ROMERO, LA - Gob - Radicales

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LUIS ALBERTO ROMERO

BREVE HISTORIA
CONTEMPORÁNEA
DE LA ARGENTINA

fONDO DE CULTURA ECONÓMICA

MÉXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - EsPAÑA


EsTADOS UNIDOS DE AMÉRICA - PERÚ - VENEZUELA
Primera edición, 1994
Segunda edición, 2001
Para ANA y ]OSÉ Luis

D.R. © 2001, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA DE ARGENTINA, SA


El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires, Argentina
e-mail: [email protected]
Av. Picacho Ajusco 227; 14200 México D.F.

ISBN: 950-557-.393-6

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Hecho el depósito que marca la ley 11.723
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el Partido Socialista-, que de ese modo quedarían incorporados y compartirían


las responsabilidades. Tal convicción se fundaba en la simultánea decisión del
grupo reformista de modificar sus propias prácticas políticas, desplazar las ma-
quinarias electorales que hasta entonces habían operado -representadas ar-
quetípicamente en el mítico Cayetano Ganghi, un caudillo de la Capital por-
tador de una valija repleta de libretas cívicas- e incorporar a la contienda
política en cada lugar a figuras de la suficiente envergadura social e intelectual
ll. Los gobiernos radicales, 1916--1930
como para atraer a sus electores espontáneamente y sin necesidad de trampas.
Se trataba, en suma, de erradicar la política criolla y constituir un partido de
"notables'', favorecido sin duda por la obligatoriedad del sufragio, que ayudaría Hipólito Yrigoyen fue presidente entre 1916 y 1922, año en que lo sucedió
a romper el aparato de caudillos hasta entonces dominante. Marcelo T. de Alvear. En 1928 fue reelegido Yrigoyen, para ser depuesto por
Aprobada la ley en 1912, las primeras elecciones depararon una fuerte un alzamiento militar el 6 de septiembre de 1930. Pasarían 59 años antes de
sorpresa para quienes habían diseñado la reforma: si bien los partidos tradi- que un presidente electo transmitiera el mando a su sucesor, de modo que
cionales ganaron en muchas provincias -donde los gobiernos encontraron la esos doce años, en que las instituciones democráticas comenzaron a funcio-
forma de seguir ejerciendo su presión-, los radicales se impusieron en Santa nar regularmente, resultaron a la larga un período excepcional.
Fe y en la Capital, donde los socialistas obtuvieron el segundo lugar. La pers- Aunque los dos eran radicales, y habían compartido las largas luchas del
pectiva del triunfo arrastró a mucha gente al radicalismo, que en esos años se partido, ambos presidentes eran muy diferentes entre sí, y más diferentes aún
convirtió en un partido masivo, constituyó su red de comités y de caudillos y fueron las imágenes que de ellos se construyó. La de Yrigoyen fue contradic-
se empapó de muchos de los mecanismos de la política criolla. Hipólito Yri- toria desde el principio: para unos era quien -toda probidad y rectitud- venía
goyen, un misterioso dirigente que nunca hablaba en público, pero incansa- a develar el ignominioso régimen y a iniciar la regeneración; hubo incluso
ble en la tarea de recibir a los hombres de su partido, se convirtió en un líder quienes lo vieron como una suerte de santón laico. Para otros era el caudillo
de dimensión nacionaL Para enfrentarlo, los grupos tradicionales, que ya em- ignorante y demagogo, expresión de los peores vicios de la democracia. Al-
pezaban a ser denominados conservadores, intentaron organizar un partido vear en cambio fue identificado, para bien o para mal, con los grandes presi-
orgánico, de dimensión nacional como el radical, sobre la base de los distin- dentes del viejo régimen, y su política se asimiló con los vicios o virtudes de
tos grupos o "situaciones" provinciales. Lisandro de la Torre -fundador de un aquél. Tan disímiles como fueran sus estilos personales, uno y otro debieron
partido "nuevo", la Liga del Sur de Santa Fe- fue el candidato de lo que afrontar parecidos problemas, y sobre todo el doble desafío de poner en pie
emblemáticamente se llamó el Partido Demócrata Progresista. Pero el éxito las flamantes instituciones democráticas y conducir, por los nuevos canales
del proyecto era cada vez más dudoso, y muchos dirigentes, encabezados por de representación y negociaeión, las demandas de reforma de la sociedad,
el gobernador de Buenos Aires Marcelino Ugarte, reticentes al proyecto de que el radicalismo de alguna manera había asumido.
la reforma política, y mucho más ante un dirigente profundamente liberal Esa orientación reformista no era exclusiva de la Argentina: en el Uruguay
como De la Torre, prefirieron plantear su propia alternativa. Divididos los la había encamado desde 1904 el presidente Batlle y Ordoñez, así corno desde
conservadores, los radicales -que también afrontaban sus propias divisiones- 1920 lo haría Arturo Alessandri en Chile. En México, con alternativas mucho
sc impusieron ajustadamente, en una elección que, en 1916, inauguraba una más dramáticas, la revolución estallada en 1910 y consolidada en 1917 había
etapa institucional y social sustancialmente novedosa. emprendido igualmente una profunda transformación del Estado y la sociedad,
mientras que otros movimientos reformistas, como el APRA peruano, aunque
no llegaron a triunfar, conmovieron a algunos de los regímenes oligárquicos o
dictatoriales que en general predominaban en América Latina. En todos los
casos, los reclamos de participación política se relacionaban con mejoras en la
situación de los distintos sectores sociales. Ese mandato y esa voluntad refor-

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mista, que sin duda caracterizó al radicalismo, y que había surgido en el proceso antinorteamericano había venido creciendo desde 1898, cuando la guerra de
de expansión previa, hubo de desarrollarse en circunstancias marcadamente Cuba inauguró la fase fuerte de su expansionismo, y conducía por oposición a
distintas e infinitamente más complejas de aquellas en que ambos se imaaina- la postulación de algún tipo de identidad latinoamericana. En esta actitud los
. - b
ron. La Pnmera Guerra Mundial, particularmente, modificó todos los datos de motivos tradicionales se mezclaban con los más avanzados y progresistas. José
la realidad: la economía, la sociedad, la política o la cultura. Enfrentado con Enrique Rodó, un escritor de profunda influencia, había identificado en Ariel a
una situación nueva, no resultaba claro si el radicalismo tenía respuestas o, Estados Unidos con el materialismo, contraponiéndolo al espiritualismo his-
siquiera, estaba preparado para imaginarlas. panoamericano. Yrigoyen se unió a quienes -poniendo distancia del cosmopo-
La guerra misma constituyó un desafío y un problema difícil de resolver. litismo dominante- encontraban esa identidad en la común raíz hispana, mien-
Inicialmente Yrigoyen mantuvo la política de Yictorino de la Plaza, su ante- tras que otros distinguieron el filibusterismo depredador de los yanquis del más
cesor: la "neutralidad benévola" hacia los aliados suponía continuar con el tolerable imperialismo, discreto y civilizador, de los británicos. En otros ámbi-
abastecimiento de los clientes tradicionales, y además concederles créditos tos, el antinorteamericanismo se vinculó con las ideas socialistas, como en el
para financiar sus compras. En 1917 Alemania inició, con sus temibles sub- caso de Manuel Ugarte, que en 1924 escribió La patria grande. La postulación
marinos, el ataque contra los buques comerciales neutrales, empujando a la de una unidad latinoamericana militante contra el agresor fue reforzada por la
guerra a Estados Unidos, que pretendió arrastrar consigo a los países latinoa- Revolución Mexicana: en 1922, con motivo de la visita del mexicano José
mericanos. La Argentina había resistido tradicionalmente las apelaciones Vasconcelos, José Ingenieros y otros intelectuales progresistas impulsaron una
del panamericanismo, una doctrina que suponía la identidad de intereses Unión Latinoamericana, que recogía los motivos del antiimperialismo tam-
entre Estados Unidos y sus vecinos americanos, pero el hundimiento de tres bién presentes en otro movimiento de dimensión latinoamericana: la Reforma
barcos mercantes por los alemanes movilizó una amplia corriente de opinión Universitaria.
en favor de la ruptura, que era impulsada por los estadounidenses y entusias-
tamente apoyada por los diarios La Nación y La Prensa. Las opiniones se
dividieron de un modo singular: el Ejército -cuya formación profesional era Crisis social y nueva estabilidad
germana- tenía simpatías por Alemania, mientras que la Marina se alineaba
por Gran Bretaña. La oposición conservadora era predominantemente rup- En esta dimensión fuertemente simbólica y declarativa el gobierno radical pu-
turista, al igual que la mayoría de los socialistas, aunque en abril de 191 7 se do dar respuestas originales y acordes con las nuevas expectativas, pero no
produjo entre ellos una escisión que, siguiendo a la Unión Soviética, adhirió ocurrió lo mismo cuando debió enfrentar problemas más concretos, como los
al neutralismo. Los radicales estaban muy divididos en tomo de esta cues- que suscitó en la sociedad la Primera Guerra Mundial. Las condiciones socia-
tión, que prefiguraba futuras fracturas, y dirigentes destacados corno Leopol- les, que ya eran complicadas en el momento de su estallido, se agravaron luego
do Melo o Alvear se manifestaron en favor de Inglaterra y Ftancia, mientras por las dificultades del comercio exterior y de la retracción de los capitales: en
Yrigoyen, casi tozudamente, defendió una neutralidad que, si no lo enemis .. las ciudades se sintió la inflación, el retraso de los salarios reales -los de los
taba con los aliados europeos, lo distanciaba de Estados Unidos. Yrigoyen empleados públicos incluso sufrieron rebajas-y la fuerte desocupación. La gue-
tuvo varias actitudes de hostilidad hacia ese país: en 1919 ordenó que una rra perjudicó las exportaciones de cereales, y particularmente las de maíz, y en
nave de guerra saludara el pabellón de la República Dominicana, ocupada las zonas rurales agravó la situación ya deteriorada de los chacareros y también
por los marines norteamericanos, y en 1920 se opuso al diseño que el presi- la de los jornaleros. Se conformó así un clima de conflictividad que se mantuvo
dente Wilson había hecho de la Liga de las Naciones. También, había pro- más o menos latente mientras las condiciones fueron muy adversas para los
clamado al 12 de octubre -aniversario del viaje de Colón- como Día de la trabajadores, pero que empezó a manifestarse plenamente desde 1917, apenas
Raza, oponiendo al panamericanismo la imagen de una Hispanoamérica que comenzaron a notarse en la economía signos de reactivación. Se inició enton-
excluía a los vecinos anglosajones. ces un ciclo breve pero violento de confrontación social que alcanzó su mo-
Fue una decisión de fuerte valor simbólico, que entroncaba en una sensibi- mento culminante en 1919 y se prolongó hasta 1922 o 1923. Esa ola de con-
lidad social difusa en sus formas pero hondamente arraigada. El sentimiento vulsiones se desarrollaba de manera parecida en todo el mundo occidental,
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recogiendo los ecos primero de la revolución soviética de 1917 y, luego, de los


