Las 7 Fiestas de Israel - JSPM
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1. PASCUA: 14 de NISAN. (Marzo o Abril), leer (Ex 12: 1-14; Lev 23: 5; Luc 22: 13, 14 y Jn 2:
13).
2. PANES SIN LEVADURA O AZIMOS: 15-21 de NISAN. (Marzo o Abril), leer (Ex 12:15-20; 13:3-
10; Lv 23:6-8; Mrc 14:1,12). En esta fiesta aparecen los dos primeros sábados ceremoniales, los
cuales se guardaban de igual manera que el sábado semanal del séptimo día. Estos se
guardaban de puesta a puesta del Sol, y no tenían porque coincidir con el séptimo día semanal
para ser observados como días de reposo. Pero cuando uno de los sábados ceremoniales
anuales coincidía con el sábado del séptimo día se constituía en una celebración más solemne
y se le llamaba "sábado grande" o "de gran solemnidad".
Ejemplo de esto lo encontramos en el pasaje bíblico de (Jn 19:31). Este era un día donde
coincidía la celebración de dos días de reposo a la vez. En este caso, se celebraba el primer día
de la fiesta de los Panes sin Levadura (Lev 23:7, 8) en el día 15 de Nisán, el cual fue el sábado
que Jesús estuvo en la tumba ya que El había sido crucificado y muerto el día viernes 14 de
Nisán, durante la celebración de la fiesta de Pascua. Debemos también resaltar que el día 21
de Nisán, el cual era el último día de la celebración de la fiesta de los Panes sin Levadura,
también era un sábado ceremonial anual, el cual debía observarse como día de reposo
también.
3. PRIMICIAS: 16 de NISAN. (Marzo o Abril), leer (Lev 23:9-14). A esta fiesta se le llamaba
también la de los primeros frutos de la cosecha del trigo y de la cebada.
4. PENTECOSTES O SEMANAS (Primera Cosecha): 6 de SIVAN. (Mayo o Junio), leer (Ex 23:16;
Lev 23:15-21; Hech 2:1). Esta fiesta se debía celebrar 50 días después del día 16 de Nisán que
era el día de la celebración de la fiesta de las primicias. Esta coincidía entre el mes de mayo o
principios de junio. Esta fiesta a la vez constituía el tercer sábado ceremonial anual. Ese día se
celebraba la primera cosecha anual de la cebada y el trigo. (Después de estas cuatro primeras
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fiestas ceremoniales primaverales anuales, las cuales incluían tres sábados ceremoniales, debía
celebrarse las tres restantes otoñales, que a la vez contenían cuatro sábados ceremoniales.)
La celebración de estas siete fiestas anuales, con sus siete sábados ceremoniales incluídos,
eran profecías de tiempo. Las cuatro primeras fiestas primaverales debían cumplirse en su
antitipo, con total exactitud, durante los eventos del ministerio de Cristo en su primera venida.
Las tres últimas fiestas se cumplirían en el tiempo de otoño y a la vez estas, con sus cuatro
sábados ceremoniales, tipificaban los eventos en relación al mensaje del segundo
advenimiento de Cristo a la Tierra. Debemos prestar mucha atención a lo que estudiaremos a
partir de este momento, porque es muy importante, para entender el mensaje que el autor de
este artículo quiere compartir como nueva luz para el pueblo remanente de Dios.
Durante muchos años hemos enseñado erróneamente que en la Biblia no aparecerá más
ningún mensaje profético en relación con un tiempo definido que proclamar, por parte del
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pueblo de Dios, al mundo y que sobrepase la fecha del 22 de octubre de 1844. Esta posición se
ha convertido en un dogma peligroso que contradice el patrón de interpretación bíblico y
profético aplicado, a través de la historia, al capítulo 23 del libro de Levíticos. Hoy en día todos
sabemos que fue Moisés quién, inspirado por Dios, escribió el Pentateuco.
Pero dentro del Pentateuco se encuentra el libro de Levíticos. Allí, en su capítulo 23, Dios, en
su Omnisciencia, nos revela el fin desde el principio, al establecer proféticamente la historia
del plan de la salvación en Cristo quien es "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo",
a través de estas siete fiestas y sábados ceremoniales presentes dicho capítulo. Esto fue
establecido 1500 años antes de la primera venida de Cristo al mundo como humano. Estas
fiestas comenzarían su cumplimiento preciso a partir del día viernes 14 de Nisán del año 31
d.C., fecha en la cual se celebraba la fiesta pascual, el mismo día en que Jesús fue crucificado y
muerto.
Estas siete fiestas debían extender su cumplimiento profético a partir de ese día, pasando por
los siglos de la historia, hasta la Segunda Venida de Cristo al mundo en gloria y majestad,
durante los eventos de la fiesta de los tabernáculos. Pero cada una de estas fiestas debían
tener completo y exacto cumplimiento en cuanto a los acontecimientos y tiempos anunciados
en los rituales simbólicos de Levíticos 23. Debemos entender algo muy importante acerca de
un tema que hemos ignorado hablar a través de la historia de nuestro movimiento. Este
asunto se relaciona con el hecho de que este capítulo de Levíticos es uno de los capítulos
proféticos de la Biblia. Por tanto, lo que estaba preanunciado, en dicho capítulo, debía y debe
cumplirse con total exactitud, en cuanto al acontecimiento y la fecha de los rituales simbólicos
establecidos allí.
Elena de White confirma este argumento, con total firmeza, en su libro el Conflicto de los
Siglos, al decirnos lo siguiente: "Los argumentos basados en los símbolos del Antiguo
Testamento indicaban también el otoño como el tiempo en que el acontecimiento
representado por la 'purificación del santuario' debía verificarse. Esto resultó muy claro
cuando la atención se fijó en el modo en que los símbolos relativos al primer advenimiento de
Cristo se habían cumplido. La inmolación del cordero pascual prefiguraba la muerte de Cristo.
