Dictadores en Al

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Los Dictadores en América Latina


1. Introducción.
2. Antecedentes.
3. Desarrollo
4. Conclusión.
5. Fuentes de información.

INTRODUCCIÓN.
En la antigua Roma, cuando la república debía enfrentarse a situaciones de extrema
gravedad, los cónsules designaban a un dictador que asumía todos los poderes hasta el
restablecimiento de la normalidad. Tras el surgimiento de las modernas democracias en el siglo
XIX, el término de la dictadura volvió a ser utilizado, esta vez para designar aquellos regímenes
políticos cuya legitimación no se fundamentaba en el modelo democrático liberal.
Se llama dictadura o régimen autoritario a una forma de organización política según la
cual el poder está encarnado en una persona o en un pequeño número de personas, que lo
ejercen de forma absoluta. Tal sistema político recibe también, a veces, la denominación de
totalitario, si bien el concepto de totalitarismo se ha utilizado más estrictamente para designar a
movimientos ideológicos en que la persona y la sociedad se subordinan al estado, como sucedió
en el fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán o el socialismo estalinista.
Por lo general de un régimen dictatorial suele ser el resultado de un proceso de profunda
convulsión social, provocada por una situación revolucionaria o por una guerra, y se produce
normalmente por medio de un movimiento militar contra las estructuras del poder anteriormente
establecido, movimiento que adopta la forma de golpe de estado. En unos casos, tal movimiento
militar se produce en defensa de los intereses de los grupos minoritarios del estado; en otros, en
apoyo de sectores más amplios.
En ocasiones, el origen de un régimen dictatorial no se halla en un golpe militar, sino en
un golpe de estado político, llevado a cabo desde las propias estructuras del sistema que se
pretende abolir. Tal fue el caso de la dictadura nazi impuesta por Adolf Hitler en Alemania o el
de la dictadura fascista de Benito Mussolini en Italia. La debilidad de las instituciones es
aprovechada en estos casos para imponer la atribución explícita del poder político a un partido
de talante no democrático, que ya a impuesto socialmente su prepotencia.
Los estados dictatoriales han buscado su legitimación en teorías como la del “caudillaje”,
según la cual en determinadas épocas históricas surgen en algunas comunidades personas
dotadas de un especial carisma o dotes providenciales y destinadas a conducir a la nación hacia
determinados objetivos de valor trascendente. En otros casos, estos regímenes se han dotado
de formas democráticas que aceptan, incluso, la existencia de partidos políticos afines, así como
la celebración periódica de elecciones, ganadas invariablemente por aquellos mismos que las
convocan.
Además de las habituales medidas policiales o de fuerza que utilizan para asegurar su
mantenimiento en el poder, las dictaduras suelen recurrir también, de manera sistemática, a la
propaganda política y al culto a la personalidad del máximo dirigente como medio eficaz de
asegurarse el apoyo activo de la población.
En América Latina, pese a la poderosa influencia que en su origen y posterior
configuración tuvieron las ideas de la revolución francesa, numerosos países latinoamericanos
vivieron desde su nacimiento largos períodos de anormalidad democrática. El siglo XIX
presenció el surgimiento de numerosos caudillos que, desde provincias o regiones periféricas, se
rebelaron contra los débiles gobiernos centrales y se hicieron con el control político de sus
respectivos países. Son ejemplos destacados del caudillismo decimonónico Juan Manuel de
Rosas en la Argentina, José Gaspar Rodríguez de Francia en Paraguay y Antonio López de
Santa Anna en México. Ya en el siglo XX, la instauración de regímenes dictatoriales respondió
en general a situaciones nacionales de mayor complejidad en las que las motivaciones
personales de quienes dirigieron los levantamientos desempeñaron un papel no exclusivo.
ANTECEDENTES.
Guerra de independencia: lucha armada, guerra civil…
La Guerra de Independencia de los pueblos hispanoamericanos fue cruel, encarnizada, y
puso de manifiesto las luchas internas de poder entre la élite criolla. La clase dominante se
fraccionó en distintos grupos de poder: patriotas realistas, centralistas, federalistas, moderados,
liberales y conservadores. Por ejemplo, en Chile, el Congreso Nacional estaba dividido en
grupos: moderados e independentistas (encabezados por Bernardo O'Higgins). En Venezuela, el
Congreso Nacional mostró, también, diferencias entre los grupos políticos, sin embargo, los
grupos a favor de la independencia dominaron. Francisco de Miranda y Simón Bolívar (ambos
independentistas) organizaron, en 1810, la Sociedad Patriótica, con el fin de lograr la separación.
Venezuela declaró la independencia en 1811, y redactó una constitución que adoptó la forma de
gobierno republicano y federal, similar a la Constitución de Estados Unidos. Los conflictos
internos y la movilización de las fuerzas españolas sofocaron y suprimieron la Primera República
de Venezuela. Ante el fracaso venezolano, y las pocas posibilidades de lograr el apoyo de Nueva
Granada para la recuperación de Venezuela, Bolívar decidió exilarse en Jamaica.
En México, los sectores populares más afectados por las luchas entre criollos y
peninsulares fueron los indios y los mestizos. Ante las pésimas condiciones sociales y
económicas del campesino indígena, el padre Miguel Hidalgo se levantó en rebelión, en 1810. El
Grito de Dolores inició la guerra de independencia de México. Este movimiento era
esencialmente indígena y campesino, y careció del apoyo de los sectores dominantes como la
iglesia y la elite criolla. Ante la derrota y muerte de Hidalgo, en 1811, José María Morelos retomó
la lucha armada. Para 1813, éste convocó el Congreso de Chilpancingo, y planteó la
independencia absoluta de México. La causa libertaria de Morelos quedó truncada, en 1815, al
ser capturado y ejecutado.
En la región de La Plata (Buenos Aires), la lucha entre criollos y peninsulares se vio
afectada por otra fuerza externa que ejerció presión sobre la región: Inglaterra. En los años de
1806 y 1807, La Plata fue ocupada por Inglaterra. Esta ocupación provocó una crisis en la
administración colonial, pero, también, estimuló el espíritu nacionalista de los porteños, y puso
de relieve la fragilidad del imperio español. La única colonia en Sur América que mantuvo la
adhesión y lealtad a España fue Perú. Razones de tipo social y racial contribuyeron a este
hecho: la clase criolla peruana prefirió mantener la lealtad a España ante el temor de una alianza
entre los mestizos y los indios, que eran numéricamente superiores a ellos, pues dicha alianza
podía poner en peligro sus intereses económicos y sociales.
En el Caribe, Puerto Rico y Cuba también permanecieron leales a España. Sin embargo,
en ambas islas, comenzó a perfilarse un movimiento a favor de la independencia. En Puerto
Rico, por ejemplo, hubo una gran simpatía hacia la causa libertaria, y el pueblo puertorriqueño se
negó a participar militarmente en contra de los hermanos latinoamericanos. Ante la solidaridad
manifiesta de Cuba y Puerto Rico a la guerra de independencia, España decidió reforzar el
sistema represivo en las islas con el fin de evitar levantamientos revolucionarios, y logró retener
las islas.
Las colonias centroamericanas también se rebelaron contra España. De hecho, la
primera provincia en declarar su independencia fue El Salvador. Al contrario de México, la
rebelión centroamericana fue fundamentalmente elitista, y tuvo poca participación de los sectores
populares. En 1823, el reino de Guatemala -compuesto por Guatemala, El Salvador, Honduras,
Nicaragua y Costa Rica- declaró la independencia y en 1824,se organizó la República Federal
Centroamericana. No obstante, la República Federal Centroamericana enfrentó serias
dificultades que la llevaron finalmente al rompimiento que dio origen a las naciones que
conocemos hoy. Para 1815, parecía que el movimiento independentista de las colonias
españolas había fracasado. En 1816, las fuerzas expedicionarias de Pablo Morillo reprimieron
con dureza a Nueva Granada y Venezuela. A pesar de la reacción antirevolucionaria,
comenzaron a resurgir fuerzas de resistencia, como las guerrillas. El movimiento independentista
renació con el gran triunfo de la batalla de Boyacá, con el cual se liberó Nueva Granada, y se
proclamó la formación de la República de la Gran Colombia, compuesta por Venezuela, Nueva
Granada y Ecuador. Bolívar encargó la tarea de libertar al Ecuador al general Antonio José de
Sucre, y ésta se completó en 1822.