movimientos revolucionarios que estallaron, apenas terminó la guerra, en Ale- rara lo largo de 1919, cuando la ola huelguística llegó a su culminación. En
mania, Italia y Hungría. La impresión de que la revolución mundial era inmi- enero con motivo de una huelga en un establecimiento metalúrgico del ba-
nente operó en cierta medida como ejemplo para los trabajadores, pero mucho rrio ol1rero de Nueva Pompeya, se produjo una serie de incidentes violentos
más lo hizo como revulsivo para las clases propietarias. La revolución se mezcló entre los huelauistas y la Policía, que abandonó la pasividad y reprimió con
con la contrarrevolución, y entre ambas hirieron de muerte a las democracias ferocidad. Hubo muertos de ambas partes y pronto la violencia se generalizó.
liberales: en medio de la crisis de valores desatada en la posguerra, éstas fue- Una sucesión de breves revueltas no articuladas, espontáneas y sin objetivos
ron ampliamente cuestionadas por distintos tipos de ideologías y de movi- precisos, hicieron que durante una semana la ciudad fuer_a tierra de nadie,
mientos políticos, que iban desde las dictaduras lisas y llanas -como la esta- hasta que el Ejército encaró una represión en regla. Conto con la colabora-
blecida en España en 1923 por el general Primo de Rivera- hasta los nuevos ción de arupos de civiles armados, organizados desde el Círculo Naval, que se
experimentos autoritarios de base plebiscitaria, como el iniciado en Italia en dedicar;n a perseguir a judíos y catalanes, que identificaban con "maximalis-
1922 por Benito Mussolini, cuyas formas novedosas ejercieron una verdade- tas" y anarquistas. Todavía por entonces el gobierno pudo apelar a s.us con-
ra fascinación. tactos con los socialistas y los dirigentes de la FORA para acordar el fm de la
Las huelgas comenzaron a multiplicarse en las ciudades a lo largo de 1917 y huelaa inicial de Vasena, así como para negociar el cese del largo y pacífico
1918, impulsadas sobre todo por los grandes gremios del transporte, la Federa- conflicto que simultáneamente mantenía el gremio marítimo.
ción Obrera Marítima y la Federación Obrera Ferrocarrilera, cuya fuerza se La Semana Trágica -así se la llamó- galvanizó a los trabajadores de la
incrementaba por su capacidad de obstaculizar o paralizar el embarque de las ciudad y de todo el país. Lejos de disminuir, el número y la i~t~nsidad de las
cosechas, un recurso que usaron y dosificaron con prudencia. Conducidos por huelgas aumentaron a lo largo de 1919: infinidad de ~ov11111entos f~eron
el grupo de los sindicalistas, que dirigían la FORA del IX Congreso (para distin- protagonizados por trabajadores no agremiados, perte~ec1entes a l~s mas va-
guirla de la FORA del v, anarquista), tuvieron éxito en buena medida por la riadas actividades industriales y de servicios, entre quienes la consigna ~1e
1
la
nueva actitud del gobierno, que abandonó la política de represión lisa y llana y huelga general ayudaba a la identificación y unificación. Estos movimientos
obligó a las compañías marítimas y ferroviarias a aceptar su arbitraje. Coinci- coincidieron con un nuevo pico de las movilizaciones rurales. Los chacare-
dieron así una actitud sindical que combinaba la confrontación y la negocia- ros, que dirigidos por la Federación Agraria Argentina mantenían desde 1912
ción y otra del gobierno que, mediante el simple recurso de no apelar a la sus reivindicaciones por las condiciones de los contratos, encararon nuevas
represión armada, creaba un nuevo equilibrio y se colocaba en posición de huelgas, empujados por las difíciles condiciones creadas por la guerra. Su
árbitro entre las partes. Los éxitos iniciales fortalecieron la posición de la FORA movilización coincidió con la de los jornaleros de los campos y de los pueblos
sindicalista, cuyos afiliados aumentaron notablemente en los años siguientes, y rurales aeneralmente movilizados por los anarquistas, aunque los chacareros
que impuso su estrategia de confrontación limitada. No obstante, la predispo- procur~;on diferenciarse de ellos con claridad. Pese a que l~s radicales ha-
sición negociadora del gobierno no se manifestó en todos los casos y -según ha bían simpatizado con ellos en 1912, el gobierno fue poco sensible a sus rec;a-
señalado David Rock- parecía dirigirse especialmente a los trabajadores de la mos, y en 1919, acusando a los "maximalistas", encaró una fuerte rep.res1on.
Capital -potenciales votantes de la UCR, en un distrito en el que ésta dirimía El año 1919 marca una inflexión en la política gubernamental hacia estos
una dura confrontación con los socialistas-, pero no se extendía ni hacia los movimientos de protesta. Hasta entonces, una actitud algo benévola y tole-
sindicatos con mayoría de extranjeros ni a los trabajadores de las provincia de rante, acompañada de la no utilización de los recursos clásicos de la repre-
Buenos Aires. Así, la huelga de los frigoríficos de 1918 fue enfrentada con los sión -el envío de tropas, los despidos, la contratación de rompehuelgas- ha-
tradicionales métodos de represión, despidos y rompehuelgas, que también se bía bastado para ampliar el espacio de manifestación de la conflictividad
aplicaron en 1918 a los ferroviarios, cuando su acción traspasó los límites de la acumulada y para equilibrar la balanza, hasta entonces sistemáticament~ fa-
prudencia y amenazó el vital embarque de la cosecha. vorable a los patrones. Probablemente en la acción de Yrigoyen se combma-
Tanto los sindicalistas como el gobierno transitaban por una zona de equi- ran, junto con mucho de cálculo político, una actitud más ~ensible a los
librio muy estrecha, que la propia dinámica del conflicto terminó por clausu- problemas sociales y una idea del papel arbitral que debía asumir el ~stado, Y
quizás él mismo. Pero esa nueva actitud estuvo leios de matenahzarse en
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instrumentos institucionales, pese a la manifiesta voluntad necrociadora de tantes de las empresas extranjeras. Conservadores y radicales coincidieron y
las direcciones sindicales. Los avances realizados a principios d; siglo, cuan- se mezclaron en los tramos iniciales -su presidente, Manuel Carlés, fluctuó
do se creó el Departamento de Trabajo o se propuso el Código del Trabajo, durante su vida entre ambos partidos- y el Estado le prestó un equívoco apo-
no se continuaron, y el Poder Ejecutivo no supo idear mecanismos más oricri- yo a través de la Policía. Lo más notable fue la capacidad que la Liga demos-
nales que la recurrencia -igual que en 1850- a la acción arbitral del jefe de tró en ese anmis mirabilis para movilizar vastos contingentes de la sociedad,
Policía, responsable desde tiempo inmemorial de los problemas laborales. reclutados en sus sectores medios, para la defensa del orden y la propiedad y
Tampoco el Congreso asumió que debía intervenir en los conflictos urbanos, la reivindicación chauvinista del patriotismo y la nacionalidad, amenazada
considerándolos una mera cuestión policial, aunque sí lo hizo con los chaca- por la infiltración extranjera. También fue notable su capacidad para organi-
reros: en 1921 sancionó una ley de Arrendamientos que tenía en cuenta la zar gran número de "brigadas", que asumían la tarea de imponer el orden a
mayoría de sus reclamos acerca de los contratos, y que sin duda contribuyó palos -luego fueron muy activas en el medio rural-, y para presionar al go-
-junto con un retomo de la prosperidad agrícola- a acallar los reclamos de bierno, quien probablemente tuvo muy en cuenta la magnitud de las fuerzas
quienes, cada vez más, se definían como pequeños empresarios rurales. polarizadas en tomo de la Liga cuando a lo largo de 1919 imprimió un giro,
Luego de la experiencia de 1919, y fuertemente presionado por unos sec- sutil pero decisivo, a su política social.
tores propietarios reconstituidos y galvanizados, el gobierno abandonó sus La derecha tenía un nuevo impulso y un argumento decisivo, aunque to-
. veleidades reformistas y retomó los mecanismos clásicos de la represión, ahora davía impreciso, contra la democracia: voluntaria o involuntariamente, Yri-
con la colaboración de la Liga Patriótica, que en 1921 alcanzaron incluso a la goyen era sospechoso de subvertir el orden. Desde entonces, cobraron forma
Federación Marítima, el sindicato con el que Yrigoyen estableció vínculos una serie de tendencias ideológicas y políticas que por entonces circulaban
más fuertes y durables. Por entonces, y por diferentes razones, la ola huelguís- ampliamente en el mundo de la contrarrevolución. La Liga aportó los moti-
tica se había atenuado en las grandes ciudades, aunque perduraba en zonas vos del orden y la patria. Los católicos combinaron el pensamiento social
más alejadas y menos visibles: en el enclave quebrachero que La Forestal -capaz de competir con la izquierda- con el integrismo antíliberal, que em-
había establecido en el norte de Santa Fe, en el similar de Las Palmas en el pezó a difundirse a través de los Cursos de Cultura Católica y cristalizó más
Chaco Austral, o en las zonas rurales de la Patagonia. En esos lugares, los anó- tarde en la revista Criterio, fundada en 1928. Jóvenes intelectuales, como los
nimos e impredecibles efectos de la coyuntura económica internacional, tra- hermanos lrazusta, difundieron las ideas de Maurras y Leopoldo Lugones pro-
ducidos por empresas voraces e incontroladas en acciones concretas en per- clamó la llegada de "la hora de la espada". Sin duda había discordancias en
juicio de los trabajadores, hicieron estallar entre 1919 y 1921 fuertes movi- estas voces, y no menores -Lugones era declaradamente anticristiano-, pero
mientos huelguísticos. El gobierno autorizó a que fueran sometidos mediante esto no preocupaba a su auditorio, que probablemente no tomaba demasiado
sangrientos ejercicios de represión militar que alcanzaron justa celebridad, en serio mucho de lo que oía pero recogía en todas ellas un mensaje común:
como en el caso de la Patagonia. el rechazo a la movilización social y la crítica a la democracia liberal.
La experiencia de 1919 tuvo profundos efectos entre los sectores ¡:¡ropie- La llegada al gobierno de Alvear, en 1922, tranquilizó en parte a las clases
tarios. Derrotados en 1916, conservaron inicialmente mucho poder i~stitu-· propietarias. La mayoría volvió a confiar en las bondades de la democracia
cional -que Yrigoyen fue minando en forma paulatina- y todo su poder so- liberal y patricia, pero el nuevo discurso siguió operando en ámbitos margi-
cial, pero estaban a la defensiva, sin ideas ni estrategia para hacer frente a un nales. Mientras tanto, fueron otras poderosas instituciones las encargadas de
proceso político y social que les desagradaba pero que sabían legitimado por dar progresivamente fuerza al nuevo movimiento, unificar sus acciones, do-
la democracia. En 1919, los fantasmas de la revolución social los despertaron tarlas de legitimidad, y también reclutar sostenedores más allá de los propios
bruscamente: la Liga Patriótica Argentina, fundada en las calientes jornadas sectores propietarios. La Liga Patriótica se dedicó al "humanitarismo prácti-
de enero, fue la primera expresión de su reacción. Confluyeron en ella los co", organizando escuelas para obreras y movilizando a las "señoritas" de la
grupos más diversos: la Asociación del Trabajo -una institución patronal que alta sociedad. Mucho más importante fue la acción de la Iglesia que en 1919,
suministraba obreros rompehuelgas-, los clubes de elite, corno el Jockey, los en el pico de la crisis, organizó la Gran Colecta Nacional, destinada a movi-
círculos militares -la Liga se organizó en el Círculo Naval-, o los represen- lizar a los ricos e impresionar a los pobres. Ese año fueron unificadas todas las
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instituciones católicas que actuaban en la sociedad -con tendencias y pro-
puestas diversas- dentro de la Unión Popular Católica Argentina, un ejérci- opulenta. Por otra parte, entre quienes podían presentarse como conducto-
to laico comandado unificadamente por los obispos y los curas párrocos, quie- res de ese movimiento, los que propiciaban dicha subversión -los anarquis-
nes organizaron una guerra en regla contra el socialismo, compitiendo palmo tas, y luego los comunistas- sólo tenían una influencia marginal e ínfima.
a palmo en la creación de bibliotecas, dispensarios, conferencias y obras de Las direcciones y orientaciones más fuertes correspondían a la corriente de
fomento y caridad, tareas éstas en las que los activistas reclutados en los altos los "sindicalistas" y a los socialistas, y ambos bregaban tanto por reformas
círculos sociales adquirían la conciencia de su alta misión redentora. Sinto- limitadas en un orden social que aceptaban en sus rasgos básicos, como, so-
máticamente, la Iglesia -cada vez más reacia a las instituciones democráti- bre todo, por encontrar los mecanismos y los ámbitos de negociación de los
cas- clausuraba la posibilidad de crear un partido político. El Ejército, final- conflictos. Los sindicalistas, reacios a la acción política partidaria, apostaron
mente, que había sido organizado desde principios de siglo sobre bases estric- a la negociación entre los sindicatos y el Estado, un camino que ya había sido
tamente profesionales, empezó a interesarse en la marcha de los asuntos propuesto desde el Estado antes de 1916 y que, retomado por Yrigoyen, debió
políticos, quizá molesto por la forma en que Yrigoyen lo empleaba para abrir ser abandonado en la convulsión de 1919, aunque ciertamente se mantuvo
o cerrar la válvula del control social, y quizá también preocupado por el uso como tendencia, para reaparecer en forma espectacular al fin de la Segunda
que el presidente hacía de criterios políticos en el manejo de la institución. Guerra Mundial.
Lo cierto es que la desconfianza a Yrigoyen fue creando las condiciones para El Partido Socialista -fundado en 1896 y de una fuerza electoral conside-
hacerlo receptivo a las críticas más generales al sistema democrático, que rable en la Capital- estaba también lejos de posturas de ruptura. De acuerdo
con fuerza creciente se escuchaban en la sociedad. con lo que eran las líneas dominantes en Europa, el socialismo era visto co-
El antiliberalismo que nutre todas estas manifestaciones resultó eficaz co- mo la coronación y perfeccionamiento de la democracia liberal, como la
mo arma de choque, como discurso unificador y como bandera de combate. última instancia de una modernización que debía remover obstáculos tradi-
Pero la reconstitución de la derecha política no se agotó en esto. No escapa- cionales. Entre ellos, los socialistas subrayaban lo que llamaban la "política
ba a nadie que no podía volverse a 1912, que el mundo había cambiado criolla", en la que englobaban, junto al conservadurismo tradicional, al radi-
mucho desde la Gran Guerra, y que era necesario volver a discutir cuál era el calismo, al que se opusieron con fuerza. El Partido Socialista tuvo escasa
lugar de la Argentina, qué papel debía cumplir el Estado en los conflictos capacidad para arraigar en los movimientos sociales de protesta: algunos éxi-
sociales, cómo podían articularse los distintos intereses propietarios, y mu- tos entre los chacareros de la Federación Agraria no compensaron su escasí-
chas cuestiones más, acerca de las cuales el gobierno de Yrigoyen no parecía simo peso entre los gremialistas, que aunque votaran a los socialistas prefe-
demasiado urgido en aportar soluciones novedosas. La Liga Patriótica orga- rían seguir a los sindicalistas. El socialismo apostó todas sus cartas a las elec-
nizó congresos donde representantes de los más diversos sectores discutieron cione~,. :' re~nió en la Capital un importante caudal de votos, con el que
sobre todo esto, y también lo hicieron a través de las publicaciones del Mu- co~p1t10 e_x1tosamente con los radicales, pero a costa de diluir lo que quizás
seo Social Argentino o en la Revista de Economía Argentina, que Alejandro hubieran sido reclamos específicos de los trabajadores dentro de un conjunto
Bunge fundó en 1918. Una Argentina distinta requería ideas nuevas, y en más amplio de demandas, que incluía a los sectores medios. Esto dejaba libre
ese sentido la discusión fue intensa. Es posible, incluso, que en ese clima un espacio a su izquierda, por el que compitieron diversos grupos, sobre todo
algunos jóvenes militantes del Partido Socialista -con una sólida formación !~ego del remezón de la guerra y la revolución soviL;I ica. Pacifistas, partida-
de raigambre marxista en cuestiones económicas y sociales- pensara que los rios de la Tercera Internacional y de la Unión Soviética confluyeron final-
marcos del partido eran demasiado estrechos. . mente en el Partido Comunista, que durante los añc veinte tuvo escasísimo
¿Hasta qué punto eran justificados los terrores de la derecha? La ola de peso, aunque cosechó muchas simpatías entre los intelectuales. Pero otras
huelgas, que culminó entre 1917 y 1921, había sido formidable, pero no esta- tendencias progresistas, de alguna manera emparentadas con el leninismo
ba guiada por un propósito explícito de subversión del orden, sino que expre- emergieron en el antiimperialismo de esa época y en el pensamiento de [~
saba, de manera ciertamente violenta, la magnitud de los reclamos acumula- Reforma Universitaria.
dos durante un largo período de dificultades de la Argentina hasta entonces Los socialistas apostaron a la acción legislativa y a la posibilidad de crear
en el Congreso un ámbito de representación. Pero había en el partido una
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instituciones católicas que actuaban en la sociedad -con tendencias y pro- opulenta. Por otra parte, entre quienes podían presentars~ ,como conduct~­
puestas diversas- dentro de la Unión Popular Católica Argentina, un ejérci- res de ese movimiento, los que propiciaban dicha subvers1on -los anarquis-
to laico comandado unificadamente por los obispos y los curas párrocos, quie- tas y lueao los comunistas- sólo tenían una influencia marginal e ínfima.
nes organizaron una guerra en regla contra el socialismo, compitiendo palmo La~ direc~iones y orientaciones más fuertes correspondían a la corriente de
a palmo en la creación de bibliotecas, dispensarios, conferencias y obras de los "sindicalistas" y a los socialistas, y ambos bregaban tanto por reformas
fomento y caridad, tareas éstas en las que los activistas reclutados en los altos limitadas en un orden social que aceptaban en sus rasgos básicos, como, so-
círculos sociales adquirían la conciencia de su alta misión redentora. Sinto· bre todo, por encontrar los mecanismos y los ámbitos de negociación de los
máticamente, la Iglesia -cada vez más reacia a las instituciones democráti· conflictos. Los sindicalistas, reacios a la acción política partidaria, apostaron
cas- clausuraba la posibilidad de crear un partido político. El Ejército, final- a la neaociación entre los sindicatos y el Estado, un camino que ya había sido
mente, que había sido organizado desde principios de siglo sobre bases estríe· propu:Sto desde el Estado antes de 1916 y que, retomado por Yrigoyen, debió
tamente profesionales, empezó a interesarse en la marcha de los asuntos ser abandonado en la convulsión de 1919, aunque ciertamente se mantuvo
políticos, quizá molesto por la forma en que Yrigoyen lo empleaba para abrir como tendencia, para reaparecer en forma espectacular al fin de la Segunda
o cerrar la válvula del control social, y quizá también preocupado por el uso Guerra Mundial.
que el presidente hacía de criterios políticos en el manejo de la institución. El Partido Socialista -fundado en 1896 y de una fuerza electoral conside-
Lo cierto es que la desconfianza a Yrigoyen fue creando las condiciones para rable en la Capital- estaba también lejos de posturas de ruptura. De acuerdo
hacerlo receptivo a las críticas más generales al sistema democrático, que con lo que eran las líneas dominantes en Europa, el socialismo era visto co-
con fuerza creciente se escuchaban en la sociedad. mo la coronación y perfeccionamiento de la democracia liberal, como la
El antiliberalismo que nutre todas estas manifestaciones resultó eficaz co· última instancia de una modernización que debía remover obstáculos tradi-
mo arma de choque, como discurso unificador y como bandera de combate. cionales. Entre ellos, los socialistas subrayaban lo que llamaban la "política
Pero la reconstitución de la derecha política no se agotó en esto. No escapa· criolla", en la que englobaban, junto al conservadurismo tradicional, al radi-
ba a nadie que no podía volverse a 1912, que el mundo había cambiado calismo, al que se opusieron con fuerza. El Partido Socialista tuvo esc,as.a
mucho desde la Gran Guerra, y que era necesario volver a discutir cuál era el capacidad para arraigar en los movimientos sociales de protesta: algunos ex~­
lugar de la Argentina, qué papel debía cumplir el Estado en los conflictos tos entre los chacareros de la Federación Agraria no compensaron su escas1·
sociales, cómo podían articularse los distintos intereses propietarios, y mu- simo peso entre los gremialistas, que aunque votaran a los socialistas prefe-
chas cuestiones más, acerca de las cuales el gobierno de Yrigoyen no parecía rían seguir a los sindicalistas. El socialismo apostó todas sus cartas a las elec·
demasiado urgido en aportar soluciones novedosas. La Liga Patriótica orga· ciones, y reunió en la Capital un importante caudal de votos, con el que
nizó congresos donde representantes de los más diversos sectores discutieron compitió exitosamente con los radicales, pero a costa de diluir lo que quizás
sobre todo esto, y también lo hicieron a través de las publicaciones del Mu- hubieran sido reclamos específicos de los trabajadores dentro de un con1unto
seo Social Argentino o en la Revista de Economía Argentina, que Alejandro más amplio de demandas, que incluía a los sectores medios. Esto dejaba libre
Bunge fundó en 1918. Una Argentina distinta requería ideas nuevas, y en un espacio a su izquierda, por el que compitieron diversos grupos, sobre todo
ese sentido la discusión fue intensa. Es posible, incluso, que en ese clima lueao- del remezón de la guerra y la revolución soviética. Pacifistas, partida-
algunos jóvenes militantes del Partido Socialista -con una sólida formación rio: de la Tercera Internacional y de la Unión Soviética confluyeron final-
de raigambre marxista en cuestiones económicas y sociales- pensara que los mente en el Partido Comunista, que durante los añc veinte tuvo escasísimo
marcos del partido eran demasiado estrechos. peso, aunque cosechó muchas simpatías entre los intelectuales. Pe~o .otras
¿Hasta qué punto eran justificados los terrores de la derecha? La ola de tendencias progresistas, de alguna manera emparentadas con el lenm1smo,
huelgas, que culminó entre 191 7 y 1921, había sido formidable, pero no esta· emergieron en el antiimperialismo de esa época y en el pensamiento de la
ba guiada por un propósito explícito de subversión del orden, sino que expre- Reforma Universitaria.
saba, de manera ciertamente violenta, la magnitud de los reclamos acumula- Los socialistas apostaron a la acción legislativa y a la posibilidad de crear
dos durante un largo período de dificultades de la Argentina hasta entonces en el Congreso un ámbito de representación. Pero había en el partido una
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incapacidad casi constitutiva para establecer alianzas o acuerdos, y aunque como El Gráfico, Billiken, Tit Bis o El Hogar. En los años siguientes a la guerra
impulsaron algunas reformas legislativas no lograron dar forma a una fuerza hicieron furor las novelas semanales -un género entre sentimental y tenue-
política vigorosa, capaz de equilibrar a la derecha reconstituida o, siquiera, mente erótico-, mientras que las necesidades culturales o políticas más ela-
de precisar los puntos centrales del conflicto que se avecinaba. Su otra apuesta boradas eran satisfechas primero por las ediciones españolas de Sempere y
fue -a largo plazo- la ilustración de la clase obrera que, según suponían, se luego por las bibliotecas de Claridad o Tor. En una sociedad ávida de leer,
esclarecería en el contacto con la ciencia. De ahí su intensa acción educado- estas publicaciones eran vehículo eficaz de diversos mensajes culturales y
ra, a través de centros, bibliotecas, conferencias, grupos teatrales y corales y políticos, que circulaban también por las bibliotecas populares o las confe-
la Sociedad Luz, La difusión de ciertas prácticas en los grandes centros urba- rencias. Muchos leían para entretenerse. Otros buscaban capacitarse para
nos atestigua adecuadamente los cambios que -superada la crisis social- es- aprovechar las múltiples oportunidades laborales nuevas, pero otros muchos
taban experimentando los trabajadores y la sociedad toda. lo hacían para apropiarse de un caudal cultural -tan variado que incluía des-
El fin de la lucha gremial intensa, la reducción de la sindicalización y el de Platón hasta Dostoievsk y- que hasta entonces había sido patrimonio de la
debilitamiento de la Unión Sindical Argentina dan testimonio de la atenua- elite y de las clases más establecidas.
ción de los conflictos sociales. La Unión Ferroviaria, fundada en 1922 y con- La expansión de la cultura letrada forma parte del proceso de movilidad
vertida en cabeza indiscutida del sindicalismo, expresó el nuevo tono de la social propio de una sociedad que era esencialmente expansiva y de oportu-
acción gremial: un sindicato fuertemente integrado, férreamente dirigido en nidades. Fruto de ella eran esos vastos sectores medios, en cuyos miembros
forma centralizada, negoció sistemática y orgánicamente con las autorida- podían advertirse los resultados de una exitosa aventura del ascenso: los cha·
des, descartó la huelga como instrumento y obtuvo éxitos sustanciales. Por careros establecidos, que se identificaban corno pequeños empresarios rura-
su parte, el Estado manifestó la voluntad de avanzar en una legislación social les, o los pequeños comerciantes o industriales urbanos, de entre quienes
-sancionada en su mayoría durante la presidencia de Alvear- que suponía a surgían algunos grandes nombres o fortunas importantes. Junto a ellos, una
la vez el pleno reconocimiento del actor gremial: propuesta de regímenes nube de empleados, profesionales, maestras o doctores, pues ese título siguió
jubilatorios para empleados de comercio y ferroviarios, regulación del traba- siendo la culminación, en la segunda o quizá la tercera generación, de esta
jo de mujeres y niños y establecimiento del 1º de Mayo -convertido en un carrera en la que la fortuna no podía separarse del prestigio.
conciliador Día del Trabajo- como feriado nacional. Quizá por eso la Universidad constituyó un problema importante para
Más allá de las coyunturas y de las revulsiones, la sociedad argentina ve- esta sociedad en expansión, y la Reforma Universitaria -un movimiento que
nía experimentando cambios profundos, que maduraron luego de la guerra y estalló en Córdoba en 1918 y se expandió por el país y por toda América
que explican este apaciguamiento. Aunque luego del conflicto se reanudó la Latina- fue una expresión de esta transformación. Las universidades, cuyo
inmigración, la población ya se había nacionalizado sustancialmente. Los propósito dominante era formar profesionales, eran por entonces socialmen-
hijos argentinos ocuparon el lugar de los padres extranjeros, las asociaciones te elitistas y académicamente escolásticas. Muchos jóvenes estudiantes qui-
de base étnica empezaron a retroceder frente a otras en las que la gente, sin sieron abrir sus puertas, participar en su dirección, remover las viejas camari-
distinción de origen, se agrupaba para actividades específicas y la "cuestión llas profesorales, instaurar criterios de excelencia académica y de actualiza-
nacional", que tanto preocupó en el Centenario, empezó a desdibujarse. La ción científica, y vincular la Universidad con los problemas de la sociedad.
acción sistemática de la escuela pública había generado una sociedad fuerte- La agitación estudiantil fue muy intensa y coincidió con lo más duro de la
mente alfabetizada, y con ella un público lector nuevo, quizá no demasiado crisis social, entre 1918 y 1922, al punto que muchos pensaron que era una
entrenado pero ávido de materiales. Crecieron los grandes diarios, con lino- expresión más de aquélla. Otros advirtieron que se trataba de un reclamo
tipos y rotativas; en 1913 Crítica, que respondía a ese nuevo público, y a la tolerable. Los reformistas recibieron el importante apoyo de Yrigoyen, logra-
vez lo moldeaba, revolucionó las formas periodísticas, y otra vez lo hizo desde ron en muchos casos que se incorporaran representantes estudiantiles al go-
1928 El Mundo. Las variadas necesidades de información y entretenimiento bierno de las universidades, que se desplazaran a algunos de los profesores
fueron satisfechas por los magazines, que siguieron la huella de Caras y Care- más tradicionales y que se introdujeran nuevos contenidos y prácticas. Tam-
tas y culminaron en Leo¡Jlán, o un amplio espectro de revistas especializadas, bién elaboraron un programa de largo plazo, que desde entonces sirvió de
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bandera a la actividad política estudiantil, un espacio que desde entonces libertad sexual. Una cierta holgura económica, y la progresiva reducción de
sirvió de antesala para la política mayor. El reformismo universitario fue, más la jornada de trabajo -que junto al domingo empezó a incluir el "sábado
que una teoría, un sentimiento, expresión de un movimiento de apertura inglés"-, aumentó el tiempo libre disponible. Ello explica el éxito de biblio-
social e intelectual que servía de aglutinante a las ideologías más diversas, des- tecas, conferencias y lecturas, pero también el desarrollo de una gama muy
de el marxismo al idealismo, pero que se nutrió sobre todo del anti imperialismo variada de ofertas para llenarlo.
latinoamericano, todavía difuso, y de la misma revolución rusa, con su apela- El teatro había llegado a su apogeo ya hacia 191 O. En las ciudades las salas
ción a las masas. Se vinculó con otras vertientes latinoamericanas, creando se multiplicaron, tanto en el centro como en los barrios, y los grandes acto·
una suerte de hermandad estudiantil, e inyectó un torrente nuevo y vital en res, como Florencia Parravicini, fueron quizá las primeras figuras que goza-
los movimientos políticos progresistas. ron de una popularidad indiscutida. Después de la guerra, los gustos se desli-
Pero además, expresaba algunas tendencias hacia las que la nueva sociedad zaron del tradicional sainete a la nueva revista, con "bataclanas" y con can-
era particularmente sensible. A pesar de que, avanzando en la década de 1920, ciones. El tango fue definitivamente aceptado por la sociedad, y despojado
los movimientos sociales contestatarios estaban en declinación, y de que la de los rastros de su origen prostibulario. El tango-canción y el fonógrafo hi-
fuerte movilidad social desalentaba los enfrentamientos de clase por entonces cieron la popularidad de los cantantes, mientras las partituras, junto con los
dominantes en Europa, hubo en esta sociedad una fuerte corriente reformista. infaltables pianos, lo afincaron en las casas de clase media. Por entonces se
Confluyeron en ella diversas experiencias de cooperación y cambio -desde la cimentó la popularidad de Enrique Delfina, Enrique Santos Discépolo y Car-
de los chacareros aglutinados en sus cooperativas a las de las sociedades de los Gardel, quien sin embargo sólo alcanzó su consagración popular en la
fomento en los nuevos barrios urbanos- que se alimentaron con las corrientes década siguiente, a través de las películas que filmó en el extranjero. El cine
del pensamiento social y progresista de Europa y dieron el tono a una actitud -mudo hasta 1929- ejerció una fuerte atracción; las salas proliferaron en las
reflexiva y crítica acerca de la sociedad y sus problemas. Esta actitud se fue ciudades y la cultura popular que se estaba acuñando, quizá marcadamente
plasmando en una cierta idea de la justicia social, probablemente alimentada a criolla, se nutrió de algunos nuevos elementos universales.
su vez desde fuentes ideológicas más tradicionales -como la de la Iglesia- pero Así, los nuevos medios de comunicación multiplicaban su influencia so-
igualmente preocupadas por la necesidad de adaptar las instituciones a una bre las formas de vida y sobre las actitudes y valores de esta sociedad expan-
sociedad en cambio. Se trataba de una idea aún imprecisa, que no alcanzó a siva. También operaron sobre la sensibilidad deportiva, asociada desde prin-
concretarse en una representación política eficaz, pero que circulaba también cipios de siglo con una actitud vitalista y con las concepciones higiénicas y el
en el mundo de los trabajadores. Ellos mismos, influidos por la movilidad so· placer por el ejercicio y el aire libre, que desde la elite se habían ido difun-
cial y por las imágenes que ella creaba, se identificaban cada vez en menor diendo en la sociedad. La creación de clubes deportivos fue una de las formas
medida con aquel sector segregado de la sociedad que, a principios de siglo, características del impulso asociacionista general. Progresivamente, algunas
1 de sus actividades se transformaron en espectáculos masivos, que los medios
inquietaba a los intelectuales. No era fácil distinguir, fuera del trabajo, a un
obrero ferroviario de un empleado, o a su hija de una maestra. En las grandes de comunicación proyectaban desde su ámbito local originario hacia todo el
ciudades, y en las áreas rurales prósperas, se estaba constituyendo una sociedad país. En 1931 se constituyó la Liga Profesional de Fútbol, y de la mano de la
más caracterizada por la continuidad que por los cortes profundos.
1 radio y la prensa escrita, los clubes de fútbol porteños agregaron un nuevo
La aspiración al ascenso individual y a la reforma social son sólo un aspec- elemento de identificación nacional, quizá tan fuerte como los símbolos pa·
to de esa nueva cultura que caracteriza a estos sectores populares, entre tra· trias o la figura de Hipólito Yrigoyen. La tendencia a la homogeneización de
bajadores y medios. Los cambios en las formas de vida estaban modelando 1 la sociedad, en tomo de una cultura compartida por sectores sociales diver-
nuevas ideas y actitudes, que resultaron perdurables. El acceso a la vivienda sos, se acompañó de un proceso igualmente significativo de diferenciación
propia cambió la idea del hogar y ubicó a la mujer -liberada de la obligación de funciones.
Una de sus manifestaciones fue la constitución de un mundo intelectual y
de trabajar- en el centro de la familia, que pronto se reuniría en tomo del 1 artístico que, aunque estuvo impulsado por la creciente demanda cultural de la
aparato de radio. Por un movimiento complementario, las hijas aspiraron a
trabajar, en una tienda o en una oficina, a estudiar, y también a una creciente sociedad, definió una forma de funcionamiento que le era propia. Como ha

