Los Grandes Síndromes Psiquiátricos

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LOS GRANDES SÍNDROMES PSIQUIÁTRICOS.

III.1 Los Grandes Síndromes Psiquiátricos.

 Psicosis.

 Neurosis.

 Trastornos de la Personalidad.

 Desviaciones y Trastornos Sexuales.

 Retraso Mental.

III.2 Psicosis. Concepto.

Trastorno mental generalmente severo que desorganiza la personalidad, incapacita


psicológicamente al sujeto y lo desconecta del mundo real al tomar por verdaderas sus propias
producciones mentales patológicas (alucinaciones, ideas delirantes, etc.). Otro rasgo distintivo
del paciente psicótico es que carece de conciencia de enfermedad mental o insight, es decir,
no se considera enfermo.

III.3 Clasificación.

Las psicosis pueden ser divididas siguiendo a K.Schneider (1948 y 1951) de la siguiente manera:

a. Psicosis de fundamento somático desconocido: también denominadas psicosis


endógenas o funcionales (el término funcional se prefiere al de endógeno),
representadas principalmente por las esquizofrenias y las psicosis afectivas, depresión
unipolar, psicosis maníaco-depresiva o enfermedad afectiva bipolar, etc).

b. Psicosis de fundamento somático conocido: son también llamadas Psicosis


somatógenas, y en la vieja tradición psiquiátrica se les conoce como Psicosis exógenas
por oposición a las psicosis endógenas. Se pueden deslindar las siguientes
subcategorías:

 Psicosis sintomáticas: de etiología originariamente extraencefálica (es decir, la causa


no tiene su asiento en el encéfalo), sin sustrato cerebral histopatológico, o cuando
más, con alteraciones cerebrales reversibles. Presentan sintomatología aguda y
reversible. El modelo sindrómico más representativo (se habla de modelo sindrómico
más representativo porque es el que se ve de preferencia; sin embargo no resulta
extraño observar otros cuadros patológicos) es el síndrome de obnubilación de la
conciencia, también llamado síndrome exógeno agudo, síndrome confusional,
síndrome confuso-onírico, delirium, etc.). Entre los factores etiológicos de las psicosis
sintomáticas están las infecciones, las enfermedades metabólicas, las enfermedades
endocrinas, etc.

 Psicosis orgánicas: determinadas por procesos orgánicos cerebrales que provocan


daño de la célula nerviosa. Son psicosis crónicas y generalmente irreversibles. El
modelo sindrómico más representativo es el síndrome demencial o psicosindrome
orgánico. Entre los factores etiológicos de estas psicosis se encuentran los tumores
cerebrales, los traumas craneales, las alteraciones cerebro-vasculares, la sífilis
neurológica o neurolúes, etc.
 Psicosis exotóxicas: provocadas por agentes tóxicos provenientes del exterior como el
plomo, el manganeso, el mercurio, el óxido de carbono, el alcohol. No tienen un
modelo sindrómico característico. Se pueden observar síndromes de obnubilación de
la conciencia y síndromes demenciales, entre otros.

Neurosis. Concepto.

Una de las características más importantes de las neurosis es que son trastornos originados
por "traumas" psicológicos. De acuerdo con el modelo teórico psicodinámico, uno de los
tantos que pretende explicar el origen de los trastornos mentales, las neurosis surgen como
consecuencia de conflictos intrapsíquicos que, no obstante ser reprimidos por inaceptables y
dolorosos para el sujeto, generan angustia, una emoción extremadamente penosa y que
termina por resultar insoportable. La angustia se convierte así en "la fuente dinámica común
de las neurosis". Sin embargo, en la neurosis de angustia, "subforma básica" de las neurosis,
no hay interposición de mecanismo de defensa alguno, expresándose la angustia libremente
como angustia flotante.

Para controlar la angustia el individuo suele recurrir a mecanismos de defensa o de adaptación


patológicas. El tipo de neurosis que se constituye resulta del mecanismo de defensa utilizado.
En la histeria los mecanismos de defensa operantes son la conversión y la disociación; en la
neurosis fóbica, el desplazamiento, etc.

