Libro Infancia y Adolescencia
Libro Infancia y Adolescencia
Libro Infancia y Adolescencia
- Consideraciones
generales acerca de los trastornos de
inicio en la infancia y adolescencia
1.1. Historia de la psiquiatría infantil
Antes del siglo XVIII, cabe destacar el trabajo del francés Itard (1775-
1838) con el niño Víctor, conocido como el salvaje de Aveyron, en el
Instituto Nacional de Sordomudos de París y la publicación de su libro De
l'Education d'un Homme Sauvagé (Itard, 1801).
Desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX la psiquiatría infantil
va ampliando el marco conceptual y los temas de estudio, destacando
tres acontecimientos importantes (Mardomingo, 2015): la aparición de
textos específicos de psiquiatría infantil, el desarrollo de nuevos métodos
pedagógicos para la enseñanza de niños con retraso mental, y la
elaboración de las primeras pruebas para la medida de las capacidades
mentales.
Los últimos años del siglo XIX suponen la ampliación del interés de la
psiquiatría infantil, hasta ahora centrado en la deficiencia mental, con las
descripciones de casos de histeria infantil llevadas a cabo por Charcot en
sus trabajos en la Sâlpetrière, los estudios sobre la neurosis urinaria de
Guinon (1889), la neurosis traumática de Isnarol (1884) o las
alucinaciones y los terrores nocturnos de Debacker (1881).
II. Uno o más experimentos que cumplen todos los criterios para los
tratamientos bien establecidos excepto que no han sido demostrados por
dos equipos de investigación independientes, o
Tabla 1.1. Tratamientos bien establecidos para trastornos de inicio en la infancia
y la adolescencia.
Trastorno Tratamientos bien establecidos
Programa ACTION
Depresión
Coping with Depression Course
Modelado participante
Método de la Alarma
Enuresis
Entrenamiento en cama seca
Autismo
Análisis Aplicado de Conducta
Escalas Secundarias:
La primera versión de la escala fue construida en 1969. Actualmente
contamos con la versión y adaptación española realizada por la
Universidad de Murcia en el año 2015.
1. Nivel representativo:
a) Proceso receptivo.
b) Proceso asociativo.
c) Proceso expresivo.
a) Cierre.
b) Memoria.
Lectura de color-palabra: Se presenta al sujeto una lámina,
impresa a color, formada por 100 elementos distribuidos en 5
columnas de 20 elementos cada una. En este caso, se presentan
nombres de colores (azul, verde y rojo) impresos en un color
diferente del que designa el nombre (por ejemplo, la palabra azul
impresa en tinta verde) y se pide al sujeto que denomine el color de
la tinta con la que están escritas las palabras, tan rápido como
pueda, durante 45 segundos. Evalúa la inhibición de la respuesta.
Figura 2.5. Materiales del test Torre de Hanoi.
Recuperado de http://www.psicologiaok.com
Figura 2.6. Materiales del test Torre de Londres.
Recuperado de https://it.wikipedia.org
El sistema Delis-Kaplan de Funciones Ejecutivas es una batería
estandarizada para la evaluación de las funciones ejecutivas. Puede
aplicarse en sujetos a partir de 8 años de edad hasta los 89. Se compone
de varios test y su aplicación completa se estima en 90 minutos.
Moderado o medio (CI entre 35/40 y 50/55 para el DSM y entre 35-
49 según la CIE). Afecta entre el 10 y el 12% de las personas con
diagnóstico de retraso mental. El retraso mental moderado equivale
aproximadamente a la categoría pedagógica de "adiestrable",
aunque este término, considerado anticuado, no debería utilizarse,
ya que podría implicar erróneamente que las personas con retraso
mental moderado no pueden beneficiarse de programas
pedagógicos. La mayoría de los individuos con este nivel de
retraso mental adquieren habilidades de comunicación durante los
primeros años de la niñez. Pueden aprovecharse de una formación
laboral y, con supervisión moderada, atender a su propio cuidado
personal. También pueden beneficiarse de adiestramiento en
habilidades sociales y laborales, pero es improbable que progresen
más allá de un segundo nivel en materias escolares. Pueden
aprender a trasladarse independientemente por lugares que les
son familiares. Durante la adolescencia, sus dificultades para
reconocer las convenciones sociales pueden interferir las
relaciones con otros muchachos o muchachas. Alcanzada la etapa
adulta, en su mayoría son capaces de realizar trabajos no
cualificados o semi cualificados, siempre con supervisión, en
talleres protegidos o en el mercado general del trabajo. Se adaptan
bien a la vida en comunidad, usualmente en instituciones con
supervisión (APA, 2002).
Grave o severo (CI entre 20/25 y 35/40 según el DSM y entre 20-
34 según la CIE). Afecta al 3-7% de las personas con diagnóstico
de retraso mental. Durante los primeros años de la niñez adquieren
un lenguaje comunicativo escaso o nulo. Durante la edad escolar
pueden aprender a hablar y pueden ser adiestrados en habilidades
elementales de cuidado personal. Se benefician sólo limitadamente
de la enseñanza de materias preacadémicas como la familiaridad
con el alfabeto y el cálculo simple, pero pueden dominar ciertas
habilidades como el aprendizaje de la lectura global de algunas
palabras imprescindibles para la "supervivencia". En los años
adultos pueden ser capaces de realizar tareas simples
estrechamente supervisadas en instituciones. En su mayoría se
adaptan bien a la vida en la comunidad, sea en hogares colectivos
o con sus familias, a no ser que sufran alguna discapacidad
asociada que requiera cuidados especializados o cualquier otro
tipo de asistencia (APA, 2002).