1
BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LOS GOBIERNOS RADICALES, 1916-1930 51
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puntualizado David Viñas, a diferencia de los "gentlemen-escritores" de fines de h1én estaban comprometidos con los réstamos E
t>tuvo condicionado a la s·t .· , p , . a uropa, de modo que el flujo
siglo, los artistas y escritores se sintieron profesionales, y algunos lo fueron . I uac1on economICa ge 1 El . .
e, •n violencia los efectos de 1 . nera . pa1s expenmentó
plenamente. Tuvieron sus propios ámbitos de reunión -cafés, redacciones, ga- 1e¡¡ , 9 a coyuntura europea: vivió una fuerte cr·,.
J y 1 17, se recuperó entre ese año ' 1921 .. . I~Is entre
lerías y revistas- y sus propios criterios para consagrar el mérito o abominar de
la mediocridad. Desde 1924 Buenos Aires tuvo una "vanguardia", iconoclasta
:«),;u comercio de guerra, sufrió entre 1)921 ' l~~ec;alment_e porque regulari-
' I< in de posauerra conoció , Y e sacudan de la reconver-
raclos", has;a 1929 yque s·1r1 e urb1 penobdo ~e tranquilidad durante los "años do-
y combativa: ese año Pettoruti trajo el cubismo, Emest Ansermet introdujo la
música impresionista y se fundó la revista Martín Fieno, que en tomo de la , rn argo asto para dar 1 1
La principal novedad fue 1 fu . e tono genera al período.
estética ultraísta nucleó a muchos de los nuevos escritores, ansiosos de criticar a erte presencia de Est d U "d
a los viejos. Otros muchos abrazaron la consigna del compromiso social y la C< llllO en otras partes del mundo , o cupo . , l. os espacios .
de . ad osl"b ni os que, 1 aquí
utopía del comunismo, y entre ambos grupos -identificados con Florida y Boe- europeos, en mayor o menor m d"d d d lª os I res por os países
, . e I a errata os en la gue L .,
do- se entabló una aguda polémica. Los puntos de coincidencia y los intercam- cc< mom1Ca de Estados Unidos e n 1a d,ecad a d e 19 7O rra.·f a, expans1on
bios eran probablemente más que los de oposición, pero lo cierto es que los lugar por un fuerte impulso exportador d e automov1les , .- se carrmaru

esto
·
en primer
, .
··rara os que la A · . ., ' iones Y neumat1cos
intelectuales empezaron a practicar por entonces un nuevo estilo de discusión,
en el que la realidad local resultaba inseparable de la de Europa, Estados Uní·
l rgentma se convirtio en ur d
l!rafos y radios, maquinaria .. 1
agnco a y maqumana md
l~ e ~us. ¡xmc1pa . . l
. 1P
es clientes-, fonó-
dos y la propia Unión Soviética, quizá más idealizada que conocida.
rresencia en un mercado tentado
. l b
r, y sa tar por so re eve t 1 b
ustna . ara asegurar su
ce, 1anas, las grandes empresas i· n d ustna . 1es - G eneral Motn uaGes arreras 1El aran-
C1ilgate, entre otras- reali7aron
- aqm, mvers1ones
. . sig ·f ors,· enera l ectric,
La economía en un mundo triangular J'H i se destinaron sólo a armar local 1
mente as p1e7as impo . . m ICat1vas,
t d T'queb'. a princi-
:.iron sobre las empresas de serv1c1os . .. pu'bl'icos -el - ·t · "d r ad as. am . 1en avan-
Con la Primera Guerra Mundial-mucho más que con la crisis de 1930- termi- rrnpietarias y como proveedoras . l edc nc1 a y tranv1as- como
'part1cu armente e los F "l d 1
e '>, los únicos que por entonces e . A d ifere .· d errocarn
nó una etapa de la economía argentina: la del crecimiento relativamente fácil, l- rec1eron. 1 . es. e Esta-
Lmicas, y salvo en el caso d l . . nc1a e as mvers1ones bri-
sobre rumbos claros. Desde 1914 se entra en un mundo más complejo, de ma- e ª maqumana agrícola 1 . .
nejo más delicado y en el que el futuro era relativamente incierto, al punto de C<>ntribuían a generar exportaciones, con ella d' .' as norteamencanas no
l.1,; posibilidades de colocar nuestro y d . s Idv1sas. Como por otra parte
predominar las dudas y el pesimismo, que sólo en algunos círculos se transfor- s pro uctos tra ic'o 1 E d
, 'l:' eran remotas -pese a ala
maba en desafío para la búsqueda de nuevas soluciones. l ºunas expectativas inicialI na
. _ es en sta os Uni- .,
La guerra puso de manifiesto en forma aguda un viejo mal: la vulnerabili- creaba un fuerte desequilibrio en 1a b a 1anza d e naaos esqueesta se .nueva . .relac1on
,
!'l"ll ema insoluble. r º ' convirtto en un
dad de la economía argentina, cuyos nervios motores eran las exportaciones, bl
,, ibre bases mínimas: las compras b . , ~~ciad con Gran Bretaña se sostenía
el ingreso de capitales, de mano de obra, y la expansión de la frontera agraria. Por otra parte, la vieja relación "es . l"
La guerra afectó tanto las cantidades como los precios de las exportaciones, e ntamcas e cereales" e 1 b. ,
inició una tendencia a la declinación de los términos del intercambio. Las rucos pagaban con los beneficios obtenidos or 1 , ame, q~e os nta-
rt<), carbón, textiles " con las ga . p da venta de matenal ferrovia-
exportaciones agrícolas sufrieron primero el problema de la falta de transpor- ' 1 nanc1as que aba 1 f .l
tes, pero acabado el conflicto se planteó otro más grave y definitivo: el exceso empresas de servicios Sus . f' . . n os errocarn es y otras
· msu 1c1enc1as eran cad , .d
'uministros eran caros Gra B - d a vez mas ev1 entes: los
de oferta en todo el mundo, y la existencia de excedentes agrícolas pennanen- , n retana no po ía sati f l
clas del consumo " el capital b . , . . . s acer as nuevas deman-
tes, que impulsó a cada gobierno a proteger a sus agricultores. Más profunda fue , ntamco era incapaz d l
maciones que impulsaba el . e promover as transfor-
la caída de las exportaciones ganaderas luego de 1921. Durante la guerra hubo norteamencano Pero ¡ l A
rL'CÍa de comnradores altem t' . 1. ' a a vez, a rgentina ca-
repatriación de capitales, pero al finalizar ésta fue evidente que los tiempos del r a ivos, part1cu arment 1
Jcspués de 1921. Hostilizad d d . e para a carne, sobre todo
flujo fácil y automático habían terminado, pues los inversores de Gran Bretaña os e mo o creciente p 1 .
y los demás países europeos no estaban ya en condiciones de alimentarlo. Su -que ya antes de la guerra los h a b'ian d esp laza do de 1orf os · norteamencanos
'f' l
lugar fue ocupado por los banqueros norteamericanos, como Margan, que tam- meas podían presionar sobre el ob' . os ngon icos- os britá-
g iemo argentino con volcar sus compras a
52 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA
LOS GOBIERNOS RADICALES, 1916-1930
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los países del Commonwealth, una alternativa por otra parte reclamada por peligro de la fiebre aftosa, decidió prohibir cualquier importación de la
quienes querían introducir a Gran Bretaña en el nuevo mundo del protec- Argentina. Gran Bretaña esgrimió una amenaza similar, logrando de los
cionismo. aterrorizados hacendados la aceptación de que la vuelta al bilateralismo
En suma, como ha subrayado Arturo O'Connell, la Argentina era parte era la única solución, para ellos y para el país. La Sociedad Rural invitó
de un triángulo económico mundial, sin haber podido equilibrar las diferen- ahora a restringir en general la presencia norteamericana en la economía,
tes relaciones. Manejarse entre las dos potencias requería un arte del que el y lanzó la consigna de "comprar a quien nos compra", lo que implicaba
gobierno de Yrigoyen pareció escaso, mientras que el de Alvear fue, al res- defender las importaciones y las inversiones británicas y hacer pagar sus
pecto, más imaginativo y sutil, aunque tampoco encontró la solución a los costos al conjunto de la sociedad.
problemas de fondo, que probablemente no la tenían. Pero además, se reque- Las cuestiones relacionadas con la agricultura despertaban menos preo-
ría un arte especial para enfrentar las situaciones de crisis, cuando los con· cupaciones, pese a que, como consecuencia de la crisis ganadera; hubo un
flictos entre las partes se exacerbaban y las pérdidas se descargaban en los notable vuelco hacia esa actividad. La frontera agropecuaria pampeana se
actores más débiles: los productores locales, o quienes trabajaban para ellos. estabilizó en 50 millones de hectáreas; la agricultura creció en ella enorme-
Desde 1912 se había conocido este tipo de tensiones en la agricultura; desde mente, así como su papel en las exportaciones. Se inició entonces un largo
1921 se manifestaron en un punto mucho más sensible y que afectaba a inte- período de estabilidad, una suerte de meseta sin el crecimiento espectacular
reses más poderosos: la ganadería. previo pero también sin los problemas y el estancamiento posteriores a 1940.
Gracias a las ventas de carne enlatada, los años finales de la guerra fueron La expansión se proyectó en esos años hacia las zonas no pampeanas, en las
exc~lentes, beneficiándose no sólo los ganaderos de la zona central sino los que el gobierno, impulsado por el ministro Le Bretón, encaró una vigorosa
de las marginales, y hasta quienes criaban ganado criollo. La situación cam- empresa de colonización que absorbió los excedentes de población rural pam-
bió bruscamente a fines de 1920, cuando los gobiernos europeos, que habían peana, así como nuevos contingentes migratorios. Así entraron en produc-
estado haciendo stock, cortaron sus compras, y los precios y volúmenes se ción la zona frutícola del valle del Río Negro, la yerbatera de Misiones y,
derrumbaron. Las mayores pérdidas fueron sufridas por los ganaderos de las sobre todo, la región algodonera del corazón del Chaco, que habría de tener
zonas más distantes, mientras que quienes poseían las tierras de invernada y importancia decisiva en el futuro crecimiento de la industria textil.
suministraban el ganado fino para ser enfriado -y para el que se conservó una Los observadores no se engañaban acerca de esta calma, pues para todos
cuota- lograron sortear en parte las dificultades. La crisis -que terminó de estaban visibles los límites que suponía tanto un mercado mundial cada vez
definir la diferenciación entre criadores e invemadores- desató conflictos más difícil como el fin de las ventajas comparativas naturales, por el cierre de
que en épocas de bonanza se disimulaban, frente a los cuales el gobierno de la frontera agropecuaria y el encarecimiento de la tierra. A eso se sumaba la
Yrigoyen reaccionó tarde y mal. En 1923, por presión de los criadores y con escasez de inversiones, salvo en la mecanización de la cosecha, que solucionó
el respaldo del presidente Alvear, el Congreso sancionó un conjunto de leyes el problema de la reducción en la mano de obra disponible, sobre todo por la
que los protegían, en desmedro tanto de los consumidores locales como de desaparición progresiva de los migrantes "golondrinas". La pauta de conduc-
los frigoríficos. La oposición de éstos y de sus voceros políticos -los socialis- ta que hacía preferible mantener la liquidez del capital y oscilar entre distin-
tas- fue de escasa significación, pero la resistencia de los frigoríficos resultó tas posibilidades de inversión, acuñada en la etapa anterior y amplificada por
demoledora: interrumpieron sus compras y en pocos meses obligaron al go- la diversificación de la economía -que hasta entonces había impulsado efi-
bierno a suspender las leyes sancionadas. cazmente el crecimiento-, dejó de cumplir esa función en las nuevas condi-
El episodio probó el enorme poder de los frigoríficos, y de los grandes ciones del mercado mundial. Tulio Halperin señaló esa conciencia incipien-
ganaderos directamente asociados con ellos, que resultó confirmado poco te de los males y, a la vez, la escasa propensión a hacer algo para enfrentarlos
después. En los primeros años de la posguerra los ganaderos se ilusionaron de parte de una sociedad que, en cambio, empezaba a interesarse en la cues-
con la posibilidad de colocar sus productos en Estados Unidos -lo que hu- tión industrial.
biera solucionado al menos en parte el problema de la balanza desfavora- La guerra había tenido ~fectos fuertemente negativos sobre la industria
ble-, pero a fines de 1926 el gobierno de aquel país, con el argumento del que se había constituido en la época de la gran expansión agropecuaria: de-
54 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LOS GOBIERNOS RADICALES, 1916·1930 55

pendiente en buena medida de materias primas o combustibles importados, cos, que constituyó su principal arma política en los últimos años. Qesde
no pudo aprovechar las condiciones naturales de protección creadas por el 1922, Alvear empezó con una política fiscal ortodoxa y redujo fuertemente
conflicto. Pero apenas éste concluyó, comenzó una sostenida expansión, que los gastos hasta que; por necesidades de la lucha interna con el yrigoyenismo,
se prolongó hasta 1930, caracterizada por la diversificación de, la produ~ción, debió apelar -aunque más moderadamente- a la misma distribución de pues-
que alcanzó así a nuevas zonas del consumo. Los contemporaneos atnbuye- tos que su antecesor, quien cuando volvió al poder, en 1928, hizo uso genero·
ron en buena medida estos cambios a la elevación de los aforos aduaneros, so de ese recurso. En ambos casos, los gastos del Estado aumentaron respecto
establecida por Alvear en 1923, pero probablemente fueron las ya citadas de épocas anteriores, pero sobre todo su composición difirió sustancialmen-
inversiones norteamericanas el principal factor de esa expansión, que alentó te, reduciéndose la parte de inversiones en beneficio de los gastos de admi-
también a inversores locales. Entre otros casos similares, Bunge y Born, la nistración, donde los empleados públicos pesaban fuertemente.
principal casa exportadora de granos, instaló por esos años la fábrica ~e pin- En cualquier caso, era claro que el Estado debía buscar otra forma de fi··
turas Alba, y en la década siguiente la textil Grafa. En buena medida, las nanciar sus gastos. Inspirándose en reformas similares emprendidas en Fran-
nuevas industrias se equiparon con maquinaria norteamericana. Mientras cia e Inglaterra, Yrigoyen propuso en 1918 un impuesto a los ingresos perso-
éstos trataban de conquistar simultáneamente un mercado apetecible y parte nales. El Congreso prácticamente no lo trató entonces, ni en 1924, cuando
de las divisas generadas por las exportaciones a Gran Bretaña, los sectores Alvear insistió en la idea. En cambio, hubo un amplio debate en aquellos
propietarios locales comenzaron a deslizarse hacia una actividad qu~ paree'.ª círculos donde se estaban discutiendo las cuestiones del futuro y Alejandro
más dinámica que las tradicionales. Por entonces, el tema de la mdustna Bunge, entusiasta sostenedor de la idea, le consagró un amplio espacio en la
empezó a instalarse en el debate, y constituyó el eje del discurso del más Revista de Economía Argentina. Se trató de una discusión elevada y principis-
lúcido buceador de la economía argentina de entonces, Alejandro Bunge, ta, donde se analizaban las cuestiones de libertad, equidad y justicia social
inspirador de la reforma arancelaria de Alvear. Es posible, como ha plantea- que por entonces se debatían en Europa. Es posible que allí se generara el
do Javier Villanueva, que en escala limitada tal reforma apuntar~ a alentar consenso que luego llevó a su rápida aprobación en 1931, luego ya de la crisis
-mediante alguna traba al comercio- las inversiones norteamencanas, sm y de la caída de Yrigoyen. Pero por entonces las razones del bloqueo parla··
aumentar los conflictos con Gran Bretaña, preocupada tanto por el destino mentaría fueron más pedestres: los opositores se negaban a cualquier legisla-
de las divisas como por la creciente competencia en algunos rubros de su ción que diera al presidente más recursos que, según suponían, se volcarían
antiguo negocio, y particularmente los textiles. De este modo, la incipiente en menesteres electorales.
corriente industrialista agregó un nuevo elemento al debate central sobre las
relaciones entre nuestro país y sus dos metrópolis, y de momento al menos,
quienes vislumbraban en el crecimiento industrial el camino del futuro care- Difícil construcción de la democracia
cieron de peso para imponer sus convicciones. La propia Unión Industnal se
sumó al grupo de los partidarios de "comprar a quien nos compra'', una fór- El frustrado debate fiscal ejemplifica las dificultades para constituir un siste-
mula que, por otra parte, había sido acuñada por el embajador británico. ma democrático eficiente, en el que las propuestas pudieran discutirse racio-
Ni la cuestión agraria ni la industrial estaban en el centro de la preocupa- nalmente y donde los distintos poderes se contrapesaran en forma adecuada.
ción de los gobernantes, mucho más angustiados por los problemas presu- La reforma electoral de 1912 proponía a la vez ampliar la ciudadanía, garan-
puestarios. La guerra había puesto en evidencia la precariedad del financia- tizar su expresión y asegurar el respeto de las minorías y el control de la
miento del Estado, apoyado básicamente en los ingresos de Aduana y en los gestión. En ninguno de estos aspectos los resultados fueron automáticos, o
impuestos indirectos y respaldado por los sucesivos préstamos externos. Todo siquiera satisfactorios. Respecto de la participación electoral, la masa de in-
ello se redujo fuertemente en los dos períodos de crisis, y coincidió con el migrantes siguió sin nacionalizarse, de modo que los varones adultos que no
advenimiento de la administración radical, que por diferentes motivos debía votaban eran tantos o más que los que podían hacerlo; esta cuestión sólo se
encarar gastos crecientes. El gobierno de Yrigoyen necesitó primero recursos resolvió de manera natural, con el tiempo y el fin de la inmigración. Pero
para su política social y luego para la amplia distribución de empleos públi- incluso entre los posibles votantes la participación no fue masiva: en 1912