Para la teoría del aprendizaje, otro de los importantes modelos teóricos que intentan explicar
el hecho psicopatológico, las neurosis, por el contrario, son pautas patológicas de conductas,
aprendidas que surgen cuando el individuo se ve enfrentado a estímulos psicológicos
dolorosos e intolerables y, desde luego, se ve obligado a reaccionar ante ellos.

III.5 Clasificación.

Las neurosis se clasifican de la siguiente manera

Neurosis de angustia: En su concepción tradicional, la neurosis de angustia es definida por la


Novena Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud
como "Combinaciones varias de manifestaciones físicas y mentales, no atribuibles a un peligro
real, y que se presentan ya sea de manera de ataques o bien como un estado persistente. La
ansiedad es generalmente difusa y puede llegar al pánico". Esta definición, que parte del
carácter unitario de la neurosis de angustia (integrada tanto por ataques de angustia como por
estados persistentes de ansiedad) está siendo fuertemente cuestionada, y tiende a ser
abandonada en la actualidad. Un conjunto de observaciones muy sólidas sugieren que lo que
hasta ahora había sido considerada como entidad única, está en realidad constituida por
cuadros clínicos que presentan notables diferencias clínicas, terapéuticas y hasta etiológicas.

Neurosis histérica (conversiva y disociativa): La histeria de conversión se manifiesta a través de


trastornos somáticos de naturaleza funcional (pérdida o distorsión de una función corporal),
en cuya base no existe substrato orgánico alguno que los explique. Es tal el polimorfismo de
sus síntomas que el gran clínico inglés Sydenham, dijo en el siglo XVII que la histeria imitaba
casi todas las enfermedades que afectan al género humano.

Neurosis fóbica: La neurosis fóbica es definida como una alteración en la cual el rasgo
psicopatológico esencial es el miedo excesivo, persistente e irracional a un objeto (por
ejemplo, miedo a los animales como en las fobias simples o específicas), a una actividad (por
ejemplo, hablar en público, como en las fobias sociales) o a una situación específica (por
ejemplo, estar solo en lugares públicos como en la agorafobia), lo cual conduce al individuo
afectado a evitar el objeto, la actividad y la situación temidos, es decir, a huir de los estímulos
fobógenos. Dicho temor, además, es reconocido por el propio sujeto como excesivo e
irracional y produce cierto grado de deterioro social y laboral.

Neurosis obsesivo-compulsiva: La neurosis obsesivo-compulsiva (o trastorno obsesivo-


compulsivo) es una afección de curso crónico, cuyos síntomas predominantes son las
obsesiones y las compulsivas. Las obsesiones son ideas iterativas, absurdas, indeseadas, que se
imponen a la conciencia del sujeto en contra de su voluntad y que determinan intensas
manifestaciones de angustia. Las compulsiones son actos repetitivos que, al igual que las
obsesiones, están fuera del control voluntario del sujeto.

Neurosis depresiva: Esta neurosis es englobada dentro de los trastornos del estado de ánimo.

Neurastenia: En el origen de la depresión neurótica se ponen de manifiesto situaciones


conflictivas que datan generalmente de la infancia, tales como pérdida o separación de los
padres, desarmonía en las relaciones padre-hijo, tensiones intrafamiliares, etc. Habitualmente
estos sujetos suelen exhibir ya que en edades tempranas algunos rasgos de la serie neurótica,
como por ejemplo, trastornos del habla, enuresis, temores nocturnos, ansiedad, etc. Sometida
más tarde, en la edad adulta, a nuevas situaciones de tensión (incluidas no solamente las
tensiones psicológicas sino también las biológicas, como por ejemplo, ciertas fases críticas del
desarrollo como el embarazo, el parto, el puerperio, etc.), la persona puede desarrollar
fácilmente un cuadro depresivo neurótico.

