Corinto, capital de Acaya, donde permanece año y medio. Ahí escribe a los
tesalonicenses (50-51), primer escrito del NT.
La fecha es segura pues en Corinto es llamado frente al
tribunal del procónsul romano Galión (Hch 18,12). En una inscripción encontrada en
Delfos en 1905 leemos que Claudio, aclamado emperador por vigésima sexta vez, saluda
a la ciudad de Delfos y menciona a Galión. La fecha de ello es 51-52 y es la misma fecha
en que es citado frente al tribunal de Galión pues los gobernadores de las provincias
romanas duraban en el cargo un año. Por lo tanto, Pablo estuvo en Corinto 50-52.

Después en el tercer viaje (53-58?) tiene una permanencia importante en Éfeso


(53-57) famoso por el culto a la diosa Artemisa (Diana) (Hch 19,8-10), ahí vivió
momentos muy duros (2 Cor 1,8-10), seguramente estuvo preso, desde ahí escribió varias
cartas a Corintios, Gálatas, Filipenses. Luego se fue a Macedonia, en Corinto estuvo tres
meses (Hch 20,2-3), donde escribiría a los Romanos (58). Quería llegar a Roma y luego a
España (Rm 15,24.28), pero era necesario ir a Jerusalén a llevar la colecta (Rm
15,25), ya durante el Concilio de Jerusalén se había comprometido a sostener
económicamente a dicha comunidad sumamente pobre (Gal 2,10). Arrestado en
Jerusalén es conducido a Cesarea Marítima (Hch 21,27-24,27). Después de dos
años de prisión apela al tribunal romano por ser ciudadano romano (Hch 25-26). Enviado a
Roma, se le concede libertad bajo fianza por otros dos años (Hch 27-28).
Ahí concluye Hechos de los Apóstoles.
En resumen, los Hechos presentan la misión de Pablo según el esquema de tres
viajes: el primero con y bajo Bernabé, en Chipre y en las regiones sudorientales de
Anatolia (Hch 13-14); el segundo con Silas y luego con Timoteo después del Concilio de
Jerusalén y la ruptura con Bernabé a través de Galacia hasta Europa, con etapas en
Filipos, Tesalónica, Berea y Corinto (Hch 15,36-18,17); el tercero con epicentro
en Éfeso (18,18-20,3).
Su estrategia misionera era:
1. Escogía como centro de operación una gran ciudad de la que podía irradiar su acción
y
desplazarse por tierra o mar. Corinto 50-52 o Éfeso 53-57.
2. Se dirigía primero a las sinagogas, con sus hermanos de sangre, ahí podía encontrar
también paganos prosélitos o simpatizantes.
3. Escogía lugares donde no hubiera llegado todavía el Evangelio. (Rm 15,20; cfr. 2Cor
10,12-18).
4. Se quedaba largo tiempo en una ciudad para consolidar la obra, no era
suficiente el primer anuncio (1Cor 15,3-5). Se requería una catequesis en el campo
doctrinal y moral y Pablo lo realizaba en el lugar (cfr 1 Ts 2,1-16) y por medio de cartas.
5. Trabajaba para no ser un peso para la comunidad (1 Ts 2,9; 1Cor 9,18). Pero
reconoce que ha sido ayudado económicamente de las Iglesias de Macedonia que le han
permitido predicar el Evangelio a tiempo completo (cfr. 2Cor 11,9-10).
6. No viajaba y ni trabajaba solo. Recordamos a Silas, Timoteo y Tito.
Después de constituir una comunidad cristiana Pablo no la abandonaba sino que
seguía en contacto constante preocupado por la continuidad de su trabajo de heraldo del
Evangelio. La relación se mantenía mediante las visitas personales de él o de sus
colaboradores o mediante sus cartas. De cualquier manera él mantenía la guía pastoral de
sus comunidades. Él confiaba en la creatividad del Espíritu capaz de suscitar personas
capaces y disponibles para el crecimiento de la comunidad, y cuando
surgían líderes, él los aprobaba y exhortaba a la comunidad a reconocerlos (cfr 1Ts 5,12-13;
1Cor 16, 15-16).
Sus comunidades eran microcomunidades (comunidades domésticas que se
reunían en casa de los creyentes más pudientes (cfr. Rm 16, 5.11.23; 1Cor 16,19), la
mayoría pobres (1Cor 1,26), con estructura interna carismática (servicios) (1Cor
14,26), los cristianos no debían descuidar sus deberes cívicos (cfr. Rom 13,1-7), no
debían participar en el culto a dioses paganos (cfr. 1Cor 10,14-22). (Pablo era un pastor
de almas, un padre que trataba con amor y severidad (2Cor 11,28-29; 1Ts 2,7-8), (Gál 3,1-
3: “¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién los fascinó a ustedes, a cuyos ojos fue presentado
Jesucristo crucificado? ¿Tan insensatos son? Comenzando por el espíritu ¿terminan ahora
en carne?”; ora por sus comunidades (cfr 1Ts 5,25; 2 Cor 1,11; Rm 15, 30-32) envía
colaboradores (trabaja en equipo) (1Ts 2,17-3,2), se propone como ejemplo para las
comunidades (cfr 1 Cor 4,6.16; Flp 3,18) “Sean imitadores
míos, como yo lo soy de Cristo” (1Cor 11,1).

1.1.8 Apóstol

En el primer escrito (1 Ts) dice simplemente: “Pablo... a la Iglesia de Tesalónica”


(1Ts 1,1). En las cartas posteriores subraya el hecho de ser apóstol. En 1Cor: “Pablo, por
vocación apóstol de Jesucristo, según la voluntad de Dios”. Se autodefine apóstol en Gál
1,1; Rm 1,1.5; La experiencia de Damasco equivale a una aparición pascual. “¿No soy
yo libre?¿No soy yo apóstol?¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor nuestro?” (1Cor 9,1). Él
se autodefine apóstol, aún si indigno (1Cor 15,9-10). Y los
cristianos de Corinto son una prueba auténtica de que es apóstol (1Cor 9,2). En la
2Cor se enfrenta con opositores que presentan credenciales que los acreditan como
legítimos apóstoles. Pablo no tiene credenciales y sus únicas pruebas son los hechos (2Cor
3,2-3). Sus opositores se enorgullecían de experiencias carismáticas espectaculares (cfr.
2Cor 3,1-11) mientras que a Pablo se le consideraba un hombre débil. Pero su debilidad
atestigua su apostolado. Él es apóstol de Cristo crucificado, vive la lógica de la cruz,
“cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor 12,10). Pablo es apóstol por un llamado
directamente de Dios, el cual le ha revelado el misterio de Cristo y le ha confiadola
misión entre los paganos (cfr. Gál 1, 15-16).
1.1.9 Sufrimiento constante
En Damasco tuvo que bajarse de las murallas de la ciudad para huir de la
persecución del rey Aretas (cfr. 2Cor 11,32-33; Hch 9,23-25). Insultado y maltratado en
Filipos (1Ts 2,2); en Tesalónica huyó (Hch 17, 1-15); en Corinto fue presentado a Galión
(cfr Hch 18,12-17), los judíos veían en él a un traidor y ponían en su contra a las
autoridades locales (Hch 16,16ss), en Éfeso estuvo a punto de morir (cfr 2Cor 1,8). A los
Filipenses escribe desde la cárcel y está incierto del proceso (cfr. Flp 1,7.21-24; 2,17-18).
Los Hechos de los Apóstoles nos narran su arresto y prisión en Jerusalén y luego en
Cesarea y
Roma. En 2Cor 11,23b-27 nos ofrece una lista impresionante de sus sufrimientos. Además
incomprensiones de los cristianos de Corinto y la constante molestia de misioneros judío
cristianos. Se le comparaba con maestros más elocuentes (cfr 1Cor 1,10-4,21). Fue
malinterpretada su elección de renunciar al derecho de hacerse mantener para no crear
obstáculos en la aceptación del Evangelio (cfr. 1Cor 9,1ss; 2Cor 12,13-15). También la
colecta organizada a favor de las Iglesias pobres ha sido campo
de sospechas ofensivas (cfr. 2Cor 8,20; 12,16-18). “Me alegro por los padecimientos que
soporto por ustedes” (Col 1,24a) “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4,13)
“Llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús” (Gál 6,17) “La potencia se manifiesta en la
debilidad” (cfr 2Cor 12,9b-10).