.i
11

LOS GOBIERNOS RADICALES, 1916-1930 57


56 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

-quizá por efecto de la novedad- alcanzó el 68% en todo el país, pero en partido demostró una preocupación muy moderna por adecuar sus ofertas a
seguida cayó a algo más del 50%, tocando fondo en 1924, con el 40%; sólo en las cambiantes demandas de la gente. Quizá la expresión más acabada de su
1928 -con la elección plebiscitada de Yrigoyen- repuntó espectacularmen- modernidad fue su capacidad para suministrar una identidad política nacio-
te, con valores que desde entonces se mantuvieron, en tomo del 80%. nal, la primera y la más arraigada, en un país cuyos signos identificadores
Concedida, antes que conseguida, la ciudadanía se constituyó lentamen- comunes eran todavía escasos. Pero esa modernidad se asentaba en elemen-
te en la sociedad. Las múltiples y diversas asociaciones de fines específicos tos muy tradicionales: toda la compleja organización institucional pesaba
que la cubrieron -desde las fomentistas urbanas hasta las cooperativas rura- poco frente al liderazgo de Yrigoyen, y en la identificación de sus seguidores,
les- contribuyeron a la gestación de experiencias primarias de participación el partido se fundía con su figura. Caudillo silencioso y recatado, que semos-
directa, y al desarrollo de las habilidades que, por otra parte, la política re- traba poco y que jamás hablaba en público, empezó luego a estimular una
quería: hablar y escuchar, convencer, ser convencido, y sobre todo acordar. suerte de culto a su persona: el país se llenó de sus retratos, de medallones, de
También contribuyeron a otra experiencia importante: la gestión ante las mates con su imagen, en los que la gente identificó al presidente con un
autoridades, la mediación entre las demandas de la sociedad y el poder polí· apóstol o un mesías.
tico. Funciones similares cumplieron los comités o centros creados por los El Partido Socialista también tenía una organización formal y cuerpos orgá-
partidos políticos, que fueron cubriendo densamente la sociedad a medida nicos, y además tenía un programa, pero carecía de dimensión nacional, pues
que la práctica electoral se convertía en rutina. En buena medida funciona- aunque logró algún arraigo en Mendoza, Tucumán o Buenos Aires, casi toda su
ban al viejo estilo: un caudillo repartía favores -tanto mayores cuanto más fuerza estaba concentrada en la Capital. Allí, gracias a la penetración de su red
directa fuera su conexión con las autoridades- y esperaba así poder influir en de centros, y a su éxito en ofrecer una alternativa de control al gobierno, com-
el voto de los beneficiados. Los radicales, naturalmente, pudieron expandir, pitió palmo a palmo con el radicalismo y lo venció a menudo. El Partido De-
gracias al apoyo oficial, esta red clientelar que de todos modos ya habían mócrata Progresista, por su parte, arraigó entre los chacareros del sur de Santa
constituido en el llano. El propio gobierno utilizó los comités para desarro· Fe y de Córdoba, así como en la ciudad de Rosario; junto con los temas agrarios
llar algunas políticas sociales masivas, que aunque tenían claras finalidades desarrolló los de la limpieza electoral, y tuvo un cierto peso en la Capital. Los
electorales apuntaban a una nueva concepción de los derechos ciudadanos: partidos de derecha sólo se constituyeron en el nivel provincial; aunque el
la carne barata, o carne "radical", y también el pan o los alquileres. En cierto Partido Conservador de la provincia de Buenos Aires ejerció un liderazgo re·
modo -sobre todo entre los socialistas- apuntaban a la educación y a la in te· conocido, y pudieron ponerse de acuerdo para las elecciones presidenciales, no
gración del ciudadano y su familia en una red de sociabilidad integral: capa- se llegó a estructurar una fuerza nacional estable, quizá porque tradicionalmen-
citación, entretenimiento, cultura ... Pero en todos los casos contribuyeron a te esto se había logrado a través de la autoridad presidencial.
desarrollar las capacidades políticas. En ese ambiente se formó el nuevo ciu- En las elecciones nacionales, la UCR obtuvo algo menos de la mitad de los
dadano, educado y consciente de sus derechos y de sus obligaciones, y pro- votos, aunque en 1928, cuando Yrigoyen fue plebiscitado, se acercó al 60%.
gresivamente se fue revelando la dimensión política de todas las actividades, Los conservadores reunidos obtuvieron entre el 15% y el 20% y los socialis-
de modo que gradualmente la brecha entre la sociedad y el Estado se fue tas entre el 5% y el 10%, con excepción de 1924-el año de la mayor absten-
ción- en que ascendieron al 14%. Los demócratas progresistas tuvieron una
cerrando.
El crecimiento de los partidos da la medida del arraigo de la nueva demo- evolución similar, aunque con cifras algo menores. Así, la UCR fue en reali-
cracia. La Unión Cívica Radical fue el único que alcanzó la dimensión del dad el único partido nacional, y sólo enfrentó oposiciones, fuertes pero loca-
moderno partido nacional y de masas. Templado en una larga oposición, y les, en cada una de las provincias, incluyendo grupos escindidos de su tronco,
constituido para enfrentarse al régimen, pudo funcionar eficazmente aun le- como el bloquismo sanjuanino o el lencinismo mendocino.
jos del poder. Basado en una extensa red de comités locales, se organizó esca- La participación, finalmente, arraigó y se canalizó a través de los partidos,
lonadamente hasta llegar a su Convención y su Comité Nacional; una carta como lo testimonian las cifras de 1928 y la intensa politización previa de
orgánica fundamentaba su organización, y su doctrina era, ni más ni menos, toda la sociedad, que finalmente estaba haciendo uso de la democracia. Pero
la de la Constitución, como gustaba de subrayar Yrigoyen. Pero además el en cambio el delicado mecanismo institucional, que también es propio de las
58 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LOS GOBIERNOS RADICALES, 1916-1930 59

democracias, no llegó a constituirse plenamente, y la responsabilidad le cupo una m1s1on, la "reparación", para la que había sido plebiscitado, y eso lo
a todos los actores. colocaba por encima de los mecanismos institucionales. Quizá por eso el
La reforma electoral preveía un papel importante para las minorías, de "apóstol" empezó a ser deificado por sus seguidores. Más allá del contenido
control del Ejecutivo desde el Congreso. Esa relación, que de algún modo de esa reparación, lo cierto es que los mecanismos democráticos difícilmente
podía remitirse a las prácticas institucionales anteriores, se mezclaba con pudieron arraigar en ese clima de permanente avasallamiento autoritario.
otra nueva, que debía aprenderse, entre el presidente y la oposición. Si bien Es curioso que quienes se convirtieran en custodios de la pureza institu-
las relaciones del gobierno con los sectores tradicionales no fueron malas al cional fueran aquellos que, en otras ocasiones antes y después, manifestaron
principio -cinco de los nuevos ministros eran socios de la Sociedad Rural-, escaso aprecio por dichos mecanismos. Lo cierto es que tanto conservadores
las que mantuvo con la oposición política fueron desde el principio difíciles. como radicales disidentes -encabezados por el hábil Vicente Gallo- se hicie-
Yrigoyen comenzó su gobierno con un Parlamento hostil, al igual que la ma- ron fuertes en la defensa del orden institucional, y lo hicieron enconada-
yoría de los gobiernos provinciales, y buena parte de su estrategia se dirigió a mente, junto con socialistas y demoprogresistas, y hasta salieron a la calle, en
aumentar su escueto poder. Para ganar las elecciones, usó ampliamente el el agitado año 1918, para reclamar por sus fueros. De ese modo, mientras el
presupuesto del Estado, repartiendo empleos públicos entre sus "punteros", radicalismo y su caudillo hacían una contribución sustancial a la incorpora-
aunque en Buenos Aires la competencia con los socialistas lo llevó a emplear ción ciudadana a la vida política -en un estilo tradicional y moderno a la
métodos más modernos. En 1918 logró obtener la mayoría en la Cámara de vez- fallaban no sólo en el afianzamiento sino en la puesta en valor ante la
Diputados, pero la clave seguía pasando por el control de los gobiernos pro- ciudadanía del sistema institucional democrático.
vinciales, decisivos a la hora de votar. No vaciló en intervenir las provincias Como Sáenz Peña, Alvear se benefició de la máquina montada, que en
desafectas, organizando luego elecciones en las que triunfaban sus candida- 1922 lo eligió canónicamente y con escasa oposición. Es posible que su elec-
tos, y así su poder aumentó considerablemente, aunque nunca logró afirmar- ción por Yrigoyen apuntara a limar asperezas con unos sectores opositores cuya
se en el Senado, y tropezó con dificultades imprevistas en Diputados, donde gravitación reconocía. Pero Alvear avanzó mucho más en ese camino. En su
los legisladores opositores empezaron a encontrar aliados en muchos radica- gabinete sólo se sentó un yrigoyenista, el ministro de Obras Públicas. Limitó la
les que no aceptaban los métodos del presidente. creación de nuevos empleos públicos y aceptó las funciones de control que
Yrigoyen planteó un conflicto con el Congreso desde el primer día de su institucionalmente le correspondían al Parlamento, cuyas relaciones cultivó
mandato, cuando descartó la tradicional ceremonia de la lectura del mensa- con cuidado. Sobre todo, no dispuso intervenciones federales por decreto. El
je, y envió una breve comunicación, que leyó un secretario. Simbólicamen- aparato partidario reaccionó en primer término, pues la distribución de peque-
te, desvalorizaba al Congreso y desconocía su autoridad, del mismo modo ños empleos públicos era la principal herramienta de los caudillos locales: el
que lo hizo todas las veces que aquél, por la vía de la interpelación, intentó "popular" Yrigoyen fue contrapuesto al "oligárquico" Alvear. Pero además Al-
controlar sus actos: el presidente y sus ministros no sólo no asistieron sino vear se fue apoyando en quienes en distintas ocasiones se habían opuesto a
que le negaron injerencia en los actos del Ejecutivo. Este cortocircuito insti- Yrigoyen o habían cuestionado sus métodos, y los seguidores del viejo caudillo
tucional fue más evidente aún con las intervenciones federales. Durante los pronto formaron una corriente cada vez más hostil al gobierno. A fines de
seis años se sancionaron diecinueve, y sólo Santa Fe no fue intervenida nun- 1923 Alvear pareció inclinarse decididamente por el grupo opositor, al nom·
ca. Sólo en cuatro ocasiones se solicitó una ley parlamentaria para intervenir brar ministro del Interior a Vicente Gallo, quien junto con Leopoldo Melo
provincias administradas porradicales, en las que había que terciar en con- encabezaba la corriente denominada antipersonalista. La división del radica-
flictos internos. En quince ocasiones se hizo por decreto, ignorando al Con- lismo se profundizó: en 1924 presentaron listas separadas y pronto constituye-
greso, para eliminar gobiernos adversos y "dar vuelta" situaciones provincia- ron dos partidos diferentes. La disputa verbal fue muy intensa: unos eran "ge-
les. El método, en nada diferente al de Juárez Celman o Figueroa Alcorta, fue nuflexos", por su obediencia incondicional al jefe, y otros, "contubernistas",
exitoso: en 1922 el oficialismo sólo perdió en dos provincias. según una nueva y afortunada palabra, que calificaba los acuerdos entre los
Si Yrigoyen reiteraba prácticas muy arraigadas, que otros retomarían lue- antipersonalistas, conservadores y socialistas. El ministro Gallo quiso recu-
go, su justificación era novedosa: el presidente debía cumplir un mandato y rrir a los viejos y probados métodos para desplazar a los yrigoyenistas: dar em-

• 1
Jl

60 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LOS GOBIERNOS RADICALES, 1916-1930 61

pleos a los partidarios e intervenir gobiernos provinciales adversos, pero Al- ya había apelado en 1924, en unas conferencias que el Ejército editó para
vear no quiso abandonar hasta tal punto sus principios. En julio de 1925 fraca- consumo de sus oficiales, y que La Nación ya había difundido en aquella
só en el Congreso un proyecto de intervención a Buenos Aires, que era clave ocasión. La adhesión manifiesta del general José Félix Uriburu, que acababa
para la estrategia de Gallo, y éste renunció al ministerio. de pasar a retiro, permitía sin duda alentar esperanzas de un golpe militar
Desde entonces Alvear quedó en el medio del fuego cruzado entre anti- regenerador, y esa era la oferta que desde los grupos nacionalistas se hacía a
personalistas -que sólo pudieron arraigar firmemente en Santa Fe- y los yri- una elite todavía indecisa entre la vieja República liberal y las promesas de la
goyenistas, que hicieron una elección muy buena en 1926 y ganaron posicio- nueva República nacionalista.
nes en un Congreso convertido en ámbito de combate de las dos facciones. Las expectativas de los nacionalistas con las Fuerzas Armadas eran exage-
La polarización fue extrema, sumándose al grupo antiyrigoyenista sectores radas, máxime cuando no había una crisis social que justificara, como en
provinciales disidentes, como el lencinismo mendocino o el cantonismo san- 1919, la revisión de los principios institucionales en los que habían sido sóli-
juanino, de fuerte estilo populista, sólo unidos con sus socios por el odio al damente educados. Si las Fuerzas Armadas experimentaron malestares va-
jefe radical. rios durante el gobierno de Yrigoyen, todo se solucionó en el período si-
La derecha conservadora estaba por entonces totalmente volcada a impe- guiente. Bajo la conducción del general Justo, ministro de Guerra, se habían
dir el retorno de Yrigoyen, en quien veía encamados los peores vicios de la reequipado adecuadamente, y grandes edificios junto con grandes maniobras
democracia: ya lo presentaban como el agitador social, ya como el caudillo le habían dado al Ejército una buena visibilidad social. El presidente Alvear
autoritario, ya simplemente como la expresión de la chusma tosca e incom- se mostraba sensible a los planteas del grupo de los ingenieros militares, preo-
petente. Tal imagen era presentada, con diversos matices, por La Nación o La cupados desde la Primera Guerra Mundial por la cuestión de las "dependen-
Prensa y, para un público más popular, por Crítica, convertida en centro de la cias críticas". En 192 7 se creó la Fábrica Militar de Aviones, y desde 1922 un
campaña antiyrigoyenista. De momento, su oposición no suponía un cues- militar, Enrique Mosconi, presidía Yacimientos Petrolíferos Fiscales, creado
tionamiento del régimen político, pues estaban decididos a jugar la carta por Yrigoyen cuando su período ya expiraba. Bajo la dirección de Mosconi -
electoral, reuniendo en un gran frente a toda fuerza hostil al caudillo, inclu- que al igual que Justo era ingeniero militar- la empresa se expandió en la
yendo al grupo de socialistas que, encabezado por Antonio de Tomaso y Fe- explotación y, gracias a la construcción de su refinería en La Plata, avanzó en
derico Pineda, acababa de separarse del viejo partido para formar el Partido el mercado interno, poblando el país con sus característicos surtidores. Pero
Socialista Independiente. simultáneamente, y al calor de la expansión del automóvil, también crecie-
A diferencia de 1916, la derecha política estaba segura de sus objetivos, y ron las grandes empresas privadas: la británica Shell y la norteamericana
del apoyo que tenía entre las clases propietarias, pero empezaba a manifestar- Standard Oil, que actuaba en Salta, de modo que la competencia empezó a
se una ambigüedad acerca de los medios: si la carta electoral fallaba -empe- convertir al petróleo en un tema de discusión pública.
zaba a pensarse- habría que jugar otra que, de una u otra manera, terminara Las Fuerzas Armadas, y particularmente el Ejército, estaban ocupando un
con un régimen democrático que no aseguraba la elección de los mejores. En lugar cada vez más importante en el Estado, y en la medida en que definían
favor de esa postura actuaban distintos grupos políticos e ideológicos que, intereses propios, se convertían en un actor político de consideración. Tam-
aunque minoritarios, habían contribuido a la nueva galvanización de la de- bién ellas estaban asediadas por propuestas diversas: la relación de sus oficia-
recha. Desde La Nueva República, fundada en 192 7, los jóvenes maurrasia· les con la derecha liberal tradicional era estrecha, así como era sólido el
nos, como los hermanos Rodolfo y Julio Irazusta o Ernesto Palacio, descarga· profesionalismo inculcado por el general Justo, pero también eran estrechas
ban sus baterías contra el sufragio universal y la democracia oscura, que de- sus vinculaciones con la Liga Patriótica, y fuerte la interpelación que llegaba
bía ser reemplazada por la segura dirección de un jefe, rodeado de una elite y desde los nuevos ideólogos nacionalistas. La vuelta al gobierno de Yrigoyen
l;gitimado plebiscitariamente. Pronto la Liga Republicana que formaron sa- reactualizó viejos resquemores -por su tendencia a manejar los ascensos con
lió a la calle, aun cuando quedó claro que eran incapaces de revivir las movi- los criterios del comité- y sin duda polarizó a los oficiales, como al país todo.
lizaciones de 1919. Una "marcha sobre Roma" era impensable, de modo que Pero significativamente, en las elecciones del Círculo Militar de 1929 se
los ojos se volvieron hacia las Fuerzas Armadas, a las que Leopoldo Lugones impuso la lista del general Mosconi, contra otra simpatizante con la oposi·
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LOS GOBIERNOS RADICALES, 1916-1930 63

ción. Quien se perfilaba como la cabeza natural de ella, el general Uriburu,


dirigía sus acciones desde el Jockey Club, y en realidad carecía de sólido dedicó a otra que afectaba más directamente sus relaciones con los sectores
arraigo en un Ejército cuya conducta era todavía un enigma. propietarios. Invitada por el presidente, vino al país una misión comercial
británica, encabezada por lord D'Abernon. El acuerdo firmado estableció fuertes
concesiones comerciales a los británicos, asegurándoles el suministro de mate-
La vuelta de Yrigoyen riales a los ferrocarriles del Estado, así como un arancel preferencial a la seda
artificial, a cambio de la garantía de que seguirían comprando la carne argenti-
Desde 1926 la opinión se polarizó en torno de la vuelta de Yrigoyen, y la discu· na. Este tratado, que suponía importantes concesiones sin un beneficio claro
sión se propagó a todos los ámbitos de la sociedad. El yrigoyenismo, impulsado muestra a Yrigoyen solidarizado con la corriente, fuerte entre la elite, de ro bus:
por una camada de nuevos dirigentes, desarrolló ampliamente su red de comi- tecer las relaciones bilaterales con Gran Bretaña, en desmedro de las nuevas
tés y fortaleció la imagen mítica del caudillo. Aunque tradicionalmente Yrigo· con Estados Unidos.
yen se había negado a identificar su "causa regeneradora" con cualquier pro- Pero esta coincidencia no bastaba frente a la exacerbación del conflicto
grama explícitamente definido, en esta ocasión utilizó, junto con la consigna político. Lanzado a conquistar el último baluarte independiente -el Senado-
de derrotar al "contubernio", la bandera de la nacionalización del petróleo. Se el gobierno apeló a los clásicos mecanismos: amplio reparto de puestos públi-
trataba de una situación curiosa, pues durante su primera presidencia el tema cos -con lo cual saldaba su deuda con el aparato partidario, fiel durante los
no le había preocupado mayormente, mientras que los mayores avances en esa años de abstinencia- e intervención a gobiernos provinciales adversos: esta
línea debían atribuirse, sin duda, a la administración de Alvear. Pero -como vez le tocó a Santa Fe, baluarte antipersonalista, a Corrientes, y sobre todo a
empezaba a descubrirse- en la democracia de masas las consignas son eficaces Mendoza y San Juan, donde se desató un largo conflicto institucional acerca
por la cantidad de motivos ideológicos que logran reunir. En los años anterio- de la aprobación de los diplomas de los senadores ya electos. En esas provin-
res el problema petrolero se había instalado en la discusión pública, y la pre- cias, donde ya se habían registrado episodios de violencia, se agregó uno nue-
sencia extranjera era asociada con su manifestación más agresiva: la norteame- vo: el asesinato de Carlos Washington Lencinas, el caudillo mendocino, en
ricana de la Standard Oil. La bandera de la nacionalización coincidía con la un acto en el que la intervención federal apareció comprometida.
prédica de los sectores militares preocupados por asegurar la autarquía del país Es probable que la oposición, abrumada por los resultados electorales, ya
respecto de los recursos estratégicos, se vinculaba con la nueva y fuerte hostili- hubiera desesperado de desalojar a Yrigoyen por métodos institucionales, y no
dad de los sectores terratenientes hacia Estados Unidos, a partir del con- apreciara en su real significación las consecuencias inmediatas de la crisis eco-
flicto de las carnes, y enraizaba finalmente en un sentimiento antinortea- nómica mundial, estallada en octubre de 1929. La caída de las exportaciones y
mericano de más larga data, que asociaba unívocamente la metrópoli del nor- el retiro de los fondos norteamericanos afectaron a las empresas ferroviarias y
te con el "imperialismo". Pero sobre todo, da la impresión de que de alguna marítimas, vinculadas con el comercio exterior, y también al gobierno. La fuer-
manera el petróleo aparecía como la panacea que aseguraría la vuelta a la pros- te inflación, las reducciones de sueldos y los despidos se reflejaron inmediata-
peridad, una fuente de rentas tan abundante que con ellas podría asegurarse a mente en los resultados electorales: en marzo de 1930, y con el apoyo de la
la vez la prosperidad de los sectores propietarios, del Estado y de la sociedad oposición toda, los socialistas independientes derrotaron en la Capital tanto a
que, de un modo u otro, obtenía sus recursos de ambos. Es difícil saber cuánto los radicales como a los socialistas, y en otros puntos el gobierno también re-
influyó esta bandera -ciertamente moderna- en la campaña y cuánto una ad- trocedió. Sin embargo, a esa altura todas las voces de la oposición, desde Crítica
hesión mucho más personal al viejo caudillo. Lo cierto es que su victoria de a la Liga Republicana o los estudiantes universitarios reformistas, clamaban
1928 fue triplemente notable: por la cantidad de gente que participó, por los por la caída del gobierno. La senilidad atribuida al presidente y su incapacidad
votos que recibió Yrigoyen, que rondaron el 60%, y por haber sido obtenida para dar respuestas rápidas a la crisis, así como la pública lucha por su sucesión
casi desde el llano, sin la bendición presidencial. -entre el vicepresidente Enrique Martínez y el ministro de Interior, Elpidio
El proyecto de nacionalización, aprobado por la Cámara de Diputados, se González-, daban un nuevo y contundente argumento a los opositores.
detuvo en el Senado, y hasta tanto lograra resolver la cuestión, Yrigoyen se Las discusiones giraban acerca de si se buscaría una solución institucional
o si se apelaría a una intervención militar; si con el nuevo gobierno se inten-
64 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LOS GOBIERNOS RADICALES, 1916· 1930 65

taría una reinstitucionalización según los moldes tradicionales o si había lle- el lugar que el país ocupaba en el mundo y desató una serie de conflictos
gado la ocasión de la Nueva República, inspirada en alguno de los modelos internos, que en ocasiones se manifestaron con violencia. Quien gobernara
que por entonces ofrecía Europa. Probablemente la elite oscilara entre am· el país no podía conformarse con las antiguas fórmulas y debía inventar
bas soluciones, una alentada por los dirigentes políticos y por el grupo de respuestas imaginativas. Si además pretendía gobernarlo democráticamen-
militares que seguía al general Justo y otra por los ideólogos nacionalistas que te, tenía que encontrar las formas institucionales de resolución de los conflic-
rodeaban al general Uriburu. Sólo cuando ambos jefes se pusieron de acuer· tos, ampliando los espacios de representación y de discusión, así como los
do, pudo producirse el golpe de Estado, el 6 de septiembre de 1930. La resis· mecanismos estatales de regulación, y en ambos aspectos el déficit de las admi·
tencia de las instituciones fue casi nula-el día anterior, Yrigoyen había pedi· nistraciones radicales fue grande. Estas cuestiones, tanto o más que las vincula-
do licencia en su cargo-, pero también las fuerzas movilizadas por los suble- das con la democracia institucional, dominaron el período siguiente.
vados fueron escasas, y su grueso estaba constituido por los bisoños cadetes
del Colegio Militar. Igualmente escasa fue la movilización a favor del presi·
dente caído, que poco antes casi había sido plebiscitado.
La indiferencia con que fue acogido el fin de una experiencia institucio·
nal sin duda importante obliga a una reflexión acerca de su consistencia. En
buena medida, el proceso de democratización completó la larga etapa de aper·
tura y expansión de la sociedad iniciada cinco décadas atrás y aparecía como
su coronación natural: la incorporación creciente de sectores sociales cada
vez más vastos a los beneficios de la sociedad establecida, que más allá de la
crisis de 1917 -1921 caracteriza a este período, supuso finalmente una am·
pliación de la ciudadanía, inducida al principio desde el Estado pero final-
mente asumida por la sociedad, como lo testimonia el espectacular aumento
de la participación hacia el final del período.
Pero a la vez era necesario traducir institucionalmente ese proceso, poner
en marcha las prácticas requeridas y arraigarlas de tal modo que su ejercicio
resultara natural, y aquí los gobiernos radicales no lograron avanzar lo suficien·
te como para que esas instituciones aparecieran para la sociedad como un valor
que debía ser defendido. Podría decirse que el radicalismo no logró desprender-
se de las prácticas corrientes en el viejo régimen -aquellas estigmatizadas con
una expresión muy gráfica: el unicato--y subordinó el desarrollo de las nuevas
prácticas a las exigencias de la antigua costumbre. Por su parte, una oposición
a menudo facciosa hizo poco por hacer semejar la enconada lucha política a un
diálogo constructivo entre gobierno y oposición, e hizo mucho menos por de-
fender a ultranza unas instituciones de las que las clases propietarias desconfia·
ron desde el principio.
El balance no estaría completo si no se agregara que democracia y radica-
lismo advinieron en el preciso momento en que las circunstancias propicias
para su florecimiento cambiaban bruscamente, por más que la sociedad tar·
clara en percatarse de ello. La Primera Guerra Mundial cambió sustancial·
mente los datos del funcionamiento de nuestra economía, puso en cuestión
Ill. La restauración conservadora,
1930--1943