San Pablo dice: 'Nuestra pascua, que es Cristo, fue sacrificada por nosotros.' (1 Corintios 5:7).
La gavilla de las primicias del trigo, que era costumbre mecer ante el Señor en tiempo de la
Pascua, era figura típica de la resurrección de Cristo. San Pablo dice, hablando de la
resurrección del Señor y de todo su pueblo: 'Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en
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su venida.' (1 Corintios 15:23). Como la gavilla de la ofrenda mecida, que era las primicias o los
primeros granos maduros recogidos antes de la cosecha, así también Cristo es primicias de
aquella inmortal cosecha de rescatados que en la resurrección futura serán recogidos en el
granero de Dios." (Conflicto de los Siglos. Capítulo 23, p. 450).
Elena de White continúa diciendo algo muy importante, en su libro, en torno al cumplimiento
de estas fiestas. Entender este comentario, de la sierva del Señor, resulta de vital importancia,
para percatarnos que la fecha del 22 de octubre de 1844 d.C., no es el último mensaje en
relación con el tiempo que debe predicar al mundo el pueblo de Dios. Ella añadió lo siguiente:
"Estos símbolos se cumplieron no sólo en cuanto al acontecimiento sino también en cuanto al
tiempo". (Ibidem). Es decir que, cada fiesta ceremonial, presente en el capítulo 23 de Levíticos,
se cumplió en la historia profética del pueblo de Dios al pie de la letra, en cuanto al
acontecimiento y el tiempo preanunciado por el ritual simbólico desde la celebración de la
Pascua, el 14 de Nisán del año 31 d.C., con la muerte de Cristo.
A partir de allí se habían de cumplir las restantes tres fiestas primaverales, en cuanto al
acontecimiento y el tiempo preanunciados por el ritual simbólico y así lo hicieron. El día
siguiente a la muerte de Cristo, que era el 15 de Nisán, se debía celebrar el primer día de la
fiesta de los Panes sin Levadura, el cual a la vez era un sábado ceremonial, (Lev 23:6-8). Este
día del año 31, cuando Cristo murió, según (Juan 19:31) era un día "de gran solemnidad", ya
que ese día coincidían dos sábados a la misma vez, en este caso el primer sábado ceremonial
de los panes ázimos y el séptimo día semanal que era de reposo, según (Ex 20:8-11). El día
siguiente, que era 16 de Nisán, era el domingo en ese año 31. Ese día debía celebrarse la fiesta
de las Primicias o gavillas mecidas según (Lev 23:9-14).
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el Padre, los ángeles y los mundos no caídos, como primicias de todos los seres humanos que
serían cosechados por el gran sacrificio de Cristo. La evidencia de esta resurrección se
encuentra relatada en (Mat 24:51-53) y de ella habla el apóstol Pablo en (1 Cor 15:23).
Posteriormente a esta fecha se contaban 50 días para dar inicio a la celebración de la fiesta de
Pentecostés o de las Semanas o de la Primera Cosecha como también se llamaba. Esta se
celebraba en el día 6 de Siván y era en honor a la primera cosecha anual que era la de la
cebada y el trigo. Esta fiesta se cumplió literalmente 50 días después de la resurrección de las
primicias como lo estipulaba (Lev 23:15-21).
Por tanto y demás: la fiesta de las Trompetas, el día de la Expiación, y la fiesta de los
Tabernáculos debían tener, como las primaverales, un cumplimiento exacto en cuanto al
acontecimiento y el tiempo preanunciado en su ritual simbólico de Levíticos 23. Entonces la
presencia de esta regla bíblica y profética innegable, en Levíticos 23, debe llevarnos a la
conclusión de que no podemos afirmar, como hasta aquí lo hemos hecho, de que después de
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la fecha del 22 de octubre de 1844, el pueblo de Dios no tendrá más mensajes de tiempo que
proclamar al mundo.
Todos sabemos que la Biblia no se contradice. Por tanto, nosotros los seres humanos, no
estamos autorizados para negar un claro "Así dice Jehová". La pregunta que ahora deberíamos
hacernos, después de haber analizado estas citas bíblicas, en armonía con el Espíritu de la
Profecía, es la siguiente: ¿Qué sucede en cuanto a la última o séptima fiesta de la lista
ceremonial de Levíticos 23?
Esta es la fiesta de los Tabernáculos, Enramadas, Sukkot o Cosecha final. El objetivo principal
por el cual Dios estableció esta fiesta fue que su pueblo recordara que ellos habitaron en
tiendas durante su travesía en el desierto; y que recordaran que Dios también habitó en medio
de ellos en el Tabernáculo de Reunión. "Y le haréis fiesta a Jehová por siete días cada año; será
estatuto perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo la haréis. En tabernáculos
habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos, para que sepan vuestros
descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la
tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios." (Lev 23:42-43).
Pero sabemos, sobradamente, que su cumplimiento antitípico no ha acontecido aún. Por tanto
su cumplimiento, como las seis que la antecedieron, dígase Pascua, Panes sin Levadura,
Primicias, Pentecostés, Trompetas y Yom-Kippur, ha de ser exacto en cuanto al acontecimiento
y el tiempo del ritual simbólico. Si en las seis anteriores a ella nosotros reconocemos, en
nuestros comentarios, con admiración su cumplimiento exacto, en cuanto el acontecimiento y
el tiempo, ¿por qué ignoramos que la fiesta de los Tabernáculos presenta igual patrón de
cumplimiento que sus antecesoras, en cuanto al acontecimiento y el tiempo presente en su
ritual simbólico?
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Desde antes que Elena de White escribiera sobre este asunto, ya Miller y Samuel Snow lo
habían descubierto y publicado en las páginas de nuestras editoriales. Georges Knight nos
habla, detalladamente, de este tema, en la matutina del año 2014 titulada: "A Menos que
Olvidemos". El refiere lo siguiente: "Miller mismo tuvo que mostrar la lógica de la nueva
interpretación en un artículo de la Revista Señales de los Tiempos del día 17 de mayo de 1843.
