Actividades Especiales de Sociales

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ACTIVIDADES ESPECIALES DE SOCIALES

JIMMY ALEJANDRO ANGARITA POVEDA


JORNADA TARDE

A través de la historia, la humanidad sufrió abusos de poder, injusticias,


discriminaciones y desigualdades que provocan conflictos sociales acompañados
por necesidades básicas sobre la dignidad de las personas. La Declaración
Universal de los Derechos Humanos está basada en las aspiraciones morales que
fueron manifestándose en el tiempo, fue un proceso de forma lenta y progresiva por
medios de luchas y reclamos; así se logró profundos cambios sociales, políticos y
económicos. Los Derechos Humanos de Segunda Generación o Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, tienen como objetivo fundamental garantizar el
bienestar económico, el acceso al trabajo, la educación y a la cultura, de tal forma
que asegure el desarrollo de los seres humanos y de los pueblos. Su
reconocimiento en la historia de los Derechos Humanos fue posterior a la de los
derechos civiles y políticos, de allí que también sean denominados derechos de la
segunda generación.
La razón de ser de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales se basa en el
hecho de que el pleno respeto a la dignidad del ser humano, a su libertad y a la
vigencia de la democracia, solo es posible si existen las condiciones económicas,
sociales y culturales que garanticen el desarrollo de esos hombres y esos pueblos.
La vigencia de estos derechos se encuentra condicionada a las posibilidades
reales de cada país, de allí que la capacidad para lograr la realización de los
mismos varía de país a país.
Estos derechos económicos, sociales y culturales, pueden exigirse al Estado en la
medida de los recursos que efectivamente él tenga, pero esto no significa que el
Estado puede utilizar como excusa para el cumplimiento de sus obligaciones, el no
poseer recursos cuando en realidad dispone de ellos.
En este aspecto, deben verificarse los indicadores de desarrollo integral en
relación con la distribución que hace el Poder Público de sus ingresos en razón de
la justicia social.
Al negar estos derechos a cada uno de los ciudadanos desenfocan grandes
problemáticas en el mundo entero como lo es la migración, pues generalmente no
tiene muy buena acogida por parte de la prensa. Los estereotipos negativos que
muestran a los migrantes como personas que “nos quitan el empleo” y “viven a
costa de nuestros impuestos” abundan en los medios de comunicación y en la
opinión pública, especialmente en épocas de recesión. Para otros, la palabra
“migrantes” puede evocar imágenes de personas en una situación de máxima
vulnerabilidad; es notable que hoy en día, la mayor parte de las personas que
emigran de sus países de origen lo hacen para escapar de la pobreza o en busca
de mejores condiciones de vida.
Los porqués han cambiado en general, ya que en épocas pasadas de la historia
los movimientos migratorios eran siempre forzados (guerras, epidemias, desastres
naturales, religión…). Actualmente las personas se pueden mover por voluntad
propia, aunque no siempre ocurre así. La necesidad de trabajo o las situaciones
bélicas siguen empujando a la gente a marcharse de sus países.

Una de las razones que explican el movimiento de personas de unos lugares a


otros es que la distribución de las oportunidades en el mundo es extremadamente
desigual, a cualquier escala (nacional, regional, global…). No se encuentran las
mismas posibilidades (calidad de vida, trabajo bien remunerado, servicios…) en
todos los sitios. En algunos de los videos que pudimos ver durante este año
escolar pudimos observar como miles de personas llegan a la situación de
habitantes de calle, el no pago bien remunerado del trabajo, la falta de
oportunidades, las drogas y demás han llevado a personas con carreras
profesionales a este punto. La discriminación social, la falta de conciencia y
humanidad han dejado ver como la guerra de poderes y ambición económica
están arrasando con todo a su paso.

