El Gobierno de Ramón Castilla Aportó A La Organización de
El Gobierno de Ramón Castilla Aportó A La Organización de
El Gobierno de Ramón Castilla Aportó A La Organización de
la enseñanza
pública, la promulgación del Reglamento de Instrucción que fue dado en 1850;
con este reglamento quiso acabar con la desorganización
administrativa y pedagógica de años anteriores.
Este reglamento catalogado como la primera Ley de Instrucción Pública[1],
Escobar lo ilustra diciendo:
“(…) Consta de 10 capítulos y 67 artículos donde se aborda la
clasificación de los planteles, se norma el funcionamiento de las escuelas,
colegios y universidades (…)” (1952:45)
Se debe tener en cuenta que la Educación de ese entonces se dividía en
privada y pública; ésta última se ofrecía en las escuelas, el grado de primaria;
en los colegios, secundaria y superior en los Colegios Mayores y
Universidades[2].
Asimismo, de acuerdo a este reglamento, las universidades se vieron
implicadas pues incrementaron de cinco facultades a seis “(…) Ciencias
Eclesiásticas, Derecho, Medicina, Matemática, Ciencias Naturales, Filosofía y
Humanidades (…)” (Escobar 1952:51)
En el gobierno de Ramón Castilla, El Ministerio de Instrucción, tuvo una
participación muy importante pues era el principal órgano ejecutivo y tenía
una sección General de Instrucción con filiales dependientes en cada capital
de Departamento.[3]
Es así que bajo el orden de este Reglamento, la enseñanza privada se
normaba por la reglamentación general, existiendo libertad para escoger el
método de enseñanza más adecuado que se dictaría en los colegios y los
textos que se creyeren más convenientes para utilizarlos.
Valcárcel lo describe diciendo:
“(...) Los artículos 48 al 53, estaban referidos al Magisterio, en el que se
vislumbraba el claro respeto a los derechos adquiridos. (..) en su artículo 52 y
53 establece la sanción para los docentes y alumnos (...)” (1975:60)
Asimismo, este reglamento hace hincapié que en el futuro los postulantes a
cargos pedagógicos deban rendir exámenes especiales que demuestren sus
conocimientos que han adquirido durante el proceso de formación profesional,
con estos exámenes lo que se quiere conseguir es una mejor enseñanza que
beneficiará a los alumnos, pues se demostrará las competencias y habilidades
de cada postulante.
Valcárcel menciona que se tomarán medidas correctivas para los alumnos pero
teniendo en cuenta no pasar los límites por parte de los docentes como es el
caso de la flagelación, palmeta, pues esta prohibido por las leyes
En lo referente al financiamiento de la educación, este reglamento señala el
origen y el destino de los fondos para una mejor administración y un mejor
control.
“(…) acordando que las rentas dadas por el estado se administren por las
Tesorerías Departamentales y las de origen privado por los respectivos
planteles, elaborado por el Director con el visto bueno del Presidente de la
Junta de Instrucción.”
(Escobar 1952:78)
Asimismo en el segundo gobierno de Ramón Castilla se promulgó el
Reglamento Liberal apoyado por un grupo de liberales. Este reglamento
mantiene la división de la educación, es decir “(…) Popular, impartida en las
escuelas, la Media en los colegios y la Especial impartida en las universidades,
escuelas e institutos profesionales.” (Escobar 1952:75)
La importancia de este Reglamento fue la búsqueda de una educación integral
de la persona y su desarrollo intelectual, impartiendo valores para el
crecimiento moral.
Dentro del género de la Educación Especial, estaban las Escuelas e Institutos
cuyo fin era el cultivo de la Educación científica de algunas profesiones. Estas
enseñanzas eran la condición necesaria para el ingreso a los centros, pues
debían de haber concluido la instrucción popular y la instrucción media[4].
Asimismo también Castilla promulgó una ley que reconocía al docente su
calidad profesional. Como lo relata Escobar “(…) profesión creadora de todas
las demás que existen en la sociedad” (1952:94), es decir declara la Ley en la
que honra al docente diciendo con palabras de Escobar “(…) profesorado es
carrera pública (…)” (1952:95).
