Amparo Constitucional
Amparo Constitucional
Amparo Constitucional
Artículo 27. Toda persona tiene derecho a ser amparada por los tribunales en el
goce y ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, aun de aquellos
inherentes a la persona que no figuren expresamente en esta Constitución o en
los instrumentos internacionales sobre derechos humanos.
El ejercicio de este derecho no puede ser afectado, en modo alguno, por la de-
claración del estado de excepción o de la restricción de garantías constitucionales.
De esta norma constitucional derivan las notas distintivas del derecho y acción de
amparo en Venezuela, y entre ellas su universalidad respecto de los derechos
protegidos y las causas de la lesión o amenaza de lesión de los mismos; las
formas de su ejercicio, y los principios del procedimiento, los cuales desde el inicio
fueron desarrollados por la jurisprudencia en aplicación de la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales de 1988 (LOA).
Aun cuando de la norma del artículo 3o. de la Ley Orgánica puede decirse que
resultaba una vía directa de control difuso de la constitucionalidad de las leyes,
la jurisprudencia de la Sala Político Administrativa de la antigua Corte Suprema
impuso el criterio de que no procede la acción de amparo directamente contra
normas, siendo que lo que procede es su ejercicio contra los actos de
ejecución de la norma, que serían los actos lesivos.15 Así lo indicó en
sentencia del 24 de mayo de 1993, al afirmar que:
[...] el mencionado artículo de la Ley Orgánica de Amparo no consagra la
posibilidad de interponer esta acción de protección constitucional contra una
ley u otro acto normativo sino contra el acto de aplicación o ejecución de ésta,
el cual en definitiva es el que, en el caso concreto, puede ocasionar una lesión
particular de los derechos y garantías constitucionales de una persona
determinada.
Por otra parte, en cuanto al amparo contra sentencias y demás actos judi-
ciales, el artículo 4o. de la Ley Orgánica establece que: “Igualmente procede la
acción de amparo cuando un Tribunal de la República, actuando fuera de su
competencia, dicte una resolución o sentencia u ordene un acto que lesione un
derecho constitucional”.
Por otra parte, en relación con el amparo contra sentencias y demás actos
judiciales, otro aspecto que debe destacarse es que la aplicación del artículo
4o. de la Ley Orgánica de Amparo sólo procede cuando el juez, en concreto,
actúa en ejercicio de funciones jurisdiccionales, en cuyo caso el juez
competente para conocer de la acción es el tribunal superior al que emitió el
pronunciamiento. En cambio, en los supuestos en los cuales un juez dicte un
acto actuando en fun- ción administrativa (no jurisdiccional), por ejemplo,
cuando actúa como registra- dor mercantil, la competencia para conocer de la
acción de amparo corresponde al tribunal de primera instancia que lo sea en la
materia afín con la naturaleza del derecho violado.
En este último supuesto, conforme a la Ley Orgánica, “el Juez deberá aco-
gerse al procedimiento y a los lapsos establecidos en los artículos 23, 24 y 26
de la presente ley, a fin de ordenar la suspensión provisional de los efectos del
acto cuestionado”.
Ahora bien, en relación con la competencia judicial para conocer del amparo,
conforme a la Ley Orgánica, la misma está condicionada por las dos
modalidades de ejercicio del derecho de amparo: en forma conjunta con otra
acción o recurso, o como acción autónoma.
Una vez que se decida la acción interpuesta, el artículo 9o. de la Ley Orgánica
exige que se envíe en consulta al Tribunal de Primera Instancia competente, el
cual, por supuesto, no necesariamente tiene que ser el superior jerárquico res-
pectivo, sino el que debía conocer en primera instancia del asunto.
Por último, debe indicarse que, conforme a doctrina de la propia Sala Consti-
tucional, la misma se reservó el conocimiento de las acciones de amparo
cuando sean intentadas en protección de derechos colectivos o difusos.