En ese momento, razonó que el primer advenimiento de Cristo se habría cumplido durante las
fiestas de primavera del año ceremonial establecido en Levíticos 23, pero que las fiestas de
otoño, o el séptimo mes debían estar relacionadas con la Segunda Venida." (Georges Knight,
"A Menos que Olvidemos". APIA. 23 de enero del 2014, página 31).
El añade lo siguiente: "Después de todo, la ofrenda de las primicias la muerte de Cristo como el
cordero pascual y el derramamiento pentecostal, todos habían ocurrido de acuerdo con el
Nuevo Testamento. Pero ninguna de las fiestas del séptimo mes ligadas al tiempo de la
cosecha había tenido cumplimiento durante el periodo neotestamentario."(Ibidem). Georges
Knight, continúa diciéndonos lo siguiente: "Sin embargo, Snow siguió la lógica de William
Miller hasta su conclusión natural [...] Snow había publicado sus hallazgos en el Clamor de
Medianoche el 22 de febrero de 1844, por primera vez, pero no había nadie preparado para
escuchar. Sin embargo para agosto eran todo oídos."(Ibidem).
El añade aún más: "Al escribir el día 6 de octubre, el día que finalmente aceptó la fecha del 22
de octubre, Miller exclamó, en el artículo de tapa de El Clamor de Medianoche del 12 de
octubre. 'Veo una gloria en el séptimo mes que nunca antes vi. Aunque el Señor me había
mostrado la relevancia típica del séptimo mes hace un año y medio [el artículo de mayo de
1843], sin embargo no me di cuenta de la fuerza de los caracteres [...] Gracias al Señor, oh mi
alma. Benditos sean el hermano Snow, el hermano Storrs y los demás por su intervención para
abrirme los ojos. Casi estoy en casa. ¡Gloria! ¡Gloria!!! Veo que el tiempo es correcto [...]".(Ibid.
24 de Enero 2014, página 32).
La pregunta que debemos hacernos nosotros, hoy día, es la siguiente: ¿Por qué no hemos
continuado la línea de pensamiento lógico en cuanto al cumplimiento exacto de
acontecimiento y tiempo, iniciada por Miller, resucitada por Snow y Storrs y reafirmada por
Elena de White, en su libro El Conflicto de los Siglos? La misma línea de pensamiento lógico, en
la interpretación de la Biblia, los habría llevado a ellos mismos poder entender que el día de la
Expiación era la sexta fiesta del calendario judío y no la séptima. La séptima y última era la de
los Tabernáculos, por lo que la del día de la Expiación, cumplida el 22 de octubre de 1844, no
podía ser el evento de la Segunda Venida de Cristo, ya que faltaba la séptima fiesta por
cumplirse en su antitipo. Pero tanto los milleritas como el movimiento adventista nos hemos
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mantenido estáticos en la fecha de 1844, sin poder ver más allá el nuevo periodo de tiempo
que marca la fiesta de los Tabernáculos.
¿Por qué los milleritas y nosotros, los continuadores de su legado histórico profético, no le
hemos dado el énfasis debido al acontecimiento y tiempo de la fiesta de los Tabernáculos?
¿Por qué si esta fiesta se extendía más allá del día de la expiación en cuanto a su celebración y
cumplimiento, en octubre de 1844, no hablamos de su cumplimiento profético en cuanto al
tiempo exacto, especificado en su ritual simbólico? ¿Por qué, si reconocemos que las seis
primeras fiestas tuvieron un cumplimiento antitípico, en cuanto a los acontecimientos y los
tiempos, simbolizados por sus tipos, no reconocemos que la séptima tendrá un cumplimiento
antitípico en el tiempo también?
"Lo triste es que Dios ha elegido usar a seres humanos falibles en su misión terrenal. La buena
noticia es que continúa obrando en nosotros, a pesar de nuestras debilidades. Por eso
podemos alabarlo."(Ibid. 25 de Enero 2014, página 33).
Muchos se preguntarán lo siguiente: ¿Por qué Elena de White no habló sobre este asunto? Yo
les respondería que ella no habló de ello porque esta luz no era verdad presente para sus días,
por tanto ella no podía ver más allá de lo que Dios le había revelado a ella y a sus
contemporáneos. Analicemos lo que ella escribió, en relación a la revelación de Dios, según las
necesidades de cada época:
"Cada cual tiene su papel que desempeñar; a cada cual le ha sido concedida cierta medida de
luz adecuada a las necesidades de su tiempo, y suficiente para permitirle cumplir la obra que
Dios le asignó. Sin embargo, ningún hombre, por mucho que le haya honrado el Cielo, alcanzó
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jamás a comprender completamente el gran plan de la redención, ni siquiera a apreciar
debidamente el propósito divino en la obra para su propia época. Los hombres no entienden
por completo lo que Dios quisiera cumplir por medio de la obra que les da que hacer; no
entienden, en todo su alcance, el mensaje que proclaman en su nombre[...]Ni siquiera los
profetas que fueron favorecidos por la iluminación especial del Espíritu comprendieron del
todo el alcance de las revelaciones que les fueron concedidas. Su significado debía ser
aclarado, de siglo en siglo, a medida que el pueblo de Dios necesitase la instrucción contenida
en ellas." (Conflicto de los Siglos. Capítulo 20, pp 292, 293).
La Biblia nos habla sobre este tema de la siguiente manera: "Respecto de la cual salvación,
buscaron e inquirieron diligentemente los profetas, que profetizaron de la gracia que estaba
reservada para vosotros: inquiriendo que cosa o que manera de tiempo indicaba el Espíritu de
Cristo que estaba en ellos, cuando de antemano daba testimonio de los padecimientos que
durarían hasta Cristo y de las glorias que los seguirían. A quienes fue revelado que no para sí
mismos, sino para nosotros ministraban estas cosas." (1 Ped 1:10-12).
