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Curriculum – Enseñanza y Evaluación

La evaluación en la actualidad ha tenido un resurgir, ya que todos los participantes


de un proceso educativo se dan cuenta de la necesidad de ser evaluado o evaluar,
pero al mismo tiempo con su creciente interés ha venido de la mano una confusión
heredada de confundir el término evaluación con la calificación o la medición
escolar. Por eso es de suma importancia que todos los participantes adquieran
una voluntad de cambio para poder mutar hacía un nuevo paradigma donde la
evaluación no sea vista como la calificación o el valor numeral que se le da al
alumno para medir sus conocimientos.

Y como al mismo tiempo la evaluación ha tomado un lugar fundamental en la


educación, también se ha convertido en el principal reto al que hacen frente todos
los países, ya que todos buscan desarrollar sistemas de evaluación verdaderos,
para asegurar la calidad de educación de los alumnos.

1- Concepto de Evaluación del Aprendizaje

En el universo de la pedagogía existen varios conceptos de “evaluación”, y varía


de acuerdo a las metodologías, pero lo que sin duda es armónico entre varias
concepciones, es el fin de la misma, que es dar un punto de partida para que la
educación se embarque al mejoramiento, calidad, autenticidad, claridad pero
sobre todo potenciar el que todos los alumnos aprendan.

Podemos abordar los siguientes conceptos de evaluación:

a) La evaluación como un proceso y producto, pese a que no siempre es


objeto de enseñanza que se realiza permanentemente. Sin ser

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necesariamente conscientes interiorizamos jerarquías, indicadores y
criterios para distinguir diferentes cantidades y cualidades de valor, que
podrán ser puestas en discusión, pero que sobrevivirán, al menos como un
modelo del cual distanciarse. La evaluación es un acto omnipresente, no
necesariamente intencional o explícito que se da siempre más allá de la
consciencia del evaluador. La evaluación es un proceso en el que deben
consensuarse diferentes intereses, valores y puntos de vistas, cuyo énfasis
no es velar o buscar aquel juicio imparcial que debe garantizarse mediante
la competencia del evaluador, el poder del profesor y el uso de unos
rigurosos procedimientos técnicos, sino que hay que verla como una
herramienta que estimula el debate democrático en el aula, el consenso
debidamente razonado. Es por ello que la evaluación es quizás el más
importante proceso involucrado en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
(GARCÉS, 2015)

b) La evaluación es el jardín mejor guardado de la escuela, ilustra bastante


bien lo que ocurre al interior de la “caja negra” que es el aula de clases,
donde cada profesor instrumenta la evaluación de acuerdo con sus
condiciones, concepciones y creencias acerca de lo que significa el
aprendizaje escolar y su valoración. La enseñanza, el aprendizaje y la
evaluación son elementos estrechamente interrelacionados, de modo que
cualquier cambio en la evaluación necesariamente trastoca la enseñanza y
el aprendizaje en el aula. La evaluación es un tema complejo que tiene
distintas aristas y aunque se reconocen avances significativos en el plano
teórico en los últimos años, aún hay interrogantes para las que no se tiene
una respuesta clara y precisa como: ¿Con qué propósito y con qué criterios
se evalúa?, ¿quién o quiénes deben responsabilizarse de esta tarea?,
¿quién evalúa al evaluador?, ¿es mejor no evaluar que hacerlo de forma
deficiente?, ¿cómo se mide el deseo de aprender?, etcétera. La evaluación
es un ámbito de pensamiento y de actuación pedagógica que a lo largo de
los años ha sufrido una serie de cambios tendientes a su mejora. (Moreno
Olivos, 2016)

c) La evaluación es entendida como proceso por el cual se obtienen


informaciones acerca de los aprendizajes alcanzados por los y las
estudiantes para que, según las necesidades, se tomen decisiones en la
enseñanza. Las informaciones recibidas en el proceso de la enseñanza
orientarán las actividades a ser desarrolladas en la misma, pues indicarán
la situación en que se encuentran los y las estudiantes y,

