10 Col 30 Anios La Economia Solidaria en Bolivia
10 Col 30 Anios La Economia Solidaria en Bolivia
10 Col 30 Anios La Economia Solidaria en Bolivia
LA ECONOMÍA SOLIDARIA
EN BOLIVIA
ENTRE MERCADO
Y DEMOCRACIA
La economía solidaria en Bolivia
Entre mercado y democracia
Isabelle Hillenkamp
Título original: L’économie solidaire en Bolivie : entre marché et démocratie. Paris, Genève,
Karthala, Institut de hautes études internationales et de développement, 2013
Traducción del francés: Andrea Baudoin F.
Edición: Patricia Urquieta C.
Portada: Colección cides 30 años
© cides-umsa/ird, 2014
d.l.: 4-1-2860-14
isbn: 978-99954-1-633-1
Producción:
Plural editores
Av. Ecuador 2337 esq. Calle Rosendo Gutiérrez
Teléfono 2411018 / Casilla 5097 / La Paz, Bolivia
Email: [email protected] / www.plural.bo
Impreso en Bolivia
Para todas las personas que trabajan en favor
de una economía solidaria en Bolivia
Índice
Presentación ................................................................................................ 9
Prólogo por Ivonne Farah............................................................................. 13
Agradecimientos........................................................................................... 25
Introducción................................................................................................. 27
capítulo i
Solidaridad, mercado y democracia: una problemática europea
y latinoamericana....................................................................................... 37
1. Mercado y democracia: proyecto histórico y contradicciones.............. 38
2. Pensar la pluralidad de la economía...................................................... 50
3. La economía popular solidaria en América Latina................................ 61
4. Bolivia y la ciudad de El Alto: contornos de un terreno
de investigación...................................................................................... 73
5. Conclusión............................................................................................. 96
capítulo ii
Las organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad
y redistribución........................................................................................... 97
1. Economía, acción colectiva y solidaridades........................................... 98
2. La reciprocidad justificada por la tradición cultural andina.................. 103
3. Otras lógicas de justificación de la reciprocidad
y de la redistribución.............................................................................. 120
4. Enraizamiento de la reciprocidad y de la redistribución
en las instituciones................................................................................. 132
5. Conclusión............................................................................................. 151
8 la economía solidaria en bolivia
capítulo iii
Las organizaciones bolivianas de economía solidaria de cara
a los mercados............................................................................................. 153
1. ¿”Mercados” de insumos?...................................................................... 154
2. La comercialización de los productos: competencia y regulación........ 163
3. Las organizaciones de economía solidaria y el dinero.......................... 176
4. Conclusión............................................................................................. 200
capítulo iv
Reciprocidad, mercado y democracia: tensiones fundamentales........ 203
1. Los mundos presentes............................................................................ 206
2. La cristalización de las tensiones en los precios de los productos........ 214
3. Dificultades causadas por las tensiones entre los dos mundos:
los precios como punto de inversión..................................................... 228
4. Intentos de resolución de las tensiones desde la esfera económica....... 237
5. Conclusión............................................................................................. 245
capítulo v
La democratización de la economía........................................................ 247
1. Economía solidaria, política y políticas públicas................................... 248
2. Economía solidaria y democratización.................................................. 275
3. Conclusión............................................................................................. 296
Anexos
Anexo I. Expansión y división de la ciudad de El Alto................................ 363
Anexo II. Referencias históricas................................................................... 365
Anexo III. Organizaciones de economía solidaria estudiadas...................... 370
presentación
atesora como parte de las evocaciones comunitarias a las que nos remite la historia
cultural en el país.
La conmemoración de las tres décadas del cides es un buen momento para
dar cuenta de todo ello. Sin embargo, además de ser una remembranza, este he-
cho también reafirma la convicción de esta comunidad académica sobre el valor
del trabajo intelectual y el conocimiento para apuntalar a la nación y sus valores
democráticos, en el presente y el futuro. Por eso, los 30 años de esta institución
son un motivo para honrar a la comunidad académica boliviana, en especial la que
se ha involucrado con la universidad pública y con este postgrado. De la misma
manera, es un homenaje al esfuerzo que despliegan los estudiantes universitarios
de postgrado, con una vocación que no siempre es bien acogida por el país, privado
de la enorme energía disponible de la que aquellos son portadores para contribuir
a la reforma de la sociedad.
La colección de publicaciones que se recogen en este aniversario es resultado
tanto de investigaciones realizadas por docentes-investigadores de la institución
como por colegas que han tenido un contacto fluido con los quehaceres que aquí
se despliegan. Son producto de la vinculación interinstitucional que el cides ha
generado para que afloren, se reproduzcan y se ensamblen los fines más nobles
que están detrás de todo trabajo intelectual, cuando éste se pone al servicio del
bienestar de los pueblos.
El libro La economía solidaria en Bolivia: entre democracia y mercado de Isabelle
Hillenkamp es una fecunda propuesta para el análisis de la economía plural en
Bolivia, atendiendo su racionalidad y dinamismo, a más de sus formas de interac-
ción e interdependencias, en un contexto estructural que parece haber agotado las
posibilidades de la reproducción societal en el mundo, tal como fueron pensadas
desde la racionalidad unívoca del capitalismo. Sobre esa base, el libro incorpora
en la reflexión la dimensión política de la economía social y solidaria, toda vez
que su despliegue constituye el soporte de formas de integración social y cultural
que dan sentido a configuraciones específicas del espacio público y, por ende, de
la democracia.
Antecedido por el invocador prólogo de Ivonne Farah, este libro es una nueva
contribución interdisciplinaria y pluralista sobre la convergencia entre economía,
sociedad y política, que en este caso encuentra acogida en una colaboración in-
terinstitucional entre el cides y el ird para su publicación.
1 En efecto, la nueva Constitución Política del Estado de Bolivia, aprobada en 2009, reconoce
como plural la economía boliviana, conformada por relaciones sociales que han cristalizado
en formas estatal, privada, social cooperativa y comunitaria de organización de la actividad
económica.
14 la economía solidaria en bolivia
2 Abismal, porque se funda en distinciones visibles e invisibles, donde “las invisibles sustentan
las visibles, pero desaparecen como realidad y se convierten en ausencias en términos de for-
mas de existencias relevantes, por encontrarse más allá del universo de lo que la concepción
aceptada de inclusión considera como su Otro” (de Sousa Santos, 2009).
prólogo 15
sobre el mundo desde las ciencias sociales en muchas zonas del mundo, y de
manera específica en Europa, y Francia en particular. En el campo específico de
la economía, esa producción ha ido más lejos que el conocimiento económico
pretendidamente universal sobre la acción económica (de Sousa Santos, 2009;
Laville, 2004), y afortunadamente está poniendo en cuestión “las pretensiones de
verdad que se esgrimen en cualquier cultura”, pues ellas solo “acaban siendo una
forma de desconocimiento de la diversidad constitutiva de su forma de vida”, un
acto represivo que desconoce la pluralidad del pensamiento y de los procesos de
la vida en sentido amplio (Tapia, 2009).
Traer esto a colación es fundamental dada la estrecha relación entre conoci-
miento e intervención en la realidad, que otorga la medida del realismo y credi-
bilidad de cualquier construcción cognitiva, pues toda intervención –desde una
específica base cognitiva– supone costos diversos originados en la combinación
del conocimiento con lo ético-político;3 muy grandes y dolorosos –conocemos
de ello– cuando se parte del reduccionismo o economicismo económico antes
mencionado.
En este sentido, el libro de Isabelle Hillenkamp no solo es muy oportuno;
incluye sustantivos méritos en distintos niveles que deben ser destacados, primor-
dialmente su marco analítico e interpretativo –interdisciplinario y comprehen-
sivo– que es construido en un significativo diálogo intercultural y apartándose
explícitamente de posturas reduccionistas y deterministas (sobre todo liberales y
marxistas) de análisis de la realidad, el mismo que se explicita en la introducción
general del libro. Ese marco resulta de una articulación innovadora de diferentes
vertientes teóricas, principalmente tres: Polanyi y su concepto de socioecono-
mía, Luc Boltanski y Laurent Thévenot y sus modelos de justicia y regímenes
de justificación, y Habermas y su concepto de esfera pública; y cuya coherencia
interna es dotada por los conceptos y teorías del institucionalismo económico y
la sociología económica.
El destacable y sólido esfuerzo teórico de Isabelle Hillenkamp es un objetivo
académico explícito de su investigación a la vez que un recurso y condición para
profundizar su reflexión sobre las relaciones actuales entre economía, democracia y
solidaridad, que se constituyen e instituyen inevitablemente en nuestras sociedades
contemporáneas –en Europa, en América Latina o en cualquier otra región del
planeta–, por cuanto el sistema capitalista (fundado en una economía de mercado
y en la lógica de acumulación privada) solo puede resolver sus contradicciones
3 De Sousa Santos señala que “en muchas áreas de la vida la ciencia moderna ha mostrado una
superioridad incuestionable con relación a otras formas de conocimiento. Pero también hay
otras intervenciones en el mundo real que son valiosas y en las que la ciencia no ha tomado
parte, como la preservación de la naturaleza por parte de formas de conocimiento rurales y
campesino-indígenas”.
16 la economía solidaria en bolivia
solidaria– puede provocar: uno más general vinculado con cambios en las rela-
ciones sociales entre capital/trabajo en sus diversas modalidades de construcción;
otro referido a cambios en las relaciones políticas estatales y sociales; y un tercero
asociado con las reglas y normas que especifican a la propia economía solidaria
por sus valores y prácticas que cristalizan en relaciones distintas a las capitalistas.
Con todo, estas mediaciones pueden ser aceptadas y consentidas en las acti-
vidades productivas, de intercambio y de financiamiento desplazando la relación
entre mercado y democracia con base en una economía plural.
La autora desarrolla el análisis de las formas de las mediaciones solidarias en
la relación entre mercado y democracia, de manera general, en una perspectiva
histórica –siglo xix y xx hasta hoy– tanto para Europa como para América Latina,
poniendo el énfasis en las diferentes formas institucionales de esas mediaciones, las
condiciones históricas y societales de su emergencia. Este análisis, expuesto en el
capítulo 1, considera la discusión política e intelectual alrededor de cada proyecto
político en juego y sus efectos en el desplazamiento del conocimiento sobre la
acción económica, rematando en una presentación amplia de esas relaciones y
mediaciones en el escenario boliviano objeto de estudio.
El cuerpo central del libro se encuentra en el develamiento de las particu-
laridades bolivianas que asumen las relaciones entre mercado y democracia, a
través del análisis a profundidad de las características y dinámicas de articulación
de la economía solidaria como mediación con los otros principios de integración,
considerando sus diversas aristas y connotaciones en torno a los niveles de trans-
formación social. Entre esas aristas se incluyen: su función de unidad orgánica y
de integración social; el principio de organización socioeconómica asociativa que
desafía las relaciones económicas reducidas a meros intercambios mercantiles; la
forma de sociabilidad inherente y su proyección en la subjetividad; su racionalidad
apegada sobre todo a principios de justicia, entre otras.
El análisis de estos elementos organiza los capítulos 2 al 5 del libro, a través de
dos contextos histórico políticos: el de las políticas de ajuste estructural de corte
neoliberal (década de los 90 y principios de los 2000), y el iniciado con el gobierno
de Evo Morales en 2006. Se empieza con el abordaje del sujeto de la economía
solidaria desde las fuentes de su emergencia, su perspectiva de organización y los
mecanismos de integración, poniendo énfasis en los grados de anclaje de la reci-
procidad y redistribución. La diversidad de las organizaciones queda patentizada
por las gradaciones de ese anclaje que se asocian con las diferentes vertientes que
la han originado y con su propia temporalidad. Así, se identifican las emergentes
sobre la tradición cooperativista y sindical nacida de la Revolución Nacional de
1952 y que se multiplicaron a causa de las políticas de ajuste y apertura comercial,
para las que su orientación ha sido la generación de ingresos y el acceso a mercados
externos de comercio justo.
18 la economía solidaria en bolivia
4 Ver, por ejemplo, el caso de la cadena económica de la carne vacuna (ganaderos, productores
o faenadores y comercializadores) en la investigación de Tassi, 2012.
prólogo 19
Las tensiones mayores derivan de la cuestión del valor y precio de los pro-
ductos y también de las diferencias en la dotación de recursos de diferente tipo;
en un contexto de competencia, ellas solo pueden dirimirse mediante una am-
pliación de la democracia, ya que las diferentes condiciones del mundo mercantil
empresarial y del de la reciprocidad –y a su interior– normalmente se amplían en
el terreno de la economía de mercado “libre”. Su solución solo es posible en la
esfera política mediante el principio de redistribución, tal como se evidencia en la
experiencia analizada que muestra cómo esa redistribución proviene de distintos
actores públicos: el Estado, la cooperación internacional y organizaciones no
gubernamentales que proveen recursos de funcionamiento diversos: capacitación
técnica, en gestión, créditos y financiamiento.
La relación de la economía solidaria con el principio de redistribución es
analizada en profundidad, dejando en claro su carácter imprescindible para el
desarrollo y reproducción de la economía social, más allá de la politización que
las organizaciones de la economía son capaces de lograr alrededor de esa redis-
tribución; hecho que impone límites a la lógica de acumulación.
Bajo esas consideraciones, la cuestión de la democratización de la política y
de la economía es ampliamente analizada en el contexto del nuevo ciclo político
iniciado en Bolivia en 2006, bajo la presidencia de Evo Morales, tomando en
cuenta tanto la acción política como la regulación pública.
Es evidente que este periodo, considerado como una “revolución democrática
y cultural”, está caracterizado por transformaciones importantes que se expresan
principalmente en una ampliación de la democracia en el plano de lo político y
de la propia política, así como en el plano de normativo y del nuevo sentido his-
tórico del proceso a partir de un cambio sustantivo en la correlación de fuerzas
políticas, donde poderosos movimientos campesinos e indígenas son protagonistas
fundamentales. Este hecho, en sí una transformación política central, está en la
base de otros elementos esenciales que marcan el rumbo político y de democra-
tización; entre ellos, el reconocimiento constitucional de la economía plural que,
además de las conocidas economías privada y estatal (guiadas por la generación de
ganancias), incluye las formas cooperativas y comunitarias. La recuperación del
rol del Estado como agente económico y como garante de la democratización es
otro rasgo, lo mismo que la constitución del movimiento de economía solidaria
como sujeto político mediante la politización explícita de valores y prácticas de
economía solidaria.
En cuanto al fomento del principio de reciprocidad económica, los cambios
más importantes se han dado en el plano normativo, aunque no han ido a la par de
cambios institucionales subsecuentes. Además del reconocimiento de la economía
plural, de establecer la prioridad de las economías cooperativas y comunitarias
en las políticas sectoriales, la nueva Constitución Política del Estado boliviano
dispone que “todas las formas de organización económica establecidas en esta
20 la economía solidaria en bolivia
Constitución gozarán de igualdad jurídica ante la ley” (Art. 311, i); dice también
que la economía plural “articula las diferentes formas de organización económica sobre
principios de complementariedad, reciprocidad, solidaridad, redistribución, igualdad, segu-
ridad jurídica, sustentabilidad, equilibrio, justicia y transparencia”, en cuyo marco “la
economía social y comunitaria complementará el interés individual con el Vivir
Bien colectivo” (Art. 306, iii) (resaltados propios).
Si ya este reconocimiento equivale a la incorporación de la economía solidaria
en el proyecto político en curso, su igualdad de estatus no es una cuestión menor
en una economía plural aún de dominio capitalista privado y de tendencia cada vez
más estatal. Pero, la economía solidaria deberá convivir y ser complementaria con
las otras economías como espacio económico de igual estatus, sin que se advierta
una estrategia política orientada a favorecer sus principios como superadores
de los otros valores propios de la economía estatal y privada capitalista. En este
sentido, el resultado más significativo es el reconocimiento de la pluralidad de
la economía y de la consideración de su igual estatus y de su contemporaneidad
con las diferentes formas de economía. Esta interpretación es, sin duda, un marco
que tiene efectos en la subjetividad y que requiere regulaciones que lo hagan real
a cabalidad.
Desde la perspectiva de la acción política del sujeto de la economía solidaria,
el mesycj se presenta como “una alternativa al sistema neoliberal y una estrategia
de lucha contra la pobreza”, para lo cual se propone “generar cambio en la concepción
tradicional de economía, mirando desde las necesidades concretas de los produc-
tores. Específicamente, se busca la inserción de las prácticas de Economía Solidaria y
Comercio Justo en las políticas del Estado para asegurar el reconocimiento y la promoción
de los sectores desfavorecidos; y se demanda la creación de una Dirección de Econo-
mía Solidaria y Comercio Justo dentro del gobierno para lograr el “cambio” que
plantea el actual gobierno al Estado”.
Esta identificación tiene distintos niveles: espacio de lucha contra la pobreza,
espacio económico no tradicional, y economía alternativa central para los cambios.
Su reproducción requiere de una “gestión de la producción, generación de valor
agregado, búsqueda de mercados” y, en especial, de la “elaboración de estrategias
de mercado para el comercio justo” (mesycj, 2010: 18 y 21). La politización de
estas expresiones tiene sus resultados normativos: el “modelo económico plural”
fundado en una economía plural constituida por las economías: estatal, privada,
social comunitaria y cooperativa (cpe 2009, Art. 306); debe eliminar la pobreza,
mejorar la calidad de vida, generar empleo y proteger el medio ambiente, es decir,
debe conducir al Vivir Bien (Art. 312 y 313).
Si bien la autora reconoce el marco normativo y discursivo favorable a una
democratización de las mediaciones solidarias, así como un potencial de trans-
formación en los sujetos de la economía solidaria, deja varias interrogantes. Una
de ellas gira alrededor del potencial de transformación social desde la economía
prólogo 21
Referencias bibliográficas
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2013 De palabras con poder y acciones con libertad. Análisis de los po-
sibles efectos del marco legal en el sector de la economía popular y
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Documento preparado para el Programa: Propuestas económicas
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Agradecimientos
Mis primeros agradecimientos son para Jean-Michel Servet, quien junto a Isabelle
Milbert ha dirigido mi investigación doctoral de la cual este libro es producto. Su
lectura de la obra de Karl Polanyi y su enfoque de la investigación de campo han
orientado mi trabajo de manera decisiva. Los consejos de Isabelle Milbert, relativos
particularmente a la elección de la ciudad de El Alto como lugar de estudio, han
sido muy pertinentes, y los trabajos de Jean-Louis Laville sobre la solidaridad,
la reciprocidad y la democracia han sido una línea directriz de mi investigación.
Este libro se basa en varias encuestas de campo que he llevado a cabo en
Bolivia entre los años 2005 y 2007. Numerosas entrevistas y visitas han sido rea-
lizadas con organizaciones de la Red Nacional de Comercialización Comunitaria
(renacc) y con los talleres de artesanos de la ComArt Tukuypaj. Los datos y los
testimonios recabados en estas ocasiones constituyen a la vez la base empírica del
argumento presentado y su motivación inicial. Su obtención ha sido posible gracias
a la confianza y al apoyo logístico de los coordinadores de estas organizaciones
matrices y al tiempo que los productores y otros miembros de las organizaciones
de base me han concedido. Esta parte de mi trabajo ha sido muy rica en términos
de calidad humana. Si bien el trabajo académico necesita un distanciamiento del
investigador en relación a su objeto de estudio, quiero enfatizar aquí que el valor
y la determinación de estas personas han generado mi admiración. Este trabajo
les está dedicado.
Muchas otras personas me han ayudado de diversas maneras en el trabajo.
Aunque no pueda mencionarlas a todas aquí, quisiera expresar mi gratitud hacia
Angélica Ponce, Fabien Nathan, Jimena Freitas y Luis Salamanca por su recibi-
miento en La Paz, así como a Mildret Flores, Eduardo Vargas y Cristina Huallpa
Mayta que me alojaron en El Alto y me permitieron compartir su día a día. En
26 la economía solidaria en bolivia
movilización del trabajo y de los recursos locales (Sarria Icaza y Tiriba, 2006;
Hillenkamp, Lapeyre y Lemaître, 2013).
No por ello estas organizaciones están exentas de relaciones internas de
dominación, de mecanismos de exclusión e incluso de casos de explotación. La
situación varía según las organizaciones, pero de manera general la solidaridad
convive con la protección basada en relaciones de dominación. Mujeres y hombres
se colocan bajo la protección de los líderes locales, en el seno de su organización
o de las instituciones de apoyo. La solidaridad conlleva, por otra parte, diversas
obligaciones, especialmente bajo la forma de contribuciones al funcionamiento
de las organizaciones y la subordinación de las estrategias individuales al interés
colectivo. Los grupos de mujeres indígenas ilustran particularmente la fuerza de
la acción colectiva y su potencial emancipador, paralelamente a un alto riesgo de
auto explotación y de reproducción de las relaciones de dominación fundadas en
criterios de género y de discriminación racial.
La economía solidaria no debe, por lo tanto, ser idealizada. Para los actores
populares constituye ante todo un medio de sobrellevar condiciones adversas como
aquellas provocadas por la política neoliberal de los años 80 y 90. Utilizando los
valores indígenas como un reservorio de sentido y de principios de acción, esta
economía puede –bajo ciertas circunstancias históricas– ser portadora de un pro-
yecto político de democratización y de emancipación. En 1982, Bolivia retornó
a un régimen democrático. Durante las décadas 80 y 90 nacieron una serie de
reformas políticas e institucionales, entre las cuales se cuentan la Ley de Partici-
pación Popular (1994) y la Ley de Descentralización Administrativa (1995). En
este periodo, sin embargo, los sectores populares en general estuvieron excluidos
del campo político, aunque se cedieron algunos espacios de participación, parti-
cularmente a nivel local, la élite política no fue renovada, continuó aquella que
fue producto de la Revolución de 1952.
Bajo la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada entre 1993 y 1997, y de
2002 a 2003 y del antiguo dictador Hugo Banzer, presidente electo que gobernó
entre 1997 y 2001, el régimen adquirió tendencias plutocráticas. El cierre de la
esfera política permitió entonces la continuidad de las reformas neoliberales al
servicio de la minoría pudiente. Este régimen alcanzó un punto de quiebre en el
año 2000 con la “guerra del agua” en Cochabamba y con la “guerra del gas” en
El Alto, en el año 2003, eventos que encarnan la contestación popular contra una
nueva ola de mercantilización de los recursos naturales. Después de la renuncia
y el exilio de Sánchez de Lozada en octubre del 2003, la elección de Evo Mora-
les en diciembre del 2005, con 53,7% de los votos, seguida de su reelección en
diciembre del 2009 con un porcentaje aún más alto (64,2%), marca el inicio de
una profunda transformación política, cultural y económica.
El paradigma del “Vivir Bien”, basado en las cosmovisiones andinas, es
desde entonces presentado por las más altas instancias políticas del país como
30 la economía solidaria en bolivia
Arraigadas en la historia social, económica y política propia de cada país, las prác-
ticas alternativas al modo de producción capitalista como la economía solidaria
siempre son el fruto de condiciones particulares. Sin embargo, en los contextos
diversos en los que estas prácticas surgieron hace ya más de tres décadas, como
en América Latina o Europa (França Filho et al., 2006; Fraisse, Guérin y Laville,
2007), una configuración institucional singular dicta la necesidad de solidaridad:
aquella de la democracia y del mercado. Encontrando sus orígenes comunes en
la filosofía de la Ilustración europea, democracia y mercado fueron promovidos
en diferentes épocas y latitudes como los dos principios fundadores de un orden
político y económico que promete igualdad y libertad. El giro neoliberal de los
años 80 y 90 que América Latina comparte con numerosos países de otras regio-
nes del mundo, combinado con las transiciones democráticas de la misma época,
se enmarca en esta lógica y esperanza. La combinación de estos dos procesos en
el seno de una doble transición liberal (Tourraine, 1997) está entonces lejos de
introducción 31
problemática, que pueden siempre ser enriquecidas por una comparación, espe-
cialmente si es internacional. En cada caso de estudio, el análisis de la economía
solidaria se inscribe además en el panorama de las mediaciones solidarias entre
mercado y democracia.
La economía solidaria forma parte de un conjunto de organizaciones e insti-
tuciones que ponen en práctica diferentes tipos de solidaridad, en relación a los
cuales debe ser situada. En Bolivia, esta economía cobra sentido en el contexto
de la reconfiguración de la solidaridad familiar y comunitaria (Sabourin, 2012),
especialmente bajo el efecto de las migraciones urbano-rurales y del déficit de
atención del Estado hacia los sectores populares, particularmente en lo que se
refiere a seguridad social. La focalización sobre la economía solidaria no significa
entonces un olvido de otras prácticas e instituciones de solidaridad. El marco de
análisis de las mediaciones sociales entre mercado y democracia toma en cuenta
estas interdependencias y su efecto global.
Focalizándose en la economía solidaria, se tomó la decisión de estudiar
un aspecto poco conocido de estas mediaciones, que asocia de manera original
prácticas económicas plurales y democratización. Esta característica determina
su significado mucho más que el número de organizaciones o su contribución
a la generación de empleo o a la producción de riquezas materiales, que siguen
siendo limitados, incluso en Bolivia y en los otros países latinoamericanos en los
que la economía solidaria se ha desarrollado. El significado de la economía soli-
daria proviene de la innovación social que encierra. Representa las iniciativas que
buscan desviarse de un pasado considerado inaceptable y anticipan otro futuro
posible (Servet, 2010: 195).
Estas iniciativas marcan una vía inédita de desarrollo para los países del Sur,
pero también para los del Norte al apostar por la valoración de las prácticas, de las
organizaciones y de las instituciones “tradicionales”, combatidas por las políticas
de modernización desde hace mucho tiempo (Hillenkamp, Lapeyre y Lemaître,
2013). En este sentido, la economía solidaria forma parte de las iniciativas plu-
rales, afianzadas esencialmente en una escala local, que componen hoy en día el
panorama de las alternativas al capitalismo (Santos y Rodríguez Garavito, 2013).
Menos grandiosas que el socialismo centralizado, encuentran su potencial eman-
cipador en una estrecha asociación, desde la práctica, entre pluralismo económico
y pluralismo político (Hillenkamp y Laville, 2013).
Este libro desenrolla el hilo que va desde el análisis teórico de las relaciones y
tensiones entre mercado, democracia y solidaridad, hasta la recopilación de ob-
servaciones empíricas sobre la economía solidaria en Bolivia y su análisis bajo el
34 la economía solidaria en bolivia
“Un problema, en un mundo dominado por las fuerzas del mercado global,
es superar la gran dificultad para pensar como futuro creíble, plausible un
mundo de productores autónomos, democráticamente gobernados, no subor-
dinados a la lógica del capital, ni de la acumulación sin límites. Ayudará a su
plausibilidad que no soñemos con que ese mundo sea un mundo sin mercado,
sin dinero, sin algún grado de automatismo y, por tanto, sin que la lucha por
superar la alineación del mercado ceje. Ni tampoco ayudaría pretender que
sea un mundo sin Estado. Porque necesitamos otro Estado, refundado.”
El hecho histórico fundamental del que debe partirse para estudiar a las sociedades
modernas capitalistas y estatales es la emergencia por diferenciación y como “dominios
autónomos” primeramente (del orden) de lo político y del Estado, y después,
(del orden) de lo económico. Es durante el propio transcurso de este proceso de
diferenciación que los órdenes económico y político adquieren características propias
y aparecen como categorías de pensamiento en oposición (1992: 6).
Max Weber caracteriza ese momento histórico como el del declive, en Occi-
dente, de las visiones de mundo fundadas sobre las grandes religiones. La demo-
cracia se presenta entonces como una “nueva visión del mundo nutrida por los
ideales de igualdad, de tolerancia, de derechos individuales, de libertad personal,
de justicia, de Estado de derecho y de participación ciudadana” (Kalberg, 2007:
223). La dificultad fundamental estará en manejar el pluralismo de los valores
anteriormente contenidos por las grandes religiones y en adelante desbordados
por la emergencia del individuo como ser moral. El funcionamiento democráti-
co requiere desde ese momento, de espacios de intermediación entre las esferas
privada y pública, que permitan resolver las discrepancias: los espacios públicos.
Jürgen Habermas ([1992], 1997) sitúa la aparición de este concepto en la so-
ciedad “civil-burguesa”1 que emerge en Europa a partir del siglo xvii. Designaun
2 N. de la E.: De acuerdo al Diccionario panhispánico de dudas, voz francesa que significa ‘situación
de difícil o imposible resolución, o en la que no se produce ningún avance’.
solidaridad, mercado y democracia: problemática europea y latinoamericana 43
Entre los años 1910 y 1940, el sistema entrará en crisis en la mayor parte de los
países de la región. México será el primero con una revolución entre 1910 y 1920
que alejará a la oligarquía del poder y desembocará en un nuevo orden político y
económico. La reforma agraria, el reforzamiento de los sindicatos obreros vincu-
lados al nuevo partido en el poder, la creación de grandes instituciones bancarias,
y después, en 1943, del Instituto Mexicano de Seguridad Social constituyen sus
piedras angulares (Cosío Villegas [1994], 2003). En Brasil, la república oligárquica,
debilitada por la crisis de 1929, es derrocada por Getulio Vargas el año siguiente.
Entre 1932 y 1935, la guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay desacredita a
la oligarquía que llevó a dicha guerra y hace emerger nuevos partidos políticos,
como el Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr) en Bolivia que accederá
al poder después de la Revolución de 1952. En Perú, Víctor Raúl Haya de la To-
rre, fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (apra), inspirada
en las doctrinas indigenistas y que aspira a la unidad política de América Latina,
44 la economía solidaria en bolivia
Los años 80 comienzan con una crisis casi generalizada del pago de las deudas
públicas externas en América Latina. Entre 1979 y 1985, el ratio de los intereses
promedio de la deuda en relación a los ingresos de las exportaciones de los países de
la región aumenta de 17,6% a 35,2%; y el ratio del capital reembolsado en relación
46 la economía solidaria en bolivia
Figura 1.1
Dos modalidades opuestas del sistema de democracia y de mercado
en América Latina
Solidaridades fundadas
Espacios
públicos
Proyecto popular
El orden mercantil se
Proyecto neoliberal
extiende al conjunto de
las esferas Las
Solidaridades
filantrópicas
3 Se trata especialmente del término utilizado por la Revista francesa de socioeconomía (Revue
française de socio-économie) y, en el mundo anglófono por la Socio Economic Review y el Journal
of Socio-Economics. Se refiere a varios enfoques arraigados en distintas disciplinas como la
sociología económica, la economía política e institucional y la antropología económica.
52 la economía solidaria en bolivia
francés por Jerôme Maucourant y Michele Cangiani (Polanyi, 2008). En esta épo-
ca, Polanyi ve en la configuración política y económica la fuente de las crecientes
tensiones que nacen en Europa. Mientras algunos colocan sus esperanzas en las
técnicas y los intercambios modernos para resolver los impasses políticos, Polanyi
se preocupa por la brecha creciente entre economía y democracia. En un texto
de 1932, titulado “Economía y democracia”, el autor advierte a sus lectores sobre
los peligros de una época que ha “dejado caer la democracia como si se tratara de
una simple cuestión de forma, y no así de la más alta expresión de la conciencia
moral en el contexto del Estado moderno” (Polanyi [1932], 2008: 357).
Según él, esta disyuntiva entre economía y democracia no puede sino conducir
a un callejón sin salida desde el punto de vista de la libertad humana. En efecto, las
sociedades, creyendo privilegiar su función económica, se pliegan a las “leyes” del
mercado y sacrifican la democracia; esta elección es la de los regímenes fascistas
que niegan el valor del individuo, tal como lo desarrolla en un texto sobre “La
esencia del fascismo” (Polanyi [1935], 2008). O, las mismas sociedades renuncian
a la independencia de su función económica y caen en otra forma de totalitarismo,
ilustrada por el estalinismo.
La gran transformación continúa esta demostración detallando cómo el merca-
do se impuso como mecanismo central de las configuraciones económicas en las
sociedades modernas. Concentrándose en las piedras angulares de toda sociedad
como son la tierra, el trabajo y la moneda, Polanyi muestra que la emergencia
del mercado autoregulador supuso la transformación de estos elementos en
“mercaderías ficticias” por un cambio radical en el orden social y político que
negó la democracia (Burawoy, 2013; Postel y Sobel, 2013). Analizando el caso de
Inglaterra, el autor evoca una “fábrica del diablo” (satanic mill) para describir la
manera en que las medidas políticas, desde las leyes sobre los pobres (Poor Laws)
de comienzos del siglo xvii, hasta la abolición, en 1834, de la Ley Speenhamland
“aplastó a los hombres y los convirtió en masas” (Polanyi [1944], 1983: 59). Recurre
al concepto de desencastramiento para describir la manera en que el proceso de
mercantilización, una vez emprendido, significó la desvinculación de la economía
en relación al orden político y social (Le Velly, 2007). Polanyi continúa su análisis
en dos direcciones.
Primeramente, argumenta que el desencastramiento de la economía no es
nunca enteramente posible y esto lleva ineluctablemente a una reacción de la
sociedad que pretende re encastrarla. Esta dialéctica del “doble movimiento” se
ilustra en los años 1920 y 1930 en Europa occidental por la relación de fuerzas
entre las clases comerciantes, a favor de la liberalización, y los terratenientes y las
clases obreras, quienes por motivos muy distintos, defienden la protección social.
El reencastramiento puede por tanto tomar dos formas diferentes: a través de la
contestación de los pretendidos imperativos de autoregulación del mercado puede
conducir a la democratización, pero, centrado en la protección, puede también
54 la economía solidaria en bolivia
and Market in the Early Empires–entre los principios de integración planteados por
Polanyi y los modos de producción marxistas: donde Marx habría proporciona-
do un análisis crítico de las relaciones sociales de producción, Polanyi se habría
limitado a identificar las modalidades del intercambio. Más tarde, los trabajos de
Polanyi fueron sacados nuevamente a la luz por los lectores de Marcel Mauss que
combinando la lectura de estos dos autores pretendían fundar un enfoque anti-
utilitarista de la economía como ciencia social (Caillé, 1995; Nodier, 1995) que,
sin embargo, también ocasionó una confusión entre el principio de reciprocidad
de Polanyi y el don/contra-don de Mauss ([1923] 1968). Existen no obstante dos
diferencias fundamentales entre estos dos conceptos.
El don/contra-don, en primer lugar, se caracteriza por la triple obligación de
dar, recibir y devolver, que no puede ser reducida ni a una lógica de interés ni de
desinterés (Mauss [1923], 1968: 266-272). El principio de reciprocidad se remite
también a una lógica de obligación, pero esto no constituye una característica
exclusiva, es también el caso de la redistribución y de la autosuficiencia. Por su
parte, la reciprocidad en Polanyi se caracteriza por una relación social horizontal,
fundada por ejemplo en las estructuras simétricas de las sociedades duales.