3.3. Epidemiología
3.4. Etiología
3.5. Tratamiento
Tabla 4.1. Criterios desarrollados por Weinberg y cols. (1973) para la depresión en la infancia.
Síntomas Estado de ánimo disfórico
Principales
a) Expresiones o muestras de tristeza, soledad, desdicha, indefensión
y/o pesimismo.
Ideación de autodesprecio
b) Ideas de persecución.
c) Deseos de muerte.
e) Tentativas de suicidio.
b) Sueño inquieto.
Socialización disminuida
c) Retraimiento social.
Quejas somáticas
a) Cefalalgias no migrañosas.
b) Algias abdominales.
c) Mialgias.
4.3. Epidemiología
Los trastornos del estado de ánimo, junto con los trastornos de ansiedad,
son los trastornos mentales más frecuentemente experimentados en la
infancia y la adolescencia.
Las tasas de prevalencia para el Trastorno Depresivo Mayor se estiman
entre el 0,4% y el 2,5% en niños y entre el 7% y el 9,8% en adolescentes.
En cuanto a la Distimia, las tasas de prevalencia se sitúan entre el 0,6%
y el 5,0% en niños y entre el 1,6% y el 8% en adolescentes (Nilsen et al.,
2012).
4.4. Etiología
Temperamento difícil.
Baja autoestima.
Autocrítica y perfeccionismo.
Dependencia.
Contexto urbano.
Factores
sociofamiliares Dificultades en las relaciones familiares.
Apego inseguro.
4.5. Evaluación
En la evaluación de los trastornos depresivos suele combinarse el uso de
entrevistas, tanto al niño como a los padres, con instrumentos de
autoinforme, escalas y cuestionarios.
4.6. Tratamiento
Desde la perspectiva cognitivo-conductual se han empleado diferentes
técnicas para el tratamiento de los trastornos depresivos en la infancia y
la adolescencia, tanto de forma aislada, como dentro de un paquete de
tratamiento multicomponente.
Habilidades sociales.
Actividades agradables.
Técnicas de Relajación.
Habilidades de comunicación.
Educación emocional.
Actividades agradables.
Técnicas de Relajación.
Entrenamiento en asertividad.
Autoinstrucciones.
Autocontrol.
El trastorno del desarrollo de la coordinación se caracteriza por un
retraso significativo en el desarrollo de la coordinación de la motricidad,
tanto fina como gruesa, que puede observarse en una dificultad para
adquirir determinados hitos del desarrollo motor (como caminar, sentarse,
subir escaleras, etc.) y otras adquisiciones importantes del desarrollo del
niño, afectando a tareas académicas, deportivas, de ocio, etc., que no
puede ser explicado por una causa o condición médica concreta
(Magalhaes, Missuuina y Wong, 2006).
5.1.3. Epidemiología
5.1.4. Etiología
5.1.5. Evaluación
5.1.6. Tratamiento
5.2.3. Epidemiología
5.2.4. Etiología
5.2.5. Tratamiento
Tabla 6.1. Clasificación de los trastornos del lenguaje y la clasificación en la CIE y el DSM.
Clasificación Alteración Trastorno
Comprensión ______
Ambas ______
DSM-V Expresión
Ambas
6.1.3. Epidemiología
6.2.3. Epidemiología
6.3. Tartamudeo
6.3.1. Definición
6.3.3. Epidemiología
PLON-R(Prueba de
Lenguaje Oral Navarra De 3 a 6 Fonología, morfología, Léxico, Identificación de colores,
Revisada) años Relaciones espaciales, Opuestos, Expresión ante
láminas, Expresión espontánea
Aguinaga y cols., 2004
BLOC (Batería de
Lenguaje Objetivo y De 5 a 14
Criterial) años Morfología, Sintaxis, Semántica y Pragmática
Aunque el término autismo fue utilizado por primera vez en 1911 por el
psiquiatra Eugen Bleuler para describir uno de los síntomas básicos de la
esquizofrenia, fueron Leo Kanner y Hans Asperger quienes ofrecieron las
primeras descripciones del trastorno bajo el término de autismo infantil
temprano (Kanner, 1943) y psicopatía autista (Asperger, 1944),
definiéndolo como un síndrome del comportamiento que se manifestaba
en las primeras etapas de la vida y que consistía en una alteración innata
del contacto afectivo, cuyo principal síntoma era la incapacidad para
relacionarse normalmente con las demás personas.
Trastorno autista
Tabla 7.1. Criterios diagnósticos para el trastorno autista (DSM-IV-TR; APA, 2002).
1. Alteración del uso de múltiples comportamientos no
verbales (contacto ocular, posturas corporales y gestos
reguladores de la interacción social).