Elena de White, comentando este pasaje, nos dice lo siguiente: "No obstante, a pesar de no
haber sido dado a los profetas que comprendiesen enteramente las cosas que les fueron
reveladas, procuraron con fervor toda la luz que Dios había tenido a bien manifestar[...]¡Qué
lección para el pueblo de Dios en la era cristiana, para cuyo beneficio estas profecías fueron
dadas a sus siervos![...]Considerad a esos santos hombres de Dios que'buscaron e inquirieron
diligentemente' tocante a las revelaciones que les fueron dadas para generaciones que aún no
habían nacido." (Conflicto de los Siglos. Capítulo 20, p 393).
Ella continúa escribiendo lo siguiente: "Si bien es cierto que la inteligencia de los hombres no
es capaz de penetrar en los consejos del Eterno, ni de comprender enteramente el modo en
que se cumplen sus designios, el hecho de que le resulten tan vagos los mensajes del cielo se
debe con frecuencia a algún error o descuido de su parte. A menudo la mente del pueblo—y
hasta de los siervos de Dios—es ofuscada por las opiniones humanas, las tradiciones y las
falsas enseñanzas de los hombres, de suerte que no alcanzan a comprender más que
parcialmente las grandes cosas que Dios reveló en su Palabra." (Ibid. p 394).
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Sin lugar a dudas, el mensaje de la cosecha, representado en la fiesta de los Tabernáculos, no
era verdad presente ni para los milleritas, ni para los pioneros del movimiento adventista.
Aunque la luz estaba manifiesta, desde sus días, su vista espiritual no alcanzó a ver mas allá de
la fecha del día de la expiación en 1844. Ellos solo hablaron del cumplimiento del
acontecimiento y tiempo hasta el periodo de la sexta fiesta que era la del día de la Expiación.
No se percataron que los Tabernáculos, que representa el tiempo de la cosecha final de Cristo,
en su Segunda Venida al mundo, posee un tiempo profético que también debe cumplirse en su
antitipo. Elena de White escribió sobre este hecho, sin percatarse de que lo estaba haciendo,
cuando dijo: "Asimismo los símbolos que se refieren al segundo advenimiento deben cumplirse
en el tiempo indicado por el ritual simbólico."(Ibid. Capítulo 23, p 452).
Elena de White predicó el mensaje que Cristo le confió, aún cuando ella misma no comprendió
cabalmente su pleno significado. La razón de esto es que no era para su generación el mensaje
de la cosecha, presente en el cumplimiento antitípico de la fiesta de los Tabernáculos. Ellos se
quedaron solamente con la luz acerca del cumplimiento del acontecimiento y tiempo de la
fiesta del día de la Expiación. En este caso, el día 10 del mes séptimo, al final del periodo de
2300 tardes y mañanas de (Daniel 8: 14). Es decir, el día 22 de octubre de 1844.
"Entramos todos juntos en la nube y pasamos siete días subiendo hasta llegar al mar de vidrio.
Jesús trajo las coronas y con su propia mano las colocó sobre nuestras cabezas. Nos entregó
arpas de oro y palmas de victoria."(1TI p 64).
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Si cada evento profetizado, en las seis fiestas anteriores a la de los Tabernáculos, se cumplió en
el tiempo exacto, especificado en el ritual simbólico de (Levíticos 23:1 al 44); entonces ¿por
qué nosotros no seguimos enseñando este principio de interpretación bíblico profético, en
cuanto al tiempo preanunciado en el ritual simbólico de la fiesta de los Tabernáculos, cuyo
cumplimiento sabemos que aún está en el futuro? Creo que no deberíamos descuidar, ignorar
o violar ese patrón profético, establecido en Levíticos 23, porque no estaríamos hablando
"conforme a la ley y el testimonio", como expresa (Isaías 8:20). Con esta actitud estaríamos
violando el hecho de que la Palabra de Dios no es de interpretación privada, sino que debemos
dejar que ella sola se interprete por sí mísma, como lo dice (2 Ped 1:19-21).
Quisiera pedirle de favor, a quienes lean lo escrito hasta aquí que dejen todo preconcepto y
prejuicio a un lado, y que con una mente abierta analicen cada detalle aquí presentado con un
espíritu de oración, para que Dios pueda iluminarnos más sobre este asunto. Nos resultará
muy interesante leer esta cita que Elena de White escribió en el año 1900 y de la cual ella no
logró entender lo que escribía, en aquel momento, con toda la profundidad de su significado.
Esta cita dice así: "Ahora debe darse en todas partes del mundo el mensaje del ángel que sigue
al tercero. Debe ser el mensaje de la cosecha, y toda la tierra será iluminada con la gloria del
Señor." (Carta 86, 1900; EUD. p 177. APIA).
Debemos tener cuidado si no estamos dando en todas partes del mundo este mensaje del
cuarto ángel que sigue al tercero y que es el mensaje de la Cosecha o Tabernáculos. Cuando
llegamos a estudiar todo el capítulo 14 de Apocalipsis, detenidamente, nos podemos percatar
que este cuarto ángel, que proclama la hora de la Cosecha o Siega, presenta, en su mensaje, el
mismo patrón y secuencia de los tres ángeles anteriores a él. Pero como movimiento solo
hablamos y enfatizamos sobre el mensaje de los 3 ángeles, Pero lamentablemente el mensaje
del cuarto ángel, que es el de la Cosecha, ha sido pasado por alto.
En (Apoc 14:14-16), se describe la Segunda Venida de Cristo a la Tierra sobre una nube blanca,
con una corona de oro sobre su cabeza, y una hoz aguda en su mano. Inmediatamente aparece
un cuarto ángel "gritando a gran voz", por en medio del cielo, a semejanza del primer ángel de
(Apoc 14:7) y del tercer ángel del versículo 9, y diciéndole a Cristo: "¡Mete tu hoz y siega,
porque la HORA DE SEGAR ha llegado, pues la mies de la tierra está madura!" (Apoc 14:15). (El
énfasis es mío).