Hipocondría: ( Hipocondría o Trastorno Hipocondríaco) La Clasificación Internacional de


Enfermedades Mentales define la hipocondría de la siguiente manera: "Trastorno neurótico
cuyas características conspicuas son la preocupación excesiva por la salud propia en general o
por la integridad y el funcionamiento de alguna parte del propio cuerpo o, con menos
frecuencia, de la propia mente. Usualmente está asociada con ansiedad y depresión; y puede
presentarse como un trastorno mental severo.

Diferencias entre Neurosis y Psicosis.

Son muchas las diferencias que separan las neurosis de las psicosis. Enunciaremos las notas
diferenciales más sustantivas (Alonso Fernández, 1978).

 En el plano etiopatogénico, porque en la estructuración de las neurosis siempre


participan conflictos psicológicos y, en cambio, el establecimiento de la psicosis
obedece fundamentalmente a un proceso morboso corporal o a una disposición
endógena constitucional (psicosis somatógenas y endógenas respectivamente o dicho
en términos más actuales, psicosis orgánicas y funcionales).

 En el plano sintomatológico, porque las manifestaciones mórbidas son mucho más


intensas en las psicosis, quedando reducidas en las neurosis a una cierta disminución
de la libertad frente a sí mismo, esto es, la libertad interior (en la psicosis, la pérdida
de libertad frente a sí mismo es mayor), y a la aparición de la angustia que impregna
todo el ser. No esta demás insistir con respecto a las psicosis en la pérdida del sentido
de la realidad (alucinaciones, ideas delirantes), que está muy relacionada con la
pérdida de la libertad frente a sí mismo. Habría que añadir que mientras el neurótico
se reconoce enfermo y acude espontáneamente al psiquiatra (insight), el psicótico por
el contrario no se considera portador de ningún trastorno y por lo tanto, no solamente
no busca la ayuda del psiquiatra, sino que puede incluso oponerse activamente a ello.

III.7 Trastorno de la Personalidad. Historia.

A Philippe Pinel se le acredita el mérito de haber descrito a comienzo del siglo XIX por primera
vez este trastorno con el nombre de manía sin delirio. En 1835 el médico inglés James C.
Pritchard acuña el término de locura moral (moral insanity) para referirse al mismo disturbio.
Koch en 1891 introduce un concepto de inferioridad psicopática. En 1923 Kurt Schneider
publica en Alemania su libro Las personalidades psicopáticas que ha ejercido una influencia
decisiva sobre muchos aspectos conceptuales básicos del problema. Sus tipos clínicos
psicopáticos, a saber, el hipertímico, el depresivo, el inseguro de sí mismo, el fanático, el
necesitado de estimación, el lábil de ánimo, el explosivo, el desalmado, el abúlico y el asténico,
perviven, con diferentes etiquetas y con algunas modificaciones tanto en el DSM-III-R de la
Asociación Psiquiátrica Norteamericana como en la CIE-9 y CIE-10 de la OMS.

Entre los tipos psicopáticos de Kurt Schneider y los trastornos específicos de la personalidad
del DMS-III-R, por ejemplo, se pueden establecer ciertas equivalencias. Así: 1) el psicópata
depresivo de Schneider no sería un trastorno de la personalidad propiamente dicho, sino
comprendería al trastorno distímico de los trastornos afectivos clasificable por tanto en el eje I
(los trastornos de la personalidad se clasifican en el eje II del sistema multiaxial del DSM-III-R);
2) los psicópatas inseguros de sí mismos corresponderían al trastorno de la personalidad por
dependencia; 3) los psicópatas fanáticos corresponderían al trastorno paranoide de la
personalidad; 4) los psicópatas desalmados (con embotamiento afectivo) corresponderían al
trastorno antisocial (o asocial) de la personalidad; 5) los psicópatas necesitados de estimación
corresponderían al trastorno histriónico de la personalidad; 6) los psicópatas lábiles de ánimo
corresponderían al trastorno límite de la personalidad.

III.8 Definición.