Trastorno de Rett
Trastorno de Asperger
Tabla 7.2. Criterios diagnósticos para el trastorno de Asperger (DSM-IV-TR; APA, 2002).
7.2.2. CIE-10
La CIE-10 (OMS, 1992) incluye, dentro de la categoría de trastornos
generalizados del desarrollo, el autismo infantil, el autismo atípico, el
síndrome de Rett y otro trastorno desintegrativo de la infancia.
Autismo infantil
Autismo atípico
Síndrome de Rett
LA CIE-10 (OMS, 1992) define el síndrome de Rett por la presencia de
una aparente normalidad durante los períodos prenatal y perinatal, un
desarrollo psicomotor aparentemente normal durante los primeros cinco
meses de edad y un perímetro cefálico normal en el momento del parto
(Criterio A) y por la desaceleración del crecimiento cefálico entre los
cinco meses y los cuatro años de edad junto a una pérdida de las
capacidades motrices manuales previamente adquiridas entre los seis y
los treinta meses de edad, que se acompaña de una alteración de la
comunicación y de las relaciones sociales y de la aparición de marcha
inestable y pobremente coordinada o movimientos del tronco (Criterio B).
Además, debe existir una grave alteración del lenguaje expresivo y
receptivo, junto a retraso psicomotor grave (Criterio C) y movimientos
estereotipados de las manos (como de retorcérselas o lavárselas) que
aparecen al tiempo o son posteriores a la pérdida de los movimientos
intencionales (Criterio D).
7.2.3. DSM-V
Trastorno del espectro del autismo
7.3. Epidemiología
Se estima que el autismo afecta de 5 a 15 personas por cada 10.000
aunque los estudios epidemiológicos más recientes que incluyen también
subtipos menos graves y otros trastornos generalizados del desarrollo
como el trastorno de Asperger estiman tasas superiores, de entre 30 a 60
personas por cada 10.000 (Fiona, Baron-Cohen, Bolton y Brayne, 2002).
Todos los trastornos del espectro afectan más a hombres que a mujeres
(Rutter, 1996), excepto el síndrome de Rett que aparece exclusivamente
en niñas. En el resto de trastornos, parece que en el caso de las mujeres
cursan con mayor grado de discapacidad intelectual.
7.4. Etiología
Las causas del autismo son desconocidas (APA; 2002; Bauer, 1995) y
aunque se sospecha la influencia de factores genéticos, infecciosos,
bioquímicos, inmunológicos, psicológicos, etc., no se ha llegado a
establecer aún una causa concreta que explique la etiopatogenia del
autismo.
7.5. Evaluación
7.6. Tratamiento
7.6.1. Tratamientos médicos
Tabla 8.1. Criterios de inatención e hiperactividad propuestos por el DSM-V (APA, 2013).
Inatención Hiperactividad
1. Con frecuencia falla en prestar la debida atención a 1. Con frecuencia juguetea con, o
detalles o por descuido se cometen errores en las golpea las manos o los pies, o se
tareas escolares, en el trabajo, u otras actividades. retuerce en al asiento.
8. Con frecuencia se distrae con facilidad por estímulos 8. Con frecuencia le es difícil esperar su
externos. turno.
8.1.2. Epidemiología
Los datos de los estudios epidemiológicos son muy dispares, con tasas
de prevalencia del trastorno que oscilan entre un 4% y un 12% en niños
de edades comprendidas entre los seis y los doce años (Brown y cols.,
2001).
En cuanto a su distribución por sexos parece que afecta más a niños que
a niñas, con un ratio de entre 2:1 a 6:1 (Criado-Álvarez y Romo, 2003).
8.1.3. Etiología
Al igual que ocurre con la gran mayoría de los trastornos mentales y del
comportamiento no se conocen con exactitud las causas del Trastorno
por Déficit de Atención con Hiperactividad. Las hipótesis etiológicas que
se manejan en la actualidad suponen una combinación de variables
neurológicas y/o neuroquímicas y variables de tipo psicológico y
ambiental. Así, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) lo define
como un trastorno de origen multifactorial, donde influyen factores
genéticos y/o alteraciones estructurales, que interactúan con factores
psicológicos, ambientales, sociales y educativos.
8.1.4. Evaluación
8.1.4.2. Escalas
Años más tarde, Campbell et al. (1994) compararon a niños con y sin
diagnóstico de TDAH mediante la observación de dos situaciones
similares en las que les pedía que no jugasen con los juguetes de la sala
si la evaluadora no estaba presente. Los niños eran observados a través
de un espejo unidireccional y se valoraban conductas como jugar con los
juguetes, emitir verbalizaciones, levantarse de sus asientos, etc. Los
resultados de los estudios parecen indicar que los niños con TDAH
presentan mayor frecuencia de respuestas impulsivas en este tipo de
situaciones experimentales.
8.1.5. Tratamiento
No existe ningún enfoque terapéutico que "cure" el TDAH por lo que el
tratamiento más adecuado debe consistir en la combinación de técnicas
cognitivo conductuales, tratamiento farmacológico y pautas
psicopedagógicas, siendo las intervenciones multidimensionales las que
mayor eficacia han demostrado en el tratamiento del trastorno (Calderón,
2001; Corral, 2002; Froelich, Doepfner y Lehmkuhl, 2002; Miranda,
Soriano, Presentación y Gargallo, 2000; Moreno, 2001; Pelham, Gnagy,
Greiner et al., 2000).
