Cristina Peri Rossi - Las Musas Inquietantes
Cristina Peri Rossi - Las Musas Inquietantes
Cristina Peri Rossi - Las Musas Inquietantes
PERI ROSSI.
LAS MUSAS
INQUIETANTES
P.OESIA
LAS MUSAS INQUIETANTES
EDITORIAL LUMEN
Diseño gráfico: Joaquín Monclús
ISBN: 84-264-2813-4
Depósito Legal: B. 37.846-1999
Printed in Spain
La mirada es la erección del ojo.
JACQUES LACAN
PRÓLOGO
9
pogra/ía sobre el blanco, arte de los estratos del tiempo
de la lectura) el proceso de captación del cuadro equiva
le a una operación cognoscitiva. Así, el poema conquis
ta lo que le es más específico: se convierte en conoci
miento, y escribir el poema es conocer (el propio poema,
en cuanto objeto verbal, pero también la realidad) de
una forma que sin él no conoceríamos.
La belleza de los textos es aquí, pues, turbadora ante
todo. Tenemos, sí, la sensación de hallarnos ante al
guien que relata vívidamente historias, como un narra
dor andariego o un juglar (por no decir como Schereza
de); pero estas historias, aunque contengan belleza e
ironía, no se proponen meramente resultar gratas o pla
centeras a veces. Van más allá: exploran y ahondan
(como, por otro lado, la pintura misma) en regiones con
las que habitualmente evitamos encararnos. Suyo es el
territorio de las pulsiones últimas: el deseo, la posesión,
el riesgo, el acoso, el centro esencial de nuestra soledad.
Nos en/rentan a nuestra propia imagen; nos turban, en
la medida en que nos obligan a saber qué o quiénes so
mos. También en la medida, muy particularmente pro
pia del poema, en que impugnan la experiencia común.
Toda poesía es, en principio, lo contrario de una poesía
de la experiencia, ya que toda experiencia (bien lo su
pieron Gabriel Ferrater o Jaime Gil de Biedma, y antes
que ellos Auden o Baudelaire) en el acto de convertirse
10
en poema se transforma en otra cosa: no poesía de la ex
periencia, pues, sino experiencia de la poesía. Algo hay
en castellano a lo que sí se parecen a trechos estos bellos
poemas de Cristina Peri Rossi: las enigmáticas y lacóni
cas miniaturas de José María Eguren. Pero el de Eguren,
tan admirable como obsesivo, es un mundo de casa de
muñecas amueblado sólo por los diosecillos o demonios
del poeta; aquí, en cambio, Cristina Peri Rossi convoca,
para convertirlas en propias, de sí misma y de quienes la
leen, las fantasmagorías, las concisas charadas enigmáti
cas, con las que los pintores han hecho explícita, en
cuanto forma sobre el lienzo, e implícita y alusiva, en
cuanto signo icónico, la ambigüedad esencial de esa bo
rrosa imagen que de cada cual tiene la propia concep
ción, como en un espejo empañado que sólo queda diá
fano, con claridad bruñida, cuando el poema opera su
ceremonial de transfiguraciones. Abrir este libro es en
trar en nuestras galerías interiores; la mirada que ahí ve
mos, de esfinge o de gorgona, es nuestra mirada. Eso
distingue a la verdadera literatura.
PERE GIMFERRER
CLAROSCURO
13
GIOCONDA
La joven florentina
esposa de Giocondo
vista por Leonardo a la salida de la iglesia
a quien el pintor -mientras posaba-
hizo entretener con música y con cantos
Ella guarda en sus ojos
la leve tristeza florentina
la opulencia de las damas bien criadas
Y al fondo -entre vagarosos lagos-
se diluye la melancolía de Occidente.
15
LA PRINCESA DE ESTE
Severa,
la ignota Princesa de Este
se pasea, digna, entre las mariposas
de un jardín de Ferrara;
las flores en las ramas oscuras
son peces suspendidos en el aire de Ginebra
y una pequeña rama de enebro, en el hombro,
más que un desliz de frágil dulzura
es el signo de su nobleza, el símbolo de Este.
Hay flores de alas abiertas
y mariposas que flotan como algas
Nadie supo nunca
el nombre de esa Princesa de Este.