Aspecto educativo[editar]
Castilla, asesorado por expertos en el tema, abordó el problema educacional que desde la
fundación de la República se encontraba abandonado. El 14 de junio de 1850 dio el primer
Reglamento de Instrucción Pública, por el cual el Estado asumía la dirección y la
administración de la educación en el país. Empezó también a separar los tres grados de
educación que se daban en las escuelas, los colegios y las Universidades, aunque
mantuvo la existencia de los Colegios Mayores, uno de los cuales pasó a ser el Colegio
Guadalupe, lo que mantuvo la confusión existente desde la época colonial entre
enseñanza media y superior.
Por cierto, merece destacarse el importante desarrollo que durante esta época tuvo la
educación superior en los Colegios de San Carlos y de Guadalupe, así como en el Colegio
de la Independencia (Facultad de Medicina de San Marcos) que bajo la dirección del
doctor Cayetano Heredia inició la reforma de los estudios médicos en el Perú. También
destacó el Seminario de Santo Toribio.
Aspecto intelectual[editar]
Al amparo de la libertad individual, el orden interno y el progreso material, adquirieron gran
impulso las luchas ideológicas. Esta se dio entre los conservadores, liderados por el
sacerdote Bartolomé Herrera, y la segunda generación de liberales, representada por los
hermanos Pedro y José Gálvez Egúsquiza, Manuel Toribio Ureta y Domingo Elías.
Otras obras[editar]
Estación San Juan de Dios en Lima, del ferrocarril de Lima al Callao, hacia 1870.
Echenique triunfó en esta elección, que a decir del historiador Basadre fue el primer
proceso electoral verdadero de la historia republicana del Perú, aunque con serios indicios
de malas maniobras.25 Echenique recibió el mando el 20 de abril de 1851 y su gestión se
convirtió de alguna manera en la prolongación del primer gobierno de Castilla, pero se vio
envuelto en el escándalo de la consolidación (o cancelación) de la deuda interna, en la que
sus allegados y amigos se beneficiaron económicamente, siendo el primer caso
escandaloso de corrupción en el Perú republicano
Ese mismo año, los mismos hacendados impusieron al gobierno un reglamento de policía
rural muy estricto para prevenir los esperados desbordes consiguientes a la abolición.
La Constitución de la República Peruana (1856). Esta constitución fue promulgada por el Presidente
Ramón Castilla.
En la Convención Nacional surgió una disputa tensa entre la mayoría liberal y la minoría
conservadora partidaria de Castilla. El más notable de los tribunos liberales era José
Gálvez Egúsquiza. La Convención, además de funcionar como asamblea constituyente,
ejerció el Poder Legislativo en toda su extensión, dictando leyes de carácter permanente y
también de circunstancias. Por fin, después de grandes debates, en octubre de 1856 se
terminó de discutir la nueva Constitución, que debía reemplazar a la Constitución
Conservadora de 1839.
La Constitución de 1856, de tendencia liberal, limitó las atribuciones del poder ejecutivo,
estableciendo la vacancia de la Presidencia de la República por atentar contra la forma de
gobierno o disolver el Congreso. Estableció que el período presidencial duraría cuatro
años y no seis años como en la anterior Constitución; creó el Consejo de ministros;
suprimió los fueros personales, abolió la pena de muerte; estableció el sufragio popular
directo para todos los peruanos que supieran leer y escribir; restableció las Juntas
Departamentales y las Municipalidades. Los liberales no lograron imponer la libertad de
cultos, y el Estado continuó protegiendo la religión católica, no permitiendo el ejercicio de
otros cultos, pero se suprimió las vinculaciones y fueros eclesiásticos, así como los
diezmos y primicias.
El Presidente Castilla juró esta Constitución que fue promulgada el 19 de octubre de 1856,
pero expresó su disconformidad con ella, sobre todo por la disminución de las atribuciones
del presidente, aumentando así la situación de tirantez entre el Gobierno y el Congreso. La
Convención fue disuelta el 2 de noviembre de 1857 por una patrulla de soldados a órdenes
del coronel Pablo Arguedas, mientras Castilla se hallaba ocupado en el asedio de
Arequipa, en el marco de la guerra civil estallada el año anterior. Si bien Castilla condenó
este acto, era evidente que tal situación le convenía, tan así que una vez que retornó a
Lima no restituyó dicho parlamento.
