Los Grandes Síndromes Psiquiátricos
Los Grandes Síndromes Psiquiátricos
Los Grandes Síndromes Psiquiátricos
Psicosis.
Neurosis.
Trastornos de la Personalidad.
Retraso Mental.
III.3 Clasificación.
Las psicosis pueden ser divididas siguiendo a K.Schneider (1948 y 1951) de la siguiente manera:
Neurosis. Concepto.
Una de las características más importantes de las neurosis es que son trastornos originados
por "traumas" psicológicos. De acuerdo con el modelo teórico psicodinámico, uno de los
tantos que pretende explicar el origen de los trastornos mentales, las neurosis surgen como
consecuencia de conflictos intrapsíquicos que, no obstante ser reprimidos por inaceptables y
dolorosos para el sujeto, generan angustia, una emoción extremadamente penosa y que
termina por resultar insoportable. La angustia se convierte así en "la fuente dinámica común
de las neurosis". Sin embargo, en la neurosis de angustia, "subforma básica" de las neurosis,
no hay interposición de mecanismo de defensa alguno, expresándose la angustia libremente
como angustia flotante.
Para la teoría del aprendizaje, otro de los importantes modelos teóricos que intentan explicar
el hecho psicopatológico, las neurosis, por el contrario, son pautas patológicas de conductas,
aprendidas que surgen cuando el individuo se ve enfrentado a estímulos psicológicos
dolorosos e intolerables y, desde luego, se ve obligado a reaccionar ante ellos.
III.5 Clasificación.
Neurosis fóbica: La neurosis fóbica es definida como una alteración en la cual el rasgo
psicopatológico esencial es el miedo excesivo, persistente e irracional a un objeto (por
ejemplo, miedo a los animales como en las fobias simples o específicas), a una actividad (por
ejemplo, hablar en público, como en las fobias sociales) o a una situación específica (por
ejemplo, estar solo en lugares públicos como en la agorafobia), lo cual conduce al individuo
afectado a evitar el objeto, la actividad y la situación temidos, es decir, a huir de los estímulos
fobógenos. Dicho temor, además, es reconocido por el propio sujeto como excesivo e
irracional y produce cierto grado de deterioro social y laboral.
Neurosis depresiva: Esta neurosis es englobada dentro de los trastornos del estado de ánimo.
Son muchas las diferencias que separan las neurosis de las psicosis. Enunciaremos las notas
diferenciales más sustantivas (Alonso Fernández, 1978).
A Philippe Pinel se le acredita el mérito de haber descrito a comienzo del siglo XIX por primera
vez este trastorno con el nombre de manía sin delirio. En 1835 el médico inglés James C.
Pritchard acuña el término de locura moral (moral insanity) para referirse al mismo disturbio.
Koch en 1891 introduce un concepto de inferioridad psicopática. En 1923 Kurt Schneider
publica en Alemania su libro Las personalidades psicopáticas que ha ejercido una influencia
decisiva sobre muchos aspectos conceptuales básicos del problema. Sus tipos clínicos
psicopáticos, a saber, el hipertímico, el depresivo, el inseguro de sí mismo, el fanático, el
necesitado de estimación, el lábil de ánimo, el explosivo, el desalmado, el abúlico y el asténico,
perviven, con diferentes etiquetas y con algunas modificaciones tanto en el DSM-III-R de la
Asociación Psiquiátrica Norteamericana como en la CIE-9 y CIE-10 de la OMS.