17
CA'D'ORO
19
VISTA DEL GRAN CANAL
21
■
EL RINOCERONTE
Majestuosamente quieto
-humilde, humillado-
con la mansedumbre de las enormes bestias
Inocente ante el heno
ante la mirada asombrada de las damas
tocadas de negro
(se cubren el rostro para no sentir
tu olor descomunal)
Inofensivo,
como un mutante no muy seguro de sí mismo,
condenado a andar en cuatro patas
23
LA DAMA DE ELCHE
Venida de lo antiguo
de un pasado íbero
que cuelga en forma
de pesados collares
y hojas de acanto
Si no fuera
que esos ojos fríos
solemnes como el resto
pero apenas dilatados
25
esa mirada como desprendida
del contexto
y que el pasado,
el servicio familiar
y la tradición
no pueden controlar por completo
anuncian tu modernidad
26
LA SEDUCCIÓN
27
EL NUEVO MUNDO
la nave ha anclado,
óvalo blanco de un huevo en reposo.
Estancada,
la nave no sabe que boga
hacia un mundo misterioso, remoto, infinito
de peces voladores
árboles que abrazan y devoran
lenguas dulces
de gemidos y de quejas.
29
EL VIAJERO SOBRE EL MAR DE NUBES
31
que al ascender encuentra
en la inabarcable inmensidad
el espejo de la propia pequeñez.
32
EL OCÉANO GLACIAL
La Esperanza ha naufragado
en el estrépito de espejos.
33
ELJARDIN DE LAS DELICIAS (detalle)
el pájaro descansa
35
LA PASIÓN
El mar gira,
redondo como un vértigo de espuma
Hay cabezas de peces degollados
nudos perversos
manos crispadas
El agua gira en remolinos concéntricos:
el retorno de toda obsesión
Crujen los maderos
(huesos quebrados)
escupen las sentinas
luces raras rompen el horizonte
En el círculo de las aguas
absorbentes
Uno es todo y todo es lo mismo,
fuerza que enciende
y quema.
37
EL NAUFRAGIO
(Naufragio,]. M. W. Turner)
indefenso,
solo,
acosado por dos catástrofes: la catástrofe del cielo
ensoberbecido que lanza luces crueles
y la catástrofe del mar
erizado de olas espumosas
como caballos locos
perdido y zozobrando
el esquife
sola humanidad en la tormenta
pierde palos
inclina el mástil
39
vira sm querer
sumergido en la indomable
dialéctica de las aguas
como un hombre en la existencia.
40
LA MAÑANA DESPUÉS DEL DILUVIO
Comienza a amanecer
en el centro líquido de la tormenta
embrión rojizo
óvulo fecundado
célula primigenia
en cuyo interior
flota
el bajel sobreviviente
que eleva su mástil su falo
mientras las aguas
súbitamente amansadas
dejan de caer
dejan de rotar.
41
MEGALÓPOLIS
43
11
EUROPA DESPUÉS DE LA LLUVIA
45
Pero quedamente
por debajo de las formas fosilizadas
y la confusión de restos,
se sospecha
la vida larvaria
que comienza a latir,
con un espasmo de horror.
Círculo infernal del eterno retorno.
46
EL SUEÑO DE LAS COSAS
Todo sueña
y al soñar habla.
47
EL IMPERIO DE LAS LUCES
Imperio de la luz,
balcánica oscuridad.
49
EL NACIMIENTO DEL ÍDOLO
un brazo postizo
que perteneció sin duda
a dama elegante
y ahora pende de un agujero
e inicia el movimiento seductor
hacia adelante.
Se apoya sobre el estrado
que conduce indefectiblemente
hacia la escalera,
cuyos peldaños trepará,
cuando nadie lo vea,
porque no es conveniente
trepar ante testigos.
Está rodeado de infinidad de espejos,
y aun las puertas,
que ni abren ni cierran,
son, en realidad, reflejos
51
de la irresistible ascensión.
El mar en torbellino brama a los costados,
pero no engaña a nadie:
es otro espejo
donde el ídolo se mira
en tanto las crestas de las olas
se miran en él.
52
EL PERDEDOR
Se eleva
inmensamente solo
en medio de un mar efervescente
de olas encrespadas
y maderos turbios.