La décima revisión de la clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS, define los


trastornos de la personalidad como alteraciones graves de la constitución caracterológica y de
las tendencias conductuales de la persona, que no proceden directamente de enfermedades,
daños o de otros traumas del cerebro, ni de otros trastornos psiquiátricos. Habitualmente
comprometen varias áreas de la personalidad y casi siempre se acompañan de considerable
sufrimiento personal (ansiedad y depresión y de desorganización de la vida social.
Generalmente se manifiesta desde la infancia o desde la adolescencia, manteniéndose durante
la vida adulta.

A todo esto habría que agregar, en algunos trastornos de la personalidad, la dificultad para
colocarse en el lugar del otro, es decir, la incapacidad para empatizar.

Pese a que existen muchos tipos clínicos de trastornos de la personalidad, han sido
identificados algunos rasgos comunes, si no a todos, a muchos de ellos, como se puede inferir
de la definición que ha sido transcrita: 1) los trastornos de la personalidad se expresan a través
de trastornos (graves) del carácter y de la conducta (el carácter y la conducta son
precisamente las manifestaciones objetivables de la personalidad, que en cierta manera, es
una abstracción, un constructo teórico); 2) no son debidos dichos trastornos, al menos
directamente, a una lesión cerebral ( es decir, a un daño orgánico) ni a otro trastorno
psiquiátrico. Por tanto, según este criterio, de exclusión, el trastorno de la personalidad no es
debido a un trastorno mental orgánico, a una psicosis, a una neurosis, a un retraso mental ni a
cualquier otra afección mental; 3) habitualmente el trastorno comienza en la infancia y en la
adolescencia y continúa durante la edad adulta, con tendencia a experimentar cierta mejoría
en la edad madura y en la vejez. Se trata por tanto, de un padecimiento esencialmente
duradero, crónico; 4) debido a las persistentes alteraciones de su conducta, estos sujetos son
propensos a sufrir y a provocar el sufrimiento de cuantas personas les rodean; 5) es manifiesto
en ellos la incapacidad para colocarse en lugar de las otras personas.

Clasificación Según el DSM-III-R.

1. Extraños o excéntricos

Trast. paranoide de la personalidad

Trast. esquizoide de la personalidad

Trast. Esquizotípico de la personalidad

2. Teatrales, emotivos y volubles

Trast. Antisocial de la personalidad

Trast. límite de la personalidad

Trast. histriónico de la personalidad

Trast. narcisista de la personalidad

3. Ansiosos o temerosos

Trast. de la personalidad por evitación

Trast. de la personalidad por dependencia

Trast. obsesivo-compulsivo de la personalidad

Trast. pasivo- agresivo de la personalidad

10 Clasificación de Acuerdo con la Clasificación Internacional de


Enfermedades. (CIE -10)
Trastorno paranoide de la personalidad.

Trastorno esquizoide de la personalidad.

Trastorno asocial de la personalidad.

Personalidad emocionalmente inestable.

Trastorno histriónico de la personalidad.

Trastorno anancástico de la personalidad.

Personalidad ansiosa

Personalidad dependiente.

Trastornos de la Conducta Sexual. Introducción Histórica.


Dentro de una línea de investigación a la cual se puede atribuir ya un cierto carácter científico,
debemos situar al psiquiatra alemán Krafft-Ebing (1840-1902) como un auténtico pionero en el
área de la sexualidad humana. En 1986 publicó su Psychopathia sexualis, que aún hoy día por
la magistral descripción de sus cuadros clínicos, constituye un estupendo estudio de las
desviaciones sexuales. Con esta obra Krafft-Ebing contribuye de manera notable a fijar dentro
de ciertos lineamientos empíricos, el problema de las llamadas entonces "aberraciones
sexuales".

Si bien es cierto que esta obra en general, tiene un balance positivo, no lo es menos que, dado
el inmenso prestigio de que gozaba el autor, muchos errores contenidos en su obra tendieron
a consagrarse como grandes verdades como por ejemplo, el atribuir carácter patológico a la
masturbación y sostener la heredabilidad de las desviaciones sexuales.