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Nosotros, los adventistas, sabemos muy bien que cada ángel de este capítulo representa a un
movimiento organizado, bajo la inspiración del Espíritu Santo, con un mensaje llevado, con
todas las energías, a escala global. Por tanto, este cuarto ángel, que proclama la hora de la
siega o cosecha, repite el mismo patrón bíblico de los tres que le anteceden. Al mensaje del
primer ángel se le suma el del segundo y el tercero en su proclamación, por lo que los tres
constituyen una unidad. Pero allí no acaba todo, ya que aparece un cuarto ángel que se suma a
la proclamación mundial con el mensaje de la hora de la cosecha. Pero el punto más llamativo
de este mensaje, del cuarto ángel, es que en él aparece el factor tiempo, mencionado con la
misma fraseología gramatical presente en el mensaje de tiempo anunciado por el primer
ángel.
Si bien recordamos, el primer ángel decía: "¡Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su
juicio ha llegado..." (Apoc 14:7a).
Como adventistas siempre hemos interpretado este pasaje de forma muy acertada. Nosotros
creemos que la frase "la hora de su juicio ha llegado..." se refiere al cumplimiento de la
proclamación de la fecha de inicio del juicio investigador de Dios que tuvo comienzo el día 22
de octubre de 1844, al final de los 2300 días de (Daniel 8:14). Este cumplimiento de tiempo
profético se hallaba preanunciado en el ritual simbólico de la fiesta del día de la Expiación de
(Lev 23:26-34). Este día se celebraba el 10 del séptimo mes del calendario hebreo, por lo cual
debía tener exacto cumplimiento, antitípico, en cuanto al acontecimiento y el tiempo
especificado en el ritual simbólico de Levíticos 23. Esta es una interpretación en la cual todos
los teólogos adventistas concuerdan.
Pero si analizamos, detenidamente, la frase del cuarto ángel el cual también grita, a gran voz,
como lo hizo el primer ángel diciendo: "la HORA de segar ha llegado" (El énfasis es mío). La
forma del mensaje del cuarto ángel es una copia al carbón del mensaje del primero, en cuanto
al anuncio de un tiempo u hora para el cumplimiento del evento que ha de acontecer.
Debemos analizar que en el mensaje del segundo y tercer ángel no aparece ninguna
proclamación de tiempo, en su contenido bíblico profético, y por eso no existe una fecha
definida en cuanto a su anuncio al mundo. El tiempo o la hora del juicio, anunciado en el
mensaje del primer ángel, se refiere al tiempo preanunciado en la fiesta del día de la Expiación
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de Levíticos 23. Este se cumpliría el día 10 del mes séptimo del calendario hebreo el cual, en el
año 1844, caía el 22 de octubre, al final del periodo profético de las 2300 tardes y mañanas de
Daniel 8.
Después de la sexta fiesta, que era el día de la Expiación, debía sucederle la séptima fiesta, que
era la de la Cosecha, Enramadas o Tabernáculos, y esta también poseía una fecha para su
celebración en el ritual simbólico hebreo. Esta debía celebrarse entre los días 15 al 22 del
séptimo mes. Esta representaba una sombra o tipo del antitipo que debía cumplirse en la
realidad de la cosecha final de los salvos, en los eventos de la Segunda Venida de Cristo al
mundo y el traslado de su Iglesia a la patria celestial. Por tanto, este y no otro es el mensaje
que debe proclamar el cuarto ángel de Apocalipsis 14. Este ángel proclama en alta voz: "¡Mete
tu hoz y siega, porque la hora de segar ha llegado...!" (Apoc 14:15).
Nosotros aplicamos toda lógica y razón a la interpretación de la frase "la hora de su juicio ha
llegado", al factor tiempo, empleado en el mensaje del primer ángel de Apocalipsis 14. Allí
nosotros argumentamos que el momento en que este juicio comenzó fue el día 22 de octubre
de 1844, al final de la profecía de los 2300 días de Daniel 8. Por tanto debemos aplicar la
misma interpretación al factor tiempo presente en el mensaje del cuarto ángel de Apocalipsis,
cuando dice: "porque la hora de segar ha llegado". En ambos pasajes bíblicos el lenguaje
empleado es casi el mismo. Así como en la sexta fiesta típica, que era la del día de la Expiación,
había una fecha para su cumplimiento antitípico, durante el inicio del mensaje del primer ángel
de Apocalipsis, el cual proclama el inicio de la hora del juicio; de igual manera la séptima fiesta,
de los Tabernáculos, poseía una fecha típica.
Esta debe cumplirse en su realidad antitípica, en el momento que el cuarto ángel proclame:
"porque la hora de segar ha llegado". El contexto general del pasaje de Apocalipsis 14, en
relación a las fiestas de Levíticos 23, nos obliga ha hacerlo así, ya que en los versículos 7 y 15
de Apocalipsis aparece empleado el mismo patrón o fraseología. Si en ambos pasajes no
aplicamos el mismo principio de interpretación bíblico, profético, gramatical e histórico,
estaríamos ante una violación de las reglas de interpretación bíblicas. Por tanto podemos decir
como resumen que: El ángel que sigue al tercero, proclama un mensaje de tiempo definido,
basado en la fiestas ceremoniales del capítulo 23 del libro de Levíticos, como lo hizo el primer
ángel. Este proclama la llegada de la hora de la Siega o Cosecha, de la misma manera que
aquel proclamó la hora exacta de la llegada del juicio de Dios.
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Todo esto se puede probar, de forma objetiva, en el cumplimiento exacto, en cuanto al
tiempo, de cada una de las fiestas rituales o ceremoniales del capítulo 23 del libro de Levitícos.