En general este no es el caso del don de Mauss, que aspira a la superioridad
social a través de la generosidad y de la redistribución. Esto es lo que se inter-
preta por el especial interés que muestra el autor por sistemas de “prestaciones
totales de tipo agonístico” (ídem: 153) ilustradas por el “potlatch” en las tribus del
Noroeste americano. En el Ensayo sobre el don, los términos “reciprocidad”, “recí-
proco” y “recíprocamente” no aparecen más que siete veces en total. El esfuerzo
de Mauss se enfoca en la demostración de la fuerza de la economía del don en las
sociedades arcaicas y no así en la distinción entre reciprocidad y redistribución.
El autor intenta mostrar que esta economía está “lejos de entrar en los marcos de
la economía supuestamente natural del utilitarismo” (ídem: 266). Se puede decir,
en general, que el don descrito por Mauss corresponde al principio polanyiano
de redistribución y no al de reciprocidad.
En segundo lugar, el don/contra-don describe un principio de intercambio,
caracterizado por una aparente gratuidad que enmascara la triple obligación de
dar, recibir y devolver. No es el caso del principio de reciprocidad de Polanyi ni
de los principios de integración económica en general (Servet, 2013). Este pun-
to queda claro en La gran transformación, donde Polanyi sitúa explícitamente su
análisis de los principios de reciprocidad y redistribución tanto en el campo del
intercambio como de la producción (Polanyi [1944], 1983: 75-77) y el principio
de autosuficiencia se define por la producción para el uso (ídem: 83).
En cambio, su posición en “La economía como proceso institucionalizado”
(Polanyi [1957], 1976) es más ambigua. Este texto, que se encuentra entre sus
textos más célebres porque proporciona una caracterización analítica de los
56 la economía solidaria en bolivia
principiosde integración, está construido sobre dos ejes. Por un lado, la economía
es descrita como un “proceso” (process), lo que “sugiere un análisis en términos
de movimiento”(ídem: 243) y conduce a poner el énfasis en la dimensión del in-
tercambio. Por otro lado, el autor insiste en el carácter institucionalizado de este
proceso, que garantiza “la interdependencia y la recurrencia de estos movimientos
sobre los cuales reposa [su] unidad y [su] estabilidad” (ídem, subrayado mío). La
famosa definición de Polanyi del sentido substantivo de la economía, que “en-
cuentra su origen en la dependencia del hombre con relación a sus semejantes para
garantizar su supervivencia” (ídem: 239, subrayado mío), reafirma esta segunda
concepción.
Polanyi concibe entonces la economía como un proceso institucionalizado, en
el cual la estabilidad y la recurrencia de sus partes son aseguradas por diferentes
tipos de interdependencias que describen los principios de integración. Estos
derivan de una estructura institucional y determinan una lógica de acción. Polanyi
y sus colaboradores caracterizaron estas estructuras, lógicas e interdependencias
a través de múltiples ejemplos históricos. El método siempre es concreto y está
sujeto a un análisis meticuloso de casos precisos, sin embargo, no se substrae de la
dificultad de interpretación cuando se trata de distinguir entre las características
generales de los principios y los rasgos particulares de cada caso.
Polanyi es consciente de esta dificultad: “Estos principios [la reciprocidad,
la redistribución y el householding] fueron institucionalizados con la ayuda de una
organización social que utilizaba, entre otros, los modelos de simetría, centralidad y
autarquía” (Polanyi [1944], 1983: 85-86, subrayado mío). Autoriza de esta manera
la posibilidad de una caracterización más amplia. Hoy en día, la simetría aparece
efectivamente como un rasgo singular del principio de reciprocidad, presente
esencialmente en las sociedades o comunidades duales. Las interdependencias
fundadas en formas de complementariedad constituyen una modalidad más amplia
de este principio, que comprende también la economía solidaria contemporánea
(Servet, 2013). De manera similar, la autosuficiencia fue definida por Polanyi en
relación al criterio de autarquía, que caracteriza a las sociedades agrarias a través
de las cuales estudió este principio. Una definición más amplia, que permite
rendir cuenta especialmente de lógicas actuales de administración en las unida-
des domésticas de la economía popular (Coraggio, 2006), considera grupos que
se definen por los vínculos matrimoniales y de filiación, sin ser necesariamente
autárquicos (Hillenkamp, 2013a).
Frente a la dificultad de resolución del desencastramiento, Polanyi aporta
elementos precisos al revelar prácticas de producción, de intercambio, de consu-
mo y de financiamiento presentes en diversos tipos de relaciones sociales según
principios de reciprocidad, de redistribución y de autosuficiencia. A través de estos
principios, se reintroduce la cuestión de la solidaridad en el análisis de la econo-
mía en su sentido substantivo. En efecto, cada principio remite a un cierto tipo
solidaridad, mercado y democracia: problemática europea y latinoamericana 57
Figura 1.2
Análisis cruzado de los principios de integración económica
y los principios de justificación
Evaluación ? ?
Principio de justificación 1
? ? Evaluación Evaluación
…
Principio de justificación 2
Evaluación
…
solidaridad, mercado y democracia: problemática europea y latinoamericana 61
Desde los años 80, varias tendencias de la economía solidaria se han perfilado en
América Latina introducidas por diferentes tipos de actores, especialmente por
quienes pertenecían a la economía popular, o por ong sobre todo internacionales.
Estas tendencias forman un conjunto de prácticas que convergen en su objetivo
de luchar contra la exclusión de los sectores populares, pero que son, al mismo
tiempo, desfasadas unas respecto de otras.
La comercialización comunitaria
4 Además de la fundación mcch de Ecuador, estas redes son la remecc (México), la remacc
(Guatemala), la Red comal (Honduras), la Fundación cordes (Salvador), la renicc
(Nicaragua), la Asociación procosol (Panamá), la redcom (Colombia), la relacc Perú,
la renacc Bolivia y la corproce (Ecuador). Fuente: relacc, 2005.
66 la economía solidaria en bolivia
5 Se reconstituyeron dos de las principales redes, la Red de Trueque de la Zona Oeste (rtzo) y
la Red Mar y Sierra, mientras que la rgt y la Red de Trueque Solidario (rts) desaparecieron.
Numerosos clubes de estas antiguas redes subsisten sin embargo de forma independiente
(Pepita Ould-Ahmed, comunicación personal, mayo 2008).
68 la economía solidaria en bolivia
Por último, las microfinanzas son el otro eje principal de ampliación potencial
de la economía solidaria latinoamericana. Corresponde a un vasto conjunto de
técnicas financieras destinadas a las personas excluidas de los sistemas bancarios
tradicionales, trabaja con colocaciones de montos bajos y exige, en el caso del
microcrédito, un rápido ritmo de reembolso. Entran en este conjunto una gran
diversidad de dispositivos –desde ong hasta nuevos bancos, pasando por coope-
rativas de ahorro y de crédito–, objetivos –apuntando a criterios “sociales” o, al
contrario, a la rentabilidad financiera (Balkenhol, 2007)– y metodologías indivi-
duales y colectivas. Estos servicios se dirigen a públicos variados, que además de
los asalariados de ingresos bajos o medios incluyen a comerciantes y productores
de la economía popular. Dichos servicios pueden constituir un complemento útil a
las otras prácticas e instituciones financieras que estos comerciantes y productores
disponen y que son principalmente informales (Hillenkamp, Lapeyre y Lemaître,
2013). No obstante, cabe resaltar que contrariamente a los prejuicios las formas
de finanzas informales están lejos de reducirse a prácticas de usura que podrían
ser poco a poco reemplazadas por las microfinanzas (Adams y Fitchett, 1992).
Las tasas de interés del microcrédito son a veces tan elevadas como las de algunos
préstamos informales y estos últimos generalmente ofrecen a los prestatarios mayor
flexibilidad, cosa que no ofrecen las instituciones de microfinanzas.
Por lo contrario, a pesar de metodologías que se dicen “solidarias”, la mayor
parte de los dispositivos de microfinanzas no favorecen las formas asociadas de
producción y de intercambio. La técnica de garantía que consiste en repartir el
riesgo del crédito dentro de grupos que se dicen “solidarios” tiene la función de
compensar la ausencia de garantías materiales. No se debe confundir con la pro-
moción de organizaciones solidarias de producción o intercambio: los préstamos
otorgados con una garantía solidaria sirven generalmente para financiar actividades
individuales. Son por tanto los emprendedores individuales de la economía popu-
lar, y no las organizaciones de economía solidaria, los que constituyen la principal
clientela de la mayoría de las instituciones de microfinanzas (Hillenkamp, 2007d).
El proyecto de las microfinanzas encuentra entonces ciertas articulaciones con
la economía popular solidaria –es la prueba en la práctica de que otros modos de
financiamiento diferentes de los del sistema bancario tradicional son necesarios y
posibles, además del informal– pero está, en su conjunto, igualmente desfasado.
En última instancia, las microfinanzas pueden incluso reducir la exclusión finan-
ciera al mismo tiempo que refuerzan la fragmentación de la economía popular
en unidades de producción de muy pequeña escala.
El comercio justo y las microfinanzas participan así a la vez de una amplia-
ción y un desplazamiento del proyecto popular de economía solidaria. Parten
de iniciativas contestatarias a la hegemonía del principio de mercado y, por su
amplitud y presencia mediática, dan mayor visibilidad a la economía solidaria.
Pero una parte significativa, tanto del comercio justo como de las microfinanzas
solidaridad, mercado y democracia: problemática europea y latinoamericana 71
tender puentes. Bajo ciertas condiciones estas iniciativas pueden reforzar prácticas
basadas en el principio de reciprocidad, que de otra manera estarían sumergidas
en las estructuras y lógicas mercantiles, al vincularse en una escala mundial. Por
otra parte, existe un número creciente de espacios de encuentro internacionales,
virtuales y físicos, especialmente a través de foros sociales y cumbres organizadas
por la RIPESS. En el plano académico, existen también acercamientos entre inves-
tigadores europeos y latinoamericanos.7 Se puede pensar que estos acercamientos,
lejos de ser fortuitos, provienen del reconocimiento de principios compartidos por
los actores de la economía solidaria de ambos lados del Atlántico y definidos en
relación a un contexto institucional común determinado por las tensiones entre
democracia y mercado.
7 Se puede mencionar por ejemplo la participación de Suiza, a través del Polo nacional de
investigación Norte-Sur (Pôle national de recherche Nord-Sud), y de Francia, a través de la red
europea de investigación EMES, en la Red de Investigadores Latinoamericanos RILESS y
la publicación de la serie del Diccionario de la otra economía en portugués (Cattani, 2003),
en español (Cattani, 2004) y en francés (Laville y Cattani, 2006).
74 la economía solidaria en bolivia
solidaria en este municipio, es posible analizar de cerca las tensiones entre mercado
y democracia y detallar empíricamente las modalidades de una mediación solidaria.
Los sucesivos gobiernos del mnr, entre 1952 y 1964, establecen una política
de “Marcha hacia el Oriente” que conlleva migraciones masivas del Altiplano hacia
la región oriental y, en menor medida, hacia los Valles. Esta política fomenta las
inversiones nacionales y extranjeras que permitirán una modernización, particu-
larmente agrícola, contrastando con la situación del Altiplano (Betancourt, 1999).
En los años 70 comienza el descubrimiento de importantes yacimientos hidrocar-
buríferos en la región oriental, lo que acelera aún más el crecimiento económico.
Estos cambios se acompañan además de un profundo cambio demográfico; entre
1950 y 2001, la población se multiplica por 3, teniendo en cuenta que ya se había
multiplicado por 1,5 entre 1900 y 1950. De 1,7 millones en 1900, la población
alcanza los 2,7 millones en 1950, 8,2 millones en el 2001 y 10,3 millones en el
2012. Este crecimiento ha sido en su mayoría absorbido por las ciudades –cuya
población se ha multiplicado por 7 entre 1950 y 2001– y por la región oriental y
los Valles. Entre 1976 y 1992, la población de estas regiones ha aumentado res-
pectivamente de 19,7 a 26,1% y de 27,3 a 28,9%, mientras que la del Altiplano
disminuyó de 53 a 45% (Lavaud, 1998).
Estas evoluciones tienen consecuencias considerables en múltiples planos. En
el plano del desarrollo humano, existe un gradiente significativo entre las ciudades
de El Alto (0,638), La Paz (0,714), Cochabamba (0,739) y Santa Cruz (0,741) (datos
para el 2001 en pnud et al., 2004). Por otra parte, se afirman nuevas relaciones
de fuerzas políticas y nuevas identidades y representaciones colectivas; para las
poblaciones “blancas”, establecidas especialmente al este del país, el Altiplano
aparece como una región “india” y atrasada; para los pueblos aymaras y quechuas
del Altiplano, al contrario, de la misma manera que para los pueblos indígenas de
Tierras Bajas (en especial los guaranís, chiquitanos y moxeños), la indianidad es
en adelante una reivindicación política e identitaria.
Esta brecha geográfica y étnica es una característica central del país, tomando
en cuenta que, según el censo de 2001, 62% de la población se considera parte de
un grupo indígena, principalmente de los grupos quechua y aymara (51 y 47%
respectivamente). Entre 2006 y 2009, durante los debates sobre las autonomías
regionales y la nueva Constitución, esta brecha dio lugar a enfrentamientos
violentos al defender cada sector visiones del país en gran parte incompatibles.
La elección de la ciudad de El Alto como punto de partida de la encuesta de
campo sobre las organizaciones de economía solidaria se inscribe en este contex-
to político, social y económico. El Alto representa en Bolivia la ciudad aymara
por excelencia, producto de los procesos de cambio del siglo pasado. En 1900,
la meseta ocupada hoy por la ciudad, sobre el Altiplano al noroeste de la ciudad
de La Paz no era más que una zona agrícola dividida entre haciendas y comuni-
dades campesinas indígenas (Quispe Villca, 2004). En las primeras décadas del
siglo, varias empresas, atraídas por la topografía plana, se instalan en la zona, es
el caso de la compañía de aviación Lloyd Aéreo Boliviano (lab), el aeropuerto y
76 la economía solidaria en bolivia
Por otro lado, se reivindica como ciudad indígena aymara y espacio de creación
de nuevas solidaridades populares, tanto en el plano político como económico
(Stefanoni, 2003). No obstante, si bien representa características no solamente
identitarias, sino demográficas y socioeconómicas propias, El Alto no se desvincula
del Altiplano rural ni de la ciudad de La Paz. En efecto, los migrantes mantienen
vínculos de largo plazo con sus comunidades rurales de origen, a través de migra-
ciones estacionales, de la continuidad del trabajo agrícola en sus propios terrenos
o los de sus familias, y del involucramiento en el sistema político comunitario. Se
evidencia el surgimiento de nuevos circuitos urbano-rurales (Antequera, 2010) y
de una nueva complementariedad entre la ciudad y el mundo rural aymara (Albó,
2002), y no tanto así una ruptura entre territorios urbanos y rurales.
A pesar de la separación administrativa, El Alto y La Paz son ciudades fun-
cionalmente vinculadas, un gran número de habitantes de El Alto se emplea en
pequeñas actividades informales de servicio y de comercio en La Paz, mientras
que la inmensa mayoría de las grandes empresas manufactureras de la metrópolis
paceña se encuentran en El Alto. Los habitantes efectúan idas y vueltas incesantes
por las principales vías de comunicación que existen entre las dos ciudades, y las
construcciones residenciales forman un continuum estratificado desde los barrios
pudientes de la Zona Sur, en la parte baja de La Paz, pasando por el centro de La
Paz y luego por los barrios pobres de las laderas hasta llegar finalmente a El Alto.
aymara de los habitantes de El Alto, que puede perpetuar su adhesión a una visión
indígena del mundo al ajustarla a sus condiciones actuales.
No obstante, las prácticas de producción, intercambio, consumo y financia-
miento en El Alto –como por cierto en las comunidades rurales (Harris, 1983;
Wanderley, 2009)– están lejos de estar desconectadas de las lógicas del mercado.
La migración de las poblaciones aymaras desde los años 50 dio lugar al desarrollo
de múltiples actividades de comercio informal en La Paz y El Alto, desempeñadas
principalmente por mujeres (Barragán, 2009) y movilizando en parte el principio
de mercado. Desde 1985 hasta comienzos de los 2000, el Plan de ajuste estructural
llevó a una serie de reformas que instituyeron progresivamente un conjunto de
mecanismos de mercado. Entre 1985 y 1989, los mercados laboral, de bienes y
de capitales fueron liberalizados rápidamente. Los años 90 fueron testigo –con la
Ley de Capitalización Nº 1554 de 1994– de la privatización de grandes empresas
públicas, en especial de la empresa de hidrocarburos ypfb, y su posterior com-
pra por inversionistas principalmente extranjeros. Paralelamente, la reforma de
pensiones de 1996 extendió la lógica de mercado al área social y a partir del año
2000 las administraciones públicas fueron sometidas a licitaciones.
Motivadas por la creencia neoliberal en la neutralidad del mecanismo del
mercado y su capacidad de resolver diversos problemas sociales, estas reformas
afectan profundamente la vida de las personas vulnerables, particularmente en
El Alto (Gill, 2000). La fase más intensa de expansión de la ciudad, entre 1985
y 1987, en gran parte fue provocada por el ajuste estructural y la desregulación,
principalmente a causa del cierre de las minas estatales. Desde entonces, para los
migrantes que llegan a El Alto, la inserción en la economía urbana se confunde
con la inserción en la economía de mercado. La insuficiencia de empleos formales
conlleva la multiplicación e individualización de las estrategias de subsistencia.
Así, Sandoval y Sostres (1989: 211) observan durante este periodo clave que “la
lucha por la sobrevivencia material induce a la sociedad adulta [de El Alto] a
asumir conductas individualistas”, guiadas por el objetivo de “ser independiente”
(Rossel y Rojas, 2000), de “conseguirlo por sí mismo” (Wanderley, 2004) y por
la esperanza de ascenso social gracias al mercado. Por tanto, el paradigma del
mercado no solo se ha impuesto a los habitantes de El Alto, sino que éstos se han
apropiado del mismo desde la base.
Se opera así un cambio de mentalidad de los pequeños productores urbanos
desde los años 90, conduciéndolos a considerar la mejora de sus condiciones de
vida no tanto como el resultado de esfuerzos colectivos en vista de un cambio
político, según el ideal de la Revolución de 1952, sino más bien como el resultado
de los esfuerzos individuales, la eficiencia, la competencia y el éxito en el mercado
(Calderón y Laserna, 1995). La necesidad de competencia entre los productores se
torna un argumento que justifica las estrategias de venta a bajo precio de produc-
tos de mala calidad. El comercio callejero, el mercado de barrio o los sectores de
80 la economía solidaria en bolivia
venta en las ferias semanales representan, para los productores, los lugares donde
aparece tangiblemente el mercado, donde se ejerce la competencia y donde se
justifica una lucha de todos contra todos.
Esta lógica está estrechamente relacionada con el tejido empresarial altamente
fragmentado que caracteriza a El Alto: se estima que 90% de las empresas de la
ciudad son microempresas y el 10% restante está dividido entre 8% de pequeñas
empresas, 1% de empresas medianas y 1% de empresas grandes (Cámara Depar-
tamental de Industrias de La Paz, 2004). El 70% de la población activa pertenece
al “sector informal”, que incluye a los sectores llamados “familiar” (49,5% de
la población activa), “semi empresarial” (19,8%) y doméstico (1,4%) (Rojas y
Guaygua, 2003: 20). Estas características distinguen a El Alto de otras ciudades
bolivianas en las que una mayor expansión del trabajo asalariado ha amortiguado,
en parte, la lógica de competencia de todos contra todos, y de las zonas rurales, en
las que la penetración del mercado ha sido frenada por las estructuras comunitarias.
Los principios de mercado, reciprocidad, redistribución y autosuficiencia se
articulan por tanto de forma particular en El Alto. Los actores hacen generalmente
una disyunción entre las actividades que consideran “económicas” y otras inter-
pretadas como más “sociales” o “culturales”. Las primeras son frecuentemente
asociadas a las ferias, donde prevalece la lógica de la competencia; las segundas,
a las redes de ayuda mutua familiares o comunitarias, a las fiestas populares y a
los espacios de construcción de nuevos vínculos sociales, donde prevalecen la
reciprocidad, la redistribución y la autosuficiencia. Veremos más adelante que las
organizaciones de economía solidaria precisamente cuestionan esta disociación.
Durante los años 70, la lucha de clases y la identidad obrera, que eran la base
de esta movilización, evolucionan poco a poco hacia una lucha identitaria de las
poblaciones indígenas. En 1973, el Manifiesto de Tiwanaku marca el nacimiento
del “katarismo”, en referencia al héroe aymara del siglo xviii Túpac Katari y con
la población aymara como sus principales protagonistas. Progresivamente, vuelven
a apropiarse de las principales organizaciones campesinas, creando, durante el
Congreso de la cob de 1979, la Confederación Sindical Única de Trabajadores
Campesinos de Bolivia (csutcb) y participando, a comienzos de los 80, de la
caída de las dictaduras (Albó, 2002; Nuñez del Prado, 2009).
A partir de 1982, los gobiernos electos se suceden. El antiguo líder de la Re-
volución de 1952, Hernán Siles Zuazo, se coloca a la cabeza de un gobierno de
unión nacional (1982-1985). Mantiene un modelo de economía dirigida, que se
muestra incapaz de hacer frente a la hiperinflación y a la crisis de la deuda pública
externa y debe por tanto renunciar en 1985. Su sucesor no es otro que Víctor Paz
Estenssoro, quien liberaliza la economía. La transición liberal es desde entonces
a la vez política y económica. Una democracia representativa se establece gracias
a una serie de reformas, comenzando por las elecciones municipales de 1987. En
El Alto, esta reforma abre un periodo de inestabilidad: entre 1989 y 1999 nueve
alcaldes del partido populista Conciencia de Patria (condepa) y dos de Unión
Cívica Solidaridad (ucs) se suceden. A nivel nacional, la alternancia política se
realiza en 1989 con el traspaso del poder de Víctor Paz Estenssoro a Jaime Paz
Zamora. Sin embargo, los partidos políticos se fragmentan cada vez más, deben
por tanto gobernar por coalición y el final del mandato de Paz Zamora se ve
marcado por acusaciones de corrupción.
Paralelamente, la consolidación de la economía de mercado refuerza el declive
del movimiento obrero y el auge del movimiento indígena. En 1990, la Marcha
por el Territorio y la Dignidad, organizada por las organizaciones indígenas de
Tierras Bajas, que llega a pie hasta La Paz, señala la convergencia entre estos
movimientos en una escala nacional. Dichos movimientos reclaman la organiza-
ción de una Asamblea Constituyente, que terminará llevándose a cabo en 2006.
En 1996, la celebración de los “500 años de resistencia a la colonización”
refuerzan estas reivindicaciones identitarias y marcan su extensión a una escala
latinoamericana, aunque los movimientos indígenas no sean en todos los países
de la región tan fuertes como en Bolivia. En 1994, Gonzalo Sánchez de Lozada,
figura de popa de la liberalización de la década del 80, se alía al líder aymara
Víctor Hugo Cárdenas, quien se convierte en su vicepresidente. Mientras Cár-
denas consigue el reconocimiento del carácter “multiétnico y pluricultural” de
Bolivia en la Constitución, Sánchez de Lozada concreta una importante reforma
administrativa a través de la Ley de Participación Popular Nº 1551 de 1994 y de
la Ley de Descentralización Administrativa Nº 1654 de 1995.
82 la economía solidaria en bolivia
Paralelamente, el papel de las ong que apoyan a las oeca evoluciona también:
éstas se convierten en ejecutoras de programas gubernamentales y de coopera-
ción internacional, abandonando progresivamente su posición paternalista para
convertirse en prestatarias de servicios de las oeca (Betancourt, 1999). Las ong
encarnan el modelo esencialmente filantrópico de solidaridad, que compensa
parcialmente la debilidad de las solidaridades estatales.
En este contexto, la renacc busca ante todo apoyar a las oeca a través del
modelo de comercialización comunitaria, que pone énfasis en un acercamiento
entre productores y consumidores en diferentes espacios de intercambio, desde
las tiendas de barrio hasta las ferias nacionales.
No obstante, esta iniciativa se enfrenta a la ausencia de organizaciones de
consumidores. La renacc se orienta entonces hacia un apoyo más amplio a
las oeca. Entre 1993 y 1998, la red organiza seis encuentros nacionales en los
cuales participan hasta 175 delegados de 90 oeca. Sus actividades se concretan
en tres áreas: la coordinación, es decir la promoción de modalidades colectivas
de comercialización, incluso a través del comercio justo vía el ifat; la formación,
gracias a la Escuela Nacional de Capacitación en Liderazgo y Comercialización
Comunitaria creada en Santa Cruz; y la asistencia técnica, que apunta al estable-
cimiento de nuevos sistemas de comercialización entre oeca. Al final de los 90,
el tamaño de la red es de alrededor de 210 oeca, de las cuales el 66% son rurales
y el 34% urbanas. Las primeras tienen por principales actividades la producción
agrícola, la ganadería y la transformación de alimentos; entre las segundas, 26%
están en el rubro de la producción artesanal o manufacturera y 8% en las áreas
de consumo o comercialización. Por otra parte, 30% de las organizaciones vende
su producción en los mercados informales bolivianos, 20% en los mercados for-
males, 15% en mercados solidarios o alternativos y 5% en los mercados llamados
“ecológicos”.8 Solo 5% de las oeca declaran “tener una visión de mercado”, las
otras “ven cómo vender lo que producen”. Por último, varios miles de personas
han pasado por la escuela de la renacc.9
A pesar de esta dinámica, en 1999 la cioec y la ComArt se retiran de la red
y el movimiento se disuelve. La renacc se repliega a sus actividades de forma-
ción. Varios factores deben ser considerados: el antagonismo creciente entre la
RENACC y la CIOEC, al esta última percibir cada vez más a la red como una
competidora por la representación de las OECA más que como una prestataria
de servicios; la elección del nuevo secretario general de la CIOEC en 1999, quien
8 El total no suma 100% porque no todas las oeca tienen actividades de venta.
9 Estas estimaciones vienen de la tesis de maestría de Lucas De Conninck, citadas en la sis-
tematización de la experiencia de renacc elaborada por Ana Cristina Betancourt (1999).
Los porcentajes se aplican a las oeca que tienen un tamaño muy variable y no al número de
productores.
86 la economía solidaria en bolivia
11 N.d.T.: En la versión original en francés se hace referencia a los términos “théorisation ancrée”
(Laperrière, 1997) o “modèles interprétatifs issus du terrain” (Olivier de Sardan, 1995: 85).
solidaridad, mercado y democracia: problemática europea y latinoamericana 91
Recuadro 1.1
Las organizaciones estudiadas en profundidad: El Ceibo, el CDIMA y la Red Qury
Amuyt’a, la Asociación artesanal boliviana Señor de Mayo y el CPMGA
Figura 1.3
Tipología de las organizaciones de economía solidaria estudiadas
El Ceibo
Asociaciones de artesanos
Organizaciones sociales de Organizaciones fundadas por Señor de Mayo
El Alto que aspiran a la mejora migrantes de El Alto para Pachamama
de los ingr esos urbanos apoyar el desarrollo de sus Villa San Antonio
(capacitaciones, auto-empleo) zonas rurales de origen Corrigiendo Huellas
Artesanías Sorata
CPMGA CDIMA Red Qury Amuyt’a
CEADL CASSA
CISTEM COMCA Las Gregorias
CIMA-Joyería ICAB Sartañani
Mojsa Uma Sartasipxañani
Uñatatawi Yatiñasa
Wiphala
UMA
Yanapasipxañani
5. Conclusión
“En este sentido, en la mayoría de estos informes [de desarrollo humano del
pnud] se reconoce de inicio que los distintos países de América Latina se
encuentran situados en un momento de transición por efecto de las transfor-
maciones de la economía a nivel mundial, así como por los procesos de globali-
zación social y cultural. […] Finalmente, hay un tema pendiente o escasamente
desarrollado tanto en la sociología del actor como en los informes de desarrollo
humano que se refiere a la relación entre cultura y desarrollo. Es fundamental
comprender la cultura tanto como un proceso integral del desarrollo y del
cambio, cuanto como un proceso constitutivo de la acción colectiva.”
se refiere a la “tradición cultural andina”– a través del cual los actores interpretan
estos principios y se adaptan a las limitaciones y oportunidades del mundo actual.
Una pregunta importante es entonces saber si la implementación de una acción
colectiva de tipo solidario depende de herencias culturales singulares, o si puede
desarrollarse en distintas configuraciones de democracia y mercado.
Paralelamente, surge la cuestión del afianzamiento de los principios de re-
ciprocidad y de redistribución en las estructuras institucionales de la economía
solidaria. En efecto, los principios orientan el funcionamiento de las instituciones,
al mismo tiempo que se apoyan en estructuras específicas, organizadas según una
lógica de complementariedad en el caso de la reciprocidad y de centralidad en el
de la redistribución. La arquitectura interna de las organizaciones de economía
solidaria debe por lo tanto ser tomada en cuenta, especialmente en lo que se refiere
a formas legales, formas de propiedad individual y colectiva y lógicas de circulación
de flujos materiales e inmateriales. Esto permite llevar a cabo un análisis de las
interrelaciones entre acción colectiva, lógicas y principios de justificación de los
actores, estructuras institucionales e integración de la economía en la sociedad.
exponer su opinión; cada punto fue discutido y ajustado hasta suscitar la adhesión
del mayor número de participantes.
En El Alto, el objetivo de acción colectiva se sitúa en la mayoría de los casos
en un contexto de desempleo y sub empleo urbanos y converge hacia la creación de
“fuentes alternativas de trabajo” al empleo formal. Este objetivo puede ser general
(como en el caso de las organizaciones Señor de Mayo, Pachamama, Yatiñasa) o
específico a un grupo de población considerado particularmente vulnerable, es-
pecialmente los jóvenes (ceadl, cistem, cima) y las mujeres (cpmga, comca,
cistem, Las Gregorias, Sartasipxañani).
En el caso de las organizaciones volcadas hacia el mundo rural, este objetivo
se formula generalmente en términos de creación o reforzamiento de actividades
generadoras de ingresos, sean éstas artesanales (cdima y Red Qury Amuyt’a,
uma) o agrícolas (cassa). En el caso urbano y en el caso urbano-rural la creación
de fuentes alternativas de trabajo o de “actividades productivas” o “generadoras
de ingresos” se basa en una estrategia colectiva. Los productores se agrupan y
definen una producción común; frecuentemente al estandarizar sus productos, a
veces al definir una oferta de productos diferentes pero complementarios. Invierten
en equipos y fondos rotatorios, muchas veces cofinanciados por la cooperación
internacional. Comercializan parte o la totalidad de su producción “como gru-
po”. Gracias a una mayor capacidad de producción, más regular y de calidad más
homogénea, pueden acceder colectivamente a pedidos más exigentes. Obtienen
entonces una remuneración más alta o más regular. La importancia de la etapa de
comercialización explica por cierto que ciertas organizaciones (El Ceibo, Villa San
Antonio, Wiphala) enfaticen, en la formulación de su objetivo, la importancia de
la mejora de las ventas, aunque esto no signifique que su modo de acción difiera
de forma significativa del de otras organizaciones.
Dentro del conjunto de las organizaciones estudiadas, la acción colectiva
tiene así una intensión “económica”, en el sentido que apunta al incremento y la
estabilización de los ingresos. Una característica esencial de las estrategias para
alcanzar este objetivo es que se basa en la aceptación de interdependencias entre
productores. Algunas asociaciones de El Alto (Sartañani, Corrigiendo Huellas) y
de los barrios de las laderas de La Paz (Yanapasipxañani) se definen como orga-
nizaciones de “apoyo mutuo” entre “vecinos”, insistiendo así sobre estas inter-
dependencias dentro de las nuevas comunidades urbanas. De forma similar, las
organizaciones de residentes de El Alto (icab, cassa, Mojsa Uma y cdima) que
ofrecen apoyo a comunidades u organizaciones de productores rurales, inscriben
su acción en una esfera de interdependencia ampliada entre El Alto y las zonas
rurales (Albó, 2002; Antequera, 2010). Las migraciones, los viajes regulares de
los residentes hacia su comunidad de origen, así como la circulación de recursos
tanto del campo como los propiamente urbanos, incluidos los contactos con
organizaciones de apoyo, mantienen estos vínculos.
100 la economía solidaria en bolivia
Figura 2.1
La acción colectiva solidaria con intención económica: principales objetivos
expuestos por las organizaciones de economía solidaria de El Alto
definen como “sociales” o “no gubernamentales”, son creadas por grupos de personas
que se consideran “activistas” al servicio de una “causa” y protagonistas de la acción
colectiva. Debe por tanto reconocérsele esta denominación común al conjunto de
las organizaciones de economía solidaria, sin dejar de considerar las variaciones que
hay entre ellas. Una comparación entre la Asociación Artesanal Boliviana Señor
de Mayo y el cai Ispalla ilustra estas diferencias. La primera encarna el modelo de
una organización de productores “de base” (recuadro 2.1), mientras que el segundo
constituye un caso de disociación entre los protagonistas de la acción colectiva y
sus beneficiarios (recuadro 2.2). Llevada al extremo esta comparación nos permite
entender las tendencias presentes en la economía solidaria en El Alto.
Recuadro 2.1
Condiciones de emergencia de la Asociación Artesanal Boliviana Señor de Mayo
Inscrita en la historia de las migraciones rurales y de búsqueda de empleo en este territorio, en 1989 la Asociación
Artesanal Boliviana Señor de Mayo es creada por habitantes del barrio Primero de Mayo y de zonas vecinas al
distrito 3 de El Alto como una “empresa social de estructura administrativa autogestionaria”. Hacia finales de los
años 70, esta zona fue colonizada primero por campesinos del Altiplano que vinieron a trabajar en las nuevas
fábricas textiles, luego con el Plan de ajuste estructural de 1985 y el cierre de las minas estatales el poblamiento
de los distritos 2 y 3 se aceleró considerablemente. Ya en 1987 El Alto acogía a más de 130 000 nuevos habitantes,
es decir que tuvo un crecimiento de cerca del 60%. En este contexto, la creación de Señor de Mayo pretendía
ser una “alternativa de desarrollo económico frente a la depresión económica y a la crisis de empleo en El Alto”.
Los 115 fundadores, en su mayoría mujeres del barrio recientemente llegadas de las minas y las zonas rurales,
se reunían en la plaza del barrio: “Al principio no había nada. Nos reuníamos en la calle. Hubieron cierres de fá-
bricas, de minas, nosotros éramos migrantes del campo: es por eso que nos organizamos. Antonia [la principal
protagonista de la fundación de la asociación y su actual directora] era técnica del SEMTA [Servicios Múltiples de
Tecnologías Apropiadas, una ONG que propone servicios de asistencia técnica a artesanos]. Es por ello que quería
una organización sólida para crear fuentes de empleo […]. Había 5 grupos y 115 miembros. El presidente de cada
grupo debía ‘sacar material’”.
Fuente: Entrevistas con fundadores de Señor de Mayo (21 de marzo de 2005 y 18 de abril de 2006) y página “Historia
y actividades” del sitio web de la asociación, http://www.senor-de-mayo.org, consultada el 26 de julio de 2006.