1.1.10 Actividad laboral


Tejedor de tiendas de campo (Hch 18,3). Trabajaba con sus propias manos (1Ts
2,9; 2Ts 3,7-9; 1Cor 4,12). Para escoger su trabajo Pablo debió pensar en un trabajo para
cualquier lugar del imperio, en ciudad o caminos, que le hiciera entrar en contacto con la
población, con instrumentos de trabajo fáciles de transportar, tranquilo y sedentario para
poder predicar y trabajar al mismo tiempo. Los fabricantes de tiendas protegían del sol de
verano a los teatros, las zonas internas de las casas; a veces los albergues de
Roma no eran suficientes para hospedar a los visitantes y se debían hacer tiendas en las
calles, no fueron usadas sólo por los soldados.
En Corinto encontró trabajo con Áquila y Priscila (Hch 18,3). En ese
lugar, cada dos años en los juegos ístmicos tenían mucho trabajo en reparar tiendas. Pablo
adquirió una profesión que le permitía sobrevivir, viajar, trabajar de día o de noche.

1.1.11 Estado civil

En 1Cor 7,7 dice que habría querido que todos fuesen libres del vínculo
matrimonial, como él (7,7). Luego en 9,4-6 reivindica el derecho de que la comunidad lo
mantenga y de llevar la esposa cristiana como los otros apóstoles, pero afirma haber
renunciado a ello para no crear obstáculos en la aceptación del Evangelio (9,12).
Probablemente haya abandonado a la esposa o haya quedado viudo.
1.1.12 Confrontación con la Iglesia de Jerusalén y con los adversarios
En Gál 1 dice que ha ido sólo dos veces a Jerusalén, la primera por quince días
a visitar a Cefas, la segunda para el Concilio. Además, se pone a la par de Pedro: si éste
es jefe de la misión en el mundo de los circuncisos, él es líder de la evangelización de los
paganos (Gál 2,7-8). Pero acepta organizar en sus iglesias una colecta para los pobres de
Jerusalén (Gál 2,9), cuyo rol de Iglesia madre le reconoce, en el sentido de que el
evangelio ha llegado al mundo pagano partiendo de esta ciudad (cfr Rm 15,27). Por otro
lado Santiago, jefe de la Iglesia de Jerusalén después de la partida de Pedro, debía tener
más de
una duda sobre el apóstol que proclamaba que Cristo había venido a poner fin a la ley (Rm
10,4). Pablo combatió con sus adversarios en las Iglesias de Galacia, Corinto y Filipos,
ellos intentaban desacreditarlo como apóstol y su anuncio de la libertad de la ley de Moisés
y del escándalo de la cruz. En casi todas las cartas él está obligado a defenderse (apología).

1.1.13 El final

En la carta a los romanos Pablo dice estar listo para ir a Roma pero primero quiere
ir a Jerusalén a llevar la colecta (Rm 15,25ss). Está consciente de dos riesgos: el primero,
sus adversarios de Judea están dispuestos a eliminarlo con violencia; el segundo, que la
iglesia de Jerusalén no aceptara la colecta, signo de la comunión de sus iglesias con las
comunidades palestinas. Suplica a los romanos luchar con él en las oraciones para ser
liberado de los violentos y para que sea aceptada su obra misionera entre los paganos.
Algunos piensan que no se aceptó su colecta, eso explicaría que Hechos no hable de
ello. Pero en 21,24 se le pide que pague algo al Templo; en 24,17, se dice que ha hecho
algunas limosnas, lo que apunta a la aceptación de la colecta. Estas son las últimas
informaciones ciertas que Pablo da de sí mismo. Los Hechos nos ofrecen algunos datos más
(Hch 21-18). Dejando Corinto, donde se ha reconciliado con la comunidad, llega a
Jerusalén donde tiene trato con Santiago y los presbíteros de la iglesia madre. Acepta la
sugerencia de demostrar públicamente su adhesión a las tradiciones mosaicas pagando por
un voto hecho de cuatro cristianos de la iglesia local. Entrando con ellos al área del
santuario fue atacado por fanáticos judíos, pero por buena suerte fue salvado por la
intervención de la corte del tribunal romano, que lo hizo ir a la cárcel. Fue conducido a
Cesarea, sede del prefecto romano. Siendo ciudadano romano, apeló al tribunal
de Roma. El autor de los Hechos nos narra una pintoresca descripción del viaje marítimo y
de la aventura del naufragio. En la capital del imperio Pablo vivió dos años con arresto
domiciliario, pero con la posibilidad de anunciar el evangelio a un público de judíos de
venían a él para discutir de Jesucristo.
Ahí termina el libro porque de este modo el autor ha alcanzado su objetivo.
Permanece abierta la interrogación de cómo finalizó el proceso. Según la explicación
tradicional Pablo sería liberado y regresaría a oriente, donde continuaría su actividad
atestiguada por la Cartas Pastorales, después sería arrestado nuevamente y condenado a
muerte. Pero, Tm y Tt son pseudoepigráficas y seguramente el autor de Hechos conocía el
final dramático de Pablo en Roma, a donde había llegado en cadenas. Ello aparece
claramente del discurso de Mileto, en el que él dice a los presbíteros que no lo verían más
(20,25).
También la 2Tm, compuesta al final del siglo, atestigua el martirio “Yo estoy para
ser ofrecido en libación y ha llegado el tiempo de desatar las velas” (4,6). En el 96 la carta
de Clemente afirma que Pablo, después de haber llegado “hasta los extremos confines del
occidente”, es decir a España, “se separó del mundo y vino al lugar santo” (5,7). Visto
desde Roma el extremo de occidente no puede ser
otro que España. La misión en España debería comenzar en 63 y eso conlleva que tuvo
poca duración pues el incendio de Roma y la gran persecución de los cristianos empezó
al año siguiente, el 64. El ciudadano romano Pablo de Tarso debió ser detenido y enviado a
Roma, seguramente hacia una muerte
rápida. En el 200 aprox. Tertuliano precisa que fue decapitado, como el Bautista. La fecha
del martirio del 29 junio y la indicación de la via Ostinese como lugar de su sepultura es
afirmado de los Hechos apócrifos de Pedro y Pablo de Pseudo Marcelo, que no son
anteriores al IV siglo.