Tabla 9.1. Criterios para el trastorno negativista desafiante propuestos por el DSM-V (APA, 2013).
1. A menudo pierde la calma.
9.1.3. Epidemiología
El trastorno disocial ha sido definido como un conjunto de "patrones de
conductas antisociales manifestados por los niños o adolescentes, que
provocan un deterioro significativo en el funcionamiento cotidiano en
casa y en la escuela, o bien las conductas se consideran inmanejables
por las personas significativas del sujeto" (Kazdin, 1995) y, en términos
generales, engloba todos aquellos comportamientos que supongan la
violación de las normas sociales.
Tabla 9.2. Criterios para el trastorno disocial propuestos por el DSM-V (APA, 2013).
Agresión a personas y 1. A menudo acosa, amenaza o intimida a otros.
animales
2. A menudo inicia peleas.
Engaño o robo 11. A menudo miente para obtener objetos o favores, o para evitar
obligaciones.
Incumplimiento grave 14. Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con
de las normas sus padres o en un hogar de acogida, al menos dos veces (o sin volver
durante un tiempo prolongado).
Por último, en cuanto a las variables personales, parece que los niños y
adolescentes con temperamento difícil, caracterizado por episodios
frecuentes de mal humor, reacciones emocionales muy intensas y
dificultades para adaptarse a los cambios (Lyons-Ruth y Jacobvitz,
2008), alta impulsividad (Deming y Lochman, 2008), déficit en
habilidades sociales y pobre empatía (Pedreira, 2004), baja autoestima
(Otero-López, 2001) y dificultades escolares y problemas de aprendizaje
(Kazdin y Buela-Casal, 1996) son más propensos a sufrir trastornos del
comportamiento perturbador.
Por otra parte, además de las técnicas destinadas al tratamiento del niño
o adolescentes con problemas conductuales, se recomienda incluir en la
intervención el entrenamiento de padres, profesores y otras personas
implicadas en su vida. El objetivo de este tipo de intervenciones en el
entrenamiento en técnicas de manejo conductual que permitan modificar
los comportamientos problemáticos que ocurren en el hogar, la escuela,
u otros contextos habituales del menor, así como fomentar la conducta
prosocial y las habilidades sociales. Estos programas de entrenamiento
de padres suelen desarrollarse en dos fases: una primera en la que se
enseña a los participantes información teórica sobre las técnicas y
procedimientos que más adelante deberán poner en marcha, y una
segunda en la que se entrena a los padres en la identificación y
definición de la conducta problema, para la puesta en práctica de las
técnicas específicas de modificación del comportamiento.
10.1.3. Epidemiología
10.1.4. Etiología
10.1.5. Evaluación
10.1.6. Tratamiento
Los niños que presentan este trastorno suelen llevar a cabo una postura
característica, con el cuerpo estirado, arqueando la espalda y dejando
colgar la cabeza hacia atrás, haciendo movimientos de masticación y de
tragar hasta que sube la comida, por lo que parece que se trata de una
conducta voluntaria, con un sentido gratificante y que suele estar
asociada a otras conductas autoestimulativas.
10.2.3. Epidemiología
10.2.4. Etiología
10.2.5. Evaluación
10.2.6. Tratamiento
Bajo el término Trastorno de la Ingestión Alimentaria en la infancia se
recogen diversas alteraciones en los hábitos de alimentación que
aparecen con frecuencia en los niños y que tienen que ver con
problemas de comportamiento en las horas de las comidas, falta de
adquisición de habilidades de autonomía y hábitos de alimentación,
reducción de la cantidad o la variedad de alimentos ingeridos, rechazo a
determinados tipos de comida, dificultades para tragar o masticar,
incremento exagerado del tiempo necesario para comer, etc.
Los niños que padecen este trastorno suelen rechazar los alimentos,
mostrándose irritables y enfadados a las horas de las comidas, con
gritos, llanto, agitación y otras manifestaciones que hacen que su
conducta sea difícil de manejar.
10.3.3. Epidemiología
10.3.4. Etiología
10.3.5. Evaluación
La evaluación de este tipo de problemas se lleva a cabo a través de la
entrevista clínica, la observación conductual y los registros de conducta,
que permitan realizar un análisis topográfico y funcional de la conducta
problema para elegir la mejor alternativa de tratamiento.
10.3.6. Tratamiento
El refuerzo, tanto positivo como negativo, ha sido utilizado con éxito para
consolidar hábitos adecuados de alimentación. También se han aplicado
técnicas como el coste de respuesta, el moldeamiento o el castigo
(Olivares, Alcázar y Méndez, 2002).
11.1.2.4. Tics vocales complejos
11.1.4. Epidemiología
Los tics motores son más frecuentes que los tics vocales (Cohen, Riddle
y Leckman, 1992).