Entre los tipos psicopáticos de Kurt Schneider y los trastornos específicos de la personalidad
del DMS-III-R, por ejemplo, se pueden establecer ciertas equivalencias. Así: 1) el psicópata
depresivo de Schneider no sería un trastorno de la personalidad propiamente dicho, sino
comprendería al trastorno distímico de los trastornos afectivos clasificable por tanto en el eje I
(los trastornos de la personalidad se clasifican en el eje II del sistema multiaxial del DSM-III-R);
2) los psicópatas inseguros de sí mismos corresponderían al trastorno de la personalidad por
dependencia; 3) los psicópatas fanáticos corresponderían al trastorno paranoide de la
personalidad; 4) los psicópatas desalmados (con embotamiento afectivo) corresponderían al
trastorno antisocial (o asocial) de la personalidad; 5) los psicópatas necesitados de estimación
corresponderían al trastorno histriónico de la personalidad; 6) los psicópatas lábiles de ánimo
corresponderían al trastorno límite de la personalidad.
III.8 Definición.
A todo esto habría que agregar, en algunos trastornos de la personalidad, la dificultad para
colocarse en el lugar del otro, es decir, la incapacidad para empatizar.
Pese a que existen muchos tipos clínicos de trastornos de la personalidad, han sido
identificados algunos rasgos comunes, si no a todos, a muchos de ellos, como se puede inferir
de la definición que ha sido transcrita: 1) los trastornos de la personalidad se expresan a través
de trastornos (graves) del carácter y de la conducta (el carácter y la conducta son
precisamente las manifestaciones objetivables de la personalidad, que en cierta manera, es
una abstracción, un constructo teórico); 2) no son debidos dichos trastornos, al menos
directamente, a una lesión cerebral ( es decir, a un daño orgánico) ni a otro trastorno
psiquiátrico. Por tanto, según este criterio, de exclusión, el trastorno de la personalidad no es
debido a un trastorno mental orgánico, a una psicosis, a una neurosis, a un retraso mental ni a
cualquier otra afección mental; 3) habitualmente el trastorno comienza en la infancia y en la
adolescencia y continúa durante la edad adulta, con tendencia a experimentar cierta mejoría
en la edad madura y en la vejez. Se trata por tanto, de un padecimiento esencialmente
duradero, crónico; 4) debido a las persistentes alteraciones de su conducta, estos sujetos son
propensos a sufrir y a provocar el sufrimiento de cuantas personas les rodean; 5) es manifiesto
en ellos la incapacidad para colocarse en lugar de las otras personas.
1. Extraños o excéntricos
3. Ansiosos o temerosos
Personalidad ansiosa
Personalidad dependiente.
Si bien es cierto que esta obra en general, tiene un balance positivo, no lo es menos que, dado
el inmenso prestigio de que gozaba el autor, muchos errores contenidos en su obra tendieron
a consagrarse como grandes verdades como por ejemplo, el atribuir carácter patológico a la
masturbación y sostener la heredabilidad de las desviaciones sexuales.
Henry Havelock Ellis, Médico Inglés nacido en 1859 y muerto en 1939, vivió gran parte de su
vida bajo los rígidos principios morales del puritanismo victoriano. Este clima de torpe
oscurantismo, muy tempranamente orientó a su espíritu inquieto y de penetrante curiosidad
intelectual, a "develar los misterios del sexo". Fruto de su admirable capacidad creadora es
una producción vasta y de altísima calidad donde destacan sus Estudios sobre la psicología del
sexo, escrito en siete volúmenes, apareciendo el primero de ellos en 1898. Sus obras fueron
calificadas de obscenas por la censura inglesa de la época y, una de ellas, La inversión sexual,
fue prohibida por la censura. Muchas de las propuestas de Ellis en torno a al sexualidad
mantienen aún plena vigencia.
Nos referimos solamente a un trabajo de Freud publicado en 1905: Tres ensayos sobre una
teoría de la sexualidad, donde el creador del psicoanálisis introduce la teoría de la líbido, a la
vez que describe la actividad sexual en el niño, destruyendo el mito prevaleciente hasta
entonces de que la infancia era sexualmente neutra
Alfred Charles Kinsey (1894 – 1956), es un zoólogo norteamericano que en 1948 sorprendió al
mundo científico con su libro Conducta sexual del varón elaborado en base al método de las
encuestas. El trabajo de Kinsey condujo a un notable cambio en los conceptos dominantes en
la sociedad norteamericana de entonces sobre determinadas conductas sexuales tales como la
masturbación, la homosexualidad, las experiencias prematrimoniales, etc. El estudio reveló, en
contra de las creencias generalmente aceptadas, una alta incidencia de homosexualidad,
prácticas masturbatorias, relaciones buco-genitales y otras conductas sexuales consideradas
tabúes.