Si bien la rebelión de Vivanco fracasó en el camino de los hechos, su intención, esto es,
acabar con la influencia de los liberales en las decisiones de gobierno, terminó por
imponerse. La Convención, disuelta en noviembre de 1857, no fue nuevamente convocada
e incluso fueron enviados al destierro los principales líderes liberales.
Castilla optó por convocar a elecciones para un Congreso Extraordinario y para la elección
del Presidente Constitucional, ya que él era sólo Presidente provisional. Él mismo se
presentó como candidato, y los liberales lanzaron al general José Miguel Medina.
Realizadas las elecciones, triunfó Castilla. El nuevo Congreso se instaló en octubre de
1858 y proclamó a Castilla Presidente Constitucional, con un mandato de cuatro años.
Un grupo de liberales que quedaron en Lima, tramaron varias conjuras contra Castilla. El
25 de julio de 1860 un embozado a caballo intentó asesinar a Castilla en la Plaza Mayor de
Lima, logrando solo herirle con un disparo en el brazo. Y el 28 de noviembre del mismo
año, varios civiles armados y una parte del batallón Lima (que fue sacado de su cuartel
con engaños) atacaron el domicilio del presidente situado en la esquina de las calles
Divorciadas e Higueras; pero la tropa reaccionó y fue repelido el ataque.
En 1857 se batieron todas las marcas en la venta del guano: este llegó a representar el
83 % de todos los ingresos estatales. El guano se convirtió prácticamente en el único
sostén del Estado. Empezaron entonces los problemas con los consignatarios, que
obtenían grandes ganancias. Como el tesoro público se hallaba siempre requerido de
dinero, los consignatarios adelantaban empréstitos al Estado a cuenta del guano que
explotarían en el futuro, con altos intereses, lo que a la larga traería la ruina económica al
país, al ser el guano solo una riqueza pasajera. Pero por lo pronto, el Perú disfrutaba de
los ingresos del guano.
La obra educacional[editar]
Castilla promulgó el 7 de abril de 1855 un nuevo Reglamento de Instrucción Pública, el
cual duraría hasta el gobierno de Manuel Pardo (1872-76). Este Reglamento estructuró
adecuadamente el sistema educativo, disponiendo que la instrucción pública tuviera tres
grados: la popular, la media y la superior. Se acabó así con la indefinición que existía en
dicho campo, pues hasta entonces no se diferenciaba la educación media de la superior.
La instrucción popular (primaria) debería de extenderse con carácter masivo y cumplir con
la disposición constitucional que garantizaba su gratuidad. Se dispuso la construcción de
locales escolares, pero no se dieron los medios necesarios para realizarlo, quedando
buena parte de esta reforma en el papel.
Política americanista[editar]
La política internacional de Castilla, en este segundo gobierno, tal como ya había ocurrido
en el primero, se inspiró en un profundo sentimiento de la solidaridad americana, y en una
conciencia siempre atenta al orgullo de la patria y la dignidad de la nación. Por entonces,
las grandes potencias europeas intervinieron en algunos países independientes de
América y la política de Castilla fue la de oponerse enérgicamente a esas pretensiones
convocando a la unidad americana.
La fragata Amazonas.
La primera medida que tomó Castilla fue decretar el bloqueo pacífico de toda la costa
ecuatoriana (26 de octubre de 1858). Guayaquil empezó a sufrir los estragos del sitio, por
lo que el comandante general de esa plaza, general Guillermo Franco, aceptó firmar un
armisticio con el jefe de la flota peruana, vicealmirante Ignacio Mariátegui (20 de agosto de
1859). Poco después Castilla aprobó la suspensión del bloqueo de toda la costa
ecuatoriana, para así facilitar un arreglo con el gobierno ecuatoriano. 26
Pero sucedió que el Ecuador entró en un período de anarquía política, ante el inicio de una
guerra civil en la que se establecieron cuatro gobiernos provisorios: un triunvirato en Quito,
presidido por Gabriel García Moreno, una jefatura suprema en Guayaquil, al mando
de Guillermo Franco y que dominaba toda la costa, un gobierno títere de Franco en
Cuenca y un gobierno federal en la provincia de Loja, al mando de Manuel Carrión, por lo
que el Estado ecuatoriano no tenía un gobierno legítimo. 27
El problema que se planteaba a Castilla era pues que, no habiendo un único gobierno
plenamente legítimo en el Ecuador, no era posible iniciar conversaciones, pues se corría el
riesgo de que una facción invalidase la que otra aceptase. No obstante, Castilla preparó la
expedición naval y militar contra el Ecuador, y el 29 de setiembre de 1859, se embarcó él
mismo. Dejó en el poder en Lima al doctor Juan Manuel del Mar.