11.2. Tricotiomanía
11.2.1. Criterios diagnósticos y sistemas de clasificación
11.2.2. Epidemiología
11.3.2. Epidemiología
11.4. Onicofagia
11.4.1. Criterios diagnósticos y sistemas de clasificación
11.4.2. Epidemiología
Las teorías conductuales más recientes señalan que los tics, al igual que
el resto de conductas, se mantienen por sus consecuencias. En este
caso, aparecerían determinadas consecuencias, tanto las derivadas por
la propia realización de la conducta, como consecuencias sociales, que
mantendrían las conductas problemáticas (Miltenberg y Woods, 2001;
Roane, Piazza, Cercone y Grados, 2002).
Tabla 11.1. Respuestas competitivas frecuentemente utilizadas (Azrin y Nunn, 1977; Carr, 1995;
Amor Andrés, 2012; modificado).
Tic / Hábito Nervioso Respuesta Competitiva
Agarrar un objeto.
Ponerse guantes.
Ponerse guantes.
La Inversión del Hábito (Azrin y Nunn, 1973) es el tratamiento psicológico
que mejores resultados ha obtenido en el tratamiento de los tics. Los
autores desarrollaron esta técnica basándose en el supuesto de que las
personas no suelen ser conscientes del tic o del hábito nervioso, que se
lleva a cabo tras una sensación de urgencia o incomodidad. El objetivo
del tratamiento es tomar conciencia de estas conductas y disminuir su
frecuencia sustituyéndolas por una respuesta diferente. El componente
fundamental del método es el entrenamiento en reacción de competencia
que consiste en enseñar al sujeto a emitir una respuesta físicamente
incompatible con el hábito nervioso que se pretende eliminar, de forma
que éste no pueda producirse mientas la persona realiza la reacción de
competencia.
Tabla 11.1. Respuestas competitivas frecuentemente utilizadas (Azrin y Nunn, 1977; Carr, 1995;
Amor Andrés, 2012; modificado).
Tic / Hábito Nervioso Respuesta Competitiva
Agarrar un objeto.
Ponerse guantes.
Agarrar un objeto.
Apretar el puño.
Onicofagia
Ponerse guantes.
El control de los esfínteres supone un hito evolutivo del niño que suele
producirse entre los dos y los cuatro años de edad, teniendo en cuenta la
variabilidad individual en el desarrollo y las diferencias en el momento en
que los padres comienzan a enseñar al niño los hábitos relacionados con
ir al baño.
12.2. Enuresis
12.2.1. Definición
12.2.2. Clasificación
Tanto el DSM-V (APA, 2013) como las versiones anteriores del manual
de la APA, definen la enuresis como la emisión repetida de orina en la
cama o en la ropa, ya sea de manera voluntaria o involuntaria (Criterio
A), que se manifiesta con una frecuencia de al menos dos veces por
semana durante un mínimo de tres meses consecutivos, generando un
malestar clínicamente significativo o un deterioro social, académico o de
otras áreas importantes en el funcionamiento (Criterio B), que aparece en
niños mayores de cinco años de edad (Criterio C), y que no puede
explicarse por los efectos fisiológicos de una sustancia o una enfermedad
médica (Criterio D). A la hora de realizar el diagnóstico, debe
especificarse uno de los siguientes tipos: diurna, nocturna o mixta.
12.2.4. Epidemiología
12.2.5. Etiología
12.2.6. Evaluación
Lo más habitual en la práctica clínica es que los casos que acuden
solicitando ayuda psicológica lo hagan tras haber consultado con el
médico y descartado la existencia de un proceso orgánico que explique
el trastorno. Este es el primer paso que debe llevarse a cabo en la
evaluación de la enuresis.
8-9
9-10
10-11
11-12
12-13
13-14
14-15
15-16
16-17
17-18
18-19
19-20
20-21
21-22
22-23
23-24
00-1
1-2
2-3
3-4
4-5
5-6
6-7
7-8
12.2.7. Tratamiento
12.2.7.1. Tratamiento farmacológico
La técnica más utilizada es el Método de Alarma o Pipí-Stop, descrito
originalmente por Mowrer y Mowrer en 1938, un sistema consistente en
una almohadilla que absorbe la orina activando un circuito eléctrico que
pone en funcionamiento una alarma que ha de apagarse manualmente.
12.3.2. Clasificación
12.3.4. Epidemiología
Es un trastorno menos frecuente que la enuresis. Se estima que en torno
a un 1 y un 1,5 por ciento de la población pediátrica presentan
encopresis (Bragado, 2002). La prevalencia disminuye con la edad, y
prácticamente desaparece durante la adolescencia (Popper y West,
2000). En cuanto al género, es un problema significativamente más
frecuente en niños que en niñas con tasas de 3:1 o 4:1. Respecto a los
tipos, es mucho más prevalente la retentiva que la no retentiva, la
primaria que la secundaria y la diurna que la nocturna (Bragado, 1998;
2002).
12.3.5. Etiología
12.3.7. Tratamiento
12.3.7.1. Tratamientos médicos
13.2. Insomnio
13.2.1. Criterios diagnósticos y sistemas de clasificación
13.2.2. Epidemiología
13.2.3. Etiología
Son varios los factores que están presentes en la etiología del insomnio,
desde factores externos (como la alimentación o la temperatura), factores
orgánicos (infecciones, virus, etc.), psicopatológicos (ansiedad, miedos,
ánimo deprimido) hasta factores de tipo madurativo (Segarra, 2010).