El 6 de septiembre de 1930 el general José Félix Uriburu asumió como presi-


dente provisional y el 20 de febrero de 1932 transfirió el mando al general
}\gustín P. Justo, que había sido electo, junto con el doctor Julio A. Roca, en
n_Qviembre del año anterior. En el ínterin, el gobierno provisional había rea-
lizado una elección de gobernador en la provincia de Buenos Aires, el 5 de
abril de 1931, en la que triunfó el candidato radical Honorio Pueyrredót?-, y
que fue anulada. El episodio muestra la incertidumbre en que se debatió el
gobierno provisional, vacilante entre la "regeneración nacional" o la restau-
ración constitucional.

Regeneración nacional o restauración constitucional

La incertidumbre era común a todos los sectores que habían concurrido a


derribªr al gobie.g1ºde Yrigoyen e interrumpir la continuidad institucional.
Ciertamente coincidían en este primer objetivo, y se solidarizaban con el
gobierno cuando perseguía a los dirigentes radicales, dejaba cesantes a los
empleados públicos nombrados por el gobierno derribado o investigaba fan-
tasiosas corrupciones. La mayoría también apoyaba la wlítica de mano dura
adoptada con el movimiento social: la intervención en los puertos para
desarmar allí el control sindical, las deportaciones de dirigentes anarquistas
o comunistas -perseguidos por la nueva Sección Especial de la Policía-, y
l::isi~t<!_ ,eJJL1sila1Il!er-ito deL"ªnªr~uista expropiador" Severino di Giovanni.
Pero en rigor -y a diferencia de 1919-, en 1930 la movilización social era
escasa, la Depresión paralizaba la contestación, y las direcciones sindicales,
escasamente identificadas con la institucionalidad democrática, habían he-
cho poco para defenderla. Éste no había sido el objetivo desencadenante de,
l,;~~~olución, como tampoco lo fue la crisis económica mundial, ausente
del debate y cuyas vastas consecuencias parecían no advertirse todavía.

67
68 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930.1943 69

12.::irn Sll.S
protagonistas, la revolución se había hecho contra los vicios atri- mar su discurso, que pronto emplearon tanto para combatir la solución triun- 5
buidosjdci_d_emocracia,pero una vez depuesto Yrigoyen, no había acuerdo fante como para apelar, con energía creciente, al Ejército. Los temas tradicio-
sobre qué hacer, y las clases propietarias, así como el Ejército, que paulati- nales contra la democracia se habían integrado con un vigoroso anticomunis-
namente se iba constituyendo en un nuevo actor político, vacilaban entre mo y un ataque al liberalismo, fuente primigenia de los males denunciados. En
diversas propuestas. -~~a operación muy típica de la época, redujeron todos sus enemigos a uno: las
La más vocinglera era la de los nacionalistas, que rápidamente tomaron la altas finanzas y la explotación internacional se fundían con los comunistas, los
iniciativa. Su voz había sido muy eficaz como ariete contra el radicalismo, extranjeros causantes de la disgregación nacional, y también los judíos, unidos
pºr el talento polémico de sus voceros, por su capacidad para articular discur- en una siniestra confabulación. Reclamaban por J.a vuelta a una sociedad jerár-
sos diversos, que apelaban a distintas sensibilidades, así como para expresar y quica, como la colonial, no contaminada por el liberalismo, organizada por un
legitimar lo que para otros era inconfesable: un elitismo autoritario del que se Éstado corporativo y cimentada por un catolicismo integral. Si mucho de esto
enorgullecían. También los fortalecía el suceso que en todo el mundo estaban p~día identificarse con el fascismo, carecían de la vocación y capacidad plebis-
teniendo este tipo de propuestas, que inspiraban tanto a regímenes autorita- citaria de aquél; más bien, reclamaban la constitución de una nueva minoría
rios muy tradicionales cuanto a novísimas y por entonces exitosas experien- dirigente, nacional y no enajenada al extranjero, que confiaban encontrar en-
cias, como la de Mussolini en Italia. Finalmente, podían contar con algún ;r~ k;~~if¡~;_;.es. Fracasada la alternativa de Uriburu, el Ejército se convirtió en
respaldo, limitado pero importante, del poder. En el gabinete de Uriburu, s~~bjetivo principal.
compuesto de conservadores de viejo estilo, los apoyaba el ministro del Inte- Mientras los nacionalistas proponíanun camino reaccionario pero nove-
rior, Matías Sánchez Sorondo, un conservador tradicional como Uriburu, doso, aj_gIL!_~~~cl~ 19, das.e política optaba por la defensa de las instituciones
que simpatizaba con estas nuevas formas de autoritarismo; también lo hacían c9nstit;ucioriales, p~ro señalando _que éstas no habían estado nunca supedita·
algunos oficiales del entorno presidencial y otros altos funcionarios, como el das a las formas más crudas de la democracia. Por el contrario, existía en el
interventor en Córdoba, el escritor y ensayista Carlos Ibarguren, uno de los pasado u~; ;1~pli; experiencia acerca de cómo resolver la cuestión electoral
iniciadores de la rehabilitación de Juan Manuel de Rosas. Los militantes na- y formas, no necesariamente groseras, de mediatizar la voluntad popular. Es-
cionalistas, en cambio, sólo ocuparon algunos cargos de menor importancia ta alternativa, que salvaba los principios del liberalismo, fue reclamada desde
en distintos gobiernos provinciales. la sociedad, fue defendida vigorosamente por los principales órganos de opi-
Uriburu hizo todo lo posible por apoyarlos. Habló en distintos foros, prin- nión, como La Nación o Crítica, y fue asumida por los partidos políticos que
cipalmente militares, abominando de la democracia, reclamando una refor- habían constituido la oposición a Yrigoyen. Mientras los socialistas y den19-
ma institucional de fondo y predicando las ventajas del corporativismo y la progresistas pasaron nuevamente a la oposición, los partido~ que en 1928
representación funcional. Pero su poder y su habilidad política eran escasos. h;bían apoyado la candidatura de Leopoldo Mela oscilaron entre enfrentar
Paradójicamente, jugó todas sus cartas a una elección, confiando en un triunfo los proyectos autoritarios y corporativistas de Uriburu y utilizar para una even-
plebiscitario en Buenos Aires, y la derrota del 5 de abril prácticamente lo tual elección el apoyo del gobierno, sin duda indispensable para derrotar a
convirtió en un cadáver político. Fracasada su apelación a la sociedad, inten- los radicales. Las diferencias tácticas los dividieron profundamente. El pri-
tó sin embargo una segunda baza con el Ejército, al que quiso movilizar me- mer grupo que se constituyó, la Federación Nacional Democrática, definida-
diante la Legión Cívica, una escuadra civil organizada por oficiales, que de- mente liberal y enérgicamente opuesto a Uriburu, fue fracturado por el Par-
bía ser la vanguardia de la revolución anunciada pero que no pudo superar la tido Conservador de la provincia de Buenos Aires, menos hostil a la política
intrascendencia. presidencial, pero su derrota el 5 de abril -que clausuró a la vez los proyectos
Los11cici9nalistas eran mucho más eficaces para golpear que para construir, de regeneración y la ilusión de vencer a los radicales en elecciones limpias-
y esta participación marginal en el poder más los estorbaba que los beneficiaba. creó las condiciones para un reagrupamiento de las fuerzas, en tomo de la ya
Progresivamente se fueron distanciando del gobierno, a medida que crecía la perfilª9jl ccir:idig_a_t~lna del general Justo. El sector más consistente de la coali-
influencia de quienes rodeaban a Justo y a la alternativa institucional, a la cual ción eran los grupos conservadores, que constituyeron el Partido Demócrata
sjg ~mbargo terminaron apoyando. Por entonces habían acabado de canfor- Nacional, un~ coalición heterogénea de ¡;.1artidos provinciales que incluía
70 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA. 1930-1943 71

desde los más tradicionales de Buenos Aires hasta los más liberales de Cór- mente podía capitalizar la oposición al gobierno, tenía la debilidad de la escasa
dobao Jviendoza. El@dicalismo antipersonalista, su competidor en el frente organización partidaria fuera de la Capital y de Santa Fe, así como el conocido
en formación, se había desgranado luego de que muchos retomaran al viejo antirradicalismo de sus candidatos. En noviembre de 1931, y en una elección
tronco, dirigido ahora por Alvear. El Partido Socialista Independiente sólo no totalmente escandalosa, la fórmula encabezada por Justo obtuvo un triunfo
podía ofrecer una base sólida en la Capital, y también un grupo calificado de que tampoco fue aplastante y permitió que la oposición ganara el gobierno de
dirigentes, Este conglomerado se unió tras la figura del general Justo, pero sin urrn provincia y una respetable representación parlamentaria.
sup~rªr sus dif,ere~cias, al punto de que lo apoyaron con dos candidatos a Las formas institucionales estaban salvadas y la revolución parecía haber
vicepre§igente distintos. encontrado un puerto seguro. En el Congreso hubo un oficialismo y una opo-
Justo -pieza central en esta alianza- podía presentarse como un militar sición, que se desempeñó prolijamente y fue reconocida como tal, quizá por-
con vocación civil, pero sobre todo como quien contaba con el respaldo del que unos y otros sabían que no competían realmente por el poder. La absten-
Ejército. Desde el 6 de septiembre libró una guerra sorda con Uriburu por el ción radical pesaría luego, pero de momento constituía una ventaja, pese al
control de los mandos principales, y salió triunfante. Su más fiel sostén, llamado de atención que pudo significar el multitudinario acompañamiento
el coronel Manuel A Rodríguez, no sólo mandaba Campo de Mayo sino que popular al funeral de Hipólito Yrigoyen, muerto en julio de 1933.
fue electo presidente del Círculo Militar, lo que atestiguaba el estado de áni- Organizar el ()fic;ialismo no fue una tarea sencilla. Justo procuró equili-
mo predominante en la institución. Los oficiales eran reclamados por dife-· brar la participación de las distintas fuerzas en su gobierno, aunque fue noto-
rentes grupos de activistas: los radicales, embarcados en conspiraciones, los ria su reticencia hacia los partidos conservadores, que sin embargo consti-
nacionalistas, igualmente activos, y los adeptos a Justo, que unían las bande- tuían_su más sólida base. Sólo uno de sus ministros -el de Obras Públicas,
ras del constitucionalismo con las del profesionalismo; pero en el grueso de Alvarado- provenía de esas filas, aunque otros dos -el canciller Carlos Saa-
ellos predominaba todavía la desconfianza hacia la política y una postura vedra Lamas y el ministro de Hacienda, Horacio Hueyo- de alguna manera
básicamente profesional, que inclinó la balanza en favor de Justo. pertenecían a ese tronco. Los antipersonalistas tuvieron dos ministerios -Leo-
La mayor dificultad estaba en los radicales, que habían resurgido como el poldo Melo en Interior y el santafesino Simón de lriondo en Educación y
ave Fénix luego de la victoria de abril de 1931 y del retorno de Marcelo de ]l1§tic;iª- y los socialistas independientes uno: Antonio de Tomaso, uno de
Alvea_rquien, con la bendición de Yrigoyen, reunificó el partido. Tampoco los políticos más respetados por Justo, y el único de origen plebeyo, fue mi-
entre los radicales estaban claras las opciones, pues muchos apostaban a la ni~t:ro de Agricultura.
carta electoral y otros a derribar al gobierno provisional, con un movimiento Pese a que el Partido Socialista Independiente pronto declinó electoral-
cívico_:gi_UJt<lr. Los numerosos oficiales radicales conspiraron, y el gobi_emo mente y se disolvió, sus dirigentes, y particularmente De Tomaso y Federico
utilizó las conspiraciones para desarmar a su más temible opositor político. PLnedo,_QJ_!11PlieJ:On un papel fundamental en la estructuración de la alianza y
En julio de 1931 estalló en Corrientes una revolución, encabezada por el enJa formación de lo que se llamó la Concordancia parlament.a_i:La, así como
coronel Pomar, que fue rápidamente sofocada permitiendo al gobierno dete- . en el diseño de las principales políticas del gobierno. Los partidos oficialistas
ner o deportar a la plana mayor del partido. Pese a ello, la Convención pro- ganaron las elecciones utilizando técnicas muy conocidas, sobre las que había
clamó la candidatura presidencial de Alvear, que el gobierno vetó aduciendo una vasta eBJ~~iencia acumulada, que combinaban el apoyo de la autoridad
de modo especioso a la vez razones constitucionales y de seguridad. Los radi- -partig1larrr1ente los comisarios- con el sistema del caudillismo, y explotaban
cales volvieron entonces a su antigua táctica de la abstención, sin abandonar las múltiples colusiones entre ambos. Mient:rnsJos radicales mantuvieron su
los int(:!ntos cie conspiración, y dejaron el campo libre a la candidatura de abstención, la aplicación de estos mecanismos sirvió principalmente para diri-
Justo, que incluso pudo presentarse como un término medio entre la dictadu- mirl()§ cg11flictos en el seno del oficialismo, pero desde 1935 se usó para blo-
ra de Uriburu y el extremismo subversivo de Alvear. quea_r~l_c:a_rnino al partido conducido por Alvear. La ciudad de Buenos Aires
ro
En la elec:ci<S_n_ge}}O_\liE:.mQre de 1931 enfrentó únicamente una coalición -más expuesta a la opinión pública-:- s~_vio libre de ellos, y siempre ganó allí la
del Partido Socialista y el DemÓ~~~~~ Progresista, q~e proponían a dos presti- o.pq~icj<)n; erda provincia de Buenos Aires, en cambio, se practicaron las for-
gios9~clirigent~s: Lis_a11clrQ deJª_Torre y Nicolás Repetto. Aunque eventual- fllil~rn?~_gro~~ra,s del fraude, que un gobernador, Manuel A. Fresco, calificó de
BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943 73
72

patriótico, diciendo lo que seguramente muchos pensaban. Quizá sea significa- A fines de 1931 -poco antes de que Justo sucediera a Uriburu- se estable-
tiva la estigmatización por la sociedad de estas prácticas, en el fondo muy tra- ció el impues;;-;ios réditos, según un antiguo proyecto de Yrigoyen, siste-
dicionales, que revela hasta qué punto la cultura democrática había empezado ~áticamente vetado hasta entonces, pero que en el nuevo clima de la crisis
a arraigar en la sociedad. -y en manos de un gobierno confiable- fue aceptado sin discusión por. los
sectores propietarios. Las finanzas públicas dejaron de depender exclusiva·
mente de los impuestos a las importaciones o de préstamos externos. Suma-
Intervención y cierre económico do a la drástica reducción inicial de gastos, hacia 1933 el gobierno había
logrado equilibrar su presupuesto. . .
La eficacia del gobierno debía quedar demostrada, ante la sociedad en gene- También de 1931 fue el establecimiento del control de cambios, median-
rat y particularmente ante las clases propietarias, por su capacidad para en- te el cual el gobierno centralizaba la compra y venta de divisas. Originaria-
frentar la difícil situación económica. La Depresión, que se venía manifes- mente-fue una medida para enfrentar la crisis y asegurar la disponibilidad
tªndo desde 1928, persistió hasta 1932, golpeando duramente a lo que -pese para el pago de la deuda externa, pero pronto se vio qu_e constitu,ía un pode-
a los cambios de la década anterior- era hasta entonces una economía abier- roso instrumento de política económica: desde el gobierno podian estable-
ta. Cesó el flujo de capitales, que tradicionalmente la había alimentado, y cerse prioridades para el uso de divisas, y esto era una cuestión que preocupa-
muchos incluso retomaron a sus lugares de origen. Los precios internaciona- ba no sólo a los distintos sectores internos sino, particularmente, a los dos
les de los productos agrícolas cayeron fuertemente -mucho más aún que en y
grandes aspirantes externos a disponer de ellas: Gran Bretañ~ Estados Uni-
l?. C]"isis de 1919-1922- y aunque el volumen de las exportaciones no descen- dos. En noviembre de 1933, una sustancial reforma establec10 dos mercados
dió, los ingresos del sector agrario y de la economía toda se contrajeron fuer- d~a¿;-~n;,_reg~lado por el Estado, administraba las divisas provenien-
temente. Como el gobierno optó por mantener el servicio de la deuda exter- tes de las exportaciones agropecuarias tradicionales, mientras que e~ e.l otro
na, mucho más gravosa por la disminución de los recursos corrientes, debie- se compraban y vendían libremente las originadas en préstamos re~ibidos o
ron reducirse drásticamente tanto las importaciones como los gastos del en exportaciones no tradicionales, como las industriales. Para el pnmero, la
Estado, cuyo déficit pasó a convertirse en un problema grave. devaluación fue mínima, aunque se estableció una diferencia del 20% entre
Por otra parte, el dislocamiento de la economía internacional, ya anun- el precio de compra y el de venta. El Estado se hizo de u~a import~~te ma~a de
ciado en la década anterior, era cada vez mayor. En la crisis, los países centra- recursos, y sobre todo pudo decidir sobre su uso. As1 establec10 una ~ene
les utilizaron su poder de compra para defender sus mercados, asegurar el pago de prioridades para vender las divisas que controlaba: el servic~o de la deuda
de las deudas y proteger las inversiones. Gran Bretaña.s.l'!_refugióen eLprote(- externa era la primera; luego, atender las importaciones esenciales, y en ter-
cionismo comercial y constituyó un "área" de la libra, defendida por el control cer término las remesas de las empresas de servicios públicos, como las ferro-
de cambios primero y por la inconvertibilidad de la moneda después. Idénti- viarias. En el segundo mercado se negociaban las escasas divisas restantes,
co camino tomaron Alemania y Francia, y finalmente Estados Unidos, _ql1e tanto para la importación de bienes de consumo como para atender al equi-
er_!J 93,J declaró la inconvertibilidad del dólar. Eraun mundo distinto, que pamiento de las empresas. ,
r<;g_l1ería una política económica nueva e imaginativa. L--ª?.domada inicial- Avanzando sobre el control de las finanzas, en 1935 se creo el Banco
mente -por Uriburu y por Justo al principio de su gobierno- se había limitE.- Cer~-~C~uia f~n~ión principal era regular las fluctuaciones cíclicas de l~
do a las medidas reactivas clásicas, y sólo incursionó tímidamente por nue- masa monetaria, evitando tanto una excesiva holgura como la escasez, as.1
vos caminos; a mediados de 1933, con la designación como ministro de Ha- ~~mo c;~;;olar la actividad d~ lQs bancos privados -que participaban de su
cienda de Pinedo -con quien colaboró Raúl Prebisch-, se avanzó por un Oi~~~t;~io-, ~obre todo e[l e1.r:ri-ªD~ͺ de sus créditos. El Instituto Moviliza-
rumbo más novedoso, delineándose dos tendencias que habrían de perdurar dor de Inversiones Bancarias asumió la liquidación ordenada de los bancos
largamente: la creciente intervención del EstadQ y el cierre progresivo de la golpeados por la crisis. También para atenuar los efectos de las crisis c~cbcas
economía. También otra, menos duradera pero de mayor trascendencia en lo y defender a los productores locales, se comenzó a regular la corr:erc1altza-
inmediato: el reforzamiento de la relación con Gran Bretaña. -ión de la producción agropecuari;:i. Utili_zand9 los fondos provernentes del
74 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943 75

