Modelo de Desarrollo en Venezuela PDF

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria


Universidad Politécnica Territorial José Antonio Anzoátegui “UPTJAA”
Anaco, estado Anzoátegui
Pnf-Contaduria Pública. Asignatura: Sistemas Económicos y Modelo

Modelo de Desarrollo en

Venezuela

Profesora: Bachilleres:
David Hernández Jesús Salazar C.I 29.729.769
Jesús Saffón C.I 28.418.029
Fabiana Vargas C.I 29.895.419
Abraham González C.I 28.476.220
Nailyn Carreño C.I 29.895.108

Trayecto I – Fase 2. Sección 03, Nocturna


Anaco, julio de 2021
Los casi cincuenta años que separan el fin de la guerra de los primeros años
noventa determinan radicales transformaciones en la economía y en la estructura
social de Venezuela y, al mismo tiempo, en su organización política. En las
primeras dos décadas del Siglo XX, Venezuela era uno de los países más pobre
de toda Latinoamérica, por no decir el más pobre.

El paso de una economía agropecuaria, en la cual predominaba la extracción y


la exportación de productos petroleros, los procesos de urbanización, la creación
de un más rico mercado interior, entre otras cosas, fueron desarrollando, en el
vertiente económico, todos aquellos elementos que constituyen en Venezuela una
economía dependiente y producen, en el vertiente demográfico, el doble efecto de
favorecer un proceso inmigratorio donde se ha de orientar los movimientos de la
población dentro del territorio nacional, diversamente de cuanto presupuestado de
las autoridades de gobierno, hacia las ciudades y los sectores económicos no
agrícolas.

Una propuesta realizada por Óscar A. Echevarría, explica que la historia


económica venezolana después de 1944 se divide en cinco fases. La primera de
éstas, definida de transformación de 1944 hasta 1957; la segunda, ocurrida entre
1958 y 1973, de desarrollo hacia dentro; la tercera, entre 1973 y 1978, de
crecimiento explosivo; una cuarta fase, que empieza en 1979 y termina en 1983,
llamada de paradoja y crisis y, por fin, el quinto momento, después de 1983, de
recuperación. Sin embargo el último de estos períodos, tomando en cuenta los
resultados no satisfactorios con respecto a la economía del país, además de la
inestabilidad política vigente en esos años, se dice que esta utiliza el término
‘recuperación’ con excesivo optimismo, con tal de presentarlo más como un
auspicio y una esperanza que como un dato de la realidad. La subdivisión
propuesta también señala la alternancia en el sistema institucional y en la política
venezolana. En particular, el primer período corresponde a la fase de los
regímenes militares, del medianista (desde 1941) a la dictadura de Marco Pérez
Jiménez (1952-1957). La segunda corresponde a las presidencias de Rómulo
Betancourt (1958-1963), de Raúl Leoni (1963-1968) y de Rafael Caldera (1968-
1973), uno de los fundadores de la democracia venezolana del siglo XX. Las
últimas tres fases que –como acabamos de decir– analizamos juntas
corresponden a las presidencias de Carlos Andrés Pérez (1973-1978), del
copeyano Luis Herrera Campíns (1978-1983), de Jaime Lusinchi (1983-1989) y de
Carlos Andrés Pérez (1989-1993).

En el primero de estos períodos, el período de transformación, la serie orgánica


de las cuentas del estado, preparada por el Banco Central de Venezuela, empieza
en 1950. Solo a partir de esta fecha es posible examinar de manera más analítica
las andaduras de la economía del país. Entre 1945 y 1957 el P.N.B. venezolano
crece mediamente del 9,9% cada año, pasando de alrededor de 7,7 mil millones
de bolívares en 1946, a poco menos de 24 mil millones en 1957. El B.C.V. calcula
por el período 1950-1959, en cambio, un crecimiento del PNB del 8,5% en media
por año. Si se examina, luego, la composición por sectores del PNB se destaca
que, en 1945, el resulta formado por más del 40% del sector primario y otro tanto
por el terciario; la industria representa solo el 18%. En particular, el 28,7% del
P.T.B. total y el 70,6% de aquel del sector primario provienen de la extracción de
los productos petroleros. Un aumento consistente, que sigue resintiendo de la
guerra y que crecerá menos significativamente en los años siguientes, haciendo
registrar incrementos entre el 10 y el 15%. La economía venezolana se funda en
una reserva de recursos naturales de grandes proporciones, aunque poco
diferenciadas: teniendo en cuenta el valor de las diversas fases de la producción
petrolera y cuanto ellas inciden sobre el sector industrial y sobre aquel de los
servicios, la explotación de los ricos yacimientos produce el 40,7% del P.T.B. total,
es decir, más del 54% de los ingresos del gobierno central y el 96% de los
derivantes de la exportación de bienes.