Se eleva
-majestuosamente
bajo un cielo de piedra
amenazador y oscuro
cuyas claridades son eléctricas.
Sabe
que la escalera no conduce a ninguna parte.
53
Solitario y terco
permanece en la explanada vacía
como un faro en la tormenta.
54
EL TIEMPO AMENAZADOR
55
■
LA FUERZA DE LAS COSAS
El pan y el vaso
flotan en el aire irreal
de Nueva York dormida
57
LA MEMORIA
Herida en la frente
la bella mujer
ha dejado caer una hoja
El tiempo transcurre a sus espaldas
y ella no lo ve
Tiene los ojos cerrados
recogidos
Ha perdido la voz
su dignidad es empero humilde
descubre sólo a medias el paisaje
Permanece en agonía.
59
LA GRAN GUERRA
61
LA INFANCIA DE ÍCARO
63
A CADA CUAL SU ISLA
No está sumergida
en un océano de agua
sino en la eternidad del tiempo
ya sm eras
del tiempo que se niega a ser
o a dejar de ser
Perdida en el mar
no descubierto todavía:
el mar selene
Ni desierta ni habitada.
Ni populosa ni solitaria
65
Se eleva en el Imaginario
como un Dios temido
y deseado.
66
TIEMPO GRIS
la piedra es agua
que vibra en el lago concéntrico
Entonces descubrimos
que la luz
el ojo
y Dios
eran movimiento.
67
LOS JUGADORES DE PELOTA
Abuelos
que hubiéramos querido tener
empujan el balón
en la tarde luminosa
llena de armonía
Los arces están rojos
El aire impulsa las nubes
imperceptiblemente
Bosques simétricos
Hubiéramos querido tener
abuelos recién llegados
a la infancia
saltando entre los árboles
con pasos de ballet.
69
HOMENAJE A ANTONIO MACHADO
71
EL ESTUDIO DEL PINTOR
73
EL ORIGEN DEL MUNDO
perfecto en su redondez
completo en su esfericidad
impenetrable en la mismidad de su orificio
imposeíble en la espesura de su pubis
intocable en la turgencia mórbida de sus senos
incomparable en su facultad de procrear
75
LAS MUSAS INQUIETANTES I
En el suelo rojo
de madera
que conduce de la actualidad
al pasado
se eleva
monumental
una musa sin brazos.
(A lo lejos,
una estatua romana,
una fábrica,
un templo.)
77
Yo os invoco:
Haced de la angustia
un color.
78
LAS MUSAS INQUIETANTES 11
Descabezadas, incompletas,
solemnes en pedestal ridículo
o sentadas al borde de la calle,
como quien espera un auto
o un cliente
las musas domésticas
engordan
pierden un brazo
los cabellos
se quedan calvas
Ya sin oficio verdadero
en un mundo cada vez
más agitado,
en una ciudad cada vez
más populosa,
mecánica.
79
BABEL
Silenciosa
enigmática
la Gran Torre
se eleva
al infinito
Única construcción
en la ciudad desierta
inanimada
Babel silenciosa
Luego de la bomba.
81
LA SOLITARIA
la mujer
sola frente al mar
Irresistible, le da la espalda
Entonces contempla
la arena azul
la infinitud de la arena
pareJa vasta inabarcable
Mar y mar.
83
AUTORRETRATO
(Autorretrato, Edvard Munch)
La soledad
alucinada
se refleja a sí misma.
85
EL GRITO
El niño
que fuimos
grita
solo
en el puente despavorido
aúlla
un paso atrás de la conciencia
de los cielos rojos
inflamados
de gritar.
87
EL NAUFRAGIO
Inmensamente sola
frente a un mar en calma
que ya ha deglutido
todo bajel
todo navío
Y después de devorarlos
se ha echado a descansar
con la mansa ingenua inocencia de las bestias
La náufraga
desnuda
-única sobreviviente de la tragedia ya acaecida
ya olvidada por las aguas-
yace
después de la violación del mar
Su roja cabellera de medusa
desplegada despeinada
sin tiento sin rienda
Su rostro contraído por el dolor
desamparada
89
Inmensamente sola
los labios entreabiertos
en muda súplica
el dorado cuerpo
de caderas opulentas
entregado a la voracidad del agua:
El mar la penetrará cuando quiera,
Amo Absoluto.