control de cambios, la Junta Nacional de Granos aseguró un precio mínimo niente pasar a otra rama, igualmente insatisfecha, antes que profundizar la
para los productores rurales, evitándoles tener que vender en el peor mo· inversión en la anterior. A esto concurrieron factores de distinto tipo. ~orno
mento. La Junta Nacional de Cam~ apuntó al mismo objetivo, aunque limi- mostraron Jorge Sábato y Jorge Schvarzer, la v.L<~.i<u:linál_Il_Íca c\~Jos sectori;,s
tada al escaso sector del mercado que escapaba a los frigoríficos extranjeros. .P!QQietarios, de diversificación en distin_!~_actividadeSJiÜ!_filarse__c\~finitiva­
El sistema se extendió también a productos extrapampeanos como el algo-- mente a una, encontró en la industrialización sustitutiva un nuevo campe;>,
dón y el~ que se complementó posteriormente con la inversión inmobiliaria. Por otra
Por ese camino, el Estado fue asumiendo funciones mayores en la activi· parte, lª_<::_Q!_IlQigación de un mercado cerrado y algunas pocas grandes em-
dad económica, y pasó de la simple regulación de la crisis a la definición de presas por cada rama o actividad tomó poco relevante la presión por la ma·
reglas de juego cada vez más amplias, según un modelo que teorizó el econo· yor eficiencia o el menor precio. Lo eran, en cambio, las reglas de juego que
mista británico John Maynard Keynes y que empezaba a aplicarse en todo el ponía el Estado, ya fuera por la vía de los aranceles o del tipo de cambio. Así,
mundo. A la vez, el conjunto de la economía fue cerrándose progresivamen· elc::_re_c::igliento industrial abrió un nuevo campo de negociación entre los
te a un mundo donde también se dibujaban, con nitidez creciente, áreas rela- sectores propietarios y el Estado.
tivamente cerradas. Era todavía una tendencia incipiente, impulsada por fac- Los cambios en el sector agropecuario fueron menos notables, sobre todo
tores coyunturales, pero que se fue afirmando progresivamente, y estimuló en la región pampeana. La ganadería siguió retrocediendo respecto de la agri-
modificaciones que finalmente la harían irreversible. cultura, al igual que en la década anterior. La producción agrícola no decayó,
La más importante tuvo que ver con la industria, cuya producción co- pese al derrumbe de los precios, aunque la situación de los productores se
menzó ag~_c::er~n el marco de la crisis, y siguió haciéndolo luego_cl_dª r~c::_u­ deterioró sensiblemente, en especial la de los más pequeños, y se fueron deli-
peración de la segunda mitad de la década. Con la prosperidad de las décadas neando las condiciones del éxodo rural, visible luego del comienzo de la
anteriores se había constituido en el país un mercado consumidor de impor- Segunda Guerra Mundial. Hasta entonces, las exportaciones de maíz crecie-
tancia. El cierre creciente de la economía, los. aranceles y la escasez de divisas ron mucho en los años centrales de la década -aprovechando un período de
creaban condiciones adecuadas para sustituir los bienes importados por otros sequía en Estados Unidos-, lo que influyó tanto en el equilibrio fiscal corno
producidos localmente, sobre todo si la producción no exigía una instalación en la relativa prosperidad de la economía entre 1934 y 193 7, al punto de que
fabril muy compleja o si ya existía una base industrial, que podía ser utilizada sus efectos se manifestaron en el estímulo a la industria y la construcción. El
más intensamente. Ésta se había extendido en la década de 1920 y siguió cambio más importante se produjo fuera del área pampeana, donde crecieron
expandiéndose, sobre las mismas líneas, luego de 1930. Creció mucho el sec- algunos cultivos industriales orientados al mercado interno, y muy especial
tor textil, pero también la mayoría de las actividades volcadas al consumo: mente el del algodón, que desde 1930 se consumía casi íntegramente en el
alimentos, confecciones y productos químicos y metálicos diversos. Los gran· país. En todo el nordeste se extendió la ocupación de nuevas tierras, iniciada
·aes capitales, vinculados hasta entonces en forma predominante a las activi- en la década anterior, y se constituyó un amplio sector de pequeños produc-
dades agropecuarias para la exportación, acentuaron su orientación hacia la tores dependientes de un sector comercial e industrializador muy concentra·
industria. El más importante grupo exportador, Bun_g~__y Bom, que ya tenía do. También aquí el Estado intervino para regular la comercialización.
otras industrias, instaló en 193 2 la empresa textil QraJa, precisamente en la En suma, la crisis y las respuestas de índole coyuntural habían creado una
rama por entonces más dinámica. Lo mismo hicieron otros grupos económi- serie de condiciones nuevas que hacían muy difícil el retomo a la situación
cos tradicionales, como Leng Roberts o Tomquist -que combinaban activi- previa. Podía discutirse si el equilibrio y la relativa prosperidad que se adver·
dades agropecuarias con industriales o financieras-, y también nuevos iny~r­ tía hacia 1936 -y que se manifestaba en una reactivación de la protesta sin-
sores_e¡.;:ganjeros: significativamente, Lmecliªdos de la década de 1930 se dical- debía atribuirse a esos cambios o simplemente -como ha planteado
instalaron tres grandes empresas textiles norteamericanas, Anderson Clay- Arturo O'Connell- a una transitoria prosperidad de las exportaciones. Pero
ton, Jantzen y Sudamtex, y en seguida Ducilo, dedicada al hilado sintéti<:;_o. el cierre de la economía, la intervención del Estado y un cierto crecimiento
La sustitución de importaciones ofrecía el atractivo de un mercado exis- industrial parecían datos sobre los que no se podía retomar.
tente y cautivo, y una ganancia rápida. Una vez satisfecho, era más conve·
76 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930·1943 77

La presencia británica 15% el cupo que podría ser manejado por frigoríficos nacionales, entre los
cuales se preveía que podría existir uno de tipo cooperativo, sin fines de lucro.
Estos cambios se fueron produciendo gradualmente, sin suscitar grandes dis- A cambio de eso, Gran Bretaña se aseguró de que la totalidad de las libras
cusiones ni polarizaciones. En cambio, la cuestión de la relación con Gran generadas por este comercio se emplearían en la propia Gran Bretaña: en el
Bretaña -que se venía debatiendo desde la década anterior- resultó mucho pago de la deuda, en la importación de carbón, material ferroviario o textiles
más controvertida. Presionada por el avance de Estados Unidos, y en el mar- -para los que se establecía un tratamiento arancelario preferencial- y en la
co de la crisis desatada en 1930, Gran Bretaña optó por reconcentrarse en su remisión de utilidades de empresas británicas. A la vez, se estipulaba un "trata-
Imperio, fortalecer sus vínculos con las colonias y dominios y acotar en ellos miento benévolo" para esas empresas, que estaban sometidas a múltiples difi-
la presencia estadounidense. A la vez, en un contexto mundial de restriccio- cultades. Se trataba sin duda de una gran victoria para los británicos: a cambio
nes financieras, se propuso defender sus antiguos mercados y salvar sus ingre- del mantenimiento de la participación argentina en el mercado de carnes -un
sos provenientes de préstamos o inversiones antiguas. No todos los objetivos negocio en el que los empresarios británicos eran el socio principal- se asegu-
eran compatibles, de modo que al establecerse las prioridades había un mar- raban el cobro de los servicios de sus antiguas inversiones y el control de partes
gen considerable para la negociación. En 1932, la Conferencia Imperial de sigrüficativas de un mercado interno amenazado. Los norteamericanos, por su
Ottawa inclinó la balanza hacia los miembros del Commonwealth, quienes parte, discriminados con los aranceles y con el uso de las divisas, retrocedieron
tendrían preferencia en las importaciones británicas. Entre otras medidas, se en este mercado, aunque luego contraatacaron realizando inversiones indus-
decidió reducir en un tercio las compras de carne congelada argentina, que triales que saltaban la barrera arancelaria. Latt:ndencia al bilateralismo con
podía reemplazarse por la de Australia, y en un 10% la enfriada, tomando Gran Bretaña, insinuada en 1929 con el Tratado D'Abemon, quedó amplia-
para esto como base las compras de 1932, ya muy bajas. Se trataba de un mente ratificada.
punto extremadamente sensible para la Argentina, quizá no tanto por su El "tratamiento benévolo" apuntaba a reflotar empresas británicas en di-
importancia económica intrínseca como por la magnitud de los intereses ficultades: las ferroviarias y las de transporte urbano. Los ferrocarriles esta-
constituidos en tomo de la exportación de carne: productores, frigoríficos y ban atenazados por gastos fijos muy altos, una reducción general de su activi-
empresas navieras eran capaces de presionar fuertemente sobre el gobierno. dad y la creciente competencia del transporte automotor, estimulado por la
A la vez, el gobierno argentino poseía un arma también decisiva: la política sistemática construcción de caminos iniciada en 1928 y mantenida con vi-
arancelaria y el control de cambios permitían discriminar las importaciones gor por Justo. El camión solía llevarse la parte más apetecible del negocio de
y regular el monto de las divisas que sería utilizado para pagar el servicio de la carga, y a la vez estimulaba las importaciones de automotores, repuestos y
deuda británica, para seguir comprando productos británicos o para remitir neumáticos de origen norteamericano. El tratado aseguró a las empresas que
las utilidades de las empresas británicas instaladas en la Argentina. En un podrían enviar sus ganancias, pero éstas fueron mínimas a lo largo de toda la
contexto de escasez de divisas, y con fuertes demandas de los intereses co· década. Algo parecido ocurría con la empresa Anglo de tranvías de Buenos
merciales norteamericanos, el punto se convertía en sumamente importante Aires -propietaria también de la primera línea de subterráneos-, víctima de
para Gran Bretaña. la competencia de los taxis colectivos, más rápidos y eficaces. El "tratamien-
En 1933 una misión encabezada por el vicepresidente Julio A. Roca nego· to preferencial" consistió en la :eación de una Corporación de Transporte
ció en Londres las condiciones para el mantenimiento de la cuota argentina de de la Ciudad de Buenos Aires, que despertó la indignación general sin lograr
carne. Ello era vital para asegurar la credibilidad del gobierno entre los diversos su objetivo: que los colectiveros se incorporaran a ella y cesaran con su com·
sectores ligados a la actividad pecuaria, y en este aspecto obtuvo un éxito rela- petencia. En ambos casos, se trataba de empresas que habían dejado de ser
tivo: se mantendrían las condiciones de 1932, y se consultarían eventuales rentables y que, por otra parte, no habían hecho las inversiones necesarias
reducciones posteriores que fueran necesarias. No logró gran cosa en su segun- para conservar su peso, de modo que el "tratamiento preferencial" sólo bus-
do objetivo: aumentar la participación de los productores locales en el control caba aumentar algunas ventajas monopólicas y dilatar su ineludible deterio-
de las exportaciones, de modo de negociar en mejores términos con los frigorí- rQ, para el cual los directivos empezaron a trazar una nueva estrategia: ven-
ficos. El tratado, firmado por Roca y el ministro británico Runciman, limitó al c.ie.rlas_aLEstado.
78
BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930· 1943 79


Pese a que los beneficios no eran parejos para todos los involucrados, el
tratado de Londres fue apoyado por los diversos grupos propietarios: cuan- . . Duhau y Pineda. En lo másd violento
una violenta respuesta de los mm1stros b h
do se discutió en el Congreso, la oposición más consistente fue la del Parti- . . ó asesina o e l senadar electo Enza Bar a e ere,
. d
do Socialista, preocupado por las repercusiones que estos arreglos tendrían de una de las sesiones cay . iba dirigido el disparo, a ma-
b d de De la Torre, a qmen . , 1::
sobre los consumidores locales. Sin embargo, casi de inmediato afloraron compañero de b anca d a .ón vmcu. lad o con
. D uhau . El debate termmo a •rup-b
los conflictos entre los distintos intereses: los frigoríficos, los ganaderos nos de un hom re e acc1 . d' , nucho ante la opinión y, so re
l . , El gobierno per to r . 1
"invernadores", que suministraban la carne para el enfriado y habían con- tamente, sin reso ucton. , f' .·¡ d gestión había terminado. En os
b, la etapa mas ac t e su l . .,
servado casi intacta su cuota en el mercado británico, y el grueso de los todo, siguientes,
años compro o que .
y con vistas a las e le cciones presidenciales, a opostc1on
"criadores", que debían optar entre la exportación de carne congelada de
menor calidad, la venta a los invernadores o el consumo interno. Los gran- reconstituyó sus filas. d ctor de ganaderos, De la To-
b 1 eclamos e un se ::l
des invernadores, más estrechamente vinculados con los frigoríficos, se ex- Aunque se apoya a en os'. ¡· . . ayor a su reclamo, esgrirnienLO
presaban a través de la Sociedad Rural; los criadores organizaron la Confe- rre había sabido dar una amplitud po it1calr;::rnperialisrno" y la "oligarquía",
d lari7ar contra e i ¡ ·
deración de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP ), un argumento capaz e po • ' .. erto modo grosero, de os mte-
·b· 1· d por el avance, en c1 . ¡·
vocero de sus intereses sectoriales. En el acalorado debate, no se discutie- una opinión sens1 tiza a ., . .' en la tradición socia tsta y
, . L nentac1on se reconoc1a b', 1
ron tanto los términos del tratado como la forma en que los frigoríficos reses britarncos. a argui Alf do Palacios-, pero tam ten en a
d M l Uoarte o en re ·¡· d
habrían de manejar los precios internos, las ventajas relativas de unos pro- de izquier. a -en
l lanue overnentes
b. d e las e·!ases tradicionales
. y mov1 tza os
ductores y otros, y la posibilidad de que los productores participaran en su de otros mte ectua es pr R 0 d 0 lf: J lío Irazusta -ganaderos entre-
regulación a través de un frigorífico corporativo, utilizando la cuota del por la crisis. E.lll21:4 los hen~anol~ ~y a~ical- publicaron un libro de
d l rnc1ona tsmo ant1rr . b
15% que el tratado les reservaba. En 1933 se sancionó la ley que establecía rrianos y veteranos e r . ¡· br't, ico en el que histona an una
una Junta Nacional de Carnes, destinada a intervenir de manera limitada impacto: La Argentina y ~l dü'.1~e1l·rad 1s1dno usl cª:mi~nzos allá por 181 O; res pon-
. b erJu 1c1a es es ' d'l d
en la regulación del mercado, y se disputó intensamente por la composi- relación que Juzga an p . , . o a la clase dirigente local, encan t a a
ción de su directorio. Dos años después se produjo el episodio más especta- sabilizabª[l
·-·- tanto a los· bntarncos codmd
los ver a ero s1'ntereses nacionales. A ella con-
cular del debate.
por el liberalismo y ciega a . , d los intereses auténticamente na-
1 f. d Rosas expres1on e . d
En 1935 el senador por Santa Fe Lisandro de la Torre, que ya había mani- traponíany aa latgura
cionales, vez deeuna forma ' d e gobierno dictatorial no contarnma a por
festado reservas ante el tratado de Londres, solicitó una investigación sobre
el comercio de las carnes en el país y las actividades de los frigoríficos. Los el liberalismo corruptor. . R h b'a empezado en la década
d . . , d l figura de osas ya a 1 :1· h'
senadores oficialistas reconocieron la existencia de abusos importantes por La reivin icaoon e a l - t inta tanto en mee tos is-
11 , . ensamente en os anos re ' .
parte de los frigoríficos, de precios excesivamente bajos pagados a los pro- anterior y se desarro o mt , 'd ·f· . tanto a quienes eran mov1-
1, . . S rvia para i ent1 1car .
ductores, prácticas monopólicas, evasión de impuestos y reluctancia ante la toriooráficos corno po tttcos. e . , .. . los que veían al liberalismo
b d l · fl cia bntamca como a .
investigación. De la Torre fue más allá, y unió el ataque a los frigoríficos con dos por el rechazo e a m uen , fl - aturalmente el nacionalismo
l · Allt con uy• on n .
una embestida muy fuerte contra el gobierno. Propietario rural él mismo, y como el principa enemigo. . del catolicismo, para quienes
b d l s nuevas cornentes d
dirigente de una sociedad rural santafesina, De la Torre había sido candidato filofascista y so re to o ·ª . l' . la tradición hispana e una
Rosas representa a no e a~ 11
b l t"rnpena 1smo smo ,
presidencial en 1916 contra Yrigoyen y en 1932 contra Justo, y era por en- 'l' . e contraponían a la contempora-
. . , qmca v cato tea, gu l ·
tonces la figura destacada de la oposición parlamentaria de socialistas y de- sociedad autoritana, ¡erar l t' no el judaísmo y e rnarx1s-
l l 'b l' mo e protestan 1sr ,
moprogresistas. Denunció que los frigoríficos, protegidos por las autoridades, nea, corrompida por e 1 era is '. . l I lesia católica manifiesto en
· . d ¡ ·!ases dmoentes y a g ¡
no pagaban impuestos, ocultaban sus ganancias y daban trato preferencial a mo. El acercamiento e as c b , . d 1934- creó el espacio para a
algunos ganaderos influyentes, como el propio ministro de Agricultura, Luis
-
las grandesde
expansión joma a~
d d l C oreso Eucansttco e
e que
estas ideas,
. . ... . .. .
onbempeza bana revertir el tradicional liberalismo e
d

Q!lDfü!J que había sido presidente de la Sociedad Rural, Fue una interven-
la sociedad argentina.
ción espectacular, que duró varios días, atrajo la opinión pública y suscitó
80
BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA
LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943 81