Henry Havelock Ellis, Médico Inglés nacido en 1859 y muerto en 1939, vivió gran parte de su
vida bajo los rígidos principios morales del puritanismo victoriano. Este clima de torpe
oscurantismo, muy tempranamente orientó a su espíritu inquieto y de penetrante curiosidad
intelectual, a "develar los misterios del sexo". Fruto de su admirable capacidad creadora es
una producción vasta y de altísima calidad donde destacan sus Estudios sobre la psicología del
sexo, escrito en siete volúmenes, apareciendo el primero de ellos en 1898. Sus obras fueron
calificadas de obscenas por la censura inglesa de la época y, una de ellas, La inversión sexual,
fue prohibida por la censura. Muchas de las propuestas de Ellis en torno a al sexualidad
mantienen aún plena vigencia.

Nos referimos solamente a un trabajo de Freud publicado en 1905: Tres ensayos sobre una
teoría de la sexualidad, donde el creador del psicoanálisis introduce la teoría de la líbido, a la
vez que describe la actividad sexual en el niño, destruyendo el mito prevaleciente hasta
entonces de que la infancia era sexualmente neutra

Alfred Charles Kinsey (1894 – 1956), es un zoólogo norteamericano que en 1948 sorprendió al
mundo científico con su libro Conducta sexual del varón elaborado en base al método de las
encuestas. El trabajo de Kinsey condujo a un notable cambio en los conceptos dominantes en
la sociedad norteamericana de entonces sobre determinadas conductas sexuales tales como la
masturbación, la homosexualidad, las experiencias prematrimoniales, etc. El estudio reveló, en
contra de las creencias generalmente aceptadas, una alta incidencia de homosexualidad,
prácticas masturbatorias, relaciones buco-genitales y otras conductas sexuales consideradas
tabúes.

Willian Masters, Ginecólogo, y Virginia Johnson, psicóloga, ambos norteamericanos,


fundadores de la "Reproductive Biology Research Foundation" de San Luis, Missouri,
publicaron en 1966 una obra que pronto alcanzó gran notoriedad. Respuesta Sexual Humana.
En este libro, escrito tras once años de investigaciones, se describe por primera vez en
términos rigurosamente científicos la filosofía de la respuesta sexual humana. Es ya clásica la
división que hacen Masters y Johnson de la respuesta sexual: excitación, meseta, orgasmo y
resolución. En 1970 los mismos autores dieron a la luz el libro Human Sexual Inadequacy,
donde estudian las disfunciones sexuales y se fijan las bases para una nueva técnica de
tratamiento basada en la terapia de conducta. La mayoría de los métodos de terapia sexual
utilizados en la actualidad, se fundamentan en los principios de Masters y Johnson.
En 1974 la Asociación Psiquiátrica Norteamericana excluye la homosexualidad de su nosografía
(DSM-III) argumentando que, lo que hasta entonces había sido considerada una parafilia, no
constituye en realidad un trastorno mental. Este punto de vista de la Asociación Psiquiátrica
Americana, no era compartido por las Asociaciones Psiquiátricas de otros países, ni tampoco
por la OMS (CIE-9), hasta 1987, fecha en la cual esta organización sintoniza con el DSM-III a
través del borrador de la décima revisión de la clasificación de enfermedades (CIE-10), que
entró en circulación a partir de 1993.

Entre los cambios sociales que ha llevado a una transformación profunda de la sexualidad
merecen citarse: la adquisición de mayores derechos ciudadanos y mejoras económicas por
parte de la mujer; el desarrollo de los medios de comunicación y transporte masivos; el
descubrimiento de métodos de control de natalidad como amplio rango de seguridad
(anticonceptivos hormonales, DIU, etc.) que han hecho posible separar la sexualidad de la
reproducción.

III.12 Clasificación

Los trastornos sexuales son registrados por la Décima Revisión de la Clasificación Internacional
de Enfermedades (CIE-10) que rigió a partir de 1993 en dos categorías separadas: por una
parte, las disfunciones son estudiadas dentro del grupo de trastornos denominado
disfunciones fisiológicas asociadas con factores mentales o conductuales y, por la otra, las
parafilias y los trastornos de la identidad sexual, dentro de los trastornos de la personalidad.

La tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-III) de
la Asociación Psiquiátrica Americana, así como la Revisión de que fue objeto esta clasificación
(DSM-III-R), agrupan los disturbios sexuales dentro de una misma categoría, llamada trastornos
sexuales, que engloba a su vez cuatro órdenes de alteraciones: trastornos de la identidad
sexual, parafilias, disfunciones sexuales y homosexualidad egodistónica.

Clasificación Según el DSM-III-R.

-Trastornos de la identidad sexual en la infancia.

1. Trastornos de -Transexualismo.

la Identidad -Trastornos de la identidad sexual en la adolescencia

Sexual y la vida adulta.

-Trastornos de la identidad sexual no especificada

- Exhibicionismo

- Fetichismo

- Frotteurism

- Pedofilia

- Masoquismo sexual

- Sadismo sexual

- Fetichismo transvestista

- Voyeurismo
2. Parafilias - Escatología telefónica

- Necrofilia (cadáveres)

- Parcialismo (atención centrada

- Parafilias no exclusivamente en una parte del

especificadas cuerpo)

- Zoofilia (animal)

- Coprofilia (heces)

- Clismofilia (enemas)

- Urofilia (orina)

- Trastornos del - Deseo sexual inhibido (o

Deseo Sexual hipoactivo)

- Trastorno por aversión al sexo

- Trastorno de la excitación sexual en la mujer

3. Disfunciones - Sexuales Trastornos de la Excitación Sexual

- Trastorno de la erección en el hombre

Trastornos del orgasmo

Disfunción orgásmica femenina

- Disfunción orgásmica masculina

- Eyaculación precoz

- Dispareunia

Trastornos sexuales

Vaginismo Por Dolor

- Disfunción Sexual no especificada

4. Otros trastornos - Trastornos sexual no especificado.

sexuales (Incluye la homosexualidad egodistónica)

14 Retraso Mental. Introducción.

El retraso mental (deficiencia mental, retardo mental, subnormalidad mental, oligofrenia,


déficit mental, debilidad mental, amencia) consiste en una detención del desarrollo mental
que se expresa primordialmente por un déficit de la inteligencia. Sin embargo, la
sintomatología del retraso mental no queda reducida a un simple insuficiencia, ya que otras
áreas de la personalidad se encuentran también afectadas.
Desde Esquirol, a comienzo del siglo XIX, el concepto de retraso mental se ha opuesto al de
demencia, en el sentido de que el primero es de origen congénito o de comienzo precoz y el
segundo aparece como un deterioro de la inteligencia, luego que ésta ha alcanzado su pleno
desarrollo.

Las causas del retraso mental son múltiples y su prevalencia significativamente alta (es una de
las alteraciones más comunes en la infancia y la adolescencia). Por último, la asistencia de este
problema implica un cúmulo de demandas de tipo social que deben ser cubiertas, y la
intervención de la más amplia gama de profesionales, tales como psiquiatras, genetistas,
neurólogos, psicólogos, psicopedagogos, etc.

III. 15 Definición.

Hubo una época, durante el período de mayor auge y expansión de la psicometría, en que el
retraso mental fue definido en base a los resultados obtenidos en las pruebas de inteligencia.
Así, un sujeto que en un test de inteligencia alcanzara una puntuación por debajo del
promedio era calificada como retrasado mental, sin tener en consideración sus otras
características mentales. Puesto que las pruebas de inteligencia no son capaces de explorar y
evaluar otras áreas de funcionamiento psicológico, ocurría que muchos niños diagnosticados
de retrasados mentales podían desempeñarse con tanta idoneidad como un niño normal fuera
del aula. Como resultado de esta observación, al clásico criterio intelectual, se añadió el de
adaptación social, con el fin de que la definición estuviere más acorde con los hechos.

A tono con esta más perspectiva, la American Association on Mental Deficiency (AAMD) define
el retraso mental de la siguiente manera: el retraso mental se refiere al funcionamiento
intelectual general significativamente por debajo del promedio, asociado a un deterioro de la
conducta adaptativa y manifestado durante el período de desarrollo.