90
MADRID, OTOÑO EN LOS JARDINES
Caminamos en sueños
por un Prado así.
El viento iba y venía por Madrid.
Como las balas.
91
EL PABELLÓN
93
LUCES
Procesión de luces
en el celeste atardecer
del puente de San Francisco
(crisálida voladora):
una prolongada cadena de luces
-las teas de los amores encendidos
bordea la costa
la periferia
y los focos amarillos de los autos
-nocturnas noctilucas-
se estiran sobre la carretera
como las siluetas
de los amantes que tuvo la ciudad
amantes que murieron
durante la Gran Peste.
95
ASÍ NACE EL FASCISMO
En el campo de concentración
de la sala de música o ergástula
la fría, impasible Profesora de guitarra
(Ama rígida y altiva)
tensa en su falda el instrumento:
mesa los cabellos
alza la falda
dirige la quinta de su mano
hacia el sexo insonoro y núbil
de la Alumna
descubierta como la tapa de un piano
Ejecuta la antigua partitura
sin pasión
sin piedad
con la fría precisión
de los roles patriarcales.
97
TRES ESTUDIOS DE HOMBRE
I
Ese hombre sentado
en su jaula de vidrio transparente
mira la máquina de afeitar
con atención
como si ella guardara el enigma
que el rostro enjabonado en el espejo
es incapaz de descubrir
11
Mientras su sombra azul se licúa
más allá de la silla
escapada de la jaula
Única transgresión
111
Acabada la meditación se afeita.
99
PERSISTENCIA DE LA MEMORIA
si no es el reflejo de un dolor
en una canción.
101
CUARTO DE HOTEL
La soledad de la viajera
al borde de la cama
en el cuarto de hotel
las maletas sin abrir
los zapatos altos
desbocados
caídos en el suelo
como frutos maduros
Ella lee un menú
un programa
un horario de ferrocarriles
tan sola
en la habitación
como cualquier viajera
recién llegada
a un mundo hostil
a una ciudad sin nombre.
1 03
OFICINA EN NUEVA YORK
a la hora de un crepúsculo
invisible
y de acero
idéntica
a la soledad
de una doméstica
en El Retiro
igual
a la soledad
de una mujer enferma
en Boston
1 05
que muere o duerme en el andén
de Plaza Cataluña,
aritmética imposible
en París o en Barcelona.
1 06
LA TOILETTE
107
MUJER TOCANDO LA GUITARRA
Pliegues nacarados
de los glúteos
de las piernas
de los senos y de la pelvis:
redondez sin sexo
casta opulencia carnal:
la guitarra,
tiene un ojo
que espía la desnuda redondez
de la mujer-niña.
1 09
■
LAS MUTANT ES
Falsas niñas
mujer y pájaro
pastoras en un campo de esfinges
111
ÍNDICE
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Claroscuro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Gioconda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
La Princesa de Este . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Ca' D'Oro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Vista del Gran Canal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
El rinoceronte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
La Dama de Elche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
La seducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
El Nuevo Mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
El viajero sobre el mar de nubes . . . . . . . . . . . . . 31
El océano glacial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
El Jardín de las Delicias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
La pasión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
El naufragio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
La mañana después del Diluvio . . . . . . . . . . . . . 41
Megalópolis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Europa después de la lluvia . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
El suefjo de las cosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
El imperio de las luces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
El nacimiento del ídolo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 1
El perdedor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
El tiempo amenazador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
La fuerza de las cosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
La memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
La Gran Guerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 1
La infancia de Ícaro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
A cada cual su isla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Tiempo gris . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
Los jugadores de pelota . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
Homenaje a Antonio Machado . . . . . . . . . . . . . . 7 1
El estudio del pintor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
El origen del mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Las musas inquietantes I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Las musas inquietantes 11 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Babel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
La solitaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
Autorretrato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
El grito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
El naufragio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Madrid, otoño en los jardines . . . . . . . . . . . . . . . 9 1
El pabellón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Luces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Así nace el fascismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Tres estudios de hombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Persistencia de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 0 1
Cuarto de hotel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 03
Oficina en Nueva York . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 05
La toilette . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 07
Mujer tocando la guitarra . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 09
Las mutantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
111
Editorial Lumen