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fundamentalmente, qué aspectos del desarrollo de sus capacidades
necesitan ser reforzados. Es decir, las informaciones suministradas por las
diversas estrategias de evaluación han de ser utilizadas para la
retroalimentación constante de aquellos aspectos que precisan ser
afianzados en la búsqueda de la competencia. (Montaner, 2003)

d) El objetivo de la evaluación es, fundamentalmente diagnóstico: conocer el


punto de partida con el fin de orientar el subsiguiente proceso en una
determinada dirección o certificador: constatar el grado de consecución de
los objetivos previamente determinados con el fin de avalar, clasificar,
discriminar… y, también, revisar, rehacer, retomar, reflexionar… en función
de los resultados obtenidos. La evaluación en el ámbito académico,
comparte estas dos funciones de la evaluación; la función formativa,
pedagógica, suele llevar aparejada, esa otra función, sancionadora,
certificadora, habilitadora…; en este caso, de la evaluación se desprende
una calificación de la que se suelen derivar importantes consecuencias para
el evaluado. La evaluación es un elemento indispensable que forma parte
natural de cualquier actividad humana –deportiva, académica, laboral…-
personal o grupal, que implique un proceso; es la brújula que nos va
indicando si llevamos la dirección y velocidad adecuadas hacia nuestro
objetivo. Siguiendo con el símil, la evaluación es un corrector automático de
dirección, que tiende constantemente a llevarnos a la senda prefijada
originalmente, con el fin de corregir errores sobre la marcha, variar la
dirección, aumentar la intensidad, dosificar las fuerzas o incluso abandonar
a tiempo la carrera, Sin ella andaríamos dando palos de ciego, instalados
en la incertidumbre que supone el desconocimiento de nuestra propia
situación respecto a la meta. La evaluación, así entendida, es un
mecanismo imprescindible de conocimiento y mejora de uno mismo, del
grupo y de la actividad que desarrolla. la evaluación es «una instancia más
del aprendizaje» (Arribas Estebaranz, 2017)

e) “La Evaluación se puede definir como un conjunto de operaciones que tiene


por objetivo determinar y valorar los logros alcanzados por los alumnos en
el proceso de aprendizaje, con respecto a los objetivos planteados en los
programas de estudio.” La Evaluación es un proceso sistemático y reflexivo
para escenarios educativos en general. “La Evaluación es el proceso que
tiene por objetivo, determinar en qué medida se han logrado los objetivos
previamente establecidos, lo cual supone un juicio de valor sobre la
información recogida y que se emite al contrastar esta información con los
criterios que son los objetivos previamente establecidos, en términos de la
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conducta que el alumno debe exhibir para probar su adquisición.” “La
Evaluación es el proceso de identificar, obtener y proporcionar información
útil y descriptiva acerca del valor y el mérito de los momentos de la
planificación, la realización y el impacto de un objeto determinado, con el fin
de servir para la toma de decisiones, solucionar los problemas de
responsabilidad y promover la comprensión de los fenómenos implicados”.
“La Evaluación es el enjuiciamiento sistemático de la valía o el mérito de un
objeto”. (Foronda Torrico & Foronda Zubieta, 2007)

Por lo tanto podemos partir que la evaluación es establecer un análisis en pro de


mejorar la calidad educativa, ya sea a nivel macro o micro, que implica establecer
un proceso a conciencia de acuerdo a las circunstancias del universo a evaluar,
donde es necesaria la aplicación múltiples instrumentos que permitan la inferencia,
donde obligatoriamente la evaluación se ve afectada por la participación implícita y
explicita de diversos actores educativos, afectando positiva o negativamente el
contexto de aprendizaje de los alumnos ya sea para cumplir con la meta,
potencializar que todos aprendan, o para afectar la motivación y autoestima de los
mismos alumnos.

2- Fases de la evaluación:

La evaluación se concibe como un proceso sistemático que permite obtener


información continua y significativa, interpretar la información para conocer la
situación del estudiante, con respecto a la construcción de su aprendizaje, en los
diferentes momentos del periodo escolar; formar juicios de valor con respecto a
ese proceso y tomar decisiones válidas y oportunas para adecuar las
intervenciones didácticas. Así entendida la evaluación, se puede afirmar que ésta
es un proceso en el que se distinguen cuatro fases. Dichas fases la podemos ver
descrita en el fascículo del “Ministerio de Educación y Ciencia (MEC)” donde se
pueden rescatar las siguientes concepciones:

Recolección de la información.