1.1.14 Origen y desarrollo del pensamiento paulino

Pablo no conoce o al menos no muestra conocer las tradiciones de la vida terrena


de Jesús. No menciona el bautismo, sus tentaciones, su anuncio del Reino, la
controversia con los fariseos, los milagros y parábolas. Recuerda la muerte y
resurrección de Jesús pero sin ningún detalle.
En el epistolario paulino hay sólo pocos datos de la vida terrena de Jesús:
pertenece al pueblo de Israel (Rm 9,5), es un descendiente de David (Rm 1,3), nacido de
mujer, bajo la ley (Gal 4,4); entre sus discípulos se distingue el grupo de los Doce, en el
cual sobresale Pedro mientras sus hermanos (1Cor 9,5) sobresale Santiago, columna de la
Iglesia de Jerusalén (Gal 1,19; 2,9.12; cfr 1Cor 15,7); en la noche
en que fue traicionado Jesús instituyó la eucaristía (1Cor 11,23); murió en la cruz (Gal 3,1;
1Cor 2,2), fue sepultado y resucitó al tercer días, después se apareció a los Doce y a otros
discípulos (1Cor 15,6).
Todavía más escasos son los dichos de Jesús: que la esposa no se separe del
marido y que este no repudie a la esposa (1Cor 7,10-12; cfr Mc 10,9); aquellos que
anuncian el evangelio vivan el evangelio (1Cor 9,14; cfr Lc 10,7). Cita las palabras
pronunciadas sobre el pan y el vino en la última cena (1Cor 11,24-25; cfr Lc 22,19-20).
Más numerosas, aunque vagas, son las alusiones a enseñanzas particulares
de Jesús: es necesario vivir en paz (1Ts 5,13b; cfr Mc 9,50), sin devolver mal por mal (1Ts
5,15; cfr Rm 12,17), bendiciendo a los perseguidores (Rm 12,14; cfr Mt 5,44; Lc 6,28); el
amor al prójimo es la síntesis de toda la ley (Rm 13,9; cfr Mc 12,28-31); es necesario evitar
el escándalo (Rm 12,13; cfr Mc 9,42) y pagar los impuestos (Rm 13,7; cfr Mc 12,17); nada
debe ser considerado impuro (Rm 14,14; cfr. Mc 7,15).
Si entre el mensaje de Jesús y de Pablo hay muchas semejanzas, también hay
diferencias. Jesús pone al centro el anuncio del Reino, Pablo se centra en el evento de la
muerte y resurrección de Cristo, en el cual Dios mismo justifica al hombre pecador.
Jesús no se atribuye el título de Mesías, Señor e Hijo de Dios; Pablo centra sobre esto su
cristología. Tanto Jesús como Pablo toman posición contra la ley de Moisés, pero
mientras Jesús relativiza las disposiciones subordinándolas al amor, Pablo descalifica la
ley oponiendo a ella la fe como único camino para obtener la justificación.

1.2.CRONOLOGÍA PAULINA

Los principales acontecimientos de la vida de Pablo aparecen en sus cartas y en los


Hechos de los Apóstoles. Estas fuentes se limitan a indicar de modo fragmentario el orden
con el cual se han desarrollado y el intervalo que los separa uno del otro (cronología
relativa). Los datos que permiten ubicar los principales momentos de la vida del apóstol
en el más amplio tejido de la historia contemporánea (cronología absoluta) son escasos y
problemáticos. Pero es necesario delinear aunque sea de modo hipotético, una cronología
sea relativa o absoluta de la vida de Pablo: sólo así será posible
identificar la estricta relación entre las cartas y las etapas principales de su actividad
misionera.

1.2.1 Las etapas principales de la vida de Pablo

Las cartas protocanónicas son una fuente confiable para la biografía de Pablo.
Pero ante los huecos se recurre a los Hechos de los Apóstoles, que resisten la crítica más
feroz: presentan una masa de detalles (nombres de persona, de lugar, acontecimientos,
circunstancias) imposibles de inventar; y que encajan perfectamente con los datos que se
pueden extraer de las cartas paulinas. Sin embargo, para muchos resulta difícil aceptar que,
en una misma página, se puedan entrecruzar elementos simbólicos y elementos reales.

Los Hechos de los Apóstoles

La primera aparición pública de Pablo tiene lugar en ocasión del martirio de


Esteban (Hch 7, 58). Inmediatamente después inicia su actividad de perseguidor (8,3; 9,1-
2) que se concluye con la conversión y el inicio de la predicación en Damasco. De esta
ciudad él fue obligado a huir, y después de un tiempo en Jerusalén, se retiró a Tarso (9,26-
30). Luego fue introducido por Bernabé en la comunidad de Antioquía (11,25-26); con él
irá una segunda vez a Jerusalén para llevar una colecta (11,28-30) (Según Hch 9,26; 11,29s;
15,2 Pablo habría realizado tres viajes a Jerusalén antes de visitar dos veces
Galacia (16,6; 18,23) pero el mismo Pablo en Gal 1,18; 2,1s sólo menciona dos. La
diversidad puede ser debida a la manera en que Lucas combina sus fuentes. Es posible que
este viaje de 11,29 sea el mismo de 15,2. Los recursos, objeto de este viaje, se han de
distinguir de los que Pablo lleva más tarde (Hch 24, 17), al final de la gran colecta hecha a
petición de la Iglesia de Jerusalén (Gál 2,10; 1Cor 16,1;
2Cor 8,4; Rm 15,31).
La sucesiva actividad de Pablo es descrita en un esquema de tres viajes
misioneros: va a Chipre y después recorre las regiones meridionales de Anatolia (Hch 13-
14); después del Concilio de Jerusalén (15,1-35) llega a Grecia y funda comunidades en
Filipos, Tesalónica, Berea y Corinto (15,36-18,17); finalmente se establece en Éfeso, de
donde va a Corinto y de allí regresa a Jerusalén (18,23-21,16). Aquí es arrestado por los
romanos, los cuales lo trasladan a Roma para ser procesado por el tribunal
imperial (Hch 21,17-28,31).
Desgraciadamente las indicaciones de tiempo son pocas y vagas. Al momento del
martirio de Esteban era un joven (8,58), tenía aprox. 25-30 años; permaneció muchos
días en Damasco (9,23); por un año entero permaneció en Antioquía con Bernabé (11,26).
Antes de partir con Silas para el segundo viaje se detuvo algunos días en Antioquía (15,36).
En Corinto permaneció un año y medio (18,11) donde compareció ante Galión (18,18).
Durante el tercer viaje estuvo dos años en Éfeso (19,10), pero
del discurso a los ancianos de aquella ciudad resulta que permaneció por tres años
(20,31). Después del arresto en Jerusalén, estuvo preso en Cesarea dos años (24,27).
Finalmente permaneció dos años en Roma en espera del proceso (28,30).
Las Cartas
Las indicaciones autobiográficas contenidas en la carta a los Gálatas permiten
establecer la siguiente sucesión de eventos: conversión, permanencia en Arabia y regreso
a Damasco (Gál 1, 15-17); después de tres años visita Jerusalén y se encuentra con
Pedro, luego sigue su actividad en Siria y Cilicia (1,18-21); catorce años después, no es
claro si a partir de la conversión o de la primera visita a Jerusalén, tiene lugar un
segundo viaje a la ciudad santa, durante el cual el apóstol se encuentra con Pedro, y
Santiago; después Pablo se encuentra en Antioquía, donde tiene lugar el desencuentro
con Pedro (2,11).
La carta a los Tesalonicenses revela un período de actividad en Macedonia y en Acaya
(1Ts 1,7-8): Filipos (2,2), Tesalónica y Atenas (3,1); de las dos cartas a los Corintios
aparece que Pablo, después de evangelizar Corinto, se detuvo un tiempo en Éfeso (1Cor
16,8), de donde llegó a Macedonia (2Cor 2,13; 7,5). Cuando escribe Rm él se encuentra en
Corinto (Rm 16,23; 1Cor 1,14) y está por viajar a Jerusalén (por tercera vez), para después
ir a Roma y luego a España (15, 25-26).
Finalmente la carta a los Gálatas revela que ha evangelizado Galacia en un período no
precisado, en ocasión de una enfermedad (Gal 4,13). Los Hechos describen los eventos
pero indican sólo en modo vago e incompleto el tiempo que los separa uno del otro. Las
cartas por su parte documentan la actividad de Pablo en Anatolia y Grecia, pero no dicen si
ella ha venido antes o después de la segunda visita a Jerusalén mencionada en Gál 2,1:
Pablo recuerda sólo que antes de esta visita ha desarrollado su actividad en Arabia (Gál
1,17) y en Siria y Cilicia (1,21).