Los años entre 1958 y 1973 son marcados por dos acontecimientos
internacionales de gran importancia para la economía venezolana: la crisis del
Canal de Suez que empieza en 1955 y la guerra del Yom Kippur en 1973. El
principio del período de “desarrollo hacia dentro” está también caracterizado por
una profunda transformación en el sistema político del país. La revolución del 23
enero de 1958 derriba la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez; el general
está obligado a huir al extranjero llevando consigo una fortuna enorme de casi
doscientos cincuenta millones de dólares. La grieta entre industriales de Caracas,
Valencia y Maracaibo por un lado, y sectores comerciales concentrados alrededor
de la Cámara de Comercio de Caracas y la Cámara de Comercio venezolana-
americana por el otro, tiene como objeto precisamente la política industrial del
Gobierno que, al mismo tiempo, actúa con una fuerte intervención del Estado en el
sector y con una rendida condescendencia a los diktat del poderoso aliado. En
1952, se estipula un nuevo tratado comercial con Estados Unidos que, no
protegiendo la producción interna, se revela particularmente favorable para la
industria extranjera. Ambas opciones operan en la óptica de una política
económica que entrega el futuro de la industria manufacturera privada a la sola
competitividad respecto de los productos norteamericanos.

La crisis del medio oriente de 1973 inaugura un período de gran expansión de


la economía venezolana. El crecimiento vertiginoso del precio del crudo, el cual
sube de 3,71 dólares por barril en 1973, a 11,25 en 1975, determina un brusco
aumento del valor de los intercambios con el exterior. Las entradas de la balanza
comercial relativas a las exportaciones pasan de casi cinco mil millones de
dólares, en 1973, a más de once mil millones el año siguiente. Se acentúa, en
cambio, la dependencia del sector petrolero, cuyas exportaciones llegan a 4,5 mil
millones en 1973 y a casi 11 el año siguiente y representan, respectivamente, el
93 y el 95% del total de las dos voces de la balanza comercial. El notable
incremento del precio no corresponde, en todo caso, a un aumento de las
cantidades producidas, que se reducen, pues, de más de 3.300 millones barriles al
día en 1973, a poco menos de 3 millones en 1974, alrededor de 2.400 barriles en
1975 y a poco menos de 2.300 el año siguiente.

Sin embargo, se da un aumento del P.N.B. proporcionalmente más lento.


Crece, en efecto, del 5,5% entre 1968 y 1973 y del 7,1% en el período siguiente.
Durante este período se puede destacar las entradas del sector de las
exportaciones y, en 1974, alcanza niveles muy elevados, superando del 235%
aquellas del año anterior. El aumento de las exportaciones y los mayores gastos
del gobierno federal determinan un incremento de la liquidez, que llega al 244%
entre 1974 y 1978. Este crecimiento representa un elemento que incide
directamente sobre la demanda interior y, en particular, sobre el curso de las
importaciones, que crecen, durante los mismos años, del 328%. El período entre
1974 y 1978 también corresponde a un momento de gran transformación de la
gestión política del país y, en particular, en el partido de Acción Democrática (AD).
Los herederos de Rómulo Betancourt y de Raúl Leoni, después de la presidencia
del copeyano Rafael Caldera, vuelven al Gobierno con Carlos Andrés Pérez, que
representa el gran “arquitecto” de la transformación del partido. AD basa su
supervivencia y su poder, hasta el final de los años sesenta, en la existencia de un
partido antagonista, que garantice una posible alternativa democrática de
gobierno. Desde 1973 AD se vuelve más homogénea y elimina las puntas más
ásperas de disenso interior, representadas por los jóvenes radicales del MIR
(Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y por Luis Beltrán Prieto Figueroa.