Al llevar adelante el proceso de evaluación es necesario obtener información


relevante y útil que revele las capacidades desarrolladas en los/as estudiantes, en

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función a la competencia. El contenido de la información variará conforme al
propósito que se persiga con la evaluación. Así por ejemplo, no es lo mismo
obtener información para mejorar el proceso de aprendizaje, que para determinar
la promoción del y la estudiante al final de un grado. En el primer caso, se necesita
fundamentalmente averiguar cómo se va desarrollando el proceso de aprendizaje,
cuáles son las limitaciones que tiene el estudiante y que le impide seguir
avanzando, como también detectar sus potencialidades para encausarlas;
mientras que, en el segundo, la información necesaria se centra prioritariamente
en los aprendizajes que se han logrado como resultado de dicho proceso. Así
pues, dependiendo del propósito de la evaluación, la información que se precisa
es de distinto tipo y, en consecuencia, las actividades de evaluación que se
apliquen, también variarán.

Interpretación de la información.

La información obtenida es interpretada con relación a unos referentes. Por


ejemplo, con un propósito formativo se considerarán: los indicadores referidos a
las capacidades, la complejidad de las tareas que se proponen, los materiales
didácticos disponibles, el grado de motivación o de esfuerzo, las circunstancias
externas (familiares, sociales,. . .), etc. Esto posibilita que los datos recabados
adquieran significado pedagógico, es decir, permitan establecer hipótesis acerca
de las posibles causas de lo que está aconteciendo en el proceso de aprendizaje
(logros, dificultades, interferencias. . .) y, de ese modo, actuar en consecuencia y
atribuir a tales logros o dificultades, determinadas razones. Es importante destacar
que en reiteradas ocasiones los estudiantes tienen dificultades para analizar una
tarea porque no saben cómo abordarla o, una vez iniciada, cómo continuar, qué
pasos han de dar, etc. Por este motivo, es conveniente que se les propongan
tareas (especialmente si son nuevas para ellos/as o relativamente complejas) en
las que quede clara la secuencia de actividades que deben realizar. De esta
manera, tanto al profesor como al/la propio/a estudiante, le resultará más fácil
detectar dónde se presenta la dificultad, en caso de darse. En la interpretación de
los datos recogidos, se debe tener presente que en muchos casos, el propio
estudiante puede brindar información al docente sobre sí mismo y sus intereses,
su interpretación de la realidad, etc. Contar con opiniones sobre sí mismo/a,
posibilita al/la estudiante implicarse en la evaluación de su aprendizaje, mediante
la autoevaluación.

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Emisión de juicios de valor.

Una vez obtenida e interpretada la información, conforme a la intencionalidad de la


evaluación, se estima la situación del estudiante, con relación a las capacidades;
la valoración se realiza teniendo como referente los indicadores referidos a éstas.

Toma de decisiones

Una vez valorado el aprendizaje del/la estudiante, es preciso plantearse si se


procede a adoptar medidas y de qué tipo o alcance: para todo el grupo, para
algunos alumnos/as o para uno de ellos en particular. En este sentido, hay que
tener en cuenta que muchas veces las medidas que se plantean pensando en las
necesidades de algunos estudiantes (o incluso de uno/a en particular), resultan
beneficiosas también para el conjunto del grupo. En cualquier caso, habrá que
procurar que las medidas adoptadas sean coherentes con el propósito que se
persigue. Si el objetivo es adaptar la intervención pedagógica a las necesidades
de los y las estudiantes, las decisiones no pueden limitarse a otorgar una
calificación.