Mientras la lucha bolivariana se recrudeció en el norte de Sur América, en Chile, las
fuerzas realistas dominaban la región, y correspondió a José de San Martín la liberación de este
país. En la batalla de Chacabuco, de 1817, San Martín derrotó a los españoles, pero fue en la
batalla de Maipú cuando San Martín logró la independencia de la región. El triunfo revolucionario
en Chile permitió el establecimiento de un gobierno encabezado por O'Higgins, y con su apoyo,
San Martín preparó la campaña para conquistar Perú. En ese mismo año, Agustín de Iturbide, en
México, proclamó el Plan de Iguala, que declaró la independencia de México. El encuentro de
Bolívar y San Martín se produjo en Guayaquil. Como resultado de la entrevista, San Martín
renunció a sus cargos, volvió a Chile, y emigró definitivamente a Europa, Bolívar recurrió a Sucre
para la liberación del Alto Perú. La batalla de Ayacucho puso fin a las guerras de independencia,
y, con la independencia del Alto Perú, nació Bolivia.
Al contrario de las guerras de Independencia de las colonias españolas, la
independencia de Brasil no fue tan devastadora. Brasil se convirtió en la sede del gobierno
portugués cuando Napoleón ocupó Portugal, y esta presencia fue importante en el desarrollo de
la colonia: Río de Janeiro creció y se fortaleció económicamente, y Portugal permitió reformas
económicas en Brasil que beneficiaron a los comerciantes brasileños. En el aspecto político,
Brasil era regido como un estado autónomo; no obstante, en 1820, se produjo, en Portugal, un
levantamiento que exigió la convocación a cortes y el retorno del rey Joao VI. Ante el retorno del
rey, las cortes propusieron revocar el gobierno autónomo de Brasil, y esta situación provocó que
el heredero al trono de Portugal, Pedro de Braganza -radicado en Brasil- se pronunciara en
contra del gobierno de Portugal. Este determinó levantarse en rebelión, declaró la
independencia, y se convirtió en el primer emperador de Brasil.
Efectos de la guerra
La lucha por la independencia tuvo serias implicaciones en los recién independizados
territorios: la independencia no aseguró el fin de las guerras civiles, y los conflictos regionales se
agudizaron luego de la guerra. Las tensiones sociales y raciales prevalecientes durante la guerra
polarizaron las sociedades de los nuevos países. El poder político de las naciones
independizadas fue débil, y promovió el desarrollo del caudillismo. Aunque la guerra terminó con
el monopolio español, las naciones latinoamericanas quedaron a merced de la influencia
económica de Estados Unidos e Inglaterra, que dominaban el mercado atlántico. Esto representó
un problema adicional, pues el fuerte desarrollo económico de los norteamericanos resultaba
demasiado competitivo para los países recién independizados. Además, en ellos, prevalecía un
clima de confusión, desorganización e inestabilidad. Luego de la independencia, las naciones
latinoamericanas atravesaron serias dificultades de tipo político y económico que más bien
generaron la disgresión de los estados. Además, las potencias extranjeras (como Estados
Unidos) veían con gran recelo la unidad latinoamericana, pues podía poner en peligro sus
intereses sobre la región.
Después de la independencia, Guatemala buscó apoyo en México como aliado para
poder mantener la oligarquía en el poder. Gabino Gaínza declaró su anexión a México e
inmediatamente, Iturbide envió un ejército al mando del general Vicente Filísola, que fue muy
bien recibido en la capital del reino. Pero se produjo una disensión: El Salvador se sublevó
contra los mexicanos, y el ejército de Filísola se dirigió hacia aquella provincia, a la cual pudo
someter. A la caída de Iturbide, Filísola volvió a Guatemala, donde la situación había cambiado,
y se encontró muchos más partidarios de la separación de México y de una independencia total.
Propuso convocar un congreso para decidir lo que había de hacerse. El congreso, reunido el 24
de junio de 1823 en Guatemala, declaró la independencia total. El reino de Guatemala pasó a
llamarse Provincias Unidas de Centroamérica, y se nombró un gobierno provisional de tres
miembros, encabezado por el doctor Pedro Molina, con la misión de redactar una constitución.
Cuando se redactó la constitución, de influencia norteamericana, en noviembre de 1824,
el país pasó a llamarse República Federal Centroamericana. Esta estaba formada por cinco
estados, que tenían, a su vez, poderes ejecutivos, legislativos y judiciales completamente
autónomos dentro de sus límites territoriales. Las luchas de las oligarquías provinciales para
mantenerse en el poder, y la de todos contra el intento centralizador de Guatemala, donde
residía el gobierno nacional, llevaron a la disolución de la federación. El presidente, Manuel Arce,
y el gobernador de cada provincia (en Costa Rica, Juan Mora Fernández; en Nicaragua, Manuel
Antonio de la Cerda; en Honduras, Dionisio Herrera; en El Salvador, Juan Vicente Villacorta; en
Guatemala, Juan Barrundia), todos ellos pertenecientes a la oligarquía terrateniente, organizaron
gobiernos provinciales fuertes y poco a poco fueron separándose del gobierno central.
Nicaragua, Honduras y Costa Rica se declararon independientes en 1838, Guatemala, en 1839,
y El Salvador se independizó en 1841.
Comienzo de la vida independiente
Al concluir el siglo XIX, América Latina quedó dividida en 19 naciones y unos territorios
incorporados, inmersos en un proceso de formación de nacionalidades que se caracterizará por
la violencia que generará la política de los recién nacidos países, en torno a asuntos tales como
la anarquía, los gobiernos dictatoriales y la definición de fronteras. Prácticamente todos los
países latinoamericanos, menos Brasil, tendrán conflictos de esta naturaleza. La inexperiencia
política de los criollos, junto con las luchas civiles y la ambición imperialista de otros países,
propiciará la intervención continua de potencias extranjeras como los Estados Unidos e
Inglaterra. Esta intervención será el precio que habrá que pagar por irse incorporando a la
economía mundial, y al capitalismo europeo, en especial, con Inglaterra.
Al concluir el proceso de liberación, cada una de las nuevas naciones se inició en el
ejercicio de la vida independiente en circunstancias muy variadas. Por ejemplo, México
sobresale por la complejidad y variedad de los problemas que tuvo que enfrentar, análogos a los
que sufrió durante su vida colonial. Además, su posición geográfica lo coloca en una situación
conflictiva, pues es, también, la frontera norte de América Latina, y el punto más propicio para la
penetración de los países que quisieron apoderarse del control que había perdido España. En
otros países, los procesos fueron menos intensos, más localistas, o más uniformes.
México
México inicia su vida independiente bajo el imperio de Iturbide, en 1821 pero, en 1824,
promulgó su constitución, y se creó la República Federal de los Estados Unidos Mexicanos.
Surgen dos bandos: los centralistas y los federalistas, quienes se debatirán el poder durante casi
dos décadas. Durante la decada de 1830, ante la creciente inmigración de estadounidenses al
territorio de Texas, el presidente Santa Anna ordena las fronteras texanas, por lo que surgió el
conflicto de Texas: los texanos se declararon independientes, y Santa Anna atacó la región para
reintegrarla a México. Logró su primera victoria en El Alamo pero, más tarde, fue derrotado.