Hora de acostarse
Tiempo transcurrido
hasta que se durmió
Número y hora de
despertares nocturnos
Tiempo transcurrido
hasta que se durmió
Hora de despertar
13.2.5. Tratamiento
Las técnicas de relajación son otro de los procedimientos que con más
frecuencia se utilizan en el tratamiento del insomnio, tanto en adultos
como en niños. La técnica de relajación muscular progresiva (Jacobson,
1920) y la técnica de respiración diafragmática son dos de las técnicas
más empleadas.
13.3.2. Epidemiología
13.3.3. Etiología
13.3.4. Evaluación
13.3.5. Tratamiento
Respuesta al entorno Si No
13.4.2. Epidemiología
13.4.3. Etiología
13.4.4. Evaluación
13.4.5. Tratamiento
13.5.2. Epidemiología
13.5.3. Etiología
13.5.4. Evaluación
Lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
Domingo
Negativa a irse a dormir sin tener cerca las figuras de apego (por
ejemplo, a dormir fuera de casa).
Pesadillas recurrentes sobre la separación.
14.1.2. Epidemiología
14.1.3. Etiología
14.1.4. Evaluación
14.1.5. Tratamiento
14.1.5.1. Tratamiento farmacológico
Las fobias específicas, junto con los trastornos del aprendizaje y de
rendimiento académico, son uno de los problemas por los que con más
frecuencia se solicita tratamiento (Méndez, Orgilés y Espada, 2012).
14.2.3. Epidemiología
Tanto las fobias animales como las fobias a ambientes naturales suelen
ser en la infancia y son más frecuentes en el género femenino. En cuanto
a la fobia a la sangre-inyecciones-daño, suele empezar algo más tarde,
en la segunda infancia o adolescencia y, aunque son más frecuentes en
mujeres, el predominio con respecto a los varones no es tan grande
como en el caso de las fobias a los animales.
14.2.4. Evaluación
14.2.4.1. Observación
14.2.4.2. Inventarios
14.2.5. Tratamiento
El tratamiento psicológico es considerado el tratamiento de elección para
las fobias en niños y adolescentes. Méndez, Rosa, Orgilés, Santacruz y
Olivares (2010) revisan la eficacia de los tratamientos utilizados para las
fobias infantiles, llegando a las siguientes conclusiones:
Tanto el DSM-IV-TR como el DSM-V (APA, 2000; APA, 2013) definen la
fobia social como el miedo o la ansiedad intensos en una o más
situaciones sociales en las que el sujeto está expuesto al posible
escrutinio de otras personas (Criterio A). Para poder realizar el
diagnóstico el sujeto debe presentar miedo a actuar de cierta manera
(por ejemplo, vergonzosa, embarazosa o humillante) o de mostrar ciertos
síntomas de ansiedad que sean valorados de forma negativa (Criterio B).
Estas situaciones provocan en el sujeto miedo o ansiedad siempre que
aparecen (Criterio C), por lo que el sujeto suele evitarlas (Criterio D).
Para realizar el diagnóstico de fobia social es necesario que el miedo se
caracterice por ser desproporcionado (Criterio E) y que tenga una
duración de al menos 6 meses (Criterio F), generando una malestar
clínicamente significativo o un deterioro de la actividad social, escolar, o
de otras áreas importantes (Criterio G). El miedo no se puede atribuir a
los efectos fisiológicos de una sustancia u otra condición médica (Criterio
H) o por los síntomas de otro trastorno mental (Criterio I).
14.3.3. Epidemiología
14.3.4. Evaluación
14.3.5. Tratamiento
El término fue acuñado por Kirk y Bateman en el año 1962 para describir
un "retraso o perturbación en uno o más de los procesos de habla,
lenguaje, lectura, escritura, aritmética u otras materias escolares, que
son el resultado de un hándicap psicológico causado por una posible
disfunción cerebral y/o trastornos emocionales o de conducta".
El DSM-V (APA, 2013) unifica todos los trastornos del aprendizaje dentro
de la categoría de Trastornos del Desarrollo Neurológico bajo el nombre
de Trastorno específico del aprendizaje, debiendo especificar si el
trastorno se presenta con dificultad en la escritura, con dificultad en la
expresión escrita o con dificultad matemática. Los criterios diagnósticos
para el Trastorno específico del aprendizaje son los siguientes:
15.3. Epidemiología
15.4. Etiología
15.5. Evaluación
Además de los procedimientos habitualmente empleados en la
evaluación psicológica, como la entrevista con el menor y con los padres,
pueden emplearse pruebas específicas para evaluar los trastornos del
aprendizaje (Muñoz, Fresneda, Mendoza, Carballo y Pestun, 2007).
Algunas de las más utilizadas son las siguientes:
15.6. Tratamiento
16.1.3. Epidemiología
16.2.2. Etiología
El trastorno reactivo de la vinculación es, por definición, el resultado de
patrones inadecuados en los cuidados y la atención sobre el niño, que
impiden el establecimiento de vínculos apropiados con las figuras de
apego durante la primera infancia.