Recuadro 2.2
Condiciones de emergencia del CAI Ispalla
En el 2005, tres mujeres jóvenes egresadas de universidades de La Paz crean el Centro Andino Intercultural Ispalla
(CAI Ispalla), asociación sin fines de lucro cuya finalidad es ofrecer un “acompañamiento integral a las comunidades
campesinas”. Las tres fundadoras “comparten un cuestionamiento sobre los modelos de intervención que se trans-
miten implícitamente en las universidades y las agencias de desarrollo” y “están comprometidas en un largo proceso
de desconstrucción de dichos códigos”. Se definen a sí mismas como “acompañantes de las familias campesinas
en la revigorización de su cultura”. Situada en un barrio acomodado de la ciudad de La Paz (Alto Obrajes), la ONG
ha establecido vínculos con siete comunidades rurales del Altiplano del departamento de La Paz, con las cuales
promueve proyectos de “intensificación de las prácticas y saberes propios de las comunidades andino-amazónicas”.
Las dos líneas de acción de este programa, la “crianza de la diversidad de la chacra” y la “crianza de la diversidad
de la escuela”, son financiadas por una agencia holandesa de cooperación para el desarrollo.
Fuente: Entrevistas con miembros del CAI Ispalla (30 de abril de 2007).
102 la economía solidaria en bolivia
Estos dos casos muestran las formas de acción colectiva presentes entre las
organizaciones de economía solidaria y revelan sus diversas facetas. En el primer
caso, el modelo es el de solidaridades horizontales, entre pares; el segundo, remite
a una forma de filantropía de los miembros de una ong hacia sus beneficiarios.
El cai Ispalla busca acompañar a los productores pero al mismo tiempo redis-
tribuye recursos provenientes de la cooperación internacional, lo que constituye
una forma de protección no exenta de dominación.
No obstante, esta diferencia no refleja tanto una dicotomía entre dos tipos de
organizaciones dentro del movimiento de economía solidaria sino más bien dos
polos de significado. El primero corresponde al principio de reciprocidad, que se
ejerce aquí entre pares; el segundo, al principio de redistribución, que se apoya
en este caso en una relación de tipo filantrópico. Es posible situar al conjunto de
las organizaciones en la tensión existente entre estos dos polos, existen organi-
zaciones “de productores” constituidas gracias a apoyos externos al movimiento
de economía solidaria, que provienen de movimientos cristianos (Pachamama,
Yanapasipxañani, Sartañani, Sartapasipxañani), sociales (Las Gregorias) o de la
cooperación internacional (Villa San Antonio); organizaciones “de productores”
creadas por técnicos de El Alto para incorporar en ellas a otros productores en
calidad de miembros y beneficiarios (Corrigiendo Huellas, cima, comca); orga-
nizaciones de “apoyo” cuyos fundadores son originarios de comunidades rurales
(cdima, cassa, icab, Mojsa Uma, y en menor medida ceproest Wiñay) o
de los movimientos juveniles (ceadl) beneficiarios; y la organización de apoyo
que se transforma en cooperativa antes de convertirse en empresa unipersonal
(Artesanías Sorata).
En todos los casos, las solidaridades fundadas en el principio de reciprocidad se
interrelacionan en distintos niveles con “solidaridades” que emanan del principio
de redistribución, sin por ello dejar de constituir un tipo de interdependencias
legítimo. En las organizaciones de apoyo, la igualdad y la proximidad con los
productores pretenden precisamente constituirse en una garantía de legitimidad
(recuadro 2.3).
Estos juegos de delimitación y legitimación, así como la diversidad de formas
de organización de la economía solidaria, conducen a una demarcación en relación
a las categorías empleadas por los actores para designarse ya sea como organizacio-
nes de productores u organizaciones de apoyo, y tratarlas bajo el enfoque común
de la acción colectiva, solidaria y con intención económica. Las solidaridades están
presentes en estas organizaciones como principio de funcionamiento legítimo y
como modo efectivo de interdependencia, pero se articulan a relaciones jerár-
quicas y filantrópicas. Además, constituyen una manera de aumentar o estabilizar
los ingresos al dar acceso a oportunidades colectivas. Economía y solidaridad,
lejos de ser términos antagónicos (Latouche, 2003), son aquí –en efecto– los dos
parámetros de la acción colectiva.
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 103
Recuadro 2.3
La solidaridad con los productores como principio de funcionamiento legítimo
de las organizaciones de apoyo
El CAI Ispalla insiste sobre su vínculo privilegiado con las comunidades campesinas a quienes acompaña y sobre la
distancia que lo separa de los modelos tradicionales “de intervención”. De la misma manera, el CDIMA, la CASSA,
Mojsa Uma, el ICAB, el CEPROEST Wiñay y el CIEP enfatizan sobre su trabajo “con grupos” de productores para
demostrar su similitud con las organizaciones de productores. El ICAB se define como una “entidad de apoyo” y
“punto de enlace entre los financiadores externos y las comunidades” que apoya a los productores “organizados
en comunidades, sindicatos, OECAs, CORACAs [Corporación Agrícola Campesina], cooperativas u otras formas de
agrupamiento”. El proyecto al que brindan apoyo debe ser de interés colectivo, la contraparte de los productores
en general se presenta bajo la forma de trabajo o de terrenos colectivos. Para obtener el apoyo del CEPROEST
Wiñay, los productores deben estar agrupados y demostrar equidad y “construcción colectiva”.
La directora del CDIMA compara su organización a Señor de Mayo, borrando así las diferencias entre organizaciones
de productores y organizaciones de apoyo al presentarlas bajo el ángulo común de asociaciones que ayudan a
grupos de productores en la comercialización, el financiamiento y la capacitación técnica.
La CASSA, la asociación Mojsa Uma y el ICAB, al ser organizaciones de “residentes” de El Alto, insisten en su
participación en los cabildos de las autoridades tradicionales de las comunidades, como garantía de su posición de
formar parte del mundo de los productores. Mojsa Uma demuestra su proximidad con los productores por medio
de un mecanismo de inscripción mediante el cual los beneficiarios de las comunidades rurales, cuando alcanzan
por lo menos el grado de técnicos, deben unirse a la asociación después de haber sido beneficiados por su ayuda.
Este tipo de acción conlleva una necesidad de justificación dentro de las organiza-
ciones de economía solidaria: la extensión de la acción colectiva, que alcanza según
el caso a varias decenas o centenares de productores, requiere que se compartan
concepciones como lo “justo” o la validez de las estrategias solidarias. En términos
de Laurent Thévenot (1995), la interacción entre un gran número de actores torna
necesario un régimen de justificación, como forma de ajuste de una acción de gran
envergadura. Estas lógicas de justificación son aquellas del principio de reciproci-
dad articulado al principio de redistribución. Constituyen un puente entre, por un
lado, la acción colectiva de tipo solidario con intención económica, posible gracias
a criterios compartidos que orientan los comportamientos de los actores y, por
otro lado, la institución del proceso económico, a la que contribuyen las lógicas de
justificación dándole un sentido concreto a los principios de integración.
En las organizaciones de economía solidaria de El Alto, recurrir a una “cos-
movisión” andina y a una “tradición cultural” que serían propias del mundo andino
constituye la lógica principal, pero no única, de justificación de la reciprocidad.
Después de haber explorado diversas facetas de esta lógica, en este trabajo se muestra
cómo ésta es movilizada para fomentar interdependencias solidarias entre produc-
tores y, posteriormente, para valorizar productos elaborados según conocimientos
104 la economía solidaria en bolivia
“Reciprocidad vs neoliberalismo”
La política que manejan [los partidos tradicionales] en este país nunca nos ha tomado
en cuenta a nosotros. Los indígenas no somos los actores políticos históricamente
[…]. Ahora, ¿qué ha pasado con nosotros con el 21060 [Decreto Supremo Nº 21060
del 29 de agosto de 1985 que instituyó la Nueva Política Económica1]? El 21060
abrió las puertas de par en par para que entren productos agropecuarios de otros
países […]. Pero si competimos con los productos que han entrado por el 21060,
no podemos… nuestras manzanas son así no más de chiquitas porque nosotros
no hemos avanzado tecnológicamente nada, nosotros seguimos trabajando con la
misma tecnología que nos dejaron nuestros Incas […] (“Felipe Quispe Huanca”, en
Calderón 2002: 200-201).
Recuadro 2.4
Vínculos entre la reciprocidad y la tradición cultural andina en el discurso
de las organizaciones matrices de economía solidaria
“El MESyCJ tiene raíces muy profundas en las culturas originarias, las que aún en el presente se practica en los
ayllus y las comunidades rurales. Los principios de la vida comunitaria como la solidaridad, la reciprocidad y la
equidad son principios que busca el “vivir bien y en armonía” que traducido en aymara es el “Suma Qamaña”
(Plataforma, 2007: 4).
“En el mundo andino, la economía solidaria es atravesada por la economía de la reciprocidad.” (ComaArt, pre-
sentación institucional “Nuestra Creatividad en sus Manos”, 2007).
“La economía que se practica a través de la cultura, ¿siempre ha sido esta economía, no? Entonces, una economía
de la reciprocidad, una economía de la solidaridad, una economía para todos de forma conjunta” (secretario de
la CIOEC, 28 de febrero de 2005).
“El tema de la economía solidaria proviene de la cultura aymara, de la cultura quechua, como era una economía
más bien de trueque, más bien de reciprocidad, entonces hay conceptos de economía solidaria en la base de la
cultura” (coordinador de la Red OEPAIC, 2 de abril de 2007).
Desde un punto de vista etimológico, una cosmovisión designa una visión del
universo, es decir del mundo, conocido y desconocido, en el que los seres humanos
106 la economía solidaria en bolivia
2 Las organizaciones son principalmente el Taller de Historia Oral Andina (thoa) del Cen-
tro Andino de Desarrollo Agrícola (cada) y el Centro de Investigación y Promoción del
Campesinado (cipca) en el ámbito de la investigación-acción, así como el Consejo Nacional
de Ayllus y Markas del Qullasuyu (conamaq) y la Confederación de Pueblos Indígenas de
Bolivia (cidob) en el ámbito político. La principal legislación es la Ley Nº 1715 del Servicio
Nacional de Reforma Agraria de 1996 que reconoce las Tierras Comunitarias de Origen
(tco) y garantiza a las comunidades el uso de los recursos renovables sobre su territorio y
les permite gobernar “según sus usos y costumbres”.
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 107
3 Personas que comparten una relación de ayni, es decir, “un sistema tradicional de intercambio
de ayudas, recíproco y equitativo, entre dos personas o familias” (Lavaud, 1998: 7).
108 la economía solidaria en bolivia
Figura 2.2
Presentación de las organizaciones de economía solidaria como comunidades:
el ejemplo del organigrama de la CASSA
AMUY
XAYIRINAKA
Consejo de Asesores
DIRECTORIO
JILIRI ARKIRINAKA
Seguidor Mayor
RESPONSABLES
DE ÁREAS
Fuente: Entrevista con miembros de la CASSA (mayo-junio de 2007). Los términos en español fueron explicados durante
la visita a la CASSA (10 de mayo de 2006). La documentación escrita (cartilla Comunidad Andina Suma Satawi – CASSA,
editada por la organización, sin fecha) proporcionó los términos en aymara.
4 La “colonia” se refiere aquí a los centros de población creados durante la colonización de esta
parte oriental del país (Alto Beni) por campesinos del Altiplano a partir de la década del 60.
110 la economía solidaria en bolivia
Hay solidaridad. A ver, señoras, nosotras somos de otras partes, todavía valoramos los
pueblos de donde venimos, ¿no? ¿Quién va a sembrar papas? ¿Quién va a cosechar?
Ahora hay culturas que se han perdido. Países enteros que ya no hablan su idioma
(directora de Señor de Mayo en visita a un grupo de productoras, 1ro de abril de 2006).
Recuadro 2.5
Trascendencia de la cosmovisión andina en las organizaciones de economía solidaria
La ONG CAI Ispalla pretende promover la “cultura de la diversidad agrícola”, al igual que la de los conocimientos
enseñados en la escuela. La diversidad es considerada como un principio andino trascendente, que da lugar
a tecnologías específicas –que se oponen a la modernización agrícola para el monocultivo– y a intercambios
basados en el principio de reciprocidad, a través en especial del trueque de productos provenientes de distintos
pisos ecológicos.
De forma similar, el CEPROEST Wiñay pretende contribuir a “una sociedad sostenible en Bolivia gracias a la utili-
zación de recursos propios, reforzando y fomentando los saberes locales y la educación, y respetando la cultura,
el medio ambiente y la biodiversidad” (“Visión” del CEPROEST Wiñay, 2007, subrayado mío). El CIEP expone
como objetivo “luchar contra la pobreza en áreas rurales y urbano-marginales a través del apoyo a las iniciativas
empresariales; teniendo como punto de partida, el rescate y adaptación de usos, costumbres y tecnologías tra-
dicionales ante los desafíos del presente” (“Misión” del CIEP, 2007, subrayado mío).
Recuadro 2.6
Revalorización de los modos de cultivo tradicionales y estrategias
comerciales de El Ceibo
Para mejorar los rendimientos forestales y mantener la calidad de los suelos, la central de cooperativas de pro-
ducción de cacao El Ceibo se dotó de un “departamento forestal” que tiene por misión “el manejo del bosque,
la reintroducción de especies, la producción de plantines y el manejo de un banco de semillas” (presentación
“El Ceibo”, 2006). Este departamento fomenta a los productores a cultivar el cacao en asociación con cítricos
y árboles de gran tamaño que dan sombra. Esta técnica es presentada como una aplicación del principio de
complementariedad; al mismo tiempo, permite alcanzar los objetivos de rendimiento y de mantenimiento de la
calidad de los suelos paralelamente a una reducción de los riesgos comerciales gracias a una diversificación de
los productos (entrevista con el gerente del departamento de agroindustria, 3 de mayo de 2006).
Por otra parte, la central ha comenzado un proceso de certificación orgánica y de comercio justo con la organiza-
ción boliviana Bolicert y FLO-Cert Internacional. Estas certificaciones deberían permitirle acceder a un precio del
cacao más estable y más alto que en el mercado “convencional” (560 Bs/qq5 de cacao en 2006, o sea 70 USD/
qq), obtener pre financiamientos de semillas para las centrales de compra del comercio justo (EFTA) y desarrollar
relaciones comerciales de largo plazo (presentación, “El Ceibo en el comercio justo”, 2004).
A cambio, los productores deben renunciar al uso de fertilizantes, herbicidas y pesticidas químicos y El Ceibo debe
demostrar los esfuerzos realizados en la mejora de las capacidades de los productores y la equidad de género,
así como en las condiciones laborales y la protección del medio ambiente. Además, las parcelas pasan por un
periodo de “transición” de tres años durante los cuales se verifica in situ el respeto de las reglas de producción
ecológica por los técnicos de El Ceibo.
La certificación conlleva entonces cambios tangibles, que no siempre son bien entendidos o aceptados por los
productores. “Mi cacao está en transición. Por eso, solamente puedo vender a mi cooperativa, no puedo expor-
tar”. “Algunos [otros productores] dudan de que este comercio sea justo. Dicen: ‘Exigen mucho’” (productores
de El Ceibo, mayo de 2006). Las distintas facetas y las consecuencias de la estrategia propuesta por la central a
través de la certificación no son directamente comprensibles por los productores: “Hemos difundido el comercio
justo en El Ceibo, pero no sabemos si hemos alcanzado a los productores” (responsable de El Ceibo, 6 de abril
de 2006). “Estoy al tanto del comercio justo, pero no al cien por ciento. En los eventos, con las visitas… me han
hablado de ello” (productor de El Ceibo, cooperativa Tauro, 24 de mayo de 2006).
La estrategia de acción colectiva debe por tanto ser justificada por principios fácilmente accesibles a las cerca
de 800 familias de productores de El Ceibo. La justificación es en este caso la del uso de técnicas tradicionales
provenientes del modelo comunitario: “Hemos trabajado en el marco del comercio justo antes de que exista FLO”
(responsable de El Ceibo, 26 de abril de 2006). “Desde antes, no utilizábamos productos químicos” (productora
de El Ceibo, cooperativa Sumayuni, 25 de mayo de 2006).
5 La referencia de quintal (qq) que utilizamos aquí es al quintal americano (100 libras, alrededor
de 46 kg) y no al quintal europeo (100 kg).
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 113
un producto tradicional andino. Así, las organizaciones que han invertido en te-
lares mecánicos los reemplazan por palillos de tejer con el fin de ajustarse a estas
representaciones y acceder al comercio justo:
De forma similar, la lana de oveja, utilizada en las zonas rurales pero considerada
demasiado “rústica” por los compradores, es reemplazada por lana de llama o, mejor
aún, de alpaca. Cursos de diseño, de “combinación de colores” y de “moda para la
exportación” son demandados por casi todas las organizaciones de artesanos. La
tradición cultural andina, empleada como reservorio tanto de principios de acción
que obedecen a la reciprocidad como de técnicas, es pues constantemente adaptada
a los objetivos, sobre todo comerciales, de la acción colectiva.
Por otra parte, la revalorización de los conocimientos tradicionales conver-
ge con el objetivo de sustentabilidad, es decir la consideración de los efectos de
las actividades de las organizaciones de economía solidaria sobre la naturaleza y
las posibilidades de las generaciones futuras. Este criterio es más concreto en la
agricultura, donde está garantizado por la certificación orgánica; en la artesanía
implica el uso de materias primas “naturales” y de procesos de fabricación poco
contaminantes. Este paradigma permite además extender la doble lógica organi-
zacional y tecnológica de la revalorización de la tradición cultural andina a otros
rubros fuera de la agricultura y la artesanía. La posición de la Asociación de Or-
ganizaciones de Productores Ecológicos de Bolivia (aopeb), miembro fundador
de la Plataforma, ilustra esta ampliación:
Nuestro concepto de lo que es la producción ecológica ha ido cambiando.
En un principio, cuando se hablaba de producción ecológica, se hacía referencia
solamente a la agroecología de los productos. Ahora nuestro concepto ha sido
modificado bastante; la producción ecológica no solo se refiere a los productos
ecológicos, sino también a aquellos productos que han sido transformados e incluso
a los servicios. El Ecoturismo, por ejemplo, puede encontrarse en el ámbito de
la producción ecológica, ¿no? […] Nuestro concepto ha evolucionado también
para integrar sentidos más “macros”, por ejemplo el tema de la cultura sostenible
y de la soberanía alimentaria, en la medida en que, digamos, es posible pensarlo
todo como cultura sostenible sin que se trate necesariamente de agroecología.
Obviamente, el concepto de la sostenibilidad trasciende a otros conceptos más
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 115
La mama t’alla o mama mallku acompaña al esposo a donde sea y debe sustituirle
en caso de ausencia, pero no puede nunca reemplazarlo o decidir por él. Incluso en
algunos ayllus se considera que la esposa del “cabeza” es la que debe servir al ayllu
cocinando y haciendo extensivo su papel doméstico al conjunto de la comunidad
siempre que le corresponda por algún tipo de actividad comunal. La función de
“servicio”, inherente a todo cargo comunal, es aún más patente en la esposa que en
el varón; la de autoridad, en cambio, apenas se reconoce en la mujer (Ticona Alejo,
2003a: 131).
eventos que las colocan en la esfera pública. Les son ofrecidos diversos cursos,
dentro de sus organizaciones o de organizaciones de apoyo, para capacitarlas en
este nuevo rol. Partiendo de la interdependencia entre iniciativas productivas y
empoderamiento de las mujeres, el cpmga propone así una formación llamada
“integral”, que combina desde cursos técnicos, de administración, de contabilidad
básica hasta otros sobre género y autoestima, violencia intrafamiliar, derechos de
las mujeres o liderazgo femenino.
Así, estas organizaciones participan, desde la esfera económica, del proceso
de transformación en curso de las relaciones de género a escala de la sociedad
boliviana. En un primer nivel, el empoderamiento se hace en relación a los cón-
yuges, quienes se oponen a ello a veces de forma violenta. Es común observar el
caso de mujeres que dejan de asistir a las reuniones o dejan la asociación porque
sus maridos “no las dejan salir” o “les hacen reproches” y, a veces, las golpean.
De forma inversa, las reuniones del grupo representan para algunas mujeres un
lugar de “convivencia” único, donde pueden desahogarse de preocupaciones que
de otra manera quedarían circunscritas a la esfera privada.
En un segundo nivel, la transformación de las relaciones de género va en
contra de la complementariedad de los sexos expuesta por el modelo comunitario.
Al abrirles el espacio público a las mujeres para protestar en contra de la domi-
nación masculina, las iniciativas que fomentan el empoderamiento de las mujeres
modifican el equilibrio entre los roles de género. Esta tensión coloca a las mujeres
que se reconocen aymaras, o más ampliamente indígenas, en una disyuntiva entre,
por un lado, la reivindicación de su identidad indígena, que las ubica en su lugar
dentro del modelo comunitario y, por otro lado, la reivindicación de sus derechos
individuales como mujeres. Esto explica por cierto que se haga generalmente caso
omiso de dicha tensión. En el contexto de las comunidades rurales, los grupos de
mujeres de la Red Qury Amuyt’a por ejemplo se presentan como organizaciones
de mujeres que constituirían el equivalente de las autoridades comunitarias de
sexo masculino.
Sin embargo, un diagnóstico interno realizado por el cdima en el 2006, mos-
tró que cinco de los catorce grupos entrevistados no recibía ningún tipo de apoyo
de estas autoridades. La presidenta de la organización matriz, el cpfomat, explica
además que a ella le gustaría crear nuevos grupos de artesanas pero que “no es fácil
porque siempre hay que organizarse a través de las autoridades [masculinas]” (5
de junio de 2006). Parte de las autoridades masculinas se resiste al movimiento de
no tiene un objetivo particular en términos de género, está formada en 80% por mujeres; lo
mismo en lo que se refiere a la mayor parte de las asociaciones de tejedores o artesanos del
fieltro en la ComArt, que son oficios considerados femeninos. En las organizaciones agrícolas,
donde el trabajo es familiar, los hombres son generalmente los miembros de la cooperativa o
de la asociación, reproduciendo el modelo comunitario de división de roles entre lo público
y lo privado.
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 119
7 Louis Dumont emplea este término para resaltar “la imposibilidad de separar ideas y valores en
las formas de pensamiento no modernas”; por oposición, el valor es, en la ideología moderna,
“segregado” (Dumont, 1983: 263-264).
120 la economía solidaria en bolivia
una acción colectiva solidaria y con intención económica. En otras, los valores
cristianos de solidaridad y justicia tienen un rol análogo. La consideración de estos
casos, aunque algunos provengan de contextos diferentes al de El Alto, amplía
el alcance teórico del argumento al mostrar que la integración de la economía
según el principio de reciprocidad no depende de una configuración cultural que
se supone propia a las zonas andinas.
los despidos de mineros llevan en ese momento al declive de la cob y abren la vía
a nuevas formas de organización sindical, en especial de los productores de coca.10
Los sindicatos mantienen sin embargo su doble posición protestataria y étnica.
En el Altiplano existen además formas de cooperativismo rural, vinculadas
también al modelo comunitario. Si bien algunos ven en los sistemas colectivistas de
organización del ayllu el origen más antiguo de este cooperativismo (Iriarte, 1979),
su cronología moderna es contemporánea a la del sindicalismo. El año 1940 es
generalmente recordado como el de la creación de la primera cooperativa agrícola
en Chayanta, en el departamento de Potosí, bajo el impulso del padre Julio Tumiri.
Desde la Revolución de 1952 hasta la década de los 70, las cooperativas conocen un
auge casi continuo gracias a condiciones institucionales favorables: en 1953, la ex-
propiación de las haciendas y la reforma agraria les permite a los campesinos acceder
a la propiedad, individual y colectiva, de la tierra; a partir de 1958, el gobierno de
Siles Zuazo fomenta la creación de cooperativas agrícolas, en especial en las zonas
de “colonización” de la parte oriental del país. En comunidades rurales tanto del
Altiplano, de los Valles y de las Tierras Bajas coexisten hasta hoy un sindicato y una
o varias cooperativas, la función específica de estas últimas es la mejora de las condi-
ciones de comercialización, de financiamiento o de producción, en general a través
de capitales y/o terrenos colectivos y por la realización de trabajos de forma conjunta.
Sindicato campesino y cooperativa rural se diferencian por tanto por sus
funciones pero también por sus modos de afiliación: en el caso del sindicato la
afiliación es automática por pertenecer a una comunidad y en el caso de la coope-
rativa la afiliación es voluntaria y está vinculada a la recepción de los aportes de sus
socios.11 Sin embargo, estos dos tipos de organizaciones, que reúnen a los mismos
participantes de la comunidad, comparten principios y reglas de funcionamiento.
Se difunden entre una y otra adquiriendo formas híbridas que permiten hablar,
en algunos aspectos concretos, de un modelo sindicalista-cooperativista afianzado
en las comunidades rurales.
Por otra parte, después de una fase de declive, el modelo cooperativista resurge
al final de los 80 en el contexto de la organización de los pequeños productores
frente a la desregulación macroeconómica y las nuevas reglas comerciales (Toranzo
Roca, 1990; Solares Maymura, 2000). Antiguas cooperativas y otras recientemente
creadas participan del movimiento de las oeca dirigido por la renacc y la cioec,
10 Una de las más importantes, la Federación del Trópico de Cochabamba, tiene por presidente
a Evo Morales desde 1985. A pesar de las declaraciones públicas anunciando su intención de
renunciar a dicho cargo, Morales fue reelegido en el 2008 hasta julio de 2015.
11 En 1983 la csutcb obtiene el reconocimiento de una forma legal híbrida, la Corporación
Agrícola Campesina (coraca), con finalidades de orden económico pero cuya afiliación es
automática para todos los miembros del sindicato. Su funcionamiento supone, sin embargo,
la convergencia de los intereses económicos dentro del sindicato, una condición que es cada
vez más difícil de cumplir.
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 123
Recuadro 2.7
Principios de no discriminación y de igualdad en las organizaciones de economía
solidaria
“No importa quién puede entrar o salir de la cooperativa.” “Los que no son miembros pueden vender igual [al mismo
precio] a la cooperativa, nosotros no discriminamos.” “Hay nuevos miembros en la cooperativa. Pero algunas
personas tienen malos antecedentes, debemos hacer un estudio para cada solicitud. Si es válida, recibimos al cien
por ciento.” “En mi cooperativa, discriminan un poco; no debería ser así.” (productores de El Ceibo, mayo de 2006.)
“Algunos grupos se han deshecho porque a veces las presidentas no saben manejar a la gente, discriminan.”
(presidenta de la Red Qury Amuyt’a, 19 de junio de 2006.)
Refiriéndose a una empresa colectiva de venta de hortalizas que compra a los pequeños productores, pero no
los incluye como miembros: “Es una iniciativa muy privada, no es economía solidaria.” (líder de Señor de Mayo,
10 de abril de 2006.)
Recuadro 2.8
Justificaciones pragmáticas de la reciprocidad: solidaridades “en caso de necesidad”
“¿Si hay solidaridad en mi cooperativa? La cooperativa nació con esas necesidades… Pero entre las personas, casi
no hay solidaridad. Hay un terreno de la cooperativa, genera dinero para la cooperativa. Cuando hay necesidades,
nos prestamos de la cooperativa. Pero lo más importante de la cooperativa es poder venderle al Ceibo. Cada año
vendo entre 1500 y 1800 kilos de cacao húmedo. El precio me conviene. Es para exportación. Hay responsables
que hacen fermentar y secar el cacao; en mi terreno, no tengo esas instalaciones. Le dejo hacer todo eso al Ceibo.”
“En mi cooperativa, nos ayudamos entre socios. Hay trabajos colectivos, teníamos un terreno con cacao, cítricos, forrajes,
madera, teníamos 10 000 hectáreas, pero ahora han sido colonizadas por otros y nos quedan solo 200 hectáreas.”
Recuadro 2.9
Organizaciones de economía solidaria de El Alto apoyadas por movimientos cristianos
Desde su fundación en 1984, la asociación de ayuda mutua comunitaria y taller artesanal Yanapasipxañani goza del
apoyo del Colegio de Hermanas de la Providencia Santa Teresa para la capacitación técnica y la comercialización
de sus productos, especialmente en España. Este apoyo representa mucho más que una oportunidad para los
productores: es parte de su identidad como asociación basada en la fe cristiana. Esta identidad es recordada en
cada reunión, que comienza con una oración, y es afirmada por los líderes del grupo.
La asociación Pachamama funciona con el apoyo de la Pastoral Social Cáritas Boliviana: el equipo de trabajo se
aloja en las oficinas de Cáritas en El Alto y ofrece capacitaciones en producción artesanal a los migrantes rurales.
Hasta su ruptura con Cáritas en el 2005, Pachamama se consideraba a sí misma como una asociación “al interior
de la Iglesia”.
Los talleres artesanales Sartañani y Sartasipxañani, en el distrito 6 de El Alto, nacieron de los cursos de alfabetiza-
ción y de técnicas artesanales propuestos a las mujeres de ese barrio por misioneros católicos norteamericanos
durante los años 90. El taller de producción de uno de esos grupos, Sartañani, sigue teniendo su sede en una
sala de la parroquia del barrio (San Mateo).
El grupo “Las Rosas” de Señor de Mayo realiza sus reuniones semanales en la iglesia de Villa Ingenio, en el
distrito 4 de El Alto; de forma general, la asociación recurre a las parroquias locales para formar nuevos grupos
126 la economía solidaria en bolivia
de productores. La conformación del grupo artesanal COMCA en 1992 es el resultado de una historia similar y,
en la pequeña ciudad de Patacamaya, el grupo artesanal ACCT, miembro del CDIMA, es coordinado por el cura
del pueblo y albergado en un local de la parroquia.
Fuente: Entrevistas a la asociación Señor de Mayo y al CDIMA (2006); y con los grupos Yanapasipxañani, Pachamama,
Sartañani, Sartasipxañani y el COMCA (2007).
Estas características explican sin duda la debilidad de los vínculos entre las
organizaciones de economía solidaria y las iglesias evangélicas. Entre las or-
ganizaciones estudiadas, solo la asociación Mojsa Uma proviene de una iglesia
evangélica, luterana en este caso. La doctrina de ruptura radical con el mundo
implica en efecto un distanciamiento en relación a las identidades indígenas casi
incompatible con su revalorización en el movimiento de economía solidaria.
Esta doctrina fomenta además un repliegue sobre sí mismo del grupo evangé-
lico como comunidad de vida, que no concuerda en absoluto con la economía
solidaria como proyecto político y de cambio social. En el plano institucional,
el modelo de iglesias autónomas no favorece tampoco el surgimiento de orga-
nizaciones de coordinación o de apoyo en mayor escala. En el plano financiero
estas iglesias no disponen de medios comparables a los de la Iglesia católica.
Las organizaciones religiosas que apoyan la economía solidaria se concentran
de hecho en los movimientos católicos; las lógicas de justificación difundidas
en las organizaciones de economía solidaria pueden por tanto ser analizadas en
este marco más delimitado.
El lugar que se les atribuye a los pobres constituye un aspecto primordial de
estas lógicas de justificación, que está estrechamente relacionado con los princi-
pios de justicia y solidaridad. Discutido en los círculos eclesiásticos del siglo xix,
este lugar fue consagrado en la doctrina social de la Iglesia a través de la “opción
preferencial por los pobres”, discutida en especial durante la encíclica Centesimus
Annus de 1991. Consiste en una ética de la economía centrada en la mejora del
destino de los pobres. Según la interpretación predicada por Roma, los represen-
tantes de la Iglesia católica son llamados, en su calidad de discípulos de Cristo,
“a hablar por los que no tienen voz; a defender a los que no tienen defensa; a
evaluar los diferentes estilos de vida, la política y las instituciones sociales según
el impacto que tienen sobre los pobres” (Coste, 2000: 17).
Los más afortunados son llamados a defender a los pobres y a hablar en su
nombre para hacer justicia; la solidaridad toma entonces en este caso la forma,
vertical, de la caridad y la protección.13 En América Latina, a partir de la segunda
mitad del siglo xx, movimientos católicos progresistas se apropian de estas ideas
para darles un nuevo sentido. Partiendo de la urgencia de mejorar las condi-
ciones de vida de la población, nuevos teólogos, especialmente en Perú, Brasil,
Chile y América Central, pretenden hacer de los pobres actores de su propia
liberación. La ruptura con la corriente conservadora es doble: a la vez a nivel del
13 Con la opción preferencial por los pobres, la Iglesia católica zanja además a favor de una
caridad organizada institucionalmente, más que confiada al libre albedrío de las personas.
El papa Juan Pablo ii le dio particular importancia a esta cuestión, predicando una acción a
la vez “sobre los corazones” y sobre las estructuras de la sociedad. Se le agradece a Bernard
Laurent por sus comentarios sobre este aspecto del análisis, quien ha desarrollado estas ideas
en Laurent (2007).
128 la economía solidaria en bolivia
14 Sobre este punto ver los referentes cronológicos sobre las iglesias cristianas en Bolivia en el
anexo A.2.4.
15 Documento “Opción preferencial por el pobre” de la Conferencia de Puebla (1979, Nº 1134),
en Gutiérrez (2007).
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 129
Recuadro 2.10
Visiones progresista y conservadora de la justicia y de la solidaridad en la acción
de la Comisión Episcopal de la Pastoral Social - Cáritas Boliviana
Fundada en 1958 por la Comisión Episcopal, Cáritas Boliviana se une en 1995 con las pastorales sociales y ad-
quiere entonces el nombre de Comisión Episcopal de la Pastoral Social - Cáritas Boliviana (CEPAS-Cáritas). Esta
organización está hoy presente en el conjunto del territorio boliviano. Concibe y ejecuta gran número de programas
de apoyo socioeconómico a escala local, de los cuales algunos están específicamente dedicados a la promoción
de la economía solidaria y del comercio justo. Con el apoyo de la Comisión de Hermandad de Hildesheim y Trèves
en Alemania, y en coordinación con las parroquias locales, la CEPAS–Cáritas apoya a un gran número de grupos
informales de producción en las zonas rurales y los barrios urbanos marginalizados.
Además, ha conseguido crear vínculos con las organizaciones del movimiento de economía solidaria como
Señor de Mayo, la RENACC La Paz y posteriormente la Plataforma, así como con la CIOEC. Su apoyo consiste en
diversos proyectos de asistencia técnica, pero también en una importante actividad de cabildeo político. Desde
2005, organiza cada año la Jornada Internacional del Comercio Justo, que reúne en los ambientes de Cáritas a
la mayor parte de los actores del movimiento nacional y representantes de otros movimientos latinoamericanos.
Después de haber participado de las actividades de la Plataforma entre el 2007 y el 2009, la institución jugó un
papel protagónico en la creación, en octubre del 2009, del MESyCJ. La coordinadora de los programas sociales
de la CEPAS–Cáritas, Wilma Quinteros Chávez, fue también presidenta del MESyCJ en el periodo 2009-2013.