Pintura anónima del siglo XIX, que representa la toma de Guayaquil por parte de las fuerzas
peruanas en 1860.
Así pues, con la autorización de Franco, las tropas peruanas entraron en Guayaquil el 7 de
enero de 1860, sin necesidad de disparar un balazo. El 25 de enero Castilla firmó con el
gobierno de Franco el Tratado de Mapasingue, en el que, esencialmente el Ecuador
reconocía la validez de la Real Cédula de 1802, y por tanto la soberanía peruana sobre los
territorios de Quijos y Canelos; declaraba nula la adjudicación de territorios hecha a sus
acreedores ingleses y se establecía que dentro de dos años una Comisión especialmente
nombrada por los dos países procedería a señalar los límites entre ambos Estados.
Castilla no quiso mostrarse implacable o feroz con Ecuador y antes de marcharse,
obsequió uniformes, calzados y fusiles al ejército franquista. 31
No obstante, Franco no era el gobernante legítimo del Ecuador, sino apenas un dictador
secesionista en Guayaquil, y fue derrotado por las tropas del gobierno de Quito, presidido
por García Moreno, el 26 de septiembre de 1860. Este gobierno desaprobó el Tratado,
firmado por Franco, tan pronto como Castilla se marchó; el Congreso peruano, ya en el
gobierno de San Román, también lo desaprobó en 1863. 32
El problema con el Ecuador se prolongaría por mucho tiempo más, volviéndose un asunto
centenario. En el Perú se ha reprochado a Castilla no haberle dado solución entonces,
teniendo todo a su favor para hacerlo. Los continuos problemas limítrofes entre ambos
países darían lugar a una nueva guerra peruano-ecuatoriana en 1941, conocida como
la Guerra del 41.33
Realizadas las elecciones, resultó elegido San Román como presidente; para primer
vicepresidente el general Pezet, y para segundo vicepresidente el generalPedro Diez
Canseco.
Últimos años[editar]
En 1864 Castilla fue elegido senador por Tarapacá y presidente de su cámara; desde esa
posición condenó la política internacional del gobierno de Pezet frente a la agresión de la
escuadra española del Pacífico, por lo que fue apresado y desterrado hasta las playas
del Peñón de Gibraltar, en febrero de 1865. Pero esta medida no favoreció al gobierno,
pues de todas formas Pezet fue derrocado, gracias a la chispa revolucionaria que dejó
encendida Castilla antes de partir al destierro, lo que daría lugar al surgimiento de figuras
pertenecientes a una nueva generación. En su ausencia se produjo el Combate del Dos de
Mayo, última acción de la flota española de aguas peruanas, que fue celebrado como una
victoria por el Perú y sus aliados sudamericanos.
A su regreso al Perú, el 17 de mayo de 1866, Castilla fue objeto de homenaje en Lima,
ocasión en la cual dijo al momento de alzar la copa: «Brindo, señores, por los viejos que
conquistaron la independencia y por los jóvenes que el 2 de mayo supieron consolidarla».
Pero se opuso al presidente Mariano Ignacio Prado y fue deportado a Chile; desde allí, ya
septuagenario, se rebeló en defensa de la Constitución moderada de 1860, que el
gobierno intentaba reemplazarla por laConstitución liberal de 1867. Desembarcó
en Pisagua (puerto de Tarapacá, entonces territorio peruano) con una pequeña escolta,
regresando de este modo al Perú con el propósito de tomar por quinta vez las riendas del
gobierno. Murió durante el viaje hacia la ciudad de Arica, en el valle de Tiliviche, el 30 de
mayo de 1867, y sus últimas palabras fueron: «Un mes más de vida Señor y haré la
felicidad de mi patria, sólo unos días más».