Un Frente Popular frustrado democracia, desplazada en 1930, y justificó el "fraude patriótico", que desde
entonces el gobierno utilizó sistemáticamente en favor de los partidos oficia-
Pese a .sus éxitos en lo económico, el régimen presidido por Justo fue visto -con
listas, con la única excepción de la Capital.
mtensid~d crecien~e- como ilegítimo: fraudulento, corrupto y ajeno a los inte· La reacción del gobierno se dirigió también hacia el nuevo sindicalismo
r~ses nacionaks. Si hasta 1935 el gobierno había avanzado sin grandes contra· combativo: la Ley de Residencia fue aplicada en 1937 contra los principales
tiempos, desde esa fecha se hicieron evidentes los signos de una creciente m .
vilización social y política. 0 dirigentes de la construcción, comunistas de origen italiano d~?ortad~s a la
Italia fascista. A la vez, se aprobó en el Senado una ley de Represion del Comu-
, E~ julio, el. prest~gioso general Ramón Molina había elogiado en forma nisl!l_qLql!e fue bloqueada po; los diputados. Para equilibrar el aglutinamiento
publica la presidenc'.a de Alvear, y poco después hizo un reclamo por la vi-
de las fuerzas que reclamaban por la democracia, Justo abrió un poco el juego a
gencia de la soberarna popular y de elecciones libres, que recibió el entusias- los sectores nacionalistas que hasta entonces había relegado: así, el gobernador
ta apoyo d~ la Federación Universitaria. Cuando en 193 7 fue pasado a retiro,
Fresco pudo hacer fe pública de militancia fascista y los oficiales nacionalistas,
hubo una importante manifestación de apoyo, en la que hablaron Alfredo
Palacios y el propio Alvear. entusiasmados con los nuevos éxitos del Tercer Reich, pudieron hacer campa-
ña con libertad entre los cuadros del Ejército. Se decía que el coronel Juan
En ~ctubre de_ 1~5 .los trabajadores de la construcción de Buenos Aires, Bautista Molina, acólito de Uriburu en la creación de la Legión Cívica, cons-
conducidos por dmgentes comunistas, iniciaron una huelga que duró más de
piraba contra Justo, quien sin embargo lo promovió a general.
noventa días; en Jos barrios de la ciudad se manifestó una amplia solidaridad
··e Las derechas habían convocado a un "frente nacional", contra el Frente
Y en e[lero la CGT rt;!alizó una huelga general de dos días -la única de la déca-
Popular gue se esbozaba. Las denominaciones no eran caprichosas, pues los
da-¿Lc.abog~ la cual los huelguistas obtuvieron la satisfacción de una parte nuevos alineamientos y polarizaciones que se estaban dando en el mundo
s~~t:.an.cial cie ;;11.s demandas. El saldo más importante fue, quizá, la constitu· irilluí;n ~;;·lo.s ~onflictos locales, alertaban fuerzas adormecidas, suministra-
ción de la federación Obrera Nacional de la Construcción, uno de los sindi-
ban consignas y banderas, definían a los indecisos y ayudaban a delinear
catos más importantes y combativos del país. En 1936 se efectuaron muchas
potenciales alianzas. .
huelgas,_Aljg14alque en 1935 y 1937, coincidiendo probablern~nte con la
En el campo de los opositores al gobierno fue muy importante el cambio
reactivaciQn económica. En ese año la Confederación General del Traba'o
de posición del Partido Comunista, que en marzo de 1935, adoptando rá~i­
cuya dirección se había reconstituido con predominio de socialistas y c-;·~~~
damente las nuevas orientaciones del Comintern, había abrazado la consig-
!
nis tas, c.el.e,bró el º de Mayo con un acto conjunto de los distintos pa~~ictos
na del Frente Popular. En los años anteriores, con la consigna de "lucha de
de oposte10n: radicales, demoprogresistas, socialistas y comunistas adhirie-
clase contra clase", los comunistas habían combatido por igual a los nazis Y
ron a los redamos de los trabajadores, fustigaron a los "herederos del 6 de
fascistas y a los partidos socialdemócratas, a quienes estigmatizaban como los
septiembre" y reclamaron por la libertad y la democracia. Por primera vez en
más peligrosos enemigos del proletariado, pero .desde 193 5 se lanzaron a im·
esa fecha, se cantó el Himno Nacional, y Marcelo T de Alvear fue elogiado
pulsar la unidad de los "sectores democráticos" para enfrentar el nazifascis-
como "ul}_obrero auténtico de la democracia nacional". .
mo, sacrificando las consignas y prácticas que pudieran irritar o atemorizar a
_f:n 1936 la Unión Cívica Radical, que el año anterior había levantado la
los grupos progresistas y democráticos de la burguesía. Con tal programa, en
ab_ste~dón el.ectoral,triunfó en las elecciones de diputados en algunosd~l;s Francia y en España integraron, junto con socialistas y partidos radicales de
prmcipales distritos -Capital, Santa Fe, Mendoza, Córdoba- y alcanzó la
centro, sendos frentes populares que ganaron las elecciones de 1936. Aun-
mayoría en la Cámara de Diputados; en Córdoba, además, triunfó su candi-
ql1_(:E ~i.tt1aci<2!1 local no era exactamente igual, el gobierno de la Concor-
da_tQ_i!gobenJ?QOJd\fI1adeo$abªttini. Quizá pªra con:!Q_ensar, el a~bie~ 10 dancia fue identificado con el enemigo universal, y el reclamo de un frente
i~~i.D.Qlª pro_vincia de Santa Fe, gobernada por el d~mop-;;~esis~a L~i~~
popular y democrático sirvió para cerrar filas entre sus opositores.
no Molin~s, '.'avaló el desembozadofraude con el que Manu:l_fr~s;9_gªr'l§
Luego, la Guerra Civil española, cuyo impacto en la Argentina fue enor··
e~ l~ provmcia d,e Buenos Aires. Un "manifiesto de las derechas", que redac- me, sirvió para definir más claramente aún los campos. No sólo se dividió la
to Pmedo, alerto contra el resurgimiento de las "masas ciegas" y la turbia
extensísima colectividad de españoles sino la sociedad argentina toda, proli-
82 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943 83

ferando colectas, comités de ayuda, manifestaciones y peleas en cualquier cos. Esta actividad se prolongaba naturalmente fuera de los ámbitos inte-
ámbito compartido por partidarios y adversarios de la República. En las dere- lectuales, en infinidad de publicaciones populares y conferencias, por obra
chª~' la Guerra Civil integró a conservadores autoritarios, nacionalistas, fi- de un amplio grupo de militantes de la cultura, que frecuentemente tam-·
lofascistas y católicos integristas en una común reacción contra el liberalis- bién lo eran de la política, sobre todo a medida que el clima de polarización
mo democrático. En el campo contrario, terminó de soldar el bloque de soli- se iba extendiendo. Había en todo este movimiento una tendencia fuerte
daridades que iba desde el radicalismo hasta el comunismo, pasando por al análisis de los problemas de la sociedad, la crítica y la propuesta de solu-
socialistas, demoprogresistas, los estudiantes de la Federación Universitaria ciones alternativas para cuestiones específicas: la educación, la salud, la
los dirigentes sindicales agrupados en la CGT y un vasto sector de opinió~ cuestión agraria, la condición de la mujer. Aunque en muchos aparece la
independiente y progresista, que también incluía figuras del liberalismo con- referencia a la Unión Soviética, se trata más bien de un modelo de socie-
servador. Salvo éstos, probablemente eran los mismos que en 1931 habían dad organizada racionalmente antes que de una incitación a la toma vio-
apoyado la Alianza Civil de De la Torre y Repetto, pero lo cierto es que la lenta del poder. Lo que predomina es el espíritu reformista y la convocato-
España Republicana, y la convicción de que las democracias se aprestaban a ria a todos quienes coinciden en la aspiración al progreso, la libertad, la
dar una batalla final contra el fascismo, creaba un polo de solidaridad e iden- democracia y una sociedad más justa.
tificación mucho más atractivo y movilizador. Muchas de esas preocupaciones están presentes en la Confederación Ge-
Una parte importante de ese arco se asentaba en el mundo intelectual neral del Trabajo, máxima representación de los obreros organizados. La CGT
cuya politización se acentuó en la segunda mitad de la década. La Ref~rm~ había nacido en 1930, uniendo a los grupos sindicalistas y socialistas hasta
Universitaria, con su ideología genéricamente antiimperialista, democrática entonces separados. Sus primeros años fueron azarosos: la dura represión gu-
y popular, empezaba a penetrar en la política: algunos de sus principales diri- bernamental, aunque dirigida a anarquistas y comunistas, disuadía de cual-
gentc;s se incorporaron a los partidos -José Peco, al radical; Alejandro Kom y quier acción demasiado militante, que por otra parte estaba lejos de las in-
Julio V. González, al socialista; Rodolfo Aráoz Alfara, al comunista- y otros tenciones de los dirigentes, predominantemente "sindicalistas"; la fuerte
tuvieron militancia independiente, como Deodoro Roca y Saúl Taborda. Si- desocupación provocada por la crisis restaba capacidad de movilización, pese
milar combinación de lo académico y lo político, desde una perspectiva pro- a que no faltaban motivos: los salarios cayeron fuertemente, y sólo en 1942
gresista, se encuentra en el Colegio Libre de Estudios Superiores -una suerte se recuperó el nivel de 1929.
de Universidad popular- fundado en 1930, orientado tanto a los temas de Desde 1933, la recuperación económica y la reorientación industrial em-
alta cultura como a la discusión de las cuestiones políticas, económicas y pezaron a hacerse notar. La desocupación fue gradualmente absorbida, y em-
sociales. La misma combinación se encuentra en la revista Claridad, dedica- pezóJental}1~Il_te eLmovimientode migrantes de las zonas rurales hacia los
da,ctl_ensayg,J<'l.<:IÍlic,:ªy lQs .temªs políticos, que fueron ocupando un espacio grandes centros urbanos, atraídos por el nuevo empleo industrial. En Buenos
creciente. Claridad, que además editaba diversas colecciones populares de Aires, hasta mediados de la década este crecimiento se radicó en los barrios
literatura y ensayo, reunió a muchos de los intelectuales y escritores que ha- periféricos de la ciudad para ir luego engrosando progresivamente el cintu-
bían militado en el grupo Boedo, y que habían definido una opción por el rón suburbano. Entre las organizaciones gremiales seguían dominando _lQs
"arte comprometido"; entre ellos, Leónidas Barletta creó en 1931 el Teatro grandes sindicatos del transporte y los servicios: la poderosa Unión Ferrovia-
del Pueblo, donde por 20 centavos podía verse a Ibsen, Andrei~v o Arlt. Ese ria en primer lugar -verdadero ejemplo de organización-, la Fraternidad, de
mismo año, los herederos de Florida, partidarios de la renovación estética y los maquinistas de trenes, la Unión Tranviaria, los municipales, los emplea-
de la "creación pura", se nuclearon en la revista Sur, fundada por Victoria dos de comercio. Pero poco a poco fueron creciendo los grupos detrabajado-
Ocampo. Es significativo que ambos grupos se alinearan -aunque con distin- res de las nuevas industrias manufactureras o de la construcción; allí los diri-
tQ__~I}tus_iasmo- en el bando de los defensores de la democracia. gentes comunistas tuvieron éxito en organizar sindicatos que agruparan los
La instalación de algunas editoriales creadas por emigrados españoles antiguos oficios por ramas de industria: metalúrgicos, textiles, madereros,
-Losada,Emecé y Sudª!1lericana, entre ellas- multiplicó la actividad del alimentarios =~~nsr.~JQ.S_ c:.llaks dornir1ªba11 Jo~_trnb<:ijadores de la carne- y
mundo intelectual y agístico y dio trabajo a escritores, traductores y críti- sobre todo .()Q~~ros de la corntrucción. Con más de 50 mil afiliados, la fege-
84 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943 85

ración Obrera Nacional de la Construcción era hacia 1940 el segundo sindi- interno de la Unión Ferroviaria condujo a fines de 1935 -en el marco de una
cato, detrás de la Unión Ferroviaria, que rondaba los 100 mil. - -- aoitación sindical creciente- a una renovación radical de la conducción- de
o
Adormecida en los años inmediatamente posteriores a la crisis, la activi- la CGT y a un peso mayor de los dirigentes gremiales firmemente alineados
dad sindical resurgió hacia 1934 y creció mucho en los años siauientes
o
hasta con el Partido Socialista; a la vez, permitió el ingreso progresivo a la conduc-
193 7, acompañando al ciclo económico. Los dirigentes sindicales de enton· ción de los comunistas, cuya fuerza sindical era creciente. Unos y otros im-
ces -comandados por los ferroviarios- mantuvieron la tendencia gestada en pulsaron el acto del 1º de Mayo de 1936, con la participación de los partidos
la década anterior de deslindar sus reclamos gremiales de los planteas políti- políticos que debían integrar el Frente Popular. Esa coincidencia no se repi·
cos más generales, y esto valió incluso para muchos que pertenecían al Parti- rió, y en 1939 incluso se separaron socialistas y comunistas, divididos cuando
do Socialista. Gradualmente obtuvieron algunas mejoras, pero concedidas Stalin pactó con Hitler. Por entonces, la agitación sindical estaba merman-
en forma parcial y aplicadas a regañadientes. Lo~_f~roviarios pudieron salvar do, y las dificultades del Frente Popular eran crecientes.
sus empleos a pesar de la crisis, pero a costa de una reducción salarial. Los La pieza clave del frente era la Unión Cívica Radical. El l~vantarn_Íel}tp
empleados de comercio lograron una ley que establecía la licencia por enfer- de la abstención electoral, en 1935, había sido impulsado por los sectores
medad y la indemnización por despido pero fue vetada por el presidente Justo más conciliadores del partido, que rodeaban a Marcelo T de Alvear. Con
en 1932, aunque luego fue sancionada. La jornada de trabajo se redujo pro· fuerte peso en la Cámara de Diputados y en el Concejo Deliberante, el radi-
gresivamente, especialmente por la generalización paulatina del "sábado in· calismo contribuyó a mejorar la imagen de las instituciones, cuya legitimi-
glés", y en algunas actividades se instrumentaron sistemas de jubilación, pe- dad se hallaba fuertemente cuestionada, así como a convalidar algunas de las
ro en ningún caso existieron las vacaciones pagas. decisiones más controvertidas, como la renovación de las concesiones eléc-
El Estado no ignoró ni los reclamos ni la importancia de este actor social. El tricas de la Capital, una medida que, según probó una investigación poste-
presidente Roberto M. Ürtiz, que había sucedido a Justo en 1938, ~~~ól~ man· rior, aportó al partido una generosa gratificación. Pero lª vu~lta-ª--Lª-Ju_c:__ha
tuvo buenos contactos con los ferroviarios sino que procuró formarse entre política también aumentó las posibilidades de manifestación cie los grupos
ell9s una base de apoyo, interviniencio activamente en sus conflictos int~rnos. másélvanzados del radicalismo, nutridos de jóvenes veteranos de la militan-
El gobernador Fresco fue más allá; siguiendo las prácticas del Estado fascista cia universitaria y que reivindicaban una tradición yrigoyenista. __$aba_uini,
italiano, declaró que su objetivo era armonizar el capital y el trabajo. Al tiem· en Córdoba, sostuvo un programa muy innovador en lo social, y en la Capi-
po que reprimía duramente a los comunistas, legalizaba los sindicatos y utiliza- tal los opositores a Alvear constituyeron una tendencia fuerte, que criticó el
ba el poder arbitral del Estado para proteger a los trabajadores. Más discreta· electoralismo conciliador de los dirigentes, mientras que el grupo de Forja,
mente, el Departamento Nacional del Trabajo -que realizó una notable tarea constituido en 1935, comenzó a definir una línea más preocupada por los
de recopilación de información- fue extendiendo gradualmente la práctica del problemas nacionales. El propio Alvear oscilaba entre ambas corrientes: jefe
co_!1venio_c9lectivo y del arbitraje estatal; sus frutos se aprecian en la cantidad natural de los conciliadores, sus propuestas de 193 7, cuando compitió en la
de huelgas resueltas por algún tipo de transacción. elección presidencial, recogían mucho del discurso progresista y de izquierda
Entenderse directamente con uno de los actores principales de la socie- afín con el esbozado Frente Popular.
dad formaba parte de la estrategia general del Estado intervencionista y diri- En esa ocasión sólo lo acompañó formalmente el Partido Comuni§ta,
gista y, a la vez, coincidía con la tendencia de sus diriaenteso
a reducir el
-------- - Pl1S!L~L~QCi<:tl~tª se hall_;i_b<:t en franca competencia con el radical. Hasta
esp_a_cio de la política partidaria y de las instituciones representativas, como 1936 los socialistas_ h~_b@n_ ~e_nJ_c:lg_una fuene representac:ión parlamenta·
el Congreso. Reconocer la importancia del Estado y hacer de él su interlocu- ria, que se redujo drásticamente con el retorno electoral de los radicales.
tor principal constituía también una tendencia muy fuerte entr;los dirige~­ Simultáneamente, mejoró su situación en el campo gremial, con la nueva
tes sindicales. Esta tendencia -denominada "sindicalista"- fue criticada por dirección de la CGT,
-- -------------
~-- - ---- pero en 193 7 sufrió la escisión de un grupo de militan·
quienes, desde los partidos políticos opositores, empezaron a dar prioridad a tes disc9_nfann_es con la anquilosada elite dirigente: muchos de quienes por
los reclamos democráticos y al enfrentamiento político con el gobierno, y entonces integraron el Partido Socialista Qbrero pasaron luego al Partido
presionaron para alinear en él a las organizaciones sindicales. Un conflicto Coml111ista, y este conflicto, profundizado en 1939 luego de la firma del
86 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943 87

pacto nazi soviético, complicó las alianzas de un Frente Popular por enton- Sin embargo, la corriente que desde 1936 había hecho de la democracia
ces cada vez más problemático. un punto de convergencia contra los herederos de septiembre se había afir.
La consigna de la democratización, despojada de sus aristas más radicali-· mado también en un proceso más específico de la sociedad. La democracia,
zadas, resultó tentadora para grupos del oficialismo, preocupados por la legi- concedida en 1912, había arraigado lenta y progresivamente en la sociedad.
timidad del régimen y espoleados por disputas internas crecientes. EnJ9.3 7 Una red de asociaciones de distinto tipo, destinadas a canalizar hacia las
el p_residente Justo pudo imponer a sus partidarios la candidatura presiden· autoridades los reclamos de sus diferentes sectores, contribuyó a la vez a la
cial de Roberto M. Ortiz, de origen radical antipersonalista como él, pero formación de los ciudadanos, al desarrollo de los hábitos y prácticas de parti-
debió aceptar para la vicepresidencia a un representante de los grupos con- cipación, al ejercicio de los derechos. La tarea docente realizada por el am-
servadores más tradicionales: el catamarqueño Ramón S. Castillo. Para en- plio movimiento intelectual y político de corte progresista y de izquierda
frentar la candidatura de Alvear se recurrió sin disimulos a procedimientos contribuyó a moldear a los "ciudadanos educados" característicos de esta dé-
fraudulentos que -según Pinedo- hacían "imposible catalogar esas eleccio- cada. Ciertamente fue un proceso desigual, mucho más visible en las grandes
nes entre las mejores ni entre las regulares que ha habido en el país". A Ortiz ciudades que en las zonas rurales, pero no por eso menos real, y capaz de
le resultó más difícil que a Justo mantener el equilibrio con los grupos conser- afirmarse pese a las restricciones que desde el Estado se pusieron a la vida
vaggres ..c:l<: su partido, y menos aún con los nacionalistas, fuertes en la calle y política partidaria, y a su desnaturalización por las prácticas fraudulentas.
en el Ejércitg. A la vez, le atrajo la posibilidad de acercarse al radic:<llismo; Quizá los partidos no supieron canalizar y dar forma a esa movilización de-
con el apoyo de Alvear, Ortiz se propuso depurar los mecanismos electorales mo.crática, encontrar el punto de acuerdo entre ellos y adoptar una posición
y desplazar a los dirigentes conservadores de sus principales bastiones. En verdci.c1.e,rn111ente opositora: quienes debían enfrentar categóricamente al go-
febrero de 1940 intervino la provincia de Catamarca -de donde provenía el bierno fraµdul_t:ntQ optaron.porJas transacciones, y contribuyeron a un pro-
vicepresidente- y al mes siguiente hizo lo mismo con la de Buenos Aires, gresivo descreimiento ciudadano: las banderas de la regeneración democráti-
cuando el gobernador Fresco se aprestaba a transferir el mando a Alberto ca ha,bíaD pasagga 111ie111bros del mismo régimen, Pero en verdad, desde el
Barceló, el ejemplo más conspicuo del caudillismo fraudulento y gangsteril. Estado se contribuyó en mucho a esa descalificación de los partidos políticos
Ese mes, los radicales triunfaron en las elecciones de diputados y consolida- y del mismo sistema representativo: mientras la política quedaba asociada
ron su predominio en la Cámara. con el fraude, el Estado encaraba la negociación de las cuestiones de gobier-
Pero cuando todo parecía conducir al triunfo de esta versión del progra- no directamente con los distir :os actores de la sociedad -los sindicatos, los
ma de la democratización, oficialista y de derecha, aunque también apoyado empresarios, las Fuerzas Armadas, la Iglesia y hasta las asociaciones civiles-
inici?lmente por el Partido Comunista, la enfermedad del presidente Ürtiz ignorando al Congreso y a los partidos políticos.
lo obligó en julio de 1940 a delegar el mando en el vicepresidente Castillo.
Aunque trató de resistirse a su sino, finalmente debió renunciar definitiva-
mente, luego de presenciar cómo Castillo deshacía todo lo construido en pro La guerra y el "frente nacional"
d~ la cle111ocratización. A fines de 1940, en las elecciones provinciales, vol-
vieron a usarse los peores métodos fraudulentos. En octubre de 1941, y pro- l..,ª-.gl,l.e,rra _lllQ[1QiaJ qtJ~--~e..ci~sencadenó en septiembre de 1939 cambió gra-
bablemente por presión de los militares, Castillo disolvió el Concejo Delibe- dl1alment.e, e,l par19rama político, reacomodó los distintos grupos internos
rante de la ciudad de Buenos Aires, sin despertar con esta medida mayores -sobre todo acercó posiciones entre los radicales y algunos sectores conser-
resistencias. Así, el intento de democratización iniciado en 1936 se desmg- vadores- y planteó nuevas opciones. Pero las diferentes alternativas no se
ronaba a fin;;del940. Este fracaso si1.1 duela te,11Ja.~ue,verCQfl.e,LcaJ!lbio de superpusieron ni recortaron en forma definida a los actores políticos, de mo-
la coy~nt~;;¡~t~r~aci~nal que lo habÍ~·ali~entando:Jos fre,11te,s.pgpl!Lares do que en los años iniciales de la guerra los alineamientos fueron confusos y
habían sido derrotados en España y en Francia, el nazismo acumulaba triun- contradictorios.
fo~militare,s. C:Q!l~undentes en el inicio de la gueri:ª1Jª.J.Jpiór:LSovl~Jica El primerjmpacto_hprodµjo_sobre las relaciones comerciales y económi-
desertaba del campo antinazi, y la guerra generaba alineamientos diferentes. cas con Gran Bretañª-.'[Jstados_lJ11ic:los, .~l progresivo cierre de los mercados
88 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943 89