1.2.2 Eventos datables

Una cronología relativa puede ser transformada en absoluta sólo si en ella


aparecen al menos algunos eventos conocidos por otro medio, a los cuales es posible
atribuir una fecha precisa. De hecho los Hechos y las Cartas presentan algunos eventos
que son fácilmente datables. Desgraciadamente otros no son verificables en base a fuentes
seguras: como la carestía en ocasión de la que Pablo y Bernabé
llevaron a Jerusalén la colecta hecha en Antioquía (Hch 11, 27-30) y del proconsulado de
Sergio Pablo en Chipre (Hch 13,7).
El etnarca del rey Aretas

Según Hechos, después de la conversión Pablo dejó Damasco bajándose de la muralla para
huir de un complot de los judíos (Hch 9, 23-25). Pablo mismo recuerda este episodio, pero
de diferente modo: “En Damasco el gobernador (etnarca) del rey Aretas hacía guardia a la
ciudad de los damascenos para capturarme, pero de una ventana fui bajado por la muralla
en una cesta y así escapé de sus manos” (2Cor 11, 32-33).
Esta importante referencia histórica suscita una dificultad. El apóstol alude ciertamente a
Aretas IV, el cual reinó del 9 a.C. hasta el 40 d.C. La presencia de un representante de este
rey en Damasco es difícilmente explicable en cuanto la ciudad había sido ocupada de los
romanos desde el tiempo de Pompeyo (63 a.C.). Ya que no han sido encontradas en
Damasco monedas que lleven la imagen del emperador Calígula o Claudio (37-54 d.C.) es
probable que a la muerte de Tiberio (37 d.C.) la ciudad haya caído nuevamente en posesión
de los nabateos, pero esto no es seguro.
El término “etnarca” designaba un soberano independiente, y no el representante de un
rey, por lo que se ha pensado que el etnarca del rey Aretas fuera en realidad el jefe de
una colonia nabatea residente en aquella ciudad.
Es imposible utilizar este episodio para establecer la fecha de su conversión al
cristianismo. Sólo puede excluirse que haya sido después del 40, año de la muerte del rey
Aretas IV. Y descontando 3 años mencionados en Gál 1,18, resulta como fecha máxima
de su conversión los años 36-37.
El edicto de Claudio

Según Hechos de los Apóstoles, en Corinto Pablo encontró a Áquila y Priscila, una
pareja de judíos, tal vez ya cristianos, los cuales habían dejado la capital del Imperio
“después de la orden de Claudio que expulsaba de Roma a todos los judíos” (Hch 18,2).
Según Suetonio “Claudio expulsó de Roma a los judíos que provocaban tumultos
continuamente por causa de un tal Cresto” (Vita Claudii 25). Dion Casio (s. II-III) precisa
que Claudio no expulsó a los judíos de Roma, sino “ordenó a ellos no
tener reuniones” (Historia romana 60,6,6).
La intervención de Claudio (que reinó del 41 al 54) viene generalmente colocada
en el 49, basada en Pablo Orosio, un historiador cristiano del s. V. Dion Casio habla en
cambio del inicio de su reinado, es decir en el 41. Si Dion Casio se refiere al mismo
evento recordado de Suetonio, su datación sería de preferirse.
Tal vez como consecuencia de desórdenes en una sinagoga romana en la cual se
discutía sobre Cristo, en el 41 d.C. Claudio expulsó a los misioneros que no eran
ciudadanos romanos, suspendiendo momentáneamente el derecho de asamblea de
aquella específica comunidad judía. Claudio tuvo una actitud benévola hacia los judíos
en todo el imperio. Si en el 41 d.C. en Roma algunos judíos (de los cuales no se
distinguían todavía los cristianos) hayan perturbado el orden público, el emperador se
habría puesto contra de ellos como lo sugiere Suetonio y Dion Casio. Por lo tanto, ese
año
es más probable que el 49.
Lucas da la sensación que el apóstol llega a Corinto contemporáneamente a
Áquila y Priscila, apenas llegados de Italia como consecuencia del Edicto de Claudio (Hch
18, 1-2). Por lo tanto, habría llegado a Corinto en el 42 d.C. Pero el edicto de Claudio se
refería a una sinagoga romana y Lucas no dice que Áquila y Priscila llegaran de Roma
sino de Italia. Además el edicto
comportaba la expulsión de la ciudad, no de la región. No podemos presumir que los
expulsados se hayan embarcado para emigrar. Es más probable que se hayan transferido a
otro lugar fuera de la ciudad para ver como seguía la situación.
Es prácticamente imposible que Pablo llegara a Corinto en esa fecha a menos de ignorar los
datos cronológicos ofrecidos por el mismo Pablo en sus cartas. Debemos preguntarnos si
realmente existiría una relación entre el edicto de Claudio y la llegada a Corinto de Áquila
y Priscila. Seguramente Lucas unió recuerdos vagos para producir un cuadro que no puede
ser auténtico
El procónsul Galión