Descendencia[editar]
Doña Francisca Diez Canseco de Castilla, esposa del presidente Ramón Castilla.
Casado con la dama arequipeña Francisca Diez-Canseco y Corbacho, hija del general
Manuel José Diez-Canseco Nieto y hermana de los presidentes Francisco y Pedro Diez
Canseco Corbacho. No tuvo descendencia en ella. Sin embargo, tuvo tres hijos naturales
reconocidos (dos antes de casarse y uno durante su matrimonio), y algunos señalan que
hubo otros tres no reconocidos.
Los tres hijos reconocidos que tuvo antes de su matrimonio con Francisca, fueron los
siguientes:
Asimismo, Castilla y su esposa criaron a dos sobrinas como si fueran sus hijas adoptivas:
María Mercedes y María de los Angeles Diez Canseco de Olazábal. Ellas eran hijas
de Manuel Diez Canseco Corbacho, hermano de doña Francisca. Castilla las desposó con
dos de sus secretarios: Mercedes con el doctor Manuel Yrigoyen Arias, quien llegó a ser
un brillante diplomático, y Angelita con el capitán Manuel Velarde Seoane. La familia que
más destacó fue la de los Irigoyen Diez Canseco, que se ha prolongado hasta la
actualidad.35
Efigie de Castilla[editar]
La casa de Castilla[editar]
Ya como presidente, Castilla tuvo dos casas en Lima: una en Chorrillos, probablemente en
la calle del Tren, y otra en la calle Divorciadas e Higueras (actual intersección de los
jirones Cuzco y Carabaya). La primera fue totalmente destruida por la barbarie chilena
durante la guerra del Pacífico, mientras que la segunda sobrevive hasta la actualidad
aunque en precarias condiciones, a la espera de su restauración. Es una antigua casa
colonial que data del siglo XVII. Castilla la adquirió en 1850, de la testamentaria de don
Mariano de la Puente, por 20.000 pesos. Tras el fallecimiento de Castilla, su viuda doña
Francisca Diez Canseco, agobiada por las deudas de su esposo, vendió la propiedad por
30.000 pesos. Después de pasar por una serie de propietarios, fue adquirida por el Estado,
yendo a manos del INC (actualmente Ministerio de Cultura). 38
Homenajes[editar]
la Tumba de Mariscal Ramón Castilla, en el Panteón de los Próceres en lima.
Por ley aprobada en el Congreso de la República el 25 de junio de 1867 se dispuso que el
Poder Ejecutivo tomara las disposiciones necesarias para los funerales de Castilla, que se
realizarían en Lima. El gobierno del coronel Mariano Ignacio Prado (contra el que se había
sublevado) ordenó gastar 16 mil soles en el mausoleo del Mariscal que debía llevar la
inscripción: «El Perú al Gran Mariscal Ramón Castilla». Una comisión del Congreso asistió
a los funerales, y a la viuda, doña Francisca Diez Canseco, le fue asignado un montepío
como si su esposo hubiera muerto en guarnición. La muerte de Castilla causó honda
repercusión en todo el país y paralizó por algún tiempo la ofensiva de los opositores al
gobierno, previo al estallido de la revolución que tuvo como focos a las ciudades de
Arequipa y Chiclayo.
El 9 de diciembre de 1940 el teniente coronel del ejército argentino Raúl Aguirre Molina
pronunció el siguiente discurso al entregar una placa conmemorativa al monumento de
Castilla:
En mi tierra, en su más bello ambiente, el de los gauchos, un criollo conquista fama y nombradía,
cuando en las justas camperas, no pudiendo dominar la ferocidad del redomón, el jinete cae a tierra
con las riendas en la mano. Castilla sublimizó la proeza. Cuando su trompa de órdenes tocó ¡Alto! Al
final de la jornada, el jefe hecho pie a tierra, apoyó la cabeza sobre el pecho de su ayudante, y,
como buen soldado de caballería murió con las riendas en la mano. 39