De ese capítulo podemos comprender que cada fiesta, anunciada por Dios, a su siervo Moisés,
se cumplió cabalmente. A partir de la muerte de Cristo, como cordero pascual, el 14 de Nisán
del año 31 d.C., hasta el día de la Expiación, el 22 de octubre de 1844, cada una de las fiestas
de Levíticos 23 se cumplió, con total exactitud, en cuanto al acontecimiento y el tiempo
presente en su ritual simbólico. Hasta aquí solo se han cumplido seis de estas fiestas, por tanto
solo falta una por cumplirse en cuanto a su acontecimiento y el tiempo como sus antecesoras.
Esta es la fiesta de los Tabernáculos, la cual debía celebrarse entre el día 15 y 22 del séptimo
mes del calendario hebreo. Este es el momento que proclama el cuarto ángel de Apocalipsis
14, el cual anuncia la llegada de la hora de la siega o cosecha de Cristo en su Segunda Venida a
la Tierra. Como este evento todavía está en el futuro resulta lógico decir que tiene una fecha
exacta para su cumplimiento como sucedió con cada una de las seis fiestas anteriores a ella,
porque así está indicado en su ritual simbólico. Por tanto, aunque parezca difícil de aceptar, al
pueblo de Dios le resta una fecha por anunciar en relación al cumplimiento de los eventos de
la hora de la siega.
En todo esto debemos estar completamente seguros de que la Palabra de Dios no tiene
contradicciones. Si todas las fiestas de Levíticos 23 se debían cumplir en cuanto a su
acontecimiento y tiempo y así ha sucedido hasta aquí, no podemos decir que la séptima fiesta,
que aún debe cumplirse en el futuro, no lo hará de igual manera que sus antecesoras. Esto
sería poner en duda la Palabra de Dios y especialmente la interpretación que hasta aquí hemos
hecho, como movimiento, del capítulo 23 del libro de Levíticos. Hoy debemos recordar y tener
bien presente las palabras de Jesús en su Semón del Monte cuando dijo:
"No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino
para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni
una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que
quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy
pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste
será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere
mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos." (Mateo 5:17 al
20).
pág. 14 Tema: “Las 7 fiestas de Israel” Por: Jeyner Smith Plasencia Montalvo - 2020
Por tanto, si analizamos el contenido de estas palabras de Jesús, nosotros no estamos
autorizados a decir que Cristo regresará por segunda ocasión a la Tierra, sin que antes se
cumpla cada jota y cada tílde de la Ley, Pentatéuco o Toráh. Como aún el acontecimiento y
tiempo de la fiesta ritual de los Tabernáculos no ha tenido su cumplimiento antitípico y
profético, en cuanto a estas dos dimensiones, el cielo y la tierra no pueden pasar hasta que
todo lo escrito en la Bíblia alcance pleno y cabal cumplimiento.
Sabemos que la fiesta de los Tabernáculos simboliza la Segunda Venida de Cristo a la Tierra
como se ve representado en el pasaje de (Apoc 14:14-16). Esta festividad, como sus
predecesoras, posee un tiempo definido para su cumplimiento, según se indica en (Lev 23:33-
43). Por tanto, nosotros debemos buscar el verdadero equilibrio entre estos dos pasajes y
armonizarlos, ya que la Biblia no se contradice en ninguna de sus partes. En ella existe total
armonía, ya que "los santos hombres de Dios hablaron inspirados por el Espíritu Santo" (2 Ped
1:21). El apóstol Pablo, hablando sobre el cumplimiento antitípico de las fiestas y sábados
ceremoniales de Levíticos 23, nos refirió lo siguiente, en cuanto a su carta a los colosenses:
"Por tanto nadie os critique en asuntos de comida o de bebida, o en cuanto a días de fiesta,
luna nueva o sábados. Todo esto es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo."
(Col 2:16, 17).
Si analizamos el contexto histórico cuando el apóstol Pablo escribió esta carta, entonces
comprenderemos que para él las fiestas primaverales, desde la Pascua hasta Pentecostés, se
habían cumplido en el pasado. En estas ya se había encontrado, en la primavera del año 31
d.C., su sombra con el antitipo. El nos refiere, de forma clara, el cumplimiento pasado de las
fiestas de la Pascua y las Primicias de la siguiente manera: "Nuestra Pascua, que es Cristo, ya
fue sacrificada por nosotros."(1 Cor 5:7). "Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las
primicias; luego los que son de Cristo, en su venida." (1 Cor 15:23).
Por tanto, resulta totalmente lógico suponer que el apóstol Pablo nos está hablando de las
fiestas incumplidas del periodo otoñal. Y como sabemos estas representan los eventos de la
Segunda Venida de Cristo a la Tierra. ¿Por qué podemos arribar a esta conclusión? Todo nos
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resultará fácil si comprendemos que las primeras cuatro fiestas primaverales se habían
cumplido en el año 31 d.C. Nosotros sabemos, por la profecía de las setenta semanas, que la
conversión del apóstol Pablo del judaísmo al cristianismo aconteció tres años y medio después
de la muerte, resurrección y ascensión al Cielo de Cristo. Esto sucedió en el año 34 d.C., poco
después del apedreamiento de Esteban. Pero analizando el contexto histórico de la carta del
apóstol Pablo a los colosenses, todo parece indicar que la fecha de su confección fue entre el
año 60 y 61 d.C.
Así podemos calcular que desde la muerte Cristo, en el año 31 d.C., hasta esta fecha habían
transcurrido unos 30 años. Por tanto las cuatro fiestas primaverales ya hacía tres décadas que
se habían cumplido. Y esto es muchos años antes de que el apóstol escribiera sobre este
asunto a la iglesia de Colosas. Por tanto y demás él no podía estar hablando de su
cumplimiento futuro ya que él estaba consciente de su cumplimiento en el pasado, como lo
había expresado en su carta a la iglesia de Corinto, (1 Cor 5:7; 15:23). Cuando habla a los
colosenses él les dice: "Todo esto es sombra de lo que ha de venir".(Col 2:17). Esto nos indica
que si Pablo escribió esta carta en el año 60 o 61 d.C., no está hablando de las fiestas
primaverales cuya sombra se había hecho realidad en el año 31 d.C.