En la definición transcrita, el retraso mental se ubica por debajo de un CI inferior a 70, o lo que
es lo mismo, dos desviaciones estándar por debajo de la medida en un test determinado.

III. 16 Descripción de los Niveles o Grados de Retraso Mental.

a) Retraso Mental Leve.

Es denominado también déficit mental o morón. Según el criterio psicopedagógico, los


oligofrénicos ubicados en este nivel son educables porque tienen capacidad para la
instrucción. Su cociente intelectual es de 50 a 70. Constituye el mayor grupo de retrasados
mentales; su frecuencia es alrededor de 85%. Los niños que funcionan en este nivel intelectual,
durante el período preescolar, entre 0 y 5 años, pueden desarrollar habilidades sociales y de
comunicación y tienen un déficit mínimo en las áreas sensoriomotrices, lo que los diferencia
poco de los niños normales, y obliga a establecer el diagnóstico en edades posteriores. Los
adolescentes pueden aprender distintas habilidades hasta el nivel de sexto curso. Durante la
vida adulta, pueden adquirir fácilmente habilidades de tipo social y profesional que les
permitan tener una independencia mínima. No obstante, pueden necesitar orientación y
asistencia cuando eventualmente se encuentren sometidos a estrés social y económico.

b) Retraso Mental Moderado.

En la psiquiatría tradicional conformaban juntamente con los retrasos mentales graves, el


grupo de los imbéciles. Según el criterio pedagógico, los retrasados situados en este nivel son
entrenables. Acusan un cociente intelectual de 35 a 49. Representan el 10% de todos los
retrasados mentales.

Cuando niños, pueden mantener una conversación y aprender habilidades de comunicación


durante el período pre-escolar. Pueden también beneficiarse del aprendizaje de habilidades
sociales y laborales, aunque los que siguen estudios son incapaces de progresar más allá de
segundo grado. Pueden aprender a viajar de forma independiente por los lugares que les
resulten más familiares. Durante la adolescencia, sus dificultades para reconocer normas
sociales pueden interferir en sus relaciones interpersonales.

En la adultez, pueden contribuir a su propio mantenimiento efectuando trabajos que no


requieren gran habilidad, bajo estrechas supervisión en talleres protegidos o en otros
ambientes. Necesitan orientación y supervisión cuando se encuentran en situaciones de
estrés. Se adaptan bien a la vida comunitaria, aunque normalmente viven en grupos de
viviendas protegidas.

c) Retraso Mental Grave.

El retraso mental grave representa el 3 a 4% de la población oligofrénica. Su cociente


intelectual es de 20 a 34

En la niñez, y específicamente durante el período preescolar, se observa un desarrollo motor


pobre y el niño adquiere pocas o nulas habilidades verbales para la comunicación. Ya en la
etapa escolar, el niño retrasado puede aprender rudimentos de conversación (vocabulario
reducido y de frases simples) y de hábitos de higiene (por ejemplo, regulación de esfínteres),
mediante entrenamiento.

En la adultez este grupo de retrasados puede realizar tareas sencillas bajo una estrecha
supervisión. Deben vivir en viviendas protegidas o en el medio familiar

d) Retraso Mental Profundo.

Antiguamente se llamaba oligofrenia profunda o idiocia. También se le ha denominado


custodiables, porque la única acción de ayuda que puede brindársele a estos pacientes es la
custodia. Cociente intelectual menor de 20. Constituyen el 1 a 2% de todos los retrasos
mentales

Durante los primeros años del desarrollo estos sujetos muestran una capacidad mínima para el
funcionamiento sensoriomotriz. Exigen cuidados y control permanentes. No existe un real
desarrollo del lenguaje, que está reducido a palabras aisladas. El desarrollo motor es
igualmente pobre. Sin embargo, tanto el lenguaje como la motricidad pueden mejorar algo
mediante un entrenamiento adecuado. Es frecuente la incontinencia de esfínteres. Deben vivir
en ambientes muy protegidos y estructurados, bien sea con familia o en instituciones
apropiadas.