Se puede analizar también que en esta nueva era solo las personas
multimillonarias son las que tienen más oportunidades, (grandes construcciones,
automóviles de alta gama, líneas de productos y marcas con sus nombres)
desperdiciando miles y miles e billones de pesos sin pensar en la cantidad de
personas que mueren de hambre, que son desalojadas de sus viviendas por no
tener como pagar una renta, miles de niños, ancianos y mujeres embarazadas que
mueren por no tener una atención médica adecuada o por lo menos digna.

Si retrocedemos un poco todo esto ha venido de tiempo atrás como lo es el


capitalismo este se erigió como el modo más efectivo para llevar la producción a
los más altos niveles registrados en la historia, basándose en los criterios de la
sobreexplotación del trabajo ajeno, y de la competencia por el mercado. Las
nuevas formas de organización social emergentes del antiguo régimen sentaron
las bases para que los individuos libres de los poderes feudales procedieran a la
formación de talleres de producción independientes, organizados mediante la
contratación de trabajadores pagados a destajo. La libertad de los dueños de los
talleres para decidir la paga del nuevo trabajador asalariado fue parte de lo que
Marx trabajó como la acumulación originaria del capital. No hubo regulaciones
especiales que protegieran la integridad del trabajador asalariado, así como no
hubo regulaciones que impidieran la acumulación individual de riqueza. La libertad
se constituye como el principio de acción en el ámbito económico, en función de la
acumulación de un grupo de individuos con ventajas fundamentales, como la
propiedad de talleres, maquinas, procedimientos, que justifica sus acciones con
las ideas de la modernidad. Lo nombro como un campo donde se da una lucha
interna mediada por relaciones de fuerzas, monopolios, estrategias, intereses y
ganancias.
Cada vez es más complicado pensar el mundo en que vivimos. El fin de siglo
presenta nuevos desafíos para las sociedades. Uno de los más importantes es
pensar nuestras realidades concretas latinoamericanas que si bien transcurren
hacia la modernidad, lo hacen desde contextos y experiencias con anclajes
tradicionales. Si a ello se le introduce el ingrediente de la globalización, nuestras
formas de atender y explicar la realidad se vuelven más complejas. Pensar las
distintas y contrastantes realidades actuales bajo el crisol de la globalización, no
sólo supone ver los efectos que el proceso de interconexión global tiene en las
formas de organización social: de la economía, de la política, de la cultura, como si
fuera un añadido más que se impone desde el exterior hacia las realidades
locales, sobre todo el desafío está en que lo global es una transformación de la
distancia, una sobrevaloración del tiempo por encima del espacio, una
reconfiguración de los procesos de estructuración de la vida y la cultura
contemporánea.
 la modernidad implicaba una lógica de organización social basada en un modelo
de pensamiento racional cuyos efectos eran diferenciar y especializar los distintos
campos del saber y la separación progresiva de las funciones y los modos de
actividad de una sociedad, que en las sociedades tradicionales se mantenían
unidos y articulados a una misma autoridad. Por otro lado, la razón
comunicacional, (concepto introducido por Manuel Martín Barbero) le ha dado
vuelta a la modernidad, ya que su lógica de producción del saber se basa en la
fragmentación y en la segmentación. El avance tecnológico en la comunicación y
la información difunde y expande los valores universalizantes vinculados con la
racionalidad moderna que atraviesan los particularismos culturales. Pero la
tecnología no sólo pone en circulación formas culturales, sino que trastoca la
esencia misma del saber: irrumpe en su producción lineal, especializada,
acumulativa y basada en la escritura, en contraste el saber mediado por las
tecnologías comunicacionales distribuye los saberes mediante imágenes
descontextualizadas de los campos especializados de su producción, lo cual
afecta en la fragmentación, la vulgarización y la dispersión del saber.

Como reflexión quiero decir que todos estos cambios sociales, políticos y
ecomicos han traído consigo muchas oportunidades favorables para nuestro
mundo, pero somos nosotros mismos quienes no hemos sabido valorar y
olvidamos lo realmente importante “el bienestar común, los valores, el amor por
nuestros hermanos y el temor a Dios”

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