Entre los cambios sociales que ha llevado a una transformación profunda de la sexualidad
merecen citarse: la adquisición de mayores derechos ciudadanos y mejoras económicas por
parte de la mujer; el desarrollo de los medios de comunicación y transporte masivos; el
descubrimiento de métodos de control de natalidad como amplio rango de seguridad
(anticonceptivos hormonales, DIU, etc.) que han hecho posible separar la sexualidad de la
reproducción.
III.12 Clasificación
Los trastornos sexuales son registrados por la Décima Revisión de la Clasificación Internacional
de Enfermedades (CIE-10) que rigió a partir de 1993 en dos categorías separadas: por una
parte, las disfunciones son estudiadas dentro del grupo de trastornos denominado
disfunciones fisiológicas asociadas con factores mentales o conductuales y, por la otra, las
parafilias y los trastornos de la identidad sexual, dentro de los trastornos de la personalidad.
La tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-III) de
la Asociación Psiquiátrica Americana, así como la Revisión de que fue objeto esta clasificación
(DSM-III-R), agrupan los disturbios sexuales dentro de una misma categoría, llamada trastornos
sexuales, que engloba a su vez cuatro órdenes de alteraciones: trastornos de la identidad
sexual, parafilias, disfunciones sexuales y homosexualidad egodistónica.
1. Trastornos de -Transexualismo.
- Exhibicionismo
- Fetichismo
- Frotteurism
- Pedofilia
- Masoquismo sexual
- Sadismo sexual
- Fetichismo transvestista
- Voyeurismo
2. Parafilias - Escatología telefónica
- Necrofilia (cadáveres)
especificadas cuerpo)
- Zoofilia (animal)
- Coprofilia (heces)
- Clismofilia (enemas)
- Urofilia (orina)
- Eyaculación precoz
- Dispareunia
Trastornos sexuales
Las causas del retraso mental son múltiples y su prevalencia significativamente alta (es una de
las alteraciones más comunes en la infancia y la adolescencia). Por último, la asistencia de este
problema implica un cúmulo de demandas de tipo social que deben ser cubiertas, y la
intervención de la más amplia gama de profesionales, tales como psiquiatras, genetistas,
neurólogos, psicólogos, psicopedagogos, etc.
III. 15 Definición.
Hubo una época, durante el período de mayor auge y expansión de la psicometría, en que el
retraso mental fue definido en base a los resultados obtenidos en las pruebas de inteligencia.
Así, un sujeto que en un test de inteligencia alcanzara una puntuación por debajo del
promedio era calificada como retrasado mental, sin tener en consideración sus otras
características mentales. Puesto que las pruebas de inteligencia no son capaces de explorar y
evaluar otras áreas de funcionamiento psicológico, ocurría que muchos niños diagnosticados
de retrasados mentales podían desempeñarse con tanta idoneidad como un niño normal fuera
del aula. Como resultado de esta observación, al clásico criterio intelectual, se añadió el de
adaptación social, con el fin de que la definición estuviere más acorde con los hechos.
A tono con esta más perspectiva, la American Association on Mental Deficiency (AAMD) define
el retraso mental de la siguiente manera: el retraso mental se refiere al funcionamiento
intelectual general significativamente por debajo del promedio, asociado a un deterioro de la
conducta adaptativa y manifestado durante el período de desarrollo.
En la definición transcrita, el retraso mental se ubica por debajo de un CI inferior a 70, o lo que
es lo mismo, dos desviaciones estándar por debajo de la medida en un test determinado.
En la adultez este grupo de retrasados puede realizar tareas sencillas bajo una estrecha
supervisión. Deben vivir en viviendas protegidas o en el medio familiar
Durante los primeros años del desarrollo estos sujetos muestran una capacidad mínima para el
funcionamiento sensoriomotriz. Exigen cuidados y control permanentes. No existe un real
desarrollo del lenguaje, que está reducido a palabras aisladas. El desarrollo motor es
igualmente pobre. Sin embargo, tanto el lenguaje como la motricidad pueden mejorar algo
mediante un entrenamiento adecuado. Es frecuente la incontinencia de esfínteres. Deben vivir
en ambientes muy protegidos y estructurados, bien sea con familia o en instituciones
apropiadas.
Leve 50 – 70
Moderado 35 – 49
Grave 20 – 34
Profundo Menos de 20
III. 18 Diagnóstico.
De los antecedentes tanto del paciente como de los padres. Habitualmente en el retraso
mental, la información es suministrada por los padres. Dado que un elevado porcentaje de
subnormalidad mental es de origen hereditario, es de absoluta necesidad investigar la
presencia de trastornos hereditarios en ambas ramas familiares, paterna y materna (hay que
tener muy en cuenta que muchos padres tienden a negar la ocurrencia de enfermedades
hereditarias en la familia por considerarlas un estigma vergonzoso). Es preciso preguntar a la
madre si presentó alguna complicación médica durante el embarazo como rubéola u otras
infecciones virales, toxoplasmosis, diabetes, eclampsia, etc.; si ingirió algún tipo de
medicamento de los que se conoce o se supone que son teratógenos, si tiene hábitos
alcohólicos (no es necesario que la madre sea una alcohólica declarada para que se produzca
el síndrome alcohólico fetal, cantidades que pudieran ser moderadas en otras circunstancias,
durante el embarazo pueden producirlo también). Se debe prestar gran atención a los
trastornos perinatales (traumas de parto, prematuridad, dificultades respiratorias, hipoxia,
infección, etc.) y a las enfermedades sufridas por el niño durante la niñez (meningitis,
encefalitis, etc.).
El examen físico puede suministrar datos de gran valor para el diagnóstico. Muchas
oligofrenias se acompañan de dismorfias, evidenciables a la simple observación: el tamaño del
cráneo (macrocefalia, microcefalia) y la forma (braquicefalia, dolicocefalia, turricefalia, etc.); el
aspecto de la cara (los rasgos faciales típicos del síndrome de Down, el hipertelorismo o
aumento de separación entre los ojos, el puente nasal liso, los pliegues epicánticos, las orejas
de implantación baja y pequeñas, la macroglosia, los trastornos de la dentición, etc.). También
hay que tener en cuenta el color y textura de la piel, la altura de velo del paladar, el tamaño de
la glándula tiroidea, la estatura, el tamaño del tronco y de las extremidades, los pliegues
palmares, et.
El examen neurológico puede asimismo suministrar datos incipientes sobre el niño retrasado.
Pueden haber anomalías de tono muscular, tales como rigidez o hipotonía, de los reflejos
(ejemplo, hiperreflexia), y del movimiento (movimientos coreatetósicos). Se pueden observar
alteraciones de los sentidos como el oído y la vista. En uno casos, el niño retrasado parece
irritable e hiperactivo, pero en otros se presenta excesivamente quieto. Generalmente hay
trastornos de lenguaje. Las convulsiones son frecuentes. El estudio radiográfico y mediante
tomografía computarizada está indicado en las craneostenosis (braquicefalia, dolicocefalia,
etc.), en la esclerosis tuberosa, en la toxoplasmosis, etc.
Los exámenes de laboratorio son valiosos en aquellos síndrome con marcadores bioquímicos
(oligofrenia fenilpirúvica, por ejemplo). En los cuadros en que se sospeche un origen
cromosómico, está indicada la determinación del cariotipo.
Para detectar lesión orgánica cerebral se ha empleado el test de retención visual de Benton.