3- Características de la evaluación:

Científica: Requiere del uso de técnicas, métodos y procedimientos debidamente


garantizados como confiables y validos, por lo que se presume que se ha
experimentado debidamente con ellos. También es científica porque se vale de
métodos estadísticos. (Mestanza, 2001)

Válida: “Se entiende por validez el grado en que el proceso de Evaluación mide lo
que se pretende medir”, como también, la precisión de la utilización de los
diferentes instrumentos de medición confiere el grado de validez de una
Evaluación. Es importante en este sentido considerar que para algún trabajo de
investigación se tiene una serie de instrumentos de medición aplicables al proceso
de Evaluación del aprendizaje. (Foronda Torrico & Foronda Zubieta, 2007)

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Holística: Abarca todos los elementos que intervienen en el hecho educativo,
como por ejemplo; el aprendizaje, la enseñanza, los materiales didácticos y la
gestión institucional. (Montaner, 2003)

Integral: Es la valoración de todas las variables que intervienen en el proceso: La


relación profesor - alumno, la organización de las actividades de aprendizaje, los
materiales didácticos y la organización en el aula. (Foronda Torrico & Foronda
Zubieta, 2007)

Participativa: Involucra a todos los actores que intervienen en el proceso de


enseñanza aprendizaje, es decir al estudiante, al docente, a los padres de familia,
entre otros, con la intención de que todos los miembros de la comunidad educativa
se sientan comprometidos y responsables de los resultados académicos logrados.
(Montaner, 2003)

Sistemática: Procede de acuerdo a un propósito, a un plan y a un método;


presenta objetivos claros, instrumentos adecuados y criterios de valoración
definidos. (Montaner, 2003)

4- Condiciones de la evaluación:

De forma creciente la Evaluación, está considerando la “meta evaluación” como un


medio de asegurar y comprobar la calidad de las evaluaciones. De tal modo que
se conozca perfectamente la solvencia de las propias técnicas y procedimientos y
hasta qué punto se ajustan a las necesidades del proceso. Estas condiciones de la
evaluación la podemos ver descrita en la Revista titulada: “LA EVALUACIÓN EN
EL PROCESO DE APRENDIZAJE PERSPECTIVAS” de los autores (Foronda
Torrico, José María; Foronda Zubieta, Claudia Lorena). Analizaremos tres
conceptos:

Utilidad: La Evaluación debe constatar previamente la necesidad real, debe


ayudar eficazmente a mejorar el objeto de Evaluación, sentar las bases para la

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solución de los problemas y ayudar a satisfacer las demandas planteadas,
facilitando el camino para una verdadera mejora de los resultados. Es decir, esta
norma está concebida para asegurar que una Evaluación proporcione las
informaciones prácticas que se necesiten.

Viabilidad: Cuando el evaluador plantee sus estrategias, debe cuidar de que


éstas puedan llevarse la verdad a la práctica sin demasiados problemas y
dificultades, utilizando instrumentos precisos y procedimientos más sencillos, sin
demasiados obstáculos, ni costosos esfuerzos, que puedan llegar a un buen
diagnóstico del problema y ofrecer soluciones válidas de mejorar. Es decir que los
procedimientos son prácticos y mínimos, obteniendo la información necesaria.

Precisión: Los resultados de la Evaluación deben ser objetivos y creíbles


ofreciendo suficientes garantías de vigor, capacidad y objetividad en sus efectos
prácticos en el proceso. Por otra parte, los instrumentos que se manejen deben
ser lo suficientemente precisos y válidos para que recojan la información y
permitan manifestar las características y condiciones del objeto.

Conclusiones

La evaluación del aprendizaje es un elemento fundamental de proceso de


enseñanza-aprendizaje, sino que el más importante, puesto la evaluación brinda la
posibilidad de la transformación social, por lo que diferenciar la evaluación de la
calificación y/o medición conllevaría a una “cultura de evaluación” que bonificaría a
la brusquedad de la calidad educativa, que no se limitaría solo a a la escuela sino
que se extendería al resto de las actividades sociales.

La evaluación del aprendizaje aumenta los progresos de todos los alumnos


(incluidos los que tienen necesidades educativas especiales) empleando la
información de la evaluación de forma eficaz.

Pero algo que sin duda siempre se debe tomar en cuenta, y en cualquier momento
que se realice una evaluación, es saber que puede ayudar a mejorar la eficacia de
la enseñanza-aprendizaje, y eso sin duda es una herramienta fundamental para el
docente para la mejora constante de su trabajo, donde esto se puede comprar con
una simple frase “dime cómo evalúas y te diré que tipo de maestro eres”.

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