Según Hch 18, 12, durante su primera estancia en Corinto Pablo fue acusado por los
judíos delante del procónsul romano Galión, hermano del filósofo Séneca. La fecha del
proconsulado de Galión en Acaya no es conocida, pero se puede deducir
aproximadamente de la inscripción de Delfos, una lápida descubierta en esa ciudad en
1905 (Delfos no era un centro comercial, estaba situada fuera de las vías principales, ahí se
encontraba el Santuario de Apolo, el templo griego más antiguo y venerado, pero en
decadencia pues en ese tiempo de la carta no era ya un centro espiritual muy vivo). En ella
Claudio, después de haber mencionado el hecho de ser proclamado emperador por XXVI
vez responde a algunas cuestiones que le había puesto Galión “su amigo y procónsul”
(tales aclamaciones eran ovaciones públicas rituales que reconocían el triunfo de un
emperador, por ejemplo concluyendo una campaña militar victoriosa o después de un
suceso significativo).
De la constatación con otras fuentes resulta que la XXVI aclamación imperial de
Claudio tuvo lugar entre enero y agosto del 52. Ya que el proconsulado duraba un año a
partir de abril, el escrito de Claudio pudo llegar al inicio o fin de su mandato, es decir
Galión habría sido procónsul del 52-53 o del 51-52, siendo más probable la segunda, en
cuanto Claudio responde en base a informaciones que él antes le había enviado.
Probablemente entre julio del 51 cuando Galión llegó a Corinto, y septiembre
del 51, última fecha en la que podría haberse embarcado (en invierno era imposible
embarcarse por el tiempo difícil) Pablo vino acusado frente al procónsul de Acaya, Galión.
Lucas da la sensación que Pablo dejó Corinto para ir a Jerusalén por mar poco después de
su encuentro con el procónsul (Hch 18, 18-22). Pablo pudo llegar a Jerusalén en el otoño
del

Procuradores romanos

Después del arresto en Jerusalén, Lucas dice que Pablo fue enviado al procurador
Antonio Félix a Cesarea (Hch 23,24). Dos años después (24,27), Félix fue sustituido por
Porcio Festo (Hch 25,1). El único dato para ubicar el paso de poder de Félix a Festo es la
muerte de Claudio en octubre de 54, porque Félix fue depuesto por Nerón y escapó de la
muerte gracias a su hermano Palante. Eusebio ubica este episodio en el segundo año de
Nerón, pero se equivoca cuatro años en el período del reino de Nerón, por lo que su
segundo año sería el sexto entre 59-60. El cambio de procuradores vendría en 59-
60. Lucas dice que Félix fue procurador “muchos años” (cfr Hch 24,10).

1.2.3 Cronología tradicional

Las cronologías paulinas tradicionales utilizan sobre todo la narración de los


Hechos,
completándola con los datos de las cartas. La base es el encuentro con Galión en 51 cuando
Pablo estaba al final de su permanencia de 18 meses en Corinto, por lo tanto, su llegada a
esta ciudad debe ser colocada en el 50. Confirmada por el hecho de que encuentra a Áquila
y Priscila, que habrían dejado Roma en el 49, fecha tradicional del Edicto de Claudio (ya
explicamos antes porque es preferible el 41). Por lo tanto, el Concilio de Jerusalén (Hch 15;
Gal 2,1) se ubicaría en el 49. La conversión de Pablo, catorce años antes (Gal 2,1) al inicio
del 36. Pero es posible que los catorce años que precedieron a la
segunda visita a Jerusalén se deba agregar los tres anteriores (Gal 1,18) a la primera visita.
En este caso se habría convertido en cristiano en el 33. Su conversión se debe ubicar
entre el 33-36 (la última es la más probable), no más allá del 40 ya que en ese año murió el
rey Aretas IV.
El año de su nacimiento no es conocido. Si era un joven al momento de la
lapidación de Esteban (Hch 7,58), tenía 25-30 años, es necesario admitir que era un poco
más joven que Jesús. Esta hipótesis es confirmada en la Carta a Filemón, escrita hacia la
mitad de los años 50, en la cual el apóstol se define viejo, expresión que en la antigüedad
podía indicar un hombre de 55-60 años aprox.

Los eventos que siguen a la comparecencia ante Galión son más difíciles de ubicar
dada la incerteza del cambio de guardia entre Félix y Festo.

Esta es la cronología tradicional

5-10 Nacimiento
33-36 Conversión
Arabia
Damasco
37 Primera visita a Jerusalén (quince días) y encuentro con Pedro
Regreso a Tarso
43 Bernabé lo lleva a Antioquía
44-48 Primer viaje misionero
49 Concilio de Jerusalén
50-52 Segundo viaje misionero. Permanencia en Corinto
53-58 Tercer viaje misionero. Permanencia en Éfeso dos años y medio
Permanencia tres meses en Corinto (invierno) y viaje a Jerusalén
58-60 Prisión en Cesarea. Comparece ante Félix y luego ante Festo
60 Viaje a Roma (invierno)
61-63 Custodia militar en Roma
63 España?
64 Martirio
1.3.EL CORPUS PAULINUM

1.3.1 Pablo escritor

Pablo escribió sus cartas en plena actividad misionera y pastoral. No se trata de


una literatura nacida detrás de un escritorio ni es el producto de la creatividad de un
pensador. Sus cartas nacieron en el contexto de una situación concreta y por la
urgencia de daruna respuesta a problemas concretos de las comunidades y de la
necesidad del apóstol de comunicarse con ellas. No son cartas privadas, aún la
carta a Filemón. En sus cartas anuncia el Evangelio y exhorta para que los creyentes sean
fieles (1Ts 4-5; Gal 5,13-6,10; Rm 12,1-15,13). En las cartas a los Corintios y a los
Filipenses la exhortación se alterna con la exposición doctrinal.
Se escribieron sobre papiro, material económico, de menor duración que el
pergamino, lo que explica su pronta desaparición. El apóstol las habría dictado a un
discípulo (Rm 16,22), a veces Pablo añadía de su propia mano el saludo final, firmando el
escrito (cfr 1Cor 16,21). En Gálatas ha escrito personalmente la conclusión con letras más
grandes (6,11).

Trece cartas del N.T. reivindican la paternidad del Apóstol Pablo. Se agrupan
generalmente así: Cartas mayores (Romanos, 1-2 Corintios, Galatas y 1-2
Tesalonicenses); Cartas de la cautividad o prisión (Efesios, Filipenses, Colosenses y
Filemón); Cartas Pastorales (1-2 Timoteo y Tito).
- Cartas Protopaulinas (auténticas, escritas de su puño y dictadas
personalmente): Romanos, 1y 2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1 Tesalonicenses, Filemón.
- Cartas Deuteropaulinas (de autenticidad problemática, contienen material
paulino pero tienen problas de atribución al apóstol por razones históricas, teológicas y
estilísticas): Efesios, Colosenses, 2 Tesalonicenses.
- Cartas Tritopaulinas (de autenticidad improbable): Cartas pastorales: 1 y 2 Timoteo y
Tito.
Lo importante es que son inspiradas, independientemente de si fueron escritas o
no por el Apóstol. Según la cronología tradicional las cartas fueron escritas así: 1 Ts,
Gal, Flp, Flm, 1 Cor, 2 Cor, Rom, 2 Ts, Col, Ef, Tt, 1 Tm, 2 Tm.