16.2.3. Evaluación
16.2.4. Tratamiento
Bibliografía
Lecturas Obligatorias
Referencias bibliográficas
[2] Albano, A.M., Marten, P.A. y Holt, C.S. (1991). Therapist's manual for
cognitive-behavioral group therapy for adolescent social phobia.
Manuscrito no publicado.
[12] Anderson, L.T., Campbell, M., Grega, D.M., Perry, R., Small, A.M. y
Green, W.H. (1984). Haloperidol in the treatment of infantile autism:
effects on learning and behavioral symptoms. American Journal of
Psychiatry, 14110, 1195-1202.
[16] Ayres, A.J. (1979). Sensory Integration and the Child. Los Ángeles,
CA: Western Psychological Services.
[22] Barnard, L., Young, A.H., Pearson, J., Geddes, J., O'Brien, G.
(2002). A systematic review of the use of atypical antipsychotics in
autism. Journal of Psychopharmacology, 16, 93-101.
[29] Birnbrauer, J.S. y Leach, D.J. (1993). The Murdoch early intervention
program after 2 years. Behaviour Change, 10, 63-74.
[41] Brown, R.T., Freeman, W.S., Perrin, J.M., Stein, M.T., Amler, R.W.,
Feldman, H., Pierce, K., y Wolraich, M.L. (2001). Prevalence and
assessment of attention deficit hyperactivity disorder in Primary care
settings. Pediatrics, 107, (3), 43.
[42] Bucher, B., Reykdal, B., y Albin, J. (1976). Brief physical restraint to
control pica in retrated children. Journal of Behaviour Therapy and
Experimental Psychiatry, 7, 137-140.
[44] Campbell, M., Anderson, L.T., Small, A.M., Locascio, J.J., Lynch,
N.S. y Choroco, M.C. (1993). Naltrexone in autistic children: behavioral
symptoms and attentional learning. Journal of the American Academy of
Child and Adolescent Psychiatry, 32, 1283-1291.
[45] Carr, J.E. (1995). Competing responses for the treatment of Tourette
síndrome and tic disorders. Behaviour Research and Therapy, 33, 455-
456.
[58] Crossley, R. (1992). Getting the words out: case studies in facilitated
communication training. Topics in Language Disorders, 12, 46-59.
[62] Cuffe, S.P., McKeown, R.E., Addy, C.L. y Garrison, C.Z. (2005).
Family and psychosocial risk factors in a longitudinal epidemiological
study of adolescents. Journal of the American Academy of Child and
Adolescent Psychiatry, 44, 121-129.
[65] D'Zurilla T.J. y Golfried, M.R. (1971). Problem solving and Behaviour
modification. Journal of Abnormal Psychology, 78, 107-126.
[70] Faraone, S.V., Perlis, R.H., Doyle, A.E., Smoller, J. W., Goralnick,
J.J., Holmgrem, M.A., et al (2005): Molecular genetics of attention-deficit /
hyperactivity disorder. Biological Psychiatry 57: 1313-1323.
[72] Fenske, E.C., Zalenski, S., Krantz, P.J. y McClannahan, L.E. (1985).
Age at intervention and treatment outcome for autistic children in a
comprehensive intervention program. Analysis and Intervention in
Developmental Disabilities, 5, 49-58.
[73] Fernández, A. (2002). Descripción y tratamiento de los trastornos de
la comunicación y del lenguaje. En V.E. Caballo, M.A Simón
(dirs.). Manual de Psicología Clínica Infantil y del Adolescente. Madrid:
Pirámide.
[82] Gillis, J.J., Gilger, J.W., Pennington, B.F. y De Fries, J.C. (1992).
Attention deficit disorder symptons un Preschool Children. Child: Care,
Health and Development, 26, (3), 163-179.
[83] Gioia, G.A., Isquith, P.K., Guy, S.C., y Kenworthy, L. (2000).
BRIEF: Behaviour rating inventory of executive function profesional
manunal. Lutz, FL: PAR.
[92] Hirsch, N. y Miles, B. (1996). The use of a pica box in reducing pica
Behaviour in a student with autism. Focus on autism and other
development disabilities, 11, 222-225.
[93] Houts, A.C., Berman, J.S. y Abramson, H. (1994): Effectiveness of
psychological and pharmacological treatments for nocturnal
enuresis. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 62, 737-745.
[101] Krohn, D.D., Weckstein, S.M. y Wrihgt, H.L. (1992). A study of the
effectiveness of a specific treatment for elective mutism. Journal of the
American Academy of Child Psychiatry, 31, 711-718.
[102] Keuthen, N.J., O´Sullivan, R.L., Ricciardi, J.N., Shera, D. et al.
(1995). The Massachussets General Hospital (MGH) hair pulling scale:
Development and factor analysis. Psychotherapy and Psychosomatics,
64, 141-145.
[103] Knivsberg, A.M., Reichelt, K.L., Nodland, M. y Hoeing, T. (1995).