Como resultado, Estados Unidos se apoderó del territorio de Nuevo México y la Alta California.
En un segundo enfrentamiento, los norteamericanos invadieron México. El tratado Guadalupe-
Hidalgo devolvió la paz: México cedió el territorio desde el Río Grande hasta el Pacífico, y recibió
15 millones de dólares como indemnización.
Tras años de continuas luchas por el poder, Santa Anna (caudillo del pueblo) respaldado
por el clero y los grandes terratenientes regresó al gobierno, y se convirtió en dictador. Benito
Juárez y otros líderes se rebelaron contra la dictadura de Santa Anna, quien fue derrotado y se
exilió en Colombia en 1857. Surgieron nuevos ideales de reforma: separar la Iglesia y el Estado;
secularizar la educación; reducir el poderío económico de la iglesia quitándole los bienes;
impulsar la economía, y establecer un sistema de justicia apoyado por legislación aprobada por
una asamblea representativa.
Se promulgó una nueva constitución en 1857, y Juárez asumió el poder. Dicha constitución
prohibía la esclavitud y las propiedades de la Iglesia: concedía la libertad de prensa; eliminaba
los monopolios y establecía un gobierno democrático representativo.
Chile
La República de Chile comenzó su vida independiente en medio de una gran
desorganización administrativa. El pueblo veía el cuerpo militar como la única salvación.
Bernardo O'Higgins fue designado director del país. Su administración provocó malestar entre el
pueblo, al eliminar los títulos nobiliarios, e intervenir en los asuntos eclesiásticos. Fundó escuelas
y la biblioteca nacional. Tras ser obligado a renunciar, el país atravesó una época de anarquía
durante la cual se abolió la esclavitud. La constitución de 1826 dividió al país en ocho provincias.
Con la subida de Prieto al poder, comenzó una época de progreso y de orden. Se les concedió el
voto a los varones mayores de veinticinco años que supieran leer y escribir, y, además, tuvieran
propiedades. De 1841 a 1851, comenzó la expansión del comercio de las minas de cobre. Con
Manuel Montt, el déspota ilustrado, el país continuó su acelerado progreso económico y cultural.
Argentina
Fuertes luchas por lograr la unificación territorial de las diferentes regiones argentinas
entre federalistas y centralistas iniciaron la vida independiente de la república. Se convocó un
congreso en Tucumán como último intento por salvar la unión pero no tuvo efecto. En 1829, se
eligió gobernante a Manuel de Rosas, verdadero caudillo del pueblo. Rosas procuró equilibrar las
diferentes clases sociales mientras dominó con mano férrea. En 1852, se presentó una
constitución que integraba en un país a todas las regiones del antiguo Virreino de la Plata, hecho
que trajo como consecuencia otra guerra civil, ante el rechazo que el documento sufrió entre
algunos sectores que se oponían a la integración de un gobierno central. Bartolomé Mitre asumió
el poder, seguido por Domingo Faustino Sarmiento, y otra guerra civil. En 1880, Buenos Aires
fue proclamada capital de la república. A partir de entonces, se terminó la guerra con los indios,
se ocupó y colonizó el desierto, se construyeron líneas ferrocarrileras, se fomentó la agricultura,
se establecieron el matrimonio civil y la ley de educación.
Cuba
Cuba continuó siendo colonia española hasta 1898, cuando pasó a ser posesión de los
Estados Unidos, durante la Guerra Hispanoamericana. El sentimiento separatista se había hecho
sentir en la isla, pero Cuba siguió luchando su independencia y la consiguió.
Problemas fundamentales de la vida independiente
Durante el siglo XIX, los gobiernos de los países recién independizados se vieron
influidos por las fuerzas militares, la sucesión dinástica en el gobierno, las técnicas de gobierno
no delimitadas, los golpes de estado, el exilio de los ciudadanos más capaces, y el constante
fracaso de las constituciones
En el momento de tomar las riendas de los nuevos estados americanos, el elemento
criollo no estaba preparado para dirigir el país. Las guerras de independencia fueron
encabezadas por hombres dedicados a la carrera militar, que dominaban las técnicas de mando
pero que apenas poseían cualidades o principios de administración pública. Como consecuencia
de sus victorias militares, controlaron las masas populares, y fueron convirtiéndose en caudillos
del pueblo, como Simón Bolívar y José de San Martín. Hubo líderes buenos y malos,
pertenecientes a todas las clases sociales, del pueblo o de la clase alta, pero todos con algo en
común: su preocupación por la patria. La mayoría de las veces, empezaron luchando por causas
nobles, aunque terminaran imponiendo su voluntad, por fuerza o por doctrina, para mantenerse
en el poder.
El dictador, por lo general, llegaba al poder después de derrocar el régimen existente.
Las dictaduras toman auge en América Latina en las cercanías del siglo XIX.
La diferencia entre ambos líderes, el caudillo y el dictador, estriba en la forma en que
llegan al poder: el caudillo recibía el apoyo de las masas del pueblo, era un líder natural, y tenía
grandes sectores del pueblo incondicionalmente a sus órdenes. Por el contrario, el dictador era
un líder que se apoyaba en las fuerzas militares para ejercer el control de la región. Su gobierno,
tiránico y totalitario, menospreciaba o ignoraba el poder legislativo. Tanto uno como el otro
promovieron inestabilidad política durante los años posteriores a la independencia.
La única excepción fue Brasil ya que, una vez logró su independencia de Portugal, llevó
una vida pacífica libre de dictaduras durante todo el siglo XIX. Esta situación permitió al país
iniciar una vida independiente más productiva que la de otras regiones. Como resultado, el
desarrollo económico que alcanzó el país durante el siglo XIX fue más sólido.
En el siglo XX
México
El 18 de Julio de 1872 fallece el presidente Lic. Benito Juárez, declarado Benemérito de
las Américas, y, tras de ocupar la Presidencia de la República el Lic. Sebastián Lerdo de Tejada,
se proclama el plan de Tuxtepec y el 28 de Noviembre de 1876 asume la Presidencia por
primera vez el Gral. don Porfirio Díaz, quien, olvidándose de las viejas causas liberales por las
cuales combatiera tan brillantemente, principia por establecer una dictadura patriarcal, que si
bien da al país 30 años de paz, pronto degenera y crea una casta de privilegiados que se
confabulan con la aristocracia de caciques, hacendados y latifundistas que explotan y oprimen al
pueblo.
Por un período muy corto está en la presidencia Manuel González y en 1880 regresa
Porfirio Díaz a ocuparla nuevamente. En las siguiente elecciones estaban, Francisco I. Madero
candidato del Partido Antireleccionista en contra de Porfirio Díaz y Madero fue hecho prisionero
en San Luis Potosí mientras se realizaban las elecciones.
Díaz se reeligió y Madero escapó de la cárcel y se refugio en San Antonio, Texas donde
dio a conocer el Plan de San Luis. En él declara nulas las elecciones desconocía al régimen de
Díaz, exigía el sufragio efectivo y la no reelección y, señalaba el 20 de Noviembre de 1910 para
que el pueblo se levantara en armas contra el tirano.
Al llamado Plan de San Luis, se pronunciaron hombres como Pascual Orozco, Pancho
Villa, Emiliano Zapata etc. La insurreción se extendió poco a poco por todo el País. En Mayo de
1911 cayó Ciudad Juárez en poder de los maderístas. Debilitado el gobierno de Díaz entra en
negociaciones y el 25 del mismo mes el dictador presentó su renuncia y abandonó el país el 25
de mayo de 1911.