Otro elemento que hay que tener en cuenta es el aumento de la población


venezolana. Ya desde los años de la independencia del país, los gobernantes son
conscientes de la imposibilidad de determinar el desarrollo sin garantizar, al mismo
tiempo, un crecimiento cuantitativo de los habitantes. Ahora bien, casi queriendo
conectar los períodos y juntando los objetivos con las políticas de balance y de
gasto, interviene el Ministerio de Obras Públicas venezolano. Tres son los
períodos en los que se puede subdividir la obra del MOP. El primero, que llega
hasta 1948, ve una expansión de sus actividades y de sus tareas, desarrolladas
adoptando criterios de especialización y una cuidadosa planificación. El segundo,
correspondiente a la década perezjimenista, en el cual el MOP se dedica a las
obras de viabilidad, urbanización y al área metropolitana de Caracas. Entre 1948 y
1957, el balance del Ministerio llega a 8.587 millones de bolívares. Más de dos mil
millones son empleados para la construcción de edificios se gastan más de tres
mil millones para la construcción de calles y un millardo y medio para obras de
mejoras urbanas. El tercer período llega hasta la mitad de los años setenta y
puede ser subdividido en dos fases. Durante la primera, correspondiente a los
años sesenta, la inversión del gobierno en obras públicas muestra valores
relevantes; durante la segunda, en cambio, baja sensiblemente, hasta llegar al 4 o
5% entre 1975 y 1980, trasladando fondos y funciones al ministerio que provee a
la gestión de la hacienda estatal.

Las elecciones del gobierno venezolano para aquellos años favorecen, antes
que todo, a la capital. Por un largo período, Caracas es el objeto de las atenciones
y de los mayores gastos por parte tanto del gobierno federal como de las
autoridades locales. Estas, en particular, quieren volver la ciudad en una
verdadera metrópolis rica y eficiente y, por lo tanto, en su territorio se multiplican
las obras del régimen.

Junto con la elevada exportación de dinero de la industria petrolera, de la


adquisición de bienes y servicios extranjeros favorecidos por la notable propensión
al consumo privado, se puede destacar también la salida de moneda relacionada
con la propensión al ahorro de los inmigrados y con el empleo de estas sumas a
invertir en patria. Los ahorros individuales de los inmigrados no constituyen
valores relevantes; sin embargo, su totalidad produce una ulterior pérdida neta por
la economía venezolana, precisamente relacionada con el modelo de desarrollo
pensado para el país latinoamericano y, en fin, con la actividad expansiva de la
economía interior actuada por el Ministerio de Obras Públicas.

Ahora bien, entrando más al tiempo actual, el modelo de desarrollo venezolano


busca garantizar y alcanzar la Independencia con Igualdad y Justicia Social, y
avanzar en la restitución progresiva del equilibrio: económico, social, político,
territorial e internacional de Venezuela. Posee un esquema a seguir a fin de
promover el progreso de un pueblo, es un marco de referencia para los
encargados de elaborar las políticas públicas de un país. O sea que el gobierno
tiene como objetivo mejorar la situación económica y laboral de la población,
garantizar el acceso a la salud, a la educación y brindar seguridad entre otras
prioridades

En la década del siglo XXI, el país contó con el ingreso petrolero sostenido
mayor en su historia, en doce años pasó de 10$ a 100$ por barril, sin embargo,
esto no repercutió en el desarrollo y bienestar de la población: la falta de
planificación en su inversión y la corrupción creciente son algunas de las
explicaciones, para algo que se ha convertido en una exagerada dependencia
económica del petróleo. Es por esta razón que al no existir un proyecto nacional
de desarrollo; no hay precisión sobre lo que se quiere para el país, más allá de los
deseos generales de cualquier sociedad, que no ayudan a la hora de las
concreciones prácticas. Los objetivos de desarrollo propuestos por Venezuela
para el período 1990-2015, en el marco de las metas trazadas para el milenio por
todos los países del mundo (bajo el trabajo conjunto de la Organización de
Naciones Unidas ONU, gobiernos, sociedad civil y diferentes organizaciones),
obtiene un consolidado en el año 2013. Los objetivos propuestos por Venezuela
para el lapso 1990-2015 fueron:

1. Superar la pobreza extrema y el hambre.


2. Lograr la enseñanza primaria universal.
3. Promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer.
4. Reducir la mortalidad de los niños menores de cinco años.
5. Mejorar la salud materna.
6. Combatir el VIH SIDA, la malaria, el dengue y la tuberculosis.
7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.
8. Fomentar una alianza mundial para el desarrollo
Ya para el año 2013 se comienzan a ver con mayor amplitud los problemas que
hoy afectan de manera severa a los venezolanos, en los derechos básicos de
alimentación, salud y educación, además del acrecentamiento de dificultades
como la exclusión, violencia e impunidad, desempleo, corrupción; las cuales no
son nuevas, actualmente alcanzan niveles impensados y se escapan del control
del Estado. Algunos detalles específicos que caracterizan a diferentes grupos
poblacionales pueden ayudar a representar la magnitud de la problemática que
enfrenta el país. Frente a este panorama, es claro que la situación social y
económica del país requiere disponer de instituciones que promuevan un modelo
de desarrollo, que ofrezca los mecanismos regulatorios para favorecer “La
innovación, inversión, ahorro y producción”, en pro de unas condiciones de vida
diferentes a sus ciudadanos.

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