Autistic síndromes and diet: a follow-up study. Scandinavian Journal of
Educational Research, 39, 3.
[104] Krakow, B., Sandoval, D., Schrader, R., Keuhne, B., McBride, L.,
Yau, C.L., Tandberg, D. (2001). Treatment of chronic nightmares in
adjudicated adolescent girls un a residential facility. Journal of
Adolescente Health, 29: 94-100.
[111] Lovaas, O.I. (1987). Behavioral treatment and normal education and
intelectual functioning in young autistic children. Jounal of Consulting and
Clinical Psychology, 55, 3-9.
[118] Mason, A., Banerjee, S., Eapen, V., Zeitlin, H. y Robertson, M.M
(1998). The prevalence of Tourette síndrome in a mainstream school
population. Developmental Medicine and Child Neurology, 40, 299-296.
[123] Méndez F., Rosa A., Montoya M., Espada J. y Olivares J. (2006).
Guía de tratamientos psicológicos eficaces para la depresión en la
infancia y la adolescencia. En M. Pérez, J. Fernández y I. Fernández
(dirs.), Guía de tratamientos psicológicos eficaces III. Infancia y
Adolescencia. Madrid: Pirámide.
[124] Méndez, F., Rosa A.I., Montoya, M., Espada, J.P., Olivares J.,
Sánchez-Meca, J. (2002). Tratamiento psicológico de la depresión infantil
y adolescente: ¿evidencia o promesa? Psicología Conductual, 10 (3),
563-580.
[128] Missuina, C., Gaines, R., Soucie, H., Malean, J. (2006) Parental
questions about developmental coordination disorder: A synopsis of
current evidence. Pediatr Child Health vol 11, nº 8.
[134] Moriarty, J., Varma, A.R., Stevens, J., Fish, M. et al. (1997). A
volumetric MRI study of Gilles de la Tourette's síndrome. Neurology, 49,
910-915.
[135] Morris, R.J. y Kratochwill, T.R. (1987). Childhood fears and phobias.
En R.J. Morris y T.R. Kratochwill (Eds.), The practice of Child therapy (2ª
ed., pp.53-85). New York: Pergamon.
[137] Newcorn J.H., Spencer T.J., Biederman J., Milton D.R. y Michelson
D. (2005). Atomoxetine treatment in children and adolescents with
attention déficit/hyperactivity disorder and comorbid oppositional defiant
disorder. Journal of the American Academy of Child and Adolescent
Psychiatry, 44, 240-248.
[139] Nickel, R.E. (1996). Controversial therapis for young children with
developmental disabilities. Infants and Young Children, 8, 29-40.
[140] Nilsen, T.S., Eisemann, M., Kvernmo, S. (2013). Predictors and
moderators of outcome in child and adolescent anxiety and depression: a
systematic review of psychological treatment studies. Eur Child Adolesc
Psychiatry, 22, 69-87.
[148] Olivares, J., Rosa, A.I., Piqueras, J.A., Méndez, F.X. y Ramos, V.
(2006). Guía de tratamientos psicológicos eficaces para la fobia social y
la timidez en niños y adolescentes. En M. Pérez, J. Fernández y I.
Fernández (dirs.), Guía de tratamientos psicológicos eficaces III. Infancia
y Adolescencia. Madrid: Pirámide.
[158] Pardini, D.A., Barry, T.D., Barth, J.M., Lochman, J.E. y Wells, K.C.
(2006). Self-perceived social acceptance and peer social standing in
children with aggressive-disruptive behaviors. Social Development, 15,
46-64.
[159] Pedreira, J.L. (2004). Introducción: agresión y comportamiento en la
adolescencia. Monografías de psiquiatría: Los trastornos del
comportamiento en la adolescencia, 1, 1-20.
[163] Perry, R., Campbell, M., Adams, P., Lynch, N., Spencer, E.K.,
Curren, E.L. y Overall, J.E. (1989). Long-term efficacy of haloperidol in
autistic children: Continuous versus discontinuous drug
administration. Journal of the American Academy Child and Adolescent
Psychiatry, 34, 232-237.
[165] Peterson, B.S., Riddle, M.A., Cohen, D.J., Katz, Smith, J.C. et al.,
(1993). Reduced basal ganglia volumes in Tourette's síndrome using
three-dimensional reconstruction techniques from magnetic resonance
images. Neurology, 43, 941-949.
[187] Smith, T., Groen, A.D. y Wynn, J.W. (2000). Randomized trial of
intensive early intervention fot children with pervasive developmental
disorder. American Journal on Mental Retardation, 105, 269-285.
[188] Sorensen, M.J., Nissen, J.B., Mors, O., Thomsen, P.H. (2005). Age
and gender differences in depressive symptomatology and comorbidity:
an incident sample of psychiatrically admitted children. J Affect
Disord, 84, 85-91.
[199] Walkup, J.T., Rosenberg, L.A., Brown, J. y Singer, H.S. (1992). The
validity of instruments measuring tic severity in Tourette's
síndrome. Journal of American Academy And Child Adolescent
Psychiatry, 31, 472-477.
[200] Watson, D. y Friend, R. (1969). Measurement of social evaluative
anxiety. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 33, 448-457.