La revolución Maderista del 20 de noviembre de 1910 derrotó al dictador Porfirio Díaz y
logró sentar en la Presidencia con sufragios efectivos a don Francisco I. Madero. En Coahuila
don Pablo González, el viejo magonista, y estando de acuerdo con don Francisco I. Madero y
con Venustiano Carranza para lanzarse contra la Dictadura Porfirista, lo hizo pronunciándose al
grito de "!Viva Madero!" el 22 de enero de 1911 en el Puerto del Carmen, del Municipio de
Nadadores, Coahuila, al frente de muchos después connotados jefes como Francisco Murguía,
Cesáreo Castro, Idelfonso V. Vázquez, Teodoro Elizondo y muchos más.
Francisco I. Madero inmaculado prócer y mártir de la democracia a partir de los Tratados
de Ciudad Juárez del 10 de mayo de 1911 y con la renuncia de don Porfirio Díaz, dejó como
presidente interino al Lic. Francisco León de la Barra y al antiguo Ejército Federal porfirista según
acuerdos en pie, error tremendo que criticó don Venustiano Carranza: "Revolución que tranza,
Revolución que se pierde".
Por otra parte, los Porfiristas reclamaban sus antiguos privilegios; los zapatistas exigían
el reparto de tierras; la prensa lo atacaba a diario y las rebeliones de Félix Díaz y Bernardo
Reyes, independientes entre sí, confluyeron en la llamada Decena Trágica para asentarle el
golpe definitivo a Madero.
Chile
En 1946 ganó las elecciones Gabriel González Videla, líder del Partido Radical,
apoyado por una coalición de izquierda cuyos principales componentes eran su propia
agrupación y el Partido Comunista. Videla nombró a tres comunistas para ocupar carteras
ministeriales, pero la coalición consiguió mantenerse apenas seis meses, ya que los ministros
comunistas, con frecuencia enfrentados con los demás miembros del gabinete, fueron
destituidos en abril de 1947. Hacia finales del mismo año, Chile rompió relaciones diplomáticas
con la Unión Soviética. En 1948 centenares de comunistas fueron encarcelados en virtud de la
Ley de Defensa Permanente de la Democracia, que proscribió al Partido Comunista. Poco
después fue sofocada una rebelión militar encabezada por el antiguo presidente Ibáñez.
Durante los años siguientes fueron frecuentes las manifestaciones sociales y sindicales. En
1951 se produjeron huelgas en casi todos los sectores de la economía. Al año siguiente, la
reacción popular contra los partidos tradicionales tuvo como consecuencia la elección del
general independiente Carlos Ibáñez, quien restauró el orden en cierta medida, aunque no
pudo solucionar los problemas económicos y sociales. En 1958 asumió la presidencia Jorge
Alessandri, y propuso un plan de diez años que establecía reformas fiscales, proyectos de
infraestructura y la reforma agraria. En 1964 rompió relaciones diplomáticas con Cuba, aunque
restableció los vínculos con la Unión Soviética. En 1960, un maremoto y un terremoto
sacudieron al país provocando enormes daños y miles de muertos, especialmente en la zona
de Valdivia. En las elecciones presidenciales de 1964, el antiguo senador Eduardo Frei
Montalva, candidato de la centrista Democracia Cristiana, derrotó a una coalición de
izquierdas. Las importantes reformas de Frei, como la nacionalización parcial del sector del
cobre (la denominada ‘chilenización del cobre’), provocaron la insatisfacción de algunos
sectores de la derecha, lo que desembocó en una violenta oposición política. Al aproximarse
las elecciones presidenciales de 1970, la oposición de izquierda se coaligó en la Unidad
Popular. Nombró candidato a Salvador Allende quién ganó las elecciones y comenzó
rápidamente a cumplir sus promesas electorales, orientando al país hacia el socialismo (con su
popular lema “vía chilena al socialismo”. Se instituyó el control estatal de la economía, se
nacionalizaron los recursos mineros, los bancos extranjeros y las empresas monopolistas, y se
aceleró la reforma agraria. Además, Allende lanzó un plan de redistribución de ingresos,
aumentó los salarios e impuso un control sobre los precios. La oposición a su programa
político fue muy vigorosa desde el principio y hacia 1972 se había producido una grave crisis
económica y una fuerte polarización de la ciudadanía. La situación empeoró aún más en 1973,
cuando el brutal incremento de los precios, la escasez de alimentos (provocada por el recorte
de los créditos externos), las huelgas y la violencia llevaron al país a una gran inestabilidad
política. Esta crisis se agravó por la injerencia de Estados Unidos, que colaboró activamente
por desgastar al régimen de Allende. El 11 de septiembre de 1973 los militares tomaron el
poder mediante un golpe de Estado, pereciendo Allende en la defensa del palacio presidencial.
(La opinión generalizada es que Allende se suicidó durante el asalto al palacio de la Moneda).
Argentina
A principios del s. XX se manifestó la necesidad de reformar el sistema político en un
sentido democrático. En la presidencia de Roque Sáenz Peña se aceptó una nueva ley electoral
que desde 1912 permitió fundamentales renovaciones. Distintos matices de la democracia
argentina se personificaron en Juan B. Justo, Lisandro de la Torre e Hipólito Yrigoyen. Éste
asumió la presidencia en 1916 como representante de los radicales. Lo sucedió en 1919 Marcelo
T. de Alvear, pero en 1928 Yrigoyen volvió al poder. En 1930 un movimiento armado derrocó el
régimen constitucional y puso en el poder al general José Félix Uriburu. Varios presidentes se
sucedieron en un período turbulento en el que se adoptaron políticas cada vez más
conservadoras y autoritarias. Presionado por los Estados Unidos, el gobierno de Pedro P.
Ramírez declaró la guerra a Alemania y Japón en 1944. En las elecciones presidenciales de
1946 triunfó el entonces coronel Juan D. Perón, que fue reelegido para el período 1952-1958. En
septiembre de 1955, la revolución encabezada por el general Eduardo Lonardi lo obligó a
renunciar a su cargo. En febrero de 1958 fue elegido presidente constitucional para el período
1958-1964 Arturo Frondizi, quien no consiguió detener la crisis económica que asolaba al país
desde 1950. A partir de 1962, cuando fue destituido Frondizi por las fuerzas armadas, se
sucedieron diversos gobiernos militares y civiles. Perón volvió al poder en 1973, y tras su muerte,
ocurrida al año siguiente, lo sucedió en la presidencia su esposa, María Estela Martínez.
Continuaron aumentando los problemas económicos y los conflictos sociales, y en 1976 un golpe
de estado dio el poder a una junta militar, presidida sucesivamente por Jorge Rafael Videla,
Roberto Viola y Leopoldo F. Galtieri. El 2 de abril de 1982 las fuerzas armadas argentinas
recuperaron las islas Malvinas, en posesión británica. La derrota ante la armada británica trajo
como consecuencia la caída del gobierno castrense. Raúl Alfonsín asumió la presidencia en
1983 e intentó infructuosamente sanear la economía nacional, agobiada por la falta de
inversiones y el endeudamiento externo. En 1989 las elecciones dieron el triunfo al peronista
Carlos Saúl Menem. Su objetivo fundamental fue recuperar la disciplina económica y atraer la
inversión. Durante su gobierno se redujo la inflación y la economía se recuperó.
Cuba
Desde 1909 la vida política de Cuba se desenvolvió normalmente, con las alternativas de
algunos movimientos armados. Desde 1933 se hizo sensible la gravitación política de Fulgencio
Batista, triunfante en la revolución del 4 de septiembre de ese año y presidente de 1940 a 1944.