La justificación del compromiso de la CEPAS–Cáritas a favor de la economía solidaria refleja las dos corrientes
presentes dentro de la Iglesia católica. Por un lado, la economía solidaria es descrita como un vector de cambio
social y de ruptura de las estructuras de explotación en las que están atrapadas las “poblaciones pobres autóc-
tonas”; los responsables de la CEPAS–Cáritas afirman además seguir estando cerca de las tesis progresistas del
Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Por otro lado, los mismos responsables fusionan la solidaridad
y la caridad: “La Iglesia se caracteriza por todas las actividades que realiza por el principio de solidaridad, es
decir, el principio de caridad porque “Cáritas” significa eso, y también por tomar en cuenta los principios de la
Iglesia católica de trabajar a favor de los más pobres” (responsable del programa “Comercialización, mercados,
microempresas productivas”, 4 de abril de 2006, subrayado mío). Al ofrecer un apoyo prioritario a los más pobres
para permitirles organizarse solidariamente, o dicho de otra forma al articular redistribución y reciprocidad, Cáritas
pretende conciliar en la práctica estos dos enfoques.
Fuente: Entrevistas con la coordinadora nacional de los programas sociales y con el responsable del programa
“Comercialización, mercados, microempresas productivas” de la CEPAS–Cáritas (4 de abril de 2006); presentación
institucional de Cáritas Boliviana.
130 la economía solidaria en bolivia
Recuadro 2.11
Rol de las organizaciones y movimientos católicos en la red RENACC Tarija
El departamento de Tarija, en el sur del país, puede dividirse en dos zonas con identidades étnicas marcadas: la zona
aymara, en la estrecha franja de Altiplano –al oeste–, y la región del Chaco, en las Tierras Bajas –al este–, donde
viven comunidades guaranís. Entre los dos, el valle central, que es el más poblado y donde se sitúa la ciudad de
Tarija, no presenta una identidad étnica marcada; en las zonas rurales, se habla generalmente español; la cultura
local, conocida como cultura chapaca, se refiere ante todo a la fe cristiana (Ruiz Hevia y Vaca y Wilkes, 1999: 46).
En este contexto, la red departamental RENACC Tarija no se reconoce en la concepción de la economía solidaria
como economía fundada en la tradición cultural andina que difunde por ejemplo la RENACC La Paz. Durante los
encuentros nacionales (2006, 2007), el equipo de Tarija insistió en la necesidad de una concepción más amplia de
la economía solidaria. Por otra parte, sus contactos con personalidades y organizaciones católicas son constantes,
uno de los miembros del directorio es la hermana Daisy Ruiz Hevia y Vaca, directora del Centro de Educación
Técnica, Humanística y Agraria CETHA Emborozú, un importante centro local de educación alternativa, inspirado
en la Teología de la Liberación. Gracias a ella, la RENACC Tarija estuvo albergada durante dos años en un local
prestado por la Iglesia. Dos colaboradores de la red son además financiados por la Comisión de fraternidad de
Hildesheim y Trèves, a través de la Conferencia Episcopal de Bolivia.
Con un proyecto bienal (2004-2006) de apoyo al comercio justo, esta comisión organizó la exportación de
productos, en especial de miel, de las organizaciones miembros de la RENACC Tarija hacia Alemania. Una parte
de estos productos es comercializada por la tienda comunitaria de Cáritas en Tarija. La RENACC Tarija entonces
es parte del medio católico local, que aparece ante los miembros de la red como un reservorio de valores y de
recursos materiales tan evidente como los son en el departamento de La Paz los movimientos de defensa de la
tradición cultural andina.
confunde con aquella del pobre que la Iglesia católica pretende ayudar o liberar.
La doctrina social de la Iglesia se interpreta en Bolivia en relación a las categorías
étnicas.
Cuando la Iglesia pretende imponer sus valores de manera juzgada dema-
siado excluyente, suceden rechazos. Por ejemplo, en el 2006, el grupo artesanal
Sartañani, fundado por misioneros y albergado por la parroquia del barrio San
Mateo en El Alto, se divide para dar lugar a una nueva agrupación, Sartasipxañani,
cuyo objetivo es ser “independiente de la parroquia”. Continúa con las mismas
actividades productivas y renuncia al apoyo de la parroquia para sustraerse de
un control considerado excesivo. La existencia de un sistema de justificación de
la reciprocidad y de la redistribución basado en valores cristianos no significa
entonces la negación del pluralismo propio a la democracia, sino precisamente
la posibilidad de lógicas plurales.
16 Polanyi emplea esta elocuente expresión en relación al principio de mercado: “La economía es
aquí concretada por instituciones tales que las elecciones individuales dan lugar a movimientos
interdependientes que constituyen el proceso económico, generalizando la utilización de los
mercados creadores de precios” (Polanyi, [1957], 1976, subrayado mío).
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 133
En ausencia de toda indicación sobre las condiciones sociales de donde emanan las
motivaciones de los individuos, no existirían más que pocas cosas –si no ninguna–
que permitirían afirmar la interdependencia y la recurrencia de estos movimientos
sobre los cuales descansan la unidad y la estabilidad del proceso [económico]. […]
De allí la importancia fundamental del aspecto institucional de la economía. […]La
institucionalización del proceso económico confiere a éste unidad y estabilidad; crea
una estructura con una función determinada en la sociedad; modifica el lugar del
proceso en la sociedad, dando así un significado a su historia; concentra el interés
sobre los valores, las motivaciones y la política (Polanyi, [1957], 1976, subrayado mío).
Esta última parte del capítulo trata sobre el enraizamiento institucional del
principio de reciprocidad a nivel de las organizaciones de economía solidaria y de
las relaciones entre dichas organizaciones. Un estudio de esta naturaleza demanda
un análisis detallado de las estructuras y las fronteras que se dan en las organi-
zaciones, así como de la arquitectura institucional global17 en la que pretenden
enmarcarse. La caracterización, en primera instancia, de estas estructuras y de
las diferentes maneras en las que son formalizadas muestra la existencia de dos
modelos de circulación de flujos, uno fundado en el principio de reciprocidad y el
otro en el principio de redistribución. Estos dos modelos, articulados y a veces en
tensión en lo que se refiere al funcionamiento de las organizaciones, se inscriben
en varias líneas de encastramiento del proceso económico. Al seguir estas líneas,
es posible luego distinguir tres modelos de tipos ideales de funcionamiento de
las organizaciones de economía solidaria que permiten aislar analíticamente las
diferentes formas en las que la reciprocidad está arraigada en las organizaciones
de economía solidaria y evaluar su estabilidad como principio de integración
económica.
Figura 2.3
El modelo de organización por niveles y sus dos posibles formas de movilización
Apoyo
Apoyo OES de 4to nivel OES de 4to nivel
… Apoyo
Apoyo OES de 3er nivel
19 Entre los casos estudiados, solo la asociación Sartasipxañani funciona según un modelo de
trabajo con horarios fijos en el local del grupo; representa un caso particular por su número
reducido de miembros (9 mujeres), lo que facilita la coordinación.
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 137
lo que puede ser una ventaja decisiva para las mujeres que deben garantizar al
mismo tiempo el cumplimiento de sus responsabilidades domésticas. Solo las
actividades de coordinación como la repartición del trabajo, el recojo de produc-
tos, el control de calidad y las capacitaciones se realizan en fechas fijas en alguna
instalación de la asociación o en el domicilio de alguna de las socias (o socios); o
cuando compartir ciertas máquinas o equipos costosos exige que se realice una
parte de la producción en un local común. En general, el trabajo no se efectúa
en horarios fijos como se haría en un taller o una fábrica, sino de forma flexible
según las disponibilidades de cada uno de los miembros.
Dicha flexibilidad o “virtualidad” requiere un marco institucional específico.
Por ello se elaboran reglamentos internos, con sus respectivas sanciones, cuya
precisión puede parecer sorprendente. Cuando se presentan casos que no están
previstos en el reglamento, la decisión sobre el tipo de multa o de “castigo” que
debe adoptarse puede dar lugar a largas discusiones. Por lo general, las orga-
nizaciones de mayor tamaño tienen manuales que definen la repartición de las
responsabilidades entre las distintas instancias, en especial entre el directorio
elegido y la administración. Existen algunos preceptos y mandamientos, por
ejemplo, durante la visita realizada al grupo Félix, afiliado a Señor de Mayo,
el presidente repitió, tanto para nosotros como para los miembros del grupo,
que “su grupo entrega casi siempre sus pedidos completos”, que “casi nunca se
atrasan más de dos o tres días”, que “trabajan tiempo completo y por eso son
puntuales” y que “somos bien cumplidos siempre”. Además de la obtención de
documentos legales que atestigüen un reconocimiento por parte del Estado, la
formalización de la economía solidaria se basa en un gran número de reglas y
procedimientos internos. Se trata de una racionalización del trabajo, como lo
ha mostrado Hart (2006), que da forma, en el sentido estricto de la palabra, a
las entidades económicas.
Las reuniones de los grupos y organizaciones son el lugar privilegiado de
elaboración y reafirmación de estas reglas y procedimientos, al mismo tiempo
que son uno de los principales objetos del reglamento. En el caso de las orga-
nizaciones de primer nivel, estas reuniones tienen lugar en general de forma
semanal o bimensual. Constituyen espacios comunes de gestión en el sentido de
Laurent Fraisse (2003), indispensables para la coordinación de la producción, de
la comercialización y del financiamiento y para el mantenimiento de los vínculos
con las organizaciones de nivel superior.
El control de la asistencia es particularmente estricto. Así, la directora de
Señor de Mayo convoca a una reunión que debe constituirse en el acto fundador
del grupo y viendo que solo hay cinco productores presentes se niega a “darles
trabajo”, sentando como condición que todos los miembros estén presentes en
tres reuniones de preparación consecutivas. La ausencia de los productores sig-
nifica para ella que el grupo no está lo suficientemente consolidado como para
138 la economía solidaria en bolivia
ser reconocido como tal. En las organizaciones de nivel superior, las reuniones
son menos frecuentes, y se dan cuando hay asambleas generales ordinarias o ex-
traordinarias o reuniones restringidas al directorio o la administración, pero esto
no significa que los controles sean menos estrictos.
Estas reuniones tienen un carácter estructurador para las organizaciones.
Representan la parte viva o, literalmente, “de convivencia”, por la cual el grupo se
reafirma y donde son tratadas las cuestiones colectivas. El hecho de que la asamblea
general, y no así el directorio o la administración, constituya la máxima autoridad
ejecutiva es recordado constantemente. Los grupos afiliados a la ComArt hacen
una nítida distinción entre las decisiones “operativas”, tomadas por el directorio,
de aquellas “colectivas”, como la aprobación de las reglas y procedimientos más
importantes, que son responsabilidad de la asamblea general. La legitimidad de
estos espacios se basa en su funcionamiento democrático, esencialmente partici-
pativo en las organizaciones de primer nivel, que se dota de una estructura repre-
sentativa electa en las organizaciones de nivel superior. La rotación de cargos es
a partir de allí el mecanismo por el cual se garantiza la alternancia en los puestos
de representantes electos.
Estos espacios constituyen la modalidad práctica de gestión del pluralismo y
de democratización de la economía solidaria, permiten una coordinación entre
las distintas “maneras de hacer economía” expresadas por los miembros. En el
nivel más alto, las organizaciones matrices pretenden constituirse en espacios de
regulación democrática de las actividades económicas. Estos espacios democrá-
ticos, que están encajados unos en otros como una muñeca rusa, le dan cuerpo a
la estructura por niveles de la economía solidaria.
Por último, las fronteras de las organizaciones y la estructura global20 de la
economía solidaria se ven considerablemente reforzadas por la propiedad colectiva
de los medios de producción, los locales y equipos, la materia prima y/o el fondo
rotatorio. Existe este tipo de propiedad colectiva, en distintos grados, en todas las
organizaciones estudiadas; representa precisamente una de las razones por las que
los productores se agrupan. En las organizaciones de productores de primer nivel,
las herramientas de producción de bajo costo, como los palillos de tejer, las tijeras,
cuchillos o machetes, pertenecen a cada persona o familia. Aquellas que tienen
un costo superior y cuyo uso puede ser fácilmente compartido son adquiridas
colectivamente y conservadas en un local común, que pertenece generalmente a
la organización o a una organización territorial como la parroquia o la junta de
vecinos o, en el caso rural, el sindicato o la comunidad.
20 N.d.T.: Al Igual que para la arquitectura institucional, el término “global” se refiere en este
caso a la característica de “conjunto” o “totalidad” de la estructura de la economía solidaria
y no a una dimensión geográfica.
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 139
La materia prima y el fondo rotatorio, por otra parte, son manejados ya sea
directamente por los grupos de productores (así es en la mayor parte de los grupos
de la ComArt y algunos de Señor de Mayo) o por las organizaciones de segundo
nivel o de apoyo (así es en la mayor parte de los grupos de Señor de Mayo y en las
organizaciones Pachamama y Artesanías Sorata). Esta segunda opción se explica
por la dificultad que tienen los productores de financiar el fondo rotatorio, cuyo
monto puede ser elevado,21 pero también por los riesgos inherentes a la gestión
de un fondo de esa naturaleza.
Para financiar el fondo rotatorio, los equipos o los locales colectivos, los
grupos u organizaciones generalmente utilizan fondos propios de los productores
y cofinanciamientos de las organizaciones de apoyo. La propiedad establecida
de esta manera es generalmente indisoluble y constituye así un factor tanto de
consolidación como de rigidez de las organizaciones. En ciertos casos, al acceso
a la propiedad colectiva por un primer grupo de productores lleva a una sepa-
ración, se establece una frontera entre los beneficiarios y los otros productores,
haciendo que el grupo aparezca como privado y ya no solidario. Inversamente,
una organización como Uñatatawi desplaza las fronteras que la separan de los
productores-beneficiarios al adquirir con ellos, en propiedad colectiva, una fá-
brica de transformación de plantas aromáticas. La adquisición de una propiedad
colectiva o la apropiación colectiva de ciertos bienes, otorgados o cofinanciados,
es un elemento constitutivo de las organizaciones de economía solidaria, que les
da forma al contribuir a delimitar sus fronteras.
Entre las fronteras así definidas, circulan diferentes flujos materiales –materias
primas, herramientas y equipos– e inmateriales –financiamientos, capacitaciones,
cargos, pedidos de clientes y oportunidades. Las fronteras entre organizaciones
estructuran estos flujos, sin por ello determinarlos completamente. En el plano
teórico, pueden ser distinguidos dos modelos de circulación: el primero, basado
en el principio de reciprocidad, se apoya en la movilización plana y concéntrica de
la arquitectura por niveles; el segundo, que obedece al principio de redistribución,
se integra en la estructura piramidal (figura 2.3). Esta distinción no es más que
21 Por ejemplo, el fondo rotatorio para un grupo de 20 tejedores que trabajan con lana de alpaca
es de aproximadamente 1000 usd. Este monto corresponde a 35 kg de lana a 27 usd/kg
(estimación del directorio de Señor de Mayo para el 2006). El fondo rotatorio para un artesano
joyero alcanza los 3000 usd pues corresponde a 5 kg de plata fina a aproximadamente 562
usd/kg (estimación del director de cima Joyería, 30 de abril de 2007).
140 la economía solidaria en bolivia
Recuadro 2.12
El modelo de circulación basado en el principio de reciprocidad ilustrado
por el proyecto de la Red Qury Amuyt’a
A finales de los 90, el Centro de Desarrollo Integral de la Mujer Aymara (CDIMA) y el Centro de Promoción y
Formación de la Mujer Aymara Tika Tanka (CPFOMAT) elaboran un proyecto de constitución de grupos de mujeres
artesanas, a partir de grupos preexistentes pero con otras funciones –en especial clubes de madres, grupos de
técnicas o de mujeres líderes–, o expresamente creados con fines productivos. La adhesión es libre y voluntaria, y
en ciertos casos sometida al pago de una cuota que contribuye al uso de equipos colectivos (telares, máquinas de
coser y tejer y local, cofinanciados por fondos obtenidos por el CDIMA o por los propios grupos) y a la constitución
de un fondo común. Estos grupos reúnen a mujeres de una misma comunidad rural y a veces son presentados
como el equivalente femenino de la asamblea comunitaria masculina, de la cual imitan la rotación de cargos.
Desde el punto de vista del CDIMA, el desarrollo de estos grupos debe ser “integral”, gracias a formaciones “políti-
cas y sociales”, en especial sobre los derechos de la mujer y la historia y los valores de los pueblos indígenas, que
complementan los cursos técnicos y “económicos” de contabilidad básica y cálculos de costos de producción. La
producción artesanal no es considerada como una simple actividad generadora de ingresos, sino como una forma
de tomar partido por un proceso de cambio social, cultural y político. Por otra parte, los grupos se reúnen, a través
de la Red Qury Amuyt’a, en una organización de segundo nivel que tiene la función de promover la calidad de los
productos gracias al intercambio de “promotoras” (productoras capacitadas en distintas técnicas que pueden ser
contratadas por otros grupos) y a la colecta de productos para su comercialización.
Fuente: Entrevistas con miembros del CDIMA, del CPFOMAT y de la Red Qury Amuyt’a (marzo-junio de 2006).
Figura 2.4
Articulación de los modelos de circulación basados en los principios de reciprocidad
y redistribución
Conocimientos
Grupo
Rotación de cargo
Equipo colectivo Grupo Grupo
Autogestión
Colecta de productos/
ingresos de las ventas
RED
Grupo Grupo
Grupo Grupo
Este modelo, sin embargo, puede desequilibrarse hacia una lógica de funcio-
namiento vertical. Como señal de esta tendencia, las productoras se quejan de la
falta de transparencia de la red (“no sabemos a dónde van nuestros productos”,
“en la red, nuestros productos se pierden”), deplorando que la misma se sitúe en
una posición de exterioridad en relación a ellas. Cada artesana trabaja además de
forma individual, elaborando los productos según sus gustos y a su propio ritmo.
No existen pedidos grupales y el grupo se limita a hacer circular los productos
hacia la red y luego redistribuir los ingresos de las ventas entre los miembros.
Estas tensiones entre la lógica colectiva y de reciprocidad, por un lado, y lógica
individual y de redistribución, por el otro, se presentan en la gran mayoría de las
organizaciones estudiadas.
Artesanías Sorata, donde la gestión de la producción es especializada y exter-
nalizada, revela un segundo modelo de circulación, basado en la redistribución
(recuadro 2.13).
Recuadro 2.13
El modelo de circulación basado en el principio de redistribución ilustrado
por Artesanías Sorata
Artesanías Sorata es una empresa unipersonal. Su propietaria es estadounidense, reside en Bolivia y coordina las
actividades de la organización desde hace treinta años. Trabaja con un equipo de siete personas, ex artesanas, con
las que coordina el trabajo de alrededor de 120 productores y productoras en la localidad rural de Sorata –capital
de la provincia Larecaja, al norte de la ciudad de La Paz– y, por efecto de las migraciones, en El Alto.
142 la economía solidaria en bolivia
Contrariamente a las otras organizaciones de economía solidaria, estos productores no están reunidos en grupos,
sino que tienen una relación directa con Artesanías Sorata. La empresa les provee la materia prima y recoge los
productos para su venta, pagando al contado y liberando así a los productores de los riesgos y esperas de las
ventas. El proyecto inicial preveía además financiar herramientas a los artesanos pero esto no pudo llevarse a
cabo por falta de fondos, los artesanos se equiparon individualmente. Los eventuales beneficios de Artesanías
Sorata, provenientes en especial de la prima del comercio justo pagada por los clientes extranjeros, se emplean
en proyectos “comunitarios” en las áreas de salud y educación en Sorata y El Alto.
Figura 2.5
Modelo de circulación basado en el principio de redistribución
Recursos externos
Materias primas
Colecta de productos/ Organización
Ingresos de las ventas
Conocimientos
Cuadro 2.1
Modelos de circulación basados en los principios de reciprocidad y redistribución
Recuadro 2.14
El respeto de la equidad en el modelo de producción y comercialización
de Yanapasipxañani
El reglamento de la asociación Yanapasipxañani les exige a sus miembros producir al menos cinco productos por
año. Los productores que no respeten esta regla se consideran pasivos y deben salir de la asociación. A parte de
esta regla, se enfatiza en el respeto de las necesidades y de las capacidades de cada productor. Para tomar en
cuenta el ritmo de producción de cada uno, se les da más materia prima a los que avanzan más rápido y no se
aceptan pedidos de la ComArt con plazo de entrega si no es después de una concertación colectiva.
El respeto de las capacidades implica, por otra parte, que se tomen en cuenta
las discapacidades de algunos productores. Algunos talleres de la ComArt como
Yanapasipxañani y Sartasipxañani disminuyeron sus compras de lana industrial
para darle trabajo a una persona discapacitada que puede dedicarse únicamente
a hilar lana. Un arreglo de esta naturaleza no sale solamente de la compasión del
grupo, proviene también de un sentido de un destino en común entre personas
del mismo barrio, por tanto de la solidaridad. Este tipo de ajustes puede, más
ampliamente, utilizarse para emplear a las personas en los puestos para los que
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 147
tienen mayor habilidad. Así, hay grupos en los que se observa una especialización
en ciertas etapas del proceso de producción. El reconocimiento de las diferencias
complementarias es por tanto fuente de eficiencia a través de un cierto grado de
división del trabajo, cuya condición de éxito, dentro de este modelo, es preser-
var las interdependencias solidarias entre productores. Por último, el nivel de
la tecnología debe ajustarse al de la organización, garantizando la coherencia
entre las dos esferas y la estabilidad del modo de institucionalización del proceso
económico. El caso de la adim ilustra, en negativo, la importancia de este ajuste
(recuadro 2.15).
Recuadro 2.15
El ajuste entre los niveles organizacional y teconológico: el ejemplo de la ADIM
Por lo menos, en Señor de Mayo, se paga a todos por igual. Trabajando individualmente
entonces una vende menos, otra vende más. Eso es lo mismo para los presidentes en
cada grupo, ¿no? Una presidenta que apenas se está moviendo, casi va a regalar. Pero
organizaciones bolivianas de economía solidaria: reciprocidad y redistribución 149
una presidenta que sabe hablar, entonces va a valorar su trabajo y va a negociarlo, ¿no?
Entonces no es eso [lo que queremos]. Lo más rico que los productores encuentran
dentro de Señor de Mayo es la igualdad que se paga al productor, la mano de obra
para todos por igual ¿no? No porque una es más pobre se le paga menos, no porque
otra mejor habla se le paga mejor. De un producto para todos es igual.
[…] Ahora, hay flojos ¿no? Porque el que tiene un poco más de energía trabaja más.
En una semana, hace por ejemplo tres productos. Pero, el que trabaja lento por
muchos compromisos que tiene, familia, hijos, todo eso, hace uno o dos productos,
y entonces está recibiendo menos, ¿no? Ahí, nosotros no podemos obligar. Porque
por eso se les da el trabajo para que hagan en sus casas, y allá nosotros no podemos
medir. En un taller sí se puede medir […], pero en sus casas no se puede (directora
de Señor de Mayo, 9 de abril de 2006).
a todos y cada uno manejar las distintas etapas del proceso y adquirir el equipo.
En la esfera organizacional, cuando a causa de las diferencias de competencias la
estricta igualdad no es posible, la igualdad de oportunidades puede considerarse
como criterio suficiente. El sistema de rotación de cargos con nombramiento
previo ilustra esta lógica. La igualdad de las remuneraciones, por conteo de pro-
ductos entregados, hace además necesaria la individualización de la producción.
Por ello, la adopción de la igualdad como criterio de justicia puede finalmente
conducir a la ruptura de las interdependencias solidarias entre productores. Así,
para desacreditar a Señor de Mayo algunos competidores califican a la asociación
de “verdadera maquila”. Pueden negarse las individualidades, e inclusive, la or-
ganización puede confundirse con una fábrica de trabajadores pagados por pieza
entregada. La coordinación de las prácticas individuales es por tanto garantizada
por la variación del precio de las piezas dentro de la organización, al ganarle
terreno el principio de mercado al principio de reciprocidad.
5. Conclusión
“En caso de que los límites que afectan a la autoregulación sean considera-
bles, la historia de la economía debe separar estos mercados de los mercados
autoreguladores y establecer sus características independientemente de las
deducciones que el economista saca del mercado autoregulador.”
Al igual que el anterior, este capítulo busca caracterizar los principios de integra-
ción económica a los que obedecen las organizaciones de economía solidaria. El
capítulo II, centrado en el principio de reciprocidad, abordó la exploración de los
vínculos del mismo con las lógicas redistributivas y dejó entrever sus articulaciones
en tensión con el principio de mercado. El objetivo del presente capítulo es anali-
zar el lugar que ocupa el mercado en el funcionamiento de las organizaciones de
economía solidaria, al mostrar la lógica global de este principio. Esta perspectiva
será complementada en el capítulo iv por el análisis de los puntos de articulación
y de tensión entre reciprocidad, mercado y redistribución.
El análisis del principio de reciprocidad condujo a la necesidad de colocar-
se al interior de las organizaciones de economía solidaria para comprender su
rol en la ejecución de una acción colectiva solidaria con intención económica.
Inversamente, la cuestión del lugar que ocupa el principio de mercado en el
funcionamiento de dichas organizaciones se refiere esencialmente a su relación
con el “exterior”. Se trata primeramente de su abastecimiento en los mercados
locales, donde los productos en calidad y/o cantidad deseadas no están siempre
disponibles. La comercialización de los productos de la economía solidaria en
los mercados locales, pero también en los mercados nacionales e internacionales,
se enfrenta a menudo al problema de la competencia, parcialmente regulada en
154 la economía solidaria en bolivia
1. ¿”Mercados” de insumos?
Suma Pankara es una cooperativa de tejedoras constituida por alrededor de cuarenta mujeres de la zona Los Andes
en el distrito 6 de El Alto. La cooperativa fue fundada en 1987 con el objetivo el ofrecer oportunidades laborales a
las migrantes rurales establecidas en la zona. Desde el inicio, Suma Pankara está en contacto con un revendedor
de La Paz, que le provee lana y compra sus productos, limitando así la participación de las artesanas a “poner
su mano de obra”. En 1989, Suma Pankara se afilia a la asociación Señor de Mayo pero se retira en 1991, al
considerar demasiado estrictos el reglamento y la organización de la asociación. La cooperativa retoma entonces
contacto con el revendedor de La Paz, quien hasta el 2010 es su único proveedor y comprador. En los últimos
años, la remuneración de las mujeres ha disminuido en 50%: por una chompa que requiere alrededor de 10 días
de trabajo, reciben Bs 45 (menos de 6 USD en el 2006) cuando antes recibían Bs 75, aproximadamente la mitad
de las tarifas aplicadas en Señor de Mayo (Bs 100) y menos de la cuarta parte del equivalente al jornal del salario
mínimo legal (Bs 20 en el 2006).1 El grupo ciertamente ha identificado su problema de dependencia y las causas
del mismo –la ausencia de fondo rotatorio para materias primas que hace imposible ofrecer sus productos a otros
clientes que ofrezcan un mejor precio– pero no ha renunciado al revendedor de La Paz por miedo de perder a su
único cliente. Recién en 2010, cuando la cooperativa entra en contacto con el Centro de Promoción de la Mujer
Gregoria Apaza, que le ofrece la posibilidad de comercializar sus productos en la tienda “Mama Rawa” en La Paz,
establece un fondo rotatorio propio y empieza a emanciparse de esta relación de dependencia.
Fuente: Visita a la cooperativa Suma Pankara (12 de junio de 2006) y entrevistas con miembros de Señor de Mayo
(2006) y con la presidenta de Suma Pankara (14 de marzo de 2014).1
1 El salario mensual mínimo legal experimentó un fuerte aumento en los últimos 10 años: de
Bs 440 en 2003, 2004 y 2005 pasó a Bs 500 en 2006, Bs 525 en 2007, Bs 578 en 2008, Bs 647
en 2009, Bs 679 en 2010, Bs 815 en 2011, Bs 1000 en 2012 y Bs 1200 en 2013 (Ministerio de
Economía y Finanzas Públicas). Lo que sin embargo no refleja el aumento real de los salarios.
156 la economía solidaria en bolivia
rurales próximas del Altiplano. Este mercado toma cuerpo por tanto en varias
plazas de mercado donde se encuentran físicamente un gran número de compra-
dores y vendedores. En primer lugar artesanos individuales y solidarios, como
Sartañani, Sartasipxañani, Yanapasipxañani y grupos de la Red Qury Amuyt’a, que
se abastecen de forma individual o colectiva, a través de una comisión de compras.
Las familias que utilizan la fibra para usos domésticos compran igualmente en
estos mercados. En segundo lugar los ganaderos e intermediarios comerciales que
centralizan la producción de varias zonas rurales. Las observaciones hechas a las
organizaciones de economía solidaria muestran que los vínculos de clientela son
reducidos: los productores escogen a los vendedores según la calidad y la cantidad
disponibles, y las compras se pagan de forma inmediata, en efectivo.
Estas características hacen de estas ferias instituciones de tipo mercantil:
tienen un grupo de oferta y un grupo de demanda, constituidos cada uno de
individuos que pueden en gran medida ser substituidos unos por otros. Sin em-
bargo, los precios no resultan en absoluto de un mercadeo entre compradores y
vendedores. Como lo explica la presidenta de la comisión de compras de Yana-
pasipxañani: “El precio es 35 Bs por libra, incluso si se compra al por mayor, no
se encuentra más barato. La única ventaja de comprar al por mayor es tener fibra
seleccionada, de mejor calidad” (16 de abril de 2007). Para una calidad dada de
fibra, los movimientos de precio son poco significativos: si hay variaciones, éstas
dependen casi exclusivamente del nivel general de la oferta, que depende a su
vez del calendario anual de la ganadería. La esquila de los rebaños se lleva a cabo
al final de la época seca (agosto). Las organizaciones de economía solidaria que
disponen de un fondo rotatorio suficiente se abastecen en esa época para todo el
año para obtener la cantidad y calidad deseadas, aunque no un precio más bajo.
El vínculo empírico entre el nivel de los precios y el de la demanda es por lo tanto
tenue. Así, el mercado no es el único principio integrador presente.
Las organizaciones que emplean directamente lana industrial de oveja (com-
ca) o de alpaca (comca, Señor de Mayo, Corrigiendo Huellas, Pachamama,
Artesanías Sorata, Yatiñasa, uma, Las Gregorias, Uñatatawi) se sitúan en un
segundo tipo de mercado, que revela otra faceta del vínculo entre institución de
tipo mercantil y principio de mercado. Este mercado se caracteriza por su número
limitado de vendedores, al ser pocas las empresas que se dedican al hilado industrial
de lana. Para la lana de oveja hay solo una empresa –Lanabol de El Alto–, y en el
caso de la lana de alpaca son dos –la empresa boliviana coproca (recuadro 3.2),
establecida en El Alto, y la filial boliviana de la empresa peruana Shalom, situada
en La Paz. El grupo de compradores, por el contrario, es diversificado y está
dividido en un gran número de clientes pequeños. No existe, en particular, una
acción concertada entre los clientes de la economía solidaria para hacer bajar los
precios. De forma general, las prácticas de mercadeo casi no existen. Los clientes
se conforman con comprar su lana de alpaca preferentemente a coproca, cuyos
158 la economía solidaria en bolivia
precios son un poco más bajos y cuya calidad se considera mejor, y completar su
abastecimiento con Shalom.
Recuadro 3.2
COPROCA: una organización “de base social” con precios no negociables
La Compañía de Productos de Camélidos (COPROCA S.A.) es el principal proveedor de lana de alpaca y de llama
del Altiplano boliviano. La creación de esta sociedad anónima por acciones, en 1991, en el distrito 2 de El Alto, es
fruto del trabajo de la Asociación Integral de Ganaderos en Camélidos de los Andes Altos (AIGACAA), que reúne
a 1600 ganaderos de la región. La empresa tiene como finalidad valorizar la fibra de camélido y permitirles a
los ganaderos “acceder al mercado formal, con todos los derechos y obligaciones”. Produce bobinas de lana de
alpaca para el mercado local y para la exportación y, desde 1999, rollos de lana tejida destinados a la confección.
En 2007, el volumen del negocio alcanzó los 500 000 USD.
COPROCA se considera una empresa “de base social”. Es en efecto resultado de la acción colectiva de los ga-
naderos de camélidos organizados dentro de la AIGACAA, la asociación y los ganaderos tienen respectivamente
40% de las acciones de la empresa, y el 20% restante le corresponde a personas físicas y a otras organizaciones
del sector, por ejemplo Señor de Mayo.
COPROCA emplea prioritariamente a sus propios accionistas: sus hijos e hijas, tanto en los puestos de obreros como
en la gestión y administración. En este sentido, la empresa tiene efectivamente “efectos sociales positivos” para los
ganaderos de la AIGACAA, a los que procura dividendos y oportunidades de empleo. Por ello se ha beneficiado del apoyo
de organismos de cooperación internacional. En 1994, recibió, a través de la AIGACAA, un préstamo no reembolsable
para la adquisición de equipos industriales otorgado por el Fondo de Equipamiento de las Naciones Unidas y el Programa
de Asistencia Técnica Internacional del PNUD, en el marco del Programa Regional de desarrollo de camélidos. Este
aporte se complementó con fondos propios y préstamos en condiciones de mercado del Banco Mercantil de Bolivia.
La rentabilidad y eficiencia son los principales criterios de evaluación de la empresa. Durante la asamblea general
anual, el desempeño financiero, presentado por el gerente, es sujeto de intensas discusiones entre accionistas. Esta
orientación explica que la forma legal de la sociedad por acciones haya sido privilegiada frente a la cooperativa,
considerada poco eficiente.
El “éxito en los mercados” constituye un objetivo clave. Para sus ventas de exportación, COPROCA utiliza los
canales tradicionales y no así el comercio justo, porque la certificación, cuyo costo se calcula sobre el volumen
de ventas de la empresa, es considerada demasiado cara.
A escala local y regional, COPROCA es el principal proveedor de las organizaciones de tejedores. Sin embargo,
no por ello les concede algún tipo de rebaja. Sus precios fluctúan en función de los de la fibra bruta y la empresa,
aunque provenga de una asociación de pequeños ganaderos, no está afiliada a las organizaciones matrices de
la economía solidaria.
Fuente: Asamblea general de la COPROCA, 23 de febrero de 2005; presentación institucional de la COPROCA, 2005;
entrevista con el gerente de la COPROCA, 8 de junio de 2007.
Esta hibridación puede ser vista a detalle a través de las estrategias implementadas
por los productores para sobrellevar sus dificultades de abastecimiento –irregu-
laridad y riesgo de alza de precios– que derivan de la incompletitud del sistema
de mercados.