El, mejor que nadie, sabía de este asunto y por esa razón el contexto nos da ha entender que
estaba hablando del cumplimiento futuro de la realidad antitípica de las fiestas otoñales. Por
tanto podemos concluir que él estaba hablando del cumplimiento, en el porvenir, de las tres
últimas fiestas y de los cuatro sábados ceremoniales de la lista de Levíticos 23. En sus días, las
cuatro primeras fiestas primaverales, con sus tres sábados ceremoniales, no eran sombra de
nada, porque su realidad antitípica se había cumplido treinta años atrás. El estaba totalmente
conciente de que las tres últimas fiestas otoñales, con sus cuatro sábados ceremoniales,
seguían siendo "sombra" de la realidad antitípica futura. Todo esto resulta razonable, porque
en sus días no se había cumplido ninguna de ellas.
Desde los días del apóstol Pablo, hasta el tiempo presente, solo se han cumplido dos de ellas,
en cuanto a su acontecimiento y tiempo. Estas son la fiesta de las Trompetas y la del día de la
Expiación. Por lo cual ellas ya no son sombra de nada desde que empezaron a cumplirse, en
época de Miller, al encontrarse con su realidad antitípica, en cuanto al acontecimiento y el
tiempo preanunciado en su ritual simbólico de Levíticos 23. Estas se cumplieron desde que
Miller aceptó y comenzó a proclamar a viva voz la fecha del 22 de octubre de 1844, como el
tiempo del cumplimiento de la profecía de las 2300 tardes y mañanas.
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Miller, al principio, no aceptó la idea de Samuel Snow con respecto al cumplimiento de la
profecía de las 2300 tardes y mañanas que en ese año acontecería durante el séptimo mes del
calendario hebreo. Como había sufrido los chascos de 1843, no quiso aventurarse a anunciar
una nueva fecha. Pero esta vez la conclusión de Samuel Snow era tan irrebatible que todos
entendieron que realmente el día antitípico de la Expiación debía celebrarse en el mismo día
en que los judíos lo celebraban en 1844. Samuel Snow hizo este cálculo averiguando entre los
judíos karaitas cuándo ellos celebraban el día de la Expiación en 1844, que era cuando
culminaban los períodos proféticos de las 70 semanas y las 2300 tardes y mañanas de Daniel 8
y 9.
Desde que Dios le diera a Israel las leyes rituales de Levíticos 23, en época de Moisés, ellos han
celebrado, por más de 3500 años, de forma ininterrumpida, estas fiestas. Por tanto no existe
duda de que el 22 de octubre de 1844 d.C., era la fecha exacta que coincidía con el día 10 del
mes séptimo del Calendario Hebreo. Y en ese día todos los judíos karaitas celebraban en el
mundo el día del Yom Kippur. Al Snow presentar estas razones y la mayoría de los milleritas
aceptarlas como la verdad, comenzó una proclamación poderosa de este mensaje entre ellos,
pero faltaba que Miller se uniera como líder del movimiento en la proclamación del mensaje
del séptimo mes.
Al Miller ver que todo era razonable y que la mayoría aceptó los razonamientos de Samuel
Snow decidió unirse a ellos en la proclamación. La fiesta anterior al día de la Expiación, es decir
la de las Trompetas, se celebraba diez días antes del inicio del día de la Expiación. Es decir el
día primero del mes séptimo. Y en el año 1844 debía celebrarse la fiesta de las Trompetas el
día 12 de octubre, el cual era diez días antes del 22. Lo curioso en todo esto es que este fue el
día en que Miller finalmente anunció en público, a través de "El Clamor de Medianoche", la
aceptación de la fecha del 22 de octubre. Así no los cuenta Georges Knight en la matinal del
2014 de la siguiente manera:
"Al escribir el día 6 de octubre, el día que finalmente aceptó la fecha del 22 de octubre, Miller
exclamó, en el artículo de tapa de El Clamor de Medianoche del 12 de octubre. 'Veo una gloria
en el séptimo mes que nunca antes vi. Aunque el Señor me había mostrado la relevancia típica
del séptimo mes hace un año y medio [el artículo de mayo de 1843], sin embargo no me di
cuenta de la fuerza de los caracteres[...]Gracias al Señor, oh mi alma. Benditos sean el
hermano Snow, el hermano Storrs y los demás por su intervención para abrirme los ojos. Casi
pág. 17 Tema: “Las 7 fiestas de Israel” Por: Jeyner Smith Plasencia Montalvo - 2020
estoy en casa.¡Gloria!¡Gloria!!! Veo que el tiempo es correcto[...]".(Ibid. 24 de Enero 2014,
página 32).
Por tanto, el 12 de octubre de 1844 era un día antitípico en el calendario profético de Dios. Ya
que al unirse Miller a la proclamación de la fecha del 22 de octubre y ser esto publicado para
todos los milleritas, en una de las páginas oficiales del movimiento, un día 12 de octubre, se
estaba cumpliendo en acontecimiento y tiempo el ritual simbólico de la fiesta de las
Trompetas, la cual debía celebrarse diez días antes de la del día de la Expiación, o Yom Kippur;
la cual, en 1844, debía caer un día 22 de octubre. Así en octubre de 1844 se cumplían las dos
primeras fiestas de otoño del calendario profético y ritual presente en Levíticos 23.