1.3.2 Formación del Corpus Paulinum

A excepción de 1-2 Tm, Tt y Flm, fueron dirigidas a iglesias, no a individuos. Sólo


Gálatas se presenta como enviada a diversas comunidades contiguas, cada una de las cuales
debe haber recibido su ejemplar (algunos estudiosos piensan que la carta a los efesios sea
un especie de encíclica enviada a las iglesias de la misma zona, y que la carta a los romanos
fue dirigida en forma distinta también a Éfeso).
Las cartas eras leídas en reuniones comunitarias (cfr 1Ts 5,27) y eran
conservadas con veneración. En un solo caso se habla de intercambio de escritos paulinos
(Col 4,16); pero es fácil imaginar que los destinatarios de una carta la transmitían a otras
comunidades, las cuales la conservaban y la leían con atención y respeto. Así diversas
comunidades podían tener su colección de cartas paulinas. La existencia de una de estas
colecciones está atestiguada al final del s. I en 2Pe 3, 15-16 donde el autor sostiene que las
cartas de Pablo tienen una particular sabiduría al mismo nivel que las otras Escrituras:
“Piensen que la paciencia de Dios con ustedes es para su salvación; como les escribió
nuestro querido hermano Pablo con la sabiduría que le fue concedida. En todas sus cartas
trata estos temas, si bien en ellas hay cosas difíciles de entender, que los inexpertos y
vacilantes deforman, como hacen con el resto de la Escritura, para su perdición”.
Desgraciadamente no dice cuántas y cuales fueron esas cartas, pero
afirma que en ellas Pablo habla del inminente retorno del Señor. Se puede suponer que sean
aquellas donde Pablo trata este tema, es decir, Rm 13,11-14; 1Cor 7,29-32; Flp 2, 15-16; 1
Ts 5, 1-11.
A partir del final del siglo I se multiplican los indicios de un difundido
conocimiento del epistolario paulino: escribiendo a los Corintios en el 95-96, Clemente
Romano demuestra conocer Rm y 1Cor probablemente Gál, Flp y Ef. En sus cartas,
compuestas hacia el 110, Ignacio de Antioquía cita Rm, 1Cor, Gál, Ef, Flp, Col, 1Ts y
probablemente también 2Ts. Hacia el 135 Policarpo utiliza Rm, 1Cor, Gál, Ef, Flp, 2Ts y
probablemente 1-2 Tm. Marción, que se encuentra en Roma hacia el 140,
acepta en su Biblia diez cartas paulinas, omitiendo no sólo Hebreos sino también las
Pastorales.
Durante el siglo II las mismas diez cartas son las únicas conocidas como vemos
en el P46 del final del siglo. El canon muratoriano, compuesto en Roma hacia el final
del siglo II enumera 13 cartas paulinas, es decir, todas, excluyendo Hebreos.
Originalmente las dos cartas a los Corintios eran colocadas en primer lugar de la
lista, desde la carta de Clemente Romano (47, 2-3), en el canon muratoriano y después en
Tertuliano, Cipriano y Orígenes. Después la carta a los Romanos fue colocada al inicio
del epistolario paulino sea por su importancia teológica o por el rol de la comunidad de
Roma; después de ella las otras fueron ordenadas en razón de su tamaño.
No sabemos dónde fueron unidas las cartas paulinas en un solo corpus. Los
indicios son Éfeso y Corinto, que fueron centros de cultura y comunicación y
hospedaban a una antigua comunidad paulina. El lugar ocupado por las dos cartas
enviadas a la comunidad de Corinto hace pensar que justamente en esta ciudad se
formó la colección, que después fue aceptada por las otras iglesias.

1.3.3 De la misión a las cartas

En las cartas Pablo revela su talento de teólogo y escritor, pero sobre todo
manifiesta su verdadero carisma: la misión. Después de fundar en el mundo helénico
numerosas y florecientes comunidades cristianas, no les privó de su vigilancia y
constante guía pastoral.
La preocupación por todas las Iglesias representaba su obsesión cotidiana (2Cor
11,28). Y para mantener contactos con ellas, para ayudarles a resolver sus problemas y para
hacer más eficaz su testimonio, Pablo se convierte en
escritor: sus cartas nacen de la misión y en vista de la misión.
La carta más antigua es la enviada a la comunidad de Tesalónica poco después de su
fundación (1Ts 3,1-2.6) mientras estaba dedicado a la evangelización de Corinto (Hch
18,5).

Las otras cartas protopaulinas vieron la luz durante el periodo efesino (cfr Hch
19,1-20,3). Las informaciones contenidas en ellas muestran que entonces Pablo estaba en
contacto estricto con sus comunidades fundadas en Anatolia y Grecia contribuyendo a su
maduración en la fe. Con ese objetivo escribió a los Corintios, además de las dos cartas
canónicas, al menos dos más (cfr 1Cor 5,9; 2Cor 1,15-16) que fueron probablemente
perdidas, pero que fueron conservadas parcialmente al interno de las otras
dos. Con la Iglesia de Filipos tuvo contacto epistolar varias veces, y esas cartas han
confluido en la Carta a los Filipenses. Además tuvo contacto con comunidades no fundadas
directamente por él: Filemón, un cristiano que probablemente era el responsable de la
comunidad de Colosas. Finalmente, de Corinto, antes de viajar a Jerusalén, escribió
Romanos. Las circunstancias de la composición de estas cartas son conocidas, aunque
queden incertezas de numerosos detalles de tiempo y lugar.
Durante su actividad misionera Pablo se encontró en la necesidad de defenderse de
otros cristianos que ponían en discusión no sólo sus ideas, sino también la autenticidad de
su apostolado. No conocemos la identidad y las posiciones de sus opositores. Pablo se
dirige no a ellos sino a los miembros de sus comunidades para protegerlos del peligro de
caer en errores. Conocemos sólo indirectamente las posiciones de los adversarios, a partir
de los puntos polémicos contenidos en las cartas. Se supone que los adversarios sostenían
lo que el apóstol contesta y negaban lo que el apóstol se
esforzaba de inculcar.
En las cartas deuteropaulinas falta la relación directa entre el apóstol y sus
comunidades. Falta en ellas una conexión directa con la situación y los problemas de
aquellos a los cuales son dirigidas. Parecen estar dirigidas a un auditorio más amplio, con el
objetivode inculcar ideas y de corregir errores. En ellas se refleja un periodo histórico
sucesivo en el cual la Iglesia siente ya la necesidad de preservar las auténticas tradiciones
apostólicas y de defenderlas de las falsas doctrinas.
Sus cartas nacieron de una situación concreta en la cual se encontraba el
apóstol, es decir para el crecimiento y maduración de las jóvenes comunidades, con
todos sus problemas y dificultades. Deben ser leídas y comprendidas en el contexto
específico en el que han visto la luz.

1.3.4 Formulario epistolar

La retórica como arte de hablar nace en el V a.C. Es usada como instrumento de


persuasión, capaz de convencer a cualquiera de lo que sea, preocupándose por hacer
parecer verdadero más que aquello sea verdadero. Para ello se utilizan elegantes figuras de
estilo para impresionar al auditorio.
Con los sofistas se convirtió en una profesión remunerativa. Aristóteles clasificó el
discurso persuasivo en judicial, deliberativo y epidíctico (demostrativo).

La DISPOSITIO del discurso tiene las siguientes partes:

EXORDIUM Inicio del discurso, tiene la finalidad de


captar la buena voluntad del
auditorio, su atención, una introducción a
la tesis. captatio
benevolentiae
NARRATIO Exposición de los hechos
Propositio Debe ser clara, breve y creíble y preparar la
argumentación que
sigue.
La propositio es la presentación de los
términos esenciales de los
hechos expuestos, la tesis que se quiere
demostrar
ARGUMENTATIO Son las pruebas que sostienen la tesis
Probatio (probatio) y la refutación de los
Refutatio argumentos contrarios (refutatio). Las
pruebas se dan a través de
ejemplos, comparaciones, amplificaciones,
entimemas
PERORATIO Recapitulación de los puntos tratados con
la función de mover los
afectos del auditorio
Disgressio Desviación del argumento principal para
tratar temas añadidos pero
siempre pertinentes. Puede ser colocada en
cualquier lugar del
discurso para influenciar al auditorio.