Por otra parte, el ordinal 3o. del artículo 6o. de la Ley Orgánica de Amparo es-
tablece que no se admitirá la acción de amparo “cuando la violación del
derecho o la garantía constitucionales, constituya una evidente situación
irreparable, no siendo posible el restablecimiento de la situación jurídica
infringida”. Ello deriva del carácter eminentemente restablecedor de la acción
de amparo, en el sentido de que mediante la misma no se pueden crear
situaciones jurídicas nuevas o modificar las existentes, sino lo que se puede es
restablecer las cosas al estado en que se encontraban para el momento de la
lesión, haciendo desaparecer el hecho o acto invocado y probado como lesivo
o perturbador a un derecho o garantía constitucional, o restablecerse a un
estado que se asemeje a ella. El carácter restablecedor deriva, además, del
propósito que el artículo 1o. de la Ley Orgánica, en desarrollo del artículo 27 de
la Constitución, le atribuye a la acción de amparo, en el sentido de “que se
restablezca inmediatamente la situación jurídica infringida o la situación que
más se asemeje a ella”. Así, sobre el tema de la inadmisibilidad por
irreparabilidad de la situación jurídica infringida, el ar- tículo 6.1 de la Ley
Orgánica precisa que “se entenderá que son irreparables los actos que,
mediante el amparo, no puedan volver las cosas al estado que tenían antes de
la violación” La violación a los derechos y garantías constitucionales que
pueden dar lugar al ejercicio de la acción de amparo, por otra parte, no debe
ser consentida por el agraviado, por lo que, conforme al ordinal 4o. del artículo
6o. de la Ley Orgánica, no se debe admitir la acción de amparo “cuando la
acción u omisión, el acto o la resolución que violen el derecho o la garantía
constitucionales hayan sido consentidos expresa o tácitamente por el
agraviado, a menos que se trate de vio- laciones que infrinjan el orden público
o las buenas costumbres”, entendiéndose “que hay consentimiento expreso
cuando hubieren transcurrido los lapsos de prescripción establecidos en leyes
especiales, o en su defecto, seis meses después de la violación o la amenaza
al derecho protegido”, y que “el consentimiento tácito es aquel que entraña
signos inequívocos de aceptación”.
en que exista algún recurso paralelo, sea porque el agraviado haya recurrido a
otra vía judicial de protección o porque exista otra vía judicial para la protección
constitucional que haga inadmisible la acción. En el primer caso, los ordinales
5o. y 7o. del artículo 6o. de la Ley Orgánica prevén expresamente la
inadmisibi- lidad; en el segundo caso, la inadmisibilidad deriva del carácter
subsidiario o ex- traordinario de la acción. En el primer caso, la Ley Orgánica
distingue dos casos de inadmisibilidad: el que se haya optado por ejercer una
acción de amparo, o el que se haya optado por utilizar otra vía judicial para la
protección constitucional, y que en ambos casos los procesos estén pendientes
de decisión. En el segundo caso, el artículo 6,5 como causal de inadmisibilidad
de la acción de amparo:
Cuando el agraviado haya optado por recurrir a las vías judiciales ordinarias o
hecho uso de los medios judiciales preexistentes. En tal caso, al alegarse la
violación o ame- naza de violación de un derecho o garantía constitucionales,
el Juez deberá acogerse al procedimiento y a los lapsos establecidos en los
artículos 23, 24 y 26 de la presente Ley, a fin de ordenar la suspensión
provisional de los efectos del acto cuestionado.
El carácter breve del procedimiento había sido interpretado por la Corte Pri-
mera de lo Contencioso Administrativo aun antes de que se dictara la Ley Or-
gánica de 1988, considerando que debía entenderse “en el sentido de tener
por si la condición de ser urgente, en tal condición, será tramitado con
celeridad y debe ser resuelto en el menor tiempo posible”; además, debe ser
sumario, en el sentido de que “debe ser simple, sencillo, despojado de
incidencias, carente de formalidades complejas”.53 A su vez, consideró que
debía impedirse que el procedimiento en materia de amparo “se transformara
en una situación proce- sal compleja, confusa, limitada en el tiempo a resolver
las múltiples y variadas impugnaciones opuestas como puntos previos”.En
cuanto a la dedicación del tribunal para conocer de la acción de amparo, el
artículo 31 de la ley señala que “todo el tiempo será hábil y el Tribunal dará
preferencia al trámite de amparo sobre cualquier otro asunto”.
Una vez admitida la acción, el juez debe ordenar “la citación del presunto
agraviante y la notificación del Ministerio Público, para que concurran al tribunal a
conocer el día en que tendrá lugar la audiencia oral, la cual tendrá lugar, tanto en
su fijación como para su práctica, dentro de las noventa y seis (96) horas a partir
de la última notificación efectuada”. Dicha notificación, dispuso la Sala, para dar
cumplimiento a la brevedad y falta de formalidad: