Kuyper, R.B. - Evangelismo Teo-Centrico
Kuyper, R.B. - Evangelismo Teo-Centrico
Kuyper, R.B. - Evangelismo Teo-Centrico
R. B. KUSPEE
EVANGELISMO TEO-CENTRICO
EVANGELISMO
TEO-CENTRICO
Una expòsicion de là
Teologia Biblica del Evangelismo
por
R. E3. KUIPER
TELL
Depösito Legat: B. 26318-1966
TELL
The Evangellcal Literaturo League
R. O. Box 2348, GRAND RAPIDS.MIch.
U.S. A.
In tro d u c c ió n ..................................................... 3
1. Dios el A utor del E vangelism o................... 13
2. El Amor infinito de Dios y el Evangelismo 23
3. L a Elección soberana de Dios y el Evan
gelismo ............................. ................................. 33
4. El Pacto de la G racia Divina y el Evan
gelismo ............................................................... 49
5. L a Soberana Elección de Dios y el Evan
gelismo ............................................................... 63
6. Dios y el Propósito del E vangelism o........ 73
7. Dios y la Urgencia del E v an g elism o ........ 91
8. Dios y el Motivo del E v an g elism o .............. 103
9. Dios y el Propósito del E van g elism o........ 115
10. Dios y su Agente p ara el Evangelismo ... 127
11. L a Iglesia y la Táctica del Evangelismo... 139
12. Dios y los Medios del E vangelism o............. 153
13. Dios y el M ensaje del Evangelismo............. íe s
14. Dios y el Celo p a ra el E v an g elism o ........ 191
15. Dios y el Método p a ra el Evangelismo ... 205
16. Dios y la Cooperación en el Evangelismo 215
17. Dios y la Eficacia del E vangelism o............. 239
18. Dios y la Resistencia al Evangelismo........ 249
19. Dios y el T riunfo del Evangelismo............. 261
INTRODUCCION
Amor Soberano
Amor abnegado
Amor salvador
El am or de Dios no salva a todos los hombres.
Ju a n 3: 16 nos enseña de modo inquívoco que sola
m ente los que creen en el Hijo ten d rán la vida eter
na. La misma verdad se extiende por todo el Nue
vo Testamento.
De ahí puede ser inferido que el am or de Dios
al m undo no es infinito; pero esta inferencia no
tiene razón de ser, porque se b asaría en una falsa
prem isa antes refutada, que lo infinito puede ser
F> AMOR IN H N IT O DE DIOS Y KL EVANGELISMO 29
Amor Universal
El Pacto y la Elección
El Universalismo y la separación
El convertido y su casa
Cuando el carcelero de Filipos inquirió que te
nía que hacer p ara ser salvo, Pablo y Silas le res
pondieron: “ Cree en el Señor Jescristo y serás sal
vo tu y tu casa” (Hechos 16; 31).
¿Qué q uerían decir al carcelero al declararle
que su casa tam bién sería salva? D ebían los ap ó v
62 EVANGELISMO TEOCÈNTRICO
La fe y la Palabra dé Dios
El Evangelio de la Gracia
El Hijo salva
El mereció la salvación, tanto en el aspecto ne
gativo como en el positivo. Pagó la deuda de los
pecadores hasta el últim o cuadrante. En la cruz fue
quebrantado por la maldición que ellos merecían.
Fue abandonado por Dios, por haberse puesto en
el lugar de crim inales m erecedores del infierno.
Pero tam bién, por su perfecta obediencia al Padre,
mereció justificación p ara los pecadores, vida e te r
na y gloria. En consecuencia, nada queda como
mérito propio. A cada cual le corresponde decir.
Ningún precio traigo a Tí
Mas tu C r m es para mí.
N aturalm ente, el Hijo de Dios no sólo jnereció
la salvación, sino que tam bién otorga la salvación.
Esta bendita verdad es a veces olvidada. Se h a dicho
que Cristo, por su obra salvadora, hizo la salvación
posible para todos; pero si un individuo dado será
salvo o no depende del ejercicio de su propia volun
tad. Esto es un serio error. Ello equivale a decir que
la obra salvadora de Cristo, no salva. Niega el po
der de la redención. Roba a Cristo su honor de S al
vador haciendo al hom bre su propio salvador, pues
de él depende la salvación por gracia. La verdad
del asunto es que la m uerte redentora de Cristo
salva a todos los que han sido designados p ara ser
salvos, o sea a todos los que el P adre le ha dado
(Ju an 17: 9). Por esto son: Su pueblo; (M ateo 1: 21).
Sus ovejas; (Ju an 10: II). Su Iglesia; (Hechos
20-28). Los elegidos de Dios (Romanos 8: 32, 33).
174 EVANGELISMO TEOCÉNTRICO
La Iglesia indígena
La Iglesia y el Estado
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Dios y Satanás
Dios y el incrédulo
la ru in a ” {I, 6).
Sin embargo, la soberanía de Dios, ta l como es
tá expresada en el D ecreto de reprobación, no quita
nada a la responsabilidad hum ana. Dios no fuerza
a los reprobados al infierno; estos perecen porque
no quieren venir a Cristo p a ra que tengan vida
(Ju an 5: 40). Dios no es autor de la incredulidad
en aquellos que perecen, como no es au to r de la íe
en aquellos que son salvos. Como Ju d as Iscariote
que negó al S eñor conforme al “determ inado con
sejo y ancipado conocimiento de Dios” (Hechos
2: 23), estos réprobos llevan sobre sí la plena res
ponsabilidad por sus m alas obras, y por lo tanto
van a ‘‘su propio lugar” (Hechos 1: 15). Así que los
reprobados perecen a causa de su propia y volun
taria incredulidad. Que nadie piense que puede ocu
r r ir que alguno de los no elegidos desee venir a
C risto por la fe, pero encuentre su cam ino bloquea
do por el decreto divino. En cada caso, el reproba
do am a la m uerte m ás bien que la vida (Prover
bios 8: 36).
Esto advirtieron tam bién los teólogos de D ort, y
por lo tan to dijeron: “No es falta del Evangelio, ni
de C risto que se lo ofrece, ni de Dios, que les llama
por el Evangelio y les confiere diversos dones, el
que sean condenados aquellos que son llam ados m e
diante el m inisterio de la p alab ra y rehúsan venir
y ser convertidos. La falta radica en ellos mismos.
(Cánones de Dort I I I , 4-9).
Q ue sea claram ente entendido y enfáticam ente
afirm ado: C uando un pecador es salvo: toda la glo
ria pertenece a Dios; cuando un pecador es perdi
do, el pecador es quien tiene toda la culpa.
Aquí hay un m isterio, es verdad. Que ningún
hom bre pretenda mezclarse en él. La paradoja de
la soberanía de Dios desplegada en el decreto eter
258 EVANGELISMO TEOCÍNTRICO
El triunfo asegurado
El triunfo consumado
¿Tenemos que concluir que, excepto por la con
versión de un núm ero relativam ente pequeño de
individuos, la proclam ación del Evangelio se de
m ostrará de poco efecto, y que cuando la evangeli-
zación del m undo por la Iglesia, haya resultado un
fracaso, el Hijo de Dios ap arecerá repentinam ente
y ten d rá la victoria sobre S atan ás m ediante u n des
pliegue cataclistico de poder? No; en m anera algu
na. La enseñanza de la E scritura es bien clara. H a
cia el fin de los tiempos Cristo aparecerá con una
m anifestación sobrenatural de poder p ara destruir
a sus enemigos; pero tam bién es verdad que una
m ultitud incontable de todas las lenguas, linajes,
pueblos y-náciones, se ap re su ra rá n hacia las doce
p u ertas de la Jerusalem celestial (Apoc. 21: 12-13).
Los habitantes-de esta ciudad, que son la simiente
espiritual de A braham , serán ta n num erosos como
la aren a que está en la playa del m ar o como las
estrellas -del firm am ento (Génesis 22: 17). Ellos
constituirán la nueva y verdadera hum anidad, y
como tales h ab itarán los nuevos cielos y la nueva
tierra (Apoc. 21: 1). Y esta m ultitud h a b rá sido sal
va toda por m edio del Evangelio.
En todos los siglos los hom bres h an luchado pa
ra reu n ir la hum anidad dividida. Casi se podría de
cir que estas luchas constituyen la misma historia
de la hum anidad. E ntre los métodos empleados p a
ra tal fin, tres perm anecen aún. Incontables esfuer
zos h an sido hechos p ara u n ir a las naciones me
diante la espada. Esto dio lugar a los imperios del
m undo antiguo, así cpnio a los grandes dominios
268 EVANGELISMO TEOCÉNTRICO