Batista volvió a la presidencia en 1952, encabezando un movimiento armado, gobernando desde
entonces tiránicamente. En 1956, Fidel Castro desembarcó en la isla, iniciando un movimiento
revolucionario que en dos años derrocó a las autoridades constituidas. Castro entró en la
Habana en enero de 1959. El primer presidente revolucionario, Manuel Urrutia Lleó, debió
renunciar a corto plazo por oponerse a las influencias comunistas dentro de su gobierno. Bajo la
presidencia de Osvaldo Dorticós Torrado, Fidel Castro proclamó en 1961 la “República
Socialista”. Entre las medidas decretadas desde entonces figuraron la reforma agraria, la
reforma urbana, la nacionalización de la educación, la reorganización del poder ejecutivo, la
supresión de las elecciones y el mejoramiento de la flota mercante. Durante las décadas de 1960
y 1970, Cuba se convirtió en un país satélite de la Unión Soviética, encargándose de exportar la
revolución comunista al Tercer Mundo. Al iniciarse los años ochenta, había tropas cubanas en
Angola y Etiopía, y Cuba prestaba ayuda a gran cantidad de movimientos guerrilleros en América
latina. Para desligarse de su imagen de mero seguidor de la URSS, Castro asumió un papel de
liderazgo en el movimiento de países no alineados. La caída del comunismo, primero, y la
posterior desaparición de la Unión Soviética (1991) supusieron el aislamiento político y
económico de Cuba. En 1993 el presidente Castro anunció medidas para liberalizar la economía,
la cual se encontraba sumida en una profunda crisis.

DESARROLLO
Los dictadores
México
Porfirio Díaz
Porfirio Díaz, militar y político mexicano, presidente de la República (1876-1880; 1884-1911),
cuyo ejercicio del poder ha dado nombre a un periodo de la historia de México conocido como
Porfiriato. Nació en Oaxaca y se alistó en el Ejército, participando en tres guerras: la guerra
mexicano-estadounidense (1846-1848); la guerra civil (1858-1861) entre liberales y
conservadores, llamada guerra de Reforma, en la que apoyó la causa liberal de Benito Juárez y
la guerra patriótica (1863-1867) contra Maximiliano I, archiduque de Austria y emperador de
México.
Díaz no alcanzó la presidencia de México frente a Juárez en 1867, ni tampoco en 1871. Después
de cada derrota encabezó sendas e infructuosas rebeliones militares, mediante las que pretendía
alcanzar el poder. En 1876 protagonizó una prolongada serie de acciones militares y derrocó al
presidente Sebastián Lerdo de Tejada, asumiendo la presidencia de la República. Según la
Constitución mexicana, Díaz no podía permanecer en la presidencia durante dos mandatos
consecutivos por lo que tuvo que renunciar en 1880 aunque continuó en el gobierno como
secretario de Fomento. Fue reelegido en 1884 y consiguió la aprobación de una enmienda a la
Constitución que permitía la sucesión de mandatos presidenciales, permaneciendo en el poder
hasta 1911.
Al frente de México, casi como delegado divino, Porfirio Díaz… Don Porfirio, que era, para la
generación adulta entonces, una norma del pensamiento sólo comparable a las nociones del
tiempo y del espacio, algo como una categoría kantiana. Atlas que sostenía la República, hasta
sus antiguos adversarios perdonaban en él al enemigo humano, por lo útil que era, para la paz
de todos, su transfiguración mitológica.
A la cultura de la Revolución Mexicana la anteceden los treinta y tantos años de dominio
avasallador del general Porfirio Díaz, décadas de arraigo profundo de una interpretación
reverente (tanto activa como pasiva) del autoritarismo. Que el nombre del dictador bautice o
sintetice el periodo se explica con facilidad y no sólo por razones políticas. Comparten rasgos
una persona (Porfirio Díaz), una élite política e intelectual (el grupo conocido como los
“científicos” y sus alrededores literarios) y lo más visible y reconocible de una época. Tienen en
común el orden impuesto a como dé lugar; la estricta jerarquización del sistema político y la
existencia cotidiana; la devoción ante el modelo europeo (del que adoptan los rasgos externos, el
cuidado de la apariencia, el fetichismo de la respetabilidad); la fe en un progreso constituido de
modo tangible con ferrocarriles y fábricas y empréstitos y reconocimiento de los demás estados;
las vagas líneas divisorias entre decoro y decoración.
Su régimen estuvo marcado por logros importantes, pero también por un gobierno
severo. Durante el mandato de Díaz, la economía de México se estabilizó y el país experimentó
un desarrollo económico sin precedentes: se invirtió capital extranjero (sobre todo
estadounidense) en la explotación de los recursos mineros del país; la industria minera, la textil y
otras experimentaron una gran expansión; se construyeron vías férreas y líneas telegráficas; y el
comercio exterior aumentó aproximadamente en un 300%. Por otra parte, los inversores
extranjeros agotaron gran parte de la riqueza del país, casi todos los antiguos terrenos
comunales (ejidos) de los indígenas pasaron a manos de un pequeño grupo de terratenientes, y
se extendió la pobreza y el analfabetismo. Las manifestaciones del descontento social fueron
reprimidas por Díaz con mano de hierro, hasta que se produjo la Revolución de 1911,
encabezada por Francisco Ignacio Madero. Díaz fue obligado a dimitir y a abandonar el país.
Murió en el exilio, en París.
Chile
Augusto Pinochet Ugarte.
Augusto Pinochet Ugarte, político y militar chileno, jefe del Estado (1973-1990). Nació en
Santiago y estudió en la Academia Militar de Chile. Tras sucesivos y constantes ascensos de
graduación, fue nombrado general de brigada durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva
(1964-1970). En la época presidencial de Salvador Allende fue comandante de la guarnición de
Santiago y, en 1972, se le designó comandante en jefe del Ejército. Protagonizó el golpe de
Estado de 1973, apoyado desde Estados Unidos, que culminó con el derrocamiento y la muerte
de Allende. Pronto, como jefe de la Junta de Gobierno, limitó la actividad política y su régimen de
represión y autoritarismo fue condenado por la Comisión de Derechos Humanos de Naciones
Unidas, en 1977.
En 1980, una Constitución promovida por él le confirmó en el poder para un periodo de
ocho años; dicha Constitución también declaraba que, al final de ese lapso, se celebraría un
plebiscito para determinar si debía continuar en el desempeño de la jefatura del Estado. El
referéndum tuvo lugar en octubre de 1988 y le negó el derecho a prolongar su presidencia a
partir de marzo de 1990 (los votos fueron del 55% en contra de su prórroga presidencial y el 43%
a favor), aunque se mantuvo en su cargo de comandante en jefe del Ejército. El 7 de enero de
1998, la Cámara de Diputados aprobó una declaración de rechazo a la inminente incorporación
de Pinochet al Senado, tras su retirada de la jefatura del Ejército, la cual tuvo lugar, el 10 de
marzo de ese año.
Augusto Pinochet Ugarte suspendió inmediatamente la Constitución, disolvió el Congreso,
impuso una estricta censura y prohibió todos los partidos políticos. Asimismo, lanzó una fuerte
campaña represiva contra los elementos izquierdistas del país: miles de personas fueron
arrestadas y centenares de ellas ejecutadas o torturadas; muchos chilenos se exiliaron, mientras
que otros pasaron largos años en prisión o se dieron por desaparecidos.
Durante los años siguientes, la Junta Militar gobernó al país con gran rigor, aunque hacia finales
de la década pudo apreciarse una cierta apertura. En 1978 se levantó el estado de sitio (aunque
siguió en vigor el estado de emergencia) e ingresaron más civiles en el gabinete. Sin embargo,
Chile siguió siendo esencialmente un Estado policial. Una nueva Constitución, la de 1980,
sometida a referéndum el día del séptimo aniversario del golpe militar, legalizó el régimen hasta
1989; Pinochet inició en marzo de 1981 un nuevo periodo de gobierno, ahora como presidente,
con una duración de ocho años.