Un primer tipo de estrategia consiste en aumentar las posibilidades de sus-
titución de los bienes gracias a procedimientos técnicos. Así, los tejedores de
algunas organizaciones (Señor de Mayo, Artesanías Sorata, Pachamama) tiñen
ellos mismos la lana natural para obtener los colores que requieren cuando
éstos no están disponibles en la coproca. De igual manera, los talleres que
trabajan con fieltro (Sartañani y Sartasipxañani) pasan más tiempo seleccionando
fibra cuando ésta no está disponible en la calidad deseada. “Es difícil obtener
buena calidad. No hay fibra seleccionada a precios asequibles. Tenemos que
pasar mucho tiempo limpiando la fibra bruta” (Sartasipxañani, 20 de abril de
2 N.d.T.: Se ha traducido la expresión “de gré à gré” utilizada en el texto original en francés por
“over-the-counter” u otc: un mercado over-the-counter (otc) o mercado de contratos a
medida es uno donde se negocian instrumentos financieros directamente entre dos partes (fuente:
http://es.wikipedia.org/wiki/Mercado_extraburs%C3%A1til, última consulta 03/04/2014).
las organizaciones bolivianas de economía solidaria de cara a los mercados 161
2007). Esta estrategia les permite también enfrentar las alzas de precios, pero
significa un trabajo extra que generalmente no se refleja en el precio final del
producto acabado.
Algunas organizaciones como Sartasipxañani determinan un presupuesto
fijo para una cantidad dada de insumos –por ejemplo, Bs 80 para una arroba
de fibra (25 libras)– convirtiendo la calidad de la fibra y por lo tanto su propio
trabajo en variable de ajuste. De forma similar, en caso de escasez de liquidez,
los tejedores de Yatiñasa completan su abastecimiento de lana industrial con
fibra bruta que deben limpiar, cardar e hilar. De esta manera, todas las organi-
zaciones de economía solidaria completan virtualmente el sistema de mercados
al aumentar la posibilidad de sustitución de los bienes, y adaptan su demanda a
los precios al hacer variar la calidad demandada –no la cantidad– y con ello su
propia cantidad de trabajo y de ingresos. Así, estas organizaciones se aproximan
al modelo de sistema autoregulador de mercados, pero a expensas de su propia
explotación.
Un segundo tipo de estrategia consiste en desarrollar estructuras y redes
de abastecimiento según los principios de reciprocidad y redistribución. Señor
de Mayo ha diversificado su abastecimiento en lana gracias a una red de con-
tactos con criadores de alpacas, lo que le permite completar lo que le compra
a coproca.Algunos grupos de primer (Yanapasipxañani) y segundo nivel
(Artesanías Sorata, Red Qury Amuyt’a) concentran su abastecimiento y hacen
su compra en el momento del año en el que los insumos están disponibles en
grandes cantidades. Amortizan así las fluctuaciones de precios gracias a una
redistribución dentro de la organización. Esta capacidad de amortización es
proporcional a la disponibilidad del fondo rotatorio que permite cierta mo-
vilidad en los mercados.Este capital puede, en parte o en su totalidad, haber
sido otorgado por una organización de apoyo. Yanapasipxañani dispone de un
capital de operaciones otorgado por la agencia de cooperación estadounidense
usaid; en el momento en que se realizó la investigación, los grupos de la Red
Qury Amuyt’a estaban solicitando, con ayuda del cdima, un fondo de esta
naturaleza a la cooperación noruega para el desarrollo. Así, la redistribución de
recursos provenientes de la cooperación internacional hace eficiente al principio
de mercado al estabilizar los procesos de aprovisionamiento. Este segundo tipo
de estrategia no es excluyente en relación al primero, más bien lo refuerza y
permite rectificar algunos de sus efectos negativos. Los esfuerzos desplegados
por las organizaciones para crear y mantener redes de aprovisionamiento pueden
entenderse como acciones de implementación del principio de mercado paralelas
a otras que responden a los principios de reciprocidad y de redistribución. El
caso del taller de fabricación de instrumentos musicales andinos Wiphala ilustra
esta lógica (recuadro 3.3).
162 la economía solidaria en bolivia
Recuadro 3.3
El taller Whipala: rol de los principios de reciprocidad y redistribución
en la constitución de redes de abastecimiento
Los miembros del taller Whipala, establecido en El Alto, son originarios de una misma comunidad del Altiplano,
Walata Grande, en la provincia Omasuyos del departamento de La Paz. La fabricación de instrumentos de viento
requiere bambú y madera, que no se encuentran localmente sino en los valles de los Yungas de La Paz. Antes de
migrar, los artesanos de Walata Grande ya mantenían vínculos con las comunidades de los Yungas, con las que
intercambiaban bambú y madera por productos andinos. Desde que se han establecido en El Alto, los artesanos
adquieren su materia prima pagando por ella, pero continúan desplazándose hasta estas comunidades, donde
mantienen sus relaciones a través de pequeños regalos. La redistribución y la reciprocidad se articulan en este
caso al principio de mercado para garantizar la estabilidad de la relación de abastecimiento.
Recuadro 3.4
Mojsa Uma y la competencia en las ferias locales
La asociación Mojsa Uma apoya la transformación y la comercialización de productos agrícolas en las comunidades
rurales del departamento de La Paz. El proceso es realizado a nivel de las familias. No existe ni asociación, ni
cooperativa de comercialización. Los volúmenes producidos son bajos y están repartidos en tres segmentos, el
primero destinado al autoconsumo, el segundo al trueque y el tercero a la venta en las ferias locales. En dichas
ferias, por lo general los productos no son vendidos a los consumidores finales sino a intermediarios que los
revenden en los mercados de El Alto y de La Paz. Los productores rurales no conocen los precios que se manejan
en la ciudad, que representan frecuentemente el doble o el triple del monto que ellos perciben. “Por ejemplo, el
precio al productor por un queso campesino es de Bs 5; una vez que llega a El Alto, es de Bs 8 y llega a Bs 10 o
15 en la zona Sur [barrio acomodado de La Paz]” (técnico de Mojsa Uma, 26 de abril de 2007). Generalmente,
los productores venden a precios bajos al primer intermediario; debido a las pequeñas cantidades de las que
disponen, de la presencia de muchos productores en las ferias y por su ignorancia de los precios en la ciudad,
su capacidad de negociación es prácticamente nula.
Las plazas de mercado, como en este caso la feria rural, se presentan a los
productores como un juego de suma cero, en el que lo que es ganado por unos
es perdido por otros. La demanda y el nivel de los precios son percibidos como
parámetros exógenos frente a los que pueden –si saben posicionarse hábilmente–
ganar “partes de mercado” o disminuir la calidad de sus productos para adaptarse
al bajo nivel de los precios. Casi nunca se conciben estrategias colectivas que les
permitirían aumentar los precios. Fernanda Wanderley, a partir de un estudio de
las relaciones de cooperación entre pequeños productores de El Alto y de La Paz,
llega a la misma conclusión:
Los competidores de primer orden son los productores que están físicamente cerca y
que son miembros de las mismas asociaciones formales. Esta teoría práctica [practical
theory] define el horizonte de las acciones posibles, que no incluyen la posibilidad
de un crecimiento económico sostenible y conjunto para todos los productores en
el mercado local. La cooperación en estos mercados busca la defensa de los bienes
y no la promoción de las ganancias económicas colectivas (Wanderley, 2004: 20).
Recuadro 3.5
Las organizaciones de economía solidaria: competencia local y competencia ampliada
El taller de artesanías de fieltro Sartasipxañani, cuyos productos se venden en su mayoría en la tienda de comercio
justo de la ComArt que se encuentra en la zona turística de La Paz, estima estar expuesto a la competencia de
los pequeños artesanos de las tiendas vecinas. Los productores no se encuentran directamente en una plaza
de mercado sino a través de organizaciones de segundo nivel o intermediarios. La pertenencia de la ComArt al
comercio justo no los protege de esta competencia, al ser poco visibles las diferencias entre un producto del
comercio justo y un producto “convencional” para la mayor parte de los clientes. Aunque la ComArt pretende
pagar un precio justo a sus productores, basado en los costos de producción de estos últimos, debe también
adaptarse a los precios bajos manejados por las tiendas vecinas.
Los otros talleres de la ComArt, así como los productores de Artesanías Sorata, cuya tienda está ubicada en el
mismo barrio, perciben su situación de manera análoga. Las artesanas del grupo Las Gregorias consideran que
las capacitaciones artesanales, propuestas por las organizaciones sociales y por la cooperación internacional en
El Alto, han crecido demasiado en número y por tanto generan una competencia excesiva. Los artesanos de la
asociación Whipala se preocupan por la aparición en El Alto de nuevos fabricantes de instrumentos musicales
andinos que no provienen de las comunidades rurales que se consideran detentoras de esa tradición. Los tejedores
del taller Yatiñasa han detenido, por falta de salidas comerciales, el ingreso de nuevos miembros a su asociación,
transgrediendo el principio de libre adhesión. En el conjunto de los casos, la competencia abstracta, con productores
que no se conocen, pero que ejercen una presión que tiende a disminuir los precios o las cantidades vendidas,
dicta los comportamientos y las relaciones concretas entre productores.
Esta lógica de competencia abstracta no se limita al nivel local, se observa también en las ventas a nivel nacional
e internacional. El COMCA acepta de esta manera condiciones desfavorables de pre-financiamiento por parte de
los clientes del comercio justo, a causa de la presunta competencia de artesanos organizados en otros países. De
forma similar, la asociación Pachamama considera que no puede obtener mejores precios por parte de su único
cliente, que pertenece sin embargo al movimiento de comercio justo italiano, a causa de la competencia de otros
artesanos de otros países que venden también en Italia, incluso a través de otros revendedores.
Fuente: Entrevistas con miembros de la ComArt, del COMCA y de Artesanías Sorata, 2007.
las organizaciones bolivianas de economía solidaria de cara a los mercados 167
Recuadro 3.6
La competencia como justificación del libre mercado en la economía popular de El Alto
Al ser interrogada sobre las posibilidades de regular la competencia entre vendedores de la calle Sagárnaga, en la
zona turística de La Paz, esta vendedora enfatiza sobre la libertad de elección y las oportunidades individuales de
los que “saben vender”: “No, no es posible [regular la competencia], porque ellos [los otros vendedores] dicen:
‘Son mis productos, puedo vender como quiero.’ No somos unos dormidos [malos vendedores], digamos que
sabemos vender en Bs 20 lo que otros regalan en 10.”
En el marco de un programa de transferencia condicional de dinero (Bono Esperanza) financiado por USAID, la
Dirección de Inversión Promoción Empresarial y Microempresarial (DIPEM) de El Alto organiza una licitación
para la fabricación de zapatos destinados a los niños y niñas escolarizados de familias con bajos recursos. La
municipalidad crea un mercado de compras públicas que debe beneficiar a los productores locales en el marco
de otro programa, Bono Competencia. Dos organizaciones corporativas de El Alto, la Asociación de Productores
de Calzado de El Alto (APROCAL) y el Concejo Central de Federaciones y Asociaciones de Artesanos de El Alto
(COSEDAL) son invitados a una primera reunión para determinar los requerimientos, el precio y la repartición
168 la economía solidaria en bolivia
de los pedidos. Rápidamente, la discusión entre las dos organizaciones se complica. El presidente de la COSE-
DAL pretende apartar a su competidor al recordar que la licitación es el resultado de una feria realizada por su
organización y que por tanto “no va permitir que los que nunca han participado en este esfuerzo se beneficien
ahora”. La coordinadora de la DIPEM intenta calmar los ánimos al situar la licitación en el marco del libre mercado,
justificando así la pertinencia del procedimiento: no se puede predecir quién va a ganar la licitación y recuerda
que “la municipalidad se constituye en mercado para responder a las demandas de la APROCAL y del COSEDAL”
(subrayado mío). Por último, el presidente de la APROCAL se posiciona haciendo como si aceptara el argumento
de la coordinadora de la DIPEM y haciendo un llamado al profesionalismo: “Nos podemos dividir el pedido siempre
y cuando garanticemos la producción y siempre que quedemos bien. Debemos darnos la mano, para producir un
mismo modelo [que responda a los requerimientos de la DIPEM].”
Fuente: Entrevista en la calle Sagárnaga, 8 de mayo de 2007; entrevista con la responsable de la DIPEM, 27 de marzo
de 2006; reunión del programa Bono Competencia, 28 de marzo de 2006.
para entender por qué y cómo las organizaciones de economía solidaria permiten
distintos grados de competencia.
productos acabados y los comercializa (figura 3.1). En estos dos casos, las familias
reciben una remuneración fija por su trabajo y por los insumos consumidos. Si
la demanda es suficiente, o dicho de otra forma, si se ha encontrado un principio
eficiente de acción colectiva dentro de la organización, los productores no com-
piten unos con otros. En las organizaciones en las que el acceso a los insumos es
monetario y se efectúa a través de un fondo rotatorio colectivo (Señor de Mayo,
Pachamama, uma), los productores prácticamente venden su mano de obra a
la organización mediante el pago de los productos acabados también según una
escala fija. Por ejemplo, los tejedores de Señor de Mayo reciben 950 gramos de
lana de alpaca para la confección de una chompa, equivalente a un valor de 18,7
usd que se sustrae del fondo colectivo, y reciben por su trabajo una remuneración
de 12,8 usd. La chompa pertenece entonces a la asociación, la que garantiza su
comercialización y cobra al cliente final un precio de 42 usd, incluyendo gastos
administrativos, de empaque y de transporte.
Este primer modelo se basa entonces en la estandarización de los productos
y en la mutualización de los riesgos de comercialización a través de la colectivi-
zación de los productos acabados, y privilegia la regulación de la competencia
interna sobre las posibilidades de éxito individual. El modelo inverso, que
consiste en individualizar la propiedad de los productos acabados en vista de su
comercialización (figura 3.2), privilegia las oportunidades individuales de venta
sobre la regulación de la competencia. En varias organizaciones, la propiedad
de los insumos es privada desde el inicio (los talleres de la ComArt, Yatiñasa y
Wiphala, los grupos de cestería y bordado de uma, los grupos de la Red Qury
Amuyt’a, Uñatatawi y el ciep). Una vez efectuada la transformación, el producto
acabado se queda sencillamente en las manos de cada productor. Durante la co-
mercialización, la organización se limita a dirigir los productos individuales de
sus miembros hacia los distintos clientes. Además, pueden realizarse controles
de calidad más o menos estrictos para garantizar la reputación de la organiza-
ción. La voluntad de individualizar la etapa de comercialización es todavía más
marcada en las organizaciones en las que la propiedad de los insumos y de los
medios de producción es colectiva, pero en las que los productos acabados son
apropiados por los productores prácticamente al final del ciclo (Sartasipxañani,
Las Gregorias, Yanapasipxañani, Sartañani, Artesanías Sorata y las organizacio-
nes apoyadas por el icab). Simbólicamente, los productores escriben su nombre
en el producto para la venta y asumen solos los riesgos y oportunidades de su
colocación en el mercado. Este modelo tiene sentido particularmente para los
talleres de artesanía que han escogido el camino de la diferenciación de sus
productos –sería inimaginable pensar en productores de El Ceibo escribiendo
sus nombres en sacos de cacao idénticos. Este modelo es compatible con una
fluctuación parcial de precios dentro de las organizaciones.
172 la economía solidaria en bolivia
Figura 3.1
Trayectoria de los productos: hacia la colectivización
y regulación de la competencia interna
Apropiación
Escala interna
individual
Apropiación
colectiva
Figura 3.2
Trayectoria de los productos: hacia la individualización de los productos
y de los riesgos y oportunidades de comercialización
Recuadro 3.7
Mercados masivos y nichos de mercado según los fundadores de las tiendas Irupana
“En 1987, los emprendedores de Irupana (formados en ciencias sociales) llegan a la conclusión de que la agricultura
en manos de pequeñas comunidades indígenas en el occidente de Bolivia y también en la Amazonía y el Chaco se
constituyen en la mayor ventaja comparativa que tiene el país para un mundo globalizado post moderno y cada
vez más ávido de productos sanos. […]El pasar del supuesto atraso tecnológico de la agricultura andina para
llegar a los nichos de mercado de las sociedades más opulentas es mucho más barato para el indígena boliviano
que para el campesino francés o alemán o incluso para el agricultor chileno, porque su tierra, su mentalidad y
su espíritu no están contaminados. […]No teníamos recursos pero habíamos comprendido que las pequeñas
empresas como los países pobres no pueden competir con los grandes en los mercados masivos. Los ricos son
el negocio de los pobres.”
El dinero necesitado
La monetización de las relaciones sociales –y por tanto del acceso a los bienes y
servicios considerados esenciales para la población– ha aumentado considerable-
mente en las últimas décadas en Bolivia. La diversificación del consumo, los nuevos
modos de acceso a la tierra, a la vivienda y a los servicios básicos, el uso de medios
de transporte no gratuitos, la escolarización de los niños y niñas y la aparición de
pautas de imitación de consumo constituyen algunos de los cambios que sustentan
dicha monetización. Estos cambios son visibles en la escala macroeconómica por
el incremento del volumen tanto de la moneda física como de las transacciones
bancarias en relación al producto interno: entre 1993 y el 2007, esta relación pasó
de 6,5 a 21,3%, con una aceleración muy marcada desde el 2005.4 El desarrollo,
como proceso acumulativo de cambio basado en crecimiento de la producción y
de los gastos o como “producción de rareza instituida de bienes y servicios, cuya
producción según las formas sociales contemporáneas llama a la monetización”
(Servet, 2006: 42), constituye la causa profunda de ello.
En este contexto la creación de organizaciones de economía solidaria responde
precisamente a la necesidad de obtener ingresos monetarios. El caso de la Red de
mujeres rurales Qury Amuyt’a ilustra esta necesidad y limitaciones (recuadro 3.8).
Recuadro 3.8
La Red Qury Amuyt’a: una respuesta a la expansión de las necesidades monetarias
en el medio rural
A finales de los 90, el CDIMA y el CPFOMAT, hasta entonces dedicados a la formación política y la promoción
de los derechos de las mujeres indígenas, fomentan el desarrollo de actividades artesanales entre los grupos de
mujeres de la Red Qury Amuyt’a. Al principio, estas actividades buscaban simplemente generar ingresos que
les permitan a las mujeres participar de manera autónoma de las actividades de formación política al cubrir sus
gastos de transporte para asistir a las reuniones. Después, estos ingresos comenzaron a concebirse como un
medio de responder a necesidades familiares consideradas esenciales, como la compra de alimentos diversifi-
cados y material escolar. Algunos grupos intensificaron su actividad artesanal, experimentando dificultades para
financiarla: “No es fácil llegar a una buena calidad; hay que estar motivada, hay que buscar las mejores materias
primas, hay que mejorar el ganado o comprar, pero, ¿con qué dinero?” (presidenta del CPFOMAT, junio de 2006).
Fuente: Entrevistas con miembros del CDIMA, del CPFOMAT y de la Red Qury Amuyt’a, marzo-junio de 2006.
4 Cálculo personal en base a los agregados monetarios (m1) y al valor agregado bruto en precios
corrientes publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas de Bolivia (ine).
178 la economía solidaria en bolivia
principal fuente de ingresos en las zonas rurales en las que están insertos. Aun-
que la necesidad de dinero es más visible en el medio rural, donde los recursos
monetarios son más escasos, no se limita a dicho contexto. Las organizaciones
de economía solidaria activas en El Alto buscan también crear nuevos ingresos,
incluso frente a la persistente norma de empleo asalariado propia de la ciudad,
su objetivo es crear “fuentes alternativas de empleo”.
La fabricación de mercaderías –o por lo menos de productos destinados a
la venta según principios de integración económica mercantiles o no– también
requiere dinero. Karl Marx ([1867] 2004) ya había descrito el ciclo m-d-m entre
mercaderías (m) y dinero (d) y mostrado que puede transformarse en un esquema
de acumulación d-m-d en el que el dinero, y ya no la mercadería, constituye tanto
el punto de partida como el de llegada. En primer lugar, el abastecimiento en
materias primas está cada vez más monetizado no solo porque el acceso directo
(a la fibra, madera o a productos agrícolas, por ejemplo) se ha reducido con la
urbanización, sino también porque la producción se está intensificando, en espe-
cial por efecto de la expansión de las necesidades y del crecimiento demográfico.
El hecho de que, incluso en el medio rural, las materias primas locales se tornen
insuficientes ilustra efectivamente esta evolución. Así, en la mayor parte de los
grupos de la Red Qury Amuyt’a, la lana de los rebaños locales de alpacas y llamas
debe ser completada con fibra comprada. Por razones similares, la cassa, que
apoya a grupos de criadores de camélidos, financió la compra de machos repro-
ductores provenientes de otra región de Bolivia para mejorar la genética de los
rebaños locales.
Paralelamente, el acceso a los equipos y los medios de producción está también
cada vez más monetizado como resultado de la especialización y de la división
del trabajo que introducen técnicas de producción más complejas y costosas. Las
artesanas de la Red Qury Amuyt’a, por ejemplo, dejan de lado el hilado manual,
considerado demasiado poco productivo, para comprar hiladoras mecánicas, que
encuentran a la venta en tiendas de La Paz por alrededor de Bs 250 (31 usd
en 2006). Por último, el funcionamiento mismo de las organizaciones de eco-
nomía solidaria requiere que se haga uso de pagos monetarios, en especial para
la remuneración del trabajo de los miembros y para la repartición de insumos.
Así, los productores de Señor de Mayo que cumplen con un pedido en el marco
del comercio justo reciben un pago interno de su trabajo por la asociación, que
se encarga por otra parte de pre financiar el pedido, de entregar el producto al
cliente y de cobrar el pago final (recuadro 3.12). Estos mismos productores tienen
la posibilidad de comprar su lana a la asociación, que maneja un fondo rotatorio
para ellos.
De forma similar, los productores de El Ceibo venden el cacao a su coopera-
tiva, la que a su vez lo revende a la central, y pueden comprar insumos mejorados
en los viveros especializados de El Ceibo. Incluso en los talleres de la ComArt,
las organizaciones bolivianas de economía solidaria de cara a los mercados 179
El dinero despreciado
Recuadro 3.9
Discurso de los líderes de la economía solidaria sobre los perjuicios del dinero y las
ventajas del trueque
Los responsables del CAI Ispalla identifican cuatro círculos de comercialización de los productores rurales de las
comunidades del Altiplano que corresponden al uso creciente del dinero y a una mercantilización de las relaciones
sociales: el círculo del autoconsumo, el del trueque en las ferias locales, el de las ventas monetarias en dichas ferias
y las ventas en la ciudad. Estiman que los criterios de reciprocidad, equidad y justicia en la transacción comercial
se rompen a partir del tercer círculo, es decir, a partir del momento en el que los intercambios son monetizados.
Bajo esta misma lógica, la directora del CIEP considera que la economía solidaria y el comercio justo constituyen
“alternativas de supervivencia frente al capitalismo, que rescatan los saberes y las prácticas tradicionales de las
comunidades como por ejemplo el trueque, como forma no monetaria de realizar intercambios”.
Según un argumento similar, para demostrar la supuesta “falta de visión amplia” de los responsables de la ComArt,
el presidente de un grupo artesanal de la ComArt afirma que “no han reflexionado suficientemente sobre cómo se
quiere utilizar el dinero”: para “acumular” o por lo contrario para “vivir bien”. Esta segunda opción, que traduce la
noción aymara de Suma Qamaña, se opone a la acumulación capitalista privilegiada supuestamente por la ComArt
y que destruye los valores tradicionales portados por este grupo.
Fuente: Entrevistas con miembros del CAI Ispalla, grupos de la ComArt (abril de 2007) y del CIEP (junio de 2007).
Hasta finales de los años 70, en el contexto de las políticas desarrollistas basadas
en América Latina en la industrialización por sustitución de importaciones, los
estados fueron los principales actores responsables de la acumulación de capital. No
obstante, con la excepción principalmente de Brasil que efectivamente consiguió
diversificar su producción industrial, la acumulación del capital fue bloqueada en
la mayor parte de los países de la región. La estrechez de los mercados internos
agravada por las importantes desigualdades socioeconómicas, el mantenimiento
de ventajas corporativas y la corrupción, en especial bajo los regímenes dictato-
riales, limitaron de gran manera las economías de escala. La transición hacia la
economía de mercado de los años 80 marca un desplazamiento de los esfuerzos
de acumulación de capital de los estados hacia las empresas privadas (Rojas y
Guaygua, 2003). En el marco de los planes de ajuste estructural continúa la ex-
tracción de mano de obra, apoyándose en nuevas migraciones hacia las ciudades
y en la mayor participación de las mujeres y los jóvenes en el mercado laboral.
En El Alto, la tasa global de participación de la fuerza de trabajo, medida por la
relación de la población económicamente activa sobre la población en edad de
trabajar (mayores de 10 años), pasa de 53,3% en 1979 a 57,3% en 2000, y la de
las mujeres, de 41,4% a 48,5%.5
Sin embargo, durante esta primera etapa, que se extiende en el caso de Bolivia
hasta la reforma administrativa de 1994-95, las grandes empresas capitalistas y no
las de la economía popular son consideradas como los vectores del nuevo modelo
de acumulación del capital, en ellas se concentran los esfuerzos de las políticas
públicas y de la cooperación internacional. En los años 80, más del 80% de los
5 La tasa global de participación alcanza su punto culminante de 60% en 1995, antes de dis-
minuir nuevamente hasta 57,3% en el 2000, lo que puede atribuirse a la relativa y coyuntural
mejora de empleo en El Alto durante el periodo 1995-2000 (fuente: encuestas nacionales de
empleo ii y iii del ine de 1996-1997 y del 2001 y dossier estadístico de la Encuesta Urbana de
Empleo (ecedla) realizado en el 2000 por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral
y Agrícola (cedla), en Rojas y Guaygua [2003]).
182 la economía solidaria en bolivia
6 Fuente: Entrevistas con el director del Centro de Promoción Bolivia (ceprobol), depen-
diente de la Cancillería (abril de 2007) y con la responsable del Programa de Desarrollo del
Comercio y Promoción de las Inversiones de la Unión Europea en Bolivia, el procoin, bajo
tutela de la misma entidad gubernamental (mayo de 2007).
184 la economía solidaria en bolivia
estima que llegan a un hogar de cada cinco.7 ¿En qué medida las organizaciones
de economía solidaria recurren a las microfinanzas? Las organizaciones inter-
nacionales, así como la mayor parte de las ong y los medios de comunicación
de los países occidentales, las han presentado como finanzas “buenas” y como
un instrumento privilegiado de reducción de la pobreza. La enorme atención
internacional recibida por la Grameen Bank de Bangladesh y su presunta con-
tribución a la paz mundial, a través del premio Nobel recibido por su fundador,
Muhammad Yunus, han reforzado considerablemente esta opinión. Por su parte,
la otorgación de créditos “solidarios” por ciertas instituciones de microfinanzas
hizo creer que se trataban de finanzas solidarias o que financiaban una economía
solidaria.
Este capítulo cuestiona este prejuicio al examinar la inadecuación que existe
entre la oferta de las microfinanzas y las necesidades de la población en general
y de las organizaciones de economía solidaria en particular. El análisis toma en
cuenta las lógicas propias de las organizaciones de microfinanzas, en particular
en lo que se refiere, por un lado, a la gestión del riesgo y la diversificación de los
dispositivos y, por otro, a las múltiples transformaciones que ha conocido el sector
en las últimas tres décadas. La distancia que separa a las organizaciones de eco-
nomía solidaria de El Alto de la mayor parte de los dispositivos de microfinanzas
y los motivos por los que recurren a otros tipos de intermediarios financieros,
vinculados a la cooperación internacional y al comercio justo, aparecen entonces
claramente.
8 Los bancos comunitarios (village banking en inglés) son un sistema colectivo de ahorro y cré-
dito, introducido en América Latina en 1984 por la Fundación Internacional para la Asistencia
Comunitaria (finca) de los Estados Unidos. Manejan créditos “internos”, otorgados con el
ahorro del grupo, y “externos”, proporcionados por la institución. Metodología aplicada en
Bolivia por crecer (Crédito con Educación Rural) y Pro Mujer, instituciones implantadss
en El Alto y que cuentan con 90 000 y 70 000 clientes, respectivamente, en su gran mayoría
mujeres.
188 la economía solidaria en bolivia
11 Por falta de regulación no se dispone de datos precisos sobre este punto. De forma indicativa,
cuando se realizó el trabajo de campo en 2005, la tasa de interés mensual nominal en los bancos
comunitarios de crecer era de 3,5%, (tasa anual del 42%). La directora de la cioec, María
Julia Jiménez, se refirió a tasas de interés anuales de entre 16 y 30% propuestas a las oeca
(cioec y finrural, 2005: 159-160).
190 la economía solidaria en bolivia
Cuadro 3.1
Instituciones bolivianas de microfinanzas
(según su fecha de creación, forma legal y orientación)
Forma
Periodo Institución Fecha de creación Orientación actual
legal
ANED 1978 ONG Financiamiento del sector productivo, rural y
1978-1985
Periodo I:
periurbano
CIDRE 1981 ONG Financiamiento productivo de la región de
Cochabamba
las organizaciones bolivianas de economía solidaria de cara a los mercados 191
a En 1992, Fortaleza es fundada como cooperativa de ahorro y crédito; se transforma en FFP en 2002.
b Caja Los Andes es creada en 1995, en 2005 se transforma en banco y cambia su nombre a Banco Los Andes.
c En 1985 FIE es fundado como ONG; en 1998 se transforma en FFP; en 2010 se transforma en banco y cambia su
nombre a Banco FIE.
12 N.d.T.: Antes de que los precios de la quinua se tripliquen en dos años después de 2007
(Ormachea y Ramírez, Propiedad colectiva de la tierra y producción agrícola capitalista: El caso de
la quinua en el Altiplano Sur de Bolivia, cedla, La Paz, julio de 2013).
192 la economía solidaria en bolivia
Recuadro 3.10
El financiamiento de la economía solidaria por el ahorro individual:
el caso de El Ceibo
Además de las cooperativas de producción en la zona de Alto Beni, la central El Ceibo posee también una fábrica
de transformación de cacao autogestionada en El Alto. Emplea permanentemente de 30 a 40 operarios en sus dos
cadenas de producción, estos operarios son contratados por tres años y son socios de la cooperativa o hijos de
ellos. Ven su trabajo en la fábrica como una forma de ahorro; una parte de ellos, en especial hombres, destinan
ese ahorro a la compra de una parcela agrícola y plantines de cacao para instalarse por su cuenta en la zona de
producción de cacao en Alto Beni.
Fuente: Entrevistas con operarios y con el gerente de la fábrica de El Ceibo (31 de mayo de 2006).
Recuadro 3.11
Fuentes de financiamiento de El Ceibo: ahorro de los miembros de las cooperativas,
capitales propios y fondos externos
Cada miembro de una cooperativa de El Ceibo tiene acciones de la misma, que a su vez tiene partes sociales de
la central. En 2007 el aporte de los miembros de las cooperativas a los fondos propios de El Ceibo se estimaba
alrededor de 480 000 USD y constituía aproximadamente el 60% de su capital de operaciones. A estos fondos
propios se deben sumar recursos externos, provenientes de la cooperación internacional principalmente y en menor
medida del gobierno, canalizados por organizaciones de apoyo. La fábrica de transformación, que tiene un valor
de 1 500 000 USD, fue financiada por una combinación de fondos propios, créditos comerciales y donaciones
de la cooperación internacional. El edificio de la fábrica fue financiado con dos tipos de créditos, uno del Banco
Mercantil de Bolivia (banco comercial) y otro del instituto belga de finanzas solidarias Oikocredit.
Donaciones
Fondos propios
(~320 000)
Capital d’opération
(~800 000) Aportes de los miembros
de la cooperativas
(~480 000)
Recuadro 3.12
Financiamiento en el marco del comercio justo: Señor de Mayo, IFAT y Shared Interest
El calendario anual de producción de Señor de Mayo se divide en dos periodos: de abril a septiembre es el periodo
de recepción de pedidos de clientes del comercio justo y de mayor producción; de octubre a marzo es el periodo
de baja producción durante el cual los productos se almacenan para el año siguiente y cuando las ventas son
ocasionales.
Durante el primer periodo, la necesidad de fondos para materias primas, pago de la mano de obra, gastos admi-
nistrativos y de empaque es alta. La cifra de venta anual de la asociación es de aproximadamente 200 000 USD
y el plazo de pago del comercio justo es de tres meses después de la recepción del producto por el cliente. Sin
financiamiento externo, los fondos propios de Señor de Mayo no le permiten pre financiar todos los pedidos,
aunque la mano de obra esté disponible. Como miembro del IFAT, Señor de Mayo accede a un pre financiamiento
otorgado por Shared Interest, por un valor de hasta 76% de los pedidos confirmados. Técnicamente, el préstamo
se concreta a través del IFAT en el marco del programa “Finance for Fair Trade” de Shared Interest. Los fondos
prestados por Shared Interest provienen del ahorro de sus miembros. Desde el punto de vista de Señor de Mayo,
este préstamo constituye un adelanto para comprar materias primas (aproximadamente 45% del costo total
cobrado a los clientes) y para pagar los gastos administrativos y los costos de envío (aproximadamente 25 y 5%
de dicho costo respectivamente). La mano de obra, que corresponde al 30% restante, no es remunerada hasta
después de la recepción del pago final.
Durante el segundo periodo del año, Señor de Mayo no tiene pedidos, por lo tanto, no tiene pre financiamiento,
lo que limita la producción. Las materias primas son compradas con fondos propios y cuando se agotan, la pro-
ducción para. Los productores solo son remunerados cuando hay ventas, en general varios meses más tarde, lo
que constituye un motivo de abandono de la asociación y un factor de debilitamiento de la organización. Según
el responsable de comercialización, sería necesario contar con un fondo rotatorio extra de alrededor de 50 000
USD, equivalente a la cuarta parte del volumen de venta anual. La directora de la asociación opina que este monto
no puede reunirse con fondos propios ni a través de préstamos de instituciones financieras o de microfinanzas
porque las tasas de interés son demasiado elevadas, y que por lo tanto la organización debe dirigirse hacia los
organismos de cooperación internacional para conseguir este fondo.
Fuente: Entrevista con miembros de la asociación Señor de Mayo, 2006; documentos institucionales del IFAT (http://
www.ifat.org) y de Shared Interest (http://www.shared-interest.com), septiembre del 2006.
Recuadro 3.13
Modos de funcionamiento de la fundación Uñatatawi
Creada en 1997, la fundación Uñatatawi, miembro de la RENACC La Paz, apunta a “la promoción de las iniciativas
productivas de las familias y de las organizaciones de base para mejorar sus condiciones de vida”. Se enmarca en
el desarrollo sostenible y pretende basarse en “la cultura y las costumbres de los productores y de las organiza-
ciones”. Uñatatawi trabaja sobre todo con el Programa de Desarrollo Agropecuario (PROAGRO), una organización
dedicada al cultivo, la transformación y la venta local e internacional (Alemania) de especies aromáticas que
agrupa a alrededor de 800 agricultores de diez comunidades rurales de los Yungas de La Paz. Los servicios de
Uñatatawi incluyen capacitación y asistencia técnica, pero también la transformación de ciertos productos y su
comercialización. La fundación compra los productos a sus beneficiarios, pagando un precio considerado justo
por ellos, y los revende, de ser posible cubriendo sus propios gastos. Algunas de estas actividades la aproximan
por tanto a una organización de apoyo, y otras a una organización de productores de primer (transformación) y
segundo nivel (comercialización).