En el argumento se distinguen: logos, ethos, pathos. El primero es el contenido


del discurso, la prueba racional (narratio y argomentatio). El segundo se refiere al
orador, a su carácter y modo de comportarse, en el discurso y fuera de él (exordium y
disgressio). El tercero es un argumento de tipo psicológico y afectivo en cuanto
representa al conjunto de las pasiones y de los sentimientos que el orador debe suscitar
en sus oyentes (peroratio y a veces disgressio).
Por lo tanto, el que habla debe tener en cuenta los aspectos lógicos y emocionales
porque sólo así podrá convencer al auditorio. La comunicación de Pablo no se basa sólo en
el logos, sino también en el ethos y el pathos ya que quiere alimentar la relación afectiva
entre autor y destinatarios (hermanos, amados, hijos míos...)
Los escritos bíblicos por su naturaleza son dirigidos a sus destinatarios con una
intención persuasiva. Es un hecho que Pablo conocía la retórica y la utiliza en sus cartas.
En 1Cor 2,1-5 Pablo no rechaza la retórica sino la intención de manipular los sentimientos
del auditorio sin preocupación por la verdad, como sucedía con los sofistas. El apóstol no
quiere que los destinatarios se dejen influenciar o engañar por un lenguaje encantador sino
que permanezcan en la predicación de la palabra de la cruz, testigo de la sabiduría divina
distinta de la humana y sobre esta basen su fe. Pero Pablo no rechaza la retórica sino que la
usa de modo original a favor del mensaje cristiano. El género retórico fue utilizado por el
género epistolar en tiempos de Pablo.
Las cartas eran compuestas siguiendo un formulario rígido: iniciaban con un
encabezamiento, en el que se indicaba el nombre del remitente al nominativo
(superscriptio) seguido del aquel del destinatario al dativo (adscriptio) y de un saludo
(salutatio), generalmente χαίρειν (salve) al infinito, y eventualmente de un breve exordio
o agradecimiento dictado de las circunstancias; venía después el
cuerpo de la carta, en el que se afrontaba el argumento que la ocasionaba; la carta
terminaba con un epílogo, que contenía los deseos y saludos (cfr. Hch 15,23-29). En el
mundo judío este formulario tenía algunas variaciones: en el encabezamiento el saludo
era sustituido del término “paz” (shalom) y era seguido de una fórmula de bendición de
carácter religioso. Pablo adapta este formulario. En el
encabezamiento, a los nombres del remitente y de los destinatarios agrega las cualidades
teológicas y religiosas: por ejemplo se presente como “apóstol de Jesucristo por voluntad
de Dios” y se dirige “a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a aquellos que son
santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos...” (1 Cor 1,1-2). En el saludo inicial une
al término “paz”, típico del estilo oriental, la fórmula griega, transformada en un deseo de
“gracia” derivando en “gracia y paz” que hace recordar la bendición que los sacerdotes
pronunciaban sobre Israel (cfr Nm 6,25-26). Entre el saludo y el cuerpo de la carta
introduce un agradecimiento a Dios por la vida cristiana de la comunidad a la cual es
enviada.
Aquí se ve un punto de encuentro entre la epistolografía y la retórica porque el
agradecimiento recalca el exordium de discurso, con la misma finalidad de captar la
benevolencia y atención del auditorio (captatio benevolentiae). En 2Cor aparece como una
bendición mientras en Gál como un duro reclamo
y corrección.
Las cartas de Pablo terminan con el epílogo, en el cual a los saludos sigue una
bendición de carácter litúrgico, que puede ser más o menos extensa y a veces es
trinitaria: “La gracia del Señor Jesús esté con ustedes. Mi amor con todos ustedes en Cristo
Jesús” (1Cor 16,23-24); “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la
comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes” (2 Cor 13,13).
En la antigüedad era frecuente el caso de que el remitente no escribía personalmente
la carta, se servía de un escribano, al que dictaba palabra por palabra su mensaje, o le
confiaba el sentido general, con la tarea de formularlo en el mejor modo, así el escribano se
convertía en secretario y su aporte personal resultaba mayor, aunque la familiaridad con el
remitente lo llevaba a asumir su terminología y estilo. El remitente aprobaba la carta
poniendo su firma o agregando de su propio puño los saludos finales. Pablo se adecúa a los
hábitos de su época. Es posible que haya escrito personalmente Flm (cfr Flm v. 19). Pero,
generalmente se sirve de un escribano: al final de la carta a los romanos se encuentra el
nombre de Tercio, que se presenta como quien ha escrito la carta y une sus saludos a los del
apóstol
(cfr Rm 16,22), quien señala a veces que el saludo final es de su mano (cfr. 1Cor 16,21; Gál
6,11) dejando suponer que el resto de la carta es obra de un escribano.

En el análisis de una carta de Pablo se debe partir con la dimensión epistolar,


con la estructura: prescriptum, exordium-agradecimiento, corpus, postscriptum. Después
ver el corpus con un análisis literario (sintaxis, repetición de palabras, temática),
identificar paralelismos o secuencias clásicas de narración-exhortación, individuar
argumentos que ayudan a descubrir la presencia de una tesis y de una demostración,
identificar la relación entre propositio y probatio. En el análisis se parte de la dispositio
pero luego se pasa a la elocutio y a la inventio. Pablo utilizó la periautología, es decir el
elogio de sí mismo con finalidad apologética y de orden ético, para defenderse de las
acusaciones de los adversarios y para proponerse como un modelo de valores.

1.3.5 ¿Verdaderas cartas o epístolas?

En la antigüedad el estilo epistolar era utilizado para componer no sólo cartas


verdaderas, sino también escritos de otro tipo. Es posible distinguir dos géneros literarios
distintos: la carta y la epístola.
La carta por su naturaleza íntima y personal, vale sólo para el destinatario o
destinatarios, pero no para el grande público, no se adapta a ninguno si no a aquel que
la ha escrito y a quien debe abrirla. Su contenido es múltiple cuanto la vida. La epístola
en cambio es “una forma de arte literaria, un género de la literatura, como el diálogo, el
discurso, el drama. Con la carta ella comparte sólo la forma de la correspondencia
escrita... El contenido de la epístola tiene en cuenta al grande público, que ella quiere
interesar. Si la carta es un secreto, la epístola es una mercancía del mercado; cualquiera
puede y debe
leerla. Aquello que para la carta es esencial, es decir, la dirección y las cosas propias de la
correspondencia, para la epístola en cambio es un simple ornamento externo, con el cual
viene dada la ilusión de la forma epistolar.