En el ámbito económico, el gobierno de Pinochet aplicó medidas de austeridad que provocaron
el recorte de la inflación y una mayor producción entre 1977 y 1981. No obstante, a partir de
1982, la recesión mundial y la caída de los precios del cobre provocaron un retroceso de la
economía chilena. En 1983 se produjeron amplias protestas contra el gobierno, seguidas de una
serie de atentados en las grandes ciudades. El aumento de la tensión popular y el progresivo
deterioro de la economía llevaron a Pinochet a reinstaurar el estado de sitio en noviembre de
1984. A finales de ese mes, se firmó un tratado con Argentina, en el que se ratificaba la
soberanía chilena sobre tres islas del canal de Beagle (Picton, Nueva y Lennox). En septiembre
de 1986, tras un fallido intento de atentar contra la vida de Pinochet, se desarrolló por parte del
gobierno una nueva campaña represiva.
En agosto de 1988 se levantó finalmente el estado de emergencia y dos meses después se
permitió a los chilenos organizar un plebiscito sobre si debía o no prorrogarse hasta 1997 el
mandato de Pinochet, que terminaba en marzo de 1989. A pesar de que casi el 55% del
electorado votó por el “no”, el mandato de Pinochet se prorrogó automáticamente hasta marzo
de 1990, a la espera de la celebración de las elecciones presidenciales y legislativas. En
diciembre de 1989, durante los primeros comicios presidenciales en 19 años, los votantes
eligieron por mayoría al candidato demócrata cristiano Patricio Aylwin, quien dio inicio al proceso
de transición a la democracia, promovió una serie de reformas económicas y nombró una
comisión para investigar las violaciones de los derechos humanos cometidas por el régimen de
Pinochet. Las reformas económicas iniciadas por Aylwin permitieron que más de un millón de
chilenos salieran de la pobreza. En las elecciones presidenciales de 1993, Eduardo Frei Ruiz-
Tagle, hijo del antiguo presidente Eduardo Frei Montalva, resultó triunfador.
En 1994 Chile solicitó su entrada en el Tratado de Cooperación Económica Asia-Pacífico (CEAP)
y en el Tratado de Libre Comercio Norteamericano (NAFTA). En 1996 el gobierno de Eduardo
Frei logró la integración de Chile en el Mercado Común del Sur (Mercosur).
En las elecciones legislativas de diciembre de 1997, la Concertación de Partidos por la
Democracia (integrada por la Democracia Cristiana, el Partido Socialista, el Partido por la
Democracia y el Partido Radical Socialdemócrata) alcanzó la mayoría en el Congreso de los
Diputados. Sin embargo, y a diferencia de las elecciones de 1993, la derechista Unión por Chile
consiguió aumentar sus escaños. En el Senado se consolidó también el bloque de derechas, lo
que impedirá llevar a cabo reformas democráticas en la Constitución de 1980, aprobada durante
la dictadura.
Un mes después, en medio de duras críticas y acusaciones contra Augusto Pinochet,
senador vitalicio a partir de marzo de 1998, el presidente Eduardo Frei destituyó a su ministro de
Defensa, Edmundo Pérez Yoma, por mantener una postura demasiado cercana al militarismo y
al ex-general.
Argentina
Peronismo
El peronismo es un movimiento político argentino de carácter populista surgido en 1945 y
liderado por Juan Domingo Perón. Integrado por corrientes muy diversas, que con el tiempo
originarían profundas contradicciones en su seno, y sin la cohesión de un programa ideológico
definido, el peronismo se centró en la personalidad y en la obra de Perón.
La victoria del peronismo en las elecciones del 26 de febrero de 1946 se apoyó
fundamentalmente en el voto de los pequeños y medianos propietarios, en el de los trabajadores
y en el de la burguesía industrial. Esta coalición política supo aprovechar los intereses de los
nuevos sectores sociales que el proceso de industrialización había conformado. Apoyado
institucionalmente en el Ejército y en los sindicatos, el peronismo persiguió la creación de un
capitalismo nacional independiente. Dio un decidido impulso a la industria del país, se
nacionalizaron importantes sectores de la misma, hasta entonces en manos de capital
extranjero, y se invirtieron grandes cantidades en obras públicas. La política social, dinamizada
por la fuerte personalidad de María Eva Duarte de Perón (Evita), reportó importantes avances
laborales, que culminaron con la proclamación de los Derechos del Trabajador, y mejoras
sociales como el sufragio femenino o la construcción de miles de escuelas y centros de salud.
Uno de los objetivos principales del peronismo fue la disminución de las desigualdades y la
búsqueda de una conciliación de clases que evitara los conflictos sociales. Hasta la década de
1950, el gobierno justicialista de Perón desarrolló su política con éxito, pero, a partir de estas
fechas, las dificultades y la pérdida de apoyos debilitaron al movimiento peronista, que exhibió
desde entonces una tendencia más acentuada hacia el autoritarismo. Hacia 1952, dos malas
cosechas consecutivas provocaron la disminución de la capacidad exportadora, que, junto al
aumento de la inflación y de la especulación, determinaron una crisis económica, agravada por la
falta de reservas del Banco Central y por el endeudamiento exterior.
La presión de la oligarquía; el acoso de la burguesía industrial, que había visto frustradas sus
expectativas; la oposición de la Iglesia, que no aceptaba medidas como la ley del divorcio o la
legalización de los matrimonios civiles; el descontento de algunos sectores del Ejército; la muerte
de Eva Duarte, que privaba al peronismo de su figura más popular, y la ruptura del bloque de
fuerzas que lo conformaba fueron, en conjunto, motivos que debilitaron el gobierno de Perón y
forzaron su retirada del poder en 1955. Sin embargo, el peronismo, como corriente política, logró
mantenerse y resistir durante la dictadura militar. Tras el triunfo del Frente Justicialista en 1973,
el peronismo retomó el poder, convocó nuevos comicios y situó a su líder en la presidencia. La
muerte de Perón (1974) agudizó los enfrentamientos internos.
En 1976, un golpe de Estado militar desalojó del gobierno a los peronistas. La recuperación del
poder por los peronistas se consiguió en 1989, seis años después de la restauración de la
democracia en Argentina —y del triunfo del radicalismo en las elecciones democráticas de 1983
—, de la mano de Carlos Saúl Menem, líder del peronismo y desde entonces presidente de
Argentina.
Juan Domingo Perón
Juan Domingo Perón (1895-1974), político argentino, fundador del peronismo (movimiento
político actualmente aglutinado en el Partido Justicialista), presidente de la República (1946-
1952; 1952-1955; 1973-1974) y una de las figuras latinoamericanas más destacadas del siglo
XX, que llevó a cabo importantes cambios en la política de Argentina.
Nació en Lobos (provincia de Buenos Aires) el 8 de octubre de 1895, y estudió en el Colegio
Militar (1911-1913) y en la Escuela Superior de Guerra (1926-1929). En 1930 participó en un
levantamiento militar que derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen, y fue nombrado secretario
privado del ministro de la Guerra (1930-1935). Más tarde impartió clases en la Escuela Superior
de Guerra, pasó un año en Chile como agregado militar, publicó cinco libros sobre historia militar
y viajó a Italia para estudiar métodos militares alpinos. A su regreso a Argentina en 1941, Perón,
admirador del dictador fascista italiano Benito Mussolini, fundó el Grupo de Oficiales Unidos
(GOU), que en 1943 protagonizó un golpe de Estado que depuso a Ramón Castillo y procedió a
transformar el movimiento sindical, debilitando la influencia que ejercían sobre él los partidos de
izquierdas, para lo que promulgó nuevas leyes, reformó las existentes y creó nuevos sindicatos.