Las actividades de PROAGRO requieren inversiones importantes, para las que Uñatatawi recurre a financiamien-
tos externos. Las semillas fueron primeramente mejoradas con el apoyo del Plan BioComercio del Ministerio
de Desarrollo Sostenible de Bolivia, financiado por USAID. Dicho plan fomenta el cultivo sostenible de especies
y plantas forestales “alternativas a los productos tradicionales”. Uñatatawi, por su sólido compromiso a favor
del desarrollo sostenible, es desde el 2006 ejecutora del plan. Los bancos de semillas fueron obtenidos como
donación al capital de PROAGRO.
Uno de los proyectos de PROAGRO y de Uñatatawi es transformar las especies aromáticas para lograr un valor
agregado. Actualmente, la transformación se limita a un simple secado y empaquetado realizados manualmente
en los locales de Uñatatawi en La Paz y los ingresos de las ventas no alcanzan para financiar la construcción de
una fábrica de transformación en la zona de producción de PROAGRO, lo que llevó a Uñatatawi y a PROAGRO
a solicitar un financiamiento de la Fundación Interamericana (FIA). Esta fundación, cuyos orígenes remontan
a la Alianza para el Progreso del presidente Kennedy, tiene la finalidad de “reforzar los vínculos de amistad y
comprensión entre los pueblos del continente americano”, apoya en especial “las actividades de ayuda mutua
destinadas a aumentar las oportunidades de desarrollo individual”. Financiada por el Congreso de los Estados
Unidos y por el fondo fiduciario para el progreso social del Banco Interamericano de Desarrollo, su directorio es
nombrado por el presidente de los Estados Unidos.
La FIA es también cercana a las instituciones financieras internacionales de Washington, con la que reparte los
diversos tipos de financiamiento en el marco de la ayuda al desarrollo en América Latina: el Banco Mundial, a
través de la Sociedad Financiera Internacional (SFI), propone créditos a tasa de mercado a grandes empresas, y
créditos a tasas bonificadas y asistencia técnica a empresas “sociales” en el marco de su programa Grassroots
Business Initiative. La SFI ocupa así el segmento superior de la ayuda al desarrollo, delegando el trabajo “con las
comunidades” a la FIA. En este marco, Uñatatawi y PROAGRO se presentaron como organizaciones “comunitarias”
de agricultores y obtuvieron una donación de la FIA para la construcción de la fábrica de transformación. El proyecto
prevé la transferencia de la fábrica como propiedad común de Uñatatawi y de PROAGRO así como la constitución
de un directorio mixto y un funcionamiento autogestionario que refleje la naturaleza comunitaria del proyecto.
En la medida en que los ingresos de las ventas no le permiten a Uñatatawi cubrir el conjunto de sus gastos de
funcionamiento, la transformación de las plantas aromáticas podría contribuir al autofinanciamiento de los gastos
corrientes. Por ahora, Uñatatawi cubre una parte de sus salarios a través “de reforzamiento institucional” que
brinda Misión 21, programa de obras evangélicas suizas EPER (Ayuda Mutua Protestante Suiza) y PPP (Plan
Por el Prójimo) que opera bajo el título de ayuda privada al desarrollo. Su acción en Bolivia apunta a contribuir a
la estabilidad política del país al “reforzar la participación de las poblaciones indígenas en los planes nacionales
de desarrollo que fomentan la interculturalidad, la biodiversidad, la agricultura orgánica y un comercio justo”.
Uñatatawi ejecuta programas de Misión 21 desde el 2002. Además de adecuarse las orientaciones de Uñatatawi a
los campos de acción prioritarios de dicho programa, la trayectoria personal de su gerente en la Iglesia evangélica
luterana explica el contacto con esta institución.
Fuente: Entrevista con miembros de la fundación Uñatatawi (junio de 2007); entrevista con el responsable de la SFI (junio
de 2007); documentos institucionales de la Fundación Interamericana (http://www.iaf.gov) y de Misión 21 (Projekte der
Entwicklungszusammenarbeit der schweizerischen Evangelischen Werke).
las organizaciones bolivianas de economía solidaria de cara a los mercados 199
4. Conclusión
“Si bien debido a una confusión en el vocabulario se cree que los términos
Estado y economía designan dos realidades totalmente externas la una de la
otra, cerradas en sí mismas y que solamente entran en contacto por choques
exógenos, su diferenciación replantea la cuestión de saber si la política y la
economía pueden convivir dentro de un mismo orden”
“La referencia a cosas calificadas conlleva […] una extensión del marco de
coherencia por el cual las ciudades se despliegan en mundos comunes […]
El hecho de comprometer objetos obliga a los seres humanos a estar a la
altura, a objetivarse a sí mismos al accionar los objetos, al ponerlos en valor”
Los dos capítulos anteriores analizaron la lógica general del principio de recipro-
cidad y del principio de mercado. El ángulo de enfoque común utilizado fue el de
los principios de integración económica y el de sistemas de valor o concepciones
del bien común movilizados para su justificación. Estos capítulos mostraron que,
en la configuración de democracia y mercado, el principio de reciprocidad se
apoya en el respeto al pluralismo propio del orden democrático, mientras que el
principio de mercado se basa en la competencia en el orden mercantil. Así, esta
configuración da lugar a dos órdenes en los que se inscriben cada uno de estos
principios. El tercer principio, el de redistribución, desde este punto de vista tiene
un papel auxiliar: auxiliar de la reciprocidad en las relaciones de solidaridad hori-
zontales y verticales dentro de las organizaciones de economía solidaria; y auxiliar
del mercado a través de la coexistencia de lógicas mercantiles y redistributivas en
los dispositivos de venta y de acceso a financiamientos.
204 la economía solidaria en bolivia
Figura 4.1
Prácticas políticas y económicas y mundos mercantil y democrático
Regulaciones macroeconómicos
Esfera de las mercantiles y reglas de agregación Reconocimiento de la
prácticas políticas de las preferencias de los pluralidad de los valores
ciudadanos-consumidores
Traducción
Las prácticas económicas situadas en los dos mundos articula los principios
de reciprocidad y de mercado, resituada en el enfoque de los mundos comunes
(figura 4.1). Esta configuración muestra hasta qué punto es central para el cues-
tionamiento de este trabajo el estudio de estos puntos de contacto, en los que se
centra el antagonismo entre los distintos principios de integración.
El lugar que ocupa el principio de reciprocidad en la configuración de
la democracia y del mercado no podría ser estudiado únicamente a través de
su caracterización desde el punto de vista de las organizaciones de economía
solidaria, para luego examinar de forma independiente sus relaciones externas.
Los productos de estas organizaciones pueden fácilmente pasar de un mundo
a otro para ser evaluados en cada uno de ellos, constituyen por ello un vector
permanente de comunicación entre ambos. Los precios, como forma objeti-
vada de estas evaluaciones, permiten hacer comparaciones inmediatas, lo que
no permite a los actores replegarse en uno u otro mundo. Además, el nivel de
precios constituye un indicador valioso del éxito de las estrategias de los pro-
ductores, basadas en distintas combinaciones de los principios de reciprocidad,
de mercado y de redistribución.
Este capítulo trata de la articulación de los dos mundos en el ámbito de las
prácticas económicas (el siguiente analiza el desplazamiento de este tema hacia
la esfera política) y se sitúa en la perspectiva de los órdenes y mundos comunes,
y del desarrollo. Primero, es necesario distinguir los tipos ideales –los órdenes
democrático y mercantil y los mundos comunes en los que se inscriben– de las
instituciones concretas que atraviesan y encarnan parcialmente. Una vez esta-
blecida esta distinción, distintos casos de organizaciones de economía solidaria
y de dispositivos de venta pueden ser abordados bajo el ángulo de las tensiones
entre órdenes de grandeza y principios de evaluación propios de cada mundo.
Este análisis evidencia la cristalización de dichas tensiones en los precios de los
productos y muestra que la capacidad que tienen las organizaciones de resolverlas,
y por tanto de garantizar ingresos regulares y adecuados para sus miembros en
una perspectiva de desarrollo, es muy variable.
El tercer cuestionamiento se refiere a la ampliación del punto de vista de los
precios hacia la estabilidad de las organizaciones. Dicho cuestionamiento conduce
a afirmar la importancia de una mediación, a través de dispositivos institucionales
apropiados, entre los principios de reciprocidad y de mercado en la etapa de co-
mercialización. Este resultado lleva, en última instancia, a evaluar la capacidad que
tienen las organizaciones de economía solidaria de insertarse en tales dispositivos,
o implementarlos ellas mismas, para intentar resolver, desde la esfera económica,
las tensiones entre mercado, reciprocidad y redistribución.
206 la economía solidaria en bolivia
En el sentido más general, la democracia puede ser definida como una filosofía
política cuyo principio fundador es el reconocimiento de la pluralidad de valores.
Este reconocimiento les da una cierta libertad a los individuos, a diferencia de
los antiguos órdenes que exigían su adhesión a visiones del mundo o sistemas de
valores excluyentes. La democracia postula la igualdad de estatus entre individuos
que optan por distintos sistemas de valores. En el contexto latinoamericano,
como se vio antes, las demandas de reconocimiento del pluralismo fueron he-
chas, desde los años 70, esencialmente por sectores populares denunciando la
discriminación y exclusión histórica de la que fueron víctimas. En Bolivia, dichas
demandas tomaron la forma de movimientos de reivindicación de identidades
etnoculturales.
El orden democrático se define entonces por una relación particular entre
seres humanos, que es la de individuos intrínsecamente diferentes pero iguales
en derechos. El mundo democrático, es decir el orden democrático extendido
a las cosas, está basado en los mismos principios. En la esfera de las prácticas
reciprocidad, mercado y democracia: tensiones fundamentales 207
Recuadro 4.1
Finalidades y valores en la economía solidaria: debates entre líderes del movimiento
Durante una reunión de la Plataforma Multisectorial de Promoción y Desarrollo de la Economía Solidaria y Comercio
Justo en Bolivia (en adelante “Plataforma”), en abril de 2007, la discusión entre el consejero y ex-coordinador
de la RENACC La Paz, quien afirma que la economía solidaria produce según otros valores y principios que los
de la economía “neoliberal”, y el representante del Comité Nacional de Competitividad y Productividad de la
Cadena Quinua (CONACOPROQ) en Bolivia, quien insiste sobre los “imperativos de competitividad y eficiencia
en la economía solidaria”, se torna complicada. La controversia gira en torno a los términos empleados y al
sentido que se les da. Para el representante del CONACOPROQ, la mejora de la “competitividad” de la economía
solidaria corresponde a la mejora de las condiciones macroeconómicas que se supone son de incumbencia del
Estado, como las infraestructuras camineras y el acceso al crédito. Para el consejero de la RENACC La Paz, estas
reivindicaciones son ciertamente aceptables, pero lo principal es romper con los términos “competitividad” y
“eficiencia” para poder situarse en un marco distinto de la producción de valor y de evaluación del precio de los
productos. Según él, es necesaria una refundación total de la teoría económica.
La discusión continúa dos semanas después, durante el Día Internacional del Comercio Justo, organizado por
Cáritas La Paz y al que es invitado el investigador peruano Humberto Ortíz, del Grupo Red de Economía Solidaria
del Perú (GRESP). Su ponencia plantea la pregunta por la finalidad de la economía solidaria –satisfacción de
las necesidades básicas o acumulación– así como por la determinación del valor. La reacción de los líderes de
la RENACC La Paz es doble: según ellos, en primer lugar, el objetivo de acumulación no debe ser excluido de la
economía solidaria porque ésta no es “una economía de pobres”; su funcionamiento solidario es simplemente
para que la riqueza creada sea distribuida equitativamente. En segundo lugar, la determinación del valor en la
economía solidaria debe reconocer las tecnologías “tradicionales”, particularmente en la agricultura y la artesanía,
por lo tanto, se debe “valorizar el trabajo manual” y decidir que el cálculo del valor agregado no sea determinado
por los incrementos de productividad.
Fuente: Reunión de la Plataforma (27 de abril de 2007, La Paz), Día Internacional del Comercio Justo (11 de mayo de
2007, La Paz).
La responsable de iniciativas económicas del CDIMA explica de esta manera los procedimientos emprendidos por su
organización para permitir el acceso al comercio justo a los grupos de artesanas de la Red Qury Amuyt’a: “Nosotros
estamos en contacto con la tienda Ayni. Pero ellos están todavía en el comercio convencional. Las exigencias son
demasiado grandes, no toman en cuenta el esfuerzo de las personas.” Un “verdadero” comercio justo sería uno que
“ayude a valorizar el esfuerzo de las productoras. Es un reconocimiento desde el exterior. El comercio convencional
no valoriza su esfuerzo. Si has trabajado un mes, no te valora. El comercio justo aumenta su autoestima”. De la
misma manera, según la responsable de la CASSA, “los precios [a los que venden sus beneficiarios] son ahora muy
bajos en especial porque los productores no han calculado y no valorizan sus costos de producción. La CASSA tiene
previsto ayudar a los productores con dicho cálculo, para contribuir a un precio de venta más justo”. En el CEADL, la
capacitación incluye precisamente “el cálculo de costos de producción y la sensibilización sobre la idea de un precio
justo”. Los responsables del CEADL hacen la observación de que “los alumnos tienden a pedir un precio muy bajo
por sus productos, lo que puede verse como una señal de baja autoestima”.
El vínculo que se establece entre el cálculo de los costos de producción y la posibilidad de vender a un precio
justo, que considere el valor cultural de los productores, es directo. Es sorprendente constatar que la responsable
de la CASSA no haga alusión a una oferta excedentaria o una demanda deficitaria para explicar el bajo nivel de
los precios, sino más bien al hecho de que los productores no se han percatado aún de su propio valor y del
valor de sus productos. La posibilidad de hacer que los clientes acepten estos mismos principios de evaluación
está estrechamente vinculada, en las representaciones de los productores, al comercio justo. Aunque en algunos
casos esta representación pueda verse decepcionada: la coordinadora de la asociación Pachamama estima que la
relación con su principal cliente, una tienda de comercio justo italiana, está “limitada en lo que se refiere al precio”
pues éste es “demasiado bajo en relación a los costos de producción que exige el tejer a mano”, una situación
que atribuye a la competencia dentro del comercio justo (recuadro 3.5).
Fuente: Entrevistas con la responsable del departamento de iniciativas económicas del CDIMA (3 y 19 de junio de 2006);
entrevistas con miembros de la CASSA (10 de mayo de 2007), del CEADL (3 de mayo de 2007) y de la asociación
Pachamama (24 de abril de 2007).
El lugar que se les da a las cosas y el valor que se les atribuye a los productos
en el mundo democrático, depende en gran parte de la capacidad de los actores
de mostrar su propia grandeza contenida en estos productos. Esta demostración
es más convincente cuando se basa en pruebas, como el cálculo de los costos de
producción, y en dispositivos instituidos, como los del comercio justo. Dichas
pruebas dan una aparente objetividad al valor de los productos que puede ser
reivindicado en los precios, sin embargo, la fragilidad de esta estrategia reside en
el proceso de traducción del orden de grandeza de las personas en el valor de las
cosas. Así, la evaluación de los bienes en el mundo democrático puede hallarse
reciprocidad, mercado y democracia: tensiones fundamentales 211
mundo mercantil. Si bien los bienes ocupan un lugar central en el orden mercantil,
su evaluación no es más objetiva que en el mundo democrático. La grandeza de
los seres que se refleja en los bienes aparece como un factor determinante de su
escasez y de la demanda del mercado que de ella resulta. La demanda de bienes
de lujo, que es una función creciente del precio, deriva de esta inversión de la
relación entre los seres y las cosas. Como lo señalan Boltanski y Thévenot al
establecer las características del mundo mercantil:
1 Esto ocurre al colocar a los productores de El Alto en relación con nuevos competidores, en
especial extranjeros, que se posicionan en los mismos nichos de mercado. Este punto ha sido
desarrollado en 3.2.1.
214 la economía solidaria en bolivia
sin embargo varios defectos, que lo tornan finalmente impracticable. Las insti-
tuciones reales, primeramente, no encarnan el mundo democrático o mercantil.
Se ha visto que los dispositivos de comercio justo no pueden ser considerados
como encarnaciones del mundo democrático, así como las instituciones de tipo
mercantil no lo son para el mundo mercantil. Cada una de estas categorías inclu-
ye además una diversidad de modalidades que impiden definitivamente tratarlas
como manifestaciones de una sola lógica: de la tienda local a la exportación, de
la venta por relaciones personales a la certificación internacional en el caso del
comercio justo; del mercado local a las redes de clientela y a los mercados inter-
nacionales, en el caso de instituciones de tipo mercantil. Es por tanto imposible
analizar la valorización de un mismo producto en uno y luego en otro mundo.
Solo es posible hacer aproximaciones, que consisten en estudiar la evaluación
de un producto en un dispositivo dominado por la lógica de un mundo y por un
principio de integración económica.
Además, los productos destinados a distintos dispositivos de venta son ge-
neralmente diferenciados. Para desmarcarse de la competencia local en El Alto,
las organizaciones de economía solidaria escogen productos destinados a una
clientela más acomodada, boliviana o extranjera. Así, la lana de alpaca es utilizada
para el comercio justo y la de oveja para los mercados locales; el cacao certificado
de producción ecológica es reservado a la exportación, mientras que el de las
parcelas “en transición” que aún no han obtenido la certificación es vendido en
el mercado nacional. No solo la calidad sino también las técnicas de producción
difieren: mientras los tejidos destinados a los mercados locales son hechos a má-
quina, aquellos destinados al comercio justo se tejen a mano. Hay entonces dos
obstáculos para una comparación directa de los principios de evaluación basada
en los precios de los mismos productos colocados en mundos distintos.
Frente a estas limitaciones, se impone un método de análisis en dos o tres
etapas. En primera instancia, y para paliar la primera dificultad que proviene del
desfase entre las instituciones reales y los mundos democrático o mercantil, se com-
para el precio de un producto en un dispositivo de venta dado con el principio de
evaluación teórico en el mundo democrático. Concretamente, se compara el nivel
de precios observado con el cálculo de los costos de producción obtenido gracias
a las organizaciones de economía solidaria. Este cálculo incluye en particular el
valor atribuido a la mano de obra. Este monto puede, en segunda instancia, ser
convertido en una remuneración equivalente por hora o por día, es decir en una
tasa de remuneración laboral. Las tasas de remuneración laboral para productos
similares y que resultan de dispositivos de venta distintos, que reflejan en diversos
grados el mundo mercantil o el mundo democrático, pueden ser comparadas. La
mencionada similitud se refiere especialmente a los prerrequisitos en términos
de inversiones y de conocimientos.
reciprocidad, mercado y democracia: tensiones fundamentales 217
Figura 4.2
Tasas salariales institucionales en El Alto
valores de referencia en USD y en Bs (2006)
2 Hasta abril del 2006, el salario mínimo legal era Bs 440/ mes, o sea aproximadamente Bs 20
por día de trabajo. A partir del Decreto Nº 28699 del 1ro. de mayo de 2006, el salario mínimo
pasó a Bs 500, es decir aproximadamente Bs 23/día (ver nota número 1 del capítulo iii). En
las actividades de tipo informal, representa un nivel de referencia, pero no puede ser objeto
de un reclamo legal por parte de los trabajadores.
218 la economía solidaria en bolivia
Cuadro 4.1
Ejemplo de desglose de costos de producción
y de estimación de las tasas de remuneración laboral (en USD)
Pago a la asociación
Reserva del grupo
Precio de costo
Pago al grupo
Precio cliente
Producto
Chompa modelo “basura” 18.7 12.8 0.2 31.7 8.3 40.0 2.0 42.0 8 1.6
Fuente: Columnas 2 a 9: documentos internos (escalas) de Señor de Mayo (2006); columna 10: entrevistas con pro-
ductores (mayo de 2006); columna 11: cálculo propio.
3 Estos casos fueron revelados en especial en la asociación Pachamama y en los grupos de la Red
Qury Amuyt’a. Algunos precios sin embargo pueden ser coyunturales y podrían evolucionar
rápidamente en función de la aparición de nuevos clientes. Por otra parte, no constituyen
necesariamente las evaluaciones más desfavorables de la muestra, éstas no fueron siempre
señaladas durante la investigación.
220 la economía solidaria en bolivia
El consecuente tiempo de trabajo que implican las normas del comercio justo
aparece como un primer factor explicativo. El mismo puede ser estimado al
comparar los costos de producción de una chompa de lana de alpaca de Señor
de Mayo, tejida a mano y destinada al comercio justo, con los de una chompa de
lana de alpaca de menor calidad, de menor tamaño, tejida a máquina y destinada
a los mercados de El Alto. Este segundo tipo de producto es vendido de forma
individual por algunos productores de Señor de Mayo que disponen de una
máquina de tejer. El cuadro 4.2 muestra esta comparación, complementada por
informaciones sobre chompas de lana de oveja fabricadas a mano o a máquina y
vendidas en los mercados locales de El Alto.
Cuadro 4.2
Comparación de los costos de producción de productos destinados al comercio justo
y a los mercados locales de El Alto (en USD)
Pago a la asociación
Reserva del grupo
Precio de costo
Pago al grupo
Precio cliente
Producto
Destino
Los distintos dispositivos del comercio justo y su comparación con las institu-
ciones locales de tipo mercantil muestran que existe una diversidad de valori-
zaciones. Por otro lado, no es posible llegar a una apreciación conjunta de las
ventajas del principio de reciprocidad presente en estos dispositivos solo a partir
del nivel de precios. Además, las tasas de remuneración laboral en el comercio
justo pueden ser inferiores a las de los mercados locales, incluso en las orga-
nizaciones que no se sitúan en lo bajo de la escala de las remuneraciones. Este
resultado resalta que los productores de la economía solidaria reciben exigencias
contradictorias por parte de sus clientes del comercio justo, quienes les exigen
emplear técnicas intensivas en mano de obra sin valorizarlas lo suficiente. La
valorización de la pluralidad de las culturas y de los conocimientos, expuesta por
dichos clientes, es incompleta, se ve limitada por las relaciones de dominación
que derivan de la redistribución de recursos, en especial de los premios del co-
mercio justo, así como por las lógicas mercantiles que llevan nuevamente a los
miembros de la economía solidaria a su estatus de pequeños productores. En
este sentido, el precio del comercio justo y sus limitaciones cristalizan efecti-
vamente las tensiones entre los principios de evaluación. Este resultado ilustra
también que las ventajas del comercio justo no residen únicamente en el nivel
de precios, sino también en la accesibilidad de las técnicas de producción y en
la estabilidad de las relaciones comerciales.
224 la economía solidaria en bolivia
El grupo Whipala, afiliado a la ComArt, reúne a 20 familias de El Alto que producen instrumentos musicales de
viento andinos que se venden en los mercados locales de la ciudad (de forma individual), en tiendas de la ComArt
en Bolivia y en una fundación estadounidense que realiza un pedido por año desde 2005. El contacto con esta
fundación fue establecido y es manejado por la ComArt según criterios vinculados al comercio justo. En este
marco, el precio fue negociado en un nivel ligeramente más alto que el que fue inicialmente propuesto por la
fundación, el precio de las zampoñas alcanza los Bs 16 (aproximadamente 2 USD) por unidad. Los miembros
del grupo Whipala se encuentran divididos sobre el tema del precio, una parte de ellos, refiriéndose a los costos
de producción basados en una remuneración diaria de Bs 30, estiman que el precio es demasiado bajo y que
debería subirse a Bs 18. Se basan en una estimación del valor de su trabajo –Bs 30 por día, acordado dentro
del grupo como un ingreso adecuado por sus conocimientos de artesanos– para poner en tela de juicio el orden
de grandeza que se refleja en los precios. Otra parte del grupo considera por el contrario que esta estrategia es
peligrosa ya que “corren el riesgo de perder a su cliente si suben demasiado sus precios”, que “la competencia
de productores personales [por cuenta propia] y asociados es fuerte en El Alto” y que el objetivo del grupo debe
ser “tener un producto de buena calidad a bajo precio” para imponerse frente a la competencia, y que el mayor
volumen de venta compensa la pérdida de margen unitario de ganancia.
Fuente: Entrevista con miembros del grupo Whipala (28 de abril de 2007).
Los cuadros 4.3 y 4.4 muestran únicamente el costo de las materias primas
consumidas (lana o fibra) y el pago que el grupo recibe por parte de la ComArt.4
El ingreso bruto del grupo, que incluye la remuneración de la mano de obra y la
parte deducida para la reserva del grupo, se calcula como la diferencia entre el pago
al grupo y el costo de las materias primas. En base a la estimación del número de
días de trabajo necesarios para la elaboración de cada producto, se deduce la tasa
de remuneración equivalente por día de trabajo.
Cuadro 4.3
Comparación de los costos de producción y de la tasa de remuneración laboral
de dos productos de la asociación Las Gregorias (en USD)
Tasa de remuneración
trabajo (estimación)
Remuneración de la
Número de días de
Pago al grupo
mano de obra
Producto
primas
Cuadro 4.4
Comparación de los costos de producción y de la tasa de remuneración laboral de
cuatro productos de la asociación Yanapasipxañani (en USD)
Tasa de remuneración
trabajo (estimación)
Remuneración de la
Número de días de
Pago al grupo
mano de obra
Producto
primas
Esta estimación muestra primeramente que, para un producto dado, las tasas
de remuneración laboral de las dos asociaciones son convergentes a pesar de las
pequeñas variaciones en el costo de las materias primas y en el precio de venta de
cada unidad (debido a las diferencias de tallas y modelos). La tasa de remuneración
laboral se establece por tanto alrededor de 6 usd por día de trabajo para las cha-
linas y 13 usd para las mantillas. La relación entre estas dos tasas, en la que una
representa más que el doble de la otra, es sorprendente porque los productores,
así como las herramientas y las competencias requeridas para la elaboración de
dichos productos, son los mismos. La comparación con las tasas de remuneración
de las chompas (2.4 usd por día de trabajo) y de la lana hilada a mano (1.6 usd)
es aún más impresionante. Frente a estas brechas, los productores reconocen que
“el mercado no valoriza este tipo de productos” y que por lo tanto “no les con-
vienen”, sin embargo, siguen produciéndolos. Algunos grupos (Yanapasipxañani)
han creado mecanismos de compensación interna en forma de incentivos a los
productos “menos valorizados por el mercado”.
Estas variaciones pueden ser, al menos en parte, explicadas por el grado de
exposición de los productos a la competencia. La lana hilada a mano es el pro-
ducto para el que esta competencia, ejercida por hiladoras industriales como la
coproca, es más intensa. Esta dificultad está fuertemente tematizada dentro de
la economía solidaria y ya ha llevado a la mayor parte de las organizaciones a dejar
el hilado manual. El mantenimiento de este producto dentro de Yanapasipxañani
se explica por la presencia de una productora minusválida que solo puede realizar
esta actividad; la diferencia de la tasa de remuneración laboral parece en este
caso aceptable en la medida en que parte del reconocimiento de una diferencia
compensada, en parte, por el grupo. En la otra punta de la escala, las mantillas de
lana de alpaca son consideradas un emblema de la cultura andina y un producto
artesanal de gran valor. El valor simbólico de este producto es claramente perci-
bido por las artesanas del grupo Las Gregorias:
Las Gregorias han adaptado constantemente sus productos a las exigencias del
mercado, desarrollando toda una gama de productos artesanales. Comenzaron con
tejidos hechos con palillos, en especial chompas con dibujos, para las que había
mucha demanda en los 90. Poco a poco, han producido cada vez más con telares, en
particular mantillas que, con la revalorización de la cultura tradicional en Bolivia,
llegaron a imponerse en el mercado como un símbolo del país (extracto de la historia
de Las Gregorias, entrevistas de 2007).
ocupan una posición intermedia en la que pueden ser fácilmente confundidas con
otros productos que emplean materiales o técnicas de fabricación menos nobles
–hechos con lana mezclada o tejidos a máquina. El cliente, sobre todo cuando
es extranjero, “no ve la diferencia”. Estos productos son sin embargo necesarios
para garantizar las ventas de las organizaciones: los objetos excepcionales, como
las mantillas, tienen salidas comerciales muy limitadas.
Estos casos muestran las posibilidades que tienen las mismas personas, de
pasar entre los dos mundos para hacer reconocer en ellos el valor de sus productos
e incrementar así la remuneración por su trabajo y su propia grandeza. Desde el
punto de vista de la teoría económica, el estudio de estos desplazamientos lleva
a la cuestión de la identificación común de los bienes. Nuestro análisis plantea
que las posibilidades de valorización de los productos no dependen simplemente
del marketing. En efecto, es necesario que el principio de evaluación propio a
un orden social sea reconocido y por tanto instituido para poder imponerse. La
valorización de las mantillas, de los instrumentos de viento andinos, de la quinua
o de otros productos reconocidos como “símbolos del país” no provienen de una
simple campaña publicitaria centrada en la imagen o la calidad de estos productos,
resulta de procesos mucho más amplios de revalorización de los pueblos y de las
culturas indígenas, que se refieren al orden de grandeza de las personas que lue-
go repercuten en las cosas. Esta cuestión es abordada nuevamente en el acápite
4.4 y en el capítulo V, luego del análisis de las consecuencias que tiene para las
organizaciones de economía solidaria una valorización insuficiente.
Este acápite se concentra en los casos en los que la valorización de los productos
de la economía solidaria es insuficiente. El bajo nivel de los precios y de la remu-
neración laboral constituye el punto de partida de este análisis, desde el cual se
encadenan una serie de dificultades para las organizaciones en cuestión. Se presenta
primeramente la secuencia de eventos que condujeron a paros momentáneos de
la producción, pero que en ciertos casos pueden llegar a repetirse o incluso a ser
definitivos. Seguidamente se detallan los canales por los que estos paros cuestionan
los principios de la acción colectiva solidaria con intención económica dentro de
las organizaciones. Los espacios de concentración de las divergencias entre los
dos mundos pueden ser situados, precisamente, en la frontera entre el interior y
el exterior de estas organizaciones. Por último, se muestran las dificultades de la
articulación entre principios de reciprocidad, de redistribución y de mercado y las
fragilidades de la forma híbrida de integración económica que resulta de la misma.
reciprocidad, mercado y democracia: tensiones fundamentales 229
Recuadro 4.4
De estrategias de venta inadecuadas al paro de la producción: las dificultades
de la Red Qury Amuyt’a
La Red Qury Amuyt’a agrupa a 18 organizaciones de artesanas de las zonas rurales del departamento de La Paz.
No tiene ni tienda propia ni pedidos regulares de clientes del comercio justo u otros. Apoyada desde los años 90
por el CDIMA, miembro de la RENACC La Paz, la red intenta desde hace años lograr una autonomía que garantice
la comercialización de sus productos. Las artesanas le dedican parte de su producción a la organización y reservan
el resto para la venta a través de “relaciones personales” y en los mercados locales. Las responsables de esta red
son productoras nombradas (por un año) por asamblea general en función de su antigüedad y según el sistema
de rotación de cargos, que asumen benévolamente.
La estrategia de venta de la red se basa en la participación en ferias artesanales y de exposición-venta. Refleja los
modos consuetudinarios de comercialización en el Altiplano rural y en la economía popular de El Alto, según los
que vendedores y compradores se encuentran en fechas fijas en espacios de mercado. Sin embargo, el número de
ocasiones para participar de estas ferias es reducido y los costos de alquiler de un puesto de venta son relativa-
mente altos (en 2005, la red no pudo participar más que en tres ferias; su objetivo para el 2006 era participar por
lo menos en diez). En estas ferias la red compite con un gran número de otros pequeños productores, que en su
mayoría venden de forma individual, no forman parte del movimiento de economía solidaria ni buscan respetar los
procedimientos de fabricación considerados tradicionales. En palabras de la coordinadora de la red (2006) “otra
dificultad de la venta en ferias es la poca demanda y la gran competencia”. Los precios de la red, más altos que
los de los otros vendedores, son una limitación, pues el cliente “no ve la diferencia”. Las productoras se quejan
de que sus productos “se pierden en la red”, por lo que “se desaniman” y algunas terminan por dejar de producir.
Fuente: Entrevistas con miembros del CDIMA (2006); visita a la Feria productiva de la solidaridad, pasaje Nuñez del
Prado, La Paz, (20 de abril de 2006).
este límite. La lana de alpaca o de llama de calidad falta efectivamente en las or-
ganizaciones de la red, porque el clima es demasiado seco y las parcelas en estas
regiones del Altiplano son demasiado pequeñas para la ganadería.
Los paros involuntarios de la producción provocados por una valorización
insuficiente de los productos, que llevan a la inmovilización de una cantidad ex-
cesiva de trabajo y de materias primas, constituyen así una dificultad general de
las organizaciones de economía solidaria, ya sea que el abastecimiento en insumos
sea monetizado o no. La causa no se debe tanto al uso de dinero para comprar
insumos como a la inadecuada articulación entre los principios de reciprocidad,
de redistribución y de mercado.
Las dificultades causadas por esta articulación son críticas para un gran número de
las organizaciones estudiadas. Amenazan el sentido mismo de la acción colectiva
solidaria con intención económica que constituye su principio fundador. Esta
pérdida de sentido es visible en las fluctuaciones de tamaño de las organizaciones
y en las razones que motivan la retirada de los productores (recuadro 4.5).
Recuadro 4.5
Valorización insuficiente de los productos e inestabilidad de las organizaciones
de economía solidaria
La coordinadora de la asociación Pachamama indica que “un problema actual de Pachamama son los movimientos
que hay dentro de la asociación. Muchas productoras salen por falta de ventas y entran nuevas. Sería bueno tener
una mayor estabilidad de las personas, pero eso depende de la estabilidad de las ventas.”
El directorio del COMCA recuerda que la asociación tuvo “serios problemas de comercialización” en los años
posteriores a su creación, en 1993. En varias ocasiones, el COMCA fue invitado a exponer sus productos en ferias
pero habían “defectos de calidad que impidieron la venta”. Muchas productoras se retiraron en aquel entonces de
la asociación: en 1997, no quedaban más que 24 de los 45 miembros fundadores. Esta retirada “se debía en parte
a las expectativas de los maridos de las productoras que esperaban que estas últimas vendan rápido. Frente a la
presión de sus maridos, muchas de las productoras no pudieron permanecer en la asociación”.
En 1993, 35 exalumnas del CPMGA constituyeron un grupo semi autónomo de artesanas: Las Gregorias. Recibieron
el apoyo del CPMGA hasta 1998 y luego funcionaron de manera autónoma. Alquilaron un local y garantizaron su
aprovisionamiento de materias primas y la comercialización a través de la ComArt. Obtuvieron también apoyo de
la cooperación internacional para invertir en equipos, pero sus grandes dificultades estaban en la comercialización,
lo que hizo que también ésa fuese una “fase crítica en la historia del grupo”. Las artesanas “adaptan permanente-
mente sus productos a la demanda del mercado”, pero a pesar de ello muchas se retiran. Finalmente, las Gregorias
se estabilizaron como un pequeño grupo de 11 productoras, de las cuales solo dos pertenecen al grupo inicial.