En base a esto, las cartas protopaulinas son verdaderas cartas. Son escritos
ocasionales, que él envía a una comunidad fundada hace poco para ayudarle a afrontar los
problemas que encuentran en su camino de fe. De las cartas en sentido estricto ellas tienen
el estilo inmediato y directo, que manifiesta la personalidad del autor. En las cartas
deuteropaulinas no aparece el estilo familiar y directo sino que se tratan de manera más
abstracta temas teológicos y pastorales. Sin embargo, las protopaulinas se
acercan a las epístolas: no son documentos privados, ya que son dirigidas a una o más
comunidades y deben ser leídas en público. La misma carta a Filemón presenta una
enseñanza que debe servir a toda la comunidad que se reúne en su casa (cfr Flm 1-2). Si
estos escritos, siendo dirigidos a pequeñas comunidades de Grecia y Anatolia, tuvieron la
fortuna de ser recogidos y meditados por siglos, ello es debido al hecho de que desde el
principio su género literario no era una simple carta.
Se puede hablar pues, de un género mixto en las cartas paulinas. Pablo ha sabido crear
un género literario nuevo, adaptado a las exigencias de una comunicación directa e
inmediata con sus comunidades lejanas.

1.3.6 Un estilo inmediato y personal

La lengua usada del apóstol es la koiné, es decir la forma de griego común en el


imperio romano. Se distingue del griego clásico en muchas particularidades gramaticales y
estilísticas y tiene el influjo de otras lenguas como el latín, el arameo o hebreo. Distinto a
otros autores del NT que, escribiendo en
griego, piensan en hebreo o arameo, Pablo elabora directamente sus conceptos y reflexiones
en griego, que demuestra poseer como lengua materna.
El estilo de Pablo es muy personal y espontáneo. En sus cartas abundan las metáforas (cfr
Rm 11,17-24), las similitudes (1Cor 12,12-27) y las imágenes (1Cor 9,24-27; 2Cor 11, 2),
la antítesis, es decir, presentar la realidad en dos polos contrapuestos (vida-muerte, ley-fe,
carne-espíritu, esclavitud-libertad, etc) con el efecto de poner al lector de frente a la
necesidad de elegir, esto es expresión de un espíritu que no acepta los términos medios y
tiende a radicalizar las posiciones. Además, el anacoluto, es decir, la falta de relación entre
dos elementos de una frase, uno de los cuales aparece privado de compañía, como
suspendido en el aire y por eso es subrayado de manera especial (cfr Rm 2,15-16 o
2,20-21).
Es propio del estilo de Pablo adoptar una grande variedad de formas literarias:
fórmulas
litúrgicas tradicionales (amén, maranathá, abbá...), invocaciones (Rm 15,32), oraciones
(Rm 15,13),
doxologías (Rm 16, 25-27), himnos (Flp 2, 6-11; 1Cor 13; Rm 11, 33-36) y confesiones de
fe (1Cor 15,3-5; Rm 1, 3-4). Numerosas son las partes autobiográficas: Pablo habla de sí
mismo para iluminar su relación con los destinatarios (cfr 1Ts 3,1-5), para defenderse de las
acusaciones que le son dirigidas (2Cor 1,12-2,11) o para polemizar con los adversarios (Gál
1,11-2,14). Otras formas literarias frecuentemente usadas son la parénesis (Rm 12; 13, 1-7)
y los catálogos de vicios y virtudes (Gal 5,19-
23).
Frecuentemente Pablo funda sus tesis sobre el AT, que cita generalmente en la
versión griega de los LXX e interpreta según los métodos de los rabinos de su tiempo
(cfr Gál 3,6-14); él recurre al método de la diatriba, usada comúnmente por los filósofos
populares, que consiste en introducir un ficticio interlocutor con quien se dialoga y discute
(Rm 3,1-8). A veces el apóstol ha añadido a sus
cartas elementos de la tradición oral (Flp 2, 6-11; Rm 1,3-4) debidamente adaptados a su
discurso.

1.3.7 Pablo y su escuela

La composición de las cartas deuteropaulinas no fue obra de individuos aislados,


sino de un movimiento de pensamiento y de vida que llamamos “escuela paulina”, que
tuvo inicio con todas las personas que circundaban al apóstol y eran ligadas a él de
profundos vínculos de fe y colaboración.
Entre ellos, Tito y Timoteo, pero además tantos otros (cfr Rm 16, 1-16.21-23). Al
interior de la escuela paulina se idealizó la figura de Pablo, pero sobretodo se sintió la
necesidad de preservar su mensaje, eliminando los mal entendidos y buscando la respuesta
a los nuevos problemas de las comunidades. Por ello, se recogieron las cartas auténticas y
al mismo tiempo fueron divulgados con su nombre y bajo su autoridad nuevos escritos, con
los cuales personas dotadas de un profundo conocimiento de su mensaje
explicitaban el contenido en vista de situaciones nuevas y difíciles.
1.3.8 ¿Escritos unitarios o antologías?

La unidad interna de las cartas paulinas es más aparente que real. Algunas de
ellas presentan desarmonías y bruscos cambios de argumento y de tono que son
difícilmente explicables en una obra salida de un golpe de la pluma de su autor. Es
posible que, cuando comenzó a tomar forma el epistolario paulino, fragmentos de
diferentes escritos vinieron unidos para formar una única carta.
Pablo mismo señala la existencia de cartas que no encuentran lugar en su epistolario
(cfr 1Cor 5,9; 2Cor 2,4). ¿Es posible que la escuela paulina haya dejado desaparecer textos
así preciosos? ¿No pudieron ser conservados como parte de otras cartas? Es muy probable
que 2Cor y Flp sean antologías de escritos dirigidos de Pablo a aquellas comunidades en
ocasiones y tiempos diferentes. Así, la carta escrita “entre
muchas lágrimas” (2Cor 2,4) estaría conservada en el interior de la misma 2Cor.

1.3.9 La transmisión textual

Los textos originales de las cartas paulinas fueron rápidamente perdidos. Las
copias manuscritas que se conservan son numerosas (aprox. 5000). El manuscrito más
antiguo es el papiro 46 aprox. del 200 d.C.; otra decena de papiros, conservada en modo
fragmentario fueron copiados en el s. III; en el IV
vieron la luz los primeros códices unciales completos, el Sinaítico y el Vaticano.
Los estudiosos de crítica textual han confrontado entre ellos y todos los manuscritos
disponibles, clasificándolos en base a su origen y analizando sus variantes y los errores de
trascripción. Después han sido hechas ediciones críticas, que contienen un texto
reconstruido en modo científico, que reflexiona de cerca aquello que debía ser leído en el
siglo II.
Permanece la duda si al interior de las cartas paulinas se ha introducido algo
no salido de la pluma del apóstol. Según muchos estudiosos, la doxología final de la carta
a los romanos (Rm 16,25-27), cuyo estilo es claramente deuteropaulino y la tradición
textual incierta, ha sido añadida cuando las cartas fueron reunidas en una única colección.
Muchas dudas hay sobre 2Cor 6,11-7,1 el cual revela una mentalidad y un estilo que no son
de Pablo. Las cartas paulinas han sido dirigidas a personas concretas, que han vivido en un
particular momento histórico, con su cultura, problemas, dificultades y errores.
Fueron compuestas para una lectura pública pero permanecen ligadas a las situaciones de
las cuales han tomado vida. Esto hace más difícil su comprensión de parte de personas que
viven otra situación cultural, social y religiosa. Sin embargo su carácter ocasional hace que
el lector moderno, una vez superada la barrera cultural que lo separa de los primeros
destinatarios, se identifique espontáneamente con ellos, dejándose envolver personalmente
en el diálogo que el apóstol ha sabido instaurar con sus lectores.

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