Alcanzó popularidad entre las clases obreras, pero según crecía su poder (fue nombrado
vicepresidente de la República además de ministro de la Guerra) aumentaba la oposición entre
las Fuerzas Armadas. El 9 de octubre de 1945 fue obligado a dimitir de sus cargos, siendo
detenido y encarcelado. La dimisión de Perón provocó una crisis de gobierno que fue resuelta el
17 de octubre, cuando sus seguidores sindicalistas, especialmente la Confederación General del
Trabajo (CGT), lograron su puesta en libertad. Cuatro días más tarde, Perón, que era viudo, se
casó con su compañera, María Eva Duarte, más conocida por el nombre de 'Evita', quien, como
primera dama de la Argentina, dirigió las relaciones sindicales y los servicios sociales puestos en
marcha por el gobierno de su marido, hasta su prematura muerte en 1952. Adorada por las
masas, influyó para que se estableciera el sufragio femenino (logrando la integración de la mujer
en la vida política argentina) y fue, más que nadie, la responsable de la popularidad del régimen
de Perón (quien manejaba a las masas con consumada habilidad). En octubre de 1946, Perón
promulgó un ambicioso plan quinquenal para la expansión de la economía, que consistía
principalmente en utilizar el gasto público como medio para reactivar el mercado luego de la
recesión por la que había pasado.
Tras una campaña electoral represiva y violenta, Perón fue elegido presidente en 1946, con el
56% de los votos. Creador de su propio movimiento, el peronismo, siguió políticas sindicalistas,
nacionalistas y populistas, con la ayuda de su esposa, que pasó a ser un destacado miembro
influyente, pero informal, de su gobierno. Sin embargo, a principios de la década de 1950
comenzaron a disminuir las ventajas de que gozaba la clase trabajadora de las ciudades. La
muerte de Evita (1952), las dificultades económicas, la creciente agitación laboral y la
excomunión de Perón por parte de la Iglesia católica debilitaron aún más su gobierno. Su
derrocamiento a manos del Ejército, en 1955, fue reflejo del rechazo popular a su gobierno
dictatorial. Sin embargo, durante sus 18 años de exilio, Perón contó con la adhesión de los
sindicatos y su influencia en la política de Argentina, apoyando a sus seguidores en su intento
por alcanzar el poder. Finalmente, se le permitió regresar a Argentina, una vez que los
peronistas, agrupados en el Frente Justicialista de Liberación, vencieron en las elecciones
presidenciales de 1973, y fue reelegido presidente, con su tercera esposa, María Estela Martínez
de Perón, como vicepresidenta. Murió, en el ejercicio de ese cargo, el 1 de julio de 1974,
sustituyéndole al frente de la presidencia su esposa.
Carlos Saúl Menem
Carlos Saúl Menem, político argentino, presidente de la República (1989-hasta ahora ), el
primero que accedió al cargo, desde 1928, siguiendo los cauces constitucionales de sucesión del
anterior jefe de Estado.
Nacido el 2 de julio de 1930 en Anillaco (La Rioja), hijo de inmigrantes sirios, fue educado como
musulmán suní. En su adolescencia, se convirtió al catolicismo e inició su actividad política
cuando realizaba sus estudios universitarios. A los 25 años, se licenció en derecho por la
Universidad de Córdoba. Miembro del Partido Justicialista (la organización política del
peronismo), en 1955 fundó las Juventudes Peronistas. Al año siguiente, fue encarcelado por su
participación en el intento de restablecer en el poder al desterrado Juan Domingo Perón, y se
convirtió en asesor legal de la Confederación General del Trabajo (CGT), el sindicato peronista,
función que desempeñaría hasta 1970. En las elecciones de 1962, se presentó candidato al
cargo de gobernador adjunto de su provincia natal de La Rioja, pero el golpe militar que derrocó
al presidente Arturo Frondizi malogró la aplicación práctica de los resultados de los comicios. Sin
embargo, en 1963 fue elegido presidente provincial del Partido Justicialista.
En 1973, tras el regreso al poder de Perón, Menem venció en los comicios para elegir
gobernador de la provincia de La Rioja. Fue encarcelado en 1976, cuando la presidenta María
Estela Martínez de Perón, viuda y sucesora del dictador, resultó derrocada por un golpe militar
que supuso el acceso al poder de la Junta Militar presidida por Jorge Rafael Videla, y no salió en
libertad hasta 1981.
Reelegido gobernador de La Rioja en 1983 y 1987, al año siguiente recibió la nominación
peronista para la candidatura presidencial. En mayo de 1989, fue elegido presidente de la
República tras vencer a E. C. Angeloz, el candidato de la Unión Cívica Radical. Sustituyó, por
tanto, a Raúl Alfonsín (el primer presidente elegido democráticamente después del lapso
dictatorial que había transcurrido desde 1976 hasta 1983), con lo que se confirmaba el pleno
retorno a la democracia en Argentina, al producirse, en julio de 1989, la primera transición
plenamente constitucional desde hacía 71 años. Figura hasta cierto punto extravagante,
describió la corriente política a la que pertenecía desde su irrupción en la vida pública, el
peronismo, con los calificativos de: nacionalista, populista, humanista, socialista y cristiana.
Menem trabajó desde el principio de su mandato para reformar la estructura del Estado,
privatizar el sector público industrial, alcanzar un mercado libre, profundizar en el perdón a los
militares implicados en la dictadura (en diciembre de 1990, su gobierno concedió el indulto a los
miembros de las distintas juntas militares) y restablecer relaciones con Gran Bretaña tras la
guerra de las Malvinas (1982). En 1991, el gobierno de Menem se unió a los de Brasil, Paraguay
y Uruguay para firmar el Tratado de Asunción, que confirmó la intención de estos países de crear
el Mercado Común del Sur (Mercosur). En 1992, el mismo año en que se reanudaron las
relaciones diplomáticas con Gran Bretaña, Menem ordenó que se hicieran públicos todos los
expedientes secretos sobre las actividades nazis en Argentina posteriores a la II Guerra Mundial.
Dos años más tarde, Argentina se adhirió al Tratado de Tlatelolco (cuyo acuerdo original databa
de 1967) y entró, por tanto, a formar parte del Organismo para la Proscripción de Armas
Nucleares de América Latina (OPANAL).
En mayo de 1995, tras lograr un año antes la reforma constitucional que le permitía renovar
mandato, resultó reelegido presidente de la República, y el Partido Justicialista obtuvo la mayoría
absoluta en la Cámara de Diputados; su victoria se basó en la estabilidad económica de que
gozaba el país, lo que beneficiaba a las clases altas, así como en el arraigo del peronismo en las
clases populares. En febrero de 1997, Menem se autodescartó para presentarse a un tercer
mandato, lo que habría provocado una nueva reforma constitucional, ya que la última sólo
permitía dos mandatos consecutivos. En las elecciones de octubre de ese año, que, entre otros
cargos, renovaban parcialmente la Cámara de Diputados, el peronismo fue ampliamente
derrotado por la Alianza por el Trabajo, la Educación y la Justicia (formada por la Unión Cívica
Radical y el Frepaso), con lo que el gobierno de Menem vio complicados sus dos últimos años
en el poder.
Cuba
Fidel Castro
Fidel Castro (1927-y aún sigue ), político cubano, principal dirigente de la República desde 1959,
artífice de la Revolución Cubana y uno de los más destacados líderes de Latinoamérica durante
la segunda mitad del siglo XX. Nacido el 13 de agosto de 1927 en Mayarí, hijo natural de un
inmigrante español, plantador de azúcar, Castro se afilió al Partido del Pueblo Cubano en 1947,
y se doctoró en leyes por la Universidad de La Habana en 1950. Después de que Fulgencio
Batista se hiciera con el control del gobierno cubano en 1952 y estableciera una dictadura en el
país, Castro se convirtió en el líder del grupo Movimiento, una facción antigubernamental
clandestina cuyas acciones culminaron con el asalto al cuartel de Moncada (en Santiago de
Cuba) el día 26 de julio de 1953, hecho por el cual fue encarcelado. En el juicio subsiguiente se
hizo cargo de su propia defensa, cuyo alegato se manifestó por medio de un discurso (la historia
me absolverá) que, más tarde, se convertiría en una importante consigna política para los
revolucionarios.