Pero aún nos queda una fiesta que no se ha cumplido en su realidad antitípica y la cual todavía
es sombra de lo que ha de venir. Esta es la séptima y última de todas, llamada la de las
Enramadas, Sukkot, Cosecha o Tabernáculos. Esta, como anteriormente hemos dicho, debía
celebrarse entre los días 15 y 22 del séptimo mes como lo estipula (Lev 23:33-43). Pero todos
sabemos que esta solo se encontrará con su realidad o antitipo en el momento de la Segunda
Venida de Jesús al mundo, para efectuar la cosecha o siega de su pueblo, según lo indica (Apoc
14:14-16).
A manera de conclusión final debemos admitir que la sombra de todas las fiestas anuales y
sábados ceremoniales del capítulo 23 del libro de Levíticos habían de cumplirse, con total
exactitud profética, en su realidad antitípica, en cuanto a los acontecimientos y tiempos,
especificados en sus rituales simbólicos. Pero hasta la actualidad solo se han cumplido las seis
primeras, faltando solo la última de estas por cumplirse tanto en acontecimiento como
tiempo. Esta es la fiesta de los Tabernáculos, especificada en (Lev 23:33-43). Su sombra debe
convertirse en realidad de acontecimiento y tiempo, ya que esta es la única que todavía es
"sombra de lo que ha de venir" (Col 2:17).
Por eso deberíamos hacer caso a esta recomendación de Elena de White, escrita en el libro de
Los Patriarcas y Profetas:
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"En el séptimo mes venía la fiesta de las cabañas, o de la recolección. Esta fiesta reconocía la
bondad de Dios en los productos de la huerta, del olivar, y del viñedo. Así se completaba la
serie de reuniones festivas del año[...]Esta fiesta debía ser ante todo una ocasión de regocijo.
Se celebraba poco después del gran día de la expiación, en el cual se había dado la seguridad
de que no sería ya recordada la iniquidad del pueblo. Este, ahora reconciliado con Dios, se
presentaba ante él para reconocer su bondad, y para alabar su misericordia[...]Como la pascua,
la fiesta de los tabernáculos era conmemorativa.
En recuerdo de su peregrinación por el desierto, el pueblo debía durante las fiestas anuales
dejar sus casas y morar en cabañas o enramadas hechas con “gajos [...] de árbol hermoso,
ramos de palmas, y ramas de árboles espesos, y sauces de los arroyos”. (Levítico 23:40, 42, 43).
El primer día era una santa convocación, y a los siete días de la fiesta se añadía otro octavo que
se observaba de la misma manera[...]También hoy sería bueno que el pueblo de Dios;
celebrara una fiesta de las cabañas, una alegre conmemoración de las bendiciones que Dios le
ha otorgado.
"...La fiesta de las cabañas no era solo una conmemoración, sino también un tipo o figura. No
solamente señalaba algo pasado: la permanencia en el desierto, sino que, además, como la
fiesta de la mies, celebraba la recolección de los frutos de la tierra, y apuntaba hacia algo
futuro: el gran día de la siega final, cuando el Señor de la mies mandará a sus segadores a
recoger la cizaña en manojos destinados al fuego y a juntar el trigo en su granero. En aquel
tiempo todos los impíos serán destruidos. “Serán como si no hubieran sido”. Abdías 16".
(PATRIARCAS Y PROFETAS, pp. 523,524).
Ella aquí nos reecomienda, inspirada por Dios, que: "También hoy sería bueno que el pueblo
de Dios; celebrara una fiesta de las cabañas, una alegre conmemoración de las bendiciones
que Dios le ha otorgado".
Con esto no estoy diciendo que se deben celebrar las 7 fiestas en nuestros días, ya que
antitípicamente la sombra de las 6 primeras se cumplieron en cuanto a su acontecimiento y
fecha en el pasado, desde el año 31 d.C., hasta el 22 de octubre de 1844. Pero que hacemos
con la séptima fiesta de Levíticos, que es la de los Tabernáculos, y la cual aún es sombra de lo
que ha de venir, y se ha de cumplir en el futuro todavía en cuanto a su acontecimiento y
tiempo.
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Elena de White en ninguno de sus escritos recomienda la celebración de ninguna de las seis
primeras fiestas de la lista de levíticos 23, pero mi pregunta ahora es la siguiente: ¿Que
hacemos hoy con esta recomendación de ella presente en estas páginas de Patriarcas y
Profetas?
Por eso como el autor de este artículo creo firmemente que es este y no otro es el tiempo de
seguir el consejo inspirado que ordenó lo siguiente: "Ahora debe darse en todas partes del
mundo el mensaje del ángel que sigue al tercero. Debe ser el mensaje de la cosecha, y toda la
tierra será iluminada con la gloria del Señor." (Carta 86, 1900; EUD. APIA 2006, p 177).
Por tanto, a partir de estos razonamientos, podemos llegar a la conclusión siguiente: Después
de la fecha del 22 de octubre de 1844 d.C., el pueblo remanente de Dios si tiene un mensaje
que proclamar al mundo en relación con el tiempo. Porque si todas las fiestas de Levíticos 23
deben cumplirse en cuanto al evento y el tiempo, especificados en sus rituales simbólicos, y
hasta aquí las seis primeras lo han hecho con total precisión histórica, profética y matemática,
podemos tener la plena seguridad que la séptima fiesta igualmente se cumplirá, con total
exactitud, en cuanto a su acontecimiento y tiempo. Solo nos restaría calcular el año en que la
fecha de los Tabernáculos ha de cumplirse, en cuanto a acontecimiento y tiempo futuro.
Para esto debemos actuar como lo hizo Samuel Snow en el pasado. Debemos, como él, seguir
la lógica del pensamiento de Miller, publicada en las Revistas Señales de los Tiempos y el
Clamor de Medianoche, entre los días 17 de mayo de 1843 y el 22 de febrero de 1844. Todo
esto lo podemos alcanzar si recordamos y reclamamos la promesa del Señor que dice: "Las
cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros..."
(Deut 29:29).
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