17 GRADOS DE RETRASO MENTAL.

Grados de retraso mental CI (cociente intelectual)

Leve 50 – 70

Moderado 35 – 49
Grave 20 – 34

Profundo Menos de 20

III. 18 Diagnóstico.

Hay que comenzar por una relación detallada:

De los antecedentes tanto del paciente como de los padres. Habitualmente en el retraso
mental, la información es suministrada por los padres. Dado que un elevado porcentaje de
subnormalidad mental es de origen hereditario, es de absoluta necesidad investigar la
presencia de trastornos hereditarios en ambas ramas familiares, paterna y materna (hay que
tener muy en cuenta que muchos padres tienden a negar la ocurrencia de enfermedades
hereditarias en la familia por considerarlas un estigma vergonzoso). Es preciso preguntar a la
madre si presentó alguna complicación médica durante el embarazo como rubéola u otras
infecciones virales, toxoplasmosis, diabetes, eclampsia, etc.; si ingirió algún tipo de
medicamento de los que se conoce o se supone que son teratógenos, si tiene hábitos
alcohólicos (no es necesario que la madre sea una alcohólica declarada para que se produzca
el síndrome alcohólico fetal, cantidades que pudieran ser moderadas en otras circunstancias,
durante el embarazo pueden producirlo también). Se debe prestar gran atención a los
trastornos perinatales (traumas de parto, prematuridad, dificultades respiratorias, hipoxia,
infección, etc.) y a las enfermedades sufridas por el niño durante la niñez (meningitis,
encefalitis, etc.).

El examen físico puede suministrar datos de gran valor para el diagnóstico. Muchas
oligofrenias se acompañan de dismorfias, evidenciables a la simple observación: el tamaño del
cráneo (macrocefalia, microcefalia) y la forma (braquicefalia, dolicocefalia, turricefalia, etc.); el
aspecto de la cara (los rasgos faciales típicos del síndrome de Down, el hipertelorismo o
aumento de separación entre los ojos, el puente nasal liso, los pliegues epicánticos, las orejas
de implantación baja y pequeñas, la macroglosia, los trastornos de la dentición, etc.). También
hay que tener en cuenta el color y textura de la piel, la altura de velo del paladar, el tamaño de
la glándula tiroidea, la estatura, el tamaño del tronco y de las extremidades, los pliegues
palmares, et.

El examen neurológico puede asimismo suministrar datos incipientes sobre el niño retrasado.
Pueden haber anomalías de tono muscular, tales como rigidez o hipotonía, de los reflejos
(ejemplo, hiperreflexia), y del movimiento (movimientos coreatetósicos). Se pueden observar
alteraciones de los sentidos como el oído y la vista. En uno casos, el niño retrasado parece
irritable e hiperactivo, pero en otros se presenta excesivamente quieto. Generalmente hay
trastornos de lenguaje. Las convulsiones son frecuentes. El estudio radiográfico y mediante
tomografía computarizada está indicado en las craneostenosis (braquicefalia, dolicocefalia,
etc.), en la esclerosis tuberosa, en la toxoplasmosis, etc.

Los exámenes de laboratorio son valiosos en aquellos síndrome con marcadores bioquímicos
(oligofrenia fenilpirúvica, por ejemplo). En los cuadros en que se sospeche un origen
cromosómico, está indicada la determinación del cariotipo.

La exploración se completa con los estudios psiquiátricos y psicológicos. El estudio psiquiátrico


está dirigido fundamentalmente hacia los aspectos psicopatológicos del retraso mental. El
estudio psicológico tiene como fin evaluar el nivel de funcionamiento intelectual, lo cual tiene
importancia no solamente para el diagnóstico, sino también para el tratamiento. Con los
lactantes, los test más utilizados son los de Gesell, Bayley y Cattel. Para los niños de más edad
se utilizan fundamentalmente el Stanford-Binet y el test de inteligencia de Weschler para
niños.

Para detectar lesión orgánica cerebral se ha empleado el test de retención visual de Benton.

El estudio psicológico debe incluir también la exploración de la personalidad la afectividad y la


adaptación social.

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