Fuente: Entrevistas con miembros de la asociación Pachamama, del COMCA y de la asociación Las Gregorias, 2007.
para volver al tejido manual, valorizado por el comercio justo. En este caso, esta
respuesta deja de lado a los trabajadores, hombres en su mayoría, calificados para
el uso de estas máquinas pero que no manejan el tejido manual.
En todos los casos, la insuficiente valorización de los productos lleva a rees-
tructuraciones que se traducen en una desnaturalización más o menos pronunciada
del proyecto colectivo, o sencillamente en su abandono. La estabilización de las
ventas y de la actividad representa entonces un objetivo vital para las organizaciones
de economía solidaria. La manera en que las organizaciones estudiadas recons-
truyen su propia historia muestra esto al presentar una sucesión de etapas que las
han llevado de un grupo inicial, generalmente de gran tamaño pero inestable, a
un núcleo de miembros comprometidos de forma duradera.
Recuadro 4.6
Etapas de la estabilización de las organizaciones de economía solidaria:
el caso de UMA
“A lo largo de su historia, UMA ha pasado por distintas etapas de crecimiento y decrecimiento. Desde su creación
en 1990, siendo las fundadoras dirigentes sindicales de las comunidades [rurales], UMA logró abarcar a la mayor
parte de los miembros de estos sindicatos. Después se fue reduciendo poco a poco y solo las personas realmente
interesadas en los emprendimientos colectivos productivos se quedaron. En la tercera etapa, se desprendieron
las familias cuyo interés era la producción de hortalizas en carpas solares, llegando a formar su propia asociación
de unas 40 personas.
En una etapa posterior, UMA buscó activamente nuevas socias, en particular invitando a nuevas personas a los
talleres financiados gracias al apoyo de la cooperación internacional. En Batallas [una ciudad rural cercana a estas
comunidades y a El Alto], UMA encontró muchas personas interesadas, pero por su edad (muchos eran jóvenes)
y por la existencia de otras oportunidades laborales en la ciudad, el trabajo artesanal terminó desanimándolos.
Muchas prefirieron armar tiendas o negocios individuales o familiares que generan ingresos más rápidamente,
que dedicarse a la artesanía cuyos resultados solo se ven “en el camino”.
Después de esta experiencia, UMA dejó de buscar activamente nuevas socias. Algunas personas siguen entrando,
en general personas de la comunidad que conocen la asociación. Se puede considerar que UMA ha entrado en
una fase de estabilidad, con un tamaño de alrededor de 35 socias.”
Recuadro 4.7
Tensiones entre los principios de reciprocidad y de mercado: el caso de la ICAB
La ICAB, constituida por unos veinte técnicos de El Alto originarios del Altiplano, apoya a las comunidades rurales
de esta región en sus actividades productivas, educativas y culturales. Se dirige “exclusivamente a personas orga-
nizadas en grupos, sea que estos últimos tomen la forma de una asociación, de una comunidad o de un sindicato
rural, de una OECA, de una CORACA, de una cooperativa o cualquier otra forma”. No toma en cuenta más que
las demandas “de naturaleza colectiva”, las cuales apoya al traducirlas en proyectos para los financiadores. En lo
que se refiere a las actividades productivas, la ICAB promueve una economía solidaria, fomentando la asociación
entre beneficiarios y exigiendo de ellos una contraparte colectiva, por ejemplo trabajos comunitarios, un terreno
o equipos colectivos.
Los modos de comercialización marcan una ruptura con estas lógicas. Los productores venden ya sea a los inter-
mediarios comerciales que se desplazan en las comunidades rurales, o se desplazan ellos mismos a los mercados
de las pequeñas ciudades rurales o de El Alto. En ambos casos, “no se trata de una relación de comercio justo con
el consumidor final, tanto a causa del nivel de precios como de la falta de compromiso de los compradores”. El
principio dominante en este caso es el mercado: los productores “venden al primer intermediario que aparezca” y
los clientes “se orientan según una lógica de economía de mercado, que ve el precio y no la calidad del producto
ni los valores sociales y culturales respetados durante el proceso de producción”. El encuentro brutal, por no
ser mediado, entre los principios de mercado y de reciprocidad, quiebra las lógicas de funcionamiento interno
de las organizaciones y amenaza su viabilidad. Para corregir esta situación, la ICAB se afilió a la RENACC La Paz,
esperando así “tener acceso a nuevos mercados dentro del comercio justo”. De la misma manera, un par de años
antes, se aproximó a la ComArt para garantizarles a los artesanos que apoya en El Alto un canal de comercialización
compatible con los principios movilizados durante la etapa de producción.
Este análisis lleva finalmente a la cuestión de los márgenes de maniobra de las or-
ganizaciones de economía solidaria para mejorar la articulación entre principios de
reciprocidad, mercado y redistribución. Es decir, las posibilidades de modificar la
institucionalización del proceso económico en un sentido que se considere positivo
para el desarrollo supone actuar sobre las estructuras institucionales existentes,
o crear nuevas. Este acápite trata de los dispositivos que deben supuestamente
actuar sobre las relaciones entre los seres humanos y las cosas, y no directamente
sobre los órdenes sociales. Se analiza la forma en que los productores de la eco-
nomía solidaria conciben y presentan sus relaciones con las cosas, y en particular
con sus productos, para valorizarlos en diferentes órdenes. Estas posibilidades
dependen en gran parte de las escalas de acción, a través de la capacidad de las
organizaciones de economía solidaria de unirse en acciones colectivas de gran
amplitud. Dos tipos de acciones y de dispositivos pueden distinguirse: aquellos
que apuntan a una simple objetivación del valor de los productos y aquellos que,
a mayor escala, pretenden instituir nuevos principios de evaluación.
Esta dimensión de objetivación del valor no debe ser subestimada. Las organi-
zaciones deben disponer de medios materiales para probar que se sitúan en el
orden democrático. Así, para obtener la certificación de flo, además del pago
de los gastos de certificación, El Ceibo debe proporcionar cada año un mapa
actualizado de las parcelas de cacao –de sus alrededor de 800 socios– cultiva-
das según los procedimientos ecológicos. Esto supone ubicar las coordenadas
geográficas de cada terreno y, dentro de los terrenos, detallar la repartición de
los cultivos por parcelas.
El etiquetado de los productos induce costos elevados, que pueden cues-
tionar el incremento de valorización generado por el comercio justo, e incluso
sencillamente les prohíben el acceso a ciertas organizaciones. Este costo puede
ser reducido por medios materiales y técnicos adecuados. La adquisición de gps
le permitió a El Ceibo disminuir considerablemente sus gastos al automatizar el
levantamiento y la actualización de las coordenadas de las parcelas. Estos instru-
mentos fueron obtenidos gracias a una coordinación institucional entre ceproest
Wiñay como ejecutor de un proyecto financiado por el Instituto Internacional
para la Comunicación y el Desarrollo (International Institute for Communication
and Development-iicd) y una ong holandesa.
De forma general, las ayudas canalizadas por las instituciones de apoyo hacia
las organizaciones de productores, en nombre de proyectos o programas “de acceso
a mercados”, les proporcionan medios materiales importantes para hacer valer sus
productos. Distintos principios intervienen en dichos dispositivos: por un lado, los
costos de certificación traducen la dimensión mercantil de las organizaciones; por
otro lado, la redistribución, garantizada por las instituciones de apoyo, restablece
cierta igualdad gracias a una discriminación positiva de los pequeños productores,
y aumenta la coherencia interna del sistema.
La objetivación del valor de los productos se basa, por tanto, en un proceso
simbólico que consiste en posicionarlos en un orden adecuado, que a su vez
requiere puntos de apoyo materiales e institucionales. Orden social, objetos e
instituciones están íntimamente vinculados. Este proceso es además eminente-
mente dinámico, impulsado por el esfuerzo doble que apunta tanto a reconocer
el valor de los productos como a ampliar el repertorio de los productos valori-
zados. Estos esfuerzos tienen en común su referencia a la etapa clave que es la
comercialización, que vincula las lógicas y principios de integración dentro y fuera
de las organizaciones; de esta etapa depende la capacidad de mantener prácticas
económicas solidarias dentro de las organizaciones. Sin embargo, este primer tipo
de iniciativas se ve limitado por las características de los dispositivos existentes, en
los cuales las organizaciones de economía solidaria se conforman con inscribirse;
para cambiar el estado de las cosas deben entrar en el centro del conflicto para
intentar evolucionar las relaciones de poder entre los órdenes.
reciprocidad, mercado y democracia: tensiones fundamentales 241
Rebasar los límites de los dispositivos existentes supone modificar o crear insti-
tuciones que afiancen otros principios de evaluación de los productos, pero por
lo general, tales estrategias no son accesibles a las organizaciones de productores
que actúan de manera aislada. La fundación Uñatatawi, por ejemplo, no consigue
hacer reconocer el valor de sus plantas aromáticas ante los consumidores bolivia-
nos, a pesar de sus esfuerzos constata que “la demanda es insuficiente porque este
tipo de productos no es aún suficientemente conocido en el país” (responsable de
comercialización de Uñatatawi, 19 de junio de 2007); aunque ha implementado
redes eficientes de venta para sus tejidos andinos, no consigue hacerlo para las
plantas aromáticas. La diferencia es que los tejidos andinos han sido objeto de
una revalorización a escala regional, e incluso nacional, que los ha colocado al
centro de la tradición cultural andina; las plantas aromáticas todavía ocupan un
lugar marginal. Para posicionar mejor estos productos es necesaria una mayor
escala de acción a través de alianzas con otras organizaciones.
Algunas iniciativas concertadas entre varias organizaciones de economía
solidaria van en este sentido, aunque los casos observados apuntan más a ampliar
los círculos de productos ya reconocidos que a crear nuevos. La asociación Villa
San Antonio busca crear un certificado de origen para su lana de alpaca al aliarse
con una ong francesa de cooperación al desarrollo y al mismo tiempo a las or-
ganizaciones de tejedores de la renacc La Paz. La demanda de reconocimiento
de este producto se inscribe fácilmente en los movimientos de revalorización de
la tradición cultural andina. No obstante, Villa San Antonio no puede crear sola
su certificación pues es una organización de 75 familias de criadores de alpaca
de una región rural aislada en Bolivia –situada en el municipio de Pelechuco, al
extremo norte del departamento de La Paz a unas diez horas de la capital– y la
única organización de la renacc que produce lana de alpaca. Debe contar con
el apoyo material y técnico de una ong y necesita que las otras organizaciones de
movimiento reconozcan la certificación y le compren lana. De igual manera, que
la ComArt haya conseguido desarrollar sus propios criterios y canales de venta
de comercio justo (recuadro 4.8) se debe a su tamaño y a sus redes de apoyo, que
le garantizan una mayor escala de acción.
Recuadro 4.8
La ComArt: implementación de un comercio justo “con criterios propios”
Creada en 1997, la ComArt obtiene en 1998, y luego en 2000, pedidos de Oxfam en el marco del comercio justo
certificado por el IFAT. Pero esta primera experiencia no es concluyente. Según el administrador de la ComArt,
alegando las condiciones-marco impuestas por el IFAT Oxfam “exige parámetros de seguridad de tipo industrial,
mientras que la ComArt es una organización artesanal”.
242 la economía solidaria en bolivia
Después de este fracaso, la ComArt decide implementar un comercio justo “con criterios propios”: equidad,
transparencia, respeto y participación responsable. Con el apoyo financiero y técnico de organismos de coope-
ración internacional, la ComArt abre cuatro tiendas en Bolivia (dos en La Paz, una en Sucre y una en Uyuni), se
alía con otra tienda en Santa Cruz y establece contactos comerciales con clientes en los Estados Unidos, Canadá,
Austria, Alemania e Italia.
Según el administrador de la ComArt, la posibilidad de hacer valer sus propios criterios de comercio justo es
mayor “en el mercado nacional, que paga mejor”, que en “los mercados internacionales en los que hay mucha
competencia de peruanos, ecuatorianos e incluso bolivianos que venden a bajo precio”. Para mejorar esta situa-
ción, el equipo de la ComArt “cree que deben compartir su visión de comercio justo con muchas organizaciones
de economía solidaria y también del Norte, para luego poder unirse”.
Fuente: Entrevista con el administrador de la ComArt (25 de abril de 2006) y entrevistas con miembros de la ComArt
(2007).
6 Se trata del procoin, establecido en el momento en el que Evo Morales llega al poder, que
tiene como uno de sus objetivos promover la venta de productos de las organizaciones de
economía solidaria y de comercio justo (entrevista con la responsable del proyecto, 31 de
mayo de 2007).
reciprocidad, mercado y democracia: tensiones fundamentales 245
5. Conclusión
Este capítulo ha abordado la cuestión decisiva de las relaciones entre los principios
opuestos de reciprocidad y de mercado, colocados en el enfoque de los órdenes
democrático y mercantil y de los mundos comunes que derivan de los mismos.
Al proceder de esta manera, se ha analizado primeramente el orden de grandeza
y el principio de evaluación que se extienden de los seres a las cosas, y en los
que se inscribe cada uno de estos principios. La reciprocidad practicada en las
organizaciones de economía solidaria aparece en este marco como un principio
de integración económica propio del mundo democrático y apoya intercambios
entre personas diferentes pero de igual valor e interdependientes dentro de un
grupo o de una organización. El valor de los bienes intercambiados según este
principio debe reflejar estas diferencias. Este funcionamiento corresponde a una
modalidad particular de institucionalización del principio de reciprocidad, pro-
pia de la configuración de la democracia y del mercado y que difiere de la de las
sociedades arcaicas.
Por otra parte, el principio de mercado constituye el principio de integración
económica propio del mundo mercantil. Apoya intercambios entre individuos
intercambiables cuya grandeza, es decir en este caso su riqueza material, influye
sobre la escasez de los bienes propuestos para el intercambio y por tanto sobre
su valor. La escasez se construye entonces de forma conjunta al orden mercantil.
Este análisis propone un enfoque que sitúa sistemáticamente el valor de las cosas
y las remuneraciones de las personas en los órdenes y en las relaciones sociales. Se
opone a las concepciones naturalizantes de la economía, que la presentan como
una lucha por la obtención de bienes escasos en los mercados.
El principio de redistribución se sitúa transversalmente en relación a este
marco de análisis: cruza tanto el mundo mercantil como el mundo democrático
sin inscribirse plenamente en ninguno. La característica propia de este principio
es que aporta recursos que contribuyen a igualar los medios de producción y
las condiciones de existencia, lo que amortigua las tensiones entre los órdenes
mercantil y democrático, aunque para ello se funde en estructuras centralizadas.
Esto explica su articulación con los principios de reciprocidad y de mercado y las
tensiones que esto provoca.
Los principios de reciprocidad y de mercado se inscriben entonces en dos
órdenes distintos, basados uno en el reconocimiento del pluralismo y el otro en
el reconocimiento de la riqueza material. El primero puede ser más favorable a
los pequeños productores de la economía popular solidaria, al derrocar el orden
mercantil en el que ocupan un lugar desvalorizado. Sin embargo, esto no significa
que por ello los productores se confinen al mundo democrático. Los dispositivos
institucionales en los que se inscriben las prácticas económicas están siempre
atravesados por los dos mundos. Los dispositivos de comercio justo, en particular,
246 la economía solidaria en bolivia
La democratización de la economía
El capítulo anterior mostró que las tensiones intrínsecas entre los principios
de reciprocidad y de mercado no pueden resolverse por completo a nivel de las
organizaciones de economía solidaria. La articulación entre estos dos principios
depende también de arreglos institucionales decididos desde la esfera política, ya
sea a través de regulaciones macroeconómicas, financieras o monetarias, a través
del marco legal, fiscal o de protección social o de regulaciones específicas a la
economía solidaria. ¿Cuáles son las posibilidades que tienen las organizaciones
de economía solidaria de tener influencia en esta esfera?, ¿cuáles son sus modos
y niveles de acción y cuál es su proyecto político?, ¿cuál puede ser su legitimidad
democrática?, ¿cómo se posicionan en relación a las reivindicaciones de otros sec-
tores, y frente a un gobierno y a un Estado bolivianos profundamente cambiados?
Este último capítulo aborda el desplazamiento de las tensiones entre los
mundos democrático y mercantil de la esfera económica hacia la esfera política.
248 la economía solidaria en bolivia
El conflicto social que se traba en Bolivia a partir de la Guerra del gas en octubre
de 2003, y que conducirá a una transformación radical de las relaciones de poder
político, tiene como epicentro la apropiación de los ingresos de la explotación
de los hidrocarburos. Para entender el alcance de estos eventos y delinear los
contornos del nuevo escenario que surge a finales de 2005 es necesario referirse
a dos procesos paralelos nacidos en los años 90: la política de privatización de los
hidrocarburos y la consolidación del movimiento de protesta social conducido
por Morales.
En los años 90 comienza una segunda etapa del proceso de ajuste estructural
iniciado en 1985. Habiéndose concluido la estabilización macroeconómica,
surgen nuevas reformas que buscan atraer inversiones extranjeras consideradas
indispensables para el financiamiento del desarrollo. En 1990, la primera Ley de
Inversiones1 les otorga a las empresas extranjeras los mismos derechos que a las
empresas nacionales para “promover el crecimiento y desarrollo económico y
social de Bolivia” (Art. 1). Esta política se acelera bajo la presidencia de Sánchez
de Lozada, entre 1993 y 1997, quien en 1995 promulga la Ley de Capitalización
que abre 50% del capital de las cinco principales empresas estatales a inversionistas
Por otra parte, este periodo se ve marcado por una rebelión social, conocida
como la Guerra del agua, que se desarrolla en Cochabamba entre enero y abril del
2000. Varios sectores populares, urbanos y rurales, dirigidos por líderes locales,
protestan violentamente contra la decisión del gobierno de confiarle la gestión del
agua a la empresa transnacional Aguas del Tunari y, en general, contra la política
de privatización de los recursos naturales y de desregularización de la economía.
Aunque el mas de Morales no participa directamente de este movimiento, su
discurso, desde el Parlamento, contra las alianzas “imperialistas” del gobierno
lo hace aparecer como el principal dirigente de la protesta popular. Por lo tanto,
cuando se presenta a las elecciones presidenciales de 2002, para una parte de la
opinión pública encarna la oposición a las políticas “neoliberales” juzgadas inca-
paces de garantizar el desarrollo del país.
3 N.d.T.: La pregunta 5 del referéndum fue formulada como sigue: ¿Está usted de acuerdo
con que Bolivia exporte gas en el marco de una política nacional que: a) cubra el consumo de
gas para los bolivianos y las bolivianas, b) fomente la industrialización del gas en el territorio
nacional; c) cobre impuestos y/o regalías a las empresas petroleras, llegando al 50% del valor
del gas, principalmente para la educación, salud, caminos y empleos?
254 la economía solidaria en bolivia
Plan Nacional de Vivienda Popular, que propone créditos sin garantías físicas y un
modelo de planificación participativa de la vivienda popular (Bolay et al., 1996).
En este contexto, el movimiento de las Organizaciones Económicas Asociadas
(oeca) que se estructura en esa época con la creación, entre 1991 y 1996, de la
cioec, relacc Bolivia y renacc, no busca beneficiarse de políticas públicas
u obtener regulaciones económicas específicas, se concentra en la coordinación
entre organizaciones y la creación de espacios locales de comercialización comu-
nitaria, con el apoyo de agencias de cooperación internacional para el desarrollo
o instituciones de ayuda privadas.
Esta configuración no es propia de Bolivia, es indisociable del nuevo modo
de integración económica y del nuevo paradigma de desarrollo en toda la región
latinoamericana. El mercado es considerado como el mecanismo más eficaz de
atribución de recursos. La regulación de la economía debe adaptarse de forma a
someter el mayor número posible de actividades a este principio. Toda intervención
del Estado en la economía está proscrita para no afectar la presunta autoregulación
de los mercados. Por otra parte, la atribución de recursos se supone óptima, no
solo en el sentido de la teoría económica sino, implícitamente, en el de la justicia
social. Por ello no se consideran necesarias las políticas sociales, a no ser para
compensar las imperfecciones del mercado.
Este paradigma conduce a limitar al máximo la acción del Estado fuera de
la implementación de las instituciones de regulación mercantil. En países de la
región como México o Argentina, que contaba con políticas sociales relativamente
extensas, es decir, con alcance a gran parte de la población, éstas fueron trans-
formadas y reemplazadas por políticas sociales enfocadas en las poblaciones más
pobres (Lautier, 1995; Prévôt Schapira, 1996; Lautier, 1999; Schteingart, 1999).
En Bolivia, donde apenas un cuarto de la población accedía a seguridad social
(Cuba, 2003) y solo una décima parte de la población activa estaba afiliada al sis-
tema de pensiones por la capitalización (Mesa Lago, 2002), las nuevas políticas
sociales fueron incluso más reducidas. En general, la economía popular estaba
inmersa en la nueva regulación mercantil, si existían prácticas de reciprocidad o
de redistribución se daban esencialmente a nivel local.
diálogo sobre el desarrollo económico y social del país. Estas presiones, conjugadas
con la posibilidad para el presidente y ex dictador Banzer de borrar su imagen
“antidemocrática”, lo llevan a establecer modalidades más participativas (Almagro,
2004). Así, las mesas de diálogo privilegian desde entonces al nivel municipal,
cuyas demandas se agregan posteriormente a nivel departamental y nacional.
Esta descentralización permite a los representantes de la sociedad civil movi-
lizados en el Jubileo alcanzar un lugar inédito, pero también a las organizaciones
indígenas y al Comité de Enlace de Pequeños Productores, del que participa la
cioec. Además, el diálogo es objeto de un esfuerzo de transparencia a través de la
publicación de la Estrategia Boliviana de Reducción de la Pobreza, que sistematiza
los resultados de las mesas de diálogo y es presentada en 2001 al Banco Mundial y
al Fondo Monetario Internacional. Finalmente, este mecanismo se institucionaliza
a través de una nueva ley5 que prevé que se lleve a cabo un Diálogo nacional cada
tres años y ratifica el principio de redistribución de los recursos del alivio de la
deuda a nivel de las municipalidades en función de su nivel de pobreza.
Aunque este nuevo Diálogo marca así una evolución de la concepción de las
políticas públicas y de la relación de poder subyacente entre el gobierno y los
sectores populares; por el contrario, su impacto sobre la regulación económica
es reducido, el principal avance –saludado por el Comité de Enlace de Pequeño
Productores– se refiere a su reconocimiento en la Ley del Diálogo Nacional como
“agentes económicos de la Estrategia Boliviana de Reducción de la Pobreza” (arts.
3 y 4). Los pequeños productores se convierten en posibles beneficiarios de los
recursos del alivio de la deuda, aunque este reconocimiento está condicionado a
la reducción de la pobreza. La contribución de las organizaciones de pequeños
productores se refiere a la creación de empleos, generalmente precarios, mientras
que el valor agregado contabilizado en el pib proviene esencialmente de las media-
nas y grandes empresas. A pesar de las declaraciones, este tipo de empresas siguen
siendo las principales beneficiarias de las políticas gubernamentales. En general, el
principio según el cual el marco macropolítico de economía de mercado no debe
ser perturbado por las políticas sociales en general y por aquellas de reducción de
la pobreza en particular, no se ve afectado por este nuevo Diálogo (Farah, 2003).
6 El Segundo Diálogo había concedido la Tarjeta Empresarial (reconocida en la Ley del Diálogo
Nacional del 2001) pero, hasta el 2004, este dispositivo prácticamente no había sido aplicado
(entrevista con un consejero del Viceministro de la Micro y Pequeña Empresa, marzo de
2005).
260 la economía solidaria en bolivia
Más allá de hacer eco al discurso del mas, esta estrategia puede ser vista
como una continuidad de la ley de promoción económica del 2004 y de las refor-
mas emprendidas antes del 2005, y no como una nueva regulación deseada por
el gobierno de Morales. Se concentra además en la manufactura y la industria,
sectores identificados como los motores del desarrollo de El Alto “productivo y
exportador”, que incluyen a las medianas y grandes industrias –principales bene-
ficiarias de las ventajas fiscales de la ley de promoción económica– y a las micro
y pequeñas empresas.
La Dirección de Inversión, Promoción Empresarial y Microempresarial
(dipem), creada en el 2006 bajo la tutela de la Oficialía Mayor de Desarrollo
Económico, constituye el mecanismo municipal para su aplicación, e incluye al
Centro de Información y Promoción de los Agentes Económicos (cipae), que
262 la economía solidaria en bolivia
9 El 1ero de mayo de 2013 usaid fue finalmente expulsada de Bolivia por el presidente Morales,
al ser acusada de injerencia en los asuntos internos del país.
la democratización de la economía 263
Figura 5.1
Resumen cronológico de las principales políticas municipales (El Alto)
y nacionales 1985-2005
1985 1988 1992 1995 1997 1999 2001 2003 2004 2005
Fondo Social de Leyes de Iniciativa PPME 2do Diálogo Decreto
Emergencia y Participaión 1er Diálogo Nacional Supremo del
luego Fondo de Popular y de Nacional -Estrategia “Compro
Inversión Social Descentralización Boliviana de Boliviano”
Reducción de la 3er Diálogo
Pobreza Nacional
Bolivia
-Ley de Diálogo
Nacional Programa de Plan Nacional de
gobierno del Desarrollo
MAS
Asamblea
Constituyente
Guerra del gas y renuncia del
Presidente Sánchez de Lozada Elección de Evo Morales
Contexto de la cooperación
internacional
y sobre los actores que componen el movimiento de una y otra parte. La oportu-
nidad política que se abrió en el 2003 finalmente llevó a una dinámica doble. Por
un lado, el movimiento de las oeca de los años 90 se recompuso y dio lugar a un
proyecto político conocido como “economía solidaria”; cuya terminología y líneas
generales del proyecto resultan de diversas influencias tanto a nivel local, nacional
como internacional. Por otro lado, este proyecto fue controversial y dio lugar a
dos interpretaciones concurrentes, la de cioec y la de renacc. De manera que
los nuevos movimientos políticos de economía solidaria comenzaron de forma
dividida el periodo que se abrió con la elección de Morales en diciembre del 2005.
colmar este vacío. La economía solidaria forma parte del amplio espacio que es
dejado al buen juicio de los funcionarios a los que les son presentados los proyec-
tos. Por ello, existe la posibilidad, identificada por la cioec, de que el gobierno
pase de una economía de mercado a un nuevo tipo de economía mixta dirigida,
sin tomar en cuenta la economía solidaria (entrevista con el Secretario General de
la cioec, junio del 2006). En ciertos casos, las nuevas empresas estatales, como
la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (emapa), creada en el 2007,
pueden tener un efecto incluso negativo sobre las organizaciones de economía
solidaria locales al contratar directamente a ciertos productores a nivel individual
(Ruesgas Requena, 2014).
En segundo lugar, la orientación, más política que tecnocrática del gobier-
no, tiene como consecuencia la inestabilidad del personal de los ministerios. Las
divergencias políticas o personales, así como los fracasos en el establecimiento
de las políticas deseadas, conducen a cambios frecuentes, incluso en los cargos
de alta responsabilidad. En enero del 2010, Antonia Rodríguez, fundadora y di-
rectora ejecutiva de la asociación Señor de Mayo y cofundadora de la renacc,
fue nombrada Ministra de Desarrollo Productivo y Economía Plural al iniciar el
segundo mandato de Evo Morales. Un año más tarde, en enero del 2011, renun-
ció sin haber podido ejecutar la Estrategia Plurinacional de Economía Solidaria
y Comercio Justo, aprobada un mes antes.
Esta situación frena los esfuerzos de los actores sociales y políticos de hacer
conocer las especificidades de sus organizaciones y proponer políticas adaptadas.
Esta estrategia no ha recibido financiamiento hasta hoy y sigue archivada en el
Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural. El trabajo de sensibi-
lización de los responsables políticos debe rehacerse incesantemente. Por otro
lado, el nuevo Estado boliviano es también discontinuo y caótico, no puede ser
considerado como un actor racional al que se puede convencer solo con debates
y argumentación. Deben ser utilizados otros medios, en especial el cabildeo, a
través de relaciones personales de los líderes de la economía solidaria.
En suma, el periodo que comienza con la llegada de Morales al poder en el
2006 está marcado por los esfuerzos de las organizaciones matrices de economía
solidaria de influir en el diseño de nuevas políticas públicas y sin duda por la
inesperada magnitud de las dificultades encontradas, dificultadas de las organi-
zaciones –divididas hasta el 2009 y por ello sospechosas de defender intereses
privados– para demostrar su legitimidad democrática y dificultad del gobierno
para procesar sus propuestas, principalmente por falta de orientación política de
la economía solidaria y por la inestabilidad del personal gubernamental (cuadro
5.1). El resultado es un lugar potencial para la economía solidaria en las nuevas
políticas públicas y la nueva regulación económica pero que todavía necesita ser
ampliamente definido y defendido.
272 la economía solidaria en bolivia
Cuadro 5.1
Incursión de las organizaciones matrices de la economía solidaria en la política
(2001-2010)
“pactada” durante este periodo (Mayorga, 2007), porque la antigua élite tiene
copado el nuevo espacio político supuestamente democrático. Esto permite
precisamente la dominación del orden mercantil en la esfera política y refleja
las preferencias de las que gozan una parte sin duda cada vez más reducida de la
población, para la cual la política tiene como principal función promover regula-
ciones macroeconómicas mercantiles. Permite también apartar las aspiraciones
políticas del resto de los ciudadanos. En términos de Polanyi ([1944], 1983),
esta dinámica corresponde al desencastramiento de la economía, no consiste
en la autonomización utópica del mercado sino en un “reclutamiento del poder
político en el apoyo a una definición formal de la economía que contribuye a su
naturalización” (Hillenkamp y Laville, 2013: 14).
Los procesos participativos inducidos a partir de la segunda mitad de los
años 90 abren ciertas brechas en esta esfera política al servicio del mercado, pero
la participación sigue sometida a las modalidades previstas por el Estado y las
áreas abiertas a debate se limitan en general a la reducción de la pobreza. Estos
procesos finalmente resultan insuficientes: la mayor parte de la población sigue
excluida de gran parte de las decisiones políticas mientras que la expansión del
mercado está lejos de poder garantizar un nivel de vida satisfactorio. Una razón
de ello es la competencia resultante de las regulaciones mercantiles, que conduce
más a una fragmentación del tejido de las micro y pequeñas empresas que a una
mejora de la productividad y los ingresos.
La toma de conciencia de esta configuración por las poblaciones afectadas
desemboca a partir del 2000 en un movimiento social que protesta, de forma
cada vez más violenta, contra la dominación del orden mercantil y la estrechez
del espacio democrático. La inversión de las relaciones de poder político entre el
2003 y el 2005 es el resultado de este descontento. La disputa por la apropiación
de los ingresos derivados de la explotación de los hidrocarburos constituye el
punto de cristalización de este proceso.
Esta disputa no implica solamente dos visiones divergentes de la integración
de la economía en la sociedad, sino también dos órdenes y dos proyectos de so-
ciedad opuestos. Abanderada por diferentes sectores, entre los cuales se encuentra
la economía solidaria, esta transformación tiene como fundamento la extensión
del orden democrático no solamente hacia la esfera política, a través del acceso
al poder de la parte de la población hasta entonces excluida, sino también hacia
la esfera económica, a través del reconocimiento de la diversidad de la sociedad
boliviana y de sus formas de “hacer la economía”. Esta transformación tiene como
principal reto lograr mayor igualdad en las condiciones de existencia, indispensable
para el ejercicio de la democracia. Este movimiento apunta a un re encastramiento
democrático de la economía en la sociedad.
Este fundamento es portador sin embargo de proyectos diferentes y no
necesariamente convergentes. Algunos de ellos, como los defendidos por el
la democratización de la economía 275
Más allá de la reforma de las instituciones políticas: el rol de los espacios públicos
Varios movimientos sociales que involucran diversos actores y que nacen en dife-
rentes épocas deben ser incluidos en un análisis de la democratización boliviana
más allá de las reformas institucionales impulsadas por el Estado. La situación
inicial, en el momento de la transición de los años 80, es una constelación de
espacios públicos de naturaleza muy diversa y débilmente articulados entre ellos.
Uno de los principales legados de la historia colonial y republicana boliviana es
en efecto haber producido “un Estado ‘con huecos’” (pnud, 2007). Este Estado
no ejerce su autoridad y su soberanía de forma homogénea sobre el conjunto del
territorio nacional, sino a través de diversas organizaciones territoriales, Iglesias
locales, caciques, e incluso ong y agencias de cooperación internacional. Estos
actores desempeñan funciones “semi estatales” que llenan algunos de los huecos del
Estado y le confieren a este último una cierta capacidad de adaptación, al mismo
tiempo que se inscriben en el marco de relaciones sociales altamente heterogéneas:
el manejo de los asuntos públicos locales en cada uno de los espacios se basa en
normas y valores propios, sin tener necesariamente una base democrática común
(pnud, 2007: 34-36). Es por esto que dichos espacios no son necesariamente
igualitarios, pueden restringir fuertemente la expresión de ciertas poblaciones.
278 la economía solidaria en bolivia
14 Un resumen cronológico de los movimientos indígenas desde 1973 puede verse en el anexo
ii (sección A.2.3).
282 la economía solidaria en bolivia
Así, el proceso de democratización de las últimas tres décadas está marcado por
el auge de diversos tipos de espacios públicos que reivindican un lugar más allá
de aquel concedido por el Estado a través de las reformas de los 90. Una nueva
configuración de la democracia boliviana, que se supone refleja el pluralismo de
la sociedad a través de espacios públicos autónomos y articulados, parece posi-
ble, aunque esté aún lejos de haber sido alcanzada. La Constitución aprobada
en enero del 2009, que reconoce las autonomías departamentales, municipales,
regionales e indígenas, constituye sin duda un paso importante en esta dirección,
pues concede un lugar a las demandas de los comités cívicos y de los movimientos
populares, y ofrece un marco en el que los huecos del Estado boliviano pueden
ser llenados por una articulación entre espacios públicos de diferentes niveles y
de distintas naturalezas.
Por otra parte, la expansión de los espacios públicos condujo a un cambio
en la naturaleza de las demandas: primeramente centradas en la representación y
las elecciones, luego en la participación en los espacios público-administrativos,
hoy dichas demandas abordan la regulación de la economía. Este nuevo campo es
simultáneamente ocupado por dos fuerzas políticamente opuestas: el movimiento
autonomista y los movimientos populares. El primero pretende impulsar sobre
todo el desarrollo económico desde el nivel departamental, en el marco de un
nuevo Estado boliviano que sería, gracias a las autonomías, más democrático. Los
284 la economía solidaria en bolivia
Distintas medidas propuestas tanto por la cioec como por la Plataforma pueden
ser interpretadas gracias a este marco de análisis.