el1IQº~9s -provocado por los triunfos alemanes- redujo drásticamente las el país del Norte, que sin duda se haría más gravoso a medida que fuera cre-
exportaciones agrícolas, pero en cambio aumentaron mucho las ventas de ciendo el sector industrial y aumentara la demanda de máquinas, repuestos o
carne a Gran Bretaña, tanto enfriada como congelada. Como a la vez dismi· combustibles.
nuyeron las importaciones de origen británico, la Argentina empezó ;t~ner Se trataba de una operación compleja, que modificaba los términos de la
con el Reino Unido un importante saldo a su favor; en 1939, ~n acuerdo relación triangular, proponiendo una vinculación estrecha con Estados Uni-
entre el Banco Central y el Banco de Inglaterra estableció que las libras per· dos, e incluso apuntaba a una inserción sustancialmente distinta de la Ar-
manecerían bloqueadas en Londres durante la contienda, y que, concluida gentina en la economía mundial. Requería de una firme orientación por par-
ésta, se aplicarían a saldar las deudas por compras de productos británicos o a te del Estado y de un desarrollo mayor de sus instrumentos de intervención.
repatriar títulos de la deuda. Por otra parte, aprovechando las dificultades en El Estado debía movilizar el crédito privado, orientándolo hacia inversiones
todo el comercio internacional, y una suerte de "vacío de poder" regional, se de largo plazo, entre ellas las industriales. Las exportaciones de productos
empezaron a exportar a países limítrofes productos industriales: las ventas de manufacturados se beneficiarían con sistemas de reintegros, leyes contra el
textiles, confecciones, alimentos y bebidas, calzado y productos químicos acen· dumping y una intensa promoción del intercambio.
ruaron el crecimiento industrial iniciado con la sustitución de importacio- El proyecto fue aprobado por el Senado, con mayoría oficialista, pero la
nes y el país empezó a tener saldos comerciales favorables, incluso con Esta- Cámara de Diputados no lo trató. Como señaló J. J. Llach, su fracaso fue
dos Unidos. político antes que económico. Los radicales, que eran la mayoría y no tenían
La novedosa situación confirmaba las expectativas de muchos: los cam- objeciones de fondo a la propuesta -incluso retomaron luego partes de ésta-,
bios creados por la crisis de 1930 se profundizaban y la vuelta a la normali- habían decidido bloquear cualquier proyecto oficial como una forma de re-
dad, es decir, a la situación existente antes de la crisis, se hacía cada vez más pudio a la nueva orientación fraudulenta del gobierno de Castillo. Pineda
remota. Entre los sectores empresarios comenzaron a discutirse distintas al- intentó solucionar el problema entrevistándose con Alvear, pero no logró
ternativas, sin que se definieran claramente ni intereses ni alineamientos convencer al jefe radical, e incluso debió renunciar por ello al ministerio. El
fijos. Las exportaciones tradicionales parecían tener pocas perspectivas en el "bloque democrático", que reclamaba un compromiso diplomático más es-
largo plazo, pasada la coyuntura de guerra que beneficiaba a los ganaderos, trecho con Estados Unidos, no advirtió las ventajas de este plan, que suponía
pero en cambio las exportaciones industriales, y en general la expansión de la clausura del férreo bilateralismo con Gran Bretaña. Tal situación revela lo
este sector, tuvieron perspectivas pro!l!isorias. En cualquier caso, esas alter- confusos que por entonces eran los alineamientos.
natiyg.~Jrrrnlic:ab~naum~nt~lI" la intervención del Estado en la regulación La otra dimensión del triángulo -la diplomática- marchaba por carriles
económica, y también un cierre mayor de la economía local. diferentes. l)esde 1932, con Roosevelt, Estados Unidos había modificado
En noviembre de 1940 Pineda, designado ministro de Hacienda por Cas- sustancialmente su política exterior, al menos en sus formas: la clásica del
tillo, formuló una evaluación lúcida de este nuevo escenario y una propuesta "garrote" fue reemplazada por la de la "buena vecindad"; Estados Unidos
audaz y desprejuiciada. Su Plan de Reactivación Económica proponía, como aspiraba a estrechar las relaciones bilaterales, y en el marco del panamerica-
salida a las dificultades generadas por la guerra, insistir en la compra de las nismo, a alinear detrás de sí al "hemisferio". Esto era particularmente difícil
cosechas por parte del Estado, para sostener su precio, y a la vez estimular la con la Argentina: el comercio bilateral -vieja aspiración de los productores
construcción, pública y privada, capaz de movilizar muchas otras activida- rurales argentinos- estaba obstaculizado por la oposición del llamado "fann
des; sobre todo, remarcaba la importancia de estimular la industria: si el co- block", es decir, los intereses agrarios competidores de la Argentina. La subor-
mercio exterior seguía siendo la "rueda maestra" de la economía, estas otras dinación era igualmente difícil de aceptar para un país que todavía aspiraba
actividades, "ruedas menores", contribuirían al equilibrio general. Pineda a una posición independiente y hasta hegemónica en el Cono Sur, y que
advertía el problema de una economía excesivamente cerrada en sí misma y tradicionalmente se había opuesto a la dirección norteamericana, contrapo-
proponía estimular las industrias "naturales", que elaboraran materias primas niendo a la fórmula "América para los americanos", del presidente Monroe,
locales y pudieran exportar a los países vecinos y a Estados Unidos. Por esa la de "América para la humanidad", es decir, estrechamente vinculada con
vía, a largo plazo, la Argentina habría de solucionar un déficit comercial con Europa.
90 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943 91

Los gobernantes de la década del treinta persistieron en ese rumbo tradi- del hemisferio entraran en guerra fue cambiada por una simple "recomenda-
cional, y en las sucesivas conferencias panamericanas hicieron todo lo posi- ción" debido a la férrea oposición del canciller argentino Enrique Ruiz Guiña-
ble para poner obstáculos al alineamiento. En 1936, en la celebrada en Bue- zú, que había reemplazado a Roca. Para Estados Unidos estaban en juego inte-
nos Aires -a la que concurrió Roosevelt, transportado por un crucero de reses específicos, pero sobre todo una cuestión de prestigio, y respondió con
guerra-, una enmienda de último momento impuesta por el canciller Saave- fuertes represalias: la Argentina fue excluida del programa de reanne de sus
dra Lamas relativizó una declaración sobre consulta entre gobiernos en caso aliadQ§. .. C:_ll.~gu_erra -m.ié!ntras Brasil era particularmente beneficiado- y los
de agresión extracontinental, en la que los norteamericanos habían puesto grupos democráticos, opositores al gobierno, empezaron a recibir fuerte apoyo
mucho empeño; en 1938 el canciller José María Camilo desairó a sus colegas de la embajada.
abandonando sorpresivamente la reunión de Lima antes de la firma de la El frente que se agrupaba en torno de las consignas democráticas y ruptu-
declaración final. ristas empezó a crecer, engrosado ahora por los comunistas -Jll!evarns:nte
La neutralidad en caso de guerra europea también era una tradición ar- partidarios de combatir al nazifascismo-y por conspicuos conservadores, co-
gentina. Su adopción en 1939 -una medida lógica, pues permitía seguir co- ffi.Q Pi11..~º9..Lé!l.gc;r1eralj l!Sto, a quienes la opción entre el fascismo y lad..errig-
merciando con los tradicionales clientes- no fue objetada por Estados Uni- .. cx.a_cfaJosJlevaba a alinearse con ~µs antiguos adversarios. La Comisión de
dos, que propuso precisamente esa política común en la reunión de Cancille- Investigación de Actividades Antiargentinas, creada por la Cámara de Di-
. res de Panamá en 1939. Por entonces, el gobierno de Ortiz procuraba acercarse putados, se dedicó a denunciar la infiltración nazi, y en una serie de actos
a ~~t~cl.os Unidos, en el contexto de su política democratizadora, y lo mismo públicos se proclamó simultáneamente la solidaridad con Estados Unidos y
hizo el primer canciller de Castillo,Julio A. Roca, que acompañó la gestión la oposición al fraude. En esa caracterización de amigos y enemigos, cierta-
de Pineda. Pero progresivamente la guerra se impuso en las discusiones inter- mente simplificadora, predominaban las necesidades retóricas y políticas. El
nas y empezó a revivir los agrupamientos de la opinión que asociaban el apoyo gobierno de Castillo no necesitaba simpatizar con losnazis -un adjetivo apli-
a los aliados con la reivindicación de la democracia y el ataque al gobierno. En cado con amplitud- para aferrarse a la neutralidad. Bastaba con mantener la
junio de 1940 se constituyó Acción Argentina, dedicada a denunciar las acti- continuidad de una tradición política del Estado --otrora sostenida por Yrjgo·
vidades de los nazis en el país y la injerencia de la embajada alemana. En ella ys:n-=..Y. §..l!JD,3..rJc;algl!. naJealtad a los tradicionales socios británicos, que veían
participaron radicales, socialistas, muchos intelectuales independientes y mu- c;on alarma cómo, con motivo de la guerra, Estados Unidos avanzaba sobre
chos conspicuos miembros de la oligarquía conservadora. Acción Argentina sus tHürnQs . baluartes. Pero había además una razón política clara: los ruptu-
se diferenciaba del antiguo Frente Popular por la presencia de estos recientes ristas, que asumían la bandera democrática, condenaban simultáneamente
conversos a los valores de la democracia, lo que reflejaba las perplejidades y al g@ier11ofral!dulento; quienes se mantenían fieles a él -y resistían la tran-
divisiones de quienes hasta entonces habían apoyado al gobierno de la Con- sacción que proponían otros, como Pineda o Justo- encontraban en el neu-
cordancia. También, por dos ausencias conspicuas: el Partido Comunista, tralismo una buena bandera para cerrar filas y enfrentar a sus enemigos. Éstos
que a consecuencia del pacto Hitler-Stalin había optado por denunciar por eran cada vez más entre los políticos, por lo que Castillo optó por buscar
igual a ambos imperialismos, y el grupo de radicales opositores a la conduc- apoy9_ en_trE: Jci.s ..rt1ilit(lres.
ción de Alvear, entre quienes descollaban los militantes de Forja, muy acti- Castillo seguía aquí la tradición de sus antecesores. Justo cultivó a los mili-
vos en denunciar, al igual que los comunistas, el carácter interimperialista de tares, aumentó los efectivos bajo bandera, construyó notables edificios, como
la guerra. el Ministerio de Guerra, que eclipsaba a la mismísima Casa Rosada, pero a la
El panorama cambió sustancialmente en la segunda mitad de 1941. En ju- vez se propuso despolitizar la institución, acallar la discusión interna y mante-
nio Hitler in\ladJ§ la Unión Soviética y en diciembre los japoneses atacaron a ner el equilibrio entre las distintas facciones. ~9i:ire todo, logró mantener el
los norteamericanos; Estados Unidos entró en la guerra y procuró forzar a los contr9l de los mandos superiores, lo que obligó a sus sucesores a apoyarse en los
países americanos a acompañarlo. En enero de 194 2 se reunió en Río qel@~i­ hombres d_<::lt1sto. Ortiz encontró un ministro fiel en el general Márquez, quien
ro la Conferencia Consultiva de Cancilleres, y nuevamente la oposición ªr- fue derribado por un escándalo -sobre la compra de tierras en El Palomar- que
gentina frustró los planes norteamericanos: la decisión de que todos los países tenía como destinatario final a su presidente. (:astillo a su vez debió designar
92 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943 93

mirligro de Guerra a otro justista, el general Tonazzi, pero se dedicó a cultivar Esa cHf11sa pero pujante sensibilidad nacional no se limitaba al Ejér_cito.
a los jefes y a colocar progresivamente en los mandos a enemigos del ex presi- _Más que de una idea definida y precisa, se trataba de un conjunto de senti-
dente. Bajo su gobierno se crearon la Dirección General de Fabricaciones Mi- mientos, actitudes e ideas esbozados, presentes en vastos sectores de la socie-
litar_es :::-cuyo primer director fue el coronel Savio- y el Instituto Geográfico dad. Si de ellos no podía deducirse una ideología en sentido estricto -pues
Militar, impulsando así el avance de las Fuerzas Armadas sobre terrenos más cabían posiciones divergentes y hasta antagónicas-, rexda_ron llna gran ca-
amplios que los específicos. Durante su gobierno, la presencia de los 111ilitares paci_<:l_ª-d, atribuible en parte al empeño de los militantes de algunas de sus
fue cada vez más visible, así como la sensibilidad del presidente a las opiniones tendencias parciales más definidas, para disolver antiguas polarizaciones y
y presiones de los jefes militares. Rápidamente, las Fuerzas Armadas se consti- crear otras. Así, cuando todo parecía conducir al triunfo del Frente Popular,
tuyeron en un actor político. un "frente nacional" se comenzó a dibujar como alternativa.
l]n elemento central del nuevo perfil militar fue el desarrollo_c:le_u!lél con- Las raíces de ese sentimiento nacional eran antiguas, pero en tiempos más
ciencia nacionalista. El terreno había sido preparado por el nacionalismo recientes las habían abonado las corrientes europeas antiliberales, de Maurras
uriburista, difundido por un grupo minoritario pero activo, de dentro y fuera a Mussolini, y con ellas había empalmado una Iglesia católica fortalecida en el
de la institución. fa¡:i éste_ un Dfil'._ÍQ_nªlisr119 trac=Hcional, antiliberal, xenófobo i~r:_ism,Q. Sobre esta base había operado el nuevo nacionalismo, antibritáni-
yjerárquic:Q. La guerra cambió las preocupaciones. Predominaba en el Ejérci- c;Q. Al libro inicial de los Irazusta siguieron el de Scalabrini Ortiz sobre los
to, tradicionalmente influido por el germanismo, un neutralismo visceral. ferrocarriles, y en general toda la prédica del grupo Forja. E~e_sta nueva infle-
Pero además veían que el equilibrio regional tradicional se alteraba por el xión, los enemigos de la nacionalidad no eran ni los inmigrantes, ni la "chus-
ap_?yo de Estados Unidos a Brasil y la exclusión de la Argentina de l~;pro­ ma democrática", ni los "rojos", sino Gran Bretaña y la oligarquía "entreguis-
gramas de rearme. La solución debía buscarse en el propio país, ya~i@_guerra ta". Este antiimperialismo resultó un arma retórica y política formidable, ca-
egjg11:1_1Q p_reocupaciones de tipo económico, pues la defensa req11ería de equi- paz de convocar apoyos a derecha e izquierda, como lo demostró en 1935
pamiento industrial, y éste de insumos básicos. Desde mediado~_cie__lci clé~ada Lisandro de la Torre: la consigna antiimperialista empezó a ser frecuente en
el Ejército había ido montando distintas fábricas de armamentos. Desde 1941, los discursos de políticos radicales o socialistas, como Alfredo Palacios, de
y a través de la Dirección de Fabricaciones Militares, se dedicó a promover dirigentes sindicales y de intelectuales, que empezaron a encarar desde esa
industrias, como la del acero, que juzgaban tan "natural" como la alimenta- perspectiva el análisis de los problemas nacionales y muy particularmente los
ria, e indispensable para garantizar la autarquía. económicos.
Los militares fueron encadenando las preocupaciones estratégicas con las En este campo, el nuevo nacionalismo compartía el terreno ya trabajado
institucionales y políticas. La guerra demandaba movilización industrial y ésta, por el reformismo progresista de izquierda, y ambos podían coincidir en distin-
asu vez, un Estado activo y eficiente, capaz de unificar la voluntad nacional. tos foros. Con el nacionalismo tradicional de derecha se encontraba en otro
Los ejemplos de Italia y Alemania lo demostraban fehacientemente, y así lo terreno: el del revisionismo histórico, donde la condena a Gran Bretaña y sus
repetían los periódicos apoyados por la embajada alemana, como El Pampero o agentes locales derivaba en unareivindicación de la figura de Rosas hecha en
Crisol. También era importante el papel del Estado en una sociedad qlle_§egul_a- nombre de valores diversos y antitéticos, desde la emancipación nacional has-
l!l_ente sería acosada_ en la posguerra por agudos conflictos: la recQns_tLtll_ción ta el integrismo católico. En esa plasticidad radicó precisamente la capaci-
del Frente Popular, las banderas rojas en los mítines obreros y la presencia en dad de esta corriente para arraigar en una sociedad cuya preocupación por
l<J;>_QJ.Jl~§de_l_f_ªrtido Comunista parecían signos ominosos de ese futuro, y para los temas nacionales se manifestaba de muchas otras maneras. En la litera-
enjyentarlo se_r_eg,_ueríª9rd_e_n_y paz social._Eseic:leªl de Estado legítirri_Q_y_fi_1e_r_t:_e, tura -sobre todo la difundida a través de publicaciones periódicas de amplia
capaz de capear las tormentas de la guerra y la posguerra, poco se parecía al circulación- los temas rurales o camperos solían traer la contraposición entre
gobierno tambjl_l_e_ant_e___y__ra_cl_i<:alf11er:tte_ilegft:jmo_g_e__l_doct9r_Castillo. Yacle§de el interior nacional y el litoral gringo, o entre el mundo rural y criollo y el
1941 hubo militares que empezaron a conspirar, mientras otros empujaban a mundo urbano y extranjero. Los temas históricos, donde la presencia del Res-
Castillo por la senda del autoritarismo. Q_e~declicie_mbr~ de 1942, cu::md_g_i;:_e- taurador era frecuente, abundaban en los folletines, y también en exitosos ra-
nunció__cl_rriinistrQ_Jonazzi,_hi_c:leliber_ación s_e__ exte__n_clJ.Q__e__!l e_l Ej~rcito. dioteatros, como Chispazos de tradición, ávidamente consumidos.
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94 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

y al año siguiente la Concordancia triunfó en las elecciones legislativas. Po-


La preocupación por lo nacional se manifestó, finalmente, en intelectua- co antes, Castillo había clausurado el Concejo Deliberante y establecido el
les y escritores. Tres notables ensayos expresaron intuiciones profundas sobre estado de sitio, e ignoraba ostensiblemente a la Cámara de Diputados. No
el "ser nacional" y dieron el marco a una amplia reflexión colectiva. En 1931, obstante, la Concordancia enfrentaba el grave problema de la elección de su
Raúl Scalabrini Ortiz publicó El hombre que está solo y espera; el hombre de candidato. Castillo se inclinó finalmente por el senador Robustiano Patrón
"Corrientes y Esmeralda" amalgamaba las diferentes tradiciones de un país Costas, poderoso empresario azucarero salteño y figura destacada del Partido
de inmigración, se definía por sus impulsos, intuiciones y sentimientos, que Demócrata Nacional, en una opción de sentido discutido, que muchos inter-
anteponía a cualquier elaboración o cálculo racional, y -recordando a Orte- pretaron como un seguro cambio de rumbo en la futura política exterior y
ga y Gasset- construía con ellos una imagen de sí mismo y de lo que podía que dividió aún más a sus partidarios.
llegar a ser, que juzgaba más valiosa que su propia realidad. Para Eduardo Las dos alianzas políticas, que se sentían débiles, empezaron a cultivar a los
Mallea, tal amalgama era dudosa; observaba la crisis del sentido de argentini- jefes militares, esperando que las Fuerzas Armadas ayudaran a desequilibrar
dad, particularmente entre las elites, ganadas por la vida cómoda, el facilis- una situación trabada y a fortalecer un régimen institucional cada vez más
mo y la apariencia, y renunciantes a la espiritualidad y las preocupaciones débil. Cultivando a los militares, Castillo contribuyó a debilitarlo aún más. Los
más profundas sobre el destino de la comunidad. En Historia de una pasión radicales, por su parte, se sumaron al nuevo juego y especularon con la candi-
argentina, aparecida en 1935, contraponía esa "Argentina visible", a otra "in- datura del nuevo ministro de Guerra, el general Pedro Pablo Ramírez. Por su
visible", donde las nuevas elites, de momento ocultas, se estaban formando parte, los jefes militares discutieron casi abiertamente todas las opciones, y
en una "exaltación severa de la vida". Ezequiel Martínez Estrada era más ap_arecit=ron grupos golpistas de diversa índole y tendencias, entre los cuales se
radicalmente pesimista, y veía a la colectividad argentina presa de un desti- destacó una logia, el Grupo de Oficiales Unidos, que reunía a algunos corone-
no fatal, originado en la misma conquista. En Radiografía de la pampa, que se les y otros oficiales de menor graduación. Muchos apostaban ~ la ruptura del
publicó en 1933, señaló la escisión entre unas multitudes anárquicas, que orden institucional, sin que se perfilara el sujeto de la acción. Esta finalmente
acumulaban el resentimiento originario del mestizo, y ciertas elites europei- se desencadenó, cuando Castillo pidió la renuncia al ministro Ramírez. El 4 de
zantes e incapaces de comprender esta sociedad y encamar en ella un sistema junio de 1943 el Ejército depuso al presidente e interrumpió por segunda vez el
de normas y principios sustentado en creencias colectivas. Estos esfuerzos orden constitucional, antes aun de haber definido el programa del golpe, y ni
por develar la naturaleza del "ser argentino", inquiriendo en clave ontológi- siquiera la figura misma que lo encabezaría.
ca por los elementos singulares y esenciales de la sociedad y la cultura, aun-
que entroncaban en preocupaciones comunes de todo Occidente, eran sin
duda la expresión intelectual de esta nueva inquietud común por entender,
defender o constituir lo "nacional".
La fuerza de esta corriente nacional, que en el caso de la guerra se inclina-
ba por neutralismo, tardó en manifestarse. De momento, el grupo de los
partidarios de la ruptura con el Eje iba ganando nuevos adeptos, especial-
mente entre los grupos conservadores. Sin embargo, en pocos meses los prin-
cipales dirigentes del bloque democrático murieron: en marzo de 1942, Al-
vear; en los meses siguientes, el ex presidente Ortiz -con cuyo hipotético
retorno aún se especulaba-y el ex vicepresidente Roca, en enero~4t:J 943,
Agustín P. Justo, quien se perfilaba como el más firme candidato a encabezar
una fórmula de acuerdo con los radicales. Encontrar candidatos no era fácil,
y; la ~ez la posible victoria electc:lrnl parecía más que dudosa, a medida que
el gobierno retornaba sin empacho a las prácticas fraudulentas: a fines de
1941 el conservador Rodolfo Moreno ganó en la provincia de Buenos Aires

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