Condenado a 15 años de prisión, fue amnistiado en 1955, y se exilió sucesivamente en Estados
Unidos y México, donde fundó el Movimiento 26 de Julio. El 2 de diciembre de 1956, regresó a
Cuba con una fuerza de 82 hombres, de los cuales 70 murieron en combate nada más
desembarcar desde el barco Granma en la playa de las Coloradas, en el extremo suroccidental
de la isla. Castro, su hermano Raúl y Ernesto Che Guevara se encontraban entre los 12
supervivientes. Con su base principal en sierra Maestra, donde habían conseguido internarse los
revolucionarios dirigidos por Fidel Castro, el Movimiento 26 de Julio fue ganando apoyo popular,
principalmente en los ámbitos estudiantiles (Directorio 13 de Marzo), y en diciembre de 1958,
con respaldo del Partido Popular Socialista, avanzó hacia La Habana, ciudad de la cual hubo de
huir Batista el 1 de enero de 1959 y en la que entró el propio Castro siete días después, acto que
pondría colofón al definitivo triunfo de la Revolución Cubana. Castro se declaró a sí mismo
primer ministro en febrero de 1959, cargo que ostentó hasta 1976, en que asumió la presidencia
del Consejo de Estado, que según la nueva Constitución de diciembre de ese año englobaba la
jefatura del Estado y del gobierno.
Fracasado su intento de establecer relaciones diplomáticas o comerciales con Estados Unidos,
negoció acuerdos sobre armamento, créditos y alimentos con la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS), y llevó a cabo la depuración de sus rivales políticos. Nacionalizó los recursos
cubanos, afrontó una profunda reforma agraria basada en la colectivización de propiedades y
estableció un Estado socialista de partido único (el Partido Unido de la Revolución Socialista,
que en 1965 pasaría a denominarse Partido Comunista Cubano y cuya secretaría general
asumiría el propio Castro), que llevó a un gran número de cubanos ricos al exilio. Estados
Unidos vio con disgusto cómo el nuevo régimen embargaba las empresas de titularidad
estadounidense, y en 1960 anuló los acuerdos comerciales que mantenía, a lo que Castro
respondió en septiembre de ese año con la Primera declaración de La Habana, reafirmando la
soberanía cubana frente al imperialismo estadounidense. Un grupo de exiliados cubanos recibió
el respaldo del gobierno de Estados Unidos, en un infructuoso intento por derrocarlo que tuvo
lugar en abril de 1961 y pasó a ser conocido como el desembarco de bahía de Cochinos.
Desde ese momento, Castro se alineó abiertamente con la URSS, dependiendo cada vez más
de su ayuda económica y militar. En 1962, estuvo a punto de producirse una guerra nuclear,
cuando la URSS situó en Cuba cabezas nucleares de alcance medio, ante la oposición
estadounidense. La llamada crisis de los misiles de Cuba concluyó tras la celebración de
negociaciones entre el presidente estadounidense, John Fitzgerald Kennedy, y el máximo
dirigente soviético, Nikita Jruschov.
Durante las siguientes décadas, Castro alcanzó gran reconocimiento entre los países miembros
del Tercer Mundo, gracias a su liderazgo de la Organización de Países No-Alineados (que
presidió desde 1979 hasta 1981). A finales de la década de 1980, cuando la URSS inició sus
procesos de glasnost (en ruso, ‘apertura’) y perestroika (en ruso, ‘reestructuración’), bajo el
gobierno de Mijaíl Gorbachov, Castro mantuvo la aplicación del régimen marxista-leninista que
había instaurado a principios de la década de 1960. Sin embargo, con el inicio del proceso de
desintegración de la URSS y del COMECON (Consejo de Ayuda Mutua Económica) en 1990, los
problemas económicos de Cuba empeoraron. En 1993, en un intento por alcanzar una economía
mixta, Castro aprobó reformas económicas limitadas que legalizaron algunas empresas privadas.
En 1996, el Congreso de Estados Unidos aprobó la denominada Ley Helms-Burton, que
articulaba legalmente el boicoteo económico a Cuba, al pretender penalizar a las empresas que
mantuvieran relaciones comerciales con otras radicadas en la isla. Por su parte, la Unión
Europea (UE), en clara oposición, presentó una serie de medidas aprobadas por los ministros de
Asuntos Exteriores de los países miembros para neutralizar los efectos de la Ley Helms-Burton.
Durante su intervención en el V Congreso del Partido Comunista Cubano (octubre de 1997),
Castro reafirmó la idea de que Cuba no se dirigiría hacia el capitalismo, lamentando las
aperturas que su gobierno hubo de consentir debido a la caída de los principales regímenes
comunistas. En febrero de 1998, poco después de una visita histórica del papa Juan Pablo II a la
isla, resultó reelegido nuevamente por la Asamblea Nacional del Poder Popular como presidente
de la República, por otro mandato de cinco años. El socialismo y las conquistas de la revolución,
cada vez más acosadas por las amenazas y el bloqueo estadounidenses, permanecieron como
referencias ineludibles del propio Castro en su discurso de clausura de la constitución de la
cámara que le había elegido, en el cual volvió a reiterar que no habría transición al capitalismo
en Cuba. De otro lado, el gobierno del presidente estadounidense Bill Clinton decidió, a finales
de marzo, suavizar su embargo sobre la isla.

Conclusión.
El arte de mentir les es constitutivo, sobre todo en América Latina, donde, con la excepción tal
vez de las dictaduras de Castro y de Pinochet (inspiradas en una concepción ideológica no
democrática reivindicada como fuente de legitimidad), todos los tiranuelos y dictadorzuelos que
han estado presentes en América Latina, no basaban su poder en creencia, filosofía o idea
alguna, sólo en el apetito crudo de llegar al poder y perpetuarse en él para aprovecharlo hasta el
hartazgo. Es natural que en las bocas de estos hombres fuertes y generalísimos, padres de la
patria, benefactores, caudillos, etc. y en el de los letrados, polígrafos a su servicio, el vocabulario
político se prostituyera sin remedio y palabras como "legalidad", "libertad", "democracia",
"derecho", "orden", "equidad", "igualdad", adoptaran, una personalidad que era falsa, no eran
ellos sino lo que querían que la gente conociera de ellos y lo demás estaba escondido, aunque
finalmente salía a la luz.
Por un golpe de estado llegaron al poder Perón y Pinochet, Fidel Castro se nombró a él mismo
en el cargo y Díaz derrocó al presidente Lerdo de Tejada. Todos hicieron algo por su país, sin
embargo sus regímenes dejaron muchas cosas desagradables, como la pobreza. Ahora aún
siguen en el poder tanto Fidel Castro en Cuba como Carlos Menem en Argentina.

Fuentes de información.
Enciclopedia Hispánica
Ed. Britannica.
Tomo 5.
Enciclopedia Larousse
Ed. Planeta
Tomo 3.
México Profundo, una civilización negada.
Bonfil Batalla, Guillermo.
Ed. Grijalbo.
Hacia el México moderno: Porfirio Díaz.
Roeder, Ralph.
Fondo de Cultura Económica
Tomo I y II.
País de un solo hombre: El México de Santa Anna.
Gonzalez Pedrero, Enrique.
Fondo de Cultura Económica.
Fuentes Carlos.
Nuevo Tiempo Mexicano.
Series Nuevo Siglo.
Aguilar. México, 1994.
pp. 81-93.
http://site10.fwa.com.ar/trabajos/revoluciones/revoluciones.html
http://site10.fwa.com.ar/trabajos/jovenesdictadura/jovenesdictadura.html
http://site10.fwa.com.ar/trabajos/indephispa/indephispa.html

Por
Maria G. Chávez
[email protected]

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