La demanda de reconocimiento jurídico de la propiedad colectiva de las
oeca, ya presente en la propuesta del 2006 de la cioec para la Asamblea Cons-
tituyente, constituye el punto de partida y el fundamento teórico del conjunto
de las demandas de la organización. El argumento desarrollado por la cioec
vincula la existencia de una propiedad colectiva indivisible dentro de las oeca
con su doble objetivo, “económico” y “social”: las oeca apuntan no solamente a
“obtener beneficios por actividades productivas, de transformación y de comer-
cialización”, sino también a “alcanzar el bienestar de los miembros asociados al
mejorar sus condiciones de vida, las de sus familias y de sus comunidades”.16 Así,
la existencia de bienes “que no pueden ser distribuidos individualmente”, sino que
“deben mantenerse, cuidarse e innovar para el uso de siguientes generaciones del
mismo sector” (cioec, 2006: 9) es entendida como garantía del objetivo social
de las oeca y de su contribución al desarrollo del país.
Tres propuestas de la cioec están vinculadas al reconocimiento de parte del
Estado de esta especificidad. La primera trata de la posibilidad de distribuir una
parte de los beneficios a los socios, lo que no es el caso de las oeca que tienen
un estatus legal de asociación civil, como por ejemplo los talleres de la ComArt
en El Alto. La segunda se refiere a la posibilidad de recibir subsidios públicos.
El proyecto de ley aprobado por el Congreso en junio del 2008 retoma estos dos
puntos. Establece la división del patrimonio de las oeca en tres partes: un “fondo
solidario”, destinado a los gastos que contribuyen al objetivo social de la oeca,
un “patrimonio colectivo indivisible” y un “patrimonio aportado divisible”, que
corresponde a las partes de los asociados. Basándose en esto, el proyecto de ley
autoriza una repartición mixta de los beneficios: 30% para el fondo solidario y
70% para los patrimonios, y dependen del criterio de la Asamblea General de
la oeca la repartición de la parte capitalizada como patrimonio colectivo y de
aquella redistribuida a los miembros. También podrían darse contribuciones al
patrimonio colectivo por transferencias públicas o provenientes de organismos
de apoyo privados. La demostración de la existencia de un objetivo social de las
oeca justifica así el carácter no particularista de estas transferencias: “Las trans-
ferencias públicas del Estado no pueden destinarse a beneficio privado pero sí para
beneficio y propiedad colectiva” (cioec, 2006: 9). Según este razonamiento, la
redistribución de recursos públicos a favor de organizaciones asociativas fundadas
en el principio de reciprocidad constituye una medida equitativa de desarrollo en
el sentido de la democratización de la economía.
16 Esta redacción proviene del proyecto de Ley Nº 3821, Artículo 7 (2008). Se la encuentra
también en una forma menos detallada en la propuesta de la cioec de 2006, que se refiere
a una “función social y económica” de las oeca (cioec, 2006: 9).
la democratización de la economía 291
Bolivia. Pero resalta que “no podemos olvidar mencionar las condiciones de ac-
ceso en las que los(as) productores(as) acceden a estos financiamientos, ya que en
muchos casos estos hacen insostenibles los procesos de producción y precarizan
más la economía de aquellos que se dedican a la tarea de transformar y generar
valor” (Plataforma, 2007: 23). Son cuestionados, en relación a las posibilidades
del sector productivo, el nivel de las tasas de interés, la falta de transparencia en
los reembolsos y plazos de pago, demasiado frecuentes, de estos créditos.
Según la Plataforma, el acceso al crédito para los actores de la economía
popular sigue limitado por las garantías exigidas y por la preferencia de las insti-
tuciones financieras por los asalariados que perciben ingresos fijos. Este análisis
establece que los dispositivos actuales de financiamiento no son equitativos ni
están adaptados a las formas asociativas de producción. Según la Plataforma esta
situación justifica la demanda de un sistema de financiamiento específico que re-
quiere la intervención redistributiva del Estado, en especial a través del Banco de
Desarrollo Productivo. Se requieren créditos a tasas bonificadas y fondos públicos
de garantía, a cambio, las organizaciones beneficiarias deben “priorizar acciones
que generen valor agregado y fuentes de empleo” (ídem: 29), contribuyendo así
al desarrollo del país.
Por último, la demanda de creación de una instancia gubernamental especí-
fica tiene como punto de partida la falta de consideración de parte del gobierno
del sector asociativo, proveniente del movimiento de las oeca de los años 90, a
pesar de ser un sector “altamente generador de empleo [y] recursos”. Según la
Plataforma no hay “un conocimiento previo desde el Estado de esta temática” y las
normas y la legislación existentes “no reconoce[n] al sector de Economía Solidaria
y Comercio Justo”, en general “marginado de las políticas públicas” (Plataforma,
2007: 22); el criterio es que deben liberarse recursos públicos para ponerle fin a esta
injusta situación. La instancia gubernamental específica además debe convertirse
en el lugar donde la “filosofía del trabajo” de la economía solidaria y del comercio
justo sea entendida e instituida. Esta instancia tendría la función de establecer un
marco legislativo y normativo, construir políticas públicas específicas, difundir el
modelo de la economía solidaria dentro de la sociedad y articular el movimiento
boliviano con el de otros países (ídem).
Las propuestas de los dos principales movimientos bolivianos de economía
solidaria, representados hasta el 2009 por la cioec y por la Plataforma son con-
vergentes desde el punto de vista de su concepción de la democratización de la
economía. Luchan por la institucionalización de la reciprocidad junto a los otros
principios de integración económica, requieren una intervención del Estado y se
justifican por un llamado al respeto del pluralismo y la igualdad como principios
democráticos (cuadro 5.2). La situación no es por ello menos paradójica: estas
dos organizaciones, que aspiran en el fondo al mismo modelo, están separadas.
Esta incapacidad de unirse hace que cobre peso la sospecha sobre el interés
la democratización de la economía 293
Cuadro 5.2
Resumen de las propuestas de democratización de la economía
por los movimientos de economía solidaria (2006-2007)
Régimen fiscal espe- Pluralidad de las fi- Inequidad de los Reconocimiento legal Ventajas fiscales
cífico de las OECAs nalidades de las uni- regímenes fiscales de un régimen fiscal
(CIOEC) dades productivas actuales pero volun- específico
(objetivo social de las tad de las OECAs de
OECAs) y de los mo- contribuir al fisco
dos de producción
Seguro social espe- Pluralidad de las Inequidad del siste- Sistema y órgano es- Seguro social cofi-
cífico para las OECAs formas de trabajo ma actual (regresi- pecíficos de seguro nanciado por el Es-
(CIOEC) (formas asalariadas vo), seguro social social tado
y asociativas) como derecho fun-
damental
Certificación nacional Reconocimiento de Posición comercial Certificación como Certificación cofinan-
de comercio justo las formas solidarias desfavorable de los norma pública ciada por el Estado
(Plataforma) de producción por pequeños producto-
el etiquetado de los res, discriminación
productos positiva por la certi-
ficación
Finanzas solidarias Pluralidad de las for- Inclusión financiera Órgano o ventanilla Créditos bonificados
(Plataforma) mas legales y de pro- específica de finan- y fondos públicos de
piedad, de los ritmos ciamiento garantía del Banco
de producción y de de Desarrollo Pro-
los ingresos ductivo
Instancia guberna- Pluralidad de las Ausencia de políticas Creación de una ins- Políticas públicas es-
mental de economía formas de organi- públicas y aporte del tancia gubernamental pecíficas
solidaria y comercio zación productiva y sector al desarrollo y luego de legislacio-
justo (Plataforma) de integración de la del país nes y marcos nor-
economía mativos
3. Conclusión
El derrocamiento político que vivió Bolivia entre el 2003 y el 2005 fue el resul-
tado de la configuración excluyente adoptada por el sistema de democracia y de
mercado desde las reformas neoliberales de los años 80. Esta configuración se
caracteriza por la expansión de las regulaciones mercantiles dentro de la esfera
económica y por la reducción de la esfera política a establecer estas regulaciones.
El desencastramiento de la economía –como ya lo había mostrado Karl Polanyi–
amenaza con invisibilizar la esfera política detrás de la esfera económica mercantil.
En estas condiciones, los otros principios de integración económica, más allá del
mercado, se mantuvieron principalmente en los intersticios de las regulaciones
macroeconómicas. Dado que esta configuración no condujo a un modo de de-
sarrollo suficientemente inclusivo y equitativo. La toma de conciencia de esta
incapacidad en los sectores populares excluidos de dicho modelo, conjugada a su
defensa por las élites políticas y económicas, condujo a una respuesta cada vez
más violenta en el país.
En este marco, las demandas de los sectores populares se refieren de forma
general a una extensión del orden democrático, tanto dentro de la esfera polí-
tica como dentro de la esfera económica. Tal extensión implica darle un lugar,
necesariamente nuevo, a los principios de reciprocidad y de redistribución junto
al principio de mercado. En efecto, la incapacidad de este último de garantizar
el modo deseado de desarrollo no cuestiona su pertinencia como principio de
integración económica sino su hegemonía. El mercado sigue siendo un principio
central de organización económica y un vector de emancipación en una sociedad
cada vez más urbanizada. La democracia y el mercado no dejan de constituirse
como horizonte de la mayor parte de las demandas populares, pero en el marco
de una nueva configuración marcada por la expansión de las demandas democrá-
ticas, expansión que debe distinguirse por la realización de mayor igualdad y por
consideración de la pluralidad de los valores y principios de integración económica
que atestiguan el reconocimiento de las diferencias etnoculturales.
Paralelamente, otras configuraciones del mercado y de la democracia fueron
propuestas, en especial por el movimiento cívico autonomista del oriente del país.
Esta propuesta se presenta como una extensión del orden democrático dentro de
la esfera política, y una afirmación del orden mercantil en la esfera económica; al
dejar intactas las regulaciones macroeconómicas, es considerada profundamente
insuficiente por los movimientos populares. El contenido de la democratización
política, además, no es el mismo: parte de la consideración de diferencias regio-
nales a través de la institucionalización de espacios contestatarios locales, princi-
palmente departamentales. Esta concepción no es necesariamente incompatible
con la democratización política reclamada por los movimientos populares, si se
encuentra una articulación entre los espacios públicos locales autónomos dentro
la democratización de la economía 297
países como el medio para restablecer una atribución eficiente de recursos e incre-
mentar la competitividad de las empresas. Sin embargo, si bien los planes de ajuste
estructural favorecieron el desendeudamiento y el control de la inflación, no por
ello fueron lo suficientemente eficientes en lo que se refiere al crecimiento eco-
nómico y de las exportaciones, ni al ingreso de capitales extranjeros e inversiones
(Mosley, 1992). Dichos planes generaron una caída brutal de los ingresos reales,
dejaron a las poblaciones vulnerables sin posibilidad de insertarse en las nuevas
estructuras del mercado (unicef, 1987) y favorecieron no solo la persistencia
sino incluso el incremento de las desigualdades socioeconómicas (Wade, 2011).
En un momento en el que las políticas en el mundo occidental, después de
Ronald Reagan y Margaret Thatcher, emprendían un curso neoliberal, el ajuste
estructural sirvió para adaptar, de manera brutal, a los países de bajos ingresos
a las nuevas condiciones de un mercado global. El ajuste favoreció el estableci-
miento de un nuevo orden internacional en el que los actores de la globalización
industrial y financiera ocupan una posición de poder frente a la mayor parte de
los países de América Latina, África y Asia (Peemans, 2002).
Sin embargo, esta crítica parece incompleta si se limita a denunciar el fracaso
de una aplicación hegemónica del principio de mercado a través del ajuste estruc-
tural en los países “en vías de desarrollo”. El hecho de recurrir al principio de
mercado debe ser comprendido a partir de la promesa de una sociedad que valore
la libertad individual y la igualdad de oportunidades y en la que el mercado está
asociado a la democracia, aunque esta promesa sea ambivalente y dicha asociación
sea muchas veces contradictoria. Los planes de ajuste estructural fueron fuerte-
mente criticados por las poblaciones de los países en los que fueron aplicados; no
obstante, el modelo de mercado no deja de suscitar esperanzas, incluso en países
en los que prevalece una economía popular.
El análisis realizado en los capítulos i y iii de la economía popular de El Alto,
en Bolivia, muestra que como en gran número de ciudades de América Latina
en El Alto la “reproducción ampliada de la vida” es garantizada primeramente
a través de la valorización del trabajo y de los recursos locales (Coraggio, 2006;
Sarria Icaza y Tiriba, 2006). Si bien la acumulación de capital no es la lógica do-
minante, se observa que estas prácticas se inscriben dentro de instituciones que
obedecen, al menos en parte, al principio de mercado. El estudio de caso de El
Alto revela que la inserción en distintos niveles de las estructuras de mercado,
desde la perspectiva de los actores, se vincula con la evolución de las relaciones
sociales propias de la ciudad y contiene una promesa de emancipación en relación
a las obligaciones familiares y comunitarias. La esperanza de éxito y de ascenso
social gracias al mercado lleva a una intensa competencia que compromete inme-
diatamente la posibilidad, para la mayor parte de ellos, de realizar dicha promesa.
El predominio de las estructuras dominadas por el principio de mercado,
basadas en el relacionamiento casi instantáneo entre oferta y demanda, combinada
conclusiones 301
[la razón política] está además orientada por una perspectiva económica impuesta
por el capital financiero, al que cada nación se propone ofrecer las condiciones más
favorables de su reproducción en el marco de la competencia mundial. […] Así, son
desarrolladas políticas de segmentación de la fuerza de trabajo, como consecuencia
de políticas de individualización, que reorganizan el mercado laboral sobre la base de
una precariedad que debe supuestamente permitir desarrollar una nueva energía, la
de la empleabilidad individual y de la autoempresa (Cabanes y Georges, 2009: 9-10,
subrayado mío).
2 N.d.T: Los “Treinta [años] Gloriosos” son el periodo de gran crecimiento económico que
conoció la mayoría de los países desarrollados, sobre todo los miembros de la Organización
de Cooperación y de Desarrollo Económicos (ocde), entre 1945 y 1973. La expresión fue
creada por Jean Fourastié en 1979 en alusión a los Tres [días] Gloriosos, a saber el 27, 28 y
29 de julio de 1830, jornadas revolucionarias que llevaron a la caída de Carlos x de Francia
(http://fr.wikipedia.org/wiki/Trente_Glorieuses, última consulta el 10/02/2014).
conclusiones 305
El periodo actual está marcado por una crisis de estos modelos que ha fa-
vorecido, desde hace tres décadas, el desarrollo de nuevas formas de solidaridad
en los dos continentes. Algunas de estas formas son filantrópicas, y se dan por
intermediación de grandes fundaciones o en el marco de políticas de reducción
de la pobreza, que hacen prevalecer la obligación moral sobre la redistribución
(Lautier, 2001). En mucho casos esta solidaridad filantrópica se combina con
lógicas mercantiles, como por ejemplo en los dispositivos de microfinanzas. Pa-
ralelamente, emergen o se afirman solidaridades dentro de una nueva economía
social europea y de la economía popular latinoamericana.
3 Ley N° 144 del 26 de junio de 2011 y Ley N° 338 del 26 de enero de 2013.
epílogo
La obra de Isabelle Hillenkamp no debe ser abordada como un estudio sobre Bolivia
que concierne únicamente a un público de especialistas sobre América Latina. De
forma más amplia, las investigaciones ahondadas en este país constituyen una con-
tribución importante a la teoría de la economía solidaria, en proceso de elaboración.
El desafío de esta última es en efecto desmarcarse del eurocentrismo, que es
un fuerte rasgo de la economía social, y construir una conceptualización que será
más solida en tanto sea el fruto de intercambios interculturales. Desde este punto
de vista, la metodología empleada, que nace de aquellas propuestas en el marco
de la teoría fundamentada, es particularmente pertinente puesto que no solo se
trata de construir una monografía que pueda ser comparada a otras investigacio-
nes nacionales al aislar datos cuantitativos, sino de ahondar en las temáticas que
permiten problematizar un cierto número de cuestiones, puestas en perspectiva
principalmente a través de los estudios de caso y de informaciones cualitativas.
Esta hermenéutica de las emergencias refleja fenómenos cuyo contenido sería
“invisibilizado” en los enfoques cientificistas fundados en el objetivismo. Sin
pretender abarcar el conjunto de los aportes del libro, quisiera mencionar algunos
puntos sobresalientes que incitan a un diálogo entre el Sur y el Norte, considerado
aquí como la condición de un avance en los trabajos sobre la economía solidaria,
buscando una complementariedad con el prólogo de Ivonne Farah Henrich.
conquistas, entre las cuales figura en primer plano el Estado social protector de
los ciudadanos, hecho posible por la afirmación de los valores de igualdad y de
solidaridad. Estas observaciones tienen lugar en el marco de un amplio debate
sobre la modernidad en América Latina, impulsado por una fuerte crítica del co-
lonialismo. Dichas críticas están detalladas en distintos capítulos y llevan a situar
la ambivalencia de la modernidad en la insuperable tensión entre capitalismo y
democracia, para retomar los términos de Jürgen Habermas (1988).
La modernidad política surge de una nueva constitución simbólica de lo
social (Lefort, 1986: 22-29) ya que el poder no tiene más legitimidad que la de
la conformidad legal, sobre la que solo puede pronunciarse una justicia indepen-
diente. Esta “desintrincación” del poder y del derecho le impide al poder situarse
por encima de la sociedad, y le confiere legitimidad a las controversias sobre lo
legítimo y lo ilegítimo. La invención democrática se basa en el mecanismo de
elección de representantes, pero también en la instauración de espacios públicos de
debate libre y de deliberación, que están también en tensión puesto que las voces
que emanan de dichos espacios son diferentes según sean burgueses o populares
y tengan voz sobre los principios de justicia social.
Pero la modernidad económica se reduce –durante un proceso de cierre gra-
dual expresado en la invalidación de la economía popular anteriormente mencio-
nada– a la naturalización del capitalismo mercantil, convirtiéndose con el tiempo
en sinónimo de creación de riquezas y de eficacidad productiva. Sin embargo,
detrás del discurso de racionalidad se esconden los fenómenos de expropiación
de las otras modalidades de acción económica y el abandono del pluralismo que
condujo en los años 80 a un pensamiento económico único, simbolizado por el
Consenso de Washington.
No se trata de sustituir la mitificación de la modernidad que caracterizó al
siglo xx por una condena demasiado simple de la misma, esto conduciría a ignorar
sus ambigüedades. Como sugieren Ivonne Farah y Mauricio Gil (2012), el trabajo
de elaboración está todavía por comenzar en dirección de nuevas modernidades.
La retrospectiva histórica en Europa y en América Latina permite ver una pe-
riodización de las tensiones entre democracia y capitalismo (Laville, 2010). Las
revoluciones democráticas provocan, en un primer momento, movimientos de
emancipación que modifican la trayectoria de la economía popular gracias al auge
del asociacionismo solidario. En un segundo momento, el capitalismo se instala
con los efectos de evicción ya mencionados que llevan a la discriminación de las
asociaciones, al preferir las élites una solidaridad filantrópica a una solidaridad
democrática. En un tercer momento, se esboza el reparto entre mercado y Estado,
confundiendo al mercado con la economía y al Estado con lo social, al mismo
tiempo que se integran componentes de la economía social en esta arquitectura
dualista.
322 la economía solidaria en bolivia
Jean-Louis Laville
Paris, septiembre de 2013
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Siglo XIX El trabajo asalariado está poco desarrollado. En las ciudades, maestros y aprendices están orga-
nizados en corporaciones de artesanos.
Existen sociedades de socorro mutuo para los obreros, enmarcadas por el medio católico (Sociedad
Fraternal de Obreros de La Cruz; Sociedad de Obreros El Porvenir, 1888).
1900-1920 El trabajo asalariado se desarrolla y aparecen las federaciones obreras (Federación de Ferroviarios
de Oruro, Federación Obrera de La Paz).
1919 Los obreros de la mina Huanuni (departamento de Oruro), explotada por el industrial Simón I.
Patiño, reclaman jornadas de ocho horas.
1921 Levantamiento de las comunidades indígenas de Jesús de Machaca (departamento de La Paz).
1927 Levantamiento de las comunidades indígenas de Chayanta (departamento de Potosí).
1936 Creación del premier sindicato agrario en Huasacalle (departamento de
Cochabamba) por los peones de la hacienda Santa Clara.
1938 El artículo 159 de la Constitución reconoce el derecho de libre sindicalización.
1938 Creación del Sindicato Mixto3 de Trabajadores Mineros de Huanuni.
1940 El levantamiento de los mineros de Huanuni tiene repercusiones a nivel nacional.
1944 Creación de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) en Huanuni.
1945 Primer Congreso Indígena organizado por los sindicatos campesinos en La Paz.
1946 La FSTMB define su orientación política con la Tesis de Pulacayo.
1947 Levantamientos indígenas en los departamentos del Altiplano y de Cochabamba.
1952-55 Creación de la Central Obrera Boliviana (COB) con la ambición de agrupar al conjunto de los
movimientos sindicales (1952). Dominación de los sindicatos mineros.
Nacionalización de las minas y reforma agraria (1953); creación de la Confederación Nacional de
Trabajadores Campesinos de Bolivia (CNTCB), controlada por el Estado.
Periodo de rápida expansión del sindicalismo campesino. En casi todas las haciendas y comunida-
des, son creados sindicatos campesinos. Su número alcanza aproximadamente 20 000 en 1955.
1964 Después del golpe de Estado que derrocó al gobierno civil de Paz Estenssoro, el general Barrientos
establece un pacto con los sindicatos campesinos (Pacto militar-campesino), que dominará el
espacio político boliviano hasta la caída definitiva de los regímenes militares en 1982.
1967 Masacre de San Juan: represión del movimiento sindical en la mina Siglo XX (departamento de
Potosí) por el gobierno del general Barrientos.
1971 Creación de la Confederación Nacional de Colonizadores de Bolivia, afiliada a la COB y cuyo primer
secretario es el dirigente katarista Jenaro Flores.
Mediados de Disminución del control gubernamental sobre los sindicatos; paralelamente, el movimiento kata-
los 70 rista de Jenaro Flores y Raimundo Tambo gana el control de las principales instancias sindicales.
1979 Creación de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB),
que reemplaza a la CNTCB, durante el Congreso de la COB.
1978-80 Creación de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia Bartolina
Sisa, que reúne a distintos sindicatos de mujeres creados durante los movimientos de protesta
contra las dictaduras.
Años 80 Creación de comités de autodefensa de los productores de coca, y su posterior transformación
en sindicatos campesinos y agrupación en las Federaciones de productores de coca del trópico
de Cochabamba y de La Paz.
1983 Es reconocido el estatus legal de la Corporación Agropecuaria Campesina (CORACA), “brazo
económico” de la CSUTCB.
anexos 367
1985 Despidos masivos de mineros de la empresa estatal COMIBOL y privatización de las minas. Declive
de la COB.
1985 Evo Morales se convierte en el presidente de la Federación de productores de coca del trópico de
Cochabamba.
1994 La ley de participación popular reconoce a los sindicatos campesinos como Organizaciones
Territoriales de Base (OTB).
1998 Felipe Quispe Huanca “El Mallku”, dirigente del Movimiento Indigenista Pachakuti (MIP), se convierte
en secretario ejecutivo de la CSUTCB.
2003-05 La COB participa del movimiento que conduce a la caída del gobierno de Sánchez de Lozada y a la
posterior llegada al poder de Morales, y apoya el proyecto de nacionalización de los hidrocarburos.
2013 La COB pretende crear su propio partido político para enfrentarse a Morales en las elecciones
generales del 2014, defendiendo una línea “revolucionaria” a favor de los trabajadores.
Fuente: Antezana Ergueta (1982); Quisbert (2007).
1973 Frente a la visión de clases defendida por los sindicatos, el Manifiesto de Tiwanaku denuncia las
raíces culturales e ideológicas de la opresión de las poblaciones indígenas de los Andes. Traducido al
aymara, al quechua y al español, se convierte en el texto fundador del movimiento katarista aymara.
1979 Es creada la CSUTCB como “principal organización de los pueblos originarios quechuas, aymaras,
tupis-guaranís y otros trabajadores campesinos”.
1982 Creación de la Confederación de los Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), que reúne a los Guaraní-
Izoceños, Chiquitanos, Ayoreos y Guarayos.
1983 Tesis política de la CSUTCB, que propone en especial la construcción de un Estado Plurinacional
y la educación intercultural y bilingüe.
Finales de los Comunidades aymaras inician la “reconstitución” de su ayllu con el apoyo de instituciones como
80 el Centro Andino de Desarrollo Agrícola (CADA) y el Taller de Historia Oral Andina fundado por la
socióloga e historiadora boliviana Silvia Rivera Cusicanqui.
1990 La Marcha por el Territorio y la Dignidad, lanzada por los Moxeños, une las Tierras Bajas con La Paz.
Es la marca del reconocimiento nacional de los pueblos indígenas de las Tierras Bajas y su unión
con los movimientos del Altiplano. Un decreto supremo reconoce los primeros territorios indígenas.
1993 Víctor Hugo Cárdenas, hombre político de origen aymara, es elegido vice-presidente de Bolivia,
pero no obtiene más que escasos avances concretos a favor de las poblaciones indígenas.
1995 Creación de la Asamblea por la Soberanía de los Pueblos (ASP) y del Instrumento Político por
la Soberanía de los Pueblos (IPSP) que dará origen al MAS y cuyo objetivo es la toma de poder
político a nivel nacional.
1996 La Marcha por el territorio, el Desarrollo y la Participación Política de los Pueblos Indígenas, organi-
zada por la CIDOB, une el sitio pre-inca de Samaipata, en el departamento de Santa Cruz, con La Paz.
Promulgación de la Ley Nº 1715 que da origen al Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) y
reconoce 33 Tierras Comunitarias de Origen (TCO).
1997 Creación del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), que pretende
representar a las naciones y pueblos indígenas del Altiplano.
1999 El IPSP se convierte en partido político gracias a su alianza con el MAS (nacimiento del MAS-ISPS,
dirigido por Evo Morales).
368 la economía solidaria en bolivia
2000 Creación del Movimiento Indígena Pachakuti como instrumento político de la CSUTCB, dirigido por
Felipe Quispe. El mismo suscita en especial la adhesión de campesinos aymaras que consideran
que la política del MAS es demasiado moderada.
Marcha por la Tierra, el Territorio y los Recursos Naturales, organizada por la Coordinadora de
Pueblos Étnicos de Santa Cruz (CPESC), los Moxeños del departamento del Beni y otros pueblos de
la Amazonía. Un decreto supremo reconoce las lenguas de los pueblos indígenas de Tierras Bajas.
2002 La Marcha por la Soberanía Popular, el Territorio y los Recursos Naturales entre Santa Cruz y La
Paz reúne a 50 organizaciones campesinas e indígenas. En Caracollo, los pueblos del Altiplano se
unen a la movilización. Acuerdo con el gobierno para la realización de una Asamblea Constituyente.
2005 Las principales organizaciones indígenas (CSUTCB, CONAMAQ, CIDOB, CSCIB, así como el
sindicato de mujeres campesinas Bartolina Sisa) hacen un Pacto de unidad nacional próximo al
gobierno de Morales.
2006 La Asamblea Nacional de las Organizaciones Indígenas, Originarias, Campesinas y de Colonizadores
de Bolivia, que reúne a la CIDOB, la CSUTCB, el CONAMAQ, el sindicato de mujeres campesinas
Bartolina Sisa, organizaciones de colonizadores y de los pueblos guaranís y moxeños, publica un
manifiesto en el que se declara “guardiana de la Asamblea Constituyente”.
2011 El 15 de agosto, la población del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS),
situado entre las faldas de los Andes y las Tierras Bajas, en la frontera entre los departamentos de
Cochabamba y del Beni, comienza una marcha para protestar contra el proyecto gubernamental
de construcción de una carretera que atraviesa su territorio. Después de una violenta represión
por parte del gobierno en Yucumo, el conflicto adquiere una amplitud nacional. El Pacto de unidad
nacional se fisura; los pueblos indígenas de Tierras Bajas denuncian el centralismo del gobierno
de Morales y las contradicciones de su política ambiental.
2013 Damián Condori, representante del departamento de Chuquisaca, se convierte en secretario de la
CSUTCB. Expresa abieramente su apoyo al gobierno de Morales y su voluntad de contribuir “a la
liberación del país” a través de la unión entre Aymaras, Quechuas e indígenas de Tierras Bajas.
Fuente: Michaux, Gonzáles y Blanco (2003); Ticona Alejo (2003b).
Años 50 La corriente pentecostalista penetra en Bolivia bajo la influencia de la Iglesia Evangélica pentecostal
de Chile; se implanta en particular en las comunidades aymaras en la frontera entre los dos países.
1952 La revolución nacional da origen a movimientos católicos progresistas que buscan poner en práctica
la opción preferencial por los pobres elaborada en la doctrina social de la Iglesia.
1958 Creación de Cáritas Boliviana dentro de la Conferencia episcopal de Bolivia.
1968 Conferencia general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Medellín (Colombia). Es
denunciado el carácter inhumano y antievangélico de la pobreza.
1968 Llegada a Bolivia del cura jesuita español Luis Espinal.
1973 Fundación de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Bolivia.
1979 Conferencia general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Puebla (México): afirmación
de la “necesidad de conversión de toda la Iglesia a la opción preferencial por los pobres para su
liberación integral” (n. 1134, citado en Gutiérrez, 2007).
1980 Asesinato de Luis Espinal en La Paz por la policía secreta de Luis García Meza.
Aproximadamente 80 000 personas asisten al entierro del “defensor del pueblo”.
1991 Llegada a Bolivia de Nicolás Castellanos, cura español y ex–obispo de la diócesis de Palencia, en
España. Junto con un grupo de curas obreros y militantes laicos, funda el proyecto “Hombres
Nuevos”, activo en los barrios desfavorecidos de Santa Cruz.
anexos 369
1992 Conferencia general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Santo Domingo (República
Dominicana).
1995 Las pastorales sociales se unen a Cáritas Boliviana, que toma el nombre de Comisión Episcopal
de la Pastoral Social – Cáritas Boliviana (CEPAS Cáritas).
2001 El arzobispo de Santa Cruz, Julio Terrazas, se convierte en el primer cardenal de Bolivia. Preside la
Conferencia Episcopal Boliviana así como el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo
Episcopal Latinoamericano (CELAM).
2007 5ta Conferencia general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida (Brasil).
2009 La Nueva Constitución Política del Estado hace de Bolivia un Estado aconfesional y laico, recono-
ciendo así “la libertad de religión y de creencias espirituales” (art. 4).
Fuente: Rivière (2004); Gutiérrez (2007).
370 la economía solidaria en bolivia
anexo iii:
principales organizaciones de economía solidaria
estudiadas
Organizaciones sociales de El Alto que apuntan a la mejora de los ingresos de la población urbana
Centro de Estu- RENACC La Paz 1999 Promoción in- El Alto Equipo de 22 per-
dios y Apoyo al tegral de los sonas, 200 jóve-
Desarrollo Local derechos de los nes capacitados
–CEADL (asocia- jóvenes (y apoyo por año
ción civil) a las iniciativas
productivas)
Centro de Pro- RENACC La Paz 1983 Desarrollo pro- El Alto Equipo de 45 per-
moción de la ductivo y laboral sonas; 800 a 900
Mujer Gregoria (capacitación y mujeres capacita-
Apaza –CPMGA consejo técnico das por año
(asociación civil) en confección
textil, prepara-
ción de alimentos
y tejido manual y
mecánico), ac-
ción ciudadana,
fortalecimiento
personal y fa-
miliar, comuni-
cación social y
acceso a tecno-
logías
Centro de Inves- RENACC La Paz 1994 Apoyo a las or- El Alto Equipo de 11
tigación Social y ganizaciones de personas; aprox.
Trabajo en Equi- los sectores más 70 beneficiarios
pos Multidiscipli- vulnerables de de capacitaciones
narios –CISTEM El Alto, incluido técnicas y 450
(asociación civil) el apoyo a las de microcréditos
actividades eco- por año
nómicas locales
y microfinancia-
mientos
Centro Integral RENACC La Paz 2002 Capacitación téc- El Alto Equipo de 8 per-
Mixto en Arte- nica y producción sonas; aprox. 50
sanías CIMA-Jo- en joyería alumnos capaci-
yería (institución tados por año
privada)
Organizaciones sociales de La Paz que manejan proyectos de desarrollo, especialmente en las zonas pobres
del Altiplano
Andino Intercul- RENACC La Paz 2005 Acompañamien- Zonas rurales del Equipo de 4 per-
tural Ispalla -CAI to integral de departamento de sonas; aprox.
Ispalla las comunida- La Paz 300 familias be-
des campesinas neficiarias en 7
y en particular comunidades de
de la “cultura las Provincias Ca-
de la diversidad macho y Aroma
agrícola” y de la del departamento
“cultura de la di- de La Paz
versidad de los
conocimientos en
la escuela”
anexos 373
Centro de Pro- RENACC La Paz 1996 Actividades a fa- Zonas rurales de Equipo de 4 per-
moción y Estu- vor de los peque- los departamen- sonas al que se
dios Wiñay -CE- ños productores tos de La Paz suma una red
PROEST Wiñay organizados, (Alto Beni), Co- importante de
principalmente chabamba, Santa consultores para
en las áreas de Cruz y Sucre la realización de
educación y de- proyectos
fensa del medio
ambiente
Centro de Inves- RENACC La Paz 1985 Apoyo a las ini- Grupos de pro- Equipo de 9 per-
tigación de Ener- ciativas empresa- ductores de sonas; aprox.
gía y Población riales de las po- comunidades 225 beneficiarios
-CIEP blaciones rurales rurales de los de- directos, de los
y urbanas mar- partamentos de cuales 55% son
ginales pobres, La Paz, Oruro y mujeres
particularmente Potosí; artesanos
en artesanía tra- de El Alto
dicional
El libro de Isabelle Hillenkamp dará mucho de qué hablar por su sólido
esfuerzo teórico e interpretativo ajeno a posturas reduccionistas y
deterministas en el análisis de la economía. Hillenkamp construye un
marco teórico para reflexionar sobre las relaciones actuales entre
economía, democracia y solidaridad, que se instituyen en nuestras
sociedades como requisito para enfrentar las contradicciones del capi-
talismo que solo pueden resolverse en el espacio público. Teniendo
como referente a la ciudad de El Alto, esa reflexión se realiza en base
al estudio de las lógicas de funcionamiento y los significados de la
economía solidaria, considerada como un sistema de mediaciones
entre mercado y democracia que permiten conciliar el valor de la igual-
dad y el de libertad. Entre estas mediaciones se ubican la solidaridad
familiar y comunitaria, la redistribución orientada a sostener sistemas
estatales de protección social, y la propia economía social y solidaria.
En este marco, la autora muestra cómo se han desarrollado y articu-
lado los principios plurales de integración económica: redistribución,
reciprocidad, intercambios mercantiles y administración doméstica, y
cómo ellos –en su articulación dinámica y contradictoria– pueden
provocar procesos de transformación social.
Ivonne Farah H.